Lina Meruane
LAS INFANTAS
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Qed rte rep al pe de en
ovale mai edie extn eon,
“Todas las cictrices remiten a una solas
1a primera la scsi umbilical ania invisible,
Seveno Sanpuy, E Cristo de a rue Jacobreina de piques
En cada mazo cincuenta y dos naipes que ain barajo a
ojos cerrados, escuchando ss repica; un taconeo preciso
y fugaz, como carrera aedlerada en paslls oscuros, arriba
bajo por interminables excaleras de pied, luego pasos
ques detionen, y arriba otra vex epito, y abajo, las alo-
cadas dversiones de palacio,
Mi padce me habia ensefiado el valor de cada cart.
Las pinta, ategurabs, eran eardinales de una sola familia
‘eal, pero habla que distinguir los corazones rojos de
los corazones negros inveridos. Seatenciba con finura
la repla de todo juego y la ley del naipe que yo no debia
‘olvidar: el rey manda, la reina obedece, los once restantes
son sidivos.
Alatardecer lo vein corte y carter junto ates acom-
pafantes ocho codos slian venir apoyasse sobre el man
tel deterciopelo gastado, cuatro pares de manos con once
cartas cada uno, dos parejas que apostaban por el mazo
spilado en el centro de la mesa. Un mazo que crecia en
‘cada ronda basta que apareciers el aipe precio.
Su dedo anu cede por el grucso ano fureo, apa
tubs el teaoro, La pesadae inconfundble mano de ni padeetah eximio jugedor. As dela canasa le decian, por sus
escalas de pcss, Soberano, por ls siete euinas que ponts
‘en perectacomparsa sobre el mantel. Conquistadas las da-
mus negrasy rojas, los contincanessplaudfan come core
sanas. Le guifaban al vencedos le lanzaban sonoros besos
{que iefan deshaciéndose en el ace através del sal,
‘Yo no ecoudaba sus nombres, que siempre cambiabsn.
Sus gestoss{podia anticiparios:estaban concertador
como pasos de bile: la manera de salar enganchando
los dedosajenos, la delicadezs al setarseen el borde del
‘mullido tapi yal frotar el vaso de whisky himedo con-
tra la solaps el ceremonioso modo de iar las cata s0-
bre el mantel y de quedar en suspenso hast a siguiente
jugada,
Haba cardesen que legaban mis de tes, y yo debia
ceder mi expacio sobre la alfombra. Apesadumbradojun-
‘aba mis naipes y me levantaba pars ir a asomarme por
encima de alg hombro, un poco mareado por el humo
dela sala donde ellos furaban. Era seguro: me aburriria
vigndolos perder ante mi pade.
A las paridas de los martes legabs otra clase de invi-
tados: siempre los mismos tipos, elegantes y pausados al
hhablas, que se referfanal bridge como aun arte reservado
para hombres de otra categoria: ineleeaaes. Yo ls pre
feria por su silencioss manera de engarzarse ene lance,
Sélo durante esas veladas lograba concentrarme en mi
soliario. Mezclabs mis caras las vees que fuera neesario
para perfeccionar la juga, cazar al monarca yasu dam
Pero el valet se obstinaba ex Is eatulins, burkindose de mi
suerte, corrupto comodin. Yo elegia omitir la advereencia
demi padee: que los naipes no dependen del azar sino de
Ia desteza de quien los comands,
Sobre la mes, él expertoestratega,construia bazas
perfectas;y el to Antonio, sur de mi padre cuando éste
jugaba de norte, se levansaba con orgllo, se acercaba a
sigiloo, y perdia latitud mordiéadole con delicadeaa
‘lcontorno de uns ore.
Mientras yo mezclaba ls carts sobre el piso viilaba
‘ami padre, absorto en I misma azafa con los ojos ce~
tados, lo vela barsjar y barajas concentrar su vehemen-
‘ia en una sontisa, lamer el cedro de su puro, ssprstlo sin
pris, retomar el nipe, El Rey repartia sus eras sobre el,
terciopeo. El juego interrumpido retomaba su curso y yo
también exploraba mi solitario en busca de la rena
-Exalaba humo, mi padre, y el aroma. tabaco se desha-
cia en sus palabras, Podiaescucharloseiaindome como
swheredero.
‘Ay, Principe, romeaban sus amigos, yacaicaban mi
‘spalda buscando la spuesta entre mi cueloy Ta cams.
Alguno, el io Antonio muchas veees, gia dec algo
en mi odo y ni padre me siraba serio otra vez. Que vol
viecan ala mess, que dejaran de espiar mi juego. ¥ me
afanaba con el mazo, impaciente, tampeando toda regla
para obtener la carta que requers
El dinero empezabs a deslizarse hacia el trono. Las
manos del Rey con las venas hinchadas y los dedos he-
chos puto, La areas lenae. El momento legsbs: los ani-
‘gos de mi padre se vetan obligados a empefiar sus cha-
aquetas de vesti, las eamisas de diseRo europeo, sedosas
‘aia nel foo deur sams ids or acaba
Sloe, ome todas informecin queer
Dias, ches Largs en que nada parece suceder hasta
‘a madrugads. A veces desperto hora antes del golpe p=
‘iéio yal enenderla para del mes de noche e-
ueatro la shana cubis de plo sedoso negro. La
claidad de ia demora en gas, ents voy buscan-
do el exemo de cada bra que ano junto sas dems,
gue guano ene mi opa interior Me pefuto con aga
de colonia. Es medianoche ya Fs como sos minutos
Pissran os talons.
Mesendo obrelacamacon amano ete irae
imagine qué poe bee suelo, Cero lon jon
{pacar ena bara coaun pequto ode vino oo, Lo
‘eo endo eal cquing bre une dos ardos de pin
clara Lovo rebalndone en cap deros Lo woo
taped cn cxtone y boa ile de ube dormido
ante de caren pose esd aca
-Messomo porla vant bri yn erat i
oi cneton perch, La noche no tee in,
‘Sas aan No ay seu uj ne a
prvient.rumpo on la cova ented reigesdory
{Team dela bsure repo lo peiics que Reto
debe vere ssa Doy nerd al edly aprovecho de
eras anes dna en ues. Toma ol
lai para cercorre dela et Tomo un cael, lo
troy me pregunta i falacé Renato precsamente ho,
seesjvere,
‘Una hors transcurre. He enollado varias canas en a
ppuata de mis dedos, ahoreéndolos, pero él no aparece.
‘Aguzo mi oidoy entonces og ls rucdas avanzando so-
bre a calle. Deseorcho la botella, tomo un sorbo que eax
lienta mi extémago, aparo oto trago y melevanto. Abro
la puerta. Else ambalea Le muestra el vaso pero Renato
so alza a cabeza. Se va acercando, lentamente y Nato que
camina diferente. Se dtiene, suspra. Me parece ain ms
[pequeio que de costumbre esta noche, aplastado por las
sombeas de los drboes. Me sent en elesaldn fio, muer
ddo.entee los labios un mechén de peo.
CGusndo Renato al fn eniza la es, eparo mis piers
dobladas, cubiertas de vello, y me evant el camisén. No
‘me mira La mano le tiembla. No decimos nada, no nos
‘ocamos siguirsSubs, deteigadose cada pato, Yo inssto: uno de tia-
to Me muestra la oquedad de eu boca petlente cera los
‘jos y comienza aamarrarlos papeles con una cueda.
‘Tomo Is botela del gollet y entro a mi cuarto, Re-
ato me sigue. Esta vez no me siento en asian espero
4 que me escobille el pelo, que hula cl peréume de mi
‘score Tomo los mechones que he ido recoletando, los
snrollo los pongo delicadamente en ese nico boil,
‘cos de su chaquetsn,
Svavementedeslizo mis manos por las sola, le voy
uitando el abrigo y siento su cuerpo escaslde bajo a
‘amis. Renato mira el suelo, y Ia botlla que he dejado.
sobre] alfombra.Abro los botones de mi blusa mientras
ssudedo tembloroso persige el comienzo de una cana per-
ida en ls stbanas revues,
Después derecogere diario, eta madrugada, relvo a
Ja cama con un vaso de vino, Esa skima botella. Renato
sea llevado las demas junto con los diatios, los cartones
Y mi cama de dormir; también ua par de artes plésticos.
‘Y macizos mechones que me van dejando clva
Sigo escobillindome durance hors, interumpiendo
«sta delcada labor solo para tomar otro sorbo,o para un-
‘ar en alcohol un trozo de pan viejo. Hace tanto que no
‘entra aie de calle por la ventana, Los das pasanimper