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EL PAIS4JE URBANO tratado de estética urbanistica GORDON CULLEN [J Eee pie _ EDITORIAL BLUME = 16 perfeccién, el arte —escrito con A maydscula— o la moral. Intento describir un contexto urbanistico que habla llanamente a la gente sencilla y la gente sencilla le comprende. Si exceptuamos un pufiado de notables excepciones, nuestro mundo va llendndose de rubias muchachas, tontas y sofisticadas, y de una Iluvia de con- fetti, Slo cuando dé comienzo el dislogo, el pueblo se detendré para escuchar. Hasta que llegue el feliz dia en que el pueblo arroje al aire sus sombreros para felicitar a un planificador —de la misma manera con que acoge la presencia de un torero o de un cantante popular~ ambas partes necesitardn establecer entre si pactos de compromiso (el volumen de la sardénica carcajada con que el public acoge ciertas realizaciones constituye el indice de su frustracién). Hay que “forzar”, en primer lugar, el paisaje urbano. Es dificil mantener un principio general y, en cambio, es mds facil proteger lo particular. Dividiendo el conjunto en las partes que lo componen, el ecdlogo puede velar por sus parques nacionales, las autoridades locales por sus cinturones verdes, los arquedlogos por sus zonas monumentales, y asf sucesivamente. Esto es lo que ya ocurre. Después, hay que proceder, paso a paso, a la realizaci6n de esta tarea. El cambio, en si mismo, no se acepta a menudo fécilmente, aun cuando muchas veces signifique una mejora. Una excelente caracteristica de las poblaciones es la continuidad. Por consiguiente, a pesar de que generalmente se llega pronto a un acuerdo sobre la conveniencia de planificar con rapidez ciertos sectores, posiblemente deberin transcurrir diez afios, o tal vez doce, antes de que pueda procederse a la construc- cién de los importantes edificios que tienen que ocupar una zona determinada. Con ello no se consigue casi nunca una mejora en el diseffo sino simplemente retrasar el proceso, Eso es lo que ocurrié, por desgracia, en el caso de Piccadilly Circus, La principal tarea, no obstante, con que se enfrentan los urbanistas, es la de captar al piblico no con argumentos democraticos sino emotivos. Asi lo expres6 un dfa el gran Max Miller, en el momento en que las luces mortecinas sefialaban la Hlegada del frio crepisculo: “Sé que usted estd presente, pues percibo su aliento.” APUNTES: Visién serial El deambular de uno al otro extre- mo del plano, a paso uniforme, pro- duce una secuencia de revelaciones que han quedado plasmadas en esta serie de dibujos, que deben ser le/- dos de izquierda'a derecha. Cada di- bujo corresponde a una de tas fle- chas del plano. Cada momento del recorrido es iluminado por una serie de sibitos contrastes que producen un impacto en la retina y que dan vida al plano (como cuando se le da un codazo, para que despierte, a uno que se ha quedado dormido en la iglesia durante el sermén). Mis dibujos no guardan relacién con el lugar; los elegi, simplemente, por- que me parecieton evocadores. Ob- sérvese que la ligeta desviacién en el alineamiento y una minima varia- cidn en la proyeccion del plano dan lugar a un efecto desproporcionado al ser trasladados « la tercera dimen- 17 Westminster Ipswich Oxford Con estas tres secuencias de Ox- ford, Ipswich y Westminster, se pretende captar en un medio limit do y estatico, como es una hoja de papel impress, todo el sentido de descubrimiento y drama que experi- mentamos al deambular por una ciudad. Oxford; el cubo, 1, el cilin- dro, 3, y el cono, 4, crean una dra- mitica revelacién de geometria s6- lida. Es como desvelar un misterio se tiene la sensacién de que cuanto més avancemos, més nos seré desve~ ado, Ipswich; un arco sin ninguna pretensin, cumple la misién de dividir 1a perspectiva en dos: la pat- te de la calle en la que nos encon- tramos y la que hay tras el arco, pasando, al mismo tiempo, de un ; el fondo de torres, espiras todo el tejido de alinea- ciones y agrupamientos, las flechas de penetracién y el sibito haz de enfaticas verticales en un dramético conjunto, constituyeron la recom- pensa a i mirada en movimiento, a una mirada muy despierta, no ociosa. Plano de Westminster,,con indica cidn de los puntos de vista, 19 20 Secuencia de Nueva Debili (las fo- tografias deben leerse de izquierda a derecha), en Ia que se destaca el papel desempefiado por la diferen- cia de niveles y del telén de fondo, formando una vision serial; de esta forma lo que podria ser solamente la misma fotografia repetida cuatro veces, al ampliar el centro de la vis- ta anterior acereéndonos al fondo, se conyvierte en cuatro vistas distin- tas y con significado propio (véase explicaci6n en Ia Introduceién). LUGAR Posesion En un-mundo en blanco y negro, las calles son para el movimiento y las casas para fines sociales y comercia- Jes, Pero como que la mayoria de la gente hace lo que le conviene y cuando le conviene, nos encontra- mos con que también los espacios exteriores de una ciudad son utiliza- dos con finalidades sociales y mer- cantiles. Territorio ocupado, venta- jas, recinto, punto focal, panord- ‘mica interior, etc., son, ni mas ni enos, otras tantas formas de pose- si6n, como puede comprobarse en. las paginas siguientes. Territorio ocupado (pagina opuesta) Sombra, cobijo, amenidad y con- veniencia son las més comunes cau- sas de posesién. El destacar tales lugares por medio de alguna indica- cién de tipo permanente sirve para crear una imagen de las varias clases de ocupacién de territorio urbano, con la aparicién, en vez de un espa: cio exterior totalmente fluido y ac- todinémico, de un ambiente més estético y ‘ocupado, como el que puede contemplarse ‘en las fotogra- ffas de la pégina opuesta, en que una ocupacién periddica (,una charla a la salida de misa? ) se entre- teje permanentemente con el tono ciudadano por medio del pavimen- to. Los accesorios de la posesion comprenden el enlosado, postes, toldos, enclaves, puntos focales y cercados. Aunque la cantidad de Posesién sea minima, su perpetua- cidn en los accesorios proporciona a la ciudad humanidad e intimidad, del mismo modo que las persianas en una ventana le proporcionan contextura y proporcién a un edifi- cio, incluso en el caso de que no brille el sol. Posesién en movimiento Pero la posesién esté mente, uno de los aspectos de la in- clinacién humana hacia los espacios exteriores; el otro consiste en la posesién de movimiento. En la fo- tografia de al Indo, el paseo que conduce a Ia iglesia es algo definido, con un principio y un fin perfecta- mente establecidos; ademés, es algo que puede ser posefdo en movi miento, y recorrerse al igual que cualquier calle de pueblo. es, sola- 23 Preponderancia Hay, asimismo, lineas de preponde- rancia susceptibles de ser coloniza- das; la linea formada por el parap: to de un puente, por ejemplo, que Ja gente parece preferir a causa de lo inmediato de la vista que desde ella se disfruta, es una de ellas (véa. se, también, Ia Ifnea de vida, pig. 111), Viscosidad Alli donde hay una mezcla de pose- sién estética y de posesién en movi- miento, nos encontramos con la que podrfamos denominar viscosi- dad: grupos de personas conversan- do, tiendas de planta baja, gente que compran periédicos o flores, etc. Los colgantes toldos, el espacio que queda dentro del pértico y el sinuoso recorrido de Ia calle, pro- porcionan un ambiente adecuado, que puede y debe ser comparado con el de Ia fotografia de abajo. En ésta, la calle, abierta a todos los vientos e inhéspita, lo que queda realzado es la discriminacién exis- tente entre exteriores e interiores. Enclave EI enclave, o interior abierto al ex- terior, con libre y directo acceso a sno y otro, aparece aguf en forma de plaza accesible o de una habita- cién en el exterior, en comuni cin directa con la corriente direc cional principal y como un remanso en el que el eco de las pisadas y la luz quedan amortiguadas. Al. per- manecer relativamente apartado de la baraGnda del tréfico tiene, ade- més, la ventaja de dominar la escena desde una posicién de seguridad y fuerza, Plazoleta En Ia plazoleta se conjuga la pola- ridad de las piernas y las ruedas. Constituye la unidad bisica del as- pecto de las barriadas; fuera de ella, el ruido y la velocidad de las comu- nicaciones impersonales, de los que van y vienen sin saber de dénde y a dénde. Dentro, Ia quietud a escala humana, Constituye el producto fi- nal del tréfico, el lugar al qué el tra fico nos leva. Sin la plazoleta el tré- fico careceria de sentido. 25 26 Punto focal Junto con la plazoleta cerrada (el objeto en vacio, en hueco), como un artefacto de’ posesién, est el Punto focal, el simbolo vertical de congregacién. En las fértiles calles y opimas plazas del mercado de ciu- dades y pueblos, esté el punto focal (ya sea una columna, ya una eru2), que cristaliza Ja situacién, que con: firma que “aqui es el lugar”. “De- tente y mira: aqui es.” Esta deslum- brante claridad ilumina muchas po- blaciones, pero, en otras, esa_pri mordial funcién del punto focal ha sido eliminada por el torbellino del trdfico y se han convertido en luga- Fes totalmente diferentes para el carnet de notas del amante de las cosas antiguas, Barriadas extremas A la izquierda, en esta significativa fotografia, puede verse un conjunto urbano como tantos ha habido y si- gue habiendo. Mas en el centro, est | ciudad construida expresamente para los peatones, con sus plazole- tas recoletas y también, sin duda, con sus zonas de viscosidad, sus puntos focales y sus enclaves. Pero en las afueras estan las anchas carre- teras para coches y camiones, las fas del ferrocarril y los muelles, importantes para la vitalizacién de Jas barriadas. Es éste su aspecto mas tradicional, En la pequefia fotogra- fia de abajo pueden verse algunos de dichos elementos, en medio de la més desorganizada ‘mezcolanza de casas y tréfico, en la peatones como el trifico rodado su- fren una considerable disminucién de su cardcter. 27 Paisaje interior y estancia exterior Constituyen Ia divisoria de agua Desde este punto de vista, hemos considerado el conjunto ambiental como un territorio ocupado, desti- nado a legitimar las necesidades so- les y comerciales de Ia gente, ba- rrido por el trafico. El légico coro- lario es que si el exterior es coloni- mado, la gente que realiza la colo- nizacién intentaré humanizar el paisaje, del mismo modo como anti- guamente humanizé los interiore: En este aspecto, poca diferencia podemos hallar entre las expresio- nes Paisaje Interior y Estancia Exte- rior. En el cuadro que se reproduce en Ia parte superior de esta pégina puede verse el suelo de la habit cin, con dibujos, y una gran arca da, Encima, debe haber un piso que sirve de vivienda a seres humanos y, cubriéndolo todo, la inmensa béve- da celeste. A Ia derecha, puede ver- se una avenida de Srboles que con- duce al monte, En este cuadro, que representa un interior, estén todas las cualidades espaciales de un pai- saje. En el dibujo de abajo puede verse una reunién de comensstes, sentados alrededor de sus mesas, bajo la luz de las estrellas, mientras los edificios del Parlamento delimi- tan el perimetro. No podemos volvernos atrés de lo dicho. Si los exteriores deben set colonizados, la arquitectura resulta insuficiente. EI exterior no debe consistir en un simple despliegue in- dividual de obras arquitectOnicas, como de cuadros en un museo de pintura, sino en un ambiente com- Pleto, total, destinado a ser disfru- {ado por el ser humano, el cual pue- de exigirlo, ya sea estiticamente, va en movimiento. El hombre exige algo més que una pinacoteca, exige que el drama se produzca en todos Jos puntos de su alrededor, en el suelo que pisa, en el cielo, en los edificios, en los arboles yy Ios nive- les, y esto se consigue por medio del arte de la composicién, La habitacién exterior y la plazoleta rodeada de edificios En esta seccién es obligado referir- nos al sentido de ls posicién de las personas, a su no formuleda reac- cidn ante lo que las rodea, reaccién que puede expresarse con “Estoy ph aqui”, “Estoy encima”, “Estoy de- bajo”, “Estoy dentro”, “Estoy fue- ra”, ete. Estas sensaciones estén intimamente vinculadas al compor- tamiento humano y, en su més pa- tolégica expresién, se conocen con los nombres de agorafobia y claus- trofobia. Las plazoletas rodeadas de edificios por todos lados o habit ciones al exterior son, probabl mente, los més poderosos, los mis obvios artificios con que se cuenta para inculear al hombre ese sentido de posicién, de identidad con lo gue le rodea. Comprende, ademés, la idea de AQUI (que en las cinco paginas siguientes se veré que, a su vez, incluye miltiples formas de cercados, espacios, etc.). En las dos fotografias de arriba de esta pagina, las dos salidas de una misma plaza de Burdeos nos dan una objetiva leccién de emo puede conservarse Ja sensacién de espacio cerrado y de c6mo la sensacién de AQUI se pi is sia. A la izquierd: un ejemplo casi perfecto de habi- téculo exterior, con papel de pared de dibujo tridimensional. 29 | Recinto miltiple S6lo hay un paso desde el simple recinto a otras variaciones espaci les derivadas de esta prédiga forma, En el grabado pueden verse dos pa- tios, uno, el en que nos encontra- mos, y otro, més alld, separados por un tereero en forma de claustro. De este modo, hay tres recintos distin- tos, combinados entre si, para cons- tituir un conjunto nico, Blocao En este caso, las dinémicas curvas del movimiento quedan en suspenso 1 causa del edificio de forma rectan- gular que bloquea la salida produ- ciendo un momenténeo equilibrio entre recinto y pura fluidez, No im- pide, evidentemente, el trafico de coches ni de peatones pero actia como un punto ortografico o barre- ra (véanse, asimismo, las péginas 45 y 47). Espacio insustancial Haciendo desaparecer las paredes de un recinto por medio de una cor- tina, un espejo 0 una ilusiOn, se er un espacio intangible, que parece poseer la propiedad de ir retroce- diendo a medida que uno avanza hacia 61, hasta quedar pegado al fondo. El sentido de espacio no queda particularizado por las pare- des del recinto, pero pasa a su tra- vés como un efluvio que le confiere su caréeter més peculiar, Es ésta, probablemente, la més aguda expr sign de su fuerza emotiva. Los dos ejemplos que aqui damos, un bar londinense especializado en Ia ex- pendidurfa de ginebra y el Oxford Museum, de Oxford, precisan de Pocos comentarios, a no ser el con- sistente en destacar Ia instructiva presencia, en el recinto del museo, de unos esqueletos que colaboran, eficazmente, a despertar el sent miento de compenetracién espacial. 31 Espacio definidor ‘A. veces resulta literalmente asom- broso comprobar que algo muy fré- gil puede proporcionar una acentua- da sensacién de recinto o de espa- cio: un alambre tendido de pared a pared y un trozo de tela colgado de él, En Chandigarh, tuve ocasién de ver unn bustee, es decir, unas cuan- tas chozas de adobe y paja, levan- tadas a la sombra de los tres Gnicos drboles que habia en la lanura. El espacio comprendido entre los tres &rboles quedé convertido en un es- pacio urbano, en el de la miniiscula localidad, En las adjuntas fotogra- ffas de la Costa Azul francesa y de un restaurante del Festival of Bri- tain, podemos ver que se ha utiliza- do la cafia para establecer un recin- to y un espacio, y como se consigue mantener el encanto evocador del contenido, al tiempo que puede se- guirse viendo lo que hay detrés del cafizo. Asoméndonos al exterior del recinto Después de dejar establecido el he- cho del Aqui, es decir, el sentimien- to de identidad con el lugar, resulta evidente que no puede existir por sf mismo y que debe crear, autom: camente, un sentimiento de Alf; es precisamente en la manipulacin de estas dos cualidades cuando aparece el drama espacial de Ia relacion. Es- tos dos ejemplos demuestran la re- accién primaria: en el caso de Bath, a Ia izquierda, la vista del fondo se nos aparece como una dimensién extra, y en el jardin sueco de la fo- to de abajo, se puede comprobar que los érboles de su interior no son tan selvaticos como los que hay de- trds del muro. Estos estén Alli, Silueta La silueta debe ser valorada a través de ejemplos clisicos de delicadeza y refinamiento, como el que nos pro- porciona esta vista de Oxford, aun- que la funcidn realzante de tan per- fecto ejemplo siga sin sernos revela- da del todo. Por el momento, pode- mos sentirnos interesados en el amazacotado bloque de piedra constituido por el edificio y Ia des- dibujada linea que lo remata, linea que, como fécilmente podemos comprobar, divide con excesiva du- reza el ambiente de unas estructuras firmemente asentadas en la tierra, de unos aéreos voliimenes de cielo, mientras Ia tracerfa, la filigrana y el almenado coronamiento sirven para captar entre sus redes el cielo, con lo cual el edificio capta, al remon- tarse, Ia béveda azul y Ia hace des- cender sobre si mismo. Esta capa- cidad de captar el cielo entre sus redes, se agradece muy especialmen- te en medio de las nieblas y brumas que caracterizan el clima de Inglate- tra. De los ejemplos que ofrecemos puede decirse que las estructuras Superiores del edificio disefiado por Le Courbusier, abajo, a la izquierda, y del Golden Lane, en el centro, @ la izquierda, constituyen, en cierto modo, una versién moderna de las filigranas y delicadezas clisicas, y que su finalidad consiste mas en captar el espacio celeste que en ha- cerlo més amplio, como puede verse en el edificio para oficinas de Upper St. Martin's Lane, Londres, de la fo- tografia de abajo. Vista grandiosa De entre todos los gambitos utiliza. dos para explorar el Aqui y el Alli la vista es, desde luego, uno de los més populares. La vista grandiose actéa en forma exactamente igual que el muro encalado de Ia carrete- ta de Escocia, pagina 34, pero en forma mucho més costosa, Esta pa- nordmica de los jardines de Versai- les nos une al panorama lejano, causando en nosotros una sensacién de poderfo y omnipresencia. Division del espacio Al estudiar las vistas 0 cualquier otra extensién de tipo lineal, es in- teresante observar que la division Gptica de tales Iineas en Aqui y Alli, debe hacerse partiendo en dos partes exactemente iguales el éngu- Jo de vision y no dividiendo en dos partes iguales la Ifnea. Bsto queda erfectamente demosirado en ol diagrams una diyisién por igual de 1a distancia da como resultado una discrepancia en el angulo de vision visualmente, se exti una, divisién por igual del éngulo de vision acerea el punto de transicién Vista tamizada En este caso todo se produce noi malmente, excepto en que Ia sensa cin de Aqui se incrementa gracias a la cortina de follaje, al hacer més remoto el mundo que hay més alla de ella, 41 10 jeB IO 42 sales ivr t “Sao yee Como continuacién a lo dicho so- bre la Vista Tamizada ofrecemos el ejemplo de esta fotografia de la ca- tedral de San Pablo de Londres, vis- ta desde Cheapside, en la que puede comprobarse Ia utilizacién del folla- je para ocultar su visidn hata que se haya traspasado el grupo de érboles; entonces, sibitamente, aparecen los altos muros de la catedral ante los asombrados ojos del observador, con la cfipula sobre él, casi vertical mente, Este dramético impacto a bocajarro es Ginicamente posible gtacias al hecho de haber quedado previamente oculta, Gesto elegante Teniendo en cuenta que hay una gran cantidad de panoramas urba- hos consistentes en una apacible ca- lle, en un remanso de paz, en algo casi tedioso y vulgar, resulta Gtil en ocasiones aprovechar el talento lo- cal donde lo hay, como puede com- probarse en esta insignificante esce- na, Un simple rétulo de, suponga- mos, letras doradas, basta para iluminar toda la estrecha calle. Visién cerrada De todos los gambitos de las Bellas Artes, Ia Visidn Cerrada es, proba blemente, el mds banal, Es capaz de hundir un edificio y, seguidamente, obligarnos a retroceder para poder contemplarlo y edmirarlo mejor. Se trata de algo inorgénico, de una ac- titud estrictamente arquitectonica, aunque la Vision Cerrada es suscep- tible de infinitas adaptaciones y aplicaciones. Damos, como ejem- plo, un proyecto del autor para una adecuacién del recinto de la cate- dral de Liverpool, en la que la vista se ha acercado gracias a la masa de la inmensa torre, a pesar de lo cual se ha dado vida a la escena por me- dio de la arcada del crucero, que forma como una sombra negra y que hunde en el misterio Ia mirada de los que por alli deambulan. Desviacion La desviacién no es sino una varian- te de la Vista Cerrada por la cual un edificio queda desviado del Angulo correcto de visién, despertando en el énimo del observador una cierta esperanza do que ello responda a un propésito deliberado. En el dibujo que ilustra esta explieacién puede verse, al fondo, una plaza en la que desemboca la calle en la que nos en- contramos, plaza que no consegui- mos ver ain y de la que el edificio forma parte coherente, No siempre ocurre pero, la mayoria de las ve- ces, una desviacidn visual produce un despertar de las ideas. 43 44 Proyeccién y receso En esta calle de Rye queda plasma- do todo el encanto de la proyeccién y el receso. En vez de abarcar la calle con una sola mirada, como su- cederia si las casas estuvieran per- fectamente alineadas, en este caso la vista queda prendida en lo intrin- cado y sinuoso de las fachadas, y el resultado no es otro que un descan- so 0 un relajamiento de la mente, totalmente adecuado al tema, que no es otro que una calle con casas y ‘no un simple camino de paso para el fluido tréfico mecanizado. Incidente La finalidad principal de un i dente en una calle 0 plaza torre, campanario, silueta, color vivido, etc.— consiste en captar la mirada para que no se escape hacia la leja- nia y evitar una sensacién de mono- tonfa y tedio. Una habil y adecuada disposicién de los incidentes pro- porciona un punto de apoyo para establecer el contorno de un espa- cio urbano; es como un codazo de advertencia, La forma esté ah, pero en medio de las preocupaciones de a vide cotidiana, nuestra atencin esté distraida y debe ser alertada. En mi opinién, precisamente por falta de incidentes visuales, muchos planes cuidadosamente claborados no han conseguido los resultados que de ellos se esperaba al no haber- se logrado darles una vida en tres dimensiones. Puntuacion Podriamos comparar la visién a una frase gramatical completa, con su sujeto y su predicado. La palabra “puntuacién” puede ayudarnos a la comprensién de esta comparacién. En el dibujo que sirve de ejemplo, el recorrido de la calle altera, a cada paso, su funcién y aspecto. La igle- sia, por tratarse de un edificio de caractersticas especiales, interrum- pe la alineacién de las casas, con lo que se termina, por decirlo asi, una frase, pero dejando entrever una continuacién; es decir, se ha produ- cido una pausa en la conversacién visual, se ha hecho punto y seguido. Angosturas La frecuente promiscuidad de edifi- cios y construcciones tiene como consecuencia, frecuentemente, una ineludible aproximacién de unos a otros, en evidente y directo contras- te con la amplitud de las plazas y avenidas contiguas; pero por medio de tales estrechamientos y angostu- ras resulta posible mantener un es- pacio cerrado sin que,, por ello, se impida el paso a vehiculos y peato- nes. En este sentido, merced a esas circunstancias, resulta facilitada Ia articulacién de una ciudad, divi digndola en sectores perfectamente delimitados. El estrechamiento de la calle que puede verse en la foto- graffa, que nos sirve de ejemplo, produce un efecto preciso en los peatones, inspiréndoles un frecuen- te sentimiento de encogimiento y opresién, 45 46 Fluctuacién En una ciudad, en un lugar en el que viven personas, la distribucion de espacios por los que debe deam- bular y moverse la gente es algo que, necesariamente, produce un verdadero impacto emocional, tal como ya hemos tenido ocasién de indicar anteriormente. El estructu- rar racionalmente dichos espacios en calles y, lo que suele ser peor, en un entretejido de calles, es algo que parece estar en contradiccién con la naturaleza misma de las personas y que constituye la exaltacién de un sistema que es, fundamentalmente, ilbgico, porque no deriva del carae- ter tipico de una ciudad. La ciudad tfpica no debe ser un simple entre- tejido de calles, sino una secuencia de espacios creados por los ed cios. La fluctuacién, como puede comprobarse en esta fotografia de Abingdon, va ya implicita en ese mismo concepto: es un estimulo a nuestro sentido de la posicién, la sensacién de pasar de lo ancho a lo angosto y volver a salir, a continua. cidn, a otro espacio abierto. Ondulacién Una ondulacién no es, simplemen: te, una linea formada por una serie de curvas, culebreante, sin objeto ni finalidad alguna; constituye un pun- to de partida obligado de un eje 0 norma invisibles, y su motivacién no es otra que el poder gozar de las més elementales delicias de ta vida, tales como de la luz y la sombra (lo contrario 2 monocromismo), de la proximidad y la distancia (lo con- trario de paralelismo), ete. Es como Jas hojas muertas, que suben y ba- jan impulsadas por el viento, es como un mismo pensamiento ex- presado en dos o mis formas dife- rentes, Cualquiera que sea la forma que adopte, nos demostraré el nd- mero de posibilidades contenidas en una situacién Espacio cerrado En un espacio cerrado, el ojo reac- ciona ante el hecho de verse rodea- do de edificios por todos lados. Esa reaccién es de tipo estdtico: una vez entrados en un espacio cerrado, la escena sigue siendo la misma al cru- zatlo y al salir de él, hasta el mo- mento en que una nueva escena aparece, repentinamente, ante nues- tros ojos. Por otra parte, un espacio cerrado es, casi siempre, producto de una ruptura de Ia calle que, al iempo que detiene o contiene la vi- sion, no bloquea el sentido de pro- gresién, como por ejemplo sucede en esta fotografia de Buckingham, Probablemente el lector compren- deré fécilmente cuanto decimos al respecto, si estudia detenidamente el emplazamiento de los anuncios sobre las paredes de las casas de esta pequefia localidad francesa de la fo- tografia de abajo. 41 a: El Portalon Negro, inmévil y silencioso, como tun enorme animal dotado de infini- ta paciencia, el portalén contempla cémo la despreoeupada gente pasa de la sombra a la luz del sol y de ésta a la sombra, La oscuridad, la negrura, suelen dar origen a este ti- po de sensacién de lo desconocido. Nl elie ene aS Conexién y conjuncién: el suelo La ditima seccién de esta parte del libro tiene como tema la conexién y la conjuncién, tema que ya hemos insinuado al tratar de la Obra de Malla. En Ja actualidad, lo que nos rodea esté fragmentado en piezas separadas: casas distintas unas de otras, Arboles igualmente distintos y distintas zonas urbanas, como series perfectamente diferenciadas de no- tas tocadas con un dedo en el tecla- do de un piano. El propésito de es- te libro no es otro que el intentar reunir todas las partes de lo que nos rodea en un todo dramético, util zando para ello esas mismas notas, pero arregladas de modo que for- men acordes coherentes y armo- jas. En definitiva, pues, hemos considerado que este libro debe componerse de una serie de eje plos de conexién y conjuncién, aunque por el momento nos limite- mos @ considerar, dnicamente, sus formas mds simples: el suelo, la par- te vial destinada a peatones, y los factores ocasionales. Los edificios, ricos en textura y color, se levantan sobre el suelo. Si el pavimento de las calles esti constituido por una superficie Hana y lisa de gris asfalto, los edificios seguirin estando sepa- rados, porque el pavimento no con- sigue intrigar la mirada del mismo modo que lo hacen los edificios. Uno de los mis poderosos y efica- ces agentes con que se cuenta para lograr unificar y conjugar los ele- mentos que componen una ciudad es el pavimento de sus calles, como se demuestra, practica y gréfica- mente, en estas dos fotografias Vias urbanas s6lo para peatones Una red de vias urbanas s6lo para peatones debe enlazar un extremo y Otro de la ciudad, por medio de es- caleras, puentes y formas especiales de pavimentacién 0 por cualquier otro procedimiento posible, mante- niéndose asf un sentido de continui. dad y de accesibilidad. Las grandes vias destinadas al tréfico terminan por hacerse impersonales; en cam. bio, la red viaria para peatones, més alegre y despreocupada, proporcio- na a la ciudad un toque de humani- dad. Frecuentemente impetuosas y extrovertidas pueden perfectamente sineronizar con las otras, las reserva~ das a la gran circulacién rodada, con tiendas y oficinas. En otros tiempos, solian ser apartadas y re- coletas, pero on la actualidad deben estar conectadas y comprendidas en el conjunto urbano. Continuidad En el ejemplo de la pégina siguiente —unas fotografias de Shepton Ma- let— puede ficilmente comprobar. 8e de qué forma pueden quedar uni. dos el campo abierto y el centro de 4a ciudad por medio de un sendero, Esta serie de fotografias debe ser leida y considerada de izquierda a derecha, SIP ers Oy wed eg ear sre SD ee kaa Leb SE EEE CORO OE aoe Lecevo gen ares bend ope aide areata od tere) Calidad de esto En esta y en las siguientas catorce éginas, intentaremos explicar la idea de tipicalidad, la de que una cosa sea ella misma. Esta pared construida con piedras de silice, por ejemplo, pose tipismo en su textu- ra y, después de encalada, su dibujo adquiriré, al darle el sol, el maximo relieve 'y significado. No tenemos que hacer sino compararla con la toscamente barnizada estanteria de la otra fotograffa, para notar la di- ferencia. Arriba, deleite y afir cién, abajo negacién e indiferencia, La estanteria de la merceria mani- fiesta a su vez s6lo la concentracién necesaria para constituir una espe- cie de compendio de Ia calidad de fibra. El caréeter puede ser rica y variadamente expresado —por me- dio del seereto, la exposicién, la ilu- sién e, incluso, la ausencia— y cons- tituye el tema central de la leccién explicada en esta seccién del libro y que esperamos sea debidamente aprendida, Visién en detalle Prestando atencién al detalle, le- vando la mirada a prestar atencién al detalle, la obra humana aumenta en interés y calidad, Pequefios ele- mentos como éstos parecen tener vida propia. Las mismas paredes, que a la primera ojeada parecian ca: recer de significado, adquieren vida al ser examinadas més detenidamen- te. En el ejemplo de la fotografia de abajo, la fachada y sus elementos han sido cuidadosa y deliberada- mente pintados para que destaque la calidad “de pared”. El errético laberinto de puntos es, simplemen- te, una afirmacién de que la pared estd viva, de que es una superfici En este sentido, la totalidad de la escena va cobrando, gradualmente, vida. 63 nr El chismoso Determinados objetos poseen Ia cualidad de ser evocadores y absolu- tamente inolvidables. Esta barca, por ejemplo, explica toda una re- sidn, de Ia que el detalle de Ia foto- grafia es slo una parte. La exten- sién de este hecho, perfectamente conocido de todos, para clarificar 0 subrayar el carécter de diferentes Jugeres, puede ser aprovechada en miltiples ocasiones. Animismo: De nuevo la afirmacién, Esto es Aquello, puede ser observada en los ejemplos de animismo, en la suges- nde que Ia puerta es una cara y, més directamente, de que una ven- tana es una boca. En ocasiones, ello puede producir una sensacién de extrafieza, de singularidad, de sor- presa; en otras, especialmente cuan- do aparece ante nosotros en forma inesperada, Ia sensacién producida puede ser la de fastidio. Ausencia perceptible En esta categoria incluimos aque- los efectos en los que se ha omitido el objeto calificativo, ya para real, zar su significacibn, ya porque en realidad no es absolutamente ne sario y alguna otra cosa puede reali- zar su funcién, En el caso de la fo- tograffa, la pared del campanario de Ja iglesia realiza la funcion de cruz que, no obstante, debe considerarse incluida, implicitamente, en la si- tuacién. (Debemos hacer observar que, aunque implicita, su ausencia hha liberado, en cierto ‘modo, al es- cultor en su concepeién del drama del Calvario.) Objetos significativos En. ciertos casos, los objetos més vulgares adquieren cierta distincién, a causa de la fuerza escultural que contienen o de su vivido color, y resaltan en medio de la escena gene- ral, La expresion se utiliza, especial- mente, para describir objetos como calles, muebles y obras estructu- rales, de los cuales no se puede es- perar que, normalmente, atraigan las miradas de la gente, y no para obras como esculturas, carteles pu- blicitarios, etc, 13 Wa La edificacién como escultura De vez en cuando un edificio (que normalmente observa las convencio- nes y encaja, como arquitectura, en el paisaje) se nos aparece como algo perteneciente a otro arte; segin su extensin, adquiere cierta signi cacién, debida precisamente a los diferentes grados de aplicacién del mismo. Este faro, que se alza solita- rio en medio de la inmensidad de la playa, tiene una base formada por voldmenes compenetrados entre si, digna de Ben Nicholson. Geometria La Geometria es algo similar a to anterior. Es como una influencia derivada del orden newtoniano y de la inmensidad del cielo, que se ejer ce sobre el paisaje por medio de la escala, de la sinceridad y de la aus- teridad, algo parecido a la aparicién repentina en una clase del director de Ia escuela, que hace que un pu- flado de alegres y dicharacheros mu- chachos se convierta en un grupo de callados y aplicados estudiantes, ro- deados del més absoluto silencio. El paisaje inglés, con sus pequefios dr- doles y sus aldeas de cémodas casas, se transforma, en ocasiones, en algo de un cardcter totalmente distinto, gracias a la geometrfa, tal como es- tas fotografias intentan demostrar. 75 Relacion En este ejemplo de Ia City de Lon- dres, puede verse la clase de ritmica fluidez que puede y debe crearse entre edificios; la accidental repeti- cién de dngulos en frontén, la esca- lera visible del fondo, etc., determ nan un aspecto tipico, que se puede captar en un fugaz segundo. Abajo, a la derecha, algo que es, exact mente, todo lo contrario: la total segregacién de un edificio de todo cuanto le rodea. Lo que realmente ofende a la vista no es, sin embargo, la distancia a que se halla el edifi- cio, sino Ia barrera formada por la calle de circunvalacién. De no ser por ella, el espacio cubierto de hier- ba hubiera puesto, por decirlo asi, en contacto este ‘edificio con las casas préximas, creando un senti miento de comunidad y acerca- miento. Como contraste, la integra- cién de un monumento antiguo a la estructura actual es, generalmente, de resultado feliz, como puede comprobarse en la fotografia de Canterbury, abajo a la izquierda, que ilustra esta pigina. La cualidad de escala en edificios, construcciones y érboles, las més poderosas herramientas con que cuenta el arte de la yuxtaposi- cién, y de ella hemos dado alguna referencia al tratar del Retroceso 0 Recesién. Escala no es lo mismo que tamafio, es una Hamada al ta- mafio que la construceién hace a In retina, Por lo general, ambos con- ceptos van cogidos de la mano: un gran edificio suele estar construido a gran escala y un edifi pequefio a escala reducida, Es, precisamente, el establecimiento de la linea diviso- ria entre ambos lo que demuestra la habilidad del disefiador, (En el caso del edificio destinado a oficinas de la fotografia de abajo, a la derecha, se demuestra obmo es posible hacer que un edificio de grandes propor- clones parezca atin mayor, gracias a lo desmedido de la escala.) En la primera ilustracién, a la izquierda, puede observarse la yuxtaposicion de dos escalas totalmente distintas entre si, la robusta del muro de pie- dra siller y la igualmente afirmati- va, pero més modesta, de la barraca de madera. Tanto una ‘como otra es- cala se intensifican al estar juntas: la més grande se hace mayor y, Ia més pequefta, més diminuta, Una si tuacién similar se produce en el di bujo de abajo, que forma parte de los proyectos referentes al recinto de la catedral de Liverpool, recinto en que aparecen yuxtapuestos lo doméstico y lo monumental. 19 Caligrafia Uno de los pasatiempos més agrada- bles y que mayores satisfacciones proporcionan es el que consiste en coger un instrumento incisive y di- bujar con él sobre papel blanco o sobre las paredes. En estos dos bal- cones de Cheltenham, los tenues y cursivos trazos de hietro forjado se destacan sobre el fondo blanco de las paredes, creando un adorno pre- ciso, concreto y, a la vez, delicado, mientras que la més consistente ser- piente del banco adopta una cémo- da posicidn, como una sétira al des- enfrenado utilitarismo de los tablo- nes a los que sirve de soporte. PRET eae a Publicidad La publicidad eleva In temperatur del mundo de la planificacién, por- que hay en ella involucradas dos cuestiones: en primer lugar, Ia cues- tién de correccién y, en segundo, la de la vitalidad del medio utilizado, dentro del conjunto de la escena ur- bana, Para los que consideramos la arquitectura como una ciencia casi sagrada, la primera de las ilustra- ciones de esta pagina deberia ser objeto de anatema, Pero lo ci que el impacto producido en la gen- te por este tipo de situacion es algo aceptado por todos, como algo que forma ya parte de nuestra sociedad; si no gusta al principio, se termina por disculpar y por considerar que se trata de una casa que no deja de tener cierto encanto y vitalidad y que, en cierto modo, puede verse como un adorno de Ia calle. En el dibujo de abajo, que representa el centro de la ciudad, se alude a aquel tipo de actividades nocturnas (Pic dilly Circus, Time Square), cuyo a: pecto exterior es el de un drama surrealista, con luces y movimiento, en el que el mensaje desaparece pa- ra dejar paso a un espectéculo gra- tis, ;Es esto arquitectura? Procu- remos hacerla sin esto, y habremos Jogrado una auténtica estructura a Ja que afiadir, posteriormente, todas las variaciones posibles de la publi- cidad. 85 Textura Con excesiva freeuencia, en los ditt mos afos, los arquitectos han ido concentrando su atencién en una idea de gran amplitud: en el plano de una ciudad, en un plano nacio- nal, en un plano universal 0 césmi- £0, olvidindose de los intereses par- ticulares y locales. El resultado ha sido que, simulténeamente, han ido perdiendo la habilidad de ver las co as de otra manera que no sea con Ios ojos de ta mente, En cierto mo= do, les ha sucedido lo mismo que a los nifos que, después de un primer perfodo de inhibicién, en el que en- Cuentran. placer en la’ simple expe- Tiencia visual, empiezan a intere- sarse en una visi6n atrofiada consis- tente en el deseo de aprender cosas (es decir, en su desarrollo intelec~ tual), con efectos desastrosos para sus facultades creativas. La carga de conocimientos técnicos llega a ha- corse excesivamente peseda para cualquier arquitecto en ejercicio, y su sentido de la responsabilidad so- cial adquiere las proporeiones y ca~ tacterfsticas més. de una pesadilla que de un estimulante. Es practica~ mente imposible que florezca una arquitectura satisfactoria y viril, si ‘su justificacién social practica no va = ’ i ¥ i | a a é t b acompafiada de un placer personal, de un sano deleite en el proceso y de una justa apreciacién de su fina- lidad, No debe considerarse ese in- genuo placer como algo pecamino- so, ya que sin el ingrediente de la diversién sensorial, la prictica de la arquitectura terminaria, inevitable- mente, degenerando en una sordida rutina 0, en el mejor de los casos, se convertirfa en un simple ejercicio de tipo intelectual. En este sentidi los ejemplos de toxtura que ofreci mos deben ser alegremente acep- tados como estimulos, estimulos que, con seguridad, podremos ei contrar incluso en escenas de lo més vulgar. Rotulacién Desde el dia en que el pregonero dejé de ser un elemento indispen- sable en una ciudad para vocear los acontecimientos locales, y se pega- ron los comunicados que Ia mayo- ria de los ciudadanos podian leer, las formas de comunicacién oral y escrita no han cesado de multipli- carse, tanto en cantidad como en variedad, De hecho, en cada metro urbano hay un rétulo una placa profesional, una indicacién de tréfico, una mar- quesina, un altavoz, una parada de autobuses o, simplemente, un rétu- lo con el nombre de la calle, La ver- dadera funcionalidad de un rétulo 0 un letrero consiste en que esté debi- damente espaciado, en lanzar, con toda claridad y a distancia, su men- saje a todos aquellos que pretenden leerlo, Puede ser llamativo, con le- tras negras sobre fondo blanco o con letras blancas sobre fondo ne- gro. Puede ser equilibrado, de letras fFinas y tenues y de hermosos rasgos, si su mensaje es de importancia se- 93 96 La calle Las sefiales de trifico y otros ele- mentos propios de la calle pueden y deben ser claros y lanzar su propio mensaje a los usuarios de las vias piblicas. Las letras blancas pintadas sobre el asfalto no impiden ni difi cultan, en absoluto, la circulacin; en cambio, pueden ser vistas fac mente por todos los viandantes. Frecisamente por ello, las calles y carreteras han adoptado los colores clisicos de la seMalizacién néutica, el blanco y el negro, Bolardos, pos- tes de sefiales de trifico y farolas, componen el. grupo de elementos verticales de la escena callejera, Su proliferacién constituye un verda- dero premio a la eficacia, simplici- dad y claridad, y queda’ perfecta- mente justificado el que hayan sido tomados de la tradicion néutica del blanco y negro. No hay dificultad alguna én separar el trigo de la paja en las ilustraciones de esta pagina, Plaza privada: cerrada CONSIDERACIONES GENERALES: Plazas y Plazoletas para todos los gustos Las plazas y plazoletas ciudadanas, una vez libera- das de antiguos privilegios, han pasado a ser, al eliminarse muchas verjas, espacios piblicos. (Notas tomadas de un estudio escrito en el afio 1947.) No es conveniente ni deseable que los ya desiparecidos, cercados metilicos de tales espacios yuelvan a ser colocados y restablecidos en sus funciones pero, en ciertos lugares y ocasiones, pueden constituir tna solucién, aunque s6lo sea para estar en linea con las necesidades de una sociedad que ha sufrido no pocas transformaciones desde el final de la pasada contienda, En estas paginas se intenta demostrar, ‘con ejemplos tomados en Londres, amo pueden y deben ser las plazas, para que resulten utiles a la vida que se vive en las ciudades de nuestros dias. Las que se mencionan en este capitulo lo han sido, 97 La plaza privada: abierta Gnicamente, a titulo ilustrativo. Nuestro propésito no es otro que el formular principios que sean vi- lidos y aplicables en cualquier otro pais o ciudad. Para empezar, digamos que alli donde funciona- lismo y unidad arquitect6nicos aparecen juntos, no debe efectuarse ningiin cambio 0 modificacién. Por ello, no dudamos en afirmar que, mientras una plaza siga siendo un espacio residencial, no hay ineonveniente alguno en que siga siéndolo como hasta el presente, es decir, que siga siendo un jar- din, ya sea privado 0 piiblico, rodeado de las acos- tumbradas verjas que impiden la intromisién de los paseantes. Variante de la plaza privada cercada es la plaza en- privada abierta, protegida tnicamente por ek tos ocasionales, tales como setos, filas de rb cambios de nivel. En barrios tranquilos, este tipo de plazas no exige una mayor proteccién, y su inmunidad alienta al ciudadano a pasearse’libre- mente por ellas y a adentrarse en el paisaje urbano, entendido éste en el sentido técnico de espacio informal, no académico. 98 En consecuencia, y no sin justificacién, hemos adoptado una organizacién distritual de las ciuda- des y establecido una mayor igualdad en la distri- bucion de privilegios. Ambos elementos, traducidos a términos de planificacién urbana, tienen como resultado una plaza cuadrangular,’ al abrigo de todos y de todo, excepto del trifico ciudadano. Siempre que la plaza metropolitana constituya un remanso de paz y amenidad, que no quede ce- trada a todos y a todo y sélo abierta a algin pa- seante ocasional, pueden ser olvidados todos los distingos, El hecho de que Mayfair sea un lugar residencial costoso y exclusivo es, precisamente, lo que determina el caricter de Grosvenor Square en su renaciente aspecto piblico. La presencia de la embajada americana, unido a las varias delegaciones y oficinas relacionadas con el Ejército y la Marina de los Estados Unidos, que constituyen como una especie de ‘Estado Mayor General de las Fuerzas A as en Inglaterra, han impulsado a las auto- ridades municipales a Jevantar allf un monumento en memoria del Presidente Roosvelt, idea que fk 4 fo Ex desde el primer momento obtuvo el general bene- plécito de la gente. {Por qué no hacer de Gros- venor Square un riftcén auténticamente ameri- ano? No con el aspecto americano con que los europeos suelen ver a América, sino algo que, mas © menos, tuviera algiin parecido con la Quinta Avenida; nada que nos recordara Broadway, La mejor comida americana, un cine subterrineo, cisnes y surtidores (aunque no surtidores de soda), En las grandes ocasiones, la embajada americana podria utilizar los jardines de la plaza para sus “parties”. Un rineén de Londres que fuera Amé- Tica, tanto para los londinenses como para los americanos, El aspecto que oftecia Leicester Square en el siglo XVIII es algo totalmente irreconciliable con La plaza popular sus actuales circunstancias, con su ruido ensorde- cedor debido a la circulacién rodada, con sus con- tinuos cambios de sefiales, con sus anuncios lumi- nosos y sus carteles lamativos. La desesperada tentativa realizada por la Municipalidad antes de la guerra para preservar sus jardines rodeados de verjas fue solamente una demostracién de la volun tad oficial de mantener unas antiguas tradiciones, pero estaba, desde el principio, destinada al fraca’ 80. Lo tinico que consegufan ‘nuestros ediles era despertar en el viandante un depresivo sentimiento de prohibicién, el sentimiento de que se le vedaba algo normal y' contra toda razén. Para lograr un sentimiento de espacio y claridad, mucho mejor hhubiera sido echar abajo todas las verjas y pavi- mentar toda la extensién de la plaza. Hay, en ella, La plaza como cuadréngulo: plaza municipal y a su alrededor, suficientes cafés que dispondrian de espacio libre donde instalar mesas, como se hace on Francia, y tender, de arbol a arbol, toldos de vivos colores con los que proteger a los clientes las inclemencias del tiempo y de los pajaros. Para paisajista, lo mas importante es llegar a captar el peculiar paisaje de Leicester Square en todo lo que tiene de vital y popular. El hecho de que sea la oxpresion estética de un merendero suburbial no es fazén suficiente para que el planificador urbano se e, ante ella, 1a nariz, como si despidiera un olor abundo, Es clase de actividad, para bien 0 para mal, forma parte de la vida ‘ciudadana y, iemés, contribuye considerablemente a la esceni- ficacidn visual En una politica completa de plazas deberfa haber sitio para todo, incluso para la monumentalidad menos diluida.’ Los edificios ya existentes y los proyectados para la futura Russell Square, sugieren ya que su cardcter serd municipal y monumental. En efecto, todos los edificios que la rodean son macizos y monumentales, la London University, Jos hoteles “Imperial” y"“Rusell”, y los nuevos destinados a oficinas. Alli donde se, pro- cambio en la utilizacién y cardcter de los limites de la plaza, parece razonable sugerir un cambio general de cardcter para aprove~ char el drama que el volumen del trafico pueda producir. O dicho de otro modo, la monumen- talidad podria desparramarse por toda la plaza con 101 La plaza como cuadréngulo: plaza colegiada. {odas sus consecuencias, a parti de sus ees, fuen- , bancos y esculturas, lograndose un poo Con la reorganizacin del trafico y la formacién de recintos, la riada de vehiculos puede set redu- cida a aquéllos que pertenezcan a personas que realmente tengan algo que hacer en la zona. in- cluso, en determinadas plazas, puede establecerse prioridad de paso para los peatones; es decir, que si coinciden un taxi y un peatdn, el taxi le ceda el aso al peatén. El intento de conservar unos cuan- tos pies cuadrados de senderos o de césped en las Pequefias plazas piiblicas es algo que no produce 102 Yentaja alguna y, ademés, es muy dificil de realiza Mejor resulta el pavimentar la totalided one ficie, como se ha hecho en el Temple Courts, sub. Tayando asi la atmésfera colegiada y la prioridad reservada a los peatones y destacando, también, el hecho de que este tipo de plazas ha pasido a ser Propiedad de todos y no de unos pocos. El cua. drdngulo es la base y disefio neutral, que sin embar- g0 puede variar simultineamente con el cambio de 'as condiciones locales, Puede ser municipal, como gn el caso de Russell Square, distinguido como en el de Grosvenor Square, o apaciblemente colegiado como en este ejemplo de Manchester Square. Una cruz como punto focal La idea de que una ciudad es un lugar de reunién, de contacto social, de encuentro entre personas, ha sido aceptada por todas las civilizaciones humanas f través de los tiempos. Tales reuniones, tales con- ctos humanos, pueden haber tenido lugar tanto en el Foro de Pompeya como en cualquier plaza del mercado de las modernas urbes, y siempre con el mismo cardcter; como algo que es propio del hombre, como una actitud que es, a la vez, tito y derecho. Los motivos que le impulsan a hacerlo son de la més variada indole. El hombre es, por natu: raleza, gregario, y siente la necesidad de reunirse con los demds, Como ejemplo grafico de ello hemos tomado la Poultry Cross de Salisbury (2 y paginas siguientes); ejemplo que sirve, ademds, para explicar una especie de proceso que, en nuestros dias, pone en peligro la propia existencia de los lugares de reunion al aire libre. La simple observacién nos induce a creer que cualquier objeto fijo puede actuar, y de hecho actiia, como un imdn con respecto a determinados otros objetos moviles: en 1 puede verse como en Minehead, Somerset, los drboles han atrafdo hacia sia una bascula y a una mdquina para impresion sobre metal, Es evidente que el motivo que induce a los hombres a it a pesarse o a grabar su nombre en una tira de hojalata en tan apartado lugar no es otro que el deseo de hallarse en un espacio libre y alejado de los empujones y molestias de la multi- tud. Gloucester 106 Chester Cierre Gerre, como ya hemos insinuado en otra ocasién anterior, no es lo mismo que Encierro; hay, entre los dos ‘conceptos, la misma diferencia que entre “viaje” y “legada*. Fl cierre consiste en un corte del sistema lineal urbano (calles, pasajes, etc.) en masas visulamente digeribles_y coherentes, al tiempo que se mantiene el sentido de progresién. Encierro 0 encerrado, en cambio, es algo que crea un mundo completamente privado, introspectivo, estitico y autosuficient En consecuencia, el cierre no pretende la anula- cién de la vista, como sucede con el palacio de Buckingham contemplado desde el final del Mall. En este caso concreto, el edificio impide el sentido de progresién y continuidad; el encierro, por el contrario, consiste mas bien en una articulacién del movimiento (la vista encerrada incide en el campo de Encierro). Un edificio o un muro que crea un cierre, por Io general produce también un marcado sentimiento de anticipacié: Se consigue el efecto de cierre por medio de algu- na iregularidad o asimetria en el camino que dis curre desde un origen hasta una meta: es ako que no aparece automatica e inevitablemente en las cuadriculas de un plano. Esa irregularidad divide el camino en una serie de sectores visualmente iden- tificables, reconocibles, cada uno de los cuales est efectiva y, en ocasiones, sorprendentemente ligado al otro, con lo que el recorrido a pie se hace inte- resante a causa de las subdivisiones creadas, que son a escala humana los incidentes previstos el sentido de despliegue o de revelacién la identificacién Un simple ejemplo de “identificacién” nos to proporcionan los puntos centrales de Gloucester y de Chester, similares sobre el plano, como puede verse en los dibujos de la izquierda. En Gloucester, las dos calles principales se cruzan nitidamente en Angulos rectos; el resultado es que el visitante queda confundido al no poder captar la situacién, porque desde la encrucijada ve lo mismo, venga de donde venga. En el caso de Chester, por el contra- rio, el cruce se hace evidente, por cuanto los edifi- cios bloquean ta visién y clarifican la situacién al establecer unos limites. Esto, en si mismo, ya constituye suficiente just ficacién para partir'de una linea recta “égica”, aunque debe hacerse observar que el edificio que constituye el “cierre” se halla en’ una posicién clave Y que, consecuentemente, tal posicion puede asig- narle a un edificio que acentiie el cardcter urbano de una ciudad, como al ayuntamiento, a una igle- sia, a un hotel, a unos grandes almacenes, etc, En esta fotografia puede verse una tipica escena pueblerina (East Chiltington), que es un ejemplo de “cierre”’. Efectivamente, la casa de enfrente detiene 4 mirada, mientras Ia carretera sigue su trazado. {Cudntas veces vemos aplicado este arte en ciuda- des y aldeas? Ria 1) Frou, Solamente podemos establecer una distincidn entre “cierre” y meto cambio de direccién, si compara- mos los casos de “cierre” con aquellos otros en que no se ha utilizado este arte, como en el presente jo, en el que la carretera sigue, monétona- mente, su trazado previsto. 1ecesi& La siguiente secuencia de Blandford Forum cubre, en poco més de un centenar de metros, nada menos que seis distintos efectos de “cierre”, todos ellos 4 Jo largo de su calle principal, 107 1 La maciza y cuadrada mole del “Hotel de la Coro: na” se alza ante el acceso al pueblo, al cruzar la carretera el rio Stour. ¥ lo que vemos delante nuestro no es una elevacién de tipo secun- dario, como podria esperar- se, sino la principal. Se trata, exactamente, de In clase de entrada a un mercado local tal como debe ser, con un pub que, bloqueando Ia vis- ta, nos invita a acercarnos a él y, al mismo tiempo, nos insinga lo que puede haber al doblar la esquina, Fl estre- cho portillo, 2 se emsancha a conti- nuacién y la vista es, de nu vo, cortada por la desviacién de la carretera hacia la dere- cha. El “cietre” convierte la Hinea en una superficie, la wretera en una plazoleta, en una plaza, en un cuadrén- gulo. 3 Un cuadréngulo que, no obstante, no es a escala hus mana y, ademés, tampoco es estitico. El cuadréngulo pro= Piamente dicho crea un os Pacio cerrado, estatico, que actia sobre el observador haciéndole sentir deseos de sentarse si hay en él un solo banco; el “cierre” también crea un espacio cerrado, pe- ro de tipo ambulante, en el cual la mirada (y el cuerpo) se ve impelida hacia adelante desde un Antes a un Des- pués. Del mismo modo que. lo préximo materializa, lo pasado desintegra, 4 Al dar una nueva vuelta a la esquina, empieza a reve- larse la ciudad; no toda de una vez, pero sf con cierta coherencia, (La letra A ind cea el punto desde el que est tomada Ia siguiente fotogra- fia, En este caso, el proximo tema aparece como una nue- va escenografia vista desde un dngulo.) 5 Nos encontramos aqué con un claro ejemplo de lo que puede ser una estructura cuadrangular, posible mer- ced a la utilizacion det efec- to de “cierre”. El sbito en- sanchamiento de la calle y el sentido oblicuo de la misma producen una sensacién de superficie, no de linea, y el espectador, con Ia sébita aparicién ‘del edificio del Ayuntamiento, comprende que “ha legado”. Y, no obs- tante, lo cierto es que no se trata de ningin espacio cua- drado, de una plaza. Se tra- ta, Gnicamente, de escenas pura y simplemente calleje- 109 6 Y cuando la escena des- vela la torre de la iglesia, el climax queda, finalmente, revelado. Gracias al éngulo que forma la calle, se inicia el Gitimo acto de “cierre”, antes de que 7 ..nos adentremos en Ia ancha calle principal, en Ia que todo nos es revelado. Es el final. de todos los sucesi vos actos de “cierre” que, formando series de aconteci: mientos draméticos de ca- récter visual en una coordi: nada secuencia, nos propor. ciona, a escala doméstica, un modelo de panorama urba- no. {Es esto accidental o Producto de un acto delibe rado? A todos aquellos que a esa pregunta contestan, in- variablemente, que se trata de algo accidental, no queda otro remedio que recordar- les que los arquitectos, her- manos Bastard, reconstru- yeron prdcticamente toda la ciudad después del incendio que la destruyé en el siglo XVUL La linea de vida La funcién esencial de una ciudad salta a la vista en cuanto se echa una ojeada a su plano. Esto, eviden- temente, resulta posible porque la definicion de sus partes refleja unas determinadas lineas de fuerza que representan, al mismo tiempo, la combinacion de circunstancias que hicieron surgir la ciudad en cuestién. Contrariamente, cuando una ciudad care~ ce de cardcter y de estructura, el hecho de que se haya malogrado se debe, casi siempre, a algdn im- pedimento en la relacién forma-funcién, con lo que las Lineas de fuerza se hacen borrosas 0, simple- mente, han desaparecido totalmente. Esto explica el cardeter amorfo de muchas ciudades modernas y da una idea también de la capacidad del encargado de confeccionar su plano. Como sea que la labor del planificador es, en cualquier caso, una labor encaminada principalmente a resolver conflictos y solucionar problemas visuales, y puesto que el procedimiento que sigue para conseguirlo es el de li individualizacion, el éxito de sus descubri- mientos y de la interpretacién visual que dé a las. ineas mas. significativas y determinantes sera lo que, en definitiva, dari a la ciudad una forma inte- ligible y caracteristica. Esa su capacidad se revela en ciudades —como las de cierto tipismo que se levantan a orillas del mar fen las que las lineas de fuerza tienen una inmediata y obvia relacién con las lineas de_demarcacion, ‘éntendidas éstas en su sentido geografico. La autén- fica raison d’étre de una localidad que se halle junto al mar es la linea divisoria entre la tierra y el , linea que, muy posiblemente, constituya la inejor explicacién al hecho de que el caricter sea lun elemento mas permanente en una localidad ma- finera que en otra de tierra adentro. En las siguien- {es paginas hemos tomado, como ejemplo y demos- iyaci6n de las posibilidades de un planificador, tres localidades de la costa sur de Inglaterra; en ellas son evidentes los elementos que tiene a su dispo- sicién el urbanista para intentar preservar o crear un adecuado cardcter urbano. Empezaremos con Brixham, emplazada en un lugar en el que la linea de reunién entre el mar y la tierra forma como una especie de anfiteatro alrede~ dor del puerto; alli, el aspecto de la poblacién no puede ser otro del que tiene, ni puede evitarse que coincida con la linea de fuerza dominante —en este caso, un conjunto de edificios que protegen las embarcaciones en las cuales los habitantes tienen el medio de vida. En ello, precisamente, reside el ver- dadero caricter de Brixham, cardcter que queda clara. y vigorosamente expresado. Todo lo que un planificador urbano tiene que hacer es intensificar el resultado visual, procurando extraer del con- junto todas y cada una de las partculas del drama, En el siguiente ejemplo, Fowey, la linea de fuer- za tiene, asimismo, cardcter dominante, consistente en la actividad portuaria; pero en este caso, con las. casas y los acantilados cayendo a pico sobre las aguas y la ausencia de unos muelles continuos, se levanta una especie de barrera entre los habitantes de la poblacién y lo que constituye, de hecho, la auténtica Tinea de fuerza: la costa. En algunos puntos, bajan, hasta la orilla, procedentes del inte- ior, unas escaleras de toscos peldafios, pero no hay, desde tierra, un acceso continuo al mar. Aqui, todd cuanto se’ necesita es poner en conexion dichos puntos y, entonces, el auténtico cardcter de Fowey quedar4 plenamente reyelado. El caso de Looe es algo més complejo; alli, son varias las lineas de fuerza que operan simulténea- mente, y la labor del planificador debe consistir en distinguirlas unas de otras, dando a cada una su propia expresién topografica, y en hacer surgir el caricter de la localidad por medio de este proce- dimiento. 111

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