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Martin Hopenbayn | Repensar el trabajo Historia, profusion y perspectivas de un concepto Grape Editorial Norma encs Aires Beco Bago Cares Guatemala Mévce Penand Quito Son Jord ‘Sen fen SenSaloader Santiago (©2001, Derechoe reservados por: Grape Editorial Nonma . A. San Jos 831 (1076) Buenos Aires Replica Argentina Empresa adberid sla Cémara Argentina del Libro Disefo de rapa Arana Jenle Fotografia de taps: Tony Stone, (Clac being taken into store at the party, Impreso en le Argeotina por Ceheat $A Printed in Argentina eimersedicine mayo de 200) Segunda reimpresisn: sil de 2002 ce: 20881 San 997-545-018-9, Prolubida la reproduccin total o parcial por ‘cualquier medio sin permiso escrito dea editorial Hecho e depészo ge marca ley 11,723, Libro de edicion argentina NOTA A LA PRESENTE EDICION I presente libro tuvo una primera versién en 1988, bj el tzulo El trabajo: itinerario de un concepto, publica- da en Santiago de Chile por el Programa de Economia del Trabsjo (PET) y el Centro de Alternativas de Desarrollo (CEPAUR), Dicha publicaci6n, bastante restringida y de mayor circulacién por via de fotocopias que como libro, fue distribuida sobre todo entre dirigentes sindicales y en carsos de psicologia del trabajo. Diez afios después, y aceptando la oferta de reedicién de la editorial Norma, ne querido aprovechar ia ocasién para revisarlo, actualizsrto e imprimirle algunos cambios que el paso del serpo (y de rai propio tiempo) imponen. En primer lugar, he reducido la extensién de la primera parte, consagrada a una revisin que toma varios hitos en fa trayectoria de! concepto del trabajo en Occidente: la Grecia clésica, ei judeocristianismo, el mercantilismo re- nacentista, el puritanismo, la Revoluciéa Industrial y la economfa politica, Me parece hoy que ia primera parte debe servir de base para una reflexiGn sobre el trabajo, pero no puede absorber el grueso de estas paginas, como ocurria en la primera version. En segundo luga:, otorgué Martin Hopenhayn mayor extensién y dedicacién a los aspectos vinculados con las perspectivas actuales del trabajo, y a la manera en que la Tercera Revoluciér: Industrial obliga a replantear la centralidad del trabajo a lo largo de las revoluciones in- dustriales precedentes y de la modernidad en general. ‘También he querido agregar algunas reflexiones més espe cificas sobre la sitvacin del trabajo en el conzexto de la periféria latinoamericana, He intentado reducir el exceso ca, aungue (espero) lo son en forma menos categd nalmente, introduje muchas correcciones estlisticas, he sido més riguroso en evitar reiteraciones y mas extenso en aquellos aspectos de i reflexi6n que a mi juicio (el actual) son de mayor vigencia o resultan hoy mas problema que hace una década. Todo esto, por tiltimo, con la inten- cién de ampliar el rango de posibles interlocutores hacia ei campo de jas ciencias sociales en general y del debate sobre los incie-tos designios de la modernidad, Martin Hopenhayn, julio de 2000, INTRODUCCION PRIMERA PARTE: HISTORIA DE UN CONCEPTO i| Trabajo y ocio en la Grecia clisica Una democracia con esclavos El ideal aurarc y la desvalorizacién del trabajo Otras valoraciones de! trabajo 11 | Matices de un concepto: caldeos, hebreos, romanos y cristianos Caldeos Hebreos Romanos y prieneros cristianos II | Supervivencia y sentido: el valor del trabajo en la Edad Media De la estructura feud: Bl trabajo en la pa a los gremios de artesanos 13. 27 29 29 32 38 IV] Mercantilismo y bumanismo en el concepto renacentista del trabajo La ética mercantil La cosmovisién humanista V! Profesin y eficacia del trabajo en la ética protestante Gi! Trabajo en el capitalismo industrial: la consagracién de la ambivalencia El advenimiento del capitalismo industrial Antecedentes ideolégicos y politicos EI nuevo orden laboral Trabajo cxaltado, trabajo cosificado El trabajo y la economia politica clisica SEGUNDA PARTE: PROFUSION DE UN CONCEPTO. Hegel y Marx: de la alienacion del concepto de trabajo al concepto de alienacién del trabajo El trabajo como objeto de reflexién critica El trabajo segin Hegel El trabajo segiin Marx El concepto del trabajo alienado Vilt! Entre la administracion cientifica y la organizacién del estrés 71 71 7 85 7 7 101 102 107 110 119 121 121 124 129 135 147 1X| El trabajo, analizado por la psicosociologia industrial Un enfoque emergente Erich Fromm Georges Alain Touraine X| Otras lineas de reflexién sobre el concepto de trabajo en el siglo XX La Doctrina Social de la Iglesia La teologia contemporanea del trabajo en M.D. Chenu El concepto fenomenoldgico del trabajo en Herbert Marcuse La ambivalencia, una vez més ‘TERCERA PARTE: PERSPECTIVAS DE UN CONCEPTO XI] El trabajo en su perspectiva actual Los fururélogos antes del Gran Desempleo La crisis del trabajo en la era post-industrial AMODO DE CONCLUSION Ambivalencias que van y vienen Final abierto y poblado de preguntas 159 159 165 170 181 181 190 194 199 203 205 210 228 241 243 259 | INTRCDUCCION Si el hombre trabaja desde que es hombre, gpor qué el concepto de trabajo pasa z ocupar ue lugar privilegia- do en el terreno de la zeflexiéa s6lo en los titimos dos si- ghos? Cierto: hay aociones de trabajo que se remontan a Ios textos bfolicos de] Antiguo Testamento y a los fildso- fos de la Grecia clisica. Pero s6lo cuando la historia del pensamiento debe someterse al rigor impuesto por la era industrial y por I racionslidad moderna, el concepto de irabaje se hace realmente critico y se colma de nuevos contenidos, Hasta entonces, y bajo diverses perapectivas, el trabajo fue consideredo un mai necesazio, una activi- dad expistoria o un medio para un bien posible. En esa medida, y por milenios, la reflexidn intelectual le dio ran- go de fendmeno secundario. ‘Una posible respuesta, y en el presente estudio la tra- tareraos en detalle, es que el concepto de trabajo adquie- {. Coarolo vetala Dominique Méda, “el wabsjo no es una categoria ant->- pologica,o ses, na invariance dela caneralera hemanao de as eviieatones| (ue sempre van acompabads por las mismas eepceseatacioees. Estamos, por cleontraio, ante una estegortsradicalmente historia, venrada en cespaesta a ‘ecesdades de una Epoca determinads”. (4a, Dominique, Ef rabsjo. wn va= lor en peligro de extinct (sadacela: Francisco Ochoa Michelera), Gedisa, Barcelona 195, pg. 27.) 15 Martin Hopenhaya, re relevancia con su negacisn. Esto significa que la piedra de toque a partir de la cual el trabajo penetca en distintos Ambitos de la especulacién es la idea de alienaciGn del tra- bajo o trabajo alienado. La conciencia de que el trabajo, condicionado por el marco social y téenico de un mo- mento determinado de la historia, niega una supuesta esencia 0 un potencial de trabajo, obligaria a pensar y concebir esa esencia 0 potencial de trabajo como algo que trasciende a su degradacién en el tiempo. Para algunos, la conclusién que de esto se deriva es concluyente: es la desnaturalizacién del trabajo lo que enajena al hombre y lo somete, y no el trabajo per se. Lo que implica que el concepto de trabajo hasta entonces vigente (el traba- je como un mal necesario, como un medio para el bien posible) era, a su vez, un concepto alienado, pues con- fundia el verdadero sentido del trabajo con la falta de sentido en que éste se desenvuelve bajo determinadas condiciones histéricas. Cuando decimos, pues, que el concepto de trabajo comienza por sui negacién, podemos referirnos a que el trabajo no ocurra como quisiéramos que ocurriera 0 co- mo deberia ocurrir, pero también al hecho de que no se ha entendido por trabajo lo que deberia entenderse. Es esto lo que motiva a repensarlo criticamente, Sin embar- £0, lo “critico” tiene también otro sentido, y no se limi- taaun contraste entre una mentada esencia del trabajo y la negacidn de esta esencia en la actividad laboral dela era industrial. El trabajo y su concepto se vuelven criticos cuando asumen sentidos y connotaciones contrapuestos, e dicho de otro modo, cuando se tornan ambiguos, Hacia fines del siglo XVII, el concepto de trabajo red: ne una pluralidad de sentidos. El concepto cristiano ins- crito en los Evangelios, el concepto calvinista, la vision 16 Repensarel trabajo ‘antropocéntrica y Ia visién economicista de la economia politica clisica conviven sin diluirse y estructuran un con- cepto preiiado de ambivalencias. ,Cémo compatibilizar el trabajo expiatorio del cristianismo con el trabajo con- quistador y expansivo de los comerciantes del Renaci- miento? ¢Qué hay de comin y qué de antagénico entre el concepto ascético del trabajo en la doctrina calvinista y al concepto hedonista del utilitarismo moderno? Por otro lado, la modalidad del trabajo cambia sustanci mente con el advenimiento de la Revolucién Industri la visién que el artesano gremial tenia de su trabajo del verse distorsionada por la nueva divisién det trabajo, el régimen de asalariados y la inseguridad en el empleo, ras- gos que contrastaban en forma aguda con el estilo de tra- bajo de los gremios corporativos. De este modo, no s6lo se suscitaron contrastes entre distintas nociones de tra~ bajo, sino también entre estas nociones y los cambios efectivos y radicales en las modalidades concretas del trabajo, Un desajuste entre el concepto de trabajo y el tra~ bajo propiamente tai debié contribuir a hacer de ese con cepto un problema y, con ello, constituirlo en objeto de estudio. Pero las ambigiiedades van aun més lejos. No sdlo pueden hallarse nociones contrapuestas, 0 contraposicio- hes entre un concepto tradicional de trabajo y la moder- nizacién del trabajo mismo, También hay paradojas que imprime la Revolucién Industrial: por un lado, encontra- mos la maxima socializacién del trabajo, pues nunca antes tantos hombres se habjan reunido en un mismo lugar fisi- co para participar, de manera organizada, en la confeccid. de un producto. Pero, por otro lado, esta socializacién es también su contrario, a saber, la maxima atomizacién del trabajo. Nunca antes la actividad laboral de cada indivi- duo se habia reducido a semejante grado de parcelamien- v Marcin Hopenhayn toy especializacién respecto de la configuracién total del producto del trabajo. Otra ambigtiedad emergid en los origenes de la economia politica forjada al ealor de la in- dustrializacién, pues el propio Adam Smith, ala vez que destacé el trabajo como factor principal de produccién y como motor del crecimiento econémico, no vio sino su aspecto puramente econémico, disolviéndolo en una con- cepcién de la produccién de riqueza donde el trabajo pierde toda connotacién antropoldgica. Concebido co- ‘mo cosa —factor de produccién—, escamotea su carécter de actividad humana, Llegamos, asi, a un escenario actual del trabajo y de sus perspectivas futuras que constituye el momento ex- tremo en este itinerario de ambivalencias. Nunca antes el mundo del trabajo se habia prestado a tantas interpreta- ciones contradictorias. Si consideramos a los profesiona- les y técnicos incorporados exitosamente a la sociedad del conocimiento y al sistema informatizado, podemos irmar que el trabajo ha logrado su mayor nivel hist6ri- code productividad, de uso de facultades de Ia inteligen- cia y de desafios en el plano de la complejidad tecnoldgi- ca y organizativa. Pero, al mismo tiempo, nunca como ahora se habia segmentado tanto el acceso a trabajos es- tables y con salarios dignos. Conviven, en extraiia simul taneidad, e] aumento de la informalidad y precariedad laborales, y las bondades productivas de la Tercera Re- volucién Industrial —Ia de la informacién, la informati- ién y el conocimento—. La mentada flexibilizacion Jaboral promete reduccién en las jornadas de trabajo, pero amenaza con inestabilidad en el empleo y merma en los ingresos, El carécter integrador de las redes infor idticas en el trabajo contrasta con el carscter excluyen- te de los nuevos mercados laborales, La utopfa, tan cara ala modernidad, de un mundo donde se trabaje cada vez 18 Repensar el trabajo menes, convive con la distopia que parece consagrar so- ciedades nacionales —y un orden global— que separen felos que trabajan en empleos modernos y tienen ingre- 0s cada vez mayores versus los que quedaron ala vera del camino del progreso y luchan por la supervivencia y Ia dignidad. En el caso de América latina, la situacién no podria ser més contradictoria, Conviven distintos tiempos his- t6ricos, desde la premodernidad hasta la posmodernidad. ‘Lo que significa que el mundo del trabajo cuenta con fa- bricadores de software, en un extremo, y campesinos que tutilizan su propia energi humana para mantener una mi- rnima agricultura de supervivencia, en el otro. Dentro de ‘esta gama, hay ocupaciones de alto uso de tecnologia que emplean una proporcién muy reducida de la fuerza de tra- bajo; mientras el sector informal de la economia, con muy bjos niveles de valor agregado e ingresos que suelen im- plicar situaciones endémicas de pobreza, absorbe alas ma- sas de desempleados y en muchos paises de la regiGn as- iende a la mitad o mis de la poblacién ocupada. La brecha salarial en Ia periferia fatinoamericana es mayor que en cualquier otra regién del mundo, y a la vez encontramos brechas enormes en el discurso acerca del trabajo. En un extremo, los apocalipticos ven una region fen que se suman todos los males acumulados del pasado y-del presente: insuficiencia dinémica del sistema produc- tivo para incorporar a las grandes masas de jévenes que entran a competir en el mercado laboral; nuevas exclusio- nes generadas por la diseminacién lenta, pero real, de la Tercera Revoluicién Industrials persistencia viscosa de al- imas tasas de subempleo e informalidad; formas de fle- xibilizacién laboral que atomizan las organizaciones de trabajadores y tornan mis precario el empleo; y brecha insalvable entre la esfera de la educacién formal (a la que 19 Martin Hopenhayn todos acceden en su nivel primario) y la esfera del traba- jo. En el otro extremo, los modernos entusiastas procla~ man el advenimiento de nuevas formas de gestién, més flexibles y humanas, que permiten que el trabajo se teor- ganice de modo més horizontal y participati con entusiasmo a los nuevos “sabios” de la sus ideas sobre innovacién productiva, creati- vidad en la empresa y mayor personalizacién en las rela- ciones humanas dentro de las unidades productivas Semejantes ambivalencias han llevado, sin duda, a la reflexién social a considerar y redefinir el trabajo. En un primer momento dijimos que el trabajo comienza a pen- sarse con profundidad a partir de su negacién, o sea, 2 partir del concepto de alienacién del trabajo. Cabria agre- gar que este concepto de ez, debe buena parte de su desarrollo (ex tamente) al es- fuerzo por comprender y superar las ambivalencias sefia~ ladas. Es sobre esta idea capital donde reposa el grueso del estudio que aqui comienza, No aspiro a una articulacién totalizadora ni a un nuevo concepto del trabajo, sino més bien a delimitar y reformular algunas preguntas que tocan lo esencial respiecto del concepto de trabajo en la actuali- dad. Si nos volcamos tanto hacia el pasado como hacia el fasuro, lo hacemos con la tinica pretensién de arrojar ma- yor luz sobre el confuso territorio en que se desplaza la re- flexiéa sobre el trabajo hoy dia. Y si el lector encuentra en estas piginas un énfasis reiterado en enfogues humanistas, ello no obedece tanto a una toma de partido explicita por parte del autor, como al hecho de que son éstos los enfo- {ques que mas han destacado la centralidad del trabajo en [a vida humana, Decia antes que la idea de trabajo alienado es parte indisociable del humanismo moderno y de la critica hu- ‘manista al capitalismo industrial. El concepto mismo de 20 Repensar el trabajo jtido a dicha cxitica situar el trabajo como objeto privilegiado en la reflexién social Segiin la interpretacin humanista, este concepto tiene tun caricter negativo en la sociedad contemporines, en tres sentidos: a) porque promueve la critica de Ja base misma de dicha sociedad, a saber, el modo en que orga- niza su propia produccién y reproduccién: trabajo alie- nado supondria una sociedad marcada por el signo de la alienscién; b) en un sentido dialéctico, en cuanto tema- tiza el trabajo al identificarlo como problema: a partir de ese momento, es preciso hablar sobre el trabajo, pen- sarlo, reformularlo en la teoria; c) en sentido moviliza- trabajo es alienado, y constituye la base de las relaciones sociales, entonces del concepto se deduce la esidad de un cambio en los hechos, una transforma- in estructural de la sociedad que se haga cargo de la critica humanista y la traduzca a nuevos modelos de or- (donde la alienaci6n es la pérdida de una supuesta esen- inherente a la subjetividad); ademis, los paladines de la posmodernidad arguyen que todo el andamiaje te6rico tras la denuncia del trabajo alienado forma partede una era industrial y una visi6n de le historia rebasadas por la nue- va.era de la informaciGn, del “fin del sujeto” y de la glo- econdmica y cultural, Por otro lado, el pensa~ itico se ha ido desplazando desde la denuncia del jenado ala defensa del trabajo en un mundo don- de cada vez faltan mis puestos de trabajo. Si hace escasas dos o tres décadas un empleo fabril podia ser todavia el gjemplo més citado de trabajo alienado, hoy el pensa~ 21 Martin Hopenhayn miento critico parece reivindicar los trabajos estables en las fabricas frente a las crecientes amenazas de desem- pleo tecnolégico. Casi sin darnos cuenta, hemos pasado de criticar el trabajo moderno 2 reivindicarlo frente a las incertidumbres de la emergente flexibilizacién laboral. Finalmente, muchos criticos que hace poco atribuian al individualismo moderno la responsabilidad por los ma- les de la sociedad capitalista, hoy reivindican con espe- cial fuerza los dones del trabajo individualizado como manera de superar la alienacién y devenir mds creativos cena esfera de la produccién, La sociedad del conocimien- to aparece, en su dimensi6n de apertura comunicacional y sus nuevas formas de uso de la inteligencia, como un po- sible relevo de las utopfas colectivistas que ocuparon buena parte del imaginario politico del siglo XX. Los futurélogos, como veremos en el tiltimo capitulo, tien- den con facilidad a sustituir el discurso del trabajo nado y su “redencién comunitaria”, por un discurso que proclama el trabajo en la sociedad del conocimien- xo como forma encarnads del “reino de a iberad y de a creatividad”, Este texto se propone abordar dos objetivos que a primera vista difieren marcadamente entre si. Quisiera presentar, por un lado, una historia del concepto del tra- bajo y detenerme en algunos de los hitos que en Occi- dente modificaron y enriquecieron el concepto en cues tién. Por otro lado, intento definir el trabajo desde una perspectiva multidisciplinaria y actual, abordindolo de manera simulténea desde la filosofia, la psicologia, la so- iologia, la teologia y la economia, Tal esfuerzo esté des- tinado a integrar ambos acercamientos al problema, para Jo cual se presenta el segundo bajo le forma del primero. En otras palabras, mi intencién es remitir el enfoque in- 22 Repensar el trabajo terdisciplinario del concepto de trabajo a su génesis en Ia historia, mostrando cémo y por qué se configuran en la actualidad varios enfoques: uno, desde la economia po- liticas otro, administrativo; o1r0, psicosociolégico; otro, mis especulativo y, finalmente, toda una futurologia res- pecto del trabajo. Una vez. mas, es el concepto negative del trabajo el telén de fondo sobre el cual desfilan estos diversos enfo- ques, La perspectiva filoséfica de la alienacién forjada por Hegel y la perspectiva histérico-econémica desarro- Iiada poco después por Marx, constituyen el material que sis tarde las diversas ciencias sociales habrén de retomar, modificar, rebatir y matizar desde Ia sociologia clésica hasta a futurologia en boga. De alli que a perspectiva in- terdisciplinaria sea, también, hist6rica. Por otra parte, la reflexidn en torno del trabajo que ofrecen las ciencias so- ciales (con la filosofia en un extremo y la economia del trabajo en el otro) es inseparable de determinadas condi- ciones histéricas. Es la situacién del trabajo en el capita- lismo industrial lo que sirve de marco indispensable al concepto marxista de alienacién del trabajo y alas elabo- raciones que més tarde propusieron los pensadores del trabajo. Fenémenos que hicieron su aparicién en el esce- nario de la historia después de Hegel y Marx, como son Ja burocracia y Ia tecnoeracia institucionalizada, los en~ sayos de sociedades socialistas (donde la alienacién del trabajo no parece superada) y la revolucién de la ciber- nética, han forzado a cientistas sociales a adaptar la pers- pectiva frente al problema. La perspectiva multidiscipli- naria ya mencionada no puede, entonees, considerarse soslayando la evoluci6n histérica del trabajo, sino desde esa misma evolucién. La cronologfa del concepto de trabajo, que constitu- ye el primer objetivo de este ensayo, exige el estudio de 23 Martin Hopenhayn Ia génesis y el desarrollo de dicho concepto a laluz de sus condiciones histéricas. Estas condiciones, sean materia- les o culturales, ayudan a explicar como surgen las dis- quisiciones en torno del trabajo en diferentes momentos ¥ sociedades. Reciprocamente, los cambios en las ideas respecto del trabajo humano contribuyen a precipitar di- nimicas hist6ricas, sobre todo en el campo de la produc- tividad del trabajo, el desarrollo tecnolégico y el carécter de los conflictos sociales. No olvidemos que las ideas tam- bign son historia y que, por lo mismo, no sélo reflejan la vida social, sino que ademés la modifican. De modo que la historia del concepto de trabajo que se presenta a con snuacién busca ligarlo a la historia y las condiciones del trabajo. Es parte del presente esfuerzo recoger de distintas cul- turas y momentos de Ia historia, desde la Grecia clisica hasta los origenes del capitalismo industrial, las referen- cias que permiten deducir el concepto de trabajo, sino explicito, al menos latente en otros tiempos. Sélo a la luz de esta disquisicion previa se hard més claro, en términos de continuidad y ruptura de la historia del pensamiento, el empuje intelectual que cobra la reflexidn en torno del trabajo durante el siglo pasado, y cémo se abre en un am- plio prisma de enfoques. El segundo objetivo, como ya se ha seiialado, es sus- citar una perspectiva multidisciplinaria ante el concepto de trabajo sobre la base de la nocién de trabajo aliena- do, que nuclea émbitos propios de la economia politica, la administracién del trabajo, la teoria organizacional; la psicosociologia del trabajo, la especulacida filos6fica (in- cluida la Doctrina Social de la Iglesia) y la fururologia. El desarrollo de la sociedad industrial y sus derivaciones, con sus paradojas, conquistas y contrastes, ha sido un po- deroso detonante que hasta hoy impulsa la interaccién crf 24 Repensar el trabajo tica de cientistas sociales provenientes de distintos conti- nentes de a investigacién, Mi interés es, en esta confluen- cia de puntos de vista, detectar valores, motivaciones y habitos incelectuales con los que puede haber coinciden- cias o bien disensos. Al tratarse del problema del trabajo, fs su cardcter critico en la sociedad moderna o en vias de ‘modernizacién (mecanizada, automatizada o estructural- ‘mente heterogénes, de produccién fabrilo de informacién, desregulada 0 protegida) el sustrato comiin que mueve a Ia reflexién en las distintas ramas de las ciencias sociales. De alli la insistencia en el aspecto critico del trabajo y de su concepto como punto de partida para una perspectiva multidisciplinaria, La investigacién que aqui se presenta no pretende hacer pensar que la historia ofrece distintos conceptos de trabajo que se suceden linealmente en el tiempo. Lo Cierto es que el concepto de trabajo no ha sido homogé- neo en el interior de cada perfodo, y la coexistencia de ‘grupos sociales y/o culturales diferenciados, en distintos momentos y bajo diversas estructuras societales, ha ge- nerado visiones contrapuestas, A esta falta de uniformi- dad debemos agregar el hecho de que los conceptos no se han ido reemplazando entre si, sino que sobreviven, en mayor o menor medida, como sedimento cultural en nuestra actual cosmovisién y en nuestra sensibilidad frente a lo laboral. Queda en nosotros algo del concepto platénico-cristiano, del calvinista, del comunitarista, del ‘economicista y de la aproximacién sociolégica del traba- jo. Como ya se sefial6, nunca el coneepto ha sido tan ambiguo como ahora y, por lo mismo, nunca ha sido un fenémeno que merezca tanta consideracién por parte de la reflexién social como ocurre en la actualidad. Lo cier- to es que coexisten cn el pensamiento contemporineo posturas diversas: Ia cosificacién del trabajo humano, la 25 Martin Hopeshayn reaceién critica que tlama a humanizarlo y kas po: des tecaokdgicas y organizativas que hacen posi lo uno como lo o:r0. Entre esas tesituras antagénicas la reflexin ha dado, como veremos, zniitiples respuestas. PRIMERA PARTE: HISTORIA DE UN CONCEPTO 26 Trabajo y ocio en la Grecia clasica Una democraciz con esclavos En una cultura que asombra por el desarrollo de la reflex tual, como fue la de ia Grecia clisica, no hha de exzrafia: la pobreza de su reflexidn sobre el traba- jo. La base material de la polis griega fue el esclavismo, pilar sobre el cual asegurd st: permanencia y dio a sus eiudadanos las posiblidades de desarrollo personal que puede ofzecer una sociedad pri de ana culture intelectual y fisiea, y cn régi men democritico que, restringido a los ciudadanos, se convirtié en erablema para la historia de Occidente, En un modelo de sociedad asf, la fuerza de trabajo no es un tera digno de reflexién: los esclavos, exclavos son, Los peasadores gregos desvalotizaban el trabajo manual, esclavos, en contraste con la aiea valoracién de! traba sual —exaltado por Pla- t6n y por Aristételes—, que de una u otra forma subsiste alo largo de la historia occidental. Conviene sefalat, sin certbargo, que para los griegos el trabajo sdlo era trabajo ‘manual. La actividad inteleomal era considerada patrinzo- Martin Hopenhayn io del ocio; por lo que su valor resid: desinterés con que se llevaba a cabo, por el més puro amor al conocimiento,|Para Platén, cuanto més desliga- do estuviera el hombre de los apremios provocados por las necesidades bisicas y cuanto mayor fuese su autonomia respecto de las exigencias materiales, mejor seria su dispo- siciSn para esa sublime actividad contemplativa. Pero antes de buscar en los pensadores helénicos tes- timonios sobre el concepto de trabajo, conviene hacer un seguimiento del contexto productivo y socioeconémico de la polis griega. George Thompson y Alfred Sohin-Rethel'li- gan el surgimiento de la produccién de mercancfas en Grecia con el de la filosofia griega. Si aceptamos el prin- i lista de que el pensamiento filosdfico surge en el marco de determinadas condiciones historicas, ha- bria que reconocer que en Grecia surge contra el sistema mercantil mas que con él, En efecto, los filésofos griegos de mayor envergadura aparecen cuando la aristocracia de terratenientes se ve amenazada por las clases mercantiles ‘en auge, situacién que se ve complicada con la existencia, de una masa de esclavos, campesinos y artesanos empo- brecidos. Y “no sdlo la nueva clase comercial llegé a en- trar en conflicto con la aristocracia terratenient que la dependencia cada vez mayor respecto de los mercados de exportacién y el creciente poder del dinero, condujeron al mismo empobreci- miento y a la misma esclavizacion gradual de los cam- pesinos libres que habia indignado a los Profetas del Antiguo Testamento” Londres, 1978, pi 2. Rol, ri, Historie de las doctrine conéics (adc: FM, Tose), Fondo de Cultura Econdmica 1973, pig 23. 30 Repensar el trabajo Como lo sefiala Melvin Knight) el paso de la Grecia fareaica a la Grecia clisica ocurre con la expansién heléni- can el Mediterréneo, cuando la economia rural descrita ten los poemas homéricos y hesiédicos se transforma en tuna sociedad donde la actividad comercial e industrial se ‘vuelve preponderante. La carencia de materias primas y de suficiente produccién agric sanada 0 com- ppensada en la ciudad griega por el comercio interurbano ¢ internacional: “La industria, al suministrar al comercio él elemento de cambio indispensable, se convierte asf en tuna necesidad imperiosa de su estructura”.‘ El desarrollo de la industria exige, a su vez, el de los oficios y de su es- pecializacién, lo cual redunda en una sofisticada divisién del trabajo que tanto Platén como Aristételes exaltaron ‘como necesaria y_positiva De modo que la reflexién sobre el trabajo en la Gre- cia clisica tiene como marco referencial tres fendmenos relevantes: la crisis de la aristocracia terrateniente ante el empuje del comercio y la industria; la progresiva divisién del trabajo, motivada tanto por el lo téenico (el uso del hierro) como por la estructura productiva de la ‘polis (la necesidad de una infeaestructura apropiada para ¢lintercambio comercial); la mano de obra esclava 0 con- formada por artesanos cuyo nivel de vida y estatus social eran muy bajos. La creciente division del trabajo y el desarrollo pro- ductivo harian suponer que el trabajo se convirtié en ob- 0 de reflexién. Pero el hecho de ser los esclavos quienes componian, en su gran parte, el contingente labora, redu- joel trabajo a una mera funcién productiva. El esclavo, en efecto, era sélo eso; fuerza de trabajo. Como tal, carecia de 3. Ciado por Lagos Matus, Gustavo, elo Jurdicn de Chive, Sentago, 1950, pigs 4 Thidem, pig 18 Martin Hopenhayn personalidad y pertenecia a su amo, como una cosa entre tantas, Como objeto de propiedad, escapé del pensamiento antropoldgico que dominé la filosofia sofistica y socritica, El ideal autarquico y la desvalorizacién del trabajo Desde Sécrates, la autarquia se impuso como valor 4tieo supremo: todo aquel que trabaja esté sujet a la mate- ria que lo somete y a otros hombres para quienes trab: en esa medida, su existencia es heternoma y depreciads en su valorfAsi, la valoracién peyorativa que nacié del desprecio por los esclavos se extendid a toda la fuerza de trabajo empleada en tareas manuales: quien brega con la naturaleza para vencer, mediante su trabajo, las resisten- cias que un material le impone, y en esa lucha debe renun- a la pura contemplacién, y se “extravia” en los afanes de su cuerpo y en los imperativos de su supervivencis, se ve impedido de bre y de poseer un cono- cimiento verdadero de la realidad. Este ideal autérquico pregonado por Sécrates y desarro- llado por la filosoffa platonica es consecuente con la posi- 5. Pltéa, Menexene, 1X, 48, ciado por Mondolfe, Rodolfo, El pena ‘mento anrigno, val I, Loseds, Buenos Aires, ed, pig 153, 32 Repensar el srabajo nico, en apatiencis desvinculado de yaivenes politicos y econémicos de la época, podria sin ‘embargo traducirse en los hechos en la no participacién politica de esclavos, comerciantes y artesanos en la polis. En efecto, unos y otros dependen de las condiciones ma- teriales en las que producen ¢ intercambian mercancias ¥, por lo mismo, distan mucho del ideal aurirquico. Sélo quien es capaz de gobernarse a si sostiene Platén, fest en condiciones de gobernar a los demas. Por ende, quien consagra su vida na”, depende mas de los otros que de sf. Quienes, radios del yugo del trabajo, pueden dedicar sus ener vitales a las “nobles labores del espiritu”, a la contem- y ala ciencia, saben, -sigue la argumentaci discernir justo de lo injusto, lo verdadero de lo fal platénica, al menos en su dimensién politic ‘mediante un rodeo de la razén, el gobierno de t6cratas. En su diflogo El politico, esto se hace eviden- te: “Aquellos que se poseen por medio de la compra, y a los que se les puede Hamar sin ninguna discusién es- clavos, no participan en absoluto del arte regia [...). Y todos los que, entre los libres, se dedican esponténea- mente 2 actividades serviles como los anteriormente ci- tados, transportando e intercambiando productos de la agriculvura y de las otras artes; quienes, en los mercados, yendo de ciudad en ciudad por mar y tierra, combiando dinero por otras cosas 0 por dinero, los que llamamos banqueros, comerciantes, marineros y revendedores, gpodrin acaso, reivindicar para ellos algo de la ciencia politica? Pero también aquellos que se hallan dispuestos 4 prestar servicios a todos por salarios o por mercedes, nunca los encontramos participes del arte de gobernar, geon qué nombre los llamaremos? Tal como acabas de Martin Hopenhayn decitlo ahora: servidores, pero no gobernantes de los Estados” En el dualismo platénico, la minimizacién del mundo sensible y el desprecio por el mundo material repercuten también en su desprecio por el trabajo manual: “Los tra- bajadores de la tierra y los otros obreros, dice, conocen \inicamente las cosas del cuerpo. Por lo eval, si sabidurfa es conocimiento de si mismo, ninguno de éstos es sabio en razén de su ofici ‘que éstas parezcan artes manua- les y hui impropias del hombre bueno y bello”. Y en Elpolitico leemos, una vez més: “Ninguno de todos los que se fatigan en los trabajos manuales debe ser nativo o de la familia de algén nativo, pues al ciudadano le corres- ponde un oficio grande, y si alguien se inclina hacia otro oficio mas que el,cuidado.de la vireud, que lo castiguen ‘con vergiienza e\ignominia”’ Como sefiala Eric Roll, pa- n esta divisiGn “se convirtié en una idealizacién del sistema de castas yen un apoyo a la tradicién aristo- crdtica que entonées se encontraban a la defe E] desprecio por el trabajo manual s co tuna democracia esclavista (valga la contradiccién), y que supone un ciudadano exento de las arduas tareas de pro- duccién material y consagrado al ejercicio de lo que llaman virtud: la consecucién de la autarquia, el aprei rico para adquirir criterios adecuados en lo po &tico y en lo cientfico, el uso enriquecedor del ocio, el cultivo dela mente y el cuerpo, y la interiorizacién de va- lores socialmente reconocides como buenos. Todo ello implica una nocién de comunidad, es decir, un grupo IX, 280-80, cuado por Mondolfa, Rodolfo, El ado por Mondelfo, Rodolfo, Elpensaiento ob. 8. Roll Eric, Historia delat docerinatan ob, city pi. 25 Repensar el trabajo relativamente extenso que comparte un modus Wy los valores que lo fundan; pero dicha comuni- excluye el trabajo y la fuerza de trab: Jos suministrar el cimiento material para que el ciu- pueda cjercer sus derechos. Aristételes excluye derecho a la ciudadania no sélo a los esclavos, aquellos que laboran por la produccién material de i en su Politica leemos: “Una ciudad per- jamis dard una ciudadania a.un artesan: ciudadano no es propia de cualquier individuo, en solamente ¢s libre, sino de todos los que se hallan intos de los trabajos necesitados. Los sujetos a los tra- sos necesarios, si se hallan al servicio de un hombre, jon esclavos; si estin al servicio del ptblico, som artesa- y mercenarios”.’ suyeron a una visiGn degradante del trabajo la que Platén hizo de las ideas a expensas del a consecuente determinacién de la vida vvirtuosa centrada en la contemplacién de las Ideas y, por ‘mismo, desligada de los vaivenes de la realidad mate- rial; y la deduccién de pautas de conducta a partir de esta vida contemplativa, Como bien sefiala Felice Battaglia, todo trabajo tiene en comin la resistencia de un material con la cual es preciso bregar, sea para transformarlo o pa- ta encauzarlo, trétese de un objeto que provee la natura- Ieza o de un abjeto-sujeto, es decir, una relacién con otra persona, Este acto mismo de tensi6n, de desgaste, de mo- tricidad transformadora es, bajo la dptica de la virtud platGnica, una degradacién. Lejos de ser la realizaci6n de las potencialidades humanas o la dignificaci6n ético-so- Martin Hopenhayn cial del hombre, el trabajo es, para esta cultura a medias democritica y a medias aristocritica, todo lo contrario: la inhibicidn del ideal autarquico y la exclusi6n del sujeto del trabajo frente a lo ético y lo politico, Llama la atencién que una cultura de tan sorprenden- te desarrollo en el campo del pensamiento haya caido, en la reflexion sobre el trabajo, en un nacuralismo restringi- do, La esclavirud era, em este marco, un fendmeno “natu- ral” y Aristoteles da cuenta de ello en su Politica, donde sostiene que hay quienes estin destinados a hacer s6lo uso de su fuerza corporal y cuyas necesidades se ven satisfe- chas en el restringido ambito de la actividad manual. El esclavo, dice Aristételes, jamés podré llegar a descubrir o inventar nada por sf solo, y en esa medida su naturaleza s libre: requiere de la ayuda de otros de lo falso. La‘gutarquia, fi zo estoico, exige la bendicién de la gracia. Siya desde Platén lo ético y lo intelectual, lo bueno y lo racional (cidético) son inseparables, entonces el trabajo «3, en el mundo griego, una actividad irracional, Resulta extrafio asociar el trabajo a lo irracional, especialmente para nosotros, hijos de la modernidad y habituados a la identificacién utilitarista de racionalidad y productividad, Para un ciudadano ateniense, lo racional tiene su fuente en la actividad contemplativa o, cuanto més, en la disposi- ci6n del cientifico 0 del politicos pero es incompatible con la prictica “contaminante” de quien se halla sometido a du- tas labores fisicas. En su Politica, Aristételes aconseja a los ciudadanos abstenerse de toda profesién mecénica y de toda especulacién mercantil. La primera limita intelec- tualmente, mientras la segunda degrada lo ético, Pero lo &tico y lo intelectual, componentes de lo virtuoso para el ideal griego, forman una unidad indiscernible, y es tan 36 Repensar el trabajo ‘condenable el error de la razén como el acto deshonesto. Por ello, las limitaciones intelecruales del esclavo y la sed ide ganancias del comerciante son condiciones indignas Jo bueno en la nocién grie- gade virtud y el vinculo fuerte entre conocimiento y fal que Platén establece, son consistentes con la di entre trabajo manual y trabajo intelectual y con la valo~ de este ttimo a costa del desprecio por el prime- 0, Sélo el ocio, dicen los filésofos griegos, nos permite ser virtuosos y, por ende, juzgar bien. Este “bien” tiene doble sentido: un sentido gnoscolégico (juzgar sin error) ¥ uno ético (juzgar sin mal). El hecho de que sean esca- 0s los hombres agraciados con el don de la virtud es atri~ buido por Aristételes a designios de la naturaleza, la cual tha generado un orden donde el hombre virtuoso perma- niece por encima de la contribucién de los trabajadores manuales que le despejan el camino a la virtud. a que separ6 la actividad manual dela un fenémeno paradéjico en la cultura Briegs, la que si bien produjo asombrosos avances en el campo de las ciencias exactas y en especial en las marema~ ticas, fue incapaz de traducir el desarrollo de las ciencias fen grandes innovaciones tcnicas. Sin ir més lejos, Eucli- des, en sus Fundamentos de geometria, creé un monu- mento imperecedero de las matemiticas en la cumbre de Ii cultura helenistica. “Semejante trabajo parece haber sgurgido con el solo propésito de probar que la geometria, en tanto estructura de pensamiento deductivo, no obede~ fa mas que a si misma. En el caricter sintético del pen- famiento no se tomé en cuenta el intercambio material del hombre con la naturalezs, ni desde el punto de vista de fuentes y medios, ni desde el punto de vista de fines 0 tws0”" En qué medida la separaci6n del trabajo manual Martin Hopenbayn y al trabajo intelectual —y la premisa de que esto iltimo no era trabajo, sino actividad regida por un ideal de au- tarquia—, impidid, en la cultura griega, que la ciencia eristalizara en técnica? ¢En qué medida contribuyé a ello el hecho de contar con una fuerza de trabajo esclava tan sumerosa que compensaba cualquier estancamiento en el desarrollo técnico? Otras valoraciones del trabajo En la mitologia homérica, los dioses no trabajan, pero se les adjudican todas las pasiones humanas y se mezclan con la vide sensorial de los hombres; se comprometen con los vaivenes mundanos mas no con el trabajo. Por ello, ya en la Grecia de Homero hallamos una actitud de reserva ante el trabajo; los hombres, a semejanza de los doses, han de despreciar las labores manuales y aspirar al goce o a la contemplacién, Sin embargo, no en toda la Grecia arcaica encontramos este desprecios como bien sefiala Battaglia,” también hubo una corriente que reivin- dicaba el trabajo. Hesfodo, tres siglos antes que Platén institucionalizara el desprecio por el trabajo, sefald en Los trabajos y los dias que éste es el necesario y justo cas- tigo de Jupiter al pecado de Promeveo. Precedente del concepto judeocristiano de “caida”, el mito promereico alude a la desobediencia al mandato divino y a la necesa- tia expiacién impuesta como castigo por los dioses para redimir el pecado, Esta expiacién exige el “sudor de la frente”, y leemos a Hesiodo: “Pero los Dioses inmorta- les han mojado con sudor la [via] que lleva al logro de la buena finalidad. Hasta logearla, el sendero es largo y em- 11 Sokn-Rethe, Alfed,Intelecnal. ob. cit pe 103. 12 Battaglia, Felice, Flfia del erabgj, ob, ct. Repensar el trabajo lo, pero, alcanzada la cima, se hace fécil y desapare- Ja fatiga de la jornada, Acuérdate por lo tanto, de mi i6n y trabajo. Los Dioses y los hombres odian mente al que vive inactivo. Se asemeja a Jos znga- que, inactivos, devoran el fatigoso trabajo de las abe- No es vergiienza el trabajo: vergiienza es la falta de joriosidad”.”” La cita de Hesiodo es el reverso de la tacién platdnica del ocio: el trabajo es considerado jacién y exigencia social para todos los individuos, « ‘yer que se condena el usufructo del trabajo ajeno. La valoraciéa positiva del trabajo reaparece tres si- ‘mis tarde en algunos sofistas. Protigoras ubicd el io y el arte (Ia técnica) en un mismo rango, y Anti- inte decia: “los honores y los precios, y toda especie de iciente que Dios ha concedido a los hombres, deben ne~ esariamente resultar de fatigas y sudores”. En cambio, desprecio por el trabajo manual ruvo su origen en la stocracia guerzera dérica, que impuso a los vencidos fagteos el yugo del trabajo sobre las tierras conquistadas. Bn el otro extremo, campesinos desposeidos y vencidos, tin identidad politica y excluidos de la ciudadanta y de fos cargos piblicos, opusieron 2 la filosoffa aristocritica tuna religién de misterios que exalta el trabajo por el cual tin tunidos a la tierra, y le atribuye un valor sagrado. La 2 de Hesfodo, en primer lugar, y Ia de la religion de misterios, més tarde, encarnaron la voluntad del cempe- fino y no la del terrateniente; y “en este Ambito de las dos clases se dieron dos religiones: una, aristocritica, olimpi- ‘2, contemplativa y estética; la segunda, la popula, reli- gidn de misterios y de clase desheredada donde se apre- cia al trabajo, cosa dura y fatigosa, cuyos descansos son las festividades religiosas, cuyo rescate esta en la vida 13, Hesodo, Los trabajo ls dias, pigs 268-97, ctado por Mondolfo, Rodel, pemuamtento wb. ct, vo 39 Martin Hopeahayn eterna, El hombre ligado a la tierra rinde culto ala tierra, advierte sus transformaciones y siente en todo ello Ia 2c- cién de lo divino que universalmente envuelve y levanta todo. El trabajo que lo une a la tierra adquiere para él un sentido sagrado y también, por ello, moral”." Este punto de vista, si bien opuesto al platénico y al aristocrético, compartié con ellos la valoracién divinizante de la natu- ralezas pero es por medio del trabajo, y no de su negacién, como el hombre entra en comunién con la naturaleza y purifica su vida. El trabajo agricola, no el ocio terrate- niente, adquiri6, en este marco, una dimensién ética que Ja filosofia clasica le negara mas tarde. Pero si bien hubo, como vemos, una perspectiva que valorizé el trabajo, se impuso en el pens ura ari que minimiza el rol del trabajo en la vida social y lo condena moralmente, y que puede resu- mise en las acertadas palabras de Battaglia: “El trabajo que parece emanciparnos de las cosas, en cuanto las do- mina y subordina, en realidad representa la prisién de nuestro ser en el cuadro de la naturaleza. Mejor salvarse con el retorno a nosotros mismos, de manera que el pen- samiento nos vuelva al pensamiento[...] la sabidurfa grie- ga concluye en la contemplacién y rechaza el trabajo”. Matices de un concepto: caldeos, hebreos, romanos y cristianos manual en la Grecia ‘en los textos sagrados pueblos que vivieron en el Medio Oriente y cuya exis- ia data también de antes de la era cristiana. Una po- le explicacidn es que la division del trabajo que desa- Ia civilizacién helénica no tuvo paralelo entre los ldeos o hebreos, cuya existencia se mantuvo ligada a actividades agricolas y cuya modalidad social no endié el Ambito de clan familiar 0 de pequefia co- iunidad, Esta diferencia respecto de la sociedad griega 15 también a que consideraran el trabajo desde tuna dptica distinta. La produccidn comunitaria consti- tuyé la base para una estructura social y de relaciones Ihumanas menos compleja que la sociedad de clases pro dela Atenas en el siglo V a. C. Es natural que grupos 10s que convivian y aseguraban su subsistencia en el trabajo agricola, generaran otro pensamiento politico. Y en le medida en que vivieron y se alimentaron del fruto de su propio trabajo, dificilmente llegaron a despreciar el trabajo manual Martin Hopenhayn La division tajante entre actividad manual e intelec- tual y el desprecio de la primera suponian un proceso de acumulacién de capital y la formacién de pequefas ciu- dades donde la comunidad rompe sus lazos familiares. Se constituye asi una sociedad con complejas relaciones in- ternas, di i istituciones estatales que regulan le vida péblica de la ciudad, perpetuando o alterando los roles dominantes, Pero mientras la acumu- lacién no pasa de ser el stack que la cosecha garantiza para no sucumbir al invieno que sigue, y mientras la asociacién de productores es la misma que la de quienes deciden sobre cémo racionar y distribuir ese stock, nada de malo hay en trabajar, Caldeos Asi se hace comprensible, por ejemplo, que en escritu- 115 sagradas de la religién de Zaratustra, entre los caldeos, eamos: “Es un santo aquel que construye una casa, en la que mantiene el fuego, el ganado, su mujer, sus hijos, bue- nas parias. Aquel que hace a la tierra producir el trigo, quien caltiva los frutos del campo, propiamente él cultiva 1a pureza”.' Nada comparable con el desprecio por el tra- bajo en los fildsofos de la pols. En cambio, encontramos una moralizacién del trabajo segtin la cual el mérito resi- dia en la autosuficiencia; pero no se trataba de una autar- quia espiritual autonomia bisica de caricter material, Subsistir con las propias manos y consumir los frutos del propio trabajo, eran, conforme a este parrafo sagrado, précticas de vida dotadas de valor moral. Al aso- 1. Yasra, XOOKI, 2.3. Ciao por Batali, Felice Flonofla del bubajo raduccia: Francisco Elis de Tejeda}, Reva de Derecho Privado, Madtid, 1985, pig 2 Repensar el trabajo trabajo agricola con la purificacién espiritual, el tex- smpafid el escaso desarrollo de la divisién del traba- Ja comunidad de la que es expresién, Dotar al tra- ‘manual de un rango similar al de la contemplacién ica suponia que en semejante comunidad quienes IN quienes consagran parte de su tiempo al culti- ual son las mismas personas. el texto sagrado citado, la actividad agricola de los era doblemente productiva: tanto una funcién econémica de produccién material de la comuni- | como también una préctica fecunda en lo espi Imismo modo, el bien producido por esa actividad es * tanto en sentido econémico, en tanto satisface necesidad vital, como en sentido ético, en tanto cris- liza y perpetia la capacidad edificadora de quien lo ex- jo de Ia tierra. “Quien siembra el trigo, siembra el leemos en el Sendavesta, El trabajo y sus produc- feran vistos como expresiones concretas de la vida pu- yy no de su negacién, Hard falta una filosofia dualista Entre los hebreos, la valoraci6n del trabajo estaba te- ida de ambivalencias que lo situaron a mitad de camino entre la exaltacién de los caldeos y el menosprecio de los Atenienses. Como los griegos, los hebreos veian en el tra- bajo un mal necesario, una actividad sacrificads y fatigo- Mactin Hopenhayn 3, pero no por ello desprovista de sentido ético. El he- breo crefa conocer la causa de esta obligacién de trabajar, pues sentia como deber de cada cual expiar el pecado co- metido por sus antepasados en el paraiso perdido. Dice el Talmud: “Si el hombre no halla su alimento como ani- males y péjaros, sino que debe ganérselo, es debido al pecado”, Con ello, el trabajo adquirié un sentido que los griegos no le atribuyeron: un sentido social y un sentido histérico, Los griegos carecian de sentido hist6rico, pero centre los hebreos el hecho de que el trabajo fuese parte del imperativo de “saldar una cuenta” con el pasado del propio pueblo, hizo emerger un sentimiento de conti- nuidad intergeneracional, de desarrollo y de direccién dentro de la historia. Es cierto que el trabajo encarné aqui, como en los griegos, un destino fatal, Pero esta fatalidad se justifies Porque a través de ella se superaba el reino “caido” por ‘causa del pecado original. El trabajo era un medio para producir, pero también para redimir, En tanto castigo, poseia carga negativa, pero como expiacién tuvo sentido positivo. Como en los griegos, el trabajo fue una dura necesidad; pero ya no se trataba de una necesidad ciega, sino de una expiacién cuyo objetivo era saldar la cuen- ta de los ancestros y reconquistar la dignidad espiritual para el pueblo. Asi, el sudor de la frente es lo que a la postre despeja la frente Elsentido histérico en los hebreos cambié la vision del mundo y dela vida. Silos griegos aceptaban un orden cés- ‘ico ante el cual nada puede hacerse salvo elevarse en su contemplacidn, para los hebreos la nocién de expiacién legitimaba a la vez las nociones de cambio, finalidad y voluntad de transformacién. El mundo no era para ellos algo acabado, sino algo por moldear, por elevar al rango deun ideal que sélo los esfuerzos del ser humano pueden 44 Repensar el trabajo factible. Restaurar la armonia que el pecado original destruido y contribuir a instaurar el Reino de Dios Tierra eran los méviles que dignificaban la actividad mana. Roto el dualismo platénico, se rompié también legradacién de la actividad productiva. En la literatura ica se sostuvo, sin negar Ia venida del Mesias, que el 0 de Dios emergeri lentamente desde la realidad ac- gracias a la buena voluntad y al trabajo del hombre do solidariamente. El Apocalipsis puso énfasis en meta; la literatura rabinica, en los medios que a ella con- ‘Samea convocaba a amar el trabajo, que es una for~ de cooperar con Dios en la salvacién del mundo. El ino Ismael sefialaba que a la labor de la Ley, la contem- én, debe sumarse el trabajo de la sociedad. Los fari- consideraron insuficiente la ensefianza de la Ley, jtaron el trabajo humano marual y culpaban al padre sro ensefiarle a su hijo una ocupacién honesta: “Aquel vive de su trabajo es superior al hombre temeroso de os”, Estas referencias, aunque posteriores, ratifican el piritu originario del pueblo hebreo, que no contrapuso ‘voluntad divina 2 la humana, sino que, por el contrario, io sentido a la segunda postulando su libertad para eeuarse a la primers, Con ello, dots a la activided hu- na del derecho a rectficar el desorden y la desarmonia imperan en el mundo. El trabajo-espiacién, median el cual se redime el pecado de Adan, rescat6, “bajo un 10 natural, el bien que se habia perdido delante de Dios, la dignida: Scores y caldeos comparten la connotacién tanto ea como econdmica del trabajo. Este produce en do- sentido: asegura las condiciones materiales de sub- jistencia y prepara las condiciones necesarias de auro- realizacidn. Pero el pueblo hebreo no exalts el trabajo I cag Flee otc dca i le Martin Hopenhayn en sf mismo; para el hebreo uno aunea se realiza por medio del trabajo, pues éste es siempre una actividad umediato, desgastante. No es un espa- cio de autorrealizaci6n, de gratificacién personal o de clevacisn, sino tan s6lo un medio para una posterior au. cin y elevacién. Por ende, no tendria valor ético en si, sino que fundarfa su dignidad en algo exter- Bo y que incluso, lo niega (pues el Reino de Dios es un eino en el que el trabajo no existe). El concepto hebreo era, pues, ambivalente, y esta ambivalencia ser recu. rrente en la reflexién sobre el trabajo en ulteriores fases de desarrollo de Oceidente. + Sibien la valorizacién positiva del trabajo manual en la Antigiiedad suponia un régimen comunitario de pro- duccién y una division del trabajo de escaso alcance, del Antiguo Testamento podemos también deducir que se trataba de un momento de importantes cambios sociales, donde Is justicia comunitaria se hallaba amenazada por clcomercio naciente y la creacién de un mercado que se- Paraba a productores de consumidores. Cuando la pro- ducsién tiene como fin el cambio privado, el proceso econémico-social se hace dificil de controlar, pues ad- quiere una dindmica que rebasa la yoluntad individual. De la propiedad privada nacen el comercio interior y el exterior y, con ellos, la posibilidad de acumular rique- 2as, situacin que genera diferencias entre los miembros de la comunidad, “Tu-] la rebeldia espiritual de los profetas —escribe Eric Roll— refleja este cambio en la estructura econdmi. Poritvamente actividad humana, Repensar el trabajo la avaricia de la sociedad nueva, trata- a Fieeealas formas de vids de de revivir la justicia y clemencia como formas de social” * Vemos en los profetas la misma oposi- ails acumulacién desmesurada que mostraron algu- jensadores grigos: Pero mientras estos sei) n principio autarquico que despreciaba Is vi- Be cokientan por igual I acwmulaién i los dantes y el trabajo de los esclavos, en los hebreos, elcontraro, donde fle esta atargui atimnondana, indena de Ja acumulaciéa no fue condesta al trabajo ala apropiacién del trabajo ajeno. Romanos y primeros cristianos As’ como los profeta hebreos raccionaron ance une 2 movslidad soioecondmica que imprimis sexta cién, el cristianismo, considerado en su doctrina s é a la estructura soci se forjé en oposiciGn a la estructura socio io romano. Este Imperi fu, en sus origenes, un splomerado de jefus comunidades agricole con exato erfico y division marcada de clases sociales, Pero las condi jones naturales favorables la cohesién nacional yl gusta de coloais produjeron I ansicin aelrada cia una estructura socal ypolitice més softicada. A edids que aumentaba el poder de Roma con les gue~ sissy Is conguists aumentaban sus crisis eons Yel antagoninmo de clases. Los resents impuestos esquiciaron a los pequefos agricultores a la par que enriquecieron a terratenientes, junto con los prestamis: ei), Fondo de Cultura Esondmica, Mexico, 1973, pig. 21 a Martin Hopenhayn tas y mercaderes, creando asi una nueva clase adinerada. Los conflictos sociales que se desencadenaron a lo largo del Imperio, atemperados, primero, por la consolida- cién de la administracién y de la nacién publica, pero agudizados més tarde, cuando los plebeyos se vieron aplastados bajo el peso de los tributos requeridos por tun aparato administrative desproporcionado (y cuando se hizo dificil mantener Is enorme masa de esclavos),ter- minaron con el poder econdmico de la clase gobernante y con la integridad del Imperio. Las crisis internas, jun- to con el debilitamiento militar en las provincias, preci- pitaron la caida de Roma Durante el Imperio, la esclavitud continué siendo la base de la economia, a tal punto que el enorme contin- gente de esclavos contribuyé a la aguda desocupacién de trabajadores libres. La asociacién de corporaciones, “relugio de los trabajadores durante la Repablica, pier. de bajo el Imperio el estatuto de libertad que regia” El Estado comenzé a encauzar en su propio beneficio las corporaciones de produccién que constituian la unidad econémica de la Republica, y el intervencionismo pabli- co desplazé huego la iniciativa privada y corporativa. Si bien durante el Imperio la industria registré una expan- sién significativa como consecuencia de la expansion del consumo, de la explotacién de nuevas materias pri- mas y del auge comercial, ello no produjo cambios de estructura, sino una intensificacién del modo artesanal y doméstico de la industria. Como en Grecia, la abun- dancia de mano de obra esclava y el hecho de que la ac- tividad agricola fuera més prestigiosa hicieron que no cambiaran nila técnica nila modalidad de la division del trabajo, 5. Lagos Matis, Gustavo, El problema brio del oabjo, Evora Jo. sida de Chile, Santiago, 1950, pip 30. 48 Repensar el trabajo El problema del trabajo y de las formas que adopta ‘no difieren sino cuantitativamente de las formas ena Grecia clisica. No obstante, en el tratamien- concepto de trabajo Roma ofrece nuevos aportes Tn perspectiva del derecho, Eric Roll destaca como iva, por su importancia econémica, la contribuciéa icieron los juristas romanos en el ordenamiento de laciones econdmicas, al legitimar los derechos de la edad privada “casi sin limites”, garantizando “la li dd contraciual en una medida que parece rebasar las liciones de aque! tiempo” * El individualismo juridico, muente con el individualismo econémico, no consi- como parte de las relaciones de trabajo la trata de es- ppues, como los griegos, los romanos consideraban v0 una cosa, desprovista de personalidad juridica hhay relacién de trabajo entre el esclavo que realiza una manual y su duefio, pues semejante relaciSn es parte derecho de propiedad individual que un ciudadano jercer. Pero el problems se complica cuando el duetio no pa al esclavo, sino que lo alquila a un tercero. Siendo fesclavo una cosa, serd preciso aplicar la forma juridica arrendamiento de cosas. Por ello, el arrendamiento servicios surge como un apéndice del de cosas mue- is, aunque en rigor la cosa arrendada no es el esclavo s6lo su fuerza de trabajo. Asi, “por una pendiente sensible que se inicia con esta construccién juridica, cl espirita de los juriconsultos romanos, el esclavo ipieza 2 comunicar su calidad juridica de cosa a la ac- dad de trabajo que ejecuta”,’ De este modo, los mis- os términos juridicos se desplazaron a trabajos que no ejecutados por esclavos, donde el trabajador no ac~ 6. Roll, Eric, Historia de las docrinas... ob. Gt, pig. 3. © 7. Lagos Matus, Gusts, El problema. ob. ct, pép- 33. 49 ‘Martin Hopenhayn tuaba como contratante sino como objeto del contrato, como “una cosa cuya actividad constituye la materia del contrato”. El trabajador quedé excluido de la participa- ci6n en el contrato y esta materializacién del trabajo co- mo objeto de derecho fue haciéndose cada vez més ex- tensiva, aleanzando al hombre libre que por decisién propia se somete a ejecutar un trabajo por cuenta ajena, El derecho romano marca, de este modo, el antecedente del arrendamiento de servicios del derecho civil moder- 10; la actividad del trabajador, por vez primera, se trata como objeto. Las raices histéricas del eristianismo, en su conteni- do social, son indiscernibles de una reacci6n critica de Jas “colonias” ante el individualismo clasista del Impe- rio romano y sus implicaciones en la desvalorizacién del trabajo manual. Como reacci6n al Imperio y a su es- tructura clasista, el cristianismo rechazé la riqueza y el ahorro. El orden providencial no exige acumulacién en 1a vida terrena, y Mateo Jo hace explicito en VI-19-21: “No alleguéis tesoros en la tierra”, seiala, “donde la po- lills y el orin los consumen y donde los ladrones perfo- ran y roban. Atesorad tesoros en el Cielo, donde ni la polilla ni el orin los consumen y donde los ladrones no perforan ni roban. Donde esti tu tesoro, alli esté tu co- raz6n”. Esta busqueda en la interioridad y en la expe- riencia intima y emocional parecié minimizar el peso del trabajo en la vida terrena. En contraste con el reino por venir, el trabajo poco podria aportar, pues lo decisi- vo es la fe, la caridad y el amor. Pero esta primacta de la actitud contemplativa se vio a su vez negada por el con- cepto de encarnacién, por el rechazo a la fe sin obras, y por la exigencia de servicio y de caridad desde las fuen- tes mismas del cristianismo. Por otra parte, ya en el Nuevo Testamento, y de manera especial en el Génesis, 50 Repensar el trabajo le encontrarse la exigencia hecha al hombre de se- Ja tierra (a imagen y semejanza de Dios), lo que altrabajo de espiritualidad. \ Jara Jestis, su misiGn como Mesfas inclufa la emanci- fn de pobres y oprimidos. Como un llamado a cul- perfeecionar la ley de los hebreos, el cristianismo tivo asumié y reforzé una antropologia que enfati- seftorio del hombre sobre la naturaleza, que sina al bre en el centro del mundo y, a la vez, le exige su ser- al bien comtin de la sociedad. Como los profetas 0s, Jestis atacé a los explotadores y condené la acu- én de riquezas. Best Ios hebreos fundaron su repuio ala nueva adinerada en la evocacién de un pretérito comuni- 9, en el mensaje de Cristo a través de los Evangelios mnds importance no fue el rescate de las tradiciones he- ladas, sino la fundaci6n y fundamentacién de nuevas ‘de conducta social cuya raiz estd en los valores tianos de justicia y amor. En este sentido, su llama fento no sélo fue més revolucionario que el de los as hebreos, sino también més universal, pues se rigfa a toda Ja humanidad. Su finalidad no fue poner ala explotacidn individual, sino al cambio total de la ondiucta del hombre en la sociedad en que vivia El universalismo del mensaje de Cristo era incompa- ble con la esclavitud, que los filésofos griegos justfica- in, La solidaridad genérica y Ia igualdad de todos ante Dios exige valorar indistintamente a todos los hombres 4 todos los trabajos, “[..] al dirigirse a todos los traba- res de su tiempo, [Cristo] proclamé por primera vez ignidad de todas las clases de trabajo, asi materiales "como espirituales.”* No por nada sus primeros y més fervientes discépulos fueron esclavos, campesinos po- Roll Ene, Hora de las docrinas. ob Martin Hopenhayn bres, pescadores y artesanos. Pero la adhesin de éstos al Mesfas era una manera no de reivindicar sus derechos en cl interior de Ia sociedad, sino de postular y practicar una forma de vida radicalmente distinta, Los esclavos y trabajadores pobres, al adherir a la nueva religiSn, aban- donaron toda expectativa de progreso material. Una opo- icin abierta se desat6 entre los aspectos espirituales de e8 materiales que dividfan El cristianismo primitivo conservé, en lo que respec ta a la nocién de trabajo, la ambivalencia hebrea y la vi- sidn del trabajo como castigo impuesto al hombre por Dios a causa del pecado original. Pero le asigné un nue~ vo valos, aunque siempre en tanto medio para un fin vir- tuoso: el trabajo, para el cristiano, no sélo se destinaba a 4a subsistencia sino sobre todo a producir bienes que pu- dieran compartirse fraternalmente, Si se utilizan los fru- tos del trabajo para la préctica de la caridad, el trabajo mismo se convierte en actividad virtuosa, Eri el carfcter moral atribuido al trabajo el eristianismo primitivo di- fiere de la concepcién hebrea, pero mantiene el rango de medio para un fin moral, ‘También se atribufa al trabajo (sic sin valor duo fuera ia concupiscencia y los malos pensamientos, lo que invierte la valoracién grie- 2 del ocio. La comunidad eristiana fue comunidad de trabajadores, y quien vivia del trabajo ajeno era po: gado y éticamente condenado. Trabajar era, para el eristia- fo primitivo, una manera de expresar su amor al género humano mediante la entrega desinteresada inherente a Ja préctica de la caridad, Curiosa paradoja, donde no se ‘rabaja s6lo para recibir algo a cambio, sino para dar. ¢Cuanto de esta concepcién subsiste en nuestra actual 52 Repensar el trabajo deracién moral del trabajo, en Ia condena di ivo él imiento social en el imperativo ético y de reconocimiento so Jo? Preguntas que resuenan hoy en un mundo don trabajo tiene futuro incierto. Supervivencia y sentido: el valor del trabajo en la Edad Media a estructura feudal a fos gremios de artesanos concepto de trabajo iatente en el pensamiento so- de los filésofos medievales suponia la plena acepta- stiana y del dogma de la Ig icho to adopts connotaciones ambivalentes: por un la- ‘el trabajo como deber natural del hombre y medio para la préctica de la caridad; por otro lado, ecto del sentido de la vide: a: En el pensamiento medieval volvemos a hal iegos y romanos habian establecido « intelectual y trabajo manu: al primero aparece atemperada por la 3s, como Santo Tomés, debieron comp: diversos, pues, a la vez que adherfan a ia fe , estaban también inmersos en una sociedad di tensiones politicas y con los recurrentes conflietos smercio y los terratenientes, donde distintos Martin Hopenhayn grupos —artesanos, siervos, seiiores, ecles bfan justficar sus derechos y pretensiones en la sociedad. En el siglo XI, por ejemplo, Adalberto de Leén postuls una divisi6n tripartita de los “estados” o estamentos socia~ les: oradores (eclesidsticos), defensores (guerreros) y la- bradores o agricultores. Estos tiltimos eran los mis des- preciados; em cambio, el menosprecio hacia los artesanos se atenué debido a la creciente importancia del gremio, y también porque en muchas comunidades mondsticas a ca- da cual Je correspondia alin trabajo manual. En la Edad Media, “[..] la distribucidn y regulacién de la propiedad, sobre todo de la tierra, tuvieron su ori- gen en procesos que ocurrieron en el tiltimo perfodo del Imperio Romano”. Pero la decadencia de Roma fue tam- biga la disolucién de una economia de rafces esclavistas y con un difundido régimen monetario. Roma se habia convertido en un lugar poblado por una masa atomizada de dos millones de personas que vivian a costa de los be- neficios sociales del desempleo. Los enormes latifundios, poseidos en su mayorfa por senadores y trabajados por esclavos, fueron cediendo paso a ua nuevo modo de pro- duccién que llevaria el pulso del Medioevo: la propiedad feudal y la relacién entre sefior y sierv La decadencia de Roma y la disolucién de la produc- ion destinada al intercambio mercanti llevaron a recrear el trabajo. Sien Grecia y en Roma el objetivo era produ- cir mercanefas que poseyeran un valor de cambio en el mercado, la cafda de Roma fue, en cierta medida, el co- mienzo de —o el regreso a—unidades econémicas que se autoabastecian y para las cuales el trabajo estaba consa- grado a producir para el consumo y no para el intercam- 4. Rel, Eris, Hora dels docrina econdmias (waducsion FM Toe. et), Mézico, FCE, 1973, pig, 37.No olvderar que Rema conserva la vision eyoraiva dl trabajo manual eansmitid por los gricgos. Repensar el trabajo 0. A diferencia del esclavo, el siervo del feudo fue, aun- ¢ parcialmente, propietario de si mismo y de los frutos compat I , emprenderse sin el riesgo de la escla tianismo, con su culto religioso del hombre en lo abs- 10, fue una expresidn ideol6gica plausible de esta in- cién. El sietvo y el villano eran bautizados al igual entre la desaparicin de Ia produecién de Be ea sceston del otbsjo iamnaoryk die de la esclavitud. No debe extrafiar, por lo tant haya albergado un concepto de trabajo 1s peyorative que el de la Antigiiedad clisica, eto a jerarquias propias de una sociedad estamen ida en sefiores y siervos. El desarrollo econdmico del feudalismo europeo co- enzé con un regreso ala agriculeura campesina en pe- iia excala y a la produccién de artesanos indepen- ido de un cambio en el método de grandes propiedades de tierras en En lugar de trabajar sus tierras Jos terratenientes arrenda- 0 y, la vez, encargarse del cultivo de los domi te. La defensa de los dominios del propi EE: vals formacin de una casta de colonos militares -n posefan privilegios sobre los otros inquilinos, rene _ igaciones adicionales. En el jel arrendatario libre fue adscrito a la tierra, “y asi wa-Rethel, Allred, Intelectnal and manual labour, Critics Martin Hopenhayn ez6 un nuevo sistema de cautiverio que con el tiempo reemplaz6 eficazmente a la esclavitud antigua’ Los pequefios productores —pequefios propietarios— contaban, a diferencia de los esclavos de otro: ta porcin de 1y6 a incrementar la capacidad productiva mediante el aprovechamiento masivo de la energia natural del agua, el viento y las bestas de carga. El crecimiento ge- s de las que disponian cam- ppesinos y artesanos individuales, entre los siglos IX y XIII, dio origen a un cambio en el modo feudal de produccién ¥ explotaci6n.* La apropiacién de excedentes, a la vez que snriquecta al sefior feudal, otorgaba mayor movilided y erspectiva al pequetio campesino-artesano, lo cual esti- ‘mulé la formacién de pequefias ciudades o burgos donde se intercambiaban los productos, con la inexorable activa cién monetaria que acompaiia al comercio. En los dos si- glos siguientes, la presién por superar las limitaciones del feudalismo condujo a la ruprara del sistema. Esta etapa de transicién fue vital para el desarrollo del trabajo, pues condujo ala creacién de gremios corporati- la continuidad entre la familia y la profesién, tales organismos nucleaton a los artesanos en torno de un trabajo considerado socialmente digno, itil a la colectividad y provisto de un valor moral. El miembro de la corporacién era una persona, tanto en el sentido so- cial como en el moral. Junto con estas insticuciones nacian ‘nuevas normas juridicas tendientes a la proteccién del tra- bajador, con la premisa de que el trabajo debia agcuparse en organismos de carécter colectivo. El trabajador era libre 3 Rell, Eric, Hscoria dels doctrinatcy ob. cts pg 37 4. Véase Sohn-Rethel, Allred, Intelecoual. ob. cic, pige 10610, 58 Repensar el trabajo i y en la cual la corporacién a la cual pertenecer ¥ ¢ farrollar su vida de rabsjo, pero al entrar en ella passba formar parte de un cuerpo que se administraba por si smo y aseguraba la disci ese mo- Tbcorporacidn consayé un everpo ineermediaro en $a comunidad familiar y Ia comunidad urbana, donde ssubordinaron los intereses individuales del trabajo al 4 profesional. De este mo- iudad. Esta i in —el gremio— regulé la Mes cnlaciuded Operaba con una ee ara un mercado pequefio y : Fe Bscea cb cresacisn de ls novedades wisp Fei ‘a siglo XT, comenz6 2 desmoronarse la |, basada en un sistema rigido y en una eco- nomfa cerrada donde el sefior feudal tenia extensos dere~ os sobrela persona ya actividad de los ervos Certo es shasta entonces el régimen feudal le garantizaba al cam- sino una porcidn de tierra que poseia hereditariamente y idad y de ganancia que le permitia una gti las sobrias costumbres de la ; pero lairrupeién dela riqueza mueble y dela pro- ci6n artesanal, junto con su instirucionalizaci6n en cor- pracones, permit abrir en mayor easy a ener i sen ymiit Sporn un nas vd devia dele tabjdores nero gané mayor peso que la tera gracias as ddades comerciales y financieras de los burgos, y esto ocasio~ un deterioro de la vida de los siervos, pues el propietario ia aumentar ss rns yexigi mis os wabaadores En ls primers mitad del siglo XI, la mayor parte de os teampesinos compré al sefor su libertad. En esa transicin, trabsjo dio unimportant pss hacia uemancipsiés, y fa mentalidad colectiva de la époce, emanada de las corpo Martin Hopenhaya riciones y del sentido cristiano, valora moralmente lz vida econémica y “alimenta una hostilidad para toda renta que ‘no esté justificada por una labor personal” * De modo que en el curso de la Edad Media el mayor hito fue, desde el punto de vista del desarrollo del trabajo, la formacién de gremios corporativos. Algunas crénicas alu- den al gremio de tejedores en Maguncia, en 1099; al de mer- caderes de pescado en Worms, en 1106; al de zapateros en ‘Wurzburg, en 1128+ Durante largo tiempo, los gremios tu- vieron calidad corporativa y sus decisiones eran tomadas como parte de la ley; poseian bienes y derechos sobre los bienes de los miembros que morian sin testar, actuaban co- mo mediadores en las disputas, trataban los problemas de horas de trabajo, salarios, calidad, aprendizaje, admisiGn en el gremio y en el oficio y “reglamentaban muchas de las cosas que son parte necesaria de cualquier comercio suje- to a.un mercado cambiante”,’ Aleanzaron tal poder que, después de 1384, los treinta y dos gremios de oficios en Licja dominaron la ciudad, “y los derechos politicos eran disfratados sélo por aquellos que estaban inscritos en sus roles”. Estos gremios trataron de controlar la oferta en el trabajo: definian los requisitos de ingreso en el oficio, bus- ccaban la igualdad para todos sus miembros y se protegian de la competencia desleal, lo cual muchas veces también dos levé a crear verdaderos monopolios, como el de la fa- bricacién de telas en Gante desde 1314, Tanto el gremio como la aldea feudal desempedaban un papel protector, pues el trabajador podia cobijarse alli 5. Lagos Saws, Go, ET protons bres dl wae, Roni Juridica de Chile, Santiago, 1950, pig. 60. ° 4. Véase Tannenbaum, Frank, Foie de al co, = sje, Del Pactico, Sanisgo, 48. idem, pig, 22 Repensar el trabajo su vida y sentirse parte orgénica de una com ia a una sociedad integrada de trabaj mas extensos, elevaba su dignidad y la aloracién individual daba sentido su existencia pro- iva, El trabajo adquiria sentido en un marco que lo fa, pues el gremio o el feudo, a la vez que centros irabajo, eran comunidades e instituciones que agrupa- ‘asus miembros dentro y fuera de la actividad laboral damente tal, A diferencia del anonimato del obrero de ciedad industrial, el siervo y el artesano de la Edad M fe sentian reconocidos en su comunidad y podian pal con las manos el fruto de su actividad, Su organizacién trabajo —agricola o artesanal—no sélo era su territo- seguro, sino también un marco estable y delimitado fe sabian a qué atenerse y ser‘an valorados con la vara su oficio. oe Si los gremios constitu‘an unidades monopélicas en interior se daban lazos y jerarquias inquebrancables, i estos gremios operaban en una sociedad dividida en imentos sociales, cSmo se mantenia la cohesién de la edad? Ante todo, porque en la cosmovisién de la épo sa divisi6n era considerada parte de un orden natural individuo cumplia actividades s conformea rango ena escala social, El lugar del individuo en la so tiedad, con sus deberes y derechos, se definia de acuerdo leon las prescripciones politicas de su estado. Pero esa de- sigualdad intrinseca era compensada por el mayor el peso de valores morales y sociales, tales como Is fidelidad al grupo de pertenencia, la lealtad ala profesién y al gremio, y la subordinacién a los mandatos de la Ig ‘Apoyada en la idea de que los hombres son, en su vi- da tezrenal, intrinsecamente desiguales, esta divisién mi- inuciosa de clases y rangos deber‘a implicar, como para griegos y romanos, un concepto peyorativo del trabajo, y Martin Hopenhayn sobre todo del trabajo manual, Pero, en este aspecto, la Edad Media introduce una ambivalencia distinta de la de hebreos y cristianos. Por un lado, existia en el medioevo tuna mayor valoracién de las ac especial de les contemplativas, y un matiz de desprecio ante las Iabores manuales, Pero por otro lado, y como ya se ha sugerido, en el interior de los gremios la valoraciG del artesano fue muy distinta, porque se lo concibid co- mo parte orginica y medular de una organizacién colec- tiva que otorga pleno sentido a lo que hace El trabajo en Ia patristica y la escoldstica Nos detendremos ahora a examinar el concepto de tra- bajo forjado en la reflexin intelectual de la época, donde el pensamiento se desarroll6 bajo la égida de la patristic y [a escoléstica cristianas. El examen de esta reflexion nos muestra que el pensamiento especulativo no escapé, a lo largo de la época, de las ambivalencias latentes en la con- cepcién practica del trabajo. La condena moral del cristianismo a la explotacién econémica se circunscribié a un plano general, y a veces vago, donde el retraimiento ascético, como en el caso de San Agustin, descuids la necesidad de reformas sociales especto dea esclavitud. Pero esto no significa que la pa- tristica cristiana haya legitimado el esclavismo y conser- vado los patrones de desvalorizacién del trabajo vigente en la Antigiedad clisica. Herederos del mensaje evangé- lico, los Padres de la Iglesia afirmaron que el trabajo es deber natural del hombre, San Juan Crisdstomo alent6 a sus seguidores a rechazar los bienes adqu justo, haciendo hincapié en que la adq 62 Repensar el trabajo Tor bienes sino ante rodo pret: catidad con los po ..No hacerlo, deci, constituye un robo. ce “Agustin recordaba el ejemplo de San Pablo, quien ‘consagr6 sus horas al trabajo manual, predicando él mis- mo el sentido del trabajo como medio para la construe- vie, ademés de la funcién ca Osc cel rabuo, En genenl, Sen Agena fue hse conservé en gran medida el dualis- Be capes hace srpetar quedrrlcet bajo. material Be feo con la posiciéa crsiana cuando sostuvo que el ampesino y no, al cumplir sus Inbores producti- vas, tienen el alma libre, de modo que es perfectamente mpatible pensar en Dios y a l vez trabajar. De ali que no perdi, para San Agustin, la dignidad que st habia perdido en Platén, Una vide moral no exige pres- sino desarrolar la capacidad para in- Adelante volveremos sobre el ca jo contemporéneo. En todo eso tanto Bagels oem el erquems dua Martin Hopenhayn A partir del siglo IV se expandis el monaquismo, que contemplaba el trabajo como deber. San Agustin sostuvo incluso que el trabsjo solo es obligatorio para los monjes, y suministra los bienes necesarios para mantener el monaste. Flo, ala vez.que fomenta el amor fraternal y cura el cuerpo y el alma de los placeres del mal, San Benito de Nursia agregs que el trabajo es, ademés, instrumento de perfec ion. “Trabaja, y no desesperes”, decia San Benito, y en los monasterios benedictinos los monjes alternaban trabajo y oracién. Pero en ningtin momento el trabajo abandona su categoria de instrumento para un fin que lo trasciende: la purificacién, la caridad, la expiacién, Los franciscanos consideraron que los frailes debfan vivir del propio trabajo, La orden franciscana no era men- dicante en sentido estricto, sino trabajadora y de pobreza, Condenaba la propiedad inmueble y de dinero, pero no asi la de herramientas de trabajo. Limitd la apropiacién « los frutos del trabajo y Io necesario para trabajar, dejan- do la mendicidad como recurso timo, ¢ insert6 un ele- mento sin precedentes: el sentido de alegeia que lo acom- alla, dado que el wabajo ha de emprenderse por l g y gracia de Dios. Esta conciliacién del “sudor de tu fren- te” con “la alegria de tu coraz6n” otorgé al trabajo una connotacién dis El alegre sentimiento franciscano estd bastante alejado del carécter expiatorio que antes se habia dado al trabajo; al convertirse en una actividad que genera alegria, resulta impensable como castigo. Pero su caricter “alegre” no lo convirtid en un fin en si mismo; porque en ese caso ha- bia sido un desafio a Dios y no un servicio, La alegria no nace de la actividad misma, como puede ser el caso del juego, sino de su finalidad, la de servir a Dios del mejor de los modos posibles. Desde esta finalidad, la a Proyecta hacia la actividad que la hace posible, 64 Repensar el trabajo abajo fuese el Ja esencia de éste radicari - ee Agustin, en a autoadoracién yen leer de eg Go gue no ere de voma lo ft 2 come fin ens mism Bee veal de profesionesexablecida por Santo mas, el trabajo agricola yarcesunal aparece por ence comerciz Ja usura es condenada con el aie zl ue el interés noes represenativo de crabajo de he c. E| trabajo, en Ja concepcién tomista, €s a : ign sélo en tanto es necesurio para subsistenia dividuo y del grupo al que pertenece. Quien puede vic sin trabajar no tiene ningin imperativo moral q sce a hacerlo: mejor para él si dedica s sont contemplar a Dir, sctvdad de mayor rang Ele te orl del uabao reside en qu eur debe por rombre preservar su vida, y sélo como medio para el i ricter de imperativo. 7 De sane Tom rependjadn dis pi ial y trabajo manu: ae eS into primero los ha- ice auténomos y dignos, y pueden volverse hacia Dios sin tice jedio para un culos. Los bienes exteriores son un mi estos escribe en la Summa Theologica, y por ‘iempo a orar de ese fin”. Todo bien material es un bien relativo, en tan- to subordinado al bien absoluto. Bl tral lo produce i vos, pero en la medida en que asegura la sub- bienes relativos, pero en —— yhuto. Asi rienes rem cons lera- footers mdi vad de au cena ace io més o menos bueno. La regs mors de as fistaccign de las necesidades no contradce a la ley dela adquisicién. La posicién de Santo Tomés difiere aqui sus- Martin Hopenhayn tancialmente de la de sus antecesores, y no es de extra‘ian, ues necesitaba adecuar el dogma a los cambios sociales de los siglos XII y XIII, donde el desarrollo del comer- cio y de ia propiedad ya ocupaban un lugar prominente en la vida social. En contraste con lo anterior, el propio Santo Tomés considers el trabajo como una ley natural y, por ende, ge- nérica: todos cuantos posean naturaleza humana se rigen por esta ley, El trabajo es actividad mediante la cual el hombre actualiza potencias mentales y fisicas. Johannes Hiaessle sefiala que Santo Tomas define la vida “como el dinamismo segsin el cual el hombre despliega la mayor su- ma de voluntad operante”."* Condena la acedia, la pereza, a saber, la ausencia de tensidn interior que hastia al hombre de la actividad espiritual y que nace del miedo al esfuerzo corporal. Como toda actividad econdmica, el trabajo debe promover la actividad més fecunda, preservando al hombre tanto de la acedia como de la actividad sin freno que pueda sustraerse de toda regulacién superior. Trabajar es, en esta erspectiva tomista, actualizarse, vivir en acto: obrat es el medio de Hegar a ser un reflejo de la actividad absoluta. Para Santo Tomés, Dios es sélo la causa absolutamente Primera a la que todo debe su existencia, y el obrero, por analogia, es case segunda, también eficiente, pues procu- +a dat a otros objetos mis realidad y perfeccién, ponien- do en ellos el sello de su fuerza y pensamiento. Siendo causa relativa, quien trabaja es también reflejo de la causa absoluta. Asi, “entre todas las formas con que la criatura humana intenta realizar la semejanza divina, no hay otra de relieve més destacado que la de trabajar, es decir, ser en el mundo causa de nuevos efectos”;" y en Summa contra 10 Haessle, Johannes, £1 trabajo y la moral (tradvecion: A, Grachani), eselé, Buenos Aires, 1944, pig. 52, Repensarel trabajo , Santo Tomés preguntaba si hay sobre la Tierra al- ivino que colaborar con Dios. Tal como Di ‘capacidad de imprimir su bondad en sus criaturas, tienen el don de comunicar en sus productos sus po- des. . at al ser humano como causa segunda shi en i el concepto de tral nuevas perspectivas para ; contrast con la sfirmacicn de Santo Tomé segin ual el trabajo sélo tiene sentido en tanto asegura el nplimiento del imperativo divino de procurarse la vi- Cabria dist gu el sentido nme del abs: (proporcionar al hombre lo que es necesatio para el tenimiento de su vida) de un sentido mediato: en segunda, el hombre se actualiza como imagen Dios, imprimiendo su ereatvided a lo que produce. La incorporacién de nociones como actualizacién de lidadesy destrolo del sujeto fue decisiva en el zrollo del concepto de trabajo, y con frecuencia se la buye al humanismo posterior. Pero, como hemos vis- 9, Santo Tomés ya habia invuido ese matiz al concebir al pire como cena segunda yal define la activided uma tna como esencialmente “fabricante”, creadora y transfor- ho y marxista, Las moti tas, pues mientras Hegel y Marx nel fururo, a Santo Tomds les te capital comercial, y re Jode artesanos y campesinos. Por oto ado, al poner la Fh Sine Toms Gado pork a colgl del bso desrollad nc medi penis ner ore ao pa Tite arvencic dal bore como co-erenr, capa de co 67 ‘Martin Hopenhayn fujind concen "1 la actividad mondstica en la ei @ pirdmide, mantenia las nly taisionales desu epoca, J#908 wgentes No obstante valorar genéricamente el erabajo como ara alcanzar la perfeccién, Santo Tomés com, rarguizacin plat6nica, pues consideraba que el ectual era superior al manual. Postulé que la diversidad de oficios no es arbitraria, sino obra de la Pro. videncia, que se encarga de que nada falte x ls coms Por Dios, para expres quiso dar ala sociedad”? Com ell : -? Con ello, el trabajo pro tendria como funcién central servir al bigs ore ara los escolésticos estaba siempre por sobreai tee ee cular, pues hace viable la fraterniced cones Pia de la doctrina cristiana, ms Otro aporte relevante de S, ot anto Tomés fue su inter- Pretacin del contrato de trabajo, Elempleador leo smpleedo una suma de dinero a cambio de naan cin que ex imo se compromete «pogo ero Fe gimPleado no se vende a simismo, ni su cuerpo nica : pues es0 hatia, de un sujeto, un objero tomy bie To que para Sanco Tomas estévedado por ee 2a Thmpoto se vende aaa de abso del mpl realmente inseparable del ho i trabajo no es una mercancia. De ah arenes ie Johannes, El tabsjo- ob ce, pl, 135, el cardcter orginico que Dios 68 Repensar el trabajo icos consideren el contrato de trabajo como un endo”." El obrero, duefio de si mismo, arrienda sus jcios mediante el contrato de trabajo; asi, no enajena tu trabajo ni se separa de él, y en ningtin momento deja de pertenecerle, Sin embargo, el arrendamiento de servi- clos, al entrar en la misma categoria del arrendamiento de ‘cualquier bien mueble, supone una cosificacién de aque- Ilo que se alquila. En cuanto al precio de este alquiles, es decis, el salario que debe recibir el obrero por su trabajo, Santo Tomés lo considers bajo dos aspectas, el de la y elde su fin natural. El justo precio puede variar segin el aspecto que se considera. Desde la perspectiva del fin na- tural, el trabajo es el medio dado al hombre para conser- varse y desarrollarse, y su justo precio es aquel que le ‘permite hacerlo; es ée el minimo salario concebible. Pe- to desde la perspectiva de la utilidad, el justo precio varia segin el rendimiento productivo del tra mo salario no puede nunca superar su utilidad, pues en- tonces se violarfa la ley del precio justo. Manteniendo la relacién salario-productividad (en el sentido econémico del término), Santo Toms ratificé el principio de desi- gualdad intrinseca entre los hombres en el rial, y la estratificacién social de la fuerza de trabajo que- darfa explicada y justificada por este mecanismo. Para ello, Santo Tomas se apoya en la Escritura: “Cada uno, dice Corinth, 3, 8, recibird su recompensa proporciona- daa su trabajo”. La utilidad del erabajo, afirma Santo To- mis, tiene a su vez dos aspectos: una utilidad objetiva y tun valor social de esa utilidad, y segiin cémo varien estos dos elementos podré variar el salario. De este modo, ad- mitié que el salario estaba sujeto no sdlo a la productivi- Mark Hopeshaya ag tes Quien lo rece, sino también a los vaivenes del prado, No de extraiiar que Santo Tomis haya incor- prado esta variante en momentos en que a expansién de los mezcados cambiaba el rostro de la economia de Ei Ps. La resistencia al comercio y a la usura no pudo dursy mucho, pues la presion de la creciente actividad econe. mica terminaria por ablandar ee ra po ablandar Ia rigidez, doctrinaria de la 70 Ty | Mercantilismo y bumanismo en el concepto renacentista del trabajo La ética mercantil el régimen feudal y Ia asociacién gremial fueron las instituciones que regian al trabajo en el Medioevo, en el la actividad econdmica dominante fue, sin duuéa, el mercantilismo. La préctica comercial y moneta- incipiente desarrolio se hizo manifiesto en los de la Edad Media, se conv: ‘mo comercial durante los siglos XV y XVI. La reticencia eclesidstica a la acumulacién mediante este tipo de activi- dades econémicas se vio obligada a menguar para no oponer fa Iglesia « los incereses emergentes. 1La primera concesi6n eclesidstica ala nueva modalidad fae la doctrina del damnum emergens, que autorizaba el cobro de intereses cuando ocurr'a una dilacién o retraso en el pago de un préstamo. En semejantes circunstancias, el prestamista cobraba una mua por mora, Otra conce- sién fue el reconocimiento de que el prestamista mereci tuna compensaci6n especial por el riesgo a que se expo! Finalmente, la prohibicién del interés cayé en desuso. Esto no significa que mercaderes y eclesidsticos hayan Martin Hopeabayn Repensar el trabajo compartido ls misma ética, pues es en este punto donde hallamos valores irreconciliables. Como seZala Gérard Mairet, “el problema ético es la antinomia entre el fin y los medios; la ética del burgués mercantiista, que se de. sarrolla en el siglo XIII al XV, no es ajena a ello ideologia moral del negocio puede resumirse Justifica los medios, y el fin es la ganancia [..) la mercantil consiste en moralizar la ganancia, en conside, rarla un instrumento de progreso, y al cambio como el instrumento més seguro de la civilizacién”.' Mercaderes y bangueros hacen del comercio una victud; del dinero, una religién profana. Segiin Mairet, esta forma de valorac +a sabido imponerse hasta nuestros dias, El mercantilismo generé, al desplegarse, una moral muy distinta de la sustentada por el clero. Convistid los antiguos medios en fines en sf mismos, pero no por eso desprovistos de valor éxico. El progreso econdinrco ¥ la conquista de riquezas constituyeron genuinos va, lores morales para el comerciante incipiente de siglo XIV. Este cambio de moral no implicé una renuncis ¢ |h valorizacién gue los escolisticos habfan hecho del trabajo, sino més bien una transmutacién laica de esa posee valor, La existencia del mercader como institucién social se«- fanas en el siglo XIII, cuando las ferias campestres se constituyeron en mercado permanente de Europa. Ea sus origenes, el mercader era un errante incansable movi do por el interés de beneticios y ganancias. La mentalidad ‘mercantl se forj6 recién en los dos siglos posteriores, a me. dda que los comercianes se sedentatizaron. Desde muy | Maire Gerard, "Ctique marchande”, en Hae dos ‘te por Frangois Chitelet. Editions del Hachewe, Ps 72 i — ieron vi re los mercaderes fe- blecieron vinculos entr : fants ye podee polcco, La toleracia ye apoyo del pe der se cxprené en exencion de impuestos, administra én de fers, protesién de mercaderes, polis comerih excétera. Todo ello coniribuyé al éxito de los interca bios y al desarrollo de los mercados. Al mismo S iGrmé el poder politico del comercans,Pueno a dad, su ideologis es una ideo- Digicel vir ool who er doe han “ de una civilizacién rural a una dido destacar que “el pa liza ral ana jue caracterizs el conjunto del mu desion siglos XV y XVI es, en gran parte, la obra del burgués cambista” EI cambio comerciante, ascenso politico de la clase comerei con la imposicién de su priction de Tor negeios acabé por arbuirle una dimension moral I actividad Iuer- va, E]comerio fue visto como wn winculo de soiahi- lidad general, y el buen funcionamiento del in ° Beasicieen ; tal como lo entendid mbio mer~ ua: es el mercado y el interca lo ees al abajo su sentido y su marco ica rencia.Ovintado hacia a produccin mercent el a bajo se inters ena vida soil sents definitvames ciudades. Bl auge de le vida ciudadana c én moral del bene! con la consideracién mor sia ‘a, en esta vida de mercados, Elamo Marsio de Padua, en El defor de a paz s0s- 10 que “la ciudad esté determinada en funcién dela vi- day de la vida buena como su fin”. Est “vida buena ne ts sino la vida socal de libre cambio y una buena circu mereancfas. “ Pies practica el nuevo eriterio, maximizando el 2 Thidem, pig. 214 Martin Hopenhayn, dimiento y diversificando la produccidn, levaria inexora- blemente a dividir el trabajo y atomizar a los attessnos Marsilio de Padua justifics esta divisidn: “como las cosas Recesarias para quienes quieren vivir comodamente son diversas y no pueden conseguirse por hombres de un se. lo oficio, han sido necesarios diversos 6rdenes de hom. bres w oficios para este imercambio [..] Estos diverses <6rdenes de hom! icios no son sino las partes de la es decir, la vida conjunta de iedad, tiene por objeto procucarse las co- sas necesarias e intercambiarlas mutuamente. Nada ilus. tra mejor el optimismo los sighos XIV y no de esta func nestar de la comunidad, Pero en esta valoracién del tra bajo como aporte ala comunidad, los comerciantesy los cambistas se Ievaron la mejor tajada, tanto en revsibu, cidn econémica como en dignidad y estatus politico, La fa exalté Ja practica mercantil como la de mayor utilidad social De esta forma, el mercader desplaz6 al clérigo. ¥ el dinero, como finalidad, reemplaz6 a la santidad. El abs jo intelectual se hizo extensivo a la actividad econdmaiea leer, escribir y caleular fueron requisitos ineludibles de le Vida comercial. ¥ es “el cdleulo, mis tal vez que la racio nalidad deductiva, lo que domina moralizacién del intercambio “dignifica los saberes des. tinados a aprovechar! Si el mercantilismo fue el puente tendido entre la Bdad Media y el Renacimiento, diversos factores contr buyeron a dejar atrés el mundo medieval. La formacién de Estados nacionales, destinados a romper con los estre, 3. Citado por Mairet, Gérard, “LEthique. pig. 226 ob ee pg 2, Repensar el trabajo os nites del feud y con el poder universal de ia, estimul6 el apetito de riqueza y de crecimien Te ics cede lor conBlcnosincenos del ato. fidad doce n del individualismo? y del ftico, Hevaron smo pragmético, Jos problemas sociales 2 un terreno secular que les daba mayor movildad. La revolucin en la enica ée cutive tercola destruyé ls bases de la economi feudal eo Yocando i sbrepoblacéa rural ns conmacin ees iente de los tibutos feudales, el aumento de de los sehores feudales y su necesidad de recurs al co- Inercio y 2 nuevos métodos agricolas par sri le id suscicado por los descu- ce eee lbaicinn 4: Goa or unade mereno, lo qu preipit elprosesa de cers: mento de terre, fendmeno cuyo objeto era dar may asos, [a agricultura bles en pastizales. En ambos casos, Be seconvré enapendie los mercado: ampli, ye a en I estructura productive expulsé mano de ‘obra de las zonas rurales convirtiéndola en ¢jército de re- bajo en las ciudades. . Fs er .cién comercial no tardé en cambiar la or- a rrabajo, én de la produceién y elu Mconvind’. en capitalista al contratar el trabajo = lizado 9 pequefon productores La subordinacién de la ag Enleura'y de ls produccin artesanal al comercio —y pacog asco ri Soe caren qos nopn con coms Sele: avn ba posi bce del ° TiS hdntmce”Gten Joes "Te poten fe SESE es Men nde esti Bos, Naor Wo 195, pi sic, Historia de las docrinas econdmicas, ob cit, i, 50. Martin Hopeshayn !ucro como finalided tltima—miné los valores que man- tenfan la cohesidn en el feudo del campo y en el gremio dela ciudad. El sentido unitario y solidario que caracte. rizaba el trabajo de la Edad Media, asi como sus ideales autirquicos de autoabastecimiento, se vieron rebasados Por Ia expansign geogeifica del intercambio comercial y de la actividad cambiaria. Si bien los comerciantes tam. bién se asociaban y constituian monopolios como lo has cfan los gremios, carecian de ese sentido de familia o de “nueva familia” que era el gremio corporativo, donde el artesano sentia su vida cobijada y justificada por un of- cio. El comerciante no era lo suficientemente sedentario ara crear colectividades semejantes, ni estaba asociado al dominio de una técnica a aprender de un maestzo, ni for- maba parte de un proceso productivo en sentido estricto, Por lo mismo, carecfa de ataduras que limitaran su sed de lucro con principios de lealtad al grupo o de recon miento de jerarquias. Este desprendimiento le permitié hacer de la utilidad, una ética, La mistificacién del dinero, o del oro mismo, Ilevs a Col6n a escribir con entusiasmo: “El oro es una cosa ma. ravillosa. Quien lo posee es duefio de todo lo que desea, Con el oro, hasta pueden llevarse almas al paraiso”. La estima del dinero fue constante entre los mercaderes, que identificaban dinero y capital, De alli su renuencia a aeu- mula bienes y su preferencia por el dinero sonante. Por lo mismo, el mercantilismo como ideologia tendid a sos. hayar el contenido humano y distintivo de cada trabajo Poco interesaria, entonces, el proceso mediante el cual se confeccionan los productos, los valores éticos que acom~ Palian la produccién organizada, el esfuerzo creador y la inventiva técnica del artifice. La circulacién monetaria en grandes proporciones hizo del trabajo una actividad cu. yo valor lo deciden los mercados. 76 Repenserel trabajo La cosmovisién humanista BI orien del cpialismo fue tmbidn od I sons deraciGn abstract dl eabso como un vals de cambio ence oto, Pero en el Renacimiento Ia exaacién bs marist también clv6 el eabsjo al rango de setividad creador, El humanism del Renacimiento, que se or gine en una reinterprecscin de los valores grevorroms nos para oponeros a a doctrina eceséeca medieval destaé como valores supremos del hombre razdn y Ia volta, El hombre e oluncad raciona, caps de conocer y dominar Ia nares. Ls ide eins del serio sobre Ta testa reapareceris en ef humanismo on una connotacén antropocéntrcs individualist, Lo que aqui se exalabs er cl serio hnmano sobre mundo; y sel hombre len cuanto ovement die fa sus fines, i € modells cons y sv orden, «domi na la naturaleza y el destino, es ibe y responsable p Conocer year y cambin para eeabjo, Asi, en la nocién de “voluntad racional a e el pensar y el haces, al como ibn unidos enc comer- Giant A diferencia de ls grigos, los hombres del Rens Cinna union concimiento sensi al pees miento téenico,y nada lo expresa mejor que las de Leonardo da Vinci “El hombre eoj0 ‘bier sabeel mundo; no solo abraa y lo mide, no Slows de ly Io goza, sino que sabe vecelo yo domi”. Ena uo- sel renacensa Tommaso Campinel une por fin Pe icjolaataliy estaja intelecrul. La mara cnc ; la naturaleza, que desde Copécnco, Galileo, Bacon y ep searon secaroale cota del esa pox sitive mé¢ ), nutre y se nutre a weenica; thduce a metic aplcacion de prindpos medics y al uso de herramientas, sino que se convierte en inves 7 Martin Hopenhayn tigaci6n de esos mismos principios, en busqueda de ma- yor bienestar y dominio. Los siete mil esbozos téchicos de Leonardo, su concepcién de puentes transportables, bombas de succién, caones de treinta y tres disparos, es. poletas graduadas de tiempo, granadas de mano, bombas de gas, aviones, paracaidas, submarinos, pasos sobre y bajo nivel, excétera, som algo més que la rekné de los grie- tt oelan mechnie de ios oman 2 teorla heliocéntrica de Copérnico, el conce de infinito en Giordano Bruno, la atts del fmoviittat to de Galileo y la filosofia de las ciencias de Francis Bacon ensancharon la visién del cosmos, echaron por tierra las limizaciones doctrinarias impuestas por el Dogma de la Iglesia y le proporcionaron al ser htimano una ilimitada confianza en sus capacidades de conocimiento y de domi tio del mundo. La méxima de Bacon, “saber es poder”, lo dice todo. Y no escapaba a Bacon la justificacién moral: el hombre, afirmé, ha perdido por el pecado original el po- der sobre la naturaleza; nosotros debemos ahora recupe- rarlo por la “gran renovacién”, Esta renovaciGn es aian- 2a de ciencia, técnica y trabajo humano. __ Del mismo modo que raz6n y voluntad, saber y podes siencia y técnica iban unidos en el modelo renacentista, ara Campanella, en su ut6pica “ciudad solar”, saber y trabajo formaban émbitos inseparables. En esta sociedad {deal no habia divorcio entre el trabajo manval y el inte- lectual, y se rataba de adapear la clase de trabajo a la ca acidad de cada eual. “Ninguno entre los solares, dice Campanella, tiene como vileza servir en la mesa [..] cuando alguien es ilamado para cualquier trabajo lo hace gomo cost hones, y no dene esclavos, porgue se stan a si mismos, un se sobran”’ ¥ en la reptblica so- id por Baal, eli, Ff a ab waco ‘0B de Tj), Reta de Destcho Prva, Mand 385 pp 9 78 Repensar el trabajo lar de Campanella, dado que todos trabajan, son mucho mis cortas las jornadas laborales de cada uno y deja a to- dos tiempo para la actividad espiritual e intelectual, el goce de la vida y el descanso. Como Giordano Bruno, ‘Campanella valoraba el reposo y la quietud que el traba- jo era capaz de generar y, de paso, valoraba el trabajo que lo generaba. Bruno exaltaba el ocio en tanto conse- ceuencia del trabajo, y exaltaba el trabajo en tanto genera reposo y quietud; Campanella exaltaba la compensacién fisica y psicol6gica por el esfuerzo del trabajo: tiempo pa- ra descansat, pensar, contemplar y gozar. “Entre los sola- res”, dice Campanella, “repartiéndose a todos los oficios yllas artes y las obras, nos toca fatigar cuatro horas para cada uno; si bien todo el resto es aprender gozando, dis- frurando, leyendo, enseiiando, caminando y siempre con placer”. La pena del trabajo se soportaba por la satisfacci6n de hacer un servicio colectivo. Lo mismo sostenia el comer- clante respecto de su actividad: contribuye a incrementar la riqueza de la ciudad. La utopia de Campanella co: naba, de rara manera, el optimismo pecuniario y social de los burgueses, el sentimiento corporativo del artesano medieval y el carécter constructivo del ocio en Platén. No obstante, ni su ciudad solar ni la Utopia de Tomés Moro fueron proyecciones mistificadas del mercantilis- ‘mo, sino por el contrario, reacciones criticas de pensado- es cristianos que, temerosos de la atomizacién social que podia desencadenar el capitalismo comercial, reivindica- ton, mediante el ejercicio utépico, el concepto cristiano de la comunidad ongénica, Si el mundo corporativo de los gremios medievales contenia un sistema de regulacién de precios y una es- tructura monopélica, era para evitar la competencia que cl capitalismo manufacturero no tardarfa en convertir en Martin Hopenhayn ley. Siel precio de la seguridad del trabajador del medio. vo era renunciar a parte de su libertad, el precio de la bertad del trabajador, desde el siglo XVI, seria convivir con Ia inseguridad en su trabsjo, siempre minado por los vaivenes en los mercados. El espiritu individualista de la nueva burguesia acabo con el espiritu corporativo medieval. El trabajador asa- lariado, privado de la propiedad de sus instrumentos de produccién, dependeria en adelante de! es presario burgués. A este empresario, “senti elapego di xu suelo y al hogar, o el honor pro- fesional del menestral, le son extraiios, pues sélo cultiva la energia y la disciplina aplicada al trabajo, y se cuida de adaptar muy claramente los medios por conseguir el fin propuesto”* EI nuevo tipo de hombre, el hombre econémico, ca- racterizado por la fuerza motora, expansiva y dominadora del dinero, fue la versién mundana del hombre conoce- dor y dominador de la navuraleza invocado en el émmbito de las ciencias y la filosoffa. En palabras de Alfred von Martin: “El mismo espirita que en lo econémico que- branta el principio medieval que se limita a la satisfaceion directa de la necesidad y lo sustituye por una ac adquisitiva ilimitada, acta en Jo politico, donde un régi- men abierto transforma aquel sistema rigido y preesta- blecido, en el cual el Imperio y el Papado aparecen como focos de una figura eliptica. En el terreno especulativo se manifiesta el mismo proceso, y el pensamiento antes teo- critico, eclesiastico y cohibido, se emancipa en un senti- do puramente individualista y humano, como pensa- miento libre, de individuos que cooperan en un proceso infinito. Ya no se circunscribe la actividad del pensamien- 8. Von Martin, Alfred, Sociologis del Renacimiento (taduccign: Manual Pedroso}, FCE, México, 1946, pig. 23. Repensar el trabajo ser ciertas necesidades espirituales 0 educati- que actian como movidas por una fuerza interna, don- deel producir (producir conocimientos, como el artista produce obras de arte y el capitalista bienes poi 0s) tiene un valor propio, que se aprecia como ol By testimonio de una personalidad creadora. Al intelectual ferno se lo puede caracterizar como empresatio i ei ca”! Lamentalidad de conquista que Maquiavelo concibié como esencia del espititu del principe, del go- bernante, se dio en el plano econémico como conquista de nuevos mercados; en el plano cientifico, como con- quista de conocimientos y de Ia fuerza de la naturaleza; ‘en el plano filosdfico, como exaltacién del hombre ante todas las cosas. Pero junto a esta conmutal lad, de es piritu mercantil y reflexi6n intelecruel, se registr6 laten- dencia al desprecio mutuo. Boecio miraba con desdén Jos propietarios, pues consideraba que no van més @ de sus intereses materiales, mientras @ los Soe hhabrfan de parecerles ridiculas las “pomposas arengas de humanistas”. . - El paso del capital-tierra al capital-dinero gener6 una nocién nueva del tiempo. La riqueza del suelo tenia un cardcter estatico y extensivo, mientras el dinero debe im- poner un dinamismo intensivo: cuando cesa de moverse, ‘Fibidem, p i jizinga afirma que el Renacimien- tens ig Hao oe ian : Se ee ae yes ce erm rer del Ie al meee ns Das Aloe ied Ch tases co Sameer eee iain caress Nagao onder bisebec ae i Gang an Te pin a jon Ideas, eae Nueva York, 1959, pig, 271). rie dope Toe patsy oes cold cen Iegad imetases de scons pare pode igh 81 Martin Hopenhayn deja de ser un capital. El dinero encarné la concepeién dinémica de Galileo ¢ impuso un ritmo inusitado a la ac- tividad econémica. Con ello, el tiempo se convirtis en valor. Desde el siglo XIV, las campanadas de los relojes marcan el pulso en las ciudades italianas, como para re- cordar que el tiempo es un bien escaso. No sélo se admi~ nistra el dinero, también se hari preciso administrar el tiempo. En una economia natural y de consumo directo, como la de la Edad Media, el tiempo, al igual que los otros bienes, se gasta; en cambio, en una economia don- de el capital dominante es el dinero, el tiempo, més que consumirse, debe ahorrarse. Los alcances culturales y psicolégicos de esta nueva dimensién del tiempo no es al- 0 que corresponda evaluar aqui, pero no esté de mas constatar que el nuevo concepto de tiempo —tiempo que hay que administrar, prever, ahorrar— ha sido en los tl- timos siglos un importante motor de crecimiento econé- mico 2 la vez que un determinante de comportamientos y de formas de organizar la vida personal. La nueva mentalidad que acompafé a la ética mer- cantilista renové también el concepto de virtud que tanto peso filosdfico y politico tuvo en la Antigiiedad clisica, Virtuoso sera ahora el empresario audaz, impetuoso, em. prendedor, embriagado con la soberbia que Ja moral cristiana habia condenado por siglos. El comerciante o financista préspero del Renacimiento se consideraria vir~ tuoso al desatrollar sus actividades y regirse por normas racionales calculables, Para Leon Battista Alberti, mode- lo de hombre renacentista, la prosperidad es la recom- pensa divina por la buena direccién del aegocio, que ha complacido « Dios: “tal es el espicitu religioso del capita- lismo, en el que se admite, manteniéndose en la més pu- ra ortodoxia, una especie de cooperacién entre la grazia y la propia habilidad, y se considera la ‘gracia’ como una 82 Repensar el trabajo crual- raprestacién, a la que se tiene derecho contract: frente por la propia presacién”.” La subordinacién de la religiOn a esta nueva virtud, a esta ética de los negocios, seri mis tarde invertida por Calvino, para quien los ne: gocios son un buen servicio a Dios y no viceversa concepto de virtud entendido como espiritu de empresa colocé en la actividad lucrativa la voluntad de dominio sobre Is naturaleza —voluntad que impregnate eles tu cientifico del Renacimiento—. Y fue un primer pilar ético para el discurso capitalista que definié la modalidad de trabajo en los siglos siguientes. j «Gb In influeneia de las ideas humanists wovo, en smperar esta ética el siglo XVI en Italia, el efecto de atemperar tnereantilista y si bien el burgués de los sighos XIV y XV atenu a fbr actividad maximizadors de beneicos i iguiente, los encantos de la vi- ara compartir, en el siglo siguiente, fa cortesana, el proceso de ruptura con el orden del Me- dioevo fue irreversible. A punto tal, que el protestantis- i encia constituia mo, movimiento popular que en apariencia co: una reaccidn contra la alianza entre la Iglesia y los nuevos agentes econémicos empresatios, terminé por legitimar, en la doctrina calvinista, el espiritu empresarial capitalis- ta. Las connotaciones que habria de adquirir el concepto de trabajo en los idedlogos de la Reforma tornardn a es- te concepto tan ambivalente como el de Santo Toms, pe- ro con earacteristicas totalmente distintas. 10. Tider, pig 36. Vv | Profesin y eficacia del trabajo en la ética protestante Lejos de ser una tendencia modernizadora que acom- ad de la iglesia cat6lica frente al ca- Is Reforma protestante fue mucho Jel capitalisino comercial y de la vida en las cortes rena~ ‘centistes. Con la Reforma protestante, a restriccién moral cable que Calvine sembré en la conciencia de sus seguido- res tuvo por objeto hacer de cada persona un sacerdote mundano, un hombre deteabajo y familia, y la vez un in- dividuo de rigidos prineipios morales cuya transgresién no osaria siquiera plantearse. ‘La Reforma surgié como ur. freno a la laxitud doctri- aria de la fglesia, pero no se constitayé en un obstéculo 1 Wages vespecio Von Marin, Alle Sociologia el Renacimiono (uae dacides Manvel Pedeoss), y Huizinga, Johan, “The problem of the Renar- ‘ance, en Men ad Ideas, Mesdian Books, Nucra Yor 959, Martin Hopenbaya al espiritu econémico y ala acumulacidn de capital. Silas ideologias son ambivalentes en sus nociones del trabajo, ninguna tan ambivalente como la Reforma. A la vez que constituyd un traspié en el camino a la flexibilidad moral (yl autonomia propia de la moral burguesa), fue, por otros aspectos de su contenido, un poderoso fundamen- to doctrinario para el desarrollo del capitalismo? La original forma en que la doctrina de la Reforma compa- giné la subordinacién al mandato divino con la accidn iniciativa personal, opuso a la ética mercantil-burguesa del siglo XV, que tenia la ganancia como finalidad, otra ética que, aunque religiosa, va a valorar aun mas el pro- ceso de acumulacién capitalist. Si, para los burgueses de los siglos XV y XVI, Dios era un aliado estratégico en los negocios pero nunca el fin de éstos, para Calvino es impensable una actividad mundana que no tuviera a Dios como finalidad tim. En las paginas siguientes nos interesa rastrear, con Max Weber, “la influencia de ciertas ideas religiosas en el desarrollo de un espiritu econdmico o el ethos de un sistema econémico en la conexién del espiritu de la moderna vida econémica con la ética racional del pro- testantismo ascético”.’ A partir de esta relacién, podré comprenderse el concepto de trabajo latente en la tra~ dicién del protestantismo y su relacién ambivalente con el concepto tipicamente capitalista de trabajo, en- tendido este dtimo como racionalizacién productiva 0 factor de produccién, Weber insiste en que la Reforma no elimina el con- 2. Vease Weber, Max, Le Gica proieante y el expire del captilmo, donde se muestra entrechaligezén ente los contenidos ideolpicos de a Re- forma y la acurmulacin capitalist, sobre todo hata cl siglo XVIIL El andlisis de Weber seri, en este capitulo, el ee de nuestro derarolo. 3. Weber, Max, The protestant ethic and the spirit of capitalism, George Allen and Unwin Lud, Gran Bret, 1952, pig. 27. 86 Repensar el trabajo trol eclesiéstico sobre la vida diaria, sino que “repudia el control excesivamente blando (...] en favor de una re- gulacidn de toda la conducta que, penetrando en todas lis ramas de la vida privada y publica, fue una carga in- finita..”.* Para comprender cOmo se combinan el asce~ tismo y la piedad eclesiéstica con la patticipacién en la adquisicién capitalista, es decir, para comprender c6mo “un extraordinario sentido de inversién capitalista se combina en las mismas personas y grupos con las for- mas mas intensas de piedad que penetra y domina sus vidas”," seré preciso subrayar algunas caracteristicas doctrinarias subyacentes en el protestantismo, = El principal nexo entre el protestantismo y el espi- ritu del capitalismo lo establece la doctrina calvinista de la predestinacién’ que encarna en la Westminster Confession de 1647 y que marca las confesiones protes- antes: “Para revelar su majestad, Dios por su decreto ha destinado (predestinado) a unos hombres « la vida exerna y sentenciado a otros a la eterna muerte”. Dios «5, alos ojos de Calvino, absoluto poder, y los hombres deben dedicarse por entero a honrarlo. Elegidos 0 con- denados de antemano, todos deben bregar para aumentar Ia gloria de Dios en el mundo, cada cual en su activi- dad, El trabajo social del ealvinista no tiene otra finali- dad que és, y el amor al projimio debe servir para la gloria de Dios, no para la criatura, De alli, el calvinis- mo desprende el imperative de cumplir con las tareas profesionales impuestas por la ley natural. E! trabajo bide, pig 35. 5. Ibidem, fg 2. ‘ so grupo de 6, Seg le doctrna dea predernacién, un pequco grupo ceurcion tes hanes et "cal por racic ll ona de vids itta mienra eto et condenado de aemaao aa muerte ema. No SE fene sa predeanacion nda quel er umano pueda hacer ps ae ‘Martin Hopenhayn profesional’ es un se a é fesional’ ervicio més, y es ambin la “mun- denizacibn” dl servicio eclesistice. El trabajo al ser cio de la utilidad social impersonal tiene para el puritano un crits vino, pues promueve la gloria de Dis, qe joluntad del mistno Dios. Sila racionalidad social es auerda por Dis como pac den cons ari trabajo que opera dentro de it tabsjo gue cpa den de ul racionalidd es sxiio Para el calvinismo, la doctrina di 10, rina de la predestinacién divide alos hombres en elegidos y condenedos,y niegs toda conmaabided entre ambos se nace fisgid ate ciado ala vida eterna o se nace condenado, Pero la docti- na exige, en contrapartida, dos requisitos: 1) que es deber absoluto considerase elegido y_ combatir toda duds, consierda ta como tentcin demons, pe falta le autoconfianza es falta de fe, y por lo mismo, es gracia inprfecs; 2) que recomend, como medio mis propicio para aleanzar esta autoconfianza de ser elegid {tec aace¥ Add lpia Ratalecigeacin eftlshe a la desconfianza de Calvino en toda emocidn y senti- nemo le debia ponerse enevideni "por sus rete los objetivos, afin de suministrar un solido fundamento para la certitdosaluis” y converse asi en una “fe efix cB contre on is ore de aor el servo cai ivo y el aporte ai bien comtin prom liismo, la fe eficaz de Calvino se’ een eee estas individuales, echas paca ratificar al propio eje- cutor. No hay ai eleent solidro alguno : vunque insuficientes para alcanzar Ia bienaventuran- za, las buenas obras, producto del trabajo umano, son 17 Por profesiin exende ol seatid e ‘0 cual trabajo (véase Weber, Max, The protestant,.., ob. cit.) a 8, Weber, Max, The protetanta, ob cit, pig 114. 88 Repensar el trabajo indispensables como signos de gracia. La reslizaciOn de buenas obras permitiria saber si somos elegidos y posee- dores de la gracia, lo que “en la prictica significa que Dios ayuda a quienes se ayudan a si mismos (,~] el ealvic nists oe eres, as, sv propia salvaci6n, o al menos la con- viecién de ello”.’ De este modo, la doctrina de la predes- inaciGn obliga 2 redoblar los esfuerzos en la actividad fgeneradora de “buenas obras”: el trabajo se convierte en |a ratificacién de la propia gracia. ‘Curiosamente, la predestinacién no nos lleva a cru- zarnos de brazos sino, por el contrario, “aun autocontrol jstemitico queen todo momento nos pone ante la inexo- table alternativa: elegidos 0 condenados”.” La maraxén jmpuesta por la necesidad de confirmar, a cada momento, tl rango personal ante la determinacién de Dios, hace de ada hombre no sélo un sacerdote para su propia con- Séencia, sino también un trabajador incansable y munca del wodo satisfecho. Siempre serdn escasas las pruebas que puedan acumularse para compazecer ante el jucio de la propia conciencia, e insuficiente el abajo que pueda rea~ izarse en la produccién y promocién de buenas obras. ‘Los luteranos se opusieron con firmeza a este principio calvinista, pues contrarisba Ja visi6n que ellos tenian del trabajo como remedium peccat Hasta aqui se destaca una valoracién a Ja ver, negati- vay positiva del trabajo en la doctrina calvinista. Negat- Va, porque el trabajo nunca es condiciGn suficiente para ta poresin de la gracias positiva, porque es siempre con disign necesaria para la certeza de ser un elegido. Afios 9: Tbidem, pig. 115. 10, tbidem, pig 105. 11, EL wabsjo como remedinm pecsti equiva as salvaciin por medio elas dovay Pars cavininmo las obra slo basta para sabersesalvado,pe- ona parssabvase Martin Hopenhayn, antes, Lutero le habia asignado al trabajo —remediiun eatin eardcter penal y educacional, a partir de lo cual habia conctuido que todo aquel que pudiese trabajar, deberia hacerlo; para Calvino, el trabajo no redime ni modifica nada, pero es el esfuerzo mis Viable para lograr el éxito y, com ello, la certeza de la gracia, Lutero a né como egoista y carente de efecto humano la vida con- templativa y mongstica que evade los compromisos s0- ciales mundanos; Calvino, si bien extendié el deber el trabajo mundano a toda la comunidad, no lo hiz Facicnrert laleasa humanastinoiiiglaraileDisrteeale alles hal dese age naclligt pels nizada y calculada. Ambos coincidieron en que la final dad dei trabajo no debia ser la ganancia; pero mien ntateyabirans fae cllobjexo daliabe/sles prareaeliee, tento, Calvino sostuvo que su finalidad es generar = més obras y riquezas para la honsa de Dios. “4 Segun Lutero, cada cual debia limitar su actividad boral a ganarse el sustento, y debia hacerlo dentro de k : limites de la profesién para la cual habia nacido. A dife. rencia de Calvino, postulé que cads cual esté destinado a una profesién (un calling o “Ilamado”), es decir, a “pro- fesar” una actividad que le manda la naturalena, Con es. te argumento condené la movilidad ocupacional propia le garde Tearalsresrcemer il ystineresiica ceeds escalar en la jerarquia social mediante el trabajo es, seg itera So ntreains it lay/de\ Dinas Dalat gnaiaicees, cual su lugar, siendo aquel que permanece donde ha sido colocado por Dios el que mejor lo honra. La profesiés segin Lutero era, de esta manera, la forma espectica que cada cual tiene para servir a Dios; le mejor forma es os lizando el trabajo “profesional” con el maimo de per- feccién posible, No hay profesiones més dignas - rte pardl loreal inal eeeeetos Tere ae 90 Repensar el trabajo vyertidoy del cuidado consagrado de ella. El trabajo, Puesy ’ntendido como profesién (como actividad convocada por un llamado divino), sustitaye la vida monéstica. Si por un lado el principio luterano de Ia justficactén por Fnedio de la fe (principio que Calvino rechaza y conside- ta débil) niega toda autoridad religioso-institucional y permite la emancipacién de la vida econSmica entregads 4 sus propias leyes, por otro lado la nocién de profesién, ‘como sinénimo de vocacién o de “llamado”, da al traba- jo un sentido religioso que lo realza moralmente. Tode ‘cupacién pone de relieve nuestra vocacién divina y fun- de asi lo mundano con lo divino. “Tanto Lutero como Calvino rompieron con fa idea medieval de que el ascetismo, cuanto mas integral, més Gebfa apartarse del mundo. Max Weber parafrasea a Se- bastian Frank afirmando que la Reforma convirtié a cada cristiano en monje para toda la vida. A partir de enton- es, el ascetismo mondstico se trasmut6 en rigor profe- sional. Al afirmar que la fe debe comprobarse en la vida profesional, el calvinismo fue aun mis radical que el feranismo y mas stil a la dinimica del capitalismo. Para | puritanismo posterior, sostiene Weber, “la santifiay tién de la vida podfa adoptar un carécter anilogo aun negocio comercial”. ‘Esta metodizacién de la conducta ética fue especica- mente calvinista, Para el calico, la absolucién de la Iglesia fra tuna compensacién por sus pecados e imperfecciones, ¥ también para el protestante luterano la vida estaba compuesta por sucesi6n de pecados, buenas obras, debi- Tidades y méritos. Para el puritanismo calvinista, por el contrario, estas facilidades no debian concederse, y nin- srin buen obrar podia compensar horas de debilidad o Bistraccidn, El Dios calvinista no exigia a sus seguidores bras aisladas o esporddicas, como sucedia con el caolicis- 1 Martin Hopenhayn ‘mo, sino que esperaba de ellos una vida de buenas sin ciclos de pecados, olvidos y arrepentimientos. rion conducta moral de un hombre promedio fue, pues, pri vada de su caracter asistemitico y carente de planifica- cién y sometida a un método consecuente para toda su condveta’." Esta vida organizada constantemente en torno de las buenas obras cambia el “trabajar para vivir” por el “vivir para trabajar”. El control metédico que el puritanismo impuso sobre [a totalidad de la vida del hombre convir- Hale actividad profesional en un nuevo claustro. El tra~ bajo no sélo fue entonces una constriccién vit »ién moral, El imperativo moral de la eficacia lo con- virti6 en un esfuerzo sistemético y racional. Aunque esta concepcién diste mucho de aquella que encontramos en los textos clésicos de la economia, sirvié como funda- mento para una actitud que beneficia el desarrollo capi- talista: la racionalizacién productiva, la activud sistemtica y caleulada, el esfuerzo incesante que hace posible la acu- rmulacién necesaria para el aumento del capital A diferencia del luteranismo, el calvinismo no creia en ls conquista de la gracia mediante el arrepentimiento y exigia a cambio la “racionalizacién sistemitica de la vi- da moral”. Esta racionalizacién de la conducta con fines ultramundanos, concluye Weber, “fue el efecto de la con- cepeién que el protestantismo ascético tuvo de la profe- sidn”. Y el fruto de una vids consagrada a la profesin y a la austeridad, fue la acumulacién invensiva de bienes de capital, de infraestructura productiva, de dinero destina- doa la inversién, El puritanismo posterior a Calvino fue aun més rigu- oso. Reprobé el descanso que facilita la —— ils frute, la sensualidad y ociosidad que hace posibles, El 12, Weber, Max, The provstent., ob city pl 117 92 Repensar el trabajo hombre que quiere cerciorarse de su estado de gracia aqui en la Tierra no puede darse descanso, pues la gloria de Dios se aumenta con obras. Desperdiciar el tiempo en al- go que no contribuye a honrar a Dios —en Ia vida social dl lujo, el enstefo, las vacaciones, el mero ocio— es po- ner en peligro nuestro destino. La concepcién mereantil del tiempo se transmuta en la de “tiempo para salvarse”, conservando su carécter apremiante, su valoracién como un bien escaso y la exigencia de administrarlo maximi- zando su rendimiento: todo tiempo es poco para servir a Dios. Asi, la contemplacién inactiva también carece de valor, ¢ incluso es “censurable si se hace a expensas del trabajo diario de cada cual”, La exaltacién que el ascetismo puritano hizo del tra~ bajo, su valoracidn del tiempo como un bien precioso y la austeridad que prescribié como forma de vida, son valo- res que contribuyeron a estimular la inversién y restringit el consumo y, con ello, fomentar el desarrollo de la eco- ‘noma capitalista en paises como Estados Unidos. La doc- trina de la profesién abogé también por la especializacién y divisién del trabajo y por la organizacién racional y ‘continuada de este slkimo. Weber sefiala que para el pu- ritano la vida que carece de profesién no tiene el carécter met6dico y sistemético que exige la “ascetizacién” de la vida en el mundo, A diferencia de Lutero, para Calvino ‘no importaba que se trocara una profesién por otra; el acatamiento a Dios en lo profesional no implica confor- marse con la profesién que se tiene originalmente, sino trabajar de manera racional en ella. Si uno de los fines que el puritanismo adseribié a la profesién fue el provecho econémico, optar por una profesiin capaz. de aportar mayores utilidades es obrar conforme a la moral. Con la riqueza se honra a Dios y, mientras s6lo se la consagre a 1B. Todo, pig 159. Martin Hopenhayn, : “El ascetismo laico del protestan- : , actuaba con la méxima pujanza re gece despreoeupado de a igueza rire segonsume (-] ea cambio, en sus eeswos psicoldgicos, {astral toda los frenos que la ética tradicional ponia 2 jaaebiasion dl queza,rompia ls cadenas del afén de Itero desde el momento en que no so lo legalizaba, si Bo gu To consideraba como precepto divino: la lucha eas sensualdad y el amor las riqueras no era una Maru lite rcioal, sino conta el uso iraio- __Laparadoja del calvinismo radica en que alien’ fueron eve a ins remuni s fruto de ee esiverzo, Con elo sedaun nuevo usoa le go- anc: tan pronto se adquiere ela reinvierte para incre ‘Remi y asi suesvamente hasta el fin de los tiempos. Eats valoracion dic del “trabajo incesante,comtinuado y Sstemitico" en le profesién, como medio ascitico y co mo somprobacién tangible dela verecidad dela fe fue un ‘magnifico resorte moral paral dfusin dela concepcisn ia implica en lo que Weber llama “espcits de Gpialsme” Para Weber el efecio combinado de a au- {ccontencién frente al consumo y la exakacin del epi- Dee Uses tended como efecto laformacién de cepitl Dado duels uilidades no debfan derrocharse, habia que irlas productivamente, lo que redundarfa en una Permanente reinversién del ahorro en capital smo pate modo, ls conduct racional que el pustans- eo proptls, y que se tradujo en la formacién de eapita- iis fue Js antesala del moderno homo economics, Las idest Puritanas, clo esd facasaron cuando el hombre moderna comprendis las ponbiliades que le ofeia su Propia riquera. En la fantasia popula, el peregrine ast tituido por Robinson Crusoe, el hombre econé- 94 Repensar el trabajo mico independiente que trabaja para sf mismo. De la tra- dicién puritana qued6 la actitud que cristalizé en la ac ‘mulacisn capitalist, pero el Ilamado de la moderna soci dad de consumo —sociedad que el ahorro y Ia inversion hicieron posible— fue disipando gradualmente al fervor ascético y sustituyéndolo por los valores hedonistas que hoy rigen la vida social y econémica de! capitalismo. El calvinismo invita a vivir en el mundo, pero al mis- mo tiempo a negarlo, a trabajar en él y enriquecerse para hacer de la tierra un reflejo de la majestad divina, Este mandato, con su culto al trabajo y ala riqueza, y su des- precio por el descanso y el placer, establece un preceden- tede la modernidad, En qué medida subsiste hasta nues- tros dias esta fiebre de actividad y esta visién peyorativa del ocio, de la distensién y de la recreacién? $i bien son cada vez menos los que asocian el trabajo a la gracia ya 1a predestinacién, son muchos més los que, consciente 0 inconscientemente, asocian el trabajo al bien; e] ocio, a la molicie, y consideran un mal uso del tiempo el que lo consagra a actividades no zentables. Esta mentalidad he- reda tanto la moral calvinista como la ética mercantil. ‘Ambas vertientes ostentan valoraciones diametralmente dopuestas del trabajo (Ia primera lo considera testimonio de la gracia; la segunda, generador de capital), pero con efectos similares en la conciencia: que el tiempo ¢s oro y hay que utilizarlo de manera productiva por medio de ‘una especializacién creciente. Repitiendo a Weber, es dificil medir hasta qué punto el ascetismo laico impuesto por la tradicién calvinista ‘contribuy6 a la formacién de los grandes capitales duran- telos siglos XVII y XVII, llevando el capitalismo a su fa- se industrial. La fundamentacién del esfuerzo sistemético, racional y prolongado en el trabajo, coneebido como parte indiscernible de la racionalidad universal impuesta 95

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