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| , IVONE GEBARA MARIA CLARA L. BINGEMER MARIA, MUJER PROFETICA | Ensayo teoldgico a partir de la mujer y de América Latina EDICIONES PAULINAS CAPITULO 6 ~ MARIA Y LAS MARAVILLAS DE DIOS EN MEDIO DE LOS POBRES Después de recorrer la Sagrada Escritura y la tradicién de la Iglesia en lo que dice respecto a la persona de Maria, buscando los supuestos y los elementos para una teologia mariana mas de acuerdo con nuestro tiempo y con la realidad, en el capitulo an- terior hemos procurado detenernos en algunos aspectos de lo que constituye la relacion profunda que existe entre esta mujer —que la Iglesia venera como Nuestra Sefiora— y el pueblo simple de nuestra tierra, que la mira y la ama como madre querida de infinita ternurd, «vida, dulzura y esperanza nuestra». La teflexién sobre las apariciones, curaciones y milagros, y mas concretamente sobre la aparicion de la Virgen de Guadalupe, «Madre del cielo morena, Sefiora de América Latina», y de la negra Aparecida, en las aguas del rio Paraiba, intentaba mostrar y destacar la importancia que tiene hoy en cualquier reflexién teolégica que se haga en nuestro continente la realidad innegable de la inmensa devocion del pueblo a Maria. Hoy, en América Latina, no se puede hablar de Iglesia de los pobres, de trabajo pastoral entre las clases populares, sin pasar por la figura de esta mujer que llevé en su vientre y dio a luz al libertador de los pobres. No es posible, por tanto, tampoco y mucho menos, hablar de organizacién y lucha por la liberacién que se gesta en América Latina, sin volver los ojos a Maria y ver cual es la palabra que su persona y su misterio dicen hoy en las comunidades y grupos que buscan y viven esa organizacién y esa lucha. ;Cémo ven a Maria, cémo la rezan, qué cantos le canta el pueblo de las CE de base, pueblo oprimido que camina en busca de la tierra prometida y 179 lucha por su liberacion? Y {como esa devocion y piedad marianas vividas en las CEBs pueden iluminar el caminar del pueblo pobre, al mismo tiempo que criticar y purificar los estereotipos impuestos por la devocién mariana tradicional? ! Las CEBs y la devocién a Maria Las CEBs, que crecen cada dia en nuestro pais y en el conti- nente, son sin duda signos de la esperanzadora sonrisa de la Iglesia latinoamericana. Mucho se ha escrito sobre ellas: libros enteros, tesis de doctorado, hasta bibliotecas 7. No es nuestra intencién su- marnos a esa amplia literatura aqui y ahora. Pretendemos mas bien detenernos un poco sobre el hecho eclesiolégico nuevo que repre- sentan las CEBs para la Iglesia del continente y percibir las im- plicaciones que puede tener para la comprensién y la relacion con Maria de este pueblo que se organiza en un modo nuevo de ser Iglesia. Las CEBs son la concrecién de un proyecto de Iglesia, proyecto que hunde sus raices en la palabra de Dios, en la historia y la tradicién, que se va revelando progresivamente, en forma latente, y que con el correr del tiempo va asumiendo formas nuevas, siem- pre originales dentro de su simple realidad cotidiana, formada por personas pobres y que sufren, las cuales se retinen para reflexionar y celebrar su vida y sus luchas a la luz de la palabra de Dios. Por * No pretendemos aqui colocar el pueblo de las CEBs al lado 0 al frente del pueblo sencillo en general; simplemente nos parece que este pueblo que se organiza y constituye, en las CEBs —nuevo modo de ser Iglesia— comienza a vivir un pro- eso original de toma de conciencia de su lugar en el mundo y de su capacidad de lucha. Por lo tanto, su experiencia arroja nuevos elementos que se ofrecen como poderosa matriz para la reflexién teolégica. En relacion con Maria, creemos tam- bien que vale la pena detenerse especificamente en lo que dice la experiencia de las CEBs respecto a su persona y su misterio, a fin de que percibamos la novedad que esto puede entrafiar para nuestra reflexion teologica. 2 Cf A. BARRERIO, Comunidades de base: os pobres evangelizam a Igreja, Ed, Loyola, Séo Paulo, 1978; L. Borr, Eclesiogénesis, Sal Terrae, Santander 1984°; Ib., Iglesia, carisma y poder, Sal Terrae, Santander 1982"; Ip., Y la Iglesia se hizo pueblo, Sal Terrae, Santander 1986; F, L. CouTo TEIXEIRA, A fé na vida, um estudo sobre CEBs no Brasil, tesis de doctorado defendida en diciembre de 1985 en la Univer- sidad Gregoriana de Roma. 180 eso son buena nueva. Maria fue y es también concrecién de un proyecto ocurrido en medio de los pobres. El proyecto de una hu- manidad nueva que va gestando con carifio y paciencia Dios crea- dor, que con el correr de los afios va tomando la forma inusitada y radicalmente nueva de la irrupcién de Dios en la historia hu- mana. Las CEBs surgen en medio de los pobres. A partir de lo que socialmente carece de importancia, de lo despreciado por las mas altas instancias del poder, Dios hace resonar su evangelio de sal- fosé forma una familia digna y sencilla que lucha para vivir con el pan ganado fatigosamente cada dia, en coherente fidelidad con la corriente de los «pobres de Yavé> israclitas. Partiendo de su pobreza e insignificancia —adems de sus virtudes morales y sus cualidades humanas—, Dios planta en ella la semilla de la libe- racién de todo un pueblo y la exalta como «dichosa» ante todas las generaciones. Las CEBs son Iglesia profética que se realiza en medio de los conflictos. Esos pequefios grupos de personas pobres y sin impor- tancia que tienen el evangelio como inspiraci6n, inquietan a los poderosos, son objeto de difamacién y calumnias por parte de mu- chos, blanco de codicia y deseo de manipulacién de otros muchos. En medio de esa trama conflictiva, las CEBs procuran trazar su camino y encontrar siempre de nuevo la plomada de su fidelidad > A ella se aplican los términos «doulos» (Le 1,38.48) y «tapéinosis» (Le 1,48), que significan pobreza, anonimato, sin importancia en la escala social, asi como la condicién de esclavo, el servidor mas humilde. * CEE. LEON, Maria y la Iglesia profética, CEP, Lima 1978, 38 181 Finalmente, las CEBs se caracterizan por ser: — Verdaderas comunidades; con lazos de fraternidad y relacién profunda entre sus miembros. — Eclesiales: su constitucién y vinculacién se hace desde Ia fe en Dios, a partir de la fe cristiana y los lazos de comunicacién con toda la Iglesia. - De base: sus miembros son gente de clases populares, pobres y sencillas, generalmente del medio rural o de la periferia de las grandes ciudades. Por tanto, en las CEBs lo divino y lo humano estan indisolu- blemente ligados. Las CEBs son cosa de Dios y cosa del pueblo; irrupcién de Dios en el pueblo, que lucha y se organiza para su liberacién, Toda de Dios: personifica a los que se ponen a la escucha de la palabra de Dios, la oyen, la acogen y la ponen en practica. Es el portavoz de ese Dios que levanta a los pobres y derriba a los poderosos. Es miembro efectivo y participante de la comunidad primera, que sigue y se identifica con el proyecto de Jesiis sobre el reino de Dios, y que luego, después de la resurteccién, se congrega bajo el soplo del Espiritu, Puso su ofdo del todo abierto a Dios, a su palabra e inspiracién. Toda del pueblo: pobre y simple por condicién de nacimiento, Maria de Nazaret pertenece genuinamente a la clase popular. Por eso los autores del NT vieron en ella la personificacién del propio pueblo elegido, el Israel fiel, que desde el AT caminaba en busca de las promesas de Yavé y en cuyo seno el nuevo Israel tiene con- diciones y suelo fértil para nacer. Siendo plenamente pueblo, ple- namente del pueblo, Maria es y puede ser la que lleva en si la 182 ee salvacién a la que ese mismo pueblo aspira y que tanto desea. Mujer de la verdadera fidelidad —a Dios y al pueblo—, espera y proclama su manifestacién como liberacién del humillado y del hambriento *. reflexion teologica que se desprende de la practica concreta de las CEBs, Maria se ha convertido en simbolo de esperanza que ali- menta al pueblo en su caminar. Algunos autores *—con los cuales estamos de acuerdo— sostienen que atin es prematuro hablar de un «seguimiento» de Maria. «Para la mayoria de la poblacién, incluso en las CEBs, la Madre del cielo, santa y misericordiosa, parece prevalecer atin sobre la hermana de la tierra, comprometida en el restablecimiento de la justicia y en la construccién del teino» ’. No obstante, ya existen sefiales reales de esa experiencia de Maria como compajiera de camino. La que es invocada como «madre de los oprimidos», «Seiiora de América Latina», «Madre de los olvidados», y también integrada en el caminar del pueblo, que canta: Ven con nosotros a caminar, santa Maria, ven. Ven con nosotros a caminar, santa Maria, ven. El sexto encuentro intereclesial de CEBs en Trinidad, Goids, Brasil, celebrado en julio de 1986, la llama «compaiiera de nuestro * L. Borr, Maria, mulher profética e libertadora. A piedade mariana na teologia da libertacdo, en REB 38, fsc. 149, marzo 1978, 62. © CET. Cavacanti, Culto a Maria - tradicdo e renovacdo, en Grande Sinal 40, 4, mayo 1986, 267-278; J. B. LiBANIO, Maria Santissima na perspectiva teolégica atual, trabajo mimeografiado, Centro Joio XXIII, Rio de Janeiro 1980. 7"T. CAVALCANTI, 0.¢., 276. 183 Ella es, por tanto, la protagonista y el modelo de una espiri- tualidad nueva, nacida en el «pozo» de la vida, del sufrimiento y de las alegrias del pueblo latinoamericano *. Lo es ella, cuyo ejém- plo es contemplado y meditado en los circulos biblicos a partir de simples y parcos pasajes evangélicos que la mencionan. Su fe fuerte que no desfallece, su practica del amor efectivo y operante que acude en ayuda de la prima en estado, que cuida de que la fiesta no se estropee por falta de vino, que persevera en la oracién con el grupo de discipulos timidos y amedrentados, son estimulo y lu- cha para los miembros de las CEBs, que, en el cotidiano sufri- miento de la existencia, mantienen su lucha y entonan su canto. Si Maria es, segin el concilio, figura de la Iglesia, podemos afirmar que aqui, en América Latina, ella es cada vez més figura de esa Iglesia de los pobres, de la cual las CEBs son la concrecién nueva y privilegiada. tiva. En Maria se manifiesta preclaramente que Cristo no anula la creatividad de quienes le siguen. Ella, asociada a Cristo, desarrolla todas sus capacidades y responsabilidades humanas, hasta llegar a ser la nueva Eva junto al nuevo Adan. Maria, por su cooperacién libre en la nueva alianza de Cristo, es junto a él protagonista de la historia» (293). * CEG. Guitrrez, Beber en su propio pozo, Sigueme, Salamanca 1984. 184 se 2. El Magnificat: canto de Maria y canto del pueblo ° Volvemos ahora, al final de nuestro ensayo de teologia ma- riana, a un punto que nos parece de suma importancia: el Mag- nificat (Le 1,46-55). Somos conscientes de haberlo ya mencionado, comentado y considerado a lo largo de este trabajo. Sin embargo, deseamos detenernos una vez mis en este texto neotestamentario, porque nos parece fundamental para una mejor comprensién de la piedad mariana en nuestro continente, piedad que es dato previo e indispensable para la teologia mariana que aqui intentamos ha- cer. Maria es fecundada por el Espiritu por haber dicho si, es la misma mujer en cuyos labios se coloca el canto profético y libe- El documento de Puebla afirma que «el Magnificat es espejo del alma de Maria. En ese poema logra su culminacién la espiri- tualidad de los pobres de Yavé y el profetismo de la antigua alianza. Es el cantico que anuncia el nuevo evangelio de Cristo; es el preludio del sermon de la montafia» (n. 297). Y el papa Juan Pablo II, que en la homilia de Zapopan, Méjico, sefiala a Maria como modelo «para los que no aceptan pasivamente las circuns- tancias adversas de la vida personal y social, ni son victimas de la alienacién, como se dice hoy, sino que proclaman con ella que Dios ‘exalta a los humildes’ y, si es preciso, ‘derriba a los poderosos de sus tronos’», reafirma en su reciente enciclica, Redemptoris Mater (RM), que «a Iglesia, aun ‘en medio de tentaciones y tribulacio- nes’, no cesa de repetir con Maria las palabras del Magnificat, se ve confortada con la fuerza de la verdad sobre Dios, proclamada ° Este comentario al Magnificat se ha publicado en varias de sus partes en Grande Sinal 40, 4, mayo 1986, 245-256. 185 | j ' | / entonces con tan extraordinaria sencillez y, al mismo tiempo, con esta verdad sobre Dios desea iluminar las dificiles y a veces intrin- cadas vias de la existencia terrena de los hombres» (37). En busca de esta «iluminacion» procuramos situar ese texto en su contexto histérico-escatolégico, intentando analizarlo literaria y teolégicamente. 2.1. El contexto histérico-escatologico El cantico que Lucas pone en sus labios no se puede entender, por tanto, como algo que canta por y para si misma en cuanto persona particular, sino también para el pueblo mesidnico, el pue- blo que suspira y gime por las promesas del Sefior Dios. Mas que un himno de loor y accién de gracias, el Magnificat es, también y no menos, una meditacién en forma de poema sobre las maravillas que obra Dios en la historia de la salvaci6n, que aleanzan su punto maximo con la venida del Verbo a la tierra en carne humana ™ Escrito después del afio setenta, en un momento en que el cris- tianismo ya estaba vivido y testimoniado por la sangre de las pri- meras generaciones de martires, el evangelio de Lucas interpreta naturalmente los acontecimientos prepascuales a la luz de los he- chos y experiencias posteriores a Pascua. Los canticos que apa- recen en este evangelio, por tanto, no quieren referir sdlo los sen- timientos interiores de sus protagonistas, sino que son la voz de toda la Iglesia, que se reconoce en ellos. ” Cfc. IIL 186 Hay toda una gama de sentimientos humanos, diversos y con- tradictorios —desde la alegre accién de gracias a la comprobacién de la desgracia y la injusticia reinantes en el mundo; desde la mas amorosa docilidad y aceptacién de la palabra salvadora de Dios a la mas lucida y consciente rebeldia contra todas las formas de pe- cado institucionalizado—, que vibran en compleja polifonia en este gran acontecimiento salvifico, en el que se conjugan la pobreza de Maria con la riqueza divina. Maria —la que crey6 y por eso es bienaventurada— presta en este momento su voz a todos los que esperan al Redentor, al Mesias, a la consolacion de Israel, y en- tonces releen los hechos de su historia con los ojos vueltos al pre- sente y al futuro de la promesa de Dios que se hace realidad. Los temas desarrollados en el texto: la salvacién que viene de la casa de David, el cumplimiento de la alianza con Abrahan, la exaltacién del pobre, son comunes a la catequesis que se lleva a 2.2. La paradoja del canto de Maria El acontecimiento definitive de la encarnacién del Verbo de Dios es al mismo tiempo paraddjico y subversivo. Por acontecer en el cuerpo y en la vida de Maria de Nazaret, mujer y simbolo de todo el pueblo, a pesar de excepcional y tinico, se encuentra repleto de implicaciones sociales, éticas y religiosas. La distribucion del texto del Magnificat en dos partes: — una positiva (vv. 46-50.54-55), — otra negativa (vv. 51-53), nos permite percatarnos mejor de esas implicaciones. " L. Borr, 0.¢., 59-61 187 La primera parte del cantico (vv. 46-50, sobre la que se insiste en los vy. finales 54-55) expresa la acogida por parte del pueblo del don infinito de Dios, que se encuentra en este momento como semilla en el vientre fértil de Maria de Nazaret. El ‘Fiat’ pronun- ciado al anuncio del mensajero por la sierva del Sefior (Le 1,38) abte las puertas a la irrupcién del Espiritu, que inaugura en la historia humana la plenitud de los tiempos (cf Gal 4,4) y la nueva creacién. Los primeros versiculos del Magnificat expresan esa fe de Maria, que se abre incondicionalmente a la gracia de Dios y se ve como depositaria de sus maravillas («...Dios, mi salvador»). Esa fe de Maria, sin embargo, no es otra que la fe de Israel en el Dios santo y todopoderoso, cuya misericordia gratuita perdura desde Abrahan, Sara y Agar, y de los padres y madres del pueblo, pa- sando por Moisés, Maria, los profetas y profetisas; en el Dios para el cual nada hay imposible y que planté en el seno de la Virgen un hijo cuyo nombre sera Jesiis= Yeoschua= Yavé salva, porque li- bertard al pueblo de sus pecados (cf Mt 1,21). Al si dado en la oscuridad de la fe en la anunciacion (Le 1,38) sucede el si exultante de la comprobacién de las maravillas de Dios que tienen lugar ya en Ia historia: «Desde ahora me llamardn bienayenturada todas las genera- ciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi» (Le 1,48-49). Esas obras grandes realizadas por el Dios santo y om- nipotente estan en la linea del conjunto de beneficios concedidos por Yavé a su pueblo en todo tiempo. El Dios que ha formado al Mesias en el seno de Maria, haciéndola depositaria de la salvacién, es el mismo que hizo posible el éxodo de Egipto y la reintegracién del pueblo después de la experiencia disgregadora del destierro. El si de Maria, el si de Israel —ambos siervos del Sefior (cf vv. 48.54)— es un eco de la fe humana en el si primordial y constante de Dios, que escoge, revela y ama primero; que, coherente y fiel a su: manera habitual de obrar, vuelve sus ojos amorosos al pequefio, humillado y despreciado de este mundo. Privilegia la humillacion de su sierva (v. 48) y se inclina hacia Israel, afligido y necesitado de socorro (v. 54). La otra mitad del cAntico, en cambio, nos coloca de Ileno en la paradoja subversiva y conflictiva de un Dios que, al mismo tiempo que obra y actia en favor de su pueblo, toma partido y 188 a ee hace sentir el peso de su fuerte brazo a los que pretenden ejercer cualquier tipo de opresién sobre ese mismo pueblo. Un Dios que, al mismo tiempo que dice si amorosamente, dice no vigorosamente. Y Maria, la dulce virgen del si, la que la catequesis tradicional tantas y tantas veces nos ha transmitido como la madre pasiva y callada del nifio Jestis, aparece como alguien que se levanta y asume, licida y aguerridamente, el no de ese Dios también como suyo (cf Puebla, 297). La subversin y la inversién del orden establecido con la en- carnacion del Verbo y la nueva practica del reino tiene como se- iiales concretas la elevacién de los débiles, de los desheredados, de los «pobres de Yavé; la inversién de las posiciones codiciosamente aseguradas por los poderosos ilustra y resalta el nuevo orden social que se instaura por medio de la accién salvifica de Dios. Los que se han hecho ricos por medio de caminos tortuosos de explotacién ¢ injusticia, los «enriquecidos» (Ploutéuntes) y los que se sirven del poder que detentan para oprimir y tiranizar (dyndstai) son tratados con severidad por ese Dios que derrocha su generosidad y sus dones con los pobres (peinduntes) y los humildes (tapéinosis) Entre los poderosos y los «anawim» —los pobres que temen a Dios—,, el coraz6n divino se inclina hacia estos ultimos y mira su afliccién °. Y para auxiliarlos y sacarlos de la situacién de des- gracia en que se encuentran, deben poner punto final a las desor- denadas ambiciones de los otros. Para comunicar esa misericordia de Dios en favor de los mas desamparados de sus hijos, el evangelista no mide las palabras Dios no espera al final de los tiempos para obrar muy concreta- mente. Desde ahora comienza a decir clamorosamente no a todo tipo de pecado que impida y obstaculice la llegada del reino de justicia y libertad, El no de Dios resuena con fuerza sobre el orgullo de los soberbios, sobre la ambicién de los poderosos, sobre el vien- tre harto de los ricos. Dispersa a los unos, derriba a los otros, despide a los iiltimos. Y al hacerlo, proclama su no al orden es- tablecido en este mundo, donde los detentores del poder pretenden tener la tiltima palabra. * L. Bore, El rostro materno de Dios, Paulinas, Madrid 1985° 189 Ese no de Dios lo coloca el evangelista en labios de Maria. La | mujer de fe, simbolo del pueblo, que, cubierta por la sombra del Altisimo, abrié de par en par su corporeidad y su espiritu para que fuera penetrada por el Espiritu y acogiera la palabra en su seno, se alza intrépida y hace resonar su canto de libertad. Reproduce asi, en el tiempo y el espacio, la situacién y el cdntico de aquellas mujeres que en Israel son portavoces del brazo fuerte de la justicia del Sefior. Al salir de Egipto, la tierra de la esclavitud, Maria canta: «Cantemos al Sefior que ha hecho maravillas; caballos y ca- balleros precipité en el mar» (Ex 15,20-21). Ana, que vio su esterilidad fecundada por el poder de Dios, también entona: «El arco de los poderosos se ha roto, pero los débiles son ce- fiidos de fortaleza» (1 Sam 2,4). La juez y profetisa Débora, que anima a Baraca dar muerte a Sisara, pues est segura de que contaré con la proteccién del Sefior en esta empresa guerrera, ensalza la victoria: «Asi perezcan todos tus enemigos, oh Sefior, y aquellos que te aman sean como el sol cuando se levanta con todo su vigor» (Jue 5,31) Y la bella Judit, que se adorné y atavi6, realzando sus atributos femeninos para seducir y derrotar al general enemigo Holofernes, que amenazaba la paz de su pueblo, anuncia después de cortarle Ja cabeza: «Bendito eres, Dios nuestro! ;Alabad a Dios, alabadle! Alabad a Dios, que no ha’apartado su misericordia del pueblo de Israel, sino que ha derrotado esta noche a nuestros enemigos valiéndose de mi» (Jdt 13,14). Las mujeres de Israel, de las cuales Maria es al mismo tiempo legitima heredera, creadora e innovadora, son, pues, instrumentos del si de Dios, que anuncia la promesa y la llegada de nuevos tiem- pos. Pero son también anunciadoras y ejecutoras del no de ese mismo Dios a las fuerzas del antirreino, que amenazan con destruir su proyecto salvador. Portavoz de los pobres y humildes, predi- lectos de Dios, Maria puede hablar y cantar porque ella misma es 190 ee pobre y humilde como Israel, su pueblo. Interpreta asi los deseos de esos «anawin» de Dios, las aspiraciones socio-politicas y reli- giosas de los marginados y los deseos nacionales del_pueblo judio ®. El no de Dios que resuena en labios de Maria es un no al mal social de la injusticia en sus diferentes expresiones y, por con- siguiente, al mal teoldgico del pecado. Por tanto, al si constante de Maria a Dios y a su plan se con- trapone la otra cara de la moneda: el no de Maria a las injusticias y al estado de cosas con el cual no es posible pactar; el no al pecado de la alienacién, que se omite ante los sufrimientos que sacrifican a los otros. Maria, figura del pueblo fiel, sierva del Sefior, es tam- bién mujer profética que lleva en si la palabra de Dios y las as- piraciones del pueblo, y habla y vive la denuncia del pecado y el anuncio de la alianza, La solidaridad de Maria con el plan salvador de Dios y con sus aspiraciones de liberacién del pueblo estan en consonancia con su firme oposicién a la injusticia que oprime y mata. La Iglesia de los pobres, que se concreta hoy en las CEBs, ha de reflexionar cada vez mas sobre la persona y el misterio de Maria dentro de su contexto de opresién, lucha, resistencia y victoria. Reflexionar y elaborar un nuevo discurso teolégico a partir de la experiencia y de la practica concretas y pacientes de la vida de cada dia del pueblo confrontadas con el misterio de Maria, implicaré para esta misma Iglesia volver sus ojos a si misma, a su identidad y su misién. Significara, confrontandose con la persona y la figura de Maria, examinar y discernir la veracidad de su si y el oportuno coraje de su no. Significara tomar el pulso de su testimonio y de su compromiso profético, evangelizador y al mismo tiempo mar- tirial. Significaré autovalorarse en su compromiso de anunciadora de la buena nueva a los pobres y de denunciadora de todo lo que impide que esa buena nueva se haga realidad El amor preferencial de Dios a los pobres esta maravillosa- mente descrito en el Magnificat de Maria. «El Dios de la alianza, cantado por la virgen de Nazaret, en la elevacién de su espiritu, es a la vez el que derriba del trono a los poderosos, enaltece a los ” Nuevo diccionario de mariologia, Paulinas, Madrid 1988, voz Magnificat. 191 humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ticos los despide vacios..., dispersa a los soberbios... y conserva su miseri- cordia para los que le temen», afirma Juan Pablo II en RM 37. Y prosigue: «La Iglesia, acudiendo al corazén de Maria, a la profundidad de su fe, expresada en las palabras del Magnificat, renueva cada vez mejor en si la conciencia de que no se puede separar la verdad sobre Dios que salva, sobre Dios que es fuente de todo don, de la manifestacién de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que, cantado en el Magnificat, se encuentra luego expresado en las palabras y obras de Jesus. La Iglesia, por tanto, es consciente —y en nuestra época tal conciencia se refuerza de manera particular— de que no solo no se pueden separar estos dos elementos del mensaje contenido en el Magnificat, sino que también se debe salvaguardar cuidadosamente la importancia que «los pobres» y «la opcién-en favor de los pobres» tienen en la palabra del Dios vivo. Se trata de temas y problemas relacionados con el sentido cristiano de la libertad y la liberacion» (Juan Pablo I, RM 37). 192

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