(emma ans
86
es imposible incorporarla en este trabajo. Véase el paragrafo 13
del Discurso, en pp. 39 y 55).
Obsérvese que, como todo racionalista, al estilo griego, las
ménadas almas, piensan a partir de principios de la Logica, como
el de no contradiccién y el de razén suficiente. Estos principios,
como entre los griegos, son innatos. El de Leibniz es un innatismo
de principios. El de Descartes, uno de ideas. El de Kant sera uno.
de formas.
Lo que se perfila aqui, es el tema, cldsico de la metodologia,
de la diferencia entre naturaleza y sociedad, entre ciencias natura-
les y sociales. Como se comprende, para los dualistas tiene que
haber dos ciencias, tan distintas como lo son sus objetos. Para los
monistas, en cambio, basta una sola Clase de ciencia y método. La
contradiccién consiste en que todo racionalismo tiende al monismo;
pero el racionalismo moderno, fuertemente cristianizado, se ve
obligado a pensar un alma libre, separada del cuerpo. Y esto
implica un dualismo que pone en aprictos al racionalismo original,
2.3. Kant
Kant es tal vez el fildsofo mas presente en los libros de
metodologia. Pero merece ser visto después de Hume, porque su
filosofia, en realidad, es una respuesta a le del pensador escocés,
3.<, Laciencia moderna y el capitalismo
La Filosofia moderna, que suele hacerse comenzar con Des-
cartes, es, en realidad, el pensamiento propio de la época de la
burguesia, de la llamada modernidad, Poco sucle hacerse notar,
por otra parte, que filésofos como Descartes, Leibniz, Spinoza,
Locke, Hume y Kant, son fildsofos de la época en que la burguesia
preparé las bases de la que seria la sociedad capitalista. De alli
que, vista desde finales del siglo XX, esa filosofia puede ser
interpretada como el pensamiento que fundaria la manera burguesa
de ver el mundo. Y, entre los elementos de ese mundo, sin duda
esti la ciencia. Y, para lo que nos interesa, también el derecho, Y
respecto de éste, la filosofia moderna puso las cosas de manera que
apareciera el sujeto de derecho, el individuo ciudadano, anterior y
opuesto al estado. Y puso las cosas, también, de manera que el
método juridico, esto es, la tarea de los juristas, consistiera en87
encontrar el espiritu de la ley, la voluntad del legislador, pero
haciéndolo de manera que estuviera garantizada la seguridad
burguesa, llamada “juridica”; de manera que el resultado de
la busqueda de la soluci6n juridica fuera la “correcta”, la unica
posible, la “verdadera”.
a ciencia, entonces como ahora, transcurtié al margen de la
Filosofia. Los famosos experimentos de Galileo, siempre puestos
como ejemplo de una nueva manera de concebir la ciencia, se
realizaron bastante antes de que Hume pusiera las bases definitiva
de lo que seria el positivismo contemporaneo. Esto es, la Filosofia
moderna, acerca del tema del pensamiento, de la ciencia, era una
respuesta a las necesidades de ese nuevo mundo que estaba crean-
dose, La Filosofia continental buscaba los fundamentos de un
mundo que se pretendfa racional, donde todo debia estar bien
previsto. La Filosofia inglesa, mas bien, buscé fundamentar otro
aspecto de esa sociedad: la necesidad de disponer de una ciencia
eficaz, que tuviera asidero en la realidad, en los hechos; que
permitiera hacer m4quinas que funcionaran, y que funcionaran
bien, Una combinacién de racionalismo con empirismo era lo
adecuado. Y en eso consiste nuestra ideologia occidental: una que
combina la seguridad —la razén—, con la eficacia, que sélo puede
darla la experiencia
3.1. Produccién mercantil, eficacia y capital
La sociedad burguesa es una cuya reproduccién requiere 1a
produccién ampliada de mercanefas. Y, como es sabido, no-hay
valores de cambio —mercancias—, sino montados sobre valores de
uso; es decir, lo que se puede cambiar debe existir en un producto,
en una “cosa” que es consecuencia de un proceso de trabajo. Esto
es, la reproduccién de la sociedad mercantil capitalista requiere de
la produccién de cosas. La autovalorizacién, que es la dynameis
del capital, requiere de la fabricacién concreta de cosas concretas.
La sociedad mercamil capitalista precisa, para su reproduccién, de
la eficacia fabril. Es la Gnica sociedad histéricamente conocida,
cuya reproduccién depende de la produccién ampliada de cosas en
proceso fabril. La nuestra es la civilizacién de la eficacia. Pero no
de cualquier eficacia, sino de la eficacia fabril.
Claro, toda sociedad ha de ser eficaz si ha de conservarse. En
su relacién con la naturaleza, todo grupo humano ha de ser capaz88
de tomar lo necesario para subsistir. Eso puede ser llamado “efica-
cia”. Pero existen diferencias. En una tribu amazonica, tal vez la
magia del brujo no es eficaz para curar al enfermo, pero si lo es
para mantener la unidad del grupo, que es condicién imprescindi-
ble para su conservacién. La ciencia de Platén, en la sociedad
antigua, no intentaba producir objetos materiales —valores de
cambio—, sino encontrar la “verdad de la polis”; es decir, su
eficacia tenia sentido politico y no econémico. La eficacia de la
sociedad primitiva, salvaje o natural, tiene poco en comin
con la eficacia propia del capitalismo. Desde un punto de vista,
puede decirse que en aquel tipo de grupo, el objetivo de la activi-
dad es la produccion de objeto utiles, mientras que, en el capitalis-
mo, el objetivo es el plusvalor realizado a través de la venta de
valores de cambio; 0 sea que, en este tiltimo caso, el objetivo
del proceso de produccién es el plusvalor, y para ello es necesario
un proceso de trabajo concreto que sea “eficaz” en la produccién
de valores de uso,
3.2. Ciencia y maquinismo
La maquina es el soporte material del significado diabélico del
capitalismo, Gran parte del esfuerzo de Marx, estuvo destinado a
seflalar la diferencia fundamental entre cl capitalismo y las socieda-
des precapitalistas, Como relacién entre el productor y el medio
del trabajo, el capitalismo se diferencia de otras formas sociales,
en que el hombre esta “separado” del medio de produccién. Esta
separacién no es juridica; no se trata de que el productor no sea
propictario; porque el siervo puede también no serlo, y el esclavo,
a su vez si puede serlo. “Separacién” quiere decir imposibilidad de
control de la maquina por el hombre; mas todavia: quiere decir
dominio de la maquina sobre el hombre. El significado ultimo del
capitalismo, es que el hombre manipula la maquina, pero es ésta la
que domina a aquél; esto es lo que Marx expresa, en una vision
dantesca, sobre todo en un capitulo —que fue después conocido
como “capitulo VI, inédito”— que habia escrito, y que finalmente
no ingresé a la edicién definitiva de E/ capital.
En la maquina, el hombre ha sido desplazado del acto produc
tor. Es la maquina la que “hace”; no el hombre. En el mundo
antiguo, el herrero posee un saber que le permite manipular la
herramienta de un cierto modo “eficaz”. Pero la maquina modernavo
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89
tiene, ella misma, incorporado el “saber”, El herrero controla con
su mente y sus manos el movimiento de la naturaleza, (esto apare-
ce en cl pensamiento griego no como control sino como ayuda a la
potencialidad inmanente de la physis). En cambio la maquina lleva
incorporada en si misma la naturaleza. Es la maquina la eficaz; no
e| obrero. Cuando mas, puede decirse que éste debe acoplar su
eficacia a la eficacia dominante de la maquina,
La ciencia moderna ha de ser eficaz porque debe permitir
construir maquinas eficaces; maquinas que hagan cosas que tengan
yalor de uso y de cambio. La ciencia convertida en técnica —tec-
nologia—, debe predecir el movimiento de la naturaleza para
incorporarlo en el artefacto llamado maquina. Si la prediccién es
errénea, la maquina no “hara” las cosas que se espera que haga.
Y como la accién del artefacto es completamente material, la
prediccién cientifica ha de tener referente empirico; se espera que
la maquina repita experimentos previos. Se espera que funcione;
que produzca cosas que tienen valor.
La maquina es un cosmos en pequefio; tiene dentro de si,
como dynameis, la naturaleza entera. Se movera conforme con
cierta programacién, conforme con ciertas reglas que son las
“leyes de la naturaleza” —aqui el racionalismo—, a cuya busque-
da, a través de experimentos, apunta la ciencia. Por eso la ciencia
es un conjunto de conocimientos que pueden probarse empirica-
mente, aunque a veces la empiria esté muy lejos de las teorias més
generales. La ciencia moderna permite predecir porque su misién
es construir maquinas que “hagan” cosas. A primera vista parece
que la maquina es fruto de la ciencia y la técnica. Pero es al revés.
Son laciencia y la técnica quienes se han desarrollado como
consecuencia de la necesidad de eficacia febril de la sociedad
burguesa.
3.3. Método cientifico y sociedad capitalista
Los modernos aceptamos “Ia verdad” de un método cientifico
basado en el principio de la comprobacion, porque la sociedad
capitalista necesita la eficacia febril para autorreproducirse. La
ciencia moderna es experimental, porque s6lo una ciencia asi es
funcional al capitalism, La ciencia puramente matematica, de los
griegos, pero también de Descartes, es iitil solo a medias, La
Logica puede ser de gran ayude, pero a condicion de que trabaje90
sobre enunciados con referente empirico. De lo contrario pueden
resultar maquinas inutiles.
De una sociedad asi, es hija nuestra ciencia, y, por tanto, la
Teoria del Conocimiento apropiada. El positivismo es, por eso,
la ideologia propia de la sociedad burguesa. Y el gran filésofo de
este signo, es Hume.
Vale la pena decir que la afirmacién de que el positivismo es la
ideologia propia de esta sociedad injusta, que es el capitalismo, no quiere
decir que el positivismo sea una ideologia detestable. Su afén por hablar
s6lo de aquello de que tenemos experiencia, de preferir los conocimientos
apoyados en la informacion empirica, no tiene en si mismo nada de malo,
Al contrario. Pareciera que la humanidad se ha enredado en un problema
tan enorme, que la ciencia moderna puede ser de buena ayuda, por
ejemplo, para detener al desastre ecoldgico a los cuales ha conducido el
uso capitalista de los resultados de la ciencia. La mentalidad positivista no
es algo para rechazar, sino algo para aprovechar, Lo que si parece poco
apropiado, es suponer que es la tinica manera de pensar, sobre todo
cuando se trata del mundo humano.
3.4. El fetichismo cientificista
Laciencia, la moderna, es la forma de pensar propia de un
sistema social historicamente determinado, y no existe fuera de
este sistema social. Es decir, es una creatura humana, de un
tiempo y un espacio, Lo no plausible es convertir, a la ciencia, y
ala filosofia que la fundamenta, el positivismo, en un fetiche. Es
decir, en algo que, creado por el hombre, se vuelve contra él para
dominarlo,
Lamentablemente, vivimos dominados por el fetichismo
cientificista y la necesidad de la técnica. Asistimos, azorados,
quienes amamos la Filosofia y las otras humanidades y ciencias
sociales, al sacrificio de la cultura en el ara de las necesidades del
capital. Los nifios son martirizados cada vez con mas matematicas,
fisicas y quimicas, las becas son para los de las “ciencias duras”,
los mimos presupuestarios son para esos sectores universitarios, y
todo porque la idea de acercar la universidad a la sociedad, es
entendida, por los burécratas de la ciencia, como la obligacion de
preparar los técnicos que el capital necesita, pero que los capitalis-
tas no quieren preparar, seguramente porque afectaria sus ganan-
cias. Y deben prepararlos las universidades publicas, sostenidas91
con el trabajo de todos, de modo que los capitalistas consigan
apropiarse de la preparacién de cientificos por la cual no han
pagado nada.
En cl fondo de este proceso, al que asistimos impotentes, se
esconde este fetichismo que hace de la ciencia un sujeto y no un
objeto. “La ciencia precisa apoyos”, dicen los cientificos. Y en el
mismo lenguaje se instala el fetichismo: la ciencia es el sujeto, “La
ciencia permitira el desarrollo”, dicen los politicos. “La ciencia
mejorar la tecnologia”, dicen los capitalistas. Y agregan: “la
ciencia nos haré mas competitivos”. Siempre la ciencia es un
sujeto, no un objeto iitil al hombre. Los nifios y los jévenes deben
ser edueados, dicen, para servir a la ciencia, para mejorarla, para
practicarla, Lo que aprendan estara ordenado a esta necesidad
universal. El capital, principal beneficiario de la ciencia, ha insta-
lado su racionalidad en nuestra concepcidn del conocimiento y la
educacién. Y, en la medida en que el positivismo es la filosofia
propia de este mundo fetichista, si es un pensamiento frente al cual
es preciso estar en guardia.
No se trata de negar el aporte positivista, sino de denunciar el
fetichismo de un pensamiento que, siendo histérico, se pretende
universal. La ciencia es tan historica como el pensamiento de los
griegos, y lo demuestra, precisamente, la comparacién entre
ambos. Negar esta historicidad, seria creer que el hombre es un
ente cuya naturaleza, universal y eterna, consiste en una especie de
“capacidad cientifica”, que sélo en la modernidad se ha desarrolla-
do plenamente. Como si esta capacidad hubiera estado siempre alli,
en potencia, en los hombres anteriores, y hubiere irrumpido con
fuerza s6lo en el mundo capitalista, No es asi. No hay tal «capaci-
dad cientificay natural. La ciencia es un producto capitalista.
(Aunque a veces tenemos la tentacidn de decir lo contrario: el
capitalismo es un producto de la ciencia)
No se trata de negar la utilidad 0 eficacia de la ciencia, sino
precisamente de lo contrario. Pero si se trata de destacar el feti-
chismo de la ideologia cientificista.
El derecho no ha escapado ¢ las necesidades de la tecnologia
que necesita el capital. La seguridad juridica, la paz burguesa, ha
descubierto que la Logica y la Informatica prometen la panacea en
la interpretacién y aplicacién de la ley. El suefio de que las maqui-
nas sustituyan a los hombres, se ha instalado en el mundo de los
jueces, y en la ilusién de los mas adelantados juristas del positivi92
mo contemporaneo, Por eso asistimos a un proceso donde, para los
positivistas, todo pensamiento que no sea el de ellos, debe ser
ignorado, y, si es posible, expulsado. De alli que hoy, la Metodo-
logia Juridica, es otro campo de combate ideolégico. Y no puede
no serlo, ni eso debe asustar a nadie, Alcontrario, puede ser un
espacio més en la resistencia a la deshumanizacién de los juristas,
4. Hume
“Todo saber dado o recibido por medio de un argumento,
proviene de un conocimiento preexistente”, dice Aristoteles en el
primer parrafo de su obra conocida como Segundos Analiticos.
Esto vale, dice, para todas las ciencias especulativas, que son las
“verdaderas” disciplinas, porque conducen a resultados irrebati-
bles, ciertos, “légicos”, racionales. Se trata de conocimientos,
provenientes de conocimientos anteriores, por deduccién, a través
de alguna de las formas del silogismo. Es, por tanto, la de Aristé-
teles, una ciencia, un saber, totalmente racionalista.
Platon, por su parte, dice asi:
[Los objetos inteligibles (los filos6ficos, que son ain superiores a los
matematicos), son] aquellos con que Ia razén toma contacto por si
misma y por virtud de Ia dialéctica, tomando las hipdtesis, no por
principios, sino por lo que en efecto son: hipdtesis, es decir, pelda-
los y trampolines que le permiten lanzarse hasta lo no hipotético,
hasta cl principio de todo. Y una vez que haya tomado contacto con
1, ira aprehendiendo la razon, en su camino inverso de descenso,
todas las conclusiones, hasta la iltima, que derivan de aquel princi
pio, y ya sin recurrir en absoluto a ningun dato sensible, sino tan
solo a las ideas en si mismas, pasando de una a otra y terminando en
ideas (Repiiblica, 3116).
La Dialéctica es, para Platén, la maxima jerarquia en cl
conocimiento. Y obsérvese que, en tal caso, no se requicren datos
sensibles, sino solamente ideas que se derivan unas de otras,
logicamente; se parte de ideas, y se obtienen ideas. Del conoci-
miento sensible, nada, ‘
Pues bien; Hume, a la zaga de Occam, Bacon, Hobbes, Locke
y Berkeley, los fildsofos de la linea inglesa, pero también de
franceses como Malebranche, puso las cosas al revés. Completa-
mente al revés: todo conocimiento que haya de tenerse por presti-bs)
gioso, ha de provenir de las impresiones sensibles. Para la tradi-
cién iniciada por Parménides y Herdclito, que tiene a Platon y
Aristoteles como hitos principales, en cambio, el conocimiento
inteligible es mas estimable que el sensible. Es decir, el racionalis-
mo griego y el empirismo inglés, son exactamente contrarios;
antipodas, uno del otro.
Es claro, el de Hume supone un punto de partida tan arbitrario
como el griego. Para el racionalismo absoluto, el conocimiento
prestigioso es el que proviene exclusivamente del intelecto, sin
contaminacién alguna de los datos sensibles, y esto es absoluta-
mente arbitrario, Un punto de partida tan plausible o repudiable
como cualquier otro punto de apoyo que no es argumentado, sino
s6lo aceptado dogméticamente. Para el pensamiento empirista, el
de Hume, lo asumido dogmaticamente, es lo contrario: es de las
impresiones sensibles de lo que debemos fiamos; mas ain, no
existen ideas que no provengan de alguna impresién sensible. Y
iquién podria decir que uno u otro tienen raz6n, si ambos asumen
dogmas que no discuten ni argumentan? Hay que entender que se
trata de puntos de partida que no admiten discusién, Para discutir-
los, habria que adoptar una de las posiciones, lo cual supone,
también, adoptar uno de los puntos de partida, Pero es posible
tomar distancia de ambos, tratar de comprender sus posiciones,
conocer sus puntos de partida, y oirlos disputarse el fundamento de
la verdadera ciencia, del conocimiento prestigioso. Luego de ello,
tal vez, pero sin que sea obligatorio, se puede tomar posicién por
uno u otro, 0 por alguna posicién intermedia, mas 0 menos dis
te de uno y otro puntos de vista.
4.1. Impresiones, ideas, memoria, imaginacién
Sin ninguna duda, una breve exposicién, y como tal infiel, de
las propuestas de Hume, no deberta justificar la falta de lectura del
original. Sin duda no sera una tarea divertida, A cambio, cuando
se comprende el punto de partida, sus complicadas argumentacio-
nes se aclaran, y, a veces, parece que el lector es capaz de mejo-
rarlas. Bl asunto es que Hume parte de la conviccién de que de lo
Unico que tenemos total certeza es de nuestras impresione:
bles.
La idea humana inicial, es que, todo lo que contiene nuestro.
entendimiento, se ha constituido ¢ partir de impresiones sensibles,
ensi-94
esto es, “datos” de los que tenemos noticias por alguno de los
cinco sentidos. Lo que la mente humana contiene, es un numero
indeterminado de percepciones. Las percepciones son de dos
clases: impresiones e ideas. La diferencia entre ambas, es la
“vivacidad” o la fuerza. Las percepciones que entran con mayor
fuerza, son las impresiones, dentro de las cuales se incluyen todas
las senSaciones, pasiones y emociones que somos capaces de
experimentar, Puede observarse, desde el principio, la importancia
que tienen las pasiones, que son mis fuertes, y anteriores, a las
ideas.
Por otra parte, las percepciones son todas semejantes entre si.
Es decir, son como las unidades finales o Atomos de los contenidos,
de nuestra conciencia. Podria verse aqui un intento, muy
griego, de reducir todo a alguna realidad ltima. Pero, siendo
semejantes, de todos modos se diferencian en “vivacidad” y “fuer-
las mas fuertes son impresiones, las menos, son ideas. Las
ideas, son como reflejos de las impresiones; siempre son primero
las impresiones, y de ellas provienen, luego, las ideas.
Las percepciones, por su parte, son simples 0 complejas. Las
ideas simples provienen de impresiones simples. Las ideas comple-
jas se forman a partir de las simples. Hay un camino de la simpli-
cidad a la complejidad. Este camino se cumple gracias a unas
virtudes del entendimiento, que tienc la capacidad de, o la tenden-
cia a —“tendencia” es una palabra muy usada por Hume—, “‘co-
nectar” unas percepciones con otras, de manera que los contenidos
de conciencia van haciéndose cada vez mas complejos. Este proce-
30 de complejizacién, se leva a cabo gracias ala memoria y la
imaginacién. No interesan los detalles, porque bien podria ser que
Hume se hubiese equivocado, ala luzde la Psicologia moderna,
acerca del papel que le cabe a estas capacidades de la conciencia,
Lo importante es captar la idea general: todo comienza con impre-
siones simples, que por virtud de la memoria y la imaginacion, se
convierten en ideas que pueden ser infinitamente complejas. Y, si
todo es asi, es claro que las ideas “buenas” o, tal vez, “verdade-
ras”, son aquellas en las cuales la informacién de los sentidos, si
bien se ha hecho muy compleja, y tal vez muy lejana en cl tiempo,
no deja de ser su base firme. Las ideas que debemos rechazar, son
aquellas que han perdido todo contacto con la “realidad”, que es
entendida como esas impresiones originarias, La imaginacién
parece ser la causante de esas ideas rechazables; una potencia de la1
95
que hay que cuidarse, porque conduce a ficciones inaceptables.
“Memoria”, “imaginacién”, “tendencias”, son las palabras con que
Hume quiere explicar el trabajo de la mente sobre la materia
proporeionada por las impresiones.
Con esto tenemos las bases del positivismo moderno: el
conocimiento plausible, el que debemos atender, al que le cabe la
cualidad de ser cientifico, es el que, proviniendo de los sentidos,
se mantiene anclado en las impresiones originarias, por mas
complejo que se haya hecho merced a esas capacidades de la
mente. Se puede ver aqui el fundamento filoséfico del requisito
que siempre se le exige a la ciencia: basar sus enunciados en la
experimentacién.
Pero, entonces, qué pasa con la Logica y las Matemiaticas,
las cuales no provienen de impresiones sensibles? En primer lugar,
Hume piensa que si provienen de impresiones sensibles, Pero no
interesan sus argumentos en este caso. Lo importante es que,
traténdose de ideas muy complejas, que pueden haber perdido
contacto con la realidad, de todos modos son sumamente titiles, de
probada cficacia, para ayudar al entendimiento en el proceso
cientifico. Pero, se trata de instrumentos que deben usarse sobre
ideas que mantengan su anclaje en las impresiones originarias. Por
simismas, la Matematica y la Logica no tienen importancia. La
adquieren cuando se aplican a esas ideas bien fundadas. Entonces
si, el entendimiento posee un poderoso instrumento de expansion
de ideas correctas. Puede verse aqui otro de los requisitos que
solemos exigirle a la ciencia: coherencia, sistematicidad. Si en un
discurso pretendidamente cientifico, hall4ramos inconsistencias
Iégicas, nos negariamos a concederle la calidad que preten-
de. En esto ultimo, sin duda hubiera estado de acuerdo Aristoteles.
Nada mas que no le hubiera parecido aceptable el primer requisito:
que el vuelo del entendimiento debe permanecer anclado en la
sensibilidad. ...
4.2. Las consecuencias antimetafisicas del empirismo
El empirismo llama-*metafisico” a cualquier discurso que no
mantiene ese anclaje en los datos de la sensibilidad, Todas las
ideas de las que no puede establecerse tal conexidn, son tachadas
de metafisicas. Por ejemplo, y en primer lugar, la que constituye
el nécleo del racionalismo: que la Physis tiene Logos. Esta es una96
idea metafisica, porque no hay ninguna experiencia de la Physis en
su totalidad, como para que podamos decir que “toda” clla esta
sujeta, y “siempre”, a las mismas eyes. Hemos visto alguna parte
de clla, en algin momento especial. Pero jamas nadie la ha visto
atoda, ni nadie puede afirmar nada del futuro sobre la base de
alguna impresién, como para que pueda hacerse ese juicio univer-
sal “toda la Physis, siempre, tiene el mismo Logos”. Y aqui
retomamos el punto de comienzo de nuestro periplo: lo que esté
puesto en duda, ahora, es el fundamento de los juicios universales,
No hay problema con los particulares, porque éstos son facilmente
reconducibles a sus respectivas impresiones. Y sino se encuentran
tales impresiones, entonces son falsos, 0 al menos rechazables, por
poco confiables. Pero de los universales, jamas podré decirse que
estan anclados en la experiencia, si lo que tratan de hacer, es
predicar alguna regularidad eterna, de alguna cosa también supues-
tamente permanente.
La pretensién de que existen las famosas leyes de la naturale-
za, invariables, eternas, universales, constituye la principal idea
“metafisica”, de la que sin duda hay que cuidarse. Pero, entonces,
{qué quedard de la ciencia natural? ¢Es que no puede establecerse
ninguna relacién de causalidad entre los fendmenos? Si. Si puede
hacerse, Pero eso sera un aporte de la imaginacién, y no una
informacion sensible plenamente confiable.
4.3. Necesidad y causalidad
Cuando vemos una bola de billar golpeando a otra, decimos
que cl movimiento —la fuerza— de la primera es /a causa del
movimiento de la segunda. Sin embargo, conforme con el principio
empirista, lo vinico que hemos visto, es decir, la tnica impresién
de que disponemos para pensar en ese suceso, es la Ilegada de una
bola hasta cierto lugar, y el comienzo del movimiento de la otra a
partir de ese lugar. Pero no hemos visto “la causa”. Somos noso-
tros quienes, merced a la costumbre, diria Hume, damos ese
nombre a la idea que se forma con la conexién de las dos impre-
siones —la llegada de una bola y la salida de la otra, Es nuestra
imaginacion, siempre dispuesta a ir mas lejos de la experiencia,
quien, a fuerza de haber visto muchas veces que una impresién
sucede a la otra, se atreve a avanzar un paso mas alla, y suponer
que, en el futuro, si se da la primera impresion, se daré también la97
segunda. Interviene aqui otro elemento, que Hume denomina
“costumbre”. Cuando nos hemos acostumbrado a tener dos impre-
siones sucesivas, la imaginacién nos conduce a la idea de que
la primera es causa de la segunda. Y, mas atin, nos conduce a la
peregrina idea de que hay fenémenos, en el mundo exterior, que
son la causa de esas impresiones, y que, también, estén unidos por
lacausalidad. Y decimos, suponiendo que existen esos fendmenos
exteriores, que el primero es la causa del segundo.
Hay que decir que, si aceptamos su punto de partida. Hume
tiene razon. Si de impresiones sensibles se trata, nunca nadie ha
visto una causa. Hemos visto fendmenos que se suceden. Pero no
“causas”. La causa es un invento de la mente.
Esta célebre critica humana de la idea de causalidad, nunca
ha podido ser atacada con éxito. Claro, si se acepta su punto de
partida: todo lo que no proviene de impresiones, es metafisica, y
como tal rechazable. Y, a partir de ella, al hombre no le queda
mas que rebajar sus pretensiones de dominacién del mundo con la
seguridad racionalista. Lo que se ha quebrado, es la confianza en
la raz6n. El empirismo es una tendencia filoséfica que aconseja la
prudencia, que argumentaa partirde la debilidad del entendimiento
frente a la realidad. El mundo, ahora, ha dejado de ser necesario.
Ya no posee esa radical inteligibilidad que tenia en el mundo
griego. No hay ninguna seguridad de que lo visto hoy se repita
mafiana. La Raz6n, el Logos, ha pasado a ocupar un puesto subor-
dinado en el universo; ya no es la dadora de sentido, la que puede
decirle al mundo “ta eres inteligible, y por eso existes”; “yo te
conozco y por eso existes”. (Aunque el racionalismo volveria por
sus fueros casi un siglo después, con Hegel, para decir que “todo
lo real es racional y todo lo racional es real”).
El empirismo de Hume, invita a la relativizacién de todo lo
que no pertenezea a nuestra experiencia, a la modestia en las
afirmaciones sobre el] mundo, a la prudencia. Esta, ya lo hemos
visto, en las antipodas del racionalismo absoluto
4.4, Elyo
Si de impresiones se trata, tampoco tenemos, en realidad,
ninguna idea aceptable del alma y de su inmaterialidad. Pero atin
ms interesante que esto, es que Hume pone en tela de juicio la
idea de la existencia de un yo que recibe impresiones, Lo que98
surge del pensamiento de este filésofo, es que el yo no es otra
cosa sino el conjunto de esas impresiones e ideas. No hay
algo asi como un recipiente que recibe impresiones y las procesa:
es que no somos, psicolégicamente hablando, sino esas impresio-
nes. No hay un sujeto que piensa, sino que somos el pensamiento,
Freud tendria aqui un buen antecedente. Pero, para nosotros,
juristas, mas interesante es el paralclo entre este sujeto pensante
que no cs tal sujeto, con la concepcién de persona juridica de
Kelsen, que no es sino un haz de derechos y obligaciones. Como
se recordar, para la Teoria Pura del Derecho, la persona juridica
noes sino un concepto auxiliar de la ciencia juridica; es por
comodidad en la exposicién que se habla de persona juridica; pero,
en realidad, y hablando en términos estrictamente juridicos, no se
precisa la idea de un “sujeto” que “tiene” derechos y obligaciones;
basta, para describir un orden juridico, con la descripcién de los
derechos y obligaciones —en realidad sdlo con las obligaciones, ya
que los derechos son reflejos de éstas; basta, para la ciencia pura,
con describir las normas que establecen las conductas cuya produc~
cién acarreara una sancién para su autor, Hume dice lo mismo, en
términos psicoldgicos: no tiene asidero la idea de un “sujeto” que
“tiene” impresiones; basta con las impresiones, las cuales, ademas,
es de lo Gnico de lo que tenemos noticia cierta.
4.5, La totalidad, el universo, la continuidad, versus la parti-
cularidad, y la contigiiidad
Otra idea que con Hume cae estrepitosamente, es aquélla
segtin la cual, existe, fuera de nosotros, un universo Unico, del
cual se puede predicar alguna clase de totalidad, como fuera la de
que esta sujeto a las mismas, inmutables y eternas leyes naturales.
Esto, porque no hay impresiones de tales objetos, y no hay que
confiar en esas ideas sin asidero,
Lo que desaparece, entonces, también, es la idea segiin la cual
el mundo exterior es continuo. Lo tnico que sabemos por la
experiencia sensible, es: tenemos impresiones, éstas son particula~
res y multiples, y estén unas a.lado de las otras en el tiempo (esto
es, unas son antes que otras). Y eso es todo, El mundo, al revés
que entre los griegos, ya no es uno, sino miltiple. No hay conti-
nuidad causal, sino simple contigiiidad entre impresiones.Wa
ay
sa;
io-
to.
tie
99
Lo anterior se comprende mejor, tal vez, si tenemos en cuenta la
nocion de causa de Aristotcles. La palabra griega es aitia (de donde
wtiologia, por ejemplo de una enfermedad: las causas que la han provoca-
“do). Para Aristdteles, cuando algo es aitia de algo, en realidad no se trata
“de dos “algos”, sino de un mismo ser que se presenta en el primer
momento de una forma, y enseguida de otra forma. Por ejemplo, el
caballo es la aitia (en este caso el felos: aquello hacia lo cual tiende) del
potrillo, y el potrillo es la aitia del caballo ya desarrollado. La aitia no es
sino la cosa en su estado anterior: el ternero respecto del toro, la semilla
respecto del arbol, el hierro respecto de la herradura, Pero no es que la
aitia “haga” lo que viene después, Es solo que lo anterior es la misma
materia pero de otra forma. Lo que esta ausente en Aristételes es la idea
i de que “algo” —o alguien— “hace” otra cosa. Por otra
parte, el movimiento no empezé nunca ni jamas terminara, porque el
mundo es uno y eterno. Es decir, en la idea aristotélica de la causalidad,
‘no esté supuesto que el mundo es miltiple, sino que es uno, nada mas que
se presenta ora de una forma, ora de otra. Hay un principio —pero no es
“comienzo”— que explica el movimiento; es su /ogos. Pero no hay una
cosa que produce otra.
Esta concepcidn resulta dificil de entender, porque la tradicion
griega, entre nosotros, ha sido tergiversada por el aporte cristiano.
Cuando aparece un dios, que es creador y omnipotente, la concepcién de
Aristoteles ya no tiene cabida, Ahora hay un algo —dios—, que esta fuera
del mundo, y que lo “crea”, y a partir de la nada. Ahora hay una suprema
causa, que es una otra sustancia respecto de lo causado, El mundo uno
de los griegos, se ha dividido en dos: dios-mundo, alma-cuerpo, causan-
te-cauisado, sujeto-objeto, actuante-paciente. De todo lo cual no habra mas
que un paso para llegar a la separacién individuo-sociedad, estado-ciud:
dano, derecho-obligacion, derecho-moral, ciencias naturales-ciencias
sociales, sujeto de derecho-cosa. Y asi es como nuestra ideologia occiden-
tal, mitad griega, mitad cristiana, no pude facilmente comprender el
mundo uno de Aristoteles, Para nosotros que algo es “causa” de otro algo,
quiere decir que el primero “hizo” lo segundo; como si lo hubiera creado.
Le imputamos a lo causante, el haber realizado una accién, como le
imputamos actos a los individuos. Lo causante, la causa, “hace” lo
causado. Como cuands decimos, supongamos, que el calor causé la
dilatacién de los ricles, lo cual causé el descarrilamiento, O como cuando
decimos que la opresién causé la revolucién. Tenemos una concepcién
animista de la naturaleza, porque le atribuimos las caracteristicas del dios
creador omnipotente, Creemos que sélo los pueblos a los que Hamamos.
primitivos, tienen una concepcién religiosa, animista, del mundo. Pero no
es asi; no tenemos los titulos que creemos tener para llamar primitivos a
los otros._—
100
Lo que con Hume queda en tela de juivio, entonces, es esta concep-
cin animista del mundo, tanto como 1a concepcién monista de Aristote-
les. Ahora, lo que tenemos, no es sino un haz de impresiones, de donde
provienen nuestras ideas, las cuales, a su vez, se conectan por virtud de
la memoria y la imaginacién, para formar ideas muy complejas, muchas,
de las cuales, han perdido toda conexién con las impresiones originarias
y. por tanto, deben ser seriamente criticada, a la vez que, prudente-
mente, debemos desconfiar de ellas. Nada de continuidad causal: solo
impresiones particulares contiguas. Nada de un fenémeno que “hace”
—causa, “crea” — otro: s6lo impresiones contiguas.
Tal vez, en este mismo tono, puede ampliarse la critica que hace
Hume a la idea de causa: no sélo tenemos una concepcidn animista del
mundo, sino que le atribuimos caracteristicas politicas, Esto, porque
cuando decimos que algo causé otra cosa, en realidad estamos diciendo
que le atribuimos la fuerzasuficiente para haberlo “creado”, para haberlo
hecho. Esto es muy obvio cuando un médico, ofreciendo una explicacién
ctiolégica de un cuadro infeccioso, afirma que la fiebre es tan alta que
“no pudo” ser causada por la bacteria detectada, sino que “seguramente”
hay otra causa, La idea del poder de las causas, es aqui evidente, Pero
mucho més lo es en las explicaciones sociolégicas, que algunos consideran
como superacin de la causalidad simple: las complejidades causales.
Sesudos socidlogos explican que los hechos humanos no pueden ser
explicados por una sola causa; que la causalidad es miltiple. ¥ gpor qué
es esto asi? Sencillamente, porque una causa sola “no tiene la fuerza
suficiente” para convencernos de que podemos atribuirle a algo, el ser
“autor” (de auctor, el que, conforme con las leyes, tiene el poder sufi-
ciente para hacer algo), “hacedor”, el que, con un acto, produce otro
algo. Por eso las revoluciones no pueden explicarse “sélo por causas
econdmicas”; porque no le atribuimos a estas cosas, el poder suficiente
para producir la revolucién,
4,6. El mundo objetivo
La filosofia de Hume nos depara una perplejidad més. Es que,
conforme con su punto de partida, en realidad sdlo suponemos,
gracias a la imaginacion, que existe un mundo exterior a nosotros.
Porque, si debemos fiarnos s6lo de nuestras impresiones, entonces
como estar seguros si alli afuera hay algo que corresponde con
estas impresiones, de las cuales éstas serian algo asi como un
reflejo? A esta conclusion se le llama “solipsismo”; se dice que el
empirismo “cae” en el solipsismo, porgue, para ser consecuente,on
ue.
te’
ro
an
es
ser
ud
za
ser
fi-
tro
as
ite
Ic,
OS,
0S.
101
es necesario admitir que lo tinico existente con seguridad, son mis
impresiones, siendo todo lo demas, producto de mi mente.
Es posible que el solipsismo sea una consecuencia de este
empirismo a ultranza. Sin embargo, no deberiamos asustarnos,
porque es cierto que creemos en la existencia del mundo
exterior, y en que nuestras impresiones corresponden con su
impacto en nuestros sentidos. Tambign algunos creen en dioses,
otros en almas, o en las dos cosas. Y otros creen en la existencia
de leyes inmutables y eternas.
Respecto de la creencia en el mundo objetivo, el sentido de la
filosofia de Hume, cualquier cosa sea lo que él, personalmente,
haya pensado de este problema, es que se debe poner en duda
todas las creencias. Podemos, si, apostar a la existencia de ese
mundo exterior, a que mafana se seguiré comportando como hoy;
podemos apostar a la existencia de buenas probubilidades de que
en el futuro todo sea igual, pero con todo cuidado, con toda pru-
dencia, sin megalomanias racionalistas, sin, por eso mismo, conde-
nar a nadie que piense o crea distinto.
No es que no haya un mundo exterior, sino que de él no
sabemos nada que no provenga de nuestras impresiones sensibles.
No se trata de negar que existe ¢l mundo objetivo, porque su no
existencia es una suposicién que nadie esta interesado en hacer. En
efecto {cual beneficio obtendremos de negarlo? Pero, a cambio de
no negarlo, debe aceptarse la necesidad de dar lugar al tiempo, a
la experiencia, de avanzar paso a paso en el conocimiento, descon-
fiando de las teorias totalizadoras, de las catastrofes preanunciadas,
de los finales tremebundos, tanto como de los paraisos que prome-
ten el desarrollo indefinido. La perplejidad a que nos conduce
Hume, puede ser tomada como una invitacién a la modestia y la
tolerancia,
4.7. Dios y dios
S
Estd de mas decir que con Hume no queda ningun lugar para
ningin dios, sea o no creador y omnipotente. No habiendo ninguna
impresién sensible de una cosa tal, ninguna idea al respecto debe
ser mantenida. De alli que Hume, y el positivismo en lo que tiene
de él, hayan sido siempre mal visio por las iglesias, al menos las
oceidentales, Se sabe los problemas que han tenido los cientificos
cteyentes, para compatibilizar sus teorias cientificas con las creen-ae
102
cias religiosas. Y se sabe cudles han sido las respuestas de las
iglesias ante buena parte de los descubrimientos y los experimentos
de la ciencia moderna, Y es completamente explicable que Hume
fuese vituperado por los espiritus religiosos, y, sobre todo, que
haya tenido inmediatamente respuesta por parte de un fervoroso
creyente, como era Kant,
4.8. El monismo empirista
El mundo ideoldgico griego, al menos el de los filésofos,
puede ser considerado un monismo dialéctico. Monismo, porque en
esa ideologia no cabe la existencia de un dios fuera del mundo;
porque el ser es uno, eterno, inmutable, eteétera, No cabe tampoco
la posibilidad de que alguna sustancia no sea material; todo es
reductible a los atomos, en Demécrito por ejemplo, 0 a la materia
en Aristételes. No caben scres de distinta naturaleza: todos son
igualmente reductibles a la unidad. Y este monismo es dialéctico,
porque el movimiento es explicado de una manera especial: el
movimiento sucede entre contrarios; se pasa de una privaciénasu
contrario, dice Aristoteles; se pasa de no-musico a mtsico, y no se
pasa de no-miisico a pintor, porque no-misico no es el contrario de
pintor (cl contrario de pintor es no-pintor). La idea es que el
movimiento sea siempre el mismo —por tanto, en realidad, no hay
movimiento—; que sea completamente racional, que proceda como
lo hace la légica bivalente: 0 se es 0 no sees, cs blanco o
no-blanco (blanco no es contrario de negro). La semilla es la
no-planta, y por eso puede llegar a ser planta; pero una semilla no
Hega a scr un diamante. Si eso pudiera suceder, entonces el mundo
no seria necesario, seria irracional, y, por tanto no se podria
conocer, La unidad y el movimiento dialéctico, son las Ilaves del
mundo necesario, absolutamente racional, de la ideologia griega.
Este monismo, como es facil de ver, se quiebra en el mundo
cristiano, cuando junto a un dios separado del mundo, aparecen las
sustancias incompatibles, de distinta “naturaleza”, absolutamente
separables, como el alma y el cuerpo, la materia y el espiritu
inmaterial, la inteligencia y la voluntad, el estado y el ciudadano,
el derecho y la obligacién. Cuando aparece este dualismo, aparece
también la necesidad de tener una teoria—y una ciencia— para el
alma-hombre, y otra para el cuerpo-hombre. Una teoria que salve
la libertad del alma-espiritu inmaterial-hombre ante los embates deas
os
ne
uc
sO
te
Ja necesidad cuerpo- materia-hombre. El cuerpo
103
—"la carne",
sera concebido como de naturaleza baja, rastrera, pecaminosa, que
incita a la desnaturalizacién del alma-pensamiento, y por eso es
martirizable por escncia. La libertad serd vista como conse-
cuencia de un buen razonamiento: conocer el bien, permite actuar
bondadosamente; pero la voluntad puede ser quebrada por el
Mr. Hyde que es la tendencia malvada del cuerpo, asiento de las
pasiones vituperables.
Trasladado esto ala concepeidn de la historia, por ejemplo,
resulta que el estudio del transcurrir del hombre, no puede hacerse
de la misma manera que el sucederse los fendmenos naturales. El
hombre, artifice de la historia, acta, o bien libremente, o bien
obnibulado por las pasiones carnales. Nada de esto, en cambio,
sucede en la naturaleza,
El racionalismo posterior, buscard aproximar la historia a la
naturaleza, buscando las leyes que permitan pensar en el mundo
humano de la misma manera que se puede pensar el mundo natu-
ral, En el fondo, la cuestién no ha salido de alli: monismo versus
dualismo.
Pues bien, cl empirismo de Hume, es también un monismo.
No habiendo almas ni dioses, no queda otra cosa que la informa-
cidn proporcionada por los sentidos, que, parece, son excitados por
el mundo externo; y como las impresiones no informan de ninguna
sustanci:
algo diferente a la materi
inmaterial, no hay ninguna razén para creer que exista
, cualquier cosa que sea esto, De alli a
la concepcion de la unidad de la ciencias, hay sélo un pequeno
paso, que todo positivista que se respete da con sobrado placer. Si
la realidad no informa de ninguna naturaleza inmaterial, si todo
queda unizado en tanto que tenemos del mundo exterior sélo la
informacién que nos proporciona la experiencia sensible, entonces
todo lo existente es de la misma naturaleza, O, al menos, no
tenemos ninguna noticia de algo distinto. La ciencia, en consecuen-
cia, es una, el métodoes unico, y el criterio de verdad es el
mismo para toda clase de conocimientos, De alli que casi todos los
libros de divulgacién sobre Metodologia de la Ciencia, expongan
el “meétodo cientifico” como si existiera uno solo: es que la mayo-
ria de esos libros han sido e.
itos por positivistas.104
4.9. El mundo humano; el relativismo moral
Como es facil imaginar, una concepcién como la de Hume
tiene que conducir a la idea de que es posible la existencia de
muchos sistemas de valores, sin que sea posible decir, con certeza,
que uno es mejor, o “més verdadero”, que otros. Los racionalis-
tas, en cambio, estan convencidos de poder explicar, “racional-
mente”, los valores que adoptan, a partir de la observacién de la
naturaleza. Se dice de estos dltimos, que son “cognitivistas”, es.
decir, que creen en la capacidad de la mente para producir juicios
éticos “ciertos”, irrebatibles. Los empiristas, escépticos, no creen
ni siquiera en la causalidad; mucho menos, por tanto, en la posibi-
lidad de justificar un cuerpo de valores. La posicién empirista es
relativista, postula la tolerancia. La posicién racionalista es absolu-
tista, y postula la intolerancia. Se entiende por qué: si alguien, el
jefe, cl sacerdote, el cientifico, conoce el Logos universal, cono-
ce también cuales son los valores que se deducen del mismo, y,
por tanto, esta en condiciones de decirlo a los demas, quienes, si
se oponen, lo hacen s6lo por ignorancia, y pueden —y deben, que
es lo peor— ser reducidos.
Como veremos, esta discusion se traslada al método juridico,
alli donde éste se preocupa por saber como deben —o pueden
proceder, 0, de hecho proceden, quienes aplican la ley. Para los
racionalistas, cognitivistas, la interpretacién de las normas es una
actividad racional, que puede desarrollarse con la misma firmeza,
con igual garantia de verdad, que la observacién de la naturaleza,
Para los empiristas, escépticos, esto es tan relative como lo es la
justificacion de un sistema de valores.
4,10. El discurso
La posicién empirista abre un nuevo frente en la reflexion
filosdfica: el de la autonomia del discurso. En efecto, para Hume,
aquello de cuya existencia estamos seguros, es cl conjunto de
nuestras percepciones, y nada més. En realidad, sélo sabe-
mos de una sola clase de entes: las impresiones e ideas. Estos
entes, para nosotros, existen como pensamientos, desde luego
expresados en un lenguaje, Estos “pensamientos”, 0 enunciados,
no tienen por qué necesariamente coincidir con algo existente en el
exterior, Como son productos de la imaginacién, no existe garantiane
105
alguna de su correlacién con alguna cosa 0 verdad externa al
propio pensamiento, Por el contrario, el racionalismo se provee a
si mismo de esa garantia, postulando a priori, que existe un Logos
universal, con el cual puede, si es bien guiado por el método,
coincidir el logos individual existente en toda mente “racional”
—porque existen, bien se sabe, los hombres que no son de razon,
quienes pueden ser reducidos a la esclavitud, precisamente por no
ser suficientemente humanos. La garantia racionalista esta dada a
priori, en el mismo acto intelectual que lo funda: la Physis tiene
logos: todo es cuestién de que mi logos interno, que ab initio
coincide, por definicién, con el Logos, sea bien entrenado para
aprehender lo que, de antemano, se sabe que aprehendera,
El discurso, para el racionalismo, si es “verdadero”, esta
ligado con el Logos como la parte con el todo, Para el empirismo,
en cambio, no hay tal vinculo entre discurso y raz6n universal. El
discurso, expresado en algtin lenguaje, es auténomo respecto del
ser —o, tal vez hay que decir, heterénomo, es decir, distinto. Con
el empirismo, el discurso es un pajaro que ha sido dejado fuera de
la jaula. No debe extrafiar, entonces, filésofos del lenguaje muy
importantes, estén en la zaga de Hume.
Lo que se pierde con Hume, para disgusto de todos los creyentes, es
el centro dador de sentido. Si lo dnico confiablemente existente es el
conjunto de nuestras impresiones sensibles, entonces las palabras pierden
su contacto con ese “algo” que les da sentido, y que estaria, para el
racionalismo, en algiin lugar fuera del pensamiento de los individuo:
Ahora las palabras tienen un significado que, no solamente es completa-
mente arbitrario, sino volatil, sin suelo, pajaros en el viento. Por ejemplo,
si vemos una bola de billar arribar a un sitio, oimos un sonido, y vemos.
otra bola comenzar su movimiento, {qué hemos visto? Que una bola
“choca” con la otra, que hay un “impacto” que “produce” un ruido. Bien,
pero gqué quiere decir “chocar™, “impacto”, “produccién”? Estas se han
convertido en sélo palabras con las cuales cubrimos nuestra perplejidad
ante el espectaculo del mundo, Perplejidad, porque el lenguaje, en reali-
dad, no esté en conexidn con nuestras impresiones sensibles. Hay una
cesura absoluta entre el discurso y cl mundo de los hechos 0, como quiere
Hume, entre lo dicho y lo sentido. El lenguaje, ahora, seria un conjunto
de palabras usadas para referir impresiones sensibles, pero las impresiones,
sensibles son siempre individuales, “hechos” instantaneos; pero, pretende-
mos que, al mismo tiempo, las palabras sean sustantivos, es decir, signifi-
cados aplicables, no a individuos, sino a conjuntos, ya no de individuos,
sino de ficciones, de ideas las cuales imaginamos aplicables a un gran106
mimero de entes finalmente también imaginados. Ahora, frente a casi
cualquier palabra, es posible preguntar porsu significado, dejando aténito
al usuario, En efecto qué significa “chocar” dos bolas de billar, si lo
tnico que vemos es finalizar el movimiento de una y comenzar el de otra?
Ahora es posible detener cualquier discusién con la pregunta por el
significado de las palabras usadas por el adversario. Vale la pena notar
que los sofistas, Gorgias notoriamente, habian adelantado varios de los
temas huméanos.
4.11. La experiencia como criterio de verdad
Pero si para el empirismo escéptico no hay garantias absolutas
de verdad ges que se debe renunciar a la ciencia? No; al contrario:
la ciencia moderna se ha desarrollado en la creencia de la experi-
mentacién como fundamento de la verdad. Hume es un filésofo
que-provee, a esa ciencia, de la parte del fundamento que le
negaba cl racionalismo absoluto. Lo que los cientificos hacen, es
experimentar. Y, cuando lo han hecho repetidamente, con el
mismo resultado, acuden a la parte de su cultura que-es racionalis-
ta, para formular “eyes” en la creencia de que han descubierto
0 “creado” — una parte del Logos de la Physis.
Hume ofrece, a los mismos cientificos, una propuesta mucho
mas sensata, en general no tenida en cuenta por ellos, que siguen
siendo racionalistas. La propuesta del empirismo escéptico, es,
sencillamente, qué las archifamosas leyes de la naturaleza, no son
sino enunciados cuya verdad depende de que futuras experiencias
las sigan confirmando. Si una ley —que no es sino una formula-
cién producida por el cientifico, se obtiene de una extrapolacién
hacia el futuro, del resultado de experiencias pasadas—, es luego
refutada por un nuevo experimento, entonces la ley ha dejado de
tener sostén, y debe ser abandonada. Habra Ilegado la hora de
proponer nuevas formulaciones que comprendan las nuevas expe-
riencias. Es la ensefianza humana fundamental: no hay garantias,
y debemos avanzar prudentemente apoyados en la experiencia; no
hay seguridades, y debemos, tolerantemente, hacer lugar a todos
los sistemas de valores —tal vez hay que agregar: “que la expe-
riencia no haya demostrado como inconvenientes para la perviven-
cia humana”,
El criterio de verdad, para Tomas de Aquino, por ejemplo, es
la correspondencia entre la realidad y el intelecto, Pero jes
que es posible tal correspondencia? Como lo sabemos? Dios es la107
asi garantia. Para cl monismo dialéctico de los griegos, la garantia es
ito el propio Logos de la Physis, lo cual no difiere mucho del dios
1g garantia. El criterio de verdad, para el empirismo escéptico, es la
a iencia individual. Nada de L rsal, ni de di
‘ experiencia individual. Nada de Logos universal, ni de dioses
a garantia.
los
4,12. Bl objeto cientifico
Obsérvese que el objeto de una ciencia, es considerado de
manera distinta por unos y otros. Para los racionalistas, el objeto
existe antes que el pensamiento. Para los empiristas, el objeto, en
realidad, es una creacién del sujeto. Se comprende por qué: si lo
existente, en realidad, son las experiencias, la postulacién de que
alld afuera hay “algo” que debe estudiarse, es posterior a las
impresiones, Pero, sobre todo, debe haber un trabajo mental previo
antes de sostenerse que un grupo de impresiones seran tomadas, en
adelante, como generadas por un objeto externo. Recuérdese que
es la imaginacién la que “crea” la idea segtin la cual un grapo de
impresiones, por ser similares, pueden ser nombradas con una
palabra.
Vale la pena sefialar aqui una aparente paradoja. El racionalismo
‘acepta la existencia de un mundo necesario, una Physis con logos, sobre
la cual acttia el entendimiento para develar su secreto. El empirismo,
desconfiado, prefiere creer en experiencias, siempre particulares. A
primera vista, pareciera que el racionalismo es objetivista, mientras que el
as
a empirismo pareciera subjetivista. El primero parece aceptar un mundo
on exterior “objetivo”, es decir, independiente del sujeto. El segundo parece
20 sujetar el mundo “objetivo” a las carencias del sujeto. Pero esto tiene otro
de Angulo de visién. El racionalismo, en verdad, ha partido del sujeto, no del
de objeto. Los racionalistas creen haber partido del objeto. Pero es
a2 que al considerarlo, a priori como intcligible, han creado el mundo
z exterior como tal Physis con logos. En cambio el empirismo esti dispuesto
2 a someterse a las experiencias. Por tanto, si hay un mundo exterior, sera
no éste el que se nos imponga con su fuerza sobre nuestros érganos sensoria-
os les. Claro que luego, la mente, gracias a la imaginacién, creara el objeto.
e- Pero seré partiendo de experiencias previas. El empirismo propone no
n- suponer nada. El racionalismo propone partir de considerar al ser, al
mundo, como racional.
es
es108
Vale la pena también considerar la usual clasificacin de los puntos.
de vista filoséficos, entre idealistas y materialistas, Suele suponerse que
los materialistas, como los empiristas, estén dispuestos a aceptar la
primacia del mundo exterior. Sin embargo, la mayor parte de los materia-
listas son racionalistas absolutos, en primer lugar los creyentes del mate-
rialismo dialéctico, Pero, como hemos visio, considerar, a priori, que el
mundo es material, pero que la materia est sujeta a las leyes naturales, es
lo mismo que decir que la Physis tiene logos; sélo que en vez de Physis
se dice materia, y en vez de Logos se dice leyes generales de la dialécti-
ca: Y sucle decitse que los idealistas son quiencs parten de las ideas y no
de la materia o “del mundo exterior”. Pues bien, esa clase de materialis-
mo, sea cl griego, sea el “dialéctico”, es, en realidad, cl supremo idealis~
mo, puesto que han partido de la afirmacién, no sustentada en ninguna
experiencia, segiin la cual, la Physis tiene Jogos, En cambio el empirismo
suele ser visto como cl supremo materialismo, porque, se dice, parte de
las experiencias, y no acepta ninguna realidad inmaterial. Sin embargo,
por su parte, el empirismo ha partido del andlisis del sujeto que tiene las
impresiones. Podria decirse, también con razén, que se trata del supremo
idealismo, por haber partido del andlisis de las ideas que posee el sujeto.
Todo esto es interesante, porque muestra la relatividad de las clasifi-
caciones del pensamiento filosdfico entre “objetivistas” y “subjetivistas”,
enire “idealistas” y “materialistas”. Posiblemente la mejor clasificacién
sea la que se puede hacer entre racionalistas y empiristas. Y no habria que
confundir entre materialismo y fisicalismo: los primeros pueden ser, y lo
son casi siempre, racionalistas e idealistas absolutos, metafisicos vergon-
zantes; los segundos son quienes suponen que todo lo existente es mate~
rial, en el sentido de constituido por entes ponderables y extensos. Pero
los fisicalistas pueden ser, y de hecho lo son frecuentemente, empiristas,
Es importante tener en cuenta que, a veces, cuando se dice “materialis-
mo”, seria menos ambiguo decir “fisicalismo”.
Por otra parte, parecicra que, desde cierto punto de vista, es imposi-
ble ser materialista —en el sentido de partir de la materia y no de las
ideas—, tanto como ser objetivista. Lo primero, porque el materialismo
supone partir de la idea de que existe algo que es “/a materia”, lo cual,
por otra parte, es algo que siempre ha debido ser imaginado, porque
nunca nadie lo ha visto. Y esto supone, en verdad, partir de una idea: la
de materia. Lo segundo, es decir, ser objetivista, parece también imposi-
ble, porque ain el mas consecuente empirista parte, en realidad, de la
seguridad de las impresiones. Y no hay nada mas “subjetivo” y personal,
que una impresién sensible.109
4.13. Necesidad y probabilidad
Al desaparecer el Logos universal del circuito cientifico,
desaparece la necesidad. Los fenomenos deben ser considerados
individualmente. Y, si los reunimos en enunciados generales, sera
porque la memoria y la imaginacién los agrupan en razon de su
similitud. Pero no hay ningtin Logos o necesidad que garantice la
veracidad de esa agrupacion. El (nico sucedaneo de la necesidad,
es la experiencia, que siempre sera particular —es impensable una
experiencia “general”. Lo que ha desaparecido es, entonces, la
totalidad. Lo que existe es la particularidad de nuestras intransferi-
bles experiencias. Ahora no hay el “todos”, sino el porcentaje, No
puede decirse que en todos los casos una medicina produce los
efectos x, sino que, en el 96 por ciento de los casos, la aplicacién
de ese producto se observé “ligado” al resultado x. La necesidad
ha dado paso a la probabilidad, Lo maximo que el cientifico, si es
honesto, puede decir, es que, en el futuro, probablemente sucede-
rén los fendmenos hasta ahore experimentados. Eso sf, parece
posible decir que algunos fendmenos tienen “mas probabilidades”
de suceder que otros. Y no hay inconvenientes en recurrir a la
matematica para establecer un panorama de lo probable: los cienti-
ficos hablan en términos de porcentajes, de probabilidades.
Como se comprende, se necesitaba el arribo de un pensamien-
to empirista y escéptico, para que se desarrollara el método prob:
bilistico, La probabilidad esta retida con el racionalismo: éste no
la necesita, porque el Logos es garantia suficiente.
4.14, El escepticismo y la ciencia moderna
El positivismo, en el fondo hijo del empirismo de Hume,
convirtid el escepticismo en su contrario: devino la ideologia
justificadora de la ciencia moderna, La palabra “positivismo”, que
hoy designa una ideologia con tépicos muy variados, algunos de
ellos incluso contradictorios, no fue acufiada por Hume, sino, al
parecer, por Compte, un filésofo menor si se lo compara con el
pensador escocés, Pero la menor cuantia no tiene por qué ser dbice
para acufiar frases 0 palabras célebres,
EI positivismo es la ideologia que ha hecho de la ciencia un
fetiche; el fetiche que Hume, el escéptico, hubiera desechado.
Encaramado en Ja divisa del empirismo —atenerse a la experien-110
cia—, esta ideologia convirtié la prudencia y la modestia, en, otra
vez, como con el racionalismo, la apologia del poder del pensa-
miento humano. Los avances cientificos le han parecido de tal
magnitud, que le ha parecido legitimo proclamar el imperio de la
ciencia sobre la vida humana. Ciertamente, el positivismo procla-
ma repudiar la metafisica, aquélla de las leyes mas generales del
movimiento de la materia, reniega de dioses y pontifices decidores
de la verdad. Pero entrega toda su fe en el método cientifico, Si ya
no hay verdades absolutas, si hay un nuevo tirano; el método. Si
cumplimos con las reglas del método, el conocimiento esta, si no
garantizado, al menos santificado. Ya no hay pontifices, pero hay
comisiones que revisan, no los resultados, sino el método. Un
proyecto académico es bueno, si “ha cuidado la metodologia”. Por
eso puede ser examinado por cualquiera, que sepa, no del asunto,
sino del método. Porque, ademas, el método es uno solo, panacea
que sirve para todo. x
El positivismo, hijo putative de Hume, no fue, en realidad, un
hijo leal. De la modestia y la prudencia, nada. La ciencia lo puede
todo. O lo podra. Sélo es cuestién de tiempo; y de método. Lo
demas, es la charlataneria que queda a cargo de los pontifices y las
humanidades, :
5. Kant
Hume habia dado un golpe terrible adios, al alma inmaterial,
a la totalidad del universo, y con esto tiltimo, a las archifamosas
leyes que gobiernan la naturaleza. Y lo habia hecho, partiendo de
un principio caro a la mentalidad burguesa: el de la experiencia,
La burguesia es una clase social dispuesta a aduefiarse del mundo,
cabalgando en la eficacia industrial. Pero para lograr esta tiltima,
requiere una ciencia que, basada en la experimentacién, mantenga
sus enunciados tan anclados en la realidad, como para permitir
fabricar las méquinas eficaces. Lo que si, para nada necesita, ni
quiere, esa misma burguesia, es atacar ninguno de los dogmas
racionalistas: la existencia de dios, del alma, y la totalidad univer-
sal y eternamente gobernada por leyes “naturales”, Kant, espiritu
religioso donde los hubiere, intentd, si no con éxito, al menos con
gran fama, compatibilizar ambas cosas: el principio empirista, y lo
otro, dios, el alma y el universo racional. Lo que hizo, en suma,
fue aceptar, para el mundo natural, la posicién de Hume: todo