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Maguets: RAG Reservados toes los derechos. De acuendo alo dspuesto ene at. '554-bis, a, del Cigo Penal, pon ser eastigados con t ‘penas de mula y pvacion de iberad quienes reproduzcan © plagie,en todo oen parte, una obra litera, anstca cies nen csi despot a eepva Este trabajo se ha realizado ene marco de proyecto de investigaion 1° PS93-0082, ‘naneindo por la DGICYT (© Bicones Akal, . A. 1996 ‘Las Berrocals del Jama Aparado 400. Toren de Ardoz "Tele: 656.5611 65549 11 Fax: 656.4995. ‘Mae -Espala ISBN 84-260-0568-9, Dept legal: M 420-1996, Timpreso.en Anzos, S.L. Pocolabrada (Madi) PROTAGORAS DE ABDERA DISSO! LOGO! Textos relativistas Edicién de José Solana Dueso APuri, com afeto, emocion y razén indice General Protigoas, lFilésoo reltivista 9 Introduccion 1. Sobre la vida y las obras de Protigoras 1 1. Estrategia metodol6gica 31 TL. Logica y epistemologia 36 L. Lasantilogias 36 IL LaFrase Homo-Mensura 39 ML. Elargumento débily fuerte 46 IV. Teoria politica 56 1. Relativisme y convencionalidad 56 UL, Lanecesariaigualdad 61 YV. Elfracaso histsrica del protagorisma 71 VL Seleccién de textos 74 17 Ih. Protigoras: Testimonios y fragmentos ‘A, Vida y obras 77 B. Doctrinas 87 C. Fragmentos probablemente textuales 127 bles raconamiientos (Dissoi Lage’) 131 I, Estado dela curstién L Fecha 132 + TL Autory dialect 13 IL Estructura dela obra 135 ‘VL Nuestra traduccién 138 139 Il Andlissflosfico PROTAGORAS, 1. Tess telativita(Tesis A) 139 EL FILOSOFO RELATIVISTA Relativism moral (1-23) 139 IL. Laverdad como rlaciin (8) 144 TIL. Relativismo éntico (5) 146 1, Tesisanirelativista 150 I, Las dos teas sobrela vietud (6) 159 IW. Restos de una plitea? (7) 165 YV. Saber actuae(@) 171 \ Vi. Conctisin: Protagorismo versus Socratismo 176 179 Ml. Traduecion 201 Apttice 205. Bibliografia 205 fic de autores citados Introduccion Protgoras es uno de los grandes sofistas. Como tal, tenemos que enfientaros primeramente a las connota- ciones adheridas a este término (gogtarfc) que, si bien en un principio tuvo una significacién positiva, ‘con Platén y Aristételes va a sufrir un auténtico cam- bio seméntico. Segiin Elio Arfstides (DK79, 1), «Pla- ‘t6n parece que da siempre a «sofista» un sentido peyo- rativo; precisamente él es quien, segtin mi opinin, de tun modo particular se ha levantado contra el nombres. Admitido el hecho, ;cémo podrfamos explicarlo? En términos generales, tanto para el caso de Protégo- ras, como para los sofistas en general, creo necesarios algunos pronunciamientos metodolégicos elementales: 1. Seria ridfculo repetir los vituperios plat6nicos! contra los sofistas sobre la caza de jévenes ricos, el traf ‘co de ensefianzas 0 el sofista como embaucador. Yo quic- 10 sugerir otra hip6tesis que trataré de argumentar més adelante, a saber, que Platén ve en las propuestas prota: g6ricas una filosofia rival, que debe ser refutada como condicién necesaria para que, sobre sus ruinas, pueda T Polste todavia Titeratury moderna en esta lines, Ast, Babut (1982) sostiene que i detinaprotagiea «no ex so ern, sno | nogacin misma dela Verdado (p. 64) y que Pltén presta a Pro sofas més atencién qu a ningin co predecesor 0 contemporines| “spogue le parece potencialeate elms pligrono pars el proyecto ‘mismo de flsotian(p. 85). 10 PROTAGORAS - DISSOFLOGOr ‘germinar Ta dialéctica plat6nica, es decir, lo que en el Sofista (231b) se llama «sofistica noble en su estitpe>, ¥ €n o170s didlogos filosoffa frente a retGrica (Teeteto), {l6sofo auténtico frente al bastardo (Repitblica) 0 dia- Iéctica frente a antil6gica (Fedro). Que en la refutacién centren deferminados elementos ad hominem, es en este asunto secundario, aunque sociolégica e hist6ricamen- te tenga un gran valor informativo. Dicho de otro modo, la eritica plat6nica y aristotélica a los sofistas debe entenderse como un conjunto de argumentacio- nes, cuya elucidaciGn exige conocer tanto la filosofia refutada como la del refutador. 2. Tengo Ia conviccién de que el progreso de los ‘studios sofisticos supone acabar con el «Fantasma» de la sofistica, inventada por Platén y, al decir de Grote, resucitado en el x1X por los historiadores alemanes, fantasma que supuestamente habria envenenado y corrompido con sus funestas ensefianzas el espiritu moral de los atenienses. Basta una lectura atenta de los fragmentos para ‘comprobar que cada sofista defiende sus propias doctrinas y que, aparte de su profesién y algunos procedimientos metédicos compartidos, es bien poco, si no nul, el nicleo te6rico comin. Decir, por ‘ejemplo, que tos sofistas son defensores del derecho del més fuerte, que son partidarios del convenciona- lismo jurfdico y legal, que son relativistas, etc. son, ‘como poco, inexactitudes. Hablar de sofistica mez~ clando a Critfas con Trasfmaco 0 a Hipias con Proté- ‘goras, es algo que no nos hace avanzar ni una pulgada de lo que ya Platén dijera. Cosa distinta es que se estudie el origen social de Ia sofistica como profe- in, tal como hace, por ejemplo, Untersteiner, o el impacto de algunas doctrinas sofisticas e, incluso, de ‘sus procedimientos pedagégicos, entre los j6venes atenienses. PROTAGORAS: INTRODUCCION i 3. Aparte del estudio individualizado de eada sofis- ta, hay otra cuestidn, de caréter metodoldgico, previa a Cualguier investgacién concreta. Los estudios sofisti- cos han sido, en general, guiados por el t6pico, a mi jnicio, insostenible, de intepretar una filosofia desde ora filosofia, en concreo, tomar el eje Séorates-Pla- {n-Aristétles como la filosofia desde la que la sofisti- ca podia ser analizada o, seatin los casos, condenada, {Por qué no se puede adopiar el punto de vista contra tio, es decir, analizar el platonismo desde la perspecti- va sofistica que resuliaria mas acorde con la sucesién histérica real? Sea por motivos de simpatia 0 por la situacién fécti- ca de ausencia de textos, este tépico se impone con demasiada frecuencia, El resultado es, con excepcio- nes, una persistent bibliograffaantisofistica, emparen- tada mas con la hagiografa y la apologétice que con la Historia de la Filosofia. Una exigencia critica elemen- tal nos obliga, en la evaluacién de Ia polémica, acono- cer los «dobles» razonamientos.. ‘Trataré de aplicar esta estrategia al caso de nuestro sofista, Protigoras de Abdera,el més importante a juz- gar por los esfuerzos que Platén y Aristteles desple- garon para refutaro L._ SOBRELA VIDA Y LAS OBRASDE PROTAGORAS Lamentablemente, en el estado documental actual, no puede establecerse una biograffa de Protégoras medianamente completa, Incluso los datos de que dis- ponemos resultan con frecuencia contradictorios, sin ue, en tal contradiccién, podamos decidirnos con cer- {eza por una u otra fuente. Por ello, me limitaré a ordenar los principales temas gite Ios diversos bidgrafos nos aportan, comentaré los problemas que se plantean entre os ctiticas y, quizé, 2 PROTAGORAS -DISSoI LOGOL formularé algunas hipétesis que, en mi opinién, no pueden ie mucho més allé de la verosimilitud La principal fuente de datos sobre la vida y obras de Protdgoras nos la oftece Didgenes Laercio, lo que resulta bastante significative, Es, en primer lugar, el Unico de los considerados sofistas que merece un lugar ‘en las paginas dedicadas a la biografia de «til6sofos ilustres», Esto ya me parece destacable cuando la ‘mayor parte de la historiograffa se ha empefiado en el- ‘minar-0 al menos, marginar~ a Protégoras de Ia histo- ria de las ideas filosicas. Conviene, en segundo lugar, observar la posicién del sofista en el libro LX, junto con flésofos tan signi- ficativos como Heréclito, Parménides, Demécrito 0 Pirrén, concediéndosele mayor extensign que a Parmé- nides, Meliso o Zenén, Hay tro dato importante: me refiero a las esatuas del periodo ptolemaico halladas en el Serapeion de Mentis. Se trata de once estatuas en semiciculo de filésofos y Poetas,situéndose en la parte Este los primeros con él hombre escrito en el pi de la estatua, y en Ia parte con- trara los sogundos. Precisamente entre los fil6sofos se encuentran Patén, Heréclito, Tales y Protigoras Tanto este hecho como las Vidas de Didgenes demuestran que Protigoras era considerado, en esas fechas, un fldsofo importante. Junto a Didgenes, la segunda fuente de informa- ci6n biogréfica es Ia de Filéstrato en Vidas de los sofistas, quien, entre «los Tlamados con justa razén sofistas> (8, 492), cita a Gorgias, Protégoras, Critias, 21. Ph, Lauer y Ch. Picard (1955, 120). La esata, lamento ‘blemenieacfala, fa dice conocia de este sofista Enel libeo cit do, se desea personae wsetado de fonma carats, con una ostrainguit, inestabl, sobre un siento de honor, aco, mit fo an muebe de bronce, peo bastante mis complicdo, si bien se mnira,y mis singular qe los sientos de Pindaro y Homero»(p. 120 PROTAGORAS: INTRODUCCION 13 y Antifonte de Rammunte, entre los pripeapales, afia- diendo breves anotaciones sobre Hipias, Prédico, Polo y Trasimaco. Contando con estas dos fuentes y con testimonios esporadicos de otros autores, trataré de establecer una sintesis de los principales aspectos de la biografia del sofista, 1. La primera cuestién es relativa a tas fechas de los principales acontecimientos de su vida, como nacimiento y muerte y sus estancias en Atenas y otras ciudades. Disponemos en este tema de dos testimo- ios incompatibles: el de Hesiquio y el de Apolodoro. El primero le atribuye una vida de 90 afios y 40 de ejercicio de su profesién de sofista (T3)°. También Didgenes Laercio recoge esta cifra, si bien bajo el epigrafe «otros dicen», mientras que a continuacién cita la opinién de Apolodoro, quien asevera que vivis «setenta, que ejercié como sofista cuarenta afios y que Hleg6 a su madurez en Ia Olimpfada 84> (T1, 56) La fecha de Apolodoro parece ms fiable por cuanto que aporta como testimonio adicional su floruit en la Olimpfada 84. También Plat6n (Mendn 916) afirma que el sofista «murié cuando tenfa cerca de setenta afios, tras dedicar cuarenta a su profesién» (TS). ‘Ante los testimonios de Apolodoro y Plat6n, no pare- ce indicado dar credibilidad a un autor tan tardio como Hesiquio. ‘Supuesto, pues, que vivié aproximadamente 70 afios, ¥ con vistas a fijar los términos en el siglo v, contamos con tres referencias: 8) El ya citado floruit que habrfa que situar en torn a los afios 444/441 (Olimpfada 84). Siendo asf, Proté- > Para refernme a los textos de esta edicién, uiizaré Ty el mero corespondiat. "Ese psi no supondeiaanacronismo teniendo en cuenta que 1a fecha damaica del Menn se sta en el 403-402, 14 PROTAGORAS - DISS01LOGOL goras habrfa nacido en torno al 484 y habrfa muerto en. torno al 414, ) La fecha de su proceso y muerte, sobre los que ‘contamos con la indicacién de Didgenes de que fue acu- sado por Pitodoro «uno de los cuatrocientos» (T1, 54)°. Este dato, sin embargo, no implica que el juicio fuese en estas fechas, es decir, en torno al 411, affo de Ia toma oligérquica del poder y de la constitucién de los Cuatro- cientos, lo que tampoco es de exclu, resultando ambas hip6tesis compatibles con el supuesto a) con tan sélo una diferencia de 4 a5 afios. ©) Finalmente, Didgenes se basa en Herdclides del Ponto para afirmar que Protgoras redact6 las leyes de In colonia panhelénica de Turios, al parecer por encar- 40 de Pericles, Esto supone una estancia de Protégoras cen Atenas con anterioridad a tal fecha®. Resulta muy vverosimil que esta intervenciGn protagérica coincidiera con su aemé, Io que guarda coherencia con la fecha de Apolodoro’. 5 Aristectes nos habla de tes personajes con este nombre, El primer, aronte en el 32/481 (Ath po. 27,2) e segundo, Pitodoro fe Anafisto, reactor de Ja propuesa de los eustrocentos ene] ao| 441i Gh pot 29,1), oalmenc, el arcone del ato 408-403 (Arh pol, 35,1) acisadar de Protigoras do ser el segundo. ' Por ejemplo, Neste (1966, 268), que habla de las (1987, 18). Mi propuesta es que la critica de estos autores debe ser generalizada, sobre todo teniendo presente que entre Aristdteles y Protgoras no se tata s6lo de una diferencia respecto de uuna determinada teorfa (Ia teorfa de las causas en ‘Met, 1), sino respecto ala misma concepcién del lengua- Jey. por tanto, al modo mismo de argumentar. Mi opinién es que, si conocemos con cierto detalle {a refutacién platénica y aristotéica del protagorismo y conocemos, al mismo tiempo, los elementos te6ricos puestos juego en tal refutacién, podremos conocer con cierta garantia, aunque sin excluir el error y la parciali- dad, el Protégoras histérico que lamentablemente nos haa sido burlado”” Esta perspectiva metodolégica encierra diversas consecuencias. Una de ellas es que de este modo se rompe la tradicional valoraci6n que considera a los sofistas a lo sumo como el estimulo que, de modo inconsciente, motivé en la filosofia griega la gran reac- cién socrético-platénica, Quedara asi al descubierto que ha sido préctica atribuir a estos autores, privilegia- dos por la conservaciGn de sus textos y por su simpatia ‘con el acontecer ideoldgico de Occidente, todo cuanto de positivo (es decir, aceptable para su sistema) se haallaba en los autores que refutan, los cuales han que ado reducidos a pura negatividad. Esto implica que cualquier ensayo de recomposicién del protagorismo aparece desde tal posicién como un Creo que en a obra de Margolis (1991, 1) hay cements teei= os que permitenexplicar la margisacién 6 a filowolaproagie: (OEt relativism es una tadicin Mosca olvidada, hasta ef punto de que es diel pensar en alguna tess de comparable imporanein ‘que haya sido tratada fan misementen, y 2 Este la erecta, asa pero persistent, de que wel golpe fatal contra el relaivisme debe tuber sd dado ya en tempos antgios»,concretamete, que Plata y Aristtlesajistaron deitivarent as cuentas con lo 34 PROTAGORAS -DISSOI LOGOE ‘empequefiecimiento c, incluso, como una ofensa para los refutadores, Sin embargo, Ie presencia del protagorismno en Platn y Aristteles es tan importante y tan plena de significado que es preciso comprender esia presencia si ueremos interpretarios con un cierto rigor. Por lo que al Estagirita respecta, P. Aubenque es abiertamente explic- to: «No hay exageracin alguna en decir que Ia especula- ign de Aristételes tuvo por principal objetivo responder alos sofistas; [a polémica contra ellos asoma por todas partes en su obra: no sélo en sus escrtos I6gicos, sino en la Metafsica y hasta en la Fisica, tasluciéndose en muchos pasajes que no tratan expresamente de la sofist- ca, Cuando vemos cémo insiste Arist6teles en discutir argumentos que en apariencia ya ha refutado y con qué pasidn arremete contra fildsofos que dice desprecir,adi- vvinamos la importancia real, aunque. no confesada, que la corrientesofistica de pensamiento tuvo para la consti- tueidn de su filosofa" (1974, 93) Cito a Aubenque por ‘extenso porque me parece que aporta elementos capita- les: 1, Presencia obsesiva de la sofistica en la obra arist- télica, 2, Refutacién. 3, Pasin en la refutacidn, 4 Corriente sofistica de pensamiento. 5. Importancia real, aunque no confesada, de dicho pensamiento, Mutatis ‘mutandis eto vale para Ia obra plat6nica, Prosigue Aubenque: «Sus relaciones (de Aristéte- Jes) con el platonismo son completamente distintas: Ia polémica antiplat6nica tiene limites mas claros y va ‘acompatiada de una seguridad y una autocomplacencia tales que nos hace pensar que Aristételes andaba muy cerca de considerar su critica como defintiva. Cosa diversa es Ia interpretacién de Aubengue de Ia obsesiva presencia de la sofistica en Aristételes. Con- tradiciéndose con su planteamiento inicial, la citada «comriente sofistica de pensamiento» queda reducida a To que es la pasidn aristotélica contra la misma: indife- rencia hacia la verdad, transmutacién de lo falso en PROTAGORAS:INTRODUCCION 35 verdadero, el sofista adversario de mala fe por defini- cidn... Cualquiera puede ver la incoherencia que supo- ‘ne empequefiecer hasta lo fnfimo a los sofistas cuando éstos aparecen como el enemigo a batir en la obra del ‘Académico y del Estagirita. ;Acaso unos pensadores cceupados en tan altos ideales pudieron perder su tem on refutar tan viles filosofias? Hay hechos de la biograffa de Protégoras que avalan la opinién de que en la antigiiedad fue considerado un fil6sofo importante, pese a que posteriormente haya sido silenciado, lo cual debe ser un estimulo para que cl historiador trate de investigar en qué pudo radicar su importancia filos6fica en lugar de reposar en el vere- dicto platénico. En esta situaciOn, nuestro trabajo deberd moverse en un doble frente de accidn: por un lado, descifrar lo que se encuentra tras los apasionados juicios platénicos y aristotélicos, y, por otro, desmontar el entramado de la historiograffa que ha ido mucho mas lejos en sus con- denas, creyendo tal vez. tener tin conocimiento superior los antiguos. En esto no soy sino un seguidor de Grote: su aproxi- maci6n a fa filosofia griega de Jos siglos ¥ y Tv me parece mas certera que la de muchos sesudos erticos coincido con él en hallar més prudencia en Platdn, cconocedor de os eseritos del sofista, que en los moder- nos, quienes, s6lo conociendo unos pocos fragmentos, ssuperan a los antiguos en anatemas y vituperios. Si he concedido una reativa amplitud a estas euestio- nes metodol6gicas y biogrificas se debe a que consider asunto proritario para el progreso de los estudios sofst- 0s un cambio radical en las hip6tesis previes, de manera que, si se siguen manteniendo las que emanan de la obra platénica y arstotlica, poco cabe esperar. La exposicién del necleo del pensamiento protagstico que ofreceré a continuacin es resultado de esta estrategia metodotigica, 36 PROTAGORAS -DISSOILOGOI Ul, LOGICA Y EPISTEMOLOGIA EI ntcleo duro del protagorismo gira en torno a las tres célebres sentencias: las antilogfas, la Frase Homo- ‘Mensura (FHM) y el argumento débil y fuerte. I. Las antilogias como «realidad» y no mecamnente como ecuestins,rnino que acento ado subjetivo, Ena op ign es poco acepable presen com) incompalibles ios sepectos| fubjetivas y objetives, components evencales © imeductibes de ‘ualgieriterpretacion relatist dl conocimient, ‘» Untesteiner tiene razdn en sostnee qe la reflesin sobre fa ‘ida numana y ss vcisides, dela que la poesfa iia nos ofrese {an bells tesiimonios, cosiuye Ia primera fuente de pensarien antldgieo. endfans, Herdso 0 Protagoss, sin embargo, patendo| PROTAGORAS: INTRODUCCION 37 versin eductora no puede aceptars: la refutacin pla- ‘nica y aristtelica es una prucba de la universalidad Gel principio antil6gico. Cualquier interpretacisn de este principio choca con tuna primera difcultad: su falta de contexto, Hay que insistir en que en Platén y Aristteles no hallamos el contexto de dicho principio, sino su rechazo, Afortuna- ! els experiencis cantedas por a poesia, rata de proporionsr un fundamentoontolégico a ales efleones. "0 Vease nuestro estidio, pp. 131 ye, 1 Que Protigoras habia planteade problemas en ome aa conta icién es una novca que confrman tanto Placa como Ariss, (Que sostviese Ia tess dela inpoibilided de eontadoss, lo sugiere Paltdn (Bud 2850-2862 y Teet 170s), de donde pudotomalo Di agrves (TI, 53), Astle, sn embargo, la consider tess encarva {de Andtenes (Met. 1024 25 ys). Emi oping, Potégore nana 38 PROTAGORAS -DISSOIL0G01 tra cuestién es por qué los eriticas han ereido ver cn esta tesis el identifieacionismo de los contrarios y fen qué se basan para ello 0 por qué una frase como Tatré Bixavov Kai dBuxov ha sido traducida como También moral (157d), aunque a Plat es una evesin que le incese menos en el Teetet Aristielesprocede de too sie Primer las cualidadesy desputs los valores (10633). ‘5 Ademds del Teeter, es may signfistivo el Feddn 4), 2 PROTAGORAS -PISSOLLOGOT Que existe estrecha conexién entre la FHM y el flujo heracliteo 1o confirman también Aristételes (Metafisica IV) y Sexto Empftico (T32). La teorfa pro- tagérica, sin embargo, no es un puro recordatorio de fa de Heréclito, sino una ampliacién a problemas de ccardcter gnoseol6gico y politico, propias de la filosofia agriega del sigio V y ausentes en Ia obra y época del Efesio. Mas concretamente, el sofista se sitia en la frontera misma de Ia I6gica y Ja politica. Su originali- dad radica en haber intuido la mutua interconexién de ambos dominios que se objetivan y unifican en el Ambito lingiistico, es decir, en un escenario en el que el lenguaje se encontraba tan préximo al poder que, con frecuencia, se confundia con I: Pericles, el més poderoso, fue también el mejor orador 0, como se dice cn el Fedro, «el hombre més perfecto de todos en la retGrica» (269e). La cuestidn ontolégica es Ia bisagra que nos sitéa en tun segundo nivel de Ia FHM: me refiero al tema de Ia verdad. La primera y mas fundamental afirmacién sobre la misma es que la verdad es una relacién; sélo en segundo lugar se planteara cémo definirla, a saber, como una relacién de correspondencia entre enuncia- dos y hechos*, Este segundo nivel de la FHM es la que preocupa a Plat6n y Arist6teles; su disputa con Protagoras es tanto mis alarmante cuanto que ambos comparten con ell sofista la definicién de la verdad como corresponden- cia. El motivo de disputa es, por tanto, determinar las implicaciones filos6ficas que se siguen de entender la, verdad como una relacién y no, por ejemplo, como una csencia. Tales implicaciones estén relacionadas con el hhecho de que Ja verdad es una relaci6n peculiar y con apariencia parad6jica, pues, si es cierto que debe repo- Ver nuestro estudio de los Diseoi Logo, 144-14, PROTAGORAS: INTRODUCCION a sar en ef objeto, no lo es menos que la «normay, «cite- rio» o «medida» de la verdad s6lo puede serlo el suje- to, es decir, es el nico que puede decidir si hay 0 no hay correspondencia. No s6lo el hombre es la medida, sino que, queramos 0 no, estamos obligados a serlo, como replica Protégoras a Séerates en el Teeteto (T40), ‘Aristételes, que con tanta energia combat Ia frase protagérrica, no pudo evitarla en algunos momentos claves de su obra, si bien acomodada y adaptada a sus propios presupuestos. Asi, por ejemplo, a propésito det fin iitimo, una cuestidn esencial de su ética, sostiene contra sus criticos que «lo que todo el mundo cree (oret) es realmente asi, y el que intente destruir esta seguridad no encontraré en modo alguno otra més digna de eréditor (E. N, 1172b 37), Cuando define el concepto de virtud como un stérmino medio relativo a nosotros, se siente obligado a introduei la razén y el hombre prudente (godvyzioc) como medida de tal fela- tividad (Z. N. 1006b 35). También parece haber vis- Iumbrado el problema de In decision cuando afirma ‘que la politica es Ia ciencia 0 facultad principal y emi- nentemente directiva, pues «es ella la que establece ‘qué ciencias son necesarias en las ciudades y cual ha de aprender cada uno y hasta qué punto» (E. N, 10942 26)}7. Incluso cuando Aristételes habla del principio (doy) de no contradiccién, el mas seguro, el mejor conocido y no hipotético (Met. 1005b 11-14), to deno- mina a veces «creencia» (66a) (Met. 1005b 33 y 1011 13). Si en Aristételes hay una cierta contaminacién del principio protagérico, ;dénde se sitia la frontera entre su interpretacin y la del sofista? Como en el caso de Jas antilogias, la FHM es un enunciado general y la 1 Bl eatvismo moral se pastes tambien en otros passes. Ver res estado de os Dist Log, 44 PROTAGORAS -DISS0I LOGO negacién aristotélica de la misma nos permite resolver la pregunta: «Habré que admitir que los unos son medida, pero no que lo sean los otros (Met. 1063a 3), lo que equivale a decir que no todo hombre es medida. Lo son s6lo algunos, sea el experto, el sabio, el hombre prudente 0 el filésofo. En este punto crucial, Arist6te- les sigue siendo el fiel discipalo de Plat6n, quien con- cluye la refutacién de la FHM con estas palabras ‘«Entonces, con toda razén, podemos decirle a tu maes- tro que debe admitir que un hombre sea més sabio que ‘otro y que el mas sabio sea la medida» (179a-b). Hay un argumento contra Ia teoria del hombre- ‘medida que no quertia dejar de lado, sobre todo porque hoy se sigue repitiendo en los mismos términos. Me refiero a Ia autorrefutacién 0 «peritropé» (135-38). Platén Jo expone del siguiente modo: Si el hombre es Ja medida de las cosas, toda opinién seré verdadera y, por tanto, no habra distinciGn entre sabios e ignorantes. Y si toda opinién es verdadera y existe la opinién de que la opinién de Protégoras es falsa, Ia opinién de Protagoras es falsa. Dicho de otro modo: quien diga {que toda opinién es verdadera, hard verdadera la opi- nién que sostenga que no toda opinién es verdadera (171a-b). Lo mismo repite Aristételes (Met, 1012b 14). EL valor de este argumento gira en torno a dos cuestio~ nes 1. gProtégoras afirmé que «toda opinin es verdade- ra» entendiendo «verdadero» como «verdadero para...» 0 tal afirmaciGn es una cénsecuencia que Platén y Arist6te- les ereyeron poder deducir de la FEM? 2. De ser cierta la primera opciGn, jcudl es el significado de «opiniGn>? En conereto, jdebe entenderse como enunciado en general o ‘como un tipo pasticular de enunciados? La respuesta a estas preguntas no puede dejar de lado las discusiones sobre el conocimiento sensorial; en| cconcreto, la distincién democritea entre cualidades de los stomos (objetivas) y cualidades de los cuerpos (con- PROTAGORAS: INTRODUCCION 45 vencionales). En este sentido, cabe pensar que Protégo- ras pudo admitir un uso diddico del predicado wverda- dero» para algin dmbito del conocimiento. Si, por el ccontrario, entendemos «opinién» como enunciado en general siguiendo la suposicién de Plat6n y Aristoteles, la afirmacién protagérica seria relativa («verdadero para...») (T25, 26, 28)°8 y, por tanto, no incurrirfa en contradiceién, sino que, en todo caso, dejarfa el proble- ‘ma abierto de cémo construir una verdad intersubjetiva, En el debate de Ia cuestién de la verdad, hay dos problemas involucrados aunque no siempre diferencia- dos cuando se disputa sobre Ia FHM: 1. Lo que podrfamos Hamar el problema de la arbi- trariedad® subjetivista, que se resuelve con Ia doctrina de la correspondencia (cap. 4 de los Dissoi Logoi: Introduccién, 144-146), es decir, con Ia apelacién a los hechos. En este dmbito el predicado «verdadero» no se usa diddicamente 2. El problema de la diafonfa, tanto entre los fil6so- fos como entre la gente comin. Bste segundo proble- ‘ma, més persistente, muestra que, si con el recurso a Jos hechos podemos evitar la arbitrariedad, no por ello se resuelven las discrepancias. Ocurre que, sin arbitra- riedad, con buenos argumentos, se pueden sostener opiniones divergentes, lo que se confirma tanto en Ia experiencia de Ia vida ordinaria como en el émbito de la historia de Ja ciencia. En esta segunda instancia, la FHM afirmarfa que el sujeto, cada sujeto, es el juez SF Viasios (Pat's Prouigoras:B,Jowet's translation extensively ‘vised by Maran Ososald, edited with on introduction by Gregory Viasos, Nueva York, 1956, p. XIV, 28) observa muy presse ‘que Plain, cuando nara 0 deserbe ia decrna de Protigers, no lvida hablar de st ara.» ewerdad pra.» micas que, cand Se tata de arpuir contra Proigors. solide de los eualifisdores, “lando inadvertidamentssu propia pola, "Ya Grote (1887, 513) obser con exaetiud que el relatives proagérco nada en que ver on la abitaeda, 46 PROTAGORAS -Disso1 LoGor ithiimo. No cabe, pues, recurso ulterior alguno nia los dioses nj al experto ni al objeto. Como el sujeto es Juez y parte (ésta es la gran intuicién del relativismo), Ia FHM implica que el conflicto, la diafonfa, es con- sustancial a los humanos y su resoluciéa sélo es viable fen un marco de sujetos que no pueden renunciar @ su doble realidad de juez y parte. IIL. El argumento débil y fuerte La tercera sentencia importante es la que resume la profesin de Protégoras en Ia habilidad para «hacer fuerte el argumento débilv! En general, esta breve sentencia, que probablemente s una cita textual de algiin escrito del sofista2, ha ser- vido de base para atribuirle una total indiferencia res- ecto del valor de verdad de las proposiciones. Los sofistas serfan, asf, habiles oradores que pondrifan sus capacidades al servicio del mejor posto. Ciertamente, esto seria un buen resumen de las posi- ciones platénico-aristotélicas al respecto. Pero no podemos quedarnos en este final. Hemos de recorrer, como en las antilogfas y en la FHM, el camino gue condiuce a esta conclusién. De entrada, conviene rechazar Ia idea de que esta frase de Protégoras tiene una importancia menor que las otras dos ya estudiadas. Incluso con demasiada fre- ‘cuencia, se la relaciona exclusivamente con la habili- dad retérica y profesional del sofsta para vencer en un pleito 0 disputa. Asi, por ejemplo, A. Levi (1966), que | Nose olvide la fplica panic aPrtégoras: «El dos, ceta- ‘mente, ha de ser maesta medida detods Is ose; rucho mejor gus tombe, como por ai svelendocite (Leyes 6-8, 4 AvnGteles, Reidrica 14028 23: ardyfirraibyov xpelrra suet ‘ "Dietz (1976, 73) la consider ita textual, ya que la terminolo- sis de Ia misma no se halla en Aristtles. Bodin (1975 80) la alia como eunadeclrcin que parece habe sido peronale, PROTAGORAS: INTRODUCCION a7 considera esta frase una consecuencia de las entilogias ¥ de la FHM, parad6jicamente la interpreta como sim- ple dominio formal del lenguaje, traspasando la supuesta maldad contenida en I misma al abuso que hicieron de ella los discfpulos de Protsigoras®. ‘Con mayor precisién y, desde luego, con mayor pro- ximidad a las tesis que se defienden en este estudio, L Bodin (1975, 87) entiende la frase como férmula que sintetiza el método dialéctico de Protégoras y que, a su ver, tiene su presupuesto en las antlogfas. El citado texto aristotélico forma parte de un capitu lo dedicado a los «lugares de los entimemas aparen- tes»: «Puesto que cabe que haya un silogismo que es tal y otro que no lo es, pero lo parece, es necesario también que de los entimemas exista el que es tal y el ue no lo es, pero lo parece, puesto que el entimema es un cierto silogismo» (1400b 35). El repaso de los lugares de los entimemas aparentes, se concluye con el que procede del no ser absoluta- ‘mente probable, sino probable en relacién con algo (1402a 8), Es em este marco en el que Aristeles introduce la distinci6n entre la probabilidad absoluta (dnrAdk etxéc) “Par Levi la bla de hacer mi ue sco mis it pose le narra formal del tne dl ten halen onc SRE Sol cme on nt lope ‘Son seprad ds poibles contenido Fa oar eoerpone con ef Sof Ta Vs, Ate tes jmp ene ap Co of flee ei de Tian are ire ei acts de roar a te fot: Sen deed Spoykndow ela versie de qn bil ang ota ee 2° Siete contario el aciado o fer ee se defends lcendo quo ee vroria i ceussegn posto oe bas parvo. ec cemlg om ample eapu onl Fedg Se na agi retnco puede aber en pets Ol) 0 ch {ET eretogy de Antone Elo demnesta la anemic oe ths copecuciones gaa al fens en lor tuner pod gi pasa igen la epiemolgia 48 PROTAGORAS -PISSOLOGOI y Ia relativa (ri eliéc). De la confusisn de ambas Surge el entimema falso 0 aparente, como también sur fa el silogismo aparente de la confusiGn entre la pred- caci6n absolutay la relative, ‘A partir de aqut, In interpretacién sristtéica de la sentencia que nos ocupa, es sencilla: hay una probabil dad, la absoluta, que se fundamenta en ia verdad, y una probabilidad relativa cuya definicién no queda clara ‘desde el principio. Hecha esta distinci6n, el argumento débil dela frase prolagérica es identificado por ArisGteles como aquello ‘que es probable en aigin sentido, pero no absolutamente, Aqui estara el engafo de ia pofesion de Protigoras:con- fundir ambos sentidos de probabilidad 0, mas atin, querer elevar la probabilidad relativa al rango de absolut, ‘Veanos ahora si puede precisarse el sentido que Aristtles aribuye a la probabilidad relative, La pro- fesién de Protigoras, contra Ia que se irstan los horn- bres, es un sfraude y no verdadera, sino aparente pro- babilidad, y no se da en ningtn ante sino en la retérica y la eristica» (1402a 26) (T18), Con esto se establece una cierta prevsién: la proba- bilidad absoluta es dni elke mientras que la relai- vaes dauvduevor elxdc. De at que se deba considerar fraude (dios) la profesin de Protégoras, pues es, a fin de cuentas, hacer pesar por probable lo que no 10 ¢s. Bl truco sofisticn consistiri, siempre segin la opi- niGn de Aristeles, en los siguientes pasos: 1. Se toma tn argumento débil (also), 2, Se le busca una probabilidad en algén sentido relative, 3. Se identifica lo probable relativo con To absoluto, 4. Como resultado, el argumento débil se hace fuer. Mediante estos pasos, todo acaba confundiéndose, pues todo se hace probable. Las fronteras entre lo pro- babie o Io improbable se desdibujan y, en dima ins- PROTAGORAS: INTRODUCCION 49 tancia, se identifica y se mezcla lo verdadero con lo falso, Tenemos, pues, en este texto de In Retérica cl ‘mismo hilo argumental de la Metafisica y de las Refe- taciones Sofistcas. Debe resaltarse un pequefio detalle, a mi juicio, novedoso. La probabilidad relativa se identifica con la aparente y, a su vez, con Ja falsedad. Aristeles es, pues, expedito: la probabilidad relativa es simplemente falsa, no es tal; s6lo hay un eliéc, el Amdt etre. ‘Nos encontramos en una situacién paraddjica: Aris- tteles distingue entre probabilidad absoluta y relativa, pero al final acaba descartando la segunda, ;Por qué utilizar una distincin que vaa ser desarticulada? ‘Esta puede ser una explicacién coherente: la proba bilidad relativa no es introducida por Aristétles: él ‘mismo, en el texto citado la refiere a Corax y Agatdn, ‘al menos en su dimensién préctica y en su aplicacion en los tribunales, Los sofists Ia habrfan generalizado a otros terrenos, como el andlisis de Ie leyes, las instiu- ciones, los valores ético-esiétcos, la verdad, etc. parte de definir una probabilidad basada en ta. ver dad y de admitt, por tanto, una retérica como réxrn, AsisiGteles coincide en el objetivo con Plat6n, pero, ade- 1s, utiliza incluso la propia distincién entee absoluto y relativo para rebatir la probabilidad relativa, es deci, utiliza contra el adversaro las armas del adverserio. El ‘camino recorrido por Aristeles en a refutacin de la dialéctica protagorica se resume en los siguientes pasos: 1, Se comienza distinguiendo entre la probabilidad absoluta y la relativa, distincién que se toma del adversario. 2. Se declara la identificacién de la relative con la aparente. . 3. La aparente se considera pura falacia y se tacha de mendaces a quienes se sirvan de ella, 4, Se coneluye que no hay ms que el daa eld 50 PROTAGORAS -DIS501 LOGO! La problematicidad del discurso aristotélico en este contexto se cifra en los pasos 2 y 3; on términos més gonerales, en la ecuacién «relativo = aparente = falso. En la Meiafisica se encuentran afirmaciones que pre~ tenden justificar esta ecuacién. Se dice que «las consi- deraciones de los sofistas, casi sin excepeidn, versan sobre el accidente» (1026b 15); y que «el accidente, en efecto, parece tener cierta afinidad con el No-ente» (1026b 21). La raz6n de estas acusaciones se encuen- tra en un pasaje anterior de la misma obra: «(..) pues Jo aparente es aparente para alguien; de suerte que el ue dice que todas las cosas aparentes son verdaderas, convierte todos los entes en relativos» (101 1a 16). La ontologia protagérica situaba en primer plano lo ‘que en Aristételes va a ser un mero accidente. Por tanto, podemos conciuir que el accidentalismo que atribuye ls sofistas tone en la relaci6n una via concreta de acce- so. Desde esta perspectiva, no es extrafio que Io relativo y lo aparente se conviertan en Ios blancos de su refutacién, pues constituyen los dos conceptas clave de Ia filosofia protagética, Recordemos que ya Plat6n conectaba la teo- ra de la ciencia-sensaci6n con la FHM, es decir, eon quello de que las cosas son como a cada no le parccen, Enel texto de la Retdrica citado, Arist6teles conchi- ye afirmando que tal fraude no existe en ningtin arte sino en la retérica y la eristica®, Contrariamente a otros pasajes®?, Arist6teles apela aqui a los conceptos “De estas afirmaciones Aubongue saa la siguiente conclu La teri y Ta pricticasofiscas no suponen solo, po tanto, una ‘nfologia einca:conllevan la immpoitidad de cuiguit ontlo- gia» (974, 34), Fat ide resume muy bie el pensomiento ante ico acre de a pligrosiad de los sfistasdestryen in esenin, “De ahi que Dietz pueda seflar que wsu propa erica ex con- sidecda como una tenica micas Ta de Potagoras es eh un diem: to, caificada de ersten» (1976, 7), “Por eemplo, 135411, donde Avisttle consider Ie retrica como reine: dover lo que resis ana novedd, PROTAGORAS: INTRODUCCION 5 platGnicos sobre la re6rica en su relaciGn con los sofis- tas. El Gorgias introduce los conceptos de engaiio y persuasién, El Fedro'® afiade 1a confrontacién entre verdad y probabilidad, reencontrindonos con el con- cepto clave de eirds de Ia Retérica. ‘Ambos conceptos, elk y dnc, resultan incompa- tibles. En ello insiste ampliamente el didlogo: «Pues en los tribanales a nadie le ineresa lo mas minimo la ver- dad sobre estas cuestiones, y sf, en cambio, lo que induce a persuasidn, ¥ esto es lo probable, y «ellos debe prestar atencién quien vaya a hablar con arte. Pues ni aun se ddeben decir en ocasiones los hechos, en caso de que no hayan ocurido de un modo natura, sino las probablids- des (ret elxéra) y eso tanto en Ia acusacién como en Ia defense, Asf que, cuando se habla, se ha de perseguir por todos los eonceptas lo probable, mandando mil veces paseo la verdad, ya que es eso lo que, al mostrarse a tr2- ‘és de todo el discurso, procura el arte en su totaidad> (272d - 2732). Pero, ademas, ,qué es lo probable? «Que nos diga entonces Tisias sia su decir lo probable es otra ‘cosa que la opini6n de la muchedumbre> (2736). Ciertamente Platén propende a rechazar sin més toda retsrica®, asf como a enfrentar la verdad con cual- , a lo que el justo replica, recordando el odio platénico por los aMot, que son los espectadores los que posibilitan el florecimiento de los sofistas. Por ello, el argumento justo trata de «imbéciles» a los espectadores, mientras ‘que el injusto los considera «inteligentes». E] argumento injusto es tan consciente de su inicial debilidad como convencido de su victoria final. Por ello, sus armas son la refutacién, el contraataque, los argumentos opuestos, en suma, el método antildgico. Y ‘aqut nos encontramos plenamente con Protgoras, al gue tanto Platén como Aristételes sitdan en el terreno, de la persuasién, del agora piiblica, donde los argu- ‘mentos se miden por su aceptacién, Creo que existe evidencia para afirmar que el pensamiento Iégico y ontolégico de Protégoras se consolida, desde ef punto de vista genético, a partir del debate ético-politico mas ‘que de las especulaciones fisico-teéricas*, es decir, no en un terreno aislado, de laboratorio, «académicom, sino en la plaza piiblica, donde se deciden los astntos ‘en abjerto debate, ‘Todo ello permite concluir que Ia filosofia protags- rica no era simple recetario del que se nutrfan los culos democréticos y los j6venes que demandaban ins- truceién, sino que constituye un original y sslido edificio conceptual alternative al que més tarde pro- pondrfan la Academia y el Liceo, ‘4 Protigoras no cenra su actividad docente en las cena (fl- lo, asttonomia, geometra y misica), sino en In politica «0 que yo ensedo es la pradencia en los asuntosfailares, para que gobie. ‘ns casa de manera Spina eh los aeunts de la ul. pare que sea el mis capa en los esutos pablicos tanto en acuar Zomo'eh| habla» (Pree 3180), PROTAGORAS: INTRODUCCION 55 En resumen, las tres sentencias protagéricas apuntan ‘a-una perspectiva relativista que presupone: (1) en el Ambito lingifstico generalizar la predicacién relacional frente a Ia monddica (tal es ef supuesto de las antilo- fas y de Ia FHM) y (2) en el ontolégico, defender Ia prioridad de la relacién sobre Ia sustancia 0 la idea Como veremos después, estas tesis aplicadas al (3) AAmbito politico implican la primacia de la convencio- nalidad sobre la physis 0 cuelquier forma de iusnatura- lismo. En la solidaridad de estos tres émbitos radica la originalidad del protagorismo, ‘Ahora bien, Platén y Aristotéles interpretan estas tesis como identificacién de los opuestos y, por tanto, Protégoras deberia ser contado entre los negadores del principio de no contradiccién, Su refutacién tiene como objetivo, en Platén, salvar la teorfa de las ideas y, en Arist6teles, la teoria de In sustancia, De ahi que la polémica de estos fildsofos contra Protigoras gire en torno a la cuestién de la relacién (en sus diversos aspectos), en cémo interpretarl La filosoffa protagorica es, en sentido fuerte, una filo- soffa rival para Platén y Aristételes. Sus diferencias con el sofista van de la légica a la politica. En cuanto a esta ‘hima, la tess de que todo hombre es medida se opone frontalmente al predominio del experto plat6nico o del hombre prudente de Aristteles. En cvanto a la Iogica, Protégoras generaliza Ia predicacin relativa, para Aris- toteles inrelevante frente a la monddica que es ta que cconviene a su teoria de la sustancia. Asf, Kneale afirma ‘que la teoriaaristotélica de las categories conduc a pri- rar Ia estructura sujeto-predicado de las proposiciones, Jo que ba actuado como «un impedimento para el ade- ‘euado desarrollo de la l6gica de relaciones y la proposi- (Etcay pola, p. 183, e deat, os polices, porinjstos {gue Se oe Finer ue pesiguen, siempre declan actar bajo pine ‘pias moles de justia yequidad 64 PROTAGORAS- DISSOIOCOL para el mantenimiento de la ciudad. Este seria el senti- do de Ia ley establecida por Zeus de eliminar al incapaz de participar en la justicia y el pudor. Igualmente, tas cl mito, considera el sofista que el no participar de la justicia implica dejar de ser hombre. Ahora bien, sobre esta capacidad para Ia justicia hay que tener presente lo siguiente: 1, Bs el resultado de Is historia del desarrollo huma- no, La necesidad ha empujado a los hombres, en pri- ‘mer lugar, a buscar «la forma de reunirse y salvarse construyendo ciudades» (322b) para hacer frente al acoso de las fieras y, en segundo lugar, a establecer unas normas para el entendimiento entre Ia colectivi- dad. Incluso esta capacidad politica la establecen Ios hombres inducidos por la necesidad y guiados por Ia experiencia, ya que los primeros intenios fracasan, 2. La capacidad para la justicis es un resultado, pero cl estado aicanzado en virtud de esta capacidad no es, ‘ni mucho menos, irreversible. La ley de Zeus de elimi- nar al ineapaz de participar en la justicia pretende fre- nar esta reversibilidad que significaria un regreso a la barbarie. La estabilidad de la ciudad no es, por tanto, algo definitivo. Este segundo aspecto hace que la participacién en la justicia aparezca no s6lo como resultado hist6rico, sino también como postulado politico de Protigoras: el pudor y la justicia (aléiac re kai 6ikn) no s6lo definen al set humano, sino que deben seguir definiéndolo, Esto significa que el regreso a In barbarie no es un derrotero definitivamente cerrado para e} hombre, ni Ia justicia es una conquista ireversible. A la luz de esta interpretacién, el argumento socio l6gico que aduce Protégoras (a saber, que se considera Jocura decir que uno es injusto cuando realmente fo es) no debe entenderse como expresién de un tabié politico © de la hipocresfa social, sino como una posicidn axio- PROTAGORAS: INTRODUCCION 65 1itica: as ciudades deben fundarse sobre In pertci- pacidn de todos en la virtad politic, porque, «si pari- cipan de ellas s6lo unos pocos, como ocurre con las dems artes, jamés habré ciudades» (3224), b) La virtud politica se aprende. «Que, por otra parte, en su opiniGn esta virtud no es por naturaleza i se desarrolla por s{ misma, sino que es enseBable y ue, sien alguien se desarvola, se debe a su aplicacién, «slo que a continuaciGn voy a intentar demostrarte» 6230), El panorama que se nos presenta en el argumento protagérico es ol siguiente: so trata de responder a dos ccuestiones, cul es el origen de la viru politica y c6mo se desarrolla, La teoria del sofista sostiene que se adquiere mediante ensefanza y se desarolla mediante la aplicaciGn y el ejerccio, mientras que las tors rivales sostenen que es innatay se desarollaautomticamente, Con frecuencia se tiende a interpetar la tesis prota g6rica como un anticipo de Ias ideas aristotélicas acer- ca de la ciudad y del hombre como Coy roleruxéy. Tales afirmaciones se basan en Ia interpretacién de los conceptos de justicia y pudor como disposiciones natu- rales para las virtudes sociales y politcas. Pero ni la ciudad es para Protgoras «una de las cosas naturales», ni el hombre es «por naturaleza un animal politico», como queria Aristételes (Pol, 1253a 10). Si bien el Eslagiita aborda este mismo problema, su enfoque es ‘muy distinto, no menos que la soluci6n ofrecida, Aris- t6teles, consecuente com sus prejuicios metafisicos, cree que «la ciudad es por naturaleza anterior a Ta casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es necesaria- ‘mente anterior a la parte» (1252a 19-20); no es posible ir de To imperfecto (la casa) a lo perfecto (Ia ciudad), De ahf que, si Ia casa es una comunidad natural, aun- que imperfecta, el hombre esté llamado a vivir natural- ‘mente en la ciudad, comunidad perfectay sufiiente 66 PROTAGORAS -DISSOILOGOI ‘Marx, que con frecuencia califica @ Aristételes como un gigante del pensamiento que encuentra en él sndisis plenamente cientficos acerca de cuestiones econémicas, ha interpretado este tipo de afirmaciones de la politica atistotlica como ideologia en el sentido de dar valor de nexos naturales a nexos histérieos y trmsitoross La afirmacién marxiana es exacta. Baste recordar que en el mismo pasaje Aristteles considera la escla- vitud como una relaci6n tan necesaria y natural como Ja del hombre y la mujer para la procreaci¢n. En esta perspectiva st apreca la profunda diferencia centre Aristteles y Protégoras. Este titimo considera a la ciudad, expresion de la capacidad de justcia, como un resultado no irreversible y, por tanto, no garantiza- do; de ahf que nunca podrfa haber asumido que el hombre es por naturaleza animal politico. Para defender su tesis sobre laensefanza y la ejere- tacién de la virtud politica, recurre de nuevo el sofista ‘un argumento sociol6gico relacionado con las penas Y castgos. También en esto la diferencia con Arisiste- ies es bien notoria: mientras que las especulaciones Sobre la naturaleza y el fin constituyen la base del razonamiento de Aristételes, el sofista recurre a tina realidad que no necesita apartar El argumento de Protégoras comienza distinguiendo dos tipos de defectos: 1. Los debidos a la naturaleza 0 cl azar (Bier 1 réx7), por Ios que no se reprende ni castiga, sino que, por el contrari, compadecemos quienes los poseen, como ocurre con «los feos, peque- fios 0 débiles». 2. Los debidos a la falta de ejerccio, “No obstante, Marx, jostiicando al Esagirs, opna gus «esa defined e an eaacerstea dela antguedad clsica como lo es de 1a yanguidad la defnicidn de Franklin sen Ia coal el hombre es por nauraleza un fbricante de instruments» (Et Capt, vo. 2, 397). Me precsiaaceraa la exculpaion de Marx st se reese oa a antiguedad clsica en general, sino a una paste de ela, & ‘Saher, laepresentada por Pat y Aristo, PROTAGORAS: INTRODUCCION a préctica 0 aprendizaje, como son la injusticia, la impic- dad y «todo lo contrario a la virtud politican (324a). Estos defectos merecen el castigo y el reproche, pues se considera que las virtudes correspondientes. son fruto de la aplicacisn y cl aprendizaje (éripenetac rai adriocur:) a todos cxigible. En efecto, las penas sélo recaen sobre el segundo tipo de defectos. Pero, ademiés, el fin que se persigue castigando no es una venganza contra Ia injusticia pro- ducida, pues ésta es ya algo irreversible. El que aplica penas piensa més bien en el futuro, de modo que el culpable y sus conciudadanos, en atencién al castigo, eviten injusticias y adquieran la virtd. Cabe sefialar, pues, dos aspectos importantes: 1. El rechazo de la pena como venganza, pues el sofista ‘entiende que tal comportamiento nos acercaria al ‘mundo de las bestias; y 2. La pena como prevencin y no como castigo por ia aecin ealizada. Por tanto, a préctica penal demuestra que la virtud se ‘entiende como algo que puede ser ensefado y aprendi Menzel ha sido uno de los estudosos que con mas insistencia ha afirmado la paternidad protagérica de esta teoria de Ia pena y considera que «el conocido ‘apotema de que se castiga «non quia peccatum est, sed ne pecceturss?, que sirve de base al derecho natural ‘aun de nuestros dias, viene rodando desde los afios en ue vivi6 el sofista de Abdera» (1964, 16). Por otra “© Séneca, De ia I, 16, 21, dice que «ninguna persona prudent casa por fiber dtngud, io gu par ate 0 en (eo prodenspunit quia pecatum est, ed ne poset “3 Asimismo opina Vistos:«Proigors es aparentements el pri ser pensador occidental que ha rechazado de manera formal los {pects venguvos del castigo en favor de los dsuasorcsyreferma- dress (en Classen 1976, 275 m 17). Silas opiniones se alan eo ‘Unerstiner (1967 vol, 128n 68). Para Hire esta de, ateir a ‘movimiento sofisico, solo en ea €nca poo sex compendia y dest sllada clramente.Untersteins (1967, vo. I, 10-111 y 1251.73). 6 PROTAGORAS- pissorLOGOr parte, para Menzel esta doctrina protagérica se opone radicalmente a la defendida por Plat6n en sus escritos y 2 la vigente tanto en los circulos populares como entre los hombres de Estado y otros sofistas. La pena resulta ser, en resumen, un modo de ense- ‘Como en el caso de Ia partcipacién en Ia virtud pol ica, también a propésito de la teoria de Ia pena se per- ciben dos niveles: In pena, ciertamente, aplicada a Tos injustos, pero no a quienes padecen defectos naturales, demuestra que la justicia es algo exigible a todos, ense- fiable y aprendible. Pero, ademés, encontramos una toma de posicién del sofist, sea como axioma o, més bien, como propuesta: ls penas deben utilizarse con la finalidad pedagdgica de ensefiar al culpable y al resto de Ia ciudad. Pese a que en el texto se dice que «de esta opinién son cuantos en la vida privada o pibica aplican ppenas» (324), sabemos que esta teoria no era ni tnica ri generalmente aceptada, sino que otros aspectos como 1 Vindicativo o catértico gozaban de mayor aceptaciGn, Y en la realidad social y politica, como muestran incon tables pasajes de Tucidides y otras fuentes, dominaba con ereces la venganza iracional. ©) La ensefianza de la virtud se realiza de mit ples maneras. El argumento platGnico més contun- dente contra la ensefianza de la virtud era que los ‘Si bien Ia idea de a pena como forma de enseinza no ests susente en Plat, da priridad ala noc de pena como liberia I injstiia mas at, el eastgo es el Gnico meio par el cape ‘ble que todavia admits cuacin. Las incurables son los que siren ‘ejemplo alos dems (Gorg. 5250) Hao pagar scalp supone Iz pesistenca del mal, lo que constiaye eel mayor y el primeco de {ods os miles» (Gore. 79), mientras cl egundo e comet ics tin (Gorg, 4722, 4800, SOS, 509; Rep. 3806, 591). La opinion de Menzel me patece ms sustada que la de C.C. W. Taylor (1976, 596) el cua! habla de considerabesafindades entre Platn¥ Prote ase lateoria de ln pena Saunders (en Kerferd, 1981b, 129-141) ‘alia compar la doctina penal de Prelgoras) Plan, PROTAGORAS: INTRODUCCION 9 hombres virtuosos resultan incapaces de transmitir a sus hijos la virtua en la que destacan, Alabordar esta objeciGn, Protéigoras deja ya el terreno temtico planteado en el mito de Prometeo, Es en esta cuestién en la que Protégoras se explaya, por lo que anuncia a Sécrates que no va a exponer sobre esto un ito, sino un discurso razonado (324d). Asf pues, hasta 32843, se va a presentar una argumentaciGn no contenida ¢enel mito, La suposicion de Kerferd (1981a, 135) de que mito y logos cubren el mismo asunto parece gratuita. La respuesta protagorica a la objecién de Sécrates, se desarroa sefalando, en primer lugar, el marco en el que «encuentra solucién la dificultad que ti presentas» (B24e), Ese marco no es otro que «a virtud propia del hombre» consistente en la justicia, la sensatez y la pie- dad, Esta nocién ya habia sido establecida (postulada) en pérrafos anteriores. En este contexto aparece con ‘més claridad algo que ya hemos afirmado sobre Ia vir tud politica, a saber, su cardcter axiomatico, Por ello, el texto se expresa en términos de deber, como «aquello de lo que todos los ciudadanos han de participar nece- sariamente» (324d 9, expresién que reitera en 325a 3 y 326e-327a). Sobre este supuesto, la objecin de Séerates aparece ‘como exttemadamente paradéjica, pues seria absurdo ‘que los hombres virtuosos, que consideran enseiable la virtua, transmitiesen a sus hijos todo menos aquello que ‘ds graves consecuencias puede acarearles. El efecto pparadjico, sin embargo, ridica en el inadecuado concep- to de ensefianza que Sterates utiliza, como muestra el ‘minucioso andlisis que el soista expone a continuacisn 1, La ensefianza se inicia en la més tierna infancia, contribuyendo inicialmente 1a nodriza, 1a madre, el pedagogo y el padre (325e-d). Desde ese momento comienza la ensefianza en cada accién y en cada pala- bra (kai Epyov nal Adyov) sobre qué es justo y qué cy PROTAGORAS- DISSOI LOGO! injusto, qué es bello y qué feo, qué es piadoso y qué es impfo, qué hay que hacer y qué no. Comienzan al rismo tiempo los castigos con la finalidad, ya indica- da, de contribuir al enderezamiento, como se endereza tuna vara torcida y curvada (3254). Hay que sefalar esta brillanteintuicin del sofista que sita el inicio de la educacién en el nacimiento mismo del nifo. Obviamente, el intelectualismo moral estrict ni siquiera es capaz de considerar bajo el punto de vista del aprendizaje esta temprana etapa de Ia vida infantil 2. La escuela, pese a su funcién de ensefia las pri- ‘eras Tetras, més que en esta funcién especffica, se ‘esfuerza por ensefiar las buenas costumbres, pues toda ‘ensefianza, por rudimentaria que sea, se realiza sobre ‘unos textos que, en el caso griego, son, como es bien sabido, de los poeta; éstos contienen relatos sobre varones antiguos que se proponen como ejemplos a {mitar, Lo mismo ocurre con la ensefianza: incluso In més aséptica, reviste, segtin el sofista de Abdera, un carécter fandamentalmente ideol6gico. 3. La ciudad como educadora aporta un elemento esencial: las leyes. Su accién es semejante a Ia de un maestro: como la muestra para los ejercicios de escri- tur, las leyes son el paradigma al que se deben ajustar Ios ciudadanos. Hecho este recorrido, la posicién socratica inicial se invierte: no s6lo la virtud se ensefa, sino, ademés, con suma diligencia y sin descanso, desde la més tierna infancia hasta la maduez. Lo sorprendente, en tal caso, setfa que ocurriese lo contrario, Estamos ante un bri- ante ejemplo del sofista acerca de cémo puede con- vertrse en fuerte un argumento débil. Esta exposieidn acerca de le educacién creo que puede considerarse protagorica en lo esencial y coinci- dente en sus principales rasgos con la apoiogia del Teeteto, Sies asi, Protgoras es un filésofo en el senti- PROTAGORAS: INTRODUCCION 1 do fuerte del término en tanto que sus teorias acerca de Ia politica, la ética y la educacién guardan estrecha ‘coherencia con sus tesis ontol6gicas y epistemol6gicas. \V, BL FRACASO HISTORICO DEL PROTAGORISMO En Ia polémica entre sofistas y Plat6n y Atist6teles, la historia ha dado y viene dando la razén a los segun- dos, Basta consultar el diccionario y veremos que sofisma significa «silogismo vicioso o argumento cap- cioso con que se pretende hacer pasar lo falso por ver- dadero»; sofisticar significa «adulterar, falsificar» y sofistico equivale a

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