You are on page 1of 10
Prcarle Ferfara, & mistene ke Qes Catlespon kereies 7 Patadeyas, el S yee Salanwrree Leos. En esa seccién exponemos diacrnicamente lo que Di lado de si mismo a través de los testimonios de la Sagrada Escritura y cclesial, Pero, dado que de Dios también hablan las re- ios en Jesiis y nos hace regresar de esta seccidn, y en orden ico, recogemos y ordenamos los principales cespeculativos que se han ido formulando a «que configuran el «problema de Dios» 1 Dios en la historia de las religiones Dado que en las formas of ligiones para abordar el actual debate acerca del valor de verdad, de re- velacién o de salvacién de las religiones. L. Una aproximacién fenomenolégica La fenomenologia que proponemos agut no prescinde de lo gené- tico, sino que atiende al contexto evolutivo de la historia de las reli- ‘ziones. Esta se halla jalonada por dos perlodos dlsfmiles. En el primer “momento sus etapas esencales se coneetan con fa historia de la cultu- atravesada sucesivamente por dos movimientos inversos: de la cul- s ¥ agricultores) y, a su ver, de las especializacio- 2 De las obras de Dios a su ser (K. Jaspers), la evolucién de la liga de culturas determinadas y pasa a referirse ala persona de grandes reformadores religiosos (Moisés y los profetas, Zoroastro, Buda, Je- siis...). En este vasto escen scupa el primer plano, pero es con un monismo metafisico, y que éste difiera a ico de las Upanishads y del io budista y del mor viré de referente titimo, a) La creencia en seres supremos se arraiga en Ia mas honda experiencia humana, sobre todo del némada (cazador o pastor), de sabetse arrojado a un mundo que él s6lo puede usar sin abusar, por- ‘que es dominio de Otro que es su duefio y que lo es en cuanto su Ha- ccedor’, Diferente del antepasac ‘mundo, eterno, bueno, padre 8, ete,), Su relativa ras- 8 rasgos que que también legaria qu sn su rasgo moral de «soberano dominio sobre el destino, 1do como de los hombres", Sélo en este sentido cabe ‘In experiencia de w no hay un ser supremo of ie (primus inter pares). Esta li ‘da una forma de pesimismo: la del hinduismo, la ananké de los gi itacin en la potencia trae apareja- idad de un destino ciego (el karma ,08) que envuelve a hombres y ‘Ten piedad de nosoz fachgoglaube im alten Iran, Uppsala 1938, 93 “ ‘De la obras de Dios a su ser dioses, a mortalese inmortales. Sin ser un fenémeno originario, el po- lteisio esta amptiamente difundido en los panteones de las religiones historicas. Sus figuras, a diferencia del p. smo animist, tie~ ‘nen un nombre propio, poscen tna fancién claramente delimitada'?y, sobre todo, son lo «limo en sentido soteriol6gico, Mientras su cendencia (relativa) est insinuada por el hecho de que end di «5 algo timo en su esfera especifica, su inman 4dapor su conexién con el destino humano: asi, en Gi cia es la nota que distingue alos dioses de la rel divino de la filosofia, «La providencia reside originariamente en 1& dioses... y, como su mismo nombre lo indica (pré-noia), su actividad -mentos de feologia 120). eres estate soto ‘emaran diversas formas de jerarquiza de figuras que c que, como en el antiguo Egipto, se alternan sucesivamente ( tds eas astgucs Voie 0 nos; o ensayos de feno- inastia XII de Egipto, Pero is que les servia de base, estos ensayos de incretismos religiosos decadentes que se perpetian hasta nuestros dias ©) Eldualismo religiaso buscé resolver el problema del origen del mat atribuyéndolo a un ser malo por naturaleza, cl Adversario del Dios Creador (de quien proviene el bien) y del hombre (sin responsa- ios por parte de un Adversario, 10, pero esencialment iow en ta historia de las religiones 4s &tico, no absoluto ni simétrico, y no compromet ‘al: menos subjetivo, de Zoroastro'*. Por otra parte, en los textos pehi vicos el espiritu benéfico de Ormuzd (Afura Mazda) se opone simé- tricamente a Al (Angra Mainyu), no silo en esta etapa terrena, sino desde siempre, porque Ahrimdn es increado y malo por naturale- posteriores igiosos, como el maniqueismo: segin Faus~ , «en nuestras explicaciones nunca se oye el nombre de dos dioses; «8 verdad que reconocemos dos principios, pero s6lo llamamos lo lamamos la materia, 0, como suelo decir, el demo «d) EI monismo religioso tiene su referente en las Upanishads, —c \dOide la realidad witima presenta un aspecto salvéfico, la inmortali- dad", El «Eso Uno» (tad ekam) de los himnos védicos, el deseo del {que derivan tanto Ia conciencia espititual como el universo material (Rg Veda X, 129; cf. Elinde, HCIR 4, 121s, texto 56) es aqui reinter- identificada ‘mundo entero... ido muera entraré en éb» (Chandogya Upanishad Ill, 14, 2-4), Bs- ‘con los pronombres inmortalidad, es el Brahman, es el todo» 90 (Bhriradanyaka tian, eso eres fib» (Chandogya Up Brahman»: «quel que sabe ‘Yo soy Brahiman’ es el todo y los mismos dioses no pueden impedirselo porque él es su atmany (Bihridaranyaka Upanishad 1, 4, 10) "Acosta conviecién no se Nlega por razonami Aitacién ascStico-mistica (voga) que busca substancia césmia (Brahman), mis al cleo del Alma césmica (aiman), mis tenclas, Pero esta meditacin suponia la metafisica Samkhya, para la hinduismo incluye una confi ‘guraci6n «tefsta» en la via de la devocién (bhakt), referida a Krishna ‘al Sefior Ishvara, quien, sin ser ereador ory de la ley del karma, Buda proclama en Bens bles verdades» que conducen al nirvana: 1) todo es dol ios en ia de las religiones ” como el hombre herido por la flecha busca el digo que no hay atman pensarén jente»), del nirvana (Madhhya- vana no debe concebirse c y de la causa del mund tras que fa existencia 0 no ex smo cwestion (Panik de a los deva del pol por Dios se et los rechaza, y por es por Dios se ro si por Dios acerca de ios en la historia de ls religiones sr 0 De as obras de Dios a su ser jones més antiguas el Concilio reseata- to del ser supremo y, a veces, del Padre» (NA ‘nuscadas por el buclismo (NA 2). Y, por lo que ataié a los dos mono- fefsmos no cristianos, valoré en los musuimanes Ia. adoracién del “ De as obras de Dios a su ser 1) El monoteismo profético®, o monoteismo en sentido estricto, Ynplica no o6lo la explicita afienigei6n del Dios Ge y su cit, sino tuna critica de tas diases del politefsmo que llega a su negacién expre- ‘sa, Asi entendido, no es un fendmeno originario sino revotucionario: no debe ser confundido ton la primitiva creencia en los seres supremos ni con Ja monolatria (monotefsmo préctico) de la religién patriarcal y ‘osaica, Aun cuando hunda sus raices en aquellas dos configuracio- nes, presenta st perfil original en los profetas de Israel y en la teligid- sida que proviene de ellos (judaismo, crstianismo, islamismo) En los predevesores del profetismo, més allé de vestigios po tas (Jos 24, 2), hay rasgos que encaminan al monoteismo: Ia singul tidad de EZ, Dios de ls padres, ereador de cielo y tierra, que intervie~ ne en Ta historia sin estar ligado a un santuatio, como los Elohim locales; la singularidad de Yahvé, el dios celoso que no admit el cul- to a otro Dios (Ex 20, 3; 34, 14). Pero aqui la vigencia de Yahvé pa rece limitarse al reino de Israel y Juda: David teme el exilio que lo ‘obligaria a servir a dioses extranjeros (1 Sam 26, 19), Naaman se Ile- va tierta de Canadn para dar culto a Yahvé en Siria (2 Re 5, 17). El inonotefsmo s6to se tornart explicito cuando estas dudas acerca Dios en la historia de las eligiones 0 ‘o\sobre Yahvé, los profetas interpretan el fin de ambos reinos como “castigo infligido por Yahvé al pueblo infil a la alianza, Ya antes cel sxilio ellos afirman que Yahvé es juez universal que castiga los peca- das tanto de Judi e Israel como de Damasco, Gaza y Tito (ef. Am I- 2) y que el Sefior que dirige la historia es Yahvé, no los impotentes ‘ioses extranjeros, meros idolos fabricados por ef hombre (Jer 10, 38). Por el contrario, Yahvé maneja a su antojo al astio, uséndolo como va~ a'y bastn de su castigo (Is 10, 5s). Luego el monatetsmo profético re- pasa originariamente en la fe en Yahvé como Seiior de la historia y juez universal. Pero en ¢l exilio, ol Deutero-Isaias consolida este mo- _nofeistio sumindote la fe en Yahvé como creador del mundo: “solicado en la reforma deuteros aise ; en el profetismo postexili- pasari.a ser el dato indiscutido que acompatia la oracién cotidiana 2 De ls obras de Dos asu ser tirel resto a SNMR®. Peso a estos limites prudencials, impuestos por cl eomportamiento de muchas sectas, el didfogo no deberiaredcirse a una seleccién elitista de las grandes religiones postaxiales (hinduismo, budismo). I indicar estos limites no se tata de cuestionarlaintere- sant propuesta de un el gioso deberia abrirse a un espectro més amp! de Juan Pablo II con los representantes de 127 de ote de 1986” Por ot pare, yon coincidencia con Dialogo e annuncio, la contemporénea enc demptoris missio® invitaba a anteponer nuncio de Cristo tinico salvador y se opot lista que prescindia de esta mediacién por cuanto «pueblos, religiones diversas pueden coinci uiera que sea su nombre» (RMi 17). Pero ala vez. recordaba qué encuentro interreligioso de Asis, excluida toda interpret «a, ha querido reafirmar mi conviccién de que ‘toda a est movida por el Espiritu santo, que esta presente en el corazin de cada persona’ (RMi 29) Por su mayor conexién con el tema de Dios en las religiones me- recen especial atencidn dos documentos relativos a fos valores conte- nidos en los métodos orientales de oracién y en las creencias de as re- ligiones no cristianas a) La carta Orationis formas (OF) se ocupé de ctistianos que in- corporaban en su vida de oracién métodos inspirados en el hinduis- ‘mo (yoga, meditacién trascendental) y en el budismo (zen) (OF 1, nota)", Interesada por «las my mes teoldgicas Ia cuestiGn» se abstenia de enjuiciar el empleo terapé :étodos (OF 2) y su uilizacion parcial como «prepat sin realmente cristianay (OF Dios en a historia de las religiones 3 siucian a Dios a «un absoluto sin imdgenes y conceptos, propio de la ia budista» y proponian «abandonar... la misma idea de Dios uno “_¥.tring, que es amor, en favor de una inmersién ‘en el abismo inde- ___fetminado de la divinidad’» (OF 12)", No se trataba de rechazar esos Inélodos «por el mero hecho de no ser cristianos», pero su empleo ja~ ‘nds debia hacer olvidar «la coneepcién cristiana de la ora nvetsi6n, wn éxodo del yo del hombre hacia elt de Dios» (OF 3), ‘Lo vexodab» y dialogal de la oracién cristiana no podria ser abando- mento El eristianismo y las religiones (CR), femnacional se propuso elaborar u igiones, no un directorio del ‘ue aludié a éste en algunos pasajes (CR 25.1058). A esa teologia le orrespondia, primeramente, encarar el problema de fa verdad y uni ersalidad det le Cristo en las religiones, ya hecho por Ian Pablo I en RMi 28-29.55-56: Se reconoce que en las diversas eligiones hay aya de a verdad 1 todo hombre (NA 2), smillas de 11), orl spose de i etalon prefigractn ot deems (DA 4) En CR sauna icenenre 4 De las obras de Dios a su ser ios en la storia de las religiones 33 hhinduismo, Nirvana 0 Sunyata en el budismo). Estos fenomenos o ma- nifestaciones son denominados respectivamente qpersonae» & ‘personae de lo «real en cuanto experimentado». Ahora bien, aquellos doses personales y estos absolutos impersonales, esas personas divi- nas y estas «impersonas» metafisicas son fenoménicas, pero no iluso- ras, como pretende la interpretacién naturalista; [uego de algun mo- Mn experimentadas cor festaciones de lo real en analizamos dos temas: la ssus manifestaciones, y la del hombre con el absolu- presencia del Espirit de Cristo larelacin con el absolu- to permiten precisar el fundamento de valor salvifico de las religio- nes, Pero fue sobre el primer punt, sobge el valor de verdad de las es, donde el documento avanzé principalmente al pronunciarse ‘general y, més especificamente, sobre la forma agudamente planteads por John Tick”. ste adoptaba una pe- cauliar manera de entender a «Dios», diluyéndolo en una universalidad | pensamiento de Hick, G. Ma- ‘pe que se disfraza apa dicional de designar a Dios. Ia tesis de que el cristianismo, como cualquier otra tradi poseeria la verad salvifica de modo exclusivo ni tampoco in- 1s (ef. CR 16)*, Por cierto, no debe euestionarse el leo de este vocablo ~en Asis Juan Pablo I 10 us6 jt sino la tesis de la incognas- id de cualquier otro contenido referido a Dios, mas al in nominal y de su empleo univoco, cuando es claro que es ‘andloga,referida a contenidos esencialmente diversos, y no esencial- ick exponia los funda- fundamento no-experimentabe (IR, 246). variadamente experimentado, e! modelo episte- ico kantiano de noumeno y fendmeno y la relacién que loreal en. Jismo mantiene con sus manifestaciones, tanto personales (Krishna cen el hinduismo y Yahvé en Israel) como impersonales (Brahma en el Ahora bien, ta tess de una equiparacién de las tradiciones religio- $85 68 cuestionable por el hecho de que esas tradiciones se entrentan y 6 contradicen en sus pretensiones de verdad: la afirm: ue no existe un Dios creador debe excl toda la realidad fue creada por Dios; si smo niega que Als ten- ‘un Hijo, entonces no puede aceptar a Jesucristo como Hijo de Dios. lick concede que las aserci lares se contradicen y.que hay que aprender a com mncias aun cuando se 50. Par dts rio ami taba «Un slo Dios y Padre de todos (2 48) “Teologia 35 (1998) 88-102. ea Ph ui, fwands Timer Telos Hick and Alston on Religous Dt: eSB (198) 1 56 eas obras de Dias a su ser soteriolégica de esas convicciones no dependeri iva (IR, 369). Bs justa- ‘mente en este tema de la verdad en donde el documento CR formula ssus advertencias criticas: Se nota hoy una tendencia a relegarlo aun segundo plano, desligindo- lo de la eflexién sobre el valor safvfico. La cuestién dela verdad aea- lista convierte a las religiones en la transforma en monopolios de la salvacion y, finalmen- te, desvirtia Ia tarea misionera, reducida a hacer «que el hindi se li, el budista mejor budista y el musulmén mejor -ando esta reduccién de la verdad a mera si peria pensarse verdad y del estar en la surreccién y ascen- ji como cuerpo de ; sobre todo en el dominio religioso, teral puede desempeflar una funcién pragma ‘que no puede asumir un lenguaje literal. Pero es proble- de To que se estéhablando, de lo contrario serian inin hubiera posicién de un Sujetotrascendent, tampoco podria haber me- t6fora otransposicién a ese Sujeto de aributos que drectamente se e- fieren a sujetos de nuestra experiencia finita, 0 si no hubiera conoci- 52. M,Sechler, Theologie der Relgionen mit Frageseicher: THQ 166 (1986) 179, 53. bid, 180, Dios en la historia de las religiones 7 Iniento propio de Dios, nuestro conocimiento metaférico seria mera Aaspiracién subjetiva™’. Ocurre que en el discurso profano el referente __perienece a la experiencia sensible; en cambio, en ol discurso religio- | s0todas las analogias se desmoronan cuando el referente es declarado jtalmente inefable e indescriptible, En la mayoria de a religiosas hay, sin duda, una gran sensibilidad hacia los ino. Pero muy raramente kc; ala inversa, ella deja de ser conv! yan de modo més optimista las posi mada de atencién ar énfasis ivista y profundizarl. iva del pluralismo. En lugar de 19» en una universalidad vaga que reduce a mera particu- dad cualquier modo concreto y tradicional de designarlo, debemos vine Nature and Human Language and the Diversity of Religion inn de ln fe, Decloraciin Dominus Tess. Acerea je de lesucristo y dela iglesia, 6 8.2000, 13-15. iy ein 8. ie-Ninot La elo 3), Salamanca ‘2001, 274-297 todosy: Tolan 35 38 De las obras de Dios a su ser Dias en la historia de las iad universal sobre la tierra, porque busca una fraternidad sin igen comin. Ha olvidado que la tinica forma de ser her- ‘manos es reconocer la procedencia de un mismo Padre» (DP TI, 241). 'Y extendiendo el principio a lac _y religiones ensefiaba que ‘mente en Cristo, comienza en ‘ya alguna prefigu volar plenamente... Se trata de una universalidad que tiene a Israel como centro» (CR 31). pparadoja de la religién positiva, so el amor y la gracia, a los que Antiguo Testamento conoce tuna fenomenologfa del Ahora comenzaremos vés de Ia singularicad del Dios revelado en el Antiguo Testamento y del mediador tinico y universal, Cristo Jests, revelado en el Nuevo ‘Testamento, ia Fundamental, 285-297 puede verse wo buen deseo (dbl universaleconoretum, personae 63, HL Dury, La fon ‘est pas un ov, Pais 199, fn.

You might also like