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El vino es uno de los productos agroalimentarios que más orgullo genera en el imaginario de la
agricultura en la Argentina. En su maridaje con el asado creció y en los últimos 30 años vivió cambios
muy significativos tanto a nivel producto como en lo relativo a su comercialización. El Malbec argentino,
considerado el mejor a nivel mundial, así como el Torrontés, son las cepas que dieron relevancia
internacional a la producción local.
La Argentina es parte importante del llamado Nuevo Mundo Vitivinícola, que provocó innovaciones en el
consumo del vino y en la presentación del producto. De hecho, la introducción de los vinos varietales
llegó a partir de una idea de los winemakers de América, convencidos de que era necesario competir
con Europa a partir de nuevas formas de consumo.
Hoy, si bien se trata de una producción regional, tiene una importancia fundamental a nivel
agropecuario, turístico y cultural.
Mercado internacional de vinos
Entre los principales países productores de vino se destacan aquellos con una gran tradición, como
Francia, Italia y España.
Sin embargo, cabe destacar que la superficie dedicada a viñedos está disminuyendo en dichos países.
Según un informe de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), mientras que en Europa
la cantidad de hectáreas tiende a decrecer y en Estados Unidos se mantiene estable, en China,
Argentina, Chile y Australia la tendencia parece ser la contraria.
Aún así Europa continúa siendo el principal productor de vinos. Pero no hay que dejar de tener en
cuenta que de a poco su participación en el total va disminuyendo, mientras la de América, Asia y
Oceanía avanza.
También en el ranking de exportadores ocupan los primeros puestos Italia, España y Francia. Otros que
sobresalen son Australia, Chile, Estados Unidos y Argentina.
Principales países exportadores
Los principales importadores a nivel mundial son Alemania, el Reino Unido y Estados Unidos.
Fuente: USDA
Según la OIV, la coyuntura vitivinícola mundial en 2010 siguió una tendencia bajista. Se estima que el
año pasado la superficie vitícola mundial disminuyó en unas 70.000 hectáreas. Esta baja se explica por
el retroceso de los viñedos de la Unión Europea, del hemisferio sur (excepto América del Sur) y de los
Estados Unidos.
Los viñedos de los principales países productores de Europa siguen retrocediendo debido a las viñas
que se han arrancado en el marco de la puesta en marcha de la OCM (Organización Común del
Mercado). Se trata de una resolución del Consejo de la UE que establece normas comunes para el
funcionamiento de los viñedos.
De acuerdo con el sitio web de la OCM, entre las medidas de actuación sobre el potencial vitícola se
mantiene la reestructuración y reconversión de viñedos, y se mantiene la prohibición de realizar
plantaciones de viñedo, salvo que se disponga de un derecho de plantación, hasta el 31 de diciembre
de 2015.
La OCM subvenciona las actividades de reconversión varietal, reimplantación de viñedos y la mejora de
las técnicas de gestión, y excluye explícitamente la renovación normal de los viñedos que hayan llegado
al final de su ciclo natural.
Por otra parte, el crecimiento del hemisferio sur y los Estados Unidos se lentificó. La OIV explica que
entre 2009 y 2010 Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica redujeron su superficie dedicada a la
vitivinicultura. En cambio, Argentina y Chile han experimentado un muy ligero crecimiento en relación a
2009.
Así, la producción mundial de vino en 2010 registró una merma de 10,7 millones de hectolitros (-4,0%)
con respecto a 2009 y se situó aproximadamente en 260 millones de hectolitros.
De los principales productores europeos, sólo España, con 35,1 millones de hectolitros, permanece
estable. La producción total de la UE bajó un 6% respecto de 2009. Esta es la cuarta cosecha pobre
consecutiva.
Estados Unidos, en tanto, registró una disminución del 9,3 % en 2010, mientras que los países del
hemisferio sur los retrocesos registrados en 2010 se situaron entre un 7% y un 9%, con la excepción
de Argentina, cuya producción vinícola creció cerca un 33% en relación al año precedente, según la
OIV.
Existe la posibilidad de que la menor producción impacte en los precios internacionales de los vinos. En
ese caso, se genera una incógnita respecto de la capacidad de recuperación del consumo y la demanda
internacional.
Las condiciones climáticas y geográficas favorables, junto con la importante inversión realizada en los
últimos años, permitieron que la Argentina se convirtiera en uno de los protagonistas del mercado de
vinos.
Según el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), anualmente se producen más de 2.5 millones de
toneladas de uva. El 93% de la superficie implantada se destina a la vinificación, el 5% al consumo
fresco y el 2% a la producción de pasas.
Las variedades de uva más cultivadas son las tintas (70%), como Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah,
Merlot y Tempranillo. Entre las uvas blancas se destacan las variedades Chardonnay, Torrontés y
Sauvignon Blanc.
En 2009, se contabilizaron en la Argentina 26.175 viñedos, con una superficie media de 8,7326
hectáreas. El 42,70% de los establecimientos tienen de 1 a 5 hectáreas de extensión.
Una de las principales razones del desarrollo del sector vitivinícola argentino se encuentra en las
exportaciones. Mientras que el consumo interno presenta leves bajas, las ventas al exterior crecieron
exponencialmente.
En la actualidad los principales destinos de exportación son Estados Unidos (27,3%), Canadá (10,5 %),
Paraguay (9,8 %), Rusia (7,4 %), Reino Unido (6,4 %) y Brasil (5,4 %). Dada la exigencia de los
consumidores de algunos de esos países, se hizo aún más necesaria la innovación de la producción de
vinos en Argentina.
La producción total de uvas fue de 26.196.906,43 quintales, que representan una suba del 20% en
comparación con 2009. Según el INV, el total de uvas de vinificar producido mostró una suba del
22,26%. El incremento se experimentó en las blancas (14,07%), las tintas (13,57%) y las rosadas
(39,40%).
Producción de uva ingresada a establecimientos (en quintales métricos)
Año Vinos Consumo Pasas Total
2001 23.976.398 309.178 312.984 24.598.560
2002 21.575.015 411.849 456.823 22.443.687
2003 22.217.685 422.800 374.320 23.014.806
2004 25.574.605 434.495 500.629 26.509.729
2005 27.081.816 515.788 699.511 28.297.115
2006 27.785.019 433.130 591.125 28.809.275
2007 29.699.244 519.502 706.349 30.913.517
2008 27.111.743 437.567 667.655 28.216.964
2009 20.895.855 372.808 547.010 21.815.672
2010 25.389.249 356.562 451.095 26.196.906
Fuente: INV
Las provincias que impulsaron el crecimiento de la producción nacional fueron principalmente Jujuy,
Mendoza, Neuquén y Tucumán. En cambio, otras como Buenos Aires o Córdoba disminuyeron
considerablemente sus producciones.
Fuente: INV
Dentro de las tintas, las variedades que sobresalen son Bonarda, Malbec y Syrah. Entre las blancas se
destacan las uvas Pedro Giménez y Torrontés Riojano.
En cuanto al consumo, como se puede ver en la siguiente tabla, predomina el vino envasado en
botella.
Fuente: INV
En lo que refiere a las exportaciones, durante los primeros 10 meses de 2010 hubo una disminución de
casi el 4% en comparación con igual período de 2009. El único tipo que experimentó un alza en las
ventas al exterior fueron los varietales.
Sin embargo, si se tiene en cuenta el valor de las exportaciones, se evidenció una suba cercana 17%
con respecto a 2009.
Consideraciones finales
El desarrollo del sector vitivinícola, impulsado por las oportunidades de negocios internacionales,
redunda en el crecimiento de las regiones productoras argentinas. Contribuye además a la
diversificación de la producción agroindustrial nacional, a través de una elaboración de alto valor
agregado y con un precio internacional competitivo. La calidad de los vinos argentinos, resultado
del esfuerzo y la inversión, juega en este sentido un rol protagónico.
Analizar el crecimiento de este sector en los últimos años y su potencial futuro se vuelve
especialmente necesario en un contexto de debate sobre el acuerdo de liberación comercial entre
el Mercorsur y la Unión Europea.
Especialistas indican que los vinos argentinos estarían en condiciones de competir en las góndolas
locales contra los importados desde Europa. Esto no sólo es posible por las condiciones naturales
de estas tierras, sino que también es fruto de un proyecto de crecimiento pensado en el largo
plazo, con la innovación y la calidad como estándares.
Sin embargo, los tradicionales vinos europeos, sin barreras arancelarias, podrían dejar a países
cuyas producciones no alcanzan los estándares de la Argentina, como es el caso de Brasil, sin
capacidad de competencia, especialmente en el rango de menores precios.
Fuentes