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Capitulo 1 Las premisas psico-fisiolégicas de la conciencia corporal ‘Asi como la nocién del yo psiquico implica, con una suficiente organizacién de Tas reacciones simultineas 0 sueesivas y de sus motivos {ntimos o externos, la oposi- eign més o menos latente y virtual de personalidades ex- ‘raflas a su propia personalidad, para el yo corporal, su nocién no se limita a la intuicién, alin suficientemente ‘coordinada, de los érganos y de su actividad: ella exige ‘que se haga la dstincion entre lo que debe ser referido mundo exterior y lo que puede ser atribuido al propio ‘cuerpo, como definiéndolo en sus diferentes aspectos, ‘Una condicién indispensable, si no automaticamente sufi- ciente, es, por Io tanto, que sea posible la ligazdn entre la -actividad que est volcada hacia el mundo exterior y la que se refiere més inmediatamente a las nevesidades y a las actitudes del cuerpo. Pues el estado del sistema ner- vioso en el nacimiento se opone a eso segii las compro- baciones del anatomista C, Von Monakow. Entre ambas| no hay interaceién funcional en tanto no estén mictiniza- das las fibras nerviosas del sistema vestibular, del nicleo ventral, del cuerpo trapezoide; de la oliva superior, de los nicleas motores. La soldadura no comicnza a realizarse wer Las premiss pions de la cnciencia corporal hasta después del 3er. mes, prosigue hasta el 6° y no est ‘acabada antes del 12°. Para comenzar, hay pues disociacién entre los diferen- tes dominios funcionales: el dominio interoceptivo que es cl de la sensiblidad visceral; el dominio propioceptivo que comprende las sensaciones ligadas al equlibrio, alas, actitudes, a los movimientos, y el dominio exteroceptivo de la sensibilidad vuelta hacia las excitaciones de origen exterior. Entre sus manifestaciones, 1 intervalo eronol6- gico es considerable. Las funciones interoceptivas son las ‘mas precoces, as exteroceptivas las ms tardias. A) Sensibilidad interoceptiva De todas las menifestaciones orginicas, las que estin cen relacién con el tubo digestivo y la alimentacién son las que parecen tener mayor concomitancia con el desarrollo psiquico del nif, A este respecto, Ia funcién alimenticiasupera mucho a la circulacién y aun a la respi- racién, En efecto, el corazén late desde el periodo fetal y isu ftto, su papel, se modifican en el nacimiento, si en todo el curso de la existencia su actividad esta perpetua- mente ingluida por las peripecias de la vida orginica y paiquica, si es el origen de sensaciones frecuentemente violentas, sin embargo, sus funciones no son, directamen- te un motivo de actividad, Las mismas caracteisticas va- Ten para las funciones vaso-motoras. En cuento a la respiracién, comienza con la vide extra- ‘erina; es el primer acontecimiento. El reflejo de enfria- ‘miento periférico que conduce a la primer inspiracion es et Wallon / Los origenes del careter on el nito seguido, desde los primeros minutos, por otros reflejos 0 reacciones que tienen su punto de partida 0 su asiento en clarbol respiratorio: estornudo, grit y aun un bostezo, si, ‘al menos conforme a la opinién corriente el bostezo es tuna simple modificacién respiratoria, Yo mostré ya que se refiere més bien, por intermedio de estiramiento, a la sensibilided articular y a las reacciones tonicas, es decir, al dominio propioceptivo,® No hay revelador de las alter- nativas por las_que pasa Ie actividad psiquica mas sensi- ble que las variaciones respiratorias®, no obedecen, como la cireulacién, a direcciones puramente reflejas 0 automé- ficas; estin al mismo tiempo bajo la dependencia directa de Ia voluntad. Si tienen un lugar de primer plano en los ‘automatismos de la emocién: risa, sollozos, suspiras, es también de ella que nacen el canto y Ia palabra, acivide- des plenas de automatismo, pero de origen mental y per- petuamente sometidas al control mental. Las impresiones respiratorias penetran de muchas maneras Ia sensibiidad psiquica, La asimilacién que Freud hace de la angustia a Ta vuelta de las impresiones que estuvieron ligadas a la primera inspiracién del recign nacido s6lo tiene, sin duda, cl valor de un mito; pero la verdad de este mito es la alte- racién respiratoria que sefiala todo acontecimiento de la vida o de Ia actividad psiquicas. Sin embargo, cuando la respiracién Hlega a ser por s{ misma un motivo de activi- dad, esta ocupacién, que es bastante precoz en el nifio pe- quefio y a veces extremadamente diversificada, responde ‘menos a los apetitos orginicos o afectivos que a una gim- nasia muy especializada, que va a poder proveer al len- $ Ver la pate * Benuss, Za Suggestion e lpr, N. Zaichll, Bologne, 1923, p. ste, Las premises plein del eoncleneta corporal {uaje de sus mecanismos sensorio-motores Los primeros reflejos de la alimentacién se atrasan peas respecto a los reflejos respiratorios. Durante el par- to, mientras que solamente Ia cabeza del recién nacido habia salido, Preyer pudo obtener, por excitacion de los labios, un refleo de succién, Succién y deglucién se pa- recen por la form, por el encadenamiento, por la estrecha y precisa coordinacién de sus movimientos al perstaltis- ‘mo exofigico, gistrico, intestinal y sélo difieren por su asiento periférico y su mayor diversficacién. Pero ésta es, luna particularidad de grandes consecuencias. Teniendo ue abrir 0 cerrar el tubo digestivo, la actividad bucal de~ sarrola y afina sus conexiones, sus mectnismos, sus apti- tudes diseriminativas, Llege a ser una especie de interme diario entre las necesidades del organismo y el medio ex- terior. En los primeros tiempos, el nico reflejo de defen- sa alimenticia es la regurgitacién. Al cabo de un mes la reaccién Ilega a ser preventiva y se transporta hacia a parte delantera de la boca. Bajo Ia influencia de ta sacie- dad, de un malestar digestivo, la punta de la lengua gol- pea contra el pezén o la fetina, los labios rechazan y es- ‘cupen. Después del 2° mes, el hambre puede, fuera de to- da excitacién local, provocer movimientos de succién. Con el crecimiento dental aparece la tendencia a morde. Al afo, cuando la soldadura de Monakow se ha hecho, e! nifio es capaz de tomar espontineamente su alimiento, En las primeras semanas de su existencia, al mamar, st totalmente absorbido por los movimientos de su boca y de su faringe, los pérpados cerrados, los putlos ligera- mente apretados, el antebrazo flexionado. Durante el 2° ‘Henri Wallon / Los origenes decanter ene ito mes abre ya Tos ojos durante largo rato. Después del 4°, sonie a su nodriza, vuelve la cabeza hacia una persona ue se aproxima, se interrumpe en ocasién de un débil es- timulo auditivo o visual. Las excitaciones exteroceptivas pueden ya disputar su atencién a sus funciones interocep- tivas. Pero pronto los éreanos interoceptivos van a servir de drganos exteroceptivos, el mundo exterior ira tomando tuna importancia gradualmente mayor para el nifio a me~ dida que se establezcan las conexiones entre estos dos dominios de su actividad. Llevando todo lo que él tora a su boca, que es la zona de sensibilidad mas despierta de ‘su cuerpo, aprende a distinguir Is cosas entre sl Es Jo que W. Stem llamé periodo del espacio bucal Espacio que, evidentemente no ay que entender en el sentido del espacio homogéneo y de alguna manera inde- pendiente de las cosas, en el cual hemos aprendido a dis- iribuirlas y ordenarlas, sino como el sistema mas preciso de referencias que permite @ un nifo de esta edad atribuir ‘Tas cosas sus cualidades de volumen y de forma. En efecto, la sensibilidad de la lengua y dc los labios, tenien- do que regularse segtin un fino modelado sobre el pezén y cl chotro de leche, que medir el grado de su presién, que ligar la sucesion de sus contracciones, es, desde ef naci ‘miento, de las més diferenciadas y minuciosamente coor- ddinadas. Pero no puede agregar al contral que ejerce so- bre el automatismo, funciones de busqueda, en tanto que ‘nuevas conexiones no la hayan transportado del sistema imteroceptivo hacia el sistema exteroceptivo. Es alrededor del afo que la sensibilidad urinaria, inte grindose en el conjunto permite al niflo controlar sus as premises peo fisiligias dela concleneiaeaspoval micciones. Sin duda, en el hombre, no esta bajo la este cha y visible dependencia de cierto factores psiquicos ta- les como el olfato, como ocurre en el perto, por ejemplo, La dependencia parece més débil y menos exclusiva, Pa- rece también intervenir menos profundamente en su vida afectiva. No hay quizé alli, por otra parte, més que una apariencia, debida simplemente a 1a educacién y a las bbuenas costumbres: el interés secreto que el adulto pueda fener por sus funciones urinaias, las satisfacciones © ma- Testares que puedan ocasionarle se exteiorizan menos vo- Tuntariamente que en el nifo, Por otra parte, en el niio puede agregarse muy temprano a esto, por iniciacién re- ciproca o por descubrimiento personal, un cierto grado de curiosidad y de goce sexual, que en ese caso la asociacién permanece persistente, es un hecho incontestable. Pero separados estos placeres, la impaciencia urinaria en esta- do puro es frecuente en su vida psiquica. Y cuando lo hace patalear, en el momento en que suffe un contratiem- po que le impide satisfucer su necesidad; esto no es una de su simple simulacién. Es el acompaflamiento habitual de su deseo, de su espera o de su angustia. En cuanto al interés que tiene, con frecuencia, por el chorro de su orina, © aun por su orina recogida en tn re- cipiente, son manifestaciones que traducen mas bien sen- timientos elementales y confusos de potencia funcional, de creacin, “de pertenencia”” de los cuales la infancia, ‘como por otra parte la involucion senily el simple estado de distraccién, de funciones naturales, de deyocciones y residuos corporales. Desaparicién de distinciones, que se hardin més tarde en el sensorium commsne, 0 que se han Levy Bra Hen Wallon / Los origenes cl caretr en el iio abolido, entre el propio cuerpo y aquello que se refiere & 61 por algin lazo sensible, entre la existencia y la acci6n, enire las diferentes formas de la actividad, organica, psi quica 0 exterior. Pero estos efectos diversos, unidos a la sensibilidad urinaria, son relativamente complejos,tardios| y se extienden através de varios afios de Ia primera infan- B) Sensibilidad propioceptiva La sensibilidad propioceptiva contribuye de manera proponderante @ constituir 1a nocién del propio cuerpo. Sus primeras manifestaciones son contemporéineas del nnacimiento y remontan aun al periodo fetal. Esté en rela- cidn con un sistema de funciones que sufrieron el desarro- Ilo de la actividad motriz desde su estado més arcaico hasta sus posibilidades actuales, que responden a Ia soli-

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