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GIOVANNI SARTORI ey LA DEMOCRACIA » EN TREINTA LECCIONES Edicion a cargo de Lorenza Foschini Traduccién de Alejandro Pradera TAURUS PENSAMIENTO me “Tho orig Le demacetia in tte len © Giovanni Sestor, 2008 {© Sanna Edleiones Generales, SL. 2008 © De ents edicin Aguilar, Aza, Tove Alfaguara, SA, de Ediciones, 2009, ‘Ae Leanuira Boon 720 (2001) Cinda de Buenes: wrutaurussanilona.er ‘© De la uaducién: Alejandro Praderm sy aca SBN 978.997.061965-6 Heclyo el depésito que indicat ley 31,798, Anapreso en Uruguay - Prin fn Urguny rimera eden; junio de 209, [te fibro se temind de imprimir en el mes de mayo de 2009 en Zonalirs Industia Getic, San Matin 97, Montevideo, Uruguay. Dep. Legal 349.957 709 haere iP iSarcor, Cioran [a dercracn en 80tecclomes.- Ted, Buenas Aes Agia, Alea, Fours, laguna, 2008 162 ps8 « 3 e, ISBN: ore D87 OF 19656 1. Esseyo Taian loop asi SPR “oss tos derechos eerases a pubiccidn ne pe are eprducids nent en prin teiazada en earls por ‘un desde ecupersténdenfaacn en nga fae, fi pr ning cud set ecco, tune, ete, raga, lca, po acpi Lnpice PREFACIO DE LORENZA FOSCHINI.. INTRODUCCION... LECCION 1. Demos y populus. LECCION 2. Titularidad y ejercicio........ LECCION 3, Realismo ¢ idealismo LECCION 4. Perfeccionismo y utopia... LEccION 5. Opinion pablica.. LECCION 6. Participaci6n...... LECCION 7. Democracia refrendaria Y¥ directisMo cece LECCION 8. Democracia vertical LEGCION 9. Mosca, Michels y Schumpeter. LEccION 10. La cosa y el cuanto . LEcciGN 11, Democracia antigua y moderna. Laccton 12. El pluralismo ......... LeccIOn 13. La libertad politic: LECCION 14. Igualdad 13 15 19 23 27 3 35, 39 43 49 53 57 63 67 was LECCION 15. Liberalismo. politico y liberalismo econémico...... 18 LECCION 16. Socialismo.... 79 LECCION 17, Marx y el mercado. 85 LECCION 18, «Politicamente correctos» 6 89 LECCION 19. Revolucién.. 93 Laccion 20. Derechae izquierda.......... 97 Fauoid a, La preterioalidad de la democracia 101 LECCIGN 22. Exportabilidad de la democracia.enec.. a 107 LECCION 28, Democracia e islam ug LEGCION 24. Conflicto de civilizaciones... 119 LECCION 25. Multiculturalismo no es pluralismo. petctnsien 128 LECCIGN 26. Democracia y desarrollo... 125 LECCION 27. Los limites del mereado..... 120 LECCION 28..EI fiasco de las previsiones.. 135 LECCION 29. El célculo de los medios...... 159 LECCIGN 80. Por desgracia, he terminaclo, 143 145 BIBLIOGRAFIA .. inpice ONoMAsTICO . 149 _PREFACIO La democracia en treinta lecciones «Profesor, apero usted es de derechas 0 de izquierdas?» Tba paseando con Giovanni Sartori y conver- sando sobre el programa de television que es- tabamos preparando, cuando un sefior se le acercé y le dirigié esas palabras, La respuesta me intrigaba también a mi. «Buena pregunta», sonrid el profesor. «Yo también quisiera averiguarlo desde hace mu- cho tiempo, pero todavia no to he logrado». Durante el periodo en que tuve el gusto de trabajar con Sartori, a menudo asisti por caswae lidad a escenas como aquélla. Su estilo lineal y conciso hace accesibles los temas complicados hasta. Jas personas ms coitientes, y compren- di que la gente, entre ellos muchos jvenes, le aborda con confianza porque considera a Sar- tori una fuente autorizada y libre a quien acu- dir para’ desenvolverse en el laberinto de la politica italiana. Ese fue el motive que me levé La oamocnacn 2 HINTA LECCIONES a proponerle un programa que llevara como titulo Lecciones de democracia, E] momento que estamos viviendo, no sélo en nuestro pais sino en todo ef mundo —des- de Estados Unidos hasta’ Europa, de Rusia a Cuba, de Oriente Préximo a China—, sittia en el centro del debate fa cuestién fundamental de la democracia. El tema central puede resu- een tor iguicntcs ieareganies. qud is sidias amenazan a la democracia?, equé pel gros corre?, qué futuro Gene la democracia? Para nosotros los cisdadanos corrientes, Ne- gar a saber Jo que hay detrds de esa palabra, a menudo manipulada, significa poscer ¢! ins- trumento principal para defender nuestros de- rechos, y, por tanto, nuestra libertad. Indudablemente, las dificultades que habia, que superar parecfan infranqueables: llevar a Ja television un argumento tan complejo signi- fica pedir un esfuerzo excesivo a un publica que se ha vnelto cada vez mas perezoso por tantos programas esttipidas, y sobre todo repe- titivos, lo que supone correr el riesgo de un clarorechazo por parte de los telespectadores. Convencer, ademas, a Santon, que por aiiadi- dura conoce la television y ha escrito sobre ella, para que diera lecciones en video, sabien- do que él jamas cederfa ante Ja minima super ficialidad, parecia un problema. 10 “cravit Saroe Fue Marco Giudici, director de RaiSat Extra, quien resolvié el dilema.en que yo me debatia. ‘Al acoger con entusiasmo mi propuesta, me dio el consejo decisivo: cada leccién no podia superar, fos tuatro ntinutos de duracida. No sélo eso, sino que el programa ibaa figurar en Ja parrilla todos los dias, a las 20.30, en la fran- jahoraria de maxima andiencia (también para vas teievisiones por satélict) “Une ureve rafaga’ precedida y seguida de programas.de entrete- nimiento. En suma, fbamos a ofrecer al publi- co una oportunidad de reflexion y de aprendi- zaje sin egar a asustarto, Wel profesor? Lo que me sorprendié fue el tiempo que dedicé a la preparacién de fas lee- -ciones. Nos reunimos varias veces y yo, he de ~ confesarlo, tuve que ponerme a estudiar co- mo antaiio en la universidad, sometiendome de buena gana sus divertidas preguntas. Pero, sobre todo, él también estudi6, desde luego no ciencia politica, sino la forma de condensar una materia tan importante sin caer en la ba- nalidad. Una tarea dificil, pero que obliga a pensar, En television, si uno quiere, se puede elevar el nivel de calidad sin ofrecer por ello programas initilmente eruditos y por tanto inadecuados para an medio tan popular. Una tiltima observacién: este libro no es la transcripeién literal clel programa de televi- ‘La uyenonaces en neuer econ sin, Todo el mundo sabe que el lenguaje ha- blado es muy distinto det escrito, en los tiem- pos y en los modos. Por ello, con el profesor Sartori, se decidié’reclaborar las intervencio- nes, afiadiendo alli donde era necesario algu- na aclaracién ulterior. Esa es 1a raz6n de que las leeciones que el lector se dispone a leer no sean todas de la misma extensién, como ocurria cou jas que sewansm!jerun pu, wlevision. ~ Lorenza Foschini Roma, marzo de 2008 INTRODUCCION Siempre me he ocupadoy precupado de la democracia, pero siempre con librotes. Bl libro inglés (que sigue siendo inglés: The Theory of De mocrary Revisited) iene 550 paginas; ol dime tr bro italiano, Democradia casa dtiene casi 400. O sea, librotes, La idea de ocuparme delasunto-en treinta comprimidos, mejor dicho, microcApsu- las, me aterraba. Hizo falta la insistencia y la pacientisima moral seasion de Lorena Foschin (igracias!) para conseguir que yo capitulara, Ella me decia: «Usted tranquilo, yo mne encargo dé todo». Yo tranquilo no estaba: pero que ella se encargé de rode cs absolutamente cierto, Mi ‘inicomérito fixe conseguir ajustarme alos entre tres y cuatro minutos por leccién que me hae ian concedido. Eso sf que fue un esfuerzo enor “ine. Del que me reponia mirando al director de RaiSatkxtra, Marco Gindici, semiescondido ene trebaitidores, quien me sonrefa diciendo: «Muy bien, muy bien». Gracias él también, 13 prone ote Sr soy ered ‘seuoreasd.oqm ap odn opoy oan soup oupatIgt [99 "PALAA SOISIS SO] 9 PR gaooey onb «ey omg? zojgand ye tapod ja aknqune as ouro3? ‘sandsap x goqqond [9 $9 wginb? ‘opor uy “ON, gowpnsos opay? “epuect anb Jo s9 ofand ya ap, “uop soonyfod sourotyBad A seuraysts -eacqeped ey aarp anb oj «ras anb uattan» sepenourep sel ‘Ise 591g eo|qanid jop sapods voyreis ‘orertarseo pe eprnpen ‘ore 104 “«19pod» zoop axatnb anb ‘somey ap k ‘«oqqands Ji>0p asainb'anb ‘soup ap avoduros os virayowsp eBals8 eaquied vy “sondsap sowrase}q ey es09 &] 2p A *eaqeyed yj sod sand soutaad sary "2509 vy opaeroUsy eaqeyed ey a1qos ANKOSIP. reotfojounmsa; so sey op wound ry “sepet -a0 ap opedajd osinosip un s9 anbiod “opepn ouag eEIDOULep ej Bp soueadsa sou O sour zmoutape eaqered e| stagop 10d sousseduigy eee co snyndod ksowacy TNOQDOTT 4 i | i . 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Con esta 6p- tica, él pueblo es una parte del demos, la mas pobre o la mas numerosa. Como puede verse, la complicacién no es poca,, pero hoy puede simplificarse con dos nocionés «operativas» de democracia (cn el sen- tido de que consideran la democracia por su forma de operar). En este contexto encontrar wdS ef principio de mayoria Abssiuta o bien de mayoria relativa. El primero quiere decir: los mas tienen todos los derechos, mientras que los menos, la minora, no tienert ningin derecho. En cambio, el principio de mayoria relativase concreta asi: los més tienen derecho a mandar, pero en el respeto de los derechos i, de la minoria, Por tanto, desde un punto de + vista operativo, el demos es una mayoria, o bien absoluta o bien moderada, y Ia doctrina es précticamente undnime ai afirmar que la de- mocracia tiene que inspirarse en el principio de mayorfa limitada 0 moderada. Si no, vivira un dia y empezar amorir ai dia siguiente. nee LEGCION 2 ‘Titularidad y ejercicio "Todos sabemas, més o menos, como deberia ser una democracia ideal, mientras que se sabe demasiaclo poco sobre las condiciones necesa- rias para conseguir una democracia posible, una democracia real. La primera cuestién que hay que establecer aqui es que entre una experiencia deiiocrati- caen pequeiio yuna experiencia democratica en grande hay un abismo. La humanidad ha sufridé durante mas de dos mil afios para con- seguir tender un puente entre las dos orillas, y al pasar de las pequefias comunidades demo- oraticas a la democracia de las grandes cifras, hecha de pueblos y naciones enteras, es iney- table perder por el camino muchos requisitos que garantizan la autenticidad de una expe- riencia democritica «cara acara»;y de una de- mocracia a gran escala no se puede pretender lo quie se puede pretender de una democracia a pequenia escala. Algo que mucha gente sigue tine = 9 [LA pemocaci 2 varie econ igmorando, Por ejemplo, cuando Mario Segni"® declaraque un primer ministea elegido por el pucblo equivaldria aun valcalde de Italian, esth claro que se le escapa la diferencia que hay ea- tte micro y macrocemocracia. En la Jeccién anterior hemos visto la defini. cidn que podriamos denominar setimolégica de la democracia, por haberla obtenide del anillsis del nombre, vente esiecitionn. sity tae mos visto la palabra «pueblo» en sus distintas acepciones, Pasemos ahora a considerar el em. Parejamienio de «pveblo» con «poders, eQué esel poder? EI poder es una relaciéa, un lndividuo tiene poder sobre otto porque le obliga athacer lo que de otra forma no haria, Robinson Crusoe, soto en laisla donde nauten 8, mientras esté solo no tiene ningun poder, “nicamente lo adquiere cuando Nega Viernes Et problemas evidentemente mag complejo cuando la relacién de poder ya noes entre indi. \chtos sino entre entidades colectivas. El esque. Prarsia embargo, sigue siendo el mismo, El pue- blo (todos) tiene poder en ia medicla que lo Lene sobre otros, Sobre quiénes? Antes de res, pontler cabe seiialar que poder del pucblo» es Solo una elipsis y que, en estas términos, el Proceso politico queda atin por definir, Vielvo * Politico italiano (N det)" * 20 “id dn FeZuncio monies ‘Cowan Serr0n a preguntar: gpoder del pueblo sabre quién? Ob- viamente, del pueblo sobre el pueblo, En este proceso primero hay un movimiento ascenden- te, de ransmisién de poder de! pueblo hacia el vértice de un sistema democrdtico, y después un movimiento descendente del poder del gobier- no sobre el pueblo. Asi el pueblo es al mismo tiempo, en un primer momento, gobernante, y , gobernade: ~-” Son procesos muy delicados porque si nose vigila el wayecto, si én ia transmision del poder los controlados se sustraen al control de los controladores, ef gobierno sobre el pueblo co- tre el riesgo de no tener nada que ver con el gobierno del pueblo. De eso se encarga la ma- quinaria del constitucionalismo. Pero para aclarar mejor el problema es pre~ ciso distinguiv entre la titularidad y el ejercicio del poder. La titularidad dice: el poder me co- rresponde por derecho, es mio por derecho. Si, pero aqui tenemos sdlo un derecho. Y lo que cuenta es el ejercicio. El poder efectivo es de quien lo ejerce. La pregunta crucial, enton- ces, ¢8: gem hay que hacer para atribuir al ueblo, titular del derecho, el derecho-poder de ejerterlo? La respuesta es, sucin tamente, que la solucién a este problema ha de buscarse, en una democracia representativa,cn la rans- misin represeniativa del poder. Como vere- mos a continuaci6n, wan LEGCION 3 Realismo e idealismo Flemos analizado el significado de ia palabra gemoeracia. Ahora debemos establecer qué es co bien qué deberia ser. A la primera pregunta hay que responder con una éptica realista. A la segunda hay que responder con una Sptica racionalista que subraya los ideales de la de- moctacia, yen ese sentido, con wna Optica idea- lista. Elrealismo es contemplar la democracia co- no realmente es. La wadicion realista s¢ re- inonta a Nicolas Maquiavelo, de quien se dice que se centraba en la «realidad efcetuals y que de ese modo descubria la politica, 0, mejor di- cho, fundaba la autonomia de la politica. La fundaba recusriendo a Ja observacién directa y tegistrando sin tapujos que la politica no Sbedece ala moral. Noobstante, abinterpretar a Maquiavelo, athacerlo nuestro contempora- nneo, no debemos olvidar que él observaba un microcosmos politico (los principades rena- . i . 23 : Laorwooucu en mens eccones centistas) imposible de comparar con nuiéstr mundo. Un mundo que atin no estaba anima. do por ideales politicos, sino, a lo sumo, ideales ético-religiosos. pes En cambio, ¢l racionalismo politico no acey tala realidad tat y como es; si acaso la construe deductivamente. ¥ con el tiempo—primero con las utopias, y posteriormente, de la Tustracién cu adele IMagifia wha sociedad «ideals, ** 1 todo caso guiada por ideales. Yes el racio. nalismo el que establece que sin ideale: puede haber democracia, one notte dos épticas han producido, por un , racias empirico-pragmaticas, Por otro, las democracias de raz6n. James Bry Ce, que es uno de loe grandés autores que han abordado este tema, escribe que la democr: cia racionalista por excelencia ¢s Ia francesa, mientras que la democracia anglosajona es d . tipo empirico-pragmatico, y puntualiza lo o gulente: Francia adopté la democracia «no lo porque el gobiemo popular parecia ser el remedio mas completo para los males inmi enies, {..J sino tarnbign para honrar vines rincipios abstractos generales, considerados lades evidentes». Y Alexis de Toc juevills subraya asi la diferencia: «Mientras gue enh . glaterra quienes escribiani de politica y quiet ‘3 hacfan politica Nevaban la misma via t Jen : 34 ronan Suc Francia el mundo politico quedé drasticamen- te dividido en dos zonas no cormunicantes. En una se administraba; en Ia otra se formulaban los principios abstractas. [...] Por encima de Ja sociedad real [.,.] poco a poco se construia una sociedad imaginaria, en la que todo parecia simple y coordenado, uniforme, justo y racio~ nal>. He ahi, pues, el contraste y la diferencia Somalista ala id deumdaedia de-dpe erilfe francesa y una de tipo empitico ala inglesa, Una diferencia que también Jo es en desa- rrollo histérico, Mientras que las democracias de tipo francés nacen ex novo de wna tuptara revolucionaria, la democracia angto-estadou- nidense surge de wn proceso continuo. La Re- yolucién inglesa de 1688-1689 no reivindica um nuevo comienzo, sina La restauracién de los «derechos primigenios» del hombre inglés, 8 decir, el restablecimiento de los principios de la Magna Carta vielados por el absolutismo de las dinastias Tudor y Estuardo, Da igual que aquel pasado fuera en gran medida mitico; lo que importa es que la Gloriosa Revolucion no fne yna raptura innovadora, sino que se con- cibié como una recuperacin, como una nueva toma de posesién, En cuanto ala denominada «Revolucién’ americana», no fue una revolw cidn, sino una secesién. La Declaracién de Inde- pendencia de 1776 reivindicaba, en sustancia, el 2 LA oruoarncn e rgina teccones. derecho de fos colonos a avanzar libreme por el trazado de las libértades de que ya ve ban ios ingleses, No'fue asf en Fr ancia, donde Ia Revolucion de 1780s¢ reaftms, precisamen. te, como una ry pura concebida pa y borrar in toivel pasadlo, Para rechazar rari toe ps En conclatish, él racionalista tiende a pre- guntar puées (la cdemocratia), mientras ae mpivistainstintvarhente ende spree Se cimo funciona. ner LECCION 4 Perfeccionismo y utopia spe deren oo ee Je en Ja democracia los ideales son impor- tantes ese fuera de discusién, Son importan- [2 es,yalohe dicho, porque sin ideales no exis- tirfa una democracia. De lo que se deriva que Ia democracia se puede definir de forma rea- lista, pero se debe definir también de forma idealista, es decir, prescriptivamente, y no 3610 © descriptivamente. {Qué ¢s um ideal? Obvia- mente, es una reaccién alo real. Nunca esta- mos contentos con ta realidad tal como 5, ¥ "por eso quisiéramos que fuese como la perfi- jan los ideales, Por tanto, podemos definir el ideal como un «ontra-real». Pero cuidado, los ideales son dificilisimos de manejar, por- re que, silos exagerantos, corremos el riesgo de deslizarnos hacia el perfeccionismo o el uto- pismo, . El perfeccionismo puéde definirse como un exceso de idealismo, un idealismo desmedido, ycome tal, contraproducente. En suma, el per Tm a ee A otocnic i TRBwir Lccions feccionismo es un mal uso de los ideales, Pero aqui’ quisiera detenerme en el utopisme, El término fue acuriado por Tomés Moro évando publicé Utgpia en 1516. En la obra se Gescribe una buena sociedad, regieta por una pura razén natural, ubicada en una istaimagi. naria. El neologismo precisamente querta de. to Adit eneia Get Lortecciouismo, que buede ser activo, la utopra nace como un con. Septo puramente contemplative. Toms Moro escribe Utopia con intencién de criticar el esta, do de Inglaterra bajo los Tudor, yasi,en su texto, Moro no dice que «en ningiin lugar» signifique imposible», que lo inexistente hoy sea también inexistente para siempre, Sin embargo, la pala- bra viaj6 por los siglos posteriores con In fuorae de su prefijo, de su negacién: «no», no existe; y tampoco existira «amis», Asi hasta Marx. Después, Marx invents, exi las Tess sobre Feuerbach, la figura del fitéeore se. volucionario, el que transforma Ia utopia en realidad. Contextualmente, Marx prediaba et Paso'de Ia utopia ala ciencia, Ast, on ver de sor tun ideal contemplativo, la utopia se transton PUR Proyecto de acci6n. Fl filésofo-rey ce Platén se convierte en el “revolucionariorey» de Marx. Con un &xito, o.mejor, con el fracaso ‘Me esta todavia fresco eh Ia memoria de to. oe Gir sen ningtin lugar», del griego ou (no) y topas 2 Gaowon Saxon : i A lo. ‘/radicalmente transformado, y siga estandol _ _ Hoylautopayano es uma cain mentalsn lugar ni tempo, ya no es irealizable, ncn bi, see que es wopfas son a menudo ve dadespematurasy (Bar Manni atin utopia), que el progreso es iateriteacion de mops, que las utopias de hoy son areata ie sabre tao en ls aos sesenta, se hizo va anténtica orgia con la utopia (con la palabra ZBI resultado? Ya no tenemos wn vocablo que exprese lo «imposible». Pero, una vez muerta lapalabra utopian para expresar “imposii dad, las imnposibilidades siguen ahi, Nos gu . 900, Lecci6n 5 Qpinién publica pgp, mee TR ‘Gi la democracia es gobierno del pueblo so- bre el pueblo, ser en parte gobernada y en parte gobernante, ¢Guando sera gobernante? Obviamente, cuando hay elecciones, cuando se vota. ¥ las elecciones expresan, en su con- junto, laopinién publica. Se dice que las elecciones deben ser libres Sin ehida, pero tainbién las opiniones deben ser libres, es decir, ibremente formadas. Si las op rnionesse imponen, las elecciones no pueden ser libres. Un pueblo soberano que no tiene na- da que decir de sf mismo, um pueblo sin opinio- hes propias, cuenta menos quie el dos de copas. Por tanto, todo el edificio de la democracia se apoya en la opinién ptiblica y en una opi- nidn que surja del sene de los puiblicos que la cexpresan. Lo que significa que les opiniones en_ el publico tiene er también opi del pablico, opiniones que ‘en alguna forma ’o medida ef publico se forma por sf solo. BI wages {oeoon0n eraainra ceccicas La expresién «opinion publica» se remonta a las décadas que precedieron ala Revolucion Qones_trancesa. ¥ desde bego no es por casualidad. 3 ok saluiss No sélo porque en aquellos afios los ilustrados ¢ asignaban a si mismos la trea de «ilumi- nar», de difundir las luces, y por tanto de for- mar las opiniones de un ptiblico mas amplio, sino también porque fa Revolucion francesa proparabrune decwsceadt su vez, presuponia y generaba un puiblico que manifiesta opiniones. El hecho de que la opi- nién piiblica surja, como expresién y como fuerza activa, efi concomitancia con él 14 de julio de 1789 también viene a indicar que la asociacién primaria del concepto es una aso- ciacin politica. Que quede claro, una opinién difundida en- tre el gran ptiblico puede darse, y de hecho se da, sobre cualquier asunto. Por ejemplo, las opiniones sobre el fitbol, sobre lo betlo, sobre Jo bueno, son también opiniones priblicas, pero cuando se dice opinion puiblicaa secas hay que entender que tiene como objeto la res publica; el interés colectivo, et bien puiblico. Cuando se acuié la expresién, los eraditos de la época sabfan griego y latin, y sabian que Ja objecién de siempre contra la democracia es que el pueblo «no sabe». De ese modo, a Pla- t6n, que invocaba a un filésofo-rey porque go- : a2 Jonette gue deel Growsen SareR bernar exige episteme, verdadero saber, se le acabé objetando que.a la democracia Se basta con Ia doxa, es decir, es suficiente con que el piiblico tenga opiniones. Por tanto, ni «vohun- tad» cruday ciega, ni tampoco «verdadero sa- ber», sino dexa, opinidn: la democracia es go- bierno de opinién, una accidn de gobierno fundada en la opinion, tos procesns de f macién de una opinion publica que sea en ver- dad del pablico, es decir, que sea relativarnen- teauténoma, son muy complejos. Karl Deutsch nos ha proporcionado, para comprender di- chos procesos, el «modelo de cascada», de una cascada de agua con muchas charcas sucesivas en las que cada vez las opiniones que descien- den desde arriba se mezclan y reciben nuevas y diferentes aportaciones, Sigue sienclo cierto que, incluso cuando con- seguimos una opinion pablica relativamente auténoma, el resultado es fragil y relativamen- te incompleto. ¢Hasia qué punto debe preocu- parnos esa naturaleza fragil e incompleta? La respuesta es que mientras nos atengamos al contexto de la democracia electoral, del demos que se limita a elegir a sus representantes, ese estado de cosas no plantea problemas serios, Es cierto que el puiblico, el ptiblico en general, nunca est4 muy informado, no sabe gran cosa 33 La vencicracu ny trauma teccioNes de politica, y no se interesa demasiado por ella. Sin embargo, la democracia electoral no deci de las cuestiones, sino que decide quien decide 74 las cuestiones. La patata caliente pasa asi del electorado a los electores, del demos asus re~ presentantes. LECCION 6 Participaci6n emos visto que la democracia electoral no cs muy exigente, Se conforma con puiblicos lo suficientemente aut6nomos y/o suticientemen- te informados como para estar en condiciones de elegir quién decidira Ios issues, las cuestio- nes. En cambio, en la democracia como parti- cipacién la idea es que existe un ciudadano participante que decide él mismo también las cuestiones (en vez de delegar en los représen- tantes). 2l's posible? © mejor dicho, ghasta qué punto es posible? uParticipacién» es tomar parte activa, vo- luntariay personalmente. «Voluntariamente» es un detalle importante, porque, si se obli- gaa la gente a participar a la fuerza, eso es movilizacién desde arriba y no participacion desde abajo. Insisto: participaciéa es poner- se en marcha por uno mismo, no que otros te pongan en marcha ni que te movilicen desde arriba. seed {4 DenockAcin an Ta Leccionen El problema es que existe una relacién in- versa ent La eficacia de la participacidn y el nuimero de partieipantes, Esta relacién viene expresada por una fraccién en la que el nume. rador es 1 (el patticipante individual) y el de. nominador registra el ntimero de los dems participantes, Por ejemplo, en un contexto de 10 participantes, yo soy influyente por valor de una ditcimia parte, Lo que esta muy bien Pero si los participantes son 1.000, ya no esta tan bien. En ese contexto, mi peso come par Ucipante es de una milésima, Y si el universo de los pacticipantes es, por sjemplo, 10 millo- nes, la nocién de «format partes se eshuma en [a nada. Ser participe de la diczmillonésima parte de una decisién ya no tiene sentido. El hecho es, por tanto, que la participacion verdadera tiene las piernas cortas, es decit, se. ircunseribe a las cifras pequeiias, Los defen, Sores de la.participacion desplazan el discures medida la democracia participativa se transfor maen una democracia directa retrendariay/o electrOnica (que se expresa votando way» «no» én un ordenador), Cuidado, la diferencia enorme, porque aqui ya ao existen interaccio. nes «caraacara». Voiar en un referéncuam oer . 36 Govan susrons i, el ordenador personal vuelve a ser un acto so- litario. Aqui ts participacién como un tomar parte colectivamente ya no tiene nada que ver, Pero lo cierto es que, en nombre de la pactici- Pacién, la democracia representativa, que es una democracia indirecta, se ve desbordada y sustituida por una democracia directa ~ Demos un paso atrés hasta finales de lon aig _ “ sesenta, porque fre en ese moments cuando se produjo el tanzamiento de la democracia par- Ucipativa, A la mayoria de tos participacionis- tas de aquellos afios fo que les interesaba de ~. verdad era un asamblearismo en virtud del cual Pequetios grupos de activistas se convertian en las vanguardias motrices de las masas inertes, ‘Lo suyo era, en sustancia, un elitisino de tipo leninista, La ironfa de la historiaes que aquellos gruptisculos denunciaban —y en eso su éxito fue duradero— el elitismo de los dem: Ahora bien, la invitacién a eparticipar mas» ¢s meritoria; pero si se hincha desmedidamen- te, como si toda ta democracia pudiera resol- verse ena participacién, 68 ha recatda Iifun- “Hl (como habria dicho Lenin}. ¥ es también una recaida no sélo impracticable de hecho, sino también concepiualmente peligrosa, que Ros propone aun chidadano que vive para ser- vir a la democracia, en lugar de una democta cia que existe para servir af chidadano. a7 1a peoceaca Bu trae Laces Las democracias, en su gris funcionamiento cotidiano, a menude merecen poco. crédito. Pero unacosa es quejarse de su funcionamien- to cotidiano, y otra cosa es desacreditarlas por principio. Hay un degcrédito merecido'y hay un descrédito inmerecido. ¥ el descrédito que derivacle un perfeecionismo que eleva la apuies- ta sin cesar es inmerecido. La ingrationd que parece caracterizar al «nitio mirtiado» contem- poraneo y la decepcién que acompafa tan a menudo los experimentos democraticos son tamBién el culatazo de una promesa demasia- do inalcanzabie para poder mantenerse. Elver- dadero peligro que amenaza a una democracia que oficialmente ya no tiene enemigos no esta en lacompetencia de contraideales, esta en re- clamar una everdadera democtacias que tras- ciende y repudia la que hay. LECCION 7 Democracia refrendaria y directismo Be ae ss cep ae wg “Vuelvo sobre la democracia refrendatia y la democracia electrénica. Aunque se wata efecti- vamente de democracias directas (por no haber intermediacién de representantes ni represen- tacién), también son democracias amputadas y empobrecidas. La democracia directa como tal se basa en las interacciones cara a sara» entre presenies, entre personas que se inifluyen mautuamente y que cambian de opinién escu- chindose entre si. En Ja democracia refrenda- ria eso deja de ser asf,y por tanto deja de haber una democracia iluminada por Ia discusién que precede a fa decision. El referéndum de que nos peupamos aqui, que quede claro, no es la institucién integrada en Ja democracia representativa, sino un ins- trumento que la suplanta y que, precisamente, funda la «democracia refrendariay, Este ani- mal nuevo todavia no existe, pero palpitaen el aire: es un sistema politico donde el demasdecide oe 39 {Ls pewoonacta an rata ecriones directamente sobre las cuestiones individuales, pero ya no colectivamente, sino separadamente y en solecad. ¥ la democracia electronica cons- tituye su encarmacién més avanzada, Alli el ciudadano se sienta ante una mesa con su or denadory todas las tardes, supongamos, le le- gan diez preguntas a las que ha de responder «si» 0 «no» apretando una tecla, Con este sis- tefna legamos'al autogobicind intugral. Tec nolégicamente la cosa es ya por completo facti- ble. Pero gha de hacerse? El presupizesto y la condicién necesaria para ese desarrollo es que para pasar de ia demo- cracia electoral basada en la opinién piiblica a una democracia donde el denos decide por st ‘smo cada una de las cuestiones harfa falta un nuevo demos, un pueblo que esté verdade- ramente informado y sea verdaderamente com petente. Si no, el sistema se vuelve suicida. Si confiamos 2 unos analfabetos (politicos) el po- der de decidir sobre cuestiones de las que no saben nada, entonces jpobre democracia y po- bres de nosotros! Sin llegar a hipstesis extremas, vale la pena entender cules son los limites intrinsecos del sistema refrendario. Ya hemas visto que el re- feréndumn no es una verdadera forma de parti- cipaci6n: Participar es «omar parte» con los demas y en interaccién con los dems, En cam- 40 Cova sarroR) bio, las decisiones refrendarias son solitar Y por afiadidura, son decisiones de suma cer 2Qué quiere decir eso? Una decisién es de suma positiva cuando to” dos los interesados salen beneficiados por ella en alguna medida, y salen ganando algo (por eso la suma €s positiva). Por el contrario, una decision se define de suma cero cuando quit sale ganando i gana‘todo, y qui per diendo lo pierde todo. (Aprovecho para recor dar que existen también decisiones de suma negativa, a consecuencia de las cuales toclos pier den algo.) Ahora bien, en la democracia repre- seintativa es probable que todos salgan ganando algo (Ia suma és positiva) porque las decisiones de los representantes se negacian de forma que cada uno reciba un troz0 del pastel. En cam- bio, en las democracias directas no hay nego- ciacién, no hay intercambio, y, por tanto, quien se impone se leva todo el plato. Por tiltimo, también hay ‘que tener en cuenta que el «directismo» (en cualquiera de sus mani- festaciones) sanciona un sistema mayoritario absoluto que ¢s inaceptable, e inchiso funesto para la democracia: porque la democracia es ~—como hemos visto— derecho de la mayoria en el respeto de los derechos de la minoria, y iS. por tanto requiere un ejercicio del poder que podriamos definir «le sua positivan. a iS : LECCION 8 E Democracia vertical os . goat wees ee nee Lia opinién publica y ta democracia electoral tienen que ver con Ja dimensién horizontal de la base del edificio. Pero después Si), viene el edificio y, con él, la dimension vertical de Ja politica, donde hay quien est arriba y quien esta abajo, quien manda y quien es man- dado, el nivel superior y el nivel inferior. «Democracia vertical» es, pues, la dernocra- cia como sistema de gobierno, y por tanto como estructura jerarquiea. Y aqui topames con la acusacion que se viene haciendo desde siem- pre ala democracia: ge6mo es que el mando de la mayoria se transforma en mando de noria o minorias? Es sobre todo porque ese término, «mayo- ria», tiene muchos significados, pero sobre todo dos, Mayorfa en el sentido de enterio mayorita- ’ rio, 0 bien en el sentido de mayor ntimero, De- mocracia es mando de la mayoria, si por mayo rfa se entiende que la democracia se somete, ay {a vemoensci ov renee encciones sr la toma de decisiones, ata «regia mayorita- Fae; pero no es mando de la mayotia si con ello queremos decir que el mayor niimero go- bierna yel menor nimero es gobernado ‘Veamosto por partes. En las elecciones tene- mos tres niveles. Primero, las mayorias elects, rales eligen asus candidatos y las minoris, ls minorias electorales (las que no itegan al por. 225%) los pleidein, Hasta aqui todo claro, Llegamos al segundo nivel, los clegidos son de hecho un mimero menor une minoria respecto a sus electores (pongamos tune por cada eincuenta mi). ‘También aqui todo claro, Texeer nivel: los elegidos, asu vez, cligen un gobierno que es, una vez més, un ntimero reducido respecto al Parlamento que {0 vota. eSigue todo claro? Yo creo que si. Des. de luego, yo no sabria hacerlo de otra forma Al final aparece un primer ministro: ung minorfa de «tno solar respecto al comienrs de todo el proceso en el que han participade diez, cien, quinientos millones de electores éQueé tenemos que pensar? sue la democra, cia etd trastocada, vuelta del revés, que ha sido traicionada? Is indudable que no. Y¥repa- sando el proceso paso a paio vemos que es Precisamente la regla mayoritaria la que cada vez transforma una mayorfa sustantiva en un primero menor. Por tanto, lo que parece una teniie de vnty 6. , at paradoja, sino incluso una contradiccién, esto €s, que la democracia tendrfa que ser un go- bierno de la mayoriay en cambio es goberna- da por una reducidisima minoria, en realidad no ¢s tal. También porque en ese proceso la democracia nunca otorga todo el poder ana die; por el contrario, lo reparte de distintas for- mas entre mayorias y mingrias que se alteran Sy minprias que se alt Shite si justamente ef Rindion del principio” indyoritario. Otra aparente paradoja es que para los cons- titayentes estadounidenses —pero también para Tocqueville y para John Stuart Mill— el problema de ls democracia no Io planteaban Jos pocos sino los muchos; era el problema de Ja stiranfa dé la mayorfa». Los consiituyentes de Filadelfia temfan que el principio mayorita- rio fancionara en el Parlamerito como una apisonadora, es decir, como un ejercicio ab- soluto del derecho de mayorfa que deviene, precisamente, Urania de la mayoria. Esta ex- Presién ha adoptado posteriormente otros sig- nificados, pero el mas importante es el que pusieron.en evidencia los constituyentes esta- dounidenses. ; ‘También quisiera subrayar, como inciso, que 2 Ja expresion «tiranfa de la mayoria» no debe = hacernos creer que las mayorias electorales Gp Puedan tiranizat, Una cosa tom las mayorias = . le . a5 . ‘La pevocradta uw regwira uoecnes concretas de pequefios grupos «reales» (que pueden perfectamente ser tirdnicas) y otra muy distinta son las mayorias electorales, que son sdlo agregados efimeros. A propésito de elécciones, un detalle que puede resultar curieso: las técnicas electora- les no provienen de los griegos (que normal- mente recurrian al sorteo), sino de las érde- “HES tulgtosas, de 108 monjes atrincherados en sus conventosfortaleza, que en Ja alta Edad Media se vefan obligados a elegir.a sus siipe- riores, No pudiendo recurrir‘al principio he- reditario ni al de la fuerza, no les quedaba otra salida que clegir votando. Pero los mon- Jes elegian a un jefe. absoluto, Se trataba de una eleccién muy seria para ellos. De modo qué el voto secreto y la elaboracién de las re- glas de voto mayoritarias se tos debemos al denuedo de los monjes. No obstante, lo cierto es que, durante la Edad Mediay todo el Rena- cimiento, ta maior pars tenia que estar en cual- quier caso vinculada a la metior pars, con ta parte mejor; y al final la eleccién tenia que resultar undnime (a los rebeldes se los con- vencia a garrotazos), € €$ uM punto importante. El principio consagrador del poder electivo (creado por elecciones) hasta el siglo XVU era [a unanimi- dad, El paso de la uffahtididadl a las reglas ma- . 46 cromnn SerTOR joritarias slo se produce con Locke, y s¢ pro~ Juce porque con é el derecho de la mayoria se integra en un sistema constitucional que lo disciplina y lo controla. cei ae — LecciOn 9 ' Mosca, Michels y Schumpeter a ore «Eon todas las sociedades existen dos clases de personas: la de los gobernantes y la de los gobernados». Fsta es la tesis, congcidisima, de quien formuld por primera vez la teoria de la clase politica, Gaetano Mosca. Este especifica- ba: «La primera [la clase de los gobernantes], _que es siempre la menos numerosa, [...] mo- nopolizael poder». ¥ la implicacion de su tesis es que, si en el gobierno hay siempre una mi- noria relativamente homogénea y solidaria, eso no es una dernocracia. Fue en 1884 cuando Mosca acutié esa ) ? , ) ) ) ) 3 3 ) Lx ptnocncn en rem tacos mocracia «en pequeiio» se wansforma en el Estado democratico. Para llevar a cabo esta transicién de la cit. dad al Estado sin perder la democracia hicie- ron falta més de dos mil aiios. Y durante ese larguisimo intervalo dejé de hablarse de de- mocracia, Para designar el régimen éptimo, la forma politica ideal, se decta res publica, y «libertad» eran pala- bras y realidades cespreciables, Los méritos cle , los puritatiostin la cf &RCiOn del sistema dé valo- resy creencias queasu vez gener6 la civilizacion liberal son indudables, pero en gran medida pueden ddscribirse a la lista de las consecuen- Glas imprevistas, Es dificil, por tanto, encontrar padres «co- _nocidos» del pluralismo. Sin embargo, pode- mos fijar los puntos que lo caracterizan. Prime- ro; el pluralismo debe concebirse como una “creencia de valor. Segundo; el pluralismo pre- supone e implica «tolerancia»; y, por tanto, se consolida negando el dogmatismo, el fideismo y el fanatismo. Tercero: el pluralismo exige que la Iglesia esté separada del Estado y que la sociedad civil sea auténorna de ambos. El plu- ralisme se ve amenazadé tarts por un Estado que sea el brazo secular de una Iglesia, como * por un Estado que politice la sociedad, A Dios lo que es de Dios, al césar lo que es del césar, y a la sociedad civil, lo que no es ni de Dios'ni - del césar. Esta es la visidn del murido que con gidn, empezé a mirarse con recelo la unani- midad, ya valorarse el dissenty Ia variedad. Y fue sobre esta revolucionaria inversion de los puntos de vistaque empe2d a construirse, 2 trancas y barrancas, la civitizacién liberal. y por ese carnino es por el que se lega a las de- mocracias actuales. La autocracta, los despo- tismos, las dictaduras, son mundos de-un aini- €¢.galon Ls ‘citibio, iw derisciacia We los modernos es un mundo multicolor. Cuidado: ‘inicamente la democracia tiberal se estructu. rasobre la diversidad. Hemos sido nosotros, y no los griegos, los que descubrimos como cons- truir un orden politico a través de la multipli- cidad. ¢Quién descubrié el plucalismo? Nadie en particular. Dado que la idea surge en la época de la Reforma protestante, es bastante obvio que miéstra miradase centre en los refi sores, y en concreto en las sectas puritanas Pero no es exactamente asi. Sin duda, el pre" testaritismo fragmenté, y en ese sentido plura- liz6, los credos cristianos en Dios. Desde luego, a los purilanos les corresponde el mérito de haber deshecho el nado entre lo que pertene- cea Dies, la esfera de la religion, y lo que per: tenece gl césar, la esfera del Estado, Pero no hay que exagerar la contribucién de los pur tanos al descubrimiento del phuralismo, oS aT Lawenouraci ey Tania econ LecclOn 13 La libertad politica duce al liberalismo y, postetiormente, a fa de- mocracia liberal Bstd claro que éstaes una visi6n del mundo que hasta hoy sigue siendo tipicamente oc: dental. El islam la rechaza de manera catego- rica, yen Africa no dene raices de ningtin tipo. Pero eso no es uria buena xaz6n para dar mar cha atrés, ni tampoco para desvirtuaila, ect ctees be aia 8 7 Es gombre gsverdaderamente unser libse? * fi decir, gest verdaderamente dotado de li- : pre albedsio? Esta es la preguitta que recorre toda la teologfa y la ética cristianas. ¥ adem doual es la naturaleza Ultima, 1a@se chy dela Iibertad? Para Spinova, la libertad era una perfects tacionalidad. Para Leibniz, espontancidad de Ia inteligencia; para Hegel, aceptacon de la necesidad, Pero todas estas definiciones se £¢- fieren a una libertad ultima ubicada in nleriove hominis, dentro del hombre. Nitiguna de elias tiene en cuenta Ia libertad exfiraa, 1a condi- cién de ser libre 6 no libre en Felacin con los ‘lemés. la libertad politica es eso: una coexss- tencia en libertad coh la libertad ajena y una resistencia a la falta de libertad.” ~ , Exisle, por tanto, una enorme diferencia ‘entre libertad interiory libertad de querer por un lado, libertad éxtgriory libertad de hacer, — mee 7 ™ wT Laciwoctca ev raznma pencones por otro. Con fa filosofia nos ocupamos de la primera, y con la politica, de la segunda. La libertad politica es, precisamente, ura jibertad empirica y «prictica». John Locke fue uno de tos pocos filésofos que captaron bien esa dife- rencia. Pero el que mejor acerté con la nocién de libertad politica fue Thomas Hobbes con la celebérrima definicion que da viatdn: «Libertad signitica props cia [...] de impedimentos externos». Hobbes da.en el blanco con el problema porque aplica Ja libértad. politica a a relacién’ ciudadanos- Estado, considerada desde el punto de vista de jos ciudadanos. Si por el contrario considera- mos la relacidn Estado-ciudadanos desde ei punto de vista del Estado, deéir que el Estado es slibre para» introduce un discurso sobre la arbitrariedad del poder, sobre un Estado tiré- nico que ¢s libre, precisamente, de mandar a su gusto, La sustancia es, por tanto, que la libertad politica sirve para proteger al ciudadano de la opresion. 2Pero cémo? Lo decia ya, con es- pléndida concision, hace mas de dos mil afios, Cicerén: «Somos siervos de Ja ley con el fin de poder ser libres» (Oratio pro Cluentio); y volvia a decirlo, de forma atin mas concisa, Locke en el siglo xvil; «Donde no hay ley no hay liber- tad». No obstante, quien'mas remaché la tesis 68 ‘xo Saran de que la libertad esta fundada por la ley y so- bre la ley fue JeanJacques Rousseau: «Cuando la ley esta sometida a los hombres», escribe, eno quedan més que esclavos y amos; es la cer- - tidumbre de la que estoy mas seguro: la liber- tad siempre sigue la misma suerte que las leyes, > reina y perece con ellas». Por dué Ja libertad necesita de Ja lev? Ror... © que si gobiérnan tas leyes —que son reglas ge- nerales € Iiipersonales— no gobiernan los hombres, ya través de ellos, la voluntad ‘Traria, despética o simplemente estipida de otro hombre. Eis verdad que la ley es también coercién (puesto que prohibe y condena), pero “al mismo tiempo nosttutela porque estd cons- tituida por normas que se aplican’ a todos sin dlstincién, incluso a quienes las hacen, Lo que esun formidable freno, También se dice que la libertad politica es a priori una libertad defensiva, una libertad de Esta claro que en la estela de la «libertad dle» se consolidan posteriormente las libertades para, + as libertades afirmativas. Pero si previamente no existe una proteccién de la ley, después no hay libertad para hacer nada, Las «libertades para» no pueden pasar por encima de la wiber- * tad dew. ee LECCION 14 Tgualdad pert Finstein dijo una vez que la politica es nis dificil que las matematicas. Puede que estt= viera pensando en la igualdad, Porque éste es el concepto-mis dificil y mas envevesado de "- todos, Por io pronto es bicéfalo, tiene dos ca ezas. Por un lado, la igualdad ¢§ «identided», cs Io idéntico. Las cosas iguales son las mismas co- sas, Por otro lado; fa igualdad es sjusticiar. Una ver mas es Arist6leles quien lo afirma: «Injusti- ciaes desigualdad. Justicia es igualdad» ¥ también es Arist6teles quien distingue en- we igualdad saritmética» (o numérica) € igual- dad «proporcional». La regia de Ia jgualdad aritmética es: Lo mismo para todos. Laregia de la igualdad proporcional es lo mismo para los mis- ras, y por tanto lo distinto (cosas distintas) para los distintos. En el primer caso, tordos de- ben tener un pie de la talla 42 y sdlo se sumir nistran zapatos de ese miimero. En el segundo caso, cada pie tiene su mimero y, por tanto, los 7 & Ex pence tn Tanna UsCCIONES zapatos tienen tallas diferentes. Esti claro que aveces adoptamos la primera igualdad, ya ve- ces la seguncla, Leyes iguates son leyes idénticas para todos, pero la ignaldad fiscal, por ejemplo, es proporcional a la riqueza de los ciudadanos: impuestos iguales para los iguales, pero des- iguales para los desiguales, Existe una larga lista de tipos de igualdad: politica, social, duntdicarhasn helgaatdati cot némica radical (nada para nadie). La igualdad que hoy més nos interesa es fa «igualdad de oportunidades»; y también esa igualdad es hi- céfala, puede entenderse de dos formas radi- calraente distintas. En una primera acepcién, Jas oportunidades iguales vienen dadas por un acceso igual En Ja segunda, vienen dadas por puntos de partida iguales. En el primer caso se pide el mismo reconocimiento para los mis- mos méritos y las mismas capacidades, Por tan- to, esta igualdad promueve una meritocra- cia: carreras iguales para eapacidades igualcs, igualdad de oporumidades para Uegar a ser desiguales, Hn el segundo caso se pide que se igualen las condiciones de partida. Asi, mientras que !a igualdad de acceso elimina obstaculos, * Ia igualdad de puntos de partida exige fabricar dichos puntos, El acceso igual se aborda con procedimientos de acceso. Los puntos de par- tida iguales se plantean gn cambio con condi- s Paul Marates: Grown ron ciones y circunstancias materiales. La primera es la igualdad liberal, la segunda es la igualdad marxista. Como puede verse, ¢! problema de la igualdad es verdaderamente complicado. Enlos inicios de la Revolucién francesa, Jean- ibia a Camille Desmoulins: «:De qué lesirve la libertad politica a quien no tiene pan? Sélo resulta titil para los te6ricos y los po- igetrctnie ich sscastena pr CGEM Eva ESAS pero la respuesta era inadecuada. Desmoulins pronto lo descubrirfa en carne propia, porque fae-guillotinado, Es verdad que fa libertad no da pan. Que no le interesa a quien tiene ham- bre es casi igual ce cierto (aunque no del todo, porque la libertad por lo menos permite recla- mar el pan). Perosi ef pan loes todo para quien to lo tiene, se vuelve insignificante (0 casi) en cuanto lo hay. Nose vive —perdén por la banalidad—s6lo de pan. Por otra parte, la pregunta de Marat suscita una pregunta paralela: gpara qué sirve la falta de libertad a quien no tiene pan? La respuesta es la misma: para nada, El que re- nuncia ala libertad a cambio de pan es s6loun estipidg, Si la libertad no da pan, es avin més seguro que tampoco lo da fa falta de libertad. Equivocandose, como lo ha hecho de forma clamorosa, en el calculo de la igualdad, el «mar- xismo real», es decir, ¢] comuniswo, ha infligi- 78 Lae vocescn at Taira RCS doa mil quinientos millones de seres humanos sufrimientos, privaciones y crueldades total- mente imitiles, Para pasat pagina de verdad hay que comprender que todo depende de ha- cer iguales —igualmente sometidos a las mis- mas leyes—a los igualadores. «Como igualar a quienes igualan» es un problema de libertad politica (de ingenierfa constitucional), y des- « esse Coun probicitl de igiaidad mate- wi LECCION 15 Liberalismo politico y liberalismo econémico ‘Emo y comunismo, son {as etiquetas que com- pendian la lucha politica de los siglos XIX y XR. ‘Una vez que hemos hablado de [a libertad, es ‘el momento de dar entrada al liberalismo. ¥ El término liberates aparece por primera vez cn Espaita en os afios 1810-1811, indicaba a Jos que se opontfainz la conquista napolednica. “Empieza a circular en Francia, con el vocablo ‘ibéraus, unos diez aitos después, pero con una Pconnotacién de desconfianza, ya que estaba *asociado a los rebeldes espasioles. Por tiltimo, ES: adquiere un significado més respetable, wad [B: cido como liberal, en Inglaterra, adonde Lega, sin embargo, a mediados del siglo XIX. ¥ la pa- Jabra «liberalismo» aparece atin mas tarde. Na- ‘cer tan tardfamente —hablo de la palabra-— BY fue una desgracia. EI nombre no tayo tiempo de arraigar, también debido a que en aquet momento Ja historia iniciaba su aceleracién. ‘a bemoceace 2 Yanna Lect Ademas, el nombre —otra desgracia— nacié en el momento equivocado, en las peores cir- cunstancias posibles. Porque coincidié con la revolucién industrial y con todas las tensiones y las crueldades que la caracterizaron. Hoy sabemos que ninguna revolucién in- dustrial ha tenido lugar sin un alto.coste hu- mano, sin urbanizacién salvaje, sin explotacién uitiariadotannistnal yon teducddn Jos consumos. Lo cierto es que la transforma- cién industrial de Occidente arrancé bajo los auspicios de la libre competencia, del laisse fairey del evangelio librecambista de la escuela de Manchester. La consecuencia fue que el «liberalismo» como sistema politico se confundio con el «li- beralismo econdmico» (el sistema econdmico dela revolucién industrial), adquirié una acep- cién més econémica que politica, fue declare do burgués y capitalista, y por ello se granjed la hostilidad granitica y perpetua del proleta- riado industrial, ¢Mala suerte? Sf, precisamente mala suerte, Si ¢l término liberalismo se hubiera acuriado, digamos, en et siglo anterior, nadie habria po- dido atribuirle las culpas econémicas que no le corresponden, y nadie habria podido confun- dir como se confiunde atin hoy en dia— el «li: beralismo politico» con el wliberalismo econé- ‘crown Sarron micov, Locke, Coke, Blackstone, Montesquieu, Constant, no fueron ‘en absoluto los tedricos del laissez faire, sobre todo porque, en realidad, no sabian nada de economia. Ellos fueron, por el contrario, los teéricos del constitucionalis- s teGricos del consti mo, y la libertad de Ja que trataron era la liber- tad politica. 425 Eg gatabredibevalisme semelagtA pargiin. motivo mis: en algunos paises aparece cuando la ecasa» ya ha caido en désgracia, ‘como en ‘Alemania y en parte también en Francia, y, de hecho, ni siquiera lega a establecerse en Esta- dos Unidos, Los estadounidenses percibieron su sisterna primero como una reptiblica, e in- mediatamente después como una democracia La Constitucién de Estados Unidos es, de he- * cho, el prototipo de las constituciones libera- les en el sentido propio del término, pero alli no la consideran como tal. ¥ se da el caso de que los liberals estadounidenses de hoy deba~ ten sobre la noci6n de liberalismo en un vacio hhistérico casi total * en Francia, En Francia, la revolucin adqui © tintes socialistas, asust6, fue derrotada y dio * lugar poco después al golpe de Estado de Luis LEGCION 16 Socialismo crea HORNS Opec anee batten ames Guido De Ruggiero, en su excelente Historia del liberalismo eurcpeo, afirena que emt ia Revolu- cidn francesa estaban presentes en potencia tres reyoluciones: la revolucién liberal, la revolu- cién democratica y la socialista. ¥ seftala, acer- tadamente, que la tinica revolucién que estaba madura era la liberal. ‘Tras recorrer el camino (desafortunado) de la palabra liberalismo, afrontamos ahora el oo. cérmino que ha marcado la historia de los dos iiltimos sighos: esocialismon, Pese a que la pala- bra ya aparece cmpleada en 1890 por Pierre Leroux, yaungue en aquella miisina época en- contramos la vor socialistes para designar a los seguidores de SaintSimon, el término deviene importante s6lo hacia 1847-1848. El de 1848 es elaio de las revoluciones liberales, pero no ast 7. f Mornocerci 2 rata sce Bonaparte yal II lmperio. Asi la palabra socia- lismao sale de Francia, se taslada a Alemania, y desde ahi confluira en ta historia de la forme, clon y de la difusion de tos partidos obreros. 8i, como hemos visto, en el caso del «libera: lismo» primero nace la cosa y después ta pala- bra, con el «socialismo» ocurre lo contrario, El Manifiesto comunista de 1848 comenzaba. com. sta frase: «Un fantasma recorre Europa: es el fantasma del comunismo». Marx no llegé a ver el riunfo de ese nombre (que tendria que espe- tara'Lenin), pero le dio tiempo a sentar las ba. Ses de un socialismo plasmacio por su doctrina, Mientras que para el liberalismo hicieron faltn tres siglos para pasar de la cose ala palabra, pas ra el socialismo el paso de la palabra al usocia. lismo marxista» se produjo en dos décadas, Et primer partido socialista aleman fite el de Ferdinand Lassalle, aquien Marx detestaba (y era un odio correspondido), Lassalle fue de. rrotado, pero hicieron falta unos veinte anos: ¥s6lo con el Congreso de Erfurt de 1891 salic Marx finatmente vencedor, y el sacialismo se hizo marxista. ¥ siguié siéndolo en tos anos de La I Internacional (1890-1914) para casi todos los partidos socialistas europeos. Durante aque, Hos afios, y « to largo de casi medio siglo, la docirina de Mars fue Ia que establecta lo que era ono erael «socialismon, 80 ‘iow Sacrons Lo insélito es que, hasta Lenin (ya despe- cho del Manifiesto de 1848), el comunismo no se convirtié en un partido en ningtin pais, y quedé como una palabra que hasta el propio Marx .émpleaba s6lo raramente. El partido de la izquierda se Hamaba «socialdemécrata» ‘También Lenin perteneci6, hasta 1918, al Par + idle Obreen Socialdemérrata Ruso (POSDR),. En aque! periodo, el socialismo recibia el nom. bre de «socialdemocracia», y la socialdemocra- cia era lo que se consideraba una fase de transi- cién al comunismo. ¥ aquella socialdemocracia i, seguia siendo en cualquier caso un partido © revolucionario, aunque el partido siempre es- * tuvo dividido entre quienes esperaban que la revolucion se proctujese por si misma (por né- = cesidad hist6rica) y quienes querfan hacerla de verdad »_ Lasiguiente fase comienza en 1918, cuando Lenin funda el Partido Comunisia Ruso. Y pre- cisamnente « partir de aquel momento se abre una brecha insalvable entre el comunismo, que ¢sleninismo-estalinismo, yel socialismo, que no lo es, Pero practicamente en todas partes, en- tre 1920 y 1940 el socialismo europeo se ve «obligado al marxismo» por la competencia con et comunismo, Dejando bien claro que el marxismo europeo no era ¢l leninismo sovié- tico. La besoenaci yee eBeciones Para comprender la periurbadora reestruc- Buracion de la lucha politica que se produce gn Europa en los casi cien atios posteriores 4 1848, basta con fijarsg en el sfantasmnan reteate, do por Marx ese atio. Era un fantasma que con- denabaen bloque todo lo existente y que anun- Gaba lasupresi6n definitiva de todos los males del mundo. Guizot habia gritado.a. Jos fran. Seses: envichissez-vous, venriqueceoss, Desde la crilla contraria, et socialismo respondta: os des. euiremos, Eni aquel mismo aiio de 1848, Tocqueville, el gran autor de La democracia en América, du- tanite la Asamblea constituyente que tuvo hie Bar el 12 de septiembre en torno al debate sobre elderecho al trabajo, dijo: «La democracia yel socialismo tienen en comin solo una palabra, Taigualdad; pero nétese Ia diferencia: la demo, cracta quiere la igualdad en libertad, el socia. lismo quiere la igualdad en la pemuia yenla Serviduinbre>. Con estas palabras, Tocqueville atibuye un nuevo significado al término «de- moctaciar; su democracia es la «democracin liberals En lv experiencia que siguis ala Revolucién de 1789, la nueva discorclia de ideales, respec- to a la contraposicién monarquiareptiblica Sel pasado, es entie liberalismo y democracia; Pero fue por poco tiempo. Gon la entrada en ‘Ghovese sxaront escena, en 1848, cel socialismo, se impone usin auerareaineain, una mera conteposcion Tocqueville la capta al vuelo partiendo en ts el «democratismon: su alma jacobina gueda signada al scans, mets que aie moderada queda asignada al Lberalismo. libertad y la igualdad siguen siendo enemigas, pers bajo atiguetas nney f Kore delolibwadocone hacia el socialis- ‘mo, mientras que la igualdad afirmadora de la libertad confluye en Ja democracia antisocia- lista, en la democracia liberal. v ta igualdad neva, Leccron 17 Marx y el mercado Ea ween apr anys Et ageoweneeages ©) La democraciaesun sistema politico: En cam- -_ bio, «mercado y «capitalismo» son palabras que + "ic aluden aun sistema.econdmico. Ambas cosas estén éntrelazadas, pero un sistema politico y =p. un sistema econdmico no son la misma cosa. * Empecemos por el mercado, ¢Qué es? Bl + [BESs “mercado es sobre todo un mecanismo, un auto- i -matismo que nos permite determinar los cos : tes y los precios. Sin mercado, los bienes no tendrian unos costes aulénticos, sino solamen- te unos cosie’ ficticios. Afiddase que.el merca- do es iambién tm “orden espontirico-. Qué quiere decir eso? Ese concepto fue intoducido por Friedrich von Hayek, que distingue precisamente entre dos tipos de drdenes: los <érdenes organizados» ylos «érdenes esponténeas». EB} mercado per tenece al segundo tipo; en el sentido de que funciona por si mismo y que no est goberna- do por nadie. Lo que implica que no tiene cos- 86 ray ensconcemeeeoaceyese Lx pmiocnce en TabHcr erioNE talista privado esta en el mercado, forma parte del mercado, se enriquece gracias a las leyes del mercado; unas leyes que, por la mima razén, también pueden dejarle en la rina de la no- che a la maiiana. No olvidemos que el merca- do es un orden espontineo nacido sin que haya sido concebido ni disefiado por nadie, y menos g¥onarlos canitalisas,Remn,dar tanta importancia a fos capitalistas nos hace olvidar que el mercado, al bajar los precios, es benefi- cioso para todos, para todo el universo de los consumidores: o Marg establecié el principio del valor-traba- jo: que éLvalor de un bien es el trabajo conge- Jado en ese bien, Un principio que, en reali- dad, no tiene ninglin fundamento econémico. Consideremos, por ejemplo, un relojero que emplea varies dias para hacer un reloj, y otro que emplea pocas horas. Elimercado hara que todos se arruinen, salvo el relojero que emplee menos tiempo. Marx, por el contrario, haria una media: todo ef mundo tiene que pagar ese reloj al precio de, pongamos, una jornada de trabajo. Qué se deduce de ello? Que Marx es un individualista que protege el coste del wabajo de cada individuo, mientras que el mercado de- beria considerarse «socialista», puesto que no protege al individuo, sino que, por el contra- tes de gestion, que es flexible y sensible a los cambios, que es el complemento de la libertad de eleccién, y que simplifica enormemente la informacién. En-stma, el mercado ¢s un me- canismo en verdad extraordinario. Enstonces, », declar ue eliminan las palabras incorrectas decla- " tadas incorrectas. Loque nos deja ‘amerced de 1 Sina pura y simuple ignorancia armada, peste nace ya cast dos sighosy er mtelectual de Occidente vive libremente. Yano es intert~ L/ gado ni quernade por un Torquemada, hade- dado de estar al servicio de un mecenas quelo, "Maitiene, niacaba en Ta cArcel por delitos We opinién. Pero inchiso viviendo en Hoertad gsomos verdaderamente libres de «pensar ti- bremenites? Quien se ponga la mano en ¢ co” razon y rebusque bien, sabe perfectamente que no lo somos. Carcel no, pero presién e incluso intimidaci6n sf, y mucha. : Las verdades ede derechas» y «de izquier- dase siguen con nosotros. Quicn no s¢ dela intimidar conserva, es cicrto, su ibertad, pee anibign se queda ca era, es un don nadie castigado con el’silencio, con elostracismo yla marginacién, La fama, el éxito, los premios van easi siempre a parar a manos de Ios que husmean el viento de Lo politicamente correcto En el plano de la ideologia como forma mentisy como «pensamiento bloqueante», el idealogie mono ha sido derrotado. Bi fin de laideologin, va serio de verdad, tiene que ser también el — sasiany de fa brania de la ideologia pensamMients- me wage LECCION 19 Revolucién SO ade ES a anne } Casi todos os términos de los que hemos ha- Cy blado son términos recientes. También la pa- “ Sbrawrencucione se remonta gg nage mas de dos siglos. Antes de 178952 Wtihzaba pita JOT Led, "> expresar un concepto astronémico: la revo- lucién de los astros, y cosas parecidas, Entre TPE 1644 y 1660, Oliver Cromwell llev6 acabo una . “verdadera revolucién: decapit6 a un sobera- no, instauré una reptblica, hizo, en suma, todo lo que después harfan los revoluciona- rios franceses; y sin embargo, para definir aquel acontecimiento nunca se empled la pa- labra revoluci6n, Ek términ, en su significado posastrondmico, aparece par primera vez, siem pre en Inglaterra, a finales del siglo xvIl, cuan- Edo Guillermo de Orange, con una invasin coricertada, se instalé en el trono; y el episodio pasé a la historia como la Gloriosa Revolu- i ¢i6n, pese a que no fue en absolut una revo- lucién, i ery nent 4 La socencn exer cries ‘towne Saron La primera revolucién que se denomind morosarente y fue en ese rnomento cuando = asi, y que lo fue de verdad, fue la Revolucion decidié liquidar también ia Asamblea constitu: = francesa.'A partir de entonces es cuando el yente, Desde entonces, toda la experiencia so- término asume el significado conte, 0. La revolucién es ung sublevacibs{ desde abaj2)p pero no es una pura y sianple rebeliém; Tene Aste ser una sublevacion guiada por un pro- ecto y por ideales que transforma no solo el ‘sigleiha politico, sini también el sistema eco. nomico y social. Por tanto, una revolucion te caracteriza por la violencia y por una ruptura, dig&mos «proyectada», con et pasado, En ese sentido, cabe recordag que la denominada a, | Revolucion americanalno lo fue en absoluto. Certo que fos de Nueva Inglaterra se rebelaron, pero para obtener los mismos derechos y las mismas lihertades de que goza- ban los britanicos. Y ahora llega la sorpresa, Siguiendo el crite- rio de la definicién creada a partir de 1789, ni siquiera Ja denominada Revolucién rusa de octubre, liderada por Lenin, fue una revolu- cin, Fue més bien un golpe de Estado, en el que los marineros del crucere Aurora tomaron el Palacio de Invierno y lo ocuparon. La verdae dera revolucién fue 1a del mes de febrero an- terior, y ésa fue la revolucién que qued6 en seguida amordazadu. Despirés del octubre rojo, se convocaron elecciones, Lenin las perdié cla. ». viética se desarrollé como una revolucién des- de arriba. Hubo transformacién —y radical—, pero impuesta enteramente por una reducidi- . sima élite dictatorial. Por consiguiente, nada de_tgvelucién, desde, ahajo,, Siagasa. contrarrevolucién, contra la revolucién de fe- brero de 1917. sLes asombra? Bien. . Pal 34 ditrecedto te Liccron 20 Derecha e izquierdal i bien en cierta medida las ideologias han legado a su fin, desde luego lo que no ha desa- farecido es el uso de las palabras «derecha» -# cizquierda». Uso que, por el contrario, volvié a estallar con Ja denominada revolucién estu- diantil de (968* En aquella época se fantaseb incluso con unas matematicas de izquierdas, con una mueva forma (de izquierdas) de fabri- + car coches, etcétera, Esas y otras tonterias pa- recidas cayeron pronto en el olvido, Lo que no quita que en el plano tedrico los dos contene- dores en cuestin se expliquen y se justifiquen con dificultad. ¢Por qué la «arabofilia» es de izquierdas? Vaya usted a saber. ¢Por qué el pa- cifismo es, hoy, de izquierdas (mientras que con Marx desde luego no lo era)? Pero si esos dos conceptos son dificiles de defender en teorfa, en la practica, hasta fa ca da del muro de Berlin, las cosas estaban asi: correspondia a Mosca y al marxismo decidir lo oF {a nemocrAcA an ramen cecciones que era de izquierdas y to que no, Lo que im- plicaba que todo aquello que ocurrfa en la URSS, 0 lo que conventa alla politica soviética, era «de izquierdas» (por definicién), mientras que todo lo que ocurria en el mundo capitalis- aera «de derechas’ (por definicién) Desde entonces, la izquierda tiene dificulia- des para definirse «cle inquierda» y da bastan- tes handazns. Lo que na impide que laa.eties (as izquierday derecha sean dificiles de erradicar (pese a que muchos intelectuales afirman que ya estan superadas): En realidad, no estén tan superadas. En el nivel de Ja'politica de masas siguen viva’ y coleando. Porque son como una brijula, Nos orientan. Y también constituyen tuna identificacién que nos ancla a algo. Por otro lado, la cafda de la madre patria ha estimuladlo la biisqueda de un significaclo pro- fundo de wizquierdas, What is left of lel? Qué siucda de la izquierda? En ese debate mi tesis ha sido que la «izquierda» es (era, o deberia set) Ja politica que apelaa la ética y que recha- a Ja nnjusticia, En sus intenciones de fondo y en su autenticidad, la iequierda es altruismo, cs hacer el bien a los demas, mientras que la recha es egotsmoses alender al bien de uno mismo. Pero ademas, para complicar las casas, intervienen las «consecuencias i - de nuestras intenciones. Lo que Hegel deno- Grown senna minaba «heterégénesis de los fines» y «astucia de la razén» desborda las, intensiones el ggois- mo puede producir resultados Getter és co- lectivo y, andlogam@eie aT atruisme puede degeneraren un daiio generalizado, Es lo que nos explicaba Adam Smith con su teoria det mereado como «mano invisible», De entrada, [a izquierda tiene unas creden- e-clales yarethurasss Vitiaosa ypaaigue et btesre 8 Vtambign de entrada, la derdcharse TeRenaS mal: no se ocupa de virtudes y atiende sélo asus asuntos. Pero también a esos efectos se da una contraindicacién, Puesto que la «derecha» no apela a ninguna moralidad, no estd expuesta a la quiebra moral, Por el contrario, quien alar dea de moralidad, perece de inmoraliclad. Las credenciales éticas de la izquierda son también su talon de Aquiles. Robespierre practicaba una virtud en a que crefa, Sus sucesores predican una virtud en Ja que creen pocoy que practican menos atin, A dia de hoy, Ja izquierda sigue sien- do moralmente genuina por lo que respecta 2 quienes creen en ella y a sus activistas de base, pero en su mayoria es moralmente hip6crita en sus vertices. Digémosto asi: si el poder corrom- pe un poco a todo el mundo, a quien mas co- rrompe es a [a izquierda cuando llega al poder. Una izquierda que carece ya del anclaje del marxismo puede ser una izquierda que nos no 99 Lr oesocracis Bs Tesiera LEOcONES haga echarlo de menos. Por erréneo que fue- se, el marxismo era en todo caso un instru- mental doctrinario de respeto. Contra el mar. xismo se podia diseutiy, contra la nada o contra ja hipocresia se discute malamente. LECCION 21 —-LECCION 21 Ta preferibilidad de la democracia} lor qué tenemos que preferir la democra- cla? Para responder, yo consideraria esta pre- “ gunta en un sentido mds general, y antes me plantearia otra: gla civilizacién occidental es mejor. que las demas? Ya lo sé: ésa es una pre- gunta politicamente incorrecta. No importa. Pero es también una pregunta dificil, enreve- , sada, dado que la palabra «civitizacidn» se ha contvertido en un término sobre todo cultural que lo engloba todo, incluida la estética, la poesia, et ballet, la mtisica, la pintura. ¢Cémo es posible afirmar que en todos esos sectores hay una ciyilizaciGn superior a todas las demas? No es posible, Por tanto, como ya hemos he- cho en otros casos, partamos de Ia palabra y empecemos a establecer qué quieren decir cultura y civilizacién, La palabra ecivilizacién» aparece en Francia s6lo a finales del sigio xv, cuando se incluye en el Dictionnaire de l'Académie, pero no la utili 101 Sens ates a Sean te ine te i | | | Lapinccrsci Tania scion zan ni Voltaire ni Rousseau. Porque, ala saz6n, el sustantivo més utilizado era otro: civilité, ci vility, «civilidad». ¥ ese yocabulario merecia conservarse, porgue presuponia un vinculo con civis, Pero no fug asi. Hoy sélo decimos «culturas y «civilizacions. Y esa terminologia nos hace olvidar el civis. Hasta el punto de que, con la lustracién, la palabra civilizacién, em- pieza a sustithir a la palabih «cristidhdad>, y” con ello se produce la asimilacién det hombre occidental a.una identificacién religiosa (como toddvia ocurre hoy en dia cop et islam). Por tanto, al pasar de «Givilidag» a Eailizaciéiip, el concepto se amplid Fe Mhodificd, se convirtid en unanocién omnicomprensiva de natursle- za cultural que designa una concepeién del mundo y de javida caracterizada por un «im- pulso vital» propio; como habria dicho Henri Bergson Por supuesto, las sociedades caractertzadas por un impulso creative, y por consiguiente merecedoras de ser designadas civilizaciones, no son muchas, En una obra monumental, Historia comparada de las civilizaciones, Arnold Toynbee enumera en total veintitrés civiliza- ciones, de las que actualmente soto quedan cinco con vida. Pero incluso en este Ambito mas restringido, las comparaciones y gradua- ciones de superioridadinferioridad no tienen 10d ae roman z:ar08 mucho sentido. En cambio, silo tienen si pro- ponemos valoraciones de civilidad, si volvemos . ase término para especificar el gontexts ético- » politico de nm. Toda civilizacin tiene sus valores estéticos, " religiosidad; y nosotros no disponemos de ins- * uumentos de medida id6neos para establecer eae. . quien es el mas listo y quien merece €t primer * premio. Sin embargo, tenemos que reconocer- noldgico (que aqui dela cons- «racci6n de Ja ciudad libre, y, por tanto, una im Ta Etico- . La tesis de Ja superio- ridad de la civilizacion occidental hay que cit- cunseribirla al contexto de la «buena ciudad», que instituye la ciudad de Ios ciudadanos en lugar de la ciudad de los stibditos. Y en ese contexio me propongo sostener que asi ¢s, y Fe que la tesis es demostrable, Comose ha dicho, en realidad la tesis se circunscribe a la «civili- i. dad». Pero ese vocablo ha caido en.deswso, por lo que tenemos que decir «civilizacién» y des- “spués matizar. La demostracién no es Facil, porque al aden- warnos en el terreno ético-politico hacemos " referencia a creencias de valor; y los valores no se demuestran racionalmente. Porque los var # Jéres son emociones y creencias que no se es- 103 ‘ Lapociuci #8 tenner sctones tablecen en modo alguno mediante un discur so logico-racional. Sin embargo, muchas cosas Pueden demostrurse poy comparaciin, confron- tando y comparando. Por supuesto, hay que tener cuidado, Si pire- guntamos: éprefieres esto o aquello?, es nece- sario que s¢ conozcan los dos términos de esa comparacién. Por ejemplo, siyo le pregunto a alguien siprefiere un-t8chie o unl camello, esig cesario que fa persona quien dirjo la pregunta haya visto un camello y haya visto un coche. $i ‘0, 2a pregunta es imposibie de plantear: Si, pero un camello yun coche son objetos, son cosas, no valores. Por tanto, vuelve a plan. tearse la pregunta respecto a los valores. Yen realidad, no es cierto que existan valores uni- versales —como, por ejemplo, los valores de libertad— aceptados por todos. La Declara- cién Universal de los Derechos Humanos sur puestamente deberia ser universal, pero no lo es. ¥entonces? Entonces, dos aclvertencias. En primer lu- gar, no pretendamos sostener que los valores son verdaderos ni falsos. Se trata de predica- dos racionales que aqui no son aplicabies. Aqui no hablamos de verdad, sino de feriblidad. En segundo higar, Tos valores en cuestion de ben ser redefinidos desde ef nivel de las expe- riencias elementales de la vida, Libertad; igual- 104) Grovan Savon dad y derechos son «grandes abstracciones» ininteligibles para tes cuartas partes del gé- nero humano. Pero si nos atenemos a pregun- tas concietas —por ejemplo, sobre ta preferi- bilidad de la libertad sobre la carcel, de mas igualdad frente a menos igualdad, del derecho de proiestar respecto a tina sumisién constan- te—, entonces legaremos a obtener «confi inaciohied We prevechicias wees Recapitulemas, Me he preguntado si eb lici- tosostenet que la civilizacién oceidentalés una civilizacion superior. Mi respuesta es que si, sien prey cuando delimitemos esa tesis ala «buena ciudad» y a los valores ético-politicos que la sustancian. Indicando, no obstante, como pue- den confirmarse las preferencias de valor Ret Conporooas 108 ‘LeccIGN 22 Exportabilidad de la democracia Breen gee yer eee a demociacia se puede exportar? Yo res- pondo: sf, pero no siempre, Sin embargo, hay quien no agepta esa pregunta, que sostiene que lademacracia ha nacido un poco por doquier, yque Jos gccidentales pecan de arrogancia cuan- do hablan de ella como si se watara de_una in: vencidn suyg que es eventualmente oportuno exportar, ” Es la tesis ilustrada en un librito (en todos Jos sentidos) del aclamadisimo premio No- bel Amartya Sen. Sen sostiene que la democra- cia no es slo ira votar y elegir 2 unos repre- sentantes, sinto que ¢s, sobre todo, «discusi6n publica», y que esa discusién puede encon- trarse ya en las antiguas tradiciones de paises como ala India, China, Japén, Corea, Irén, Tur- ‘quia, en ef mundo arabe y en muchas regio- nes de African. De ello deriva, segiin Sen, que este «legado global» es una «razdn suficiente para poner en duda la tesis [...] de que la 107 Le omoceacia Un resmea Leon democracia és una idea exclusivamente occi- dental». Ciertamente, la democracia no es s6lo votar y elegir, Qué gran hallaago. Es abvio que las elecciones no instituyen un sistema democrati- co, Las elecci iN una condicién necesaria, pero no suficiente, de democracia, Entre owas cosas, un partido dictatorial 6 teocrdtico que gana unas-iecciones 76 instatiw idm demotra cia: se sirve de ella para destruirla. Yes igual de obvio (volviendo a Sen) que la democracia es también discusién publica, s¥ eso qué quiere de- cit? Qué discasion publica? En qué contex- to? gGon qué poder decisorio? E] hombre ¢s, por definicién, un animal parlante, con tendencia a discutir. Muchas sociedades primitivas muestran consejos de ancianos que deliberan sobre lo que hay que hacer, ¢ incluso en él totalitarismo comunista regia el principio del centralismo democréti- co, ¢s decir, de una discusién que precede a la decisién vinculante del dictador. Pero ta pri- mera discusién piiblica institucionalizada co- mo deliberacién fundacional de la ciudad po- litica se produce en la Atenas de los siglos Va ura, C,, yes bastante vidiculo que Sen reclame, en esa linea, una «via india» a la democracia, cuando la verdad es que los ingleses se encon- traron con una India de mil pequefias autocra- 108 ‘cron Sans cias hereditarias, y que la democracia india de hoy en dia es, sin asomo de duda, un legado britdnice. W la libertad? También a ese respecto ef premio Nobel tiene una intuicion fulguran- te, resumida en las formulas «cl desarrollo es enian bien) 3 Hy Sephtiienté Falsas Muchisi nes s¢ han desarrollado sin Ji¥ertad alguna: por ejemplo, las civilizaciones de Gentroamé- rica; por ejemplo, tas antiguas civilizaciones sumerias y ef Egipto de los faraones; o China, que a finales del siglo xv estaba mas «desarro- Nada» que otras sociedades, pero sin libertades, de ningtin tipo. ¥ es-falsa también la tesis de cia», Estas tesis son slo ans La China de nuestros dias estd creciendo pro- digiosamente sin ser una demacracia en modo alguno. Yo mismo pasé con los «tigres» asiati- cos hace nos afios, Mientras que en Latinoa- mérica la democracia a menudo ha dado lugar al crecimiento negativo. Por tanto, a des- We pecho de Sen y de su «correctisimo» tercer- mundismo, la democracia, y mas exactamente la democracia liberal, es una creacién de la WannTa ae ta cizaciOn octiden tales La ae ,. “Wocracia de los demas» 10 existe y nunca ha existido, ‘cwvilizicio Yo Laeexocescn Ov rans .recioues ‘Volvamos ala pregunta inicial, que es (diga lo que diga Sen) una pregunta impecable;ala, clemocracia es exportable? Vuelvo a respon- der: si, pero no a todas partes ni siempre. ara empear, hay que distinguir que parte de la demoeract s Pacilmente exporta- Gemponente liberttle la democracia liberal ¢s uitrcen e Fine qua nony al mis- fenipSes el eléni@iiia que la define; mien- tras que la contfonente democratice & el elemento variable, que puede darse, ono, Me extplicaré. La democracia liberal es en primer lugar de- moproteccién, la protecci6n del pueblo contra ta tirania; ¥, sucesivamente, en segundo lugar, es, demepodet; ta atribucién al pueblo de cuotas, incluso de cuolas crecientes, de ejercicio efec- tivo del poder. Es un plus, que sin embargo no puede sustituir ala demoproteccién, dado que a presupone. ¥ la demoproteccién, es decir, las estructuras constitucionales de la democra- cia, no slo es lo primero que hay que exportar, sino que es también lo mas facil de exportar En los tltimos sesenta atios la literatura cita tres muestras «ejemplares» de exportacién im- puesta a Ja fuerza de la democracia (frente a trasplantes mas espontaneos, que pueden pro- ducitse por contagio). Los ejemplos son: Italia, Alemania y Jap6n. Ahora bien, los dos prime- io” . ‘Giowehe S08 ros casos son irrelevantes porque la democra~ cia, en ambos paises, se habfa dado con ante- rioridad, Antes de la Alemania bitleriana hubo una muy democratica Republica de Weimar; yantes de la Ttalia fascista, hubo una democra- cia giolittiana, que no era gran cosa como de- = mopoder, como poder popular, pero que ya estaba consolidada como demoprotecci6n. Pe (eda TENCET Cjeinpls, Japon, qUe tear” pio es un-caso muy significativo, En aquel pais la cultura y el conjunto de valores eran com> da del general MacArthur impuse con lafuer- zade la espada una Constitucién; pero cuando concluyé la ocupacién estadouniclense, tos ja- poneses Jo cambiaron casi todo, hasta los nom- bres de las calles y la numeraci6n que habia impuesto el general, pero se atuvieron con ¢s- mero a la Constitucion que él ised. Por tan- to, Japon es un caso clisico de exportacién con éxito, en un contexto cultural heterogéneo, de una gotructura democritica, Pero es la India, extrasiamente ignorada por * ta literatura, la que constituye el caso mas inte- resante, En aquel pats, a diferencia de Japon, existe una realidad religiosa que hace més di- ficil el problefna. Las tres grandes religiones indias son, por orden de impor tancia, eb bin- Bi, duismo, el budismo y elislam. El hinduismo, pletamente distintos de los nuestros. La llega: - (omoctacia er Ren roc que ¢ cl que confiere la identidad nacional, se est titendo cadavez mas de nacionalismo, no es una religion placida, y sin embargo es tam. bién una religion politeista y sincrética que puede acepiar, y asi lo ha hecho, ia democra- cia. Por otra parte, el budismo es una religin meditativa que no plantea problemas. Proble- mas que por el contrario se crean de forma irremediahle cone] ponatessins isl largo de mais de mil afios, los musulmanes nun. case han integrado en la India, Hasta tal pun- (© que, cuando se marcharon los britanicos, tuvieron que desmembrar el pais creando un territorio iskimico que posteriormente, a su Yee fue subdividido en dos estados: Pakistan y Bangladesh, Por tanto, noes cierto que la democracia cons- titucional no sea exportable fuera del contexto de la cuitura occidental, No obstante, su aco- sida puede chocar contra et obstdculo de una religion monoteista. ¥ ése es el tema «calientes que abordaremos en breve, we ele . wn * mw a We oe picas Ado, LECCION 23 emocracia € islam. Spey ee me ime pe ee ntes de afrontar Ia relacin entre democra- cia e islam, es oportane reconstruir cusiles fue- ron én el pasado tas relaciones entre el eristia- nismno y el islam: dos religiones «fuertes» que se constituyeron como sociedades teocraticas fundadas en la voluntad de Dios y en Ia obe- diencia a Dios. Fuertes por ser monotesstas, «{otalistas» (pedian la total sumisién del cre. yente) e intolerantes (prohibfan la apostasia y Perseguian la herejia). Fuertes también por ser «invasivas»: han de convertir, o en su defec- to matar, a los infieles, a los heteradoxos, a los qué creen en falsas diases. Durante aproximadamente tnil afios cristia nismo’e islam se han confrontado y combatido entre si, hasta el momento en que, a partir del siglo XVI, Ia res publica cristiana se fue disolvien- do y secularizando gradualmente, mientras que elislam seguia siendo una civilizacién teocrati- ca. . De ser asi, esta claro —lo re- pito-— quie los invasores somos nosotros. Lo somos invohintariamente. Pero la fuerza de expansién de nuestra tecnologia y de nuestros instrumentos de comunicacién es, de hecho, irresistible, La chispa que prende el fuego es nuestra. Bs evidente, por ofra parte, que si esa chispa desencadena un colosal incendio es por que el islam es todavia un sistema teocratico, es una civilizacién cansada o decafda que no tiene capacidades de adaptacién y que, por tanto, re- acciona con intransigencia La respuesta de Occidente a este problema cs en parte contraproducente y en parte inge- nua. Me refiero a la idea de que nosotros tene- mos que encargamos de la misién civilizadora de instalar la democracia en tierras istémicas. Asi, mientras nos convencemos a nosotros mis- mos de que tenemos que penn sca oa ne One relacién hay entre democraciay desa- rrollo econémico? En la segunda posguerra mundial ha trhunfado la teoria economicista que sostiene que para transformar Jos regime: nes autocraticos en demoeracias hace falta un crecimiento del bienestay, y que el bienestar trae consigo automaticamente la democracia, En suma, la democracia depende del dinero y nace con el dinefo. ¢Es asi realmente? Yo diria que no. Empecemos con la relacién entre democra- ciay mercado. Est sobradamente demostrade que una dgiocrgeia sirrumaiggema dle merca- do es poco vital, Pexg To Contrarip no es cierto, ‘Una economia de mev yaéde existir y f10- recer'sin democracia, 0 con anterioridad a la demecracia: véase Singapur, Taiwan, Corea del Sury China. Ow interrogante: si la democra- cia froduce,o no bienestar. Si, pero también no. Latinoamérica se ha visto empobrecida 2 Laveuocracn shouts trecnes también por la democracia, porque la demo- cracia induce o puede indycir a consumir mas de lo que se produce o de lo que se gana. Y¥ las ademocracias en déficit» han sido y siguen siendo cosa freevente. Consideremos ahora el nuevo aspecto del problema, Ja relacién entre democracia y de- sarrollo. Hasta ahora se ha argumentado, por an lado, que el bienestar promieve la demo- cracia, y por otto, que el dinero la corrompe y la compra. Pero hasta ahora la relacién entre Estado y mercado contemplaba un Estado que regulaba e interferfa de diversas formas en el mercado. Democracia y desatrollo, en. cambio, significan que «recientemente», con laglobaliza- cidn, se ha creado el «desarrollismo», una dina- mica, un torbellino que nadie (ni siquiera los estados) consigue disciplinar ni frenar, un desa- rrollo a toda costa, lo antes posible, a la mayor velocidad posible. 28s bueno qiie sea asi? Serfa bueno si viviéramos en un planeta poco poblado y, digamos, diez veces mayor que ol nuestro, con sus reservas practicamente. in- tegras. Lo malo es que el nuestro es un planeta pequeliito desesperadamente superpoblado, donde el crecimiento no puede ser ilimitado, y que desde hace unas décadas ha entrade en laespiral de url Sdesarr ‘ollo no sostenible», por consumir mas Tecuisos de los que produce, 26 ‘clown Suron y porque sigue extrayendo recursos en vias de agotarse. Pero de este desarrollo no soste- nible el grueso de los economistas no quiere ni darse cuenta. Su mantraes que de todos los pro- blemas del desarrollo infinite y del crecimiento amansalva se ocupard el mercado cuando llegue el momento. Pues no, de verdad que no. pene git ean nig ee ope te eye ] F cysesapen) momen We LECCION 27 Los limites del mercado Fic hablado del desarrollo no sostenible, y he dicho que ese problema no lo estiin abordan- do ni mucho menos resolviendo los mecanis- mos de mercado. Para empezar, mercado y sistema econémico no coinciden. Elmercado, no contabiliza muchisimas cosas, por ejemplo, os wbienes calectivos», los bienes por los que nadie pagay que son financiados, normalmen- te, con irapuestos. Los ejemplos clésicos son Ia policia, 1a seguridad, las carreteras. Si pido auxilio a la policia,,después no me llega una factura por su servicio. Ni pago por la lumina: cién vial. Pero hay casos mds complicados. Pensemos én los arboles, en un bosque. Son bienes colectivos? En la medida que propo cionah el servicio de timpiar el aire, de sumi- nistrat madera y de proteger la fertilidad del suelo, yo dirfa que si. Pero para el mercado no es asi, Quien tala arboles sélo tiene en cuenta el cosie de su tala. El coste de la destrucei6n de 129, a 1 vewcnacaa £4 ASE LOS un bosque se escamotea. Lo mismo puede de- cirse del agua. El agua superficial que va cana- Jizada normaimente hay que pagarla, pero las aguas freaticas, las de los acuiferos, no; quien la bombea paga sélo el coste de la extraccién, Eso no es malo mientras las aguas fredticasré- cuperen su nivel por sustitucién natural. Pero, sino, el consumo excesive produce wn dato ingame ne-semgaanice.canisbilizan. | siado tarde. | 1 | Ademés estén las denominadas externalit pales los wefectos externos». Quien contamina el agua © gnvenena el aire con egases de efecto inverna- dero» produce daite que el damnificante no | pagayque el mercado no registra. Y sin embar go se trata de daitos colosales, con unos costes de restauracién y de reparacién -—que con se- 1 guridad acabarén siendo necésarios— igual de colosales. Ef neollo del asunto es que los economistas se han encerrado en el recinto del mercado, y que no advierten que el crecimiento y la pros- peridad econémica son ya crecimientos en dé- ficit, que'se pagan, en proporciones siempre crecientes, con un colapso econémico a escala planetaria > 1 Un limite adicional del mereado es que ¢s 1 lento, que es miope. No anticipa los tiempos, sino que por el contrario prevéy calcula séloa muy corto plazo. Cuando se dice markets do nat ee . Ti ‘crommn stron clear, se sobreéntiende que los mercados no solucionan los problemas a tiempo, que afron- tan los nuevos protilemas cuando ya es dema- Dentro'de pocas décadas no habra suficien- te petrdleo. , porque para la gestién y la creacién de la bue- na ciudad confia en sus ciudadanos, Pero los estudios sobre la opinion pablica ponen en evidencia que esos ciudacanos lo son poco, dado que a menudo carecen de irtterés, que ni siquicra van a votay, que no estén minimamen- te informades, Por tanto, decir que Ia demo- cracia es tina gran generosidad subraya que la democracia siempre est4 potencialmente en peligro. . Sin embargo, tenemos que distinguir entre la maquina y los maquinistas. Los maquinistas son ciudadanos, yno son nada del otro mun- do. Pero Ja maquina es buena, Es més, en si misma, es la mejor maquina que se ha inventa- do nunca para permitir al hombre ser libre, y no estar sometido a la voluntad arbitraria y th 13 NccriiGvs al elystadane ani ef hoerbre-ima La pexocsaci au resins UtccaoNes ranica de otros hombres. Construir esta ma- quina nos ha Ievaco casi clos mil afios. Inten- temos no perderia. Yo no creo que'la democracia necesite im- portantes innovaciones éstructurales. Lo que me preocupa son los maquinistas. En los aiios treinta, José Ortega y Gassetescribia Larebelién de'las masas, un libro muy inteligente donde se sa». Quién es ese tipo? Es un nifio maleriado ¢ ingrato que recibe en herencia unos benefi- cios que no merece y que, por consigniente, no aprecia. La cuestién es que el nifio mimado es un hombre debilitado, eablandado». Orte- ga lo llamaba «invertebrado», sin espina dor- sal. Y dado que nos aguardan retos durisinnos, gserd capaz de afrontarlos el nitio mimado? Es- pero que si. Pero no estoy nada seguro. Nos queda, en cualquier caso, la esperanza de que nuevas genericiones de jévenes me desmien- tan. Yo he terminado, Ahora les toca a ustedes. Buena suerte, ire etter Oat ee “ BIBLIOGRAFIA ARISTOTELES, Politica, Madrid; Tecnos, 2008. BERGSON, Henti, La evolucién ereadora (2901), Mae rid, Espasa-Calpe, 1985, BRYGE, Janes, Democrazie moderne (1921), 2 vols., trad, it,, Mildn, Mondadori, 1949, DAHL, Robert, Lepoliarquia: participacion y oposicién (1971), Madrid, Tecnos, 2002. DE RUGGIERO, Guido, Historia del liberatismo suro. peo, Albolote, Editorial Comares, 2005. DEUTSCH, Karl, Le relaxioni internazionali (1968) trad. it,, Bolonia, il Mulino, 1970. 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