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wy ® ey a) . A Cum be NN Pe) oy MELANIO A. CRUZ MELANIO A. CRUZ Ek ARZISZA . IMAGICO Eccl: Gye Vel Leb / Cable, dito otras: Angel Alonso 9% / Oo ‘recesén: Asunciin Rodas Romero / Nivel infant S'Melono A Cruz T9RB © Sobre la presente Editorial Gente Nueva, Palacio del Segundo Cabo, ‘Ghided de La Habons, Cube edicién: Editorial Gents ‘OFRely no. 4200, T# ues, 1985, Habana Vila PROLOGO . Si este libro no fuera més que una coleccién de trucos faciles para di- vertir a la juventud, no necesitarfa un prélogo. Tal como resulta, algunos pensardn que tampoco le hace falta; pero no estaré de mas decir en dos palabras cual ha sido el objeto de escribirlo. Ha sido escrito para distraer a nifios y adolescentes. La fisica recreativa, como se llamaba hace un siglo el ilusionismo, hace pasar muy buenos ratos a los espectadores j6venes, y también a los viejos. La practica de este arte ensefia a presentarse y hablar en piiblico; es una leccién de pos- tura, de reflexi6n, de cuidado en los preparativos, de dominio de si mi ‘mo para no atolondrarse durante la ejacucién. Si el principiante continda si, ademés, persevera (que no es la misma cosa) hasta pasar al estudio Ue la prestidigitacién verdadera y del ilusionismo escénico, desarrollaré singularmente no sélo la habilidad y el aplomo, sino también el sentido critico. Este arte defiende a mds de uno contra a ingenua credulidad, que algunos hombres eminentes han mostrado de una manera lamentable, fen la existencia de personas con poderes sobrenaturales. Damos a nuestros jévenes lectores no una ensefianza elemental de la prestidigitacién, sino los prolegdmenos que les permitan estudiaria mas ‘tarde. Esperamos que aprendan la manera de presentarse en publico, de preparar un programa y de organizar una sesion. Nada més; pero es mu- cho. Cuando hayan adquirido alguna préctica, no sabrén todavia nada de prestidigitacién:; pero, por lo menos, sabran darse cuenta del abismo que atin los separa de un verdadero ilusionista que ha aprendido y practicado Jos principios de una ciencia menos frivola y més absorbente de lo que muchos se imaginan. Entonces la apreciarén en su justo valor y se sen- tirdn tal vez mas modestos, con lo que ganaran en simpatia. Se espera que algunos de nuestros lectores, interesindose més y més eneste arte, sientan el deseo de continuar los estudios y llegar a la cum- bre, Si este libro no hiciera mas que revelar un reducido numero de vo- caciones, nos felicitariamos de haberlo escrito, y los colegas no nos re procharian haber divulgado secretos que perderian todo su interés si el primer deber del lector no fuera el de guardarlos. Los trucos, nimeros, experiencias, juegos de manos -nombres a cual 3 menos afortunado~ que componen el repertorio del ilusionismo, perte- Tocen a varias categorias, segtin el objeto principal b materia con que se Qpere: naipes, bolas, pafuelos de seda, cuerdas, cintas, cigarrilos, som. préros, productos quimicos, objetos diversos preparados 0 no, y, por it~ timo, trabajo puramente intelectual, sin material alguno. Los profesiona- jos componen niimeros enteros en cuya descripci6n habria que ooupar infinidad de libros si, en vez de uno del cardcter del presente, hubiéramos escrito un verdadero tratado de prestidigitacién e ilusionismo. Ninguno de los trucos que se explican aqut exige los conocimiontos ni [a taxnica del prestidigitador, No obstante, para ejecutarlos es necesario tina gran seguridad, que se alcanzard leyendo y releyendo con cuidado cada parrafo para entender el mecanismo; por eso se aconseja a los lec ores que no se aventuren en una sesién con sélo haber dado una ojeada ‘las explicaciones, que ensayen repetidamerite cada truco, practicéndo- fo antes de aparecer en pubblico, a solas, delante de un espejo 0, si es Po~ ‘sible, delante de un testigo atento y severo; y, sobre todo, que procuren ho mostrarse admirados del resultado como un espectador cualquiera. No queremos, lector amigo, introducirte en el mundo de la magia y de sus gecretos sin antes no instruirte, aunque sea ligeramente, en los co- hocimientos generales, capacidades, aptitudes y elementos auxiliares que colaboran al éxito de un espectéculo magico. Asi pues, aqui estén nuestros consejos. EL MAGO ANTE EL PUBLICO .a presentacion A todo dispuesto, el programa preparado en todos sus de- A ibe los objetes debidamiente colocadas, las mesas en su sitio Yel publico en sus asientos. Sale el prestidigitador de atrés de una nampara 6 bastidor y avanza hasta el medio de lo que va a ser el es~ senario, en la parte delantera, sin precipitarse ni dar zancadas ni tampoco son indecisién y timidez. Hay que dar la impresion, y para ello es preciso jue el mago sea el primero en sentirlo, de que esta uno en su casa. Siel lugar en que se va a actuar se reduce a dos metros cuadrados on un salén, traténdose de una sesién improvisada en familia, sin bas- tidor ni mampara desde donde salir o hacia donde retirarse, se espera que todo el mundo se haya sentado y se establezca el silencio. Se saluda gortésmente (en otro lugar de este libro hablaremos de esto), sin apurar- se, y s6lo una vez, desde el medio del sitio que haga de escenario; no debe empezarse a hablar enseguida, sin dar tiempo a que el puiblico aca- be de instalarse, se calle y preste atencién. Hay que esperar un poco, de pie, con una ligera sonrisa en los la~ bios y paseando ligeramente la mirada por el piiblico para darse cuenta de que se encuentra ya dispuesto a escuchar y para establecer el con- tacto. Si en estos momentos no se sabe qué hacer con las manos, se sale del apuro gracias a la varita magica, que se tiene en la mano derecha. Sobre la varita se apoyan ligeramente algunos dedos de la mano izquier- da, evitando asirla como si fuera un palo o una escoba. - Después de unos segundos de atencién, y estando todo el puiblico en silencio, el prestidigitador, con una leve inclinaciOn de cabeza, pronun- cia la consabida frase: Comparieras... compafieros...” que equivale a de- cir: "Empieza la funcién.” Pero {qué hay que decir? y... gedmo decirlo..? El discursito de presentacién debe ser breve y sencillo, como, por ejemplo: “Comparieras y compaieros: voy a tener el honor de presentarles varios experimentos de ilusionismo que los distraerén y algunos los asombrarén. Para con seguirlo todo lo mejor posible pondré en ello mi voluntad, contando 4° antemano con la amabilidad y benevolencia de todos.” Y después de esto, se comienza la charla del primer truco. 6 La charla : ‘La charia expone el objeto del truco, acompafia su ejecucién y re- saita el fin propuesto.Creemos que no se debe actuar en silencio, pues la explicacién da més valor al truco y lo hace mas antretenido. El silencio pue~ de resultar bien de vez en cuando durante la sesién para que la atencién del puiblico se concentre en algtin truco de gran interés. Pero los trucos descritos en este libro, carentes de toda manipulacion, que se hacen para cautivar la mirada y donde toda explicacién seria superflua, requieren, a nuestro entender, como complemento de gran valor, una charla explica- tiva y ponderativa, que, por otra parte, es indispensable para dar la de- bida serenidad a quien atin no tiene un dominio perfecto de la escena ni una gran costumbre de presentarse en puiblico. Hay que evitar un peligro: nada més fuera de légica que estar charlando un cuarto de hora para realizar un truco de medio minuto. No debe olvidarse que “una cosa es el caldo y otra la carne”, En resumen: hay que hablar lo necesario, pero bien hablado. Se debe preparar, escribir, retocar y recordar la charla, Esto no quiere decir que haya que aprendérsela al pie de la letra; siel original es obra del pres- tidigitador, no necesitard esfuerzo alguno pera acordarse de lo que é mismo ha hecho; y debe ser asi, pues tomando el original de otra per- ‘sona, cualquier incidente que ocurra en el piiblico hard dificil reanudar el hilo dela charla, y mds atin si falla la memoria en un momento dado. Cada mago debe preparar sus charlas: conviene que lea y escuche las de los demas, que advierta los defectos que tengan -todas las tienen, incluyen- do las que damos en este libro-, que las cortija, prepare y adapte a su cardcter y al tipo de piblico al que se dirigen, que las piense bien, y, una vez que las dé por buenas, las escriba. Después sdlo tiene que recordar lo fundamental, el esqueleto de cada discursito, y algunas frases 0 pa- labras que estime de interés. Los detalles, el releno, se improvisan sin es- fuerzo alguno, ya que vendrdn sin necesidad de pensarlos; de este modo ‘se pueden adaptar a la clase de puiblico que se tenga delante y al tiempo ‘que dure la sesién. ‘Sobre todo, nada de consideraciones generales interminables, de ‘comparaciones 0 argumentos traidos por los pelos, de hacer gala de eru- dicién y suficiencia indtiles, casi siempre acompafiadas de errores; tam- poco debe abusarse de chistes y retruécanos continuados que son del dominio de todos. Para hablar sin embrollarse es preciso que la charla del artista no sea aprendida de memoria, sin poder cambiar una palabra ni una frase. EI modo de hablar Hay que hablar poco, pero hablar bien; sobre todo despacio. No siendo oradores profesionales, todos los aficionados hablan demasiado de prisa, especialmente al principio, 0 se ve que el truco no marcha todo lo bien que debia. Si los nervios empiezan a dispararse, hay que parar un momento y esforzarse en hablar y accionar despacio, con lo que el miedo desaparece, el piblico recobra la calma por un momento perdida ante 7 el aturdimiento del operador, y lo que empezaba a marchar mal acabara bien. Hay que pronunciar bien, articulando con gran claridad, Nada tan monétono como un orador que apenas abra los labios. Tampoco hay {que incurrir en el'defecto contrario de cantar materialmente las palabras, subiendo y bajando, y haciendo escalas que molestan o hacen reir al pu biico. Pero no sélo hay que pronunciar bien, sino escoger las palabras las frases, evitando los “ahora bien’, “por lo tanto”, “es decir’, “com- pafteras y compafieros”, “desde luego’, tan frecuentes cuando se quiere improvisar sin tener la costumbre de hacerlo. Los gestos En éscena no se debe estar pasmado ni tampoco en movimiento continuo, poniendo y quitando cosas de su sitio sin necesidad, metiendo y sacando las manos de los bolsillos, frotandolas como si lavaran algo. Lo mismo que sucede con las palabras y frases, ocurre con los gestos. Quizé tenemos tics més o menos pronunciados; para conocerlos y re~ mediarlos hay que pedir a los buenos amigos que, sin miramientos al- gunos, nos los indiquen, para poder corregirios. Durante el trabajo los gestos no deben ser bruscos ni repentinos ni se debe abusar de ellos ni escatimarlos demasiado: nunca debe po- nerse un objeto sobre la mesa de manera violenta 0 répida, como si se tuviera mucha prisa por soltarlo, defecto muy corriente en los principian- tes. La prestidigitaci6n no es el arte de andar ligero, sino pausadamente. Los efectos aqui descritos no exigen técnica especial, y por esta razdn no hay que adornarlos con gestos extraordinarios de ninguna clase. Ante todo hay que ser natural. Como el operador esté en peores condiciones para darse cuenta de sus propios defectos, hay que solicitar la critica y las observaciones de los buenos... y de los malos amigos. No hay que du- dar que quien quiera documentarse perfectamente de sus defectos ten- dré muchas ocasiones de hacerlo. ‘Sien este libro fuéramos a estudiar la verdadera prestidigitaci6n en todos sus gspectos, nos extenderiamos en.consideraciones que sdlo explicaremos cuando haya necesidad y destacarfamos la indispensable independencia de los ojos y de las manos. Basta aqul indicar que cuando se quiere hacer una cosa con una mano, no debe mirarse a ésta, sino a la otra, que haré algo para despistar al publico. distrayendo su atencién de la primera. Nada sugestiona tanto como la mirada. Basdndose en esta sugestiGn de la mirada, se puede llevar la del espectador hacia algin objeto inttil, mirandolo ostensiblemente, mien- tras que con una mano se haca discretamente y sin ser acompahiada de la mirada la maniobra esenciel y secreta del truco. Por lo menos, si los espectadores notan que el operador mira con insistencia la mesa, aun- que ellos no vean bien su superficie, supondran que hay engafo en ella y perderén valor e interés los trucos que se realicen con su ayuda. Es im- prescindible familiarizarse con el material que se emplee y repetir mucho los trucos, por muy faciles que sean. Nunca debe decirse al publico de manera terminante la clase de prodigio que se vera presentar; porque puede estar alerta al desarrollo, del truco y cazarlo en el momento de la operacién esencial que, sin el anuncio, habria pasado inadvertida. Pero hay ntimeros cuya fase, que pudiéramos llamar de ejecucion, es corta, y su presentacién larga; en este caso conviene anunciar al pit blico lo que va a ver si en el momento de anunciarlo estan hechas to- das las operaciones, para que toda la vigilancia que desde ese instante desarrolia el auditorio, no le sirva para descubrir nada de! truco. Ya ve- remos algunos ejempios en que conviene seguir esta préctica para dar mayor realce y valor a a sesién. Los ayudantes ‘A veces @s necesario disponer de un ayudante. Pueden presen- tarse tres casos: un espectador (nifio o persona mayor, segtin al caso; nunca debe hacerse subir a la escena a una mujer) al que se ruega se acerque para ayudar en un niimero, sin olvidarse de enviarlo a su sitio cuando termine su cometido, dandole las gracias por su cooperacién, ara evitar que, permaneciendo sin hacer nada mientras el mago acta, se le ocurra fisgonear. El segundo caso se refiere al ayudante clasico, instruido por uno mismo, que permanece en escena toda o casi toda la sesidn, a la vista del puiblico, y sirve para poner y quitar objetos y hacer todo lo que se le ordene. El tercer caso es el del ayudante oculto detrés de un biombo, entre bastidores, trabajando misteriosamente en los mo- mentos seftalados de antemano, para movor ciertos hilos, por ejemplo. Estos dos tiltimos casos, frecuentes y casi generales en la prestidigita- cién profesional, son excepcionales para los trucos que aqui se descri- birén, sobre todo, el ayudante oculto, que sélo se utiliza en sesiones de altos vuelos, con escenarios provistos de bastidores y preparados para determinados trucos. Otro ayudante que puede ser de gran valor en determinadas oca- siones es el pianista (hombre o mujer, no importa). Una miisica que no moleste (puede ser una grabadora) constituye un buen relleno entre nd- meros 0 como fondo musical muy bajo para que no interrumpa la charla del mago. Un vals da cardcter a un juego que termina distribuyendo flo- res 0 sacando pafuelos. Al pianista o al encargado de la grabadora le basta con tener la costumbre de acompafiar, para adaptarse a las cir- ‘cunstancias sin que se note la improvisacién; hay que darle instrucciones previas, no olvidando entregarle un programa con las anotaciones per- tinentes. Es muy conveniente hacer un ensayo completo de la sesi6n con el pianista 0 con el encargado de la grabadora, Duracién de las sesiones Una sesién no debe pasar de una hora si consta de una sola parte; sitiene dos, la primera deberd ser de cuarenta a cuarenta y cinco minutos y la segunda de treinta a treinta y cinco; con los diez minutos de entre- acto (intermedio) duraré todo mucho menos de dos horas, que es el limi 9 te maximo aun para un artista veterano, por muy interesante que pueda ser su presentacién y rico su repertorio. ; Un espectaculo de ilusionismo es siempre fatigoso para el espec- tador por la concentracién que reclama y la tensién continua que pro- vyocan los ntimeros, al tratar de descubrir algo que lo oriente en la con- fusién que produce ver hechos en oposicién a la realidad. Por otra parte, Jos nifios, siempre numerosos en el ptiblico de estos espectéculos, no es tn mucho tiempo callados ni tranquilos. El programa El primero y el més importante de todos los consejos es el si- guiente: saber siempre con toda precision lo que se va a hacer y lo que se esta haciendo. Es propio de malos aficionados lanzarse como abe- jorros y no saber qué decir si se les preguntara qué se proponen hacer en un momento dado, yendo a ciegas y necesitando improvisar @ cada instante. Es absolutamente preciso pensar antes de cada sesiOn y de cada truco lo que se debe hacer y, en general, construirse un programa, ‘que se tendré ala vista durante toda la sesién, improvisar una sesién slo es posible traténdose de ilusionistas diestros y muy experimentados, que conozcan a fondo los trucos, lo que les proporciona la serenidad ne- cesaria delante del publico y en el transcurso de todo el espectéculo. Esta primera parte, aunque haya parecido larga, no es sino un minimo de las advertencias que debieran hacerse, como resultado de la experiencia de mas de dos siglos con que cuenta la prestidigitacién or- denada. 10 DIEZ POSTULADOS DEL ILUSIONISMO |. No debes revelar nunca a los profanos el secreto de los trucos. ll, Ejerciendo tu arte te mostrar4s, en todo momento, fino, educado, ‘sin perder jamés la serenidad ni el dominio de ti mismo. Il, No debes contentarte con una mediania, sino aspirar ala perfeccién en cada uno de los trucos. IV. Aprende muchas experiencias de magia; pero presenta al publico 800 las que ejecutes a la perfeccién. V. No ejecutes en publico, por la tarde, un juego que aprendiste por la mafiana. VI. No pierdas el tiempo en detalles initles. Debes ocuparte sélo de lo que el auditorio pueda darse cuenta. VIL Es: un error decir que el ptiblico no ve nada (de la trampa), lo mismo. ue decir que lo ve todo. Obra de manera que no pueda ver nai VIII. Recuerda que el mejor ilusionista no es el que mas sabe de ilusio. rnismo, sino el que mejor presenta los trucos, 1X. No anuncies anticipadamente qué va a suceder, pues puede ocurrir algin accidente en el desarrollo del truco y ya no tienes forma de arreglarlo. X. No te lances al profesionalismo sino te sientes con dotes excep- cionales. a No teenireanerios més. Comprendemas tu impaciencia por co- ‘menzar las iniciaciones mégicas, y, como sabemos que serén de tu do: jarriba el telén! ~ a " - CARTOMAGIA O HAY nadie que no conozca por lo menos dos 0 tres juegos con N ‘cartas. Esta especialidad constituye por si sola la mitad del ilusio- nismo. Aqui describiremos un nimero limitado de esta clase de trucos, seleccionando los que se pueden hacer sin necesidad de una ha- bilidad especial. LA CARTA PERDIDA Y ENCONTRADA Primer procedimiento Mezcla bien un mazo de cartas y da a escoger una a un espec- tador. Mientras que éste la mira bien para retenerla en la memoria, pue- des dar las demés cartas a otro espectador para que vuelva a mezclarlas, sefialando que no lo haces t, para que no crean que hay ‘engafio en esto. ‘Toma entonces el mazo de cartas con las caras hacia abaio, cértalo por la mitad poco més o menos. Se lo vuelves a presentar al espectador que escogié el naipe y le ruegas que ponga su carta sobre la mitad inferior. Las cartas se vuelven a unir; pero mientras has cortado el mazo en dos, habrés podido ver facilmente con una répida ojeada la ultima carta de la mitad superior (fig. 1). Una vez nuevamente en la mesa que estés ope- rando, corres las cartas una por una, cara arriba; al ver pasar la carta co- nocida (la de abajo de la mitad superior), sabes que la escogida por el es- pectador es la anterior. O bien, tomas la baraja, mir4ndola por detras. ‘vuelves las cartas a medida que las vas sacando para ponerlas sobre la mesa; en este caso, la carta escogida es la que va inmediatamente detras: de la que viste. ‘Se comprende que es imposible dejar que alguien vuelva a mez- clar las cartas después de puesta la que sacé el espectador. Segundo procedimiento ‘Al mezclar las cartas mira con disimulo la Ultima carta de abajo antes de partir el mazo por la mitad y presentarlo al espectador. Una vez que éste haya escogido la carta y después de verla, lo invitas a que la co- loque sobre el mazo y a que lo corte él mismo, con lo cual la carta que 14 ARTA DESCGNOCIDA ‘QUE SE ENTREGO MITAD INFERIOR wc 2 cs cu oe MIRARSE Y RECORDARSE ves td caerd encima de la que él escogié, y procederés como acabamos de indicar en el primer procedimiento. Este procedimiento es mejor que el anterior, porque el espectador después de cortar la baraja tiene la ilusién de que la carta que vio se ha perdido. Luego, para modificar la presentacién del anterior juego, te di- riges con preferencia a un nifio, insistiendo en que uno no ha de tocar nada, y dices, por ejemplo: Voy a abandonar este paquete de cartas sobre la mesa, Me se- Paro y vuelvo la espalda para no ver nada. Coloque usted mismo su carta sobre la baraja, ahora corte por dondequiera, usted sabra lo que es cortar, {verdad? Bien. Ahora tiene usted la carta que escogié com- pletamente perdida dentro del mazo, pues usted no sabe donde se encuentra, no es e307 Y de seguro no seria capaz de encontrarla de ra intencién... Para mi es mucho peor, i Siquiera sé qué Briere peor, porque ni siquiera sé qué Este discurso puede entrar en gran niimero de juegos de cartas; Pero no hay que repetirlo textualmente varias veces en una sesién: po- demos usar frases diferentes, intercambiables, en cada truco. PREVISION ESCRITA EN UN SOBRE ____ Més que un truco, este nimero es una broma de pretidigita ‘Sin embargo, se le puede dar cierta importancia, insistiendo en el tema de la prediccién del pensamiento... El juego consiste en poner en sitio bien visible desde el principio de la sesién un sobre sellado. Después de aludirlo, sefialando al pablico la importancia de que esté cerrado, tomas 15 ‘paquete o mazo de cartas, extraes éste siete cartas cualesquiera y haces un montoncito sobre la mesa; después sacs los cuatro sietes de la baraja y haces otro montancito con ellos. Ruegas a un espectador que elija el montén que quiera. Una vez sefialado éste, se lo entregas para que lo vea y, abriendo el sobre, das a leer el papel que contiene y que dice, de manera poco comprometedora por cierto: Se escogerd el montén de siete... DESCUBIERTO POR LAS HUELLAS DACTILARES No es un ndimero de prestidigitacién lo que voy a hacer ahora, sino més bien une pequeria demostracién de técnica policiace, Todo ‘el mundo ha oido habler de huellas dactilares. Para variar un poco y descansar de la magia, voy a probar que es imposible manejar un ob- jeto cualquiera sin dejar una seal, por muy pequeria que sea, de los Gibujos caracteristicos de las yemas de los dedos, de los cuales no hay dos iguales en el mundo entero. Su lectura es muy dificil y antes de dominar su interpretacién he tenido que hacer muchos y continua- dos estudios experimentales. Van a ver como identifico a alguno de ustedes por sus impresiones dactilares, imposibles de ver para quien no se haya dedicado a estos estudios, tan curiosos como atrayen- tes. | 2Quién quiere hacer el papel de criminal? (Pausa) {Es posi- ble...2 JNo hay aqui nadia que haya asesinado a’una vieja rica ni ro- bado un collar de perles...? jEs realmente extraordinario... Usted, compafiera? (A un espectador cualauiera,) Muy bien! Es un placer en- contar a un gran criminal. :Me permite que examine un instante los Perfectamente; ‘tengo: grabados en mi retina sus dibujos digitales. Muches gracias. Para demostrar que sé encontrar y reconocer sus huelias dac- tilares, mezcle todo lo que quiera este paquete de cartas y tome una de ellas, sin que yo la vea. Puede ensefiar esa carta a sus vecinos. Mientras el espectador mira la carta y la ensefia a los espectado- res més cercanos, vuelvo a tomar el paquete de cartas.

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