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an ae Oya SOCIEDA ee MANANTIAL La revolucién de la redistribuci6n En el siglo xnx, Ia idea de igualdad se volvié contra si misma a pes de negacién y de redefini gina de esta larga crisis se volverd progres al mismo tiempo que se generalizaré en Enropa el sufragio universal. Las desigualdades sern reducidas de manera espectacular en algunos decenios. Tres grandes reformas fueron el vector de es tucién del impuesto progresivo sobre LA INSTITUCION DEL IMPUESTO PROGRESIVO, Sélo a fines del siglo xtx los impuestos fueron percibidos como instrumento de reforma social. Para llegar a esto hubo con muchas cosas. En primer lugar con la dem visceral del impuesto, considerado en el fondo como ilegitim mediados del siglo 21x, en efecto, tanto en los medios republ ‘como en los socialistas, le habfa quedado adherido un perfume de sospecha. Habfa consecvado la dimensién de retenci6n indebida y forzada que lo marcaba en el tiempo del absolutismo. En Francia, la ira contra el fisco estaba asi en el origen del 40% de los casos de n en los siglos xvi y XVM, lejos por delante de tos motines LA SOCIEDAD DE IGUALES EL SIGLO DE LA REDISTRIBUCION 205 el gasto de los servicios ptiblicos”. Este abordaje de la cuestién fis- cal se imponfa entonces como una suerte de evidencia. Los impues- tos indicectos, por lo tanto, no tenian nada de problemstico. Al ser proporcionales al consumo de los individuos, eran considerados jus- tos. Sélo la naturaleza de los bienes gravados, segiin su grado de necesidad, eran objeto de controversias. Esto es lo que explica tam- bin que, fuera de su facilidad de percepcién, hayan constituido el nicleo de las imposiciones.6 : Todo va a cambiar en algunos afios en el comienzo del siglo, con la adopcién en casi todos los grandes paises del impuesto progresivo sobre el ingreso. De tal modo se operaba una doble revolucién. En el orden de la materia fiscal, en primer lugar. Pero sobre todo en térmi- nos de principios, ya que la progresividad se relacionaba con la idea de una redistribucién entre categorias sociales. La simultaneidad de la reforma fue particularmente impactante, precisamente cuando los sobiernos-de estos pafses tenfan orientaciones muy divergentes. Ale- mania marcé la tonica al establecer en 1891 un Einkommenstewer. Fue seguida en 1894 por Estados Unidos (la ley que lo creé seré invalidada en 1895, pero una versién reacondicionada se adoptaré definitivamente en 1913 tras el voto de la decimosexta enmienda en ltr Constitucién Federal). El Reino Unido, que ya tenia un bosque- lo de income-tax: en el siglo x1x, en 1909 establecerd una moderna supertax sobre el ingceso. Después de asperas controversias, el Par- lamento francés seguird el movimiento en 1914. Estos diferentes impuestos tuvieron en comiin en el momento de su creacién tasas imuy bajas. Las tasas alemanas variaban asf del 0,5% al 4%. Iban del 1% al 6% en Norteamérica, y la tasa maxima votada al comienzo td del 2% en Francias en el Reino Unido era del 3%. Ademés, no ‘se aplicaban sino a franjas de ingresos muy elevados y por lo tanto 20 involucraban mas que a un pequefio mimero de contribuyentes. Asi, inicamente 12.500 familias pagaron la supertax establecida del tro lado de la Mancha por Lloyd George (en forma simulténea se Fiumentaban fuertemente los derechos de sucesién sobre los grandes patrimonios, y las plusvalfas inmobiliarias fueron gravadas por pri- frumentarios, sin embargo patticularmente presentes en la memoria colectiva.! La tinica excepcién era Inglaterra. Si allf el sistema fiscal también era muy injusto, la existencia de un régimen parlamenta- rio relacionaba més visiblemente la percepcién del impuesto con el establecimiento de gastos presupuestarios apreciables por todos. De ahi el hecho de que la imposicién podfa ser dos veces més elevada que en Francia sin suscitar movimientos de rechazo equivalentes? Incluso después de la Revolucién Francesa y su relegitimaci6n del impuesto en st lazo con la ciudadanta activa, siempre quedaré alg del antiguo reflejo de resistencia acraigado en el inconsciente colecti- vo, Subsistité el sentimiento de una exterioridad estructural frente a la sociedad, y la denuncia de los privilegios seré reemplazada por el espectro del Estado burocratico. Hasta fines dtl siglo xix el impuesto, cuando era considera- do positivamente, de todas formas no era concebido sino bajo los. aspectos de una contraparte. Era el precio que habia que pagar por los servicios recibidos. Es la teorfa del impuesto-intercambio, a | ‘que luego se superpuso la del impuesto-seguro. Asi, mile de Girar- definfa el impuesto como “la prima de seguro pagada por aque- los que poseen, para asegurarse contra todos los riesgos que pue- den perturbarlos en su posesién o su goce”.? En esta perspectiva, la retencién justa era aquella proporcional a los bienes que se posefan. 0a los servicios piblicos que se utilizaban. “2Qué es entonces‘la sociedad ~justificaba tipicamente Thiers-.sino una compaffa donde cada uno tiene més o menos acciones y donde es justo que cada uno: pague en virtud del néimero que pose?” Por lo tanto, la nocién de impuesto-solidaridad 0 de impuesto-redistribuci6n no tenta lugar en este marco. Hasta un socialista como Proudhon consideraba el; impuesto como “la cuota parte que debe pagar cada ciudadano por 41. Véanse los datos calculados por Jean Nicolas, La Rébellion franga se, Mouvements populaires et conscience sociale, 1661-1789, Parl, Seuil, 2002. 2, Sobre este punto, véase el articulo seminal de Peter Mathias y Patrick O’Brien, “Taxation in Britain and France, 1715-1810. A compe rison of the social and economic incidence of taxes collected for the ce tral governments”, The Journal of European Economic History, vol. 5, i 3, invierno de 1976. 3. Emile de Gicardin, L’impét, Paris, 1852, p. 249. 4. Adolphe Thiers, De la Propriété Paris, 1848, p. 355. a 5. Pietre-Joseph Proudhon, Théorie de Vmpét, Beuselas, 1861, p. 49. spuesto es un interéambio”, subrayaba explicitamente en esta obra (50). 36. En 1900 los impuestos indirectos representaban por ejemplo el “taban un ingreso de $000 en es due @ las familie gba un ngreso de 000 irs po foo ieaomeae faa clen ves el salaio anual medio de un obteo caliiado Estados Unidos habia que tener un ngeso supesior «300.000 se zara que ele alcara la tsa del 6% lo ino mpi aun millar de personas, ee los ingresos es lo imposicién 7 i Papel rape mre mee nc oeraets 0 bien habia comenzado a ser planed le casing eed La co En efecto, Ja destrucci¢ i bd ce pet hoes os liberal. Asi, el espectro del ec is so. aad con vekenencs en Estados Union Ba 194 dese declarado inconstitucional por le gsi ser von ats le la hz oor “aie eran +habfa inflamado contra una “medida figs de un b jacobin ”, de “espiritu comunista” 10 mone: iMetico ca Gran Bretaa. H mismo William Ewa Gladstone ha qeglade de una refoema cuyo principio “tena al comtni franceses decian lo mismo, En su manific = ke jesto elec 7. Véase Fakhst open itt Fak Sheab, Progressive Txaion. A Sy nth lopment ofthe Progressive Principle inthe Brith income Te, Oxlo, Clarendon Pes, 1952, ai como Martin Daanton, Trusting Levit The Folie of Texan i Britain, 179-191, Cambridge, Combe Univesity Press 2001, y Just Taxes: The Polis of Taxation tn ris, 14-1978, Cambridge, Cambridge University Res, 2002. sata, 2 areal de David A, Well andar de ext ipo dei cena a dcininatory income-tax", Toe North . Vase el fallo Pollock vs. Barmers! sete ck vs Farmers’ Loan and Trast Company de ion, Nueva York, Macmillan, me ks Macmillan, 1986, tp. 1423-14 sperity, Indianépolis, Bobbs-Merrl, 1947, pp. 12-13 Te Gece anspolsB as Bees Sabine, A es des, Allen 8 Unwin, 196690128 | tO" of Income Tax, Lon- Biteral de la época.!? E.modo alguno tranquilizados por Fadas, Por una tazén de pri Corte Suprema,? una par] | de 1877, verdadero testamento politico, Thiers tomo noe “ado que “el impuesto progresivo es ef socialismo”.* Los pales economistas liberales dela €poca, como Léon Say o Paul oy Beaulieu, habian hecho de la lucha contra este impuesto = cipal caballo de batalla, y con justa raz6n pudo decirse que este Suge se habfa convertido en el punto de uni6n de la burguesia jgresivo, en efecto, no estaban Ia modestia de las tasas enca~ incipio, como acabamos de decit. Peto wigs, porque en él velan la introduecion de un “virus” de la “lgtibucin que inevitablemente iba a desarrollarse y terminar avar los fundamentos de una sociedad que garantizaba la PMvolabilidad de la propiedad privada y la igualdad de todos ante In ey. Asi, en Francia, durante el debate parlamentario, un diputs- thy ibia lanzado: “Matiana ya no serd el 2%, Una vea establecidos fos antecedentes fiscales, ser facil apretar las clavijas ya no se van 'a detener; Ilegardn hasta el 50% 4 Entonces Ia declaraci6n habia parecido exagerada. Diez afios mas tarde, en 1924, sin embargo, ila tasa marginal superior culminaba en el 60%! Probablements di echo mis sobresaliente de la historia del impuesto progresivo sobre tTingreso reside en ese ascenso vertiginoso de las tasas marginales Superiores, incluso en Estados Unidos. Cinco afios después ds Sippcidn definitiva, en 1918, esa tasa era del 77% del otro lado el Atlantico; si bien bajard en la década de 1920 (24% en 1925), cesveed 2 subir a 79% en 1936 y gard incluso al 94% en 1942.1° in consecuencia, realmente se trata de una verdadera revolucién, que cambia en profundidad la naturaleza de las sociedades capita- Los adversarios del impuesto pros ret Schnerb, “La politique fiscale de Thiers”, en 12, Citado por Rob , Deux sibcles de fiscalité francaise, Jean Bouvier y Jacques Wolff (di yuxt-xxt siécles, Pati, 1973. 13, Véase Nicolas Delalande, Les Batailles de I'imp6t. Consente- ment ot résistances de 1789 & nos jours, Pati, Seuil, 2011. "Ia, Citado por Henri Isaia y Jacques Spindles, “La création d'un sys- same dimposition des revenus”, en L’Tmpét sur le revenu en question {col}, Paris, Litec, 1989, p. 35. Te Véace Joseph A. Pechman, Federal Tax Policy, Washington DC, ‘The Brookings Institution, 1971; y Sidney Ratner, Taxation and Demo- racy in America, Nueva York, Octagon Books, 1980. 208 LA SOCIEDAD DE IGUALES EL SIGLO DE LA REDISTRIBUCION 209 listas occidentales. Una revolucién extremadamente répida: se lle v6 a cabo en dos o tres decenios, hoy casi se lo ha olvidado. Ast, la filosofia del fimpuesto-intercambio que habia dominado el siglo xix fue sustituida por un nuevo abordaje que erigfa la redistribucién como principio rector. La conmocién fue tanto intelectual como social o politica. Por cierto, algunas voces aisladas la habfan desea do fervientemente antes. Alguien como Charles Renouvier, enton- ces en la extrema izquierda, habia dicho por ejemplo desde 1848 en Francia que “el impuesto progresivo es bueno porque tiene por efecto nivelar las condiciones”.%® Pero en adelante se habia con- vertido en una filosoffa social que guiaba la préctica de gobiernos ue sin embargo estaban lejos de estar en manos de partidos socia- listas. Cuando en 1909 presenté el proyecto de reforma fiscal que iba a ser famoso bajo el nombre de People’s Budget, Lloyd George habfa enunciado: “Es un presupuesto destinado a financiar una gue- za implacable contra la pobreza y la miseria”.!” De hecho, fue la visién laborista la que se impuso en este punto, Philip Snowden, el cspecialista en cuestiones fiscales en el seno del Labour, habfa escrito que “los socialistas no consideran solamente el presupuesto como un medio de financiar los gastos piiblicos, sino como un instrument de reduccién de las desigualdades en términos de distribucién de las riquezas”.18 Ciertamente, Snowden vefa mucho més lejos, indicane do que el objetivo era que el impuesto absorbiera totalmente todas las rentas (unearned incomes), limitara muy estrictamente el derecha de herencia y socializara los medios de produccién.}? La perspectiva sociol6gica que subyacia a su andlisis era en efecto que las grandes fortunas asentadas en la renta inmobiliaria rural habfan sido const- tuidas por el equivalente de un impuesto indebidamente recaudadg sobre la poblacién, Para él, la gran riqueza era pardsita por esencla: minoria no puede ser rica sin empobrecer a la mayoria”,? decta, Y se relacionaba més ampliamente con la idea de capital improdue- tivo 0, en todo caso, de gestién patrimonial que se escapaba de la toma de riesgos. Por lo tanto, desde todo punto de vista era legitimo apuntar a su supresién. Pero no era necesario llegar hasta eso para replantearse el impuesto. La idea més general de que la justicia fiscal deba ser de esencia redistributiva y de que el impuesto podia ser un instrumento de reduccién de las desigualdades sociales, por st parte, se habia impuesto mucho més ampliamente. Tanto en Gran Bretafia como en el Continente o en Estados Unidos, a pesar de la violencia de as campafias que habfan dramatizado y radicalizado el desaffo. LA SOCIEDAD ASEGURADORA ‘Una conmocién equivalente va a operarse en el tratamiento de la cuestién social. Durante la mayor parte del siglo x1x, los gobernan- tes habfan imputado la desgracia obrera a comportamientos consi- derados incorrectos. La despreocupacién, la imprevisién, el vicio, el abuso de bebidas: tales eran las causas de la miseria que se estigma- tizaba, explicando que al fin y al cabo los miserables eran los princi- pales responsables de su triste condicién (sin perjuicio de reconocer F que en ocasiones habfan sido las victimas de la mala suerte al quedar fincapacitados, por ejemplo). Nadie negaba el hecho del pauperismo, Jas investigaciones sobre la cuesti6n constitufan incluso en todas partes vastas bibliotecas. Pero en modo alguno se inferfa de esto que habia que transformar el orden de las cosas para ponerle remedio. la Inglaterra de las décadas de 1880-1890, mientras que Chacles oth publicaba su célebre serie Life and Labour of the People of ndon, describiendo el Outcast London y el People of the Abyss, la fay poderosa Charity Organisation Society, al tiempo que desempe- ba un rol pionero en la profesionalizacién del trabajo social, segufa laciendo de la vieja distinci6n entre pobres merecedores y pobres no xecedores (deservinghundeserving poors) la clave de su visién de las cosas. Las reformas introducidas en Alemania por Bismarck a media- de la década de 1880 marcarén el comienzo de un proceso que ujaré un nuevo paisaje social. En 1883 se institufa un sistema de 16. Charles Renowvies, Manuel républicain de Uhomme et du citoy (1848), Paris, Gamies, 1981, p. 130. Renouvier conclu que era un “medi de transicion del régimen de la desigualdad al de la igualdad” 17. Citado por Geoffrey Lee, The People’s Budget: ‘Tragedy, Londres, Shepheard-Walwyn, 2008, p. 36. lip Snowden, The Socialst’s Budget, Londres, George All ‘Nicholson & Watson, 1934, pp. 146-151. 49, Véase también su Labour and the New World, Londres, 1921. 20. B. Snowden, The Socialists Budget, op. cit, pp. 7-8. ~ seguro por enfermedad obligatorio, alimentado por las contribitcicn de los obreros y las empresas, mientras que una ley de 1884 so Jos accidentes del trabajo permitia cubrir los casos de incapack Luego se establecieron cajas de seguro de vejez en 1889, que pe tian el financiamiento del primer sistema obligatorio d ‘ana, ya se tratara clésicamente Tero también dl alojamiento o de los transPorss- LAREGULACION COLECTIVA DEL TRABAJO licatos también fueron a y nevesa ios de la vida econ6s a opr de teguninun parame fata ley de 1884 sobre fue vendida al por nella, por hombres aislados; ahora, mediante Por pact Borer ecomeeio al por mayo cole a asociacién, Bay a lamada trabajo humano.”** Frente 2 1s : ces se decia que “desindividualizaba” asalariados fueron percibidos bi vo. En consecuencia, se estable- egulacién social. Del Trade Dispute Act ‘én francesa de 1919 sobre las convencio- ramente la pagina del liberalis- ‘Las relaciones entre sindicatos y Tcamente y el cuerpo obrero fue £eC0- ica, Su insticucio~ reconocidos en todas partes como | francés sindicatos-, la mercal f 6 pensiones en caso de im lez, sin tener ya que probar la respon- sabil iad patronal. Un poco mas tarde se establecerdn las primeras formas de seguro por enfermedad, con el National Insurance de 1911 en Gran Bretafia o la le 1928 en Francia. los diferentes paises. En Inglaterra, el i 4s lejos, al considerar que el impuesto debia financiar una cién minima a aquellos cuyos recursos eran juzgados insufl es. También comenzaron a introducirse mecanismos de indem- nizacién de la desocupaci6n. Independientemente de estos mecanis- ‘mos aseguradores, fueron los gastos sociales del Estado que tenian tun impacto direetamente redistributivo los que se multiplicaron, por su parte, como la asistencia médica gratuita francesa de 1893, Todo | tn egmento dela aclones de asistencia que anteriormente depen. dian de asociaciones caritativas privadas fueron transferidas al Esta- do y constituidas como derechos. El presupuesto social del Estad en consecuencia, tuvo en todas partes un importante creci Estado soberano al se reforz6 de tal modo a partir de este perfodo con lo que llamé un Estado institutor de lo social Se cov cebia como una instancia de organizacién de la solidaridad social cieron formas inglés de 1906 a Ja leg nes colectivas, S© tno anterior en el mundo indu patronal se constiouyeron jo nocido. **Miradas en detalle, las perio- fueron fa en la Realmentehubo una manera feta idea de la solidaridad y de la igualdad, co coats ee oper un mismo tipo de cambio rvs ta explicar los morores de inaudi cexplicitar la nueva relac estas reformas. 4 de mayo de 1881, Anna- a de 1881, t. Il, p. 102. de Mare Sauzet, “Essai », 2° articulo, Revue 21. Véase la sintesis exhaustiva publicada por el US Department of ‘Commerce and Labor, Workmen's Insurance and Compensation Sys- tems in Europe, 24th Annual Report of the Commissioner of Labor, 1909, 2 vols., Washington, 1911, 22, Véase P. Rosanvallon, L’Etat en France de 1789 a nos jours, op. ee 2 Los factores histéricos y politicos de una ruptura EL MOMENTO DEL REFORMISMO- La posible irrupcién de una nueva edad revolucionaria no dejé de obsesionar los animos en el siglo xix. La idea de que el desa- rrollo del capitalismo, con la constitucién de una clase de parias que engendraba, podia. conducir al caos social, estaba presente en casi todas las mentes. ¥ Ia cuestién era percibida bajo la apa- riencia de una amenaza o de una esperanza. Ast, en las décadas de 1830 y 1840, el espectro de un “San Bartolomé social” se agitaba amenudo en Francia. Al término de su famosa investigacién sobre la condicién obrera en Inglaterra, Eugéne Buret consideraba que el pais se habia internado en un camino sin salida y que la situacién, slo podia desembocar “en una ruina inevitable 0 en la més radi- cal y acaso més terrible de las revoluciones”.1 La separacién cada vez mas tajante entre el capital y el trabajo, a sus ojos, sélo podia desembocar en “la guerra social y Ia anarquia” si no se realizaba ninguna reforma al régimen de manufacturas.? La abolicién de las Corn Laws en 1846 y la Jey sobre la jornada de diez horas en 1847 habfan permitido contener por un momento la intensidad de la fractura social del otro lado de la Mancha. Pero en Francia, y casi tn todas partes en Europa, 1848 dard la sefial de un cambio, Varios obiemnos coincidieron entonces en que habfa que llevar a cabo refor- 1.E, Buret, De la misére des classes laborieuses..., op. city t. I, p. 405, 2 - 481. ‘™mas para evitar revoluciones, P de aparecer como de Girardin habfa resumido | OF €80, poco a poco la si al manifestar la preocupacién del pod -upacién del poder por la situ de la clase obrera. EI mismo emperador habia validado esta "No es Sélo en Ia represin de los excesos de la democrat } también en el terreno positivo, por el desarrollo d Bienestar de los obreros, donde hay que tratar de curar las he ie los obreros",* habia subrayado en un “Mensaje” al Reichstag Proyecto de una reduecién de las desigualdades sociales y de dad obreta derivaba de tal modo en Alemania de lo que lamar un reformismo del miedo. El movimiento sera seguid en casi todas partes en Europa. Y no hizo sino acentuarse con espectacular ascenso electoral de los partidos socialistas (que fi mente fue incapaz de encausar al tiempo que contribuyé a tar las explosiones sociales) Esta i filas liberales 0 consecvadoras aporté una especi vadoras aporté una especie de respuesta al advertencias alarmistas de todos los observadores, quc consideraben lel tipo de sociedad forjado por capitalismo de mediados del siglo xx. “Una desigualdad demaciado 3. La Presse, 19 de noviembre de 1849, p. 1. 4, Mensaje del 17 de noviembre de 1881. Citado en Edouard Gru nex, Les Lois d'assistance ouvritre en Allemagne, Patis, 1887, p. 8, 5. En Alemania, el recogia el 3,3% 1s Votos en 9,7% en 1884, luego sal % Say aa pre cia en 1833 two en llones de obreros Précticamente todos los obreros est izados (como las fbricas de hiladoso de teido dl Lancashi, © las minas de Durham 0 de Northumberland). jrande de las fortunas y los ingresos, un combate demasiado encar- hizado de las clases, con el tiempo debe destruir todas las constitu- ones politicas”, habian sefialado en la Alemania de 1872 los eco- omistas y soci6logos firmantes del M: h,6 dando iin marco intelectual y moral a esta inflexi6n de la politica interior de Bismarck. ada revolucién podria ser WV Sch académico” del otro lado del Rin,’ Era el punto de versitario de ideas avanzadas, que el partido socialdemécrata aleman ie ninguna manera compartia en la década de 1880, al igual que los socialistas franceses. En efecto, la idea de revolucién habfa cambi icionarse con la perspe se suponia que la contradiccién entre el estado de , de la moral o del coraje de los hombres: era requerida por las leyes del desarrollo hist6rico. La difusi6n del marxismo serd indexada directamente sobte esta concepcién determinista del porvenir del capi- ‘mo ut6pico al socialismo cientifico (1880). Los términos en los cuales Paul Lafargue, yerno de Marx y cabeza pensante del Partido Obrero Francés (POF), resumié su visién politica dan una buena medida di ‘manera en que esta vulgata era socialmente apropiada. “El ideal comunismo ~escribfa~ revive con una nueva llama en nuestras gencias; pero este ideal no es ya una reminiscencia, sale de las entra- fias de la realidad, es el reflejo del mundo econémico. No somos 6, Traducido en francés en el articulo de Henri Saint-Marc, “Etude sur Penseignement de économie politique dans les universités des pays de langue allemande” (1* parte), Revue d’économie pélitique, 1892, p. 248, 7. Gustav Schmoller, Politique sociale et économie politique (1898), ad, francesa de M. Polack, Paris, Giard 8c Briére, 1902, p. 131. fis LA SOCIEDAD. DE IGUALES utopistas [...]. Somos hombres de ciencia, que no inventamos socie- dades, pero que las deslindaremos del medio capitalista. Si somos comunistas es porque estamos convencidos de que las fuerzas econé- micas de la produccién capitalista fatalmente llevardn a la sociedad al comunismo,”® Esta concepcién de Ia historia calificada de “fatalista” constituy6 durante todo un perfodo el basamento de una resistencia a los pro- yectos reformadores. Asi, muchos socialistas se habfan persuadido de que habia una implacable “ley de bronce de los salatios” con- tra la cual eta vano tratar de sublevarse, ya que la patronal siempre terminaba por recuperar con una mano lo que habria podido verse obligada a conceder en un momento dado con la otra, En consecuen- a, no habia nada que esperar de la accién sindical para mejorar ia condicién obrera y sobre todo aumentar los salarios: s6lo podia esperarse un cambio real del derrumbe del capitalismo. Por eso, la idea de una Iucha para reducir las desigualdades no tenia ningin lugar en este marco. Més atin, la que no tenia niiigtin sentido era la nocién misma de desigualdad, a tal puato presuponfa la existencia de un mundo dividido en el cual la determinacién de las normas de justicia y de los principios de equivalencia entre los individuos per ‘manecia sometida a una interrogacién permanente. En la perspectiva marxista s6io existfan los universos opuestos de la lucha de clases y de la comunidad reconciliada. La “revolucién” era una categorfa tanto intelectual como histérica o politica, En efecto, absfa la puerta 1 un mundo sin antagonismos, en el cual no subsistirfa mas que una clase social homogénea. No habia ningiin mundo “intermedio” com cebible y posible entre el universo de la explotacién estructural y el dela comunidad armoniosa. La ruptura, por lo menos parcial, con esta vision catastrofista en el inicio del siglo xx va a conducir a validar las empresas refor: madoras. El nombre de Eduard Bernstein simbolizé este giro. La obra publicada en 1899 por este ditigente socialdemécrata, Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia, invita- ba a suis amigos a tomar nota del hecho de que las predicciones de ‘Marx sobre el porvenir del capitalismo habfan resultado err6neas. La concentracién del capital no habia desembocado en la supresién anunciada de todas las pequefias empresas; la situacién de la clase 8. Paul Lafargue, Idéalisme et matérialisme dans la conception dé Phistoire, Paris, 1895, pp. 43-44. a EL SIGLO DE LA REDISTRIBUCION 217 obrera no habfa sido marcada por un movimiento de pauperizacién creciente. Al mismo tiempo, la que quedaba descalificada a sus ojos; con el inmovilismo revolucionario que la acompafiaba, es la perspec- iva de un apocalipsis a corto plazo. “Si el derrumbe econémico no 5 ni probable ni inminente--escribja para resumir su comentario, toda téetica basada en esta nocién es falsa y peligrosa. Desvia al par- de una sana politica reformista.”? La querella del revisionismo habia sido lanzada. No hay que engafiarse sobre el alcance de los virulentos ataques de que sera objeto Bernstein, No era tan s6lo su actitud de moderacién la que estaba en entredicho, ni la brutalidad de sus formulaciones; més profundamente, era la ruptura con el ima- ginatio hist6rico de la izquierda de su época lo que habia molestads. Pot eso habia sido atacado de todos lados. En la extrema izquier- a, Rosa Luxemburgo habia observado con espanto: “La teoria del derrumbe del capitalismo es la piedra angular del socialismo cienti- fico; al rechazacla, Bernstein provoca necesariamente la destruccién de su concepcién socialista”.2° En el centro, Karl Kautsky también se habfa indignado, considerando que la derrota del capitalismo era inevitable. Sin embargo, el hombre fuerte de la socialdemocracia era ‘su manera-un reformista, en el sentido en que consideraba que no se trataba de hacer la revolucién. Pero esto significaba solamente para él que habfa que prepararse para estar a la altura de la tarea historica que se abrirfa en el momento del derrumbe, Bernstein perderd la batalla ideolégica en los congresos de la idemocracia. Pero triunfaré en los hechos, ya que los partidos socialistas, a partir de ese comienzo del siglo Xx, se fijaran obj vos reformadores précticos. Serd explicitamente el caso del socia- lismo de Jaurés en Francia," as{ como evidentemente el del Labour en Gran Bretafia, que estructuralmente habia sido constituido como fuerza reformadora por su origen sindical. Ciertamente, la revolu- én de 1917 desplazard luego los términos de este debate. Pero los partidos socialistas no dejardn de verse confrontados en nuevos tét- 9. Archives Bernstein, citado por Pierre Angel, Eduard Bernstein ot lution du socialisme allemand, Paris, Didier, 1961, p. 125. 10. Rosa Luxemburgo, Réforme sociale ou révolution ? (1898), en Guvres, Paris, Maspero, 1969, t I, p. 80 [trad. cast.s zReforma social 0 twolucién?, Buenos Aires, Luxemburg, 2010]. \ 41, Véase Emmanuel Jousse, Réviser le marxisme ? D'Eduard Berns- tein d Albert Thomas, 1896-1914, Paris, [’Harmattan, 2007, ones ©on fa tormulaciés una cxtca de as desgualdades dale cote eee casos se verén llevados 2 concebis tica, una politica de conquistas gra Se oriendo en elcorazn desu busin, El miedo dels conserva ctl modo, pudieron converges vide politica y dela scion pabli : las dsigualdaesy el etblci LA RESISTENCIA AL NACIONAL-PROTECCIONISMO La posibilidad de una 6s ablera pos le resistence dl ocilaccs Sin embargo, a prin extono ten os ‘aso francés es sintomatico. En |: éc *, tio. En las décadas isa a ae obrero se habfa dejado a : . incluso, durante un tiempo activis lan temado el contol de algunos sndicato* en une eden peetabe un deslizamieno idoldgico hacia e i Kaci eI gud volun ox pate sulares espontdneas alimer , " fe senGfoba. En consecuenia, no oo aor ae mediados de la década de 18 némica, a un Jules Guesde a receptivo a esta sensibil smd ice Se [piemnacionalismo proletatio. Varios artieulos de Le Cr cn pene {2 stimonian. Uno dees, sulado “El abajo nacional tore ba a adnan de un proyecto que apuntaba a limitar 10% al ee ee a le obra necesaria total de obreros extra nie aeun epee ome leados para realizar trabajos financiad ra ‘is. Obreros por otra parte calificados de “ aaa le “mano de 1880 y 189 ‘manifestacio- Ta atmésfe no es moti far s motivo de asombro encontrar a '80, cuando se profundiza la crisis eco- ona cs langstas habfan organizado en Marslla un io Gori de Pewple, 6 de enero de 1886, reproducido en Jules Guesde, Etat, politique ef pense igo Poltiaue et morale de classe, Pais, Giard & Brite, 1901 imulténeamente. Y : ; . ¥ en todos asi no fuera sino de mane anera iduales y de compromisos de cciones Ia cuestién de la red lores y la raz6n de los socials Mcrinino “preferencia nacional a la cuestién de la reduccié tuccioi fd iento de instituciones de sea Pibajadores en el momento de la a Bujos socialistas se opondrin a tod Jos obreros extranjeros, Flamada patristica”, do Jaurés también se al 10 que era favorablemente utilizado I”. Incluso, poco después publicaba engador: “Mueren los obreros franceses”" en el cual defendia s proteccionistas, ¥ Hlegaré incluso a llamar en ese mismo Le Bi peuple a una carga sin matices contra la “invasiOn”." Pero siciones evolucionarén. Mientras que el Congreso de Mar- exética”, al mismo tiemp. Mflsidel POF en 1880 no habia dado la raz6n ni a librecambistas ni 16 el partido denunciaré violentamente los efectos .duaneras sobre el nivel de vida de los dopcién de la tarifa Méline.!” los los proyectos de ley que xes- “Nosotros, los 10 de $stoteccionistas,’ id elevaci6n de las rarifas a jan el trabajo extranjero, proponiendo gravarlo. wntados obreros, votaremos contra la prohibicién del emple ‘en Francia, porque consideramos que todo Kombre tiene derecho 2 trabajar en cualquier pais donde se encuen- he", dird su portavoz en la Cémara de Diputados.1® La “melinira 29 en adelante, serd puesta en la picota. La voz zara en varias oportunidades en ese sentido, eologia proteccionista en sus diferentes manifesta- denunciando la nes. + 14, Le Cri du peuple, 10 de febrero de 1886, en ibid., pp. 160-163. | 15, Le Gri du peuple, 26 de agosto de.1886, en ibid. pp. 352-355. 16, Véase también Jules Guesde, “Protection et libre-échang Lifgalité, 11 de febrero de 1880. we47, fn 1891, la resolucién del POF denunciaba “un gobierno teas haber fusilado a los trabajadores hambreatlos por sus derechos sobre ‘Newvidme Congrés nation novembre 1891, supuestamente republicano que, franceses en Fourmies, se prepara a tl trigo, el pan, la carne, el café y el azticat”, tral du Parti onvrier francais tenu & Lyon du 26 ax 28 Lila, 1891, p. 9. [El 1° de mayo de 1891, en la primera celebracién francesa e internacional del 1° de mayo en Fourmies, la tropa tia sobre Jos huelguistas pacificos: nueve muertos, ocho eran manifestantes de menos de 21 afios, entre los cuales, una joven obrera que se convertiré tn un simbolo, Marie Blondeau, y 35 heridos (n. de t.).] 18. Intervei berot a propésito de un enésimo pro~ yecto de prohibicion del empleo de trabajadores extranjeros (Annales de la Chambre des députés. Débats parlementaires, s 1897, tI, sesién del 2 de febrero de 1897, p. 300) 19, La expresién es utilizada en el Manifiesto del Consejo Nacional del POR, en Le Socialiste, julio de 1896. 220 LASOCIEDAD DE IGUALES Este rechazo socialista del proteccionismo habia sido marcado mucho antes en los otros paises, como en Alemania o en Bélgica, y por supuesto en Gran Bretafia, donde el Labour habia seguido desde. su formacién el sentimiento popular para el cual el proteccionismo. era sinénimo de carestia de la vida. Por lo tanto, la Internacional Socialista llamaré I6gicamente de manera undnime y repetida a sus miembros a rechazar en todas partes las proposiciones de ley prohi- bitivas del trabajo extranjero Y el proteccionismo ser simulté- neamente denunciado como una ilusién engafiosa, como lo testimo- uno de los proyectos de resolucién del Congreso de Amsterdam: considerando que la politica de las clases capitalistas y de los gobiernos imperialistas separa a los obreros del mundo con murallas de tarifas, y protege los intereses econémicos de los propietarios, de. las clases ticas y de los monopolistas imponiendo derechos de entra- da sobre el alimento de Jos obretos [...], el Congreso declara que la protecci6n no es favorable al asalariado”21 Bl rambo de estas tomas de posicién seré mantenido. Los socialistas europeos, sin embargo, no se quedarén en tuna condena tan general, Al criticar la nocién de “trabajo nacio- nal”, se vieron Ilevados a redefinir la idea de nacién en un modo no nacionalista, es decir, a pensarla bajo los aspectos de una forma social que se debfa construis, y no como un bloque cuya coheren- cia ya estuviera dada. De ahi la necesidad a sus ojos de compren- derla como un espacio de redistribucién, cuyos mecanismos reales era importante percibir claramente. Durante la primera discusi6n parlamentaria que debfa desembocar en el voto de la tarifa Méline; Jaurés habia desarrollado largo tiémpo este abordaje, respondiendo a Paul Deschanel, que habia expresado que “el obrero bien puede consentir sacrificios por su hermano del campo”. Lo cual implica? ba reconocer que el proteccionismo tenia efectos socialmente rees- tructurantes. Pero el problema, habia dicho Jaurés, era apreciar més 20. Véanse las resoluciones de su Buré en 1903, 1904 y 1906, en international, Comptes rendus des réunions, manifess s, vol I, 1900-1907, documentos presentados por Geor ses Haupt, Paris, Mouton, 1969 (véanse pp. 85-89, 96, 258-261). .: 21. Congreso socialista internacional de Amsterdam (14-20 de agos to de 1904), Rapports et projets de résolutions, Bruselas, 1904, 2. Jean-Jaurés, Discurso del 8 de marzo de 1887, en Discours par lementaires,t. I, Paris, Comnély, 1904, pp. 189-210. 1 EL SIGLO DE LA REDISTRIBUCION 22a precisamente el tipo de redistribucién que estaba operando de la “democracia que trabaja” (la de las ciudades) hacia el mundo rural. Y formular la pregunta acerca de quién era el hermano del obrero de las ciudades: gel capitalista, el propietario inmobiliario rural, el granjero, el obrero agricola? La proteccién, habia entonces estima- do, s6lo influye en un tercio en favor de aquellos que trabajan el suelo, y en dos tercios en beneficio de la renta de la tierra. De ahf su conelusién de que la cuestién no éra Ia del proteccionismo en gene- ral, sino la de las reformas sociales especificas que habia que llevar ‘cabo para construir la nacién como un espacio discernible y nego- ciado de solidaridad y de redistribucién. Los laboristas dirdn la misma cosa en Gran Bretaiia. Seré su linea argumentativa frente a la campafia lanzada por Joseph Chamberlain, disidente del Partido Liberal, en 1903. Este diltimo se habia conver tido en el campeén de una reforma de la politica aduanera acoplada con un proyecto imperialista.”? El contexto le era favorable, En efec- to, habfa entonces cierto estancamiento comercial de Inglaterra con- fontada con el nuevo dinamismo industrial de una Alemania cuyas exportaciones de productos manufacturados trepaban vertiginosa- ‘mente. También jugaba con una cuerda sensible cuando llamaba a restaurar un orgullo nacional alcanzado por la derrota ante los Boers en Africa del Sur. Pero aquel que se presentaba como el “misione- 10 del imperialismo” fue severamente vencido en las elecciones de 1906, que él habia convertido en una suerte de referendo. Simple- ‘mente porque los argumentos de los laboristas de Ramsay MacDo- aald y de los liberales de Lloyd George habian logrado la adhesion de la opini6n. Los viejos esléganes de 1846 sobre el pan barato, por cierto, siempre habfan tenido su importancia. Pero habia otra cosa: {a emergencia de un pensamiento social reformador coherente que no se quedaba en la vieja defensa del free trade. En Imperialismo, una vieulenta critica a Chamberlain, Hobson por ejemplo habia subra- yado que el verdadero problema econémico inglés era el del subcon- sumo. Anticipando a Keynes, haba sugerido lanzar un programa «23, Véase Joseph Chamberlain, Imperial Union and Tariff Reform: Speeches Delivered From May 15 to November 4, 1903, Londres, 2* ed., 1910. %: 24, John Atkinson Hobson, Imperialism. A Study (1902), Londres, Allen & Unwin, 1938 {trad, cast.: Imperialismo, trad. de Jesés Fompe- tsa Aparicio, Madrid, Capitan Swing Libros, 2008]. problemas ingleses, conclufa, no estaba ni en el proteccionismo nin el imperialismo, sino en un nuevo reparto del poder adquisitivo, EL remedio era la “reforma social”, Bl objetivo, escribfa, era “transfert los incrementos de ingresos procedentes de rentas de las clases posees doras hacia las clases teabajadoras o hacia las finanzas pablicas”. Ramsay MacDonald llegaba a la misma proposicién en 1903 en The Zollverein and British Industry. También para él, la cuestién clave era la de una redistribucién eficaz de los ingresos. Ast, la idea socia: lista era para él la verdadera alternativa al proteccionisino. La critica socialista del proteccionismo conducfa a romper con la naci6n-identidad de Maurice Barrés o de Paul Dérouléde para recuperar el sentido revolucionario de una nacién fundada en lazos interiores de solidaridad y de reciprocidad. Esta toma de po: condujo a los socialistas a no consagrar como progresista tinica mente el internacionalismo. Si éste seguia representando para ellos el horizonte de un mundo reconciliado, la idea de nacién volvia a set en sf misma portadora de un ideal de emancipaci6n. Jaurés se habia convertido en su portavoz en Francia, y en Alemania lo seré la obra de Kautsky. Este diltimo la comprendia como un espacio de experimentaci6n de una cohesién social fundada en la reduccién de los antagonismos econémicos.2* El combate socialista para la re zacin de una sociedad sin clases se integraba sin tropiezos en él un reconocimiento de la pertinencia del espacio nacional. En efec- to, la nacién era a Ja vez un momento y una figura necesarias del combate por la reduccién de las desigualdades. Un gran dirigente de Ja socialdemocracia austriaca de la época, Otto Bauer, habia desa- ‘ollado simultdneamente una poderosa teoria de la nacién como ‘experiencia comin de un mismo sino”, en ruptura con las visiones nacionalistas de una simple identidad pasiva de destino.2? Lo cual 25. Ibid. p. 89. 26. Véase su articulo “Die moderne Nationalitit” (1887), traducido ‘en Georges Haupt, Michael Lowy y Claudie Weill, Les Marxistes et la ‘question nationale (1848-1914), 2* ed., Paris, L'Harmattan, 1997, pp. 114-127 [trad, cast.: Los marxistas y la cuestidn nacional, trad, de Emi i Oleina, Barcelona, Fontamara, 1982). 27. Véase Otto Bauer, La Question des nationalités et la social démocratie (1907), 2 vols., trad. francesa de Nicole Brune-Perrin y Johannés Brune, Paris, EDI, 1987. nente, de cor la componian. rigida y se convierte en t cstos términos, la naciér descansaba en un uos, sino en uns de instituciones redist \ificaba que para él era Insepata® ie Saflicts y de convenios ente los "Asi, Ia nacién deja de ser para te en un proceso del devenis: ‘norma que se imponfa “fuerza interna” en Co: 2B desare ‘buidoras perfectamente podia insertarse en rt productora de un lazo social que no or Prempoaia del exterior a los indi mnstruccién.29 El desarrollo abordajes de esta indole. LA CONSTITUCION DE UN El establecimiento de las po! dades también debe apreciarse © Fstado y de los medios de la redistribuci6n, en efecto, ‘cumbre o a decisiones pol fue lo que ocurrié en el social o de instituciones de prevision y nds bien fueron canalizados y organiza tituciones caritativas 0 ci trativo. El caso francés distancia de todo jacol sadas y propulsadas a mmador que hacia converger las acciones ¥ “ionaric resistas, de intelectual n : cos de funcionaros Fe oposwadlonaeso de experimentadore comprometidos, sociales més radicales. bilidades politicas 0 esfuerzos sobre la Las preocupaciones rales pudieron concor base de objetivos précticos. "Alzededor de la década de 1900, el Museo , mniiron 0 ee aes delos catélicos sociales o de Jos protestantes libe- MEDIO REFORMADOR | iticas de reduccién de las desigual- sn os téeminos de una sociologia del ‘eformadores. Lo propio de la revolucion reformacfe limiarse a intervenciones de Kticas globales, aunque evidentemente esto Poe eal, Pero en materia de lgislacién de solidaridad, los eambios dos por toda una red de ins- iudadanas que irtigaron el tejido adminis: remente ejemplar en este punto. es particulat ‘binivmo doctrinal, estas reformas fueron pen j6n de un medio refor- és de la constitucién de us eve las reflexiones de politi- les o de universitarios "También se mezclaron en este marco sensi- ‘spirituales diversas, que convergfan en Social fue un ejemplo ‘btener consensos instrumentales. dar en este marco con los reflejos republicanos 28, Ibid. tJ, p- 147. eos % resi. 29. Vease su teori 588. fa de las formas sociales, cceeee eee ee ~ de trabajos pablicos para reducir la desocupacién. La sol problemas ingleses, conclufa, no estaba ni en el proteccionis el imperialismo, sino en un nuevo reparto del poder adquisitivo, El remedio era la “reforma social”. El objetivo, escribfa, era “transfer los incrementos de ingresos procedentes de rentas de las clases poses doras hacia las clases teabajadoras o hacia las finanzas piblicas”. Ramsay MacDonald llegaba a la misma proposicin en 1903 en The Zollverein and British Industry. También para él, la cuestién clave era la de una redistribuci6n eficaz de los ingresos. Ast, la idea soc lista era para él la verdadera alternativa al proteccionistno. La critica socialista del proteccionismo conducia a romper con la naci6n-identidad de Maurice Barrés o de Paul Dérouléde paca recuperar el sentido revolucionario de una nacién fundada en lazos interiores de solidaridad y de reciprocidad. Esta toma de posici condujo a los socialistas a no consagrar como progresista tinics mente el internacionalismo. Si éste seguia representando para ellos el horizonte de un mundo reconciliado, la idea de nacién volvia a ser en si misma portadora de un ideal de emancipaci6n. Jaurés se habfa convertido en su portavoz en Francia, y en Alemania lo seré la obra de Kautsky. Este diltimo la comprendia como un espacio de experimentacién de una cohesién social fundada en la reduccién de Jos antagonismos econémicos.* El combate socialista para la reali zacién de una sociedad sin clases se integraba sin tropiezos en él en un reconocimiento de la pertinencia del espacio nacional. En efec- to, la nacién era a la vez un momento y una figura necesarias del combate por la reduccién de las desigualdades. Un gran dirigente de la socialdemocracia austriaca de la época, Otto Bauer, habia desa- rrollado simulténeamente una poderosa teoria de la nacién como “experiencia comiin de un mismo sino”, en ruptura con las visiones nacionalistas de una simple identidad pasiva de destino2? Lo cual 25, Ibid, p. 89. 26. Véase su articulo “Die moderne Nationalitit” (1887), traducido en Georges Haupt, Michael Lowy y Claudie Weill, Les Marsistes et la question nationale (1848-1914), 2 ed,, Paris, LHarmattan, 1997, pp. 114-127 [trad. cast.: Los marzistas y la cuestidn nacional, trad. de Emi Ii Olcina, Barcelona, Fontamara, 1982]. 27. Véase Otto Bauer, La Question des nationalités et la soci démocratie (1907), 2 vols., trad. francesa de Nicole Brune-Perrin y Johannés Brune, Paris, EDI, 1987. ara él era INSeparabls wn tt, antes STUpl nifcaba av oe y de convenios entre Los diferentes grupos que i ara nosotros una cosa ‘Raia nacion deja de sex para nosotgos wna cose ro yavierte en uh proceso del deven"9# Comprendida we Lomina, la naién exe producrora de wn l7o cog) UG 10 os fetta envuna norma que se imponia del ext ie gescansaba, ov afucra interna” en construcci6n,)> Bl desarole duos Sruciones redistibuidoras perfectamente podia inser ahordajes de esta indole. LA CONSTITUCION DE UN MEDIO REFORMADOR imi iticas de reduccién de las desigual- Bl exuablacmiento de las politics de seduccn des EO les ién debe apreciarse en. e clog fsa ae aa a ‘medios reformadores, Lo propio de LS re aoe de la redistribuci6n, en efecto, a ee Siar demremest® ie umbe 0 decisions Foy fica, Pero en matecia de leeslacion social o de instituciones de prevision y de solidaridad, los cambio: re ‘zados por toda una red de ins- ‘RSs bien fueron canalizados y organizados por tod Wet TT rae pines earitadivas o ciudadanas que irtiga pain tions aac prelate compar ene pune, Srencia deodo jeabiniomo does, xs rfomas i sada reedas'a waves de In consttueién de un medio for. as 7 Drops erga las acciones yl efexones de polite mado 3 vecarioe progresstas, de intelectuales o de universities cos, de Font idos, de flantropos tradicionales o de experimentadore compromes lo jcales. También se mezclaron en este marco Sense totijades politicas o espirituales diversas, que convers seas sobre la base de objetivos précticos. cemlo esfne708 0s a década de 1900, el Masco Socal fue wn elempl i sensos instrumentales. de esos crisoles que permitiexon obtener consensos inst Las preocupaciones de os catélicos sociales 0 de los proven libe- jos republicanos ‘ales pudieron concordar en este marco con los teflejos republic: id tp 447, a su teoxia de las formas sociales, 588. en ibid., t. 1, pp- 587- ee 224 LASOCIEDAD DEIGUALES yy consonat con Jos enfoques de un socialismo pragmético.*° De esta Inanera se forjé un nuevo espiritu de las instituciones, conduciendo ‘a estas diferentes sensibilidades a superponerse en torno de objetivos inmediatos y a confluir también con las preocupaciones del sindicalis- mo naciente. Fuera de todo dogmatismo, una forma de cultura social- ‘eformadora poco a poco se constituyé en una comiin toma de dis- tancia con el cardcter doctrinario del iberalismo conservador.** GUERRA Y NACIONALIZAGION DE LAS EXISTENCIAS El despliegue de las desigualdades es inseparable de un inovimien- to de desprendimiento de ciertos individuos del mundo comin, de la legitimacidn de su derecho de distinguirse y de disociarse de los otros. Por lo tanto, se relaciona por construccién con una valoriza- Cidn de las normas de lo privado respecto de aquellas de lo priblico. ‘La experiencia vivida de la guerra conduce de manera casi mec fa invertic estos términos. En efecto, la guerra procede a una suerte Ge nacionalizaciOn de las existencias. En su marco, las actividades privadas se vuelven ampliamente condicionadas por las coerciones Eolectivas, El espacio de las relaciones sociales, en consecuencia, tien- de a polarizarse en un repliegue sobre el mundo cerrado de la fami- § lia o- una absorcién en los problemas superioses del pafs. Entre la familia y la patria, entonces, casi no hay otra cosa, La preocupacién inmediata de los suyos y la angustia de 1a suerte comtin absorben todas las energias. La vide fa vida social y la constitucién de la nacién en una comunidad de experiencias compartidas inmediatamente sensible transforma 12 Calmente las condiciones de la vida politica. Se impone entonces con evidencia la idea de que existe una deuda social contrafda por cad? tino frente a la colectividad. La amenaza vital que la guerra hace pesar sobre las existencias induce una suerte de reactivacién de ptincipios fundadores del estado social (el contrato y Ja deuda) end 30. Véase Janet Horne, Le Musée social aux origines de V'Etat-pay dence, trad. francesa de Louis Bergeron, Parfs, 2004. 31. Véase Christian Topaloy (dit), Laboratoires du nouveat La nébuleuse réformatrice en France, 1880-1914, Paris, Editios df PEHESS, 1999. ia de la sociedad civil resulta de tal mane~ ra contraida y doblemente relegada. Esta simplificacién forzada de EL SIGLO DE LA REDISTRIBUCION 22. momento en que éste es amenazado de volver a un estado de natu- raleza caético. El primer establecimiento de formas inéditas de soli- daridad estaba ya justificado durante la Revolucién Francesa por la idea de que la sociedad tenia una “deuda sagcada” ~la expresion era entonces omnipresente— respecto de los defensores de la patria. Los primeros balbuceos del Estado providencia habfan encontrado su origen en este marco.®® Esta radicalizacion objetiva de la nocién de deuda social, que simplifica todas las reglas de justicia y reduce las indeterminaciones en lo que respecta a sus condiciones de aplicacién, ‘encuentra su prolongacién en una misma polarizacién de la categoria de riesgo. En efecto, el Estado impone evidentemente su dimension de productor de seguridad frente al riesgo radical. Y las figuras del lavas del Estado sociale confunden natmalmene en et ca proteccién de las vidas y seguridad social se superponen en una mis- Seer | ma epi sarees) aaa == Asi, la revolucién de Ia redistribucién pudo arraigarse en este contexto de la Primera Guerra Mundial. Los millones de muertos en Lcontinente europeo condujeron a los hombres a considerar de otto los unia, “Si la guerra no te habia matado, te llevaba a Pe resumiré George Orwell. Por supuesto, la experien- cia de los combatientes habfa sido la més fuerte. Cada uno de ellos habia podido experimentar en el barro de las trincheras que com- partfa con sus compafieros de combate una idéntica precariedad, ‘ma misma remisién a una suerte de estado de naturaleza. Nadie lo expres6 mejor que Ernst Jiinger. Si bien en Tempestades de acero ‘xalt6 el hierro y el fuego que tenian un gusto de poder y de volun- tad, de vida repentinamente aumentada, también exploré la otra faceta del frente, aquella que calificé de experiencia interior. “Hace una eternidad que estoy en esta trinchera ~escribfa-. Tal eternidad ue mis sentidos se apagaron en mf uno tras otro, que me convert{ en ‘32. Los patientes de los defensores de Ja patria constituyeron la imera poblacin que tuvo derecho a subsidios tarifados. Véase Guy ules, “Les secours aux défenseurs de la patric (1792-1796)", Actes 113¢ Congrés des sociétés savantes (1988), Paris, Association pour nude de Phistoire de a Sécurité sociale, 1989. 3. Véase Wiliam Beveridge, Norman Hill et al., War and Insurance, nndres, Milford, 1927. ° ° 34, Citado por Paul Stars, Freedom's Power, Nuev: a ower, Nueva York, Basic un pedazo de naturaleza que se pierde en el océ Sea re océano de la noche, Los “its” habjan compartido carnalmente una igualdad de on Sones Palo la apariencia de la experiencia-limite de un retorn ip de naturaleza, a la frontera indecisa de la humanidad y lea ere y reconfortante de la ig 5c de esta manera, al mismo tint pe también conformaban una nacién de un modo iaédito, inane famentefisico. “Esta experiencia ~comentard Robert Must in ranutimiento exaltante de tenet por primera vex algo en comd '0s los alemanes. Uno se habia convertido de pre i Ino se srtido de pronto en una sini is, unt humilde partiula inmersa en un acontecimiento suprapet [anal sotalmente envuelto por la naciGn, casi se Ia podta palpare Inuerte podia entonces tomar el sentido de una participacion en cea Sg comin. Flla era su expresién més radical y no tens por cl sabor de una pérdida initil, Asi los hombres tenfan el deon sentimiento de una perfecta re 1 de na forma exitosa de comunién humana en la expeceecis {2 Goimbate, Sentimiento cuya fuerza inédita tradujo el términe soa icio de st” en una escala masiva,2? 5 35. Ernst Jinges, La Guerre comme inté 5 La Guerre comme expérionce interieure a A Rikiade”, 2008, p. $92 [tad, cast. Tempestades de acers wot st nets Snchez Pascual, Barcelona, Tusquets Editors, 1987] Pring it 8 el sobrenombre que se dio als soldados fraceses eal reama Gueira Mandial. Su significado literal es “peludo" poo ce Greys familia significa alguien valeroso, vi, “de plo en pecho™ [a 36. Véase el capitulo “La fraternité d es" Prost, Les Anciens Combatants ela société angus 1911S oe 3, tls Presses dela FNSD, 197. een . André Bridoux, Souvenirs du temps des is wi ee Ba du temps des morts, Pasis, Albin as Robert Masi i (diciembre de 1921), en Essais, Pare, 5 i en Essais, Pati, Seuil, 1978, p. 118 [trad ea "nsayos 1 conferencias, trad. de Jose Luis Aranrcgut Tos crf José Luis Arantegui, Madrid, A. ¥9. Masil habla de esos “millones de hombres que hasta entonces no wDe este modo, la experiencia de la guerra de 1914-1918 marcé in.giro decisive en la modernidad democratica. Volvié a dar un sentido dicectamente activo y sensible a la idea de una sociedad de semejantes. Primero condujo a recuperar el sentido més antiguo idea de igualdad, aquel que definia los omoioi, los iguales e Grecia. El empleo originario del epiteto omoiios, en efecto, se apli- caba a polemos, el combate: calificaba una batalla “que es igual para todos, que no escatima a nadie”. Los omoioi, por lo tanto, efan los iguales, en la medida en que habfan combatido juntos, liecho la experiencia de una puesta en comin de las existencias. La Gran Guerra no sélo ilustré esta dimensién a través del hecho vido de la fraternidad de combate. También condujo a validar- 1a piblicamente con la eleccién que se hizo en todos los campos de organizar funeralés nacionales para un combatiente no identi- ficado, El culto al soldado desconocido adquirié en todas partes ‘una dimensién simbélica meticulosamente puesta en escena, que testimoniaba la importancia consagrada a los mas humildes como representantes adecuados de la totalidad. El anonimato expresé de Ja manera més ejemplar posible la idea de una radical igualdad, la de un valor estrictamente equivalente de todos, ya que el més oscu- ro era portador de cuanto habia de més grande en cada uno y la medida iiltima de una justa percepcién del orden social. El hombre cualquiera se convirtié en 1918 en la encarnacién del individuo- sociedad. : Esta fraternidad de combate y Ia memoria del sacrificio de las vidas tomadas son muy complejas de analizar. Pero no por eso deja- ron de preparar los énimos a una mayor solidaridad en la vida ci Y los derechos reconocidos a los ex combatientes condujeron més ampliamente a reconsiderar la legitimidad de los derechos sociales y de las formas de redistribucién que implicaban. La idea misma de nacién se vio igualmente redefinida en la experiencia de prue- ba, Si la guerra exacerb6 la nacién-identidad, forjada en la negacion del otro,"? también impuso manifiestamente la figura de la nacién- hhabfan vivido sino para sus intereses y en una angustia mal disfrazada de la muerte, que de pronto se oftecieron a morit alegeemente por la nacién” (ibid. pp. 118-119) 40. Véase en Francia la demonizacién de la “raza alemana”, y reci- procamente. Sobre este punto, remitase a Michael Jeismann, La Patr' de Vennemi : la notion d’ennemi national et la représentation de BL SIGLODE LA REDISTRIBUCION 229 las familias norteameticanas, mient ; » mientras que en 1913 sélo involuera oat 2% de aguas, Pero asinismo tocmidablementecediatibae des, puesto qu Ia tase marginal superior de imposicién del inreso stamard en 1942 el porcentae espectacular de 94%, Lejos de ser cfrierado como confscatrio, eta rednibcién masva opera {pore impuesto sobre el ingreso sed socalmente bien aceptade 41.90% de os norteamericanos considraban en 1944 esta cots incin como just Las cmpatas de la adminisracién noream=- scan para uni imposicion sobre el ingresoy patsiotsmo contr fuyeron entonecs a crar un “ealeurs del pogo del impuesto” ya hel ora de amoral soc Poe aa eat corazén : 45 Por lo tanto, fae el conj ls dents capita a ie von eves seconde Sobel tales aban, ieciracen Ace yeaa rods fs" suplementarioespetico se aladiré en Europa para Becta los cambios el etorno del miedo a as revolucions. Este Bisa desempeté un papel mayor en 1918. La Revolucin de Oct. fteprovocé eo prime liga un chogue deisivoy reavrando el vie leespecro de las nsuretcones. lenis, en efecto, vols a der consstencia a voluntsimo politic, que conduca aquellos o> coterie ya con eopera con at aa oes 8 9 conten con las armas al pie la desintegra- én meciia del cpio en us batons avenssdon ba ceasecuenia I Europa de 1919 seré el teatro de un conjunto de Anant ser a insareccon rperaguis lige oe ae f e levada a cabo por Kar Listhreche y Rosa Luxemburg. En Hungria, Bea Kun deocar cl imo surge de ls sevolucign buguesayproclamard le Reps bc héngaa de los Consejos. También se mulipticarda las hulgas mses, desguciando los gobiernosextableidos en todo el con- “Toda Europa esta en un estado de animo revolucionario solidaridad. Figura que permitiré dar su legitimidad al imperativo de una mayor igualdad. Vemos asf en el caso francés que la prime- ra gran ley sobre los seguros sociales, la de 1928, sera presentada por sus promotores como si hubiera “nacido, inmediatamente des- ués de la guerra, de la solidaridad que se habia afirmado entre las Uifetentes clases sociales; de la voluntad de conceder a aquellos que hhabian defendido a la patria en Jas trincheras, a aquellos de las cla- ses populares que habian tenido que defender simplemente el pattie monio comiin, la ayuda necesaria en los malos dias; del recuerdo de los esfuerzos que habfan realizado; de una gean idea de solidaridad nacional” *1 Idénticos argumentos serdn empleados en todo el conti- nente europeo para justificar las reformas sociales de la época. ‘Norteamécica misma saldré profundamente cambiada de la prues ba. La relacién de los nosteamericanos con el impuesto y la redis-~ tribucién sera conmocionada por el compromiso en esta Primers Guerra Mundial. El Revenue Act de 1917, que aument6 el impuesto sobre el ingreso pata finariciar el esfuerzo de guerta, fue presentads como un medio para “hacer que la distribucién de las cargas piblis cas fuera més igualitaria”.* En el momento del voto de Ja ley se habja hablado significativamente de una necesaria “conscripci6n dé Ios ingresos” o de una “conscripcién de la riqueza”, en el momento ten que los j6venes se encolaban en masa. “Que los délares también mnueran por la patria”, habia proferido un parlamentario en esa oca* § sidn.!? Este llamado al patriotismo fiscal contribuy6 poderosamen: te a legitimar del otro lado del Atlénti¢o el incremento del rol del impuesto progresivo sobre el ingreso. Concebido primero como ur instramento de imposicin Ginicamente sobre los muy altos ingres 50s, este filtimo se convirtié progcesivamente en wn instrumento fit cal indisociablemente universal y redistribuidor. Universal, porqug tl impuesto terminard por ser pagado en 1944 por los dos terciord nation en Allemagne et en France de 1792 a 1918, trad. francesa Dominigue Lassaigne, Paris, CNRS faitions, 1997. 4 “41. Laurent Bontevay, Journal officiel del 18 de abril de 1930) Débats parlementaires. Chambre des députés, sesion del 17 de al 1930, p. 1945. “42, Véase Steven Bank, Kirk Stark y Joseph Thorndike, War i ‘Taxes, Washington DC, The Urban Instivute Press, 2008, p. 61. "43. "Let their dollars die for their country too”: expresion debidat@) representante de Kansas, Edward Little (ibid. p. 62). ay 44, Véase Jame: “Buyif ‘Véase James T. Sparrow, “Buyiiig our boys back: the mass foun- Htion of fiscal citizenship in World War I", The Journal of Policy His- 5, Vns Carolyn C. Joes, "Masbate income taxation: creating ©, 1940-1952”, en W. Elliot Brownlee (di), Fu Modern Arnrican State, 1941-1995: The Rise nd Fal of he Bees Pres, 1996. 16 1919- Tre ee Om 1@ Conferencia de de 1919-. “< encia de Paz, el 25 de mat Sec Les tabaladores proseguist ein profoadarsir Bonin ese ag Condiciones de vida tal como eran antes de a san te poe cde if Y de incignacién, Bl conjunto del orden ces mia ith Politic y econémico, esté puesto en entdicho ni cL anangee ates de una punta a otra de Europa. ™® Por ona oy fe habla anf ertbsio habia aumentado considrablemente wrass babian ascend vertiginommeres cere ee snd Posgueta. Habré 8,3 millones desincialsades oO guts 4,1 millones antes de la guerra. Los efectivos se waht Por ues en Alemania, alanzando 7,3 miloses yore soe ait de mucho més abajo (pasando de 400.000 « 1¢ 46. Citado por Antoine Prost, sue Cia w "ost, “Le bouleversement des sociétés”, e thane Audoin-Rouzeau y Jean-Jacques Becker brag gn Grande Guerre (1914-19 eral 18). Histoire t culture, Pasis, Bayaed, 2004, = « La desindividualizacién del mundo La revolucién de la redistribucién fue posibilitada por las con- diciones hist6ricas y politicas que hemos mencionado. Pero simul- téneamente fue el fruto de una revolucién intelectual y moral que Ia hizo posible. En efecto, ella participé de un trabajo de desindi- vidualizacién del mundo, fandado en una ruptura con las visiones precedentes de la economia y de la sociedad, que condujo a reeva- luar el lugar anteriormente concedido a las nociones de responsabili- dad individual o de talento en la vida social, y finalmente condujo a echar una nueva mirada sobre la misma empresa. UNA REVOLUCION SOCIOLOGICA Y MORAL Fue también una nueva percepcién de la naturaleza de las socie~ dades la que condujo a fines del siglo xnx a reevaluar las ideas de igualdad y de solidaridad. Cambio cuyo vector ¢ intérprete fue la sociologia naciente. En 1877, Alfred Espinas publicaba Des soci 1és animales, donde invitaba a comprender las sociedades humanas como organismos vivos, realidades colectivas complejas, y no yux- taposiciones de individuos soberanos.? Emile Durkheim diré de este 1. “La idea de sociedad -escribfa es la de una ayuda permanente {que se prestan para uiia misma accién seres vivientes separados” (Des, Sociétés animales, Paris, Baillére, 1877, p. 123). “El individuo -con- clufa—es la obra més que el autor de Ia sociedad” (ibid., p. 433). 232 LASOCIEDAD DE IGUALES libro que habia constituido el “primer capitulo de Ia sociologia”,? y construiré su obra a parti de las instituciones y los principios que lo organizaban. “Es preciso que nuestra sociedad tome conciencia su unidad orgénica -subrayard en su primer curso-; que el indivi- ‘duo sienta esa masa social que lo envuelve y lo penetra, que la sienta siempre presente y actuante, y que este sentimiento regule siempre su tas palabras de Durkheim eran las de su época. Albert Sehaeffle en Alemania, John Atkinson Hobson o Leonard Trelawney Hobhouse en Inglaterra, Alfred Fouillée en Francia: estos padres fun- logia en Europa pensaron al unfsono Ia sociedad bajo la apariencia de un todo orginico. No bien uno se sumerge pre- cisamente en esta vasta literatura, las diferencias de sensibilidad o las divergencias te6ricas entre estos autores resultan masivas. Entre los simples usos metaféricos de Ia analogfa organicista y sus interpr ciones realistas hay un abismo. El organismo contractual de Fouillée tes muy diferente de los cuerpos sociales concebidos por Schaeffle. Pero en todas los casos se oper6 una clara ruptura con las visiones liberal-individt , es en el modo de tuna cultura politica y de una filosofia social difusa como el nuevo abordaje produjo sus efectos mas directos, aunque también se bid en el movimiento de cons de la sociologia. ‘en Alemania, fabianos y nuevos liberales en Gran Bretatia, republicanos s i rentes corrientes indisociablemente intelectuales y politicas conver- gieron a fines del siglo xn para reformular en términos conexos fa cuestién de la constitucién de 1o social. La visién de un m uesto de individuos soberanos y autosuficientes cedi6 con ellos ‘un abordaje fundado en la idea de una interdependencia Mancha, Hobhouse consideraba de manera semejante que cada individuo estaba constituido por la “atmésfera social” que lo rodes- inaugural de su Cours de science sociale (1888), en La Science sociale et Action, Paris, PUR, 1970, p. 97. 3. Ibid, p. 109. 4, Léon Bourgeois, La Politique de prévoyance soci Fasquelle, 1913, p. 68. Norgate, 1911, p. 126 [f Alfaro, Granada, Editorial EL SIGLO DE LA REDISTRIBUCION 233 bas La revoluci6n pasteuriana validaré de manera rs percepcign de un individuo fundamentalmente social, “Gracias a Pasteur ~subrayaba asf Bourgeois— es como la nocién de una pa 5 humanidad pudo revelarse y pasé a las mentalidades. Es fen hizo concebir més exactamente las relaciones que exist hombres d quien probé de una manera def cia profunda que existe entre todos los sere; él quien, de una manera decisiva la doctrina microbi paperless Punto cada uno de nosotros depende de la inteligencia y de la a lidad de todo el resto.”* Con Pasteur, como con Espinas ya antes que él, la ciencia volvia a ser “progresista”, aliada sustancial de k reformadores sociales.” =~ Las nociones de derecho y de deber, de mérito sponsabi- lidad, de autonomfa y de solidaridad, van a ea cence redefinidas en este nuevo marco. Convertido en algo pensable, el Proyecto de una igualdad-redistribucién iba a ent ' : sociedad. En efecto, cada individuo debia 20a wabsjo acumulado dela humenidad én 9 00 no; ves a mundo cargado de obligaciones de todo tipo para con la soci Esto era verdadero para los sel gue vend el sede sigue arando todavi amigo Fe leos mas ventajo- sos. De ahi la necesidad de lo que el autor de La Science sociale con- 5. Leonard Trelawney Hobhouse, Liberalism, Londres, Williams &¢ 6. L. Bourgeois, La Pe 1, op. city p. e de fa sol te La Propriété sociale et la démocratio, Paris, + “Gutenberg sigue imprimiendo todos los libros ~emporaine, sa obra fundador Teiforaie u bra fundadra lamaba una “justia reparat eas tambien legitmaba cnet peesperra el exec de una progresivi i 1a progresividad del impuesto. “El uso que hacen los hombre¢: y el beneficio que extraen d ban del conjunto del instru i Honan frie Aa ncaa cin prevamene aga, edi a os fae sus baz} spon al aj ysis I foun et en conden my eneficiarse del instrumental social, a la bt ave pose un capital inelecaly materi rhea progresién en el Benfcio que extaemos dl instrumental sociah # medida que disponemos de medios de accién mas fu para Por lo tanto, es equitativo a de cont. yada rl a encontrat un sistema de contr . enga en cuenta esta progresién, poniendo ch propor cig a ela a nrg de ead uno."8 abo ended lovato ifs, De et manera pogenied del pun sultaba comprendida como una esti medida de ju cde sinada a hacer el bal cin estaba des lance de las cu ta dcada ano, tnd a ada ino a vcombaar st den dad 8 el impuesto progcesivo corresponda 9. Id, La Science sock sve Eg Scenes sociale contporaine, Dart, Hache, 165 iat sb en ors obra de slocnta ie a Soil ew tocologe ror, Pac Ala 190, en I al cromatn ls Puede ese que A, Fuiléz0 ourgeois reencontraban con exos tes suns one noice Re re Leroux, a quien se puede consi M dteclide. ae Los : ferar como el precursor del sl ssn, Vests en parla expscones voor nied dl bajo modems (4 Caras de M. Aga Pa, 148 S70, ee eee nas generac neo (id pp 270243) gaa ya fetid (De Peal, 1848) eel qu econ es homie 10.1éon Bourgeois, “idee de soi ds Ho Bourn, “ides de oda ae contguencs soc le cones de ems de 103 tn Essai d'une philoso de slr Pas, Alcan, 1902, 9.93.98 Toad oc du i, E home i Bourget depstai dew hee de ur ds cunt inate In oad ‘conju; conten guleraun ae, scoseia par lo qu no pula Sen por a tab y erode at oeracone anterior provoyncs sol sop hsp 6 Bata nolo de fa exigencia de “pagar la denda tort ° 6 Este wltimo ‘Se redistribuci6n. Este sltimo permitia rerado por el mercado, derivado por Jo tanto de los principios de libertad personal y de propiedad priva- Ma por Ia consideracién de la dimension ‘socializada de la produc- i PMroderna. Esta fue comprendida comb, fundada en un sistema ‘Ge interdependencias, en el cual era ‘imposible aislar Ia parte de cada seo. Hlobhouse se buslaba asi de Ja retensiOn del self-made man € cavara hasta los funda- “de ser el vinico artesano de su éxito. repos de su fortuna decia~, seconocetia aie Ta sociedad la que “Fefiende y garantiza sus posesionesy Y QU. fila es Ia socia necesaria “peu ereacion.”!? Bourgeoks resumia Ix ‘cuestion observando abrup~ ‘La cuenta individual es imposible de hhacer”.!3 Los dos grandes te6ricos norteamericanos de la reforma fiscal, Richard iy y Edwin R. A. Seligman, eambiée justificaban de esta manera su progresivo sobre alegato en favor de a introduecién de wn impuesto ay Bireso. “No existe nada que Se pareara ® Ue ‘produccién estric- cine individual de riqueza en el mando moderno”, escribia el primero." Esta idea de que la produccién moderna era social en it cambién estaba en el corazon de Ia rargumentacion de Selig- mnan.l3 Sobre la base de semejante percepcién de la organizacion wets economéa, Ios dos autores habian Tlamado a sus contempo- *, concepeién del impuesto-intercambio (benefit Ja de un impuesto redistibutivo."¢ tructural en el principio ‘orregir el reparto del ingreso oP raneos a rechazar Yoctrine en inglés) para adoptar Genda permite a Bourgeois conciliar una visGh iberal” (limitacién de {a igualdad a un principio juridico de equivalencia) y una sensibilidad ta” (que va en el sentido de una igualda real). citi Glotlbouse, Liberalism, oP. cts P 190. TET, Bourgeois, “idee de slidaritt.” le Ax Richacd T. Ely Taxation in American States ov York, Crowell, 1888, p. 15. £ ease su obra de referencia, Limpot progres ase Megancesa de Antoine Marcas Pari 4p. 110. 1d Cities, Nueva if en théorie et en pratique, Giard 8 Britre, 1909. 75, veanse los trabajos de Ajay K. Meron, “Envisioning the modes American fiscal State: progressive<'a ‘economists and the inte- Maekeal foundations of the US income ts UCLA Law Review, vol. 52, n° 6, agosto de 2005, y “The ipnellectual foundations of the modern soa cca geal State”, Daedalus, vol. 138, n° 2s PAmavess de 2009. —— 236 LASOCIEDAD DE IGUALES Elimpuesto progresivo derivé en todas partes de la difusién de esta nueva percepcién de la economia y de la sociedad. Percibido de esta ‘manera, fue coricebido como un instrumento necesatio de socializa- ci6n, corrigiendo el sesgo de privatizacién e individualizacién de los mecanismos de mercado, Por lo tanto, la justicia social no se apoyaba ya en un imperati- vo moral de caridad: era reclamada por la estructura misma de lo social. La nocién de solidaridad en el orden socio-econémico y la de ciudadania en el orden politico tendian de tal modo a superponerse: la sociedad era doblemente comprendida como un cuerpo. De ahi el desarrollo simulténeo de las nociones de derecho a la existencia © de minimo de existencia garantizado'? que emergieron durante este periodo. Lo que se Ilevé a cabo por este sesgo es una verdadera redefinici6n de la idea republicana. “La Repablica —resumfa Bour geois- no es solamente el nombre de una institucién politica, sino el instrumento del progreso moral y social, el medio continuo de disminuir la desigualdad de las condiciones y de inérementar la soli- daridad entre los hombres.”!® A través de los diferentes mecanismos del impuesto y del Estado providencia, la preocupacién de una mayor igualdad va a ser direc tamente remitida a la figura del individuo social. Al mism po, lo que se impondré es otra mitada sobre el Estado. La visién anterior de una burocracia tendencialmente pardsita dard paso a uuna concepcién positiva de su rol. La extensién de éste podré ser reivindicada como una condicién de realizacién de las libertades y de la solidaridad. Los gastos piblicos, y por lo tanto el impuesto, resultardn de tal modo indexados en los progresos de la democraci Formulando una “ley” famosa, Adolph Wagner explicaré que esta extensién obedece a un movimiento de civilizacién, identificéndose la moderridad con el desarrollo de un proceso de socializacién.” 17. La primera es teorizada por Adolph Wagner en Alemania (véase su Traité de la science des finances, t. I, trad. francesa de Paul Hallie, e, 1912, p. 39 y ss.) y por Alfred Fo et la sociologie réformiste, op. ci por Fouillée y Bourge: 18. Discurso programatico del 4 de noviembre de 1895 en la Céma- ra de diputados (Journal officiel del 5 de noviembre de 1895, p. 2268). 19. Véase A. Wagner, Traité de la science des finances, t. pp. 362-363. EL SIGLO DE LA REDISTRIBUCION 237 En Gran Bretafia, los nuevos liberales también se convert campeones de esta teoria del Estado emprendedor-redistribuidor2? En cuanto a Estados Unidos, Seligman Ilegard a decir que lo que funda el pago del impuesto es el hecho de que el Estado se haya convertido en una “parte integrante de cada individuo” 2" En conse- ccuencia, las nuevas representaciones de lo social realmente desempe- faron un papel de motor para cambiar Ja percepci6n de la igualdad ¥ permitir el establecimiento de instituciones inéditas de reduccién de las desigualdades. El proyecto de una sociedad de redistribucién incluso se inscribié en la nueva percepcién de la nacién que hemos mencionado. En vez de percibir a ésta tinicamente en la forma de una identidad hereda- da, condujo a considerarla de manera activa, como una construc- ién democratica que se debia realizar. Hablando de la pa geois subrayaba con este criterio: “No debe consistir tan sélo en la resoluci6n de defender la Patria contra los peligros de afuera; frente 4 ésta hay que cumplir un deber més completo, un deber tanto aden- tro como afuera, un deber de justicia, de paz, de fraternidad, porque adentro la paz y la fraternidad siempre estén en peligro”.2 En este sentido, también a las reglas de justicia y a las instituciones de redis- tribuci6n se les solicitard que produzcan la nacién, LA SOCIALIZACION DE LA RESPONSABILIDAD “Ser solidarios es ser responsables unos de otros”: esta f6rmu- la de un diatio del cuarenta y nueve® adquirird todo su sentido a fines del siglo xax. El hecho de que la sociedad sea definida como un sistema de interaccién y de interdependencia va a conducir a aban- donar las concepciones anteriores de la responsabilidad in 20. Véase James Meadawcroft, Conceptualizing the State, Innova tion and Dispute in British Political Thought, 1880-1914, Oxford, Cla- sendon Press, 1995. 24, Edwin R. A. Seligman, Essays in Taxation, Nueva York, Macmi- llan, 1895, p. 72. 22. L, Bourgeois, La Politique de prévoyance sociale, t. op. cit, p. 0. 23, “Doctrine de la solidarité”, La Solidarité, 25 de octubre de 1849, imponer su cent estard en el cor encontrar su primer accidentes del trabajo (véase supra p. 212). Sobre fa responsabilidad personal de manera extensiva. Después de veinte afios de asperos debates, una ley de 1898 habia roto con ese régi- garantizando a los obreros una indemni- e, cualesquiera que fueren las causas y las falta directa del patrén esté probada'o 9 la contribucién de las empresas en no (el sistema era financiado tun seguro colectivo obligatori Era el reconocimiento oficial y solemne del hecho de que la sociedad industrial moderna requerfa modos de regulaci6n is debido a la complejidad de los mecanismos que la regi a de la época sobre esos accidentes de trabaj patrén, en efecto, no podfa ser probada sino en el 12% de los casos, y la del obrero en el 20%, dependiendo el 68% restante de un caso fortuito o de fuerza mayor? Por lo tanto, el 88% de los acciden- tes estaban a cargo juridicamente de los obreros, pero sin que su considerar que el accidente era la contraparte de un riesgo , el seguro permitia tratar en la préctica un problema soci tener que estatuir sobre el funcionamiento complejo de un cor de procedimientos y de mecanismos estrechamente asociados. vida moderna, més que nunca, es una cuesti6n de riesgos ~habla comentado el gran jurista Raymond Saleilles-. La cues infligir una pena sino saber quién debe soportar el perjui to de vista penal esté fuera de cu: el dni es el punto de vista social. Hablando con propiedad, no es ya una 24, Estadistica oftecida en Vincent Viet, Les Voltigeurs de la Répu- blique. inspection du travail en France jusqu'en 1914, Paris, Editions du CNRS, 199. Jo tanto a ponductas individuales. justificaba for e¢ Ia retencion fiscal, se afi seguros estructir ibn del peso de de cada uno (2: tal complementat redistribucién mente soci jsmo camino, proble~ rente de “soldados segurables, formas de redistril -almente igt cares en la determine ae fc a a forma de ‘redistribuci6n horizor eeaterior redistribucion vertical APOBREZA, VA MIRADA SOBRE 1 LUNA NUEY/LAS DESIGUALDADES ado providenci ; nes de a sdexado sobre el hecho de que I a or “elas desigualdades apareci6 progres's* aE modo de organizacion de Ia socks a Fndvidales objet oy enue etal es rade cada 17 xc socialite mundo ea Les Accidents de 25, Raymond ie objecive del re Pune théorie of Workmen's Compensation in Tventeth tas ter W. J. Bartrip, nen’s : Brita ne ae om Sand . Pol ‘Oxford, Clarendon Press, of industry: Industrial Compensation POU 1983. —— 240 LA SOCIEDAD DE IGUALES i6 a universalizarse en la primera mitad del siglo xx, sustentada por una nueva representacion del orden de las cosas. Este giro fue particularmente sensible en Inglaterra, alli donde las diferencias de clase eran a comienzos del siglo las mas marcadas de todo el conti- nente europeo. La evidencia del cardcter masivamente heredado de la riqueza en este pais (donde la propiedad inmobiliaria rural estaba ‘casi caricaturescamente concentrada) no dejé de alimentar la reivin- dicacién de reduccién de las desigualdades. En uno de los grandes clésicos del pensamiento social inglés, Equality,?® Richard H. Taw- aba que era simplemente la marca de una “sociedad 0 de desigualdades estructurales. Si bien al reconocfa que las diferencias individuales eran fuente de energia fa para la sociedad, éstas, consideraba, no tenfan razén de ligarse con fuertes desigualdades sociales, e incluso que desempefia- Han tanto mejor su papel dinamizador en la medida en que estas ‘ltimas fueran reducidas. La mirada dirigida sobre la pobreza igualmente fue modificada. ‘También aqui los britdnicos dieron el tono en Europa. Luego de Tawney, los neofabianos de la posguerra como Anthony Crosland, Richard Crossman 0 Roy Jenkins teorizaron la necesidad de una marcha hacia [a igualdad y vieron en la pobreza el resultado de un disfuncionamiento social. Un profesor de la London School of Eco- nomics, Richard Titmuss, encontraré en las décadas de 1950 y 1960 las formulas que darén el tono de la sensibilidad laborista sobre la cuestién.2° Se habfa convertido en el campeén del derecho de los pobres a beneficiarse sin condiciones de los subsidios sociales, ya que a sus ojos su situacién era la simple resultante de un sistema econémico culpable. A la pregunta “gpor qué son pobres?”, habfa respondido de manera impactante: “Son pobres porque nosotros no 28. La primera ediciOn es de 1931. A menudo reeditada, Ia obra desempeiié un papel determinante en la formacién del corpus ideol6gico del laboris 29. Véase la obra colectiva que publicaron, New Fabian Essays, Lon dees, Turnstile, 1952. 30. Sobre su obra y su influencia, véase John Vaizey, In Breach of Promise. Gaitskell, MacLeod, Titmuss, Crosland, Boyle. Five Men Who Shaped a Generation, Londres, Weidenfeld & Nicolson, 1983, asi como Nicolas Ellison, Egalitarian Thought and Labor Politics. Retreating Visions, Londres, Routledge, 1994. F EL SIGLO DE LA REDISTRIBUCION 241 nos preocupamos por ellos, porque somos una sociedad muy desi gual [...], porque no aceptamos pagar més impuestos [...], porque no aceptamos frenar nuestro apetito para consumir cada vez més. Porque realmente no deseamos una sociedad més igualitaria”.31 Era dificil estar mas en las antipodas del liberalismo conservados, que no habia dejado de resaltar que la pobreza era el fruto de un feacaso 0 de una falta, 31, Richard Titmuss, The Meaning of Poverty, citado por David Reisman, Richard Titmuss, Welfare and Society, Londres, Palgrave, 2001, p. 189. AA fines del siglo x1, el reformismo social-redistributivo habia constituido una alternativa al impulso nacional-proteccionista que habia surgido frente a la primera globalizacién. Pero en el perfodo entre las dos guerras encontrar nuevos competidores en su camino. Si la guerra de 1914-1918 provocé un impacto que abrié nuevas posibilidades en materia de solidaridad, también acarreé una radi- \ci6n inédita de la critica del mundo liberal-capitalista, que los regimenes totalitarios pretenderdn encarnar. La Revolucién de Octu- bre dio carnadura primero a la utopfa comunista, abriendo la via a tuna visién més audaz del ideal igualitario. Alemania e Italia, por su parte, también pretenderan reinterpretar la ambicién socialista. El fascismo y sobre todo el nacionalsocialismo pondrén el continente europeo al rojo vivo, atrayendo y seduciendo a numerosas mentali- dades. Van a volver a instalar en el orden del dia, exacerbandolo, proyecto de una igualdad concebida como identidad y homogenei- dad del pueblo. LA TENTACION RESURGENTE DE LA HOMOGENEIDAD El régimen nazi condujo a las formas mas monstruosas del nacio- smo racista, de las que el antisemitismo estatal constituye la mas, terrible de las ilustraciones. Pero no se traté solamente de un des- lizamiento en el horror y lo irracional: fue en nombre de una con- cepcién pervertida pero precisamente teorizada de la igualdad como el régimen nacionalsocialista legitimé su accién. Los conceptos cla- vves que unieron su filosofia politica y su teoria social fueron los de 244 LA SOCIEDAD DE IGUALES identidad y de homogeneidad. En términos politicos, la idea de un pueblo soberano homogéneo pretendia romper tanto con la visién aritmética e individualista subyacente a la idea de poder mayoritario como con los ideales deliberativos del parlamentarismo liberal. Para Carl Schmitt, que teorizaré la cuestidn, la democracia debia definir- ‘se como expresin y valorizacién de una identidad colectiva. “La igualdad democratica -escribia~ es esencialmente homogeneidad. La homogeneidad de un pueblo.”! liste sera uno de los grandes temas de su obra. En varias oportunidades hablard de una “democracia que descansa en una igualdad y una homogeneidad sustanciales” ? Por consiguiente, su ideal era légicamente el de la bisqueda de una expresion undnitne, de la manifestacion de un pueblovuno, De ahi surge, en él, la valorizacién de 1a aclamacién ligada a la figura de tun pueblo reunido, que se expresa con una misma voz, en oposi- ian aun procedimiento fandado en el recuento de las cxpresiones individualizadas en la cabina electoral. “La fuerza politica de una democracia ~escribfa como consecuencia de estos puntos de vista se manifiesta en su capacidad de apartar o de mantener alejadg al extranjero y al no-semejante, al que amenaza la homogencidad.”} Al representar un mundo necesariamente escindido entre amigos ¥e ‘migos, invitaba por lo tanto a concebir la igualdad como un prin io de absorcién de los hombres y las mujeres en una masa unida ¢ istinta. Los nazis seguiradn al pie de la letra este imperativo, radi- calizandolo al extremo. ‘La homogeneidad-igualdad de la que habla Schmitt, en conse- guencla, no eritabs de um conseago vgn uaa conGomtacon 0 de un acuerdo negociado sobre reglas de justicia. Era vinicamen- te de orden sustancial. “El nacionalsocialismo ~dird de manera aprobadora~ cuida cada sustancia verdadera del pueblo alli don- 1. Carl Schmitt, Théorie de la Constitution (1928), trad. francesa de lyane Deroche, Paris, FUE, 1993, p. 371. Observemos que igualdad se dice en él Gleichbeit, y homogeneidad Gieichartigheit. Las dos noc ‘nes, por lo tanto, estan completamente asociadas [trad. cast: Teor la constitucién, tad. de Francisco Ayala, Madzid, Alianza Edit 2 ees focmlcion que se encuentra en Parlementarisme et démb- cratie (1923), trad. francesa de Jean-Louis Schlegel, Par p. 108. 3. Ibid. EL SIGLO DE LA REDISTRIBUCION 245 de Ja encuentra, en el espacio natural, la raza (Stamm) o el estado (Stand)."* La urgencia, también escribird, es pensar la “cuestién de la sustancia de la igualdad democratica”.S La perspectiva anti- semita, con su locura exterminadora, constituyé el motor activo de esta percepcién sustancial, llevandola a su dltima definicién, La referencia a la raza la condujo a sustituir la idea de igualdad natu- ral por la de homogeneidad natural, haciendo al mismo tiempo de ‘a expulsi6n de una parte de los hombres fuera de la humanidad la condicién de produccién de Ia igualdad (mientras que la visién democrética de Ja igualdad, a la inversa, habia consistido en incluir en una misma humanidad a aquellos que estaban excluidos de ella). El vuelco de lo social en lo racial se incubaba desde fines del siglo XX, y ya habja encontrado su primera expresin en ciertas repre- sentaciones del enemigo en 1914-1918.6 Pero sélo con el nazismo se efectuard plenamente. Por eso, la homogeneidad comprendida de esta manera estaba en las antipodas de la igualdad democrética definida como redistti- bucién y relacién que se debe construir entre ciudadanos, En efecto, ella descansaba en la presuposicién de un trabajo ya realizado, y también posiblemente consolidado en el tiempo. Era fundamental- mente antipolitica, puesto que suponia resuelea la cuestion de la ins- tituciéa de lo social. Por esta raz6n la caida del nazismo, en 1945, no fue solamente la de un régimen. Ella rubricé la descalificacion rica de una perversién radical de la igualdad como identidad excluyente para reforzar el proyecto de una igualdad-redistribucién inclusiva como elemento central del espiritu democratico, ARO 1945, EL PUNTO CULMINANTE * El allo 1945 marcaré un punto culminante en la consagracién de la igualdad-redistribucién. En primer lugar, la victoria sobre el 4. Carl Schmitt, Ktat, mouvement, peuple (1933), trad. feancesa de Agnés Pilleul, Paris, Kimé, 1997, p. 48. “Sin el principio de la identidad facial ~insistré— el Estado nacionalsocialista no podria existit y no se Podkia pensar su vida jurfdica” (ibid., p. 59). 5. Id, Théorie de la Constitution, op. cit, p. 391, 6. Véase Juliette Courmont, L’Odeur de Penne, ‘Atmand Colin, 2010. 1914-1918, Paris, Rarismo apart6 el espectro de una homogencidad de exclusisisif esfuerzo de guerra y el reparto de los sactificios, una ven mis, in i sobre todo un sentido reforzado de la solidaridad. En este conte to la expresién “seguridad social” se impuso répidamente, Desle 14 de agosto de 1941, la Carta del Atlantico ostentaba de Mgarantizar a todos mejores condiciones de trabajo, la prespi dad econémica y Ia s hecho de la “abolicién de la miseria” una de las euatr en Filadelfia también habia deseado fervientemente la instalaciSa de una seguridad social protectora que inclayese el derecho » uh ingreso basico, considerando sobre todo que la pobreza constitus un “peligro para la prosperidad de todos” y que convenia garats fizat la Nigualdad de oportunidades en el campo educativo y pro. fesional”. Al mismo tiempo, el capitalismo era severamente city do. Henry Morgenthau, secretario de Estado norteamericano en fi Tesoro, por ejemplo, habia advertido en la Conferencia de Bretton ‘Woods que los gobiernos no podrian ya contentarse con protege & los pueblos de sus efectos negativos,7 En Francia, ls documenene jussidos del Consejo Nacional de la Resistencia habfan subrayade {a necesidad de reformas radicales de estructura, Sobre este punto, ¢l acuerdo era muy amplio, mucho més alld de los circulos de by izquierda. El Movimiento Republican Popular (MRP), nutrido de catolicismo social, hablaba en su Manifiesto de 1944 de establecer Tez conomia dirigida por un Estado “liberado del poder de aque. los que poseen las riquezas®. En Alemania y en Italia, los dene, {rata cristianos estigmatizaban de forma semejante el capitalismo, Hecho significativo del perfodo, ningin partido liberal partidario de {2 economia de mercado lograré tomar en Europa la jefatura de was coalicién gubernamental entre 1945 y 1950, Tas teformas de la inmediata posguerra estardn impregnadas de este espiritu, Desde 1942, el informe Social Insurance and Allied Services de William Beveridge habia dado el tono. Al formular d Programa de una liberacién de la necesidad como “objetivo prac- Sicable de posguerra”, habia invitado a su pais a preparar le pay Jeon Gare Jobn Ukenbersy, “Workers and the World Economy”, Foreign Affairs, mayo-junio de 1996, objetivo eguridad social”, mientras que, en su mensaje al Congreso del 6 de enero de 1941, Franklin D. Roosevelt ya bath libertade Agere Recesario rescatar. Tres aftos més tarde, en mayo de 1544, {2 Conferencia Internacional del Trabajo que se habia celebrate tiando la batal abs 8 “Cada ciudadano -escribia— la batalla causaba estragos. ‘ard tanto mas dispuesto a consagrarse al esfuerzo de guerra en medida en que sienta que su gobierno leva a cabo planes para un inedida en que si retaiia”, cuyos contornos dibu- undo mejor.”? La “Nueva Gran Bretafia”, cuy¢ iba, debia asi naturalmente derivar de los sacrificios compartidos y di PF las pruebas vividas en comiin.1° Sobre el fondo, proteccién con- jelas pruebas vivida a los riesgos sociales y redistribucién de los ingresos eran perci- ids en él como ls dos aspecos complementarios de las acciones aie se debfan realizar. Y al mismo tiempo erigia Ia re jgualdades como eje central de la pol ondmiea que eno ee Tots ls bins, ios 0 pobre, so au es ante las ‘alemanas, decia con muchos otros, llamando a ; ae vsenar todas las consecuenias de eta soldeidad fora La verdadera revolucién social cuyos principios habia fo hacia asi sino protongar y traducir el ‘econémica que tanto Sespiritu de Dunkerque”."? érmi srcanos en Francia, Las cosas serdn percibidas en términos muy cercanos en institucién de un sistema de seguri- informante del proyecto de institucién nema de seg fad socal también habia hablado de una contrapartida necesa: del coraje y de la abnegacié: dace en ‘onal, destinado a adueltse en una “redistribucién del ingres0 nacional, destinado indi smodados las ingreso de los individuos acomod oe ee eecue los recursos de los trabajadoreso de las familias desfavoreeidas” 12 El término “revolucién necesaria”, ps mmilias desfavorecidas”. a el nnifestados en la lucha conta el ide fraternidad de la Resistencia debia esp sumas 8, Véase el capitulo “Abolition of want as a practicable post-war je fices, Londres, aim” de su informe Social Insurance and Allied Services, Lon 1942, pp. 164-170. 9. Ibid., p. 171. wy New é 1m Beveridge, “A new spirit for total war suinlans rhe Pls of Secity ond Others War-Tie Bsr and tain”, en The iy a : ie ina Ano de 1940 ae habia hablado en Gran Bretaba del pti de Dunerq” par eae io esol in crendn por gers (on efeenin an aceon dels miles de hom- free cat habian stravesado con herofsmo Ia Mancha para ayudar ala acacign de Tos 300,000 soldados briineosarapados por ls top aera byl Debate PAstomblée consubative proviso, . Journal officiel. Dée del 31 de julio de 1945, p. 1674. en una visi6n de mds alld de tan En consecuen {o que progresivamente se impuso es también otro Bbordaje, je la empresa. Autores como Andrew Shon- itld, John Kenneth Galbraith o Peter Drucker expresaron claramen- la‘aueva mirada que se daba sobre ella en la década de 1960, en fiomento en que el modelo social-redistributivo estaba en su apo- Por lo tanto, se los puede tomar como gi €5 comprensible que lag esas scl © poli smo y capitalismo hayair ai A.conv lecadas de 1950 y 1960; en de Foxes en este igacién Ievada a cabo en Norteamérica y en Europa, el Ia gran empresa privada moderna como una la de funciones que superan la res y hasta en ocasiones incompatibles con el ‘cada vex més a evocar el comportamiento de jones piblicas”.24 Aunque la competencia no haya desapart Uo, este tipo de gran empresa, estimaba, habia emergido gracias a su capacidad, debida a su gran tamafio, de “dominar el mercado”, siglo xx por de 1945 les hi © ue realmente signifcaba ma Pagina de ese siglo y des mucmrado, OP de Karl Polseyt SeSeada q ¢s decir, de no estar ya sometida a los movimientos desorganiza~ to fresco gu fo, ttt significativamente a1 dores de corto plazo. Yendo todavia més lejos, estos autores con- a vyergian para considerar que el tiempo de Ia economia de mercado, en adelante, habia pasadi | moderno ~decia Esta planificado en parte por las grandes empresas y en parte por el Estado moderno. Debe ser planificado, ya que la tecnologia y la organizacién modernas no pueden desarrollarse favorablemen- te sino en un marco de estabilidad, condici6n que el mercado no puede satisfacer.”25 Asi, para él, las empresas modernas se habjan vuelto organizaciones fe autnomas. Gracias a su eleva- da tasa de autofinas y plobalmente habfan logcado liberarse del poder de los accionis- ! Estado providencia fue i nio de las ic “°° Providencia fue indisoci: io de las ideas keynesianas en macreeent lable del predomi con el acento pues. -conomia, 24, Andrew Shonfield, Le Capitalisme daujourd’bui, trad. francesa BEE Towne Eoin op ops de Catherine Malamou eee aa, Saraat ead aun Mane Sogn, a Ge ames He La gran transformaciér Buenos ites, Fondo de Culeura is tad. de Rando Suds, présenta- iale de Lau- sanne, agosto de 1969 (retomado en Problémes économiques, 15 de enero de 1970, p. 14). 248 LASOCIEDAD DEIGUALES otra parte, se encontraba bajo nuimerosas plumas.!? Pero en ese momento los franceses en modo alguno tenian la sensacién de estar levando a cabo una obra original. “Todos los paises del mundo, en el impulso de fraternidad y de acercamiento de las clases que marca el fin de la guerra —decfa Alexandre Parodi, el ministro de Trabajo de la inmediata posguerra— se esfuerzan por instituir en provecho de los trabajadores y hasta en ocasiones del conjunto de su poblacién un sistema de seguridad social.” Las instituciones que se establecerdn entre las décadas de 1950 y 1970 no harén sino desarrollar y perfeccionar ese “espfritu de 1945” y las instituciones que le estuvieron ligadas, Ademés, en 1945, al igual que en 1918, un nuevo miedo a las revoluciones hacia su obra.¥5 Pero el sentido agudo de que habfa que honrar una deuda social contrafda en las duras experiencias comunes no dej6 dé constituir el motor esencial de la revolucién de la redistribucién que se operé entonces en los paises democraticos, en Europa en primer lugar. Fue en Gran Bretaiia'donde la prolon- gacién del ethos igualitario del tiempo de guerra fue la mas dura- dera, Los laboristas en el poder de 1945 a 1951, bajo la tutela de Clement Attlee, se habfan identificado con esta ambicién, Las tasas muy elevadas de la imposicién fiscal, tal como habfan sido esta- blecidas en 1941 y 1942, fueron allf mantenidas,¥6 y las reformas introducidas por el plan Beveridge acarrearon un cambio radical en la condicién obrera. El nivel de vida de las masas en adelante no dependia solamente de la remuneracién de su trabajo, sino que también se ligaba con el “ingreso social que percibfan como ciuda- 13. Véase, de manera emblemitica, el articulo programatico de sre Laroque, el Beveridge francés, “Le Plan frangais de Sécurité so Revue francaise du travail, n° 1, 1946. 14. Journal officiel. Documents de Assemblée consultative pra- visoire, sesi6n del 5 de julio de 1945, Anexo n° 507, p. 665. 15. La victoria simulténea de Ia Unién Soviétiea y de los Aliados planteaba la cuestién, como la constitucién de un bloque comunista en Buropa del Este. Al mismo tiempo, los éxitos electorales de los partidos, comunistas en Francia o en Italia tenfan un peso importante, 16, Véase Richard Whiting, The Labor Party and Taxation: Party Identity and Social Purpose in Twentieth-Century Britain, Cambridge, Cambridge University Press, 2000. le", EL SIGLO DE LA REDISTRIBUCION 249 danos” a través de los mecanismos del nuevo Estado providenci En cuanto a las propias desigualdades primarias, fueron considera- blemente reducidas en el espacio de un decenio. Luego de impues- tos, el poder adquisitivo de los salarios aumentard un 25% entre 1938 y 1948, mientras que el de las ganancias disminufa un 37%.18 En el mismo periodo, la imposici6n fiscal media sobre los ingresos supetiores a 10.000 libras (8.000 personas involucradas) pas6 de 43% a 76%; al mismo tiempo, no habia ya mas que 70 personas que dispusieran en 1948 de un ingreso personal después de impues- tos superior a 6,000 libras, jcontra 7.000 en 1938129 Una evolucién similar se produjo en los paises escandinavos ¥, aunque menos marcada, en Francia y Alemania. En todos los casos, el impuesto se convirtié durante este periodo en el instcumento determi- nante de las politicas econémicas y sociales.2° Més alld del espiriru de 1945, el poderoso ascenso electoral de los partidos de izquierda fina mente desempeiié bien su papel en esta evolucién, ya sea que se halla- sen en situacién de estar directamente en el poder (como en Gran Bre- tafia, Suecia y Noruega), o simplemente de estar asociados con ellos. Juntamente con los sindicatos, en todos los casos serén como minimo capaces de ¢jercer una fuerte presién sobre los gobiernos en los treinta ais que seguirdn a la guerra, Este cambio social por el impuesto y el Estado redistribuidor”* ademés, no se separ6 evidentemente durante ‘estos afios de la fuerte tasa de crecimiento en el continente europeo, } que desempeiié un papel permanente de “lubricante social”. ¢UN COMUNISMO ELEMENTAL? El movimiento de reducci6n de las desigualdades que se oper has- tala década de 1970, con el desarrollo de las formas de redistribucién 17, Richard Henry Tawney, Equality, 4* ed., Londres, Allen & 1952, pp. 143-144. 18, Ibid. p. 213, 19. Ibid. p. 214, 20. Véase Sven Steinmo, “The evolution of policy ideas: tax poli inthe 20h century”, British Journal of Politics and International Rela. ions, vol. 5, n® 2, mayo de 2003, 21, Véase Richard M. Titmuss, Income Distribution and Social Change, Londres, Allen 8¢ Unwin, 1962. ‘Autores COmO .cker expresaron claramen- ja década de 1960, en 9 estaba en 5 2PO- en una vision de la posliberal”, de a empresa. ‘ha Kenneth Galbraith 0 Peter Dro vsirada que se daba sobre ela en I 1 modelo social-redi de la izquierda intele ea da intelcralo cia entre socialis s comprensible que las teorias de cies i ee aan eae eae ‘Aron o Peter Drucker, rae 1360, en pluma a ee para a0 citar mde que ada a cabo en Ja gran empresa priva se considera como una insti ran la realizacié patibles con ella’ ortamiento de ciertas ‘no haya desapareci- cemergido gracias @ nat el mercado”, ¢ desorganiza- mas lejos, estos autores cons ia de mercado, cado. Tawney llegard incluso a reivindicar la expresi r la expresién “‘comunismd mmunismd elemental”? (rudi (rudimentary communism) il 0 y estas realizaciones, La {61 sit ee emery fimo yen . La férmula puede parecer i no ctr. Pero cavtament habia pid erwin da mor 6 liados del yy hasta en ocasiones incom Jada vex. mas a evocar el comp blicas” 2 Aunque la competen 7 de gran empresa, estimaba, rad, debida a su gran tamaiiO, St deciz, de no estar ya sometida @ Sores de corto plazo. Yendo tod: dovetan para considerar que el tempo ie Ja eco Vere clante, habia pasado. “El sistem industri co aati ya no ef esencialmente el de la scone Eats planificado en parte por las grandes empresas Bats Pig modemo. Debe ser planificado, Y0 2 forganizaci6n modernas nO Puc se favorablemen tecino en ua marco de esta mn que el mercado 0 wie sasface:”2S Ast, para él 1 ope was modernas se habian ae organizaciones relasivamente auiOn0or Gracias a su eleva vartea de aurofinanciamiento, recutsian Poo ‘al mercado burst pedido el tipo de li ‘La obra emblem: ine restituy6 el tono de la & is la Segunda Guerra Mundial ansformacis, de Karl Polanyi, estaré ‘iguicnivanen Seana ar ente compuesta como un vas- lespectacular ascensoy luego la inexorable x4 existiendo cuando Soe ado la experiencia ut6pica de un mercadi : is que un recuerdo." Beta vision se corporzaba lo de las ins con el dearotlo de sisi once de sogidad soc y luccién de las desigualdades. om a Be ser" Pe Ga mere Te Wel eé, EMPRESA COMO ORGANIZACION ‘del poder de los accionis- ui, trad, francesa dayjourd’h p.389. “El 24, Andrew Shonfield, Le Capitalisme is, Gallimard, 1967, La historia del toria del Estado providencia fue indisociable del pred le del predomi- de Bernard Cazes y Gérard Gefen, Paris, nio de las ideas keynesianas en macroeconomi i fa, con el acento pues- cin de las ganancia: tconcepto dé maximiza for su parte Peter Drucker (Mana8ere Ta por St ueva York, Harper & Row, 1974, ee 5 vein Kenneth Galbraith, “Le nouvel Sit industriel, présenta- de Lau- is, 15 de tion, ‘sanne, agosto de 1969 (retoms tenero de 1970, p14). de Catherine 321-322 [tead. ies, Fondo de Cultura Econmica, 2007], acd, 1983, Eduardo Sulver TT ne sanscraue ver ue Galbraith, esto tenia por consecuer, minimizar el rol del CEO. Para él, se habfa convertido en un sing engranaje entre otros de la organizacién. La prueba de esta con, cidn la constitufa el hecho de que era perfectamente intercambiap) “La jubilacién, a muerte y el reemplazo de un capitan de indus por importante que fuere, no tienen el menor efecto sobre la Gefh ral Motors o la Continental Can®.* El director general de una gra sociedad, por lo tanto, era naturalmente olvidado una vez que p tia, y “delante de él no tenia mas que la oscuridad del Estigia”. igentes, como el resto de los asalariados, se habfan convestido ef jombres de la organizaci6n”. No eran mas que sus servidores, Es la organizacién la que disponia del prestigio, y no sus miembrosy “La gran fitma moderna ~comprobaba Galbraith- dispone desu, prestigio que incita y alienta al individuo a aceptar sus objetivos en, vez de los suyos propios.”35 La socializacién de la responsabilidad y de la productividad que resultaba de este tipo de organizacién, a la manera de ver de Gal- braith, tenia como'consecuencia el desplazamiento de la cuestién social, La eficacia productiva de este sistema implicaba mecénica- mente una redistribucién y una disminucién de las desigualdades, y la mejorfa de la suerte de cada individuo quedaba indexada sobre sultados considerados colectivos.% Nadie podia tener la preten- in de poser derechos personales para acapararlos. Ciertamen- te, los directivos estaban mejor remunerados, pero solamente en el marco de una jerarqufa funcional de las capacidades (para ilustrar la situacién, recordemos que en la misma época Peter Drucker estima- ba que la jerarquia salarial debia limitarse a una brecha de 1 a 20). En el momento en que Galbraith escribfa, por otra parte, los direc- tivos no recibfan acciones y podia estimar que su nivel de salario gente ordinaria sea capaz de realizar cosas extraordinarias” (Manage- ment: Tasks, Responsabilities, Practices, op. cit» p. 455). 34, JK, Galbraith, Le Nowvel Etat industriel, op. city p. 10S. 35. Ibid., p. 162. “La identificacién tiene un gran porvenir en el marco de la tecnoestructura”, conclufa (ibid. p. 163). 36, Este tema es desarrollado por Galbraith desde su obra preceden- te, Libre de Vopulence (1958), trad. francesa de Andrée R. Picard, Paris, Calmann-Lévy, 1961 (véase en particular p. 97) [trad. cast: La sociedad opulenta, trad. de Carlos Grau Petit, Barcelona, Editorial Ariel, 1963]. fy consecuencia separa pian esta evoluci Jo que exa realizacion de ja emp j6n de los beneficios por. yal la realizacion de lo: " sai tecnico, Y erate " ,bjetivo meramente, mecinico, cas! poms "to de los intereses propios de los retro Ge las organizaciones se unia para 6 0 oa psicogiea de fos individuos spss de hacer benefiios eee xginales cuando dest 5 Yncluso si la linea divisoria entre ‘cin y 1o que dependia de una el ozden de a comprobac6n 1 Ga cl én st Ja evolucién venic Ae a a re a ban una vision de las or rasa mn ellos, expresal mente trazada en 10% Conjunto del mundo industria. © a ida en el Conjenle de esta representacion de ™ i odo era indisoci mente socializado. porvenit ‘convertirfa en un ol etal modo, el rein? asi muta oluntad Metibraith o Drucker no tenia ‘Rundo fundamental it, pe 2S. s..%, Galbraith Le None Bia industri - CB» 38. Ibid, p- 127. EE 252 LASOCIEDAD DEIGUALES tas, contentndose estos iltimos con percibir las “ganancias razo- nables” que se les pagaba. “La situacién de los accionistas, que los teéricos del liberalismo a veces presentan como un parlamento que dicta a los ministros lo que deben hacer, de hecho es mucho més comparable con un ejército disciplinado al que la ley autoriza a sublevarse contra sus generales si, y solamente si, las raciones Il gan a faltar, escribia Shonfield.2% Como no es mucho el crédito que demandan, no estan casi sometidas al poder de los bancos. Gal- braith hard la misma comprobacién, y miltiples trabajos de la épo- ca validarén esta apreciacién sobre el debilitamiento del poder del accionista en la empresa capitalista de la década de 1960.2” Gra- cias a su dimensi6n o a su monopolio técnico sobre cieztas fabrica- ciones, las empresas -estimaban estos autores— finalmente podfan manejar los precios. El cardcter privado de estas grandes empresas estaba incluso paradéjicamente comprendido como un factor suplementario que garantizaba su autonomia, Puesto que estaban teérica y legalmente sometidas al control de los accionistas, ningiin oto poder, en efec~ to, podfa tener la pretensién de imponer legalmente el suyo. Asty eran independientes del Estado, del mercado y de los accionistas. Ademés, su complejidad estaba considerada como un garante adi~ cional de su independencia. Ninguna persona exterior podia poseet suficiente informacién y pericia para contradecir las decisiones y las elecciones de estos gigantes, explicaba Galbraith. El hecho de ser gobernados por un niicleo de directivos especializados, que coordid nan un ejército de expertos de todo tipo, a los que dard el nom: bre que se hizo famoso de tecnoestructura, terminaba por hacer de tales empresas verdaderas organizaciones independientes. “Al quitar las decisiones a los individuos y localizarlas en las profundidades de la tecnoestructura, la tecnologia y Ia planificacién las sustrae & Ia influencia de los elementos exteriores”, resumia2# Preservadas de 26. A. Shonfield, Le Capitalisme d’aujourd’bui, op. city p- 390. 27. Véase otro clésico de la €poca, Edward . Mason (dit), The Gor poration in Modern Society, Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 1960. 28, John Kenneth Galbraith, Le Nouvel Etat industriel (1967), francesa de Jean-Louis Crémieux-Brilhac y Maurice Le Nan, Par Gallimard, 1968, p. 91 (trad. cast.: El nuevo Estado industrial, trad. Manuel Sacristén Luz6n, Barcelona, Planeta-De Agostini, 1986] trac F dels dicectivos, ELSIGLO DEL REDISTRIBUCION 253 las injerencias de esta naturaleza, las empresas eran paralelamente descritas como organizaciones anénimas en cuyo seno el poder era de esencia colectiva, por lo tanto independiente de toda direccién propiamente individual. “En la gran empresa moderna ~resumia Galbraith, el poder ha pasado, de manera inevitable e irrevocable, del individuo al grupo: ya que el grupo es el tinico que posee las informaciones necesarias ara la decisién.”®? La comprobacién se hallaba en el coraz6n de su descripcién de lo que asf conviene lamar una desindividualiza- ci6m del poder, al mismo tiempo que una socializacién de la respon- sabilidad.%° Esta transferencia del poder a las organizaciones tenia varias implicaciones para el autor de El nuevo Estado industrial, Ante todo, traducia la borradura de la figura schumpeteriana del empresario: “El empresario ya no existe en cuanto persona indi dual en la firma industrial evolucionada”.>" La tecnoestructura, ver dadero cerebro colectivo, lo habfa reemplazado. El advenimiento de este poder impersonal también traducia el hecho de que el éxito de 4a empresa dependia més de la calidad de su organizacién y de la pertinencia de sus procedimientos de gestién que de las capacidades excepcionales de tal o cual persona en particular. Por lo tanto, podia set totalmente competitiva no utilizando més que gente perfecta- ‘mente ordinaria, Aqui también vale la pena citarlo, a tal extremo el punto es crucial. “El verdadero éxito ~sostenfa~ consiste en tomar a hombres comunes, informarlos minuiciosamente, y luego, mediante tuna organizacién apropiada, hacer de modo que sus conocimientos se combinen con los de otros hombres especializados, pero igual- mente comunes. Esto dispensa de la necesidad de genios. El resul- {ado es menos descollante, pero mucho més previsible.”>? Por ello, 4a nocién misma de talento descendia de su pedestal. Drucker decia exactamente la misma cosa en esa época.3> * 29, Ibid, p. 108. 30, P, Drucker. habia presentido esta evolucién desdé la década de 1940. En The Future of Industrial Man (Nueva York, John Day, 1942) Sbservaba: “En el seno de la empresa moderna, el poder de decisién, ef no depende de nadie. Es un pod injustficado, incontrolado e irresponsable . Galbraith, Le Nouvel Etat industriel, op. cit, p. 82, 32. Ibid, p. 73. 33. El escribfa que “el objetivo de una organizacién es hacer que dimen nr emanera' ut ver dé Galbraith, esto tenia por consecueig alll minimizar el rol del CEO. Para él, se habia convertido en un si engranaje entre otros de Ia organizacién. La prueba de esta con; cién Ia constitufa el hecho de que era perfectamente intercambi “La jubilacién, la muerte y el reemplazo de un ci por importante que fuere, no tienen el menor efecto sobre la sacién”. No eran mas que sus servidores. Es la organizacién la que disponia del prestigio, y no sus miembrosy “La gran firma moderna ~comprobaba Galbraith dispone dewa, prestigio que incita y alienta al individuo a aceptar sus objetivos en, vez.de los suyos propios.”35 La socializacién de la responsabilidad y de la productividad que resultaba de este tipo de organizacién, a la manera de ver de Gal- braith, tenia como*consecuencia el desplazamiento de !a cuestién social. La eficacia productiva de este sistema implicaba mecénice- mente una redistribucién y una disminucién de las desigualdades, y la mejorfa de la suerte de cada individuo quedaba indexada sobre resultados considerados colectivos.%* Nadie podia tener la preten- sién de poseer derechos personales para acapararlos. Ciertamen- te, los directivos estaban mejor remunerados, pero solamente en el marco de una jerarquia funcional de las capacidades (para ilustear la sitmacién, recordemos que en la misma época Peter Drucker estima- bba que la jerarquia salarial debfa limitarse a una brecha de 1 2 20). En el momento en que Galbraith escribia, por otra parte, los direc- tivos no recibfan acciones y podia estimar que su nivel de salario gente ordinaria sea capaz de realizar cosas extraordinarias” (Manage- rasks, Responsabilites, Practices, op. ct p. 45S). 34.J.K. Galbraith, Le Nowvel Etat industriel, op. city p. 105. 35. Ibid., p. 162, “La identificacién tiene un gran porvenir en el ‘marco de la teenoestructura”, conclufa (ibid. p. 163). 36, Este tema es desarrollado por Galbraith desde su obra preceden- te, L’Bre de opulence (1958), trad. francesa de Andrée R. Picard, Paris, Calmann-Lévy, 1961 (véase en particular p. 97) {trad. cast.: La sociedad opulenta, trad. de Carlos Grau Petit, Barcelona, Faitoril 10 era extraordi fi, porvenir en el convertiria en Un fy consecuencia sepa fc tal modo, el reino | F ssi mutacion psicologica luntad de hacer benefic Galbraith o Drucker mente traza¢ igualitari jetsdo fundamentalmente 5 linariamente vn an |, cual la realizaci6n de los objetivo meramente, ado de los intereses propios de Me las organizaciones se unia Pat sien de los individuos, “separéndose icios entre los dizectivos- no tenfan nada de ovginss i ‘empresa, Incluso aren rolucion de Ja empmprobacién ylo gue even ia de ons on venidera no siempre oa n una vision de las cosas amp! ee del mundo industrial. El Ge yciable de esta representacion le beneficios por Ja empress mecénico, casi técnico, ¥ ios de los directives. para él a una del yo" la del orden de ‘én sobre la evoluciér dda en ellos, expresd cit, p. 125. 437.J.K; Galbraith, Le Nowwel Beat industriel, oP. cits P 38, Ibid. p- 127.

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