LA FORJA DE REBELDES
Hablar de la rebeldia de la juventud es un
t6pico. Pero es un tépico necesario, ya que la
Juventud se renueva cada dia en un proceso
temporal acelerado, que desconcierta a muchos
educadores. Los jévenes de 1964 son distintos de
Jos de 1980, y los de 1968 ya son diferentes de los
de 1964. Ya no son los “teddy boys” los que
marean la pauta, sino los jévenes “ye-ye”. Para
cuando escribo estas Iineas, los “go-go” estan
desplazando a los “ye-ye", y para cuando sal-
gan a la luz, probablemente seré otro el tipo de
jévenes que Inguiete al mundo, Y no se nos
ga que esta es una mera cuestién nominal,
pues esa es la actitud fécil de negar la realidad
de una cosa cuando no se entiende. Detras de
Jos nombres hay hechos, y tras un estilo o una
forma nuevos hay un contenido diferente,
Juan José Lopez Thor, uno de los intelectua-
les espafioles de la actualidad mas destacados,
publieé recientemente un pequefio tomito, “Re-
Deldes”, en el que analiza con amena sencillez
¥ perspicacia clertas caracteristicas constantes
de la juventud oceldental. Lépez Thor sefala,
principalmente, cinco notas: 1) Una discrepancia
y ruptura con el mundo e ideologia de los ma-
yores: “El joven actual” —llega a afirmar— “es
lun eseéptico frente a los ideales de las otras
generaciones”. 2) Impaciencia frente a todo: de
ahi la prisa, el placer de la velocidad, el pre-
sentismo extremado. 3) Autenticidad en todos
los érdenes: el joven trata de ser sincero con-
sigo mismo y con los demés. 4) Sexualidad ins-
tintiva: el sexo se ha desmitificado y “se satis-
face el instinto un poco como el hambre”, 5)
Fruicién existencial: el joven quiere saborearlo
todo, aunque sea la destruccion y el absurdo.
Frente a esto, Lépez Ibor propugna un robus-
tecimiento de Ia familia, una restauracién de 1a
esperanza, una humilde “fidelidad a lo huma-
no” y, en definitiva, una reivindicacién del es-
fuerzo, del sudor vital humano, que es el que
dignifica, eleva y ennoblece, “El hombre cabal
termina diciendo— no ahora esfuerzo aun
sabiendo que un dia va él a desaparecer, porque
sabe que su vida no habré pasado sin dejar
huellas, por miniisculas que sean y, si tiene 12
suerte de creer, porque espera que su esfuerzo
no sea baldio”. Si se me permite traducir esta
mentalidad en palabras cristianas, Lépez Thor
aboga por una restauracién de las tres virtudes
bbasieas del cristianismo; fe, esperanza y cari-
dad,
I
Ignacio Martin Baré, S. I.
El diagnéstico y el tratamiento son, en nues-
tra opinién, acertados. Bien matizadas estas ca-
racteristicas, nog define a la juventud actual
‘en su conjunto. ¥ decimos bien matizadas, por-
‘que hoy como nunea nos encontramos contrastes
abismales, y junto al aburrido “go-go”, esta el
apasionado estudiante pobre, que trata de le-
vantarse con una energia y tes6n_admirables.
Algunos rasgos habriamos de afladir desde
nuestro punto de vista latinoamericano. Creemos
que no se ha estudiado lo suficiente la ingeren-
cia del joven latinoamericano en la politica, ni
clertas corrientes reivindicacionistas motivadas
por el fuerte contraste social que impone nues-
tra situacién de “subdesarrollados”. Sin embar-
go, en la dialéctica hist6riea, puede que esto no.
sea sino un rasgo accesorio, impulsado por las
peculiares circunstancias socioeconémicas y, co-
‘mo tal —esperamos— superable y pasajero. Nos
interesa fijarnos, més bien, en otro aspecto: el
de la rebeldia,
Rebelde —nos dice el Diccionario de 1a len
gua espafiola— es el “que se rebela o subleva,
faltando a la obediencia debida”. Y, en una se-
gunda-acepeién, “indécil, desobediente, opuesto
con tenacidad”.Es decir, que segiin la lengua
castellana, rebelde es el no-décil, el no-obedien-
te. Segiin’ eso, jsomos justos al aplicar a los
Jévenes el calificativo de rebeldes? Examinemos
cuidadosamente este cargo, pues debemos justi-
ficar toda acusacién y més si es grave, como la
presente,
Décil —y volvemos a acogernos al Dicciona-
rio— es el “que recibe facilmente Ia ensefianza”.
Luego para que nuestros jévenes puedan ser
tildados de indéeiles, hemos de ver primero si
reciben nuestras ensefianzas o las rechazan,
iQué ensefiamos a los jévenes? Y, ante todo,
Seamos sinceros: la ensefianza es la mas ¢:
teneial de todas 1as experiencias humanas. Ha-
blar, dictar conferencias, impartir datos, puede
ser una ensefianza, pero puede no serlo. La
verdadera ensefianza es una cierta clase de co-
munién, un acompafiar vital del que ensefia al
que recibe 1a ensefianza, Un educador, un maes-
tro, lo es verdaderamente cuando muestra con
hhechos lo que predica. Entonces no es tanto lo
que diee cuanto lo que hace lo que influye en
el alumno. “Ejemplo os di”, les dijo Cristo 1
sus Discipulos. El refranero castellano expres6,
la verdad atinadamente: “las palabras mueven,
Jos ejemplos arrastran”. El lider arrastra sf, pero
287porque va delante. No dice: “Vayan”. Dice: “Va-
mos”, ¥ él es el primero en ponerse en marcha.
Y, ante estas verdades pedagégicas, pregun.émo-
nds: {qué ensefiamos a nuestros jévenes? Cinco
rasgos palmarios nos da Lépez Ibor de los 36-
venes actuales. Veamos si suponen una indoci-
lidad det joven o no.
1) Discrepancia y ruptura con el mundo e
Ideologia de los mayores, Pero, zqué ideologia
hemos impartido a la juventud? 2Qué les he-
‘mos predicado como mas deseable en esta vida?
Dinero, posicién social, placer. El bienestar por
el bienestar, el placer como meta definitiva, es
decir, el hedonismo materialista mAs eraso. ¥ si
la ideologia del mundo de “los mayores" es he-
donista, jdénde esté la indocilidad de los j6-
venes? Que ellos, por su mayor vitalidad, sean
capaces de descubrir nuevas fuentes de placer,
que quieran saborear hasta el absurdo —y quién
les ha incitado a ello sino el existencialismo de
Ia peor laya?— no nos debe admirar: es, simple-
mente, una consecuencia légica de nuestras en-
sefianzas, De nuestra ensefianza préctica, se en-
tiende: no importa que se digan cosas muy be-
las y elevadas, si nuestros actos desmienten
nuestras palabras. No hay indocilidad aquf, sino
una docilidad absoluta. Sélo que el joven mues-
tra palmariamente lo que nosotros, mas cinica-
mente, tratamos de raclonalizar.
2) Impaciencia frente a todo: prisa, veloci-
dad, presentismo. Asomémonos a una calle, a
cualquier hora: todo el mundo tiene prisa. Nadie
se detiene. Hay que aprovechar hasta el ultimo
segundo, Necesitamos los vehfeulos mas répidos,
los transportes supersénicos. Tenemos prisa has-
ta para descansar: “aprenda usted a descansa
en cinco minutos”, es una técnica que ha tenido
que coneebirse hoy dia. Los fines de semana, que
deberian dedicarse a un suave reposo, se con-
vierten en los dias de mayor ajetreo. El tiemno
os Io mds presente en nuestra vida —"time is
money"— y, sin embargo, hulmos del tiempo.
No somos ‘capaces de quedarnos con nosotros
mismos, solos, en una meditacién sencilla, con-
templando um paisaje, viendo un atardecer, es-
cuchando un bello concierto.’ El paisaje nos
interesa s6lo para filmarlo o fotografiarlo con
nuestras cimaras, y al concierto no vamos. .
porque tenemos el disco en casa. ;Acusaremos
al joven de prisa, de presentismo? ;¥ qué le
hemos ensefiado nosotros? El padre que regala
su hijo el diltimo modelo de carro deportivo,
tse admirera de que el joven trate de ponerlo
a 200 km. por hora?
3) Autenticidad en todos los drdenes, Y esto
si que no se Io hemos ensefiado. Pero lo han’
aprendido por si solos. Porque lo que nosotros
288
hacemos entre bastidores, ellos 1o hacen a la’
del sol. Ahi nos duele. Y, para justi
los Mamamos rebeldes.
4) Sexualidad instintiva, De esto se ha
lado ya tanto, que huelga el extendernos,
no creamos que los jévenes han matado el
sexual. Nosotros lo hemos matado y —hasta
est. muy bien— ellos se han contentado
asistir a su entierro. Lo malo es que junto
el taba hemos matado el verdadero amor.
hemos dado sexo y nada mas que sexo, les
‘mos ensefiado que “hacer el amor” se sittia
el mismo plano que ver una pelicula de
tomarse un buen almuerzo o jugar una ps
de pillar con los amigos. Los jévenes han
milado muy bien la ensefianza: hemos puesto
“flirt, el “necking and petting”, el amor
entre otros productos més de nuestra av:
‘ivilizacién —unos entre otros—, y el joven
ha comprado como la cosa mas natural,
Ja culpa a Freud y el psicoandlisis es muy «
modo, ¥ con disculpas mas 0 menos se
l6gicas nos hemos zafado bonitamente de
tra responsabilidad. Eso es lo que ha
el joven, para el que lo sexual, légicamente,
no es problema: es moneda corriente.
5) Fruicién existencial. Es 1a consect
natural de las premisas que les hemos dado.
si nos ™molesta —perdénosenos 1a rudeza
que el joven es capaz de vivir a una inter
de la que ya no somos capaces nosotros.
Repito mi pregunta: ;tenemos derecho a
‘mar rebeldes a los jévenes? Si rebeldia es
docilidad, es desobediencia, no vemos por
guna parte en qué se nos estén oponiendo
j6venes. Sencillamente, siguen con toda su
igia, recién estrenada, el eamino que n
les’ hemos abierto. Tal vez, a eso po
lamarlo “papanatismo”. Pero los culpables,
su mayor parte, somos nosotros.
No, no son esos Jévenes de los que tanto
admiramos y que tanto estudian los sicél
‘¥y socidlogos, los verdaderos rebeldes. Los
es auténticos son los otros, Ios que no Il
1g atenei6n: los que busean su camino con
riedad y alegria, los que en medio de
placer saben encontrar un ideal limpio, los
integran la sexualidad en el amor, los que
‘ben gozar lo mismo de un poniente bello,
de una fiesta —con misica moderna, por
no~, que de una conversacién honda y
ciosa con Dios. Esos si son indéctles. Esos sf
rebeldes. Los otros son rebeldes de ment
Los fabricamos en serie. Todos los dias. Por
no me extrafiaria que mafiana apareciera
nuevo tipo de joven “rebelde”: nosotros Io
mos forjando hoy.