Ynexste ura generac frmada on el persaiento de Deleuze records
la premontoria frase de Foucaut“l siglo cue viene ser deleuzianot= ve ha
Gho de otro mo, ln determinacin implica una mera ext)
Frida subsites; noun interioridad sastancal
'No obstant,inmedistamente a explcacon de Deleuze
nos resulta enigma. Fn efecto, aqui Delere ha invertdo
Jos terminos de a problemsties oneodgiea tradicional, Nose |
pregunta eémo puede el ser obtener determinacidn, ni cémo
pete sostener 0 diferencia sine antes bien, edino puede
ia ilerenca sontener au ser [pen enn re: Deleuze
atrbuye ala diferencia un rol radialmente nuevo. La dif:
renciafondamenta al sr, le sumninisra su necesidad, ous
fancialiad. No peemosentenderesteargumentoa favor de
Ja iferencaimema sobre la diferencia externa sino recon
cemos la funeién ontolégicamente fundamental que se Te
asigna a la diferencia. Yo hava sogeriia que la mejor manera
de entender la explcacén de Delaze es remitindose as
concepcionesescoliscas del carter ontolgicamente een
tel de la casaidady Ia productrdad del sex? En muchos
2 La obra de los eseoficos (de Roger Bacon y Duns Escoto« Gu
Term de Oc y. mucho dsp, Francs Sure) de una importa2 ‘Mickael Hare
aspectos, Deleuze interpreta [a ontofogia bergsoniana como
tun escolasticismo en el que se ha reemplazadio el discurso so
bre la causalidad por un discurso de la diferencia.' No tene~
‘mos que apartimos mucho del texto para advertir que la
afiemacién de que la determinacién “sélo puede sostener a su
ser en virtud de una causa un fin 0 una casualidad” constitu
‘ye un ataque contra tres concepeiones de la causalidad que
resultan inadecuadas como fundamento del ser: (1) material:
‘una causa puramente isa que provoca un efecto externo; 2)
final: una causa que se refiere al fin 0 el objetivo en la pro-
duccién de su efecto; (3) accidental: una causa que tiene una
‘ontop fandamental a causlid y a prostividad dele. Lo que
‘mide més importante en relcin Gn oa de Delewe, er el mado
‘de razonamiento ontldgico-escolitio los erterios que etablece pura
lace El poder, a neces, ls eee, la realidad yo univocal del
fern toerkerios que se esabeceron mediante arguments casas
In ceed diving ex na expacidad produc; exe como la causa pine
‘a a cus ficient de tole, (Occam arog que Dios xno wo lexus
‘ict, sino tabi a exams de wa) Como lo capa Fen
‘he Gilson repecto de Duns Facto, ean hase de a ontlogtescostca
‘ia as propels complemencaras del er * “ata “produc
Indo ls aptitoes para produce y ser producdo” (Lr pbilapbi Mo.
‘yon Ag, pi 395). Enel transcode ets discsiones ona, ls
‘olecoe fron muy metcvleros en cian a elaborary abner los
‘rincpos de cual, Alganot de eto princiios res my po
‘echons en meso andi (1) un eeeto ho puede tener mis perfecin
‘ireldad ques cous; (2) algo a puede er nexus neces de taco
squat fuer de a: Finanent, bien I cae ficient esc pa
1 probe a exsencia de Dis lo aclisticos en general mantenen los
‘ht gencron de cura Reredador de Aristele ster Formalefcen-
‘ey Bal) como ls eas reals, aun cuando cambien sigicativamente
‘sentido de le gener Sale un asda de lon géneros de a
ta, wine de ance Saires, Dipuasimer metsfnas, Diputacgn XI
Stecin I
5. Por supueso, no ena srprendente que hallemos resonanci cx
‘oles en el esatin sobre Begron de Deleuze, teniendo en cuenta tan-
to el interés de Deleuze cn los excolisticos (parislrmente en Duns
Ecos) como el amplio conacniento de Arstedes que ena Bergeon
6 | Bergon exer ess de itn sobre el cones de gar en Arist,
La ontlogia bergsoniana 8
‘elacién completamente contingente con su efecto. Lo esen~
Gial en cada caso es que fa causa contnta siendo exterior a su
cefecro y, por consiguiente, solo puede sustentat la puibilidad
el ser, Para que el ser sea necesario, la causa ontoldgica fun-
damental debe ser interna a su sfecto Esta causa interna es la
cause eficiente que ocupa un lugar central en los fandamentos
‘ontol6gicos escolisticos. Ademis,sélo la causa eficiente pre-
cisamente en virtad de su naturileza interna, puede sostener al
Ser como sustancia, como canes En el contexto bergsonia-
no, podiamos decir pues que lh diferencia eficiene es la que
funciona como el motor interno del ser: sostiene la necesidad
ya sustancialidad real del ser. A través de esta dindmica pro-
‘duetiva interna, el ser de la diferencia eficente es causa su. La
doterminacién el mecanicismo no puede desempefar esta
fancidn porque esti consttuids por una causalidad material,
externa, Aqui deberiamos destcar que el argumento de De-
lewze ciertamente no es una erica de la causalidad tour court,
sino, antes bien, un echazo de las concepciones externas de la
‘causa a fivor de una nocién interna, eficiente,
4. Ba Spinona encontrar dos rmdifccones importantes dee re
lac exon entre xr yeaa (1) Di no ena cuss primers
sin cn, sno ques cot de f ik, cm (2) a ls cats
ents se aceptan como eases reales. Spinora eres el primer cambio de
Descartes y Etienne Gilson expen cramente cima ea maifeasion de
Ia dcrina escola no e tanto ne divergenca como un eerie
del ronan eseolisco que pereite intense Ia erecha reac
rte ented ae el "Sts tne una conn, Dio ene ne roe,
£1Dioe no ever una enum, pir decir que to tiene wa ct,
{en consecveni, no pois probs exstencla de Dos por el pinpio
‘de causaidal: Fs por lo que a prclseartesiana, en pe de ser apse
‘nde una caus primera que no tne ninguna can, a pre de una
tsa primera que esa cana de sf mio, (Descartes eempaza el Dios
‘aeolian de al pre parol Dice que cet se qu ogo tr rete
{tad por Spincra"Dieers ele minds ec de Clon, pay 27) La
Segends modifiicon que halla en Spinoe, el repo as causes
formal y ial, ett digida conta Descartes. Vee Be P3436 y T
Apdlice Sobre una epicacin de Is abreviatrasemplendas en srk
renciasa Tas obras de Spinons, sense ¢ capital 3, nt 9.“ Michael Hardt
Después de haber establecido los términos del ataque
ccontrs la diferencia externa de la determinacién mediante la
critica del mecanicismo, Deleuze arremete contra Plan, un
segunclo enemigo préximo, a fin de refinar ese ataque. De~
leuze reconoce que Platon comparte con Bergson el proyec-
to de construir una filosofia de la diferencia (*La conception
de la différence chez Bergson”, pig. 95), pero lo que comba~
te en él es el principio de finalidad. Una vez mis, la eritica se
‘concentra en la naturalera externa de Ia diferencia y la medi-
‘da son los criterios ontoldgicos. En Bergson hay un motor
interno (Bergson lo llama intuicién) que impulsa la diferen~
‘ia, en tanto que en Platén esta fancién le corresponde slo
‘una inspiracién externa procedente de la finalidad: la dife-
rencia de la cosa slo puede explicarse en virtad de su desti-
rio, el Bien (pig. 95). Si traducimos esta idea al discurso
causal, podemos decir que Platdn trata de fundar el ser en la
causa final. Aunque Bergson, como Platsn, concibe las ati~
culaciones dela realidad en términos de funciones y fines, en
Bergson no hay ninguna separacién entre la diferencia y la
cosa, entre la causa y el efecto: “La eos y su correspondien-
te fin son en realidad tno y lo mismo [.-] Ya no podemos ha-
Dlar de un fin: cuando la diferencia ha legado a ser la cosa
‘misma, ya no queda ninguna posibilidad de decir que la cosa
recibe si diferencia de un fin” (pég. 96). Nuevament, la dis
‘usin de la diferencia es perfectamente coherente con wn ar
jgumento ontoldgico causal: se sefiala el contraste entre la
diferencia eficiente de Bergson y la diferencia final de Paton.
La clave dela argumentacién termina por resdir, como oct
Sivep eens te moana cals ered de cael
ferencia sustente una nacuralezasustancial, en s
‘ontoldgica, Bergson presenta la diferencia como caus sui, sos-
{Ends por una dindmicaimerna mientras que a diferencia de
Platén debe necesariamente basarse en el apoyo extemo de la
finalidad. Por lo tanto, la diferencia le Pltén no es eapaz de
sustentar al ser en su sustancialidad ni en su necesidad.
Esta explicacién de los defectos del mecanicismo y el pla~
tonismo nos ofrece un medio de comprender Ia distincién
La ontlogia bergsmiana 6
bergsoniana ~que Delewze considera tan importante- entre
“llerencas de nacuralea” y “diferencias de grado”. "Lo que
Bergson les reprocha esencialmeate a sus predecesores es no
haber visto las diferencias reales de naturalera... Donde hal
diferencias de naturaleza,s6lo retonccian diferencias de gra-
do” (pig. 79). A veces pareceria somo si Deleuze y Bergvon
estuviern empleando estos términos para distinguir entre
diferencias cualtaivas y diferencias evantitativas, pero sta
interpretacién resulta inadecuads especialmente teniendo en
‘venta el consenso generalizado sobre la oiginalidad de eta
concepcin en la historia de la filosofia. Obtenemos una
perspectiva mucho ms clara si nos remitios, una vez mis,
aa tradicin de los argumentos casas escolistics: as
Ferencias de naturaleza” son aquells diferencias que impli
necesidad y sustanca, que eorresyonden a las cate per ste
colisticas;en cambio, las “diferencias de grado” son aquelas
gue implicanaccidentes, ae po aiden? *Coneebie la dix
ferencia interna como tal, como diferencia interna pura, le-
gar aun concepto puro de diferencia, clevar la iffrencia al
nivel de lo absolto: este es el sentido del esierzo de Berg-
son" (pig 90). $i bien el mecanismo y el platonismo logra~
ron concehir la diferencia, slo legaron a las diferencias
contngentes (per aiden} la concepeia de Bergson dela
ferencia interna nos leva a reconocer las diferencis sustan-
dials (pr).
No obstante, el hegelianisme es el blanco fundamental
aque encontramos en la base de eala una de estas eitieas; He-
gel es el nico que lleva la extrieridad de la diferencia al ex-
tremo. “Basindose en cieros tetos de Bergson, uno hasta
puede prever as objeciones que le haria a una dalétia de t=
po hegeliano, poscén de la que Bergson est ain mis ale
do que de ls de Platén” (pig. 96, Uno podria esperar que,
después de presentar como introdueci6n Ia ertca de la
5. Dans scot eablece uns dvs isin entre ate per gue =
tin orden eseniment,y ane er sden que etn ondenaa 5
evtlnente. Vesve Popa Writing, pi. 4.6 Michael Horde
lidad plat6nics, Deleuze lanzara un ataque contra la causa fi-
nal y la teleologta de Hegel y, en efecto, ya tenia a su dispo-
sicién las armas para emprender un ataque de esta naturaleza,
Pero, en cambio, Deleuze dirige nuevamente su interés al
proceso de determinacién y al movimiento negativo bisico
de Ia dialéctca, al momento fundador de la logica de Hegel:
“En Bergson... la cosa difiere de sf misma primero, inmediata-
mente. De acuerdo con Hegel, la cosa difiere de sf misma por-
que primero difiere de todo lo que no es" (pig. 96). En
Bergson, a cosa difiere inmediatamente de sf misma; dicho
de otra manera, Ia diferencia de la cosa se sostiene mediante
tuna produccién interna, eficiente, El defecto que comparten
cl mecanicismo y el platonismo es que ambos conciben la di-
ferencia como algo que depende de un sostén externo; sin
‘embargo, cada uno identifica sustentos exteiores espectficos
(en el easo del mecanicismo, una cosa material externa, y en
eleato de Platén, una funcién o finalidad) y, por ende, en ea-
dda caso la exterioridad de la diferencia es imitada. La dialéc-
tica hegeliana, en cambio, lleva la diferencia externa al
extrem, a la exterioridad absoluta, “hasta la eontradicci6n”.
Ta dialéctica hace diferi la cosa de otto ilimitado, “de todo
lo que ella no es": ésta es una exterioridad absoluta. En efec-
to si ignoramos la cuestin de Is historiografia, Hegel pare-
ce reunir los defectos del mecanicismo y del platonismo y
pecan su forma mds pata evar fren ee
nal excremo,
a critica bergsoniana es evidente cuando ponemos el
acento en la causalidad implicada por a diléctica, Desde los
pprimeros momentos de la cena de la ligica desde el ser pu-
roa la nada y al ser determinado~ la dialéctica esti consti
dda por una dinémica en la cual ln causa es absolutamente
textrior a su efecto: éta es la esencia de una dialéctica de
contradiceién. El proceso de la mediacién en el opuesto de-
pende necesariamente de una exusalidad externa. Como ta,
Ja logica del ser de Hegel es vulnerable a una réplica escolis-
tica: una concepcién del ser basada en una causa externa no
puede sustentar la necesidad o sustancialidad del ser porque
La ontclogia bergzoniana a
luna caust exterior a su efecto no puede ser necesaia; las su
cesivas mediaciones externas que fundan el ser dialéetico no
pueden constitur are pers, sino que, antes bien, deben re-
‘conocerse como cause per accidens. De ahi que, en vireud de la
‘contingencia de este movimiento causal externo, el ser de Ia
dialéctica es el aso extremo de una “exterioridad subsistente”,
E] punto central de un ataque bergsoniano contra cl concepto
hegeliano de mediacién dialécica es pues que este concepto
‘no puede sustentar al ser como neceseio y sustancial
a dialéctica hegeliana, al igual que el mecanicismo y el
platonismo, no s6lo introduce elaccidente en el se, sino que
no llega a diseerir ol eareter concretoy la singularidad del
ser: “Ahora bien, sila objecidn que podfia plantear Bergson
contra el platonismo era que adkeria a una concepcién de la
dlifrencia que contin rendoexteraa, la abjecion que fortwalar
‘una dialéetica de las contradicciones es que adopt una con-
ccepcidn de la diferencia que es slo abstracta” (pgs. 96-97). La
logica de este ataque adicional no resulta inmediatamente
transparente, mas claramente atendi
doa la causalidad, Primero, Bergion sostiene que una dialéc-
‘ica de opuestos continda siendo una mera “eombinacion” de
dos términos, no una sintesis, porque los términos siguen
siendo reciprocamente exterioresy, por lo tanto, no pueden,
formar una cadena causal coherente, necesaria. Esta acusa-
cidn aparece respaldada tna vez mds por el principio de que
tuna eause externa no puede ser necesaria, Segundo, Bergson“8 ‘Micbael Harde
afirma que el resultado de esta combinacién de conceptos
abstractos no puede producr algo concreto y real. Esta as¢-
‘eracin se basa en otro principio fundamental de f eausali-
dads un efecto no puede contener més realidad o perfeccin
‘que su causa. El corazén del atague bergsoniano contr el
‘oncepto hegeliano de sntesisdalétia es pucs que sa resule
tado debe consinuarsiendo contingent y abstract.
‘Hasta este momento hemos considerado el ataque bergso-
niano de Deleuze contra el movimiento ontolégico negativo
«de Hegel tal como fue presentado en la primera fase del s-
tio sobre Bergson realizado por Deleuze y principalmente
en el primer ardculo “La conception de la difference chez
Bergson”. Deleuze atribuyé ala diferencia un rol ontolégiea-
mente fundamental y luego construyé una excala para evalua
diversas concepeiones de la diferencia basindose en ki capa-
cidad de tales concepciones de cumplir aquel ol. Hemos vs-
to que, 2 causa de his exigencias ontolégieas que le son
Inherentes, la discusin de Deleuze sobre la iferenia puede
eatenderse con mayor claridad si se la relaciona continua-
‘mente con un discursoescoléstico sabre Ia causaidad. La i-
fereneia interna de Bergson, al presentarse como una
casalidadeficiente, abarea las diferencias de naturalezao as
diferencias que dan sustento a la sustancia en su necesidad y
en su realidad; Ia diferencia externa presentada por los ene-
gos prdxis, el mecanicismo yelplaonismo, solo es ea
pr de contener las diferencias de grado que no pueden
Sustentar al ser como necesario,finalmente, la diléctica he
geliana, al optar por un movimiento negativo absolutamente
cera no puede capt ni ls diferencias de naturaleza ni las
diferencias de grado: el ser de la dialética no slo contin
siendo contingent, también es abstracto. “Lo que no contic-
ne ni grados ni matics es na abstracein” (pig. 97). El mo-
6. ani de Deen impicinmente elec un dvs funder
imental en la traiciénflosfice que aparece hstrcamence como un an-
taponim cada ver mds radial etre platonisrno yarsotlismo. Por am
Tad, Hegel heeds los crores de la onologi patie y lor expe le
La ontlogiabergsoniana ”
vimiento negative de la detrminacin disleica, si bien pre-
tende esablecer las bases de una diferencia real, en realidad
ignora de plano la diferencia. Deleuze se ls ha arreglado pa-
‘a invetir por completo el argunento de Hegel favor dela
determinacién. Hegel propone el movimiento negativo de de-
terminacién hasindose en una eitica al movimiento pestivo
de Spinoza seri la cual éte resulta abstract c indiferencia-
in embargo, basindore en la argumentacion onto-
légicaelisica, Deleuze vuelve contra Hegel la imputacién de
sbstraccion sostene que la determinacion dialéevicaignora
In diferencia: “Se ha sustimido la diferencia por el juego dela
determinacin” (pig. 96). El proyecto antagénico Contra He-
gel es evdentemente la fuerearectora de este argumento,
Guando Deleuze sstiene que "diferencia vital no sélo no es
tua determinacién sino que, ates ben slo contrac: dada
Ineleccin, podria ser Ia indeterminacion misina” (pig. 92), e8
muy claro “contra quién’” esti dirigidos estos eonceptos. En
realidad, la aceptacion dl térinino “indeterminacion” para
deserbir la diferencia de Bergson deberiaentenderse prin
palmente como una refutaci del movimiento negatvo de a
{algtiea. Agu s interesante hier notar que este primer ar-
ticles la nica ocasinen la que Deleuze ataa directamen-
te lacialéctica hegeliana en ss propos trminos y tal vee por
sa raz6n sea ésa su crtca nis potente. Mucho después,
cuando Deleuze vuelve a atacarladialéetica en la segunda fa.
se del estudio cle Bergson, en su obra sobre Nietzsche en Di-
{fireniayrptc, siempre aconete contra una extrapoacion
(una derivacion dela daletiea
Con todo, esta base antagénia directa ya planteaun serio
problema: ln oposiién radicals la dalétia para obligarnos
2 inerpretr el ser bergsoniano como “indeterminado” en el
indo leem. Por oto ld, loxsolistiesy Bern pressions
‘ontinuamente [a ligics stole dl ser. Un exquems my lineal del
historia de filosofa supiereaqu queens pus un cede Plana He
sey oto erento en una drei por comple dierent, de Are
Sete whos cote y de ston s Bergen.0 ‘Michael Hardt
sentido hegeliano, Sin embargo, luego descubrimos que las
aseveraciones de Hegel sobre los atributos del estado del ser
ddeterminado ~calidad, finitud y realidad son ls mismas que
correspanden al ser de la diferencia interna bergsoniana.’ De-
leuze siete la necesidad de corregir esta falsa impresion,
virtigndonos que no debemos confundir la “indeterminacion”
bbergsoniana con la irracionalidad o la abstraccién. “Cuando
[Bergson) habla de determinacién no nos invita a abandonar
Ia razén, sino que nos insta legar ala raz6n verdadera de la
cosa en el proceso de autocreacion, la nizén filosfica que no
es determinacin sino diferencia” ("Bergson’, pig. 299). Des-
ceubrimos, en realidad que la “indeterminacién” de Bergson
‘poco tiene que ver con la “determinacién” de Hegel y que se
telaciona mie bien con una idea de la ereatividad y la origina-
Tidad del ser real: ‘Pamprévisile”, lo imprevisible. El término
‘que emplea Bergson no coincide con el de Hegel ni es su
‘opuesto, Luego volveremas sobre estos aspectos espectficos
‘dela ontologia postiva de Bergson; por el momento, basta re-
‘conocer la fuerza y las eonsecuencias iniciales de la base anta-
gonica del argumento de Deleuze
7A sa als, pea parece que el antagonism rea entre Bergeon
Hegel riba, no tant en hs decaraciones reais sess del er
(onicindetrninaday diferencia io en los procesas que pretender
sleansar eos etalos(detenninain y diferencia line de raza
tamients puede conduciros decir Que Berguon adap Tes nes Je He-
fe per criti swe medi No obmane, ete intento de dstinguir el
roto del sido slcavao ex na deformacin tanto de Hegel como de
ergo. Com yo heros hecho nota, en Hegel el estado de concn
setcminada no slo se bass enw proceso de nepcia sino que et cons
tiaido por mosimientecontnon de ext dima. De modo sia, la
(ferent de Heron se refers no aun erencia ei, sino 2 un
tment contin en el tempo. Tanto Hegel como Bergson presenta il
{oflas del tempo en las cules no ex posible cer ninguna dsincin
‘ecinentre estado y pees,
La ontolegia bersoniana st
1.2. LA MULTIPLICIDAD EN EL PiSO DE LA CUALIDAD
ALA CANTIDAD
‘A mediados de la década de 1960, al retomar su estudio
sobre Bergson para escribir FJ ergsonismo, Deleuze vuelve a
apelar a muchos de sus primeras argumentos, pero su base
polémica cambia levemente. El andlisis ain contiene un ata-
{que contra el movimiento negativo de determinacién, pero
ahora la critica central apunta principalmente al problema de
Jo Uno y lo Miliple. Sin embargo, esta reorientacién no
plica de ningiin modo un apartaniento del primer anliss; se
‘rata sencillamente de una progresién: podemos imaginar
{que Deleuze slo continué su lectura de “La doctrina del ser”
fen a Ciencia dele Ligica de Hlegel y pasé del capitulo 2 sobre
‘el ser determinado al capitulo 3 sobre la construccidn del
ppara-a a través de la relaciin diléetica de lo Uno y lo Mal-
tiple. La oposicién a la problenatica ontoldgica de Hegel
continia proporcionando atin ls dindmica para la exposic
que ofrece Delewze de la posicida de Bergson: es como si De-
Teuze hubiese descendido sencillamente a un nivel mis pr
fando en la ligiea del ser de Hegel, en la estrecha compara
de Bergson, su Virgilio.
Por lo tanto, no deberia sorprendernos que cuando en EL
bergsonismo Deleuze aborda el problema de lo Uno y lo Mal
tiple, su critica de la solucién daléetica sea muy similar ala
critica anterior del proceso dialéetico de determinacién
filosofia hay muchas teorias que combinan lo uno y lo milti-
ple. Comparten la earacteristice de pretender reconstruir lo
real con ideas generales” (Bergnnio, pigs. 43-44). Deleuze
‘nos surinistra dos ejemplos de ste movimiento negativo ge~
neralizador: “Se nos ha ensefiadp que el Si mismo es uno (te-
sis) y es miltipl (antitesis), y que luego esté la undad de lo
‘multiple (intess). O también se nos ha dicho que lo Uno es
ya milkiple, que el Ser pasa por el no-ser y produce el deve~
hie” (pig. 4). Para el primer ataque contra la determinacién,
Deleuze cuenta en su arsenal con tres argumentos, (1) La
ccontradiccién es una interpretacién errada de la diferencia2 Michael Horde
que sélo puede alcanzarse proponiendo términos generales,
imprecisos, abstraidos dela realidad. El ser en general, el no
set en general, lo Uno en genera, lo Multiple en general, son
todos términos demasiado amplios, demasiado abstractos pa-
+a capta la especificidad y singularidad de la realidad; cratan
cde abarcar un trozo demasiado grande de la realidad y se ad~
hieren @ ella demasiado flojamente, como dice Bergson, “co
‘mo ropas demasiado ampliss” (pig. 44). (2) El movimiento
negativo de la dialéctica viola las relaciones reales del ser.
“Bergson critica la dialéctia diciendo que se trata de un mo-
vimiento fel, vale decir, un movimiento del concepto abs-
facto, que va de un opneso al otro solo mediante Ia
‘mprecisién” (pig. 44). Como advertimos antes, la polémica
acerea de los movimicntos falsos y reales del ser se funda
‘mena en argumentos ontol6gicos causales: la dialéctia de la
contradiecién s6lo puede implicar cruse per acidens. (3) Fi-
rnalmente la sintesis daléotica no puede comprender el pla-
no de a realidad combinando conceptos abstractos opuestos
Para qué seve una dialéetica que cree abarcar lo real cuando
‘compensa la inadeeuaci de un coneepto demasiado amplio o
‘demasiado general invocando el concepto opuesto que es igual-
‘mente amplio y general? Nunca podré aleazarse lo concreto
‘combinando lo inadecaado de un concepto con lo inadecuado
desu opuesto. Lo singular nunca pod aleanarse corrigiendo
‘una generfiad con otra generaidad (pig. 44).
‘Como ya hemos hecho notar, el principio de que un efec-
to no puede contener mis realidad que su causa niega la ca~
pacidad de lasintesisdialéetica para pasar de Ia abstraccion
Ia realidad, de la generalidad a la singulariad.
‘Bien que, para evaluar Ia earacterizacién de la dialéctica
{que nos offece Deleuze, deberiamos detenernos un momen-
10.“FI Si mismo es uno (tess) y es mmiiple (antitesis),y lue-
go esti la unidad de lo miltiple (sintesis)": ciertamente el
tratamiento que le da Hegel a lo Uno y lo Miltiple es mucho
més complejo que esto. Esti Deleuze sencllamente simpli-
La ontlogia bergsoniens 3
ficando la cuestén? Un heyelino bien podria objerar que la
caructerizacion de Deleuze ests presentada de “manera ina-
propiada", puesto que expresa lo Uno y lo Miltiple como
proposiciones: “Esta verdad debe comprenderse y expesirse
slo coma sn devenit, como an proceso, una repulsion y
sraccidn, no como un ser que, en tna proposicién, tiene el
taricter de una unidad estable” (Science af Loic, pag. 172.
Fst es por cierto tna acusaciéa vida conta el eseario de
In dialética que hace Deleuze; sin erbargo, hemos visto en
‘otra parte que la principal acusiciin de Deleuze no es que la
diaéeren sea incapae de reconocer el seren términos de una
dinimica, un proceso; lo que en realidad sostiene es que el
movimiento de a dialéetica es un flso movimiento. Aventa-
‘émonos pues en ls complejidad del argumento de Hegel a
fin de evaluar la validez del ataque de Deleuze. Para Hegel,
al movimento entre lo Uno y lo Multiple representa un ni-
vel mis clevado de mediaeiin que el movimiento de determi-
hacion yconsttuye un paso ligt de la cualdad ala cantidad
del ser. El er determinado, el resultado del desarrollo previo,
ds lugar ala unidad abstracts, postlada, del ser paras, Ese
Si mismo, ese Uno entra en la efera de la eantidad através
del proceso dialéeico de repulsién yatraccién, que es simul-
téineamente interno y extero ea su complejo movimiento de
sutorrclacion:
[Lo Uno par cuanto se relcionainfntemente coms mimo -inf-
nitamente, como la negacion petulads dela negucin~ esl me-
tiacién en la cua se rechaza de sf como su absoluto (ale decir,
abstract) seat (los meh), y al reacionarse negativrente
on ese nose, x decal elimiraro, es pri y dnicamente au
torreferents jlo uno e so est deve, em el cual ya no est de
imnatvo ni tampoco como
Fesultado, como algo que se ha restableido como To uno, s de
tir, lo uno entendido como igusimente median excuyente; el
proceso queen verdad es, lo posulay lo eoniene por todos laos
lo como algo eliminado (Scene of Lois, pig 17)i Miche! Hands
Lo uno infnitamente antorrelacionado, una indetermina~
én postulaa, se telaciona con su oto abstrato y mtipe,
su no ser, ya través de la supresién de esta oposicion lega-
‘mos al devenir de lo Uno, una idealidad realizada.
"Es muy ficlaplcarle a este pasaje la acusacin de Delew-
ae contra cl movimiento de ontologia negativa. EI mow
‘miento inicial de lo Uno hacia sv puesto, hacia sno ser, es
completamente externo y slo puede implicar una relacién
accidental. Ademis, este movimiento entre téeminos (Hegel
Jo lama “absoluto") pretend llegar a una sintess determi-
‘ada. “Lo uno uno | ela ideaidadrealizada, poseulada en
lo uno; es ataecin a través de Is mediacin dele repulsic
¥ contin esta mediacin consigo mismo como su determi-
inacin™ (pig. 174). BI mero hecho de la mediacién abstracea
resulta en tna determinacidn real. Como ya vimos, Deleuze
jingu que la mediacisn extern implica una relacién aceien-
tal, pero ademas niega que la dialéetia de ls contradiceio-
nies tenga la capacidad de realizar una verdadera sintess:
“combinacién” 0 “unidn® de términos abstractos no puede
tener un resultado real, concreto. estos dos ataques, pode-
mos agregar Ia acusacién de que los términos mismos que
cemplea Hegel son imprecisos. Para desarollar este argu
mento, Deleuze invoca a Patén y su metifora del buen o-
dinero que tiene cuidado de hacer sus cortes en el lugar
preciso de seuerdo oon ls articlaciones de la realidad (véa-
se Bergunin, pig. 4, y “Bergson”, pig. 295) Lo que le fl-
ta laterminologia hogeliana es prestat mayor atencin ala
especifcidad y singlaridad del ser real Hegel parece un
descuidado carnicero diaéetico i se lo compara con los su
tiles talentos de Plain. Para legar a una concepcin sings
Jar de unidad y mulipicidad en el ser real debemos
comensar por preguntarnos, 4 la manera platniea:
de existir como una expresin real de sustancia. La concep-
cién del poder del amo revela al ser en su producsvidad
actual; en otras palabras, expres la esencia del ser como el
poder actual y eficiente (no merumente posible o formal) del
ser. Al enmarcar la discusin en ests rérminos, podemos ob
servar que el argumento de Niezsche tiene que ver, no eon
la cantidad de poder, sino con st calidad. “Lo que Nietasche
lama débil o propio del esclavo no es lo menos fuerte sino
quello que, sea cual fuere su fuerza, esti separado de lo que
puede hacer con ella” (pig. 61) Toda la discusién del poder
tiene poco que ver con la fuerza o la capacidad; gira alrededor
de Ia relacion entre esencia y manifestaci6n, entre poder y lo
‘que exe poder puede hacer. La contribucén que hace Nictzs-
che a este discurso sobre el poder es una evaluacién:juzga que
es noble el poder interior que tiende a su manifestaci6n.*
Este aniliss de la naturaleza del poder es ya muy sugesti-
vv de una ética. Deleuze pone de manifiesto las implicacio~
nes éticas y politicas de los dos tipos de poder con una
interesante comparacién entre Nietasche y Calicles:
CCalicles se esfuerza por establecer a distincin entre matualeza
Y ley. Llama ley a todo aquello que separe una fuerza de lo que
fst fuerza puede hacer La le, ex este sentido, expres el ciun=
{To del débil sobre el fuerte. Nieusche agrega el triunfo de Ia
reaceiin sobre la accn, En relidad, to To que separe una
fuerza e reactive como lo exe etado de wna fuerza separa de
To que puede hacer. Toda fuerzs que vaya hasta el limite de sa
poten es, por el contraro, activa. No es una ley que toda
Fuerza llegue hasta su limite, est es inckso lo opwesto a una ley
(pigs. 58-59),
4, Esa eval de as dor natrlenas del poder es un elemento que
coloca el Niece de Deleure ny eres de Spine "Com los wins
‘irl poder [ene quiro dec lois (ie IVDoa Michael Hardt
ste paste nos presenta un escenario que se asemeja bas-
tante sl de los excritos politicos de Spinoza. Este arma pri-
mero que el poder ex igual a la virtud y la vittod igual al
derecho y luego opone los conceptos de jus y lex. Spinoza
presenta esta formulaciin como una extension de su ética y
‘como las bases de una politiea democriica viable. Con todo,
llegados «este ponto de nuestra leerus de la interpretacion
deleusiana de Nietsche, asin no contamos con los elementos
‘onstructivos, prctcos,necesarios para elaborar ete escena~
rio étio y politico. Tenemos una teora sustancial del poder
que puede Ser til como un atague contea el juriieismo (ba
sado en la concepeién de poder que éte implica), pero ain
no tenemos ninguna altemativa positiva para complementar
cote ataque, Pars contar con esta alremativatendremos que
tsperst a poder claborar una concepcidn de la prictica cic
Por el momento, pues, silo podemos ler ef andlisis niet
cheano del poder como una intaicin dena ética yuna po-
iia fara.
Hemos hechos grandes progresos en euanto a poner de
relieve la ligica y el valor de la distincién que propone
Nictasche entre el poder del amo y el poder del esclavo, Sin
embargo, es evidente que el amo y el esclavo de Hegel no pi-
san el mismo terreno, El esclavo de Hegel et inceresado en
Ja conciencia y laindependencia, esta demasiado preocupado
or su propia muerte y demasiado ocupado pensando en st
teabajo, pata plantearse la cuesté del valor’ Evidentemen-
te, a discusin anterior no tuvo nada que ver con lt Fenome-
rlogi. Deleuze dirige cl ataque nictascheano, no contr el
amo y el esclavo de Hegel, sino contra una extrapolacién de
Ia Gienia de la Iigice de Hegel. Ya no preguntames “Qué es
Ta Logica dialética del ser? sino ";Quien quiere esta logi-
sci tar ese ate ietas Gee noe ats
5. Mavio‘Tront observa que presounent lo que fia en dlc det
smo el evo de Hegel ela cuttin del valor Fs por ell que Mars ne
a othr ont ets de eg cn uc eae Bie prollcgars
‘4 nein de valor del abajo (Oper cept, pgs. 133-4.
La ética nitasheana
vvaloracién del amo y el esclayoy a las dos concepeiones det
poder. Por lo tanto, Deleuze reliza una critica de segundo
orden de Hegel que se sustents en la légica bergsoniana y
amuneia I politica spinoziana. Aqui deberfamos sefalar que
Ia téctica de Deleuze para atacara Hegel se ha modificado le-
‘vemente, Aun cuando la retérica se ha intensificado, la polé-
mica ya no se aplica directamente a la argumentacion de
Hegel; dirige su ataque contra una derivacion del pensamien-
to de Hegel, contra una implicacién de su dialéctica. Esta
nueva téctiea de Deleuze le proporciona una mayor autono-
‘mia en relacin con la terminologia hegeliana y, en efecto, es
‘una tictica que transporta la dialéctica al terreno de Deleuze
(en este caso, al imbito del sentido y el valor) de modo tal
{que éste puede combatir en su propio campo.
OpstRvACiON: EL RESURGIMIENTO DE LA NEGATIVIDAD
Un breve anlisis de l respuesta dada por Steven Houlga~
te los cargos presentados por Deleuze conta la lca del
esclavo en su Hegel, Nitze and the Criticiom of Mewpbyscs
Dede aydarnos eomarear la mporancia de los argumen-
tos que hemos presentado. El proyecto de Houlgate es de~
fender a Hegel de las recientes acusaciones esgrimidas por
los nitzscheanos franceses (Deleuze en particular) y, como
buen hegeiano, lanzar su propia ofensiva y demostrar que
Hegel no sélo es invulnerable alas erteasnietascheanas si
no que ademds resimente completa el proyecto niewscheano
tmejor de lo que lo hizo el mistso Nictasche. Houlgae efee-
tia ds conraatagues centrals conta el nietacheanismo de
Deleuze: (1) lo acts de no apresiar que a logicanegativa de
gel es necestria pars la determinaein y (2) sostiene que st
coneepeidn del s mismo no cumple con los requerimientos
necestrios para aleanar la interoridad genuina. Después de
haber etaminado la evohucin de a obra de Deleuze y el de~
sarvollo de su proyecto, deberia quedar caro que estos dos
cargos estin bastante descaminaios. Houlgateexplia:96 Michael Hande
La dialética de Hegel no se basa en realidad en una negacin
externa inicial de las diferencias especficas entre las cos y por
To tanto no constraye una fuga hacia un mundo abstracto de
cconceptosfccionales como afirma Deleuze |] De acuerdo con
la Ciencia de age de Hegel, una cosa debe ser en sf moma a
negacia de alguna ora coss [| pura poder tener al menos al
guna caracteratica determinada[..] La nocin de algo real oes-
Peciica que no est determinado negatiramente 0 meade por
Ta negacion, ex precistmente lo que la filosofadialéctia sefiala
como una impostiidad. Sin embargo, Delewze no puede apre-
‘car este aspect central de Hegel (pg. 7)
“Omnis determinatio et negate.” Voulgate nos recuerda que
si queremos que exist determinacién debe haber primero ne~
sgacién, Deleuze nos ha mostrado en sus estudios sobre Berg-
son que coincide en. este punto, pero él no es el vinico que
‘quiere la determinacién. Hemos visto que el movimiento ne-
stivo de determinacion que da fundamento al ser hegeliano
6, por definicién, san movimiento completamente externo.
[Ademas, cuando consideramos este movimiento en el marco
causal, advertimos que este fundamento externo es abstracto,
‘que no puede sustemtar adecuadamente el ser como sustancia,
como cau sui, Debemos admit que Deleuze no repite este
angumento en Niershe y la filfia como dijimos antes, da por
sentada la posicign de Bergson sobre la cuestién y continia
claborando su proyecto sobre ella. Sin embargo, a ests alturas
hhemos recomato tants veces a este argumento que hasta pue-
‘de sonar cémico que Honlgate sostenga que, como Nietsche,
Deleuze no estéadecuadamente familiaizado con Hegel el 1
‘sco, dator subs, “Qué consecuencias tiene la incapacidad
‘de Deleuze para apreciar un aspecto un tanto refinado dela b=
gica de Hegel?” (pig. 8). Jean Whal estd mucho mis acertado
‘cuando afirma que Deleuze a veces cae en exageraciones reto-
reas al sucumbira su inmoderado odio por Hegel
6 “Cletamente hay oo aor una expec de esetimientn respect
dela flosofahegliana gue or momentor le permite escribir pases p=
Las tia nietsscheana 7
1a segunda scustcién que lana Houlgate mesa una
confesin similar respecto del proyecto de Delete que
inverpret a rts niewacheana de Deleme como sata no
fiera mds que wn cnpeto fornia que se conteatar con
erica los medios de lege! y nosis fines. Por consigueatc,
como supone que Deleuze pretende arma la determin
&36n local mits negiin,Fngate sone tambien co-
mo otro objeto lainteriordad de la aufoconceacis, que
‘Simismo requee la negucién "De moto que Delevre ex
‘liye ls posildad de quel idendad concrea, verdaders
daha entendemse en térinos de a negacin ola mediacion
del nro" (pg. 7). Valens greg: “A ciferencia de Hegel,
Delonte no ere que la autoconsenca genina requer
conciencia del reconocimieno de sins que tenga]
otro” (ig 8). Houlgte enti que el proyecto de Deea-
ar o cmap la argurncnacin de Hegel; Dele
fe, por el contrat, ma quite fener nada que ver con le
tutoconcieniay eat mismo que ta engendr ease Nir
‘he nd Philp, pigs. 39, 41-2, 8) Junto con Nitec,
ia considera como una enfermtd, an receotnent eusado
porls reflexion de na fuera hacia misma, En camo, o
fue busea Deleuze es una eterirdad proc basa en
It atrmacion (pig. 36). Podemor ver caramente eta cues
sin tenemos presents ls mplcacones de los dos pos de
pooer desertos por Nietche Finalmente, Houlgte nos
propone ura ran por la cual Deleuze podela haber dec
fo no atacar directaments al ane yal eave de a Penme=
telogi de Hegel: todo cl terreno ct oventado a promover
Ie enfermedad del interior yl autoconcien
netrantes pero que a veces tain memes con desrientaro," CNicas-
the eta philosophic, pig. 353). Wahl ot en lo cer al stare pe-
Tig. La defnas de Delure se asinta a el desaralo de wna oposson
no dilesa, que no sera un esentnen sino agrestis y Una98 Michael Hardt
2.4, LA LABOR DEL ESCLAVO ¥ LA CRIFICA INSURRECTA
gliamo to, el protagonista
tia po poste fosmid ck aeons aes
politicos; no obstane, lo que mas aborrece es precisamente
lo que define su propia exstenca socal y lo ques le presen
ta como suesencia. Bs por ello que no puede comprender por
qué razon alguien queria celebrar el 1° de mayo el da del
trabajo: “zQué ease de broma es éta de celebrar el di del
trabajo [oo] Nunea comprendi por qué el trabajo deberia ser
festeado” (pig. 74). Los uabajaores que aceptan el valores
tublecido del trabajo le parecen encecrados, coarados en sus
posibilidades y jstamente esta aceptacin de los valores es-
tablecidos como esenca los wucve peligrosos. “Gente indo-
lente, obtusa, sin el menor atisbo de imaginaciGn, peligros.
No fiscistas, simplemente obtuse. Los del PCI [Partido Co-
munisea Faliano] eran pan y trbajo. Yo era un guatngnita
puvilar de Mace adel oper (ober) tai tl com la expe
{arom ares como Maria Troay Anonio Negri. Deleuze ences r
Senanca com ls obs de Tronien su io de Foucal; vase Foc,
ig 14, 0.28 y pg 150,045110 Michael Hands
{el hombre comin, sin ideologay sin valor; al menos lo mio
cera recuperable. Pero ellos aceptaban completamente el tr-
bajo y para ellos el trabajo lo era todo” (pigs. 85-86). Quie-
nes aceptan “el pan y el trabajo” como su esencia en cuanto
‘tabajadores son ineapaces de imaginar, incapaces de crear. EL
peligro que representan es el de una estasisobligada, el ha
tio de los poderes creatives y una perpetuacidn de la esencia
cestablecda. En este contexto, un gualunguisa esti ya en me-
jor posicién. La falta de valores, de ereencias,oftece un espa
cio en ef cual pueden actuar ia imaginacion y a creaci6
Partiendo de esta posicién, del reconocimiento de su antago-
nismo respecto del trabajo como una relacién de produecion,
el protagonista comienza a dirigir un ataque mis politico
contra el trabajo mismo. Hasta aqut estamos todavia en el te-
reno del Nietsche de Deleuze, con la critica total a los
valores estableidos. Lo que tenemos es un ejemplo desarro-
lado del trabajador que ataca el trabajo y, por consiguient,
se atacaa si mismo en cuanto trabajador: una bella muestra
del “hombre que quiere perecer” de Nietzsche, la destruc-
ci activa y lberadora que debe distinguirse de la pasividad
dll “iltimo hombre”, el PClista que acepta completamente
el trabajo (véase Nietzsche and Philoopy, pig. 174).
Gon tl proxgonisa de Fos ute lean
jer real para llevar adelante este proyecto destructivo
oe pe ape peerage
‘obreros. La vor de la narracién adquiere un aleance cada vez
nis amplio, pasando de la primera persona del singular al
primera persona del plural, como la masa de trabajadores que
comienza a reconocer lo que puede hacer y en qué puede
cconvertirse: “Toda la mereaneta, toda a riqueza que produci-
moses nuestra. [.-] Queremos todo, Toda la riquera, todo el
vier y ningin trabajo” (pig. 128). La expansicn de la expre-
in oils est erecatmentevinclada con na expan=
sién de la voluntad, Precisamente Ia riqueza de la
colectvidad es lo que siena las bases para la violentaradica-
Tidad de la eitea “Lo que comenzé a surgir fue el deseo de
char, no porque el trabajo o porque el pata fueran malos,
La ica nietzscheana am
sino porque el trabajo y el patrin esistfan. En sum, lo que
comenz6 a surgir fue la demanda del deseo de poder” (pag.
128). Fl reconocimiento de deseos colectivos va de la mano
‘con el desarrollo y la expansién de la prictica colectiva, Las
Ihuelgas de los obreros crecieron hasta el punto de propagar-
se fuera de la fibrica como manifestaciones callejeras y vio-
Jentos conflictos que abarcaron grandes setores de la ciudad,
Finalmente, esta expresién destructiva colectiva, este mo-
mento de intensa violencia, abre Ia posbilidad de la alegra y
Ja creacidn consiguientes: “Pero ahora lo que los movia mas
«que la ira era a alegréa. El gozo de ser finalmente fuertes. De
ddescubrir que estas demandas, que esta lucha, eran las de-
‘mandas de todos, que era la Incka de todos” (pig. 171). Este
es el climax de la novela, el punto en que la hucha se transfor~
sma de una pars destruens,impulsida por el odio a los patrones
yal trabajo, a una pars construem, alentada por Ia alegréa que
proxluce en los obteros sentir su propio poder. En este pun-
to focal, Ia lucha pasa de la negacién a Ia afirmacién. Esta es
la hora de la *medianoche”, la transmutacién de Nietzsche
(Nietsscbe and Philosophy, pigs. 171-75). El ataque de los tr
bajadores contra su propia esencia en cuanto trabajadores se
produce en el momento en que han adquirido la capucidad de
“ir mis alla”, de descubrir un terreno de creacién y gozo que
‘sti mis ali de su condicién de “trabajadores”
Quisiera destacar aqui dos elementos de esta transmuta-
ci6n de los trabajadores. El primero es que todo el n
'miento critic estd necesiriamente asociado a un movimiento
progresivamente mis amplio de a colectividad. El reconoci-
Imiento de los trabajadores de su comunidad y su expresién en
accién colectiva adquiere la forma de una sinteris espacial 0
social, que compone un cuerpo expansivo y coherente de de
seo: a medida que el cuerpo de los trabajadores se expande,
‘rece su voluntad y su poder. La sntesis que implica la colec-
tividad de trabajadores es un eterno retorno de la voluntad,
tno en el tiempo, sino en el espacio, el retorno de la voluntad
lateralmence a través de la mass de trabajadores. Seréa una
formulacién muy pobre decir que las trabajadores son pode-2 Michael Hands
‘rosos porque avanzan juntos, Io cual implicaria un eileulo del
sacrficio individual para aleanzar bienes colectivos extrinse-
‘os. Antes bien, dirfamos que el poder y la alegra de los tra~
bajadores estriba precisamente en el hecho de que desean y
actéan juntos. Los obreros forman un potente ensamble. El
segundo elemento que quisiera subrayar es que la transmuta-
cid se logra através dela prictce de los trabajadores. Preci-
samente cuando los trabajadores “actualizan” su critica,
‘cuando pasan ala accién en la frica y en ls calls, aleanzan
1 momento constructivo dela alegefa y la creacién. La “ac
tualizacién’” de fos trabajadores es una préctica de la alegri,
Estos dos elementos nos proporcionan los términos para el
resto de nuestro estudio sobre el Nietzsche de Deleuze: ¢C5-
mo concibe Nietzsche una sintesis real de fuerzas y cémo se
‘manifiestan esas fueraas en la prictica?
2.5, EL SER DEL DEVENIR: LA SiNTESIS ETICA
DE LAVOLUNTAD EFICIENTE
‘Cuando Deleuze aborda la cuestisn de una sintesis nietzs-
cheana, retoma nuevamente# la afirmacién de la multiplici-
dad y al ataque contra la dialéctica. “Hegel queria ridiculizar
el pluralismo” (Nietaiche and Pbilsophy, pag. 4): Ia dialéetica
delo Uno y lo Milipleestablece una falsa imagen de la mul-
tiplicidad que puede recobrarseficilmente en la unidad de lo
‘Uno. Heemos analizado bastante extensamente esta acusacién
cn la segunda fase del estudio de Bergson (Seccién 1.3). Co-
‘mo vimos, el atague bergsoniano mis potente contra este as-
pecto de la dialéetica es la construccién de una verdadera
‘multiplicidad de diferencias de naturalera. En el Nietzsche
de Deleuze encontramos el mismo ataque: “El pluralisme a
veces parece ser dialéctco; pero es su enemigo més feroz; su
tinico enemigo profundo” (pig. 8). El pluralismo o la multi-
plicidad estan peligrosa para Ia dialéctiea precisamente por-
‘que esirreductible a Ia unidad, A través del andlisis dela obra
dde Bergson, Deleuze pone de manifesto el caricter irre-
La ie nitescheana 13
dictble yl eminencia dela ukiplicidad en teninoslgi-
cos claro; per, como vimos, en ete contexto Delewre solo
consigue presemar el moment) complementaro dela orgi=
niacin de lo Miliple en ténminos muy dies. En reac
dad, parece que el caricerimeducible de a mulplicdad
prohibe toda ides de orgunizacén, Hemos sostenido que lo
gue hace mis vulnerable al Berson de Delene ante un con-
trantaque hegelino es precismente el hecho de no poder
ofrecer una nocinadeeuads de organizacin. Aqui es onde
Nictsche da Deleze una enorme vent.
“El juego tiene dos momentos que son Tos de airada de
dios: l dado qoe es lanzado yel dado que vuelve se detie-
ne (pig. 25). Los dos moments de a trada consuyen los
tlementos bsios de la alteratva que propone Nietsche a
In daletca de lo Uno y lo Mall. El primer momento del
nego es elma iil de comprender. La trad del dado es Ia
IMirmacin dl azar y de la muliplicidad precsamente por-
aque esa negacion del contro: sf eomo vimos en los estos
de Bergson, ét noes fa multplicidad del orden en la posi
bildad de este momento no hay nada preform: es fo in-
determinado, Io imprevisible. Esta es la evoveidn (0
‘emanacidn) ereatva de er de Bergson yen términos iets
theanon éte evel deveni del ser mulpicidad pura, Sin em-
bargo, el momento en que el dado mele ea es mis oscuro
yrs complejo: “Los dados que se anzan soo una vez son la
afirmacion del za, la combinsein que forman al ear sla
dirmacion de lanes, La necesdad sla afrmacion del
azar, exictamente en el mismo tent en que el yer esa afit-
‘acim del deveniryla und ex la afirmacion de la multi-
plicidad” (pig, 26). La ena dl dado no es meramente una
Eonfirmaciin dela necesidad do lo dado, de a realidad ml-
Spl; eo sera meramente un dterminismo y correri el es-
go de negar antes que amar d primer momento del juego
Fn cambio la detencin del dado es un momento de ont
nina de In una no es la evan psi, sin I rea
cin activa del er, Pars comprender eto, debemosrelaionar
In metifora de lata de dador con el eter tetorno:ms Michael Horde
El dado que vuelve y eae necesaramente afima el mimero 0
destino que devvelveel dado | El eterno retorno ese segun=
‘do momento el resultado del irada de dados, a afimacion de
necesidad, el mimmero que reine tades las partes del azar. Pero
también es el retorno del primer moment, la repeticin del
lananiento la reproducciin y reairmacion del azar mismo,
(pgs 27-28, la bastard es mia)
Hay que admit que la metre trad de los dads
result alge fod en este punt, pero debe conocer
segundo moments come un noma de enpniacisa
ue contraye uid, que constine elser renin todas
IS pares del sar” crnds ene primer momento, no 8
{uta un orden preformado, sin enna orgnizacin oF
{Bm El retorn del dado eo una afimacian de i ada
ima por cuamo consituye lor elementor orgies del
aren ntodo coherent, No sl sucede que el primer m0-
mento (de multpiady deve) implies el segundo mo-
mento (le-unad ys sino que ademds ete segundo
Ioment tanbi eon pine os dex
{eve inplican reprocamente como ua erie perpen de
Aloprinyreagrupamiento, como un inomento crag
Tnimomens ceneipetm como cnaracionyconsiicn
. Cini es la l6gica de la sintesis 0 constitucién del ser en el
cxcino retro? Ya no premos connar planeando esa
pregunta en un plo puramene lic; Newache transfor
Indl terreno de modo tl qu silo podemos considera exe
Ineroguncsonolgics eh trminc de eran y valor
La siatesis es una sites de fueras, de la diferencia y epro~
desi defray evo eon a site gu ne
‘no principio la voluntad de poderio. No deberfa sorprendernos
1a palabra “vohuntad™; quien mds apare de la voluntad poede
servis como el principio dena sintess de fuerzas determinan-
do a eelacn de fuerza con fuerzas? (pi 50)
Vimos desde el comienzo que Ia voluntad es la dinmica
{que mueve y anima el horizonte de Fuerza y valor: a lgica de
La éticanietzscheana us
ta sintesis es pues la ldgica dela voluntad. La voluatad de po-
derio es el principio de la sintesis que marca el ser del deve-
nis, la unidad de la moltiplcidad y lk necesidad del azar. Pero,
{cémo puede la voluntad oftecer un fundamento para el ser?
Ne estamos aqui muy Iejos de! horizonte escoléstco al que
nos referimos con insistencia anteriormente. En efecto, la
voluntad de poderfo es el principio del eterno retomno por
cuanto desempeiia el papel de una causa primaria, definien-
ddo la necesidad y sustancalidad del ser. No obstante, el terre-
no de Nietzsche pronto transforma este aspecto Wigioa/
‘ontolégico en una ética. El ete-no retorno de la vohunead es
tuna étiea en evanto es una “ortologia seleciva” (pig. 72).
Es selectiva porque no toda voluntad retorna: la negaci6n Ile~
g2s6lo una ver; slo l afirmacién retorna. El eterno retorno
es laseleccin de la voluntad afirmativa como ser, En Nietes-
che, el ser no esti dado; el ser debe set voluntariamente que-
ido, En este sentido, en Nietzsche, la ética est antes que la
ontologia. La voluntad étiea es la voluntad que retorna; la vo-
Tuntad ética es la voluntad que cuiere ser. En este sentido de-
cimos que el eterno retorno es una sintesis temporal de
fuerzas:exige que la voluntad de poderio quiera la unidad en
cl tiempo. Deleuze formula la selecciin étiea del eterno re
torno como una regla prictica de la voluntad: “Sea lo que
fuere que quieras, quiérelo de tl modo que también quieras
su eterno retorno” (pig. 68). Sin embargo, aqui deberiamos
destacar que cuando leemos la reght del eterno retorno de
Deleuze, debemos cuidarnos de enfatizar la palabra “tam-
bign”. Este "tambicn” puede ser muy engaiioso porque el
eterno retorno no esti separado de la voluntad sino que es in-
trinseco a ella. “zCémo realiza aqui el eterno retorno la se-
leccidn? Fs el pensumiento del eterno retorno el que selecciona
El que hace querer algo en su toulidad” (pig. 69). La voluntad
13, Pie Klozowskidesavll ct ies de una onto selctiva si
suiend dferene ines en su notable ndins Nita Ire veut
ease en particular, leapt ila "Le ctl viens en tant qu da
ene sete" pigs 177-29,6 ‘Michael Harde
tia es completa, interior aso retorno: “Har sempre lo gue
quieras (Niece and Piloply, pig 69, tao de A baba
Be Zaraasir El principio dl ters retorno como se e a
‘volun efcenteentendida como na vluntad ics
‘Ahora extamosen condiciones de trazaruna clara trayec-
toria de cota iden fundamental de eficiencia¢ interaldad:
{lade ln centratidad Logica dela diferencia eficiente (a dife-
rencisitrinseca ala cos) a fa centralidad ontolgica de la
fherza eiciente la fer introsecs as manifstacion)y Iue-
goals cenralidedética dela vluntad efcente, el principio
ar etemo reorno. Alo largo de estas sees corre como un
Hilo conductor una Tiga escolistca que le presa un funda-
‘mento metafico materialist: la naturtea itera deb cas-
hase efecto es lo que sustents i necesdad a sustancalidad,
Insingalardady Inunivocidad del se Esta esl manera en que
podemon entender el ctemo retorno de layokutad efciente
Emo el pilar cio de una flosofanietscheana del ser. Nos
prequntibamos antes, en neste andliss dela obra de De-
Tease sobre Bergson (Sein 1.3) cémo poede una filosoia
de sindeterminacon® ser también una filesoia dl ser, c6mo
podemos tener ala ver el deveieyel sex Aqui tenemos va
Fepuesta niewstheana, Los dados, una vr lnzaos (el mo-
‘ent del even de [a ndeterminacion) waelven ys dste-
Ipyen (selec del se) lo que a su vez da logar a una
‘ca Sauda, La selcciOn onologicn no niegs la indetermi-
tac dl lanzamicnt ina, sno que la ceva, lara, ast
omo ol eterno retorno es una afrmacin de la voluntad
Finalmente, en Nictsche el ser puro se leanza como un
sudo logra, como una fralidady aparece representado
Shel personje de Ariadna, Fl amor de Aradna por Dionsos
te a sSrmacion del eterno etorno € una dobleafirmacién,
Inlemcén dl ser del deveiea su més alto podeio, Dioni-
fos cel dios de la afraciin, peo toma a Ariadna para afi=
hare a mismo: =La eterna armacion dl ser, cternamente
‘oye aimacion’” (pig. 187, ctado de Ditrabes diac.
Tih afmacion de Dionisos marca el ser del devenir por lo
tanto, puesto que Ariana toma a Dionisos como el objeto de
La ica niescheana uT
su afirmaci6n, ella marca Ia afimaci6n pura del ser. La afir-
racién de Ariadna es una afirmscién doble (EL ‘s? que res-
ponde al ‘sf’ [Mystre d’Ariane”, pig. 15]) 0, més
propiadamente, es una afirmacisn en espral infinita: la afi
jaci6n elevada a la enésima potencia. La creacién de Ariad-
nna del ser puro es un acto ético, un acto de amor.
2.6, LA GRETIGA TOTAL COMO BL, FUNDAMENTO DEL SER
Sobre est terreno ético de lavoluntad eficiente,afirmati~
va, Deleuze repropone por tiltina vez el drama de la critica
total, en esta ocasién atendiendo a la valoracién: como
“eransmutacién”, Esta ver. Deleuze presenta la critica me~
diante una combinacidn de términos kantianos y escolistcos
refundidos, En efecto, la transinatacin pasa del kantianismo
al escolasticismo por cuanto pasa de una ertica del eonoci-
‘miento aun fundamento del ser" Aqui nos encontramos
ademas con el ataque final de Deleuze contra la dialéctica he
geliana, aunque presentado de manera distante, indirect
‘Como ya vimos, el punto de vis de la ertica, libre de su ins
tancia trascendental, es la voluntad de poderio. Ahora el
‘momento antagénico, la pars derruens de la critica le corres
pponde al nihilismo, Deleuze explica que el nihilism es la re
bio cngnocendio la voluntad de poderfo: “Lo que en realidad
sabemes de la voluntad de poderio es suftimiento y tortura”
14, Jean Wall admire I formulaciin que propoae Deewze dela vor
Tanta dla nada como la ati spre de wolunead de poder en ge
realy lx aimacion del cero rear como su rutoexendy pero ba
‘onsdera un tanto inapopidn par eleonteto nietascheano: “Per, eta
‘xponicn del pensamicnto de Nietashe, zo etal ve demasiado esco-
lic en aarincia?" Niceache et phiosopie, pig 378). Wa
dhl arta al scalar que Delewse ord evando wn elemento exter
pensamicnt de Nite, peo come espero haber mostado la eer
Ea lor ecuisioos puede conti excaece el fndamento oto
{Feo del pensamienta de Nietshe (en cl ands dl pode, la volun
ya cava,us Michael Hardt
(pig 173, 1a bastarilaes mi), Deleze a expicndo exten
Samentc que el miso, como un proyecto de neroridad
¥ concienta, sts pleno de dolory suftiniento; sin embargo,
{Le mismo tis es lo que Fevea “todos ls wore
tocidoso cognostles hasta el presente” (pg. 172). Obvene-
Ios eonociniento de nosotros mismos y Je esto presente
{eer el suftimiento dela volutad negadva de poder
Pero, omo nos enseé Kan ay un estado que est ms als
de este conocimient: “Conosbimer’ a woluntad de podero
deuna manera dfrene de co la conocemon (Ast el por
ements dl eterno retrno va ns alt de ta as eyes de
uct coneciniono)” (pigs. 172-7). El nihilism miso
Toque owes i all deteriora nl dls
isos acres da negative ex crite no pode na
“egacion permanente” gels; por el conta, exe
Iino “comurmado® es una vluntad ston dria ala na-
del amodestracel6n a destrucelon activa" (pig. 174) El
niitgmo consumado es sutodestacion en dor sno:
onvumacion signifies quel nhilsmo se derotaa si mismo,
dlemodo tal que el act final dela vlumtadnegatva de po-
derfo es extingirs af misma adem, la consumacin del
niilio ese fin del chombre® como ineririad consu
the esl sulidio del “smo hombre”
Enellimite de esta destruc, + meanoche, ene pun-
«ofa ay una transformation una conversin del ono
frien 4 a eeacion, dela negacién salvaje aI afirmacon
tsoluta de a nteriondad dlorosa la exterforkad goros:
5D legilador toma el lugar dl erudito a cecin toa
doger del concen ome yl afrnacin toma lugar de
tins ns negationes” (73) Laima, I par cn
runs a vluntad de poder eel gro desconocio,
{lcdad desconceda, ef Dios desconossdo” (dg, 173) ave
estn mi al dela ratio cnaend. Con la consumaci 3e=
tha dl ihilismo y la eansmutacion dela afraciony la
treac6n, hemos terminado fnalmente con la negatvida, la
{merordad yl concienca como tales, La exersrial el
toni necesiia pra fandamentar el ser la rviocnd
La étia niezscheana ny
de la voluntad de poderio, explica Deleuze, os afirmacién.
Estos términos le permiten reformular una declaracién de
Zaratustra como una ética oncoligica: “Amo a aquel que em-
plea el nibilismo como la rato sgnascendi de Ia woluntad de
poderio, pero que encuentra et la voluntad de poderfo una
‘ratio essen en la cual el hombre es superalo y, por consiguien-
tc, el nihilism termina derrotado” (pig. 174). El sor esti pri
‘mariamente por encima del eonocimiento. Como Ariadna,
Zaratustra ama al ser, la ereaciGn y la afirmaci6n del ser. La ex
terioridad, la afirmacidn, la voluatad efciente de poderio: ésta
cla rate que sustenta al ser y esto es lo que ama Zaratustra
(OnseRVACION: FIN DEL, ANTIEGELIANISMO DE DELEUZE,
Alcomienzo de este capitulo hicimos notar que uno de los
propésitos eentrales del estudio de Niewsche emprendido
por Deleuze es revelar una alternativa ala oposieién dial
‘ca que constituiria una “oposicién a la dialéctica misma”
(pig. 17) Precisamente la capaciad de la dialéctia para re-
‘cuperar a su favor las erticas dela oposicién es un argumen-
‘to que se emplea a menudo par critica alos ancihegelianos
ccontemporineos tales como Deleuze. Judith Butler plantea
tenérgicamente la cuestién de usa opesicién al hegelianismo
cen Snbjcte of Desire: “:Qué corstituye el iltimo estadio del
posthegelianismo como un estalio que esta definitivamente
‘mds allé de la daléetica? Bsas pesiciones, zno estin acaso m=
fa de la dialéctica, sun cuando afirmen estar en
ign a ella? gCual es la naturaleza de esta ‘opo-
{no ser acaso una forma que el mismo Hegel prefi-
gur6?” (pig. 176). Butler responde a estas preguntas en un
tstilo estrictamente hegeliano: *Las referencias a un ‘rupeu-
12° con Hegel casi siempre son imposibles, aunque slo sea
porque fue Hegel quien hizo dela nocién misma de ‘romper
con’ el principio central de su dislética (pag. 183-84). En es-
ta perspectiva la oposicién misma es esencialmente dialécti-
ca y, por lo tanto, la “oposicisn a la dialéctica misma” sélo20 Michael Hands
puede significar un fortalecimiento o una repeticién de la
dialéetica. En otras palabras, cualquier intento de ser ef
“otro” del hegelianismo puede resultar efectivamente en un
“otro” dentro del hegelisnismo.
‘A través de nuestra lectura del Nietzsche de Deleuze he~
mos indagado dos puntos que pueden constituir respuestas
adecuadas ala proposicion de Butler. La elaboracién de De-
Teuze de una critica total nos facilita una respuesta directa
pues muestra que hay dos tipos diferentes de oposicion. La
‘oposicisn dialéetica es un ataque limitado, parcial, que pro-
ccura “conservar y mantener” a su enemigo; es una suerte de
guerra de baja intensidad que puede prolongarse indefinida-~
‘mente en una “negacién permanente”. En efecto a dialécti-
cca saquea y reforma la esencia de su predecesor mediante una
critica parcial Por fo tanto, la “ruptura eon” que es el prin
pio central de la daléctia Sélo puede ser una ruptura parcial
que conserva la continuidad caracterizada por el prefijo
“post”. En cambio, la oposicién no dialéctica es aquella que
provoca tna ruprura completa con su oponent mediante un
ataque salvaje, irreserito. El resultado de esta profunda opo-
sicion es una escision que impide recuperar las relaciones.
or consiguiente, seria un error llamar “posthegeliana” a la
posicién de Nietzsche, como si ésta se hubiese construido so-
bre el hegelianismo, lo hubiese reformado o completado. Lo
{que sostiene Deleure es que la critica total nietzscheana es
luna posicién “poskantiana”: corrige los errores kantianos pa
ra realizar los objetivos del proyecto original del mismo
Kant. La eritiea de Kant permite que los valores establecidos
ppermanezcan como esencia en el plano trascendental. Esta
‘excepeidn resulta del earicter incompleto de la obra de Kant,
defecto fundamental que Nietasche corrige. Con todo, en la
critica daléetica de Hegel, los valores establecidos se juzgan
‘como esencia y se presentan como el protagonista central del
«drama eritico, Es imposible concebir la critica total nictzs-
‘cheana y su pars destruens irrestricta como una reforma de es-
ta posicin; s4lo puede aparece como una profunda ruptura,
Llegados a este punto, podemos ver claramente por qué De~
La tica niezscbeana nat
lear ints a neces de pliner I relacincon lot ene
Ingo présinot yo enemigos fndsmenales El Nietace
dr'Delowe puede consderane“poslanano, pro sls
mene “ana heelno: a difrengi queda eae por
fos concepts de refora ye rptur total Formolada en
tGemino istorogrfcon i delractn heelana de Bult
tauivalea dec qu sto hay ness continua ena hora de
in ilosoin,seformadasen mayor o menor medi como di
ferencis de rao, Deleuze, por el contra ise ena
marque la hsorla de la floslaconene discontnviades
rele verdaera difrencie de nanuralezay que la dscon
fad slaica manera de presenta relain Tegel
Nictche: ‘No existe concinclon posible ente Hegel y
Niswache” (6g 195)
oro Deleus nor ofrece un segunda respueta. A mel
da que sanzabamnor rvés de ln evan del penser
to de Delewe vim como ve encopa gradaimente el
terreno en el cal poi levar ssn su combate conta el
Ieelanismo y también vos smo s sague contr la di
Idea foe hacndose cada ver mi indecto, El stage
tergniano cont lo Unoy I» Mlle y e toque nee
Chemo cons a racism, oe desarolan en pl
fos compleamentealados dl dscrv de Hegel. Deesae
Acompatasu ete de desarllar una poscon totals
dine con or esses de parame de la dali,
oda I acta, Heme legos fin dl anhegeanis
fo de Deeure. Aun evando i retria conts I lia
Teaparczcaen el comienzo de Dien rps, po em
ol hace solamente para reper agus expestos eo
{Sts primero etuiosy no pura prescatar otros nuevos El
hecho de haber desarollado is oposcin total dat
i parece aber consid uns cs inelecroal para Del.
ter crornd a Hegel y cred un plano stdnomo, prs el
aint; ur pan que yu noe antheglan sino gue,
Sencllament, od a Galea,o7) Michie! Hande
2.7, PaTHos V ALEGRIA: HACIA UNA PRACTICA
DEL SER AFIRMATIVO
Una filosofia de Ia alegria es necesariamente una Filosofia
de la prictica, A lo largo de toda la lectura de Nietsche que
propone Deleuze, tenemos la impresién de que la prictica
slesempefia un papel central, pero los términos nunca se ma~
nifiestn claramente, Por otro lado, resula evidente lo que el
Niewsche de Deleuze 19 es: no es una investigacién de la
‘conciencia; no es solamente una reforma de la comprensién
ni una enmienda del intelecto en suma, no es la construccién
‘de una interioridad, sino que es na creacién de exterioridad
‘mediante el poder de afirmacién. Pero, la exterioridad del
pensamiento ¥ de la voluntad no es atin una caracterizacién
‘udecuada, porque la afirmacin nietascheana es también cor-
poral. En nuestra lectura del Nietzsche ce Delewze tenemos
{que hacer ain un ilimo movimiento: pasar de la voluncad al
apetito y el deseo, de la extrioridad a la préctica.
La elaboracién que hace Deleuze de la exterior
lad
niewscheana redescubre una proposicin spinoziana: "La vo-
tado [ponovir dete afet| (pig. 62, modiicado).” Spinoza
concibe una relacén positva entre el poder de un cuerpo de
serafectado y su poder para producir un efecto (véase la Sec-
cin 3.7): *Cuanto més variadamente puede ser afectado un
eerpo, tanta ms fuerza posee” (pg. 62). Hay dos aspectos
dle esta concepeidn spinoziana que le interesan a Deleuze en
el contexto de la obra de Nietsche. En primer lugar, este
“poder” para ser afeetado nunca se trata de una posibilidad,
siempre esti realizado (“actualizado") en relacin con otros
Ccuerpos. En segundo lugar, ese poder define la receptividad
‘den cuerpo, no como una pasvidad, sino como “una afet
15, Hugh Tomlinson trade “pace ee afd como pay Be
fed capi deer sect” erin “spac” no er we boe=
telecon porque el pare eff? imples ningun posed,
‘no que ex siempre ata
vided", wna sensibilidad, una seasacién” (pig. 62). Esta no-
cin le proporciona a Deleuze un medio de presentar la ex-
periencia interior como un modo de exterioridad corporal
La receptvidad de un cuerpo est estrechamente relacionada
con su expresin externa activa la afectividad es un atributo
del poder del cuerpo. En Nietsche, al igual que en Spinoza,
el pathos no implica pues un euerpo que “sue” pasiones; por
el contrario,el pathos implica los afectos que marean la ati-
vidad del cuerpo;la ereacin que es alegri.
Sin embargo, para llegar a una eoncepcién préctica del
070, este rico sentido del poder de la afectividad de los euer-
pos debe estar compaiiado por una elaboracidn de Ia actvi-
dad de los cuerpos en la priica. La wlkima seccién de
Nietzsche y la filafia abord este problema:
La ensefanza prictica que nos deja Nietrsche ex que la diferen-
ia es feliz; que la muliplicidad el devene y la easualidad son
‘bjetoralecuados de alegria por sf mismo y que slo el goo
retorna [..| Desde Lucreco, la empresa ercca que earacteria
Ia filosofa no habia legado nunca tan lejos (on la excepcidin de
Spinoza) Lucreco expone el malestar del alma ya aquellos que
Jo necesitan para esablecer su poder ~Spinora expan ka aflic=
in, todas las eas de aiceidn y @ todos aquellos que fndan
st poder en el coryzéin de exe dolor. Nietsche expone el ee7-
timiento,l ala concienca y el yoder de lo negativo que les sir-
ve com principio. (pig. 190)
Esta historia de ls filosofiasprcticas de la alegria (Laere=
inoza, Nietzsche) es muy sugestiva. Pero en el Niets-
cche de Deleuze hay dos elementos que impiden el desarrollo
de una lucha prictica contra las pasiones tists, dos elemen-
tos que nos conducen al estudio de Spinoza, Primero, la lee-
‘ura “impersonal” de Nietsche propuesta por Deleuze traba
cl desarrollo de wna teoria pristica porque limita muestra
cconcepeién de los agentes al interjuego de fuerzas. Ya hici-
‘mos notar que cuando Deleuze pregunta “Quin?” evita to-
dda referencia *personalista” y alude antes bien a una voluntad
cespeciica de poderio, Sin embargo, llegados a este punto te-