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La Peregrinación de Childe Harold - Lord Byron PDF
La Peregrinación de Childe Harold - Lord Byron PDF
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LA PEREGRIN!CION
DE
CHILDE I-IAROLD
POEMA DE LORD BYRON
TRADUCIDO
:_:.
NUEVA YORK
DI P ll ENTA DE LA CRONI CA
Úalle tic Lconlll'd, 11~ 112
•
DOS PALABRAS DEL TRADUCTOR.
~\
DX:L TRADUCTOR. IX
_.___________-- --
X DOS PALABRAS DEL TnAD UC.TOR.
JJ, . " Lndy ('hndotlo Hnrley, bijn del conde tlc Oxfortl, y í• la Rllli.OII
l!i müu de unos once niios.
·:~ t Pui, especie de bada tlc In mitologin oriento!.
A IA!'> 'I'IITI,,
CHILDE HAROLD.
Y,
CANTO PRIMERO.
OANTO PRIMERO.
.. l.
m.
Chihlc Tiarold ora rm nombre; p0ro la, procctlenda de
este nomhrc, <'1 Jinaje á que pertcncda, e!io es lo qnc 110
me cunYil·uc tkdr; ha;~! e saber que curria por sus n•nas
la :::angr<' tlu tma f;nnil ia. ilustre y renombrada <'ll ni ra. 1.
(.poca,: (t bien qno un a sola 111:.1\H.:ha. pnellc lleslwmar
c.tHtlquicx nombre, por máH glorio:-;o qne en lo on1iguo
haya poclido ser; ni tCHlox cuantns !Jla~<nn<'s 1lcse111icne
la heriiltlk~• del polYO de la tumba, ni l:t floritla prufla,
ni las tlulccs imposlnras de la poesía, ~eráu parle :'L <'111-
bdlec:er lus malas aceion<'fl, ó :í con¡;agrar d crímcn.
IV.
..
,
S LA PEREORINACION
" " Antes de salir de Inglatel'l'a tenia C!Jilde liMolclln fil'llle intcncion
de ntra\'cl>:lr la. Pcrtliu, y 1-egresar ¡¡o•·lu Indlt\." (Cartas de R!JrOII.)
DE CHILDE IIAROLO. 9
de su patl'ia, fueron desapareciendo rápidas ante s u
-.;isla las blancas p eñas hasta confundirse luego con su
ceñidor de espuma ; y entonces, acaso entonces se ane-
p inti6 de su deseo de viajar, como quiera que este silen-
cioso pensamiento quedó sepultado en lo íntimo de s u
alma, sin que sus labios exhalasen ttn:l. sola qtteja;
mient.rns en torno suyo vertían otros acerbo llanto y
})Oblabnn el airo con sus cobardes lamentos .
XIII.
JI.
Pronto ese sol nhunlnm·li otro dil\
Con tins ra yoe de oro y cnt·mcai,
Y veré mar y c·iclo todnvin,
l\[us no v erá In lict·rn en l)nc nnci.
Solirario mi alcío~ar 1110 lit,'lll"o,
F rio d IJognr, y la h·idtczn cu él :
Sih•estre yerba crcre por el mm-o,
Qni7.Ít OlÍ ret·ro :IIÍI!a éll Lll dintd .
. ~
10 LA PEREGnJNA C IO!X
111.
\en , pnjecíllo,• ven; ¿por 1J.n6tns oj•J.•
Arr.ts;tdos en lttgrhnne ceum 1
¿ Temes del mar 106 fílcilcs enojo~,
O cansa tu temor eli.J ttn\CI\11 ?
Eh ! ccaa de llorat·; \' Ú en un \'el cm
E~ nue8lnl mwe, y sóHrht (L In \'C7. ;
Ni el mas ltgil balcon volur pmlicra
Con mayor gall:U'Clin y tlltivez.
I V.
-Silben los vientO&, hinchcnfc las olas,
En bu<ill hom: tewilJlcs no m u son ;
Mas no extruiiei11, ECiwt·, r¡ne uciL ÍL tn1; solus
Sienta el ulma tranoid.a de :ttliccion .
Qne ú un padre d!!jé, y csloy utu;cutc
De mi madre, lu. nmllt•e de mi mnor,
Y tengo dos nmi¡,ros ROlumcntc,
Yos, aquí; y en lo~ ciclos, el Sciior!
v.
llli padre con tcrn ura mo bon di,jo,
Empero, uó con íntimo pc~m·;
1\faM mi maclt·e, yi\·icmlu sin su hijo,
No dej:u-Íl, lo ~ó, uc "n@¡>Í11tr.
-Dablu, IJa~lll, wnsihle pajecillo.
Dicusientau e!IUB lítgrimne en ti ;
Y, {t tener yo tu ror.11.on hCIII:ÍIIo,
Nnuca cesara de llorar usl.
VI .
Ven, :wét•catc ur¡ni , lmt\'0 csc\Hl<:t·c• :1
¡, Qn6 iuilic:1, •li, tu palio leY. mo•·tal '/ • !
¿ Tutuo~ hL~ JnlK tlcl l'mnc~~ ¡;n cl'l'Cl'ó 1
()l e iufnndc (lU\'Ot' cllcmpnml?
- LY picnRnB tr't r¡ne tema pot· mi vidn 1
N,·,: tan dúbil, si r (.;llil• lc, no pncJo set·;
~fa•, recordar¡, 11110. mujer qncrilln,
llace al esposo lid palidecer.
• flohcrl Hn"hton, hij'> de uno tic los nrr<'ncl:ulorcs 1le Dyrou. " 1~tc,·o
C"flllHli,:.{n it Rc,ltt·rt; )(' r¡ui~a·n hicu ¡.nr'luc, lo mir-1110 cptc yo, part:t:C Kcl"
utt animal r1111 :nni;.;u~: · f {,'ttl·lus 1/t• IJ!frtnt.)
t \\'illi:tm Flcll'het·, ¡,en ·i!lot· leal ,¡.. llyrhn por eR¡l:u·io •lt' ,·<;inl•>
:uioR eonscrntivoR, y 'lile recogió~~~ 1-.ltimo sn;;piro cn J\!issolon¡;hL
.........- - - - - - - - - -- -----·
DE C HILDE HAROLD. 11
VIl .
Ella y nús bijOi! pcqueiin<:loll momu
Junto á tu nlcúznr, quo bítcin el lago dí~;
Y ai por mi loa inocentes lloran,
¿ Ctimo ncnllnrlos ella lu¡¡ml"f~ 1
-Dnsta, hnen ~oa·,·idor. Nú ~in woth·o
Padece Mi tu conyugal virtud;
Y en tanto yo, con ánimo mfta ,·h·o,
~fe alejo, y río, libre do inquietud.
VII I.
¿Quien fia de la csposn ó de la amnntc,
l'or mús qne llore, \'itndono" pnrlit·1
Otr-os babrí• qne cnjngucn :LI instante
Sus peregrinos ojo6 de znfir.
:Ko me at\i¡¡e In dicba ya p:umda,
Ni dcl peligro próximo la fa~ ;
Lo mas crilel es (JIIC no d~jo undn
De IU'l'Uncm·mc un a lligl'iu1n cnpuz.
IX.
Y nboro. estoy nt¡uí, Rolo en el mundo,
m mm·, el nncbo ntna· l.t:\jO mi pié ;
·i
., ¿Y en qni6n peuli:lr con interé~ JII'Ofundo,
Cmul(lo it nadie un sn~piro dchca·é 1
'l'al \'CZ mi pcr1'0 ¡;imn, y ~imu. en ,·nno,
liMtn comer de nl:;un cxlraiio el pan;
Y, nnnr¡ne yo ,·neh·n en di a nú l~juno,
Su~ dientes con fnror 1110 mor•lcr:ua.
X.
Conligo iré cor'l'Ícudr¡, lmr·t·o 1uiu,
Po r c~lo imucnso, lí<¡nÍilo t:·i•tul,
D cjímrlome ll e,·nr ¡', In alltctll'io,
CouJo uo ~ea ¡, rni n•giou nrtln l.
¡ Salutl, oudu;; a~n l cs y C~[HilliOII(l8 !...
Y, cnmulo ya tlilslunlc caté do vo11,
¡ Salml, dcijier!os, cuC\'M lcnc:hro~<:m !...
-Y uliios de nue,·o, patria mía, aoliv~!
XIV.
L:\ IHWe {'o ni imm ,·olant1u, rolatH1n ¡ la 1i<·rra. SC' ha
pl't'tlitlo <lt• ri~ta y los dentos ~oplan rúciamentc l \ll la
12 LA PEUEGRINACION
XVI.
xxm.
ArJltÍ ~m. <lontlc tú moralHlR, aquí llondc ideabas tus
vln.rc·rcs. bajo la. cima ~i<•mprr ltt•rmosa do aquella mon-
tuiín; p<·ro ahora, como f:i ~ohrr l'lla p~~nsc la. maltlic.:iun
dl'l hcnnl•n>, t.n t•Hc·anlatla \' Í\'Ít•JHln esf:í. tan ;;olitariu.
como 1ú ! Sulo al ll'a \' ~:< tl1• llt•:-.mc•sm·¡Hlax Yerbas l'i !ves-
tres es liauu pcuetrar en lu:s dc¡¡icrlas salas, 1:11 hts pór-
•" l 'nt/¡rk fné nnn ele lo¡¡ rncntos que mns uwuiró en mil! ¡wirucroR
nüos." ( JJwrios de Bgro11.)
'
. ?
DE CHILDE HAROLD.
XXVII.
l XXX.
XXXl.
XXXII.
Y on el ron fin tle Portn~al y de Espaiia, su hermana,
i qué línea. pcnsais que tli\·ido ambo~:~ E stados rin1lc~:~1
i Bs el 'Tajo, que interpone su impetuoso raudal cutre
1 dos naciones celosas 1 i ó alguna. lóbrega sierra que se
Je,·anta en meclio cou impnnml e or¡.rullo? ¿ 1í IJi<·n una
han·ct·~~ at·l ifitial, sctut:jaut¡• :í la illllh'll:<a lllttralla •k lu
l'ltina '1 -l\ada .¡,. l':<•J : ui lwy \ nlla dh i:.-rll·i¡¡, 11i t':tllda-
18 LA l'élREGRINA CION
XXXIX.
XL.
¡ ror Dios que es un bello espectáculo (para. quien
no 1ienc allí ni amigo ni hermano) el Yer tal confusion
de bandas y bordados, tanta. nl'ietlacl de armas que
re~plnn<lccen en el aire! .Ahí estan los sabuesos de la
guerra, que se lc"'autan de ~:~us guaridas rccbi11ando los
dientes y aulhtudo con brio pot· su presa. Todos partici-
pan ele la caza, pero bien pocos del triunfo: la Tumba
<'Fl quien llcnr:í. la mejor parte, y el E strago, de puro
salisfcc:lto, apenas acierta ú. enumerar los combatientes.
XLI.
Tres C'jl-reitos se han combinndo para. el sacrificio;
tres long-u:u; clm:an á Dios extrañas plegarias; tres pcn-
don<'s onclean Yistosamentc afrentando el pálido aznl del
ci(']O; lo~ gritos son : ¡ Francia ! ¡ Espaiict ! ¡ Albion!
¡Victoria! El enemigo, la Yíclima. y el al'lallo entu-
siasta que combate por todos, y CJite combato siempre
cn Yano, so bau reunido allí-como si no huhiescn po-
ditlo morir en sus hogares- para suministrar alimento
-,
OG CIJILOB IIAROLD. 21
:í. los cuen-o~ en la ll::mnr:1. da Tul:1.\cra, v fl•rtilizar la
1icrm que cada uno tle t•llos pretendo cout!uhitar.
xr,u .
Y allí so pudriran CROH gloriosos juguetes de la Ambi-
cion! "í, porque la. Gloria enaltece el césped que cubre
su ur<:illa! ¡ Vano sofi~mal E llos no son sino instru-
mentos, quebrantados instrumentos que la tirania sncri-
tica po1· decenas de millares, cuantlo se atreve ú. ent.api-
7.ar su cauúno con corazones humanos, para llegar-t á
qué 1-A un sueüo no más. t Dónde será reconocida de
buen grado la autoridad del déspota 1 ¿ H abrá un solo
rincon de tierra 'erdadenlmente suyo. furra de a<1ucl en
que al fin caen pul Y erizados uno ú. uno sus linesos 1
XUI l.
X T.\ '.
XL\' T.
¡.,~
~
.~ DE CH JLOE UAROLO . 23
.
~ XLYlll .
LIII.
LIV.
¡, Pm·.t eso f:e ha rebelado la. j6Yen espafiola, ckjan<lo
pcut1icntc de los sáuc~s la. destemplada Yihnela, y-
d<'Slllint icntlo á. su !-;Cxu-hn. entonado el c:mt.o de guerra
y hecho cara valientemente á los peligros 1 Ella, que se
DE CHILDE IIAROI..D. 25
asustaba á la Yista 1lc la. m:ís lcYo herida, qnc temhlaba
de C:>panlo al oir el grito <1<' la lechuza, esa misma cou-
tl•mpla alwra ÍHIJll'rturb;lhlr <'1 dwquo ele las rriz:ulas
lJayuuctas .r el ecntcllco de los sables de:-:nurlos, y pot·
~>lltilna de lo;:; cütláYcrc:> follaYia cali e u ll'~, ntardta con
la bir.arriu do Miucrn1. por doudo el nü:-:nto Marte no
podl'itt bt~ecdo sin t ollJor.
r.v.
Vosotros, :í. quienes eausarít maravilla la narracion de
sus hechos, ¡oh! si ht hubié;:;eis conocido en sus días
m~ apa('ihks; si huhié:;eis ,·isto l ucir aquellos ojos
m•¡;m:-~ fl U<' se Lurlan de 1':11 negro Yclo, y oitlo su \' 07.
limpia y jo,·ial en el recinto de su habitacion, y contem-
plado IHU; lnengos cahellos, quo 11ingun pincel acertaría
á ('Ophu· dcbillament<1, y su¡¡ formas hechiceras, y su
IIIIÍS tJII C fcnll'nil donosum,-mal huhiémis poditlo crN•r
que los muros de 7.arago7.n halJian de verla un dia sou-
ricu<lo nntl} la Gorgona del P<•ligro, mermando las com-
pactas filas del enemigo y conduciendo á los suyos por
la tcmilJlc senda, tle la Gloria.
• Ajfl••tiua Zaragoza, jú,.cn ele veinte y doe niio6, qne Utnto se dia·
tioguio pur su \'alot· cu la defenPa do.: Zur:1go~t\ conlJ'u los ú-anceses.
2G LA PEREGRIN ACIO:\
L \·n.
LYIII.
LL'\:.
LXI.
LXIll.
LXXI.
.l
El fatal acero queda sepultado hasta los gavilanes en
aquella parte del cuerpo donde Yienen ú unirse la dila-
tada cerviz y h~ espina dorsal : la fiera so detiene- sufro
una. convnlsion gcuer al- <lesdeiiándoso de ceder , y >a.
cayendo lentamente, al compas de los g ritos de triunfo,
hasta que por último espira, sin exhalar un gemido, sin
,. la. menor señal do agonia. Llega. á la sazon un carro con
v istosos adornos, y en él es colocado luego el cadáver-
¡ sabroso espectáculo para los ojos vulgares !- Cuatro
cOJ·cclcs, que se burlan de las riclH1ns, tan notables por
su agilidad como por su ataYio, llevan arrastrando 1:1.
pcsatla molo con no vista. raJ)itlcz.•
LXXX.
LXXXII.
LXXXlV.
i 1
ConLentábase con obscn·ar, sin mezclarse :í la muche-
dumbre, siquiera. no nese ú. los hombres con el óilio uo
un misántropo. Hasta hubiera. tomado parte tle bucn:J.
voluntad en el baile ó en el cauto ; pero, i quien potlr{L
..... sonrcir:;e cuando se sieute abrnmatlo bajo el peso de su
destino 7 Nttlla de cuant.o Tcia. en torno suyo poc1ia miti-
gar su tristeza; y con wtlo, cierto <lia, probó Cltiltlc :í.
t~acudi r <le sí al demonio qne le aeO:)ttbn., y scutatlo con
aire ponsati ro en ol retrete tlc unv. hcrmosn. clama, se
en t.rctn \'O en improvisar e:~to canto, tkdicado :í. unos
atraclinls t;\n inll.'rOl;ant.es como los •tuc le haiJian cau-
1i nHiv l·ll 1iumpos ma:) felices :
A IN ES.•
n.
En Ynno me pregnntae qnó torcedor oculto,
Quo asi YO. corroyendo placer y jn,·entud;
En vano, pues conozco IJ 'le en esta pena mhl
Ni aun puedes consohu·me tú miama, con ser llí.
111.
No es el nmor ni el ódio; ni turban mi memorin
H onores mulogrados de ftítil nmbiciou;
No es eso lo qne siento, lo q nc Íl llejur me obli¡¡n
Lne prendas c¡ne mi almn lcuin en múe valor.
IV.
Es ellt:-dio qne brota cuanto á mi pni!O encuentro,
Cuan lo en mi oído tiiiCDil, cuanto mis ojos \'Cn,
Ya para m1 no tiene prestigio hl bcrmoaunL,
A peuae tus miradas me inspiran iutercs.
v.
Ee In moruu tristeza, sin tr~fl\Ul, ~in nlh·io,
Que del Jt1tlio errante pnnzabu el corazon.
No lmepondrii. conllllgo los lindes de lu muerte,
?úus antes¡ ay! no espero que aplaque su rigor.
VI.
¿Cómo huir de sí mismo quien dcster1-ndo pcnn. 1
D o quicr que vaya-lejos-del mundo en el contin-
Aili wmllicn me aigues, azote tle lu vidnl
Demonio·peueamiento, tuml!it:n te sufro ulli !
VIl .
Otroe npnran ébrios la copa del deleite,
Copa que yo desecho, caurodo ele gozar.
¡Oh! puedan en l!uen boro seguir u.11i 80Ünndo
Y, como yo á lo ménos, no despertar jumus.
VIII.
De un clima en otro clima vagnr es mi destino,
:II•irtir tic mil recuerdos con quu luchando voy;
X qnédame, entre 11lnto, pur riuico consnelo
Saber que ya no cabe mus intimo dolor.
IX.
¡ Y qné dolor· es e~e 1-)l'o mírs me lo prcgunteij;
Deja po1· O ios que ocuiLo p<H·pótnamcntc 11~tó.
Sonríe-no de•cubras el cor111.0n del !Jombre,
l'ort¡ue ,·e rus hirviendo todo un inlicrno e n 61!
LXXXV.
l
-----------~....
LXXXVIII.
LXXXJX:.
xc.
Ni toda la sangre vertida. en Talavera, ni todos los
prodigios de la batalla de Barrosa, ni los cadáveres de
que quedó sembrado el campo ele .Albuera, han podido J
asegurar:~ E spaña la conquista de sus derechos. ¡,Cuan-
do volverá. n ftorecer en su suelo la OliYa de la paz 1
t Cuando poclrú. respirar de sus mortales fatigas 1 ¡Cuan-
tos dias de incertidumbre habran de sepultarse aun en
las tinieblas do la uocbe, antes que el francés usurpador
abandono su presa y que el árbol exótico de la Libertad
se aclimate en la Península !
XC I.
CANTO SEGUNDO.
OANTO SEGUNDO.
T.
m.
¡ Ilombre de un tUa, lcYántnte ! ¡Acércate aquí, Yen!
-pero respeta esa urua indefensa. Contempla este
lugru· -sepulcro de una naeion, moracla de unos dioses,
en cuyos altares no brilla ya ni una sola luz ! P orque,
· basta los dioses tienen que sucumbir tarde 6 temprano.
A cntla r cligion le llrga. su vez : nycr la. de Júpiter-
hoy la de Mahoma- y otros t.i empos trneran consigo
ot ras creencias, hasta. que el hombro llegue á entender
que en va!lo hace lmmear el incienso y correr la sangre
do lus víctimas ; pobre hijo tlo ln Dnlla y de la Muerto,
cuya esperanza tiene por cimiento tlóhiles cañas.'~'
IV.
VI.
VII.
Dieu decías tú, sabio ateniense :•-"Todo lo que sabe·
hemos es que no sabemos nacla."-i Por qué rct.rocedcr
ante lo que no podemos evil:ar1 Cada cual t.iene sus
penas; pero el hombre pusilánime suelo lamentarse de
males que solo existen en su imaginacion. Eh! busque-
mos lo que el Acaso 6 el Dest.ino pregona como lo mejor:
la Paz nos aguarda en las márgenes del Aqueronte;
allf, ninglln ahito huésped tiene que tomar parte en el
banquete cont.ra su voluntad, sino que el Silencio nos
• Sócrntee.
.- - . -- ·- ··- .. .
48 LA PEHEGRINACION
XV.
J
01'1 CHILOI'l HAHOLD. 61
XVI.
Pero, i qué fué de Harold 1 ¡, podria olvidarme de
guiar á nuestro taciturno viajero al través de los mares 1
No participaba á. la sazon g1·an cosa ue
cuant{) aflige á
los dcmas hombres; ninguna mujer querida elthaló en
su presencia fingiuos lamentos ; ningun amigo tendió la
mano, en sei1al de despedida, al frio extranjero que iba
á partir para otras tierras. Duro debe ser el corazon que
resiste al influjo de la hermosura; pero Harold ya no
sentía como en otro tiempo, y así no le costó ni un sus-
piro el ausentarse de aquel pais tan ailigido por la guerra
y el <:rfmou.
XVII.
XIX.
XX.
XXI. 1
XXVI.
X.XVll.
xxvm.
Pasemos por alto lo dilatado y monótono del viaje•
la via tan á menudo surcada, y que nunca deja tras de
sí la. menor señal ; no hablemos de la calma, del tempo-
ral, do los cambios atmosféricos, de las bordadas del
buque, de tantos y tan conocidos capric~os á que son
ocasionadas las olas y el viento; ni tampoco de los rego-
cijos y pesares que alternativamente suele experimentar
el mtninero d<mtro de su alada ciudadela estrechamente
ceñida por el mar; ni del tiempo, bueno ó malo, prós-
pero 6 adverso, segun la brisa arrécia 6 se calma y las
olas se embravecen, hasta que llega una mañana, y se
oye el grito de-" ¡Tierra!", y todos los ánimos reco-
bran su alegria.
XXlX.
XXX.
X}.."Xi.
XXXII.
"Misfriss Spencer Smitb, cuya vidn, ni decir de Byron, fué unn con·
tinun eérie de ncontecinuentos singulures, npenns creibles en una
non:lu. l:fnbin nacido en Colllllanúuopln, donde su padre, el liaron
Hcrbcrt, em ;, In sazon embajudor de Au!tria.-" Yo be encont.mdo en
cllu una dama muy linda, muy cabal y muy excéntrica." (Carta de
Byro11 cí su madre.)
-------------------------------------=~~~--~---
DE CHILOE HA ROLO. 57
XXXI U.
XXXV I.
¡Adelante! K o malgastemos el tiempo en vanas di-
gresiones, porque aun tenemos más de un monte c1ue
t rasponer, más de una vistosa ribera que costear, guiados
11ó por la Ficcion, sino por la llf elancolia meditabunda :
aun tenemos que recorrer climas tan deliciosos como
j amas los baya .soñado la imaginacion de un mortal, ó
como ninguno de los descritos en las modernas utopías
que enseñan al hombro lo que pudiera y debiera ser, si
un ente tan corrompido supiese alguna vez aprovecharse
ele tal enseñaHza.
xxxvn.
La Naturaleza es, en medio de todo, la mejor de las
madres; á vueltas de su continua mudanza, siempre se
ostenta con semblante halagüeño. ¡.Así pudiese yo \
saciarme á su desnudo seno-yo, criatura por despechar
todavía, dado que no sea su criatura predilecta!-¡ Oh 1
nunca aparece tan rica ele hermosura como en su estado
saln1je, cuando el Arte no ha osaqo profanar sus obras.
De mí sé decir que siempre la he encontrado risueña,
así de noche como de ilia, y eso que me be dado á con-
templarla cuando ningun otro lo hacia, buscándola una
y otra vez, y ~mándola con el más intenso amor cabal-
mente en sus momentos de cólera.
XXXVIII.
XLIII.
Entonces por fin se sintió Rarold realmente solo, y
dando un prolongado adios á la,ts lenguas cristianas,
pudo ya internarse en aquel país desconocido, que á.
iodos causaba admiracion, pero que muchos temian re-
conocer. Tenia un alma bien armada contra los golpes
del destino : sus necesidades eran escasas; no buscaba
el peligro, pero tampoco 1o eludia. nunca. El espectáculo
que estaba presenciando era de cierto salvaje, péro en
cambio era un espectáculo nuevo, y esto le hacia sobre-
1le'\'ar con agrado las incesantes fatigas del naje y arros-
trar con igual entereza el soplo glacial del invierno y el
intenso calor del Yerano.
" Ln ,-¡~pe1-v. del diu en I]UC se diú la hntnlh1 ele Aedo, Mnrco Anlo·
nio !Jnhia.tcn1do 1i su mesa uo ménos c1ue lrece reyet~.
t Nicópolis, boy en ¡·uiMs, poco distam11 fle Accio.
62 LA PEREGR INACION
LXVI.
L:\.'VII.
L.'(Vlfl.
LXIX.
LXXI.
LXXll.
l, J.
11.
¡Oh ! que el Suliotn atezado
Ea de valientes modelo,
Con su capota de pelo,
1"' Con su nevado ropon.
Veclle, á merced do las fieros
Su ganado nl.mudonnudo ,
Y {~ la Uamu·n bnjnndo
Como torrente veloz.
lll.
1'
1
:Ea el pecbo de un r ivu l.
IV.
V.
Y de 1&3 costrul de Pargn
Acude el pirata osado,
Qu e fl cautivar avezado
Al pfllido 1-~ranco • está.
En la ribera dejando
L os romos y lae galeras,
A sue propina madrigueras
Irú í1 buscarlo de hoy mús.
V.
¿ Qu6 li mi el placer, In riqueza 7-
Yo (,'llnaró por valiente
Lo quo el débil solamcnt~
Puedo con oro n.lcuuzar.
Y mía se•·{¡ la virgen
Con 811 luenga caliellera;
Y ¡ cuí1ntua por vez postrera
A sus madrea dcjarun !
Vil.
VIIJ.
IX.
LQui('n dijo mii!Cricordio. 1
x.
Partió Monctnr, • y ,·clocce
G-alo¡utl>au sus corceles;
Y teml>lamn Jos infieles
Ante su enseña marcinJ,
Cu:mdo :wancen RUS Dclbies t
Luchando uiznrmmeutc,
D e !u. moscovita gente
¡ Cuo.u pocos se sahut·uu!
XI.
Sclictar, t muestra elnlflmgc
D e nuc~tro príncipe no ule;
'famuor, tu uronco redolJic
D el comuntc señal ce.
Mont<tiio.s, de donde uhom
llácia el llano clei!CCndcmos,
O triunfante~ voh·eremos,
O nunca má1111011 ,·et·<:is!
LXXIII.
• Tiijo de Ali·Dnjá.
t Soldados de cab:llleria ligera clel <:j~rcito tarco, que comienzan
eiemprc el ntuque.
~ Nombre delsaule del sultan, y taml¡ióln del ofidnl qlllllO conduce.
74 LA PEREORINAClON
hombres. l
LXXV.
DE C IIIL DE II A ROLD. 75
Yuestro brazo, y solo vuestro brnzo, debe llevar á cima.
i Vendrau á redimil'Os el Galo 6 el l\IoscoYita 1-¡ N ó !
T al ,·ez ellos logren abatir á vuestros opresores; J)ero
ni aun entonces se iluminaran para vosotros los altares
do la L ibertad. ¡ Sombras de los n otas, triunfad de
vuestros tiranos!-¡ Grecia! por más que tú cambies
de dueños, nunca varia tu situacion : pasaron tus dias
de gloria, pero nó tus años ele Yergüenza.
LXA\TII.
LXXX.
r.xx.n.
Multitud de ligeros caiques • iba cortando velozmente
las espumosas aguas; las doncellas do la comarca se
solazaban bailando en la ribera.; hombres y mujeres ha-
hian olvi!lallo de todo punto el sueüo y el hogar, en
tant·o rp10 muchos ojos lá.nguiclos cambiaban entre sí
miradas tales como pocos corazones aciertan :.í. resistirlas,
y la trémula mano correspondía ú. la mano que blanda-
mento lo. estrechaba. ¡ Oh, Amor! ¡ jó,·cn Amor! Ceñi-
rlo con tu guirnalda de rosas, deja que los doctos y los
cíniros chm·len y cllarlen cuanto l<'s venga. á. cuento ;
que al fin y al caho, tales horas, y solo tales horas, pue-
den r cuimir ucl mal los aiios de la Vida !
LXXX IV.
LXXXVI.
LXXXVII.
LXXXIX.
XC.
XCI.
XCII.
XCIII. ,
XCV.
• J\Inriu Cbnworti.J.
82 LA PEREORTNA CION DE CIIILD E HAR OLD.
XCVH .
l.
Es tu rostro como el de tu madre, hermosa mua
mia l Ada, bija única de mi casa y de mi corazon ! La
última vez que ví tus juveniles ojos de cielo, ellos
mo halagaron con una sonrisa, y luego nos separa-
mos -n6 como nos separamos ahora, sino con una
cspernnza.-
D cspierto sobresn.ltado; las olas se en-
crespan en torno mio, y los vientos alzan su voz por
encima de mi cabeza: yo parto; á donde voy, eso es
lo que ignoro; pero ya pasó aquel tiempo en que, viendo
alejaTse de mí )as playas de Albion, podían entristecerse
ó alegrarse mis ojos. •
II.
rrr.
En el estío do mi ju•entud díme :í cant.ar á cierto
proscripto que anclaba huyendo do las tinieblas do su
propio corazon. Vuelvo ahora 6. mi historia, que no
hice sino comenzar entonces, y que llevo siempre con-
migo, nó de otro modo que el viento impetuoso llenl.
la nube bácia adelante; en él encuentro las huellas de
mis h ondos pensamientos, de mis enjutas lágrimas, cuyo
refl ujo deja tras do sf un surco estéril, sobre el cual
ruedan pesadamente nuest.ros últimos años, haciendo do
la vida un desierto, donde no brota ni una sola flor. '
,lV.
D esde mis verdes años de pnsion, alegres 6 penosos,
tal vez mi .corazon y mi harpa hayan perdido alguna
cuerda, drjando de es lar tmíl>onos; tal vez en vano pro-
baria yo á cantar como en otro tiempo; y, con toclo,
por más triste que sea pum mí cst.e asunto, no puedo
111énos ,]e fijarme en él; y :í trueque de que me sustraiga.
al fa! igoso en!iuciio ele mis penas y de mis regocijos
c~ois ta~, con tal r¡ ue esparza. el oh·itlo en clcrrellor de
tllí, lti<'n porlnt pnr<'ct•rmc un tanto agradable, siquiera
no hay:t de S<'rlo para nadie más.
V.
Quien en este mundo do mjscrias haya envejecido por
sus acciones, nó por su cdncl; qne haya p·c netrallo l as
profumlil1a<les de la ,.itla ha~ta <•1 JlUn to da no asom-
brarse por nada; cuyo corazon <'st6 i prueba de lns
heridas <¡ue el amor, el pesar, h1. gloria, la. ambicion {¡
la discnnlia. suele causarnos cnu el afilado puñal de
DE CHILOE JI AltOLD. 87
~ilon ciosoy agudo padecimiento¡ eso podrá decir por
r1ué el pensamiento bu:;ca refugio en las ca,·ernas soli-
tarias, pobladas llc imágenes aéreas, lle esas formas que,
á pesar de los años, permanecen inalterables en el má-
gico retiro uel alma.
VI.
X.
y
Al amparo de una fria reserva, como si no corriese
ningun })Cligro, babia r eanudado su trato con los demas
hombres. Parecíale que su carácter había adquiri<lo ya
tal fijeza, tan resguardado se creia por un espíritu in-
vulnerable que, si bien no acariciaba ninguna esperanza
halagüeña, tampoco temía que le es tu viese r eser vado
ningun pesar; teniendo p or cier to que podría, como
cualquier otro, pasar inathert.ido entre la muchedumbre
y hallar en ella com·cnientc pasto tí su imag inacion, tal
como en cxt raiios paises lo habia hallado antes presen-
ciando las maravillosas obras de Dios y de la Naturaleza.
XI.
:xu.
No tardó, empero, en conocer que nadie babia tan
incapaz como él de asociarse ó. los otros hombres, con
quienes apenas tenia nada de comun. No habiendo
aprendido á subordinar sus pensamientos ú. los de otro
alguno, si bien en la edad juvenil babia estado su alma
subyugada por s1.1s propios sentimientos, libre como so
conservaba todavia, mal pudiera ceder el predominio de
su entendimiento 6.1os extraños, cuando vivia en pugna
con ellos; altivo, en meclio de su t ribulacion, sen tia en
sí mismo bastante vida. para poder pasarse sin el trato
del género humano.
Xlii.
XV.
}.'"VI.
XVJI.
J
. --- - --- -' --- ·----· _.. _... --- ~ ------,
DE C HILDE HAROLD. 91
XVIII.
XIX.
¡ J usta recompensa ! Puede el Galo tascar el freno y
espnmear en las cadenas ; pero i es la tierra más libre
por eso 1 LNo han combat.iclo las naciones mas que para.
derrocar á. nn solo hombre 1 i ó se han coligado para
enseiiar á todos los reyes donde resido la verdadera.
soberanía 1 ¡Pues qué l i habrá de renacer la Esclavit.nu,
ídolo abigarrado de un siglo de ilustracion 1 Nosotros,
que hemos postrado al Lcon, i habremos de rendir
homenaje al Lobo, bajando humildemente Jos ojos y
doblando ante los tronos la servil rodilla 1 Nó; probad,
antes de alabar!
XX.
r XXIV.
!
carmín al elogio de sn hermosura; y hubo separaciones
repentinas, que arrancaban la ,·ida á más de un jó,·en
corazon, y suspiros ahogados-tal Ycz ¡ ay! los postre-
ros; porque ¡ quién sabe si ya no voln~ran á Ycrse
l
jamas aquellos enamorados, cuando á. una noche tan
deliciosa puede suceder tan funesta mañana !
XXV.
XXYJI.
X..UUJl.
XXXV.
DE CHILOE HAROL O. 97
1 -podía fijarse con igual perseverancia en los objetos
XL.
:Más discreto que en tus clias de prosperidad ; porque
ent.onces la ambieiou te hizo lleva.r demasiado kjo~:~ tu
habitual y no disimulado desden báci:dos hombres y sus
pensamientos; desden j usto, sin duda, pero que no era
cuerdo lleYUr siempre impreso en los labios y en la
frente; ni debías tampoco haber humillado 6. los mismos
de quienes tenias que valerte como instmmento de Lu
elevacion, y que al fin se han vuelto contra. tí para aym1ar
:í. derribarle. Ko vale e:ote mundo la p ena de ganm·lo 6
p erderlo ; y bien lo h as experimentado tú mismo, como
todos aquellos que han escogido un destino semejante.
XLI.
Si, á semejanza de una torre qne se eleva. en l a cima
de escarpada roca, hubieses tenido por suerte reinar ó
caer solo, ese desprecio tuyo hácia los demas hubiera
podido ayudarte ÍL r esistir el choque lle la. adversithul;
pero los p cn:,;amientos do los l10mbrcs ~e rYian Jo gradas
:í. tu trono, y sn a<lmiracion era cabalmente tu armo.
más :poderoHa. T ocánclote representar el papel de
Alejaudro, no clebias haber escogido el de Diógenes
para. hact•r mofa. del g~n cro humano, :í. menos que antes
hulJieses abtlicado la. púrpura. Para cíuicos coronado~:~,
la tierra seria un to11el demasiado c1!p;tcioso.
XLII.
XLlll.
XLIV.
XLV.
XLVII.
Totlavia subsisten en pié, á semejanza del ánimo
fuerte minado por el infortunio, pero incapaz de doble-
garse ante el vulgo mezquino; sus únicos moradores
son los vientos que penetran por sus hendiduras, y las
nubes forman su exclusiva y lúgubre soledad. Un tiem-
po fué en que todos ellos rebosaban ju\'entud y ano-
gancia.; en lo alto de sus almenas tremolaban vistosas
banderas, y á sus piés tcnian lugar árduas batallas ;
pe1·o los combatientes yacen hoy envueltos en sangrien-
ta mortaja, las banderas desgarradas Be han convertido
en polvo y sus muros envejecidos no soswndran ya nin
guu ataque.
XLVIII.
LIL
l.
11.
111.
LVI.
No lejos de Coblentz y en un terreno ligeramente
eleyado, hay una pequeña y sencilla pil'ámide que
DE CHILDE HAROLD. 105
corona la cumbre de la verde colina. Su base oculta
las cenizas de nu héroe, do un enemigo nuestro,-
pero no por eso dejemos de honrar la memoria de l\Iar-
ccau! En la tumba de este jóvcn insigne ha derramado
copiosas lágrimas más do un soldado feroz , deplorando
y envidiando á. la vez un destino semejante- haber
muerto por Francia, combatiendo para revindicar los
fueros de su naciou.
LVII.
Dreve y gloriosa. fué su carre1·a ;-dos ejércitos le
1lora.1·on por igual,-el ad>ersario como el amigo. Todo
extranjero que aquí se detenga debe rogar por el des-
causo de su alma valerosa ; porque fué en vida el
'j ,
ca.mpeon de la Libertad, uno de aquellos pocos que
no abusan del terrible poder conferido ii los que manejan
sus armas ; conservóse puro hasta el fin, y por eso fu6
tan sentida su muerte.
LVIII.
LJX.
LXX.
LXX\'.
LXX. V(.
LXXVII.
LXXVIII.
LXXIX.
LXXX.
l
DE CHILOE llAROLO. 113
el peor de los extremos, el de ofrecerse re>estida con las
apariencias de la razon.
LX.TII.
Porque entonces estaba él inspirado, y ele su ins]Jira-
cion, como del místico retiro do una. pitonisa, brotaban
aquellos oráculos que pusieron en combustion á todo el
muntlo, y que no cesaron de abrasarlo sino con la. desa-
paricion de reinos <'nteros. D ígalo Francia, que durante
siglos y siglos cstn YO postrada á los piés de m1 de:c;po-
tismo hcredilario, temblando bajo el yugo que la oprimía,
basta que tí. la >oz de Roussca.u y de sus colegas osó
un di a erguir lu. cen·iz, pasando, como siempre acontece,
ele lUla abyeccion cobarde á un tlesapoderado furor.
.. LXXXII.
Ellos se erigieron 6. sf mismos un terrible monumento
~>obre la. tnmb1~ do ai\~jas opiniones, de creencias pre-
dominantes dostlo tiempo inmemorial: rasgaron el Yelo,
y pusieron de manifiesto á los ojos del mundo todo lo
que aquel velo hahia tenido oculto hash1 entonces. Pero
tlestruycron el bien al mismo tiempo f!Ue el mal, no
llrjando sino ruinas, con las cuale~; se volvió luego tí.
edificar sobro los propios cimientos; y así hubo nuevos
calabozos y nuevos tronos, simultáneamente ocupados,
como en épocas anteriores, porque la ambicion nunca
deja de ser ohstinada.
LXX.\:HI.
l'ero esto no puede durar, nj es vara. sufrido por largo
tiempo. Los pu<'blos han conocido su fuerza, y la. han
hecho conocer tambicn. Vcnla.d es que pudieron haberla.
empleado mejor; porque, dcs>anccitlos con su ..rena-
ciente brio, se han causntlo múh1amentc con:sidcrahles
daños, ensordeciendo á la voz de la piedad; pero sepul-
tados hasta entonces en la tenebrosa ca.Ycrna de la
Oprcsion, n6 vi\'ificados por la luz del dia, como las
águilas, i qué mucho que alguna >e~ hayan escogido
mal su presa 1
l_
114 J,A PERBORI:\"ACIO<'\
r..xxxv.
¡ )IanRo y cristalino Léman! 'l'u lago, que contrasta.
en tlll totlo con el mundo turbulento en que he vivido,
mo imlucc, con su· calma, ú. trocar las rcnteltns aguas
tlc la Tierra por 1m mnnuntinl m:í.s l)uro. Esta vcht
sosegada es como l111 ala silenciosa que me sustrae :í mi
descspcracion. Un tiempo fué en que yo gozaba escu-
chando los bramillos de la mar agitada; pero tn suave
murmullo ~u en a en mi oiclo tan dulcemente como la YOZ
de una hermana que me rcpremliese por haberme {'Utrc-
gado de contínuo f~ sombrios Illacercs.
LXXX\'I.
LXXXYIII.
LXXXIX.
XC.
XCII.
El ciclo ha. cambiado de aspecto! y 1qué cambio!
¡ Oh, uocbe, tempestades, t inieblas, vosotras sois mara-
villosamente fuertes, pero llenas de atractivo tambien,
como el brillo ele UllOS ojos negros ele mujer ! Allá. á. lo
lejos, de cumbre en cumbre, entre los retumbantes pe-
ñascos, •a saltando el animado trueno ! K o brota. ele una
sola nube, sino c¡uo caela risco ha. encontrado en esta.
ocasion una voz, y al tra.ves de su mort.aja ele vapores,
el Jura responde i los Alpes regocijaclos, c1ue á. grito .
herido le llaman !
XCIII.
XCY l.
~CYII.
xc:nn.
Vneh'e á raYar la Aurora, ('Oll SH frl·fl<·o nwio ,. :::11
aliento cmlJals:inútdo y :m::: pnrp(m:ns nwjillu;:, tlisip;;udo
risueña las nubes y radiando luz y ,·ida, eouw si la tierra
u o cncerra:::e en Rlt seno ni tma sola tu mha. Ya podemos
seguir e] C111'~0 de lllleslru. existen da: y así puedo yo,
i hermoso Lén.an! encontrar ~n Clt tus riberas Jugar y
alimento para ntis mee litaciones, n6 pa~ar por alto tau-
tns bellezas como r11c:icnns dignas do atlmirucion, si so
cotll<·mplan á sn n•rclackra. luz.
:XCI X.
c.
¡ Clarens 1 tus senderos estan hollados por celesLia1es
plantas-las plantas del An1or inmortal. Aquí se eleva
cu su honor un houo, que tiene montañas por escabel ;
aquí es el dios una Yida y nua luz que en todo ejercen
su influjo, que se r evelan nó solamente cu las cumbr es
de esas montañas, en las cM·ernas y en l os bosques
tranquilos, sino t.ambien en la flor que recibe su cen-
tellante mirada, y en el mismo ambiente, todo impreg-
nado de su aliento suave y arcloroso, cuyo poder sobre-
puja al de la~ tempestades cuando más desencadenadas
~
es tan.
'
CI.
T odo respira aquí amor; desde l os ncgrnzcos pi11os,
1
l
c1ue le dan sombra. en las alturas, desde los torrontés
cuyo rugido se complace en escuchar, hasta. las >ides
que esmaltan de >ardes pámpanos la oblícm\ senda por
1 la cual desciende :í. la ribera, en donde las aguas se
1 ·CII.
• Voltairo y Gibllon.
DE C JIILOE HA lt O LO. 121
en.
. El11110 rra. to<lo veleidad, lodo fuego; un niño en lo
mudable tic sus deseos, pero do entendimiento perspicaz
1
~,
y Y(u·io -alt<:mafiyamcnlc jOYial y grn\·C, lliScretO Y
extm\·agante-historiador, poeta, filósofo, tollo á la. Yez,
' que se multiplicaba entre los demas hombres,' como un
-- Proteo del taleuto. P ero su facultad sobresaliente con-
sistía. en man~a r el ridículo, el cual, siempre dócil á su
voz, iba. c~m la. rapidez del Yicuto :í claYarse en el blanco
por él elegido, sin urjar en pió cosa algnna- yn. inmo-
lando á un nécio, ya. haciendo Yacilar tm trono.
CVII.
ClX.
CXI.
CXII.
CXUJ.
Yo no he tenido nficion al mundo, ni el mundo me la
ba tenido ií. mí; uo he podido respirar de buena Tolun-
tad su atmósfera pestilente, ni doblar con paciencia la
rodilla ante sns ídolos,-ni contraer mi rostro con fingi-
da sourisa,-ni tomar parte en el coro de los aclulaclores.
Entro In muchedumbre, nadie hubiera podido tenerme
por uno de sus semejantes : e::;taba mezclado con los
hombres, pero no era uno de tantos l10mbres ; sepultado
en mis pc::~nmicutos, 110 par ticipnba jamas de los pensa-
mientos agenos; y en htl estado permaneecria aun, si no
hubieso contenido los ímpetus de mt. alma, haciendo
quo so replegase en sí misma.
• CXIV.
0:\."V.
CXVI.
• c:x:v'1I.
Pero, aun cuando te enseñen á odiarm~ como si fuese
un deber, yo sé que tía me amaras; aun cuando te ocul-
ten mi nombre, como si fuese algun conjuro maléfico, 6
algun título invalidado ya; aun cuando el sepulcro se
cierre entre nosotros dos,-no importa, yo sé que tú me
amarás. Y en vano probarían :í extraer la sangre mía.
que corre por tus venas-en vano tambien; - tú no
dejarías por eso ele amarme, tú conservarías aun este
sentimiento con más afan que la vida misma.
cxvm.
Hija del amor,-n.unque nacida en la. amargura y
criada. .en la tribulacion : tales fueron los elementos de
tu padre, y tales son los tuyos tambien. Pero tu fuego
set·á. mas moderado y tus esperanzas rayaran mucho
más alto.- ¡ Bien haya el sueño que duermes en tu
DE C HILDE I:JAROLO. 125
cuna! Desde el seno de los mares, desde la cima de
las montañas en que al presente respiro, quisiera yo
derramar sobre tí una felicidad tan cumplida como
aquella que-suspirando lo reflexiono- como aquella
que tú pudieras haberme proporcionado á mí!
•
•
•
1'
1
¡
¡
1
1 CANTO CUARTO.
l.
1
.
1
que toda la famn que Cbil!le HlU'Old baya podido granjearme;- ii. quien
fu6 por largo tiempo mi amigo y juntamente mi compañero do , ·inje
por lejanas tierras, velándome en mis enfermedades y compartiendo
·mis pesndumbres, t.un regodjndo siempre con mi prosperidad cuanto
firmo en loe dins do mi adversa fortuna, leal en eue consejos y d•gno de
1 toda confianza en cunlc¡nior peligt·o-ítnn ami¡:;o frecuentemente pro·
bndo y que nunca desmereció <leli•ombre de tul ;-i1 vos, en fin.
• El ~e su eM~rulento.
OE CHILDE I:IAROLD. 131
como efcctinuucnlc lo Le Lecho. Lns opiniones fm·madas ó qne ec
pnedan formnr· soln·e el asunto, son abor·a de poco momento : dé bese
jntg<tr bt obra, nó -al e~c1·itor. Todo nntor rttHl no tieno en sn cabezn
otros recursos qtto ht re1mtaciot1, n·nnsitorin 6 pcrnmuent.e, debi<ln iJ. sns
trabnjos literarios, bien merece lo. suerte de los nntorea.
'
desconfiar ó, al mónoe , á suspender nnest i·o juicio, p:u·a poder formarlo
con más conocimiento de cnu.sa, ~omo <ntie1·n que ni vos ui yo seamos
1<11 vez obsen•n<lores snpC1·fic.inles ó ignornute8 del idioma y la$ tos·
1
' lumb res <le un pncblo entre el cual hemos vivido recientemente. En
litenttnru como en polii"ica, el espíritu de partido v:t ó IH\. i<lo ul p;u·eccr
tan lejos, que casi e~ imposible ~~ nn extranjero mnntcncrse demro clo
In impnrcinli,lacl debida. Dastud, pnes, ;, lo ménos ptlra mi propósito,
cilnr u•¡ ni al¡,'lmns palabms de aquel mismo hermoso idioma:-" ¡lf i
"pareclw i~>mt pncsc tullo poctico, che va uta la lingrra piü nuoilc etl
" in~icmc la piti. dolcc, tulle le vic tlhcr.sc .< i po.•.•ouo ten/are; e cite
1 " sincltc la patria tli A(ficri e <li.11Ionti 11.on }¡a ¡>crtluto l' anlico ~·alore,
"in tulle essa dovrcbbc csserc la prima." Itali:L <·noutn aun ilnstt·eR
nombrea-C:mova, i\Ionti, Ugo l<'oscolo, Pindcmonte, Vis<·onli, ]\[o.
'j
l.: ' r elli, Cicognnra, Alllrizzi, )Iczzophnnli, )fai , Mustoxidi, .Aglietli y
Vacca, h nn de granjcm· ú In pt·esento genemcion u u lugar honorífico
en los miÍ!I de los rumos del nrte, ele h~ ciencia y tic las bella~ lctms,
y aun el principal en algunos.-Ew·opa-e l mundo, no tiene si uo un
CanoYn.
Ha dicho .Alfiet"Í en nlgnu lugar. qne "In pirwta uomo nascc ?Jii,
" ·robusta in Italia elle ¡,. q"nlnnquc nltra /ara-e cite gli stc.<si
" atroci dclitti elle vi .<i co•nmctlo~to 1rc SOJ!O u un proL·a." Sin com·cH ir
yo cu la C.ltimu parte de est:t proposicion, docldna peligrosa y contra
In. cual se po<ll"ia ttlcgar contnejor fundamento r¡nc los italinnoR no sou
de uin¡;tln utodo m(t,¡ feroccij c¡uc sns ,·ecinoR, ~o lo un homlrt'tl Yolnutn·
rinmcuto ciego ú ignorante en sttmo gt-rulo, dej ar{• de ~mvrcmlt:r~m de
In extraordinaria capacidacl, ó-!i se me admite la exprcsion-de las
132 LA PEREOR!NACION DE CIIILOE HAROLD.
•
l.
"Ponltt dci So.•piri, qne conmuicn el palacio del Dux con las anti-
¡;uas prisiones de :J::studo.
13-l LA PBRSO RI NACI O~
\'.
IX.
XI.
XV.
XVI.
XVII.
.Así, i oh, Venecia ! aun cuando no tune ses en tu
abono títulos más valederos, aun cuando pudiesen caer
1
en el oJ·ddo todos tus altos hechos históricos, tocla.via
~-Si< el culto que tú rindes 6. la memoria del Bardo di"nno, tu
pasion hácia el 'rasso, debería haber ba.stado para que-
brantar los lazos que te ligan á tus opresores; tu des-
tino es una afrenta para las naciones,-y para. tí sobre
todo, .Albion! La reina del Oceano no debía abandonar
á los hijos del Occano; sin·a la caida. de Venecia para
hacerte pensar en la tuya, pese al baluarte de tus
olas.
XVIII.
Yo la be qllericlo desde mi niiíez.-Veneeia era para
¡ mí la ciudad encantada del corazou, que se alzaba del
i" seno uel mar como un templo de columnas líquidas, la
mansion del regocijo, el emporio de la riqueza. El arte
do Otway, do Radcliffe, de Schiller, de Shal¡-speare,
babia grabnclo su im(lgeu en mi mente; y aun tal como
es, bien que la. haya encontrado tan diferente en rca.1idad,
no por eso ho dejado de quererla; y tal vez la quiera
mús todavía en su presente desgracia que cnando, por
su arrogancia y ostentacion, era objeto de universal
maravilla.
XIX.
Por medio de lo pasado bien puedo "\"olvcr :í pol>larla,
- y aun con lo que al presente le queda hay alimento
bastante paro. los ojos, parn el pensamiento y para la
meditacion, y acaso más de lo que yo esperaba y ape-
tecia; y entre los t1ias más felices que l1a.n entrado en
la madejo. de mi vida, algunos, ¡ ob, Venecia! te deben
sus colores. llay senlimientos que el Tiempo no puede
adormecer, ni las ]>esallumbrcs alterar; pues, tí. no ser
así, todos los mios cstariau ahora yertos y mudos.
XX.
Pero la encina más elevada tle los .Alpes crece preci-
samente en las rocas más eminentes y ménos abrigadas,
140 LA PERP.ORINACION
XXI.
XXII.
L'üll.
L
l
todo exorcismo,- corazoucs fríos-desleales- tal wz
los muertos que nos fueron quel"idos-por quienes llo-
ramos, perdidos ya para nosotros-harto tmmerosol>,
auuqne tan pocos son!
XXV.
.. Pncblodc la Lombardia.
t PeLrurcn.
144 L A PEREGRINACION
X.~'( V.
XXXVI.
y ('] rrusso Cfl á la. vez su gloria y su oprobio. Escu-
chad los acentos del bar do insigne, y luego id á ver su
calabozo! ¡A qué precio tan caro ha comprado sus lau-
reles ! i Cuan indigna vivienda concedió Alfonso 6. su
poeta! Pero el menguado déspota no consiguió abatirle
con sus ultrajes; en vano pretendió abogar la inspixacion
c¡ue inflamaba su mente sepultándole en un >erdadero
D E C HIL DB HAROLD. 145
infierno y entre una turba de maniáticos : su gloria in-
mortal disipó las nubes-y el nombre del Tasso ha lle-
gado basta nosolros
XXXVII.
XXX VIII.
XXXIX.
¡Paso á la. sombra ultrajada de T or cuato ! En ·vida
como en mnerte, fné su destino serdr de blanco á los
dardos enYcnenados de la I njusticia, pero quedando
siempre ileso. ¡Vate sublime, á quien ningun otro ha
podido sob1·epujnr en la moderna Europa! Cada año da
á luz millones de hombres; pero ¡ cuauto tiempo ha de
rodar aun el oleaje de las generaciones sin que la. innu-
' merable mnchedmnbre, toda junta, pueda >aler lo que
·'., un ingenio como el tuyo !-Condensados en uno todos
!l sus rayos esparcidos, nunca llegarían á formar un sol
11
comparable contigo.
-!' XL.
• El Onnto.
t At·iosto.
; SohJ"c un busto Cl)locsulo en la tumbn de Arioslo cayó cfecti\"amento
un :ayo, <lcHtnoycnclo untL coroun de loierro, en forrutL de laurd, que
ccñta la enbczn del poctn.
DE OH ILDE HAR OL D. 147
XLII.
¡ Italia ! ¡ Oh, Italia! Tú recibiste el don fatal de la
h ermosura, que se convirtió para. tí en dote fúnebre de
pasadas y presentes desdichas: el dolor y la vergüenza
han surcado tu hermosa. frente, y tus anales estau gra-
bados en caracteres de fuego. ¡ l~luguiera. á. Dios que
fueses en tu desnudez ménos bella. ó má.s poderosa, para.
revindicar tus derechos y lanzar de tu suelo á los ban-
diJos que acuden en tropel 6. derramar tu sangre y á
beber las lágrimas de tu infortunio ! •
XLlll.
Tú podrías entonces hacerte más temible; 6 bien,
siendo ménos deseada, vivir tranquila. y feliz, sin que
tuviésemos que deplorar tus funestos encantos : entonces
no se verían esos torrentes armados que los Alpes vo-
mitan sin cesar sobre tus llanuras, ni las hordas hostiles
de tantas naciones devastadoras vendrían á saciar su
sed en las aguas ensangrentadas del Po; l a espada. del
extranjoro dojarin. de sor tu única y triste defensa, y-
vencedora 6 vencillu-no servirías por más tiempo de
esclava al amigo como al enemigo.
XLIV.
XLV.
XLVI.
D elante do mis ojos tengo ahom esta página, y en la
(¡uc yo YOY escribiendo hay que aiia(lir 1a ruina de su
misma pat.ria al cúmulo do Estados que fueron, cuya
dccadenci•~ lamenl aba ól, cuya desolacion lamento yo.
'l'odavia permanecen inalterables las ruinas de entonces;
y i ay ! !toma, la Roma imperial, doblando la ccrdz al
rigor uo la horrnr;ca, yace hoy postl·aüa. eu el mismo
poh·o y en las misntas tinieblas, y nosotros Yamos
pasando por delante del esqueleto de su figura titánica,
despojo de oh"o mundo, cuyas cenizas estan calientes
aun.
XLYII.
• Sen·io Sul¡.oicio.
DE CHILOE HAROLD. 149
regiones del mundo; madre de las artes, como lo fuiste
un clia de la. guerra, tu mano nos protegió entonces, y
aun hoy nos sirve de· guia; cuna de nuesh-a: religion,
ante la. cual las naciones se han postmdo de hinojos
para alcanzar las llaves del cielo! En ropa, arrepentida
do su parricidio, todavüL vendr{L ú. redimirte y, haciendo
retroceder las oleadas do los bárbaros, te pedir(L perdon
por sus desafuer os.
XLVIII.
XLTX.
L.
,.. LI.
LII.
LVIII.
LXI.
LXII.
E s de otro temple; y así me siento yo más á mi gusto
á las orillas del lago Trasimono, en estos desfiladeros
tan fatales para )a, temeridad romnna. Aqu( se me
ofrece tí. lu imaginacion el rccuerrlo dolos ardüles guer-
reros del cartagincs y su destreza. en atraer á sus enemi-
gos basta. encerrarlos entre las mont.aiias y el mar :
aquí sucumbió el valor en el punto de la desesperncion;
aquí los toneutcs, eng rosados con sangre y convertidos
ya en ríos, sur caron la abrasada llanUl'a, toda cubierta
de los despojos do las legiones,
LXIII.
A modo de una sol va talada. por los vientos de las
montañas; y tal fuó el encarnizamiento de la batalla, tí.
tal punto lleg6 entonces ese frenesí guerrero cuyos ím-
petus ciegan por completo al hombre, ménos para. la '
matanza, que un iencmoto pas6 entre tanto inadvertido
Jlor los combatientes! • Nadie sintió que la Naturaleza
se estremecía bajo sus piés, abriendo un sepulcro á los
que yacían postrados en tierra sin otra mortaja que su
escudo. i Tanto puede en las naciones el encono de la
guerra!
LXIV.
• Histórico.
l DE CHILDE IIAROLD.
L:XY.
155
i
¡
la sangre de los romanos empapó la tierra y enrojeció las
aguas irritadas !
I-XYI.
l
Si un céliro más sereno vi<>nc (~ rcfrcsC;ar vuestra frente,
él es quien os lo euria; si su múrgcu se engalana de más
156 LA PI::REGRINACION
LXXII.
r~xxnr.
1...-:XXIV.
..J
158 LA PEREGRINACION
LXXV.
LX.\: VI.
LXXV U .
LXXXV.
TJXXX.JX.
XCI.
XCII.
XCTII.
XC'\'.
•
No hahlo <le las crccncial'l !lcl l10mhre-eso c¡necla cn-
tr<' t•l hmnhrc y sn Crontlor: -hablo de las co~as at1mi-
tidas, comproha.tht~. notorias,--qlle presenciamos todos
los días, ó. totlns horas : -hablo tlel noble yugo que so
nofl impon<', tlc las int cncione:; t1cclaradas !le la 'firania,
del cclit:lo fnlmínt11lo por los iiCñures de la Tierra. con-
Yerlitlos en plnginrico:-: tlc aquel que uu ,Jia. humilló á los
sol¡t•rhiu:; y los hi:w llt•spcrtar tlcllelargo en 11ue yacían
Ji:ohre su!'l 1runos; hom hrc \'cnlatlPramcntc inmortal, si á
estu no más hubiese tlctli<.:auo su pujante ut·azo.
XCVI.
X(;lX..
Hay una nntign<~ toJ'I'c llc rcllontla. figu t·a y ceñudo as-
pecto, fucrLc como una ciml:ltlcla, • y cuyas murallas
de pioclra bastarían {L liCt('lll'l' la marcha ele todo un t:iér-
cif o. .L\JzaH(' en un 1ugar solitario, <:Ull~cn·n1Hlo en pié la
milud llo sus almenas, y toda cubierta pur la hiedra de
• El sepulcro de C~ec·ltia i\lctclla, llamado Cupo di Bot'c, en la Vía
Appit1. .
lGG
veinte siglos; g1tirnal<l1~ de la Eternidad, que ciuc los
de!=ipojos del Tiempo con Rn wnle follaje.- ¿ Qué forta-
leza era es tu 1 ¿c1ué l<>~oro est:í tan encerrado y oculto
bajo sus bó..-edas 1-Ln tumba de una mujer.
c.
Pero i quién era esta reina de los muertos, que tiene
por tumba un palacio 1 ¿Era casta y bella, digna del le-
cho de nn rey, 6-lo que eR mñs- dc un Romano? t.A
qu6 raza ele j!nerrcros y héroes sin·ió de madre 1 i Qué
hija suya heredó su belleza 1 i Cuál es la. historia ue su
vida, de ~us amo res, tlc su muerte 1 i N9 se ha querido
consagrar la n,cmoria de un destino más que mortal con
este :mntuoso monumento erigido t'n su honor, doudc no
osarían putlrit·:;c ccuizni:l ntlgares 1
CJ.
Tal vez m mió en la ftor llc ~;u edad; tal Yez, sucum-
hiemlo á fnc•rza llc t rilmla<:ioncs lllut·bo más graYcs <JUO
la misma tumha colol'al que pesa l'Olm.! sus livianas ce-
niza!!, una mtlw entnputú sn ht•rmo:;m·a; la h·isteza im-
presn tu sus n<•gru¡; ojo:; lll"t':<agiú clllt'~>tino que Dios rc-
serYa (t sm; t:s<·ogidos-uua u•utrtc JH"t•matura; y, sin
emhnrgo, t(ldu en :;u tkrreclor se c•mhl'llc<:iú entonces
con htlnz 1lcl sol punicurc, lm: cnfermiza, J1~¡;pc·ro do
lo~ moribmHlo~. qu<' baiin la hundida lllt•jilla en el rojo
tinto do las hojas tlc otufio.
DE CHILOE IIAROl.O. 167
c~u.
CIV.
CVI.
(; VII.
cnu.
H e n<¡ní la mora.litlatl tlc la historia <le todos los pue-
blo!!. JJ~• presente no es más <¡ur una rcpcticiou de lQ pa-
sacln; primct·o, la libertad; luego, la gloria- y b·as la.
gloria, la riqueza, <>1 ,·icio, la corrupcion,- la. h:ll"harie,
en fin. Y la historia, con todos ::ms gruesos \ Olúmcncs,
no tiene sino uua snla púgina,-y atjUÍ es donde mcjQr
rst:í. t•:<c·t·iln, nrptí tluudc la o:-:h•utnsn ' l'irnnia ha ;wnmn-
lutlu tu dos lu:¡ t.c.st•rus, t otlP:-t In:; tlclci te · c¡uc 1a vista, el
oillu, d curttzuu, el alut;t, put•dcn apetecer y los labios
solicitar.-Pcro ha:-:ta <k pal abra~. ¡ Accr c(tos !
DB CJIILDI:: IIAROLD. JG9
JX.
Venid :í. sentir aclmiracion, entusiasmo, deRprccio,-
1 á reir, :í llorar;- quc pam lodo esto h:\y uwt.i\·o acluí.-
1
i llmnln·t•, péndulo suspcuditlo cnlro nnn sonril'n y una
!~ lág rilntL! Siglos y reinos en toros yacen amontonados en
este corto espacio; esta montaña aplanada sostuvo
algnn di a una pirámide ele tronos, y de tal modo brillaba
con d ornamento de la Glorio., que hasta los rayos del
sol rccibiau de nl1í un fulgor más vivo! i En dónde
eslnn sus dorados techos 7 i en dónde los que osaron
construirlos 1
ex. "
Tnlio fué ménos clocuenlc que tú, columna sin nom-
bro, cuya. hase está culJiertn. <le tierra! i Quó se hicieron
los ]¡Lun•lcs que ceiiian la. frente de César1 Coronad la
mia con lo. hietll'a. llc su t.nmln1.. i A quién dedicaron este
arco do t.rinufo ó e~;ta col umna que tengo ante mis ojos,
ú '.l'ito ó ó. T1·nj auo '{ K 6, r-;iuo al 'l'iempo : trofeos, tu-cos,
eolumnas, totlo lo tra~lorna el rnompo a~;í como en sou
do mofa; la. est:í.tua del apól:ltol, • oprimiendo al10ra con
su peso la urna imperial, cuyas cenizas reposaban
sublimes
CXl.
majestad tle todas las virtu(lcs ;-y por eso el nombre tlc
Trajano es todavía objeto tlc nuestra vcneraciou .
ex u.
iDúnde está. la colina ele los triunfos, aquel lugar
eminente en que Tioma abrazaba á SliS héroes 1 i dónde
la roca '.rarpcya, digno término do la Traiciou, promon-
torio desde el cual eran precipit.ntlo!; los traillorcs y cu-
rados así de toda amhiciou 1 tEs aquf dónde el conquis-
t ador depon in sus despojos 1 tií tal; y allá abajo eu la
llanurn duerman lliez siglos tlc facciones reducidas al si-
l~ncio.-.A..hí está el Poro, en que resonaron tantas aren-
gas inmortales : y 110 parece sino que todavü1. respira el
aire la })alabra clocnento y fervorosa tle Ciceron!
CXUI.
Campo ele la liberLatl, de las facciones, de la gloria, do
la carniceria : aquí se exhalaron las pasiones de un pue-
blo orgulloso desde el primer instante ele su naden te clo-
minacion hasta el ll ia Cll 'ltlC ya no hubo más munuos
que conquist.nr; pero desde mucl10 tiempo antes la Li-
bertad tenia. velado su rost ro, habienuo usurpado la.
.Anarquía. sus atributos, hasta. que al fin, cualquier sol-
dado sin ley lHHlu pisotC'al' á mansalvn. á un seuauo tlo
escla"'os mmlus y t r(omulus M miedo, ú hicn granjearse
el venal sufragio tle ciudadanos más ruines aun.
CXIY.
c:xv.
¡ Egéria. !* dulce creacion de algun mortal que, para.
reclinar su cabeza, nada tan bollo pudo encontrar <'11 el
mu1H1o como tu seno ideal; quien quiera c¡ue tú s(•as ó
hayas siclo,-jóven Aurora del airo, ninfa imaginaria do
algun amante uesosperado; 6 aonso beldad terrestre que
tuvo por auorador á un hombre do más que comun ell-
fcra : sen. cual fuere tu orígen, tú eres sin duda un bello
pensamiento, revestillo do las formas más suaves.
CX.VI.
• Ninfa rc,·<·•-enci:tlla por Jo, r<llllltn<•~ tmuo diHN\ tic la" fot:nlcs, y
quo tl!uiu Hl mor:t.la t:ll 1111 bo,c¡uu iuuw<lialu i1 Hnma. ( 'on ella lin;tia
con~ult:u'>'c Nuuoa l'ompilio Eoi>H' d lnOtlo de .::oht•·n:u· it ~~~ puo:IJlo.
'l'OO:l\'Íil <¡ uccl:m en pit' la ¡.:•·nlll y la fncuH: ti<: J.:l!t'ria, <-cr<·a ,J¡. la :m·
ti~unpu~•·l n t'aqo('na y <:Hir<.: lato \'Ía~ l..a tiua y Appia, en el \':lile hoy
ll:unnolo la Callicrcfla.
172 LA PEHEGRINACION
cxvnr.
Ar111Í, en cst.e encantado retiro, es dorulc tú morabas,
¡oh, Egárin !-dondt• tn celc::;tr. crJI'azou palpitaba rcgoci-
jalln al oír clcsclc IPjos las pi~adas do tu murtal nmautc:
la noche oncuhri<t con sn tlosol csl·. rellado arptcllas nús-
tet·io~as l:'ntreYistas, y cuando sentada estabas j unto á
tu venturoso cautivo, i qué s ncedia cntonc:cs 1 Gmta es
esta. q uo no puclo mc11os de ser fornuut1 tle intento para
prut(\jcr ht l·. icrna pasilJn de una. Dchl!ul, pam servir do
templo a.l sacro .Amor-el primer oráculo que hubo en
el mundo!
CXI X:.
OXXI.
cxx m.
El amor no es más qno un delirio- la. demencia. do
nucslm ctlacl jnvonil-pcro su remedio es toda.\'1a más
amargo; nú porc¡uc ,·cnmos tlisiparsc una por um\ las
galas de CJUC habíamos revestido á nucstms ítlulos, nó
pot'IJUI' lleguemos {~ conocer harto hicn c1ne todo el nt-
lur, tulla la belleza a~~ estos Íllolos eran ohm solamente
clo nuestra capridwsa imngiuacion ; nó por Cl'O ch•ja de
tlolllinanws el falal encanto, tutlasia nos sentimos arras-
tradofi húcia. él, t'Cf'tJgi\•ndo :tsí tempestades por frnt.o tlo
lo~ Yil•nlus qnc hnbhtntos scmbnulu; y cntúJH·cs d cora-
zun den u {~ ::;cr como uu aJ,¡nimista, sit•mJH'C obst i11aJo
en creerse ii puulu de nlcauzar el cudkiado tosoro-
nunc:\ más rico que cuamlo toen. á In. mh;eria.
174 LA PEREGRINACION
CXXIV.
CXXX.
CXXXII.
cxxxv.
1\Ii malclicion ron::;i::;tirá en pc•nlonarlos.- ¿ ~Q he len i-
do que Juchar- eliJo tú, madre 'ricrra! y lú tamhien, •Jlt,
Cit•lo !-no l10 tonillo CiliO lu char c:untra mi cll·l'<tiuo?
t N1> he s11fril1o agravios tliguos :-:ol11 cle pt•rclon ? i Xo
han tlesecrulo mi ccrelml, clesgntT;ulo mi c·o l'ar.on, nliuallo
tllis e::¡pcrnnza~. mn.ncdllallo mi 1\0tuhrc y hcdw tnalg;ls-
t.a.rso la villa de mi villa 1 Y si 11 0 he ll l•gaclu al p11ulu do
)n. UCSCS)lCl'UCÍOil, fu é j)Ol'l[ll<' 110 ]Jnrlit'Í]IIJ t•nf (;l'alll Oll 1ü
del corrupto dcno á f!UP clcltil'I'Oll el ~c r t•::;us cntc•s
malé,·olof<.
CXXX \'1 .
CXXX Vlii.
('XXXIX.
cxr,.
Viendo estoy al gladiador extendido delant-e do mí:
con tma mano sostiene tollo el peso de su cuerpo ;- su
freui,e varonil revela que está dispuesto á morir, pero
que sabe sobreponerse al dolor; poco {~ poco va po:strán-
uoso sn desfallecida cabeza, y lle uua herilla que tiene
abicrh~ en el costado fluyen una tí una las últimas gotas
do su sangre, gotas pesadas como las primeras llo una
llúvia. llo tompestad; luego la arena comienza á clar
Yueltns en su derredor-y por fin, espira antes do haher
cesado la inhnmn.na voceria con <tno so aclama a.l mcn·
gunllo ,·enceclor.
CX LI.
CX LII.
cxr,m.
Ruinas no mlís, pero ¡qué ruinas ! Sus escombros han
scrvitlo pura consh'Ll ir muro.llas, palacios, semi-ciUtladcs :
y sin embargo. más do una vez, al pasar por clelant.c tlcl
enorme esqttl'leto, mula indicará tí 11ncstros asombrados
ojos <lnndo pn<lo e~tn r toclo aquello de que fué dcspo-
jallo. H uho en realitlad tal tle~poj o, 6 no se hizo sino
desemhurnznr sn recinto 1 ¡Ay l n6; que cuando coutem-
plais 1le ccrC';~ el c·oloxal ctlilicio, entonces se os presen-
tan con ltHla claritlatl su~ <>si rt~gos ::mfritlos : el tlia.
lo hac·e t raititm, porque :m htz es demai'iiatlo vi ya J•ara.
todo:> lu:> uhj~'tos <!llu <•1 tiempo y el hombre han deYas-
tatlu.
CXLV.
CXL\' 11.
• El Rnli¡..'llO T':mteon tic ,\~ripa, templo •lctlien•lt> :"1 to•I<>S lo.~ tlio•e~,
y cu d tli:t ú la Yi.-geu tuu cluvual.n·e J., /)a uta M<tri•• atl M<t• tyrcs.
182 LA PEREGRINACION
CXLIX.
CI.III.
CLVIll.
Y nó por su falta, sino por la vuestra. Nuestros senti-
dos externos no aciertan ft. percibit·los objetos sino de un
modo progrcsivo,-y así como solemos carecer do pala-
bras para expresar nuestros sentimientos más íntimos,
así este imponente y esplendoroso edificio engaña por
do pronto 11uest.ra Yistn deslumbrada y con su grandeza
sin par desafia la poqnefíez do nuestra naturaleza, hasta
fjllO, engrandeciéndonos simultáneamente con él, se re-
monta nuestra almo. á la misma altura del objeto que está
c.ontcmplanuo.
CLIX.
• F.l.-\pC>Io de Bch·cct<-re
DE CHILOE HAflOLD. 1 7
mismo l:t h:t consagrado, y ni uu solo rizo de su cabellera
está reducido á polvo-los ~iglos no hnn dejado en ella.
la menor señal de su paso, y todavía está respirando la
divina llnma. que la engendró.
CLXlV.
CLX.V.
CL'XV[.
CLL"{I.
CLXX11I.
CLXXIV.
CLXXV.
CLXXVII.
CLXXIX. 1
Revuelve, ¡ oh, l\Iar profundo ! revuelve tus olas de
oscuro nzttl ! En vano cien y cien flotas cruzan por tu
inmenso espacio; el hombre, que en la tierra va dejando
.1
ruinas por señal de su puso, tiene que detenerse humi-
llado ante la barrer a que tú le opones ;- obra tuya son
touos los desastres ocurridos en tu líquida llanura, y ni
tma sombra queda alli ele los causados por el hombre,
salvo la de sí mismo cuando, por un momento, se hunde
como una gota de agua en tu profundo abismo, exha-
lando un gemido sordo, pri>ado do sepultura, de ataud,
de funerales, ignorado ademas.
CLXXX.
CLXXXI.
CLXXXIII.
(; LXXXI V.
CLXX.XV.
F IN DE L POEMA.
INDIOE .
PtígittDI.
Doe palabras del Traductor . V.
A lanthe . . . l.
Canto primero. 3.
Canto segundo. 43.
Cnnto terooro . 83.
CuoLo cuarto. . 127
1
l
1'
ERRATAS.