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ABERRACIONES PSIQUICAS DEL SEXO ° EL CONDE DE GABALIS Obras del Doctor Roso de Luna. Preparacién al estudio de ia Fantasia humana, bajo ef doble aspecto de ta rea tidad y det ensuefto. (Agotada.) Kinethorizon: insirumento de Astronomia popular para conocer, sin profesor, las constelaciones, Precio, 3 pesetas. Hacia ta Gnosis: Ciencia y teosofta. Un tomo en 4.° Precio, 12 pesetas. Enel umbrat det Misterio {continuacién de Hacia la Gnosis). Un tomo en 4° Precio, 12 pesctas. Conferencias teosdfieas en América de! Sur. Dos tomos en 4.° menor. Precio, 10 pesetas. . La ciencia hierdtica de ios Mayas {contribucién al estudio de los Cédices mexi- canos del Analmac). Precio, 3 pesetas. Evolution solaire et séries astro-chimiques (no hay edicién en castellano). Pre- cio, 5 pesetas. La Humanidad y tos Césares (sobre ta Guerra). Un tomo en 8° Precio, 4 pesetas. La dama del ensuefio (paginas de psicologia masculina, tomadas del natural). Un tomo en 8.° Precio, 4 pesetas. 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Los tedsofos modernos citan fos androginos platénicos como reflejo de la antigua tradicién esotérica de una lejana raza bisexuada, asi como invocan un vetsiculo del Génesis: «Macho y hembra le cred», que tiene, sin duda, una explicacién mas sencilla dentro de la exégesis biblica, como expresiOn abreviada de la creacion de Ia pa- Teja primitiva, en un relato en que se han acoplado fas dos versio- nes del elohista y el jehovista.» No consumada todavia la emancipacién del crecimiento, desde la vida intrauterina hasta 1a pubertad, el sexo cobra plenamente con ésta con sus tirdnicos fueros, si es que, como, siguiendo a Freup, indica ef doctor MARANON en sus recientes obras (1), no empieza a cobrartos ya muchos afios antes, al apuntar hacia los cinco aftos los prodromos de la sexualidad. Y¥ una vez que empieza a imponer ef sexo su imperative cate- gérico, orgdnico y aun psiquico, ya no Je pierde jamds. A lo sumo, en edades avanzadas del hombre y después del fenémeno de la me- nopausia en la mujer, ef sexo deriva extrafiamente hacia misticismos muy varios, que la Ciencia dista mucho de haber estudiado todavia. jEs «la herida de Amfortas», en ei Parsifai, de WaGnen; la llaga te- rrible, que nunca querrd sanar; la propulsora eterna de grandezas y locuras, de heroismos y de crimenes, de ensuefios, esperanzas y desilusiones proteicas; de! Arte, en suma, y de la Historia y de la Vidat La crucifixién aquella en el sexo y por el sexo, no es tampoco exclusiva del hombre. Compartela éste, en efecto, con Jos animates todos, si es que ella no es en si fa caracteristica animal de su com- (1) Tales como fa de Amor, Conveniencia'y Eugenesia, Los estados interse- xuates en la especie humana, (Madrid, Morata, 1929) y otras, a cuyas doctrinas aludiremos en otro lugar. Adelantemos, sin embargo, que la manera puramente fistotdgica de abordar el magno problema humano, como si el hombre fuese un ‘simple irracional sujeto a la mera selecci6n fisica o darwiniana, no es de nuestro agrado, como tampoco lo es de otros pensadores. Aberraciones psiquicas det Sexo 9 plejisima contextura que le hace ser al modo de la simbdlica flor del Loto, con sus raices en el cieno det pantano; sus tailos, emergiendo de las aguas tranquilas; sus hojas, extendiéndose verdes y lozanas en elaire, y sus flores, alegria de la vista, saturando de fragancias su derredor. La Edad Media, en Ja noche de su ignorancia, no fué més alld en el problema del sexo, pero hubo de sobrevenir el sabio Linneo, sorprendiendo al mundo con la revelacion dei sexo en las planias y viendo en las flores — e] encanto mayor de la naturaleza animada, después de Ja mujer —, un tdlame de amor, jel ciego amor vegetall, télamo en el que, sobre el cAliz floral - jefliz habia de ser en dichas y amarguras! —, masculinos estambres y pistilos femeninos se conjugaban sublimemente en el policromado seno de la corola circunvaladora, para dar nacimiento a la semilla, futuro germen de otras plantas andlogas, que oponer, con su continuaci6n indefinida sobre la Tierra, ala destructora accion de 1a Naturaleza, haciendo verdadero una vez ms el aforismo de que el Amor es més grande que la Muerte, y que Mors-amar — Muerte y Amor —, el titulo genial de la mas grande de las obras de D. Juan VALERA, Son Jos dos platillos de la balanza de la Vida, con cuya oscilacién eter- na, que tiene mucho de flujo y teflujo del.mar, se mantiene ta eco- nomfa de! Universo, haciendo que la Muerte venza al Individuo, y sea, a su vez, veneida por la Especie, que es to que los viejos fi dies quisieron simbolizar con la eferna lucha del Brahma creador — Brahmi no es un dios como vuigarmente se cree, sino el Ger- men, de Ja raiz sanscrita brig, erecer, extenderse, propagarse —, ¥ el Shiva destructor, o mds bien, reformador para nuevas crea” clones. Y fa botinica postlinneana hubo de comprobar bien pronto que la separacién sexual del estambre y el pistilo era infima en las flores amadas monoicas, haciendo de éstas verdaderas entidades andréginas, pero era completa en las plantas ilamadas dioicas, en fas cuales el 6rgano masculino floral estaba en un tallo o individuo diferente que el érgano femenino, observandose casos admirables 10 Doctor Roso de Luna como el de aquella palmera hembra del Jardin Botdnico de Madrid que, a pesar de no tener palmera macho en el resto def recinto, era fecundada anua!mente por el polen de una de estas tiltimas, situada enel patio de las Salesas Reales, a dos kilémetros de distancia de aquélla. También se comprobé, en corroboracion de que el instinto sexual, aun en fas plantas,.es mas fuerte que el mismo instinto de conservacién, el caso de la Vallisnetia, del que MAETERLINK, uno de los més dticos escritores botdnicos, nos ha dejado una descripcién hecha de mano maestra (1). Pero todavia le queda mucho que avanzar a !a Ciencia en el sentido del estudio del sexo en 1a Naturaleza, no limitandole, como hasta aqui a animales y vegetales, sino extendiéndole a todo cuanto nos rodea: minerales, 4tomos, moléculas, células y astros y haciendo del estudio del Sexo Universal la lave maestra de los secretos det Cosmos, porque si el Sexo es en si limitacion, la unién de fos sexos contrarios es propagacién indefinid jla finitud de la Dualidad, venciendo con su reciproca compenetracion al Infinitot Porque, orgdnica y filosdficamente ef fendmeno de la copula- cién sexual, no es mds que ia cesion que el elemento llamado mas- (1) «Entre las plantas acudticas, dice MAETERLINK, figura como fa mds ro- méntica Ie Vatuisnerta, esa hidrocaridea, cuyos desposorios forman el episodio més tragic de iz historia amorosa de las flores. La Vallisneria es una hierba har- to insigniticante, desprovista de ia gracia encentadora del nendfar, especie de loto europeo, 0 de otras flores subacudtices, de airosa cabellera; pero ta Natura- Jeza se ha complacido en expresar en ella una hermosa idea. Toda la existen- cia de la infima planta se desarroila en ¢l fondo de tas aguas, en una especie de somnolencia, hasta el momento nupcial, en que vive una vida nueva. Entonces fa for femenina desenrolla lentamente Ja larga espiral de su pediineuto, sube, emer- ge de las aguas y se abre y extiende por ia superficie del estangue. De una zona vecina, al verla apenas a través del agua soleada, se cleva a su vez la flor masculi- na, Hlena de esperanza, atrafda hacia un nuevo mundo de ensueio por la magica sugesti6n de su compaiiera. Llegade, sin embargo, a la mitad de su camino, la flor masculina se siente bruscamente retenida, porque ci tallo que Ie sustenta y ef que le da fa vida, es demasiado corto, no permitiéndote, por tanto, llegar hasta la luz de fa saperticie, y allt consumar ta unién nupcial del estambre con el pistilo. 2e trata de un defecto, o de ta més cruel de Jas pruebas de la Naturateza...? Imaginaos, en efecto, la tragedia horrible de este deseo, de esta fatatidad transpa~ Aberraciones psiquicas del Sexo W culino hace aj elemento femenino de algo que aquél tiene y del que éste carece, razon por la cual Ja sabiduria del Lenguaje — otra de fas claves dei Misterio que nos cerca —, ha Hamado a dicho fend- meno «comercio sexual», en recuerdo de la esencia misma del «fe- némeno Comercio, nacido con ta Humanidad en forma de permur ta, 0 sea de cesion de algo que se tiene y fro se necesita 0 acaso es- torba por su misma abundancia, a cambio de algo de que se carece, y en tal sentido ese «cambio de lo que se tiene por lo que no se ties ne y s¢ desea», es comin a todo cuanto existe en el Universo, cons- tituyendo por ello Ia esencia misma de ia Vida, que es precisamente Vida por el Sexo. En tal sentido ta Quimica no viene a ser sino el estudio det sexo en moléculas y atomos. Si la Filogenia y la Ontogenia nos ef- sefian que la vida tersestre ha nacido det mar, &s decir, del Agua, fa Quimica moderna ha comprobado esie principio, que en la presen- te obra nos es imposible, cientificamente, desarrollar, de que: todas las reacciones de la Quimica, producen agua 0 descomponen agua, ©, finalmente, y cuando esta ultima aun no aparece por falta de al- guno de sus dos componentes, colocan Jos elementos de reaccién en rente, de este suplicio a 10 Tantalo, de estar viendo y tocando to que es inaccesi- tie Semelante drama seria tan insoluble como nuestro propio drame sobre 1a Tierra; mas, he aqui que, de repente, surge un nuevo € ‘inesperado elemento, sTendra In flor mascutina e} presentimiento de tamaita decepeion? No lo sabe- mos, pero €5 fo cierto que ella ha sabido conservar en st corazon una burbuja de aire, como nosotros guardamos en nuestra alma un dulce pensamiento de inespe- arts salvaciOn. .. Diriase que vaeila un instante, mas, en seguida, con wm esfuer- yo gallardo — el mas asombroso de cuantos conozco oh | vida de Flores y de in- cess, rompe heroicamente ef Jazo que le liga ala existencla para volar a la ‘altura de su amoroso ideal: corta, por si misma, $U pedincuto, ¥en un incompa- able linpulbo, entre perlas de alegris, sus pétatos afloran yaa 18 superficie de as agus... Heridos de muerte ellos, pera fibres y rutifantes ya flotan un instante al rele de su amorosa desposada; la uni6n de los dos seres, 3 realizas después de egal le flor masculina, sacrficada on aras de su anhelo, ¢5 él juguete de tas aguas, que llevan su caddver hacia ta oritla, mientras que ia esposa, ye madre, caeee, si corola, donde atin palpitan los amantes efluvios, enrolla st pistilo y cee descender a las profundidades acuaticas para madurar ef Fruto de un amor heroico y sin limites. .» 12 Doctor Raso de Luna condiciones de producir agua o descomponer el agua en una reac- cién ulterior (1). Asi, si et agua es la Madre, y «aguas madres se flaman, por certo, a los residuos de la cristatizacién por ta via htimeda, et Agua 8, a su vez, ef hijo en toda reaccién de dcidos y bases para formar fa sal (unién de los residuos, figaduras post copula, gue podriamos decir, y que no es extraiia alguna vez en el mundo animal), siendo, ademés, el agua el prototipo det androginismo quimico, porque, si bien el voltémetro descompone su molécula en un dtomo de oxige- no y dos de hidrogeno, la verdadera rotura del agua en las reaccio- nes hace de ella dos partes: una de un dtomo de hidrégeno (H), que acta en las reacciones a guisa de elemento Acido, y otra de un oxi- hidrilo (GH), que, por su parte, obra como elemento basico, hacién- dose asi del agua, por su H hidrogénico, el ditimo, el menos Acido de los Acidos, y por su (OH) oxihidrilico, la primera o ta menos alcalina de Jas bases, cosa que, con su mayor calor especifico, es la causa de ta decisiva importancia del agua en la Naiuraleza. Queda con elo sentado — més lejos nos es imposible ir aqui— que bajo el nuevo «sentido sexual» de nuestro presente Ensayo, todo 4cido es «masculino» y apto, como ial, para ceder un hidrogeno al copularse con ef oxidrilo de fa base, la cual base es, por tanto, «femenina> a su vez. La molécula H-(OH), pues, es ef hijo de semejante de aquella molécula del agua, quedan en con- diciones de latencia quimica para reconstituir su reciproco y perdido «sexo», desiruyendo en piteriores reacciones la molécula de agua, es decir, «devorindola> como, en el simbolismo del mito, se dice que Saturno devoraba a sus hijos, porque éstos, cual mds tarde hizo con él su propio hijo fipiter, amenazaban privarle de aquella su vir- {1) Caso tipico de esto titimo es, por ejemplo, el del tricloruro y el penta- dloruro de fésforo, que se combinan con enorme energla, en espera, asi que se presente ef agua, de descomponer ésta, formando los acids fosférico y clor- hidrico. Aberraciones psiquicas def Sexo 13 tualidad creadora como tal dios... Es frecuente, desde luego, en la Filosofia antigua encerrar en anagramas, mitos y simbolos, las ver dades cientificas trascendentes, para preservarlas de tas ignaras multitudes, como aun el mismo Huycins hiciese en Jos tiempos mo- dernos, encerrando en un anagrama en el que la propia astucia de KEPLER no pudo descubrir nada, el descubrimiento astronémico del Anillo de Saturno. Y si éste es el «fendmeno de la sexualidad quimica>, también existe Jo que, glosando a MaRANOn, podriamos calificar, pintoresca- mente, de «quimica homosexualidad>, que es ¢! operado, al modo del ya dicho de los 4cidos con las sales, entre moléculas homogé- neas o del mismo sexo quimico. Tal es el caso de dos moléculas «femeninas» de cualquiera de ios infinitos alcoholes, de oxhidrilos basicos copulables con el hidrégeno de los acidos. ¥ quienes, cuan- do acitia sobre ellas el calor, eterno activador de las reacciones, si no tienen 4cido con ¢! que unirse, se unen entre si, generando «agua» y transformdndose las dos moléculas de alcohol en una de éter. Hay, en fin, a y los «pistilos oxihi- drilicos» yacen sustentados por el mismo «pie arbéreo-molectlar>. .. De fa sexualidad {1}. (1) Véase la sabia obra de este titulo, debida al genial D. ARTURO SORIA ¥ Mata, a cuyo profundo alcance pitagérico-filoséfico nuestea generacion aun no ha hecho justicia, quiza por ser espajio! y no ser «técnico», en el cretino sentido que dames a la palabra, su autor. Ty Doctor Roso de Luna En cuanto a la sexualidad de los astros, ella es evidente ya para muchos filésofos astronomos, y, habiendo tratado de este en muchas obras (1), no habremos de hacerlo aqui. Baste apuntar tan solo que los diitimos estudios sobre los cometas empiezan a considerar a éstos como verdaderos recorridos. «juveniles» por el espacio sin fin, aca- ban siendo aprisionados por unos verdaderos <évulos femeninos>, constituidos por el Sol y los 0 resferas» en los que se mueven los planetas, y aun por estos planetas mismos. Operada tamafia fecundacién>, el nticleo cometario, como pasé con el comeia Biela en 1866-72, se descompone en mil fragmentos pro- ductores de sendas «liuvias de estrellas», con las que aquel «esper- matozoide celeste» es absorbido, como por la fecundaciéa es absor- bido el espermatozoide organico por el vulo asi fecundado, para determinar seguidamente la primera cariocinesis del organismo del shijo>. Miles, millones de tales ineries fragmenlos acaso, como sospecha la teoria meteoritica de Lockier, caen sobre e] Sol, cali- mentandole» (nuevo brote del mito de Saturno), ¢ igualmente sobre la Tierra y los demas planetas. Cada uno de estos ultimos, en efecto, tiene atin ligados a 1 varios cometas «de su familias, «espermato- zoides> aun no desiruidos, pero que habrdn, temprano o tarde, de ser absorbidos «genésicamente> por ellos, como va dicho, Esto sin contar con que la propia Luna gita en torno de la Tierra, como el s en torno del de la , es cosa descontada para época feliz- mente muy distante, por muchos de aquellos astrénomos fildsofos, Y no sélo astros y 4tomos obedecen asi al imperativo dei Sexo, sino que, con el simbolismo sexual, podemos sintetizar brillante- mente el metabolismo de cuanto nos rodea, pues todo es segiin el ctiterio dual de lo masculino-femenino, positivo-negativo, latente- (1) Léase «Obras del autors, al principio det presente libro. Aberraciones psiquicas del Sexo 15 radiante, activo-pasivo, cdlido-frigido, fuminoso-tenebroso, y demas econtrarios filoséfices», contrarios por su misma sexualidad tras- cendente, sin la cual nada nos es dable hacer en el mundo, pues, como muy al por menor detalla, D. RAFAEL Sauiias, en su Teoria bdsica o sexual, todo es segtin la ley del Lingham y ei yoni: ta lave y la cerradura, el pernio y su hembra, la ensambladura entrante- saliente, el arado y Ja tierra, Jo cortante y lo cortado, lo vencedor y lo vencido, e! operador y lo operado, ta pérdida y la ganancia, el abandono y la posesién, la accién y la reaceién, el impulso y la caida, el empuje y 1a brecha y mil conceptos mas reciprocamente «sexuales>, de Jos que tan superabundantemente abunda la literate- ra picaresca de todos los tiempos y paises, literatura cuyo pecado estriba sélo en haber tratado de dar como No puede consolarnos de nuesiras penas el engafo, ni logra vivir en paz mucho fiempo quien de mentiras vive, porque la verdad Je sale al paso con el frio de su realidad y de su justicia. Los que amasan su historia con perfidias, mintiendo cinicamente un crédito 16 Doctor Roso de Luna que mermo su propia insinceridad, viven Siempre en precario; su vida es una fetra cuyo vencimiento ha de Hegar antes de que se cumpla el plazo. La verdad, cualquiera que sea. Combatir con ella, es librarse de todas tas asechanzas y prevenirse contra todos los peligros posibles; es limpiar el aire de miasmas y el espacio de som- bras, y el corazon de rencores y de dudas. Morir es ahogarse en mentiras; caer en la sima en que cayé Hamlet y debatirse como Segismundo en una lucha agotadora y estéril, Hay quien teme a ta verdad, porque en ella se ejecuta sin querer, Porque es la horca de los que van viviendo dei miedo de fos demas y de su propio mie- do. Pero Jos que hicieron de su vida un culto y viven con Jos ojos abiertos a las verdades eternas, se asfixian cuando sus pulmones tienen que respirar et aire del engafio, que es siempre aire de esclavitud. .. > Pero verdad alguna de las que el mundo busca, 0 acaso mas bien de fas que el mundo rehuye a tenor del mito de Lady Godiva, est4 mds rechazada que la verdad sexual, la fey que, Por via fisio!é- gica, impulsa a! amor de ta pareja humana, forma el hogar, alimenta, educa, instruye y hace hombres a los hijos, venciendo asi Por magi- co Poder def Amor, que crea, al también magico Poder de fa Muerte, que destruye. V je vence en epopeya creadora con la que nuestra finitud en Espacio, Tiempo, Cantidad, Forma y Materia, aleanza a Jo Infinito, asegurando, tras Ja fugaz Personalidad de los dos consor- tes, la perpetuidad del Hombre sobre ja Tierra, Pero microbio alguno moral hay que ataque tan directamente a la Santidad det Sexo como Ja mala literatura tan en boga siempre en ef mundo, desde las crudezas de Las mil y una noches drabes —No Las mii y una noches primitivas ariohindtes, hoy perdidas, y de las que s6io podemos colegir cémo fueran en su grandeza, a través de estas dltimas; crudamente traducidas al francés Por e] doc- tor Marorus y al castellano POF nuestro Biasco. IBANEZ—~, desde Las mil y una aeches, repetimos, hasta la obra de! abate ViLLaRs, que vamos a comentar, a través de toda esa literatura del medievo cono- Aberraciones psiquicas det Sexo a cida bajo el nombre genérico de «literatura picaresca>, y hoy conti- nuada con tan lamentabilisimo éxito por escritores de primera fila, que en vano quieren sembrar de rosas de estilo, fos estiércoles de unas iristes realidades que debieran ser silenciadas en honor mismo de la verdad, ya que si ellas son «una verdad animal>, no son «una verdad humana en el sentido de un sublime Ideal literario que, vo- lando a inmensa altura sobre ellas, no debiera alcanzarlas a ver, pre- cisamente por sit misma elevacién, ya que el verdadero Arte debe estar siempre tan por encima de la Realidad — mejor dicho de los crudos realismos> que no son sino una parte, minima e inferior, de la Realidad aquelia —, como Jo estén de la Tierra fos soles del Firmamento. .. En esto, El Conde de Gabalis tiene tantos precursores como continuadores. D. Joaquin Lopez BaRBADILLO, al dar por vez primera en caste- ano y comentar Los caprichosos Didlogos del divino Pedro de Are- tino (1), 0 sea los célebres Ragionamenti que se comunican, con sin igual licencia de lenguaje y de fondo, las dos prostitutas romanas /a Enana y la Antonia, nos dice de aquel continuador de ta Priapeya, de Viraitto, y las tan lascivas composiciones de los clésicos Ovip10, JovenaL y Marciat, y el precursor iambien del Decamerdn, de Boccaccio, de /a Celestina, de Francisco pé Rojas y dems obras célebres en estas peligrosas materias, nos dice al comienzo de su obra: «Nacié Peoro Aretino en un hospital y murié en un palacio. $Su vida fué una tempestad y fué una Hama. Su vida fué una vida Hena de misterios y de luz, lena de odios y de amores: existencia de hampon y de rey. Fué ARETINO un canalla magnifico, que convertia en rayos de gloria los pufados de fango. Pisoted los altares, tos tro- nos, el solio del Papa. Su risa hacia temblar: la risa fué el resorte de (i) Edicién dinica de 25 ejemplares en papel de hilo y 300 en papel fuerte, hecha, bajo el sello de D. Peirus Aretinus flagelam Principam, en 1914, y de la que poseemos un ejemplar. No creemes que el autor publicase més que este pri- mer volumen bajo el titulo de Narracién de fa licenciosa vida de tas monjas. Aberractoncs. 2 18 Doctor Roso de Luna su grandeza y de su triunfo. Cuando escribja sus libros de devocién hipécrita, ponia a Ja carcajada un disfraz de oracién; cuando enalzaba en una carta Ja virtud de un magnate, iba el burlén desprecio a ese poder como postdata que no se veia en ella; y hasta cuando e] Amor le hizo Morar, mofése del Amor con més sangrienta mofa, y hasta cuando enfermé y se murid, nacid una fabula diciendo que habia muerto de risa. V la leyenda fué ereida, porque el ARETINO habia he- cho escarnio de Dios y de los hombres, y del Amor y de la Muerte; porque al abrirse los ahondadores ojos de su genio, se vid puesto en ei mundo para ir por él vilipendiado y dolorido, pasando ham- bres y penas, sin llevar un nombre, ni una esperanza, ni un cacho de pan, y €l no quiso ir asi; y él debe ser bendilo, porque, aunque fué ladrén y falso y cinico y cobarde, se revelé contra !a Suerte, y la vencié. ;Mucho llevaria dentro de su cabeza de lobo, y amargu- ra bastante tendria su alma, mds grande que sus vicios, cuando det miedo ajeno y entre el odio comin, se pudo hacer Pepro Are- TINO un l4tigo de oro, una mesa de hartura, ei florido lecho de sus cien hermosas y una eterna aureola para ese nombre que le did su pueblo, ya que en Arezzo no habia tal vez un nombre bastanie cierto de poder darle el suyo!» «Nacié en 20 de Abril de 1492. Fué hijo de carne de placer. Su madre era modelo de pintores y cortesana de baja ralea. Se ilamaba Tita. Durante mucho tiempo se vid su efi- gie sobre la portada de San Pedro de Arezzo, representando a la Virgen Maria, que recibia del arcangel Gabriei fa Amunciacién. Y varias veces Pedro, en sus escritos, se envanecié de que su pto- pia madre, pobre y bella hembra de mil machos, hubiera sido al par madre de Dios, merced a los pinceles que hicieron de ella aquella santa copia». De nadie, pues, como de Pepro Aretino, verdadero Solimda moderne cuat el que en nuestro Romancero lleva este titulo, y de su pobre madre, que asi rod6é por la fatal pendiente, se podria cantar: Aberraciones psiquicas del Sexo 9 «Las duefas y las doncellas estén cansadas de hilar: la condesa es la mds triste de Jas que tuercen torzal. — «jCanteisme, mis doncellicas, canteisme un lindo cantar!» — Las que tienen voz delgada canian todas a compas; Ta condesa para el huso, no la pueden alegrar. Ya canta la cautivada Ja historia de Soliman: >En la silla del caballo brama como un vendaval, no deja cosa con cosa de Gecira a Gibraltar; roba a todos los que tienen buen caballo o buen caudal; da oro a la gente pobre y ahorca a la principal; pone los pies en las cruces por ser pecado mortal; va forzando a las doncellas que tropieza al montear; porque no sean malas madres en su pecho hunde el pufial. — eLuego que estés enterrada, hijos no me parirds, que a mi me perié una perra que me eché al monte a criar!» — La condesa que esto oyera de golpe rompié a llorar. = «{Callese Ia cautivada que esa historia es la verdad! Soliman, el renegado, es mi hijo natural; por parirlo con recato, al monte lo eché @ criar; me lo criaron villanos con leche de caridad... sDoncella que tenga un hijo a pechos lo ha de criar!» — 20 Doctor Roso de Luna Porque nuestro tiempo tiene mucho de aquel famoso siglo xv, © de! Renacimiento llamado por Castecar y recuerda, por tanto, la Italia del ArETINO: «Aque- Ila Italia, artistica y sensual; corrompida y magnifica; enamorada de la carne y rebosando de espfritu; mezcladora det culto de Dios con los ardientes ritos demoniacos en que latian belleza y fuerza. Halia Ilena de cardenaies asesinos; de princesas livianas; de hampones genia- les... y en la que, en torno a Ia silla pontificia de Julio H, pulula- ban, con ambicion igual, cuantos aventureros de talento tenia enton- ces fa Peninsula latina; Italia, en fa que hubo un Leén X, el noble hijo de Lorenzo de Médicis, el Papa que sirvié al Arte més que a Dios y gusté de Boccaccio, mas que del Evangelio. ..» La Italia, en fin, de Julio Romano, el picaro dibujante de aquetias dieciséis figu- tas licenciosas denominadas Las Posiuras y a quien el ARETINO no sdlo salvé de las garras inquisitoriales por su amistad con los papas, sino que escribid al dorso de ellas sus dieciséis sendos Sonetos luje- Hosos, teniendo que escapar a su vez refugidndose en la tienda de Juan de Médicis — otro perdido como él, Namado el Gran Diablo, por antonomasia, merced a las fechorias sin cuento realizadas at frente de sus famosas Bandas Negras. A la publicacién de ja primera parte de jos cétebres Didlogos del ARETINO y como florescencia europea de la sensual literatura de los drabes y demas pueblos semiticos, hubo de preceder en algunos afios en las prensas italianas La fozana andaluza, compuesta en len- gua espaiola muy ciarisima, del sensualista vicario Francisco DE- uicabo, y la hubieron de seguir el Porno-didascalius de FERNAN SuAREz; los comentarios o traducciones del francés ALcIDES Bou- NEAU; mil glosas picarescas del pasaje de Piramo y Tisbe en el libro IV de las Metamorfosis, de Ovini0, «que !lenaron el mundo de Anticristos>, o de las abnegadas vidas mistico-sensuales de Santa Nefisa, Santa Isabel de Ceres o Sania Maria Egipciaca, los equivocos. comentarios de mds de un erotomaniaco fraile camaldulense acerca de San Romualdo y sus flagelaciones contra el fuego de la carne cla- : Aberraciones psiquicas det Sexo at mando por su fuero; jas desenfadadas ilusiraciones de esos otros frailes que iluminaron escandalesamente las Biblias de ios sigios xiv y XV, y que reproduce L6rez Barsavitto en su citada obra, Hevan- do en la Biblioteca Nacional de Paris los niimeros 167 y 166 de tos Manuscritos franceses antiguos; y, en fin, aquel precursor de Gui- LLERMO APOLLINAIRE, Mr. RIBEAUCOURT, que, para solaz espitituat © por miedo a algo y a alguien, se constituyé en tipégrafo de su propia obra aretinesca o . Todo esto no es sino enfermedad dei alma, aberracién sensual © psiquismo — los griegos dividian las almas de tos hombres en so- miticas, psiquicas y pneumdticas, con arreglo al tamas (ignorancia), 22 Doctor Roso de Luna rajas (pasién) y satua (espiritualidad) de los hinddes—. Un terremoto moral, como el que acaeceria si el polo norte de la Tierra se juntase con el polo sur, porque, a bien decir, el hombre, como el planeta que habita, tiene un polo positive: la Mente espiritual; un polo negativo: el Sexo, y un ecuador o «fiel de la balanza> entre ambos: la Vida. Los antiguos, en esto y en todo—no hablo de jos clasicos gre- colatinos de las decadencias —, tenian de estas cosas conceptos mas puros. Describiendo el culto de fos egipcios, la sefiora Lypia Maria Cup dice en su obra El progreso de las ideas religiosas: «La vene- racién hacia los poderes productores de la vida, introdujo en el culto de Osiris los emblemas sexuales tan comunes entre los brahmanes del Indostdn. Una colosal imagen de esta especie fué regalada y des- tinada al templo de Afejandria por el rey Ptolomeo Filadelfo... La yeneracion hacia los misterios de la vida organizada, condujo al co- nocimiento de un principio masculino y otro femenino, en todas las cosas, asi espirituales como materiales. Los emblemas de entrambos sexos, claramente visibles por doquier en las esculturas de sus tem- plos, parecerian obscenos si se describiesen, pero niagdn espiritu casto y pensador podria considerarios asi al contemplar la evidente senci- llez y la setiedad, con las cuales el asunto esté tratado en ellos>. Ademis, el pecado esi siempre en el que mira para pecar, y el Onni soit qui mal y pense, divisa de ta Orden caballeresca de la Ja- rretiera, escrito est4 para tales pecadores, mientras que las gentes inocentes y puras pueden ver tras cualquiera de estas obras, tales como Ei Baladro de Merlin o El Conde de Gabalis, simbolos tras- cendentes 0 césmico-sexuales de indiscutible grandeza. Tal es el caso, a nuestro juicio, de la misma revista filoséfica francesa Le Lotits Bleu, cuando, al publicar la famosa obra, dice: El Conde de Gabalis, que fué escrito en 1670, trata de una manera fes- tiva y satirica algunos de los misterios de !os Rosacruces, y el objeto dela obra fué probablemente llamar Ja atencién del puiblico hacia tales estudios, cosa que logr6, sin duda, a juzgar por sus numerosas Aberraciones psiquicas del Sexo 23 fraducciones. El tema fundamental del libro es el comercio carnal de los clementales, o «invisibles espiritus de tos elementos» con jos seres humanos... Semejante idea viene Hlustrada en él con numerosos ejemplos de obsesiones de hombres y mujeres, que se eniregaran, respectivamente, a los y a los «incubos», (De ello hablé también SANTO TomAS DE AQUINO ert su Summa Theologica.) Tales ejemplos, sin embargo, no son del tode acertados, sino mas bien un peligro horrible, induciéndonos a pensar por ello si el abate VILLARS no tuvo el propésito de burlarse de Jas viejas alegorias, como Jo hi- cjeron ciertas sectas a propésito de Ia leyenda de Krishna y las Go- pis tentadoras (base de la hermosisima escena del Jardin encantado de Kiingsor en el Parsifal, de WAGNER). Los amantes de libros raros sobre misticismo quedaran encan- tados con poseer semejante libro, pero ha de tenerse gran cuidado de no darle una falsa interpretaci6n literal. El simbolismo del sexo, en efecto, que con tanta frecuencia se encuentra efi todas las obras de dicha indole, representa una fuerza, una clave, un poder bien defi- nido de la Naturaleza, poder mencionado en Jos Vedas, bajo imagen semejante y que decian jugar un papel importantisimo en ja misma Alquimia (con sus «retortas» masculinas, y femeninos, 0 matrices >). La edicién que reimprimimos al presente es la de Amsterdam de 1671. Se dice que VILLARS sacé st Conde de Gabalis de las primeras cartas de La Chiave del Gabinetto (la o «matriz», que es el sentido ocullo en que aque! picaronazo la empleara al frente de su aberrado libro, hoy, at Doctor Roso de Lana por fortuna, imposible casi de encontrar, privandonos asi de escenas que dejarian atras a las mds crudas de las Jupercales fiestas de fos Fromanos 0 de la literatura a que antes aludimos. Sobre la santa cosa del sexo no se puede hacer buena literatura en el hondo concepto moral de la palabra Suena, sino obra nefasta contra el sexo mismo, pese a las galas con que, para disfrazarla y hacerla tolerable a paladares frivolos 0 estragados, se la llegue a re- vestir, ya que el fin jamAs justifico por si a los medios empleados. para su logro, sino que estos medios han de ser justificados previa mente por si mismos. Porque es «invertir los polos» y ilevar ja in- teligencia, al sexo, es decir, o divino a io animal. FI sexo, como ej Estado, y come tantas otras cosas, es un mal necesatio, cual la mis- * ma Vida que depende de él. Es, en fin, «dorar la pildora» buscando estimulos imaginatives en lugar de frenos para la funcién naturat aquella. Pero es algo peor que todo esto, el tartufismo y la gazmofieria, que en los problemas esencialisimos del sexo nos quieren imponer, por su parte, gentes que, bajo pretexto religioso, le pervierten, que- tiendo trascenderle. Harto conocidas son tales gentes, para que nos- otros vayamos a sefialarlas con el dedo. Su labor, que secretamente tiene mucho més que ver con las . «Dime de lo que hablas, y te diré fo que eres». Estas ultimas consideraciones nos son deblemente obligatorias, no por ja propia dignidad tan sélo, sino porque, al irnos a ocupar del espinosisimo asunto de las «aberraciones psiquicas del sexo», tene- mos que tomar por base el comentario de una de las obras mas fa- mosas y del mas puro aticismo clisico que posee la admirable, y lambién en esto del sexo, la casi siempre Teprensible literatura fran- Aberraciones psiqguicas det Sexo B cesa, es, a saber, Ja célebre obra del abate VitLars, que eva por titulo Le Comte de Gabalis, ou entretiens sur les sciences secrétes, obra que tanto ruido Heva hecho en el mundo desde su aparici6n a fines del siglo xvi, que cuenta con mds partidarios que PeTRoto, el Arerixo 0 Boccaccio, y que el propio estilista y académico francés ANATOLE FRANCE no ha tenido inconveniente en copiar (en fondo como en estilo) en su gran novela La’ rotisserie de la reigne Pédau- gue, © sea, El figon de la Reina «Pie de Oca>, novela de la que ya yan tirados hasta la fecha mas de 300.000 ejemplares en su jengua sélo, sin contar las traducciones, hasta la reciente pubdlicacion, en el afio 1922, que tenemos a la vista. Lieva dicha obra una nota de su editor en la que se dice: «Esta opinion — la sostenida acerca de las Salamandras, silfides, etc., por Monsieur d’Astarac, uno de tos principales personajes de !a obra de ANATOLE FRANCE, equivalente a la personalidad del Conde de Gaba- fis en Ja obra del abate Viiiars — fué sostenida en un librito del abad de Montfaucon de Villars, Ei Conde de Gabatis o disquisiciones ‘acerca de las cienelas secretas de los antiguos magos y de los sabios y imodernos cabalistas, y de \a que existen diversas ediciones. Nosotros nos limitamos a sefialar la de Amsterdam (Jacques le Jeune, de 1700, con 18 laminas en el texto). Ella contiene una segunda parte que no existe en la edicién original». Tampoco existe dicha segunda parte en el texto que nosotros hemos tenido a Ja vista para nuestra tra- duccidn y que es el publicado por Georges Carré, editor, Paris, rue de S'André des Arts, con portada alegérico-fantastica de J. te Rive- rend, sin marcar afio de publicacion, pero hecha, sin duda, bajo los auspicios de Le Lotus Bleu, la revista teaséfica francesa de los tilti- mos afios del pasado siglo, a la que antes heros aludido. Enel espiritu y letra de ia obra de VILLARS estén inspiradas tam- bién, ademds de La Rotisserie de la Reine Pédauque, otras dos obras de ANatove France: Les opinions de Mr. Jéréme Coignard y Les comptes de Jacques Tournebroche, que, sin dda la picaresca musa del autor de La isla de los pingitinos, hubo de prendarse ciegamen- te, tanto del purisimo estilo francés del siglo xvii, en e] que su pro- pio y genial estilo est4 calcado, cuanto del amplio margen ad usum delphinis de \a vulgaridad erotomantaca, que el fondo sensualisimo de la obra del abate ViLLars proporcionaba a su musa realista. Para Jos que no bayan sentido la tentaci6n de leer La rotisserie, séanos 26 Doctor Roso de Luna pérmitido, pues, hacer somera cila de ella, como demostracién ade- més de la trascendencia que para cualquier obra ulterior tiene todo libro de Ocultismo bueno o malo, cual acaece con El Quijote res- pecto de los Libros de caballeria, y a éstos, a su vez, tespecto de Las mil y una noches. La «reina Pie-de-Oca>, del tiiulo de la novela de France, no es. sino el rétulo del figén o «rdtisserie> parisiense, donde ha nacido el narrador de la obra: el joven Jacques Tournebroche; pero es también una sdtira hacia !os cuentos mifnocharniegos de aquella reina, eco francés de la leyenda de la princesa /somberta o Isis-Bertha, del Bra- vante, madre de Helias, Osiris o «E! Caballero del Cisne»; simbolis- ‘mos augustos los de todos estos nombres, sobre fos que aqui no va- mos a hablar por haberlos tratado ampliamente en otros estudios (1). E] joven Jacques tiene la suerte de ser instrufdo en griego y latin por el abate Coignard, hombre tan genial como vicioso, que por causa de su excesivo amor a las mujeres y al buen vino perdiese su alia posicin cerca de uho de los dignatarios de su época. Cierta noche de invierno en que la familia Tournebroche cena- ba con el preceptor al amor del alegre fuego del figdn, presentése inopinadamente Mr. d’Astarac, rico-home gascén, completamente chiflado por las mismas doctrinas cabalisticas, que son el alma de fa obra de! abate ViLLARS que comentamos, respecto de la necesidad moral en que se halla todo el que aspire a salir de la vulgaridad y pertenecer a la Fraternidad de los Sabios, de enlazarse maritalmente con Salamandras, silfides, ondinas o gnémidas. El noble précer de la Gascuiia ha creido ver en la viva Hama del hogar, a través de Ja puerta entreabierta dei fig6n, nada menos que a una Salamandra hermosisima, prueba clara de que alli se albergaba un Sabio o un aspirante a ta Sabiduria. El visitante traba asi amistad con maestro y discipulo y acaba llevandose contratados a entrambos a su palacio, vecino alos despoblados del Sena de entonces, para que le traduz- can la dificii obra, precursora del cabalismo medieval, que Z6simo. ef Panopotitano tedsofo alejandrino, discipulo de Ammonto Sacas, el fildsofo autodidacto, escribiera para su. sobrina Eusebia bajo ef titulo de Jmouth. (1) Principalmente en Confereneias teosdficas, epigrafe de «El Caballero de] Cisnes, y en el capitulo «Lohengrin», del Wagner mit6togo y ocuttista. Aberraciones psiquicas del Sexo 2 En el palacio sefiorial del d'Astarac todo esté consagrado a la magia del comercio con «los invisibles pueblos de los Elementos>, en especial fa riquisima biblioteca, y allt son instalados para evocar a la Salamandra, con la que habia de desposarse cabalisticamente, he aqui que, por casualidad, se presenta, en busca de d’Astarac, aquella her- mosa joven, la cual, por fatalidad harto humana y mas ede jos que han pisado mandrdgoras, las plantas del inevitable amore, viene asi a tnirse con el joven, cual efectiva salamandra de carne y hueso, en una de esas escenas en las que nuestro Feuire Trico fué tan redo- mado maestro. Mil peripecias que no son de este lugar, enredan la novelesca madeja al estilo de las mejores de nuestra literatura picaresca, y al cabo de ello, Jahel, que ya es ia amante del calaveril caballero mon- sieur d’Anquetil sin dejar por eso de amar a Jacques, éste, y el abate Coignard, tienen que huir en coche por Ja carretera de Lyon, para escapar a la venganza, por un lado, del d’Astarac, y por otro, del ofendido hebreo Mosaide, el tio de la hermosa. .. En dicha carrete- ra, al igual de lo que antafio acaeciese al abate Vintars , en dafio de ja verdadera fisiologia salvadora del sexo y del hogar, no puede tenerse, por bien que se Jo disfrace, por excesivamente buena literatura, el raro original francés que poseemos habria dormido. tranquilamente en un estante reservado de nuestra biblioteca, sin et menor prurito, por nuestra parte, de traducirle. Pero el peligro de que otros Jo tradujesen sin comentario, el haber hablado de ello, acaso con exceso, nuestra maestra H. P. Bia- vaTsKy, no sdlo en Isis sin Velo, sino en otros notables articulos que corren por las revistas teoséficas; el haber sido también publicado imprudentemente, a nuestro juicio, por Le Lotus Bleu, ei texio ori- ginal, como hemos dicho, y, sobre todo, el haber lanzado ANATOLE FRANCE a todos los cuatro vientos de una envidiable publicidad en las principales lenguas europeas cerca de un milién de ejemplares de su Rotisserie, nos obliga también a romper el silencio, en lengua espaiiola, haciendo, a! par, cuanto nos es dable hacer en la pobreza de nuestros medios, por poner los puntos sobre las fes en los principales asertos peligrosos de la genial obra traducida, rechazando de plano, por un lado, las ironias erueles del texto en cosas que santa y seriamente debié tratar, y por otro, elevandolas desde «su imuerto aspecto de unidn sexual>, gue es magia negra, a Su aspecto simbélico y representativo de cosas infinitamenie mas excelsas, o de magia blanca; cosas tan puras en su significado, como puro fuese el amor a Duleinea del pobre e incomprendido Don Quijote de la Mancha, que harto quijotesco resulta el escribir asi en medio de una generacion sensualista, egoisla y materialista, dispuesta a no tomar nada en serio mds que aquello que efectivamente ja perjudique. M. ROSO DE LUNA CHARLA PRIMERA 10S haya recibido en su Seno al alma del sefior conde de D Gabalis, quien, segiin me acaban de noticiar, ha muerto de apoplejia. Los picaros curiosos no dejaran de decirme que esta clase de muerte es la ordinaria de cuantos administran mal los secretos de jos sabios, y que desde que el bienaventurado RaiMuUN- po Luuio pronuncié esta fatal condena en su testamento filosdfico, un Angel vengador se ha encargado siempre de retorcer pronta- mente el cuelio a todos cuantos han revelado indiscretamente a los profanos los Misterios Filoséficos [1]. {1) Et primer problema que nos plantea la obra que comenza- ‘mos a comentar, es el de la razén de las muertcs violentas, especial- mente cuando ellas vienen a ser una especie de castigo? impuesto al hombre por las leyes naturales, cuando se extravia por completo en el camino de la misién que a todos nosotros, grandes o pequefios, nos corresponde en la vida, misién que es, acaso, la misma razon de ser de nuestra presencia en la Tierra. ‘ No cabe duda que en los llamados malogrados, «la dicha ley se cumple>. Ya lo expusimos extensamente en el epigrafe <;Cudndo se muere?», de nuestro libro Hacia la Gnosis, y no habremos de repe- tirlo aqui, Lara, EsProncepa, BALMES, GaBRIEL Y GaLAN, para no hablar sino de nuestro pais y nuestra época, equivocaron su mision, y se malograron en edad temprana. Igual aconteciera a Mozart, a AséL, etc. Pero aqui no se trata de jévenes malogrados, sino de hombres muertos violentamente «por haber manejado mal los secretos filosé- i | 32 Doctor Roso de Luna ficos». En este caso se hallan, por ejemplo, SteaD, el gran espiritista; Gerarp Encausse 0 Papds, el ocultista célebre; ALFREDO RopRiauEz ALDao (o AyMeRicH}, discipulo de éste, y, en cuanto a «la apoplejia>, ei propio Ricardo Waoner, después de la sublime mezcolanza de to pagano con lo cristiano, que ésie hiciera en su Parsifal, contra su propio propdsito originario de darnos en esta Opera wna tesis com- pletamente oriental, algo asi como «las tribulaciones del Buddha antes de lograr su liberacién», propésito del que ios monarcas ale- manes le hicieron desistir, como referimos en nuestra obra Wagner, mitélogo y ocultista, capitulo sobre Parsifal. Se nos dird que tal muerte por apoplejia acaeciéle, como pudo sobrevenirle cualquiera otra, a la edad avanzadisima que ya contaba; pero sobre ello no va- ‘mos a discutir, sino, meramente, a apuntar la coincidencia de aquella «mala administracién del Parsifals, con la de ta enfermedad que atrebatara de alli a poco al mds grande de los genios musicales. Nuestra ciencia positiva del «hecho», y nada mas que del hecho, no puede Ilevarnos a mal el que apuniemos estos hechos concretos, dejéndole a ella, por no ser del presente lugar, la tarea de desentra- fiarlos, ya que «la castalidad> no existe y todo proviene de un juego de causas o «ley de causalidad>, sin la cual nos es imposible expli- carnos la Naturaleza. «Es bien curioso, dice, por otra parte, la nota del texto puesia al pérrafo que comentamos, que el abate de Vittars, autor de estos diaiogos sobre Jas ciencias secretas, experimenté una muerte violen- ta, andloga a la que é! dice acontecié al conde de Cabalis, ya que, publicada su obra en 1670, hubo de ser encontrado asesinado, poco después, sobre la carretera de Lyon, en 1673.+ También ANATOLE FRANCE, en su Rotisserie de la Reigne Pédaugue, glosa novelesca de la obra de Gabalis, hace morir asesinado a su héroe et abate Coignard (nombre que es simple cambio del de Vitiars), en Ja misma carretera, cuando huia de Paris por causa de sus , dependien- do de nosotros y no de ellos nuestro porvenir— mejor dicho, nuestro devenir —, como creadores que somos de nuestros propios Destinos, Aberraciones psiguicas del Sexo 35 En cuanto a la designacion que hace de los «poderes» por fa ca- balistica iniciacién conseguidos, campea en aquélia el altisonante y declamatorio estilo de toda la Cabala occidenial, y que tan aparatosa- mente aparece en la obra de Etiptas Levy, 0 sea del abate Benjamin Consranp, secreto discipulo de Roma, titulada Dogma y Ritual de ta Alia Magia, y en otras. Buddha y Jestis, que para nosotros, como seres efectivamente Divinos en toda ja acepcién de la palabra, nos significan harto mas, no apelaron a tales teatrales declamaciones, para darnos en forma dulce, Ilana y sencilla su salvadora Doctring; y no hay que olvidar tampoco, segén sentencia de nuestra Maestra, H. P. Buavatsxy, que el verdadero Ocultismo o retorma interior de uno mismo, por la Voluntad y el Conocimiento, es, a las amadas «cien- ias secretas, ocultas 0 malditas», lo que la luz del Sol esplendoroso esa la tenue fosforescencia de ia fuciérnaga, Quien se domina a si propio, ha dicho Votraire, «domina al mundo», sin necesidad de recurtir a tales teatratidades charlatanescas de los mai ilamados «magos> que nos forjamos en Occidente, no de los magos auténticos de aquella energética superacién que nos da, efectivamente, sin bus- carlo, todo ese dominio taumaturgico sobre la Naturaleza entera, 0 sea el poder de hacer «milagros>. Pero no el sentido de ser estos milagros efectivas transgresiones de la eterna Ley que preside a aquélla, sino en el etimoidgico del mirabilia latino, 0 sea de «cosa admirable, maravillosa, prodigiosa», como Jo son Jas infinitas mara- villas de la ciencia moderna, verdaderas «magias» para las edades anteriores, o «ciencias mayores» de lo que constituyera la ciencia, Jos conocimientos, de las edades precedentes. Las que por «magias» hoy se tienen, al tenor de las declamaciones aquéllas, no son sino otras tantas «monedas faisas> de la unica y falsificada moneda legal de ia verdadera Magia, Ciencia eterna, cuya previa existencia, a través de las edades, ellas presuponen indefectiblemente con su falsi- ficacin. Iniciase, finalmente, en estos parrafos, e! lamentable estilo bur- J6n y satirico que campea en todo el resto de la obra, y contra el que, ‘i su oportuno lugar, haremos fas debidas observaciones. Ei simple buen sentido me ha hecho siempre sospechar que hay mucho de hueco y de falso en eso que se ha dado en Ilamar +Ciencias secretas>, y jamas he sentido Ia tenlacién de perder mi . % Doctor Roso de Luna tiempo en hojear los libros que tratan de ellas. Pero, encontrando poco sensato, por otro lado, el condenar sin saber por qué a cuan- tos a ellas se consagran, gentes prudentes casi todos, sabios en su mayor parte, y de gran renombre, no pocos, en las letras y en ef mundo. me propuse, para no ser injusto y no fatigarme tampoco con lecturas enojosas, irabar relaciones con cuantos conocedores de dichas ciencias logré tropezar en mi camino. Un éxito mayor que el que pude soffar, coroné mis esfuerzos. Como todos estos sefiores, por misteriosos y reservados que pretendan ser, no desean otra cosa que entablar conversacién acerca de los descubrimientos que pre- tenden haber hecho y dar tienda suelta a sus imaginaciones, legué a ser, en poco tiempo, confidente de las mds notables de entre ellos, y siempre albergaba a alguno en mi despacho, cuya libreria habia teni- do antes buen cuidado de nutrir con los mas fantdsticos autores. Asi, no llegaba a Paris Sabio extranjero alguno del que no tuviese noti- cia al punto. En una palabra, respecto de aquella secreta Ciencia, encontréme bien pronto hecho un gran personaje. Tenia asi por ca- maradas a ptincipes, grandes sefiores, hombres de traje talar, belias damas — y feas, también —, doctores, prelados, monjes, indocu- meniados, gentes, en fin, de todas las calafias. Los unos se consa- graban a los Angeles; los otros, al diablo; los de acd, a su genio tute- far; fos de alld, a los incubos; los de acull4, a la curacién de todas las enfermedades; a los astros; a los secretos de fa Divinidad, y casi todos, al Elixir de Vida y a la Piedra Filosofat. Todos ellos estaban contestes en afirmar que estos magnos se- cretos, especialmente el de Ia Piedra Filosofal, son de busca dificili- sima, habiendo muy pocos que la Ileguen a poseer, pero todos, sin excepcién, tenfan harta buena opinion de si mismos para no consi- derarse del mimero de los Elegidos. Felizmente, los m4s importan- tes de ellos esperaban con impaciencia la llegada de cierto aleman, gran sefior y consumado cabalista, cuyas tierras se hallan hacia tas fronteras de Polonia. Et habia prometido, en efecto, a sus hijos espirituales, los Fild- Aberraciones psiquicas del Sexo 3 sofos residentes en Paris, venir a visitarlos a su paso por Francia, camino de Inglaterra. Se me comision6 contestar a la carta de hom- bre tan excelso, a quien me apresuré a enviar, ademas, mi hordés- copo completo, a fin de que juzgase si podia yo aspirar o no ala suprema Sabiduria. Mi horéscopo y mi carta fueron Jo bastante afortunados para obligarle a hacerme el honor de responderme, di- ciéndome que seria yo uno de los primeros a quienes verfa pronto en Paris, y que sic! Cielo nada oponia a ello, no consentiria él en ser un obst4culo para mi entrada en la sociedad de los Excelsos. Para prepararme semejante dicha, mantuve con el inclito ale- mén una correspondencia activa. Proponiale en mis cartas grandes dudas, de vez en cuando, todo lo més razonadas que me era dable, acerca de la Armonia del Mundo, los Nuimeros de Prrdcoras, las vi- dencias de SAN Juan y el primer capitulo del Génesis. La magnitud de los asuntos tratados le encantaba; escribiame sobre ellos inaudi- tas maravillas, y me convenci bien pronto de que me las habia con un hombre de gran vigor mental y potente imaginacién. Asi, poseo de é1 sesenta u ochenta cartas de estilo tan exiraordinario, que no podia ya leer otra cosa en el momento en que lograba verme solo en mi gabinele (3). [3] En el sentido de «falsificacién> 0 «mala imitacién> que aca- bamos de dar a las Ilamadas «ciencias secretas», estamos de acuerdo con el concepto que de ellas se forja el buen abate VILLARS; pero no si sus frases se hacen extensivas a aquel divino Ocultismo que puede hacer y hace del vulgar un talento; del talento, un genio, y del genio, un héroe, un superhombre, un hombre representativo, o sea, hacer, como decian fos griegos, un , un semi-dios y un «dios» (de la palabra sdnscrita div, brillar, segdin stt etimologta}, de estas dos ultimas clases de . BEETHOVEN, el mértir, por ejemplo, que en su Arte jams alcanz6 el chonor» ni de ser siquiera en las mismas «ciencias secretas», de las que se rie in pectore. Penctra en el santuario de éstas — si santuario fuere —no como el sacerdote respetable, sino como el Aberractones psiquicas dei Sexo cy sespfa traidor>, achaque muy frecuente también en muchos doctos occidentales que, para informarse, dicen, en las «supersticiones> de los pueblos de Oriente, han Ilegado a vestir, arteros, ? A bien que tales iniciados, adivinando su tor- cido pensamiento, les han hecho a éstos objeto de burlas cruentas, como aquellas de que fueran merecidas victimas el coronel Wilford y Sir William Jones, por los brahmanes de Caleuta, mientras que estos ditimos han tratado, con paternal consideracion, en cambio, a nobilisi- ‘mos investigadores, cual aquel Alejandro Csoma de Kirés, a quien ellos entregaron las claves de mas de un misterio filolégico e histérico de su remota e increible cultura. «Hay algo, dice BLavatsxy eh un articulo sobre Los elementos de Ja Cabala, que suena de una manera siniestra en los joviales sarcas- mos de ViLLARs, quien, a la vez gue sefialaba con el dedo del ridiculo lo que era intima y propia creencia suya — el comercio carnal 0 «so- litario» con los pueblos de los Flementas —, tenia probablemente el presentimiento de su propio y acelerado karma, bajo la forma del ase- sinato del que en efecto fué victima a poco en fa carretera de Lyon. .. Por eso no hay mas que una contestaci6n que dar a aque- Hlos que, haciendo hincapié en cosas semejantes, se rien de! Ocultis- mo. Servitissimus la da con enojada frase en su introduccién de la obra citada, con sus Cartas a Monsefior. . : «Yo hubiera persuadido a VILLARS que cambiase por compleio la forma de su obra, escribe, pues esta forma irénica de desarrollarla no me parece propia para el asunto. Los misterios de la Cdbala son cosas serias que estudian muy seriamente muchos de mis amigos... Los brujos son cierta- mente peligrosos para ser tratados en burla». Verbum sat sapienti. Son, en efecto, peligrosos los brujos, pero desde que Ja historia em- pez6 a registrar pensamientos y hechos tales, media humanidad se ha burlado de la otra media, ridiculizando sus mas caras creencias, Obras como la dei Conde de Gabalis, tienen que ser analizadas des- pacio, mostrando su verdadero cardcter, pues de io contrario se les haria servir de ariete para derribat a aquellas otras que no toman el estilo humoristico para hablar de cosas misteriosas, ya que no sagra- das del todo. Mas verdades se dicen en aquella sétira, Hena de he- chos eminentemenite ocultistas y reales, de las que la mayoria de las gentes, y especialmente los espiritisias, pueden figurarse.» 40 Doctor Roso de Luna La Carta de Servitissimus, a que antes se alude, es la que en la edicién que seguimos, y a su final, dice asf: CARTA A MONSENOR... «Mofisefior: >Os he tenido siempre por tan bondadoso para nuestros ami- gS, que estoy seguro me perdonaréis de buen grado fa libertad que me tomo por la presente en favor del mejor de los mios, suplicén- doos guardéis hacia é1 la deferencia de leer su libro. >Con ello no pretendo, en modo alguno, comprometeres res- pecto a las ideas que un dicho amigo deja trastucir en su obra, ya que Jos autores sueien hacerse, en general, ilusiones excesivas respecto de ella, Yo mismo le he hecho entender a éste que vues- tra Reverencia hace cuestién de honor el no revelar jamés vuestra propia manera de pensar, prdctica que no habéis de cambiar para darle el gusto de decirle que es bueno sirealmente lo encontrais malo su libro, Peto lo que si desearia de vos, Monsefior, y ello os lo ruego encarecidamente, es que tengdis la bondad de pronunciaros acerca de una discrepancia que hemos tenido mi amigo y yo. No en vano sois un prodigio de ciencia, Monsefior, para ser consultado con pre- ferencia sobre todos los doctos. He aqui, pues, la duda. »Quise siempre obligar al autor a cambiar por completo el esti- Jo que campea en su libro, Por muy agradable de leer que le haya hecho en efecto, no me parece que el estilo adoptado cuadre bien con Ja elevacién del asunto. La Cabala, le he dicho cien veces, es una alta ciencia, que muchos de mis amigos mds cultos estudian se- riamente. Seriamente, por tanto, habia que estudiarla y refutarla tam- bién. Como todos cuantos errores pueda contener la Cabala atafien a las cosas Divinas, aparte de la dificultad que siempre hay para hacer refr a las buenas gentes sobre cualquier asunto, es, ademds, harto peligroso ef bromear sobre estas cuestiones, siendo muy de temer que la verdadera devocion no se sienta, asimismo, con ello fastimada. Es necesario hacer hablar a un cabalista como un santo, si ét ha de desempefiar su papel cual es debido, y si él habla como ial santo, puede Hegar a imponerse sobre el 4nimo de los débiles de espiritu, con esta santidad aparente, y persuadirles, con sus propias Aberraciones psiquicas det Sexo 41 visiones, que todo el gracejo que se pueda emplear dejar4 sin refu- tar, sin duda, >Mi amigo opone a esto, con la natural vanidad que todos los autores cifran en sus libros, que si la Cabala es una ciencia seria, no hay sino melancélicos y displicentes entre cuantos a ella se dedican, y que si en el libro hubiese empleado un estilo docioral y serio, su autor se habria considerado ridicuto anie sus propios ojos, al de este modo lanzarse a fratar en serio las mil tonterias que éf ha hallado tan a propésito para tomarlas en contra del sefior Conde de Gabalis. La Cébala, agrega mi autor amigo, es del ntimero de tantas otras ab- surdas quimeras a quienes se les viene a conceder autoridad en et instante mismo en gue se las quiere combatir en serio y no hay modo mejor,de destruiria que el emplear Ia ironiay el ridicule. Como él conoce bastante bien los textos de ios Santos Padres de la iglesia, ha citado en el Hbro varias veces a TERTULIANO, y vuestra Reve- rencia, que sabe bastante mas que el autor y que yo, resolverd con yuestro fallo si él ha citado en falso. Mulia sunt risu digna revinci, ne gravitate adorentur. El afiade que TERTULIANO lanzo tan hermo- $a sentencia contra los valentinianos, que eran una especie de anti- guos y visionarios cabalistas, »En cuanto a fa Devocién que juega en toda la obra, casi es una necesidad imprescindible el que un cabalista se exprese asi de Dios, y Jo que hay de mis feliz acierto en el astinto es que sea com- pletamente indispensable para conservar el estilo cabalistico el no hablar de Dios, sino con ef mds extremado respeto. Con tal proce- der, ta Religion no podrd recibir e! menor dafio y los débiles de es- piritu habran de serlo en grado muy superior al del propio Conde de Gabalis si se dejasen seducir por devocionalismos tan extravagan- tes y por los gracejos que en ello se emplean para producir encanto en fa jectura. »Por esta raz6n y por muchas otras que no habré de enumerar, Monsefior, espero sedis de mi opinién y no de la de mi amigo cuan- do pretende que no tenia més camino al hablar de Ia Cabala que el de emplear un too zumbén respecto de ella. Dignaos Ponednos, pues, de acuerdo, si os place y es posible. Yo sostengo que seria procedente tirar conta los Cabalistas y toda su secreta u oculta Cien- cia en estilo 6gico, contundente y serio. E] me opone que 1a Verdad es placentera y risuefia por su propia naturaleza y que solo adquie- 42 Doctor Roso de Luna re ella todo su soberano vigor, cuando rie, porque un clasico, que vos conoctis, sin duda, ha dicho en algtin pasaje, que asimismo re- cordaréis, con la prodigiosa retentiva que el Sefior se ha servido otorgaros: Convenit veritati ridere, quia laetans. +Mi amigo sostiene, convencido, que fas Ciencias Secretas son peligrosisimas si no se les trata con el arte festivo que ¢s preciso para inspirar el desprecio hacia elias, desvaneciendo con Ja sdtira su mistetio ridiculo, estimuiando con ello al mundo para que no pier- da el tiempo en sus pretendidas investigaciones y haciéndoles ver del modo mas fino y sutil toda cuanta extravagancia se halla ence- rrada en jas mismas. >He aqui formuladas, Monsefior, nuestras respectivas y opues- tas opiniones: dignaos failar sobre ellas, Monsefor, en la firmisima seguridad de que entrambos recibiremos vuestra Decision con aquel respeto que sabéis acompafia siempre respecto a vuestra Reverencia este vuestro humilde y devotisimo servidor.> Por supuesto, que Monsejtor, el Inquisidor o el Prelado a quien Ja carta anterior fué dirigida, did censura favorable a la obra para su publicacion, es decir, encontré muy de su agrado el estilo iréni- co que en elfa campea, siquiera fuese porque asi quedaban en peor lugar tos pretendidos de las demés religiones en provecho del eclesidstico y exclusivista Dogma. . . (Quien tenga ofdos para oir, que eiga! Nosotros nunca nos dirigimos en trabajos como el presente, sino a los buenos entendedores, por raros que ellos sean, y con el respeto absoluto que merecen, ademés, todas las ‘creencias rectamente sentidas por los hombres. Nada hay mas dajioso para la Humanidad que esto que se ha dado en amar . La jronia es un veneno sutil que, al modo de la nuez vémica, sdlo en dosis minimas puede ser empieado como . De los ironistas o satiricos greco-latinos ac4, pasando por Erasmo, MonraiGNe y DiDeROT y mil otros, la vida en sf hay que tomarla en serio. Nuestra pretendida «guasa» groserota, hija bastar- da del «esprit» francés, ha sembrado entre nosotros un espiritu tal de desconfianza, que a trueque de no ser tomados por Quijotes, nos hace ser unos desdichadisimos Sanchos, con lo que ei idealismo en- tre nosotros es criatura muerta casi en el mismo momento de nacer, Aberraciones psiquicas det Sexo 8 y por un camino tal de perdicién vano es pretender que nuestra querida Patria se regenere y progrese. Si el fanatismo Ja dafia, en efecto, no pocas veces, mucho més a dafia quiz el tomar Ia vida a broma no pocos de sus hijos, cayéndose asi en aquel «descreimiento» o escepticismo integral y apasionado al que alude CamPoaMmor en su Dolora: «Mas que Ja luz de Ja razén humana, amo la obscuridad de mi deseo, y més que la verdad de cuanto veo, quiero el error de mi esperanza vana>. La Vida ni es tragedia, ni es sainete tampoco, sino un Drama sublime de lucha, esfuerzo y superacién tal y como simbélica o eso- téricamente la han cantado las grandes Epopeyas de la Historia bajo el manto literario de sendas luchas guerreras, Si la tomamos como sainete, la disipamos, necios; si por tragedia, nos asignamos a nos- otros mismos la mds desastrosa patente de cobardia. En el fiel de esta Balanze est4 el ideal de Redencién y de Justicia al que tan sabia- mente Jlaman «la salvacion de nuestra alma», todas las viejas filoso- flas y religiones, Ja peor de ellas mil veces preferible al escepticismo frivolo, vano y neantista, que es en el fondo fa més funesta de las tragedias de perdicion... En cien lugares hemos demostrado, por otra parte, que la Tragedia, género literario bastardo, con periniso de Esqui.o, CERVANTES y SHAKESPEARE, es Un género literario im- perfecto — un drama cortado en su nudo, y que no debié'ser plan- teado sino se alcanzé a resolverlo —. No podia ser otra cosa un género nacido al calor de los sacrificios necromantes griegos del macho cabrio (, es otro seuddnimo también, alusivo a las palabras Gad, célebre oasis del desierto libico, cuyas treinta tribus pastoriles de Kaba-bich, de origen asiatico, son muy poco conocidas; a Gaba, rio abisinio sin estudiar; a Gabba o Gueba, que quiere decir , «colina», y es el nombre de va- rias localidades histéricas «samaritanas>, al Norte de Jerusalén, una de ellas residencia de Sadi cuando fué contra los filisteos (Jue- 4a Doctor Roso de Luna ces, XIX); a Gabaon, hoy Djib o Dijin, locatidad patestina de Precio- sas leyendas al modo de Las mil y una nockes y con un santuario inictético donde el rey Salomén realizé solemnes sacrilicios, reci- biendo en él el don de Sabiduria {i Reyes, Ill}. Los Gabalis, ade- mds, eran uno de los catorce pueblos célticos primitivos, agregados por Augusto a los iberoaquitanios, para formar la Aquitania y que, segtin Strapon, tenia minas de plata; jas Civitas Gabalum o Ande- titum, arruinada por los barbaros, junto al actual Javolo (Lozére). Cierto dia en que admiraba una de las cartas més sublimes del inclito aleman, vi penetrar en mi estancia a un sefior de excelente aspecto, que me saludé gravemente, diciéndome en lengua francesa, aunque con acento extranjero: Adorad, #ijo mio, adorad siempre al Santo, al excelso Dios de los Sabios y no sintdis jamds ta tentacién del orgulio viendo que El os envia hoy a uno de los Hijos de Su Sa- biduria, para agregaros a su Compaitta y haceros participante de tas maravillas del Todopoderaso. La novedad de la salutacién me dejé admirado. Por primera vez en mi vida flegué casi a creer en la posibilidad de las aparicio- nes; pero, reeobrando el dominio de mi mismo, miré a mi visitante lo mas educadamente que me Jo permitiera el pequefio miedo em- pezado a sentir. — Sefior: Quien quiera que sedis, vos, cuyo saludo no es de este mundo, me hacéis extraordinario honor en venir a visitarme. Pero, permitidme que, antes de adorar al Dios de los Sabios y de tos Prudenies, desee saber de qué Sabios y de qué Dios me habidis. Si, pues, elio os es agradable, tened la bondad de ocupar esa pol- ‘trona y de decirme quiénes son este Dios, estos Sabios, esta Com- paiiia, estas matavillas todopoderosas y, ante todo, a qué especie de criatura tengo e! honor de hablar. — Me recibis muy sensatamente, Sefior — replicé mi visitante sonriendo y ocupando a butaca que le brindaba. Me exigis, de manos a boca, que os explique cosas que, si lo permitis, no os diré hoy. El saludo que os he hecho son las palabras consagradas que los Aberraciones psiquicas del Sexo 45 Prudentes dirigen desde et primer momento 2 cuantos han resuelto abrirles su corazén y descubrirles sus Misterios, pues he creido que, siendo vos tan sensato como me habéis parecido por vuestras car- tas, semejante salutacién no os seria desconacida. Ella es, por otra parte, e] més agradable cumplido que puede haceros hoy el Conde de Gabalis. . — jAh, sefior! — exclamé, pensando que tenia que representar un gran papel —. ¢Como me haria yo digno de bondad tamafia? gFs posible que ef mas grande de los hombres se halle en mi despacho y que ef inclito Gabalis venga a honrarme en é1 con su visita? — Soy el més infimo de los Sabios -—- replicé Gabalis con aire solemne —, y Dios, que dispensa las luces de su Sabiduria con el peso y medida que place a su Soberana Majestad, no me ha adjudi- cado sino una pequefisima parte, en comparacién de la que yo ad- miro con asombro en mis Compafieros. Espero, sin embargo, con- fiado en que vos alcanzaréis a igualarlos agin dia, a juzgar por los rasgos de vuestro horéscopo que habéis tenido la delicadeza de en- viarme. Mas, permitirme, ante todo, que me queje — afladis son- riendo — de que en los primeros instantes me haydis tomado por un fantasma. —jNo por un fantasma! —- opuse —. Pero os aseguro, seffor, que me acordé de repente de lo que CarDAN cuenta, de que su pa- dre fué visitado un dia en su estudio por siete desconocidos, vesti- dos con trajes de diversos colores, que le propusieron problemas bizarros acerca de él y de su labor... — Os comprendo perfectamente — interrumpié e! Conde —. Esos eran siete Silfos, de los que ya os hablaré algun dia, y que son una especie de entidades aéreas que vienen algunas veces a consul- tar a los Sabios acerca de los libros de Averrozs que ellos no com- prenden muy bien. Carodn fué un atolondrado, publicando seme- jante hecho en sus Sufilités o Sutilezas. £1 habia encontrado esas Memorias entre los papeles de su padre, que era uno de los nues- tros, y que viendo que su hijo era naturaimente frivolo, no le quiso 46 Doctor Roso de Luna comunicar las grandes ensefianzas, dejindole se entretuviese como un chicuelo con la astrologia ordinaria por Ja cual aquél no acer- t6 a prever que st hijo seria ahorcado. Semejante bribonzuelo es el solo culpable de que en los primeros momentos me haydis tomado por un Silfo. — dInjuriaros asi? — dije, pretendiendo justificarme — como iba yo a ser tan desventurado que... — No, si no me incomodo Io més minimo — interrumpié el Conde —. Vos no estais obligado a saber que todos estos Espiritus de los Elementos son discfpulos nuestros; que ellos se consideran felicisimos cuando nosotros nos dignamos descender a instruirlos y que e! menor de nuesiros Prudentes es més sabio y mas poderoso que todos estos «sefioritoss. Mas hablaremos de esto en otra oca- sién mejor. Por hoy me basta la satisfaccion de haberos visto. Pro- curad, hijo mio, haceros dignos de recibir las Iuces Cabalisticas: la hora de vuestra regeneracién Megé ya; sélo en vos mismo estriba el transformaros en una nueva criaiura, Rogad ardientemente a Aquéi, al que s6lo le es dable formar corazones nuevos, que os forme uno capaz de las grandes cosas que os voy a ensefiar y que El me inspi- Fe para no ocultaros lo mas minimo de nuestros Misterios. Diciendo esto, Gabalis se levanté, y abrazindome sin darme tiempo a contestarle, afiadi6: — Adi6s, hijo mio, vey a visitar a nuestros Compaferos de Paris, después de lo cual ya os avisaré, Entre tanto, vigilad, orad, esperad y nada habiéis. ¥ salié. Al acompafiarle hasta la puerta, me lamenté de le corto de su visita, de su crueldad, abandondndome tan pronto, dejandome con la miel en los labios, y en mi mente un fugaz destello de sus luces. Pero habiéndome prometido de buen grado que nada perderia con esperar, monié en su carroza y me dejé en un estado de sorpresa y de extrafieza que no alcanzarfa a ponderar. No daba crédito a lo que habfa visto por mis propios ojos y oido por mis propios oidos. — No me cabe duda alguna — me dije a mi mismo — que este Aberraciones pstquicas det Sexo 7 hombre es un sefior de categoria, que goza de cincuenta mi) libras de renia por sus bienes, y ¢s educadisimo, gComo se le habrén enca- jado en ef magin semejantes locuras? Sin embargo, él me ha habla- do de estos Silfos muy mesuradamente. 2Ser4 un hechicero, en efec- to, y yo habré estado equivocado hasta hoy pensando que semejan- tes gentes no existen? Porque hay que convenir en que si é/ es tal brujo, parece més devoto de lo que habia lugar a esperar tratandose de un hechicero. Desde luego, nada comprometia yo en la aventura y resolvi, por tanto, esperar hasta ver en lo que ella pararia, aunque no dejaba de sospechar que acabaria en algiin sermén, ya que e! Demonio, que ta iniciara, parecia muy moral y harto buen predicador (4). [4] Gabalis se presenta ante e] abate VILLARS como una apari- cion que despierta en éste ciertos asomos de miedo, pero que no le impiden persistir en su actitud mental de escepticismo, por un lado hacia todas las cosas trascendentes de lo «invisible» y por otro hacia ja supetsticion que le hace ver en el Conde a un sér hechiceril y diabélico, faiso dilema ya apuntado por BLavaTsKy al comenzar su Isis sin Yelo, cuando dice . Nadie que conozca la Historia, puede desconocer que en la ‘especie humana han aparecido de vez en cuando seres que se salen de jo vulgar como ‘efectivos superhombres, Maesiros o Adeptos, verdaderos Reformadores de los que e! mundo ignaro ha huido siempre, como siempre huye de la Verdad sin velos, buscando en su huida la finea de menor resistencia, es decir, llam4ndolos locos, © diciendo que tienen pacto con el Demonio. Tal fué entre mil el caso de Juan Fust, asociado de GUTENBERG, para la «diabélica> invencién y explotacion de la imprenta. Francisco BELTRAN, en reciente informacion periodistica, nos habla del «supuesto pacto del doctor Fausto — 0 sea de este Juan Fust — con el Diablo». . Como todos lds leguleyos enredadores, en lugar de buscar «la cues- tidn de fondo», o sea la alla ensefianza que el visitante va a propor- cionarle, propone dicha «excepcion dilatoria> o «cuestion previa», como contrafuego de fa revelacién. Ello es achaque de todos los espiritus traviesos que olvidan de intento en su perfidia aquellas sabias frases de nuestro hebreo Mosén Tob de Carridn que dice»: «Non es el azor menos por nascer en vil nido, ni los exiemplos buenos por los decir judio.» Fueran los que fuesen, en efecto, «el Dios de los Fildsofos> y «los Sabios>, sus hijos preditectos, en nombre de los que iba a hablar el Conde, lo importante debio ser para Vitars Ja doctrina misma en si. Obré, pues, éste con aquella ruin manera que en el Sigfredo, de Wacner, empleara Mimo, el perverso e hipdcrita enano © nibelungo, al preguntarle al dios Wotan las cosas que me- nos ‘podian interesarle, para soslayar ta importancia de las que le interesaban mas, que es ley de Ja desgraciada humanidad el ir apu- rando, una a una, todas las oblicuas antes de aceptar como la diltima fa recta y justa «perpendicular». Trae a colacién también el texio la célebre visita que se cuenta recibiese el padre de CaRDAN, visita que es como tantas otras raras. Aberraciones, ‘4 so Doctor Roso de Luna que se cuentan de diversos genios de 1a Historia, ya sea la det sespectro> que aparece ante CHOPIN y sus compafieros de franca- chela en Niza, para inspirarle su maravillosa Marcha funebre, nuncio al par de su préxima muerte, ya los tres «dngeles> o visi- tadores de Mozart que aparecen y desaparecen inopinadamente después de encargarle y de pagarle un Reguiem que pocos dias des- pués, al tenor de la premonicién del Maestro, habia de ser cantado en sus funerales... Fs la eterna visita de La dama blanca de los Hohenzollern; La Dama anunciadora de funestos presagios, dei cas- tillo de Windsor, el espectro, cuya aparicién determina las primeras escenas de la tragedia de Hamlet; tos , que aguardan por sigios en las moniafas de Irlanda el feliz momento de volver a intervenir con fruto en Ja historia de fos hombres; los «Caballeros del Graal © Grials del Baladro de Merlin y de| Parsifat;y el Lohengrin, de Wacner, custodios del Tesoro Santo de las edades, ora este Tesoro sea el Céliz de la tiltima Cena, como pretenden versiones que nos- otros creemos ulteriores y desnaturalizadas, bien sea el del Misterio Astronémico de los conos de eterna Sombra que demarcan tras si con sus opacas masas todos jos planetas al ser heridos por el torrente vital dimanante de fa Luz del Sol; o los misteriosos «todas» de las Montafias Azules o Nilghiri, indostanicas; !os sacerdotales «Melchisedech> de ios arcadianos dias de los Patriarcas hebreos; los. dlamas de Sikkin» con sus meipos 0 poderes magicos; los «Shama- nos del Tibet, Japén y China, consejeros retirados en sus montafias y a los que los emperadores van en ellas a consultarles sobre los mas graves asuntos de Gobierno»; los y en «barquella tirada por un Cisne», traen y se Mevan al Lokengrin bavaro, 0 en «carro de tempestad> se Hlevan antafio a Héspero, y hogafio al alma de Brer- HOvEN el méartir, los excelsos Moisés y Helias o Elias, que reciben a Jestis durante la «Transfiguracién> del monte Tabor; Jos que se muestran més blancos que el ampo de Ia nieve a las tres mujeres que van a visitar el sepulcro de Jestis y les anuncian Ia resurreccién del alli ires dias antes sepultado; los Haruts y Maruts coranicos que Mahoma no supo comprender bien, o que, de intento, los tergiver- 86 en su verdadera significacién inicidtica; los «siete durmientes de la cavernay que, segtin ef Cor4n, se presentaron al emperador Decio para testimoniarie la verdad del inicidtico secreto; et «Desco- nocido> que, segin el misrno texto, inicia a Moisés acerca de] mar de Dhut Karnein, 0 sea de Jo que hay detras del mundo visible nuestro; los tres ancianos jeiques, que aparecen en e] primer cuento de Las mil y una noches, salvando de una muerte injusta al pobre comerciante, simbolo de Ja Humanidad; el céngel> o «jina> que en esotro cuento milnocharniego de El Pescador induce 2 otro cuitado a echar sus redes en el mar y pescar en él el , © esotros que segiin el libro de Enoch, el etiope, ensefiaron antafio a las hijas de los hombres las propiedades de las plantas y raices, los encantamientos y el arte de observar las estrellas, y estan reunidos, seguin los Puranas, en la Badari Vana, o Santa Asamblea de Sabios de Shambala, Kalapani, Pamalén, Mord, Ikvasii, etc., tas dei mismo texto, y cuantas otras entidades guian a sus héroes, ora en formas de tales «aves» o , no venian sino a guiarlos, adiestzarlos, iam - nar, en fin, el dificil sendero de su vida de discipulos, En casi todas tas obras literarias de algin valor suele aparecer ‘ algiin personaje de éstos, y el propio D. JUAN VALERA, pese a sus escep- ticismos, tiene a bien recurrir a ellos, por ejemplo, en fa figura m4- gica del padre Miguel de Zuberos, en su teosdlica obra de Morsamor, 52 Doctor Roso de Luna «Todo el argumenio de Morsamor, de D. JUAN VALERA, RO es otra cosa, en mi modesta opinion, que fos +fenémenos magicos> producidos, ora por vulgares y reprensibles hipnotizadores, ora por verdaderos y elevados adeptos — me dice D. César CaMarao, en una de sus notables cartas —. Como sabe, el protagonista, fray Mi- guel de Zubero, es un hombre que, nacido en la época de los gran- des descubrimientos y conquistas de nuestras armas, ha llegado a los setenta y cinco afios sin haberse distinguido en nada, no obstante su gran ambicién. Zuberos es sometido por el P. Ambrosio, ver- dadero Adepto en relacién con los grandes maestros de la India, a - uma especie de «maya hipnotica>, durante la que, sintiéndose remo- zado, cree flevar a cabo o realiza, quiza en Jo astral, las mas: sor- prendenies aventuras, hasta que vuelve a verse de nuevo en el con- vento tan viejo y decrépito como antes de la experiencia, Le con- fieso a usted que soy el mayor entusiasta de esa obra, que considero superior al Zanoni de BuLweR LyTTon, y aun al Fausto, de GOETHE Esto tiltimo no me atrevo a decirselo mas que a usted. »¥ ya que hemos hablado de Morsamor, vea usted ahi a nueva existencia de éste, en Ja que recuerda perfeclamente su vida ante- tior como tal «Miguel de Zuberos>, y la plena conciencta que tiene de su identidad, recordando a la vez todas sus aventuras que juzga sofiadas, cuando a magia del P, Ambrosio le restituye a su antiguo estado. En cambio, el Adan de El Diablo mundo, de EsprONcEDA, parece no tener relacién alguna con aquel Aombre ya caduco que se duerme pensando en la muerte y en la inmortalidad. ¢Cabe hacer alguna distincién teoséfica entre una y otra creacion o enire uno y otro caso, como diria un frendlogo. ..? Yo creo que si, y, Segura- mente, para el modo de ver de Harrsen, ia nueva existencia de «Adan> seria nula para el viejo en el segundo caso, mientras que el primero seria un ejemplo tipico de variedad consciente de exis- tencia. Yo 1a distincion la encuentro en otra cosa; en EspRONCEDA, como buen poeta, todo es intuicion, y por eso, de haber terminado su Diablo mundo, éste hubiera sido, quiz4, el poema mas poten- te que crease el ingenio humano, y Morsamor, en cambio, es una obra consciente y geauinamente teosdfica, y creo que de la més pura Teosofia, puesto que se funda en las ensefanzas de H. P. Bia- VATSKY, a la que cita, en esta ocasién; con profundo respeto, anun- ciando Sankaracharia, a quien presenta como el superior de todos Aberraciones psiquicas del Sexo 53 jos Mahatmas que encuentra Morsamor en la India, ia aparicion de aquélia en Ja tierra: «una mujer privilegiada, semitudesca, semi= moscovita, que el cielo no suscitara en Europa hasta dentro de unos tres siglos», que es la época justa, puesto que Ja accién de Morsamor ocurre en el primer tercio del siglo Xvi. Esto, aparie de que, después, en la pagina 300, la cita por su nombre, Es verdad que Juego Vacera se burld de ja Teosofia y hablé despectivamente de aquélla y de Oucort; pero creo que esio fué antes de escribir Morsamor, pues que parece que Morsamor y Genio y figura fueron sus tiltimas obras. Ademés, el gran novelista era un humorista con ribetes de escéptico, al estilo de CAMPOAMOR, Y més ain que éste; pero, sin duda, fué el mejor literato de su época. Es inimitable su prose.» El Conde de Gabalis, 0, mejor dicho, el abate ViLLaRs, hipdcri- jamente escondido detrés de fa fraseologia de aquél, comienza ‘su revelacién cabalistica en el pasaje que comentamos, expresando fa falsa idea de que los verdaderos Sabios buscan Jos poderes tauma- tuirgicos de dominar a la Naturaleza; hacerse obedecer por todas las entidades visibles e invisibles; hablar a Dios cara a cara y demds declamaciones de fa necromancia del medievo, a las que tan acos- tumbrados nos tienen los émulos de Euprias Levy. No. Los tales poderes taumaturgicos por encima de la ciencia ordinaria, operados por los «magos 0 0 edobies velos>, tendidos sobre ellas por las religiones positivas. Todos estos poderes liegan a su tiempo, sin ser por él buscados, para el verdadero Ocultista, que sdlo persigue la superacion, la exaltacién evolutiva de sus dortnidas facultades progresivas mediante la Virtud y el Conocimiento, o sea mediante el gnoscete ipsum socratico, ¥ el Dios como «Maestro anico>, que dice Gabalis, no es tampoco ningin Dios personal y antropomérfica, cual el de las religiones positivas, sino la encarnacién de la Divinidad Abstracta e Incognos- cible, que late en el fondo sin fondo de cuanto vive y alienta: el Logos platénico, el Dios Interior, e! «Cristo en el Hombre> que diria San PaBLo, o sea el Espiritu informador del Cosmos, el gran Pan o Todo, que también late en el interior de nuestra conciencia 54 Doctor Roso de Luna como efectivos , estas hermosas ensefianzas: «Todos habrn oido hablar seguramente de ese demonio de SO- CRATES, genio que le asistia de continuo, que le aconsejaba, y cuya voz le retenia siempre que iba a hacer algo contrario a la rectitud. PLurarco escribié un fibro que intitulé De Genio Socratis, y Apu- Levo fe consagré también otro trabajo rotulado De Deo Socratis, donde ventila qué género de numen era el que tenfa consigo el filo- sofo ateniense. Ambos autores mencionan la opinién de que por el demonio de SOcrates habia que entender su facultad adivinatoria, gracias a la cual clertos presagios y hasta meros signos naturales le permitian conjeturar el porvenir. Consuena con semejante opinién Ja de Didcenes Laeacio (i), pata quien Si a esto se afiade que SOCRATES aconsejaba la adoracién de los genios, como depone PLATON en él libro XI del De legibus, y que, segtin este tiltimo y XENOFONTE, el demonio no se apartaba de su lado, le encaminaba a tedo bien y le preservaba de todo mal, quizd no parezca temeraria presuncién la que identifique tal demonio con uno de los genios que MENANDRO lamaba ayos secretos de ta vida {pvioyozai id Busi), Hestopo nos dice lo que eran estos demonios de los griegos: principios inteligen- tes que gobiernan el mundo y distribuyen los bienes en el universo. La revelacién interior de unio de esos demonios venia a ser en $6- crates una esperanza de adivinacion semejante a Ja sacada de los sa- crificios, del vueio de las aves, etc., y que, como toda adivinacién, versa inicamente sobre las cosas que ei hombre no puede Hegara ‘conocer por su propia reflexion, pues ya hemos visto que el filésofo ateniense declara que es verdaderamente insensato creer que pueda el hombre pasarse sin la adivinacién y conseguirlo todo con la ayu- da de sélo su entendimiento (1), SOCRATES, cn el Timeo y en el Symposio, admite la existencia de seres intermedios entre Dios y el hombre, que ejercen un ministerio andlogo al de Jos angeles en la teologia cristiana. Era logico, por ende, que supusiera en aquella voz tan clara ¢ infalible, que ie aconsejaba en los menores deialles de la vida, una advertencia de alguno de esos principios inteligentes de la naturaleza (2). Se ha discutido mucho, sin embargo, sobre 1a indole del demonic familiar que SOcrares invoca tantas veces. XENOFON- Te emplea ta palabra Bapovtey substantivamente, como equivalenie de 35 slow Geie, mientras que PLATON, por lo contrario, hace de ella un adjetivo, cuando ta explica por Rarpiveey cypeiav. CICERON (3), que tra- duce Ja palabra tapovor, nO por genius, sino por divinum quoddam, no anda lejos de pensar que el demonio de SOcraTES era el alma del mundo desparramada por doquier y entronizada por privilegio especial en el interior de! fildsofo ateniense. Los apologistas cristia~ nos echaban a cosa de magia diabélica el genio de SOcRaTES: asi San Cipriano, en el De idolarum vanitate; Munucto FELIX, en el Octavius; LaeTaNcio, en el De divina institufione; CLEMENTE ALE- (1) XENOFONTE: Memorabilia, J, t, 3; PLATON: Apologia, 40, A. (@) Shnchez Carvo: Fitosofta de to maravitloso positive, 130. @G) De divinatione, i, 54, 103, 122. 56 Doctor Reso de Luna JANDRINO, €n las Siromata; TeRtULIANO, en el Apologeticum; San Aoustin, en el De civifate Dei. Ya, antes del Cristianismo, hubo gran rifa entre los comentadores tocante a la cuestién de saber si el ge~ nio protector de SGcraTEs era un genio bueno o malo (1). Pero, después del Cristianismo, aquel ente divino pasé a ser, con el cam- bio de religion, un ente maléfico, a causa del odio o de Ia aversion que inspiraba todo lo pagano. >Primero, sin embargo, que una interpretacién tan descabellada seria preferible 1a de gran nimero de escritores mds antiguos, para quienes el genio de SGcrates designaba simplemente su pro- Pia raz6n (2). Bajo el Renacimiento, Marsitio Ficino (3) admitia en Socrates una particular disposicion fisica, propia de los tempe- ramentos melancélicos, para recibir revelaciones demoniacas. En 1756 auestro ViLaNueva CHavaRRia (4) declaré no ser el demonio de ‘SOcraTes «otra cosa que aquelia puntualidad y fuerza de su juicio, que, por regias de prudencia y ayudado de una larga experiencia y de serias reflexiones, le hacia prevenir lo que habia de suceder en las cosas que se le consultaba, o debia determinar por si propio». Segiin Hees (5), «el genio de Socrates no es SOcRATES mismo, sino un oraculo, pero al mismo tiempo es un ordculo que nada tiene de exterior, y que es completamente subjetivo: es su ordculo, el cual se presenta en forma de un conocimiento aliado a una cierta incons- ciencia». En otra, HEGEL (6) ve en el demonio de SOcRaTEs el indi- cio de un hecho notable, conviene a saber: que los motivos de accion que el sistema de los ordculos de Grecia hacia depender de fendme- nos putamente exteriores se encuentran en adelante en el propio fuero interno, SCHLEIRMACHER (7} afirma que, en el espiritu de S6- CRATES, el demonio no era en modo alguno un genio, una persona- lidad particular y distinta, sino solamente, y sin més precisién, una voz demonica, una manifestacién divina. Ast (8), sin perjuicio de (1) Véase a STANLEL: Historia Philosophiae, 146. (2) Véase a Brucker: Historia philosophiae, J, 543, (3) Theologia Platonis, Xitl, 1, 287. (A) Historia antigua, i, 412. (©) Geschichte der Phitosophie, U, 77. (6) Philosophie des Rechts, 69. @) Platon's Werke, i, 1, 432. (8) Platon's Leben und Schriften, 432, Aberraciones psiquicas del Sexo ST pretender que cl depdnav de la Apologia de Paton, debe tomarse substantivamente en el sentido de divinidad, no entiende, sin embar- go, por él un genio, y si Gnicamente, de una manera general, el feiov. Fracuier (1) expone Ja opinion de que SOcraTes designaba por su demonio su propia perspicacia y el poder: de sintesis que te hacia capaz de formular sobre el porvenir exactas conjeturas. BarTHELE- my (2} considera el tal demonio como im resuliado de Ia ironia so- cratica, y sin duda que el fildsofo ateniense se produjera de buena fe cuando de él habiaba y a ¢I se referia. Pero los testimonios de Xenoronre y de PLaTOn son irreprochables; tienen todos los requi- sitos necesarios de verdad, y los fendmenos observados en SOcRaATES. y consignados por sus dos discipulos, no los niega nadie; los pa- receres se dividen en Ja interpretracién Gnicamente. sEra un genio propio, que tuviese una existencia personal independiente? Asi lo creyeron TIEDEMANN (3), Meters (4), Bune (5), VruG (6) y otros. Lasauex (7) reconace una verdadera revelacién divina y hasta un genio real. VoLQuaRDSEN (8) concede que . HERMANN (7) habla también dei demonio de SdcRaTES ‘como de En XENOFonTE (3), SOcRaTes comienza por declarar que el de- monio le ha prohibido pensar en preparar su defensa, y luego de- termina las razones por las que €1 dios ha podido considerar una muerte inocenle preferible para é! a una vida mds larga. En Pia- (1) Filosofia de to maravitloso positive, 110, 2) De vera retigione, 12. (3) Memorabilia, IV, vin, 5, Aberractones psiquicas del Sexo a TON (i), concluye, del silencio del demonio, durante su defensa, que la condena que iba a imponérsele era un bien para él. »La voz divina de mi demonio familiar, que me hacia adverten- cias tantas veces, y que en las menores ocasiones no dejaba de se- pararme nunca de todo lo malo, hoy, que me sucede fo que veis, ¥ Jo que casi todos los hombres tienen como el mayor de los males, ‘no me ha dicho nada, ni esta mafiana cuando sali de casa, ni cuan- do he venido al tribunal, ni cuando he comenzado a hablaros. Sin embargo, me ha sucedido muchas veces que me ha interrumpido ‘en medio de mis discursos, y hoy @ nada se ha opuesto, haya dicho ‘o hecho to que quisiera. ¢Qué puede significar esto? Voy a deciros- to: es que hay sefiales de que lo que me sucede es un gran bien, ¥ nos engafamos todos, sin duda, si creemos que la muerte es un imal, Una prueba de ello es que, si yo no hubiese de realizar hoy algin bien, el dios no hubiese dejado de advertirmelo, como acos- dumbra.> vCravememente arguye SANCHEZ CALVO {2}, tratando de aquel fildsofo, tenido en tanta veneracion, que «no cabé achacar a una conciencia, por ijustrada que quiera suponérsela, no s6lo semejante despego de la vida, sino tal oportunidad, y fa infalibilidad adivina- toria de tas advertencias>. Es ‘éste precisamente ef mas importante caracter de lo maravilloso en el presente caso: la exacta conformi- dad entre Ja prediccién revelada por la voz yel posterior suceso. Fs lo que se nota en los episodios de CaRMIDES y de Timareo, en e! Teages (3), en los casos de Carico y de CriTon, lo mismo que en los referidos por PLUTARCO también. La alucinacién actsa siempre un estado enfermo de los nervios correspondientes a al- gunos de los sentidos, estado que transmite errores a la inteli- gencia. >A SOCRATES, sin embargo, no Je comunica mds que buenos consejos y verdades futuras. Expuesto desde la nifiez a esta clase de error, no le debio jamas sino tiernos cuidados y finas atenciones. eQué es esto? La adivinacién viene cuando debe venir, y Ja vibra- ‘Gién cerebral tiene lugar en el momento critico, y deja ofr palabras (1) Apologia, 40, 8. {2) Filosofia de lo maravitioso positive, 117. @) Azchrate: Obras de Platén, Xl, 80. 62 Doctor Roso de Luna de consuelo: la enfermedad nerviosa es por cierto oportana. ¢Quién NO quisiera ser alucinado como SOcrates?> >En una época ian limitada y tan vulgar como la nuestra, quizd Sean pocos ios que sientan deseo semejante; pero gdcjara de ser ver- dad por ello que existe un universo invisible en Perpetua comuni- cacion con el visible? V, esto asentado, chabra quien niegue la posi- bilidad, por lo menos del transporte del temperamento de un alma a otra, de la accién de un espiritu divino sobre el espiritu. humano, accion y transporte reatizados como se realiza el de un fiiido sutil o de un extrafio perfume? ¢Por ventura es ésta la primera vez que se compara Ja sustancia de! alma con la de! éter Juminico, o con el liquido invisible e imponderable que surge al contacto de ios me- tales heterogéneos, cuando se iniercala otro liquido? »Pensar de otra manera, equivaldria a atenerse a esa psicologia superficial, que consiste en concebir el espirita como una cosa sim- ple y de esencia inmutable. Pero el espiritu (y con esta afirmacién concluyo) es un sér compuesto de miriadas de vidas y sensaciones, una existencia compleja y multiforme que ileva en si infinidad de ideas cosmicas y divinas, y cuya misma voluntad est{ movida por impulsos que transcienden de las relaciones ordinarias del espacio y del tiempo.» Hasta aqui el sabio fildsofo espafiol. Nos hemos extendida tanto en la copia, porque el asunto de los «daimones> es muy complicado y se relaciona muy de cerca con «los Pueblos de los Flementios>, de que nos habla Gabalis, siendo unos u otros un efectivo peligro para la evolucion espiritual del hombre, porque, como dice BLAVATSKY, «todo reflejo de poderes superiores en el hombre tiene que ser tem- poral, y las mas veces resulta dafioso a la postre, porque de seguir, nos dejaria irresponsables y sin progreso», que es la légica conse- cuencia de los consejos de magia negra que el texto comentado nos va muy pronto a dar. ¢Qué aprenderia el discipulo, si el maestro estudiase por él o se fo diese todo resuelto. Toda tutela acaba siendo en dafo del tutelado y en responsabitidad durisima para el tutor, Ademdés, que el terrible dilema de la vida, ef duclo a muerte que con los Poderes invisibles o Potestades de! Aire, que diria San Pasro en su Epistola a los Colosenses, es el de dominar 0 el de ser dominado por aquellos Daimones. Esta es a diferencia esencial entre ¢] Adepto de la Magia, que Mega 2 dominarios, y el Médium Aberraciones psiguicas del Sexo cd espiritisia, y, en general, todos los emocionalistas pasivos, que sor dominados, como meros juguetes, por aquélios. Por eso ensefia de uno y ofro nuestra Maestra: El adepto puede estimular en animales y plantas fa accién de las fuerzas bioldgicas, hasta mas alla de los limites que, ordinariamente, Hamamos naturales, sin por ello contrariar a la Naturaleza, sino favo- recerla con Ja intensificacin del principio vital. El adepto es capaz de alterar la condicionalidad sensoria y emo- tiva del cuerpo astral de quien no sea adepto; puede valerse, a su albedrfo, de las entidades elementales o espiritus de la Naturaleza,. pero de ningén modo le cabe dominar al espiritu de hombre alguno, ni encarnado ni desencarnado, porque todo espiritu es chispa divina,. no stijeta a externas influencias. Hay dos modalidades de clarividencia: psiquica y espiritual. La clarividencia de los modernos sujetos hipnotizados difiere de las an- tiguas pitonisas, tan sdio en fos medios de producir el estado licido y de la mayor o menor agudeza de los sentidos astrales; pero ni ynas ni otros Hegan de mucho a la perfecta y omnisciente clarividen- cia espiritual, sino que séio pueden vislumbrar la verdad a través del velo de la naturaleza fisica. El principio mental, Hamado favdtma por los yogis indos, es el miedianero entre los elementos espirituales y materiales del hombre, pues por una parte domina, y por otra esta sujeta al cerebro fisico. La claridad y exactitud de las pereepciones espirituales de ja mente dependen, mientras esta ligada al cuerpo material, de su grado de relacién con el principio superior, y cuando esta relacion ie permite actuar independientemente de los principios inferiores y unida al superior, entonces percibe la verdad, sin mezcla de error alguno. Este es el estado que los indos llaman samadhi, 0 sea, la mas eleva- da condicién espititual asequible para el hombre en la tierra. Los vocablos sAnscritos pranayama, pratydhara y dhdrdnd ex- presan oiros tantos estados psiquicos. En el de dhdrdnd queda el cuerpo fisico completamente cata- léptico, y es subjetiva y clarividente la percepcién del alma libre; pero como no deja de funcionar el principio senciente del cerebro fisico, las percepciones mentales estaran entremezciadas con las per- cepciones objetivas del mecanismo cerebral, y por ello se le repre- sentarin !a memoria y 1a fantasia, en vez de la vision perfecta. Pero 0 Doctor Roso de Luna el adepto sabe cémo suspender el funcionalismo mecénico det cere- bro, y asi son sus visiones claras, puras, verdaderas ¢ inalterables. Al paso que el vidente, incapaz de anular las vibraciones astrales, solo percibe imagenes, mas o menos incompletas, por medio det cerebro, el clarividente sujeta a su voluntad todas sus potencias psiquicas y facultades fisicas, y 10 puede tomar las sombras por rea- fidades, porque su percepcién ¢s directamente espiritual, sin que ef Yo superior o subjetivo esté eclipsado por el yo inferior u objetivo. Tal es la genuina clarivideneia espiritual que, segin dice Paton, ‘eleva el alma més alld de los dioses menores, hasta identificarla con el simple, puro, inmutable e inmaterial Nous. Tal es el estado que PLoTINo y ApoLomio Hamaron de unidn con Dios, los antiguos yo- guis /svara y los modernos Samédhi. Sin embargo, la elarividencia espiritual es tan distinta de la videncia psiquica, como una estrella de una luciérnaga. Amonio Sacas, el Teopipactos (ensefiado por su Dios}, dice que la memoria es Ja anica potencia que direciamente se opone al don de profecia y prevision. El médium no puede subyugar voluntariamente sus cuerpos mental y fisico, sino que necesiia para ello la ajena iniervencion de una entidad desencarnada, de un hipnotizador terreno, 0 bien de algdn medio que, attificiosamente, le ponga en tance, mientras que a ios adeptos y fakires les basta para ello un breve rato de recon- centracion y ensimismamiento. Entre los medios artificiales de que se valian los antiguos para determinar ei estado de trance, citaremos las columnas de bronce del templo de Salomon; las campanillas y granadas de oro de Aarén y sumos pontilices hebreos; las sonoras campanas que pendian alre- Gedor de la estatua de Jupiter Capitolino; las tazas de bronce que se empleaban en Jos Misterios durante el Kora, y las copas de bronce, pendientes en cfirculo de un doble aro de 200 granadas, que servian de chapetas en el hueco de las columnas. Las sacerdotisas, que en el Norte de Ja antigua Germania actuaban bajo la direccion de los hierofantes, s6lo podian profetizar entre el tumulto de las olas del mar, o mirando de hito en hito la rapida corriente de un rio. Las sacerdotisas de Dodona se situaban, al mismo efecto, bajo ¢l roble de Zeus, y quedaban hipnotizadas al murmallo de las hojas det arbol © del arroyuelo que regaba sus raices. Aberraciones psiquicas det Sexo 5 Pero el adepto no necesita valerse de esius artificiosos medios, pues le basta con la simple atclén de su potencia volitiva. Seguin el Atharva-Veda, 1a actualizacién de ta potencia volitiva es la forma superior de la oracién que entonces obtiene inmediata respuesta. De! grado de intensidad del anhelo depende su realizacion, y ésta, a su vez, de la pureza interior. Las entidades que se valen de la materia astral del cuerpo del médium o de fas auras de los circunstantes, son, por lo general, los elemeniarios o las entidades no purificadas todavia, porque los espi- ritus puros no guieren ni pueden manifesiarse objetivamente. jDes- graciado del médium que cae en poder de las entidades astrales! De Ia propia suerte que el médium en estado cataléptico pro- yecta espectralmente un brazo, una mano o una cabeza, es posible que proyecte iodo su vehiculo astral y aparezca el espectro de cuer- po entero. A veces esta proyeccién es efecto de la voluntad del Yo superior del médium, sin que de ello tenga conciencia el yo infe- tior; pero, generalmente, la voluntad del médium queda paralizada por la influencia de jas entidades elementarias y elementales que se apoderan del cuerpo astral del médium y to proyectan por efecto de una accién andloga a la del hipnotizador respecto del sujeto. Tiene razon Fairrieip al afirmar que casi todos los médiums estén aquejados de alguna enfermedad organica o desequilibrio psi- quico, y en algunos casos transmiten estas dolencias a sus hijos. En cambio, se equivoca completamente a) atribuir todos los fendmenos psiquicos a las morbosas condiciones fisiolgicas del médium, pues jos adeptos de la magia superior gozan constantemente de robusta salud mental y fisica, y precisamente sdlo ellos son capaces de pro- ducir a su libre voluntad fenémenos psiquicos. El adepto tiene perfecta conciencia de su actuacién y no estd sujeto como los mé- diums a los cambios de temperatura de Ja sangre ni los sintomas morbosos ni exige condiciones previamente establecidas, sino que opera los fenémenos en todo tiempo y ugar, y en vez de sujetarse a influencias ajenas, rige y domina las fuerzas psiquicas con su férrea voluntad. En el adepto actian arménicamente cuerpo, alma y espiritu, al paso que en ¢] médium el cuerpo es una masa de materia catalépti- ca y el alma y ef espiritu se ausentan casi siempre mientras dura aquel estado para prestar sus vehiculos inferiores a las entidades Aberraciones. 5 6 Doctor Roso de Luna psiquicas. Los adeptos, no sélo pueden proyeciar espectralmente a yoluntad una parte, sino todo su cuerpo astral. En cambio, el médium no actualiza fuerza de voluntad alguna, pues basta para la produccién del fenémeno que antes de caer en trance sepa lo que de él esperan los investigadores. Cuando el Ego del médium no esté entorpecido por influencias ajenas, actuaré fue- ra de la conciencia fisica con tanta seguridad como en los casos de sonambulismo, y sus percepciones objetivas y subjetivas serdn de agudeza igual a las del sondmbule, porque cuanto mds sutil es el vehiculo en que acita ef Ego, tanto mds delicadas y agudas son sus percepciones. Es fama que el érfico Epiménipes estuvo dotado de santas y maravillosas facultades, entre ellas la de desprenderse de su cuerpo fisico siempre y durante el tiempo que queria. Muchos otros filéso- fos antiguos tuvieron la misma facultad. APOLONIO DE TyANA podia dejar conscientemente su cuerpo fisico en: cualquier instante, y ope- taba fenémenos prodigiosos a la luz del dia, como por ejemplo, cuando en presencia del emperador Domiciano y de multitud de circunstantes se desvanecid de repente, pata aparecer, al cabo de una hora, en la gruta de Pureoui. Tampoco necesité de nadie ef tauma- turgo pitagérico EMPEDOCLES DE AGRIGENTO, para resucitar a una mujer, ni exigid condiciones preestablecidas para desviar una trom- ba de agua que amenazaba caer sobre la ciudad. Estos teurgos eran magos, y por esto podian obrar a voluntad semejanies prodigios a que no hubieran alcanzado si tan sdle fuesen médiums. De la propia suerte, no le era necesario a SIMON FL Maco ponerse en trance para elevarse por los aires en presencia de mulli- tud de testigos, entre los que se hallaban los apéstoles. Como dice: PaRaceiso: «No requieren estas obras conjuros, ni ceremonias, ni forma- cin de circulos, ni quemas de incienso. Es tal fa alteza del espiritu humano, que no acierta a expresarse con palabras. Si comprendiéra- mos debidamente hasta dénde alcanza su poder, nada nos seria im- posible en la tierra. Inmutable y eterno es, como Dios, el espiritu del hombre. La imaginacién se educa y robustece por la confianza en nuestra voluntad. La confianza debe confirmar la imaginacién, porque establece Ja voluntad>. Este poder sobre fos «daimones> 0 selementales> constituye fa Aberraciones psiquicas de! Sexo 07 Dhakshini-Vidhya oriental propia del verdadero Adepto que antes ha hecho «ef Gran Sacrificios de su personalidad 0 Dhakshini- Mukka. Fl gran filésofo SCHOPENHAUER jamds dudé de estas cosas en su Parerga y Paralipémenos y relacionados intimamente con todas estas cosas, estdn los absurdos cuentos de Curistopner, SCHE- zeR y Kirncuer (Oedipus Aegyptiacus), los Dragones, de PETRARCA, del cuadro de SIMON DE SieNNE en Nuestra Sefiora de Avignon, y cuantos «dragones» miticos examinamos en nuestra obra El simbo- lismo de las religiones del Mundo. Semejantes misterios son abiertos por Ia Have maestra de a Iniciacién; pero también pueden ser mo- mentaneamente entreabiertos por la ganztia de los estupefaccientes, tantos los de antiguo conocidos, como el peyolf, acerca del cual dice hoy una revista médica: «La planta que maravilla los ojos y encanta los oidos ia ha des- cubierto un farmacéutico francés. Es un pequefio cactus sin espinas, cuyas entrafias alcaloides provocan una vivisima excitacién de la imaginacién subconsciente, exteriorizada por una especie de embria- ‘guez visual, que produce algo semejante al sofiar despierto y trans- forma los sonidos en imagenes coloridas o iluminadas. Los indies fuichols, de Méjico, consideran el peyolf — que asi sé fama esta planta—como cosa sagrada; mastican ta vulva durante las fiestas rituales y se procuran asi un éxtasis maravilloso. >No se trata de una fantasia; la planta, con todas sus sorpren- dentes propiedades, existe; el sabio Dr. RUHIER ha extraido de elia Ja sustancia maravillosa solamente con fines cientificos; el profesor Enute Perrot teme que venga a aumentar los estragos de la cocaf- na, la morfina y la feronia, y, a demanda del primero, al abogado Epovarb TeRcINET pide al Tribunal de Comercio Ja prohibicién de industrializar y comerciar con e) fruto de los estudios del Dr, Rutier. »No se sabe aiin si los efecios de ja planta son muy téxicos y pudieran ser parecidos a los del tabaco, aunque no beneficiosos para la salud. No siendo de la Tabacalera no matan de pronto, 2Si, por fortuna pata’ la Humanidad, fuese el peyolt inofensivo 0, por Jo menos, poco idxico, ¢qué descubrimiento podria compa- tarse con el de su magia? ;Convertir fos sonidos en imagenes bri-- llantes, ahora que caminamos por las calles aturdidos por las inven- cibles bocinas de los aufomdviles! jTrocar en coloridos museos las reconvenciones de los jefes, la voz de ia suegra, el flanto nocturno 68 Doctor Roso de Lune del bebé, la reclamacién de una deuda, los discursos de Pradera y las felicitaciones de Pascua! >Entre a poesia (la poesia antigua, no la desprovista de metro y cadencia), que convierte en imagenes ios sonidos, nuestra vida podré deslizarse completamente feliz, Caminar en éxtasis, rodeados de un silencio profundo, envueltos en oleadas de colores — como el nitmbo de los santos y el halo de los luceros que brillan en la noche sin luna —; llevar en Jas pupilas toda la gama del arco itis y tefiir con ella fos estipidos ¢ insultantes bocinazos que nos acosan y persiguen; ver con ios matices de RUBENS o de Tictano fas palabras de las mujeres, y soar, como sofatia Muriito, en vez de soportar el aguardentoso altavoz del vecino de al lado y e! carraspeo antipa- tico de Ja gramola del de arriba. +»Muchos progresos debe el siglo a la quimica, y no nos dejaran mentir jos caballeros maduros sin una cana y Jas damas provectas de mejillas de rosas y labios de coral, pero como este del peyoli nin- guno; con sélo naturalizar los glaxones, el graméfono y la radio, ese farmacéutico ha conquistado la inmortatidad. »jPoetas, escultores, pintores: dedicadle una estatual» Suena, en fin, en labios del buen Conde, una terrible revelacion: «jHay que hacer una gran Renunciacién antes de recibir el don de Sabiduria; hay que renanciar al sexo, al reciproco e indeclinable lazo que liga a una mitad det género humano con la otra mitad, y gue es Ia sacrosanta ley que nos ha traido a este mundo de miseriasts Sobre esta durisima renuncia por los «Prudentes> 0 Sabios hermanos ca- balistas del Conde, dice, por su parte, nuestra Maestra, en parrafo antes citado y que ahora completamos: «Obras como fa del Conde de Gabalis tienen que ser amalizadas esmeradamente, mostrando el verdadero cardcter trascendente de sus veladas ensefianzas, pues de Jo contrario, se les haria servir como ariete para derribar a aquellas otras que no toman el estilo humoristico para hablar de cosas miste- riosas, sino sagradas del todo. Mas verdades se dicen en la tal satira, Hlena de hechos eminentemente ocultistas y reales de lo que la mayo- ria de las gentes, y especialmente los espiritistas, pueden figurarse. Se ha dicho que la Magia blanca salvadora dificre muy poco de las necromantes practicas de la Hechiceria, excepto en Jos efectos, con- sistiendo todo en si es buena o mala la intencién. Muchas de las re- glas y condiciones preliminares para entrar en las sociedades de Aberraciones psiquicas det Sexo 6 Adeptos, ya de la Derecha ya de ta izquierda, son idénticas también en muchas cosas. Por eso dice Gabalis al autor: «Los Sabios jamds os admitiran en su sociedad si no renuncidis antes a una cosa que no puede permanecer en competencia con la Sabiduria: o sea, a tener relacién carnal con las mujeres». Esto es condicion sine qua non para Jos ocultistas practicos, ya sean rosacruces 0 yoguis, pero también to es para los dugpas y tadds del Butan; para los wodis y nagales de Nueva Orleans y de Méjico, pero con la clausula adici nal para estos ultimos de mantener relaciones carnales con dijins perversos, elementales 0 demonios, \lamense como se quiera, sticu- bos e incubos, en pricticas de ta mds perfecta Magia Negra. Esto nos Neva de la mano a lo que ¢s objeto de Ja nota siguien- te, o sea, al comercio carnal con las entidades invisibles que en mala hora preconiza Gabalis, e hipécritamente cree el abate VILLARS, tras el disfraz de sus pretendidas ironias de . 70 Doctor Roso de Luna CHARLA SEGUNDA consagrarla a fa oracion, y al dia siguiente, ai amanecer, me comunicé por un volante que vendria 2 buscarme hacia las ocho de la mafana, para, si bien me parecia, dar un paseo juntos. Esperé y lieg6, en efecto. Después de reciprocos cumplimientos, él me dijo: — Vamos a cualquier sitio donde podamos estar completamen- fe libres, sin que nadie interrumpa nuestra conversacién. -— En tal caso, a Ruel, que me parece sitio bastante agrada- ble y solitario — le dije. — Vamos all4, pues — respondis. Moniamos en carroza. Durante et camino fui observando a mi nuevo maestro. Jamds he visto en persona alguna un aire tal de sa- tislaccién como el que brotaba de todos sus modales. Parecia tener el espiritu mas tranquilo y més libre de lo que yo presumia debia tener un hechicero. Todo su aspecto era ei de un hombre a quien st conciencia nada negro podria reprocharle, y, por mi parte, sentia la mayor impaciencia de verle entrar en materia, no alcanzando a com- prender cémo un hombre que me parecia tan sensato y petfecto en todo, tuviese el espiritu tan plagado de visiones, segiin ya el dia anterior habia podido juzgar. El me hablé, magistralmente, de poli- tica, y qued6 encantado al oirme que habia yo leido a PLATON. —Tendréis necesidad de todo eso algiin dia — me dijo ~. Mu- cho més de lo que buenamente os figurdis, y, si hoy logramos po- ‘ buen Conde quiso darme toda la noche para que pudiera Aberraciones psiquicas del Sexo a nernos de acuerdo, no es imposible que algin dia pongdis en practica las maximas de tan sublime sabio. Llegamos a Ruel y nos encaminamos hacia su jardin, cuyas bellezas no se dignd siquiera admirar el Conde, encaminandose en derechura hacia el laberinio y, viendo que nos encontrébamos tan solos como podia desear, me dijo, levantando los ojes al cielo: — Yo ruego a la eterna Sabiduria que me inspira, que me per- imita no ocultaros nada de sus verdades inefables. Cudn feliz os podréis considerar, hijo mio, si Ella se digna despertar en vuestra alma las disposiciones que estos altos misterios exigen en vos. Vaisa aprender, en efecto, a dominar a la Naturaleza entera. Dios slo ser vuestro Maestro, y unicamente los Sabios serén vuestros igua- les. Las Inteligencias supremas tendrén a gala obedeceros en vues- tros menores deseos. Los Demonios no se atreveran a presen- tarse alli donde vos estéis, y vuestra voz los haré temblar en las simas del abismo. Todos !os habitantes, en fin, del Mundo invisible, que moran en los cuatro elementos naturales, se sentiran dichosos siendo !os Ministros de vuestros caprichos. Yo os adoro, joh, gran Diost, viendo gue habéis coronado al hombre con una tal gloria, estableciéndole como Soberano de todas las obras de st Mano crea- dora. gSentis despertar en vos, hijo mio — agregé, velviéndose ha- cia mi—, esa ambicién heroica que es la prenda segura de fos Hijos de ia Sabiduria? ¢Os atrevéis a desear ardientemente no servir sino a Dios sdlo y de rechazar, sobre todo, aquello que no es Dios? gHlabéis alcanzado a comprender, por ventura, la cosa tan excelsa que es el Hombre? gNo sentis ya el enojo de veros esclavo, pudien- do y debiendo ser el Sefior...? Si, pues, sentis despertar en vos tan nobles pensamienios, segiin no permite ef dudarlo vuestro hordscopo, reflexionad maduramente acerca de si iendréis el valor y Ja fuerza suficientes para renunciar por siempre a cuantas cosas pue- dan constituir un obstculo al fogro de Ja elevacién para a cual es- tiis destinado de nacimiento. E! Conde, una vez dicho esto, se detuvo; miréme fijamente R Doctor Roso de Luna cual si esperase una respuesta, o, més bien, cual si quisiera leer en mi corazdn. Por mi parte, si ansioso esperaba el comienzo de su discurso, mucho mds ansiosamente desesperaba por sus wltimnas palabras. La palabra renunciar me aterraba, pues empezaba a temer que fuese a proponerme renunciar al Bautismo o al Paraiso. Asi, me sentia perplejo, no sabiendo cémo salir de semejante atolladero, — éRenunciar, decis, sefior? Pero, ga qué cosa es a la que hay que renunciar previamente? — le contesté al fin. —— Ciertamente que hay que hacer una gran renunciacién. Es preciso de tode punto comenzar por ello, cosa a la que no sé si os atreveréis, porque yo sé bien que la Sabiduria no mora en un cuer- Po sujeto al pecado, como no penetra tampoco en un alma domina- da por Ja malicia o el error. Los sabios, entendedlo bien, jam4s os admitiran en su excelsa compafiia, si no renuncidis de buenas a primeras a una cosa que es absolutamente incompatible con la Sabi- duria, Es necesario — agregé, bajando la voz y hablandome at vide —, es de todo punto preciso renunciar a todo comercio carnal con las mujeres... Ante tan peregrina proposicién, solté la carcajada. — Os habéis preocupado, sefior — exclamé —, por bien poca cosa. Vo osperaba de vos mds bien que me propusiestis alguna otra inaudita renunciacién. Pero, puesto que es sdlo a las mujeres a las que hay que renunciar, ja cosa ya est4 hecha muy de tiempo ha. Soy suficientemente casto, a Dios gracias. Sin embargo, sefior, como SALOMON fué bastante més sabio de lo que nunca yo pudiera sofiar con ser, a pesar de lo cual su sabidurla no le impidid dejarse corromper por las mujeres, dignaos decirme, si os place, qué vexpediente o procedimiento empledis vosotros, los Prudentes, para prescindir del sexo opuesto, y qué inconveniente puede haber para que en e! Paraiso de los Filésofos tenga una Eva cada Adan. — Me exigis harto grandes cosas — replicé, como consultando consigo mismo fa respuesta —, y pues que vos os desprendéis de Ia mujer sin esfuerzo, os diré una de las razones que han obligado a los Aberraciones psiquicas det Sexo 1 Sabios para exigir tamafia condicién a sus Discipulos, y conoceréis, Por consecuencia, en qué supina ignorancia viven todos cuantos no- son de nuestro nimero [5]. {5} Henos Negados en esta nota al punto fundamental, al mo-- mento critico de la obra de Vittars, y también de nuestra confor- midad como tedsofos con alganos puritos de ella, y nuestra comple- ta disconformidad y oposicidn con ella, en otros. El estado de esclavitud sexual en que el hombre, como la mu- jes, se encuentran durante su vida en la Tierra, es cosa que no pue- de menos de maravillar al fildsoto. Sacudir semejante esclavitud, por otra parte bendita, pues que al sexo debemos ia salud y la vida, es, seguramente, el problema de tos problemas, y por desentenderse de ello 0 entenderio mat los legisladores, se producen los infinitos ma- les que gravitan sobre el mundo, guerras quizd, inclusive. El trilema del sexo es claro: al sexo, 0 se le obedece, 0 se le tras- ciende, o se le pervierte, segiin hemos dicho en nuestra obra Le Dama det Ensuefio; pero casi todos los que pretefiden trascender su imperativo categorico, en lugar de trascenderle, suelen pervertirie, En este tiltimo caso se encuentran cuantos, tomando at pie de ia letra ef simbolismo de la llamada con entidades «as- frales» o de los Elementos, como pretende y cree VILLARS, aunque poniéndoto hipécritamente en labios del buen Conde de Gabalis. Venimos a este mundo por causa del sexo, y nuestra titanica Prueba en aqué! gira toda en torno de éste, Si seguimos Ia via fisiolégica trazada por la Naturaleza e interpretada mejor que por legislacién alguna por Ia aria primitiva del Cédigo del Mand, del amor pasamos al matrimonio, y de éste a los hijos y a todos los cui- dados y luchas del Drama de la Vida, que el vulgo encierra en ja poética frase de «criar Jos hijos». Si seguimos en ello, en cambio, la via patologica, o hemos de buscar «la duice y amarga fruta del cerca- do ajeno>, con grandisimos peligros morales y sociales, o dar triste 6bolo a la lacra social de la prostitucién, que iuego, hipécritamente, queremos con ¢! que aqueilas magias, negra y blanca, procuran. Harto més racional y sabia, segiin Natura, es la docirina brah- ménica, que sto considera completo al hombre trino, constituido por si, por su mujer y por su hijo, y que exige, como condicién precisa para no considerarnos fracasados en esta existencia terres- tre, el haber plantado un Arbo! (simbole de la produccién que themos de dar a la sociedad); engendrado un hijo (simbolo de la re- produccién con la que hemos de contribuir también a ia social con- tinuidad de la especie sobre la Tierra), y escribir un libro (es decir, tener y luchar por defender una doctrina trascendente, por encima de la vulgaridad animal de nuestros terrestres vivires). La renuncia, pues, que plantea como algo indispensable ei Conde de Gabalis antes de continuar en sus revelaciones, no es sino la supresion de ese nudo de [a vida humana, constituido por el sexo en nuestras edades centrales, anticipando anormalmente la edad senil en que un hombre virtuoso, pot fwerza ha de verse libre ya de la cadena del sexo, para poder preparar filosdficamente «su transito>, con aquel ascetismo moral y fisico que 1a retirada del brahmén al bosque después de cumplides aquellos deberes sociales 0 fisicos, supone. Qué prisa hay por anticipar unos afios la recogida de un fruto de ascetismo que habremos de saborear en edad avanzada, si a ella ilegamos como premio a nuestras virtudes? Pero no el fruto de la aberraci6n psiquica, el verdadero «placer solitarios que entrafia el «comercio> con los habitantes de los Ele- menios que preconiza Gabalis, como pronto veremos. Vayan por delante, pues, estos nuestros aforismos sobre el sexo, que di¢ramos en otro trabajo: L. — La primera concepcidn trascendente que podemos adqui- tir del Cosmos como un todo orgénico, se cifra en el problema filos6fico del Sexo. Todo en el Universo es luminoso o tenebroso, activo o pasivo, es decir, «mascufino» y «femenino», y de aqui estos das sendos géneros de Jos seres y cosas en todas las lenguas sabias. Las tiniebtas de Ja «luz sexual» o daz astral que ParaceLso diria, son el género neutro. Aberraciones psiguicas dei Sexo 1 Il. —La simbotica «Caida de los Angeles» de las teogonias, fué ta caida de la Humanidad en el sexo. Primitivamente, fos fom- bres eran asexuados, segtin las viejas Teogonias, como asexuadas ‘son las plantas Iamadas cripiégamas, y bisexuados o andréginos ‘como los dioses y ia mayoria de las plantas iuego. Llegaron enton- ces los hombres, dice PLaTON, en el Banguete, a tal grado de saber y poderio, que los dioses, envidiosos, Ios dividieron en sexos, cuyas reciprocas mitades se buscan siempre, sin unificarse nunca. Desde -entonces, la Naturaleza parece burlarse de nosotros, impia, pues que de la unién de los sexos opuestos no nace Ia identificacion o mixti- ficacién anhelada, sino ef Ternario, el hijo, con atreglo a la picares- ca poesia de Victor Hyco, que en el Hed de Rosamunda, instru- amentado por RENt CHANSAREL, Caria: Ii était une fois Un jardin, et j’y vis madame Rosemonde; Lair était plein d’oiseax les plus charmants du monde. Quelle ombre dans les bois! il était une fois Un source, et j'y ving boire avec Rosemonde; Des naiades passaient, et je voyais dans Yombre Des perles a leurs doigts. TI était une fois Un baiser qu'en iremblant je pris a Rosemonde, ~~ Tiens, regarde, ils sont deux — dit une nymphe blonde. —Non — dit autre —, ls sont trois! Natural es, pues, si el sexo es caida, que la superacidn filosofi- ca, después de obedecido, sea ia liberacion, aunque no en el sentido necromante que apunta Gabalis. IIL — Pero en esta misma cafda en ‘el sexo, que es nuestra cru- cifixién en la vida, se cifra también nuestra redencién y glorificacién iutura al abandonar nuestra carne con la muerte, por aquello de que el punto de la rueda que mas bajo cae, es Juego el que mas alto se levanta cuando, al marchar, describe su epicicloide evolutiva. Tal vez por ello dijo Jestis que en el Reino de} Padre, los tiltimos seran los primeros, y que alli no viviriamos como tales hombres o mujeres, sino como Angeles del Cielo, o sea por encima 7 Doctor Roso de Luna del sexo, y SAN PaBLo afiadié que estos mismos seres humanos, hoy asi caidos, llegarian a ser los jueces y seftores hasta de los angeles. del cielo, al tenor de aquel «imperio universal de los Sabios sobre todas las cosas y seres de ta Naturaleza> a que atude Gabalis. IV. — No conocemos hoy los vulgares 0 no iniciados medios. legitimos de escapar al sexo, dentro de la Humanidad. Los que le obedecen fisiolégicamente, sin impurificarle poniendo al servicio dei sexo animal los divinos dones de la imaginacién creadora, son los hombres propiamente dichos. Los que, mediante leyes de buena magia — no los execrables y hechiceriles medios propuestos en El Conde de Gabaiis —, leyes hoy desconocidas, o conocidas por muy pocos, lograron trascenderle victoriosos, son los superhom- bres, héroes, jinas o « de las viejas teogonias, y ex hombres o infrarracionales, cuantos le pervierten o prostituyen. Proverbial es, por eso, fa maldad del eunuco; del que tiene hiper~ trofiada la glandula del timo como los criminales natos, y, en gene- ral, todos los de sexo aberrado de los que extensamente se ocupa hoy Ia ciencia de fas secreciones internas o endocrinas (1). . VY, —éMagia buena en el sexo? Ello equivaldria a pretender conservar, por un lado, todos los rasgos de animalidad que el sexo entraha; por otro, todas nuestras humanas gallardias simbolizadas en el divino mito de Prometeo, y querer, ademés, alzarnos hasta los. (1) Véase G. Maran: Los Estados Intersexuates en ia Especte Humana. ‘Morata; Madrid, 1929, A, LurscuOrz: Las Secreciones Internas de tas Gldndulas Sexuates. Morata; Madrid, 1928. J. Bauer: Fistologta, Patologia y Clinica de tas Secreciones Internas. ‘Morata; Madrid, 1929. J. J. Barcia Qovanes: La Vida, ef Sexo y La Herencia. Morata; Ma- arid, 1928. F. LOPEZ Unefia: El Misterio de la Vida. Mosata; Madrid, 1929. J. Noguera: Moral, Bugenesia y Derecho. Morata; Madrid, 1929. V. Aza: Feminismo y Sexo. Morata, Madrid, 1928. M. Ruiz-Funes: Endocrinologia y Criminalidad. Morata; Madrid, 1929. W.E. Courrs: Et Deseo de Matar y el Instinto Sexual. Morata; Ma- arid, 1929. E, Fevj6o: Los Hombres de Vidrio. Morata; Madrid, 1929. LP. Paviov: Los Reflejos Condicionados. Morata; Madrid, 1929. R. Novoa Santos: El Instinto de ta Muerte. Morata; Madrid, 1927. J. Torruaiano RiroLt: Teologia y Eugenesia. Morata; Madrid, 1929. ©

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