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PHILOSOPHIA VULGARIS

(scripta quodammodo philosophica)

REDACCIÓN

Marisa Mosto
Federico Caivano
Raúl Lavalle
Editor responsable: Raúl Lavalle
Dirección de correspondencia:
Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina
tel. 4811-6998
raullavalle@fibertel.com.ar

nº 13 – 2020
Nota: La Redacción no necesariamente comparte las opiniones vertidas en esta
publicación.

1
ÍNDICE

Presentación p. 3

Federico Caivano. Filósofos en cuarentena p. 4

Marisa Mosto. Haciendo la tarea que nos encomendó Federico,


¿qué piensa usted que debemos hacer con la cuarentena?
¡Filósofos, dennos un poco de su luz! p. 6

Felipe Matti. Por arte de birlibirloque p. 9

Jonathan Georgalis. Nostalgias de infancia p. 12

Francisco Llambías. El arte y la necesidad estética p. 13

Jorge A. Miura. Lost & Found p. 14

El arcón de los recuerdos p. 17

Minima philosophica p. 21

Dialoguitos en el perípato p. 23

2
PRESENTACIÓN

En este lugar encontrarás, amigo lector, algunos escritos


que se relacionan de algún modo con la filosofía. Tal relación se
manifestará en notas y minucias filosóficas: unas veces, con
humor; otras, con seriedad. Nos gustaría que nos acompañaras
con tu lectura y con tu pluma. De esta forma serás para nosotros
un nuevo Boecio, pues darás alegría y consuelo.
Radulfus

3
FILÓSOFOS EN CUARENTENA1
FEDERICO CAIVANO

Hace unos días me llegó de nuestro Radulfus el mensaje que


copio a continuación, respecto de la especial situación que estamos
viviendo con la aparición de esta pandemia.

El autor es anónimo y caben muchas objeciones, remiendos y


ampliaciones a la lista de ilustres pensamientos, por lo que se me ocurrió
proponerles, a los que gusten participar, que imaginen qué argumentos u
opiniones expondrían distintos filósofos a elección, ya sea a favor o en
contra de la cuarentena (según sus respectivos modelos de pensamiento).
Aquí tres ejemplos que invento de filósofos a favor:

1
El presente artículo pide pareceres de interesados en darlos. A continuación de él, hay
otro en respuesta, de Marisa Mosto. En la parte Dialoguitos en el Perípato, otros
lectores también se han pronunciado. [Radulfus]

4
Descartes: experto ensimismador, René argumentaría que la cuarentena
nos dará un mayor entendimiento, ya que para alcanzar la certeza del
cogito, ergo sum es indispensable un aislamiento riguroso y metódico.
Así comienza precisamente la tercera meditación: "Cerraré ahora los
ojos, taparé los oídos, apartaré mis sentidos, destruiré en mi pensamiento
todas las imágenes aun de las cosas corporales, o, al menos, puesto que
eso difícilmente puede conseguirse, las consideraré vanas y falsas, y
hablándome, observándome con atención, intentaré conocer y
familiarizarme progresivamente conmigo mismo".

Platón: en los diálogos platónicos, Sócrates remarca constantemente que


hay que diferenciar entre el que sabe y el que dice que sabe (pero en
realidad ignora). Esto le lleva a plantear que no es coherente seguir el
consejo de los que no son expertos en la materia de la que se habla. Por
lo tanto, en este caso, aunque parezca una obviedad (lamentablemente no
lo es para algunos), hay que seguir la disposición de los especialistas de
la salud y quedarnos en casa, así como cuando necesitamos calzado
acudimos a un zapatero y cuando navegamos por el mar son los
marineros los que pilotan la nave.
Una advertencia imagino empero de Platón en esta situación de encierro:
desconfiar de las sombras que nos proyectan constantemente el fuego en
la caverna que son a veces las telecomunicaciones (TV, redes sociales,
etc.).

Epicuro: si bien el aislamiento nos impide alcanzar ciertos placeres


como las fiestas, disfrutar del aire libre, viajar, etc., la cuarentena es
mensura en los placeres actuales para no padecer dolores futuros.
Además, podemos agradecer que las comodidades de la era actual (que
la mayoría tiene posibilidad de disfrutar) realmente mitigan las
dificultades que implica el encierro.

FEDERICO CAIVANO

5
HACIENDO LA TAREA QUE NOS ENCOMENDÓ
FEDERICO, ¿QUÉ PIENSA USTED QUE
DEBEMOS HACER CON LA CUARENTENA?
¡FILÓSOFOS, DENNOS UN POCO DE SU LUZ!

MARISA MOSTO

Lápiz y papel en mano me metí en la máquina del tiempo, (no en


la de Volver al futuro, sino en la de El túnel del tiempo –Raúl seguro que
se acuerda de esa serie–, porque ésta te lleva solo para atrás. Ni loca me
arriesgo a ir para adelante a vivir en una época que vaya a saber cuántos
años acabaré teniendo) a realizar la tarea que nos encomendó Fede. Les
comparto algunas de las respuestas

David Hume
El coronavirus es una creencia. Mi yo es una creencia. De modo que a
mí no me afectará porque verdaderamente yo, no existo. Ni que
preocuparme tengo. La cuarentena entonces es una creencia al cuadrado.
¡Luego: cada cual con su creencia!
Yo he decidido cumplirla (aunque hablando con propiedad no sé quién
lo ha hecho, –no sé por qué me obstino en hablar en primera persona).
No me viene mal la cuarentena porque mientras tenga servicio de
delivery de buena comida y buen vino me quedo recontento en casa.
¿Por qué hablo como si existiera algo así como mi yo, mi casa, el vino,
si acabo de negar toda sustancia? Por costumbre no más. No me hagan
caso. Sabrán perdonar.
“¿Quiénes van a perdonarte?” Estarán pensando. Bueno basta ya, me
cansan con sus enredos.

6
Georg Wilhelm Friedrich Hegel
“Lo verdadero es el todo. Pero el todo es solamente la esencia que se
completa mediante su desarrollo. De lo absoluto hay que decir que es
esencialmente resultado, que sólo al final es lo que es en verdad, y en
ello precisamente estriba su naturaleza, que es la de ser real.”
De modo que hay que apechugar y sin hacer puchero y sin chistar (de
nada valdría por otra parte) cada uno se queda en su lugar.
El coronavirus es real, luego el coronavirus es racional. Mediten eso
durante la cuarentena.

Gilles Deleuze y Felix Guattari


El coronavirus es parte del rizoma que conformamos todos. Vos, yo y
todo lo otro que existe. Por qué habríamos de renegar de él y dejarlo
afuera del flujo. “Realizar el proceso, no detenerlo ni hacerlo girar en el
vacío, ni darle una finalidad. Nunca se irá bastante lejos en la
desterritorialización, en la decodificación de los flujos.” Y entonces
conseguiremos disolverlo en el proceso, o hacerlo mutar. Y de no ser así
tampoco importa demasiado. Hemos escrito nuestra opinión como salía,
sin pensar demasiado, pues el pensamiento no es sino una parte del flujo.
¡No sé ni para qué nos preguntan nada! Chau, arréglense como puedan.

Immanuel Kant
¡Qué desazón! ¿Cómo haré para dormir esta noche? ¿Qué hacer? No
puedo universalizar la norma y tampoco puedo contradecirme. ¿Qué
responder?
Si digo “Hay que cumplir la cuarentena”, entonces ¿qué pasa con los
médicos? ¿Los productores de alimentos? Si ellos se quedan en
cuarentena, no se salva nadie: ni del virus, ni del hambre.
Y si digo: “No hay que cumplir la cuarentena”, nos contagiamos todos y
ahí te quiero ver.

7
¿Deberé relativizar la norma y prestar atención a lo real? ¡Imposible! Lo
real no puede determinar mi voluntad, sólo el imperativo categórico
puede hacerlo y porque a mí se me da la gana.
¡Que desazón! ¿Cómo haré para dormir esta noche? ¡Cómo hago para
salir de este loop?
Sorpresivamente apareció Gottfried Leibniz destellando su optimismo
de siempre:
“Tranquilo Immanuel, salí un poco de tus esquemas y aceptá contra toda
evidencia que vivís en el mejor de los mundos posibles. Take it easy!”
(él lo dijo en alemán pero creo que era algo así lo que dijo)

Podría darles otros testimonios, pero no quisiera confundirlos


más.
Yo misma no he logrado salir de mi asombro. Dicen que es un
síntoma de la vocación. Eso es un consuelo. En algo estoy encaminada.
¿No?
MARISA MOSTO

8
POR ARTE DE BIRLIBIRLOQUE
FELIPE MATTI

Conmovido por un súbito espanto, recuperé el conocimiento. De


inmediato reconocí que ya no estaba en mi cama, mucho menos en mi
habitación; reposaba mi cuello en algo contrario a mi ligera y suave
almohada, más bien era un frío y duro suelo; piedrecillas se acomodaban
en el surco de mi nuca y alentaban a que, fastidiado, me incorporase. Al
hacerlo, miré hacia el piso con animosidad, pero, para mi sorpresa,
estaba ciego. Simplemente no podía ver nada, no era oscuridad, ni algo
que adumbrara a mi vista, mucho menos estaban mis ojos ofuscados, no
podía concentrarme en mi propio acto de ver, tal como si ahora pusiera
una mano sobre uno de mis ojos cerrados y quisiera ver el negro con él,
así, de esa manera era que me encontraba invalidado en esta extraña
circunstancia.
Diezmado, comencé a gatear. Intentando hacer presión suficiente
como para marcar el suelo y reconocer con mis palmas que no estuviera
yendo en círculos me pregunté a viva voz: “¿qué espero de todo esto?”
Iracundo, fatigado por la desesperación, comencé a gritar y a pedir
ayuda, pero claro era que mi socorro no llegaría nunca. Busqué entonces
comprender hasta dónde es que se extendía este suelo, pero me era
imposible saber semejante cosa, por lo que de inmediato desistí.
Luego de un prolongado tiempo de súplicas y tristezas, caí en la
cuenta de que en rigor no me había estado moviendo, sino que de hecho
había permanecido completamente quieto y la tierra entera se movía,
como si un elástico se estirase y, al contraerse, quedase más extenso que
antes. Apoyé gentilmente mi oído en la tierra esperando dar con algo, lo
que sea, que explicase toda esta ensoñación. De repente un confuso
estruendo inundó y colmó todos mis sentidos, despojándome de mi
corazón; despavorido, me rehusé a siquiera pensar en moverme, y
resignado me acosté, siendo víctima de infinitos temblores. La esperanza
de que al rato retornase a mi vida cotidiana se vio sacudida, mi destino
era otro.
Tan pronto como me hube recostado, algo me tomó por el
diafragma y me elevó con una fuerza feroz e ininterrumpida que sacudió
a mi espíritu por doquier; no había tenido ni oportunidad de percatarme
de que mi vista había vuelto. Atónito, miré nuevamente al suelo y mis
pies eran cubiertos por una nube, recorrí este nuevo espacio con mi
mirada y noté una anciana que sonreía a la nada, como si mirase al
espacio mismo.

9
La señora de sempiterna adultez se posaba con ligereza y
jovialidad sobre un soñoliento burro. Vestía una brillante túnica albina
con un bordado floreado, cuyas flores al entrelazarse formaban unos
azules y oscuros mirlos a quienes oía graznar en tanto atendía a sus
amarillos y alumbrados picos. El animal entrecerraba los ojos de a ratos,
murmurando algo que me era inaudible. Afónico y perplejo comenzaba a
cansarme de mirar este extraño cuadro, mis piernas se debilitaban y
vencían mientras que mi mente divagaba por algún etéreo sitio.
Al percatarse de mi presencia, posó sus oscuros ojos y con ellos
barrió todo movimiento de mi ser, fue entonces que me dijo, sin
pronunciar palabra: “Tendrás la oportunidad de pocos, así que deberás
permanecer en vela por un rato más.”
Despojado de vitalidad, mi reposo se inclinó hacia su inquisitiva
mirada, tras lo que ella obedeció a la perplejidad de mi espíritu: “Verás
el espejo que se perfila por sobre el extenso océano, por encima de los
frondosos bosques, no sólo la tierra se mueve, la nada, el vacío y el cielo
se mueven con ella.”
Aterrado, musité: “¿Qué es esta voz que escucho, si no has
pronunciado palabra?”

Tan pronto como hube pensado en ello, mis pies fueron


apresados por espinas que brotaban del vapor, y elevándose ellas e
invirtiéndome yo; fui soltado y arrojado a la nada, acelerando mi caída y
desplomándome contra el suelo; el cual tosió una gran cantidad de
polvo, se sacudió y, como habiendo respirado, se alivió. Fui succionado
por una pena que recorrió mi cuerpo del ombligo a la garganta,
enmudecido por el inesperado suceso y en desesperación que gritaba
desde dentro; fui arrastrado por un oscuro torrente de penas y lóbregos
castigos. El agua oscura me zozobraba sin permitirme flotar de manera
alguna. Se extendía el cuerpo fluido hacia un infinito abajo y hacia un
infinito arriba y yo me encontraba sumergido en una especie de burbuja
que me era tangible a mis manos pero invisible a mis ojos; dentro de ella
se confundían mis lágrimas con el agua que atravesaba todo cuerpo que
existiera dentro suyo. Mis lamentos me apeaban y me veía resuelto a
cuestionar qué me hacía merecedor de semejante castigo.
Mis brazos extenuados apenas si podían moverse, la fuerza que
imprimía semejante cuerpo sobre mi mostraban lo ínfimo e
insignificante que sería mi esfuerzo. Agobiado decidí aceptar mi destino
y cesé en todo intento de superar esta adversidad. Mi cuerpo inerme sería
una partícula de tierra más dentro de este torrente tempestuoso. Tras mi
decisión oí un chasquido de dedos.

10
Frente mío la fantasmagórica imagen de la señora sonreía,
diciendo miles de palabras contra mis miles de dudas que presentaba mi
semblante confundido. Ardía mi pecho por la desesperación sufrida
cómo si el infierno hubiera de residir en él.
“No hay nada de qué preocuparse” – me dijo, acariciando el
grueso cuello de su burro.
“¿Qué significa todo esto?” –
“¿Acaso es muy difícil, muchacho? Así como el suelo se arrastra,
como la tierra se evapora y crepita en espuma, se tiñe de blanco, de
celeste, de amarillo, de naranja y de rosa; así como se derrite, así como
la vida se propaga como un soplido; tu mente se estira como un punto
que forma una línea, con la fuerza como una línea mira para sí y se hace
un círculo.”

Sin percatarme de cómo sucedió todo, me vi absuelto de todo


pesar y simplemente recuperé mi consciencia en mi habitación, miraba el
techo de madera que se empinaba hacia la izquierda; las estrellas
atravesaban en mi imaginación toda materia y las contemplaba con
soltura; tomé un lápiz y un papel y anoté todo lo sucedido para no
olvidarlo.

FELIPE MATTI

11
NOSTALGIAS DE INFANCIA

Inspirar un poco del aire del pasado,


Cuando el pretérito era estrecho,
Y el pecho muy amplio;

Espirar una vez más en somnolencia,


Sueños celestes que se difuminan,
Y se pierden en alas etéreas;

Saludar con entusiasmo el día que despunta,


Descubrir el sol, reconocer mi sombra,
Y en el fuego de la mañana, caer de rodillas;

Respirar y arder, suspirar y quemar,


Y cual relámpago secreto tronar en la bruma
Despertar del sueño junto a esa bóveda estrecha,
Visitar el abismo, obligar estrellas y astros,
Hinquen sus rodillas y se prosternen con nosotros,
Junto al altar misterioso que todo lo consume y quema.

Allí mi voz, la palabra, la oración y mi plegaria,


El incensario arde,
El susurro fragrante se esparce y eleva,
El fuego se irradia;

Ser uno con el eterno hoy,


No temer más ayer ni esperar del mañana
Ser todo y perderme en la nada más pura,
Recogerme de mi sueño y absorber nuevamente en la soledad
El horizonte plagado de hombres, astros y estrellas,
Enrollar el eterno papiro escrito en llamas y dolores,
Sueños ardientes, terrores espantosos,
Lágrimas y duelos, felicidad y risas;

Sangre del tiempo, lodo de tierra,


alma rejuvenecida consumida en tinieblas.

JONATHAN GEORGALIS

12
EL ARTE Y LA NECESIDAD ESTÉTICA

El arte responde a una necesidad. Es el producto de esta. Pero no


de una necesidad como lo es el comer o el vestirse; sino una necesidad
espiritual, como lo es la religión, el conocimiento, la risa y el amor. Es
una necesidad que tiene, más bien, el matiz de llamado, de vocación. El
arte es una respuesta a la dimensión estética. De una manera u otra
siempre apela a esta dimensión, por más que el sentido más explícito sea
otro: como en el arte conceptual o el arte con una finalidad social,
política, ideológica; en definitiva, comunicativa.
La dimensión estética tiene que ver con una recreación del
espíritu. Esta puede aparecer en el sentido, como es el caso de lo
agradable, lo bello. Y también en el entendimiento, ya se trate de lo bello
o se trate de otra cosa. En el caso del arte que no es bello, que no aspira
al “agrado” de nuestros sentidos, sí puede ocasionar una recreación en el
entendimiento, quizás más cercano a la ratio que al intellectus. Aquí
encontramos lo “ingenioso”, lo “creativo”, entre otros posibles adjetivos.
En definitiva, aquello que causa que el ser racional se sienta aludido. En
este sentido, la dimensión estética se relaciona con la risa.
La dimensión estética, al igual que la risa, se realiza en el ocio.
Pero, ¿qué especifica a cada una? Claro está que por más que hayamos
hablado de necesidad, el arte y la risa no refieren al ámbito de lo útil.
Ambos pertenecen al recreo o a la dis-tensión del alma. Aunque, es
cierto, puede hallarse elementos de tensión en ambos, ligados, por
ejemplo, a la experiencia de la fugacidad. La tensión que puede hallarse
en ambos puede relacionarse con la experiencia de una plenitud que se
muestra, pero, no se realiza. Es una plenitud con la que se coquetea,
pero, no se puede apresar. En definitiva, no se puede descansar en ella.
Quizás, la dimensión estética pueda diferenciarse de la risa por
poseer la nota de seriedad. Por más que, en ocasiones, una obra de arte
pueda contener un elemento de risa. Este carácter de seriedad nos lleva a
entender la dimensión estética como aquella que nos llama a un recreo
serio.
Además, puede encontrarse en el arte una función cognoscitiva.
El arte como expresión de una metáfora verdadera, en sentido
ricoeuriano, hace aparecer aquello que el discurso descriptivo dice de
manera más pobre o que no puede decir. El arte es la forma privilegiada
de decir lo humano.

FRANCISCO LLAMBÍAS

13
LOST & FOUND
JORGE A. MIURA

En algún lugar fantásticamente indeterminado se registró este


diálogo en un local de “Lost & Found”. Se relata a continuación el
mismo según nos ha llegado fragmentariamente e inconcluso por algunas
fuentes que no dan certera fe de lo acontecido.

–Hola, nos encontramos perdidos y buscamos poder re-


encontrarnos con nuestros dueños.
–Muy bien, se encuentran en el lugar indicado entonces.
–¿Qué lugar es este?
–Lost & Found.
–Pero ¿cómo hemos llegado a este sitio? ¡Nosotros somos de
gran importancia para todos!
–¡Créeme llevo mucho tiempo aquí, y fui prácticamente quien
dio la bienvenida a todos y, casi sin excepción, todos dijimos lo mismo
antes de ingresar! Pero antes de poder darles el ingreso definitivo debo
chequear sus nombres y si existen todavía reclamos de sus presencias.
–Nosotros somos los artículos, los determinados e
indeterminados.
–¡Oh! Esperábamos sus apariciones hace tiempo; es más, acabo
de perder la apuesta interna, creía que no los veríamos por una década o
más; pero parece que los tiempos se han acelerado.
–Pero, todavía no logramos entender por qué estamos aquí.
–Es muy sencillo, mis queridos artículos, cuando los hombres nos
olvidan, pierden o no quieren usarnos, vamos entrando en estos lugares;
algunos entran y salen; otros hace centurias que esperan que los hombres
vuelvan a reclamarlos, sin perder la esperanza; otros ya han aceptado su
destino de olvido; pero todos hemos pasado por las mismas etapas hasta
la aceptación; empieza por incredulidad, luego negación,
sobreestimación de la propia importancia, depresión y por último
resignación o aceptación. Te prevengo tengas cuidado con la depresión,
no te pase como a la filosofía, que casi llega a cometer suicidio.
–Pero, ¿cómo es posible que nos olviden a nosotros?
–Bueno, ¿acaso no están reemplazando sus letras por e, x, o @?
–Bueno, sí, pero creímos que el poder mágico de las palabras
había sido dejado de lado por los hombres hace tiempo.
–Lo siento, pero ese argumento conmigo es imposible de
sostener.

14
–¿Por qué? ¿Quién eres?
–¿Yo? “@l Mito”
–No vemos el chiste, pero ¿cómo podemos volver? ¿qué
debemos hacer?
–Absolutamente nada, no somos más que servidores de los
hombres y de ellos depende nuestro destino. Estar al servicio tiene sus
riesgos.
–¡Pero nosotros no podemos ingresar! ¡Nos queda mucho todavía
para dar!

En ese instante todos los artículos, invadidos por una grave e


impotente angustia, rompieron en llanto y su coro de dispar tono dejó
perplejo al guardián del pórtico del olvido que en encontradas emociones
de compasión, comprensión y desidia se sobrepuso a la situación y dijo
con voz calma:

–Miren, vamos a ver el tema con la dirección, porque su nombre


está en la lista de ingreso, pero como todavía hay algunos reclamos la
situación requiere algo de análisis; pero supera mi rango así que llamaré
a la gerencia para que nos ayude.

Entonces Mito oprimió un botón comunicador que indicaba el


requerimiento en mesa de entradas del personal gerencial. Mientras
esperaban los artículos se miraron entre ellos esperanzados de volver a
su posición y función sintáctica, a destacar la unicidad de las cosas y sus
géneros; los indeterminados soñaban cuando en tiempos remotos usados
metafísicamente para destacar el carácter ontológico eran escritos con
mayúsculas. En todos, las lágrimas tornaron en expectación, pero la
espera se prolongaba y los minutos corrían. Mito les explicó que el
gerente de turno se encontraba en el despacho más alejado y profundo
del local, y rara vez era requerida su presencia, ni en mesa de entradas,
ni por los humanos. Finalmente llegó Veritas y viendo la situación les
dijo:

–Habéis creado un escándalo y comprendo vuestro estupor, pero


debéis sobreponeros y confiar en que vuestro destino aún no ha sido
sellado.
Y dirigiéndose a Mito:
–Busca, mi querido velo con el cual una vez me arropé, en los
registros del oficio el artículo correspondiente a las declinaciones y por
favor llama a Bonum Commune y a Λόγος.

15
Ambos se presentaron en mesa de entradas y Λόγος a la vista de
los recién llegados enmudeció de tristeza. Entonces Veritas dijo:

–Es muy pertinente vuestra presencia y os solicito que, habiendo


profundizado los registros que pronto Mito traerá, consideremos las
siguientes cuestiones; a ti, querido Λόγος, te corresponde responder si
los hombres piensan como hablan o hablan como piensan; Mito, tú
deberás realizar la alta consideración de si los hombres han vuelto al
poder mágico de las palabras; y por último, Bonum Commune, a ti te
encomiendo la más difícil tarea, como no podría ser de otra manera,
¿cómo pueden los hombres llegar a ti?

Volviéndose Veritas a los artículos les dijo:

–Como veis, vuestra paciencia será requerida puesto que en


vuestra admisión no he incluido a Gramática, sino a quienes realmente
deben dirimir la cuestión. Es mi voluntad dirigiros al bien y al
cumplimiento último de vuestro destino, el cual fervorosamente deseo
que no se encuentre aquí. Os saludo y pronto os daremos el resultado del
concilio. Manteneos en virtud.

Hasta ahora, los artículos siguen esperando…

JORGE A. MIURA

16
EL ARCÓN DE LOS RECUERDOS

En este arcón aparecen libros y objetos peculiares de valor


incalculable. Venderlos no es una opción, pues al traducirlos en
dinero pierden significado. Sin embargo, queremos compartirlos
de alguna manera y por eso abrimos este espacio.

Tesoros de mi biblioteca

Con esto del aislamiento social preventivo obligatorio no me


quedaron excusas para ordenar mi biblioteca.
Aprovechando la ocasión se me ocurrió juntar en uno de sus
estantes algunos de mis tesoros para compartirlos con nuestra querida
revista. Elegí uno de mis estantes favoritos que es el que contienen las
obras de mi gran amigo Dostoievski. (Si llego a estar con él en algún
momento luego de esta vida podré saber si está de acuerdo conmigo en
eso de ser amigos, mientras tanto me tomo la libertad de llamarlo así.
Después de todo un amigo es alguien que le hace bien a uno y eso es lo
que ha hecho él por mí en muchas ocasiones). Verán que tengo una foto
suya enmarcada y la cajita que está delante contiene (lo que voy a decir
no es para personas fácilmente impresionables. Alerto) tierra que tomé
cercana a su tumba un día que le llevé flores.

17
Un “descendiente” del gran autor se inmortalizó con esta foto
(“fotonota” de Radulfus)

18
En el extremo derecho del estante verán un cilindro color bordó
con el sello del Camino de Santiago. Dentro se encuentra mi
“Compostela”, que es una especie de certificado de peregrino que te dan
al llegar a caminando, en bici o a caballo a Santiago de Compostela. A
Raúl le va a encantar porque está escrito en latín.

Y en el medio verán, ampliada en la página siguiente, una


escultura que me regalaron los alumnos del centro de estudiantes de
filosofía en el año 2007. En esa época le daban a los que participaban
varios años seguidos en la semana de la filosofía un premio
MÉTHEXIS, en agradecimiento a la participación.

19
Hasta aquí comparto estos tres tesoros porque hay quienes dicen
que TRES es el número perfecto, porque tiene principio medio y fin.
La próxima les compartiré uno solo pues hay otros que dicen que
el número perfecto es el UNO, pregúntenle a Plotino, si no.
Después veremos quién tiene razón. Ustedes dirán.
Aunque hay otros que sostienen que para llegar a la verdad hacen
falta por lo menos DOS. Como esas lechucitas que sabiamente cuidan el
saber y que ocupan mucho espacio entre los libros.
MARISA MOSTO

20
MINIMA PHILOSOPHICA

Poemitas filosóficos de Campoamor


Alguna vez en esta revista me referí al poeta español del título
(1817-1901). En esta ocasión copio tres de sus epigramas de un libro
llamado Humoradas, porque creo que muestran alguna preocupación
filosófica. Estos son.
Un cadáver encierra
los problemas del cielo y de la tierra.
Todo hecho es un mal hijo de la idea
que no piensa en la madre que lo crea.
No obligaré al destino
a repetir placeres que he olvidado;
el que hace muchos viajes al pasado
lo suele pasar mal en el camino.
Seguramente estos versos son más propias de la cuarta edad, la
mía, pero creo que van bien para esta sección, de mínimas reflexiones
filosóficas.
Radulfus

Chascarrillos filosóficos
Los filósofos y las palabras

21
En esto de los chistes por las redes sociales, no está ausente la
filosofía. En este caso, humor sobre la exigencia filosófica sobre el valor
de las palabras. Está bien, por el filósofo tiene que ser también, a su
modo, un filó-logo.
Pero, ya que estamos de broma, vuelvo sobre la nota anterior de
esta sección Minima philosophica y copio un epigrama de Campoamor.
¡Oh, grandes de la historia!
¡Qué importan vuestras dudas y las mías,
si, después de unos días,
no quedará del mundo ni memoria!
Radulfus

22
DIALOGUITOS EN EL PERÍPATO

Esta sección incluye escritos sobre anteriores escritos de


nuestra Philosophia vulgaris. Le he puesto un título que recuerda a
los “Dialoguitos en el asfalto”, del viejo diario La razón. Creemos
que será del gusto de los lectores. [Radulfus]

En respuesta a Federico Caivano, sobre su artículo de p. 4:


“Filósofos en cuarentena.”

Respuesta de Radulfus
Federico
Me gustaron mucho tanto el envío “viral” que recibí, al que hiciste
referencia, y tus reflexiones y tus “máscaras” de Descartes y otros.
Añado una humilde reflexión. De este virus algo bueno tiene que salir.
El primer libro de la Ilíada llevaba como título “Peste. Cólera.” Sin
dicha peste, no habría existido la Ilíada.
Radulfus

Respuesta de Felipe Matti


Arnold Geulincx: La harmonía pre-establecida por Dios en el mundo
nos muestra claramente cómo este virus es el mal más perfecto, y por lo
tanto menos malo, que podría existir. La virtud, es decir el amor de Dios
y la razón, nos muestra también que lo único que sabemos de nosotros es
que queremos y pensamos, y solo tengo conocimiento causal de aquello
que yo hago o deseo; no deseo al virus ni soy su hacedor, por lo que
Dios ha hecho el virus; dado que no hay hombre que lo desee ni haga,
por lo tanto el virus es perfecto en tanto es lo menos malo posible.

23
Isaac Newton: Así como en 1665 fui capaz de desarrollar la teoría del
cálculo tras aislarme por la plaga bubónica, ¡Ahora es tu momento de
descubrir los secretos más sabrosos de la naturaleza! Como bien
mostraron Galileo y Descartes, el libro de la naturaleza está escrito
matemáticamente y ahora más que nunca tenemos la oportunidad de
resolver esta ecuación.
Felipe Matti

Respuesta de Gundisalvus
A raíz de este mensaje irónicamente ‘viral’, un amigo me compartió el
siguiente pasaje de Pascal. “El hombre no es más que un junco, el más
endeble de la naturaleza, pero es un junco pensante. No hace falta que
todo el universo se ocupe de aplastarlo. Un vapor, una gota de agua
bastan para matarlo. Pero cuando el Universo lo estuviese destruyendo,
el hombre sería más noble que aquello que le mata; porque él sabe que
está muriendo, mientras que el universo no tiene ni idea de la
superioridad que tiene sobre él”. Supongo que su recomendación sería
que permanezca cada uno tranquilo en su habitación, para escapar de la
desgracia de una gota de saliva... Un saludo,
Gundisalvus

Respuesta de Mariana Gómez


Homero: La pandemia canta, oh diosa, del Coronavirus, maldito, que
causó a los humanos incontables dolores.
Anónimo: ¡Viva el Cid campeador, el que en buena hora se quedó en
casa!
Dante: Lasciate ogni speranza voi ch’uscite.
Shakespeare: ¿Salir o no salir? Esa es la cuestión.
J. R. R. Tolkien: Una enfermedad para gobernarlos a todos.
Mariana Gómez

24
Respuesta de Jorge Miura
La revista me gusta desde el año pasado, cuando Marisa nos la
envió por primera vez. Es leerla con una sonrisa que a veces te lleva a
una reflexión; este número ha quedado más que interesante con las
posibles reflexiones de los distintos filósofos. Por cierto, en este tiempo
me he preguntado: ¿será que a los filósofos no les afecta tanto la
cuarentena porque están más acostumbrados a una interioridad más
solitaria? ¿La permanencia en la ponderación interior de las ideas?
Jorge Miura

Respuesta de Federico Caivano a Marisa Mosto y a Jorge Miura


Marisa, ¡qué lindos recuerdos! La tumba de Dostoievsky me
pareció (dentro de todo) humilde, ¿no? Creo que son todos recuerdos de
caminos andados: el de la literatura, la filosofía y la fe.
Gracias, Jorge, por tu aporte, que creo que tiene más capas de lo
que aparece en una primera lectura. Me gusta que no quede zanjada la
cuestión, ya que todavía estamos en proceso de reflexionar sobre las
cuestiones de fondo que se plantean con el lenguaje inclusivo. Y eso del
poder mágico de las palabras es algo que vengo pensando hace un
tiempo y que me vengo convenciendo de que es así, en cierta forma; tal
vez porque siempre encuentro a Veritas vestida de algún Mito, y porque
el lenguaje es muy parecido a un acto de prestidigitación, donde se
ocultan aspectos de la realidad para realzar otros y generar un efecto
específico en los demás.
Federico Caivano

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