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LA LUZ QUE VINO DEL NORTE Por JUAN FERNANDO SEGOVIA (*) 1. @QUE ES LA LUZ QUE VINO DEL NORTE? Contfieso que la invitacién a escribir estas palabras previas me sorprendié por varias razones, pero més que todo por ef enigmético titulo del libro. Cuando fui a la casa de don Rubén Calderén Bouchet a retirar la carpeta que contenia La Juz. que vino del norte, no pude menos que preguntarle qué era esa luz y, adelan- tindome a cualquier respuesta le dije si no se trataba de los coloridos espejitos norteamericanos. Don Rubén, con picara sonrisa, me invité a leer primero el escrito. Inscalado en mi escritorio, abrf la negra carpeta que me entregara y me encon- tré con un texto mecanografiado, que habia sido concluido en 1984. Tiene 260 folios y todo indicio y primaria dave de lectura est en un pasaje del profeta Jeremias trascripto en la portada. La introduccién ya escrita empezé a darme algunas pistas, pues dice ahi nuestro autor que va a tratar de la influencia de la teologla protestante en la catdlica del sigio XX. Apenas comencé su lectura note que, sin perder el eje teol6gico que le recorre de comienzo a fin, La lus que vino del norte ofrece un panorama abigarrado, complejo y hondo de las ideas politicas, de las aventuras teolégicas y de las vicisitudes de nuestro mundo desde finales de la I* Guerra Mundial hasta la década de los screnta. Lo lei de un tirén, a lo largo de varios dias, Lo rele, Eseribs restimenes, comentarios y glosas, remisiones y trascripciones, que llenaron varias paginas, en. letra chica, apretada, intentando descifrar cudl era esa luz que Yahvé anuncié al profeta como desastrosa: «Y me dijo Yahvé: “Es que desde el norte se iniciard un desastre sobre todos los moradores de la tierra» Jeremtas 1, 14). Quiero contar ahora qué he entendido de la advertencia del Sefior y qué he aprendido en el texto de Calderén Bouchet. Me ha tomado tiempo, bastante tiempo, hallar la forma adecuada del comentario, porque no es éste un género (9) Universidad de Mendoza. 153 facil: no puede ser una mera resefia; tampoco es aceptable la exética divagacin en la que mis ideas se interponen o superponen a las del autor. Presumo que este tipo de ensayos debe ser algo asf como una sintesis entre Ia trascendencia del tema, la perspectiva de su autor y mi lectura personal. 2. LA PUREZA DEL MAGISTERIO PONTIFICIO Cuando en Alemania se avanzaba en la alta erfcica, de impronta racionalista y sabor humanista, contra la teologfa tridentina, en Roma se bregaba por «mante- ner viva la llama de una sabidurfa que desafiaba los tiempos» (pag. 1) (1), que no conoce de concesiones al lenguaje nia las 6pocas histbricas, Asi comienza el libro de Calderén Bouchet. En efecto, San Pfo X ya nos habia advertido de los peligros del modernismo en la enciclica Parcendi y en su corolario ~que sin embargo le precede en un mes-, el decreto Lamentabili sine exitu, ambos de 1907. La prédi- cca en pos de preservar la doctrina, el dogma y la lengua catélicas inmunes a la influencia del modernismo se continus en las enciclicas Spirisus Paraelirus (1920), de Benedicto XV; Morsalium animes (1928), de Pio XI; y en Summi Pontificatus (1939), Mystici Corporis Christi (1943), Divino Afflance Spiritu (1943) y Humani Generis (1950), de Pio XII. En su conjunto, el magisterio pontificio de la primera mitad del siglo XX nos advierce contra la flosofia moderna y las ideologfas de todo signos contra la pene- tracién del protestantismo en la teologia catélica; contra los errores del ecume- rnjsmo; y nos recuerda la siempre, inconmovible, exigencia de la unidad religiosa realizada en la verdadera y Ginica Iglesia de Cristo, También se insiste en la vuel- ta a Santo Tomés de Aquino, en donde sc hallaré el reaseguro contra los dispara- tes modernos, pues él es la sintesis de toda buena filosofia y toda buena teologia. La corrupcién de los estudios teolégicos y metafisicos iba acompatiada, sin embargo y como bien sabfan aquellos santos varones, del dramético avance de la itreligiosidad con diferentes rostros. Era cada ver mds evidente que el hombre del siglo tenia ofdos sordos y ojos ciegos a toda realidad divina, sobrenatural, y que slo los abrfa para esos demiurgos de bolsllo, que uno se inventa para uso perso- nal cual apéndice de nuestros gustas y placeres. En este vacio religioso trabaja la teologia racionalista, infestada de ideologia, que se parece mAs a una filosofla de la teligiéa, sostiene Calderén Bouchet, que a un saber sobre Dios. 3. LA NUEVA TEOLOGIA: TILLICH Y TEILHARD DE CHARDIN Paul Tillich es el claro y mal ejemplo de esa teologla acomodada a las filoso- fias en boga y a la castica sociedad auténoma hija del protestantismo individua- lista y mundano: su método paraddjico, su pluma confusa, su intencién de ade- (0) Toda ls efrecis de Lala qu vine del nore indican ls piginas del tro os nal mecanografado, no ls de la edicién ae sat 154 ccuarse a las exigencias naturales del hombre, confluyen en un naturalismo que se extrema hasta el historicismo esjaroldgico y el consiguiente rclativismo del men- saje de Cristo. A la nota roméntica que toma a la religién como sentimiento, Tillich la penetra hasta hacetla pura experiencia o vivencia, agregindole un con- tenido revolucionatio, progresista, que se pliega al socialismo en tanto que expre- sign madura de los tiempos que corren. De ahi que la teologia, més que de Dios, tenga que ocuparse de las condiciones sociales de la época hist6rica, proponién- dose como objeto la cristianizacién de la cultura y de la sociedad. El te6logo protestante anuncia la nueva ctistiandad teonémica, el ecumenis- mo como plenitud de los tiempos, en el que quiere hacer confluir el principio sacramental del catolicismo con el principio profético del protestantismo. Hacia esta meta debe guiarnos una teologia carismatica, predominantemente prictica, existencial, que permita al alma humana salir al encuentro de «lo Incondi- cionado», a tono con el autonomismo modemo expresado como autocon- ciencia. Bien dice Calderén Bouchet que el error capital de Tillich consiste en «creer que la Revelacién no culmina en la epifanta cristiana y que los hechos histéricos, por la acumulacién de sus oscuras ritualidades, pueden provocar el advenimien- to de nuevas revelaciones» (pig, 41). Sobre todo, Tillich, al degradar la teologia hasta una suerte de sociologia revolucionaria, endiosa el mundo y confunde la ‘obra de la Redencién con las tareas del cambio de estructuras sociales, econémi- «cas y politicas, De algiin modo, la teologia protestante de Tillich tiene su eco en la del jesui- ta Pierre Teilhard de Chardin, inventor de un cristianismo seudo cientifico, mate- rialista, de fuertes rasgos gndsticos, que disuelve la vieja teologia en un lenguaje esotérico evolucionista, progresista y colectivista. El mismo declaré que era su propésito fpch mh cates The clan of te marie mind 1 au cil de en Qs) _Stciner, George, Pasén inet, Ed. SiucalGrupo Ed. Norma, Madsid/Sanca Fe de Bogor, 1997, el ensayo ttlado Los archivos del Ecén (1981), pgy 331 y 160 Insiste Calderén Bouchet para demostrar su tes los lazos orgénicos que hicieron de Europa una civilizacién teligiosa y de caballe- ros; sin embargo, esos lazos fueron disueltos por el laicismo belicista de los ilti- ‘mos dos siglos. Ast Europa acabé siendo lo que los Estados Unidos, una masa informe lanzada al goce. Una diferencia subsiste: en Europa atin hay resistencias 7. LAS GUERRAS DE LIBERACION NACIONAL ‘Tias la guerra, las colonias europeas se liberan: el cdctel de imperialismo eco- némico y marxismo cultural, con unas gotas de patriotismo local, se convierte en un trago de dificil ingestién, pero que hay que apurar para emanciparse. Se llama liberacién y se expende como revolucién en las filas de los movimientos de libe- racién nacional anti imperialistas que pueblan el Tercer Mundo. En realidad, como lo ve Calderén Bouchet, no se trata de a tercera pata en el juego de poder de ll sino del hijo menor concebido por los esposos de Yalt Jiberacién puede convertirse en tina lucha de exterminio émnico, que acaba en el genocidio de los mas débiles, de los buenos, de los infelices y de los idealistas. ‘También podrian contarse otras historias més préximas a nosotros. Calderén Bouchet son las dos pinzas de la maquina dialéctica manejada por las rmultinacionales en su tarea de absorber el Tercer Mundo» (pég. 248), que ha - 252). Cualquier pareci- 8. EL OSCURO AMANECER DE LA IGLESIA CATOLICA La Telesia Catdlica no podfa escapar a la luz del norte: en sus propios térmi- ‘nos, paulatinamente pero a un ritmo que pareciera irrefrenable—, fue haciéndo- se depositaria de la buena nueva de la posguer 161 , como dijera ef Concilio Vaticano I (15) y repitiera Juan Pablo II (16); ensalzando, en definitiva, la moral del esfuerz0 personal encaminada al desarrollo y la realizacién personales, en una sintesis que Calderén Bouchet ha sabido defini: «La lengua del mundo aderezada con salsa cvangtlica (pig. 184). El espiricu del modernismo ha renunciado a la estrategia que denunciara y condenara San Pio X, ya que luego de la segunda gran guerra, no traté de cam- iar la dogmética catdlica y, en cambio, se entremeti6 en los pliegues dela Iglesia, siguiendo una téctica indirecta para apoderarse de la lieurgia y la pastoral eclesia les (pag. 179) cipé el camino que recorreria la Iglesi mundo sino de mundanizacién de la Iglesia. En este contexto era inevitable cacr en las redes de Jacques Maritain, el fildso- fo francés inventor del chumanismo integral, cifra y figura del pensamiento hodierno en virtud de su ambigtiedad, pues, como dice Calderén Bouchet con sa fresca ironfa que le caracteriza, eos gallos del alba cantan para dos mafianas: el Reino de Dios y la aurora democritica» (pég. 192). El problema central en Maritain es la construccién de la ciudad justa, que el cristiano deberfa vivir como ‘bomo viator, pero que Maritain propone como instancia (si no meta) necesaria ¢ inevitable para nuestro tiempo; esto es, una reconciliacién con el mundo en dis logo franco con las ideologies: el comienzo mismo del planteo, como advierte Calderén Bouchet, hay en Maritain una actitud formalmente pecaminosa, pues él llama «raundo cristiano» 2 aquello que Ia teologfa tradicional llama «simplemente mundo» (pig. 190); es decir, el mundo de la carne y del pecado, del hombre irredento, més parecido a is ic al is oc TT ‘que no es s6lo de didlogo con el iin en ef mis perveno y ancicnmtano, Ray siempre algo de verdad, un dejo bon: dadoso, una borra progresista, no obstante que ese mismo acontecimiento pare- ciera negarlo en los hechos. A resultas de esta eol Itica de corte modernista y progress (15) Constitucién Gaudium et Spr, 1965, § 67 (16) Jaan Pablo Ul, Dacuse al Bureau International du Travail, Gincbra, 16 de junio de 1982; y ambidn em a cncilica Laborem Exercen, de 1981, $9 y $25, 162 -no obstante los sermones del Obispo de ipona— que ya no se ordena a ella, pues des- cubre en su ter res simplemente humanos tanto 0 més valiosos que la religion. ¥ es as{ como el antiguo tomista termina inclinando la rodilla en la escalinata del pantedn socialista. La nueva cristiandad de Maritain tiene poco 0 nada de cristiana y mucho de profana, come l mismo querfa (17). 9. EL SEGUNDO CONCILIO VATICANO :Queda precisado y aclarado el ambiente que envuclve la convocatoria al Concilio Vaticano II? Calderén Bouchet no desarrolla su crénica, no pormenori- zal estudio de sus documentos ni se detiene en sus debat No es necesario que nuestro autor rememore la frase atribuida a Pablo VI sobre el chumo de Satands» La prueba mds cabal esté en el ecumenismo feligioso, Prohijado por el Concilio Vaticano II, tiene empantanado al catolicismo hasta el dfa de hoy, deba- tiéndose entre grados y modos de irenismo, del cual la Iglesia nada obtendré, por ‘que, al fin de cuentas, zde qué sirve la diplomacia vaticana cuando set var almas Tiene la Iglesia Catélica mucho que perder en este juego insensato; por Io pronto, el depésito de la Verdad que le con- fiara Nuestro Sefior Jesucristo, como puede cualquiera apreciar en las pretensio- nes que alega ante Roma el tedlogo Hans Kiing (18). La Iglesia Catdlica ha ido progresando bastante en el didlogo interrcligioso, recayendo en la més crasa forma de ecumenismo como en aquella tristemente cAlebre ceremonia de Asis, en 1986. No quiero detenerme en este didlogo de (17) Palacios, Leopoldo Eulogio, Bt mito de la nueva crstiandad, Dictio, Buenos Aires, 1980, pigs. 39, 42, 65-66, 69-71, 73.77, passim. (18) "Remito 4 mi artculo «Disidencias ecuménicas Sobre lar nueva invectivas de Hans Kiang al Papa y la Iplesiae, en Gladius, n° 68 (2007), pigs. 31-44, 163 «lfderes religiosos del mundo» que nos ensefiaron la «pedagogia de la paz», sim- plemente advierto que pricticas de esta naturaleza van més allé de la mundaniza- cién de la Iglesia El lenguaje posconciliar ~ya volveré sobre el particular— esta plagado de citci- terismos, como apunta diestramente Romano Amero, esto es, de términos indis- tintos, confusos y equivocos a los que se atribuye, voluncariosamente, un signifi- cado sélido ¢ incuestionable, pero que en realidad despejan el camino para que el incéxprete intcresado extraiga la conclusién que anda buscando (20). De exte ‘ay por qué extrafiarse, entonces, que en tanta profusién de palabras y tanta confusién de significados, la teologia corra desesperada a aprender las reglas de la hermenéutica moderna en las obras de los filésofos protestantes Paul Ricoeur y Hans-Georg Gadamer. 10. DEL PROFESOR DE MARBURGO A LA RATA VISCOSA. Tillich hizo escuela. De alguna manera se le puede ver en Heidegger, quien proyect6 una teologia no especulativa ni dogmética, basada en la experiencia de Ja fe vivida subjetivamente, y que corre paralela a su esfuerzo anti metafisico por encontrat, més alld de todo razonamiento, al Ser en su manifestacién primaria, (19) Chesterton, G. K., Santo Tomds de Aquino, Ed, Loblé-Lumen, Buenos Aires, 1996, 15, (20) Ametio, Romano, lots unure, Critero, Madsid, 2003, pigs. 84-86. 164 cado en el tormentoso drama de ela noche oscuray Su influencia en otros tedlogos ¢s notable. Asi, sobre el protestante Bultmann, quien prolongé la tarea anti ontoldgica de Heidegger a la exégesis tcoldgica como ciencia histérica, Para Bultmann, la clave hermenéutica radica en la posicién exis- tencial del aucor/lector en un momento de su vida, de modo que el texto ~por «aso, los evangelios~ hablan también de la propia vida del lector en una suerte de empatfa existencial entre él y el texto. Sea como fuere, més acd de los artificios hermentuticos, el resultado es siempre el mismo, existencialismo y su complejo vocabulario, se propuso la renovacién de la teolo- pec Par ce a eee Pc na, que el hombre moderno no comprende, arrojéndola al bail de los mitos ya que no resiste el menor andlisis cientifico. Pero entonces podriamos preguntar- ros, con Calderén Bouchet, a qué se reducen la Gracia y la dimensi6n sobrena- tural de la vida humana. La respuesta de Rahner es compleja y contradictoria: no hay, afirma, disposi- cién natural del hombre 2 la Gracia; ademés, la Gracia, continda, no pertenece 2 a naruraleza humana; no obstante la doble iociemnere En ‘misma persona conviven, luego, la naturaleza y la existencia sobrenatural, y asf Ia Gracia se da en cada hombre, incluso en el pecador, como una dimensién inmanente a su vida. La Gracia ya no es mds el Don Gratuito de Dios como auxi- lio a la salvacién personal, sino una dimanacién de nuestra naturaleza, que es Ia ‘Como objecara el cardenal Siri, recordado por in Boucher, Rahner des- tauye la teologta clésica poniendo en su lugar un «panantropismo», sintesis dia- Iéctica de Heidegger y Hegel (pég, 232). De esta ronda critica no podia estar ausent n su filosoffa de la impos- ‘ura llevé adelante la demolici6n de la cvilizacin cristiana (de lo que de ella que- aba), mediante una negacién sistematica con base en la filosofia existencialista: no hay esencia humana, Dios no exist 3s inicos cédi- 165 gos respetables para el feo Sartre son los que cada uno asume al vivir con auten- ticidad la propia libertad. es tambien el padre de decons- ‘ructivismo que ha Jacques Derrida, que toma a la vida como tun juego burlesco de lecturas contradictoria, vilidas todas por el simple motivo dde que ninguna es verdadera. La sintesis que Calderén Bouchet hace de Sartre merece ser repetida: y la conciencia al camafio de esa miseria y luego proveerla con la ulcerada conviccién de que esté destruyendo su horrible clausura, pero sabiendo al mismo tiempo, que esa destruccién no tiene sentido y cs, en el fondo, una infima tampa que nace de un profundo disgusto de ser» (pig. 237). 11, ESCOLIO SOBRE RAHNER, LA GRACIA Y EL PECADO Esa teologta de Rahner y sus discipulos, en realidad, ha hecho innecesaria la Gracia 0, al menos, la ha convertido en resorte animico del propio hombre, un impulso interior que nace y se consuma en la misma interioridad (LA WeRiGRIESS fe Tos sacramentos y sin la intervencién snimas prac Dine con han cdo pcs jo =n | Sia peor yl pons 8 resultas de lo cual, el catolicismo se vuelve protestantismo y ef pecado se torna virtud, ;No aconsejaba Lutero, pecar, pecar fuerce, pecar mucho, para salvarse? ee ene pi nos y rezar para suscitar la misericordia de Dios. La nueva espiritualidad nos invi ta a gozar y pecar, porque escribe el monje benedictino Anselm. Grin, uno de los gurties de la nueva moral sin gracia. Y, para que no queden dudas, afiade a propésito de la paribola de la cizaia y el trigo: «Si logramos tecon- Giliamos, con la cizafia podré crecer el buen trigo en el campo de nuestra vida. AL tiempo de la siega, con la muerte, vendré Dios para hacer la separacién y echar la 166 cizafia al fuego. A nosotros no nos esté permitido quemarla antes de iempo por- «que anulariamos también una parte de nuestra vida» (21). Brutal simplificacién que, confundiendo la santificacién personal con el Juicio Final, introduce el circiterismo de la bondad en el pecado. Mayor sabidurfa y mejor teologfa encuentro en el relato campero del cura Castellani, cuando acon- seja «Hay que arrancar el mal aunque sea lindo, y cuanto mis lindo sea, més pronto hay que dar la azadonadal» (22). 12, LA LUZ DEL NORTE ESTA ENTRE NOSOTROS Confieso que esperaba un libro de Calderén Boucher sobre la Iglesia contem- porinea, que ya venia anunciéndose como prolongacién de La valija vacta (23). Y por fin lo he encontrado. La luz que vino del norte es una de aquel 0 (@eeerisiexpirinualiodierma, comando a la Iglesia como eje central de las refle- xiones. La lus: que vino del norte no es un libro simple, lo que autométicamente no le convierte en un texto complejo o inasequible. Es un libro para leer pacientemen- te. EI propio don Rubén lo ha dicho al mencionar’ Es un libro para ‘Cuando digo que es para set meditado, no estoy pensando que el libro debe set rumiado,lefdo una y otra vez, porque en realidad es claro y directo. Calderén Bouchet escribe como si estuviera en su biblioteca dialogando con el lector; no ‘engolosina de las palabras ni anda colgando adjetivos desaprensivamente. Conoce bien los defectos del literato como repetirlos:| (Gilets delle vss pope de Sar oc ‘Simone (pag. 194). Es para meditarlo porque es un libro sincero, como que est escrito por un hombre veraz, acostumbrado a llamar las cosas por su nombre Bouchet nos arroja sin tapujos: (Gubversiomuniversaty(psg, 247). Yast parece. Basta leer los textos que de su auto- ~~ Qi) Grin, Anselm, y Dufer, Meinrad, Una epirisualided dee abajo. El didlo con Dias dade el fondo de la peron, Naseea, Madsid, 2000, pigs. 77-78 y 27. (22) Castellani, Leonardo, «El cicuale, en Campers, Ed, Theotia, Buenos Aires, 1964, Pie. 57. '@3)Calderén Bouchet, Rubén, Le valia vata, Ed, Juidicas Cuyo, Mendoza, 1989. 167 ridad emanan en el dltimo medio siglo para confirmar que casi siempre es como don Rubéa afirms. Lo que antes se dijo sobre el lenguaje de Pablo VI puede lamos fa que conviene a nuestro mundo? {No hay nada imperecedero, eterno, que ha de conservar y trasmiti, también en el modo o la forma? Calderén Bouchet se hace la misma pregunta: «Se puede pensar que al ser subvertida con un lenguaje tributario del inmanentismo moderno, de su progre- sismo, de su historicismo y de su democratismo la substancia de la Iglesia per- maneceri iamutable?» (pg. 215). Confieso que no lo sé y presumo que don cién, la marxista, la liberal, la tercermundista, la radical, la teologia de la muerte de Dios, la de la sospecha, etc.;en fin, todo parece hablarnos de la sospechosa teo- logta. ‘Sin embargo, Calderén Bouchet sabe ~y yo también que, como se dice en el Evangelio de San Juan, Cristo es el Verbo y el Verbo es la Palabra de Dios. sPuede el Verbo ser cambiado y la Palabra malversada’ fo quiero irme pot las ramas, eampoco que la postdata sea mas larga que la carta, Creo que Don Rubén estaré de acuerdo en que, para el remate, queda bas- tante bien el cuento del cura Castellani sobre aquel matungo fl: (24). Desde que lef esta breve historia, pensé que era una wena la Iglesia de nuestros dis, 24) Castellani, «Paco y barsigdns, en Campers ct, pg, 133. 168

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