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1 afto de 1968 seré recordado como critico en la historia de las ciencias sociales, Desde la fecha en que Comte, a mediados del pasado sigh, les asigné categorfa cientifica, nunca antes habfan estado en trance de perder el status adquirido. El movimiento estudiantil de signo anérquico que se inicié en Francia y corrié velozmente por las més diversas partes del mundo occidental, incluidos los paises sujetos a su influencia, produjo un fuerte impacto fen nuestras ideas, Las ciencias sociales cuestionadas En los Estados Unidos el movimiento sacudié de pies 2 cabeza a todos los cientificos sociales, pero, muy en particu: lar, a los antrop6logos cuya tarea, en gran medida, se realiza fuera de las fronteras nacionales. Se puso en tela de juicio la esencia misma que da su ser a la Ciencia del Hombre; se trajeron a cuento sus orfgenes bastardos como hija espuria del seftorfo colonial y se inculp6 a los antropélogos como agentes activos de la penetracién imperiaista, El yo acuso no quedé limitado a los cientfficos que aceptaron empleo en proyectos de contrainsurgencia, como el Camelot inopinadamente denunciado en Chile, 0 en servi- cio de contrainteligencia, como en Vietnam, sino a lt totalidad de los antropélogos, en su rol de miembros de un colegio profesional que, con el patrocinio de las fundaciones imperiales, acumulan estudios monogréficos de miles y miles de pueblos primitivos mediante métodos y finalidades cuya objetividad y filosoffa moral son severamente cuestionadas. Qurent Anthropology, dirigida por Sol Tax, abrié el debate en diciembre de 1968, al publicar tres extensos ensayos y un nimero mayor de comentarios de antropélogos EI indigenismo y la antropologfa comprometida © Gonzalo Aguirre Beltran a de muy diversas escuelas y credos polfticos.' Entre los comentarios uno de André Gunder Frank, “Antropologia liberal versus antropologia de la liberacién”, se destacé por su franco radicalismo. En él reprocha a los antropélogos su tendencia a delimitar arbitrariamente sistemas sociales ¢ inventar “categorfas tales como folk para ocultar la desnuda verdad de la explotacién econdmica y la alienacién cultural” de las comunidades que estudian? En julio de 1969 América Indigena, que entonces yo diti- sia, reprodujo la versiGn castellana del debate con el titulo ge- neral de ‘La responsabilidad social de los cientificos sociales”, precedida de una nota introductoria de Alfonso Villa Rojas en que relata como repercutié en México el movimiento.> Por razones de espacio s6lo se tradujeron los seis primeros ‘comentarios, entre ellos el del mexicano Daniel Cazés, que coincide con Frank en la critica corrosiva que hace de la antropologia y la cual amplia al indigenismo. Frank, en los sesentas, fue profesor huésped en la UNAM y su marxismo polémico y agresivo, produjo honda huella entre colegas y discfpulos, Cazés, basindose en Frank, habla ya de un cientifico social comprometido.* Difusién del anarquismo Como ¢s bien sabido, el movimiento de 68 tuo en México dramiticas derivaciones; la represién de que fue objeto lo soterré y, por este camino, favorecié el florecimiento de una 1 Current Anthropology, 1968, IX.391-435: “Social Responsabi- lities Symposium", Un norteamericano, Gerald D. Berreman; un noruego, Gutorm Gjessing; y una britinica, Kathleen Gough, son los autores do los ensayos. Completan el symposium 24 comentarios, 3 respuestas y una bibliograffa. 2 Andre Gunder Frank, “Comment”, Current Anthropology, 1968: IX.413; dice; “, the real limitation of imperialist-fathered anthropological theory and theorist is that they arbitrarily define villages or tribes as social systems and invent theoretical categories like folk to hide the naked truth of economic explotation and cultural alienation of my people by the real determinat social system, ‘which is imperialism”. 3 Alfonso Villa Rojas, “En tomo a la nueva tendencia ideol6gica de antropStogos e indigenistas”, América Indigena, XXIX:787-804 4 Daniel Carés, "Comment", Curent Anthropology, 1968: 1X.409; afirma: “These statements, along with those of Franic on the need for an integrated and coherent view of all problems within the total social systems of which they are part, synthesize what the ‘committed social scientist. 4 ideologfa anarquista irracional que contagié todas las huma- nidades. A partir de entonces, en la Escuela Nacional de ‘Antropologia, conviven en asociacién comensal (1) una an- tropologia liberal, burguesa, (2) una antropologia de Iiberaci6n, marxista, y (3) una antropologia libertaria, dcr Esta tiltima califica a la marxista de antropologia autorit por sustentar la tésis de la dictadura del proletariado. La contestacion al uso imperialista de la antropologia, impetuosamente ventilada en los Estados Unidos, al igual que el movimiento anarquista originado en Paris, se difundi6 en México como antes habfa irradiado el liberalismo, el positi- vismo, el darwinismo social y demés sistemas filosoficos de occidente que, digeridos y asimilados, pasaron a formar parte del pensamiento social mexicano. Reinterpretar las ideas nuevas en los viejos moldes de la tradicién es una tarea que el mexicano conoce desde los aflos de la Conquista en que Jos espafioles introdujeron el sistema capitalista de explota- cién, el cristianismo y demds superestructuras que de él emanan> Lo que sorprende en la difusién del anarquismo, en su hechura moderna, es la prontitud con que fueron aceptadas las innovaciones; sin ser digeridas ni previamente asimiladas. El suceso, en verdad, no hubiera tenido por qué desconcer- tarnos si las preconcepciones que nos atosigan no condicio- naran en nosotros la idea de que la Revolucién mexicana es uuna revohicién democrético-burguesa que encaja, como anillo al dedo, en el esquema clasificatorio propuesto por el marxismo. Investigaciones recientes nos han hecho saber cudn pene- trante fue la influencia anarquista en el México decimonéni- co y el papel que jugaron en la divulgacién de la doctrina los exiliados franceses y catalanes que en nuestro pafs quisieron reconstruir la utopia de una federacién de comunas libres.¢ Ricardo Flores Mag6n y los liberales de San Luis Potosi tuvieron antecedentes y consecuentes que hicieron posible la institucionalizacién de la reforma agraria, el derecho laboral, Ja escuela racional y el municipio libre como normas estable- cidas en la carta constitucional que nos rige.” 5 Gonzalo Aguirre Beltrin, 8! proceso de aculturacin y el ‘cambio sociocultural en México, Editorial Comunidad, 2a. ed: Mé- xico, 1970. 6 Francisco Lépez Cimara, “Los socialistas franceses en la Refor- ma Mexicana”, Historia Mexicana, 1960: IX.269-273. 7 John M. Hart, Los anarquistas mexicanos, 1860-1900, Sep-Se- tentas, México, 1974: 163. Los antropélogos criticos y la situacién colonial El marxismo, como ideologia politica y como filosofia social, comenzé a conocerse en México después de la Revolu Gién soviético-socialsta, Tuvo mediano auge en los regimenes progresistas de Obregén y Cirdenas y de entonces al 68 eget6 sin pena ni gloria. Sus voceros negaron la influencia andrquica en la Revolici6n mexicana o la ignoraron con deliberado propésito. Paradéjicamente, el movimiento anar quista del 68 revitalizé el marxismo; éste, ademés, fue adoptado por una inteligencia de mayor nivel y capacidad te6ricos, 'A mediados de 1970 un grupo de antropélogos, formados antes de que sobreviniera Ia crisis del 68, publicaron en colaboracién una pequefia obra, De exo que laman antropo- logia mexicana.® En el trabajo introductorio, Arturo Warman hace al desgaire una historia critica dela antropologia mexicana, desde la Conquista a nuestros dias, cuyo primer pirrafo descubre la t6nica de los que siguen. Dice: “La Antropologia es muchas cosas; tiene, en consecuencia, mu- chas definiviones. También tiene muchos propésitos. Sirve 1o mismo para un barrido que para un fregado, aunque s¢ la ulilice preferentemente para lo segundo”. La amargura y el menosprecio que destila el trabajo, en el que apenas se saivan el padre Las Casas, los jemitas Clavijero, Alegre y Cavo, Ricardo Flores Magén y nada ms, revelan un falso control de las reacciones de emergencia Guillermo Bonfil, en la obrita aludida, propone la conve- niencia de mantener una actitud critica frente a la antropolo gia y el indigenismo; de ahi la designacién de antropélogos criticos que a sf mismo se dio el gupo.'® En él debemos situar, ademés, a Rodolfo Stavenhagen y a Pablo Gonzdlez Casanova, tanto por la posicién eritica que suscriben cuanto por la orientaci6n marxista que en sus obras manifiestan; asi como a algunos otros soci6logos y_antropélogos universita- rios. Su ubicacién dentro de la corriente que Frank lama antropologfa de la liberacién no implica necesariamente una militancia comunista que parece ser la excepci6n. 8 Arturo Warman, et al., De ¢s0 que llaman antropologia mexic- nna, Editorial Nuestro Tiempo, México, 1970 9 Warman, op, cit.: 9. 10 Guillermo Bonfil, “Del indigenismo de la Revolucion a la antropologia critica”. Warman, et al. Op. cit: 39465. Una nueva entelequia Gonzélez Casanova llev6 su critica al punto de afirmar que la antropologia mexicana “nunca tuvo un sentido anticolo- nialista, ni en las épocas més revolucionarias del pais Influida por la metodologia de una ciencia que precisamente surgié en los pafses metropolitanos para el estudio y control de los habitantes de sus colonias, no pudo proponerse como tema central de estudio el problema del indfgena como un problema colonial”.'' Gonzilez Casanova no aduce prueba alguna que respalde el aserto temerario por lo que creyé salvar el obsticulo inventando una entelequia, el colonialismo inter- ‘no, a la que otorgé un valor heuristico mayor que el que tiene el concepto de clases sociales. ‘A diferencia de Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, que practican un colonialismo externo, México tiene y sufre un colonialismo interno; la poblacién colonizada son ios indios y el ministerio de las colonias el Instituto Nacional Indigenista. Este ideofacto ha corrido con suerte y hoy todo el mundo habla de colonialismo interno; todos se creen autorizados para arrojar lodo al INI cuantas veces encuentran ocasion y asignan al antropdlogo oficial, como rol, a mani- pullacién de los cuatro millones de indios que se le calculan al pafs. Nadie se pone a reflexionar que ni en la teorfa ni en la préctica la explotacién colonial se confunde con la capitalista, porque ambas tienen distinta determinacién. Esta Ultima se da en una estructura de clases; la primera en una estructura étnica sobrépuesta. La simple presencia de un movimiento indigenista, que incluye una reforma agraria, un programa educativo y Ia incautacién de valores indios como fundamento de la identidad nacional contradice la posibili dad de un colonialismo interno en México. La antropologia comprometida Por fortuna, los antropélogos criticos lograron superar la frustracién que en ellos produjo la reprimenda del 68 y han 11 Pablo Gonzélez Casanova, La demacracia en México, Ediciones Era, México, 1965:88. Henri Favre. Cambio y continuidad en los mayas de México. Siglo XI Editores, México, 1973; encabeza a cobra con un epfgrafe, en hoja separada, que transcribe ia delacién con que Gonxilez Casanova empafia la reputacién de la antropologia mexicana y la da por certa sin mayor averiguacién. Puesto que autor procede de un pais colonial no tuvo dificultad en aceptar sin critica una condicidn inherente a su propia sociedad, 6 reanudado la pesquisa y docencia antropolégicas; esto es, sin abandonar Ia critica contindan siendo antropélogos; creen en a antropologia y en los nuevos caminos que les abre el materialismo hist6rico. Lo anterior no ha sido bien visto por los cientificos sociales comprometidos que forman también parte de la antropologfa de Ia liberacién. Sostienen que no basta la postura critica, que es preciso la militancia, el ‘compromiso con el movimiento.!? El volumen XI de los Anales de Antropologia que publica Juan Comas en la UNAM, correspondiente al presente afio de 1974, contiene una serie de articulos y resefias de libros que directa © indirectamente, reinciden en el debate sobre el indi, la antropologia aplicada y el rol del antropélogo respecto al sujeto que estudia. Sobre ello vamos a hablar con largueza para delimitar, una vez més, la real postura doctrina- ria del indigenismo mexicano; pero antes permitaseme apos- tar el inicio de mi argumento comenzando por la critica que la antropéloga comprometida Marcela Lagarde hace al antro- pOlogo critico Guillermo Bonfil y al grupo De eso que aman antropologia mexicana. Dice Lagarde: Todos estos factores: la antropologia cultural, el materia- lismo histérico y la ideologia marxista, han conformado una visién del indio cuya funcién es la realizacién ideolé- gica de sus exponentes, puesto que lo tinico que ha generado ha sido el anilisis tedrico, Ia impugnacién al sistema y la denuncia, elementos indispensables para trans- formar ia realidad social, pero no por si mismo. Si estos factores no estin apoyados en un verdadero compromiso social con los explotados, sélo sirven para hacer el juego al sistema y, para conformar una utopia més sobre el indio. Utopfa, porque abstraen al indio de su realidad hist6rica que ya han analizado, al mismo tiempo que lo desvinculan de la problematica de las clases explotadas y de la situacién especifica de México, al sefialar que el problema ind{gena reside en el tipo de relaciones que mantiene el indio con la totalidad social y que, la solucién esté en su liberacién, afirmacién por demés vilida pero que se sitéa al nivel de la utopia al no proponer soluciones concretas a problemas concretos 0, 12 Carlos Marx, La Meologta Alemana, Editorial Pueblos Unidos, Buenos Aires, 1973:40; aparentemente apoya esa postura: “la fuerza motriz de la historia, de la religion, de la fllosofia y de los demis tipos 4e teoria no es Ia critica sino la revolucion™. Marx, sin embargo, alude a la revolucién teérica, esto es, a la total transformacién de una instancia o una disciplina mediante la interpretacién dialéctica mate- rialista, an dicho de otro modo, al no plantear medi para lograr esta liberacién. Utopfa finalmente, al no ser consecuentes con sus andlisis y su ideologia’ y, al no ‘comprometerse aqui y ahora a luchar de acuerdo @ las circunstancas actuales, lo que desde luego implica hacerlo una escala mds préxima a la realidad.’ La parrafada tiene un sello frankista innegable. desarrollo del subdesarrollo André Gunder Frank es, cuando menos para un corro de ‘j6venes maestros. y estudiantes de la Escuela Nacional de ‘Antropologfa, el teérico mas destacado entre quienes partici- pan en Ia actitud expuesta por Lagarde. Es, pues, convenien- te ir a los orfgenes antes de andar por las ramas. Frank sostiene que México y América latina suffen un desarrollo del subdesarrollo colonial, que hace a sus pueblos econémica, politica y culturalmente dependientes del poder metropoli tano extranjero; Espafia antes, hoy los Estados Unidos. Afirma Frank que en México no coexiste una sociedad capitalista con otra feudal; hay una y solo una sociedad, integrada dialécticamente, capitalista y explotadora, que a su vvez es parte plena del sistema capitalista cosmopolita. El capitalismo se establecié desde el momento de la Conquista y no puede hablarse de una organizacién feudal, ahora ni Gurante la dependencia extranjera; tampoco de pueblos in- dios marginados de la economia capitalista. Es falsa la imagen que hace de América Latina un “decrépito castillo feudal con una fachada capitalista de cartén"; lo feudal es tun mito, Hay que destruir el capitalismo, no el feudalismo, El enemigo inmediato contra el que hay que hichar es la ‘burguesfa nacional, aun cuando el enemigo principal sea el imperialismo.'* En lo que concierne a las ciencias sociales la ofensiva imperialista se actualiza en tiempos recientes mediante el auge del estructuralismo funcionalismo y “su degeneracién ‘en institucionalismo, culturalismo behaviorismo” y, com- plementariamente, cuando se elabora “una ideologia a guisa de ciencia que propala un nacionalismo burgués. Esta “ideologia cientéfica nacionalista” est substanciada, en cada pais latinoamericano por el sector “més progresista y liberal” 13 Marcela Lagarde, “El concepto histérico del indio, Algunos de ‘aus cambios”. Anales de Antropologia, vol. XI, 1974:222. 14 “André Gunder Frank, América Latina:’ subdesarrollo 0 revolu ‘iin, Ediciones Era, México, 1973:309, de sus cientificos sociales quienes, para crearse una imagen hacia afuera de spariencia revolucionaria “emplean lo que encuentran stil en el andlisis y la terminologta marxista para proponer la reforma de la estructura”; pero, en realidad, son reaccionarios, no “menos reaccionarios que si homélogo ‘ortodoxamente conservador”.!S Frank nombra a Pablo Gonzélez Casanova, de México, y a latinoamericanos de renombre, como Ratil Prebisch, Anibal Pinto, Oswaldo Sunkel, Celso Furtado, Helio Jaguaribe y Gino Germani, entre los cientificos que estén al servicio de Ja burguesia nacional. Considera que, en las condiciones actuales, los antrop6logos “deben convertrse en partidarios y militantes de los movimientos de liberacién de sus propios paises”; propone una colaboracién especifica: “diez mil ‘guerrilleros con cada antrop6logo que merezca tal nombre” y al rol que les asigna es claro: “los antropélogos comprome- tidos politica y activamente, tal como el médico de guerrilla que cura sus compafteros heridos, pueden utilizar su experiencia para ayudar al movimiento de liberacién local haciendo, tareas espeificas de investgacién para sus compa- fieros” La dimension espacial ‘Ademés de Frank, los antrop6logos comprometidos tienen como te6rico y ejemplo a seguir, al mexicano Miguel Othén de Mendizibal, ya fallecido. {Por qué extrafia razén escogie- ron a Miguel Othén? No me propongo desentrafar el Iisterio; lo que sf puedo afirmar es que no lo han leido. En Anales de Antropologia a que antes hice referencia, Andrés Medina dedica un articulo a discutir la obra que el escritor y periodista Fernando Benitez ha producido sobre distintos grupos indios de México y en la que vigorosamente denuncia las vejaciones de que son objeto por parte de caciques, talabosques, ganaderos y demés hombres de empre- sa que constituyen las fuerzas vivas de pais.'? Fernando Benitez, con quien he tenido graves discusiones pero al que admiro por la vehemencia con que defiende sus convicciones, estuvo ligado al doctor Alfonso Caso, cuando éste fue director del INI; pero ello no basta para llamarle su vocero. 15 Prank, Op. cit.:355. 16 rank, Op. cit 135-137, 17 Andrés Medina, “;Etnologfs o literatura? El caso de Benitez ¥y mus indios” Anoles de Amtropologie, XI. 109-140, suas y No me propongo defender a Benitez, él sabré si responde © si no lo hace a las querellas que le formulan; en cambio, sf me preocupa ¢l trasfondo que construye Medina para dar validez a sus impugnaciones, esto es, Ia historia que hace “de la etnologia mexicana, vinculada muy estrechamente con la politica indigenista, por un lado, y con los postulados generales del nacionalismo mexicano, por el otro”. Esta historia, sobre la que hemos de volver, no supera a la de Warman aunque se antoja una segunda edicién de ella, Difiere, sin embargo, en que agrega un héroe al panteén de a antropologia comprometida, Mendizébal, y expulsa a Clavijero."® Afirma: La moderna investigacién etnol6gica mexicana tiene como tun antecesor ifustre a Miguel Othén de MendizAbal, cuya aportacién fundamental apenas si es conocida por muchos de los etnélogos actuales, Partiendo de una orientacién ‘marxista analiza las condiciones hist6ricas que inciden sobre la problemética del indio, y con base en ellas define los lineamientos de una politica indigenista adecuada a ‘uestras circunstancias, Sus planteamientos teéricos estén en Ia base de la accién indigenista evada a cabo durante el régimen del general Cardenas.!® EI juicio que Medina emite, encuentra eco inmediato en Lagarde, tanto en esta materia como en otras, lo que hace suponer una estrecha cooperacién en el trabajo o la influen- cia indiscriminada del maestro sobre el alumno. Dice Lagar- de: Mendizsbal es la excepcién en la antropalogéa mexicana, debido al andlisis materialista que aplica a Ia realidad, 10 que por otra parte le hace ser el mas eminente antropélo- g0 mexicano, més atin si lo situamos en su época, ya que fue contemporineo de Gamio y antecesor de de la Fuente y de Aguirre Beltrin, a los que rebasé en profundidad tebrica y rigor metodoldgico. Casi nada se ha escrito acer- ca de la vida y obra de Mendizabal, por lo que poco se sabe al respecto. En términos generales, tenemos conoci miento de que fue autodidacta, militante en el Partido Comunista Mexicano, funcionario indigenista y asesor del Presidente Cardenas en. asuntos ind{genas.?° 18 Mi perdones. Fs Lagarde, Anales, X1,219, quien to hace. 19 Medina, Anais: X1:120 20 Marcela Lagarde y de los Rios, ET indigenismo, un proceso deotbgico. Tesis profesional mimeografiada. Escuela ‘Nacional de Antropologia © Historia, México, 197458, Proclividad hist6rico-geogrifica Soy el primero en reconocer los altos méritos de Miguel Othén de Mendizdbal, a quien alcancé a tratar unos afos antes de su muerte y'cuyas tesis y recomendaciones tengo presentes; pero me parece del todo condenable que se cons: truya una imagen falsa de su contribucién a la antropologia mexicana por simples razones ideologicas. Mendizabal nunca pertenecié al PCM?! durante sis aftos mozos sirvié al régimen ilegitimo de Victoriano Huerta y por ello sufti6 destierro? a Ia caida del carrancismo inicié su trayectoria revolucionaria; fue companero de Moisés Senz mas no funcionario indigenista;?? se radicaliz6 durante la década de los treinta, pero, al igual que Cérdenas, jamds abjuré de su profundo nacionalismo.?# Miguel Othén no es un olvidado. Sus obras completas se publicaron en seis vokimenes, disponibles en las bibliotecas especializadas del pafs, de los cuales el primero lo. forman artfculos en su honor producidos por intelectuales de fama y lo inician cuatro esbozos de su vida?* Se le quiere catalogar como evolucionista —para emparentarlo con. Mor gan y Marx tomando como base el titulo de los articulos ‘numerosos en que usa la vor evolucién,?® pero su contribu 21 Rafael Carrillo Aspeiti; comunicacién personal 22 Federico Gambos, Mi Diario, Excéisior del 23 de junio de 1960, En Ia entrada del 15 de marzo de 1915, eserita en la Habana, dice; *.. estoy frente a don Miguel Mendizébal, hijo del honorable director de nuestra Casa de Moneda. Viene de Guatemala, donde lo cop el terremoto que acabs con ella; y es, 4egGn confesion propia revolucionario impenitente y de armas tomar. Véase si no: siendo cempleado de Fomento y muy consagrado a trabajos de etnogralle a las Grdenes de don Andiés Molina Enriquez —de quien hace enco mifsticas ausencias~, se oputo de hecho, y sucesivamente al general Diaz y a Madero; estuvo en lo de la Ciudadela; es signatario del Plan de Ayala y luego ha corrido la Ceca y In Moca, dentro de st actual cardeter de feliista" 23 Moisés Siene. Carepen. Bosque/o de una experiencia, Lima Peri, 1936:33, md parte de la delegacién mexicana, presidida por Luis Chivez Orozco, al Primer Congreso Indigenista Interamericano en Pitzcuaro, Mich. en 1940, C&rdenas pronuneié entonces un discurso en «que )6 postulados nacionalista ala politica indigenista 25 Jesis Silva Herzog, Exmilio Abreu Gémex, Gerardo Murillo y Miguel Oth6n desde dngulos distintos 26 ‘Andrés Medina, “Teoria antropoligica y trabajo de campo en la obra de Miguel Othén de Mendizibal", Cuademos Americanos, 1974:CXCIV.126; afirma: “,. podemos decit que la investigacién de campo en Ia obra de Miguel Othén de Mendizfbal est relacionada muy irectamente con su concepcidn de los problemas nacionales, con st posicin evolucionista y su ideologla marxist, - sss cién valiosa a la antropologfa mexicana reside en su procli dad histérico-geogrifica que le hizo ser innovador de las ideas difusionistas y, en lo particular, de las que condujeron ala invencién de las éreas culturales, Los trabajos seminales de Miguel Othén son tres: 1) Influencia de la sal en la distribucién geogréfica de los grupos indigenas de México, 1928,27 2) Distribucién geogré: fica de los médicos en la Repiiblica Mexicana, 1938,38 y 3) Las artes textiles indigenas y la industria textil mexicana, inconcluso, publicado en 1947.29 Ambos tienen un enfoque difusionista y, en el tercero, Mendizabal reclama la paterni- dad del concepto dreas en cuanto a México concierne. En él hhace constar: “las diferentes reas culturales que delimité con todo detalle en el cartograma Géneros de vida y regimenes alimenticios y el apéndice documental de mi libro Influencia de ta sal. ..”3° El aislamiento como rasgo cultural En lo que hace al problema de la integracién del indio, Mendizdbal es congruente con su orientacién hist6rico-geo- grifica; establece como premisa el hecho de que algunas naciones, como México, “por las caracteristicas de su evolu- cién histérica han creado dentro de su territorio nacional un verdadero régimen de castas, de hecho 0 de derecho, en el cual los grupos nativos forman el estrato inferior”?! en consecuencia es “‘desideratum social, que nuestro desarrollo histérico ha venido elevando a realidad, .. convertir la estra- tifcacién étnica colonial de castas, en una estratificacién econémica de clases”.3? Continda: “Como resultado del proceso de coloniza- cin. .. y del desarrollo de la economia nacional, numerosos ‘g7upos indfgenas han sido confinados a las regiones de dificil 27 Publicada por cl Museo Nacional de Arqueologia, Historia y Etnografia y presentada al XXIII Congreso de Americanistas reunido en Nueva York del 17 al 22 de septiembre de 1928. Los contempo- rineos de Mendizfbal le acusan de haber tomado de los papeles inéditos de don Francisco del Paso y Troncoso la documentacign de ‘esta obra sin dar el crédito correspondiente; pero el valor se encuentra, fen la interpretacin, 28 Lo escribid como ponencia al Congreso de Medicina Rural celebrado en San Luis Potosi los dias 20 al 25 de noviembre de 1938, Publicado en Miguel Othén de Mendizdbal, Obras Completes, México, 1947: VI.S29-421, con una nota del doctor Ignacio Millan que pone de relieve la importancia prictica de este estudio, 29 Mendirdbal, Obras: V1.257-496, 30 Mendizabal, Obras: 1.267. 31 Mendizdbal, Obrar: V. acceso, donde debido al aislamiento han podido conservar con mayor o menor pureza sus lenguas. .. y demas manifes- taciones de las culturas vernéculas” +? “Desiertos calcinados, sierras abruptas, péramos hostiles, selvas agobiadoras y maris- mas insalubres, a donde fueron arrojados por violencias antiguas 0 modernas, 0 en las que, buscando seguridad encontraron el aislamiento, la pobreza y la degeneracién, dan incémodo albergue a seris, tarahumaras, huicholes, tlapane- cos, mijes, zoques, lacandones 0 huaves."°4 El acento que Miguel Othén pone en la dimensién espacial es evidente. En esta circunstancia, con toda sindéresis, Mendizabal prosigue: “En la actualidad, el problema central del indigena es el aislamiento; el aislamiento geogrifico que es causa de la desvinculacién econémica, del distanciamiento social y del estancamiento cultural”, “hay necesidad de vencer por medio de caminos este aislamiento, tanto para mejorar la salubridad, como para intensificar y transformar la economia ¥ para ampliar la cultura””.3® Moisés Séenz, coincidiendo con Miguel Oth6n, expresa la misma idea’ dramaticament “Cuando un plan de vialidad toma nota del problem: indfgena —dice~ le voy mds a la carretera que a la escuela para resolverto."37 Unificacién cultural e integracién nacional Mendizabal no ignora que la URSS contempla como proble- ‘ma nacional, es decir, como problema de minorfas oprimidas que se liberan al autodeterminarse polfticamente, la constitu- 32 Mendizabal, Obras: VI.S07. 33 Mendizsbal, Obras. VI'S09. 34 Mendizabal, Obras: 1V.156, 35 Mendizabal, Obras: V.511, 36 Mendizibal, Obras: V-14S. Lagarde, Tess: 75; dice: “Esta red Vial a que se refiere Aguime Beltrén, ha conseguido sus objetivos de fortalecer 1as relaciones de interdependencia en las regiones indigenas, ya que ha logrado comunicar a una gran mayor‘ de comunidades miso menos aisdadas, lo que se ha waducido en que, si antes éstas fstaban mis defendidas de 1a explotacién precisamente por ai alsla- ‘miento, ahora y gracias a Ia labor indigenista, han ponetrado a ellas, ademas de la salubridad y la educacién, los intermediarios y explota: ores.” Sostione, sein se advierte, una tesis diametralmente opuesta a la de Mendizdbal; pero no condena a éste sino a m{ por expresar ‘igual parecer. Lagarde indudablemente no ha le(do a Miguel Othon; dde otra manera se hubiera dado cuenta de que la erftica que me hace fevierte en su contra. Me progunto, jlo que en Mendizsbal es ‘materialismo historico, dicho por mf es culturalismo? 37 Gonzalo Aguirre Beltrin, “E! indio y 1a reinterpretacién de Ia cultura”, prologo a la Antologla de Moisés Séenz, PAiciones Oasis, México, 1970:XIN. a —————_—_—_— cién del Estado, “en tanto que México propende a la unificacién cultural y a la integracién nacional. Esta diver- gencia de orientaciones —explica— tiene origen, sin duda ‘alguna, en las diversas condiciones en que se han realizado nuestros respectivos desarrollos histéricos”.>® ‘Asevera: “México esté gobemado por mestizos y para los mestizos. En consecuencia, esta situaci6n coloca a los indige- ‘nas en una posicién econémica y socialmente dificil .. 1 mestizo es el opresor del indigena en el comercio, en el trabajo, en la politica y en todo. Este hecho es natural y la ‘inica forma de evitarlo es procurar fortalecer la organizacion interna de los ind/genas, sin crear pequefias nacionalidades «porque el proceso de desorganizacién de las comunidades indfgenas esté tan avanzado, que serfa imposible reconstruir la comunidad indfgena”.?° El fortalecimiento interno de los indfgenas, comprende la intervenci6n estatal, pero ésta no debe consistir en medidas que tiendan a modificar el orden cultural existente, ya que tal providencia “resulta peligrosa y dificil, cuando no imposi- ble; debe dejarse esta gran responsabilidad a la vida misma, intereambio comercial, al estfmulo de la sociabilidad, a las intervenciones tecnologicas, a la asistencia médica y s0- al” 4° EL rol que asigna al antropélogo aplicado es bien limitado: el de gestor, para que las funciones espectficas de las secretarfasy departamentos de Estado alcancen a la poblacién indi La divergencia entre las filosoffas que defienden los tebricos que han tomado como paradigma los antropélogos ‘comprometidos no puede ser mayor; Frank rebate la tesis de ‘que “el desarrollo consiste en la difusién y la aculturacién” y afirma categéricamente que “no es cierto —como mantie- nen implicita o explicitamente los difusionistas y otros~ que el aislamiento de los indigenas, campesinos y otras clases disminuye con el tiempo hasta integrarlos completamente en la sociedad nacional”.*! Frank propone para el joven antro- pologo el rol heroico de guerrillero; Mendizabal la absten- cidn; esto es, contradice la tesis toral de Frank. 38 MendiaSbal, Obras: 1V.332. 39 Mendi2abal, Obras: 1V.1S1 40 Mendizsbal, Obras; VI.S13, LV.170. A pesar de la claridad con ‘que Miguel Othdn expone su postura de no intervencidn, Medina, Cuadernos: CXCIV.127; afirma: "...en su concepeién, no explicita, del trabajo de campo eaben el conjunto de téenicas por las que fecolecta y controla la informacién relevante, asi como la investiga ‘ide en archivos y Ia participacién activa en los problemas planteados, Jo cual implica aceptar una responsabilidad por tal intervencién”” AV Prank, Op. cit.:63 n La tremenda inconsistencia que manifiestan los antropélo- gos comprometidos en el escogimiento de sus maestros se extiende, légicamente, al campo de la prictica, segin se advierte en el concepto erréneo que tiene Andrés Medina del mecanismo formativo de la accién indigenista. En la resefia a que me he referido, dice: Por otro lado el indigenismo mexicano adquiere una ‘enorme importancia en el régimen cardenista, cuando se sientan sus bases institucionales y se funda la escuela de antropologfa que se supone va 2 proporcionar el personal téenico. La orientacién desarrollista que se inicia en los cuarentas va a significar la separacion tajante entre la investigacion etnol6gica y la politica indigenista. El cultu- ralismo y funcionalismo dominantes escasamente conge- nian con la orientacién politica del indigenismo como lo demostrarfa la fundaci6n del Instituto Nacional Indigenis- ta, en 1948, a donde ingresa la primera generaciOn de etndlogos profesionales formados en México. La absorci6n fen tareas administrativas y la insercidn en el ambito de la politica nacional dejan de lado Ia investigaci6n cientifica, El resultado es el que ahora presenciamos: la apropiacién de los resultados de Ia etnologfa por el indigenismo —en tanto que Ia investigacién etnoldgica se orienta por una problemética ajena a los objetivos de la politica indigenis- ta y coincide sélo en el objeto de estudio, la cultura india; 0 sea, sucede algo que podemos llamar ¢l uso ideolbgico de la ciencia.*? ‘Aclaraciones previas, Hagamos unas cuantas aclaraciones antes de entrar en el meollo del asuntoDigamos que el indigenismo mexicano se institucionaliz6 en 1921 cuando la Cémara de la Unién agregs el Departamento de Cultura Indfgena a la estructura orginica de la SEP, en contra de la voluntad de su titular el fildsofo José Vasconcelos. No, pues, al fundarse la escuela de antropologfa como parte conjunta del INAH, en 1938.49 Hagamos notar también que el nico miembro de la primera generacion de etndlogos profesionales que ingres6 al INI, Ricardo Pozas Arciniegas, fue, légicamente, el tinico antrop6logo que pudo haber dejado de lado cosa que no 42 Medina, Anales:133, 43 Gonzalo Aguirre Beltrin. Teoria y prictica de la educacion indigena, Sep-Setentas, México: 1973:87 hizo~ la investigacion cientéfica. En 1959 aparecié el volu- men VIII de Memorias del INI con la obra Qhamula; en cuy introduccién Ricardo escribié: “La reinterpretacin de los materiales ha sido factible gracias al interés del director del Instituto Nacional Indigenista, doctor Alfonso Caso, al comi- sionarme con mi cardcter de investigador para elaborar los datos. ;Dénde estd, pues, la separacién tajante entre investigaciOn e indigenismo? A mayor abundamiento, bueno es enterarse de que cada uno de los once centros coordinadores fundados durante la administracién de don Alfonso, cuentan con la investigacién etnogréfica previa o coincidente a su establecimiento; ademés de las pesquisas econémicas, sanitarias, y de otra indole que se hacen cuando los centros estén funcionando. Estos estu- dios fueron publicados en las Memorias del INI para su aprovechamiento piblico, en forma mimeografiada para dis- tribucién intema 0 permanecen mecanoscritos en la bibliote- a del INI, como material de consulta Caso ha muerto, pero los ataques en contra del INI y el indigenismo contindan. Debo colegir que, desde el momento fen que asumf la responsabilidad de Ia direcci6n indigenista, pesa en el haber de ese institucién Ia improba labor de divulgacién antropol6gica que me he impuesto para propor- cionar, a los antropélogos y estudiantes, la informacién de que carecen. A instancias mias se han publicado 27 obras monogrificas de trabajos etnoldgicos, en la coleccién Antropo- logia Social del INI, y no menos de 40 titulos, de los 160 Publicados a Ia fecha, en la coleccién SEP-SETENTAS, que contienen investigacién antropol6gica sobre grupos indi mexicanos o sobre temas que en ellos inciden, A ello debo agregar 15 obras mas sobre indios suramerica- nos, y sus problemas, que vieron la luz durante los afios que dirigi el Instituto Indigenista Interamericano; todas ellas de gran valor comparativo. Podrfa afiadir, tanto el impulso que tomaron las revistas América indigena y Anuario indigenista, que se enriquecieron considerablemente durante mi gestién, cuanto algunas cosas mas que dejo en el tintero. La mitad de esas obras, es cierto, divulgan investigaciones originalmente redactadas en inglés, francés, portugués y alemén Cémo se forma la politica indigenista Pero, al dar esta informacién, me pregunto, jno estaré 44 Ricardo Pozas, Chamula Un pueblo indio de los Altos de Chiapas. INI, México, 1959:10. 13 sss confesando la grave culpa de haber difundido en México el funcionalismo y el culturalismo producidos por antrop6logos norteamericanos y europeos al servicio del colonialismo de sus pafses de origen? Acaso se me dirf: jno es esta labor, precisamente, la prueba més evidente de la apropiacién de los resultados de la etnologfa por el indigenismo? Medina asi lo cree, pero parte de un supuesto falso, a saber, que la politica indigenista se formula a voluntad por los antropélogos y funcionarios del INI y que la accion indigenista es un simple transvase de la ciencia antropol6gica, esto es, el uso de los resultados de a etnologfa. Veamos cémo son las cosas en Ia realidad, con mis rendidas disculpas por lo largo de este discurso; sobre todo, porque voy a reiterar lo que ya he dicho en otras ocasiones. Alfonso Caso aconsejaba repetir una y otra vez los argumentos, para contrarrestar 1a mala memoria de la gente que olvida hoy lo ‘que apenas ayer aprehendid. La polftica indigenista es parte conjunta de la general postulada por los regfmenes que ethanaron de la Revolucién de 1910; esta politica se ha integrado y perfeccionado, en el curso_de los aflos, a través de un proceso acumulativo de modificacién de la realidad. El tiempo que toma formular tuna politica indigenista no siempre es el mismo. En los regimenes de Alvaro Obreg6n y Lizaro Cérdenas, y en el actual, las fuerzas implementadas para alcanzar el desarrollo campesino tiene prioridad. En otras ocasiones, el movimiento pendular de nuestra politica —atenta siempre a las presiones ‘que proceden del exterior pone el acento decidido en la industria y el desarrollo econdmico. En estas ocurrencias los problemas rurales y los del indio, pasan a un segundo ‘término; pero nunca dejan de estar presentes en la conciencia nacional ‘A plazo mediato, la politica esté determinada por los cambios que en la estructura social produce 1a naturaleza de las relaciones de produccién; pero la que orienta la actividad dietaria esté configurada por la resultante cotidiana del choque de intereses entre los grupos que componen la sociedad. Los grupos de interés estin representados, de una u otra manera, en los Grganos de gobierno y en las posiciones de responsabilidad donde se toman las decisiones. La politica general y Ia indigenista particular, no se generan al libre arbitrio de una persona 0 un organismo que impongan su ireductible parecer; son conformadas por el conflicto perma- nente entre puntos de vista que tienden a prevalecer y que se actualizan en muy distintos segmentos del cuerpo guberna- ‘mental. 14 Coincidencias y divergencias La politica del Departamento Agrario se rige por las normas de Ia ley que le dio vida; pero, la interpretaci6n que sostiene en el caso conereto de las reivindicaciones territoriales de una comunidad india determinada, se refleja a tal grado en las posibilidades de trabajo de las demds secretarias y departa- mentos de Estado que no pocos cientificos sociales conside- ran que el problema del indio coincide con el problema de la tierra. Por otra parte, sabemos que Mendiz4bal da prioridad a la vialidad y que Caso, en cambio, la otorga a la cultura, ‘Vale, pues, decir lo mismo, para las secretarfas de Educacién, Agricultura y Ganaderia, Salubridad y Asistencia —para nombrar s6lo a las implicadas en redistribuir el conocimien- to, la técnica, la salud y otros bienes— que tienen capacidad de favorecer 0 aplazar la realizacién de las funciones que tienen encomendadas. Con las politicas parciales, coincidentes y divergentes, el INI construye la imagen de una politica indigenista oficial y, en su carkcter de organismo especificamente indigenista, se convierte en la cara de negro sobre la que avientan sus acrimonias conocedores y periodistas, siempre prontos a la critica. Durante los primeros veintidés afios de su existencia el INI implementé programas de desarrollo en 11. regiones interculturales de refugio, del centenar que tiene el pais. Si los talabosques explotan a los tarshumaras, los finqueros a los tzotziles, los armadores a los seris, y los caciques, ladinos y gente de raz6n a otros indios, la responsabilidad era del INI y su director, Alfonso Caso. La ley que fund6 el Instituto no le concede autoridad; le asigna funciones de investigacién, coordinacién, asesorfa gestin, La administracion actual viene estableciendo diez centros coordinadores cada aflo con el propésito de abarcar, al término de su mandato, a los grupos étnicos més impor- tantes del pafs. Pero el INI no puede reclamar atin, con Justicia, la designacién de nacional que, como término de su jurisdiccién, le fija la ley. De todos modos seguimos siendo motivo de atenta vigilancia y ataque por parte de sectores del centro, la izquierda, la derecha, y otros vientos, que no comprenden 0 no quieren comprender cual es en verdad su tarea productiva; a saber: fundar modelos de accién y hacer que sean acogidos por los organismos especializados del gobierno, para que los generalicen La invencién de los promotores culturales bilingies es un unto que viene al caso. El trabajo que desempefian en las comunidades monolingies, inaccesibles para el maestro. pri- mario, muestra la bondad del modelo que estuvo, durante el nn tiempo inicial, a cargo del INI. Su generalizacién al contomo total de la Repiblica solo fue posible cuando lo adopté la Secretarfa de Educacién. En 1963, su titular, Jaime Torres Bodet, prohijé el Plan Nacional de Promotores Culturales y Mario Aguilera se encarg6 de implementarlo. Teorfa y prictica indigenistas La teoria y la_prictica indigenistas, productos del pen- samiento y el esfuerzo de maestros y antropélogos, durante los tiltimos cincuenta afios, no alcanzaron su estado actual a la manera como sus censores lo suponen. Andrés Medina, proyecta una interpretacién cartesiana, alejada del materialis- mo histérico que sustenta, sobre el indigenismo mexicano y da a entender que éste basa sus postulados en el andlisis etnolégico mediante la simple apropiavi6n de sus resultados. Dicho de otro modo, en los mejores momentos del indigenis- ‘mo, la teorfa antropolégica, constru(da por los etndlogos de México y del mundo, se aplica a la situacién indigena concreta, como una etnologfa clinica. Cuando el indigenismo cae en manos indoctas y se produce una tajante separacion centre la investigacién y Ia accion, deja de ser ciencia aplicada y se convierte en “ideologfa a guisa de ciencia”, para usar las palabras de Frank, 0 en “algo que podemos llamar el uso ‘ideol6gico de la ciencia”, para seguir a Medina.** Bs falso de toda falsedad que el indigenismo aplique la teorfa antropol6gica, a 1a manera como la medicina aplica las ciencias biologicas. La antropologia social en que se funda el indigenismo tiene su propia génesis y campo privativo en el perimetro de las ciencias sociales. Estas tienen un caricter distinto al de las naturales; su predictibilidad es menor y son muy parcas las posibilidades que tienen de ofrecer modelos de desarrollo, con un alto grado de confiabilidad. Por otra parte, una antropologia aplicada derivada de una antropologia teérica, si fuera posible, implicarta una separa cidn entre lo tebrico y lo prictico, esto es, significarfa situar en terrenos diferentes a los etndlogos desinteresados que orientan sus investigaciones “por una problemitica ajena a los objetivos de la politica indigenista” y los ejecutores de los programas que se apropian “de los resultados de la cetnologia”; es decir, estarfamos negando un postulado indige- ista que, en Teoria de la Investigacién Intercultural, expresé diciendo: “investigacin y accién son s6lo fases de un mismo proceso polar”. 45 Henti Lefebvre, en su prologo x Andre Vaguet. La tdedloria eral, Editorial Fundamentos, Madrid. 1972: 1.16; dice: {En qué condiste ta ideologia? En una reflexion abstracta, en un tratamiento 16 En el mismo ensayo escribi un pirrafo que deseo transcri- bir porque serd la linea de arranque de donde habré de partir para esclarecer el genio propio de la antropologia mexicana. Decfa en 1956 y ahora lo repito: ““Enriquecida la antropolo- ‘fa mexicana con las aportaciones extraflas y con las expe- riencias internas producidas por programas en marcha, imple- mentadas tanto en el nivel nacional como en el local y en aspectos tan distintos de la acci6n social como las reformas fen Ia tenencia de la tierra, en el crédito, en la educacién, en la salubridad y en la técnica de mejoramiento de las comuni- dades, lleg6, finalmente, a formular una teorfa de la investi- gacién que sirve de punto de apoyo para la organizacién del trabajo integral en los proyectos de desarrollo regional, conocidos con la designacién de centros coordinadores”.*® La aportacién de Gamio Las aportaciones extrafias a que me refiero son las que nos proporcioné la antropologia cultural norteamericana y la funcional briténica, repudiadas por la antropologfa compro- metida, Las experiencias internas son muchas, pero aqui solo hharé alusién a tres: la de Gamio, la de Séenz y la mia patticular, por ser explicitas en cuanto a sus propésitos pricticos. En las paginas introductorias a su magna obra sobre La Poblacién del Valle de Teotihuacdn, don Manvel cuenta cémo la Direcci6n de Antropologia a su cargo se propuso adquirir conocimientos 1) sobre Ia cultura y el ambiente en que habitan las poblaciones regionales del pais y 2) sobre los medios para fomentar su desarrollo; 3) con el fin de formar una nacionalidad mexicana coherente.*7 Para conseguir sus designios Gamio y un grupo interdis plinario compuesto por arquedlogos, etnélogos, historiadores, ‘agrOnomos, abogados, ceramistas, ingenieros, normalistas y ‘otros profesionales, se trasladaron en 1917 a Teotihuacdn llevando en mente que su investigacién persegufa como propésito definido construfr un modelo de desarrollo capaz de ser generalizado por la administracién piblica y, ademas, dos fines inmediatos: 1) mejorar las condiciones de propie- dad, produccién y habitabilidad del territorio y 2) mejorar especulativo de conocimientos procedentes, de otros lugares, de otra prictica, Es, pues, conveniente demostrar que el indigenismo es ta apropiacién de algo ajeno; Ia etnologia. 146 Gonzalo Aguirre Beltzin, “Teoria de la Investigacién intercul tural”, Ciencias Sociales, 1986: VIL.1-26. ‘47 Manuel Gamio, Introduccion, sintesis y conclusiones de la obra La Poblacién del Valle de Teotihuacén. SEP, México, 1922: bexxm las condiciones de vida fisica, intelectual, social y econémica de la poblacién. Para ello, estudiaron geografia y recursos naturales, tenencia de la tierra, agricultura, bosques, irriga- cién y vias de comunicacién, pero al tiempo que investi- gaban implementaron acciones para modificar la realidad. Levantaron censos agrarios y auxiliaron a los pueblos en la solicitud de dotaciones de tierras; demostraron el despojo que habfan sufrido los agricultores en el uso del agua y procedieron a pedir la restitucién. El estudio de los cultivos les evé a sugerir métodos apropiados y de fécil ejecuci6n para mejorar e intensificar la produccién agricola y ganaders. Los bosques fueron protegidos, se construy6, a su gestion, un camino carretsro, tanto para facilitar el acceso de visitan- tes a la zona cuanto para “hacer posible a los agricultores del valle el transporte rpido de sus productos a la capital” Un censo integral permiti6 realizar programas de vacuna- cién, deportes, higiene personal, desayunos escolares, venta de mafz a bajo costo y desarrollo de las artes ¢ industrias, especialmente, Ia fibrica de cerémica. (Se atribuye a Gamio el haber ensefiado a producir objetos de barro cocido, artificial- mente aftejados mediante el entierro y uso de moldes arqueol6- gicos, para su venta a los turistas.) Sin embargo, el éxito mayor lo obtuvo con el plan educativo que formulé y adapté a las condiciones del valle y que comprendfa tanto a los nifios cuanto a los adultos y en el que la ensefianza intelectual corria parejas con Ia artistica y el aprovechamiento industrial y agricola de los recursos naturales de la regién. La investigacién y la accién concurrieron a dar forma a un modelo de desarrollo regional que Gamio propuso se generalizara al estado de México y a los vecinos de Hidal Puebla y Tlaxcala, “pues, segiin dejamos establecido antes, la poblacién de Teotihuacén es representativa de las que habi- tan las regiones altas de esos estados”.4® Sabemos, cuando menos, que la escuela regional que ide Gamio y que, segtin sus palabras “sirve de modelo a las que existen en el valle”, fue también el modelo que eligieron los maestros de la Secretaria de Educacién para dar a luz la escuela rural mexicana, en su forma de casa del pueblo. Segiin es fécil advertir, el modelo de investigacién-accién construfdo por Gamio para alcanzar el desarrollo regional, no consiste simplemente en aplicar la teorfa antropoldgice @ un problema particular inmediato ni, por tanto, en una antropo- logia aplicada tal y como la entiende Medina, sino en una antropologia social genuina cuya idiosincracia se funda en un proceso de recfproca influencia entre teorfa y préctica y que 48 Gamio, Op. cit: Ixxxvi oe . . tiene como propésito deliberado modificar una realidau indeseable. No fue Gamio, sino Séenz, quien amd antropo- jo logfa social a esta forma sui generis de concebir la antropo- logia. Laestacién experimental Sdenz escogis Carapan, una pequefia comunidad tarasca ubicada en la Caflada de Ios once pueblos, para establecer lo que llam® Estacion experimental de incorporacién del indio. Séenz habfa sucedido a Gamio como subsecretario de Educa- ci6n Publica; tenfa una sélida competencia cientifica pero en ninguna de sus obras menciona al antrop6logo pionero; sin embargo, su Estacion fue centro interdisciplinario. El grupo se instal6 en Carapan en 1932; lo constitufan, ademés de su director, un etnélogo, un maestro normalista, una psicome- trista, un economista, una trabajadora social, un médico, un agente sanitario, dos agrénomos, un maestro de recreacién y otro de midsica, una secretaria’ y un ayudante de oficina ‘Sfenz. informa: La Estacién tiene por objeto desarrollar estudios ¢ investi- gaciones de antropologia social, para cerciorarse de las realidades del medio indigena y de los fenémenos que operan en el proceso de asimilacién de la poblacién aborigen al medio mexicano. Efectuaré igualmente, inds- gaciones mediante las cuales puedan descubrise los proce dimientos més adecuados que el gobierno deba seguir 2 efecto de lograr la pronta incorporacién del indio a la entidad nacional, dentro del criterio de estima de los valores culturales y espirituales del indio, de respeto a la personalidad humana y de la cabal interpretacién del ideal mexicano. . . La Estacién pondré en juego un programa de actividades que, relacionindose con los fines cientificos que se han enunciado, tiendan también al mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades afectadas, fora en el aspecto econémico y de salubridad, ya en el orden de la cultura espiritual o de la instruccién. Tales actividades servirin al doble propésito de la accién social y de la experimentacién cientifica.*? Sfenz reprodujo en Carapan, segin podré advertirse, el modelo de acciSninvestigacién que quince afios antes habla 49 Sienz, Op. cit. 18 ss puesto en marcha Gamio y con los mismos propésitos de ymonizar el fin de la especulacién cientifica con la accién social”. Séenz, sin embargo, confiess no haberlos alcanzado en los siete meses que estuvo a cargo de la Estacidn y esto se debe a que se apart6 del método prictico-tedrico, no carte- siano, de Gamio, En 1951, diecinueve afios después de ‘Séenz, me tocé conducir un nuevo programa de acci6ninves- tigacién, esta vez de carécter permanente, al fundar en Ciudad Las Casas, el Centro Coordinador Indigenista Tzeltal- Tzotzil. No voy a hacer la historia de este proyecto piloto sobre el que se ha escrito abundantemente; sélo quiero poner de manifiesto cémo Ia acci6nnvestigacién, sorpresivamente, en- riqueci6 el acervo de Ia antropologfa social al dar origen a la teorfa de le integracién regional. Dos libros mfos, 1 Proceso de Aculturacién y Regiones de Refugio, contienen los desa- rrollos del concepto que, por lo demés, es bien conocido. Esta hipétesis de trabajo ha servido de norma para a establecimiento de nuevos proyectos piloto en otras regiones de refugio que difieren bastante entre si. Los nuevos proyec- tos de desarrollo regional habrin de constnuir, a su debido tiempo, modelos m4s acabados para modificar la realidad, Dicho lo anterior, creo haber demostrado hasta la sacie- dad que el indigenismo no se ha apropiado —o expropiado al estilo guerrillero—de los resultados de la etnologfa y que la estructura cientifica en que se funda es de propia invenci6n. Por supuesto, serfa el mayor de las ignorantes si negara la mutua fertilizacién de indigenismo y etnologia; la importan- cia de la etnologfa 0 antropologia teérica y Ia enorme influencia que ha tenido en el desarrollo de ia teorfa y la prictica indigenistas, En México yo he sostenido la tesis de que la etnologfs es la coronacién de la antropologta social.£° Una inculpacién comprometida Queda pues contestado el cargo més grave que Medina hhace al indigenismo, a saber: el uso ideoldgico de la cien- cia; pero sigamos ahora desbrozando detalles. Es la misma tacha que Frank pone al nacionalismo y que Lagarde, sin andarse con contemplaciones, directamente me imputa. Para ella soy responsable de “una manipulacién ideoldgica de la ciencia, que se da en este caso a través de la apropiaciGn de términos que en el contexto de la teorfa de que forman parte tienen otro significado”.S! Medina, curiosamente, acha- 50 Aguirre Beltrén, loc, cit. 51 Lagarde, Anates:221 cca una responsabilidad semejante a 1a antropodloga erftica Margarita Nolasco en quien “el uso de términos marxistas de luna manera equivocada conduce mas a una confusion”? Margarita Nolasco y yo, de hoy en adelante, tendremos que Lire le Capital de 1a mano de Louis Althusser.$? André Gun- der Frank, el te6rico de 1a antropologfa comprometida, se- gin ya qued6 anotado, es el autor original de la querell cuando acusa a la izquierda latinoamericana de emplear “lo que encuentra itil en el andlisis y la terminologta marxista” para fines aviesos, Frank lo dice y sus epigonos lo siguen all pie de la letra, No soy el inkco culpable de desacato, por lo que veo. Lagarde, al repetir al maestro, arroja a la cara abiertamente el cargo afrentoso de impudencia, “Este fendmeno —dice— de utilizar terminologia marxista pero no teorfa marxista, no es exclusivo de Aguirre Beltrén, sino que forma parte de un interesante fendmeno ideoljgico que abarca no s6lo a los cientéficos sociales, sino también a los dirigentes politicos, a los intelectuales, etc. Con esto, desde hace aflos se trata de dar una imagen de izquierda para estar bien con los lectores, los votantes, 0 los estudiosos, lo que de ninguna manera implica una identificaciOn ideol6gica, politica 0 cientifica con el marxismo; lo cual por otra parte es notorio en la obra de Aguirre Beltrin.”** Es inaudita la audacia de Lagarde =poseedora ella sola de toda la verdad y de nada més que la verdad~ al asignarle al que esto escribe motivaciones inmora les. Terminologfa marxista Me he puesto a repasar cuidadosamente mi obra antropot6: ica y no encuentro en ella terminologéa marxista, En El proceso de Aculturacién hago una cita de Stalin, s6lo una, a 52 Medina, Anales:452. 53 Louis Althusser, Etienne Balibar, Lire le Capital. Frangois Maspero, Parfs, 1968;1.13, Para Althusser es necesario leer BY Capital sobre el wrasfondo de toda la obra flos6fica y social de Marx, eto es, hhay que leer el subconsciente de FI Capital, ademfs de £1 Capital; 10 cual requiere una doble y diffeil lectura, una lectura creadora. La ‘oupure epistemoldica que Althusser advierte en Marx le hace decir ‘que términos como didlectica, contradiccién, negacion y demis de la filosoffa, hegeliana adquieren en Marx un’ contenido. gnoseolbgico diferente ya que éste no inviri6 la problemética de Hegel sino ompié con ella. El proceso —hablando en el despreciable vocabulario hhurgués— et de aporética, Ver Enrique Gonziler Rojo. Para leer a Althusser, Editorial Didgenes, México, 1974211, 54 Lagarde, Tesis: 56. 19 Ee propésito del lenguaje; en Regiones de Refugio menciono tres veces a Marx en la discusiOn sobre las clases sociales. Serfa un insensato sino lo hiciera; en otro lugar he manifestado mi conviccién, coincidente con la de Herskovits, de que el materialismo hist6rico “es la tesis en que se funda todo al estudio cientifico de la cultura”,’* esto es, la antropologfa cultural. La célebre sentencia de Marx: “No es Ia conciencia del hombre lo que determina su ser, sino al contrario, su ser social lo que determina su conciencia”,®* es el principio en que descansa la teorfa de la cultura ‘A decir verdad, en tres 0 cuatro ocasiones en que he polemizado con cientfficos sociales que se dicen 0 son militantes de corrientes marxistas, me he visto obligido a utilizar citas de Marx, Engels, Lenin, Stalin y otros fundado- res del materialismo histérico y lo he hecho con el fin de hacerme entender, por mis oponentes, en su propio lenguaje. ‘Como es bien sabido, en determinadas épocas de la historia humana el lenguaje literario y el cientifico adquieren un estilo fijo, » menudo rigido, que toma un cardcter dominante a través de centurias. Durante Ia edad media cualquier autor que desease ser ofdo tenfa la ineludible necesidad de hablar un lenguaje teolégico; en los siglos de la dominacién colonial los escritores novohispanos, para ser tomados en cuenta, estaban obligados a emplear las voces y giros propios del culteranismo. Hoy, para ser entendidos por los j6venes universitarios, es preciso acudir a la terminologfa inventada por Ia sociologia marxista. Voy a hacerlo una vez més en esta coyuntura para apoyar incontrovertiblemente mi argu- mentacién en sonidos que reconozca la mente condicionada de los antropélogos comprometidos a quienes ofrezco una prodigalidad de citas de Marx. Pero antes digamos que la terminologla marxista no es, a menudo, originaria de Marx. El nos dice que puso al revés la dialéctica de Hegel para que, de idealista pasara a materialis- ta, sin dejar de ser dialéctica. Marx, formado en la atmésfera de la filosofia hegeliana, utilizé el vocabulario técnico y muchos de los conceptos de ésta, entre otros el de aliena cién, También tomé ideas y voces de los socialistas ut6picos, particularmente de Saint-Simon. Los conceptos de clases sociales y de lucha de clases, tan eminentemente marxistas, sociedad moderna nila lucha entre ellas. Mucho antes que 55 Melville J. Herskowts. Man and his works The science of cultural anthropology. Alfred A. Knoff, New York, 1948: 288, 56 Karl Marx, Sociologia y Filosofia Social. Seteccidn ¢ introduc: eign de T. B. Bottomore y M. Rubel. Ediciones Peninsula, Barcelona, 1967: 71, Ex parte del Prefacio a Contribucidn la critica de le economia politica, 20 no fueron propios; el mismo Marx se encarga de aclarar: “No ‘es mérito mio haber descubierto la existencia de clases en la yo los historiadores burgueses ya habian descrito el desarro- ilo historico de esta lucha de las clases.”*7 Si Marx us6 una terminologia marxista que, en cierta medida, no fue originalmente suya, no veo yo la justicia para que se'me niegue la opcién de usar el vocabulario marxist cuando el propio Marx, con evidente honradez, no registré sus derechos de autor. En lo que hace al andlisis marxista el problema es otro; el pensamiento de Marx es una contribu- cién a Ia Ciencia del Hombre que no puede ser ignorada por rningin antropélogo que se precie de serlo; sea éste cultural, funcional o marxista. Es un patrimonio de la humanidad y nadie puede reclamar su propiedad privada, ni ain bos antropélogos comprometidos, El mismo Marx expresamente lo afirma: “La ciencia no debe ser un placer egofsta. Los que tienen la suerte de poderse dedicar a una labor cientifica han de ser los primeros en poner sus conocimientos al servicio de la humanidad."$® Una definicién de clases sociales Toda la tempestad que desaté sobre mi cabeza se debe, segin colijo, a que tuve la osadfa de proponer una definicién de clases sociales que no fue entendida. Digo que son “grupos de interés sustentados por adquisicién, que emergen de estructuras sociales verticalmente diferenciadas”.S® Aunque Marx no lleg6 a definir las clases sociales, pues murié cuando redactaba el capitulo correspondiente de Fl Capital y fue Lenin quien se encarg6 de subsanar el hueco, yo nunca tuve el propésito de enmendarles Ia plana a tan distinguidos tedricos. La terminologia que empleo es la comin a las ciencias sociales y en su forma —que no en su contenido de propésito-es totalmente cultural. Mi designio fue modesto; quise Hegar a determinar el concepto de casta a través de su contraste con el de clase, para hacer notorio el gran paso que significa saltar de un sistema idealmente basido en la desi- gualdad, como es el de casta, a otro, idealmente basado en la ‘gualdad Mis allé de expresar escuetamente el concepto no entré ‘en mayores detalles porque mi mente la tenfa puesta en la $7 Althusser, Balibar, op. cit IL 58 Marx, Sociologia: 29. 59 Gonzalo Aguirre Beltrin, Regiones de Refugio, INI, México, 1973:156, definici6n de casta, a las que caractericé como “grupos de status, sustentados por adscripcién, que emergen de estruc- turas étnicas verticalmente diferenciadas”.®° Aqui sf tomé cada uno de los términos y me puse a explicarlos con todo pormenor; precisamente porque su determinacién no ha sido de gran entidad para la sociologia occidental. Si se comparan ambas definiciones se podré advertir la antitesis que hay entre grupos de interés y grupos de status, entre adquirir y adscribir, entre estructuras sociales y estructuras étnicas. Las consecuencias pricticas implicitas en ambas defini ciones son importantes ya que de la una deriva una concien cia social -0 conc marxista— y de la otra una conciencia étnica. En la situacién de las regiones de refugio la formacién de una conciencia social es la meta que se proponen los programas de desarto: llo y, consecuentemente, el desaliento de cualquier tendencia que pueda reforzar una conciencia étnica, Esta postura, con toda sindéresis, la proyectamos a los planos nacional ¢ internacional; por tanto nos negamos a justificar movimien- tos como el chicano, la negritud o el panindio que trasladan Ia lucha de clases a una infértil guerra de castas. de clase, segin la terminologia EI status y los grupos de interés Lagarde, sin embargo, monta en enojo y concluye: “La categoria de clases sociales pertenece a la teoria del materia lismo hist6rico, de acuerdo a la cual las clases sociales no se refieren a la “adquisicién”, sino al lugar que ocupan los grupos sociales respecto a los medios de produccién. Si no se emplea esta categoria de acuerdo a su significacién teérica es conveniente que el autor emplee un témino diferente para caracterizar a estos grupos."*! El dogmatismo es mal conse jero. Ya hicimos notar que el propio Marx acepta no haber inventado, y por tanto no ser de su privada propiedad, la categorfa de clases sociales. Lagarde entrecomilla la voz “adquisicién” pensando —in- fiero por el contexto- que aludo a la compra de la produccién para el sustento, No es asi, me refiero al stafus adquirido, concepto que Linton desarrolla en Estudio del Hombre, obra bien conocida por los estudiantes de antropo- logta.6? 60 Aguimre Beltrin, Regiones: 172. 61 Lagarde, Tess:'57 62 Ralph Linton, The Study of Men. Appleton, New York, 1936 chapter VII a EE E] status adscrito, que sustenta el sistema de castas, estd determinado por el nacimiento y no por las relaciones que el individuo tiene con los medios de produccién. En cuanto a los grupos de interés, los considero como entidades organizadas que participan de intereses manifiestos comunes; en el caso de las clases sociales, el interés mani- fiesto es el de clase. Marx, en 18 Brumario, afirma que cuando Ia identidad de intereses engendra una comunidad se forma una clase. Y, en Miseria de la Filosofia dominacién del capital dio @ estas masas una situaci6n ‘comin, unos intereses comunes. Por consiguiente, estas ma sas constituyen ya una clase en relacién con el capital pero todavia no una clase para si, En el curso de la lucha ~de la {que sélo hemos indicado algunas fases— esta masa se une y se convierte en una clase para sf. Los intereses que defiende se convierten en intereses de clase."°* Tal vez esta cita aclare a los antropdlogos comprometidos, en sus propios términos, el significado de la definicién de clases sociales que propuse, El pase de casta a clase En mi obra Regiones de Refugio, en otras més y en cuanta ‘ocasion he tenido oportunidad de expresar mi postura en lo que hace a la politica indigenista, he sostenido la necesidad de acelerar el proceso de pase del indio de la condicién de casta en que se encuentra a una de clase. En total acuerdo con Gamio, y en esta circunstancia con su. orientacién positiva, sostengo que la manera Idgica de lograr la modifica Cidn de'la realidad no es oponiéndose a las leyes que regulan lh sociedad, sino por el contrario, mediante su aprovecha: Imiento para encauzar el proceso de cambio por canales socialmente productivos.°* En muy numerosas regiones, que antes fueron de refugio, este proceso esti en su fase terminal, Diversos antropélogos 63 Nicos Poulantzas. Poder politico y clases sociales en el estado capitalista, Siglo XX1, Faitores, 197. ‘64 Carlos Marx, Miseria de la Filosofta, Editorial Cartago, Buenos Ae, 1973:116, Manuel Gamio. Forjendo Patria, Porria, México, 1916:301, se pregunta: “Entonces, ;para qué luchar, para qué producit sufrimien: {os a nuestros semejantes, sila marcha de las sociedades se rige por leyes inmutables como las que presiden la materia? podsfa replicarse ‘Avesto ditemos que sf hay que luchar, lucha siempre, con las armas 0 ‘con las ideas, como se lucha contra los elementos, aprovechando precisamente ‘aquellas leyes y no oponiéndose a su consumacion.” Variante de la mixima positiva que reza: “no w trunfa de la naturaleza més que obedeciénd 2 Jo han estudiado en los grupos nahuas del valle Puebla-Tlax- cala; en los tarascos del lago de Pétzcuaro; los mayas de la zona henequenera; pero, el ejemplo més claro de los resul- tados de este proceso de integracién lo da el Istmo de Tehuantepec, donde los zapotecos se han integrado en las industrias petrolera, quimica y del cemento, sin perder su lengua ni gran suma de las caracteristicas culturales, entre elas algunas muy vistosas, que contribuyen a dar cohesi6n al grupo.** La articulacién a la sociedad global se realiza a través del bilinguismo y el dominio de patrones biculturales {que armonizan los intereses regjonales con los nacionales. El zapoteca ha pasado a formar parte del proletariado sin perder de inmediato su identidad étnica, E] pase de casta a clase que postula el indigenismo no se ‘opone, sino se conforma, con la tendencia general a Ia integracién que se advierte en los més diversos grupos étnicos del pais, como evidente consecuencia de la politica indigenis- ta general de los regimenes revolucionatios, cuya accién vial, ‘educativa, sanitaria, agraria y de otros drdenes incide en el desarrollo econémico y social de las regiones de refugio, modificando su aislamiento y dependencia. Ya dejé asentado con anterioridad que fue Miguel Othén de Mendizdbal, quien primero hizo notar esta tendencia y la apoyé para que adquiriera cardcter de norma que gufa la accién. Mis tarde Vicente Lombardo Toledano, lider obrero de ideologia mar- xista y vocero de la delegacién mexicana en el Congreso Indigenista Interamericano de Pétzcuaro refrendé la tesis de Mendizdbal; para insistir afios después en su esperanza de que los indios “salten de la etapa de aislamiento primitivo viven, a la etapa, por lo menos, del proletariado” fil6sofo social peruano José Carlos Maridtegui propuso una 66 Hugo Nutini y Bary L. Isace, La poblacién de habla néhuatl det medio Poblano-Tlaxcalteca y de la Sierra de Puebla. INI, México, 1974. Richard Thompson, Los zires del progreso: cambio social en un pueblo maya INI, México, 1974. George Pierre Castile, Cherén. Le fadaptacién de una comunidad tradicional de Michoacén. INI, México, 1974. Richard Lewis Berg, £1 impacto de la economia modema sobre 1a economia tradicional de Zoogocho, Oaxace y su drea circundante, INL, México, 1974. 67 Vicente Lombardo Toledano, Seleccién de obras. Federacién Editorial Mexicana, México, 1972" 86, se pregunta: “Por qué la solucién material de la vida futura, 0 de la vida actual de las comunidades indigenss ha de ser a fortior, la de que trabajen ta tierra cuando ésta.es estéril y no le ha permitido ni les podrd permitir ino una vida inferior? {Por qué la solucién del problema de la imcorporacién de los indigenas en la vida mexicana no ha de consist fen levantar grandes industrias, para que salten de la etapa de aislamiento primitivo en que viven a la etapa por lo menos del proletariado? directriz semejante, en 1928, que fue adoptada por el Partido Comunista Mexicano durante los afios tre BR tas. Una refutacién ilusoria Cuando Medina afirma que Mendizabal analiza 1a problemé: tica indfgena desde una orientacién marxista y Lagarde lo secunda asegurando que aplica el anilisis materialista a la realidad mexicana, estin explicitamente afirmando que el pase de caste a clase es un postulado intachablemente marxista ono leyeron a Miguel Othén. De otra manera no puede explicarse que lo que aprueban en Mendizébal lo condenen cuando yo lo expongo y que me atribuyan la voluntad de buscar el fortalecimiento del sistema capitalista desde la posicion “que da el poder politico y el poder econémico que se conjugan en la clase*® que represento, en tanto que eximen a Miguel Oth6n de tan grande culpa Beatriz Albores, en Anales de Aniropologia, afirma. sin titubeos que mi planteamiento lleva a “la consolidacién y desarrollo del sistema capitalista en México”.7° Lagarde insite en que inc pretender que el indio pase a una situacién de clase en la que por otra parte se encuentra en condiciones de igualdad, ya que no puede haber igualdad si existen clases sociales; a menos que se refiera a que pasen a ser igualmente explo: tados”.”? La forma como planteo el postulado: “el pase de luna situacién de casta a otra de clase para que el indigena se integre a la sociedad nacional, idealmente, en cc igualdad”,’? provoca el comentario de Lagarde que, segin ro. “en contradicciones al diciones de 68 Joxé Catlos Mariitegui, /deologia y politica, Amauta, Lima 1969: 31; decfa: “Sin los elementos materiales que crea la industria modems, 0 si se quiete, ef capitalismo, ;habr(a ponbilidad de que 3 esborase el plan, la intencién siquiera de un Fstado socialista, basado cen las reivindicaciones, en la emancipacidn de las masas indigenas? El inamismo de esta economia, de este régimen, que torna es todas las relaciones, 7 que con las clases opone las ideologias, cs sin duda lo que hace Tactile la resurrocciGn indigena, hecho decidido ppor el juego de fuerzas econ6micas, politicas, cultural, ideologicas tho de fucreas racales’ 69 Lagarde, Anales: 220. 70 Reatniz ‘A. Albores Zarate, “El descubrimiento etnogrifico del indio chiapancco” Anales de Antropologia: XI.189-214. TV Lagarde, Anales: 221 72 Gonaalo Aguirre Beltrin, “EI indigenismo y su contribueién al desarrollo dela idea de nacionalidad”, América Indigena, 1969) XXIX. 404, Lagarde, Anales: 21 futa lo que ella supa pienso, no io que realmente es la estructura de mis conceptos, como se advierte en lo que sigue: “La justificacin para evar a cabo politica —dice lada Aguirre Beltrin al plantear que el indigen podré advertir, suprime sin miramientos una palabra clave, “idealmente”, 'y con ello se crea la ilusién de haberme refutado. Usa la légica ingenua del jugador de solitarios que se hace trampa a si mismo. La coexistencia de la igualdad con las tendencias jerér- quicas cuentan —dice el marxlogo Ossowski— con una vieja ejecutoria. “En oposicién a la igualdad con que pensaban los autores del Manifiesto de la Conjuraciin de los iguales, tanto el principio de la igualdad nobiliaria en la antigua Polonia como el postulado de la igualdad universal inscrito fen las banderas de la Revolucién Francesa, en el catecismo americano y en la constitucién soviética, conciemen a la igualdad entre los desiguales”.”? Por supuesto, a esa igualdad me estoy refiriendo, a la igualdad ideal, no a la real que no se da en ninguna parte del mundo. Las formas tribales en Marx Por otra parte, me parece conveniente transcribir unos 8 parrafos de Marx para hacer notar Ia justicia que contiene el postulado indigenista, En el tomo primero del Qapital afiema: Las pequenas y antiquisimas comunidades indias, algunas de las cuales han sobrevivido hasta nuestros dias se basan en Ia propiedad comiin de la tierra, en la asociacién de la agricultura y de Ia produccién artesana y en una division inalterable del trabajo que obedece, cuando se crea una nueva comunidad, a un plan rigido y prefijado. Cada comunidad ocupa extensiones de tierra que van desde cien hhasta algunos miles de acres y forma una entidad produc- tiva autosuficiente. La mayoria de los productos se desti- nan al uso directo de la comunidad y no adoptan la mexicano *. .racionaliza el derecho que cree tener. °" La refute: ccién Ia pone en Ia vaz el derecho, que deliberadamente subraya, ¥ hace caso omiso de Ia precedente racionaliza, que es fundamental. La racionalizacién, en efecto, es una falsa justiicacién; por tanto, no puedo justificar lo que estoy afirmando que no es verdadero, Lagarde. Tesis: 72; me atribuye el propésito de acabar con la propiedad comunal de la terra con base en la propuesta que hago: “El pase de | onganizacién comunal de a tierra a la organizacion ejidal de la ‘misma, .." Organizacién comunal no es 10 mismo que propiedad ‘Comuunal, tan es asf que el ejido comprende la propiedad comunal. 73 Stanidaw Ossowski, Bsirucnura de Ediciones Peninsula, Barcelona, 1969: 203, 24 forma de mercancias. .. S6lo se convierten en mercancias, los productos excedentes.”* Marx se refiere a comunidades de la India, pero su descripcién vale para la situacién que los etndlogos han encontrado como regla general en los grupos étnicos mexi- canos, ubicados en regiones de refugio. Marx continia: La primera forma de propiedad es la propiedad tribal. Corresponde a un estadio rudimentario de la produccién: Los hombres viven de la caza y la pesca, de la ganaderia Y, @ nivel més elevado, de la agricultura. En este tltimo ‘caso se requiere una vasta extension de tierra inculta. La division del trabajo es, en esta etapa, muy elemental; de hecho, no es mas que la extensin de la divisién natural del trabajo dentro de la familia.”* Agrega enseguida: La cooperacién en el proceso del trabajo, tal como puede observarse en al alba de la evolucién humana, entre los pueblos cazadores o en Ia agricultura de las comunidades indias, se basa, por un lado, en la propiedad comtin de los medios de produccién y por otro lado, en el hecho de {que los individuos todavia no han roto los vinculos que les unen a la tribu o a la comunidad.”® Dice luego que los organismos sociales de produccién primitives son simples y transparentes: Pero se basan o bien en el inmaduro desarrollo del hombre individual, que todavia ‘no ha cortado el cordén umbilical que le une al préjimo en la comunidad tribal primitiva 0 bien en relaciones directas de sujecién. Son el resultado de un bajo nivel de desarrollo de ta fuerza de trabajo productivo y de las limitadas relaciones correspondientes entre los hombres, en la esfera de la vida material, tanto entre el hombre y el hombre como entre el hombre y la naturaleza. Esta limitacién. .. s6lo desaparecerd cuando las relaciones préc- ticas de la vida cotidiana ofrezcan al hombre relaciones perfectamente inteligibles y razonables con el préjimo y con la naturaleza.”? Los principios de la organizacién clinica ‘A mayor abundamiento, debo apoyar la bondad del postu- Jado indigenista en las conclusiones a que lleg6 Paul Kirch- 74 Catlos Marx, BY Capital, FCE, México, 1972: 1.290, En la tuaduccién de Wencedao Roces Ia iltima frase se lee asi: "S6lo se cconvierte en mercancia el remanente de lo producido”. 78 Marx, Le Ideologta: 21, 16 Marx, E1 Capital: 1.269. 17 Marx, 51 Capital: 144. hoff en 1935 al redactar su trabajo seminal sobre los principios de la organizacién clinica en la sociedad huma fa.”® Para Medina, Kirchhoff es una excepcién notable entre fos investigadores extranjeros que contribuyeron a formar la etnologia mexicana, ya que fue él quien logré instruir “a un reducido grupo de investigadores siguiendo los cénones de un riguroso método hist6rico”.’? Es, pues, para la antropologia comprometida un testigo de mucho peso; que dice Los principios que gobiernan la organizacién de los clanes unilaterales exdgamos tienen como caracteristica su extre- ma rigidez, a tal punto que es dificil imaginar en qué direccién pueden akanzar un desarrollo mayor. Esta orga- nizacidn clinica hace posible una forma de cooperacion econémica y cultural general que en si parece perfecta peto, como el término perfecta implica, parece ser el tipo mayor de cooperacién que pueda lograrse en esta linea de desarrollo, El desarrollo de las fuerzas productivas en una cierta etapa, demanda importantes reajustes en la forma de organizacién fundada en el parentesco, reajustes que la organizacién clinica unilateral y exogimica es incapaz de llevar a cabo. Su igualitarismo absoluto combinado con la completa subordinacién de cada uno de sus miembros a los intereses del clan, considerado como totalidad, si bien es cierto que hace posible un cierto tipo de cooperacién primitiva, obstraye muy efectivamente la evolucién de esas formas cerradas de cooperacién que estin basadas en la diferenciacién econémica y social. Este clan —unila teral, igualitario, exogimico-es tipico, principalmente, de las tribus con agricultura itinerante 0 con formas primi: tivas de crianza de animales. No es probablemente acci dental que se encuentre sobre todo en aquellas partes del mundo donde el desarrollo cultural parece haber alcan zado un punto de estancamiento; excepto donde se hallan sujetos a estimulos extrafios, como en las Américas, en gan parte del Africa Negra, en Melanesia y Nueva Guinea. La forma de organizacién fundada en el parentesco que crea el principio clénico unilateral y exogémico se presen ta, definitivamente como un callején sin salida; atin més en una cierta etapa de la evolucién econémica y cultural general, es un obstaculo para un desarrollo ulterior. Lo 78 Paul Kirchhoff, “The Principles of Clanship in Human Socie ty", en Morton H. Fried, Readings in Anthropology, Crowell Co. New York, 1918, 2 vols, 79 Medina, Anes: 120. EO que constituye su grandeza al propio tiempo constituye su limitacién.*' Final El callején sin salida en que se encuentran los grupos con organizaciOn clinica, a que Kirchhoff alude, comprende a grupos étnicos, con organizacion semejante, que en México han sido identificados por Calixta Guiteras y Alfonso Villa Rojas entre tzotziles y tzeltales.*! Hoy constituyen comuni- dades corporadas, cerradas y autocontenidas que, en el aislamiento de las regiones de refugio, atin no rompen el cordén umbilical que les mantiene unidas a formas primitivas de cohesién; como bien lo intuyé Marx. Las fuerzas exter- nas, que la sociedad envolvente pone en juego, vienen modificando esta situacion a punto tal que, como lo advierte Mendizébal, nuestro desarrollo historico ha elevado a realidad la conversion de una estratificacién étnica colonial de casta, fen una estratificacién econémica de clases. pase del indio a Ia clase proletaria es, ciertamente, en su principio, un simple traslado de la dependencia; un nuevo y més refinado sistema de explotacién, Pero también sitda al indio en la clase revolucionaria cuya emancipacién crea una 80 Kirchhoff, Op. eit 1. 376, ‘81 Caixa Guiteras Holmes, “Clanes y sistemas de parentesco en Cancuc, México” Acta Americana, 1947: $.1-17; Alfonso Villa Rojas, “Kinship and nagualism in a Tzeltal Community, Southeastem Me: xico” American Anthropologist, 1947: 49.578-587 26 nueva sociedad, porque no puede emanciparse a sf misma sin emancipar a todas las demés.*? Reflexionen, pues, los antropélogos comprometidos y digan si para el indio quieren tuna vuelta imposible y roméntica a un pasado sin salida o los riesgos que implica seguir los pasos que traza la evolucién de a humanidad Bueno es, para terminar, traer a cuento la sabia reflexion que Lowie se hizo al recapitular las corrientes que dieron for- ma a la etnologia. “Nada se apartaria mas de la verdad —dijo— que la idea de que los etndlogos estén agrupados en campos hostiles. Hay en efecto notables divergencias de opinion, pero éstas se resuelven a menudo en meras diferencias de apreciaciOn 0 claros errores. Algunos insisten en manifestar desacuerdo allf donde existe perfecta armonia, para no renunciar el papel dramatico del profeta que predica en el desierto; otros critican a sus colegas no por lo que piensan, sino por lo que creen ellos que logicamente debe ser su copinion,”** 82 Marx Sociologia: 203. En la introduccidn a la Critica de le flosofia del derecho de Heei, dice: “Se ha de format una esfera de la sociedad que no aspire a una poscién tradicional sino, inicamente, una posicién humana; una esfera que no se oponga a las consccuen, cias particulars, sino a todas las premisas del sistema politico alemin, uuna esfera que no puede emanciparse a si misma sin emancipaciones dde todas as esferas restantes de la sociedad, sin emancipar, pues, todas estas esferas; una esfera, en definitiva, que sea la pérdida total de la humanidad y que s6lo pueds redimizse con la reduction total de |i humanidad. Esta disolucion de la sociedad en una clase particular ‘sel proletariad 83 Robert H. Lowie, Historia de la Bnologia. FCE, México, 1946: 304,

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