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ENTRE FAMILIA Y TRABAJO Relaciones, conflictos y politicas de género en Europa y América Latina Maria Antonia Carbonero Gamundi Silvia Levin (compiladoras) Marfa de los Angeles Dicapua, Teresa Jurado Guerrero, Clare Lyonette, Juliana Martinez Franzoni, Corina Rodriguez Enriquez, Olga Salido Cortés, Ruth Sosa, Constanza Tobio Soler, Claudia Voras y Catalina Wainerman @ eer Levis, Canrostm, Sosa y VoRAs - La POUCA DE GHNAKO D8 LAS POLINCAS IBLICAS BE ARCATRA 7 La politica de género de las politicas puiblicas en Argentina* SitVIA LEVIN, ADELA CaMPOsTRINt, RUTH Sosa y CLaupia Voras** Introduecién El trabajo tiene como propdsito central analizar las transformaciones analisis provaleceré la mirada de Ia incidencia del Estado en la modelacién de las relaciones de género a través de las politicas piblicas y en las razones que Procreacién Responsable, La hipétesis principal es que, si bien una de las transformaciones de ‘mayor relevancia en la sociedad argentina de las dos jiltimas décadas ha sido cl aumento de la participacién de tas mujeres en Ia esfera econdmica ~en parti- cular de mujeres casadas y/o unidas, madres y conyuges de edades medianas * texto se ropone respetr el ngue wo sexist Sin embargo afin de ital lest, ao Se wil meet ripen Ug Yobtes Msicn,Fcced Geos Foon» Reis | et Sg sin Ana pm Be Gc con responsnbildades familiares, ese cambio no se ha traducido en una Mayor autonomia de la mujer como sujeto individual en la vida pablica, ni en, Unimayar equilibrio de Jas relaciones de género en la vida privada, Por el _Sontrario, las desigualdades de género constituyen dato prevaleciente de la Esta situncién interpela a a responsabilidad pol acciones gubernamentales dirigid wrante del bienestar ‘en desmedro de producir equi rutonomia como sujeto piiblico indepen- cay en la esfera privada en fluncidn del género; todo ello, en desme- transformaciones capaces de conducir hacia la equidad, de los cambios que interpelan a la época. A titulo ilustrativo, y como -de las formas de accionar piblico explicito, se analiza la logica de género ia, Las reflexiones presentan una tendencia critica, son como: abjetivos, conte- de la cobertura, derechos sexuales y de onal de Salud Sexual y de accién polt- como se define estratégicamente en un orden ppara continuar preservando los intereses al mismo tiempo, otorgar algunas facultades Ber rami y7eas0 1 ltimo punto, a modo de conclusiones, intenta sefalar los desafios que enfienta nuestra demo iones necesarias que y social de las rela- ‘coyunturas electorales, sino que deben recuperar tanto inciden directamente en las situaciones de igualdad o desigualdad de género ¥ de clases-, presentes y futuras, en Ta estructura social. J, Los procesos estructurales de las transformaciones: las mujeres en el mercado de trabajo argentino turales que contribuya a comp: “Presentes como producto de procesos de mediano y largo plazo, y no sélo coma efectos de politicas coyunturales. El mercado de trabajo expresa relaciones sociales, las que se vinculan ‘en forma significativa de las pec de cada sociedad y especialmente en relacién con su industrializacién i 1993:301). Esas relaciones sociales manifiestan no como plano macto-cconémico, sino que también indican, en otros planos, ci de diversa indole que atraviesan condiciones de clase, dando ‘Segmentaciones variadas entre las que se pueden inclur las telativas de calificacién y las propias de las relaciones de género, _ Bi la Argentina, desde la expansién del modelo de industrializacién por | de importaciones, hasta mediados de los afios setenta, la PEA c ‘Evonémicamente Activa) ‘sufrié transformaciones de envergadura fiveron configurando como més chica, més femenina y mis adulta Livin, Casosrans Sosa ¥ VoRas “LA HOLIMICA DE GNKHO DE LAS HOLITCAS POBLICAS OF ARGENTINA (Torrado, 1992: 91). En relacién @ la feminizacién de la PEA, la comparacién de los datos de los censos de 1947 y 1980 da clara muestra de esta afirmai Los varones, en 1947, representaban el 88,6% de la PEA y las mi 23.4%; mientras que para el otro extremo de la compatacién, Ia participacién de los varoncs era del orden del 75%, en tanto que las mujeres habian crecido al 26,9%. Si bien estos siltimos datos corresponden al Censo Nacional de Pobla- cién y Vivienda de 1980, seftalamos mediados de los altos setenta como un punto de inflexién porque es a partir del titimo gobierno militar que se inicia en la Argentina una profunda reestructuracién de orden econémico-social, basada fundamentalmente en un proceso de desindustrializacion y concentra- cidn econémica que impactaré, en ef mediano plazo, directamente sobre el ‘mercado de trabajo. Si continuamos la comparacién con los datos de los Censos subsiguien- tes, podremos observar que si bien la PEA global abandona la tendencia antes indicada de reduccién de su tamaiio (en 1947 representaba el 56,9%; en 1980 5.6% y en 2001 el $7,2%), la participacién de las muje- do en 1991 el 39,6% de la remento entre 1980 y 1991 jis porcentuales indicados el 50,6%; en 1991 el comprender la envergadura del cambio! ‘enso Nacional de Poblacién y Vivienda de 1991 se introdujeron innovaciones en cl cuestionario tendientes @ captar mejor la poblacién econd- micamente activa, eliminando en el instrumento las opciones de inactividad laboral que corresponden a ciertos estereotipos etarios 0 de género; por ejem- plo, mujer easada: ama de casa. Estas modificaciones del orden de lo metodo- Jégico, pero claramente vinculadas con un concepto de trabajo que integre las ‘ariadlas situaciones, tanto de ocupados como desocupados, permitié reducir el subregistro de Ia PEA femenina, por lo cual el incremento indicado en Ia misma respecto del Censo anterior se puede atribuir, en parte, a un aumento 1. Lo don utizados eoresponden a Terado (1992) y Centos Nacionales de Pblacdny Vivien, 1991 y2001, ter yoluntario es una de las caracteristicas propias del mercado de trabajo femenino, producto de la necesidad de compatibilizar el trabajo remunerado con cl doméstico, pero durante los noventa, frente al aumento de la desocupa- cid de los varones y la incorporacién de un mayor poreentaje de mujeres a la ee rain Yaaro PEA en condicién de desocupadas que percibié un incremento de la subocupaci sidad de compensar la caida o la péndida de es més propio de las actividades mal remuneradas 0 empleos de baja calidad ‘como, por ejemplo, cl servicio doméstico o las empleadas de comercio, upacion y la pérdida del poder adquisitivo del expansién del empleo de baja calidad. Com grafica Rosalia Cortés (2003), la precatiedad laboral fue mayor entre las mujeres que entre los varo- nes, y esa diferencia se sustenta principalmente en el porcentaje que representa el servicio doméstico, Esta realidad del mercado de trabajo no es novedosa para las mujeres. Como ¢s bien sabido, los indices de precariedad siempre segmento de varones y a actividades que antes proteccién (como el caso de la construccién, da cuenta de un deterioro de las condiciones de vida producto icién 0 pérdida de ‘componentes del salario indirecto y de mecanismos de proteccién social que, al afectar al varén, incidieron en la expansion del ingreso de las mujeres de los ‘y cconémicamente mas desfavorecidos al mercado de trabajo, mas condiciones que el mismo oftecia, que acabamos de: tuna exclusiva necesidad de generar ingresos. Este hecho, en cis contribuye a desarrollar un cierto grado de autonomia de aquellas mujeres que Jogran insertarse en e! mercado de trabajo en condicién de ocupadas o, incluso, subocupadas, Lo cierto es que, al mismo tiempo, esta nueva condicién no las libera ni por mecanismos de compensacién estatal ni del orden de lo privado, de Jas exigencias y responsabilidades social y culturalmente aribuidas a ellas ca el La decisién de las mujeres de ingresar al mercado de trabajo puede tener causas primigenias diversas, La primera gran diferenciacién que se presenta es 210 cia 0 con una biisqueda de 1 ‘cién parece expresar posiciones de clase impactan de manera distinta sobre las mujeres y las relactones de género desi Jas cuales se conciben esas alternativas (De Oliveira y Ariza, 2000). La crisis del 2001-2002 fue un claro ejemplo de los efectos que pro ‘en términos de género, el mayor nivel de precarizacién lat esa coyuntura, las tasas de desocupacién aumenta de empleo femenis jue producen los hogares de severa crisis post-devaluacién sobre el mene mermado en stu magnitud de las mujeres es del 43,2%, la de varones asc desocupacion ha descendido en t&minos significatvos, ain peraneee fra que se incrementa si incorporamos a los benefieiliti ots, san ceptwon eon. oxmpaden se Aa Jaboral que deben realizar Dentro de los desocupados, siguen siendo las mujeres las mas 13% contra cf 8,4% de los varones— y, dentro de ellas, las mas joven Pi recientes al segmento etario de 14 a 29 aflos, que representa el 21,69% ‘puntos mas que los varones de ia misma franja de edad (que, compan ‘mente con los varones adultos, también son los mas perjudicados), “Las mujeres arriba” no s6lo podria reconocerse como el ttle ¢ comedia americana de dudosa calidad, sino que también podria sentido bien distinto al de la version cinematogrifica, el es formaciones operadas en las dltimas décadas en relacion a la ps mujeres en distintos mbitos del espacio piblico. Las mujeres han nn ella represen 1evos inscriptos y alumnos de las inst se inerementa en tres putitos mids en. datos, someros pero elocuentes, revelan una tend cia det cruce entre gene y En cuanto a la participa constituyé en el primer pais de Amé ‘mecanismos de diseriminacién posi tivos y partidarios, constituyéndola entonces en un recon ala ley fandamental de la Nacién. En la actualidad, segin datos de la Unién Interparl ‘en el Ambito legislative. En términos estrictamente estadisticos, el dato resulta significativo; quince afios después de sancionada la norma, los. niimeros podrian permitir interpretar que la bitsqueda de esa igualdad entre varones y ‘mujeres mantuvo tn recorrido ascendente que paulatinamente nos acerca'a la ‘eoncrecién del objetivo. Quizis algunas preguntas (que no nos Proponemos ‘2 Datos disponibles en el Anwario de Estadisticas Universitartas 00-04, Secretaria de Politieas oat come . Sr Atal so ls Poarertos Niceaes monte familia no es semejante a la que socialmeate se const Levin, Cherosraai, Sota v VORAS~ La occa OH gBNEAD DEAS YOKTICAS POBLICAS DF ANGNTING responder aqui) puedan matizar la envergadura del niimero: qué injerencia tienen Jos hombres en la definicién de las mujeres que integran las istas?; dicho {Quien paga la mujer”. Esto es, qué sector est dispuesto a “sacrificar”, para ‘una mujer, un lugar expectable en la lista de eandidatos, No es la norma la nica garantizadora de la participacién de la mujer en multiplicador necesario s6lo podra aleanzar un correlato en las instancias deci- sorias de mayor trascendencia en la medida que nuevos varones conciban a las Desde la perspectiva transversal de las relaciones sociales de género, ¢s posible constatar que el vinculo varén y trabajo es puesto ‘se construye entre mujer y trabajo. ¥ como contrapartic iso comprender la division 5 como ln divisién sexual del poder y del saber Las mutaciones en 1s divisién sexual del trabajo al interior de Ja unidad doméstica y 10s cambios en la segregacién sexual de la ocupacién en el ‘mercado de trabajo son procesos interdependientes y se configuran histérica- ‘mente. En Argentina, los provesos consolidados con la implantacion del ‘modelo aperturista de curio neoliberal han dado lugar a una reconfiguracién en de género (Wainerman, 2002), al interior de las familias, habi- femenina en el mundo det lias se ha cristalizado en una triarcal tradicional, de prove- le dos o mas proveedores/as en ‘entre un esposo-padre apor- Enfatizamos la necesidad de cruzar las asimetrias en términos de desigualdades de clase y de género, pues entre las mujeres de diferentes clases: m4 avis, Caerasrans sociales se entablan inte donde se conjugan procesos de e s el espacio donde nacen 2000), pero también el | asimétricas segin la posicién que ocupan los miembros en dich ingresos econdmicos obtenidos en ef mercado los que determinat la vida de los individuos como miembros de la familia, lo cual desigualdades de clases. En consecuencia, tanto para lcs varones coro mujeres, no puede entenderse su participacién en la esfera mercanti foma en cuenta su posicién en la esfera doméstico-familiag, que | realiza el trabajo reproductivo, Por lo tanto, las desiguald ; mereado de trabajo estin intimamente ligadas a ta divisién 1a familia, y las politicas de Estado en tomo a esta prob buir tanto a reforzarlas como a mantenerlas o superarias (Parella, F sera ae cial Fespecto a los varones, en la medida en que se ref {trabajo profesional y familia. A pesar de la erisis qu cin del mundo laboral inigualable en la historia del en el mercado de trabajo. Ademis, las evidencias empiricas reflejan que aque ‘buscan compatiblizar el trabajo de la reproduccién con una ‘asalariada (doble o triple jorneda) deben enfrentarse a grand nales (Femandez Poncela, 1996; Parella, 2000); de modo que ‘tunidad se traduce en enormes esfuerzos objetivos y subjetivos. 3. La politica de género de las politicas piblicas La realidad del “continuum piblico/privado” (Pati 2004) on ta vida cotidiana de las Faur y Gherardi, es reflejada por a su incursién masiva en ‘movimientos que estas la familia, y al de las inte= Trelaciones que sc tejen entre ésta, cl Estado y el mercado en orden al bienes- far. Asi, el mundo piblico productive y el mundo privado reproductivo son fancionales tradici trasladaron al mundo privado sino por el ejercicio legi- timo de libertad. Mientras las mujeres luchan por cambios est ‘orden opresor, avanzan, al mismo Jas dinimicas funcionales de sus reali solitario esfuerzo individual. La independencia femenina es, sin dudas, un componente que interpela tanto a la nocién actual de bienestar, que sustenta la vida en sociedad, como a las estrategias de desarrollo de los paises de la regién, Es uno de los cambios estructurales mis significativos de la época, porque transforma los roles de la ‘mujer y Ia estructura familiar, trasladando su impacto a ta esfera econdmica, politica y social (Esping Andersen, 2001). No obstante cilo, tanto la proteccién, Y¥ regulacién que resulta de las intervenciones piiblicas de! Estado como las Levin, Gaarosriny, Sasa VORA - LA rica Bs: GENER DE LAS TOLTICASMOBLICAS 9 ARGINTIOA actitudes y comportamientos de algunos el proceso de produccién de las politicas; pliblica continéa siendo, ductivo ~con estructura Jos cambios no involuerar parte, [as-muj ‘como principales i pobreza, desemple wwaldad y vulnerabilidad extendida— y se les atri- buye, a la gran mayoria, beneficios y dependencia del Estado, y no derechos nj autonomia individual (Pautass piiblicas en general -en CEPAL, 2004; Pautassi, 2000; Ackerman, 2000)- como cn las les en particular y, entre éstas, en las que impactan en las fami 1983), constitutivo de fa nocién de bienestar general. No es todavia un bien ‘comin inherente a la comunidad politica. Las diversas formas politicas que asume la intervencién piblica del Fstado ~ya sean politicas piblicas tradicionales, politica asistenciales 0 progra- amas sociales s6lo ven, atienden y protegen priortariamente a la mujer/madre! doméstica, No hay duda, sin embargo, de que la independencia econémica~que otorga la insereién formal y plena de varones y mujeres en el mercado de trabajo- no es s6lo el recurso que posibilita la igualdad social de oportunidades: de bienestar, sino también la igualdad politica de ej a trabajo leno —formaly a tempo completo es tanto requsito para la exstencia de integracién social como resultado de su ejercicio. Asi lo instituyé Ia tradicién intervencionista‘ de! Estado en América Latina y, @ pesar de sus avatares y rican arse eae ee en aren de Sse eae eT Fata Y THAN aiin sustenta -con dificultades~ la organizacién politica, in de sus miembros en ella, El ie Estado en Argentina constituy, ese @ sus “iones de otigen, tno de los mas desarrollados de América Latina. Se institucionalizé como un “régimen hibrido” (Lo Vuolo y otros, 1999), ‘cuyo componente mas importante fue el comporativo, constiuido por la agrega- |, formulados a través construir y promover una alianza de intereses contradict ntre trabaja- dores, Estado y capital que logré generar las condiciones politicas, econémi- cas y sociales necesarias para su desarrollo. El mecanismo de cooptacién, ‘basado en relaciones de intercambio politico y social, vehicul beneficios sociales diferenciales ~en funcién de las conti segiin cada esquema salarial—y prebendas, a cambio de I vineulos de dependencia al Estado. Eran portadores de autonomia restringida los trabajadores formales, ‘varones, insertos en la esfera produetiva y, en consecuencia, poseedores de una “ciudadanfa regulada™, El resto de la poblacién, que no poseia esos atributos, 1979, en su texto Cidadona¢-hatig, Campus, Rio de unio, Fu tlizado cata Arica Latina para carter el modo decidua connie pot el Estado intervcncionists. ben proteccién, desde entonees, a ravés de programas sociales o de politieas jales. Estas modalidades de intervencién del Estado no surgen de wn pablicas cran diferenciados por su ni piblicas; no trabajadores/ politicas y programas asistenciales- y ess condi Esta matriz de desigualdades de género se m: pais y convive, y se refuerza, con fenémenos nuevos cién de la economia y su correlato en lo social; el p mercado y la ausencia marcada del Estado; la pobreza y el tural y la debilidad politica e institucional de Ia democracia. La impronta onces, que a las desigualdades de género que configuraron a ‘nocién de bienestar del modelo intervencionista de integracién soci suman las desigualdades de género que configuran la nocién de bienestar del ‘modelo nealiberal (liberalismo econdmico ortodoxo) de desintegracion social, Por tanto, a la par que se profundizan las desigualdades estructurales econd- iicas y sociales, se extienden y se consolidan, con la misma envergadura, las ‘Baas NLR mamas énero asentadas en la cons ambas en un patron restr y en lo social, aunque de género de vedo, sin embargo, su orientacién el de género de la Politica Nacional de Ja concebimos como una modalidad i de accién gubemamental porque, si bien se le reconocen algunos avances en orden a la rogulacién de la sexuali- iad explicita, también conservadora, all ir la estructura genérica que caracteriza a todas las yy luego comunicadas a los responsables jonalizacién. Por el contrario, en los sistemas de Ia formulacién para su democriticos, las politicas piblicas son el reflejo de como la Sociedad y el dministrar y enfrentar los problemas que hacen al ue se suceden de un proceso de intercambios cor sobre sus resultados y pricticas. En este punto, 'y procedimiento se unen en un fin comin, 3.1, El Programa Familias por la Inclusién Social’ particular, por ser mujeres y ser pobres-, imple- ~el de Trabajo, ona Fai pre oti Soil een de Suara de Orpen 0 Sote-ater eplianar ape ema apapiipsish st pirate raad ‘eid woelal adoptada por of yobierti nacional Em salidad, beneticia a mas de 240 anil familias en ‘apn el ale Sosa Voras- Larocinca 0 cin De tas romeas ne ANGST destinaron a-un nuevo programa, redefinici6n no fue hecha s6lo en términos py trabajo mantenido en 1a oscu- Jos recursos para sus miembros estinatarios individuales de tros de comportamiento del modelo anterior. ‘Results interesante subreyar, en términos analiticos, c6mo inciden estos en Jwestructuracién del wénero de las acciones asistenciales, omando en co mow wd Conn ce Gabino Aino am Ina de é en as ‘que ed en of ‘a siferencial ee mm 1¢ pone de manifiesto la 8 los varones ~subsidiando micro-emprendimicntos, seguros de em citacién labor a tun seguimiento y control de eémo este caaaeay mujeres. El Estado mantiene asi a los varones en la medidas residuales de ss devolveri su pos -econdmicos. Por otf fi sigue manteniendo su r0l de reproduciora, los ingresos que permi adolescentes y jévenes~ y el sostén de cor cuidado necesari cién de esa famil restringida al ue refuerza esta posicién diferenci te referenciada cuando se alude a la parti ‘mujer en el ambito piblico. Por un lado, se promueve si inclusion nizaciones de la sociedad 9. Bae eonepto de ferenciado por Rod 225 mn como prestadoras de se wvado—ante la pobreza extrema y fi inuchas ocasiones, dificil de sostener por las organiza- Sie ‘earecen de las capacidades de gestién en cuanto en implicitos con mujer en nuestra derechos de las mujeres para revalorizar las probl y/o empobrecimiento en la que se encuentran inmersas. un lugar geogrifico determinado y a ciertas condicior que las definen como beneticiarias de sentido producen efectos paraliz 3.2. La Politiea Nacional de Salud Sexual y Procreacién Responsable’ La politica de Salud Sexual y Procreacién Responsable, que rige a partir to del reconocimient ico como derechos, hasta aquel en el que piiblica concede ivio de los mismos a través de beneficios sociales de salud pablica, se transita un largo y conifictivo proceso politico de "de insercién de ide directamente en el contenido y alcance de pesar de la resonancia internacional que la | mediados de los noventa, EI movimiento feminista, acompaiiado por sectores progresistas de Ia sociedad’, demands el reconocimiento de estos derechos, porque a través de ellos procuraba completa un cumbio radical, no sto funcional, en Ia organ relaciones de Cone a través de un quiebre en al natralizar& la “mujer madre", la constitoye tad, En esta li mediados del siglo XX expresaron fielmente esa ‘nar la sociedad tras las “politicas promatemalistas” (Barrancos, 2002) que, en vases ones Ac, por: jucees, legssladores, funcionarios de yobscrn; mice ee ey, directives de onganizaciones ta inti eo ta Eke ach ARID re del interés general, fimdamentaron de poblacién, desconociendo |i sociales y culturales de mutacién que produce nuestra sociedad en el ‘un mundo global Con esa finalidad transformadora, una parte de la sociedad pretende no sélo sean sujetos “con dere- , cconstituya en personas con iden- . , habia. producide a comunidad politica de perte- i id reproductiva de ta ita la temitica en las tituyan opciones valorativas de elecciones siviones sociales de actos de sujeciéin de ve derechos reproductives marcan el punto di hacia ta fundacién de ese nuevo orden. 16, Beuesta de Conticions de vida (ECV) rlizads ene 201 pore Sistema de Monitor y Eval 6 Programas Sociales (Siempro). Eguipo Latinoamericano de Justicia y Gener (HLA, 2008), MERE AMA VaAAio centre oponentes de al piiblica y la integridad social privado, porque pone en riesgo la En este recorrido de permanent en dos escenarios de conftontacién: que pretenden combatir la libertad. 4 Jos protagonistas del “desorden” El “orden”, capacidades politicas identitarias promoviéndolas comunidad politica. Al jerarquizar Ia libertad, el “desorden” produce condi- cciones reales de ciudadania plena. Al negar la libertad, el “orden” recluye a las tas como recurso democratico para administrar el conflicto y encausat tucionalmente en la esfera publica. El primer consenso politico que se cons- derechos humanos, y se ocupa mucho ms de atender las cuestiones que deri- van de la forma que adquiere el conflicto que de las que hacen al fondo del problema que le da origen. En efecto, se busca un acuerdo razonable para reservar ~antes que nada- el necesario sentido de comunidad y estabilidad piiblica, Como resultado del mismo, los derechos sexuales y los derechos Bevin, cimrosrn, Sosa y Voss ~ La ruiica of GeNERO DE LAS POLENCAS ALICAS ARORA juridicamente como derechos sociales de salud rncia~ como derechos individuales de libertad. Se que el derecho a Ia planificacién familiar alcance el estatus de derecho {de validez universal. Los derechos sexuales y los derechos reproduc- ci6n familiar, adquieren de esta manera segu- 0, valores que contribuyen a producir representa i y libertad en la sociedad. ‘como contradiccién~ esti dada en la misma naturaleza ibuida estratégicamente en ese plano a estos derechos, como derechos socia~ la entidad necesaria, de derechos individuales que no se pueden garantizar en términos de ertades individuales son preexisteutes a los derechos hacen para completar las aspiraciones de bienestar de Esa preexistencia de los derechos individuales cumple la funcién, poli- as facultades de salud publica deberiin otorgar mediante “ 8 que permitan concretar esa libertad; por ejemplo, con la anti- (reversible ¢ irreversible, como prestacién piblica de salud, y el ‘la afencién médica que surja en consecuencia). En ol te Hanah Area (1987) yo adapta, em wu vs, «mics le argue mph Tne aca nica gun Roe Epa Berit own Ymann La libertad plena, por tanto, es ain una asignatura pendiente del “ser ciudadana” en nuestra democracia. No quedan dudas de que lidi mismo sexo, entre otras~ como los recient algunos métodos de anticoncepeién irre piiblica post-aborto~ producidos en tomo dos del mismo eonflicto por la libertad del que nos ocupamos y expresion: cconsensos, sane la sociedad. No obstante, no han sido pocos los avan- son mas patrimonio del oscurantismo pertenecen por derecho a la comunidad p Consideraciones finales Desde el auge del complejo y tenso movimiento feminista y el conjunto de reivindicaciones que le sucedieron, se abrié el terreno para una ‘configuracién de la respuesta estatal, mediante el disetio de politicas “a favor de las mujeres”. Sin dudas, la presién del colectivo femenino, ‘mediante sus instancias orgenizativas, ha sido un factor dinémico que coad- yuv6 a estimular la voluntad politica de Jos Estados sociedad. Como estrategia inicial, expresar el ddas de las mujeres mostré ser una clave para se mental. La planificacién de politicas piblicas de las mujeres significé un reconocimiento y una mayor visibilidad de las necesidades y demandas femeninas, en tanto intent6 propender a lograr cambios para revertir Ia desventaja histrica en Ia cual se encontraban las ‘mujeres en educacién, a la pol por las politicas de Estado, tendientes a superar la situaci ‘en raz6n del género, no se cristalizé en un cambio sustantivo en la condicién de subaltemidad de tas mujeres, ni en las causas que Ia generan, En este Hs Caras, Soh v Vonas - LA Ponca HERO DE LAS do, el desafio del presente es producir politicas piblicas que no sélo an las asimetrias de género, sino que produzcan condiciones de equi- den orden al bienestar. No dejamos de reconocer que el eonjunto de movilizaciones en torno a jp necesiades prcticas de las mujeres ~nevesidades que son decid de las cconcretas a que se han visto sometidas en la divisién social y trabajo~ trajo como correlato ta en juego de los intereses s de largo aleance y cuyo ide a otorgar a la mujer _que colocé en el terreno pit evidenciando también como igodinecte polis f¢0, El mbito piblico se ha transformado y dinamizado con la conquista de ‘mujeres en este terreno; el Ambito doméstico, por el contratio, se ha mante- ido y prescrvado con el enajenamiento de Ia libertad de las mujeres. ‘Argentina, existe un paquete de planes y ps hacer efectivo el “derecho de las muje No obstante, aun constatamos que ‘del Estado, en tanto dichas politicas ejercen influencia sobre las mujeres a retienen, como responsables histéricas de 1a reproduccién, en tres ones fundamentales: la biol6gica, la del mantenimiento eotidiano de Iuerza de trabajo y la social. Ea el marco de nussra démoercia, de forma recurtent,eonsatumos gio las politicas piblicas naturalizan dicha divisién y contribuyen a repro~ asic rapes tL yee Beata VARIO ‘gue incorpore, efectivamente y en forma conjunta, tanto la perspectiva trans- ‘versal de género como a redistribucién equitativa de los ingresos como epicentro de las acciones politicas, De esta manera las desigualdades estructu- liferenciadas, de clase y de género, abrirén paso a un cambio de orden dblicas, desde ¢l acto mismo de formulacién y ejecucién, ‘enfrentar los problemas de discriminacidn de género, sino que deben reconocer a las mujeres como personas piblicas auténomas, indepen dientes de sus roles familiares, y concebirlas como “sujetos (de derechos)” y también de los valores, actitudes y comportamientos sociales que le dan forma y Vida a toda Ja comunidad politica, jscriminacién laboral de la mujer en las normas hacia ta equidad de género en América Latina y El ibe”. 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