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POLEMICA Ciene, Soc. 24: 47-58, 1982. ECONOMIA, CRISIS E INTERVENCIONISMO ESTATAL. ELEMENTOS PARA UN DEBATE El objeto del presente articulo es discutir las concepciones bdsicas del pensamiento neolibe- ral respecto a la econom(a, y al intervencionismo estatal. Para ello hemos tomado el libro de Jorge Corrales “De la pobreza a Ja abundancia en Costa Rica”’ que recientemente ha sido publicado por la Editorial Studium de la Universidad Auténoma de Centro América. El libro plantea importantes problemas tanto de cardcter cientifico como de cardcter politico. En este trabajo nos limitare- mos a tratar aquellos aspectos que se relacionan con la discusién académica dejando, por tanto, fuera los aspectos ms directamente politicos. Queremos destacar la perspectiva en que se ubica este pequefio trabajo. Los problemas que enfren- tan nuestras sociedades latinoamericanas son de tal complejidad, que constituye un imperativo, el enfrentar este tipo de debates de la forma mds am- plia y abierta posible. Las recetas mégicas se han demostrado incapaces de hacer frente a esos pro- blemas, lo cual exige de los pueblos y sus intelec- tuales una nueva actitud como premisa para ir su- perdndolos. Es por ello que el articulo no pretende en- tregar soluciones sino més bien ir seftalando areas de problemas para los cuales las diferentes escue- las de pensamiento no han logrado entregar solu- ciones satisfactorias. En ese sentido estarfa satis- fecho nuestro objetivo si el articulo sirviera para motivar un amplio debate en torno a los problemas tratados. 1. EL SISTEMA CENTRALISTA DE PLANIFICACION 1.1. La crftica liberal La critica liberal del sistema centralista de planificacién se apoya en las siguientes dos premi- sas: a) La libertad econdmica es la base de la liber- tad politica y b) El sistema de libre competencia Eugenio Rivera U. permite maximizar la eficiencia econdmica, A par- tir de estos postulados, que discutiremos més aba- jo, los liberales Hegan a la conclusién de que en la medida de que el sistema de planificacién centra- lista no hay libertad econémica, ya que el Estado es propietario de la mayor parte de los medios de produccién, tampoco puede haber libertad polit ca. Sin embargo esto no constituye s6lo un pro- blema politico sino que ademés “tas caracteristicas principales de la gestion econé: ‘mica por parte del Estado serin la ausencia de in- novacion, creatividad, eficiencia y flexibilidad y, sobre todo, se hard presente el desperdicio en la utilizacion de los factores productivos en la econo- mia”. (Corrales, 1981, p. 28) El sistema donde predomina la propiedad es- tatal es por tanto, para los neoliberales, estructural- mente ineficiente desde el punto de vista econé- mico. Segin Jorge Corrales el problema no radica en que no se pueda planificar, pues cualquier auto- ridad puede hacerlo, sino mds bien en el hecho de “ese afén razonador, que intenta sustituir el caos aparente que resulta de la libre accién humana no ‘ha podido demostrar logicamente la posibilidad de {que una autoridad central, en soctedades modernas y complejas como las actuales pueda fabricar una organizacion productiva mds eficiente que la que se logra bajo el sistema capitalista de competen- cia". (Corrales, 1981, p. 138}. Hasta aqui la critica neoliberal al sistema de planificacién centralista. 1.2. Los problemas de la critica La critica que realiza Corrales a lo que él de- nomina Economia Piblica —en contraposicién a la Economia Privada— plantea a nuestro juicio dos problemas principales que nos parece conveniente analizar aq a) Aquel referido a la eficiencia o ineficien- cia de la Economia Publica. 48 CIENCIAS SOCIALES b) Ellque se relaciona con las supuestas cau- sas de la ineficiencia que se constata. Evidentemente, el autor engloba en el con- cepto Economia Publica tanto el sistema econémi- co llamado socialista como el tipo de economia mixta que predomina en la mayor parte de los paf- ses capitalistas. En la medida que en nuestra opi- nién, la pregunta acerca de la eficiencia o ineficien- cia de la economia mixta remite al problema de la eficiencia del sistema capitalista, tratamos este as- pecto en los puntos posteriores. En esta parte nos concentraremos, para mayor claridad en la exposi- cién, en discutir los dos problemas a que hemos hecho referencia en relacién a la llamada economéa socialista. a) {Constituye el lamado sistema socialis ta realmente existente un sistema eco- nomico eficiente? No es posible responder aqui una pregunta de esa naturaleza, por lo que desea- mos plantear simplemente algunas reflexiones. La crisis que atraviesan los paises del Este pareciera apoyar una respuesta negativa a la pre- gunta en cuestién. Polonia constituye el caso més evidente: los profundos problemas econémicos y politicos que atraviesa esa nacién remiten clara- mente a las profundas contradicciones que afectan al sistema centralista de planificacién. Rumania se ve en la actualidad amenazada por problemas simi- lares que no por ser menos agudos, dejan de evi- denciar la crisis en que se encuentra el sistema. Los continuos problemas agricolas que sufre la Unién Soviética apuntan en la misma direccién. Pero esta conclusin no resulta de la simple observacién de fenémenos aislados. En efecto, una serie de autores marxistas que han trabajado este problema llegan a conclusiones similares (Bet- telheim, 1974, 1977; Sik, 1979; Chavance, 1980). E| mis destacado de estos autores es Rudolf Bahro, ex miembro del Partido Socialista Unificado de la Repiiblica Democrética Alemana, el cual luego de una prolongada experiencia en el sistema de pla- nificacién escribi6 un andlisis sobre el sistema eco- némico, que al ser publicado en Alemania Federal le significé la cércel, de donde sélo fue liberado luego que se realizé una gran campafia en Occiden- te encabezada por los propios partidos comunistas, de Europa Occidental. En el libro titulado “La Alternativa. Critica del socialismo realmente exis- tente” Bahro desarrolla un andlisis de esas socieda- des basado estrictamente en el pensamiento mar- xista. Luego de analizar las relaciones de produc- cién dominantes se pregunta {por qué la sociedad del socialismo real no funciona econémicamente al menos tan efectivamente como el sistema capi- talista? A lo que responde: “EI freno esencial de la dinémica econémica radica en que desde abajo hasta en el director de fabrica las leyes del comportamiento burocritico se privile- ‘glan en desmedro de los objetivos econdmicos. Cémo se leva él con el director general de su rama industrial... 0 con la direccién del Partido a nivel ‘comunal, no es s6lo tan importante como el éxito ‘econdmico, que él puede alcanzar con su colectivo de trabajo, puede no s6lo compensar los errores, si- ‘no que ademés puede incluso determinar con anti. cipacién los ‘éxitos econdmicos' (comillas en el original), que donde nosotros se pueden asignar". (Bahro, 1977, p. 26). La ineficiencia existente responde al predo- minio de un sistema en el cual se tiende a favore- cer, a todo nivel, un comportamiento que Bahro denomina burocrdtico en desmedro de pautas de comportamiento més iitiles aun desde un estrecho punto de vista econémico. b) Esto nos lleva a tratar cortamente la se- gunda interrogante que habfamos plan- teado al comenzar esta parte 1.2. Nos referimos Hl problema que se relaciona con las causas que ex- plican el fenémeno de la ineficiencia econémica que constata Bahro en su obra sobre el socialismo realmente existente. Mientras que Corrales cree encontrar las causas de esta ineficiencia en la im- posibilidad de que un cerebro central dicte orde- nes destinadas a orientar la actividad econémica, que sean més eficientes que las orientaciones que entrega el libre juego de las fuerzas del mercado, Bahro considera necesario cambiar el terreno de la discusién, De ahi que se plantea una pregunta que apunta al ncleo central del sistema de produccién: {Cudles son las relaciones de propiedad en el socia- lismo realmente existente? Al respecto Bahro se- fala: “La eliminaci6n de la propiedad privada de los me- dios de produccién no ha implicado de ninguna ‘manera su transformacion en propiedad del pueblo. Por el contrario, toda la socledad se encuentra fren- te al Estado desprovista de propiedad. La dispost- cién monopélica sobre el aparato productivo, sobre la parte del leén del sobreproducto, sobre las pro- porciones del proceso de produccién, sobre la dis- tribucién y el consumo ha Ievado un mecanismo que tiende a liquidar o privatizar toda iniciativa Subjetiva”. (Bahro, 1977, p. 26) La ineficacia del sistema econémico del so- cialismo realmente existente no refiere en primer ugar al sistema de planificacién mismo (de la mis- ma manera que el cardcter socialista de una deter- RIVERA, Economia, crisis 0 intervencionismo estatal. Elementos para un debate 49 minada sociedad no radica en si existe un sistema de planificacién 0 no) sino que nos remite al pro- blema fundamental de la relacién que existe entre los productores y sus condiciones de produccién. En ese sentido Bahro constata que en el socialis- mo realmente existente los productores siguen se- parados de sus condiciones de produccién, ya que el Estado monopoliza el conjunto de los medios de produccién y las decisiones sobre la distribu- cién continian siendo tomadas por encima de los productores. Se puede afirmar por tanto que pre- dominan relaciones que segiin Marx constitufan la esencia del sistema capitalista: “La acumulacién originaria del capital presupone la centralizacién de las condiciones de trabajo. Impli. ‘ca la separacion de estas condiciones con respecto al trabajador y la fuerza de trabajo... De esta suer- te quedan echadas las bases de la produecion capi. talista, verdadero fundamento del capital”. (Marx, 1978, p. 316). Estas caracteristicas bésicas del capitalismo se reproducen en el llamado socialismo realmente existente y se constituyen segiin la opinién de Bahro en la causa dltima de los problemas econd- micos y politicos que atraviesan estas sociedades: ‘Los acontecimientos polacos...aportan sdlo el primer punto de reconocimiento de que la lenta crisis de nuestro sistema no encuentra sus causas en problemas temporales sino que radican en las rofundas contradicciones socioecondmicas que tienen su origen en la esencia de las relaciones de produccién". (Bahro, 1977, p. 10). Los problemas estructurales que afectan al socialismo realmente existente, que cada vez re- sultan mds evidentes incluso para importantes par- tidos comunistas europeos constituye un llamado de atencién para aquellos que luchan por una so- ciedad mejor. De ahf el imperativo de que, como sefialan los comunistas italianos, de buscar su pro- pia via de liberacién, que supere experiencias que no s6lo no han trafdo a los pueblos nuevas formas de vida, sino que ademas no han resultado més efi- cientes que el capitalismo. En estos marcos se plantea la pregunta de si el sistema capitalista cons- tituye por el contrario un sistema eficiente como Jo afirma Corrales. A nuestro juicio el capitalismo es un sistema que no sélo sacrifica la posibilidad de una mejor sociedad al objetivo de la acumula- cién privada sino que ademds desde el mds estre- cho punto de vista econémico no es eficiente, lo cual explica las largas luchas por superarlo. A esta discusién dedicaremos la parte siguiente del pre- sente articulo. LA ECONOMIA Y EL ESTADO CAPIT/ LISTA DESDE LA PERSPECTIVA NEOLIBERAL 2.1. La economéa capitalista En contraposicién al sistema centralista de planificacién, Jorge Corrales desarrolla su concep- mn del sistema de economia de mercado. Del mismo modo en que para el autor el sistema de planificacién reiine todos los males imaginables, el sistema de competencia se caracteriza por su ex- celencia. Dos son sin embargo las razones princi- pales que llevan al autor a pronunciarse a favor del sistema capitalista: a) Porque supuestamente per- mite maximizar la eficiencia econémica y ) Por- que en su opinién supone la més amplia libertad econémica que es la base de la libertad politica. El segundo aspecto lo analizaremos en el punto 2.2. Concentrémonos por tanto, por ahora, en el primero. En qué radica la eficiencia del sistema capi- talista seguin los neoliberales? "Se supone que, dado un conjunto de recursos en un momento especifico, al utilizar un ente privado ids de esos factores lo que hace a costa de los re- cursos que emplearia algiin otro ente privado. Y, por ello, se hace necesaria la eficiencia en la asig- nacién de recursos por parte del sector privado, ues de no ser ast, por la naturaleza competitiva ¥ de lucha por esos mismos factores, esa entidad Drivada tendria pérdides, que no es lo que desea erm prop asin er (Curley 1 El sistema descrito por Corrales encuentra su niicleo fundamental en el concepto de competen- Mediante este mecanismo el sistema de mer- cado obliga a los individuos a utilizar en forma 6p- tima los recursos de que dispone la sociedad y que se encuentran bajo su propiedad. En caso de que haya un mal aprovechamiento de ellos, el produc- tor en cuestién va a ser castigado a través de las pérdidas. En ese sentido, segin el planteamiento liberal, el individuo ineficiente va a perder sus pro- piedades, las cuales van a ser asumidas por otros individuos capaces de garantizar una utilizacién Sptima de los recursos que posee la sociedad. De esa manera se asegura segiin los liberales el bien co- min, La importancia asignada al mecanismo de la competencia hace necesario preguntarse si él fun- ciona de la forma en que presuntamente deberia funcionar para asegurar el ptimo desenvolvimien- to econémico que ofrecen los neoliberales. Como se sabe, el mecanismo de la competencia se basa en 50 CIENCIAS SOCIALES el supuesto de que el sistema de precios, que orien- ta la actividad de los productores, no puede ser in- fluenciado por ninguna de las empresas presentes en un mercado determinado. El desarrollo de grandes consorcios industriales y comerciales ha hecho que una gran mayoria de economistas pon- gan en cuestin este supuesto, al menos en lo que se refiere al capitalismo contemporaneo. Joan Ro- binson sefiala al respecto “EI concepto de competencia perfecta es total- mente inaplicable a la industria manufacturera Los precios de las manufacturas son, por su propla naturaleza, precios administrados”. (Ro- binson, 1973, p. 14). IK. Galbraith nos indica por su parte: “Entre tanto, la teoria econémica... también ha- ‘bia asestado un duro golpe al modelo basado en ta competencia". (Galbraith, 1972, p. 88). Existe acuerdo entre los economistas que el mundo ideal de la competencia (si es que alguna vez existi6) ha sido reemplazado por lo que se de- nomina la competencia oligopélica imperfecta. Este desarrollo ha traido consigo la posibilidad de que las empresas puedan ejercer una influencia, al menos importante, lo que tiene por consecuencia que el sistema de precios que supuestamente orien- taba a los productores en cuanto a lo demandado por los consumidores, es impuesto a estos tiltimos gracias al poder de que disponen los grandes con- sorcios que controlan practicamente todos los mercados. Como seflala Joan Robinson nos encon- tramos frente a la existencia de precios administra- dos, por las grandes empresas. Segin Corrales el debilitamiento de la com- petencia es el resultado de la intervencién del Esta- do en la economia, Lamentablemente no se entre- gan elementos que confirmen dicho aserto. Lo cierto es, que desde las primeras leyes antimonop6- licas dictadas por ejemplo en Estados Unidos, se puede ver una constante: las amenazas contra el sistema de competencia provenian de grandes em- presas que buscaban ejercer un poder monopsli- co sobre sus mercados. Este no constituye un fe- nomeno casual o transitorio, por el contrario, el proceso de concentracién del capital que estd a su base responde a las leyes fundamentales de funcio- namiento del sistema: “El desenvolvimento de la produccién y acumula- cién capitalista condiciona procesos laborales en tuna escala cada vez mayor, y por ende de dimensio- nes constantemente crecientes y los adelantos de capital correspondientemente en aumento por cada establecimiento en particular. Por ell, una crecien- te concentracion de los capitales (acompafiado al ‘mismo tiempo, aunque en menor medida de un cre- Ciente miimero de capitalists) es tanto una de sus condiciones materiales como uno de los resultados roducidos por ella misma’. (Marx, 1978, vol V1, p. 279) EI aumento de la concentracién del capital y el correspondiente desarrollo de la produccién a gran escala constituyen obstéculos objetivos al funcionamiento de la competencia. En ese senti- do el llamado intervencionismo estatal no es sino en un segundo momento una limitacién para la competencia. Los neoliberales afirman que el intervencio- rnismo estatal, al limitar la competencia, impide que el capitalismo funcione dando lugar a serias crisis. Sin embargo, el intervencionismo estatal, al menos en la forma moderna que conocemos, surge a consecuencia de la gran crisis mundial de 1929. Se intentaba con ello superar a través de la accién del Estado algunos aspectos del sistema capitalista que lo levaban en forma recurrente a entrar en serias crisis. Por asf decirlo, el Estado in- tervencionista es en si mismo un indicador de la existencia de serios problemas en el sistema de produccién capitalista. De ah que cuando Corra- les habla de la eficiencia del sistema no podemos dejar de recordar que ta historia del capitalismo no es otra cosa que la historia de sus crisis y recu- peraciones. La gran crisis del 29 fue la culmina- cién de este proceso de progresiva agudizacién de los fenémenos ciclicos que venia enfrentando el capitalismo. De un momento a otro miles de em- presas tuvieron que cerrar, miles de empresarios se vieron arruinados, millones de trabajadores per- dieron su empleo. Esta situacién fue aprovechada Por organizaciones fascistas que ascendieron al po- der en paises como Alemania e Italia. Las conse- cuencias de ello son bien conocidas: el holocausto y la Segunda Guerra Mundial que dejé 60 millo- nes de muertos. A estas alturas, en que resulta evi- dente que el Estado intervencionista no ha podido evitar las crisis (si bien la ha mitigado en sus conse- cuencias) es indispensable no confundir los térmi- nos del problema: las causas por las que en el sis- tema capitalista aparezcan periédicamente profun- das crisis radican en sus mismas caracteristicas y no en el Estado intervencionista que surge justa- mente como respuesta a la més grande crisis del capitalismo: la crisis del 29. {Pero cules son las causas iltimas de las cri- sis que afectan al capitalismo y por tanto de su RIVERA, Economia, consiguiente ineficiencia? Una explicacion tradi- cional del problema era aquella que sefialaba que las crisis encontraban su origen en la falta de un sistema de planificacién. El hecho que los produc- tores, se afirmaba, sélo sepan a posteriori si lo que produjeron correspond 0 no a las necesidades de la sociedad constituye la raz6n iltima de las crisis. De ahi que se pensaba que desarrollando el siste- ma de planificacién se iban a superar los proble- mas. Esta creencia esté a la base tanto de las ilu- siones occidentales respecto a que con el interven cionismo estatal se iban a superar las crisis como de las ilusiones de los paises del llamado socialismo realmente existente que crefan haber construido una sociedad libre de crisis econémicas. La crisis mundial que afecta a unos como a otros es el més claro desmentido a esas concepciones. El problema de estas concepciones radica en nuestra opinién en que la crisis se ve ante todo co- mo un problema técnico de desproporcién entre lo demandado y lo ofrecido. Es elocuente en ese sentido el que Corrales insista en que la desventaja del socialismo radica en que jamés un cerebro cen- tral puede organizar la produccién tan efectiva- mente como la accién espontinea de los individuos en el mercado. Es también elocuente el hecho de que la direccién soviética haya basado sus esperan- zas de superar el capitalismo en la existencia de un sistema de planificacién. A pesar de las diferencias entre ambos planteamientos, ambos evidencian una reduccién del problema de las causas de la cri sis al problema técnico indicado. ‘A nuestro juicio, la existencia de las crisis remite al problema del cardcter antagénico de las, relaciones de produccién dominantes en ambos sis- temas sociales. En efecto, los trabajadores no dis- Pponen de la capacidad de determinar el qué, el cémo, ni el para quién producir, sino que ello es monopolizado ya sea por un grupo de capitalistas © por un grupo de burécratas. La lucha de los tra- bajadores por irse apropiando de la capacidad de decidir sobre sus destinos, la lucha por un sistema de distribucién més justo, plantea problemas tan- to al sistema capitalista —al poner en cuestion la Participacin de los capitalistas en la distribucién del producto como al socialismo realmente exis- tente— lo que se manifiesta en que las reivindica- ciones de los trabajadores reales nada tienen que ver con las prioridades que indica el plan, En sin- tesis las crisis del socialismo asf como también las crisis del sistema capitalista remiten en diltimo tér- mino a la lucha de los trabajadores que no aceptan estos sistemas. Es a partir de esta constatacién que is o intervencionismo estatal, Elementos para un debate 51 se fundamenta la necesidad de encontrar nuevas formas de orientacién de la produccién que sirvan de base a una nueva sociedad. 2.2, El Estado neoliberal Los neoliberales son partidarios de una eco- nomia capitalista debido a que, segtin su opinin, ella constituye un régimen de libertad econdmica que es a su vez la base de la libertad politica. De ahi que propician la idea de un Estado neutro fren- te a la economfa. Se supone que en la medida que el Estado no intervenga los seres humanos se de- senvuelven libremente en lo econémico y por tan- to en lo politico: “La virtud del Estado liberal consiste en que éste se restringe al minimo indispensable a fin de ase- gurar al individuo que la justicia, la libertad y la az, fundamentos del orden civilizado, estén pre. sentes y no reine la anarquia ¢ incivitizacion. El Estado minimo permite, entonces, que la perso- na utilice su propio conocimiento en a consecu. ccién de sus propios fines en un medio dinémico (Corrales, 1981, p. 142). Premisa central de la presente concepcién es que el sistema de mercado implica necesariamente libertad econémica, lo cual no compartimos por Jas siguientes razones: ‘Como sefialamos més arriba la sociedad capi- talista, dejada a su libre arbitrio avanza hacia una rogresiva concentracién de los capitalistas. (No en términos absolutos pues funcionan contraten- dencias, entre ellas justamente las que nacen del in- tervencionismo del Estado). Como hemos visto, esto implica una expulsién permanente de peque- fios capitalistas por parte de cada vez mds grandes complejos industriales, lo que deriva en una situa- cién en que un reducido grupo monopoliza la ma- yor parte de los medios de produccién de una so- ciedad, frente a la cual la gran mayoria de la mis- ma queda despojada de toda propiedad. En ese sentido los individuos se ven obligados a vender su fuerza de trabajo a los poseedores de los medios de produccién. Jorge Corrales podria argitir que por muy pocos que sean los capitalistas siempre existe la posibilidad de vender la fuerza de traba- jo a otro capitalista. Tedricamente esto puede ser cierto pero en lo cotidiano no pasa de ser algo ex- cepcional. Mucho mds aiin cuando existen millo- nes de desocupados que miran con avidez cual- quier puesto de trabajo que queda vacante. Sin embargo, con el surgimiento del llamado Estado paternalista y la consecuente universalizacién del 52 CIENCIAS SOCIALES seguro de cesantfa, cuya imposicién no es ni mu- cho menos ajena a las luchas populares, los traba- jadores ampliaron en cierta medida su ambito de libertad, al tener algo a qué recurrir en caso de quedarse sin trabajo. La llamada libertad econé- mica es de esa manera un privilegio de minorias. La falta real de libertad para elegir trabajo que afecta a la mayoria de la poblacién se com- plementa con el despotismo de la fabrica: “Directa 0 indivectamente, las exigencias de disci- plina de la produccién capitalist, impuestas por las demandes de ta acumulacién y apropiacién ca- pitalistas, trae a su esfera de influencia -y de esa ‘manera bajo la dominacién del capital— un enorme rea de actividades y eerce un control sin prece- dentes sobre la disponibilidad de tiempo, dentro y ‘fuera del proceso de produccién’. (Meiksins, 198i, P. 92). El Estado minimo a que aspiran los neol- berales apunta en realidad a liberar al Estado de aquellas funciones que en buena medida respon- den 0 son producto de las luchas populares ~y que en general tienden a ampliar el ambito de libertad efectivo de las grandes mayorias— para construir un Estado que se limite a asegurar las condiciones necesarias a la reproduccién del sistema capitalista por medio de su poder de coaccién sin los limites que impone un Estado en que los sectores popula- res han impuesto la necesidad de que se tomen en cuenta sus intereses. La dudosa libertad econémica que asegura el sistema capitalista hace tambalear la relacién que los neoliberales creen ver entre sistema capitalista y libertad politica. En efecto, sin negar que la pro- duceién capitalista permite la existencia de la de- mocracia (formal requisito de la democracia real, sobre esta relacién ver Heller, 1981, pags. 50-58) parece importante enfatizar que la existencia de democracia y libertad politica no es producto del hecho de que predomine la produccién capitalista. Incluso, la evidencia histérica, parece afirmar que mientras mds libertad econémica ha existido (es decir libertad de los propietarios de los medios de produccidn) la libertad politica ha sido mas redu- sida. Al respecto C.B. Macpherson seflala para el e Inglaterra lo siguiente: El Estado liberal que hacia la mitad del siglo XIX abia establecido en Inglaterra las libertades poli ‘leas necesarias para facilitar el capitalismo, no era democritico: esto es, no habia extendido las liber- tades politicas a la mayorta de la poblacién. Cuan- do posteriormente lo hizo, comenz6 a recortar la Ebertad de mercado. Cuanto mds se extendian las, bertades politicas, menos extensivas se tornaban las Iibertades econdmicas. De todos modos, la co- rrelacin historica dificlimente suglere que el capi- talismo es una condicion necesaria para la libertad politica”. (Cit. Borén, 1980, p. 50) La experiencia actual en la mayoria de los paises de América Latina confirma la tesis enuncii da. ;Cudl es entonces el origen de la democracia politica? El cientista politico sueco Géran Ther- born al analizar el origen de las libertades politicas de 17 democracias europeas llega a las conclusio- nes siguientes: “Asi, Ja segunda etapa (se reffere a la fase de unt versalizacion de las libertades politicas) en la lucha por la democracia se vio conformada en gran medi. da por el surgimiento de Ia clase y el movimiento obrero... De hecho, el movimiento obrero luché fen casi todas partes no slo por mayores salarios y ‘mejores condiciones de trabajo, sino también por la democracia politica". (Therborn, 1980, pp. 39- 40). El rol decisivo que juega el movimiento po- pular como garante de la democracia en el capita- lismo resulta evidente. Prueba de ello es que en los paises en que se han impuesto los neoliberales, lo primero que se ha restringido es la organizacién sindical y politica de los trabajadores. Para las fuerzas progresistas de América Latina este hecho constituye un llamado a hacerse como movimiento popular responsable del mantenimiento y profun- dizaci6n de la democracia. 3. ELINTERVENCIONISMO ESTATAL Como hemos visto, para el pensamiento libe- ral, la fuente de eficiencia es el sistema de merca- do, por lo que el Estado ideal es aquel que se abs- tiene de intervenir en la economia. En base a ello Corrales afirma que “ta decadencia de ta economta costarricense, se de- be a factores estructurales derivados del esquema proteccionista”. (Corrales, 1981, p 153). que habria impuesto el Estado intervencionista re- comendado e impulsado por la CEPAL. Parece Por tanto importante preguntarse ;,Cémo fue posi- ble que surgiera un Estado que trajera consigo tan enosas consecuencias para la sociedad? “Usualmente 10s programas empiezan... con una cllentela pequefa. El proposito de la creacion de dichos programas es lograr una transferencia del total de la colectividad, supuestamente con mayor riqueza... hacia un grupo pequefo... de ingreso RIVERA, Economia, c1 ‘mds bajo... En muchos casos el grupo originalmen. te beneficiado no esté satisfecho con lo que recibe ¥y desea mds; 0 bien en otros casos, grupos que han ‘quedado afuera desean entrar también en la repartt. cién. .. Esto tiene como resultado un Estado mas grande y una reduceién menor de a desigualdad, lo cual era la meta inicial". (Corrales, fd. 70). Pero el problema principal es que nos enfrentaria- mos a “la amenaza mayor a los fundamentos de su (de los seres humanos) coexistencia social: el crecimiento del Estado a costa del individuo". (Corrales, 1981, p. 65) Parece relevante comenzar nuestra discusién reflexionando sobre el Ultimo aserto de Corrales. A primera vista pareciera mds bien que por ejem- plo en el caso de Costa Rica, mds correcta seria la afirmacién exactamente contraria: muchos indivi- duos han crecido (de muy diversas maneras) a cos- ta del Estado. Podrfamos mencionar los importan- tes subsidios a la industria de sustitucién, a los pro- ductores de arroz, a la nueva burgues‘a bananera, etc. El surgimiento de importantes sectores me- dios que gracias a la actividad estatal tuvieron acce- so a condiciones de vivienda muy superiores al pro- medio latinoamericano. Ademds no se puede olvi- dar el acceso de estos sectores a Ia educacién lo que abrié a muchos amplias posibilidades de ascen- 80 social. Por dltimo es importante seflalar que la expansidn de la actividad del Estado permitié “s... Mevar salud rural a todos tos rincones de Costa Rica, en el campo de los seguros sociales, se logra universalizar por lo menos el seguro de enfermeda- des y maternidad y hoy en dia casi hay un 90 0/0 de la poblacién cubierta. En el campo de las tele- ‘comunicaciones, se hace esfuerzo por llevar teleco- ‘municaciones a Tas zonas rurales, en el campo de la electricidad igualmente...a casi todo el pats, en agua potable casi se puede decir lo mismo". (Na- ranjo, 1980, p. 144) La afirmacién de Corrales respecto a que los individuos se transforman en victimas del Estado remite a un problema te6rico importante: nos re- ferimos a la compleja relaci6n entre los individuos © capas sociales y el Estado. En la concepcién liberal, que asume Corra- les, el Estado se considera un sujeto actuante y con poder propio por encima de los diferentes grupos sociales. Asi ef Estado supuestamente por si y ante sf decide beneficiar un grupo de indivi- duos supuestamente necesitados. Igualmente si el Estado puede beneficiar a algunos sectores po- © intervencionismo estatal. Elementos para un debate 53 dria terminar perjudicando a toda la poblacién. Una concepcién de esta naturaleza es coherente con la visién liberal de la economfa donde se en- frentan individuos aislados unos contra otros. Asf como un individuo o grupo de individuos pue- de conducir una empresa, otros dirigen el Estado, no existiendo més relacién entre los individuos en- cargados de dirigir el Estado y aquellos que dirigen una empresa que en el caso de individuos de distin- tas unidades econdmicas. Entre unos y otros slo se daria una diferencia: aquellos que asumen el ejercicio del poder publico, por definicién perse- guirian el interés general; los otros y en la me- dida que han de desenvolverse en el campo de la economia perseguirian su propio interés, y de esa manera, aportarian al desarrollo del todo. Los individuos que dirigen el Estado tendrian que velar por el bien comin, lo cual lo lograrfan abstenién- dose de intervenir, como la palabra lo dice, desde fuera, desde el Estado en la economia. De lo con- trario se romperia el orden naturdl de las cosas apareciendo el fendmeno de la crisis como sucede en estos momentos. Se establece asf una separa- cién radical entre lo econémico y lo politico, en- tte los individuos ocupados de lo politico y aque- llos ocupados en las actividades econémicas. Ast se hace posible el planteamiento liberal: el Estado crece a costa de los individuos. La concepcién expuesta presenta dos proble- mas principales que en ultimo término son respon- sables del simplismo con que los neoliberales tra- tan el problema del intervencionismo estatal. El primer problema se encuentra ya en su concepcién de la sociedad, la cual estarfa constit da por individuos aislados, unidos solamente por el mercado donde intercambian sus productos. Sin embargo, segiin nuestra opinién en la sociedad ca- pitalista los individuos no constituyen entidades aisladas sino que estén agrupados de acuerdo al lugar y la forma como dentro de una sociedad con- creta reproducen sus condiciones de existencia. De ahi que encontramos a aquellos que disponen de la propiedad real y de la posesidn de los medios de produccién: 1a burguesfa, dividida en agrupa- ciones més pequefias de acuerdo a las diversas fun- ciones que cumplen en el proceso de reproducci6n del capital (fraccién industrial, fraccién com: cial, etc.), Este fendmeno encuentra su expresién (Gin agotarse con ello) en fa constitucién de fas tla- madas cdmaras empresariales que representan las formas primarias de organizacién de empresarios que cumplen una misma funcién en el ciclo de re- 54 CIENCIAS SOCIALES produccién del capital. Por el otro lado encontra- ‘mos aquel sector desposefdo de los medios de pro- duccién, y que por tanto se encuentra obligado a vender su fuerza de trabajo para poder subsistir. Esta situacién objetiva comin se expresa igual- mente en la constitucién de sindicatos. En fun- cién de estas organizaciones parciales se constitu- yen organizaciones més amplias que aspiran a re- presentar ya sea al conjunto de los empresarios o al conjunto de los trabajadores. De ahi que mas alld del mercado estas organizaciones se relacionan en- tre si como tales. En estos marcos se plantea la pregunta acerca del momento (Iégico) en que se constituye una determinada forma de Estado capi: talista? En el momento en que diferentes grupos sociales se constituyen en un bloque histérico ca- paz de organizar el conjunto de la sociedad con la perspectiva de solucionar los problemas comunes de una manera que favorece en primer lugar 2 los grupos sociales que conforman el bloque en cues- tion, y en especial al grupo social que lo hegemoni- a. Esto nos lleva a un segundo problema direc- tamente relacionado con el anterior. En la medi- da en que la sociedad aparece —en el planteamien- to liberal— como constituida por individuos aisla- dos se pierde de vista la unidad que existe entre lo econémico y lo politico: los individuos que persi- guen su interés particular en la esfera econémica por un lado y aquellos que se encargan del bienes- tar general por el otro. Esta separacién nos parece que no da cuenta de la realidad. En efecto son las, mismas fuerzas sociales presentes en lo econémico las que constituyen el Estado. Es por ello que en €l Estado, a través de las diversas instituciones, los distintos grupos sociales buscan fortalecer su in- fluencia de manera de enfrentar lo econémico de la mejor manera posible. Por esta raz6n concorda- ‘mos con Nicos Poulantzas en que “EI Estado es una relacién: més precisamente una relacion de fuerzas entre las clases sociales”. (Pou- lantzas, 1975, p. 92). Esto no niega la posibilidad de que al inte rior del Estado, vinculada al aparato producti. vo estatal se desarrolle una fraccién burguesa, que se define como tal en funcién de que ejerce tanto la propiedad real (que en contraposicién al concepto de propiedad juridica expresa la capaci- dad real de disponer sobre la utilizaci6n de los me- dios de produccién y de su producto) como la po- sesién (el control sobre el proceso de trabajo) en las empresas estatales. Dentro de la relacién que va a constituir el Estado esta fraccién posee el mismo status te6rico que el resto de las clases so- ciales. Todo lo anterior nos leva a desplazar los términos del problema que nos ocupa: sin preten- der négar la materialidad propia del Estado, es de- cir sin ignorar su autonomfa, no se trata de un Es- tado-sujeto que crece a costa de los individuos si- no que asistimos en realidad a la circunstancia que unos grupos sociales crecen a costa de otros. En base a este razonamiento ya podemos entrar a discutir el problema del intervencionismo estatal ‘Antes que nada ,Qué entendemos por Est: do intervencionista? Es evidente que la misma expresin remite a una concepcién tedrica, que como la que venimos criticando, realiza una separacién entre economfa politica como si se tratase de dos compartimentos estancos. Asf es posible que desde la esfera politi ca, es decir desde fuera de la economfa se interven- gaen ella. Como se podré dar cuenta el lector, es- ta expresion no da cuenta de nuestra concepcién al respecto. En nuestra opinién, y siguiendo a Poulantzas el Estado estd presente constitutiva- mente en la economia en el sistema capitalista. En ese sentido no se puede hablar de un Estado inter- vencionista, en contraposicin a un hipotético Es- tado no intervencionista que habria existido antes, sino lo que ha variado es la forma concreta en que el Estado capitalista est4 presente en la economia. {Cémo surge por tanto la forma concreta de Ia presencia actual del Estado en los paises que co- mo Costa Rica poseen lo que se ha dado en llamar economia mixta? Nos interesa aqui solo esbozar elementos muy generales que hay que tener en cuenta. Como ya hemos sefialado, el Estado que por Jo difundido del término seguiremos lamando in- tervencionista o keynesiano, se comienza a genera- lizar en la fase abierta por la gran crisis mundial de 1929. La presencia de esta forma de Estado en la economéa se caracteriza por alcanzar el centro del proceso de reproduccién, es decir una posicién que transforma sus decisiones en vitales para el funcionamiento de la economia. El planteamiento kkeynesiano, que fundamenta tedricamente la ac- cién econémica de esta forma de Estado capitalis- ta, se basa en el supuesto de que frente a una im- portante caida de la inversién privada —por falta de incentivos— el aumento del gasto piblico po- dria atenuar en forma significativa los efectos de la crisis correspondiente. EI Estado keynesiano plantea novedosos pro- RIVERA, Economia, crisis 0 intervencionismo estatal. Elementos para un debate 55 blemas a la teorfa marxista tradicional sobre el Es- tado, en la medida que ella considera a éste simple- ‘mente un instrumento de los sectores mds podero- sos del capital. Esta idea es contradictoria con una concepcién marxiana de la crisis econémica, se- gin la cual ésta constituye un momento propio de la acumulacién capitalista, que permite paso adelante en el proceso de concentracién del capital: “este andlisis.. considera la crisis como inherente al movimiento de la acurnulacion capitalista; la ert- sis no es una ruptura del equilibrio, ni frenazo de la acumulacion; como ‘trabajo de lo negativo’ tiene tuna funcion positiva, la modificacién de los valores relativos, la eliminacién de los concurrentes més débiles, los cambios de las relaciones de fuerza, el reajuste de las relaciones de clase". (De Brunkoff, 1976, p. 163). Segiin la autora la crisis realiza un trabajo positive desde el punto de vista de los principales sectores capitalistas. De ahi que para una concep- cin del Estado como la sefialada, el Estado no podria ‘intervenir’ en la economia con el objetivo de atenuar la crisis. Sin embargo es justamente ello lo que caractetiza el rol del Estado en la economia en los paises capitalistas en las iltimas décadas. Los problemas de la teoria ortodoxa (nos referimos a la versién soviética del marxismo) resultan evidentes. El surgimiento del Estado intervencionista remite a profundas transforma- ciones de lo econémico y de lo politico que implican nuevas relaciones entre los distintos sectores sociales tanto al nivel de la economia como al nivel del Estado. Estas transformaciones se pueden describir de la siguiente manera: “Ahora bien, a partir del momento en que ef ‘mismo sistema politico sirve de marco y de direc cidn al desarrolio econémico del Estado... deviene ‘ahora lugar de compromisos institucionaies perma- rnentes, lugar que excede el solo campo del Bloque ‘en el poder para aleanzar el conjunto de las rela- ‘iones sociales, entre ells la relacin salaral... Et trato de la clase obrera como sujeto econémico y social portadora de reivindicaciones que afectan las condiciones de trabajo y al Estado (politica de pleno empleo, gestion y manutencién de una parte de la fuerza de trabajo, sectores nacionalizados...) modificari las fronteras entre lo privado y io iiblico y creard las bases materiales de una de- ‘manda éstatal sin comparacién en el pasado. Las ‘elaciones entre una clase obrera —que no es més s6lo una clase peligrosa o privada de todo— y el Estado, sus relaciones con las otras clases se encuen- tran radicalmente ofectadas” (BuctGlucksmann, Therborn, 1981, pp. 119-120}. En sintesis, la crisis econémica —que debido al gran desarrollo de las fuerzas productivas pre- sentan dimensiones cada vez mds amenazantes— el surgimiento masivo de las organizaciones empresa- riales en las cuales empieza a tener una cierta rele- vancia el capital mediano y pequefio, pero sobre todo el surgimiento y consolidacién de los grandes, partidos obreros traen consigo transformaciones en las relaciones de produccion y en el rol del Es- tado en la economfa que exigen un desplazamiento del problema. Las relaciones entre los sectores burgueses entre si y de éstos con el Estado se ven afectadas al devenir la clase obrera y el movimien- to popular un factor que, si bien no modifica en lo esencial la relacién de poder que determina el ca- récter fundamental del Estado capitalista, la modi- fica lo suficiente para que la actividad general del Estado, y en particular su accién econémica, tenga que tomar en cuenta intereses fundamentales de los sectores populares como son el pleno empleo, la seguridad social, etc. Evidentemente las repercusiones econémicas de estas politicas no son neutrales, sino que van a condicionar la forma que asume la acumulacién del capital, en otras palabras, la forma que adquie- re el crecimiento econémico. La importancia que adquieren los sectores populares al interior del Es- tado capitalista tiene una consecuencia de singular importancia. Nos referimos al hecho de que ello va a permitir que sectores de la burguesia econd- micamente subordinados puedan asumir con el apoyo popular posiciones decisivas al interior del Estado. Aqui radica la explicacién de una serie de fenémenos cuya caracteristica comtin es que el Estado no responde en forma automitica a los r querimientos de los sectores burgueses econdmi camente més poderosos. De ahi la posibilidad que el crecimiento econdmico ~en la medida que tiene que adaptarse a ciertas reivindicaciones populares— involucre criterios adicionales al de rentabilidad econémica. Si bien este anzlisis surge en relacién a paises como Alemania Federal y los paises escandinavos, nos parece que entrega elementos importantes pa- ra el estudio de paises como Argentina, Chile y Costa Rica. En conclusién el llamado Estado intervencio- nista surge como consecuencia de la llegada al po- der de un bloque social que siendo distinto en cada pais va a tomar en cuenta una nueva forma de inte- reses fundamentales de sectores populares. Se tra- ta en suma de que sectores populares, sin dejar de 56 CIENCIAS SOCIALES ‘ocupar un lugar subordinado al interior de la socie- dad, son capaces de influir para que el tipo de de- sarrollo dé cuenta de buena parte de sus intereses reivindicativos. Esto leva evidentemente a un enorme crecimiento del Estado. Es en estos mar- cos en que se ha de ubicar el intento liberal de des- mantelar el amado “Estado intervencionista”. Se trata en ultimo término de reemplazar el bloque hist6rico tradicional, que como veramos establecia un cierto acuerdo con los sectores populares, con otro que implica la eliminacién de la capacidad de negociacién de éstos y, por tanto, ademis de los sectores subordinados del capital. Al retomar el andlisis de Corrales de que la expansién de las actividades puiblicas eran el re- sultado de gente en el Estado que por querer ayu- dar a los pobres, termina por provocar un mal peor, lo que queda claro es el cardcter ahistérico y reduccionista del planteamiento: el crecimiento del Estado se deberfa a que personas mal informa- das por la CEPAL pero bien intencionadas quisie- ron solucionar los problemas recurriendo a la inter- vencién del Estado, Todo lo anterior, sin embargo, no nos puede alejar de lo que hoy es obvio para todos: el modelo de desarrollo por sustitucién de importaciones, ba- sado en ese bloque social especial, y el Estado in- tervencionista han entrado en una aguda crisis. Nuestra discusién, no obstante, nos permite cam- biar los términos del problema. No se trata ya de ver la crisis del sistema social como resultado de un crecimiento del Estado, como lo hace Corrales. Se trata mas bien de la entrada en crisis de un deter- minado acuerdo social, entre el bloque dominante y los sectores populares, debido a una serie de fac- tores que es necesario ir precisando. La crisis mundial, los problemas planteados por el aumento del precio del petréleo, el reorde- namiento de la economia mundial entregan un marco al interior del cual el sistema se ha hecho inoperante en la medida en que no se ha podido establecer un nuevo acuerdo que permita superar los problemas econémicos surgidos. Este tema evidentemente no lo podemos tra- tar aqui, por ello nos limitaremos a explicar un po- co mis lo tratado en base al problema de la infla- cién, que constituye a nuestro entender una de las miximas expresiones de la crisis. Para Corrales “La inflacién (definida como el alza continua en el nivel general de precios) es causada por un exceso en el crecimiento de lot medios de pogo”. (Corra- tes, 1981. p. 43) Luego de traer la explicacién liberal de la in- flacién Corrales presenta y critica las explicaciones ‘no monetaristas del fenémeno: a) La inflacién co- ‘mo consecuencia del aumento de salarios; b) La inflacién como resultado del crecimiento de las ta- sas de’ interés; c) La inflacién como efecto de la elevacién de los impuestos y d) La inflacién como producto del aumento de los precios del petrdleo. Todas estas explicaciones segin Corrales no expli- can el fendmeno, ya que si bien pueden producir aumentos de precios en productos individuales, no implican un aumento generalizado de los mismos, lo que se denomina propiamente inflacién. Corrales no tiene razén al sefialar que cada una de las explicaciones no monetaristas de la in- flacién no dan cuenta de la inflacién. No obstan- te nos parece que el conjunto de las explicaciones No monetaristas, tomadas ya no aisladamente, si explican el problema en cuestién, en la medida que refieren a problemas que escapan a lo meramente econémico. En efecto las diferentes explicaciones no monetaristas, tienen una parte de “verdad”, si se ubican en el contexto del conflicto social, lo que bajo las condiciones dadas constituye el ele- mento explicativo central. El aumento del precio de la fuerza de trabajo remite por ejemplo a las lu- chas sindicales. El aumento de los precios agrico- las puede en dltimo término expresar las luchas de los campesinos. Se trata en definitiva de que los diferentes grupos sociales intentan mejorar su par- ticipacién en la distribucién del producto social tanto al nivel econédmico como a nivel politico en la lucha por imponer politicas econémicas deter- minadas. En resumen, el conflicto social en el momento que llega a un alto nivel de agudizacién es la causa iiltima de un aumento generalizado del nivel de precios. El dogmatismo que caracteriza al pensamien- to neoliberal trae como consecuencia el hecho de que toda explicacién que difiera de la monetaris- ta no puede ser sino un artificio destinado a escon- der la supuesta incapacidad del Estado de contener la oferta monetaria. El autor seftala cuatro razones que Ilevarian a presentar estas explicaciones no monetaristas del fenémeno inflacionario. (Corra- les, 1981, pp. 51-52). Ademds de que el autor no establece una jerarquia entre estas razones, ellas nos parecen insuficientes. En efecto las tres prime- ras razones —es decir, el que el aceptar la “verdade- ra" causa obligaria a reconocer un deterioro en la riqueza del pais, el hecho de que acarrearia una pérdida de votos o que a la administracién se le adscribirian resultados de administraciones ante- RIVERA, Economia, crisis o intervencionismo estatal. Elementos para un debate 37 riores— se caracterizan por referir més a problemas, de manejo propagandistico por parte del gobierno que a presiones determinantes en la formulacién de la politica econémica. La cuarta raz6n entrega- da por el autor, que se refiere al hecho de que una politica decidida del Estado tendiente a controlar el fenémeno inflacionario se evita ya que ello trae- ria como consecuencia una disminucién de los in- gresos del fisco, remite a problemas més de fondo. Sin embargo Corrales permanece enredado en su coneepcidn del Estado que no le permite ver la relaciOn entre el origen de los ingresos del Estado (que afecta de manera diversa y cambiante a los diferentes sectores sociales) y ei destino del Gasto Piblico que va a favorecer igualmente de manera cambiante y diferenciada a las distintas fuerzas so- ciales. Por ello es que se puede afirmar que “en muchos casos en que el Estado de beneficia de 1a inflacién s6lo actia como un ‘conducto’: se usa cel poder del Estado para canalizar en una u otra di- receion los recursos adquiridos por el Estado”. (Hirs- chan, 1980, pp. 688-689). En suma lo que para Corrales constituye la causa ultima de la inflacion —es decir la incapaci- dad del Estado de restringir la oferta monetaria— no es en realidad mas que el fendmeno que es ne- cesario explicar a través del anilisis concreto que se desarrolla bajo determinadas condiciones. igual forma y a manera de conclusién el andl del Estado intervencionista y de su crisis exige el anilisis del bloque historico que le dio origen y le sirvié de sustento y que ahora ha entrado en crisis sin que se pueda percibir aiin los grupos so- ciales capaces de constituir uno nuevo que abra paso a la superacién de la misma. BIBLIOGRAFIA. BAHRO, Rudolf. Die Alternative, Kritik des real existierenden Sozialismus. Europaische Ver- lagsanstalt, KéIn — Frankfurt am Main, 1977. (Las citas han sido traducidas por nosotros. ER). BETTELHEIM, Charles. Las luchas de clases en la URSS. Siglo XXI Editores, (dos voltimenes) México 1979. BORON, Attilio. 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