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Etchegoyen, H. Fundamentos de la técnica psicoanalitica. Buenos Aires, Amorrortu, teat 1988. Capitulo 4 y 5. paginas 57-75, 4. La entrevista psicoanalitica: estructura y objetivos Hemos seguido hasta este momento, creo, un curso natural en el dé- sarrollo de nuestros temas: empezamos por definir el psicodndlisis, nos ‘cupamos fuego de sus indicacfones y ahora nos toca estudiar ef instru- mento para establecerlas, la entrevista. Vamos a seguir muy de cerca el tcabajo de Bleger (1971), claro y preciso, verdadero modelo de investiga- cién, 1. Delimitacién del concepto Er término entrevista es muy amplio: todo Jo que sea_una «vision entre dos (0 mis) *Parete, sin emibar- #9, que iaciOn se reserva para algin encueatro de tipo especial, Bo para contacts regulares. «Vista, concutresca confarenee dace rms personas en lugar determinado, para tratar 0 resolver un negocion, dice el Diccionario de la lengua espaitola de ia Real Academia (1956). ta vista, pues, tene por finalidad discutir o desbrozar alguna terea eonerets entre petsonas determinadas due respelan cleray Constante de lugar y de tiempo. Una entrevista periodiatica, por ejemplo, consists ok {ue ub reportero vaya a vet a una persona, digamos un politico, para re- »), que tiene que ver con extrategias explorato- aby conlactiondads Alcs caren i festaetse eee Ja de sepracifn, Durantedl dearolo ae eee ee vicnen tabla, For Ger, Sunnie oe angustig que pueden informarnos especificamente acerca de dreas perturbadas en la fsiructura mental del entrevistado. A esta engustia critica Rolla la deno- ‘mina «confusional», término que no me parece conveniente por las reso. nancias fedricas qué puede tener. "Bx sobre grat bares que Sullivan va a erss su concep dela piguatia moderna, 6 2, Problemas de trasferencia y contratrasferencia fl tema dela ansiedad nos lleva de la mano al de Loe fenémenos de era mE /contratrasfereneia que denen logar en a entrevista ia ado teproduct en la entrevista conflctot pautas de 52 paced que agen ura vfgesea Acuna realidad pet lsica is, paste aes fra donde el RREVREMIBE ued invest de ua papel -0? (axe. estrictamente no le corresponde. A través de estas “utrasterencias® resbtenet ang previoseinformacioa sobre ia extructarn mental per eujeto Vel tipo de su relacion eon el profi, stator, por su parte, no respénde a todos gtos fenéraenos = 3 Et ga is ees, Dues, Bieger nos advierte, con razOn, que DO ¢5 de facil manejo y requiere pre- paracién, experiencia y ‘equilibrio (1971, pag. 25). ibn, experienc detrasferencia ela entrevista inkl = ocuparon Caen set sn erebaj todavia nec. Estos autores empieran Por sebalar Oe sigs tecnica y lo abjetivos qe persigue, 1a ent jal es radicalmente distinta del uratarciento analiticg, La ent cne importaticla en si misma y también pordue ejerce una pro cette Lene A'y ratuniento pacoanaiico que ls puade continua ‘Para estos autores, una | particularidad de la entrevista es Ja cuantia de ta luz de la gpa dela ‘ible, y en muchas ocasiones indes yetihten "Prents # este fuerte impacto, el chirevitador mo B ‘seeurso de la interpretacién que, cotoeristadot Mes, ayudaria al analizado al par que resolver la sobss, a, otra gusta coatratrasferencal. ¥ no puede bacerlo, como y@ ie ‘hemos dicho, porque no lo autorizan sus ‘objetivos ni se ha dispuesto un eos chon laierpretacion pueda operar. Como dice Bleger a8 spi oe de cont. irae om es? ‘ele eT TT pag. 3). 0, agremiemoe, una seduces | ania mayor sea el monto de asia del cureistade a serh on ana lescargazsen en la entrevista, trasforméndola, como G+ \ su tendenci & Joh en una pacoterapia brevis, con un engafoso alr Gio gue puade moviizar una tipica huida hacia la salud. En estos c#508, & 8 la sobrecarga contratrasferencial no puede ser sino intensa; pero de ella, puede obtener el entrevistador una informaciéa que Te permita operat con la méxima precision. ‘Una observacion de estos autores es que en tres momentos queda el trgvistador especialmente exouesto e la identiffeacion pIOVECHV, @ sa ber: bpbeveyes, fsa tercera alternativa, 10, RO perfeneee Formafmence a la entrevista, sing a esa tierra de nadie en que la entrevista terminé y el tratamiento uo ha empezado. Por ira parte es en ese momento que las fantasias magicas de curacion y de to- do tipo quedan contrastadas con la realidad de una tarea larga ¢ incierta. 3, Evolucién de Ja entrevista Un punto original e importante del crabajo de Liberman (1972) es que Ja entrevista tlene una evolucidn y que de ella podemos derivar valiosas predicciones. Fn cuanto experiencia previa al tratamiento psicoanalitico, 1a enirevista Informa sobre, hechos fundamentales, El analista, por de pronto, fijard el criterio de anali ‘esa persona con respecte: si mismo; el fturo nor aera at eS ‘enbrevista con ug “Spores quere ve dobulé eoneo, pod | contrastar con Ia sesign pase ir REY SnTSGn Se ado selena Inalizno y, recprocamente, qué necediared de norouos Simm problema que se planteS al principio evoluciona favorableme te, hay derecho a pensar que el entrevistado tiene recursos para supera: las situaciones crticas 0 traumaticas —las crisis vitales, como dice Liber. man—. Si sucede lo contrario, y el probiema resulta al final peor que al principio, tenemos derecho a sentar un pronéstico menos optimista. Esta evolucién puede darse desde luego en una sola entrevista; pero es sds posible y detectable en dos, Por esto Liberman insiste en que le uni- dad funcional es de dos entrevistas y no una. En este punto estoy plena® mente de acuerdo con Liberman y por vatios motives. Por de pronto, porque puede apreciarse a veces esa evolucién favorable (0 desfavorable} de un determinado conflicto o crisis. Hay que tener en cuenta, ademis, <> due el éntrevistado, cambia por lo,general de una a otra entrevista y el entrevistador mismo puede cambiar ¥ aun reponerse del impacto que © puede haberle significado ef primer encuentro. Por tiltimo, creo conve- niente darle al entrevistado un tiampo para pensar su expeticacia, antes de darla por terminada. Fn su comentario sobre el irabajo de Liberman,” Hiértor Garbarino (197%) plensa que no siempre es necesaria ui segunda ‘entrevista; pero yo creo que eso puede ser cierto s6lo en casos muy espe~ ciales. Berenstein (1972), por su parte, en su comentario sobre e trabajo de Liberman, se declara partidario de varias entrevista: «Hacer dos o tres entrevistas permite ver como ese paciente y ese analise regisran la separa ibn y el encuentro» (pig. 487). Coincido con Berenstei en la importancia o de ia evaluacidn,la manera on que ¢l,entrevistado responde a la sepe- raciéa. TC eiiando hablamos de Ja entrevista, puss, nos estamos refiriendo a una unidad funcional. En general nunca debe hacerse una sola, sino to- Yas las que sean neceearias para curapli con la tarea emprendida, En re-| Suen, conviene pues decir de entrada que esa entrevista no seréla nica” 2 Eventualmente haver bincapié en que las entrevstas no son un tratamiento G@itiasformarlas nosotros en tratamiento prolongandoias en deraasia). Durante las eotrevistas tenemos oportunidad de estudiar algunas ds dss criss vitales que atraves6 el entrevstado ea a ¢ desi dn. yla ad inds nos interesa, [a actual Ja que necesariamente atraviesa al sujeto ea ese car $0 no seria para mi es que un acting out contratrasfereacal, aque el pa Gente nunca podria ecibira en esas eircunstancias como una informacion {mparcial destnada a datle mejores elementos de juicios para decidir. ‘Hay todavia otra alternativa a considerar. As{ como la analista de mi cjemplo (que era una técnica de mucha experiencia) Gecicid tomar al pa- ente, podria haberse exeusado por no sentrse capacitada. En ese e250, fin embargo, el analista debe reconocer sus limiteciones y recomendar ‘tro de mayor experiencia. De esta manera le daria al futuro analizado tuna prueba de honestidad y Ie informaria, implicita pero formalmente, de su grado de enfermedad, todo lo cual a0 se lograria, por cierto, d ‘Sendo que la dificuliad reside en la homonimia, la wparejap. En el pri- ter caso, le informo al paclente de mis limitaciones y de las suyas; en el fot70, las dos quedan eludidas. 6, La entrevista de derivacion La entrevista de derivacién abarca una temética muy restringida y al parecer sencilla; y sin embargo no ¢s asi, Plantea en realidad pro- B blemas coraplejos que pueden crear dificultades en el manejo prictico, aunque sirven también a una mejor comprensién de la teoria de la entre- vista en general. La entrevista de derivacién es por de pronto mds compleja que la a5 coy ar ar dtor de agen cue. nor de & 15a, jan insiste en si trabajo en que el entrevistador en estos casos debe efuerce en el entrevistado idea de ecuerdo vivamente y no sin clerta ee ‘Arcam 1967 de regro de Londres. Provesian todesdecolgus gusto. eet eto diiei diene titirenee meaner dlovho talon nde quel nonire en ros ato, yo Vania lnc eal lista de algunos analistas posibles. Los que venian com su lista a veces me tra- {aban como ques ead talando una alecdbn de petonal (y para pedro ‘hacian seguros de su gran habilidad psicolégical). En fin, hay muchos'ana- tsa que bossa fe lan Yaris noms per ofece futur anlage a oportinidad de cg, para que ucla dec ull sel analista que les com ene: pera ere, con Libera que estan equlvocaces Seea eycucerr grade sae acc aediels ont Pree tarerirg reer eeeaeeeraetna ie $aledy quedamosen'veruos nuevamesie una semua despues. Dijo ex: tonces con mucha sinceridad que yo le habia parecido —y le seguia pa- Teclendo— antipatico, rigido y altanero, de modo que pens6 no volver mas y recurrir al doctor R. (el colega que me lo mands) para pedirle uo asalata; mls cordial y simpitico Luego pens la cases Bueva tents y dardig que dl necestaba un médico taper de trtaro (como a doctor Ri haba ecko que Yolo era sinlgar a dua), y nn ar Peer ese i eilsteme tye a eionind oe doctoce Zeta ‘Cini, pu, completamente, co as adertencias de Liberman es esis punto, sempe doy al futur pacente que dere un solo sombre, ‘eollmbts a pallial alamo Gempo, que ms eomunigue com ie hus eitonresnease eliacyraues ss ordene mea caaguer de eee eae Caves deus peontaed ae Staves loner dso fsa call dlgelo manda font 1¢ Ja perspective. U8 Np colnskio cn camble pare nada copia dea de que tlanaizaco eli a su futuro analista tanto como este a aquel. Creo que Liberman super- ee ee denttevitan desu futuro ahalsta no quere decir que no lo ea, "4 Yost que futuro anleado cige de pec yde derecho a lssatinate Dest quelaniaagd doin esses gorse 16 racionales; y 8 qué poco podemos hacer pata evitarlo. Lai raze ‘es por las cuales fuimos elegidos, junto alas faittasias neurdticas de cu- racign que Nunberg estudié en su Clasico ensayo de 1926, sélo aparecen, por lo general, mucho después del comienzo del andlisis. Por més que nos duela, la verdad es que nosotros le ofrecemos ‘ouestros servicios al futuro paciente y dl siempre tendrd derecho de acep- tarlos 0 rehusarios. La idea de que yo tengo también derecho a clegir 4 iis pacientes me resulta inaceptable, ya que veo sempre mi sentirsiento de rechazo coino un problema de mi contratrasferencia, No me refiero aqui, por supuesto, a las consideraciones que realmente pueden decidir. me a no tomar un paciente, en términos de predilecciones y convenien- cias concientes, como vimos en el capitulo 3. 7. La devolucion ‘Todgs los analistas coinciden en que al término del ciclo de las entre- ‘vistas algo tenemos que decir al entrevistado para fundar nuestra indica- cin. Hay analistas (y yo entre ellos) que prefieren ser parcos en sus 1a20- nes, porque piensan que un informe muy detallado ge presta mds a ser malentendido y facilita la racionalizacién. Otros, en cambio, como los Liendo (1972), son mis explicitos. ‘Yo pienso,que 1a devohucién no debe ir més alld del objetivo bésico de 1a fares eit 3, aconseia fstado el tratamiento mis conan Jndicaci6n con sus fundamentos, siempre muy suciatos. En realidad, y sin considerar ia curiosidad normal 0 patolégica, ‘motivos que sientan la indicaci6n en principio no estan dentro de lo que cl paciente necesita saber. 15

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