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INTRODUCCION L asiento del cacique del Rimac, sobre el Fs Pizarro tundo a Cludad de fos Reyes, el lunes 18 de enero de 1535, era una zo- na poblada probablemente desde el Intermedio Temprano. Era ahi, justamente detrés del actual Palacio de Gobierno, donde los “Maranga” cons- truyeron Ia bocatoma del rio que fertilizé duran- te siglos las tierras que rodeaban su extensa capital, cuyos restos, como informes timulos de adobitos, yacen a ambos lados de la avenida Ve- nezuela, camino al Callao. La explanada frente al Palacio de Taurichus- co, cacique-guardién de la compuerta en el rio Maranga, fue escogida como punto de partida pa- ra el trazo de Ja nueva ciudad. Lo que hoy llamamos Lima Cuadrada era, en realidad, una encrucijada de caminos. A escasas cuadras, hacia el mar, en diagonal, pasaba el ca- mino inca de los lanos, cruzando el Rimac por el tinico puente de crisnejas que encontraron los, espafioles, a la altura del actual puente del Ejér- cito, segun Lizérraga. Un camino més antiguo, probablemente Wari (jirones Quilca y Miré Que- sada), unia el Callao con Cajamarquilla, cru- zando al anterior en la Plaza de la Salud. Un ter- cer camino, que formaba la base de un triéngu- lo invertido con los caminos descritos, pasaba frente a las actuales puertas de Palacio, uniendo el puente de crisnejas con el camino Wari en “Cinco Esquinas” (jirones Lima y Junin). Desde ahi sala la quinta esquina rumbo a La Molina y Huarochiri. Por ultimo, en la esquina de Pesca- Geria con Arzobispo nacia un ramal (jirén An- a Lili, Paula, Anna y Daniela cash) que, paralelo al rio, en direccién de “La- te”, controlaba quiza las demds bocatomas de los rios que regaban el resto del valle. Esta red vial bisica se complementaba, entre- tejiéndose, con los senderos que, como bordes de los canales de riego, daban acceso a cada una de las parcelas de cultivo que los espafio- les lamaron posteriormente chacaras. No existe plano ni descripeién de esta Lima prehispénica, pese a haber visto pasar tantos conquistadores durante los dos afios previos a su fundacién, En 1533, Hernando Pizarro la eruzo en su ruta a Pachacamac para apresurar el en- vio del rescate de Atahualpa. Luego, centenares de ex-compafieros de Cortés y Alvarado que se dirigian al Cusco, ya conquistado, en busca de las migajas del Imperio Inca, Ninguno se detu- vo para describirnos este obligado lugar de pa- 50, debido al acoso permanente de los generales Rumifiahui y Quisquis sobre quienes usaban el ca- mino inca de la sierra norte, La noticia de la Wegada inminente, no ya de ex-compafieros suyos, sino del propio Adelanta- do Pedro de Alvarado, para conquistar los “va- clos” dejados por Pizarro en su marcha al Cusco, es decir, Quito al norte y desde Chincha al sur, lo obligaron a venir precipitadamente para fun- dar “su” capital donde consideraba era el cen- tro de su gobernacién. Para cumplir con las ordenanzas, en relacién a la fundacién de ciudades, dictadas por Carlos V en 1523, Pizarro encargé a Diego de Agiiero Ja traza de Ia nueva ciudad. Agiiero trabajé en- tre el 13 y el 17 de enero, seguramente siguien- do las indicaciones topogréficas de Juan Tello de Guzmén, el mas entendido de los comisionados que diag antes habian “reconocido el sitio del Rimac”. Este primer plano de Lima, hecho en perga- mino, figuraba junto al Acta de la Fundacién, en el Primer Libro de Cabildos, hasta 1649 en que desaparecis. Manuel Atanasio Fuentes, Enrique Torres Sal- damando y José Barbagelata han elaborado re- construcciones historicas de este plano en base a la Historia de la Fundacién de Lima de Berna- bé Cobo, que conocié el documento. La traza era un damero de 9 x 13 manzanas © “islas”, divididas en cuatro solares, dejando en blanco una, frente a Palacio, para la Plaza. Al repartir “sus plazas, calles y solares, a cordel y regla, comenzando desde la Plaza Ma- yor” se sobrepuso la cuadricula a la trama pre~ existente, produciendo deformaciones en todos sus contornos, razén por la cual sélo 62 manza~ nas de las 117 proyectadas son cuadradas en la “Lima Cuadrada” No existen referencias de otros planos de Li- ma para el siglo XVI, salvo el caso muy especial del de Felipe Guamén Poma de Ayala. Este es tuna perspectiva de Lima realizada, seguin Porras Barrenechea, entre 1567 y 1615, que muestra, a ojos lenos de benevolencia, en primer plano la primitiva Catedral, derribada en 1602, que efec- tivamente era paralela a la Plaza; hacia el fon- do se veria el Portal de Escribanos; a la dere- cha quiza el Palacio de Gobierno y en la esqui- na superior derecha una rechoneha torre de San- ‘to Domingo. Se podrian hacer reconstrucciones sucesivas mostrando el desarrollo urbano de la Lima pri mitiva, en base a la descripeién de los caminos de ronda que, afio tras afio, aparecen en los Li- bros de Cabildo. Ei més antiguo plano de Lima, aunque parcial porque muestra algunas manzanas alrededor de la Plaza y al otro lado del rfo solamente, fue hecho en colores, en 1611, por mano anénima, para acompafiar al expediente en el litigio de la ciudad contra Rodrigo de Mendoza, sobrino del virrey, Jefe de la Escuadra y General del Callao, que se habia apropiado de la “Plaza Real”, lugar detrés de Palacio donde se encontraba la picota y que servia también para feria de mulas y ca- batlos. Otro plano parecido, aunque de inferior cali- dad, fue levantado en 1626 por Cristébal de Es- pinoza. Muestra a Su Majestad la forma de de- fender Lima, emplazando cafiones en torres ¥ conventos. Entre uno y otro plano, en 1613, el marqués de Montesclaros, tio del usurpador Mendoza, co- misioné al escribano real Miguel de Contreras pa- ra levantar un “Padrén de los indios de Lima”, indicando nombre, edad, oficio, lugar de proce- dencia y sefior al que estaban sujetos. Contre- ras recortié la ciudad, yendo de puerta en puer- ta, anotando minuciosamente la ubicacién exacta de los escasos 2,616 indios que encontré. Como enso fue un fracaso, seguramente por haber si- do levantado con fines tributarios, ya que para Ta fecha Cobo estimaba 5,000 indios y Fray Buena- ventura de Salinas y Cérdova 6,000. Sin embar- go, la detallada descripcién urbana del diligente escribano sirvié para que, 332 afios después, en 1945, Juan Bromley y José Barbagelata pudieran hacer una reconstruccién muy aproximada del plano de Lima de esa fecha, Este plano (N? 1) calza perfectamente con la descripcién que hace de la capital del virreinato, por esa misma épo- ca, el ex-andnimo Judio Portugués (Pedro de Ledn Portocarrera, segiin Guillermo Lohmann Vi- ena). Muestra una Lima que ya ha alcanzado su maxima expansién territorial, 1a que, cefiida por murallas 0 no, mantendria hasta comienzos del siglo XX. El primer plano total de Lima, més detallado y completo que los sucesivos inmediatos, es el que, a todo color, dedica Bernardo Clemente Prin- cipe al Vicario General de la Merced, en 1674 (Nt 2). Este plano, jamas impreso hasta ahora, que se encuentra en la Biblioteca del Congreso de Washington, detalla monumentos, calles, huer- tas y caminos de acceso a la ciudad, ofreciendo multitud de datos desconocidos En la noche del viernes 13 de febrero de 1979, Francis Drake, en su viaje que se conver- tiria en la segunda circunnavegacién terrestre, atacé sorpresivamente a la escuadra surta en el Callao, Hevndose una nave cargada de plata ¥ cortando las amarras de otras once. Esta aventu- ra del favorito de Isabel Tudor, y futuro des- tructor de la Armada Invencible, inicié una polé- mica sobre la defensa de Lima que iba a durar més de un siglo. Los limefios preferfan una ar- — mada poderosa en el Pacifico, costeada y mante- nida por la corona. En cambio, la metropoli re- comendaba la construccién de una muralla alre- dedor de Lima a costa de los limefios, EI Callao, mucho mas vulnerable que Lima, construyé su muralla en 1639, tras una serie de intentos fallidos de defensas en forma de casa- fuertes, plataformas, trincheras y cinturones de parapetos. ‘Ante la tenaz resistencia mondrquica de in- vertir en una escuadra, que seguramente hubie~ ra amparado mas sus intereses que los de los li- mefios, éstos, Iuego de cada ocasional incursién de los émulos de Drake, desarrollaron su ingenio en diversos proyectos defensivos, de los cuales citamos ya el de 1626 que convertfa los conven- tos de Lima en fortines erizados de cafiones. No falté alguien que propuso convertir a Lima en una isla, dividiendo el cauce del Rimae para volverlo a unir aguas abajo, 0 aquél que sofaba rodear Lima con una serie de ciudadelas fortifi- cadas con torreones y almenas. La presencia ca- da vez més insistente de piratas, muchos de los, cuales, de paso, han dejado bellisimas descrip- ciones y algunos mapas de la costa peruana, obli- garon a los limefios a solicitarle al presbitero Jean Raymond Coninck (que firmaba escuetamen- te Doc. Juan Ramén) un plan para amurallar la ciudad y “razonar los medios de costear econé: micamente tal fébrica”. Coninck Hegé al Peril en 1647, desde su leja~ na Holanda, vistiendo la sotana jesuita, Hegan- do a ser, sucesivamente, gracias a su inteligen- cia y preparacién, Capellin Mayor de Palacio, doctor en Sagrada Teologia, catedratico de Cos- mografia en la Escuela Nautica, catedrético de Mateméticas en San Marcos y, por tiltimo, Cos- mégrafo Mayor del virreinato, en cuya virtud, comenzé a publicar en 1680 los calendarios-guias de] Peri 0 Conocimiento de los tiempos. Fue un erudito que se carteaba con las academias del Viejo Mundo, quien al morir dej6, como herencia a su amigo el P. Louis Feuillée, mas de ochocien- tos tratados técnicos, un planisferio, asi como ins- trumentos matematicos, astronémiicos y geodési- cos. Herencia que nunca recibié por oposicién de Jos jesuitas. EI plano de Lima, con el proyecto de murailas de Coninck, fue enviado al Consejo de Indias en 1682, desde donde, un afio después, regresé co- rregido por el Mariscal Duque de Bournonville, fortificador de Bruselas. Este experto en arqui- tectura militar, ante las continuas eritieas de Co- ninck, confeecioné un tercer plano en 1685. Mientras esta morasa especulacién tedrica eru- zaba el Atlantico de ida y de vuelta, los limefios al enterarse del saqueo de Veracruz, en 1684, asi como de la presencia del corsario Davies en las costas chilenas, decidieron apresuradamente construir, al fin, sus murallas protectoras. La obra, que duré de junio de 1684 a diciem- bre de 1687, se hizo con la participacién de auto- ridades, corporaciones, gremios, drdenes religio- sas, corregimientos c, inclusive, con el aporte de personas adineradas a quienes se les ofrecié ti- tulos nobiliarios, ante Ia constante amenaza de Davies que, mientras tanto, se dedicé a saquear Arica, Pisco, Cafete, Huacho, Huaura, Huarmey, Casma, Santa, Safa y Paita. El resultado final, Iuego de tanta polémica, fue un hibrido de Ins ideas de Coninck, las de un ingeniero Venegas Osorio, corregidor de la saqueada Safa, que habia legado en tiempos Je- janos como “Visitador de las Fortificaciones de Tierra Firme y costas del Mar del Sur” y las, mucho mas pragméticas, del maestro de la obra, el alarife Manuel de Escobar. Casi no hay tem- plo limefio que no haya conocido su mano entre 1660 y 1690. EI término de esta monumental obra, tinica en Lima por su cardcter participatorio, Nend de egitimo orgullo a sus constructores, y asi, junto a los exagerados elogios literarios, en que des~ taca Lima Inexpugnable, Discurso Hercotecténico del Dr. D. Pedro de Peralta y Barnuevo, apare- cen las artes gréficas ofreciendo dos grabados de Lima amurallada, del padre mercedario Pedro Nolasco Mere. Este insigne grabador francés legé a Lima en 1683, donde seis alos después tomé el habito mercedario. Cuando en 1674 trataba de regresar a Europa, acompafiando como Capelliin a la viu- da del Conde de Lemos, fue apresado en Pana~ mé por orden del nuevo virrey, Conde-Castelar, remitido al Callao en la nave capitana, en la que permanecié dos afios, hasta que enfermo fue trasladado a la cércel de Lima, desde donde, to- Gavia en 1678, clamaba por su libertad. El mo- tivo de esta prision fue la invasion, por parte de Luis XIV, de los Paises Bajos, que desaté Ja guerra con Espafia entre 1672 y 1678, cuyos ecos se reflejaron en Lima con la subita prision de franceses el sdbado 3 de noviembre de 1674, relatada en El Diario de Lima de Mugaburu. [Al padre Nolasco Mere se le debe 1a més be- Ta iconogratia limefia del siglo XVIT: una Santa Rosa de Lima, en 1670, para la obra de Meneses ‘Arce sobre esa santa; en 1674 la primera “Verda~ Gera efigie del Santo Cristo de los Milagros”; en 1675, desde la carcel, la fachada y el claustro principal del Convento de San Francisco para la obra de Suarez de Figueroa, en elogio a la inau- guracién de dicho templo; en 1692 grabé a un ex judio convertido en fraile mercedario, cuyo pase se consider un milagro, y en 1697 grabd, en una gran ldmina, el timulo levantado en la Catedral para las honras fiinebres de la reina madre Dofia Mariana de Austria, Segin el his- toriador Rubén Vargas Ugarte, Nolasco Mere es- cribié también, después del terremoto de 1657, un tratado, ilustrado con liminas, sobre 1a ma~ neta de sustituir los muros por tabiques “que comenzaron a usarse desde entonces”. Es decir es, nada menos, que el descubridor de la lime- faisima quincha. En 1685, mientras Lima levantaba sus mura- las, el padre Nolasco Mere grab dos sucesivos planos de Lima amurallada para mostrar al Con- sejo de Guerra en Espafia lo que aqui se hacia. Ninguno de los planos incluia el arrabal de San Lazaro, o Rimac, que no venia al caso, pero si ofrecian la longitud de la fortificacién (nueve millas) y el autor de 1a misma (Coninck) en el primer plano, aunque no en el segundo. {Di cusiones entre el sabio jesuita y los coautores de la obra, Venegas y Escobar, lo alejaron del proyecto? Ambos planos, dibujado en perspectiva podimica” el primero e “isométrica” el segundo, son distintos tanto en la magnitud de los fosos como en las dimensiones y caracteristicas mds simples en los baluartes del segundo plano, in- dudablemente en busca de mayores economias, posible origen del alejamiento de Coninck. Pero, desde el punto de vista de calidad artistica y de valor documental, el iltimo plano de Nolasco Mere, por su realismo y profusién de detalles, es superior al primero, cuyas manzanas, simples esquemas, no son sino un ocasional relleno in- termuros. Es facil suponer que el artista, insatis- fecho de su primera obra, quiza arrancada pre- cipitadamente de su tablero, aproveché en la se- gunda oportunidad que le dieron, por razones puramente fortuitas, en relacién a economias en los baluartes, para crear la més bella imagen de Lima colonial, cuyos méritos estén muy por enci- 10 ma de los fines puramente informativos a que estaba destinada, EI primer plano de Nolasco Mere fue ador- nado con imagenes santas y animales fantasticos por el grabador holandés Joseph Mulder (N! 4) para la obra del corregidor de El Cercado, Francisco de Echave y Assu La Estrella de Lima Convertida en Sol, sobre sus Tres Coronas (San- ta Rosa, San Francisco Solano y San Juan Evan- gelista), el beato Toribio Alfonso de Mogrobexo, su segundo Arzobispo, publicada en Amberes en 1688. La presencia de San Juan Evangelista en este grabado, en homenaje a la beatificacién del santo Arzobispo limefio, se debe a que, en 1541, la Catedral de Lima se convirtié en Metropolita~ na bajo Ia advocacién de ese santo, por bula de Paulo Ill. Al segundo plano de Nolasco Mere los cientificos Jorge Juan y Antonio de Ulloa hi cieron agregar un barrio “de Abajo el Puente’ totalmente equivocado, més algunos caminos ima- ginarios de acceso, para publicarlo en 1748 en la relacion de su viaje a la América Meridional, de donde se ha reproducido (N* 5). A su vez, este iltimo plano fue calcado sin la perspec! va, pero si con todos sus errores y fantasias, por el gedgrafo (?} Jacobo Nicolas Bellin para pu- Dlicarlo en la primera traduccién francesa de la ‘obra de Juan y Ulloa. Con ligeras modificacio- nes, este plano de Bellin aparecié en todos los, tratados geograficos, cientificos 0 de viajes, has- ta casi mediados del siglo pasado, como un ho- menaje de casi dos siglos, seguramente sin que- rerlo, al humilde grabador mercedario, que mal- tratado por Lima le leg6, sin embargo, su més bella y duradera obra gréfica. La excepeién solitaria, a este tréfico de la obra de Nolasco Mere, fue su compatriota el cientifico Amédée Frezier quien, asombrosamen- te, después de apenas 15 dias de estadia en Li- ma, del 24 de setiembre al 9 de octubre de 1713, confecciona el plano de Lima més exacto del si- glo XVIII (N? 6) para publicarlo en uno de los més sabrosos libros de viajes, por su visién so- cial y sicolégica de la poblacién limena. Este plano muestra las murallas sin foso, tal como realmente se hicieron, con la misma defor- macién a la altura de la Portada de Cocharcas que muestra el plano de Dupard (N? 10) 140 afios después, que empled instrumental mas exac- to, ademiis del barrio de San Lazaro sin los erro- res de los planos anteriores. En el siglo XVIII Lima, “Capital y Emporio de estos Reinos del Imperio Peruano”, entré en — un proceso de franca decadencia debido a una conjuncién de factores naturales y politicos que atentaron contra la hegemonia y monopolio que la habian enriquecido anteriormente: las plagas de sojo que acabaron con el autoabastecimiento de trigo, la baja de la produccién minera de plata y azogue, la creacién de los virreinatos de Santa Fe y Buenos Aires, la destruccién de Lima y_desaparicién del Callao por el terremoto de 1746, la cancelacién del régimen de encomiendas que tanto habia enriquecido a muchos limefios y Ja desaparicién del sistema de armadas 0 convo- yes que, previo pago de derechos de exporta- cién, obligaba el paso de todas las mercaderias sudamericanas por el Callao. Asf, los impresos limefios dejan de tener gra- bados, los planos cuando son necesarios se cal- can y las artes gréficas précticamente desapa- recen. En todo el siglo XVIII slo se produce un plano, en 1787, “fabricado por don Josef Xi- menez” que existia en la Municipalidad, donde afortunadamente alguien lo calcé antes de ser sustraido en 1862. Bromley y Barbagelata lo re- producen en su obra de 1945. Son las grandes expediciones cientificas del siglo XVIII las que aportan a la cartografia li- mefia una visién regional totalmente nueva de Lima. Jorge Juan y Antonio de Ulloa nos entre- gan el més antiguo de estos planos (N? 17), frecuentemente copiado durante todo el siglo. Luego vendrian los nunca publicados planos del viaje del boténico Hipélito Ruiz, realizados entre 1777 y 1788. El “Plano del Fondeadero del Ca- Mao de Lima...” (N? 18) levantado por los ofi- ciales de las corbetas Descubierta y Atrevida, de la expedicién cientifica de Alejandro Malas- pina, en 1790 y publicado en Madrid en 1811. El plano del piloto de la armada Andrés Baleato de 1793 que incluye un “

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