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PROCESO SEGUIDO AL GENERAL MANUEL CARLOS PIAR CARACAS ORDENANZAS DEL EJERCITO DE ESPANA PROMULGADA POR EL REY CARLOS III TITULO VI. Consejo de guerra de oficiales generales. ARTICULO 1 Por lo que toca 4 crimenes militares y faltas graves en que los oficiales incurrieron contra mi real servicio, es mi voluntad que se examinen en junta de ofi- ciales de superior graduacién, dandosele este tribunal la denominacién de consejo de guerra de oficiales generales. 2 La formacién de este consejo ha de ser siempre en la capital de la provincia en que el oficial reo tenga su destino: el capitan general 6 comandante general de ella, presidente, y facultad suya el nombrar los oficiales que de- ban componerle; atendiendo 4 que su ntimero no sea menor de siete, ni que exceda de trece, y 4 que le Ilenen (en el modo posible) oficiales generales, eligiendo (si estos no al- canzaren) brigadieres, y en su defecto coroneles; pero nun- ca ha de descender de esta clase, y siempre ha de asistir el auditor de guerra como asesor del consejo, tomando el al- timo lugar sin voto en él y solo con el fin de iluminar (en los casos dudosos que ocurran) al presidente y cualquiera de los jueces, que para asegurar sn acierto le pregunte. 3. Si por enfermedad w otra causa grave no pudiere presidir el capitan 6 comandante general, nombrard este al oficial general mas caracterizado 6 el mas antiguo, si hubiere dos 6 mas de un mismo grado; y ni este ni los demas, que en calidad de jueces eligiere, podrén sin legiti- mo motivo negarse 4 este servicio. 4. Al juicio del consejo, de guerra de oficiales gong, rales ha de estar sujeto todo oficial de cualquiera gradug, n que sea; y la érden del capitan genera ha de ae sion theza al proceso, bien sea por oficio propio des at joridad, sin preceder querella 6 demanda, 6 bien se consecuencia de requisitos. ia que el capitan general tuviere de ha. ber cometido algun oficial delito que merezea juzgarse por el consejo de guerra de oficiales generales, resolviere fue se forme, dispondré su arresto, y expedira su drden por escrito ai oficial que juzgue idéneo para hacer las funciones de fiscal, extendida en estos términos. Hallandose Don N. N. (con expresién de su nombre y cardcter) arrestado en esta plaza, por indicio de haber cometido tal delito, pasara U. luego 4 tomar las informa. ciones y declaraciones que convengan, hasta poner la cau. sa en estado de juzgarse por el consejo de guerra de ofi- ciales generales, segun manda S. M. en sus reales Orde. nanzas. Fecha. Sefior Don N. N. a en 5. Si por notic Firma rasa. 6 Si procediere de érden mia la provincia de con- yocar el consejo de guerra de oficiales generales, se varia- ré el procedente formulario con reacién de mi real deter- minacién, en los términos que corresponda. 7 Formada asi la érden del general, y hecho por este el nombramiento de secretario en el oficial que conside- re capaz para este encargo, empezara el fiscal el pro- ceso, citando 4 casa del capitan general los oficiales que hubieren de servir de testigos en la causa, desde teniente coronel inclusive arriba; y 4 su posada los oficiales desde capitan inclusive abajo, y demas individuos que deban comparecer al mismo efecto. 8 Interrogaré separadamente cada testigo sobre los puntos que conviene averiguar; y tomandole antes ju- 8 SS tian a Ae tian a ee ramento sobre su palabra de honor de decir verdad, hara escribir lo que cada uno dijere; y concluida firmardn la declaracién el testigo y el fiscal. 9 Evacuando el exémen de testigos, tomard el fiscal declaracién al oficial, haciéndole dar su palabra de honor de decir verdad en cuanto fuere preguntado con la for- malidad ya prevenida, y le advertira antes que elija oficial que le defienda, concediéndole la libertad de hablar con siempre que el reo lo pidiere 6 el defensor necesitare, despues de hecha su declaracién. 10 Sucesivamente sefialara el fiscal dia en que con curran 4 su casa los testigos, para ratificar sus declaracio- nes, 6 afiadir 6 quitar lo que juzgaren conveniente; y en otro dia los citara, para que concurran con el reo al acto de careo, asistiendo el defensor (por citacién) al juramento de los testigos, su ratificacion y careo. 11 Finalizando el proceso pondra su conelusién en él el fiscal, y dara cuenta de hallarse ya concluido al ca- pitan general; y este en el dia antecedente al en que re- suelva formar el consejo de guerra de oficiales generales, citaré 4 su casa 4 los jueces que deban componerle, con aviso por escrito 4 cada uno sefialéndoles la hora. 12 Congregados los jueces, fiscal y editor 6 asesor militar en casa del presidente, se cubrirén y asentarén cuando él, en el 6rden que corresponda: de modo, que 4 su izquierda esté inmediato el auditor 6 asesor militar, siguiendo 4 este el fiscal: después de este el oficial menos caracterizado 6 mas moderno, y el mas graduado 6 mas antiguo, tomara su lugar en el iltimo del efirculo 4 la de- recha del presidente, quien tendré delante de si una mesa con eseribania y campanilla, y mis reales Ordenanzas. 13 Después que el presidente haya dado la razén por qué ha sido convocado el consejo, leerd el fiscal la 6r- den que se le comunicé para formar el proceso, y las diligencias que en él se contienen 4 la letra. 14 Antes de celebrarse el consejo de guerra de oficiales generales estaran prontos los testigos para comparecer en Gl, si fueren necesarios, 4 fin de satisfacer las dudas que sobre sus declaraciones puedan ofrecerse. 15 Si el consejo creyere absolutamente necesario que comparezea el reo, 6 lo pidiere él mismo, seré conducido Por un ayndante; y entrando sin espada, y acompafiado de su procurador, expondré sentado en un taburete raso las razones que tuviere que alegar en su defensa. 16 EI presidente primero, y después cada uno de los jueces, que tuviere que preguntarle para instruirse mas, y aclarar la duda que le ocurra, le interrogarén por su orden, y sucesivamente lecra su defensa el oficial pro- curador. 17 Leida la defensa, el oficial procurador y el reo se retirarén, y el presidente del consejo mandaré que cada uno de los jueces dé su voto, precediendo la conferencia que parezea precisa para aclarar el caso. 18 Votara primero el oficial menos earacterizado 6 mas moderno, y seguira por su érden 4 este respecto los de- mas hasta el presidente, que ha de votar el iiltimo, dando cada uno su parecer sin pasién, y segtin su conocimiento, 19 EI voto del presidente valdré por dos en favor de la vida y del honor; y en votando a muerte, tendraé como los demas la fuerza de un solo. 20 La sentencia que resultare de los votos (conténdolos el presidente) se arreglara al mayor niimero, siguiende el método que se previene en el consejo de guerra ord nario, para graduarla segun los votos, y se extenderé por el fiscal en estos términos, Habiéndose formado por el Sefior Don N. N. (aqui su nombre y cardcter) el proceso, que precede contra Don N. (aqui su nombre y empleo) indieiado de tal delito: en con. secuencia de la érden inserta por eabeza de él, que le co. munieé el Exeelentisimo Sefior Don N., capitan general 10 de este ejéreito y provincia, y héchose por dicho Sejior relacién de todo Jo actuado al consejo de guerra de ofi- ciales generales, celebrado en tal dia en casa de dicho Excelentisimo Seftor, que le presidié, siendo jueces de él los Sefiores Don N., Don N., & c., (expresando el nombre, caracter de todos) y asesor, el auditor de guerra D. N. comparecié en el mencionado tribunal el referido reo, y oidos sus descargos con la defensa de su procurador, y todo bien examinado, le ha condenado y condena el consejo 4 tal pena, arreglandose 4 la ley que prescribe S. M. en el articulo tal, de tal titulo y tratado de sus reales Ordenan- zas. Fecha. Lugar de la firma del presidente. Aqui se seguirén como corresponde las de los jueces, en el concepto de que han de firmar todos, segun su érden, aunque algunos no hayan sido del dictamen, 4 que se arre- ala Ia sentencia porque ta pluralidad de votos es la que a ley. NOTA.—Si no hubiere comparecido el reo en el consejo, no se ha de hacer mencion de esta cireunstancia en la ex- tensién de la sentencia. 21. La facultad de su ejecucién, sin darme parte, la con- cedo al consejo de guerra de oficiales generales para solo aquellas sentencias que impusieren al oficial reo, pena que no sea degradacién, privacién de empleo 6 muerte, pues estas, en que la conservacin del-honor 6 vida se interesa, es mi voluntad que se exceptuen de la regla comun de otras y se me consulten, con remisién de la causa, por la via reservada de mi secretario del despacho de la guerra, quedandose el presidente del consejo, con copia autoriza- da por el fiscal. 22 Si de Ia pluralidad de votos resultare absolucion, se Ie pondra Inego al reo en libertad; y tanto de las causas cuyas sentencias haga por si ejecutar el consejo de guerra de oficiales generales, como de las que por exceptuadas ld deban consultarseme, remitira 4 mis manos secretario del despacho de la guerra) los procesos origin’ les, con la diferencia de que en las causas exceptuadas hay, de pasirseme los procesos sin que Hegue a efecto la sentent cia, y en las primeras, despues de ejecutada, quedindose e| presidente con copia del proceso. (por la de mi 23 En caso de salir absuelto el reo 6 reos procesados se haré publica en todas las provincias la declaracién de su inocencia para indemnizacién de su opinion. 24 Los procesos de causas exceptuadas que se devolve. rin con la resolucién que en vista de ellos hubiere Yo tomado, se protocolarén en la secretaria de la capitania general de la provincia en que se formé el proceso; y por la via reservada de mi secretario del despacho de la gue- rra, se pasard a los demas capitanes generales de provin. @ copia de la sentencia que Yo hubiere aprobado para que la archiven en su secretaria. 25 Para la ejecucion de las que por si puede mandar cumplir el consejo de guerra de oficiales generales, dara una certificacién (en que 4 la letra se inserte la senten- cia) el fiscal quien la presentara al capitan general, para que acompaiiada de papel de remisién que ha de firmar, Ia pase al intendente; y este ministro con arreglo 4 lo que de la sentencia conste, hara las prevenciones que corres- pondan 4 los oficios de contaduria y comisario para su anotacién en la parte que les competa, si fuere suspenso 6 privado de su empleo 6 sueldo el oficial juzgado por el consejo de guerra de oficiales generales. 26 En caso que la sentencia sea de destierro 4 algun pre- sidio de Africa i otra reclusin en parage determinado de mis dominios, tendra fuerza de testimonio de condena la expresada certificacion del fiscal; y en virtud de ella (cuan- do el intendente acordéndose con el capitan general dis- ponga la remesa del oficial reo) se le admitiré como tal presidiario por el gobernador del presidio 6 juez del pa- rage 4 que Heve su destino, y este le formara su asiento en la calidad de tal, segun la misma sentencia lo declare. 12 27 Las causas de muerte, privacién de empleo 6 degrada cién que se devuelvan con mi real aprobacién 6 resolu- cién que las minore, se pondran en ejecucién, procediendo la solemnidad de convocarse nuevamente el consejo de gue- rra de oficiales generales aunque falte alguno de los jue- ces que intervinieron en la sentencia; y dandose cuenta de mi real resolucién sobre ella en ei consejo, pondré el presidente 4 continuacién de la érden que la explique: Ejeciitese lo que S. M. manda. Fecha. Lugar de la firma. Se insertaré la érden original en el proceso, y el fiscal pon- dra por diligencia en él, que en virtud de su contenido se mandé por el capitan general 6 presidente poner en eje- cucién. 28 Formalizado asi el proceso para la ejecucién de la sentencia de muerte, dara el capitan general la érden que corresponde para que al tercer dia la sufra el reo, toman- do las armas la parte de tropas de toda la guarnicion que le pareciere conveniente, con la asistencia de otras de las plazas 6 cuarteles inmediatos. 29 Luego que el consejo haya concluido la ejecucién de su acto, tomard el permiso del capital general el fiscal, y pasara 4 la prision, hard poner al oficial reo de rodillas, y le leeré por si mismo la sentencia, advirtiéndole que elija confesor para prepararse 4 morir cristianamente y que haga las disposiciones que creyere convenientes. 30 En la ejecucién de las sentencias 4 que preceda de- gradacién se observardn las formalidades que explica el titulo 9° que trata de este asunto; y con arreglo 4 lo preve- nido en él se adaptaran como convenga las disposiciones de tablado, formacién de tropa, conduccién del reo, pro- mulgacién del bando y demés circunstancias respectivas para la ejecucién de pena de muerte. 31 Si el consejo de guerra de oficiales generales hubiere de tenerse en campaiia, se observaran las mismas formali- 13 dades, con la diferencia de que el proceso ha de formarle, si el oficial reo fuere de infanteria, el mayor general de ella 6 uno de sus ayudantes; y si de caballeria 6 dragones, el mayor general de caballeria y dragones, 6 su ayudante respectivo. 32 Si hubiere diferentes reos de un mismo delito de log que unos fueren de infanteria y otros de caballeria 6 dra. gones, formaré el proceso el mayor general 4 quien corres. Ponda, segun la clase de que haya mas nimero de oficia. les reos; de modo que si los de infanteria (por ejemplo) fuesen tres, y dos los de caballeria 6 dragones, ha de ser el mayor general de infanteria quien le forme, y la misma regla ha de observarse respectivamente con el mayor ge- neral de caballeria y dragones; pero siendo igual el mi mero tocara la formacién del proceso al mayor general de infanteria. 33 Si fuere el reo oficial general formara el proceso el mayor general de la infanteria. 22 Prohibo absolutamente 4 los oficiales que maltraten ni castiguen con palo ni espada, aunque sea sin vaina, ni con accion 6 palabra en que puedan quedar injuriados 4 los sargentos, pena de ser suspendidos de sus empleos; y cuando hubieren cometido alguna falta por la que debieren ser reprendidos 6 castigados, se les proporcionara la pena con prisién & otra en que no quede ajada su estimacion: y si la falta fuere considerable, 6 mala su condueta, el coronel 6 comandante del regimiento le depondra de su empleo, y dara cuenta al inspector con sumaria infor- macién, que retendré en si para satisfacer al cargo que s¢ Je haga en caso de recurso; pero en los delitos capitales serdn los sargentos juzgados por el consejo de guerra or- dinario, y sujetos 4 las mismas penas que los soldados. 23 El sabdito militar de cualquiera calidad que fuere que faltare al debido respeto a sus superiores, bien sea con razones descompuestas, 6 con insulto, amenaza 4 obra. sufriré irremisiblemente la pena que corresponda 4 las cit- cunstancias, de la culpa y calidad de las personas inobe- 14 do conocimic men al secre este tribunal probada la Wael dsp diente y ofendida, sujetdndose al consejo de guerra que corresponda, segun la calidad del delincuente; y para evi- tar estos casos, encargo 4 los superiores que en sus repren- siones y recovenciones se midan para no exceder en térmi- nos que verifiquen mal trato; pues todo abuso de su auto- ridad sera de mi real desagrado. Injuria 6 insulto contra ministros de justicia 24 Todo oficial militar y de cualquiera tropa que esté subordinado, debera dar auxilio y mano fuerte 4 los mi- nistros de justicia en los casos ejecutivos, dando cuenta despues al superior de quien depende; pero en los que den tiempo, debe dirigirse el ministro que pide el auxilio, al comandante de las armas para que de él reciba la érden el sibdito militar que haya de darle: y todo oficial que se halle empleado, que no ataje por si mismo (en cuanto le sea posible) el desérden que ocurriere, sera responsable de los dafios que resulten. 25 El que con mano armada embarazare 4 los ministros de la justicia ordinaria sus funciones, ser sentenciado por la jurisdiccion 4 quien agravia con la pena que corres: ponda; pero no se ejecutaré la sentencia, y debera el juez ordinario dirigir los autos al capitan general, quien toman- do conocimiento, los remitiré puntualmente con su dicté- men al secretario de mi consejo de guerra, para que por este tribunal se declare en vista de todo, si esta 6 no com- probada la resistencia sobre que se funda la excepeién para el despojo del fuero. Sedicion. 26 Los que emprendicron cualquiera sedicién, conspira- cion 6 motin, 6 indujeren 4 cometer estos delitos contra mi real servicio, seguridad de las plazas y paises de mis dominios, contra la tropa, su comandante ii oficiales, seran ahoreados en cualquier mimero que sean: y los que hubie- 15 ay, ren tenido noticia y no lo delaten luego que puedan, suf ran la misma pena. ie 27 El que con fuerza, amenaza 6 seduccion 4 ot) barazare el castigo de los tumultos y desérdenes, pena de muerte: y todos los cuerpos de guardias dacs cuantos auxilios puedan para Ja tranquilidad y el arresta de los malhechores, y cualquiera comandante de guardig que fuese omiso en el desempefio de esta obligacion, seri puesto en consejo de guerra, y sentenciado segun las resul. tas de su negligencia. TOs, om. » tenders 28 El que indujere, 6 que ilicitamente juntare gente por cualquiera otra causa que no sea de las expresadas en el] articulo 27 que precede, sera castigado con pena arbi. traria. 29 Los que levantaren la voz en grito tumultuario sobre cualquier asunto, sea para pedir el prest, pan & otra asis. tencia, serin diezmados para ser pasados por las armas; y el que se averiguare ser el primero, sufrira la misma pe. na sin entrar en suerte; pero si no se pudiere verificar quien fué el primero, entraran todos en suerte para que muera uno, y los demas que queden libres sortearan despues para morir de cada diez uno. 30 Aunque no Ieguen 4 diez los tumultuantes, el motor siempre ha de morir, y los demas han de sortear para ser uno condenado 4 seis afios de arsenales; y los que quedaren libres tanto de la pena de arsenales como de la muerte, han de perder el tiempo de su empeiio, y los que no tuvieren tiempo se remitirén para servir sin él, 4 un presidio de ‘Africa agregados 4 las armas. 67 Cuando el criminal estuviere condenado 4 muerte de horea & otra, desfilaran las tropas del mismo modo delante del cadaver, y se observaran (en cuanto sean adaptables) las mismas formalidades. 16 per po res eee tere acoso, sei axe dees y st puree reo dentro Weise rtifica fea, hard el Cuando un criminal fuere ejecutado por el verdugo, icipard el regimento los diez pesos sencillos que han de le; y enviando copia de la sentencia, autorizada del zento mayor al intendente, pondra este al pie de ella érden para que el tesorero dé la providencia conve- nte a que se reintegre al cuerpo de este suplemento, Pudiendo suceder que 4 un criminal se le sentencie 4 ‘ca ti otra pena capital para la que sea necesario el dugo, y que no se encuentre, es mi voluntad que 4 con- uacion de la sentencia se prevenga por diligencia esta sal, y que mediante ella sea pasado el reo por las nas. Si algun soldado & otro de mis tropas cometiere cual- ier delito de pena capital, y se ausentare 6 se pusiere lugar sagrado (que para el efecto viene 4 ser lo mismo) indo que el oficial 4 quien se cometiere la averiguacion | delito, tenga jurisdiccién (como por la presente se la y) para que despues de hechas las informaciones posi- 3s en justificacién del delito, en la forma que prescribe ta Ordenanza, pueda lamar y Iame al reo (en la parte nde estuviere 6 se hallare la tropa) por edictos y pre- nes ptblicos, que en el término de un mes han de re- tirse por tres veces con expresion del delito de que es- viere acusado, sefialandole donde debe presentarse para r sus defensas y ser oido y juzgado: y en caso de no com- recer el reo dentro del referido término que prescriben 3 editos se ratificaran los testigos, se juntara el consejo + guerra, hard relacién de esta diligencia el sargento ayor u oficial que hubiere hecho el proceso, y se conde- 1rd al reo en rebeldia por el delito que merezca pena mas ‘ave entre el desercion y el que causé su fuga, haciendo cotejo de una y otra pena; y firmando la sentencia todos jueces que formen el consejo, se guardara el proceso se haran las diligencias conducentes 4 la aprehensién el reo, y si esta se lograse se procedera 4 tomarle su con- ssin y oir sus defensas, formandose nuevamente el con- xjo para la sentencia que corresponda, componiéndole 7 con los mismos jueces si existieren, 6 completandole con otros. SIMON BOLIVAR, Reglamento sobre el modo Jefe Supremo de la Repa- de conocer y determinar en __blica, Capitan General de las causas militares los Ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada. Con el objeto de establecer un orden general de jui- cios que se observe en todos los ejéreitos y guarniciones de la Reptiblica, y que bajo un método sencillo y breve, conozea de todos los delitos que puedan cometer los mi- litares; he tenido a bien decretar el establecimiento y formacién de un Consejo de guerra permanente en todo ejército, division y brigada que obren separados, a cuyo jui- cio estén sujetos todos los individuos militares de cual- quier clase y arma que sean, bajo las reglas que se esta- blecen sucesivamente. CAPITULO PRIMERO CONSEJO ORDINARIO Articulo 1°—El Consejo seré compuesto de un Coro- nel presidente, dos Tenientes Coroneles, dos Capitanes y dos Tenientes; que seran nombrados por el Comandante en Jefe. Este nombramiento se hard una vez, y se comu- nicara en la orden general del ejército. Articulo 2°—El Fiscal que instruya el proceso y forme la acusacién, seré el Sargento Mayor 6 Ayudante que la ordenanza general ha designado para los juicios milita. res. Articulo 3°—El escribano sera el que de conformidad con la misma ordenanza sea nombrado por el juez fiscal. 18 da antes, Atul 9 Hab vin nombrados Sa mento legal; si ta Cpitanes, de mat 1s de sete mien Artieuly W~By 4’—La clase de sargentos, cabos, aspirantes y sol- ra juzgado por este Consejo de guerra, por los faltas que las leyes militares han sefialado para dos en lo que Haman Consejo ordinario. 5°—Los delitos comunes, que por las mismas la ordenanza espafiola, no estaban sujetos al co- ato del Consejo ordinario, quedan por este regla- ujetos al juicio del Consejo permanente. » 6—También lo estan al juicio de este mismo los demés individuos que atin cuando no sean de 2s expresadas en el articulo 4°, el conocimiento de sas pertenece a la jurisdiccién militar. o T’—La sentencia que pronunciare el Consejo per- te, serd vista por el Comandante en —Jefe, cuyo Au- e guerra 6 Asesor militar, le aconsejard que la haga tr, si halla que se ha pronunciado con arreglo a las 5 se suspenda si se ha faltado a la disposicién de ellas. Jo 8'—En uno 4 otro caso, se ha de proceder ulte- ante, segiin se ha dispuesto en la orden general cita- :e8. ilo 9°—Habiendo falta de Tenientes Coroneles, se- ombrados Sargentos Mayores que no tengan impedi- > legal; si también la hay de éstos, serdn nombrados anes, de manera que en un ejército jamas haya me- le siete miembros en el Consejo. sulo 10.—En el caso en que sea juzgado un individuo xa compaiiia esté su Capitin nombrado miembro del ejo, el Comandante en Jefe hard suplir su falta nom- do otro oficial para solo este juicio. CAPITULO SEGUNDO CONSEJO PARA OFICIALES iculo 1’\—Para juzgar a los oficiales del ejército, desde -Tenientes hasta Tenientes Coroneles inclusive, se-sus- 19 tituirdn a los dos Tenientes Coroneles un General y un ‘oronel, bien sea efectivo 6 graduado; y no habiendo Ge. neral, se sustituiré otro Coronel, presidiendo en este caso el Consejo el que de ellos sea mas antiguo. Articulo 2°—E] nombramiento de estos miembros corres. ponde al Comandante en Jefe, asi como corresponde el que haya de hacerse provisionalmente por el impedimento que tenga alguno de los propietarios. Dicho nombramien- to se hara por una vez, y se comunicaré en la orden gene- ral del ejército, Articulo 3°—En cuanto al modo de instruir el proceso. a la persona que ha de formarlo, y a la que ha de actuar como secretario, se observaran las disposiciones de la or- denanza espafiola en el tratado del Consejo de guerra de oficiales generales. Articulo 4°—Igualmente quedan en todo su vigor las dis- posiciones de la misma ordenanza que hablan sobre los requisitos necesarios. para ejecutar las sentencias pronun- ciadas contra oficiales. CAPITULO TERCERO CONSEJO PARA OFICIALES DE GRADUACION SUPERIOR Articulo 1°—Para juzgar en el ejército a los oficiales desde Coronel hasta la tiltima graduacién de General, se sustitui- r4n a los dos Capitanes, dos Generales, y a los dos Tenien- tes, un Coronel; presidiendo el Consejo el Comandante General del ejército, con asistencia del Auditor si lo hay y sin que tenga voto alguno. Articulo 2°—Por falta de Generales, serén nombrados Co- roneles, y por falta de éstos, lo seran Tenientes Coroneles del ejército. Articulo 3°—Cuando el Jefe Supremo se halle mandando 20 Anil ?Pa ia tad en el the sparalame weles con Tenien naire hasta cin eco competent Ano 3B by anteriores p angi ‘elt teal We oa hi J ejército, presidira el Consejo de guerra el designare. -En el modo de aciuar, persona que ha de roceso y secretario de la causa, quedan en su sposiciones de la ordenanza espafiola. —Igualmente quedan en su vigor las que ha- jo de ejecutar las sentencias. —Si hubiese necesidad de poner en Consejo de Comandante en Jefe del ejército, 6 al de una ae obre separadamente, se establecera un Con- erra especial cuyo nombramiento y designacién aero corresponde a la autoridad suprema. CAPITULO CUARTO 1s—En una brigada 6 cuerpo del ejéreito que aradamente de una division, se formara el Conse- anente de que se ha hablado en el capitulo pri- asta con cinco miembros, sustituyéndose los Te- Coroneles con Capitanes y éstos con Tenientes, no hayan oficiales de las primeras graduaciones. 0 2’—Para formar el Consejo de guerra de que se lado en el capitulo segundo, en una brigada que sparadamente del ejército, se sustituirdn los Coro- son Tenientes Coroneles, y su mimero podré dismi hasta cinco miembros, no pudiendo hallarse m competente. alo 3°—En todos los casos de que hablan los eapitu- tteriores pueden ser nombrados indistintamente para nsejo permanente los oficiales de artilleria, infante- caballeria y dragones. culo 4°—Todos los individuos de los cuerpos de arti- a agregados a las divisiones 6 al ejéreito, seran juz- »s por el Consejo de guerra permanente. 21 SN / a CAPITULO QUINTO 4 We oye CONSEJO PERMANENTE DE LAS PLazag pt" Wet Articulo 1—En toda plaza se establecera el Consejo i wt guerra permanente, a cuyo juicio quedan sometif.” lo, ow individuos militares de ella, de cualquiera arma, fqny!% or dose segin la clase del delineuente, en los términos rae en nidos para los ejércitos. . vine i Astioulo 2—Corresponden al Gobernador Comandante wes k litar de Ia plaza las mismas funeiones que se ham desig” 18 ti do a los Comandantes en Jefe de los ejércitos en este re. joy ot glamento. ve" (abel Articulo 3°—En el modo de actuar, formalidades que se poett? : han de guardar en el proceso, modo de reunirse este gy’? pe na © po y de hacer su votacién, con todos los demés deta, 6. | que la ordenanza espajiola hace en los tratados de Con. sejo de guerra, no habré ninguna variacion fuera det, que este reglamento establezea. eee i Articulo 4*—Las leyes a que debe cefiirse el Consejo para Jefe Som castigar los delitos, son las penales im puestas en los ban. Los ¢ dos del ojército, Ins leyes militares 6 reglamentes pate A os Puc cados por la Autoridad Suprema de la Republica, y por Cindadanos, La falta de éstas las penales de la Ordenanza espaitely, nit al énimo d Articulo 5*—Para abreviar el juicio militar sin faltar a las a enplear la E formalidades que lo hacen jus to, se hard a un mismo tiem. gue fué benem po la ratificacién y careo de testigos, comprendiéndose su ‘Yo denunei eee eye . 4 os 10 a exposicién en una sola diligencia, y pudiendo asistir a este we ha podid acto el defensor 6 defensores del acusado 5 acuradon, | Gahieny Comuniquese a quienes correspondan, para su exacta ob- Crable de. og servancia. Pemo8 de g Conf Cuartel General en San Félix, a 7 de junio de 1817.7". te del | lap. Sbirar BOLIVAR. | Noni eta, (Yanes y Mendoza. Tomo I, pig. 177). | ig t aes . *Olangg en 22 se ae ZAs Onse; stig! tidos i * forge los o an. : Prey. lante Mi designs. este Te. 5 que t Se ite cuer. detalles a de la Jo para os ban. publi. Y por ira las > tiem. ose su a este ta ob- SIMON BOLIVAR Jefe Supremo de la Repi- Levéntese el bloque en la _bliea, Capitan General de provincia de Guayana. los Ejéreitos de Venezuela y de Nueva Granada. Hallandose ocupada toda la Guayana por las tropas de la Republica, y no habiendo ni en una ni otra banda del Orinoco enemigos que puedan hostilizar el comercio, he venido en declarar, como declaro por las presentes, levan- tado el bloqueo decretado en 6 de enero de este afio por lo respectivo a la Guayana, quedando en toda su fuerza y vigor en cuanto a los puertos de Cumand, La Guaira y Puerto Cabello. 65. (De una copia de la época). SIMON BOLIVAR, Jefe Supremo de la Repiblica de Venezuela, & & &, A los Pueblos de Venezuela. Cindadanos. La més grande afliecién que puede sobreve- nir al 4nimo de un magistrado, es aquélla que lo obliga a emplear la Espada de la justicia contra un ciudadano que fué benemérito de la Patria. Yo denuncio a la faz de la nacién el crimen mas atroz que ha podido cometer un hombre contra la sociedad, el Gobierno y la Patria. El general Piar es el autor exe- crable de este fatal delito. Colmado de los honores su- premos de la milicia de la consideracién publica y de la confianza del Gobierno nada quedaba a este cindadano a que aspirar sino a la gloria de titularse bienhechor de la Republica. ;Con qué horror pues, no oiréis que este hombre tan favorecido de la fortuna haya pretendido su- mergirnos en el piélago espantoso de la anarquia! Si, ve- nezolanos, el general Piar ha formado una conjuracién 23 destructora del sistema de igualdad, libertad © inde dencia. Pero no os admiréis de esta monstruosidad “t” parte de un hombre cuya vida ha sido un tejido de cone pitaciones, erimenes y violencias. Nacido en ‘un paig’ tt traiio, de una madre que tampoco es venezolana y de padre eanario, ningtin sentimiento de amor ha potide cibir al nacer, menos atin en el curso de su educacijn, Engreido el general Piar de pertenecer a una familia no, le de Tenerife, negaba desde sus primeros.afios, iia, horrible eseandalo!!! negaba conocer el infeliz send habia Mevado este aborto en sus entrafias. Ta su desnaturalizada ingratitud ultrajaba ala misma med. de quien habia recibido la vida por el solo motivo dene ser aquella respetable mujer del color claro que él habia heredado de su padre. Quien no supo amar, respetar :t deber de ciudadano y menos atin al mas riguroso de te dos, al militar. que mn nefando en Llevado por el general Marifio a la costa de Giiiria en los afios pasados fué destinado a Maturin bajo las ordenes del comandante Bernardo Bermidez, que fue victima de sus primeros ensayos de conspiracién. Apenas habia lle. gado a Maturin cuando sublevindose contra su inmediato jefe, lo prendié e indefenso lo arrojo hacia la parte que ceupaba el enemigo para que fuese indignamente sacri. ficado por los crueles espaiioles. El desdichado Bermidez mareé con su muerte el primer fratricidio del ambicioso Piar. La inmortal ciudad de Maturin que parecia destinada por Ja Providencia para ser la cuna del heroismo venezolano tuvo la gloria de vencer por tres veces en otras tantas batallas las bandas espafiolas de La Hoz y Monteverde. Los valerosos Maturinenses conducidos por su indomable espiritu y por un sentimiento irresistible de un patriotis- mo divino, elevaron su nombre al mas alto grado de es plendor dejando al de su intruso jefe en el seno de la obscuridad. La fama no fué injusta, pues supo distinguit el mérito de los soldados y Ia ingratitud del caudillo. Ni 24 oe si 4 om lt : yt! Faden faa er sea bi pt sans ex Bae,» 8a sper bla har pe hae del ie a fortuna consiguieron ilustrar su espiritu de la victoria. Maturin sepulté en sus Ila- srcitos espafioles y Maturin quedé siempre s mismos peligros que la amenazaban antes os, Tan estupido era el jefe que la dirigia en nes militares. Marifio, reconocido por el jefe de la expe- riente fué a Maturin a inspeccionar aquellas opas. El general Piar, entonces ausente, habia ites de separarse un motin contra su jefe, que sgrado sin duda, si el virtuoso general Rojas no implido con su deber en favor de la justicia y ordinacién militar. La insurreccién de Piar no :o por la bella conducta del general Rojas. + de las calamidades de Ja guerra el italiano Bian- sleva contra las autoridades constituidas y se roba tas reliquias de la Repablica. Logramos conducir de Margarita a este infame pirata para hacernos y aprovechar los tnicos restos de nuestra expi- cistencia. La fatalidad, entonces anexa a Venezuela, jue se hallase el general Piar en Margarita donde ‘a mando y a donde habia ido para salvar el fruto depreciaciones en Barcelona, y mas atin para esca- + los peligros de la guerra que él hace sélo por enri- rse a costa de la sangre de los infelices venezolanos. vez que ha hecho su botin el valor le falta y la cons- a le abandona. Diganlo los campos de Angostura y Félix, donde su presencia fué tan nula como la del ao tambor. El general Marifio y yo, jefes de la Re- lica, no pudimos desembarcar en Margarita porque el so Piar se habia apoderado de la fuerza y nos obli- ‘a ponernos a la merced de un pirata mas generoso y 8 sumiso que él aunque iguales en la rapacidad. Por en- aces la Patria sufrié todos los reveses que son notorios r la exclusiva traidora conducta de Piar. ¢ acuerdo con el general Ribas pensé en defender a Cu- 25 Ry mani y anque aquél general debia mandar por ser de ma. yor graduacién, sélo logré dividir Ia autoridad con Piss, Esta igualdad no convenia ain a las miras ambiciosas de iar, y desde Iuego conspiré contra su jefe y colega Ribas, Este para evitar la guerra civil y quizds su propio exter, minio marché a Maturin, y Cumand fue la vietima de lag pasiones de Piar. Su desdichada poblacién perecié como la emigracion de Caracas y Barcelona por obedecer a Piar que las forzs a encerrarse en aquella indefensa ciudad, iiVictimas desdichadas alli sepultadas!! decid zquién os Puso bajo la cuchilla de Boves? Perdido el territorio que imitilmente Piar habia pensado defender, se refugié en Giiiria donde mandaba el coronel Bideau, quien tenia la autoridad suprema de aquel pais por delegacion del general Marifio. Aun no habia pisado aquella ciudad cuando ya Piar intentaba destituir al jefe que la mandaba. Sus defensores de acuerdo con Bideau, se vieron obligados a expulsar a Piar para no ser envuel. tos en disenciones domésticas a tiempo que el enemigo la estrechaba por todas partes. El objeto de Piar en aquel momento no era tanto defender a Giiiria, cuanto extraer los tesoros que habia arrancado al general Ribas y habia sido hasta entonces religiosamente respetados como vasos sagrados que pertenecian a las iglesias de Caracas. Mos ‘iar tan avaro como sacrilego intentaba convertir en su propio uso, objetos consagrados a la Divinidad. En la tereera época de la Republica, el general Piar a quien yo habia perdonado todos sus atentados viene conmigo a Cartipano. Alli a la faz de todos los extranjeros y nacio- nales dié el mas escandaloso ejemplo de su venalidad. El descaro en robar los intereses de aquella ciudad, ha sido tan publico que nada se debe afiadir para que sea mani- fiesto. La divisién del general Mac Gregor después de haber libertado a Barcelona se somete a sus érdenes porque asi lo exigia el orden de la milicia y porque él se jactaba de ser el primer apoyo del Gobierno. La batalla del Jun- 26 ‘ i it fuer afr y Angel r y ie WE _ ea eu fit ree. fn cients 12 ur over un erino 2 8U vento gener Monaga coro Matos, el tenien Sautarita, el cirujano ( ‘i eotar muchos otros fr, pede depo wsldemg Syd de Dili Ye 9 cing os ‘tuerl Ani Shey oe) "0 i Par i peenig lente Ari * thay ‘any, Ad cal, casi perdida por este general, fué un terrible desen- gafio para aquellos alucinados soldados que creian tener en él un gran Capitan; pero su impericia y su cobardia se manifestaron alli de un modo incontestable. Ganada por el general Mac Gregor y los otros subalternos que obra- ron arbitrariamente, hallindose abandonados de su jefe y sin esperanza de salvarse, ni atin siquiera se puso a la cabeza del Ejército para perseguir los restos fugitivos, y el fruto de aquella victoria fué ninguno, como todas las que la fortuna le ha proporcionado. La conducta del general Piar en esta provincia, ha co- rrespondido al curso de su vida: el mas feroz despotismo ha sido su divisa, Mandar pasar por las armas a los jefes y oficiales mas estimables; ponerlos en el afrentoso tor- mento de la soga; destituirlos sin autoridad y sin juicio. En fin todos los actos del poder absoluto de un tirano. Ninguna orden del Gobierno ejecutaba jamés: todas las miraba con el més ultrajante desprecio. El se habia abro- gado las facultades de la autoridad suprema y no se ha- bia proclamado por soberano de la Repiblica porque las fuerzas de su mando eran todavia demasiado débiles y Ja fortuna no le habia sometido las ciudades de Guayana y Angostura. £n circunstancias tan urgentes yo vine al ejército para poner un termino a su desenfrenado despotismo. El be- nemérito general Monagas, el coronel Parejo, el teniente coronel Matos, el teniente coronel Infante, subteniente Santarrita, el cirujano Cervellon y. el secretario Melian sin contar muchos otros que fueron ignominiosamente in- famados, pueden deponer si el régimen del general Piar no es el de un satrapa de Persia! ;Cudntos horrores no hizo sufrir el general Piar a estos ilustres defensores de la Re- publica! A mi presencia ha osado clavar un par de grillos, y sin un juicio formal ha condenado a servir de soldado raso al subteniente Arias. Espantado de tan atroz pro- cedimiento quise salvar la inocencia, las leyes y los dere- chos del ciudadano. Ademas hice entender al general Piar 27 que debia someterse a la autoridad del Gobierno y no obrar arbitrariamente como lo habia hecho siempre. Este general furioso como un frenético medita entonces la sub. version del Estado y la destruccién de sus hermanos. Para realizar tan negro designio pretexta enfermedad, pide en. carecidamente un retiro temporal y toma un pasaporte para las Colonias. Calumniar al gobierno de pretender cambiar la forma re. publicana en la tirdnica; proclamar los principios odiosos de guerra de colores para destruir asi la igualdad que des- de el dia glorioso de nuestra insurreccién hasta este mo- mento ha sido nuestra base fundamental; instigar a la guerra civil; convidar a la anarquia, aconsejar el asesi- nato, al robo y el desorden, es en sustancia lo que ha hecho Piar desde que obtuvo la licencia de retirarse del ejé cito, que con tantas instancias habia solicitado, por que los medios estuvieran a su alcance. Pruebas constantes e irrefragables de esta conjuracién son las deposiciones undnimes de generales, comandantes, sol- dados, y paisanos residentes en Angostura. iQué pretende el general Piar en favor de los hombres de color? jLa igualdad? Né: ellos la tienen y la disfru- tan en la mas grande latitud que pueden desear. El general Piar mismo, es una prueba irrevocable de esta igualdad. Su mérito es bien inferior a las recompensas que ha ob- tenido. Los més de los oficiales de Venezuela han comba- tido por la Republica mas que Piar y sin embargo ellos son subalternos, mientras que él esta decorado del ultimo grado de la milicia. Podriamos citar otros muchos gene- rales, coroneles, comandantes y jefes de todas clases; pero no es justo mezclar los nombres de tan beneméritos civ- dadanos con el de este monstruo. El general Piar no desea la preponderancia de un color que él aborrece y que siempre ha despreciado como es constante por su conducta y documentos. El general Piar ha tenido como un timbre la genealogia de su padre y ha Hegado su impudencia hasta el punto de pretender n° 28 del sae capa La revolt dos los fu jQuienes blancos, litares al do estos ¢ no de la J liberalidac |e nila, aracién son dantes, sol- ys hombres 7 la disfru s6lo ser noble, sino aun decendiente de un principe de Portugal, (entre sus papeles existe este documento). La imparcialidad del gobierno de Venezuela ha sido siem- pre tal, desde que se establecié la Reptblica, que ningin ciudadano ha legado a quejarse por injusticia hecha a él por el accidente de su cutis. Por el contrario. ;Cudles han sido los principios del Congreso? {Cudles las leyes que ha publicado? ;Cual la conducta de todos los magistrados de Venezuela? Antes de la revolucién los blancos tenian op- cién a todos los destinos de la monarquia, lograban la eminente dignidad de ministros del rey, y aun de grandes de Espafia. Por el talento, los méritos o la fortuna lo al- canzaban todo. Los pardos degradados hasta la condicién mas humillante estaban privados de todo. El estado santo del sacerdocio les era prohibido: se podria decir que los espaiioles les habian cerrado hasta las puertas del cielo. La revolucién les han concedido todos los privilegios, to- dos los fueros, todas las ventajas. 4Quienes son los actores de esta Revolucién? No son los blancos, los ricos, los titulos de Castilla y aun los jefes mi- litares al servicio del rey? ;Qué principios han proclama- do estos caudillos de la Revolucion? Las actas del gobier- no de la Repiblica son monumentos eternos de justicia y liberalidad. Qué ha reservado para si la nebleza, el clero, la milicia, ;Nada, nada, nada! Todo lo han renunciado en favor de la humanidad, de la naturaleza, y de la justicia que clamaban por la restauracién de los sagrados dere- chos del hombre. Todo lo inicuo, todo lo barbaro, todo lo odioso se ha abolido y en su lugar tenemos la igualdad ab- soluta hasta en las costumbres domésticas. La libertad hasta de los esclavos que antes formaban una propiedad de los mismos ciudadanos. La independencia en el mas alto sentido de esta palabra sustituida a cuantas dependencias antes nos encadenaban, El general Piar con su insensata y abominable conspira- cién sélo ha pretendido una guerra de hermanos en que crueles asesinos degollasen al inocente nifio, a la debil 29 mujer, al trémulo anciano, por la inevitable causa de ea ber nacido de un color més claro. Venezolanos. {No os horrorizdis del euadro sanguinario que 0s ofrece el nefando proyecto de Piar? Calificar de un de, lito el accidente casual que no se puede borrar ni evitar, EI rostro segiin Piar es un delito y leva consigo el decre. to de vida o de muerte, Asi ninguno seria inocente, pues que todos tienen un color que no se puede arrancar Para substraerse de la mutua persecucion. Si jams la guerra fratricida como lo desea Piar Megase a tener lugar en Venezuela, esta feliz region no seria mas que un vasto sepulero donde irian a enterrarse en todas partes la virtud, Ia inocencia y el valor. El mundo horro- rizado cargaria de execraciones a esta sanguinaria nacién donde el furor sacrificaba a su saiia todo que es sagrado aun para los mismos salvajes, la humanidad y la natu. raleza, Pero no, venezolanos, vosotros no sufriréis que las tiltimas gotas de sangre que ha respetado el puiial de los asesinos de Espajia, sean derramadas por vuestras propias manos. Vosotros sois incapaces de servir de instrumento a los fu- rores de Piar. Vosotros lo conocéis, no ignordis sus execra- bles designios, y vosotros pues lo perseguiréis, no sélo co- mo un enemigo piblico sino como un verdugo de su espe- cie, sediento de su propia sangre. EI general Piar ha infringido las leyes, ha conspirado con- tra el sistema, ha desobecedido al gobierno, ha resistido Ia fuerza, ha desertado del ejéreito y ha huido como un cobarde; asi pues él se ha puesto fuera de la ley: su des- truccién es un deber y su destructor un bienhechor. Cuartel General de Guayana, agosto 5 de 1817.—7’. SIMON BOLIVAR. Las notas que siguen, tomadas de varios documentos inéditos ° desconocidos prueban y esclarecen los hechos aducidos por el Jefe Supremo en el manifiesto que antecede. 30 ciberon fa tei 5 Sthe, “Los buques d faron al puerto de Caripan Bolivar y Mario. Estos de por ava larga narracién que vaio de ls apuradas cite Tt wear los bug DEFENSA DB S. E. EL SENSOR GENEROY MANUEL PIAR, ACUSADO DE INSUBORDINALS, “60. SU- PREMA AUTORIDAD, DE CONSPIRADON, -ONTRA EL ORDEN Y TRANQUILIDAD PUBLICA, MA. MENTE, DE DESERTOR Y SEDICIOSO. Exemo. sefior Presidente y sefiores Vocales del Consejo, Fernando Galindo, de la Orden de Libertadores, Teniente Coronel de Ejéreito y Ayudante del Estado Mayor gene- ral, nombrado defensor por S. E. el General en Jefe de Ejército Manuel Piar, acusado de los crimenes de insubor- dinado 4 la Autoridad Suprema, de conspirador contra el érden y tranquilidad pablica, de sedicioso, y tltimamente de desertor, tiene el honor de exponer en favor de su cliente, lo que sigue: Sefiores: El mas solemne y delicado empefio en que ja- mas se ha encontrado la Republica de Venezuela, es el que hoy se presenta 4 nuestros ojos. Un hijo primogénito de la victoria, el terror de los espafioles, una de las mas sélidas columnas de nuestra Patria, el General Piar, en fis aparece ante este respetable Consejo como el mas crimi nal y detestable de nosotros. El es acusado de delitos que hacen estremecer al més pacifico; él es considerado como el mas infame de los que componen el Estado; y él es has- ta ahora el blanco infeliz donde se dirigen los tiros de sus cohermanos. La naturaleza, la justicia, la razon, la grati- tud, las leyes y el honor mismo de la Nacidn, inspiran un debido respeto, una tierna compasién y sentimientos ge- nerosos por un ilustre desgraciado; y forzoso es que sea examinada su causa con todo el pulso y acierto que exi- gen useing y la prudencia, La suerte de los mortales es viataren ‘cl manne Daas fondenacién violenta é in- tentaré, pues, mi razones en oy oh edad, Pee y con eandor,y V.E, e servird citar etnies eens fe Uialdad soe peeiae oferta oirlas con el juieio é impar ‘08 decretos de la Sabiduria. 120 Mas facil es concebir el exterminio total del pais que po- derse figurar la insubordinacién del General Piar. Comen- cemos por establecer la diferencia que hay entre insubor- dinacion y temor. Aquella es un acto escandaloso de de- sobedecimiento y de resolucién: éste es un miedo mezcla- do de confianza y de respeto mismo 4 la Autoridad, que impele 4 cometer errores involuntarios, en lo que obra mas el cardcter personal del individuo, que sus principios 6 sistema. Tal es el estado en que desgraciadamente se encontraba aquel cuando recibié la intimacion del General Bermidez, comunicada por su Edecan Machado, para mar- char a presentarse al Supremo Jefe al Cuartel General de Casacoima. Rodeado por muchas partes de enemigos par- ticulares, advertido de que se le perseguia por los mismos que mas le habian apreciado; asestado por émulos 6 ene- migos secretos; instruido falsamente por amigos suyos, re- sidentes en el Cuartel General, que se proyectaba su sa- erificio; y dotado de un cardcter desconfiado, al mismo tiempo que violento y timido, se crey6 perdido, y se vié fuera de si, cuando se le ordené su ida 4 Casacoima. ;Es, pues, de extrafiar que en tan empefiado lance, él que no tiene una gran serenidad de énimo, no busque un asilo en. tre sus mismos hermanos, entre los mismos defensores de este suelo venezolano, ausentandose por algunos dias para escaparse de la célera de la autoridad, haciendo tal vez despues sacrificios importantes para acreditar su obedien- cia y su afeccién? ZQuién osara censurar de insubordina- do al Supremo Jefe en el curso de su vida anterior? ;No es esta una série de acciones fieles y una continuacién de acontecimientos los mas leales que acreditan una subor- dinacién ejemplar al primer Jefe de la Nacién? Cuando los vencedores del Alacran se hallaban en una la- mentable orfandad por la sensible separacién de su caro Jefe Supremo; cuando el triunfador de Moréles estaba mas protegido de la fortuna y mas amado de sus stibditos; y cuando todo parecia someterse 4 la fuerza de su espada de su dicha y de eu opinién, no se le veia mover los labios si no para proferir las voces de amor, veneraci 121 ee y fidelidad al Suptemo Jefe Simon Bolivar. El loges inspirar este sentimiento universal en su ejército; y. mag era el dolor que le eausaba el que este inmortal” Jefe no hubiese sido el héroe del Juncal, que la gloria que x dia tener de haber ganado la batalla. Sus primerse oo didas mandarlo buscar con el seiior Intendente Zea; no ahorrar ningun trabajo; no excusar ningun medio Para conseguirlo; salvar inconvenientes para procurarlos y he cer surcar los mares para encontrarlo y dleclarae Publica. mente que la Repitblica no podia existir sin que viniese. En todo el resto de su campaiia, en los Hanos y poblac nes de Barcelona, sobre margenes del caudalosy Orinoco, frente 4 las baterias de esta ciudad; en las abundantes mi- 3 pero la no- pasada, nadie mejor puede justi. ficarla que los mismos Jefes que ahora dejonen conten a Gon franqueza declaro que es para mi un enigma incon, cebible el que un hombre pueda ser fiel y traider 4 le vez, subordinado ¢ inobediente, pacifico y conspirador samen ila autoridad constituida y sedicioso. Este el contraste que 8e observa de la causa seguida con el benemérito Gene- ral Piar, {Cdmo es que puede ser conspirador el que mas ha contri: buido 4 sostener al Jefe que hoy por fortuna nucetre nas rige? ;Cémo ser insubordinado un General que he sade cl modelo de la obediencia y del respecto al’ Gohierne? 4Quién fué sino mi defendido el que en la ausencia de la ea tidad suprema se rehus6 vigorosamente y desprecié promita dignidad herdica las sugestiones y las lisonjeras Promesas que la brindaba el General Marifio? Cuando es- taba mas convidado que enténces 4-dividir con otro el 122 poder, y do: entre nosot le halagaba: ejemplo sub que desde e rias, las circ premo, todo un gran tea crimenes de ejemplo de. Hay hechos Manuel Piar Las mismas mentos irref consignados de fidelidad estampadas 4 todos los cieran 4 Ma cia la mas le go y la vehe 6 inflama en plos mas ad Gobierno qu ‘Arismendi ¢ pondencia ¢ lamente, es Si considers presas milit esta Provin en lo minim ridad. Un s agitaba—a de sn suert cuerdos sen y el furor autores de : poder, y dominar 4 su antojo en Venezuela? ,A quién de entre nosotros son desconocidos los incentivos con que se le halagaba? ;Quién ignora el heroismo incomparable, el ejemplo sublime de constancia y la invencible firmeza con que desde enténces se decidié contra Marifio? Sus victo- rias, las cireunstancias y los acontecimientos del Jefe Su- premo, todo le favorecia, y atin parece que lo colocaba en un gran teatro donde pudiese desplegar 4 su arbitrio los crimenes de que se le acusan, dando al mundo todo un ejemplo de ellos, cohonestado con el favor de la fortuna. Hay hechos incontestables que estén en favor del General Manuel Piar y tan positivos que ninguno los podré dudar. Las mismas gacetas de los espaiioles en Carcas son docu- mentos irrefragables que tiene él en su abono. Alli se ven consignados los actos més irrevocables de subordinacién, de fidelidad y de adhesién al Jefe del Estado. Alli se ven estampadas las érdenes mas terminantes que hizo circular 4 todos los que mandaban divisiones para que no obede- cieran 4 Mariiio como un General disidente, que descono- cia la mas legitima autoridad de Venezuela. Alli se ve el fue- go y la vehemencia con que el General Piar se entusiasma é inflama en favor del Supremo Jefe; y alli se ven los ejem- plos mas admirables de consecuencia, respeto y amor al Gobierno que tenemos. Sus contestaciones con el General ‘Arismendi comprueban tambien esta verdad; y su corres- pondencia con los Generales Zaraza, Freites y Rojas, so- lamente, es suficiente para exculparlo de cualquier falta. Si consideramos su conducta en la mds atrevida de las em- presas militares de la Costa Firme,—la de la salvacién de esta Provincia,—creo que ningun mortal podra tildarle en lo minimo, y que ni dun sofiando le ha faltado 4 la auto- ridad. Un solo sentimiento era el que constantemente le agitaba—la ausencia del Jefe Supremo y la incertidumbre de su suerte. Ni se paso un sdlo dia sin que hiciese re- cnerdos sensibles, y sin que con las ligrimas por una parte y el furor por la otra no se exaltase contra los que ereia autores de su adversidad. 123 “Un solo voto,” decia frecuentemente, “un solo voto no mas debe haber en Venezuela. Bolivar, Bolivar es el salva- dor de este pais, y yo no me tranquilizaré hasta no verle y hasta no acabar de exterminar el tiltimo de sus enemigos. A él solo obedeceré, y me sacrificaré donde me mande con la ltima obediencia y voluntad. Miéntras me quede un soldado, con él solo, haré la guerra al mundo entero por sostener su autoridad.” Apelo para testificar esta verdad 4 algunos miembros de los que componen este respetable Consejo y 4 los mismos Coroneles que declaran contra él, Hernandez, Sanchez y Olivares. Recordaré yo 4 estos seiiores la Junta de guerra celebra- da en el Pueblito, querria me contestasen si jamd4s han presenciado una escena en que la fidelidad, la subordina- eidn, el decoro y el afecto al Gobierno se hayan mostrado mds patentemente, que lo que lo hizo en aquel dia el Ge- neral Piar. Asi es que vuelvo 4 repetir 4 V. E. que mas facil me es el concebir la disolucion de la Republica, que per- suadirme de los crimenes que se acusan al General. Sélo me extiendo 4 creer que la vehemencia de sus pasiones, la impetuosidad de su cardcter, la indiserecién de algunos individuos, el sentimiento de creerse ofendido y despre- ciado, el mismo amor y una especie de celo porque creia que el Supremo Jefe no lo distinguia segun queria y mere- cia; hé aqui lo que le habré hecho expresarse de un modo que ni se acuerda, ni sabe lo que ha dicho. En una fibra tan irritable como la suya, y en un hombre que desgracia- damente se transporta y enfurece hasta el término de per- der el juicio, no es de admirar nada de esto. Deploremos su cardcter, culpemos més bien 4 la naturaleza, y no 4 la inteligencia del infeliz General Piar. “Puede ser conspirador el que deja el mando de la prime- ra y més brillante division que nunca ha tenido Venezuela, para retirarse 4 la triste poblacién de Upata? ;Pensaria en la destruccién del Gobierno el que dejé las fuerzas de las manos, prefiriendo su tranquilidad y la vida privada? 124 ¢Por qué se separé de aquellos que estaban habituados obedecerle ciegamente, y que lo adoraban y temian? Tan dificil é incomprensible es esto como si se quisiere hacer creer que el que premedita un asesinato comienza por des- prenderse de sus armas; 6 que el que quiere ganarse la voz popular se esconde en el ultimo rincon de la tierra. Si los hombres se considerasen siempre en las mismas cir- cunstancias que un acusado, de qué distinta manera se representarian sus delitos! La conciencia de su inocencia no la puede tener sino el que padece, y los que juzgan t oyen siempre abultan 6 se preocupan. Los falsos rumores todo lo exageran, y muchas veces acontece que 4 un ino- cente se empefia el mundo injusto en el hacerlo criminal. Hay mucho de esto en la causa de mi defendido. Si con se- renidad y sangre fria investigamos el origen del delito, no encontraremos sino resentimientos de amistad, expre- siones de ninguna importancia vertidas con enardecimien- to é indiscrecion, quejas privadas con sus amigos para des- ahogar su interior, raptos, en fin, de aquello que todos sabemos padece el General Piar. Calumniado atrozmente por sus perseguidores, hasta el extremo de asegurar que habia robado ochenta mil pesos, en alto grado adolorido, ulcerado gu corazon de una manera inexplicable, y can- sado de recibir avisos de que se intentaba matarlo, este Jefe, hoy tan desdichado, todo se desconcerté hablo sin saber lo que decia como un frenético 6 loco, cargé de im- precauciones 4 sus enemigos, vomité quejas terribles, y grité furiosamente contra los que sospechaba la querian perder; pero sin depravada intencién y sin proyectos tan crimina- les como los que se le atribuyen. 4Dénde estén esos planes de conspiracién? Donde el ni- fnero de los conspiradores? ;Dénde las proclamas para ex- citar al tumulto y 4 la sedicién? ;Dénde los ejecutores de esta enorme empresa? ;Dénde los soldados 4 quienes ha- blé para la comision del atentado? ;Dénde, por ultimo, los preparativos para una tan colosal y desatinada maquina- cién? Registrense como se han registrado ya sus cofres y 125 todo su archivo. Ni el mas pequefio papel se encontrara que condene al General Piar, ni que siquiera dé indicios de los delitos que se le atribuyen. No se veran, por el con- trario, sino las instrucciones y positivas érdenes que dejé al General Freites, al partir 4 la reconquista de esta Pro- vincia, para que no obedeciese 4 otra autoridad que la su- prema, depositada en el General Simon Bolivar. No se ha- laran sino proclamas y documentos auténticos y sinceros que no respiran mas que érden, subordinacién y respeto al Gobierno. Recuerden los Generales de la Republica el discurso que el intrépido Piar hizo en la Junta de aquellos, convocada por S. E. el Supremo Jefe frente 4 esta plaza; en la que 4 pesar de no ser desentir que ésta fuese atacada, por las infructuosas tentativas que se habian hecho, hizo una publica declaracion al primer Jefe, asegurandole de su obe- diencia y prometiéndole sagradamente, que nada temiese de su ejército, donde ninguno osaria vacilar, ni contrade- cir. ;En qué mejor ocasién pudo ser sedicioso, conspira- dor é insubordinado, que cuando Barcelona estaba toma- da por los enemigos, y los Generales en choque, el ejército casi disuelto por la escandalosa conducta de Marifio, y él mis victorioso que nunca por la gran batalla de San Fé- lix? Mas sus procedimientos en aquellas circunstancias son inimitables y le harén eternamente un honor y que no se le podré robar. El fué el pao de lagrimas y el constante consuelo de los miserables que pasaron el Orinoco. Declare el Teniente Coronel Olivares cual fué el objeto de su misién 4 Barcelona: tribute los homenajes debidos 4 la verdad y no prive 4 la inocencia de una manifesta- cién que le puede favorecer. Fué enviado para poner el ejército 4 las -érdenes del Supremo Jefe, asegurandole de la més acrisolada obediencia y del dltimo respeto 4 su per- sona. Nadie ha estado més satisfecho: de los buenos proce- deres de Piar que el mismo General Bolivar. Cudntas veces en conversaciones publicas y privadas le hemos visto con- firmar esta verdad: cuén honorificos para aquel y tier- nos reciprocamente no son los oficios de su correspon- 126 dencia, y cudntas ocasiones hemos visto al primer Magis- trado de la Republica entusiasmarse con ternura al con- templar la fidelidad y las proezas de Piar! Pero, sefiores, donde la maledicencia parece que més se ha complacido en difamar 4 nuestro triste acusado, es en el documento ntimero 6, en el que el Coronel Sanchez dice al Supremo Jefe que el General Piar habia hablado 4 to- dos los Comandantes de caballeria y 4 muchos oficiales subalternos, que no dejaron de ser sensibles 4 sus insinua- ciones. Ni es cierto que este Jefe haya hablado 4 todos los Comandantes ni ninguna declaracién lo justifica; ni al se- fior Sanchez le consta; ni ménos puede comprobarlo. ;Y cémo es que tambien envuelve en su fiera y maliciosa acu- sacién 4 los inocentes jefes y oficiales de la caballeria, re- presentandolos como sensibles al crimen y 4 las sugestio- nes de Piar? ;Cémo es que en el primer documento se atreve 4 llamar serpiente y ménstruo de la Republica al que més ha contribuido 4 regenerarla, al libertador del Oriente, al héroe de Maturin, al afortunado en los Coroci- Hos, al espanto de los espafioles en Cumanacoa, al que con su nombre y su audacia sola fué triunfador en el Juncal, al que puverizé en San Félix las huestes arrogantes de Morillo y al que nunca ha sido vencido entre los Generales de Venezuela? Tan sabida es la enemistad inconciliable que Sanchez profesa al que defiendo, como que el aconte- cimiento del pueblito de la Pastora es 4 todos conocido. Sanchez desde alli juré ser el perseguidor de Piar; y pa- rece que los acontecimientos, la revolucion, su safia y su sagacidad le han procurado el triunfo en esta lid. El Co- ronel Francisco Sanchez emprendié alli el repase de nues- tro ejército 4 Barcelona; y sin la firme resolucion del Gene- ral Piar y de otros jefes justos y constantes, no poseeria- mos tranquilamente hoy 4 Guayana. Sanchez fué despe- dido, como es notorio, del ejército del General Piar, y desde enténces le juré venganza. El que conoce la ningu- na elocuencia ni facilidad que éste posée, al ver la carta de aquel no puede ménos que espantarse, porque es tan impropia la arenga de Piar, como exagerada es la acusa- cién de Sanchez. 127 Son:tambien sus. enemigos el Coronel Pedro Hernandez y el Teniente Coronel Olivares: el primero, porque en la ac- cién de San Félix fue fuerte y publicamente reprendido por él, declarandose aquel desde enténces en su contra; y el segundo por el suceso de Upata con el Subteniente Arias, en el’ que Piar le eché toda la culpa 4 Olivares, y éste acabé por no ser mas su amigo. O el General Manuel. Piar es el mas loco de los hombres, 6 él no ha intentado tal conspiracion. O él perdié el ju cio en aquellos dias, 6 no hizo mas que prorrumpir indi cretamente contra los que se imaginaba le querian sacri- ficar. Nada apoya més esta razon que la pretendida indig- nacion contra los mantuanos, que es el fundamento y ori- gen de toda esta causa. Esta es una clase de hombres que desde el 19 de Abril se extinguié junto con la tirania, y 4 nadie todavia en Venezuela le ha ocurrido un pretexto semejante para revolucionar. El ménos que ninguno otro, podia apelar 4 un tan diabélico y detestable medio, él cu- yos principios han sido siempre opuestos al desorden y 4 ja anarquia, y que constantemente ha dado pruebas irre- fragables de ello. Si mi defendido encerraba en su seno unos planes tan ale- vosos y homicidas, gpor qué se deprendié de su valiente escuadron todo compuesto de hombres que le idolatraban tanto, y todo de gente de color? {Por qué no se opuso 4 en- tregarlo? Por qué no los invito 4 esta horrorosa ejecu- cin, ni les dijo lo que 4 los testigos que tiene en contra? qPor qué no se fué 4 tomar-el-mando de su division? ;Por qué no les eseribié sus oficiales amigos? ;Por qué no con- vidé al proyecto 4 sus predilectos Generales Anzoategui y Torres? ,Cémo no declaré sus ideas 4 su confidente. 4 su amigo y 4 su querido Secretario Bricefio? ;Cémo no com- prometié, ni se valid de su Edecan el guapo Comandante Mina? 3Es tan necio mi cliente que para una empresa SU- perior 4 la de los Catilinas, Desalines y Robespieres ocu- rriese 4 la sencillez y bondad del Coronel Hernandez, 4) ningun genio revolucionario del Teniente Coronel Oliva 128 res, y al mas diestro, y al mas oculto, y al mas terrible de sus enemigos, al Coronel Francisco Sanchez? Esta no es, no ha sido, ni puede ser jams la conducta de un conspira- dor; puede ser si la de un furioso resentido, con quien es preciso que haya indulgencia y 4 quien se debe reputar por loco cuando se transporta é irrita. 2Y qué diremos al ver 4 este mismo Jefe llegar 4 la ciudad de Maturin, y en la sala del General Rojas decir: Todas las clases diversas del Estado deben ligarse estrechamente, y no formar mas que una gran familia que haga la guerra 4 los espafioles. Olvidense resentimiento pueriles y sed- mos todos hermanos, todos libres, todos republicanos? ;Qué me contestaran sus adversarios cuando les diga que el pri- mer paso que dié Piar al hacerse cargo del mando del ejército del General Marifio, fué establecer una Comision militar; contener los excesos de la tropa; castigar los cri- menes de los delincuentes, cortar todo abuso; aterrar 4 los sediciosos y hacer juzgar y castigar al Capitan Leon Prado; el mas implacable de los enemigos del Jefe Supre- mo; que es pardo; que tenia estas dos recomendaciones y de quien tanto se podia valer para obtener sus fines? Si en tan corto tiempo logré mi defendido formar una bri- Hante y brava divisién compuesta de mas de quinientos hombres de ciento y pico que sélo le dejé Marifio, ;por qué no marché sobre Maturin?, ;por qué no proclamo so- bre este apoyo los principios de conspiracién?: y por qué no siguié al instante sobre esta Provincia donde dicen que tenia 6 contaba con algun partido? Le vemos, por el con- trario, no contraerse sino 4 Cumané, é ignoramos que alli haya declamado 6 conspirado contra la autoridad. El acto de acogerse al General Marifio, de quien siempre ha sido enemigo, prueba bien claramente, que su espiri- tu no estaba todavia muy tranquilo, ni su juicio muy en su lugar, para refugiarse casa del que més le ha odiado siem- pre. Piar sencillamente declara que, su objeto era irse & las Colonias 4 gozar de alguna tranquilidad; lo que es bas- tante verosimil porque este era su antiguo deseo, y por esto fué que exigié el permiso temporal que se le acordé. 129 a ‘Tan moderada y diversa ha sido su conducta posterior ¢, Ia Provincia de Cumané, como que el mismo General Ra jas, que antes habia negado los auxilios que le pidis ¢] General Marifio como un Jefe que desconocia la Suprema autoridad, le envié 4 Piar voluntariamente pertrechos pa. ra el ejército que estaba mandando; zy cémo se los ha. bria remitido si su conducta no hubiese sido opuesta 4 Jo que se quiere asegurar contra él? Si el General Piar hu. biese desconocido al Supremo Jefe; si hubiese predicado el asesinato; convidado a Ja anarquia y autorizado la rebe. lion, zes ereible que el General Rojas le hubiese manda. do pélvora para hacer la guerra 4 sus hermanos é incen- diar 4 Venezuela? Yo voy 4 persuadir 4 V. E., sefior Presidente, y 4 U.SS., sefiores Vocales, de que hay mucho estudio y demasiada animosidad en algunas declaraciones dadas contra el Ge- neral acusado. Obsérvese atentamente la deposicién del Te- niente Coronel Olivares, y se veré como no contento con atacar tan duramente 4 Piar, adelanta el que le aseguré que contaba con todas las tropas; y que si queria conven cerse mas de cuanto le decia, escribiria al General Anzoé- tegui, y por su contestacién veria si tenia fundamento pa- ra hablar con esta seguridad. ;Puede caber esta idea en el mas desconcertado cerebro? Escribir al General Anzoite- gui sobre semejante materia; contar con él para un tal Proyecto; empefiar en igual conspiracion 4 un Jefe tan ene- migo del desérden y de la insurreccién; comunicar este plan y contar para realizarlo con uno de los que por la na turaleza misma de la empresa debia ser comprendido en la proseripeién. Al General de la Guardia de Honor del Gobierno, y al que por todos motivos debia estar més & contradiccién con el asesinato de los blancos, y 4 uno de los Jefes de més confianza de la autoridad, podria d+ rigirse Piar como instrumento de este horror? Esto n° *° puede creer ni atin en delirio, y es mas ridiculo que i to. No ménos lo es el cargo de que contaba con todas 7 tropas. Y si estaba seguro de esto, si se hallaba cierto 1, que se sacrificarian por sus designios; si podia empren*” 130 cualquier tran de6mo ha sido y desprevenid disponer de la si estaba segur eo sbedecsris se desprende hablar para la todo esto deb penetrar, 2Quién dudars dice haber sid le hace descen veneién forjad suficientement Seria ensordec To que digo. Yo creo que ¢ ne mi defensa. ado, pero me sabiduria y pr augusto Conse zones que éste al defendido. ser juzgado pe insensibles a s 0, a sus pac en tantos glo pueden recor: V.E.yU.SS. el mismo Gen 4 la Repablics anos y que hi temible 4 los que a su pre nezuela; que § fo para nuestt batallass que C7 cal cualquier trama satisfecho en su influjo y su autoridad, jeomo ha sido tan ignorante y sencillo para venirse solo y desprevenido al Juncal, y no fué al Cuartel General 4 disponer de las fuerzas y verificar sus intentos? ;Por qué, si estaba seguro de que el General Anzoategui y los cuer- pos obedecerian sus mandatos, se separa de las Misiones, se desprende de su valiente escuadron y se viene solo 4 hablar para la conspiracién 4 algunos de sus enemigos? En todo esto debe haber un gran misterio que yo no puedo penetrar. 2Quién dudara que la falta del arbol genealégico que se dice haber sido encontrado en sus papeles, y en el que se le hace descender de los principes de Portugal, es una in- vencién forjada por sus enemigos? ;Todo esto no prueba suficientemente que tiene muchos, secretos y poderosos? Seria ensordecer 4 los clamores de la Justicia no conocer lo que digo. Yo creo que es tiempo, Exemo. sefior, de que yo termi- ne mi defensa. Quisiera extenderme més en favor del acu- sado, pero me parece haber dicho cuanto puedo; que la sabiduria y prudencia de los dignos miembros de este tan augusto Consejo conocerdn mejor que el defensor las ra- zones que éste no haya podido alegar, y que més amparen al defendido. El y yo nos tranquilizamos al ver que va 4 ser juzgado por un Tribunal de Jefes rectos que no serén insensibles 4 sus grandes y continuados servicios, 4 su mé- rito, 4 sus padecimientos y 4 los laureles que ha recogido en tantos gloriosos campos, cuya ilustre memoria no se pueden recordar sin interesar la compasion. Contemple V.E. y U. SS., sefiores Ministros del Consejo, que éste es el mismo General Piar que tantas veces ha dado la vida 4 la Republica, que ha roto las cadenas de tantos venezo- Janos y que ha libertado Provincias: que su espada es mas temible 4 los espafioles que lo que le es la de Napoleén; y que su presencia han temblado todos los tiranos de Ve- nezuela; que sus trabajos y persecuciones serén un triun- fo para nuestros verdugos, y los complacerdn més que diez batallas; que la Repiblica parece que debe ser generosa 131 oa con uno de sus més inclitos hijos, pues la clemencig bien aplicada es el mayor bien del universos que se. consigie® su deeaida salud, su delicada naturaleza, sus suftimientos su edad, el oprobio que ha padecido, su conocido arene timiento y las aflicciones que ahogan su alma; que ce ty dispense a su calor; que no se sea tan fiero con un liber tador de Venezuela, y que se recuerde que se ereyg qr fiado y se desahogé con sus quejas, pero sin la intencién de hacer mal. Cuartel General de Angostura, Octubre 15 de 1817, Exemo. seiior. F. GALINDO. Voto del Teniente Coronel Francisco Conde. Hallandose el acu se le acusa, le con diendo la degrad: tratado octavo, titulo décimo; pena que se detalla es la de se la que le impongo por ser im: en el que sin embargo la r ahorcado, me decido por énos vejatoria, FRANCISCO CONDE. Voto del Teniente Coronel Judas Piftango. Resultando el acusado plenament nes que se le han juzgado, lo las armas, precedida la deposi, veintiseis, tratado octavo, titulo e convicto de los crime- condeno 4 ser pasado por ion, con arreglo al articulo décimo de las ordenanzas- JUDAS PINANGO. 132 ) Hallan conspi 4 ser | arregl: denan: Halla de co deno dacié; de la Resul conv pirad guert grad: tituk (*) que | Voto del sefior Coronel José Maria Carreiio. Hallando al acusado plenamente convencido del delito de conspirador, y confeso en los de inobediencia, le condeno 4 ser pasado por las armas, sin que preceda degradacion, arreglindome 4 los articulos séptimo y veintiseis de la or. denanza general, tratado octavo, titulo décimo. JOSE MARIA CARRENO. Voto del, Coronel José de Ucros. Hallandose el, acusado plenamente convencido del delito de conspiracién y confeso en los de inobediencia; le con- deno 4 ser pasado por las armas, sin que preceda degra- dacién, arreglandome 4 los articulos séptimo y veintiseis de la ordenanza general, tratado octavo, titulo décimo JOSE DE UCROS. Voto del sefior General José Anzoftegui. Resultando de las declaraciones, confrontaciones y careo, convencido Manuel Piar de los delitos de sedicioso, cons- pirador y desertor, por los cuales se le puso en Consejo de guerra, lo condeno 4 ser pasado por las armas, con(*) de- gradaci6n, arreglado al articulo veintiseis, tratado octavo, titulo décimo de las ordenanzas generales. JOSE ANZOATEGUI. (+) En el original esta esta palabra enmendada; parece que se eseribié primero sin. 1133 Voto del General Pedro Leon Torres. Resultado de las declaraciones, confrontaciones y careo, convencido Manuel Piar de los delitos de sedicioso, cons. pirador y desertor por los cuales se le puso en Consejo de guerra, lo condeno 4 ser pasado por las armas, sin degra- dacién, arreglado al articulo veintiseis, tratado octavo, titulo décimo de las ordenanzas generales. PEDRO LEON TORRES. Voto del Almirante Luis Brion. Halléndose plenamente convencido el General Piar de los delitos de conspirador contra la salud publica, desertor & inobediente 4 las érdenes supremas, le condeno 4 ser pasado por las armas sin degradacién, con arreglo al ar- ticulo veintiseis, tratado octavo, titulo décimo de las or- denanzas generales. L. BRION, Presidente. Sentencia del Consejo. Visto el oficio del Excmo. sefior Jefe Supremo de 3 del corriente, inserto por cabeza de este proceso que ha sido formado por el sefior General de Brigada Carlos Soublette 4 consecuencia de dicha érden, contra el General en Jefe Manuel Piar indiciado de los crimenes de insubordinado, conspirador, sedicioso y desertor y héchose por dicho #¢- ior relacion de todo lo actuado al Consejo de guerra de Oficiales Generales celebrado el dia 15 de Octubre de 1817 en la casa del Exemo. sefior Almirante Luis Brion, que lo presidié, siendo Jueces de él los sefiores Generales de Bri- 134 Inmediatam el Jefe Sup mano este | C gada Pedro Leon Térres y José Anzoategui, Coroneles José Ucros y José Maria Carrefio y Tenientes Coroneles Judas Pifiango y Francisco Conde, sin que compareciese en el mencionado Tribunal el referido reo por no haberle esti- mado necesario el Consejo; y oida la defensa de su procu- rador, y todo bien examinado le ha condenado y condena el Consejo 4 ser pasado por las armas, arreglindose 4 la ley prescrita en el articulo veintiseis, tratado octavo, titulo décimo de las ordenanzas generales. Plaza de Angostura, 15 de Octubre de 1817.—7° L. BRION, Presidente —PEDRO LEON TORRES.—JO- SE ANZOATEGUI—JOSE DE UCROS.—JOSE MARIA CARRENO.—JUDAS PINANGO.—FRANCISCO CONDE. Inmediatamente passé el sefior Fiscal 4 la posada de S. E. el Jefe Supremo conmigo el Secretario, y entregé en su mano este proceso, de que doy fe. CARLOS SOUBLETTE. Ante mi. J. Ignacio Pulido, Secretario. Cuartel General de Angostura, Octubre 15 de 1817.—7° Vista la sentencia pronunciada por el Consejo de guerra de Oficiales Generales contra el General Manuel Piar, por los enormes crimenes de insubordinado, desertor, sedicioso y conspirador, he venido en confirmarla sin degradacion. Pasese al sefior Fiscal para que la haga ejecutar, conforme 4 ordenanza, @ las cinco de la tarde del dia de mafiana, BOLIVAR. 135 Yo, el infrascrito Secretario, certifico: que hoy 16 de Oc- tubre de 1817 ha devuelto el Excmo. setior Jefe Supremo al sefior General de Brigada Carlos Soublette el proceso con la aprobacién de la sentencia, y para que conste lo pongo por diligencia ‘que firmé igualmente. CARLOS SOUBLETTE. J. Ignacio Pulido, Secretario, En la plaza de Angostura, 4 16 de Octubre de 1817.— Yo, el Seeretario, en virtud de la sentencia dada por el Consejo de Oficiales Generales y aprobada por el Exemo. sefior Jefe Supremo, pasé de érden del sefior Fiscal 4 la prision donde se halla Manuel Piar, reo en este proceso, 4 efecto de notificarla, y habiéndole hecho poner de rodi- Ils le lef la sentencia de ser pasado por las armas; y para que conste por diligencia lo firmo. J. Ignacio Pulido. Secretario. En la plaza de Angostura, 4 16 de Octubre de 1817.—7° Yo, el infrascrito Secretario, doy fe que en virtud de la sentencia de ser pasado por las armas, dada por el Con- sejo de guerra, S. E. el General Manuel Pia y aprobada por S. E. el Jefe Supremo, se le condujo en buena ensto- dia dicho dia 4 la plaza de esta ciudad, en donde se halla- ba el sefior General Carlos Soublette, Juez Fiscal en este proceso, y estaban formadas las tropas para la ejecucion de la sentencia, y habiéndose publicado el bande por el sefior Juez Fiscal, segun previenen las ordenanzas, puesto 136 + el reo de rodillas delante de la bandera y leidosele por mi la sentencia en alta voz, se pas6 por las armas 4 dicho se- fior General Manuel Piar, en cumplimiento de ella, 4 las cinco de la tarde del referido dia; delante de cuyo cada- yer desfilaron en columna las tropas que se hallaban pre- sentes, y Ilevaron luego 4 enterrar al cementerio de esta ciudad donde queda enterrado; y para que conste por di- ligencia lo firmé dicho sefior con el presente Secretario. CARLOS SOUBLETTE. Ante mi. J. Ignacio Pulido, Secretario. 137

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