Tu eres el protagonista
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25 soluciones diferentes.
SUPERVIVENCIA
ae OW by Wy.
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Ue netELIGE TU PROPIA AVENTURA® - 18
SUPERVIVENCIA
EN LA MONTANA
EDWARD PACKARD
lustraciones: LESLIE MORRILL
TIMUN MASADVERTENCIA
No leas este libro de corrido, desde el principio
hasta el fin. Estas paginas contienen muchas
aventuras que puedes vivir mientras intentas salir
de la soledad de la montajia.
Tu avion se ha estrellado en las montafias. Tu
Gnica esperanza de supervivencia consiste en
abrirte paso hasta el puesto del gquardabosque si-
tuado 15 kilémetros al este. Todo depende de
que tengas la suerte y la capacidad necesarias
para sobrevivir. Estas a punto de descubrirlo.
De vez en cuando, a medida que avanzas en la
lectura, encontraras que debes hacer una eleccién
que puede conducirte al éxito o al desastre. Una
vez que hayas escogido, sique las instrucciones
para ver qué te ocurre después.
Piensa cuidadosamente antes de actuar. Cual-
quiera de tus movimientos podria ser el tltimo...
o podria permitirte salir de la soledad de la serra-
nia.1
Ta y Jake McKay, tu piloto, estais sobrevolando
las Montafias Rocosas canadienses cuando el mo-
tor comienza a fallar...
Stbitamente quedais atrapados en medio de
una cegadora tormenta de nieve.
Lo que parecia un maravilloso dia de prima-
vera se ha convertido en una fria pesadilla.
—jEstamos perdiendo altura! —arita Jake.
Pasa a la pagina 2.2
Jake logra posar el avién en una zona Ilana
y herbosa situada a la altura del limite forestal.
El aparato choca con fuerza contra el suelo, re-
bota y se desliza ante un bosquecillo de pinos
enanos. El ala izquierda topa con un Arbol, el
avidn gira violentamente y de pronto se detiene.
Afortunadamente no estais heridos, sélo un
poco aturdidos, aunque parece que Jake se ha
torcido un tobillo. No soporta el menor peso so-
bre el pie. Para colmo de males, la radio dejé
de funcionar a causa del choque.
Os acurrucais en vuestros asientos. Jake se ha
vendado el tobillo lesionado con una bufanda
de cuadros rojos.
cho que nos hemos desviado bas-
tante de nuestra ruta —comenta, mientras es-
cudrifia el mapa con la mirada—. Nuestra tinica
esperanza es que logres llegar hasta el puesto
del guardabosque que vimos desde el aire. Diria
que esté a unos quince kilémetros al este. Aun-
que desde arriba parecia abandonado, si es
igual que la mayoria de los puestos de esta
zona, tiene que contar con latas de alimentos y
un transmisor de radio para emergencias.
Pasa a Ja pagina siguiente.
3
Observas a Jake. Sabes que intenta darte
aliento.
—lIré —declaras.
Escuchas atentamente mientras Jake te ex-
plica cémo enviar por radio una sefial de so-
corro. :
dake hace todo lo posible por sonreir.
—Nos alcanz6 una tormenta frontal. Mira,
sale el sol. Sera mejor que partas ahora para
llegar al puesto antes de que anochezca.
Revisas la mochila, que contiene un saco de
dormir ligero, un capote, provisi6n de alimentos
para un dia, cerillas y un botiquin de urgencia.
Vistes una cazadora con capucha, calcetines de
lana, guantes y un buen par de botas de ex-
cursionista: vestimenta adecuada para una larga
caminata.
Luego de comprobar que Jake esta cémodo,
te cargas la mochila a la espalda, te despides y
empiezas a caminar.
Pasa a la pagina siguiente.4
Atraviesas a paso rapido el terreno alto y es-
carpado. Casi es mediodia: el sol debe encon-
trarse al sur. Si lo mantienes a tu derecha, te
estards dirigiendo hacia el este. Quince kilé-
metros no te parecen una distancia tan larga. En
un sendero uniforme y bien cuidado, te resul-
tarfa facil cubrir la distancia en tres horas, pero
aqui puede llevarte mucho més tiempo.
Una hora mas tarde, el cielo vuelve a enca-
potarse. Se ha levantado un frio viento del
norte y la temperatura disminuye. Te subes el
cuello de la cazadora para mantener caliente el
cuerpo. Ahora ves, ante ti, algo que parece una
senda de animales que corre de norte a sur. A
su lado, cerrandote el paso, se eleva una ba-
Trera rocosa demasiado escarpada para esca-
larla. El camino mas corto para rodear la barrera
consistiria en cruzar la estridente coriente de
agua que aparece a tu derecha. El agua de la
corriente, de unos tres metros de ancho, bulle
formando un blanco torrente. No puedes cal-
cular su profundidad. Probablemente podrias
atravesarla saltando de roca en roca, aunque un
solo resbalén serfa fatal.
Lo mas seguro seria seguir la senda de ani-
males que se adentra en el pinar de tu izquierda,
pero asi avanzarias en direccién norte y pro-
bablemente te alejarias mucho de tu camino.
Si decides sequir la senda de tu izquierda,
pasa a la pagina 8.
Si intentas cruzar el torrente de aqua,
pasa a la pagina 7.
5
Con el sol a tu izquierda, sigues el sendero
que atraviesa la elevada meseta salpicada de pi-
nos achaparrados que han logrado sobrevivir
en tan riguroso clima. Avanzas con dificultad
por ese paisaje extrafio y hermoso hasta que fi-
nalmente distingues, a lo lejos, una mintscula
choza. jTiene que ser el otro puesto del guar-
dabosque!
Corres hasta la choza y examinas su conte-
nido: cerillas, maderos, un hornillito de lefia, ali-
mentos en abundancia, una mochilla provista
de equipo de emergencia y radio.
Rapidamente enciendes fuego y empiezas a
calentar un bote de sopa. Pronto te dards un
festin de sopa caliente y galletas con miel. En-
tretanto sigues las instrucciones para emitir por
radio sefiales de socorro, El equipo es muy sen-
cillo y s6lo permite transmisiones de emergencia
en una direccién. Envias un mensaje de soco-
tro, pero no sabes con certeza si captan tu men-
saje.
Pasa a la pagina 10.7
Bordeas el encrespado torrente de agua y
buscas un punto por donde cruzar. Poco des-
pués te topas con una parte cubierta de cantos
rodados. Te cifies la mochila a la espalda y sal-
tas de roca en roca. Casi has terminado de cru-
zar cuando tu pie derecho se posa sobre una
piedra suelta, lo que te hace perder el equilibrio
y caer a las gélidas aguas. La espuma rocia tu
rostro mientras te agarras frenéticamente a un
tronco atascado y luego siques, un poco a nado
y otro poco vadeando, hasta llegar a la orilla
opuesta.
Pasa a la pagina 9.8
Al seguir la senda de tu izquierda, te diriges
hacia el norte, bordeando la barrera de granito
que te impide avanzar hacia el este. Subes cada
vez mas; es una ascensién larga y agotadora,
pero parece el tnico modo seguro de cruzar la
montafia.
Finalmente llegas a una meseta situada muy
por encima del limite forestal. Tu camino hacia
el este ya no esta cerrado y emprendes la mar-
cha a través del terreno alto y yermo, contento
de encaminarte hacia el puesto del quardabos-
que.
Aunque ahora el camino esta expedito, te
azota un fuerte viento. Pocos instantes después,
espesos nubarrones cruzan la montafia. Subi-
tamente, la tormenta te alcanza. Intentas con-
servar la calma. Lo Gnico que distingues en me-
dio de la nevada torrencial es el terreno que pi-
sas y el difuso contorno de las rocas cercanas.
Utilizando el viento como brijula —ya que pa-
rece mantener constante la direccién norte—,
intentas no perder el rambo. Entonces ves un
hueco entre las rocas, casi una caverna, un re-
fugio para protegerte del viento y de la nieve.
Tal vez deberias ponerte a resguardo hasta que
el tiempo mejore. En ese momento te acuerdas
de Jake y de que cuenta contigo. Estas tan ate-
rido y apenado que te resulta dificil pensar con
claridad. Te preguntas si a pesar de la tormenta
deberias seguir adelante.
Si sigues adelante, pasa a la pagina 12.
Si te pones a cubierto, pasa a la pagina 37.
9
Estas calado hasta los huesos y tiritas de tal
manera que te cuesta trabajo respirar. Intentas
entrar en calor caminando y te diriges hacia el
sudeste, siguiendo la base de la ladera rocosa.
Si logras encontrar un sitio por donde escalarla,
podras dirigirte de nuevo en linea recta al este:
hacia el puesto del quardabosque. Pero el re-
mojén en la corriente de agua te ha provocado
un frio atroz. No estas sequro de poder seguir
adelante.
Cerca ves lefia menuda y ramas de pino se-
cas. Quiza fuera buena idea encender una ho-
guera y secarte de la cabeza a los pies. Pensabas
que tenias suficientes cerillas, pero una de las
cajas esta empapada y en la que no se mojé
s6lo queda una.
éDeberias utilizar la Gltima cerilla? Tal vez sea
mas importante proseguir la marcha. Si te en-
tretienes encendiendo una fogata y entrando en
calor podrias no llegar al puesto del guarda-
bosque antes de que anochezca.
Si te detienes a encender una fogata,
pasa a la pagina 11.
Si sigues tu camino,
pasa a la pagina 14.10
Esa noche, una violenta tormenta brama
fuera, en la intemperie, pero ti duermes a
pierna suelta. Después de haberte desayunado
copiosamente, te sientas junto a la radio e in-
tentas enviar mas sefiales de socorro. Si pudie-
ras saber con certeza que alguien las capta... jes
demasiado aventurado esperar! El mapa pe-
gado a la pared muestra una carretera que sélo
se encuentra a veinticuatro kilémetros al este.
Pero en esas montafias no lograras cubrir dicha
distancia en una sola jornada. Tendrias que pa-
sar la noche al raso. Y si te perdieras, es posible
que ni Jake ni td lograseis salir con vida de la
montafia.
Si decides caminar hasta la carretera,
pasa a la pagina 31.
Si prefieres esperar a recibir ayuda,
pasa a la pagina 59.
11
Amontonas algunas ramas de pino secas y
otras ramitas. Enciendes el fuego con sumo cui-
dado, protegiendo tu tinica cerilla del viento. Lo
logras. Poco después tienes una buena ho-
guera.
Tardas un par de horas en entrar realmente
en calor y secarte. Ahora debes darte prisa. El
cielo se ha encapotado, el viento sopla con mas
fuerza y una nevada ligera y suave aguijonea tus
mejillas.
Avanzas unos cientos de metros y descubres
un sendero que sube por la barrera rocosa: una
abrupta hondonada. La parte central de la hon-
donada parece el sitio mas facil de escalar, pero
te preocupan las grandes rocas préximas a la
cima, ye que algunas parecen estar sueltas. Tal
vez deberias ascender por un costado, aunque
sea m4s escarpado y resulte menos facil de
mantener el equilibrio.
Tienes un vago recuerdo de que alguien dijo
que no se debia escalar la parte central de una
hondonada. gO que no habia que escalar por
el costado de una hondonada? No logras re-
cordarlo.
Si asciendes por el costado de la hondonada,
pasa a la pagina 21.
Si escalas la parte central de la hondonada,
pasa a la pagina 25.12
Aprietas los dientes y luchas por avanzar. Es-
tas decidido a seguir en movimiento. Logras lle-
gar a un saliente protegido de la embestida del
viento. A partir de este punto tendras que es-
calar una escarpada pendiente a través de una
alta loma que conduce a la cumbre de la mon-
tana. Aunque escalar es dificil, no te costara tra-
bajo mantener el equilibrio. La nevada amaina
y mejora la visibilidad. Progresas por la larga la-
dera, trepando y trepando hasta encontrarte
por encima de las nubes que flotan sobre el va-
lle. Mires hacia donde mires, los picos cubiertos
de nieve se alzan hacia el cielo cristalino. jJamas
has contemplado semejante vista!
Contindia ascendiendo, pero ahora te cuesta
mucho mis esfuerzo respirar. Empiezas a toser.
Poco después te duele la cabeza y te sientes ma-
reado. Sin embargo, estas bastante caliente gra-
cias a la escalada y no corres peligro inmediato
de sufrir hipotermia (0 sea, que tu cuerpo sufra
un enfriamiento grave).
éDeberias seguir esforzandote para llegar a la
cima? No puede haber mas de nueve metros
hasta la cumbre de la loma. ¢O seria mejor que
retrocedieras montafia abajo y renunciaras al te-
treno que tan penosamente has conquistado?
Si sigues escalando,’
pasa a la pagina 96.
Si retrocedes montafia abajo,
pasa a la pagina 15.14
Reanudas la marcha, bordeas el extremo su-
doriental de la barrera rocosa y buscas un sitio
para subir. El viento helado penetra en tu ropa
hameda, Te castafetean los dientes mientras
avanzas penosamente, encorvado para prote-
gerte del frio. Tu vision se enturbia y empiezas
a quedarte sin resuello. Tienes la impresién de
que tus piernas son de goma. Tropiezas con una
piedra y caes. Haces esfuerzos por levantarte,
pero das violentos bandazos y vuelves a caer.
Yaces acurrucado en el suelo, tiritando, dema-
siado débil para buscar refugio. Comprendes
vagamente lo que ha ocurrido: tu temperatura
corporal ha disminuido peligrosamente. No
cabe duda, ya que presentas los sintomas de
una hipotermia avanzada: tu cuerpo pierde ca-
lor mas rapido de lo que puede generarlo. Si
hubieras encendido una fogata y entrado en ca-
lor... pero es demasiado tarde.
Fin
15
Contrariado, vuelves sobre tus pasos y descien-
des por la montafia. Cuando has bajado cerca de
trescientos metros, te sientes mucho mejor. Desde
tu nueva posicién, mas ventajosa, divisas un
campo de nieve que ocupa un amplio valle, de
aproximadamente un kilémetro y medio de an-
cho, que se extiende entre dos altas cumbres. Es-
tudias la direccién del sol y llegas a la conclusién
de que la mejor ruta para llegar al puesto del quar-
dabosque probablemente consista en atravesar el
campo de nieve hacia el este.
Por fortuna la nieve esta firme y tu peso no que-
brard la capa solidificada. En pocas horas consi-
gues atravesar la mitad del campo nevado. AGn
existe la posibilidad de llegar al anochecer al
puesto del quardabosque.
Sin embargo, el clima se esta convirtiendo en
un problema. Sabes que en las montafias el clima
puede variar con inquietante brusquedad. Y eso
es precisamente lo que esta ocurriendo. El sol ha
desaparecido. Ha empezado a nevar y sopla un
fuerte viento que hiere tus mejillas y tu nariz y em-
pafia tu visién. Avanzas con dificultad y la tor-
menta arrecia. Poco después tienes que afrontar
una ventisca.
Si sigues adelante,
pasa a la pagina 63.
Si cavas un refugio en la nieve
y te proteges en su interior,
pasa a la pagina 22.16
En cuanto esta libre, Chauncey se apodera
de la escopeta y declara:
—Sé usarla.
Gino regresa unos instantes después. Chaun-
cey le apunta con la escopeta y lo arrincona.
Mientras Chauncey vigila a Gino, intentas co-
nectar la radio. Luego de varios intentos falli-
dos, consigues ponerla en funcionamiento y al
anochecer estableces contacto con la Real Po-
licia Montada de Canada.
—Evitad que el prisionero se mueva —acon-
sejan los policfas—. Llegaremos en helicoptero
al amanecer.
Chauncey y ta os mirais. Sera una noche
larga y tensa. Gino empieza a ponerse nervioso.
Tal vez deberiais intentar atarlo para que no
pueda atacaros.
Si pides a Chauncey que apunte
a Gino mientras intentas atarlo,
pasa a la pagina 99.
Si ordenas a Chauncey que vigile a Gino,
pasa a la pagina 104.18
Con el sol a tu derecha, sigues el sendero. De
vez en cuando aparece marcado con monton-
citos de piedras, |Debes de estar llegando a la
civilizaci6n! Con un poco de suerte, arribards al
proximo puesto del quardabosque antes de que
anochezca.
Al mediodia te encuentras bastante por de-
bajo del limite forestal. Ahora el sendero esta
sefialado por marquitas blancas pintadas en los
pinos achaparrados que bordean la senda.
Como tienes mucha hambre, te acomodas en
una roca y te das un festin a base de galletas
saladas y manteca de cacahuetes. Te gustaria
echarte a dormir la siesta, pero sabes que debes
seguir andando. El viento arrecia, el cielo se esta
encapotando y la temperatura disminuye a un
ritmo creciente.
Pasa a Ia pagina siquiente.
19
Reanudas la marcha deprisa. A juzgar por lo
mucho que has avanzado, el puesto del quar-
dabosque no puede estar a mas de cinco o seis
kilémetros. El cielo se encapota y comienza a
nevar. Al principio sélo se trata de unos copos
pequefios dispersos, pero poco después nieva
copiosamente. El viento aiilla y las rafagas he-
ladas se cuelan por tu cazadora. No sélo em-
piezas a enfriarte sino también a preocuparte.
Abres la bolsa con alimentos y comes un poco
mas de manteca de cacahuetes. Necesitas mas
energias, calorias adicionales. Hasta la manteca
de cacahuetes te resulta fria.
Cargas raépidamente la mochila a tu espalda
y te pones en movimiento. No puedes perder
tiempo. La visibilidad empeora a medida que la
nieve se espesa. Pero mantienes el ritmo, bor-
deando la ladera de la montajia. A esa altura
estés bastante seguro de que has recorrido la
mayor parte de la distancia que te separa de la
Ultima cabafia. No puede faltarte mas de un ki-
l6metro y medio para llegar al refugio... y a la
radio. A través de la nieve, que cae torrencial-
mente, divisas un arqueado saliente rocoso que
forma algo parecido a una diminuta cueva. {Te
tefugiards alli y esperaras a que amaine la tor-
menta o seguirds adelante?
Si te pones a cubierto,
pasa a la pagina 37.
Si contindas la marcha,
pasa a la pagina 27.21
Subir por el costado de la hondonada se con-
vierte en una ascensién larga y agotadora.
Aproximadamente en la mitad, un inmenso
canto rodado cae violentamente por la parte
central y te asusta casi hasta enloquecer. Por
suerte estas al margen de su trayectoria y media
hora después llegas a la cima. Contemplas la
elevada meseta. Gran parte del terreno esta po-
blada de pinos enanos y en otros puntos sélo
hay roca desnuda con manchones de nieve
aqui y alla.
Son casi las tres. Sabes que el puesto del
guardabosque esta al este, pero como las nubes
tapan el sol no sabes con certeza hacia dénde
queda el este. Crees que te orientaras en esa
direcci6n si sigues el riachuelo que pasa a tu iz-
quierda. Siempre pensaste que tenias buen sen-
tido de la orientacién, pero recuerdas que en
esta regién, por lo general, riscos y lomas van
de norte a sur. Quiza ahora te estés encami-
nando hacia el este, aunque esta direcci6n pa-
rezca estar a tu izquierda. Si es asi y siques el
curso del riachuelo, jiras hacia el norte y no ha-
cia el este!
Si avanzas en linea recta,
pasa a la pagina 56.
Si confias en tu sentido de la orientacién
y sigues el riachuelo,
pasa a la pagina 28.22
Sabes que tienes que buscar refugio. No pue-
des llegar muy lejos en medio de una ventisca
en la montafia y, aunque lo intentaras, jamas
conseguirias avanzar en la direcci6n correcta.
Miras a tu alrededor y reparas en un saliente
rocoso en que ha quedado atrapada una abun-
dante bolsa de nieve. Es tu Gnica posibilidad de
salvarte de la tormenta.
Con las manos enguantadas, empiezas a ca-
var un tanel en el cimulo de nieve. Afortuna-
damente la nieve esta firme pero no helada y
progresas, abriendo lentamente un tanel lo bas-
tante grande para reptar de cabeza en su inte-
nor.
Agotado por el esfuerzo pero satisfecho de
estar a salvo de la nevada y el viento arrasa-
dores, contintias cavando hasta ensanchar el ta-
nel lo suficiente para darte la vuelta y quedar de
cara a la entrada. No ignoras que has de man-
tener abierto un conducto de aire, pues de lo
contrario te ahogarias.
Como necesitas conservar el calor corporal,
te comes el chocolate que te queda. Te sientes
mejor. Al menos de momento estas ganando la
batalla al frio. Te metes en el saco de dormir y
cierras los ojos. Mientras la ventisca brama en
medio de la noche, duermes a ratos y ocasio-
nalmente compruebas que el conducto de aire
siga abierto.
Pasa a la pagina 24.
23
Probablemente nadie ha pescado nunca en
ese arroyo. Las truchas no son desconfiadas. Te
quitas la botas y los calcetines y vadeas el
arroyo con suma lentitud, y procuras no asustar
a los peces. Estiras tu capote como si se tratara
de una red y gradualmente lo acomodas bajo
la trucha mas grande. Te dispones a pescarla y
a sacarla del agua. El pez se escabulle de un
salto. Vuelves a intentarlo varias veces. A cada
intento, la trucha se escapa. Si tuvieras una red
de verdad, seria facil.
Pasa a la pagina 64.24
La tormenta ha cesado al amanecer. Un sol
brillante resplandece sobre la nieve recién
caida. Deberias ponerte en camino, pero no sa-
bes si tendras fuerzas para llegar al puesto del
guardabosque o si podrds encontrarlo.
Quiza seria mas sensato consumir tus ener-
gias de otro modo: escribiendo a pisadas en la
nieve la palabra SOS, en letras lo bastante gran-
des para que las vea cualquier avin que so-
brevuele la zona. Te llevara una par de horas y
agotara casi todas tus energias, pero probable-
mente sea el mejor plan.
Si escribes a pisadas la palabra SOS
en la nieve,
pasa a la pagina 49.
Si sigues tu camino, pasa a la pagina 33.
25
Asciendes por el centro de la hondonada. De
vez en cuando tropiezas con un esquisto suelto,
pero avanzas sin cesar. Estas a mitad de camino
cuando oyes un sonido atronador por encima
de tu cabeza. Un inmenso canto rodado de co-
lor gris ruge barranca abajo y se dirige en linea
recta hacia ti. Trozos de roca y esquisto salen
disparados a su paso y levantan nubes de
‘Oo.
Intentas gatear hasta el costado de la hon-
donada, pero te faltan esos poquisimos segun-
dos adicionales...
Fin27
Llegas a la conclusi6n de que lo mejor es
acercarte a tu meta. Aceleras el paso, conven-
cido de que la caminata esta a punto de tocar
a su fin.
Pero la visibilidad se reduce y el violento
viento ailla a tu alrededor. Ya no divisas el per-
fil de la loma. Ahora no tienes posibilidades de
encontrar el camino de retorno hasta el refugio
rocoso. Has de seguir moviéndote, aunque sélo
sea para mantener el calor corporal. Caminas
dificultosamente; aprietas los dientes mientras
se te hielan las majillas y la nariz. Tal vez haya
alguna posibilidad, no cesas de alentarte. jNo
puedes darte por vencido!
Aunque parezca dificil que la tormenta pu-
diera arreciar, es lo que ocurre. El viento azota
tu nariz y tus mejillas semicongeladas, Tus ojos
quedan cegados por la nevada torrencial que
ataca tu rostro como un enjambre de airados
avispones. El frio penetrante encierra tu cuerpo
en su abrazo mortal. Caes rendido: una valiente
victima de la furia de la naturaleza.
Fin28
Llegas a la conclusién de que has de confiar
en tu sentido de la orientacién. Giras a la iz-
quierda y sigues el riachuelo. Tras caminar du-
rante otra hora, divisas una loma mas adelante.
Te encaminas impaciente hacia ella. Abrigas la
esperanza de divisar el puesto del guardabos-
que desde la cumbre.
iDe pronto notas que a unos cuarenta metros
y mirandote a la cara se encuentra un enorme
oso! Se trata de un oso pardo, una de las bestias
mas grandes, malas y peligrosas del mundo.
Avanza un paso hacia ti, da otro, se detiene y
te observa como si estuviera decidiendo qué
hacer, Se levanta en dos patas y se yergue en
toda su altura: jdos metros! ¢Esta a punto de
atacarte?
Si permaneces inmdvil para no alarmar al oso,
pasa a la pagina 34.
Si corres para salvarte, pasa a la pagina 61.30
—No, Jake, te has lastimado la piema y ne-
cesitas atenci6én médica.
— Gracias, chico —responde—. Jamas olvi-
daré esta actitud. No te preocupes, dentro de
pocas horas vendrdn a recogerte.
Ayudas a Jake a acomodarse en el soporte
que pende del helicéptero. Segundos después
esta en el aire. Observas mientras lo izan hasta
la cabina. Te alegras de que esté a salvo, pero
no puedes dejar de pensar en ti. Parece que te
has convertido en una especie de héroe, aun-
que pronto podrias ser un héroe muerto.
En el preciso momento en que Jake desa-
parece en el interior del helicoptero una espesa
masa de niebla cubre la montafia y dificulta la
visibilidad. Apenas distingues el avién caido a
corta distancia, De repente oyes un ruido sordo.
Una sombra obscura ha chocado contra la
nieve, algo que cayé del helicéptero mientras
subia verticalmente y se alejaba.
Pasa_a la pagina 36.
31
Guardas en la mochila el sa i
| : co de dormir, dos
cajas de cerillas a prueba de agua, un tarro de
miel y algunas chocolatinas. Pones rumbo al
este. El primer dia cubres mas o menos la mitad
de la distancia que te separa de la carretera
Agotado por el paso rapido que te has fijado,
te preparas una cena rapida de galletas, frutos
secos Y Manzanas secadas. Tomas una choco-
_ de postre y te acuestas.
_Al_amanecer, te despierta una lluvia torren-
cial. Tu saco de dormir esta empapado. Estée
ae, tiritas y te has enfriado peligrosamente
odrias sufrir hipotermia. Debes encender una
logata de inmediato, Los Arboles que te rodean
son especies j6venes de hoja perenne. Las ra-
~ y las ramitas secas escasean, pero encuen-
: oo Poco después has encendido una
quefia, TO necesi Ssequi
abundante lefia. = mone Xe :
No la encuentras. Tien
0 . es que buscar
de pino y acumularlas sobre tu pequejia Sous
ees conseguir una buena llama. [Si tuvieras un
= a! Te frotas las manos, procurando man-
enerlas calientes. En pocos segundos tu ho-
ome — y se apaga. Encuentras mas ra-
— nciendes otra fogata, pero ocurte lo
oo la nevisca es abundante. Te das cuenta
Hae a es esta echada. Te encuentras de-
mal para seguir adelante. ogra
Tas salir de esa montafia. —_—_
Fin33
No te decides a apostarlo todo a escribir a
pisadas una sefial de socorro, por lo que deci-
des terminar de cruzar el campo de nieve. Por
fortuna consiques llegar hasta una loma rocosa
practicamente despejada de nieve. Sabes por el
sol que estas en el camino correcto, en direc-
ci6én este, y tus expectativas crecen.
Casi un kilémetro y medio mas adelante la
loma se inclina algo hacia el sur. Hacia el este
la barrera montafiosa cae tan cortada a pico que
sdlo podrias descender con cuerdas. Tendras
que seguir el camino més largo a fin de bajar
por la ladera de la montafa. El viento ha acu-
mulado grandes montones de nieve. Das mu-
chos pasos de mas para rodearlos.
Finalmente tienes una buena panoramica de
una ladera abierta que desciende hasta el linde
del bosque y, a un kilémetro y medio de dis-
tancia, mas o menos, ves algo que te provoca
escalofrios. Se trata del avidén que te llevé a esta
montafia desierta. Has estado caminando en
circulos.
Pasa a la pagina 38.34
Permaneces inmévil como una estatua. Unos
segundos después, el oso vuelve a ponerse a
cuatro patas, se sacude y se aleja pesadamente.
Esperas unos minutos y luego reanudas caute-
losamente la ascensi6n hasta lo alto de la loma.
Alli, protegida por algunos pinos, se eleva una
pequefia estructura de madera. Durante unos
segundos piensas que podria ser el puesto del
guardabosque, pero cuando abres la desven-
cijada puerta compruebas que sdélo es una
choza de tramperos abandonada, vacia, salvo
un par de sillas viejas y un cajon de madera que
antafio debié de servir como mesa.
Cerca del cajén, en el suelo, hay un papel
amarillo arrugado. Lo coges y procuras alisarlo
al maximo. Se trata de un sencillo mapa de la
zona que tiene este aspecto:
Mina de oro
abandonada
. -* Puesto del
Mt. Chilmark “**9¥ardabosav
Eagle Peak
Pasa a la pagina siguiente.
35
Este mapa es la mejor pista de que dispones
con respecto a la situacién del puesto del guar-
dabosque. Sales con él en la mano y miras a tu
alrededor. EI riachuelo que seguiste hasta llegar
a ese sitio traza una curva a la izquierda, a la
altura de la choza. Mas alla de ésta se abre un
camino que recorre unos pocos metros antes de
bifurcarse en dos senderos: uno a la izquierda;
otro a la derecha.
Si decides seguir el riachuelo,
pasa a Ja pagina 112.
Si eliges la bifurcacién de Ia izquierda,
pasa a la pégina 42.
Si eliges la bifurcacién de la derecha,
pasa a la pagina 46.36
Durante unos segundos temes que el objeto
caido sea el pobre Jake, que su cuerda se haya
roto mientras lo izaban a bordo del helicdéptero.
Pero al acercarte adviertes que se trata de un
bulto que lleva escritas las siguientes palabras:
«Mochila de emergencia».
Tardas media hora en arrastrar el bulto hasta
el avidn, pero vale la pena, ya que contiene un
calefactor portatil y un hornillo, combustible,
manteca de cacahuetes, una lata de bollos, ga-
lletas, frutos secos, atin en conserva, sopa y
chocolate: todo lo que necesitas. No sabes si es-
tas mas hambriento que fatigado o al revés,
pero te alegras de ver que el objeto mas grande
de la mochila es un saco de dormir de plumén,
adecuado para temperaturas de hasta treinta
arados bajo cero.
Mientras el viento ruge y afuera arrecia otra
tormenta de nieve, te preparas la cena y luego
te metes en el mullido saco de dormir. jEstas
atrapado en una ventisca en medio de la sole-
dad de la montafia, pero nunca te has sentido
mejor!
Fin
37
Te metes en la cueva. Qué alivio estar a salvo
del viento y la nieve. Tanteas hasta internarte
en el interior. El terreno es blando. Te quitas un
guante y tocas agujas de pino y ramitas. Te po-
nes a gatas y las amontonas. Extiendes tu saco
de dormir sobre este lecho toscamente fabri-
cado y, fatigado, te metes en él. Duermes mien-
tras la tormenta arrecia en la intemperie.
Pasa a la pagina 41.38
Detestas tener que dar la mala nueva a Jake,
pero nada puedes hacer salvo volver al avin.
Al menos esa noche contaras con un refugio.
De cualquier modo, sabes que el tiempo y la
energia desperdiciados podrian ser fatales para
los dos.
Te apresuras a llegar al avién. De su interior
no sale ningun sonido. Tal vez Jake duerma. Tal
vez él... pero no quieres ni pensarlo. Abres la
portezuela del avién. Jake duerme junto a la ra-
dio.
—Jake, lo siento mucho pero no pude en-
contrar el puesto del quardabosque.
dake se incorpora sobresaltado mientras pro-
nuncias bruscamente esas palabras. Una sonrisa
de oreja a oreja ilumina su rostro.
—Chico, me alegro de verte. Aunque la caja
esta rota, he logrado hacer funcionar la radio.
Tengo que instalar la antena. No podria hacerlo
sin ti. Ah, queda un bote de sopa. Haz el favor
de calentarlo en el hornillo. El frio me esta ven-
ciendo.
Pocos minutos después la antena esta insta-
lada y la radio en funcionamiento. Ofs el men-
saje de recepcidn: jel servicio de salvamento ha
salido a buscaros!
Pasa a la pagina siguiente.
39
Esa noche dormis a pierna suelta y a primeras
horas de la majiana siguiente ois en lo alto el
ruido de un helicoptero. Sin embargo, en la so-
ledad montafiosa del Subartico, la buena suerte
rara vez dura mucho. En el oeste se han acu-
mulado obscuras nubes y la fuerza del viento se
aproxima a la de vendaval.
El piloto del helicéptero anuncia por radio
que, a causa de los vientos extraordinarios,
debe aligerar su carga y acortar el tiempo de
vuelo. En este viaje sdlo puede trasladar a uno
de vosotros.
—Ve ti, Jake —dices—. Tienes una pierna
lesionada.
—No, chico —se niega Jake—. Soporto el
frio mejor que ti. Vete.
éPartirés y dejaras a Jake? ¢O insistiras en
que se vaya antes él?
Si insistes en que Jake vaya primero,
pasa a la pagina 30.
Si aceptas ser el primero en partir.
pasa a la pagina 52.41
Despiertas cuando la luz de la mafiana ilu-
mina tu cueva. El sol brilla y el viento ha cesado.
Estas agarrotado y te duelen las articulaciones.
Tienes mucho apetito, pero estas muy animado:
has sobrevivido una noche en el peor clima que
te haya tocado en tu vida, Antes de partir echas
un vistazo al interior de la cueva. La luz del sol
permite ver algunos objetos irregulares ‘que
quedaron expuestos por tus esfuerzos de la no-
che anterior para prepararte un lecho. Cuando
los miras con atencién, descubres que antafio
la cueva sirvié como refugio a un explorador.
Hay una mohosa bolsa de lona, un pico y una
pala, algunos metros de cuerda y un raido mo-
rral de piel. En ese momento tus ojos se posan
sobre un montén de huesos blanqueados... jy
te das cuenta de que has pasado la noche con
un esqueleto humano!
Pasa a la pagina 68.42
Sigues la bifurcacién del sendero a la iz-
quierda por lo que parece ser un pasillo natural
entre cumbres serradas que se alzan cientos de
metros a ambos lados. Algunas de las rocas cer-
canas presentan brillantes manchitas amarillas y
pardas. {Qué sera? jEs oro, mineral de oro! Tal
vez acabas de hacer un gran descubrimiento. jSi
es que logras salir con vida! A medida que
aprietas el paso, distingues mas huellas del pre-
cioso mineral. gCémo es posible que haya
tanto? Entonces te das cuenta: jlo que estas
viendo no puede ser oro puro, sino ese mineral
comin llamado pirita y mas conocido como oro
falso!
Segundos después adviertes que has come-
tido un error atin més garrafal, ya que mas ade-
lante el camino queda cerrado por enormes ba-
rreras rocosas que se curvan a ambos lados.
Has llegado al final del camino.
Retrocedes tan deprisa como puedes sobre el
terreno accidentado y ascendente. Por ultimo
llegas a la choza abandonada, pero has des-
perdiciado dos preciosas horas de luz diurna.
Ahora tienes que escoger entre las otras dos
sendas: la que tuerce a la izquierda, siquiendo
el riachuelo, o la que se abre a la derecha. Es-
tudias una vez mas el viejo y arrugado mapa
que hallaste en la choza.
Si sigues el riachuelo, pasa a la pagina 112.
Si tomas la bifurcacién a la derecha,
pasa a la pagina 46.
43
Como es primavera y te encuentras a una
gran altitud, faltan un par de horas para el ano-
checer. jMenos mal! Luego de otra media hora
de caminata llegas a una cabafia pequefia. Por
primera vez tienes la certeza de que lo vas a
conseguir. Y otra suerte: la puerta no tiene
echado el cerrojo. Entras en la cabafia y obser-
vas su interior. Hay una chimenea, algunos f6s-
foros y, en un rincén, una gran pila de lefia. La
cabajia esta tan fria por dentro como por fuera,
pero pronto lo resolverés encendiendo fuego.
Los muebles son sencillos: una mesa robusta,
un par de sillas, una litera doble y un-hornillo
de lefia; de la pared cuelgan ollas y cacerolas.
Sujeto a la mesa con tachuelas ves un mapa
bastante grande de la regién. Observas una fle-
cha roja, junto a la cual lees el siguiente texto:
«Esta usted aqui». El camino forestal que has
sequido se distingue claramente en el mapa.
Ves el punto donde se une con la carretera prin-
cipal. Calculas la distancia guiandote por la es-
cala que figura en el mapa. jNo esta a mas de
un kilémetro y medio!
Pasa a la pagina 113.44
Abatido, reanudas el camino senda arriba.
Has comenzado a escalar un saliente rocoso
cuando oyes un grufido apagado. Levantas la
mirada. Un puma, visibles los colmillos, esta
agazapado en un saliente de la derecha, con los
miisculos tensos.
El gran felino pega un salto. Levantas los bra-
zos para protegerte la cara. Esperas que te
hunda los dientes en el hombro, pero todo per-
manece sereno. El puma ha saltado a una roca
situada mas arriba. Te mira, da un coletazo y se
aleja de un brinco. jHuye!
Pasa a la pagina 47. |47
Cuando se normalizan los latidos de tu co-
raz6n, te das cuenta de que careces de las ener-
gias necesarias para regresar a la choza. Has su-
perado el punto de no retorno. Tendrés que
contentarte con seguir esta senda abrigando la
esperanza de que conduzca a la civilizacién.
La senda sigue el descenso y te sittia muy por
debajo del limite forestal. A ambos lados del
sendero los pinos se elevan sobre tu cabeza. Te
alegras' de que te protejan del viento, pero tu
visibilidad es tan deficiente como si te hallaras
en un tiinel y la luz va desapareciendo. A pesar
de que en el Subartico el creptisculo es muy
prolongado, no debe de quedar mas de una
hora de luz solar. Como el lecho del riachuelo
desciende a través del bosque cada vez mas
denso, la luz desaparece atin mas rapido. En-
cuentras un lugar musgoso donde instalar el
campamento. Agotado, te duermes.
———SSaESSS
La senda de la derecha es bastante uniforme
y haces buenos progresos atravesando la alta
meseta salpicada de grupos de pinos enanos,
los tinicos Arboles que pueden sobrevivir a se-
mejante altura. El hallazgo de ese mapa en la
choza abandonada fue una suerte. Sin él esta-
rias irremediablemente perdido, y ahora tienes
la certeza de que avanzas en la direccién co-
recta.
Prosigues la caminata hora tras hora. Las
fuerzas te flaquean. Te limitas a poner un pe-
sado pie delante del otro. Sélo piensas en con-
tinuar avanzando.
Pasa a la pagina 56. Pasa a la pagina 51.49
Apuestas todo al plan y comienzas a pisar la
nieve profunda. Para dibujar el trazo inicial de
la primera letra, caminas cuarenta pasos y a
continuacién haces el mismo recorrido varias
veces mas para ensancharlo. Sigues adelante.
Es dificil, pero el ejercicio te ha permitido entrar
en calor. El sol brilla alegremente y el viento ha
amainado.
Unas dos horas después, has terminado de
escribir la primera y la segunda letras y parte de
la tercera. Estas agotado. Se te han acabado los
alimentos. Ya no tienes fuerzas para caminar.
Pasa a la pagina 101.50
Cuando te despiertas, descansado pero débil
y hambriento, un sol brillante ilumina las sierras.
Con el coraz6n encogido de tristeza contemplas
el hermoso paisaje en su imponente desolacién.
Estas a unos ochocientos metros de la orilla de
un gran lago congelado casi en su totalidad. La
nieve que ha caido se ha derretido y vuelto a
helar hasta formar una superficie 4spera y ac-
cidentada. Sin duda, llegarias facilmente a la
orilla rocosa, pero més alla, a los cuatro vientos,
se extiende un espeso bosque que asciende ha-
cia inhdéspitas montafias de roca y hielo. Podras
mantener caliente el cuerpo dentro del saco de
dormir, pero no es probable que encuentres ali-
mentos y no tienes modo de hacer sefiales para
pedir ayuda. No existe la menor posibilidad de
escalar esas montafias. Lo tinico que te queda
es la esperanza.
Fin
51
Durante la noche te despierta el chapoteo de
la lluvia. El agua se cuela por tu techo de ramas
de pino. Te desplazas hacia un lugar mas seco.
El aroma a pino htimedo es dulce y fragante.
Vuelves a dormitar.
Cuando te despiertas brilla el sol. Te incor-
poras, te desperezas y caminas hasta la co-
rriente de agua que cae en cascada por el lecho
del riachuelo. Ahuecas las manos, las hundes en
el agua y bebes. El agua fresca tiene buen sa-
bor. Comes una chocolatina como desayuno y
emprendes la marcha.
Un rato después, el riachuelo se une a un ru-
moroso arroyo que sigues corriente abajo. Lle-
gas a una parte del arroyo, parcialmente repre-
sada y que forma un pozo profundo. Cerca del
saliente rocoso divisas un par de truchas. De re-
pente te das cuenta de que tienes mucha ham-
bre. Quiza lograrias pescar las truchas con el ca-
pote. ¢Te tomaras el tiempo necesario para in-
tentarlo y correr el riesgo de enfriarte al vadear
las frias aguas?
Si contindas tu camino, pasa a la pagina 62.
Si intentas pescar, pasa a Ja pagina 23.52
—Gracias, Jake —respondes.
Sin perder un minuto, te abrochas el soporte
que cuelga del helicéptero. El copiloto da vuel-
tas a una manivela y te acerca hacia el aparato,
que permanece suspendido en el aire. De re-
pente ves que una espesa masa de niebla tapa
la ladera de la montafia.Cuando te introducen
en el helicdptero la visibilidad es nula. El copi-
loto arroja por la portezuela una mochila con
provisiones de emergencia y comenta:
—Espero que Jake pueda cogerla.
El helicéptero se estremece bajo las rachas de
viento. El motor se acelera y cambia de tono a
medida que el aparato se eleva y vuela hacia el
este.
Contemplas la nada de color aris.
—Tendremos suerte si salimos de aqui —co-
menta el copiloto—. Nieblas, vendavales, ven-
tiscas... parece que el meteordlogo ha ejercido
todo su poder contra estas montafias.
— Cuando creéis que podréis volver a re-
coger a Jake? —inquieres.
El piloto menea la cabeza.
—En este momento sélo intento que salga-
mos de este atolladero, pero el viento es infer-
nal. Sospecho que no tendremos suficiente
combustible. Me propongo volar a favor del
viento y espero que consigamos llegar a la pista
de aterrizaje de Big Horn.
Pasa a la pagina 55.59
Observas la cabina atestada. Cerca de la es-
cotilla de proa hay un paquete pequejfio en que
se lee «Bengalas». Junto a la escotilla de popa
hay otro, con una etiqueta que dice «Linterna y
cerillas». Bajo el asiento delantero hay un es-
tante de almacenamiento con un letrera: «Sacos
de dormirs.
El piloto esta comentando algo sobre el lago
Eagle cuando echas una cabezada, En sequida
oyes una voz que grita:
—jEstamos cayendo!
Te sujetas mientras el helicéptero choca con-
tra el hielo y se desliza al tuntin. Se parte un
lado del fuselaje y arde, con grandes llamas.
Te quedan unos pocos segundos para salir
con vida... jsdlo tienes tiempo de coger una
cosa!
Si coges las bengalas, pasa a la pagina 72.
Si coges las cerillas y Ia literna,
pasa a Ja pagina 80.
Si coges un saco de dormir,
pasa a la pagina 95.56
Prosigues la marcha por terreno rocoso sal-
picado de grupos de pinos achaparrados. Vis-
lurbras el luminoso disco solar en un momento
en que las nubes se disipan. Fue una suerte:
empezabas a torcer demasiado hacia el sur. Vi-
ras mas hacia la izquierda y aceleras el paso.
De improviso ves el pueso del guardabosque
en una loma situada un poco mas adelante. La
cabafia, toscamente construida a la altura del li-
mite forestal, te parece tan hermosa como un
palacio. Corres hacia ella, abres la puerta que
no tiene el cerrojo echado y observas su inte-_
rior.
Hay un paquete en que se lee: «Alimentos de |
emergencia», un catre desvencijado, un hacha
y un bote lleno de cerillas... jpero no hay radio!
Tus ojos se posan en un papel pegado a la pa-
red con cinta adhesiva. Lees las siguientes pa-
labras: «Hay radio en el puesto del guardabos-
que mas proximo, 13 kilometros al sur, rumbo
180°».
Pasa a la pagina siguieni
97
jTrece kilémetros mas! Después de tanto an-
dar no te sientes capaz de dar un solo paso mas.
Te parece injusto, aunque admites que es la
realidad. Te haces un ovillo sobre el catre, sa-
bedor de que al alba debes ponerte nueva-
mente en camino. Estas agotado y en sequida
te quedas dormido.
Poco después del amanecer te despierta un
viento ensordecedor. Obscuras nubes atravie-
san el firmamento a toda velocidad. EI aire
huele a frio y humedad, como si estuviera por
nevar. Abres un bote de sopa y la calientas en
el hornillito de alcohol de la cabana. La sopa
caliente, a la que sumas algunas galletas duras
untadas con miel, te hacen sentir cien veces me-
jor.
Ahora tienes que cubrir trece kilémetros de
terreno accidentado e indémito. Sales al exte-
rior y encuentras un sendero que lleva mas alla
de la cabafia. Sabes que el puesto del guarda-
bosque se encuentra al sur. {Mantendras el sol
matinal a tu izquierda o a tu derecha?
Si mantienes el sol a tu izquierda,
pasa a la pagina 5.
Si mantienes el sol a tu derecha,
pasa a la pagina 18.58
Han transcurrido dos semanas desde el res-
cate. Estas de vuelta en casa y te ries de una
postal que Jake te ha enviado, en la cual dice:
«/He decidido irme a Florida, donde la montaria
mis alta sdlo tiene noventa metros!».
De pronto oyes el ruido de un helicéptero
que se posa... a la puerta de tu casa. Sales como
un rayo y ves que Chauncey y dos hombres
descienden al jardin. El muchacho core a sa-
ludarte y luego te presenta a su padre y al piloto
del helic6ptero.
—He venido a darte las gracias por rescatar
a mi hijo —dice el sefior Van Dyne— y a pa-
garte la recompensa de cincuenta mil dolares
que ofreci por el regreso de Chauncey sano y
vo.
Mas tarde, después de la partida de los Van
Dyne, guardas el cheque de cincuenta mil dé--
lares en el primer caj6n de tu escritorio. Mafiana
iras al banco a depositarlo.
Al pensar en tu buena suerte, recuerdas el
mortal de piel que cogiste en la cueva de la’
montafia. Lo guardaste en tu mochila y ya
te ocupaste de ver qué contenia. Sacas la mo-
chila del ropero. El morral sigue ahi. Lo ab
y, con sumo cuidado, retiras un papel hecho ji-
rones.
59
Cuanto mas lo piensas, mas te convences de
que lo mejor es permanecer donde estas. Si la
radio funciona y sefiala tu posicién, probable-
mente enviaran un helicéptero de salvamento.
Tienes que continuar esperando, preparado
para guiar al equipo de salvamento hasta la po-
sicién de Jake. Esta choza es segura. La lefia
abunda y no tendrds problema para mantener
la temperatura corporal. Podrias vivir varios
dias aqui sin dificultades, pero Jake necesita
ayuda de inmediato. Sigues enviando mensajes
por radio, con la esperanza de que los capten.
Han transcurrido dos noches. Al principio el
tiempo fue inclemente —nieve, nevisca y vien-
tos recios— y te alegraste de haber decidido
permanecer en la choza. Pero esta mafiana el
sol asomé en un cielo benigno y sin nubes.
Apenas soportas la idea de permanecer otro
dia en ese refugio. Lo que mas te preocupa es
dake, que debe estar hambriento y débil. Ahora
que conoces el camino, podrias llevarle alimen-
tos y encenderle una fogata que le proporcione
calor. Sin embargo, has aprendido que a esa
altitud el tiempo puede cambiar en un santia-
mén. Y si abandonaras la seguridad de la choza,
quiza jamas regresarias al avidn.
Si emprendes Ja caminata hacia el avidn,
pasa a la pagina 73.
Si permaneces en Ia choza,
pasa a la pagina 105.‘ 61
jCorres como nunca corriste en tu vida! El te-
rreno es accidentado y tropiezas. Lanzas un
grito, te pones de pie y echas a correr de nuevo.
\Pero el oso esta a punto de embestirte!
No es posible dejarlo atras. No hay donde re-
fugiarse. No existe la menor posibilidad de es-
capar
Fin62
Continias andando. No tiene sentido que
desperdicies energia y calor intentado pescar.
Seguramente el arroyo conduce a un camino o,
al menos, a un rio. Si prosiques la marcha co-
rriente abajo, encontrardas la civilizaci6n.
Después de otras seis horas de caminata por
terreno accidentado, comienzas a perder las es-
pranzas. El arroyo tuerce y serpentea tantas ve-
ces que probablemente sélo has recorrido cua-
tro o cinco kilémetros. Tal vez aqui abajo, en el
valle, estés mas protegido que en lo alto de la
montajfia, pero tu vista queda obstruida por los
imponentes pinos.
Peor atin, esta a punto de desatarse otra tor-
menta, Una fria y himeda lluvia entremezclada
con aguanieve azota tu rostro. Has acabado tus
iiltimas provisiones y estas al borde del agota-
miento. Es imprescindible que enciendas una
hoquera.
Coges las cerillas, pero estan hiimedas y pe-
gajosas. Cuando intentas encenderlas, se des-
hacen entre tus dedos. Sigues avanzando
nosamente a trompicones y caes al suelo. Ahora
estés seguro de que no volveras a levanta
Todo ha terminado para ti.
Pasa a la pagina
63
Prosigues la marcha, decidido a conseguir
ayuda para Jake. Las rachas de nieve htimeda
se arremolinan en el aire. Apenas ves el terreno
que se extiende ante ti, Te encantaria sentarte
a descansar, pero sabes que no lograrias po-
nerte de nuevo en pie.
Caminas y caminas. Se te embotan los sen-
tidos. Tu cerebro se obnubila como si estuvieras
bajo los efectos de la anestesia. Pero atin estas
consciente cuando tu pie derecho se posa sobre
la nada, sobre el aire... aire que acaricia tu ros-
tro mientras caes por un precipicio de mas de
trescientos metros.64
—Asi nunca pescaras nada.
El sonido de una voz humana te sobresalta.
Miras a tu alrededor y al otro lado del arroyo,
sobre una roca, divisas a un hombre de barba
incipiente que te observa. Mientras sales del
arroyo el hombre abandona la roca.
—Me llamo Nick Keegan —se presenta— y
apuesto a que estoy mas sorprendido de verte
a ti que ti: de verme a mi. ¢Cémo es que estas
aqui pescando de una manera con la que
nunca atraparas un pez?
Le cuentas en pocas palabras la caida del
avion y preguntas:
—{Cémo podemos pedir ayuda para mi
amigo Jake?
—Haremos lo Gnico que esta en nuestras ma-
nos —replica Nick—. Sigueme
Pasa a la pagina 6466
Hundes la cabeza entre los brazos, dema-
siado agotado hasta para llorar. En ese instante
oyes un estruendo. El ruido aumenta y luego
desaparece hasta que todo vuelve a quedar en
silencio.
éQué fue ese ruido? Repentinamente te das
cuenta de que correspondia a un camién... so-
bre el asfalto. jLa carretera no puede estar a
mas de cien metros!
La esperanza te llena de renovadas energias.
Te pones de pie en un santiamén y vas casi a
paso de carrera en medio del bosque. Poco
después, a través de los arboles, divisas la infi-
nita franja de cemento que te dice que eres un
superviviente.
Fin
67
Mientras te guia por el bosque, Nick te cuenta
que es un cazador de pieles y probablemente el
Gnico ser humano que vive en treinta kilémetros
a la redonda.
—Estds a quince kilémetros de la carretera
mas proxima —explica.
En cuanto llegais a su cabana, Nick consigue
comunicarse por radio con la Real Policia Mon-
tada de Canada.
—Enviaran ahora mismo un helic6ptero con
un equipo de salvamento —manifiesta—. Pero
el tiempo esté empeorando y en las alturas hay
niebla y tormentas de nieve. Puedo decirles
dénde esta esta cabafia, pero habras de indi-
carme en qué lugar se estrell6 el avién. A juzgar
por lo que me has dicho, deduzco que cayé en
Broadback Mountain, al norte de aqui, o en
Mount Chilmark, al sur. {Qué puedes decirme?
Abres el mapa y procuras rastrear tu camino.
Desde donde cayé el avién, éhas andado prin-
cipalmente hacia el norte o hacia el sur?
Si dices que el equipo de salvamento
deberia rastrear Mount Chilmark,
al sur, pasa a la pagina 82.
Si les aconsejas registrar en Broadback
Mouniain, al norte, pasa a la pagina 100.68
éQuién habra sido el viajero que lleg6é a esta
caverna?, te preguntas. ¢Cuando llegé y qué le
ocurri6? Demasiado asustado para continuar
pensando, guardas el morral en tu mochila y
reemprendes tu’camino. Es posible que el buen
tiempo no dure mucho.
Avanzas bordeando una larga loma rocosa,
contento de encontrar una senda de la que el
viento ha arrastrado casi toda la nieve. Caminas
hora tras hora, descendiendo gradualmente ha-
cia una regién mds protegida. Grupos de pinos
salpican el solitario paisaje. Desciendes ain
mas, pero luego la senda vuelve a subir.
Alrededor de mediodia conquistas la cumbre
de la loma. Desde tu posicién divisas humo que
sale de una chimenea que se alza por encima
del techo de una cabafia destartalada. Aunque
no parece un puesto de quardabosque, ja
quién le importa? jTiene que haber alguien!
Pasa a la pagina 71.
69
jTe encontraron! {Un avi6n de salvamento
vio tu fogata!
Cuando el helic6ptero se posé en tu solitario
campamento, consumiste tus dltimas fuerzas en
subir al aparato. Luego sufriste un colapso y
sélo ahora acabas de recuperar el conoci-
miento. Estas en una habitacién de hospital y
cerca de ti, sonrientes, se encuentran un médico
y una enfermera.
En ese momento un sombrio pensamiento
atraviesa tu mente y preguntas:
—j;Han encontrado a Jake?
—Sefior, ya puede pasar —dice el médico en
direcci6n a alguien que hay en el pasillo.
Segundos después, un hombre con muletas
penetra cojeando en tu habitacion. jEs Jake,
con una pierna escayolada, pero con una son-
risa casi tan amplia como la tuya!
Fin71
Corres por la nieve recién caida en direccién
a la cabajia. Lo primero que ves cuando te aso-
mas a la ventana es una mesa cerca de la
puerta. jEsta repleta de pan, queso, bocadillos,
frutas, frutos secos y chocolate! En ese mismo
momento divisas algo que te deja atin mas he-
lado que el frio que has soportado: un chiquillo
de aproximadamente un afio menos que tii esta
atado a una silla. Tiene la cabeza caida hacia
un lado, como si durmiera. En el otro extremo
de la cabafia, un hombre corpulento, con la
cara mas vil que has visto en tu vida, también
parece dormir y esperas que asi sea. A su lado,
apoyados contra la pared, adviertes un cuchillo
de caza de larga hoja y una escopeta de dos
cafiones.
La puerta de la cabafia se halla entreabierta.
Te detienes junto a ella para reflexionar sobre
tus préximos pasos. Necesitas alimentos y pa-
rece que el chiquillo esta en un apuro, Ademas,
tienes que conseguir ayuda para Jake y sospe-
chas que aqui no vas a encontrarla.
Si prosigues tu camino, pasa a la pagina 83.
Si decides entrar, apoderarte de algunos
4 i alimentos y marcharte, pasa a la pagina 88.
Si intentas hacerte con la escopeta y el
cuchillo, pasa a la pagina 89.72
Coges los cohetes de sefiales y te lanzas sobre
la helada superficie, Oyes una explosién a tus
espaldas. Miras hacia atras y ves que los lla-
meantes restos del helicéptero se hunden en un
agujero abierto en el hielo. El aparato desapa-
rece de la vista, arrastrando consigo a los dos
miembros de la tripulaci6n, Estds solo en la mas
profunda obscuridad. La rapidez, el horror de
lo ocurrido, te provoca escalofrios, Sientes que
el frenesi de la muerte se ha desatado sobre la
tierra y que para ti no hay mas esperanzas que
para los dos valientes pilotos que ahora yacen
sepultados en el fondo del lago.
Pero no tienes tiempo para lamentaciones.
Debes pensar en tu propia supervivencia. Al
menos ya no estas en la montafia. Aqui la tem-
peratura es superior al punto de congelacién.
Tal vez logres pasar la noche. éY después qué
hards? No sabes qué distancia recomié el heli-
céptero antes de estrellarse. Dispones de una
brijula, pero ignoras en qué direccién moverte.
EI hielo no es grueso. El helicéptero lo agriet6
en pocos segundos. Tendras que moverte con
cautela.
Pasa a la pagina 76.
73
Metes en la mochila todos los alimentos y
provisiones que caben en ella y desandas lo an-
dado en direccién al avién. Por fortuna, el buen
tiempo se mantiene. Has descansado y tienes
alimentos en abundancia. Conoces el camino y
posees unas energias sorprendentes. En los po-
cos dias que has pasado en la soledad de la
montafia, te has acosumbrado a las grandes al-
turas, has adelgazado y te has vuelto mas resis-
tente y mas listo.
E] sol ha caido y cuando llegas al avin la
obscuridad avanza sobre el valle. Jake esta en
mal estado: tiene frio, tirita y se siente muy dé-
bil. Te das cuenta de que la pierna le duele mas
de lo que esta dispuesto a reconocer. Pocos mi-
nutos después has encendido una buena ho-
guera junto al avién, que irradia calor a la car-
linga. ‘
En unos instantes preparas una sopa caliente.
Mientras la toma, Jake sonrie y comenta:
ho que, si no hubieras regresado,
no habria logrado pasar de esta noche.
Pasa a la pagina 75.75
Tomas tu sopa y contemplas la luna que se
alza sobre la montafia. Aunque te alegras por-
que de momento Jake y ti estais a salvo, sabes
que sequis abandonados a vuestra suerte.
Al dia siguiente no recibis ayuda, y empiezas
a preocuparte. A media tarde del sequndo dia
estas convencido de que nunca os rescataran.
Mas tarde un avién desciende desde el cielo e
inclina sus alas hacia abajo. jJake y ti gritais en-
tusiasmados!
A la mafiana siguiente un helicéptero des-
ciende y os recoge para llevaros lejos de la
montafia.
EI piloto estrecha tu mano cuando subes a
bordo del helicdptero y te dice:
—Eres muy valient.
Fin76
Mientras permaneces alli intentando pensar,
la luna llena se abre paso entre las nubes. Aun-
que el lago parece inmenso, no puedes estar a
mas de ochocientos metros de la orilla y su-
pones que el hielo es sélido. Si llegas a la orilla,
équé hards? La fria y palida luz de la luna se
refleja en las heladas montafias que te rodean.
Abres la caja de bengalas y lees las siguientes
instrucciones: «Para disparar, sujétese erquida
con el brazo extendido y tirese de la clavija>.
éY si lanzo una bengala?, te preguntas.
éQuién la ver4? Caminas con mucho cuidado
hacia la orilla. Antes de recorrer la mitad de la
distancia, la luna desaparece tras una montafia
y quedas inmerso en la obscuridad. Una oleada
de temor te recorre de la cabeza a los pies. En
el par de dias que podrias permanecer con vida
en esas condiciones, no consequirias escalar
esas montafias cubiertas de glaciares. Estas atra-
pado.
Pasa a la pagina 79.
77
En cuanto Gino regresa, charlas con él. No
tienes ganas de ser su amigo, pero te muestras
amable y dices todo lo que se te ocurre para
ganar su confianza. Descubres que esta casi tan
asustado como Chauncey y tt: temeroso de
que la policia irrumpa, termeroso de que su
compinche se larque con el millén de délares y,
sobre todo, temeroso de la idea de mataros.
—Aunque no tengo un millén de délares me
gustaria ayudarle —dices—. Todo lo que
puedo ofrecerle es mi bici...
Gino sonrie lagubremente.
—Me parece que no me servira de mucho.
Necesitaré un trasbordador espacial para li-
brarme de todos los «polis» que me persequi-
fan... y sospecho que tendré que olvidarme de
mi botin de medio millén de délares.
El resplandor rosdéceo que iluminaba la ca-
bafia ha desaparecido: el sol se ha puesto. Gino
juega con la escopeta. Se pone de pie y te ob-
serva largo rato; luego contempla a Chauncey.
De improviso alza el arma y la gira brusca-
mente.
Pasa a la pagina 84.79
Intentas pensar con claridad. Las bengalas...
pronto llegara el alba... de nada serviran en
cuanto salga el sol. Coges uno de los cohetes
de sefiales de la caja, lo sujetas erquido con el
brazo extendido y tiras de la clavija. No pasa
nada. Era defectuoso. Repites la operaci6n con
otra bengala. Tampoco pasa nada. ¢Quién fa-
bricé estas bengalas?, te preguntas. Sdlo que-
dan dos. Coges otra. jPsss! El cohete sale dis-
parado de tus manos hacia el cielo, emitiendo
una brillante llamarada roja por encima de tu
cabeza. Mientras la bengala se empequejfiece,
se apaga y desaparece, ves otra luz jun avidn
que baja en picado hacia ti!
Otra bengala, arrojada desde el avidn, ilu-
mina el cielo. El piloto del helic6ptero debié en-
viar una seal de socorro y dar su posicién an-
tes de estrellarse. Si no hubiera sido por tu ben-
gala, el avién de salvamento podria haber so-
brevolado el lago sin verte.
Disparas la bengala que te queda. A medida
que se apaga, vislumbras otras luces: jestrellas!
Mafiana sera un dia maravilloso, En cuanto
amanezca te rescataran del lago y entonces po-
dras ayudarlos a encontrar a Jake.
Fin80
Coges el paquete impermeable que contiene
las cerillas y la linterna, te arrojas por la porte-_
zuela y caes sobre la superficie helada del lago.
Unos segundos después, el helicéptero estalla
en una llameante convulsién que resquebraja el
frdgil hielo de primavera. Poco después el apa-
rato se hunde en el fondo del lago. Con la lin-
terna iluminas el agujero abierto en el hielo y
rezas por los valientes pilotos que dieron su vida
por salvarte.
Avanazas hacia la orilla, iluminando el terreno
con la linterna. El helic6ptero se estrellé a unos
ochocientos metros de la orilla y no tardas en
alcanzar un saliente rocoso que asoma sobre el
lago. El aire es frio, pero sobrepasa los cero gra-
dos. No obstante, estas perdido en una aislada
soledad.
éPero qué fue ese ruido en lo alto? {Son ésas
las luces de un avidn? Pasé. Si era un avidn,
siguié su rumbo. Tal vez regrese. Tal vez.
Pasa a Ja pagina siguiente.
81
Al llegar al borde del lago, ves que el cielo
clarea por el este. Comienzas a percibir el
mundo que te rodea. Los pinos orillan el lago
y cubren una parte de las laderas de la mon-
tafia, para ser reemplazados por esquistos, roca
y hielo. Bordeando el lago puedes encontrar ra-
mas de pino secas y trozos de madera. Al ama-
necer, gracias a las cerillas, has encendido una
buena fogata en el saliente rocoso. Sdlo has de-
rretido nieve para convertirla en agua y no tie-
nes alimentos, pero la madera abunda. Decides
mantener encendida la fogata hasta que te di-
visen desde el aire.
Transcurren tres dias y tres noches pero no
recibes ayuda. Tu tinico consuelo es la provi-
sién inacabable de madera. El fuego no sdlo te
mantiene caliente y seco, sino que te ayuda a
no perder las esperanzas.
éPor qué no recibes ayuda? ¢Te han consi-
derado perdido o han llegado a la conclusién
de que no puedes haber sobrevivido en esta so-
ledad subértica? Notas que cada dia estas mas
débil. Pronto careceras de fuerzas para mante-
ner encendido el fuego. Entonces todo habra
terminado.
Pasa a la pagina 69.82
—Estoy casi seguro de haberme dirigido ha-
cia el norte desde Chilmark Mountain —res-
ndes.
bs acuerdo —afiade Nick—. {Ojala que
estés en lo cierto! ;
Nick vuelve a transmitir por radio y da las ins-
trucciones pertinentes mientras esperas ner-
vioso. Luego se gira y te mira con atenci6n.
—Supongo que no te vendria mal comer
algo, por ejemplo, sopa, carne de venado y pan
de pasas. Es todo cuanto tengo.
La sencilla comida te resulta deliciosa, pero
estas ansioso. El cielo se ha encapotado y nieva.
Nick se sienta delante del fuego y coge una ba-
raja.
—Sabes jugar al gin rummy? —pregunta.
—Claro —respondes.
Jugais a las cartas en una mesa hecha con un
tonel cuya tapa es una tabla. La a te acom-
fia, pero no te concentras en el juego.
oe pros la radio chisporrotea. Nick se pone
de pie de un salto y se acomoda los auriculares.
Unos segundos después sonrie de oreja a oreja.
—Fncontraron a tu amigo Jake y lo subieron
al helicéptero antes de que se desatara una ven-
tisca. Dicen que se pondra bien.
—Gracias, Nick. Realmente nos has salvado.
_Ta también has hecho tu parte, chico
—apostilla.
Fin
83
Te gustaria ayudar al chico, pero estas de-
masiado cansado, hambriento y débil para me-
dirte con nadie. Crees que lo mejor que puedes
hacer por el chico —y por Jake— es retornar a
la civilizacién lo antes posible.
Avanzas por la senda. Los pinos que bordean
el camino se tornan mas altos y tupidos a me-
dida que el sendero desciende. Te resulta dificil
creer que un delincuente se lleve a un rehén tan
lejos en esos parajes inhdéspitos. Tiene que ha-
ber una carretera cerca, jSi pudieras consultar
un mapa! No tienes la menor idea de dénde
estas y, por si eso fuera poco, la temperatura ha
comenzado a bajar bruscamente. Estas conven-
cido de que si contintias avanzando en direc-
ci6n al valle, finalmente llegar4s a una carretera.
Al final te topas con un arroyo parcialmente
congelado. No tiene por qué representar un pro-
blema: apenas tiene sesenta centimetros de pro-
fundidad y puedes saltar sin dificultad de piedra
en piedra.
Has perdido fuerzas. El frio y el hambre han
embotado tus sentidos. Tropiezas y tu pie iz-
quierdo se hunde en el agua helada. Logras sa-
carlo del agua pero chorea.
Ya no te quedan cerillas para encender una
hoguera y cada minuto que pasa hace mas frio.
Sigues buscando una carretera y caminas tan
deprisa como puedes, pero media hora mas
tarde tu pie esta totalmente entumecido.
Pasa a la pégina 109.84
Te agachas y ocultas la cara entre los brazos.
Una explosién te deja sordo pero sigues vivo.
éQué pasé con Chauncey? ¢Te toca a ti el pré-
ximo disparo? Te encoges tembloroso.
Oyes un portazo y abres los ojos. Chauncey
te mira boquiabierto. jE! disparo de escopeta ha
hecho pedazos la radio y Gino ha desaparecido!
—Era demasiado bueno para matamos —co-
menta Chauncey—. Sdlo queria asegurarse de
que no pidiéramos ayuda por radio. Tal vez lo-
gre escapar, ya que esta noche hay luna llena.
Durante unos segundos casi esperas que lo
consiga.
Fin87
Corres para salvarte. Avanzas por el pinar,
con el sola tu derecha, rumbo al este. El terreno
desciende abruptamente. Unos diez minutos
después estas por debajo del limite de las nieves
eternas. Ahora sera mas dificil rastrearte. Mucho
més abajo distinques una mindscula cinta de ce-
mento: jla carretera! Lanzas un grito de alegria,
corres senda abajo y aminoras la marcha
cuando te das cuenta de que si tropiezas y te
tuerces el tobillo volverds a tener problemas.
Sélo tardas media hora mas en llegar a la ca-
rretera. Una vez alli, aguardas impaciente hasta
que logras detener un vehiculo haciendo se-
fiales. Por fortuna, unos quince kilémetros mas
abajo hay un campamento maderero, desde
donde te apresuras a telefonear a la policia, Te
alegras de hallarte a salvo, pero no estaras tran-
quilo hasta saber que tanto Jake como el pobre
chiquillo también se han salvado.
Fin88
Entras en la cabafia de puntillas. Cuando es-
tiras la mano para coger un bocadillo una voz
ronca grita a tus espaldas:
—jVuelve a dejar eso en su sitio y levanta los
brazos! :
De algiin modo has despertado al hombr6n.
Empufia una escopeta con la que te apunta a
la cabeza. Antes de que puedas decir esta boca
es mia te ata las manos y te empuja hasta la silla
del chico. ;
— Qué pasa? —preguntas en voz baja al”
muchacho. ;
—jSilencio! —ordena el hombre y traza cir-
culitos en el aire con la boca del arma.
Pasa a la pagina 91.
89
Lenta y silenciosamente, casi sin atreverte a
respirar, empujas la puerta sdlo lo suficiente
para poder escabullirte en el interior de la ca-
bafia. Cruje y el hombre pega un salto en la
silla, como si estuviera a punto de despertar.
Luego vuelve a acomodarse, y respiras hondo.
El muchacho atado a la otra silla te mira con
atenci6n. Te llevas un dedo a los labios para
avisarle que se mantenga en silencio. Luego pa-
sas de puntillas junto al hombre dormido. Co-
ges la escopeta y el cuchillo y te acercas cau-
telosamente al chico. Con movimientos rapidos
pero cuidadosos cortas las cuerdas que lo atan
a la silla.
—No muy lejos, debajo de la loma, hay un
camino —secretea el chiquillo—. j|Cuidado con
la escopeta que esta cargada!
El muido despierta al hombre corpulento, que
de un salto se levanta de la silla. Intentas girar
el arma para apuntarle, pero el hombre se aba-
lanza sobre ti. Te arranca el arma y te tumba en
el suelo. Por el rabillo del ojo ves que el mu-
chacho cruza la puerta veloz como el rayo.
—jNo me haga dajio! —gritas, intentando
distraer al hombrén.
—jPonte en ese rincén y levanta los brazos
—te ordena. Luego mira a su alrededor y pre-
ane a gritos—: ¢Dénde se ha metido ese dia-
illo?
Pasa a la pagina 93.91
Una hora mas tarde, cuando el hombre sale
a buscar lefia, el chiquillo y ti tenéis ocasion de
hablar.
—Me llamo Chauncey Van Dyne —se pre-
senta el chico—. Mi familia es muy rica y por
eso estoy aqui. Dos hombres me raptaron de
uno de nuestros pabellones de caza en Elk Falls,
situado a unos treinta kilémetros de aqui. El
otro tipo intenta cobrarle a mi padre un millén
de dolares de rescate, Este hombre, que se
llama Gino, dice que si al anochecer no recibe
el mensaje por radio de su cémplice, en el cual
le notifique que ha cobrado el dinero, me ma-
tara. Sospecho que también hard lo mismo con-
tigo.
—