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T.S. Ashton Lo que se llama la "Revolucion Industrial” no fue tun fendmeno que se produjera s6lo en las fabri ‘eas: 1a agricultura, los sistemas de comunicacion. la poblacién —en lo que se refiere a su creci miento y distribucion—, el comercio, las finan zas, la estructuracién social, la educacion y la va loracion del hombre suftieron alteraciones pro: fundas en proporcién semejante a la industria For ser Inglaterra el pais Gome ve ur igind oe proceso, y por tanto donde con sua tC. ; con acometividad més arrolladora se perfila el ciclo naciente, es de interés siempre vivo el estudio de a época en que la Revolucion Industrial empez6 a tomar auge en la sociedad inglesa. Muchos autores —economistas y novelistas entre ellos— han tratado este tema; algunos con-maestria y vi sign de conjunto, mas frecuentemente desde posi ciones ideol6gicas bien ‘consolidadas. Asi fueron parciales y sacaron consecuencias que p- caron de absolucas y viciadas. T.S. Ashton, dé la Universidad de Londres, nos presenta en cambio un estudio equidistante de posiciones extremas, sin dejar de consignar nada verdaderamente im: portante.con la objetividad que corresponde 2 su VOLUCION - «NDUSTRIAL T.S. ASHTON BREVIARIOS — Fondo de Cultura Economica i Primer eliciin on inglés, Segunda sdicin en ingiés Primera ediidn en espaol, Prine reinpres Segunda reimpresion, ‘Tercer reimpresién, Goareereimpresisn, Quiets tetepeesioo, Segunda edicion, ‘Piraera reimpresign, Segunda Quinta teimpresie, ‘Tieuto origina The Industrial Revolution © "1068, Ondord University Press, Londees DR @ 195 ISBN 969-1603: (rinica) 940 1963, 1950 1954 1959) 1964 1965, 1970 1975 1375 1995, 1979, oat 198s, Foxpo ue CuLtusa KoonSmica ‘hv. de lg Universidad 975, 03100 Mésieo DT. '968-16.0924.9 (empartada) Timpreso on México PREFAGIO Naot que enseiie en la Escucla de Economia de Londres puede estar seguro de qué tanto de lo que scribe es de su propia cosecha y cudnto corresponde ‘2 colaboradores y discipulos. Este volumen se funda fen el trabajo de muchos eruditos, y no todos ellos fstarian acordes con la interpretacion que aqui se ffrece. En especial, mis colegas, H. L. Beales y F. J. Fisher han contribuide més de lo que creen. Los prrafos sobre la industria algodonera y sobre el ni- Yel de vida de lor trabajadores s# han tomado de las investigaciones hechas por la seiiorita Frances Collier, de la Universidad de Manchester, y aquellos sobre las industrias del earbén y acero, se mejoraron fon la lectura de una tesis inédita de A. H. Jobn, El material estadistico, sin el cual el libro no hubiers resultado tan sélido fue compilado por un antiguo Giscipulo mio, W. Ashworth; y el capitulo final debe flgo a las breves conversaciones con el profesor W. W. Rostow, de Harvard. A todos doy las gracias. TSA Londres, mayo de 1967 I, INTRODUCCION Doraxre el breve lapso transcurrido entre el adve- nimiento de Jorge IIT y el de sw hijo, Guillermo TV, cambié ef aipecto de Inglaterra. Superficies que se hhabian cultivado, durante siglos, como campo abier- to, 0 que permanecian en el abandono, como lugares de pastoreo comin, fueron cercadas © valladas; las aldeas se convirtieron en populosas ciudades y los fiones de las chimeneas se elevaron hasta empequ cer a las antiguas torres. Se hicieron caminos mas rectos, fuertes y amplios que aquellas pobres vias de ‘comunicacién que corzompleron las buenas maneras de los viajeros en lot dias de Defoe. El mar del Norte y el de Trlands, asi como los t-amos navegables de los riot Mersey, ‘Ouse, Trent, Severn, Témesis, Forth y Clyde, fueron unidos por hilos de agua tranquil En el norte, se colocazon las primeras ferrovias para Jas nuevas locomotoras, y paquebotes de vapor co- menzaron a funcionar en los estuarios y estrechos. ‘Cambios paralelos tuvieron lugar en la estructura de la sociedad. El nimero de la poblacién aumenté mucho, y et probable que se haya incrementado la proporcién de nifios y de jévenes. El crecimiento de nuevas comunidades desplaz5 la poblacién del sur y del este al norte y al interior; escoceses emprende- ores iniciaron una peresrinacién cuyo fin todavia ro se avizora, y una abundancia de inexpertos, pero vigorosos inlandeses, que influyeron en Ia. salud y ccostumbres de los ingleses. Hombres y mujeres na- cides y criados en el campo vinieron a vivir apifiados, ganando su pan no tanto como familias o grupos de vecinos, sino como unidades dentro de la fuerza INTRODUCGION * de trabajo de las fabrieas. El trabajo se fue espe- cializando més; se desarrollaron nuevas formas de habilidad y otras se perdian; se hizo mis variable, y mis altos niveles de comodidad se ofrecieron aquellos capaces y deseosos de trasladarse a los cen- tros donde habia oportunidades. Simultineamente, se explotaron nuevas fuentes de ‘materias primas, se abrieron nueves mercados y se idearon nuevos métodos de comercio. El capital av- ‘menté en volumen y en fluidez; el papel moneda tuvo una base oro y aparecié el sistema bancari. ‘Muchos viejos privilegios y monopolios fueron arro- llados, y se derogaron los impedimentos leeislativos sobre la libre empresa, En los negocios el Estado vino a desempefiar un papel menos activo, en tanto que el individuo y Ia libre asociacién Io inerementa- Dan, Ideas innovadoras y progresistas minaron las sanciones tradicionales: los hombres empezaron a ver hacia adelante, en vez de atris, se transforma- ron sus pensarientos sobre la naturaleza y finalida- des de la vida social Los cambios no fueron tan sélo “industiales", sino también sociales e inteleccuales. El término “revolu- ién” implica un cambio repentino que no es, en realidad, caracterfstico de los procesos econdmices. El sistema de relacién humana lamado capitalismo, se origin mucho antes de 1760, y alcanzé su pleno desarrollo mucho después de 1830: existe el peligro de ignorar el factor esencial de continuidad, Pero el coneepto “revolucién industrial” ha sido empleado por inuchos historiadores,. y plenamente adoptado dentro del lenguaje comin, resultaria pedante ofte- ‘cer un sustitutivo, El rasgo més notable de la historia social de ese perioda —lo que sobre todo distingue a la época de 10 INTRODUCCION las anteriors— 05 el ripido crecimiento de 1a po- acim, Calealos cuidadons, basades en el mimero Ge defunciones § bautizo, arojan sm total, para Tne glaterta Calet, de slrededor de cinco Tillones Foedio en 1700, de sels millones y medio en 175 Caundo se hizo cl primer censo en 1801, el total era de alrededor de nucve rallone, para 1881 alenn- faba catorce milones, En la segunda mitad dal siglo Sev in poblaion habia, asf aumentado en 403%, y Gn la tres primerae déadas del siglo Xin, en nis Ge 50s. Dara la Ginn Bretaa, Ian ifs son. de spromimadamente once millones en 1801, y dies mlonesy medio en 163. ET crecimiento de la poblacién no fe el resultado de un cambio radical en In tsa. de nataidad. Es Srerdad que durante las primeras cutro décadas del lo som el nimero de nacimientos por mllar de Ibitanes parece haber sumentado un poco. Loe Inbradores tendiron a esigir sue propion Bogares en Tagar de hespedare con sus patonos,y a iamina- {Son del seta de aprendizaje en la indwstiafavo- {eis los tempranos. matrimonios y las grandes f2- tllas, Mas desde 1740 hasta. 1890, la tna de na taldad parece haber varado may poco: en ninguna déeada baja ins de 966, 0 tube mis de 877. La Tecundiad foe atta y cousiate dorante ta Revol (Son indi : 2 “Tampoco puede atribuire el aumento de Ia po blaciin a una afluncia de olvos paises Durante todas las déeudas hombeey miajeres se embareazon tn Irlanda raribo a Inglaterra y @ Bsccca, y en tiempos de censer, et toyvelo te convertia en to- fame, Mas mo hbo tal sovrene igratoro prove tente de Irlanda en los ities cinco afs! de ls ‘lend de 1840. Por otra parts, durante ol siglo v0 INTRODUCCION, u quizd un millon de habitantes abandoné la Gran Bretaia aspirando a ganarse In vida allende el mar, pencipalmente en las colonias. Entre ellos fueron NRevaeos unos cincuenta ruil delincuentes a Maryland © Botany Bay, y cierto niimero de artesanos que, lando Ie ley, levaron sus habilidades y conocimien- tos téenicos a Europa continental: a largo plazo, esto no fue desventaja para Inglaterra. En resumen Ja Gran Bretafia no fue un centro receptor, sino la ‘enseiianza basica para les nuevas comunidades del ‘otro lado del mar. Fue un descenso de la mortalidad lo que hizo que se incrementara Ia poblacién. Durante las primeras ‘cuatro décadas del sigio xvmr, la costurnbre de abusar de la ginebra barata asf como intermitentes perio- dos de hambre y enfermedad cobré muchas vidas. Pero entre 1740 y 1820, la tasa de mortalidad dee cendié casi continuamente, de un nivel estimativo de 55.8 para la década que terminé en 1740, al de 211 para aquella que finalizé en 1821. Muchas in- fluencias actuaban para reducir el indice de morta- lidad. Al introducitse el euitivo de tubérculos, se pudo alimentar a més ganado durante los meses de inviero, y asi, surtir de came fresca durante todo el ajo. La sustitucién de cereales infetiores por ef trigo, y el aumento en el consumo de leguinbres, auenté la resistencia contta las enfermedades, Nic veles més altos de limpieza personal, aunados a més Jabéa y ropa interior de algodén barato, disminu- yeron los peligres de infecein. El uso de ladrillos, pizarra o piedra. conna materiales de construccién en ugar de paja y madera en chozas y casas de campo, redujo ol numero de epidemias; a J ver, la supre: sién de muchas manufaeturas domésticas dafinas trajo una mayor comodidad para las casas de los tra- 2 INTRODUCGION bajadores, Las grandes ciudades vieron sus calles pa- vimentadas, fueron dotadas de aleartarillado y de agua, el conocimiento de la medicina y de la ci- rrugia se desarroll6, sumentaron los hospitales y dis- pensarios, y se puso mas ateneién en cosas y detalles tales como la destruccién de Ia basura y el adecuado entierro de difuntos. Por no existirestadisticas fidedignas es eiffel decir ‘qué grupes de la poblacién —considerados en cusn- to a sus edades— se beneficiaron inés con estas me- joras. En un conocido pasaje de su Autobiografia, Edward Gibbon dice “Que la muerte de un 6 nacido ocurra antes que la de sus padres, puede parecer anormal no obstante, es estrictaniente probable, Puesto que de un niimero dado la mayor parte se extinue an- tes del noveno aiio, antes de tener facultades fisieas y mentales, Sin acusar el vasto desplfarro o la im- pperfecta confeceién de la naturaleza, diré solamente fque esta suerte contraria se multiplied contra mi existencia infantil Era tan débil mi constitucién, (an: precaria mi vida, que en el bautizo de cada uno de mis hermanos la prudencia de mi padre repitié mi nombre cristiano de Eduardo, para que en caso de un fin prematuro del hijo mayor, este wombre patronimico continuara perpetuado en ia familia.” Esto fue escrito en 1792-1793: para esa Spoca e probable que la mortalidad infantil fuese un poco menor que en Ia époea del nacimiento de Gibbon ¥. fen este caso, habria un mayor poreentaje de nifios y j6venes en la poblacién; éte es un dato que es precko tener en mente sl examinar ia constitucién de la mano de obra dentro de las primerss fabricas, El aumento de la poblaciin de la Gran Bretafia cecursié cuando la produecién total de productos INTRODUCCION 3 sumentaba también en répida proporcin. y esta oincidencia ha conducido a precipitadas generali- zaciones, Algunos escritores han inferido que fue el crecimiento de Ia industria el que condujo al aumen- to de la poblacién, Si esto fuese cierto, el creci- miento industrial debe de haber ejercido su influen- cia no & través de la tasn de natalidad —que, como vimos, permanecié inmutable— sino através de la tasa de mortalidad. Algunas de las mejoras en el régimen de vida, que ya mencionamos, dependieron del desarrollo de la industria, pero seria aventurado asignarle un papel preponderante en Ia disminucién dela mortalidad. Porque Ix poblacién crecia répi damente no sélo en la Gran Bretafia sino también fen muchos otros pafses de Ia Europ occidental y del Norte, donde nada ocurrié que pueda clasfi- carse como revolucién industrial ‘Otros exeritores, invirtiendo ef osden causal, han declarado que el crecimiento de la poblacién, con sus efectos sobre In demanda de productos, estinulé la expansién industrial. Sin embargo, un aumento ‘en la poblacién no significa necesariamente una ma yor demanda efectiva de bienes manufacturados, 0 tuna mayor produccién de ellos en el pais respectivo. Si asi fuera, habriamos de suponer un rapido des arrollo econémico de Trlanda en el siglo svut, 0 bien Egipto, la India y China durante el xr. Porque esto puede, también conducir a un nivel de vida inferior para todos. No fue una quimnera el fantasma de la preston de la poblacién sobre los medios de subsis- tencia, que perseguia a Malthus en 1798. Es cierto que [a presién inmediata era menor de lo que Malthus suponia, Pero si, después de la mitad del siglo xx, no hubieran existido los ferrocarriles en los Estados Unidos, ni colonizado las praderas, ni 4 INTRODUCCION exiteran los boques de vapor, la Gran Breaia hu Wier aprendido por so arnaga eaperencia in fal sedad de squella tess, puesto que para cada par de thanor cents une boc, oda cxpanién en el namere de la poblacion conducra a un aumento de cons imo Ysa vet, dela produce, En in Inglaterra siglo xvm y més adelante, juto con cl swrven- 1 de pbc ‘tog om se de otros factores de la produceén, y fue, pouble que “nie de vide det pio 0 de sabre Hiuho un aumento en ta superficie arable cuti- vatia, Se puso gran culdado pare. dewcar cfnagas Y pantanos, pats separar y volver arable pestzaee “ihn y pte on ae sol sae tar ¥ para cerear lor terenoh, ogrando a una mayor Drodctvidad en toda empresa agricola o gunaders rin esta forma —ecritis un abservador de ess dex arrollos— se. adadié. mnie terstorio provechow al Tnmperis, a coma de lor parculares, que lo. que re habia obtenido por medion bcos desde Ia Revol clin” ‘Vasins tuvar comchas se intedujeron, El ‘abo hizo posible el aumento del tamafio de fs = tailor; y la pats, que estaba contendere en on alimento popular en el note, tsjo stances coo. tomias en el uso dela ter, Més adelante vlve- ‘ruon tocar Jr cambioragrcolas agrarion. Baa fefalar que aguela tera que con antedndad ce taba fuera del tistema de actividad condi, fue introducida a te, dindosete mejor ws las lineas des fone move pie faaca diagie ‘Al mimo tempo tenia lugar un rio incremen- to del capital Aumentaba ‘el wimero- de personas con ingreson mis que niicientes para sat INTRODUCCION, 8 necesidades primarias; se incrementaba el poder de ahorro. Las condiciones politicas y sociales estables {que sucedieron a la colonizacién de 1688, animaron 2 los hombres ver més allé: 10 que aman los ‘economistas preferencia en tiempo fue favorable a Ja acumulacién del capital. La estructura de clases también favorecié; generalmente admitimos que un ‘mayor ahorro tiene lugar en las comunidades donde la distribucién ce Ta riqueza es desigual y no en las que se acercan més a las modemas concepciones de Io justo, Los célculos de estadigrafos, desde Gre- ory King en 1668 a Colquhoun en 1612, dan fe de grandes diferencias en los ingresos de las distintas clases sociales; y el nacimiento de nuevas institucio- nes, tales como la Deuda Nacional, intensifieé ls Giferencias heredadas de anteriores generaciones. ‘Como bien sabemos, Ia deuda piblica inglesa na- ci6 a consecuencia de las guerras de Guillermo TU. Crecis progresivamente, casi s6lo como resultado de guerras sucesivas, hasta aleanzar, en 1815, la suma {de 861 millones de libras esterlinas. No toda estaba fen manos de los propioe britinicos; en 1776 tal vez luna cuarta parte o més estaba en poder de los ho- landeses. Pero después de 1781, cuando Holanda se fencontré en guerra con la Gran Bretafia, la gran deuda pas a los ingleses: nobles, cabalieros, abo- tgados, comerciantes retirados, viudas y solteronas de las clases acomodadas. En 1813, casi un onceavo, y en 1827 —conforme los cilculos de Sir Henry Pamell—, un doceavo de las rentas del pueblo bri- ‘nico consisia en cantidades aliegadas por los con tribuyentes, incluyendo los pobres, y transferidas a Jos relativamente ricat tenedores de bonos gubema- rmentales. En esta forma, a ritmo creciente, la riqueza 6 INTRODUCCION vino a manos de aquellos no de aquellos que gastabar ‘Sin embargo, la acumulacidn de bienes de capital, por si misma, no conduce a la creacién de capi- tal: no fue sélo la voluntad de ahorrar, sino también la voluntad de emplear los ahorres en forma produe- tiva, lo cual se extendia en ese tiempo. A principios dl Siglo x1, los terratenientes habian empleado sus ahorros en mejorar sus tietras, los comerciantes en. tensanchar sus mercados y los fabricantes en contratar mas mano de obra, y algunos de los shorros de las tases ociosas © de los jubilados habian sido presta- dos bajo hipoteea a terratenientes locales, granjeros 9 comerciantes, o bien invertidos en Tas aeeciones de tun monopolio de barreras de portazgo. En forma progresiva el mercado para capitales aumenté, ayu- dado por la existencia de banqueros locales, que ac- tuaron mucho antes de tomar tal nombre. La oferta «que hizo el Estado de un miimero considerable de ac- ciones, acostumbré a esos hombres a la idea de la inversién impersonal, y legaron a colocar sus aho- ros en empresas lejanas en cuanto a espacio, y es peculativas en su cardcter. Los resultados no siempre fueron satisfactorios, segtin lo hace patente la quie- ba de Ia South Sea Bubble en 1720, y que arruin6 ‘a miles, Mas, en general, el aumento de la movilidad del capital fue socialmente benéfico, y condujo a vuna reduecién considerable de Ia tasa del interés. Durante siglos, ante la pereepeién del interés, el Estado mostré hostilidad © cuando menos, suspicacia. Ei Estado era un deudor inveterado, habia promul- gado leyes que prohibian los préstamos a interés ma vor del fijado, En 1625 Ia tasa legal habia sido bajada del 10 al 8%; en 1651 se redujo al 6, y en 1714 al 5, en cada caso seguida de una disminucién de Ia 1e tendian a ahorrar, y INTRODUCGION 0 tara “natural”. A principios del siglo xvi la abun- dancia de capital hizo posible que lot ministros de Hacienda disminuyeran el interés que se pagaba a acreedores del Estado, Durante las guerras, el go- biemno de Guillermo III se habla visto obligado a ofrecer un interés de 7 w 8% (las leyes contea Ja usura no eran aplicables al Estado) ; pero en 1717 la tasa de las anualidades perpetuas se redujo al 5, ¥en 1727 al 4%. Por sltimo, en los afon de 1750, Pelham la redujo una vez més, y al refundir Jat diferentes emisiones, dio origen a la emisién tiniea de las acciones intituladas Consolidated Stock —la- rmadas vulgarmente consolidsdor—, que producian un interés de 3% y que nacieron en 1757. Estos cambios no se impusieron sebre un piblio renuente reflejaron —en lugar de iniciar—~ una dlsminucin en Ta tasa det interés dentro de la comunidad, Para sta época no existe una tala nica de mereado, ala cual pueda hacerse referencia, pero puede ob- servarse el proceso en el aumento de las acciones del Banco de Inglaterra. Igual evidencia se obtiene de les libros mayores de los comerciantes y fabricantes. Gran paste de la actividad econdmica de la época Ja eontrolaban pequetias asociaciones; en ella, cada asociado tenia derecho a recibir una parte de los be- neficios anuales, o bien dejara integra 0 no como capital para hacerla producir més. Durante Ia pri mera parte del siglo xvu, disminuyé considerable- mente el interé que estas inversiones producian. La firma Edward Knight and Co., gran industria de hierro en Worcestershire, por ejemplo, credits a cada socio un interés de 5$o sobre los beneficios no distribuidos durante lot aiios de 1720 y. principiox de la siguiente década; mas en 1785 el interés se redujo al 4, y en 1756 a la minima cantidad de 3%. 18 ANTRODUCCION Si un grupo financiero estudiaba Ia inversién de sus ahorros en una nueva y gran empresa, tal como un camino de portazgo, estimaba primero el nimero de afior que tomaria 1a total reposiciin de su capital Siendo la tasa del interés de 5%, era aconsejable femprender una contratacién para reponer el capital cen un plazo de veinte afios; al 49%, la inversion po- dria extenderse a una que tomara veinticinco fis, y al 39% a otras que tomaran treinta y tres afos para rembolsar ef desembolso inicial. Cuanto el capital udiera obtenerse a una tata menor, y fuese menor Ja ventaja de encerrarlo dentro de empresas ya_es- tudiadas y explotadas, més se extenderfa Ia iniciativn. Hace mucho tiempo, en 1668, Sir Josiah Child apunt5: “todos los pafses, son hoy dia’ mas ricos © més pobres en una exacta proporcién a lo que ps gan, y han pagado, por el interés del dinero”. Y Continué con la siguiente observacién: “la disminu- cién del interés del 6 al 4, 0 al 3%, necesariamente duplicard el capital existente de la nacién'"; a esto fiadié: “Ia nobleza y la clase media, cuyo patrimo- rio se encuentra principalmente en la tierra, pron- to pod contar con cien en lugar de cincuenta que ahora poreen”, No obstante esta precor exposicién de las relaciones entre interés, capital y el nivel de vida, la importancia de la baja de Ia tasa del interés que tuvo Iugar en las cinco décadas que precedieron 2 Ja Revolucién Industrial, nunca ha sido debidamen- te subrayada por lor historiadores, Si para aclarar el fenémeno —y con conciencia de que tal exageracién 5 falsa—, suponeios que hubo una sols razén para aumentar el tempo del desarrollo econémico a me- iados del siglo xvms, es el fenémeno anterior al que debemos volver Ios ojos. Las profundas minas, las bien construidas fabricas, los canales, y el conside~ STRODUCCION 8 rabie néimero de casas edificadae como resultado de 4a Revolucié: industrial, fueron productos del capital relativamente barato Algo era indispensable: la oferta creciente de tra bajo, tierra v capital, debfa coordinarse. El siglo xvut y los comienzos del x0x fueron ricos en entrepreneurs, hombres pronios para imaginar nuevas combinacio- nes de los factores de la produccin, ansiosos de er: contrar nuevos mercados, sensibles ‘a ideas nuevas. “Los tiempos se vuelven locos por la innovacién —de- a el Dr, Johnson—-; todos los negocios del mundo ‘deben hacerse bajo nuevas formas; los hombres deben inclinarse a nuevos caminos, y aun esta poblacién de ‘Tyburn no se ve libre de esta Furia innovadora.” Lat opiniones y actitudes de la época eran propicias pra ello. Las diferencias politicas y religiesas que sepe- raron a la sociedad durante las dos centurias pre- cedentes, habian desaparecido; y aunque mal pueda ecirse que el siglo xvin fue una época de fe, cuando menos debe admitirse que practicé Ia cristiana vie- tud de la tolerancia, Ls reglamentacién de ia indus- tria por medio de gremios, municipalidades y del gobierno central, habia desaparecicio o se habia hecho ‘caso omiso de ella, y el campo quedaba abierto para el libre ejercicio de Ia iniciativa y empresa individuat. Tai vez no sea simple accidente que haya sido en Lancashire y West Riding —lugares que s¢ vieron exceptuados de algunas de lat normas restrictivas de la legislacién industrial de ta reina Isabel—, donde cl desarrollo fue mis marcado. No puede considerarse accidente que hayan sido las villas y ciudades libres —tales como Manchester y Birmingham—, donde el crecimiento fue més répido, ya que por largo tiempo Ja industria y el comercio emigraron de aquellos lie INTRODUCCION fgares donde se mantenian algunas medidas de con- tol piblico. ‘Durante el siglo xv, Ia acticud del derecho habia cambiado: desde la 6poca de los juicios emitides por Coke, jos tribunales de la Common Law se manifes- taron atentos a proteger los derechos de propiedad, pero hostiles 2 les privilegios. En 1624 el Estatuto de los Menopolios barrié con muchos intereses crea- dos, y siglo y medio después, le fue porible 2 Adan Smith decir, acerca de los ingleses, que “para gran honor suyo eran, entre todos los pueblos, tos menos sujetos al despreciable expiritu del monopolio”. Es un tanto dificil establecer hasta qué punto Ia solidifica- cién establecida por aquel Estatuto, sirvié para e- timular las invenciones industriales. Si b.en es cierto ‘que dio garantias al inventor, no puede negarse que protegié las situaciones privilegiadas durante un pe. iodo de tiempo largo, y en ocasiones fue usado pars detener el desarrollo de nuevas ideas. Por ejemplo, durante casi un cuarto de siglo, James Watt estuve fen aptitud de impedir a otros ingenieros la construc~ cid de nuovos tipos de méquinas de vapor, aun con licencia suya, Muchos fabricantes —no todos por motives altvuistas— se opusieron a la aplicaciin de Ia ley, y apoyaron Ta piraterfa. Nacieron diversas aso- ciaciones en Manchester y otros centros industriates, las cuales tuvieron por objeto disputar la legalidad de los derechos reclamados por los tenedores de las patentes, La Sociedad para el Aliento de las Artes, Manufacturas y Comercio, fundada en 1754, oftecié premios @ aquellos inventores que estahan dispuestos 2 hacer de sus descubrimientos posesién comén, Y el propio Parlamento hizo donativos (por ejemplo uno de £ 14 mil a Thomas Lombe cuando su patente sobre el hilado de la seda cadueé; 30 mil a Jen- INTRODUCCION nner por el descubrimiento de la vacuna; 10 mil a Edmund Cartwright por varias invenciones y 5 il a Samuel Crompton por su invenciin de la iladora intermitente), ademis de apreciables sub. venciones destinadas al Ministerio de Agricultura y At Colegio Veterinaria. Aun sin dicho incentivo pecu- niario, Josiah Wedgwood, uno de los industriales mas connotades, decidio “liberarse de estas degradantes ‘esclavitudes, estos temores viles y egoistas de que otras gentos copien mi trabajo”. Con posterioridad, Sir Humphry Davy, el doctor Clanny y George Stephen- son rehusaron todos, en beneficio de los mineros, sacar patentes para proteger sus invenciones. Es muy posible que, sin el aparato de la protecciéa, las in- venciones so hubieran desarrollado con la misma ra- pidez con que lo hicieron. ‘Algunas referencias a la revolueién técnica princi= pian con el relato de aquel muchacho sofador que dobservaba la tapa de la tetera, movida por el vapor en el fogin doméstico © bien con aquélia del pobre tejedor, contemplando estupefacto Ia rueca de st ‘esposa, cada por el suelo, pero todavia en movimien- to. No es preciso decir que estas historias no son sino rominticas ficciones. Otros narradores nos dan Ja impzesion de que las invenciones se debieron a oscu- ras constructores de molinos, carpinteros 0 relojeros, sin conocimientos teéricos que por casualidad trope zaron con algin artficio destinado a traer fama y fortuna para otros, en tanto ellos quedaban en Ia penuria, Es cierto que hubo inventores —tales como Brindley y Murdach—, que habfan estudiado poco, pero que poseian mucho ingenio. ‘También es verdad ‘que hubo otros, como Crompton y Cort, euyos des- Ccabrimientos transformaron varias ramas de Ia indus- (ria, pero que los dejaron en relativa pobreza, Es 2 ENTRODUCCION Jue ios euantos ploductos mucvgs fueron re- a casualidad, Pero tales relatos han side perjudiciales; han oculeado el hecho a de un pensamionus siteméiien de tds de la mayor parte de las inwenciones industriates, y han cieado Ia teovia de que ki disteibueion de pro- rmios y cattigos dentro dei sisteima ceonémico era totalmente irracional; han exagerado tambicw imucho Ja importcncia del azar en el progreso de la técnica. “Bl azar, come dijo Pasteur, favorece sbio a la unente que esti preparada”: Ia mayor parte de los desc- Drimientos se logran solamente después de multiples ‘ensayes y errores. Muchos presuponen dos o rids ideas © procedimientot previos independientes, que, unidos fen la mente del inventor, producen un mecanisiuo mis 0 menos complejo y eficaz. Ast, por ejemplo, el de Ja méquina para hilar fue combinado por Cromp- ton con el del hilador de cilindro para producie Ia hiladora mecdnica intermitente; y el riel, usado desde largo tiempo en las minas de carbén, se combiné con la locomotor para crear el ferrocarril. En estos ‘casos, denominados de mutacién cruzada, el papel devempefiado por el azar debe, por fuerza, haber sido muy pequefio. or lo demés, otras narraciones sobre la Revolucién industrial son enga‘iosss porque presentan un pano- rama debido a las realizaciones de los genios indivi- duales y no como resultado de procesos sociales. “La invencién, es la frase de Michael Polanyi, distinguido cientifica moderno, es un drama que se representa en tun foro replete.” ¥ si el aplauso ende a dane a aquellos aciores que estén preventes al finalizar el imo acto, ef éxito de la representacién depende dde la estrecha cooperacién de muchos actores, asi ‘como también de los que estin entre bastidores. Los INTRODUCCION 3 hombres que, sea como tivales © como asociados, ‘erearon unides la téenica de la Revolucién Indi trial, fueron ingleses o escoceses comunes y cortienies, Sin ser ai hoes ut senidions, pero a ingenionon empefionts desceniontes del fone spins fulenes tuvieron la suerte de plantar sus alaacign eo pt Dicla epoca, fi en ls Telafao ta tormenta, pero cuando ef Teno snaurar Al tempo, Ta foie oportuniiad al paso, Dreventaba inereibles 1 cule aprovechare (Adi dice un maestro tejedor d algodén, content porineo, Godfrey Armitage.) Si bien la invencién aparece en todos les grados de Ja historia humana, rata vez prospera ea utia caine nnidad compuesta de sinples aldeanos o de trabaja- dores manuales poco diestros; tan silo cuando la dic visidn del trabajo se ha desarroliado, permitiendo a Jos hombres consagrarse a un solo producto 0 siste- ‘ma, llega a producir algo tangible. Dicha divisién de trabajo existia ya cuando se inicié el siglo xvut, y Ia Revolucién Industrial en parte se debi6 a, en parte fue el efecto de, un aumento y ampliacién del prin- ipio de la especializacién, Por otro lado, la invencién se producirh més fé- cilmente en una comunidad que atesora cosas de la ‘mente, y no en aquella que se conforma con satisfa- cer sus necesidades materiales. La corriente del pen- samiento cientifico inglés, nacido de las ensefianzas de Francis Bacon y aumentado por el genio de Boyle y de Newton, fue una de las principales fuerzas den- tro de la Kevolucién Industrial. Newton fue un fil6so- fo y un sabio que no se preocupé por determinar si ‘sus ideas tenfan 0 no una utilidad inmediata; pero rno puede negarse que In confianza en el progreso in- ot INTRODUGCION dustyial a través de métodos experimentales y de ob- servaci6n, se debié en gran parte a él, La filosofia natural se liberaba de su asociacién con Ja metafi- sica y —con nueva aplicacién del principio de la division del trabajo—, se escindia en sistemas inde- pendientes, tales como la fisiologia, la quimica, la fisica, la geologia y otras, Las ciencias, sin embargo, no estaban lo bastante cespecializadas para encontrarse en contacto con el pensamiento, el lenguaje y Ia préctica de hombres comunes y cortientes. Fue como resultado de una visita que hizo a Norfolk, donde habia ido a estudiar Jos nuevos métodos de labraniza, como e! terratenien- te escocés James Hutton se interesS en la constitu- cién del subsuelo; y sus posteriores descubsimientos, que lo hicieron el més famoso gedlogo de su tiempo, algo debieron a Ins miquinas excavadoras que pe- netraban en las arcilas y cortaban las rocas para proporcionar canales a Inglaterra. Fisicos y quimicos, tales como Franklin, Black, Priestley, Dalton y Dave, estucvieron en intimo contacto con los lideres de Ia industria britinica; mucho movimiento hubo entre laboratorios y £4bricas, y hombres como James Watt, Josiah Wedgwood, William Reynolds y" James Keir ke sentian tan a gusto en los unos como én las otras Los nombres de ingenicros, fabricantes de hierro, qui- micos industriales y fabricantes de instrumentos que se encuentran anotados como Miembros de Ia Real Sociedad, muestran la estrecha relacién que enton- ‘ces existia entre la ciencia y Ia préctica. ‘Autores € inventores, industriales y empresarios —y siendo dificil distinguirios en un periodo de ra- ppidos eambiot como el que se examina—, vinieron de todas las clases sociales y de todos los lugares del pais. Arstécratas como Lord Lovell y Coke de Holk- INFRODUCCION 2 hham, el primero a principios, el segundo a fines del siglo xvmt, inieiaron mejoras dentro de la agricultu- 1a} otros, como el Duque de Bridgewater y el Conde Gower, erearon nuevas formas de transporte; y otto, todavia, fueron los que dieron origen a. las innova- ciones en las industrias minera y quimica. Clérigos y pirrocos, entre los cuales se cuentan Edmundo Cart- wright y Joseph Dawson, abandonaron la cura de almas con el fin de buscar métodos mis eficaces de tejidos y de fundiciones. Médico, tales como John Roebuck y James Keir, se dedlicaron a la investiga cién quimiea y se convirticron en empresarios en gran escala. Bajo la influencia de una filosofia ra- Gionalista, fox dacies abundonaron las humanidades por las ciencias fisicas y, a veces, éstas por la tecno- logia, Abogades, soldaclos, empleades pitblicos y hom- bbres de bajas clases sociales encontraron en las ma- rufacturas porbilidades de adclanto muy superiores a las que efrecian sup vocaciones originales. Un pe uquero de nombre Richard Arkwright se convirtié cen el mas rico ¢ influyente de los tejedores de algo- ‘don; un fondista, Peter Stubs, construy6 una empresa comercial muy bien reputada. Un profesor, Samuel ‘Walker, se convirtié en el mis importante industrial, cen I Inglaterra del Norte, en el ramo cel acero. “Todo hombre —exclamé el fogoso William Hutton en 1780— tiene su fortuna en sus propias manos.” Es necesario decie que tal cota no es cierta, y nunca ha sido; pero todo aquel que examine con cuidado la sociedad inglesa de mediados y fines del siglo xvn comprendeci por qué pudo decirse, pues entonces ‘movilidad vertical habla aleanzado un grado superior fal de cualquier otra época, y tal ver a toda otra fatura, 6 ANTRODU' Se ha observado que el crecimiento de la industria esté ligado, histéricamente, al necimiento de gnu sas, se separaban de a iglesia a, En el siglo xvn, la eorunidad puritana que se agrupé alrededor de Richard Baxter, en Kidderminster, incluia a los Poleys, los Crowleys y los Hanburys, yaienes habian de fundar grandes empresas en higares tan alejades como Staffordshire, Durham y Gales del Sur Durante el siguiente siglo, miembros de la Sociedad de Amigos desempefiaron importante papel en el desarrollo de los molinos de ‘grano, de la fabricacién de cervera, de la farmactu- tica y de empresas bancarias, ist fasilins end de los Darbys, Reynolds, Lloycle y Hunssmans vinie- ron a ser directoras de luz industiias del hierro y cero, en épocas de rapido cambio, Habia bautistas, como Thomas Newcomen, y presbiterianes como James Watt en Ia ingenieria; independentistas, co- mo John Roebuck y Joseph Dawson, junto con los cewéqueros, en la industria del acero; los unitarios, junto con Jos M’Connels y los Gregs, en los hilados de algodén. En esta iltima industria, adems, el més grande de los inventores, Samuel Crompton, fue discSpulo de Emmanuel Swedenborg quien, por su parte, era una autoridad en materia de metales y fen la técnica de minas. Otros industriales, entre los ‘que cabe citar a los Guests de Gales del Sur, tomaron, fuerza de las ensefianzas de John Wesley. Pero como las ensefianzas de &te se dirigian mis bien a los po- bres y desposeidos, los efectos del metodisme deben Dbuscarse no ya en una mayor rapidez dentro de las empresas, sino en una mayor sobriedad, diligencia y lisciplina propias entre los trabajaderes que accp- taron su influencia. oficic! de Ingl NTRODUCCION 7 Muchas explicaciones se han dado sobre a este cha asociacién que existié entre la industrializacién Y la disiiencia religiosa, Se sugiere por algunos que aquellos que buscaban uuevas formas de fe, perse- gguian asizismo nuevos caminos dentro del mundo. Se ha querido encontrar una conexi6n fatima entre Ja disidencia y las reglas de conducta que aseguran cl éxito en los negocios; y una. prucba de Jo anterior Se ha pretendido hallar en el hecho de que, cuando Tos disidentes fueron excluides de las universidades ¥ de puestos en ef gobierno y administracién pibli- fx, se vieron forzados a buscar empleo pare sus hrabilidades dentro de Ja industria y el comercio. Puede haber algo de verdad en cada uno de los argumentos antes transcrites, aunque una explicacion rms sencilla es que los disidentes constituian, en su mayor parte, la porcién mis edueada de Ia clase media, idea que se ve apoyada por el examen de Ja influencia que, en el movimiento econémico, tavo Ja cortiente de energia que desembocd en Inglaterra de la Escocia presbiteriana, después —no de inme- diato—, de la Unién de 1707. El més grande inven- tor de la época, James Watt, vino de Escocia, como también vinieron siete de sus ocho ayudantes en cues- tiones de fabricacién de méquinas. Sir John Sinclar, Thomas ‘Telford, John Macadam, David Mushet y James Beaumont Neilson aportaron su energia men- tal y su fuerza de carécter, tipicamente escocesas, a Ja agricultura, transportes e industria siderirgica in- slesas. Escuceses de las ierras Altas y de las Tierras Tajas cayeron sobre la region algodonera de Lan- cashire, muchos de entre ellos haciendo un alto en la pequefia aldea de Chowbent, donde uno de ellos, de nombre Cannan, los orientaba a aquellos centros {que ofrecian especiales oportunidades para sus habi- 26 INTRODUCCION Tidades. Entre los que tomaron el camino del sur y Dbuscaron fortuna en los trabajos textiles, se eventan James McGutfog, James M'Connel, John Kennedy, George y Adam Murray y, portadores de nombres Hhonorables hey dia ao’ sélo en Lancashive, John Gladstone y Henry Bannerman, Estos y otros nme sgrantes estaban lejos de ser labradores analfabetor algunos descendian de las clases dirigentes, ya aquellos de humilde posicién habian recibido cuando ‘menos los rudimentos de una educacién sano en la escuela de la aldea donde vieron la luz primers, Puede decinie que el sistema escocés de educacién primaria rebasaba el de los demés paises exropens le lb época, y lo propio afirmarse de las universidades escovesas, No era de las vacilantes antorchas de Ox ford © Cambridge de donde provenia el ansia de investigar la cencia y sus aplicaciones prictiea, sino de Glasgow y de Edimburgo. Muchos jévenes, que frecuentaron las aulas del distinguido ‘profesor de quimica Joseph Black, en Glasgow primero y después én Edimburgo, recibieron un adistramiento. mental ¥ experimental que Iuego pudo ficilmente aplicare 2 fines industrales. Entre ellos debe contarse a James Keir, iniiador en las industrias quimica y del ido, ¥ también —si es que extendemos las eitas a aque fos que no fueron dizectamente diceipulos de Black, pevo que mucha ayuda reeibieron de sis ensefianzas ¥ amistad-—, a John Roebuck, James Watt y Ale- sander Cochrane, el brillante e infortunado Conde de Dundonald En forma més humilde, las academins que Jos di- sidentes, con su celo educative, etablecieron en Bris tol, Manchester, Northampton, Daventry, Warring ten y otros lugares, lograron hacer, por la Inglaterra el siglo xvin, lo que las universidades habiam hecho INTRODUCCION ® por Escocia, Abiertas a todos, sin distingos religiosos, ofrecieron un programa que, si bien lastrado con. ‘materias tales como teologia, reusrica y antigiiedades hebress, comprendia matemdtieas, historia, geogr: fia, francés y contabilidad, Entre sus diseipulos deben contarse Daniel Dafoe (y un compafiero suyo que levé el nombre de Cruso), John Cope, John Ho- ward, ‘Thomas Malthus y William Haste, pera nom- bar sélo a algunas de los que habian de alcanzar fama en literatura © en politica; pero —por su maz yor importancia para nuestro objeto inmedia:o—, debe destacarse que constituyeren almécigos para ef pentamisato cieniifico. Algunas de aquélias estaban equipadas con “instrumental filoséfico” y facilitaban Ja experimentacién. Entre sus maestros contironse varones de Ia calidad de Joseph Priestley y Jol Dalion; y entre sus discipulos, que formaron la co- riiente de futuros industriales, deben citarse a John Roebuck, quien se edueé en Northampton antes de pasar a Edimburgo y Leyden, Matthew Boulton, Jon Wilkinson, Benjamin Gott y, generaciones més tarde, Joseph Whitworth. "Adernas de dichas academins, muchas cindades po- sefan instituciones que, tal como Ia nacional Sociedad de Artes, tenian por objeto mejorar los méindos de produccidn. Grupos sin personalidad juridics, com- puestos de hombres de ciencia y de fabricantes, apa- recieron en Lancashire y en el interior, asf como en Edimburgo yen Glasgow. Acaso podri determinar- se lo. mucho que los maestros hiladores ganaron al estar en estrecho contacto con-Thomas Percival y John Dalton en la Sociedad Literaria y Filositica de Manchester? ,© aeato podré precisarse cudnto de- ‘ben Birmingham y su provincia a la Sociedad Lunar, Ja cual contaba entre sus miembros a Erasmus Dar- a0 INTRODUCCION R. L, Edgeworth, Joseph Priestley, James Watt, Mathew Boulton y Josiah Wedgwood, guienes pro- ‘curaron, con sus poderosos intelectos, resoiver proble- mas prdcticos? Si puede decirse que Ia coyuntura de mayores ofer- as de tierra, de capital y de trabajo hicieron posible Ja expansi6n industrial, es al vapor y al carbin a quien debe recurrirse para explicar el combustible ¥ la fuerea de que necesité Ja manufactura en gran ‘escala, Por otra parte, la baja tata del interés, e! aumento de los precios y la gran expectativa de bene- ficios, proporcionaron cl indispensable incentive. Mas no debemos ignorar que por encima de todos estos fnctores materiales y econémicas habia algo mis. El comercio con otras partes del mundo amy ‘geogréficas del hombre, y la ciencia habia suscitado ‘otro tanto en Jo que respecta a In concepcién del ‘universe: por ello debe decirse que la Revolucién in- dustrial significé también una revolucién de ideas. Si bien trajo un nuevo entendimiento y un mayor con- trol de la naturaleza, también aporté una nuova ac- titud ante los problemas sociales. Y bajo este aspects, son asimismo Escocia y sx Universidad de Glasgow lo portaestandartes. Sin duda, es un error académico ‘exagerar el papel desempefiado por el pensamiento cespeculative como factor en Ta vide del comiin de Jos mortales; podtia objetarse si, en cuanto @ su in- fluencia, John Wesley, Tom Paine, William Cobbett -y Orator Hunt no tuvieron tanta importancia como David Hameo aun Jeremfas Bentham. De cualquier modo, y dentro de ia referencia de los factores que produjeron la Revolucién industrial, hay un producto de la escuela excocesa de filosofia moral que no puede pasarse por alto; la Enquiry into the Nature and INTRODUCCION 3 Causes of the Wealth of Nations,* publicada en 1776, habria de servir como tribunal de apelacién en ma- terias econémico-politicas durante muchas generacio- nes, Los juicios ahi contenidos fueron fuentes en. las \ cuales hombres que no frecuentaban los libros, acu- fiaron principios para trazar sus negocios y para go~ bernar. Bajo sw influencia, aquella idea de un volu- sen estable de comercio y empleo, dirigide y con- trolado por el gobierno, cedié su lugar —si bien con muchos tropiezos—, a’ ideas de ilimitado progreso dentro de una economia libre y expansiva =A. Smith, Investigacion sobre to de ta iqueta’ de tas naciones, Fondo rica, México, 1958, praleca causes ‘Culture. Beoné Il, LAS FORMAS PRIMITIVAS DE LA INDUSTRIA Doraxre el siglo xvut 1a mayoria de los habitantes de Inglaterra ganaba sa pan trabajando la tierra. Las condiciones de vida y de labor variaban de acuerdo con cada pequefia diferencia de configuracién, clima y subsuelo, Pero, omitidas dichas diferencias, habia tun vigoroso contraste que no podia dejar de ser ob- servado por todo viajero que cabalgaba a través de los condados ingleses, y que consistia en la sucesién de campos baldios, que ininterrumpidos se extendian hasta perderse en el horizonte, y aquellos delimitados por setos vivos, por barclas de piedra, cexcados pro- iamente o bien rodeados de hileras de drbotes. La aldea de campo abierto, con su gradacién de se~ for o eaballero, ibres-tenedores, enfiteutas, arrendata- os y habitantes de chozas, respondia adecuadamen- te a las necesidades de una comunidad productora de grano y de wna Emitada cantidad de ganado, ambos destinados a satisfacer sus propias demandas, ‘Teniendo mayor adaptabilidad de la que generalmen- te se le ha supuesto, su tendencia era apegarse 2 métodes de cutive y relaciones econémicas del pa- sado. Antes de poder introducir el drenaje © un nuevo cultive, era preciso obtener el consentimiento dde un grupo cde personas cuyos componentes, en su mayorla, estaban acordes con Ya practica tradicional ys mostraban opuertas a todo cambio, E} progreso fn la agricultura se ligaba intimamente con ia crea tin de nuevas unidades administrativas que conce- LAS FORMAS PRIMITTVAS. 3 dan mayor libertad de experimentacin a individuo; pars logtrlo, hubo que repartirycerear ls terrenen font, bien carbiar el riginen de las teas de Dvoro'o ineultar qu, hasta enfoncs, poco habia Centrbvido. ata prodceion comin Il cereamiento rave agar, et forma cast costa ts, a pot de siglo au Su desaraio habia come pginsdo con le_produccgn, so ya para stisacer Ia propia subset sno para e! meade, Bn Bern pot de lon Todor y doles Esteard, el propio pre Sip fue abaseoer de lana a la cecene india text; por conigite, aun en ln segunda mitad del Siglo xin lar ceeas w enconteaban ton majo fr senciaen fs regione pastor, aliciente io pro. priond a erecene demands de lana y do ever, Yn la de granos BI proces esrechamente_auociado oon el de la cencentracion de la propiedad en pocts manos, se debia una urgent neceddad de mayoreshacienday, ys que muchas de las pertnencin eatenten en et impos incultos eran suficientes para constitu ef aoe unidadis productivan; pero erm mie fell cunr- do un sol sefor 0 unos pots cxbaleroseontolaban tela um ren par camiar de metodo, se, dentro de una compact propiedad divctamente explotd sex a través de lon arendatariy, quienes tomaban tT iugar ants cewpndo por libre-cnedores o peered. fet consvetudinacios del antigua nate ‘Muchor de lor primer cecamientoy fueron reat tzadon por hombres que hablan hecho ta foremma es el comercio 0 en la burectaca, y bucotan el pree figio que, em Inglaterra sempre ha acompafada a pousén del suelo. Mas durante la primera mata del siglo xn, la vejaatittocraia de fs terstenien- tes que tanto hablan perdido durante lan guerns uw LAS FORMAS PRIMITIVAS. eee elo as conservar intactas sus propieidades; canae? pore py her oo oe eae ee ree Bas" Sena ee in a eee See ee arene ee ee ee ee ae eee le ea aes See an ines de bak, eouplroctane oo ale tepen on un abajo eventual en las Gers 5 Je sc vec: Melon Bells oor ot LAS FORMAS PRIMITIVAS 8 Parcelas cuando se hizo nuevo reparto de la propie- dad. Pero no era ficil apacentar una vaca, tener aves de corral o recoger leia cuando la mayor parte de los terrenos eriazos habian sido concedidos 4 ca: balleros 0 a terratenientes. Ademés, en los alrededores de casi todas las aldeas de campo abierto habia muchos colonos advenedizos, que satisfacian sus ne- cesidades por medio de una agricultura un tanto Primitiva y realizada sobre pequefisimos terrenos, pot medio de eventuales salarios, de caza en terrenot ve~ los londinenses les Negaban por vias snctitimas: el earbén se scomadaba en barquichuelos en el rfo Tyne, y de ahi tansferiase LAS FORMAS PRIMITIVAS 7 a barcos earboneros, quienes lo transportaban al Pool, donde se descargaba en barcazas; en cuanto a lot cereales y otros productos det valle del T'mesis, eran ‘tansportados rio abajo por medio de bareazas. En el rio Severn, chalanas cargadas con carbén, utensil © clavos de Shropshire y de Worcestershire, eran le vadas rio abajo hasta Bristol, de donde volvian 2 Femontarse con sus cargamentos de varillas de hie- rro, arcilla y productos de Jas Indias Occidentales; el ‘medio de propulsién lo daban compafias de podero- sos sirgadores de corta vida. No eran tan navegables, Jos ros pequefios; su corriente se vela interrumpida por vertederos y por redes, y en tiempo de sequia aparecfan muchos bajos que impedian la navegacién; Ja préctica antisocial de arrojar el lastre por la borda para sobrepasar los bajos, puso fin, a veces, al trfico. ‘Terratenientes ¢ industriales cultos, en expecial en el norte de Inglaterra, constituyeron’ compaiias, obte- niiendo autorizacién para ampliar y profundizar mu- chos canales. Es asf que si en un principio el mejo- ramiento del Salwarpe habia syudado al crecimiento, de Droitwich como centro productor de sal; otro posterior, hecho sobre el Weaver, motivé un creci- ‘miento atin més répido de Cheshire. Lo mismo puede ecirse del dragado del Aire y del Calder, lo que pesibilits que Riding del Oeste recibiese las Tanas de textura larga de Lincoln y Leicestershire, y otro tanto se hizo con el Don, estimulando el crecimiento de las industrias metalGrgicas en Rotherham y, con por terioridad, de Sheffield, En cl Lancashire hubo una actividad excepcional: la navegacion del Dougias permitis que el carbén de las minas situadas en los alrededores de Wigan alcanzase el estuario de ies ros Ribble y Fylde: las continuadas mejoras en Jos rios Mersey e Irwell, mucho hicieron para des- | 38 LAS FORMAS PRIMITIVAS arrollar a Liverpool como puerto, y « Manchester como gran centro textil. Y la canalizacién del pe- {quefio Sankey Brook trajo mucha prosperidad a St. Helens y Warrington, "Mas no se crea que estos esfuerzos se realizaron sin ‘opoticiones; étas fueron muchas; ebjetaron no slo Jos terratenientes al cambiarse el curso de los rios, sino los comerciantes de puertos con tradicional pres- tigio —como York, Gainsborough y Bawtry—, y también todos aquellos a quienes les disgustaba ta idea de pagar portazgo en lo que antes habian sido consideradas como vias libres de comunicaciém flu- vial. Estudiando esto mis a fondo, hay que decir que Jos ros ingleses no proporcionaron sino medios de comunicaciin lentos y costosos. Su utilizacién, no ya como caminos sino como fuentes de un sistema de ccanales més eficaces, constituye una de las innova- ciones mis importantes de las iiltimas décadas del siglo, i comercio interno se llevaba a cabo por medio de comerciantes casi todes especalizados en una varie- dad de productos muy seleccionada. Algunos de ellos fran viajeroe, pero muchos empleaban agentes a fin de colocar st prodiucto obtener el pago de sus clien- tes. En el mercado internacional el comerciante era tun especialista, no ya en artieulas, sino en un aner~ ado determinado, Ya para entoress, y de tiempo tris, habia dejado de hacer el viaje junto a su mercaderias, las cuales se confiaban a algiin buque, 0 a enviaban a un agente en el extranjero, Si bien Jos buques eran pequeios, el costo de la constrvecién, habilitamiento y reparaciones eran demasiado costo sos para ser sufragades por una sola persona: fueron muchos os comerciantes, industrales, patrones de LAS FORMAS PRIMITIVAS 9 uques y otros que se hicieron propietarios de una cuarta, decimasexta, trigéimasegunda, o aun una sc- xagésima cuarta parte de lo que en realidad era una compaiia con capital anénimo; bajo esta forma fue como gran parte de las clases acomodadas tomaron parte activa en el comercio de cabotaje y de alta mar. En materias alimenticias, la Gran Bretafia era in- dependiente, e inclusive podia clasificdrsele entre los exportadores de grano. Pero era gran importadora de madera, de hierro en barras, céfiamo y otras ma- terias que requeria para construir y conservar sus Dbuques; de seda, algodén y materias de tinte para sus industrias textiles; y de azicar, ron, t6, café y tabaco, asi como de muchos productos semimanufac- surados. En cambio, era exportadora de objetos ma- rnufacturados de todas clases, especialmente aquellos que tenfan a la lana, al hierro y al cuero como ma- terias primas. Telas, armas de fuego, ferreterfa y cuchilleria enviadas a Africa, eran trocadas por es clavos, los cuales se mandaban a las Indias Occiden- tales a fin de pagar los objetos de lujo y Ias mate primas que constituian el cargamento final dentro de este comercio triangular tan poco recomendable, Lot historiadores han tendido a preocuparse ex dermasia del comercio con paises distantes, en tanto que la mayor parte del comercio de exportacin y de importacién se celebrabs con el continente euro- peo, en especial con los paises mis cercanot a Ingla- terra, Si se compara con éte, el comercio con la India, con las Indias Occidentales y Norteamérica ‘era pequefio, ¢ insignificante el africano, Las inmensas fortunas amasadas por miembros de las compaiias de las Indias Occidentales y de Africa, no deben ocal tamos que no fueron esas organizaciones monopali zadoras, con su intercambio en oro y esclavos, Ins 60 LAS FORMAS PRIMITIVAS aque elevaron el comercio britinico durante esta épo- ca; fueron los comerciantes individuales, los londinen- #8, lot de los puertos de mar y los de decenas de ciudacles interiores quienes, traficando con objetos de uso corriente, realizaron tal empresa. El comer- io con los paises del Baltico, de quienes Inglate- 17a obtenfa sus aprovisionamientos navales, aleanzaba més importancia politica y econémica que el comer- cio con todos los paises del trépico, ‘Muchas son las omisiones que existen en este breve resumen de las principales actividades que habrian de desempefiar un papel preponderante dentro de la Revolucién Industrial. Falta de espacio —y en ocasio- nes falta de conocimientos—, hace imposible deseri- bir las ocupaciones de los maestros albaiilles 0 de Jos constructores de buques, de los pescadlores y ma- rinos, de los curtidores y talabarteros, fabricantes de papel e impresores y muchos otros. No parece pro- bable, sin embargo, que un examen de sus actividades modifique, en forma bésica, el hosquejo que de este petiodo ha sido trazado. La industria era rural més bien que urbana. En. los dos siglos anteriores habia emigrado de las ciu- dades al campo, en parte debido a su deseo de evitar las restricciones municipales y gremiales, en parte por razones técnicas, Como dependian en gran por entaje del mar para el transporte de mercancias, las regiones costeras se poblaron con mayor rapidez que el interior y 1a importancia de ios rios como medios de comunicacién quedé demostrada por el engrosamiento de 1a poblacién sobre los valles de! Severn, Clyde y TAmesis, Hubo también una concens LAS FORMAS PRIMITIVAS 6 tracién en las Iaderas de los Pennines y Cotswolds, sobre los paramos de Devonshire y sobre las planicies de la parte sur de Escocia, todas ellas fuentes no sélo de Iana, sino de agua dulce, indispensable para vvatios de los procesos de Jo que constituia la parte principal de las industrias britinicas. Los molinos hharineros, batanes, altos hornos, fundiciones, miqui nas de cortar en barras, y las fabricas de cuchilleria y herramienta dependian, en cuanto a energia, de la Cantidad de Lluvia, Pocas ciudades, entre las que debe contarse Sheffield, poseian suficiente cantidad de ‘agua para permitir Ia existencia de muchas de dichas instalaciones, y en todo caso tenian que estar situa- das cn las cercanias de sus fuentes de combustible; los bosques, para la manufactura del hierro; los cam- pos carboniferos para las metalirgicas. La distribu- j6n de Jos recursos naturales, en particular el agua, condujo a una amplia diseminacién de la poblacién. Es cierto que habia ciudades de buen tamafio, en especial puertos de mar y fo, y centros mercantiles. Londres, con sus astilleros, almacenes, cervecerias, destilerfas y sus diferentes industrias productoras de bienes para el consumo (sedas y productos de cuero, muebles, relojes, vidrio y cerdmica, cuchilleria y joyeria), ocupaba entonces una posicién dentro de J vida inglesa ain més importante que la que hoy tiene; su desarrollo lo debié a su doble posicién como capital y como puerto, y el conglomerado de habi- tantes que se formé en Londres y en sus alrededores —condados de Middlesex, Surrey y Kent—, no fue tanto el efecto de la industria, sino del comercio, y lo propio sucedi6 con otras grandes ciudades como Bristol, Norwich y Glasgow. Las industrias eran entonces migratorias, aun cuan- do no debemos entender tal calificative como que 6 LAS FORMAS PRIMITIVAS cempresarios y trabajadores hayan cambiado de lugar. La produceién del hierro se transporté del rio Weald a las zonas del oeste, la sederia y calceteria de Lon- dres a Anglia del Este, a las zonas centrales y al norte, en tanto Ia industria de la sal pas6 de Ia cos- ta de Durham a las planicies de Cheshire. La estruc- tura de Ia industria era flexible; los textiles, vestidos, ferreteria y otras se Hlevaban a cabo bajo lo que los textos han calificado como el sistema doméstico de Ja industria —frase conveniente, aun cuando poco adecuada, pues la earacteristica’ de estas industrias cs precisamente que no siguen ningiin método deter- minado—. Hombres con diferentes capitales, con di- versas habilidades y destrezas, y dispuestos a afrontar rieegos, enoontraron en ese campo amplios horizen- tes, y el resultado fue una variedad de formas que ros deja casi perplejos. Aunque en menor grado, lo propio puede decirse de Ia mineria y de la industria del hierro, Dos © tres socios, con muy poco capital, podian cavar una mina o bien construir una fragua, compitiendo con éxito con las grandes empresas como Ja de los Grandes Aliados del Tyne, 0 las dinastias ‘cudqueras de Shropshire. Puesto que los procedi- mientos de produccién eran relativamente sencillos, los hombres y mujeres se movian con toda facilidad de una ocupacién a otra, y el ir y venir de la agri cultura a la industria y ‘viceversa, fue grande; asi, Jas minas, altos hornos y pequefios talleres suspen- dian sus trabajos durante el verano y principio del otofio, a fin de que los obreros pudieran ayudar a untar Tas cosechas, La mayor parte del capital estaba empleado, no ya en construcciones y maqui- nnarias, sino en existencias de materiales semimanu- facturados; los recursos de lot industziales podian transferire facilmente de la industria al comercio, LAS FORMAS PRIMITIVAS 6 y viceversa, y un individuo ser, por esto, industrial y omerciante al propio tiempo. En vista de que f taba la coordinacién de los obreros no era dificil sustituir el capital por el trabajo, 0 bien una clase de éte por ota, y la expecialzacién de los faciores de In produccibn, requisto previo para una baja de los precios, podia desarrollarse con libertad casi absoluta Bajo estes aspectos, la industria existente de 1700 1760 seguia estrechamente aquellos modelos cons- tuuidos por los econoristas un siglo mis tarde. Pero ¢ peligroso exagerar las ventajas sociales de ese es tado de coras, y, en particular, idealizar las con cones de trabajo. Es dudoso que la simultaneidad del trabajo manufacturero y aguicola fuera benef- cosa para el trabajador, pues sus manos se ends. recieron, y no tes permitievon ocuparse, dentro de la industria textil, sino en los trabajos més rudos. Es cierto que la mayoria de los jornaleros tuvieron las ventajas atribuibles al que puede decirse propictaio dle sus herramientas, aun cuando la compra de un pico y una pala, de un yungue y un martillo, de vin surtido de Timas y sierras era casi siempre motive para endeudarse, Faltaba comodidad en una choza donde el principal moblaje fo constituia un telar © tun bastidor, y euya atmésfera estaba enrarecida con pelusas y polvo, 0 bien con ef humo producido por Jos anafres usados en el peinado de Ta lana y en otras ‘operaciones similares. Si bien es cierto que casi todos Jos trabajadores eran libres para determinar sus horas de trabajo, no puede negare que el sbsentismo en Jas minas fue tan frecuente como lo es hoy dia, no ‘obstante los mamerosos y siempre respetados dias de asueto, Muchos trabajadores domésticos estaban acostumbrados a holgar durante el domingo, el lu- nes y, @ veces, hasta el martes, aunque durante los 64 LAS FORMAS PRIMITIVAS restantes dias trabajaban hasta las altas horas de la hoche; si joradas tan iregulares no puede decine Gque afectaran la salud de los adultos (y, al efecto, puede recordarse que muchos escitoressiguen el mis: zo procedimiento}, igual afirmacién no eabe respec- to a la de lot nies, quienes ayudaban a sus padses en el trabajo. ‘Las relaciones entre patronos y obreros son, por lo general, mejores cuando son directas; en la agricul- tura muchos de los trabajadores residian como sir- vientes, en la casa habitacién del patrono, si bien tendian a establecerse en casa propia, Pero en in- dtustrias donde los trabajadores estaban ampliamente dlesparramades, y en las cuales un solo patrono podia emplear hasta dos mil o tres mil personas —tal como sucedia en In manufactura del algodén 0 de la lana—, el contacto personal era imposible, Enton- xs, lab ligas mis estrechas se establecian entre los aiembros de un grupo de trabajadores en proxi ad de contacto: en Ia pesca y en la mineria la ‘compa, entre los vidrieros el chair, yen Ia ma- yoria de los casos Ia familia. Pero el que hombres, mujeres y niles trabajaran lado a lado, no significa aque la familia fuera una unidad en si misma: nin- guna mujer podia hilar la eantidad o variedad de Iilaza que el esposo requeria, pues la tfenica era tal, que se precisaban las jornadas de cinco o ses hilan- deros para mantener un telar en actividad. El inter- imediatio podia evitar al tejedor el trabajo de buscar ia, pero en cambio, abusaba de au pos para hacer buenos negocios; en las zonas centrale, Jos maestros ealeeteros ara vez eran considerados como amigos, y en el Lancashire cuando la gente rrarraba una historia desdichada, decia: “Harta llo- la LAS PORMAS PRIMITIVAS ® rar a las piedras, 0, lo que todavia es mis dificil, a un intermediario.” Gon excepeién de Ia agricultura, In mayor parte de los obreros trabajaban a destajo, En muchas in- dustrias 1a costumbre era cubrirles una suma mini- ima, con objeto de satisfacer sus necesidades semanal © quincenalmente, y el sueldo de sus ingreses, en caso de haberlos, ai cabo de periodos de seis, acho 0 doce semanas. En la zona central y en Gales del Sur los smineros se contrataban no silo para cortar y extraer el carbén, sino también para sacarlo y entregarlo al consumidor; se les abonaban sus salarios al venderse el producio, y cualquier retarde en el transporte 0 un cierre imprevisto del mercado, significaba la pér- ida de sus jomales por semanas 0 meses. Estos temas ponfan los rieigos de Ia produccién sobre los hhombros de los menos capacitados para sobrellevar- los; era general en aquellas industriss donde se apli- ccaba el pago de jornales a largo plaza, que los obreros vivieran en medio de la abundancia por algunos dias después del pago, en tanto que el resto del tiempo su nivel de vida era muy inferior al normal, por Io ‘que se imponfa una distribucién mas racional de recursos. No fue sino hasta el fin de la Revolucién Industrial cuando los patronos tomaron plenamente Por su cuenta la funcién de proveer el capital y soportar los riesgos, y fue s6lo entonces cuando se logré regulazizar el pago de salarios y, en conse cuencia, regularizar los gastos. ‘Muchos de los obreros recibian sus jornales no ya del patrono o de su representante, sino de un obrero de categoria superior; costumbre que prevalecié en regiones carboniferas organizadas bajo el sistema de aprendices, en las regiones al este de Escocia, donde la mujer, 2 cargo del transporte del mineral, estaba 66 LAS FORMAS PRIMITIVAS igada. al minero y recibia de él su racién, y en cierta Hee ae de Nonhumbeland y Durham, donde Jos minerospageban a los mmuchachitos ayudantes, (quienes. con frecacncia eran sus propios hijos. En Muchas de las industrias metalingicss, por ejemplo fn la fabricacion de alfileres, o en las miltiples in- ‘Gistrias londinenses, la produccién estuvo en. manos {de trabajadores independientes, quienes a su vez con- trataban a otros jornaleros, y aun en la fabrica alta- mente especializada de Ambrose Crowley, siguiendo Ta cortumbre de In profesin, los herreros pagaban a sus auxliares, Los tejedores de seda de Londres fenfan la costumbre de ocupar mujeres para devanar ) nifios para llenar las canillas de sus lanzaderas; {Era casi general una forma envilecida de aprendizaje Se nifos y nifias, que sin proporcionarles ningiin co- nocimiento, los obligaban a trabajar con exceso, ha- ‘Géndolos pasar hambres y malos tratos. No fue en Jas grandes industrias, como las fundiciones, con fgrueson capitales ¥ patronos acomodados, en donde odian encontrarse Tas peores condiciones para los Trabajedores, sino en las domésticas poco desarro- ladas. ‘Los trabajadores cuya especializacién era la agri- cultura o en la industria del carbén, del hierro, de In cerdmica u otras, se contrataban por largos perio- dos, generalmente por un aff, El duro contrato bajo fl cual servian les daba cierta seguridad de empleo, © incidentalmente era tna proteccién para no ser nrelados en el ejéeito de la Corona, cuerpo de po- fre reputacién al cual se untan, por propia volunta, soa sn ninguna or expan, Peo ote Seguridad implicaba la pérdida de toda eee toe miners coc ys ores de a Talinas tenfan su subsstencia asegurada, pero la ley LAS FORMAS PRIMITIVAS a y la costumbre los obligaban a trabajar en el mismo lugar y en la misma ocupacién toda su vida. Aun en Inglaterra, donde tales condiciones de servidumbre hhabian desaparecido de tiempo atrfs, era dudoso si la suerte del obrero especializado era’ preferible a la del simple trabajador 0 tejedor semiespecializado {quien, ai bien con frecuencia carecia de trabajo, po- cia libremente cambiar de ocupacién y, dentro de Jos limites fijados por las leyes de residencia, su Iu- agar de trabajo. ‘Muchas eran las causas de friceién dentro de la industria, generalmente, en las domésticas. Algunos ppatronos usaban pesos o medidas falsas, y exigian a los trabajadores devolverlee mayor cantidad de telas 0 clavos que lo que producfan Ja hilaza o el hierro ‘entregados. Otros les daban, para au elaboracién, un ‘material defectuoso, o bien aprovechaban su posicién para ser irregulares en sus pagos, En las regiones ‘ms alejadas de las ciudades, donde existian pocas tiendas al menudeo y escaseaba la moneda circulante, cl trueque era cosa diaria, Por otra parte, los hilan- eros, tejedores, calceteros, fabricantes de clavos y fotrs fueron con frecuencia impuntuales para entre- gar su trabajo: los obreros textiles mezelaban la tela con mantequilla y grasa para hacerla més pesada, y los fabricantes de clavos trocaban las varilas reci- bidas del almacén por hierro de inferior calidad. El hhurto de 1a materia prima era practica general, como Jo demuestran las leyes aprobadas por el Parlamento durante los afios de 1703, 1740, 1749 y 1777, vanos intentos para ponerle fin, a pesar de que la'éltima de las citadas autorizaba a los patronos para registrar tiondas 0 habitaciones, Al propio tiempo se estable- cieron cierto mimero de comités del estambre, a fin de procurar reprimir los fraudes y la tardanza en la 6a LAS FORMAS PRIMITIVAS centrega de trabajos; y los inspectores nombrados al efecto constituyeron, en realidad, una policia indus- trial. En aquellas regiones, bastante extensas, donde tuvo florecimiento, los obreros se vieron sujetos a una vigilancia casi tan completa como la del superinten- dente de la fébrica, son las compensaciones que éta ofrecia de regularidad de empleo y horas de trabajo. ‘La organizacién de 1a produccién a través de una serie de comerciantes e intermediarios requeria un sistema de crédito; pero la contrapartida del crédito cs la deuda, y los trabajadores domésticos com fre- ceuencia se vieron endeudados con sis patronos, no sélo por concepto de materiales, sino también por sumas solicitadas para hacer frente a emergencias tales como nacimientos, enfermedades, defunciones © cambios de domicilio. Las reclamaciones a las cua les tenfa derecho el prestamista se cubsian por medio de deducciones de los salarios futures y en ocasiones log hijos del obrero trabajaban sin salario, come me- dio de cubrir la deuda. Con frecuencia, sin haber satisfecho una obligacién, los obreros incurrian en ‘otra, y los libros de salarios de la época demuestran ‘ewin comunes eran los casos de obreros que jams se vieron libres de deudas. Compraban sus bienes 2 los buhoneros a erédito, yen cuanto a bebidas, tenian ‘cuenta corriente en la taberna; Iuego, al demandarles el pago, no les quedaba més remedio que hacer mic- al patrono, Hubo muchas ciudades que establecieron tribunales especiales para sentenciar s bre el cobro de deudas pequeiias y para castigar a os calpables de robo de materia prima. El permanente estado en el cual se encontraban muchos de los obre- ros —deudores hacia cl patrono— debe de haber disminuido no sélo su moral, sino también su poder LAS FORMAS PRIMITIVAS o ccontratante; en el mejor cago, nunca estuvieron en situaciin de discutir sus salarios ‘Los patronos tenian también Ia costumbie de re- partir el trabajo entre muchos obreros, alos que empleaban poco, y estar asi en capacidad de aumen- tar su produccién en tiempos de gran demanda. Los medieros y calceteros tendian especialmente a aplicar sste sistema debido a que sus ingresos aumentaban en proporcién al nimero de bastidores en. alquilr. La habilidad manual que la mayor parte de las ocu- paciones domésticas demandaba, se adquitia con fa- cilidad, y la oportunidad de empleo para todcs loa ‘miembros de la familia actuaba como iman; tal como sucede con aguellas industrias que hoy san el trae bajo de obreros ocasionales, Ia oferta era mayor que Jo que podia esperarse en ias fuentes de trabajo re gularizado, El empleo en malas condiciones, més que 1 desempleo periédico, fue el azote de lot trabaj dores hogarefios Se afirmaba generalmente que el exceso de oferta de trabajo, en relacién con Ia demanda, eta el resul tado del “agotamiento de las oportunidades de in. versién”, que califican como earacteristico de “un estado avanzado de capitalismo”, Pero durante cl petiodo que va de 1700 a 1760, antes de que el ca- pitalismo hubiera madurado, 0 las oportunidades de invensién se hubiesen plensmente desarrollado, gran nimero de individues carecian de trabajo perma- nente, Los limosneros y vagos, los ratcros y saltea ddores, Jas prostitutas y parésitos de varias clases, aportaban un contingente proporcionalmente mucho mayor que el que les corresponde hoy. Fuera de tos, considerable nimero de individuos vivian como podian, propiamente fuera de lot limites del sistema ‘econémico, y encontraban ocupaciones honestas slo 0 LAS FORMAS PRIMITIVAS ocasionalmente; tales eran los colonos usurpadores de baldios y lot habitantes de chozas y de buhardillas fen las ciudades, Formaban ambos grupos buena par- te de aquella masa de miserables cuya suciedad © impidica manera de vivir constituian una afrenta a la razén y sentido comin de los primeros econo- mistas, Dean Tucker entre otros. No puede dudarse que algunos de ellos eran pobres debido a defectos de su carécter, pero otros lo eran simplemente por- que, al nivel de empleos entonces existente, tenian poco quehacer, © ninguno. No debe despreciarse, tentre los resultados obtenidos por la Revolucién In- dustrial, el haber podido atraer dentro de la éxbita econémica a los miembros de aquella legién de didos; de haber convertido a los trabajadores irre- ‘en miembros eficaces —si bien tal vez dema- siado reglamentados—, del ejército industrial. Si se pregunta por qué la Revolucién Industrial no se realiz6 antes, diversas son las respuestas que pue- den dare, Hubo mucha inventiva en la primera mi: tad del siglo xvi, pero fue preciso que el tiempo transcurriera antes de poder levantar la cosecha; va- rias, entre las invenciones primeras, fracasaron_ por no haber conducido el pensamiento creador hasta sus limites; otras porque no contaron con la materia prima adecuada; unas terceras por la falta de hal lidad 0 de adaptabilidad por parte de los obreros, y otras, por iiltimo, por la resistencia que la sociedad ‘opone a todo cambio. La industria hubo de esperar Ja llegada de un capital suficiente, y a precio lo bastante bajo, para hacer factible la creacién de la “‘infraestructura” —caminos, puentes, puertos, mue- Mes, canales, obras hidréulicas, ete— la cual es un pretrequisito para una gran comunidad manufac- furera, Hubo de aguardar hasta que la idea del pro- LAS FORMAS PRIMITIVAS n ‘greso, como ideal y como sistema, se extendicra de Jae mentes elegidas a las de todos. Pero aparte de tan amplioe considerandos, no debemos olvidar que en cada industria en lo particular existia algtin obsticulo —algin “embotellamiento”, para usar Ia frase vul- gar—, que hubo de suprimirse antes de que la expan- sién se extendiese, En la agricultura, fueron Ia co- propiedad: y I carencia de forraje de invierno; en Ja minerfa, la falta de una iniciativa eficaz para eliminar las corrientes de agua subterrineas; en Ia siderurgia, In falta de un combustible adecuado; en Jas inclustrias metalingicas, la escasez de materias primas, y en las textiles, la falta de una conveniente oferta de hilaza. Transporte, comercio-y crédito su- frian el peso muerto de los monopolios, y el excaso desarrello de los servicios piblicos tuvo efector ne- gativos sobre la industria en general. Si hubo un cre- cimiento perceptible en todas las ramas, el cambio nunca llegé a ser tan répide como para poner en peligro la estabilidad de las instituciones entonces existentes, Durante el periode que comprende los afios de 1700 a 1760, la Gran Bretafia no experi- menté una revolucién, ni en la técnica de la pro- duccién, ni en Ia estructura de Ia industria, ni en Ia vida econémica o social de sus habitantes, IIL, LAS INNOVACIONES TECNICAS “Aukepepor de 1760, una ola de pequefios instru: mentors, destinados a facilitar el trabajo, inundé a Inglaterra.” En esta fornia bastante exacta, un es- tudiante inicié su contestacién a una pregunta sobre la Revolucién Industrial, Sin embargo, no eran s6lo pequefios instrumentos los que legaban, sino que sur- ‘sian diversas innovaciones reales, en In agricultura, transportes, industria, comercio y finanzas, en forman tan repentina, que es difieil encontrar un parelo fn cualquier otro lugar o tiempo. El ritmo acelerado del desasrollo se compruebs por el catélogo de pa: tentes, por la lisia siempre creciente de decretes de cercamiento 0 de deslinde, por las formas erecientes de I producciéa y de las exportaciones y por el nivel de precios. el cual, después de haber perma- necido casi estable durante dos generaciones, empezi el ascenso que dur6 por més de medio siglo, No es posible relatar como una simple evolucibn lo ocurride fen un periodo cuya primera década vio innovaciones asociadas con los nombres de Prindley, Roebuck, Wedgwood, Hargreaves, Arkwright y Watt Se ha sugerido que esie periodo de tiempo fue propicio para la invencién y la expansidn; el alicien- te lo proporciond una baja en la tasa del interés, y coincidié con la expansién de los mercados inter- wo y externo. La conversién que hizo Pelham de la deuda piiblica inglesa, reduciendo el interés del 3/4 al 39%, fue realizada en 1757, y si bien la Guerra de los Siete Aiios mantuvo bajo el precio de los conso- lidados, cerrando a la vex algunas salidas al comercio 2 LAS INNOVAGIONES TEGNICAS 1% britdnico, el retorno de la paz en 1763 trajo una tasa de interé general que no excedié del 3%40%, abriendo 1 la vee nuevas Areas para empresas y capitales, en el Extremo Oriente y por doquier. Al mismo tiempo, Ins barreras que imponian la cscasez de alimentos, combustibles, hierro, hilwza, y las dificultades del transporte desaparecian en forma tal que es dificil determinar a quicn correspondié la prioridad. Y ast ‘como el emboiellamiento de una industria habia cau ado Ia congestién de otras; la desapariciin de obs- téculos produjo una amplia lberacién, pues la inno- vacién és un proceso que, una vez iniciado, tiende a acelerarse igricultura el cercamiento continus con rupider. Se extendié de las parrequias donde los ocu= pantes eran poce, a aquellas donde habia muchos: ¥ como encontré oposicién por parte de tos, se pro- cedis por medio de decretos y no de convenios, Una Peticién firmada por los propietarios de las cuatro aquintas partes de los terrenos —los euales constituian ‘una proporcién mucho menor de propietarios—, se irigia a Westminster, y dentro de su debido término, se aprobaba un decreto autorizando “la division, re- partimiento y bardendo de los campos abiertos.y comunes, de las praderas, apacentamientos y_tic- ras comunes y baldfas” de cierta parroquia en lo panticular. Fn Ia década de 1740-1750, se expidieron tueinta y ocho de dichos decretos, en’ tanto que en Jos diez afios siguientes, legaron a ser 156; pero en Ja década que se inicié en 1760, fueron més de 490, y aleanzaron después cifras mayores. Dichas solic tudes las iniciaba generalmente el caballero y el pro- pietaria de lor dieemos, y un pader legislative en el cual Tos intereses de In tierra eran prepondessntes, ” LAS INNOVACIONES TECNICAS prestaba poca atencién a las protestas, Si bien parece probable que los delegados nombrados para ejecutar por separado cada decreto fueron hombres honrades y Tespetaron escrupulasamente a todos aquellos que pudieron comprobar su propiedad con un titulo cualquiera, no lo es menos que por lo general igno- raron las solicitudes fundadas tan sélo en la equidad, de aquellos cuyo tinico titulo era la posesin, prove- niente tal vez de sus abuelos, y que habfan labrado Ja tierra hasta entonces sin disputas. La historia de las delimitaciones indudablemente, se ajusta per fectamente al esquema de aquellos que escriben la historia econémica en términos de la lucha de clases, armando a los rico con el poder politico y econé- ‘mico que los facultaba para imponer su voluntad a los pobres. Pero para ser imparcial, Ia historia debe también tomar en cuenta el concertado esfuerzo ten diente a incrementar la produetividad del suelo en épocas en que guerras y malas corechas ponian en peligro Ia existencia de una sociedad cuyo carécter turbano se inerementaba, Hubo muchos. incidentes deshonrosos que se asocian con el cercamiento, pero no basta tratar todo el movimiento cual si constitu: yera una expedicién con fines de saqueo, organizada por un grupo de aristécratas aventurezos La aldea del campo abierto no permanecta total- mente estancada. En algunos lugares se introdujeron nuevas rotaciones de cultivos, entre otros el del tré- bol; pero una ley expedida en 1773 que autorizaba los labradores, a fin de secundar tales medidas, a elegir algunas autoridades locales, nunca llegé a apli- cearse. Para observador tan atento como lo es Arthur Young, el sistema constitula el sobreviviente mori- undo de aquel método de cultive que ha sido int tulado como de “subsistencin”, y que desapareceria si LAS INNOVAGIONES TECNICAS % Inglaterra habria de sobrevivir, En 1801, afio de guerra y de hambre, la Ley General de Cercamien- tos simplified el procedimiento, redujo lot costos y permitié que, desde esa fecha hasta 1815, el movi- miento de demarcacién prosiguiera répidamente. No hace mucho se creia que a los cercamientos se debia Ia disminucién de los labradores libres, Ia subs- titucién de los latifundios a las pequefias propiedades: y tuna extensa despoblacién rural. Es cierto que lot labradores independientes fueron menos al finalizar l siglo xvmt, pero modernas investigaciones estadis- ticas muestran que dichos labradores habian vendido sus parcelas con anterioridad a la legislacién delimi- tadora. En realidad, puede decirse que después de 1780 aument6 el propietario residente, pues, tal como durante el periodo de 1914 a 1920, muchos labrado- res emplearon sus ingresos de tiempos bélicos para ‘comprar sus tenencias. Es cierto que las grandes ha- ciendas tendieron a multiplicarse; pero lo propio se constata con el némero de aquellas propias para ser cultivadas por una sola familia. También es cierto que cuando la tierra ya bardeada se dedieé al pat- ‘oreo, menos mano de obra fue requerida, y muchos intrutos 0 habitantes de chozas perdieron sus resi- dencias, Durante los periodos de guerra, cuando la necesidad urgente era incrementar la produecién de gramineas, se aumenté la superficie arable y, por lo tanto, el empleo de mucha mano de obra. Con el tiempo, como los deslindes se hacian en terrenos que siempre habfan sido baldios, su desarrollo debe de haber extendido Ia demanda de trabajo. No puede ponerse en duda que algunos, entre los agricultores, ‘migraron a vecinas citidades; pero no debe atribuirse tal emigracién a una repulsién de Ia agricultura, sino a una tendencia a Ia industria, como lo atestiguan 7% LAS INNOVACIONES TEGNIGAS los altos salarios que se pagaban a los campesinos fen Is cercanias de los centros industrials. EI hecho de que ningtn condado inglés registeé una baja en su poblacién entre 1801 y 1851, sugiere la conclu- sign de que no hubo tal despoblacién del campo durante el periodo que examinamos. ‘Las mejoras técnicas de la época no fueron, pro piamente hablando, de aquellas que ahorran traba- jo. La agricultura ofrece relativamente poca oportu- nidad para la especializacién, y el empleo intensive de la maguinaria en el campo vino tan sélo con el siglo 2x. En los alrededores de 1780 nuevos tipes de arados se introdujeron al mercado, y un constructor de molinos, escocés, inventé una trilladora més efi- az, El aumento en la produccién del hierro ayudé a sustituir la madera por el metal en la construccién del arado, como también en pastes del rastrillo y de! rodillo, y para 1803 un arado de acero se puso a la venta en el mercado inglés. Pero, ninguna de estas inmovaciones tuvo consecuencias, y es en otras direc- cciones donde debernos buscar los cambios fundamen- tales dentro de Ia técnica. agricola Para 1760, Joseph Elkington comenzé a desarro- ar nuevos métodos de drenaje en Warwickshire; por Ja misma época, Robert Bakewell (1725-1794) gana- dero de Dishley, on Leicestershire, logré, por medio de métodos empiricos, producit ganado vacuno que daba mayor cantidad de carne, caballar con més fuerza, y lanar de mayor tamafio y peso. A fines de los setentas, Coke de Holkham (1752-1812) gastaba grandes sumas en mejorar sus haciendas utilizando marga y cierta especie de uébel, introduciendo nue- vvas variedades de pastos y de abonos, proporcionando alicientes a los arrendatariot y dando gran publicidad a las mejoras introducidas por los Iabradores de Nor- LAS INNOVACIONES TECNICAS n folk, Otros aristécratas, entre ellos nada menos que el rey Jorge TIT, tomaron con empefio mejorar la agricultura; se difundieron los nuevos métodos en los almuerzos de arrendatarios, en las fiestas mixtas, de arrendatarios y terratenientes, yen las frecuentes reuniones de los clubes locales de labradores. La Sociedad de las Artes oftecié premios para los nue- vvos inventos, las sociedades agricolas regionales y del condado aytidaron a In propagacién de estas nove- dosas ideas. En 1776 aparecié el primer néimero de la Revista de los Agricultores, y en 1806 el del Periédico de los Agricultores. Algunos tratados sobre métodos agrico- las, y las publicaciones como aquellas en las cuales Arthur Young describia sus viajes a través de Ingla- terra, Inlanda, Francia, Italia y Espafia, ayudaron a romper el aislamiento y escasa visiéa de conjunto que predominaba en la vida rural. Para 1793 Sir John Sinclair organizé, con ayuda gubernativa, una s0- iccdad voluntaria que levé el nombre de Consejo de Agricultura, cuyos informes rmicho nos dicen ‘acerca de los experimentes que en todas partes de las Islas Briténicas Hlevaban a cabo agricultores des- conocidos. Pero los comentarios anteriores no deben hhacernos suponer que las mejoras llevadas a cabo por iustrados terratenientes y progresistas labradores eran cas del periodo. El sistema de rotacién de cultivos Uamado de Norfolk, los mejorados sistemas de cria de ganado, el arado denominado de Rotherham, la sustitucién del buey por el caballo, y de la cebada © la avena por el trigo, fueron innovaciones que se cextendieron lentamente. Fue sélo en los condados del este y de las tierras centrales donde puede decirse que hubo un marcado progreso, pues en muchas otras partes del pais, la agricultura prosiguié con métodos a LAS INNOVACIONES TECNIGAS semejantes a los que habian sido practicados de si- los atrds La producsién destinada all mercado, junto con se: temas de comunicacién més perfectos, estimulé una ‘especializaciGn geogrifica y un comercio interregio- nal. Las regiones del este y dal sur dieron preferen- cia al cultivo de gramineas, las tierras centrales al ganado vacuno y caballar, y los condados centrales 4 las legumbres y productos lécteos. El ganado era traido de Escocia ala Anglia del Este, y de Gales a Esex, para ser engordado y vendido en el mer cado. Los borregos se enviaban de Wiltshire a Midd lesex y de Nottingham a Worcester, y se retornaban fovejas para su cris, Habia asimismo muchas espe- civlizaciones en menor escala: el queso de Ch.sh., fos guajolotes de Norfolk, los patos de Aylesbury, l Iipulo de Kent y la miel de Hampshire. Pero eran ‘tan grandes las ventajas de una agricultura mixta, ‘que la concentracién fue rara vez, si acaso alguna, absolut, La costumbre tomé una parte menos importante, fn tanto aumentaba la suya la competencia en la de terminacién de rentas y salarios. Hubo un aumento en el nivel de vida de los tabajadores cuando me- nos en el norte de Inglaterra, si bien la decadencia ified fuerte pérdida. para ‘muchos presupuestos familiares, Pero lot trabajadores. tuvieron menos seguridad que en el pasado; con los progresos de la trilla, por los alrededores de 1920, hhabia menos ocupacién en las haciendas durante les ‘meses de invierno, y el obrero agricela comenss a soporear, con el urbano, la experiencia de desempleo técnico. Para el trabajador urbane, las mejoras en Ia agricultura sélo significaron ventajar; el tigo sus- tituyé a la cebada y al centeno como alimento bésico LAS INNOVAGIONES TECNICAS 7” cen las tierras centrales, y a la avena en Escocia y en el norte de Inglaterra. Las patatas fueron de uso co- min, y ya no pudo decirse que la carne constituyese un plato de Iujo. Una dieta mejor y més variada tuvo sus efectos sobre la salud y la duracién de la vida de los obreros, lo que no puede contarse entre las causas menores de la expansién de la produccién, industrial Tal como la agricultura, la mineria del carbén ofte- cia poco campo para utilizar maquinaria, bien evar a efecto sibites cambios en la técnica de pro- duceién. Como en todas las industriae de extraccin, cl progreso se realiab por pequefos incrementos; la introduceién de caballejor en las minas nortenas, como a mediados de siglo, redujeron en mucho el costo del carbéin, pues los mineros, que en su mayo- ia eran carretileros, pudieron ser reemplazador por jvenes, con salaros relativamente bajos. La produc- cin incrementada de hierro, a su ver basada en la del earbén, two grandes efecto sobre lan précticas ‘mineras. El uso del hierro colado en el tro de las minas hizo posible penetrar a mayores profundidades, Y los icles de hierro colado introducides en ellos por ‘John Curr hacia 1777 en los alrededores de Sheffield, ondujeron a nuevas economia en el transporte sub: terrineo; la vagoneta que invent para ser transpor- tada sobre reles, podia ser sacada asta Ia superficie, sin necesidad de vaciarla en el fondo del poz, lo eval @ su vez implicé una disminucién en el casto de produccién. Los métodos de ventilacién se mejo- zaron cuando, por los seta, Carlisle Spedding, de Whitehaven, introdujo algunos ventiladores que con- ducian el aire dentro de les subterrineos, y aun més, ¢n los noventa, cuando John Buddle puso en précti- #0 LAS INNOVAGIONES TECNICAS ca, en las regiones carboniferas del Northumberland, su sistema de triples perforaciones y un sistema més completo de “conduccién” del aire. La explotacién misina del carbén permanecié casi idéntica, pero Ios pilares que soportaban los subterrdneos fueron redu- ‘cidos hasta convertinse en delgadas columnas; ya para fines del siglo, a pélvora se usé para volar las roca. La iluminseiin subterrénea continué siendo grave problema hasta que, por los afios de 1813-15, Sir Humphry Davy, el Ds. Clanny y George Stephenson inventaron diferentes Kimparas de seguridad, las cua- les, al utilizarse por vez primera, tajeron consigo, no ya una mayor seguridad para los mineres, sino ‘una mayor produccién, pues pudieron explotarse v= tas hasta entonces calificadas de muy peligrosas, En Ia industria del hierro, los altos hornos, alimen- tados con coque habfan crecido en niimero y tamafo, abriéndose muevas regiones industriales. Bajo el es: timulo de la demanda de municiones, muchas nuevas {ébricas, entre otras las de John Wilkinson en Bro- seley y de John Roebuck en Carron, se fundaron durante la Guerra de los Siete Ailes. Por su amplie tud y por 1a vatiedad de sus productos, que inch yeron las famosas carronadas, las fabricas de Carron fueron un portento dentro de un nuevo tipo de em- presa, y cuando se encendié fuego en el primero de ssus altos hornos —el 27 de diciembre de 1750— puede decirse que tuvo principio Ia Revolucidn In dustrial en. Escocia, Si bien el carbén vegetal todavia era indispenssb’e para convertir los lingotes de hierro en varillas, el combustible mineral se usaba mis y més en les pri- rmeros tratamientos del mineral, y los hermanos Cra- nage, empleados de la Compaitia Coalbrookdale, casi LAS INNOVAGIONES TECNIGAS a lograron éxito en su intento de usar solamente coque, en 1766. Pero no fue sino en 1783-84 cuando se logré resolver el problema, al obtener Henry Cort (1740-1800), agente naviero que habia establecido tuna forja cerca de Fareham, sus dot patentes para pudelacién y laminado, El método de Cort consistia en recalentar el hierro en barras, por medio de coque hhasta fundirlo en una pasta; después, lo batia con varillas de hierto, hasta que la mayor parte del car- én y de las impurezas se habjan quemado; por tl- timo, pasibalo entre rodillos de hierro que expulsaban las escorias. Su descubrimiento es uno de los hechos més notables dentro de la historia de la tecnologia, yy su resultado fue liberar a los duefios de fraguas de la dependencia de los bosques, en igual forma que cl descubrimiento de Darby habia liberado a los pro- pietarios de altos hornos. Inglaterra pudo entonces dejar de importar grandes cantidades de carbén ve- fetal det Baltico, en momentos en que sus relaciones politicas con Suecia y Rusia iban hacia un rompi miento; reunié a las forjas, de sus esparcidas guari- das, en las regiones carboniferas, donde podia hacerse 1 acabado del producto de la industria del hierro fen estrecha proximidad a los altos hornos, ¢ inicié también el crecimiento de grandes empresas integra- Tes, en las cuales todos Ios métodos de transforma- cidn, desde la extraccién del mineral y del earbén, hasta el corte en varillas, eran controlades por un solo grupo de capitalistas. Dentro de un periodo de tiempo relativamente breve, la industria se concenteé fen cuatro regiones principales, y nuevos tipes de pox Dlaciones, densamente pobladas, crecieron alrededor de los montones de escoria de las minas de Stafford- shire, Yorkshire del Sur, Clyde y Gales del Sur. La produccién del hierro aument6 en gran proporcién; m2 LAS INNOVACIONES TECNICAS el metal vino a sustituir a la madera y a la piedra en la construccién, las industrias ferreteras expandic- tron sus productos y easi no hubo alguna ocupacién desde la agzicultura hasta la construccién de bu- ‘ques, desce Ia ingenieria hasta los tejidos—, que no reaceionara ante un mercado ampliamente provisto de hierro barato. ‘Una generacién —o poco més— después de estos hechos, vio el descubrimiento que hiza David Mushet de In piedra negra jaspeada, rica en minerales de hhierro, en Escocia, a Ia cual siguié muy de cerca la introduecién por J. B, Neilson del tiro de aire ca~ liente, que suments la produccién de los altos hor- not. Si bien Ias fechas en que se hicieron estas inven= ciones 0 descubrimientos quedan dentro de nuestro periodo, no fue sino hasta los alrededores de 1830 0 1840 cuando puede decirse que sus efectos se sintieron en la produccién general. La invencién de Cort para Ia pudelacién y laminado, como muchas otras invenciones técnieas de Ia época, no hubiera podide ponerse en prictica sin Ia ayuda de muevas formas de energia. Hasta 1760, la miqui- na de Newcomen no fue otra cosa que un ausiliar para el fin itil, pero limitado, de bombear agua; es Certo que el agua, una vez elevada a cierta altura, podia ser empleada para mover una rueda, y asi im- pulsar méquinas de diferentes clases; pero el proce~ dimiento desperdiciaba una gran cantidad de ener- sla, tanta, que un escocé —tan afamado por su ecomomia—-, no pudo soportarlo. En la Universidad de Glasgow, Joseph Black (1728-1799) ensefiaba so- bbre el fenémeno, del cual habia sido descubridor, del calor latente, y John Anderson, en sus clases de filosofia de Ia naturaleza, empleaba un modelo de su LAS INNOVACIONES TECNICAS a8 maquina. Sin ser miembro de la Universidad, James Wait (1736-1819), constructor de instrumentos de precisién, cuya tienda estaba cerca de ella, fue lla- mado a fin de hacer alguna reparacién en dicha méquina. Conocié entonces que el principal defecto de la miquina atmosfériea consistia en la alternante inyeccién y condensacién del vapor: a fin de impe- dir que el vapor se condensara antes de que el pistén hrubiese finalizado su movimiento ascendente, era pre cso conservar el cilindro caliente; a la vez, a fin de condensar el vapor para el descendente, el cilindro debfa permanceer frfo. Los sibitos cambios en la tem- peraturs de ar paredes del lind sgifiaban de perdicio de una gran cantidad de energia pote ‘Muchas fueron las conversaciones que twvo Wat con Anderson, John Robison y otros miembros de la Universidad acerca de estos fendmenos, y muchos fueron los meses de intensa meditacién que les de- cd. Luego, por sibita inspiracién, en 1765, en tanto ppaseaba a pie por el parque universitario un domingo en Ia tarde, logré idear la solucién: introducir un ‘condensador por separado, que permaneciera frio, en tanto el cilindro se conservaba caliente en forma per manente. En el plazo de unas pocas semanas cons- truy6 el modelo, pero muchos afios habrian de trans- curtir antes de poder resolver las dificultades técnicas cconsistentes en convertir dicho invento en una mé& quina industrial propiamente dicha, Los experimen tos de Watt fueron financiados por John Roebuck, quien tenia participacién en la patente que se obtuvo en 1769; pero las fabricas de Carron no podian pro- porcionar los trabajadores especializados, cuyo auxi- lio era esencial, y la mayor parte de las energias de ‘Watt bubieron de ocuparve en ganar un sustento como agrimensor y como ingeniero civil. Sin. embar- eS SE a LAS INNOVACIONES TECNICAS 0, en 1774 Roebuck se vio en dificil situacién finan- Ciera, y vendié su partiipacign en la patente a Mat- thew Boulton (1728-1809), con lo cual James Watt abandoné Bscocia para establecerse en Birmingham, En este lugar eontaba con el apoyo de un hombre ya bien establecido, emprendedor y movido por una fambieién muy por encima de la. puramente pecu- En las fdbricas de Matthew Boulton, en Soho, cexistian los obreros especializados que Watt nece- ba para construir las vAlvulas y otras partes de- Ticadas de su maquinaria. No lejos de ali se encon- traban las fabricas de Coalbrookdale, con su larga experiencia en la produccién de fundidos para. la maquina atmosfériea, y cerca de ahi, en Bradley, Jas del gran industrial del hierro, John Wilkinson (1728-1808) cuya patente, sacada en 1774 para ta- Tadrar caftones, podria ser adaptada al taladro de Cilindros con una exactitud hasta entoness descono- ida, Watt tuvo suerte al encontrar tales ausiliares: las investgaciones de Black, quien descubrié los prin- cipios fundamentales, el inimo emprendedor y el capital de Boulton, el ingenio de Wilkinson, la habi- Tidad téenica de Murdoch, Souther y un sinnémero de oscuros artifices, fueron esenciales para poder construir la méquina de vapor. En cuanto a Watt, ccudntaze entre sis inéritos no aélo haber sido tno de Jos primeros en aplicar a Ia industria los métodos de experimentacién sistemética, hasta entonces pri- vativos de la ciencia, sino haber sintetizado ideas de ‘otros, aurilindote de todas las diferentes habilidades qque eran precisas para crear tan complejo meca- En 1775 el Parlamento extencié por veinticinco afios més la patente concedida a Watt, dejandola en LAS INNOVACIONES TECNICAS as vigor hasta 1900. Durante los seis primeros aftos de este periodo, la maquina continué siendo un invento de simple efecto, con el ‘nico fin de producir movie miento alternative, Su potencia era cuatro veces st perior a la de la méquina atmosfériea y se usaba fextensamente para bombear agua a los. depéstos, para las salmueras, cervecetias, destilerias y minat metaliferas de Comvall; en la industria del carbin, sin embargo, desempefié un papel relativamente pe- ‘queiio, pues la patente de Watt producia regalias a su inventor de acuerdo con el ahorro que su uso ‘ajo en comparacién con la méquina de Newcomen, Y¥ como en las minas carboniferas los pegs aho- ros eran de poca imporancia, no habia alicientes para sustituir los antiguos mecanismos. par nuevos. En cuanto a Ia industria del hierro, la maquina de vapor se usé para elevar el agua, Ja cual movia las grandes ruedas que accionaban los fuelles, martilles de agua y rodillos laminadores y, aun en este ex tado de su desarrollo, tuvo importantes efectos sobre Ja produccién, Si las realizaciones de Watt hubiesen cesado con Ja invencién anterior, tendria asegurado su lugar en- tte los mas distinguidos de los inventores briténicos, pero no pudo satisfacerse con perfeccionar —no im- portindole hasta dénde—, lo que no era otra cosa sino una bombs de vapor. Su mente 2 ocupé due rante largo tiempo en Ia idea de transformar el movi- miento altemativo en un movimiento de rotacién, eapaz de impulsar la maquinaria, lo cual se hizo posible por medio de una serie de invencionee ontre otras la denominada “el sistema solar”, que fue pie tentada en 1761. Al afio siguiente nacié la maquina rotatoria de doble efecto, en la cual la fuerza expan- siva del vapor se aplicé a los dos anovimientos del 86 LAS INNOVAGIONES TECNIC: pistén; en 1784 vio la luz Ia maquina de movimiento Paralelo y en 1788 el precioso invento del regulador, que dio mayor regularidad y suavidad al movimiento causado por la accién del vapor, esencial para con- wolar la energia destinada a métodos industriales més delicades y complicados. Ls introduecién al mercado de la méquina gira- toria fue un hecho verdaderamente histérico. Coin- cidente con el invento de Cort para el pudelado y laminado, y siguiendo casi inmediatamente los de Arkwright y Crompton, transforms completamente las condiciones de vida’ dentro de las cuales vivian millares de hombres y mujeres. Después de 1783, cuando la primera de las nuevas méquinas se cons- truyé —para mover un martilo en la fabrica de John Wilkinson, en Bradley evolucion teenolégica se hal Bretafia, Antes de que sus patentes fenecieran, Boul- ton y Watt habian construido y puesto en actividad mis de 500 mquinas, de diversas clases, en su ma- yoria en Inglaterra, pero también algunas en el ex- tranjero. Las nuevas formas de energia a Ia vez que lot nuevos mecanismos de trasmisién, que reemplac zaron a los que antes requerian brazos y misculos, fueron el eje sobre el cual Ia industria entré en a edad moderna, En Ja manufactura de los textiles la wansformacién fue més rapida. Ya habian ocurrido importantes cam- bbios en los hilados, y el problema de Ia escasez de hilaza, que durante tanto tiempo impidié el desarro- Ilo de los tejidos, habia sido resuelto, Durante los afos 1764-1767, James Hargreaves, carpintero-teje- dor de Blackburn, inventé un torno o maquinaria simple, movida a mano y por medio de la eual una LAS INNOVACIONES TECNICAS 87 mujer podia hilar, al principio seis 0 site, pero des- ude hasta ocho hilot a la ver. Para su propia des- gracia, hizo y vendié varios de estos tornos antes de obtener una patente en 1770, por io cual sus deman- dados sostuvieron después, ante los tribunales, que sus peticiones eran infundadas. El tomo para’ hilar se adopté con entusiasmo, en Nottinghasn primero y después en Lancashire, y se calcula que habia, para 1788, como veinte mil de estas méquinas empleadas cn Inglaterra. Era lo bastante pequetio para poder instalarse en una casa habitacién, su construccién ba- rata y no se necesitaba gran fuerza fisica para ope- rarlo, Por consiguiente, encajé bien dentro de los marcos de la industria doméstica, y puesto que el hilandero estaba asi en capacidad de mantenerse al nivel del tejedor, la invencién fortalecié, en lugar de disminuir, la economia familiar. La hilaza obtenida por medio del torno era, sin embargo, muy suave, y utilizable s6lo para Ta trama; para conseguir un pro- ducto més resistente, dicha hilaza tenia que torcerse ‘on Ia rueca de mano, hasta que, al poco tiempo del invento de Hargreaves, aparecié el que se une al nombre de Arkwright. Richard Arkwright (1732-92) era un barbero y con- feccionador de pelucas de la ciudad de Preston; sin haber poseido ninguna inventiva especial, tuvo la fuerza de voluntad y el buen sentido que general- mente se conceden a los habitantes de si regién na- tiva, acompafiados con la benevolencia y humorismo que son caracteristcns, en verdad, de los habitantes del Lancashire, Gon la ayuda de un relojero de War- rington, llamado John Kay, quien habia ausliado 1 Thomas Highs, de Leigh, en experimentos en hic lados, Arkwright construyé, para 1768, el “bastidor” ef cual obtuvo patente al aio siguiente. En aparien- a8 LAS INNOVAGIONES TECNICAS cia, el bastidor era semejante al invento de Lewis Paul —pues hacia uso de rodillos a fin de sacar el hilo de la primera torsin antes de que pasase a la roca—, aunque es dudoso que Arkwright, Kay 0 Highs Dubiesen egado a ver una de las méquinas construidas por Paul. El producto era un. torcido fuerte, si bien basto, utilizable para la urdimbre, y ‘menos costoso que el lino, usado antes para este ob- jeto. Con esta base se fabricaron todos los percales tbaratos, tejidos exclusivamente con algodén, y que constituyeron el primer paso dentro de Ia revolucién de la industria text Como Hargreaves, Arkwright pronto abandond el Lancashire dirigiéndose a Nottingham, donde la de- ‘manda de los caleeteros le proporcionaba un inine- diato mercado para su hilaza. A diferencia del torno, el bastidor necesitaba para accionarlo una energia ‘mayor que la proporcionada por los misculos hums nos, y desde un principio el procedimiento se utilizs en molinos fabricas. Después de haber realizado experimentos en pequefias Fabricas, con energia pro- porcionada por caballos, Arkwright solicits el apoyo de calceteros acomodaclos, Samuel Need, de Nottin- gham, y Jedediah Strutt, de Derby. En 1771 esta- blecié una gran fibrica, movida por fuerza hidréu- lica, en Cromford —sobre el modelo, segiin se dice de la de Lombe, para sederfas, en Deroy—, donde al poco tiempo tenia casi 600 obreros, en su mayoria nifios. Como fue obvio que los antiguos métodos para cardar no eran suficientes para proporcionar el ma- terial que necesitaban los hilanderos, Arkwright, reu- niendo ideas de varios otros inventores, y afiadiendo el peine y la manivela, obtuvo una patente para cardar por medio de cilindros. Como este método, al igual que el del hilado por medio de rodillos, nece. LAS INNOVACIONES TECNICAS 9 sitaba de una energia més poderota que la humana, fue desde entonces comin que ambos procedimientos se llevasen a cabo uno al lado de otro, en la fabrica ‘Nuevos molinos se establecieron en Belper y Milford, en Derbyshire, y en 1777 la primera de las fbricas ‘movidas por energia hidréulica fue edificada en Lan- cashire, cerea de Chorley. Después de 1781, cuando los hilanderos de algodén de Manchester lograron —siguiendo su tradicional politica de combatir los monopolios—, revocar la patente que protegia el car- ‘dado mecénico, centenares de obreros se ocuparon cn establecer nuevas fabricas en el campo, no sélo en el Lancashire, sino también en Cheshire, Derbyshire, Nottinghamshire, Yorkshire y Gales del Nore ‘A. mediados de los ochenta la situacién volvié « cambiar a consecuencia de una nueva invencién en el campo de los hilados. Después de siete afios de experimentos, conducidos en su “cémara de hechice- fas" en Hall-?-th’-Wood, un tejedor de Bolton, Sa- ‘uel Crompton (1758-1827) logeé producir una hila- za no silo fuerte, sino fina y apropiada tanto para Ja urdimbre como para la trama, adaptable a to- dias las clases de toxtiles, especialmente para el tejdo de las musclinas, hasta entonces importadas del este como un Tujo. La maquina tenia caracteristieas perte- recientes al torno y al telar movido por fuerza hi draulica, por lo cual, y dado su carécter hibrido, recibié, en el lenguaje comin inglés, el nombre de ee Debido probablemente al amplio campo que cu- bia Ta patente de Arkwright, no se sacé ning sobre Ia hiladora intermitente, y cuando, en 1785, las dos patentes de aquél caducaron, el campo quedé + Bn castellano, hiladora intermitente 0 de self m. 90 LAS INNOVAGIONES TECNICAS Iibre para todos. El mismo affo la méquina de vapor dde Watt se apliob por vez primera a los hilados por ‘medio de rodilos, y después de 1790, cuando el va- por se usé para mover a las hiladoras intermitentes, fue posible establecer grandes {abricas dentro de las ciudades, No por ello disminuyeron las rurale, sino todo lo contrario; su némero continu aumentando hasta terminar la primera década del siglo siguiente, debido en gran parte a que las méquinas que debian su energia a la fuerea hidrdulica tenfan menor vibra- én que las de vapor y eran més aptas para fabri- ‘ar hilos mis finos. Mas el crecimiento de las fébricas ‘ubanas fue ripido; si para 1782 tan sélo habia dos rmolinos algodoneros en Manchester y sus alrededo- es, en 1802 el nimero era de cincuenta y dos y para 1Bi1 cuatro quintos de las telat de algodén que se producian en Lancashire eran producto de hilaza ‘btenida por medio de la hiladora intermitente, © hilada en las ciudades en su mayor parte. Por los afios de 1780 y principios de la siguiente ‘écada, la demanda de las nuevas muselinas fue tan grande, que los tejedores de esta clase de tlasalcan- Zaron gran prosperidad, si bien no puede decine lo mismo de los otros tejedores. Hubo, en verdad, una hhonanza, y gran nimero de obrerot fueron atrados a la rama de les tejides, Fue &te el periodo que vio ‘una répida conversin de los graneros y cervecerias en cobertizos donde estaban estableciden los telares, y el rapido establecer de “casas telares”, ancxas a ‘thozas, por toda Inglaterra. Pero la “edad de oro de Jos tejedores” no estaba destinada a durar; ya para 1784 Edmund Carwwright, un cléngo poeta, habia previsto los desarollos que seguirian al finalzar las patentes que protegfan a Arkwright, e inventands un telar movide por una energia proporcionada por LAS INNOVAGIONES TECNIGAS or caballos, ruedas hidréulicas © bien méquinas de va- por. Fn’ oposicién al rpido desarrollo que tuvieron los inventos para hilades, el telar mecinieo tuvo un progreso relativaente lento: muchas mejoras se Je aplicaron antes de convertirlo en un itil instrumento de produccién dentro de las fabrieas. Nuevos meca- niemos pars aderezar Ia urdimbre se introdujeron por William Radcliffe y por Thomas Johnson en 1803 yy 1804; otros desarrolos tuvieron lugar en la siguien- te década gracias a los esfuerzos ce Horrocks, de Stockport, y de Roberts, de Manchester. Pero a pesar de todo, fe calcula que para 1813 no habia més de 2.400 telares mecinicos en actividad, en oposiciin casi cien veces ese niimnero de telares movidos a mano. Después de Ia terminacién de la guerra con Francia, te aceleré el ritmo progresive, y para 1820 aleanza. bban a catorce mil, en tanto en 1833 eran cien mil los telares mecénicos en Ia Gran Bretafia. Bl intento de los tejedores manuales de competir con el vapor yy con la superior organizacién de las f4bricas, forma fl tema de una de las més tristes narraciones que pueden hacerse sobre Ia historia econémica del pe- odo. En muchos cases, les tejidos se ejecutaban por em- presarios independientes especializados en esta rama de Ia industria, pero después de 1820 tomé fuerza Ta tendencia que hacia a los hilanderos anexar los tejidos a sus molinos. Tal como sucedié en Ia manu- factura del hierro, en la del algodén el cambio in- dustrial se vio unido al nacimiento de grandes onga- nizaciones y con procesos de integracién. ‘Muchas de las innovaciones en los hilados y teji+ ddos del algodén se mostraron aplicables a Ia manu- factura de otros textiles, pero los métodes técnicos fueron, en realidad, bastante més lentos en las lanas 92 LAS INNOVACIONES TECNICAS yen los estambres que en esa incustria; aun a me= diados del siglo x2 no mas de la mitad de los traba- jadores textiles de Yorkshire, y atin menos en la parte este de Inglaterra, habian sido Hevados a fébricas. No fue la razén de ello —cosa que algunos han supuesto—, un conservadurismo cerrado: los habi- tantes de Yorkshire, entonces como ahora, eran tan cenérgicos y despiertos como los del Lancashire; mis bien se debi6 a las caracteristicas de la materia pri ‘ma, o tal ver a las reglamentaciones que bien inten- ‘cionados pero mal informados gobiernes habian im- puesto sobre la industria, y no menos, al hecho de que la demanda de articules de Jana, tanto en el mercado interno como en el externo, tenia menor elasticidad que la de los percales y muselinas. Aqui y acullé se crearon algunas grandes fbricas, debide al esfuerzo personal de comerciantes emprendedores ‘como Benjamin Gott, pero la empresa tipica era pequefia, propiedad de varios individuos quienes se asociaban como iguales dentro de lo que en realidad era una sociedad anénima. Hubo varias fortunas res- petables que se formaron. en Riding, en su parte este, pero no hubo ningiin Arkwright 0 ningin Peel, nningin rey de la. lana que pudiera del algodén, quienes tenfan sus dé los montes Pennines. Los métodos de acabado en Ia industria del algodén sufrieron cambios algo menos importantes que aque- Tos que tuvieron lugar en el cardado, hilado y tejido, En los primeros aos del siglo xrx, el estampado de ppercales se hizo por artesanos por medio de blogues de madera, y ejecutado a mano. La primera inno- vvacién consistié en sustituir lor bloques por placas de cobre, pero el gran paso adelante tuvo lugar en LAS INNOVACIONES TRCNICAS 9% 1783, cuando el escocés Thomas Bell los reemplazé por grandes cilindros rotatorios movides por energia no humana. Esta invencién se adopté inmediata- mente por los Peels y otros industriales del Lanca- shire, y la época de Ia gran produccién de percales tstampados coincidié casi exactamente con las me- joras realizadas en el cardado y en los hilados. Los ‘ros métodos de acabado, el blanqueado y el tediido, hho eran tan susceptibles de realizarse por medio de miquinas; sin embargo, por la misma época, una serie de innovaciones culminaron en una’ revolucién téenica que permitié cl nacimiento de grandes em~ presas. Este desarrollo esti intimamente ligado al Gescubrimiento de nuevos reactivos y tinturas, rea- lizado por quimicos escoceses y franceses especial- mente, y con el crecimiento de la industria quimica fen Inglaterra. EL método tradicional del blanqueado era exponer la tela a los rayor solares, 0 bien hervirla, primero en una solucién de ceniza y después en leche agra. Guando en 1756 el profesor de Edimburgo, Francis Home, publicé su Arte del blanqueado, seiialé la con- veniencia de reemplazar la leche agria por el acido: sulfGrioo, ya utado, si bien poco, para limpiar In hojalata y otros productos metilicos, Bn 1763 un boticario, Joshua Ward, establecié en Twickenham, cerca de Londres, una fibrica en donde, por medio de aparatos hechos de vidrio, pudo producir vitriolo fen pequefia escala; pero dado su alto costo, puede decitse que Ia produccién de Acido sulfrico indus- trial se inicié aproximadamente diez aiios después, cuando ef quimico John Roebuck se unié a Samuel Garbett para establecer ftbricas, primero en Birmi igham y después en Prestonpans, donde prepararon fcido en recipientes de plomo. En 1787, el procedi~ 94 LAS INNOVACIONES TECNICAS Se ae ee Se ee ee eet renee tues cee PRL a ine oe ee ee ee Sa eer eer res 5 ee Fire eee SS ee eee a ee ae eee ee ee Se se a eee ee ee ies ee or eee aes See esate ee ee ahs ve ee ae eee, or oe Se SRE A eg Soe eee ame Ee ee es ee eee eee oes ee ee ie eer ee oe Tele ee Se Se eed ae Seer res er es Sy ee Saris bs Ook concentracién de poblacién en las cercanias de South ea cee es cee or LAS INNOVAGIONES TECNICAS 95 vino a principios de los veinte, cuando favorecidos por la disminucién de los impuestos sobre la sal, James Muspratt y Josiah Gamble abandonaron Ir- Tanda a fin de explotar el procedimiento de Leblanc en Liverpool; debido a sus fabricas nacieron las flo- recientes, si bien poco atractivas, comunidades de St. Helens y Widnes. ‘Al propio tiempo progresaba la industria de los de- rivados del carbén; en época tan temprana como lo la de 1756, el gedlogo escocés James Hutton habia logrado extraer sales de amoniaco del hollin, pero cen realidad es a otro escocés, al noveno Conde de Dundonald, Alexander Cochrane, a quien debe att buirse el descubrimiento de I verdadera explotacién del carbén como fuente de materias quimicas. A través de todo el siglo xvm, el alquitran y la brea, indispensable para proteger el maderamen de las tembareaciones, constituyé un monopolio de los pal- ses del Béltico, quienes se sintieron asi facultados para cjercer cierta presi6n diplomética sobre un pais cada Gia més dependiente de su marina. Tanto el patrio- timo como su proio interés inclinaron al conde a mentar en Ia oxtraccién de alquitranes y bar~ pices del carbon extraido de sus minas, y en 1782 fndé algunas fébricas en Culross. Varias fueron las ircunstancias que favorecieron Ia empresa; Joseph Black, Adam Smith y uno de sus parientes, J. L. Macadam, lo aconsejaron, el Parlamento le concedi6 Ja patente en 1806, y la répida expansién de los hhomos de coke, como consecuencia de los inventos de Henry Cort, le facilitaron con sus gases de desper- ddcio, la materia prima que necesitaban. Pero la falta ‘de capitales, el conservadurismo del Almirantazgo i lés y el eardcter del propio Dundonald, condujeron ja empresa a la quicbra. Fueron Macadam y sus 96 LAS INNOVAGIONES TECNICAS sucesores quienes recogieron la cosecha de una inno- vacién cuyas vastas potencialidades se perciben tan sélo en nuestros dias, En las industrias que hasta este momento hemos exa- minado, el incremento de la produecién se debié a nuevas formas de energia, a nuevas miquinas o bien ‘a nuevos conocimientos derivads de las ciencias. Que étas no fueron las Gnicas causas que dieron forma a la Revolucién Industrial, es conclusién a la que se llega con el examen del desarrollo que two lugar en Ia alfareria. A partir del siglo xvu, la escasez del estaio y del plomo unida al aumento del consumo del té y del café, trajo una sustitucién gradual del metal por loza de barro, material que también se ‘empieé en utensils caseros de varias clases. La por- celana del este europeo y de Delft, en Holanda, ha- bia aparecido en las mesas de las clases acomodadas, y productos mis burdos, fabricados en Inglaterra, fen las de los pobres. A principios del siglo xvi! cexistian alfarerfas en Lambeth, Chelsea, Bristol, Wor- ‘ester, Liverpool y otros centros urbanos, pero 1a cescasez del combustible de madera dirigié la indus- tria hacia las regiones carboniferas, especialmente al norte de Staffordshire, donde arcillas de varias clases y plomo para el vidriado se conseguian de lugares ccercanos, Tal como sucedia en otras industrias des- ‘inadas a la produccién de bienes para el consumo, las ffbricas fueron pequefias; el patrono tipico era un individuo que poseia uno o dos cobertizos, un tangue para mezclar la arcilla con agua, un gran perol para la evaporacién, una rueda de alfarero—la ‘cual se movia con el pie con la mano—, y un homo para cocer los productos. Los cacharros se vendian a mercaderes ambulantes, quienes los trans- LAS INNOVAGIONES TECNICAS 7 portaban en canastos colocados sobre animales de carga. El progress podia consistir solamente en el desarrollo de nuevas habilidades, y en el descubri miento de mejores arcilas, mejores materiales de driado y métodos de decoracién. Barros blancos de Devon y de Dorset, mezelados con pecazos de peder- nal caleinados, reemplazaron los mas asperos y me~ nos manuales de Staffordshire; la sal se obtuvo de Cheshire, ayudando asi al vidriado, aunque sin ex- cluir al plomo; el cobalto se emples para el colo- ido, y yes, proveniente de Paris, para hacer los moldes en los cules los cacharres se vaciaban, A rmediados del siglo el “globule pirométrico” permitié medir Ia temperatura dentro de los hornos, y poco después comenzaron a usaree placas de cobre para ‘grabar dibujos sobre los productos. En varior de estos desarrollos, la familia de los Wedgwood desempefié un papel muy prominente; cesta familia, cuyos miembros estuvieron relacionados con Ia industria desde principios del siglo xvu, alcanz6 ‘su cfispide con Josiah Wedgwood (1730-1795) con quien el crecimiento de las alfarerias est intima- ‘mente relacionado. En 1769 estableci6 cerca de Han- ley su famosa fébrica de Etruria, cuya organizacién, tal como sucedié con las de Coalbrookdale, Crom- ford y Soho, se convirtié en un modelo para’ muchas otras empresas. Sin ser un hombre de ciencia, Wedg- ‘wood fue incansable en sus experimentos: invert6 al vidriado verde, introdujo la alfareria color crema, ‘conocida como de la Reina, y perfeccioné la alfare- ria jaspeada, constituida por figuras blancas en re- lieve sobre un fondo de color, que es la que ahora ‘iis se asocia con el nombre de Wedgwood. Tenia gran sensibilidad artistiea, y emple6 a hombres de la categoria de Flaxman y Webber para dibujar sus oa LAS INNOVACIONES TECNICAS Productos “omamentales”, pero no dej6 de recono- cer el hecho fundamental de que sus ganancias pro- vendrian de la venta en gran escala de lo que é Hamaba productos “tiles”. Amigo de Boulton y de Watt, participé con gran empefio en el desarrollo de Ia méquina de vapor, e hizo uso de la nueva forma de enengia para pulverizar sus materiales y mover los tones. Pero la mayor parte del trabajo realizado en Etruria se hacia a mano; fue por medio de una mayor divisién del mismo como Wedgwood pudo reducir los costot y abrir a su alfareria Int uertas de los mercados para sus propics obreros; ggast6 gran cantidad de dinero en mejorar caminos, ¥ fue el Tesorero del Grand Junction Canal, cuya apertura, en 1777, trajo gran prosperidad a las alfa rerlas, y en particular a Etruria. Si bien no se puede clasificar a Wedgwood como inventor de ningin ‘mecanismo importante, no se discute que fue un in- novador de primer orden; tuvo visién para comprar Ja mayorfa de las acciones de la Compafiia de la ‘Arcilla de Comwall, y sus capacidades como orga- nizador se mostraron, no sélo en la forma como in- sistié en el adiestramiento del obrezo, sino tambi fen el cuidado que tomé para seleccionar a sus ven dedores y superintendentes, asi como para evitar todo desperdicio. Si empez6 su vida dentro de condiciones bastante humildes, al fallecer poseia una fortuna ma- yor de medio millén de libras esterlinas, y en tanto Ia amasé, “‘convirtié una fabrieacién rada y poco importante, en un arte elegante y un elemento tras- cendente del comercio inglés”. Entre las nuevas actividades que nacieron dentro del movimiento efectuado en el siglo xvm, tal vez Ia de ‘mayor importancia fue la ingenieria, Se ha dicho que LAS INNOVAGIONES TECNIGAS 99 €l ingeniero civil, tal como lo conocemos hoy dia, cs el descendiente en linea directa del zapador mil tar que comenzé sus funciones durante las guerras del siglo xvm; pero, sin prejuagar sobre el desarrollo de otros pafses europeos, debe afirmarse que en In- slaterra no fueron las necesidades estratégicas, sino Jas comerciales, Ias que motivaron las mejoras en las vias de comunicacién: los hombres que construyeron los nuevos caminos, puentes, canales y ferrocarriles fueron civiles empleados no por el Estado, sino por compafias u hombres de empresa deseosos de des- arrollar el comercio de la regién de donde sacaban sus ganancias personales. Se distinguieron entre ellos los grandes terratenientes, en especial Francie Eger- ton, segundo Duque de Bridgewater, quien, segin se afirma, gasté mas de un cuarto de millén de i bras esterlinas para desarrollar sus empresas carbo- niferas y sus canales. Fue en 1759 cuando el duque, hastiado de la s0- ciedad londinense y despechado en amores, tom por su cuenta un proyecto debido a su padre y consis- tente en construir un canal para unir sus minas car- bonfferas en Worsley con Ia creciente ciudad de Manchester, unas cuantas millas més allé, Este pro- yecto entrafiaba serias dificultades, pues requeria, por una parte, enlazar la navegacién con las minas subterréneas, y por la otra, construir un acueducto sobre el rio Irwell, en Barton; pero gracias a la habi- lidad de James Brindley (1716-72) un constructor de molinés analfabeto, quien presté sus servicios a Egerton, se vencieron todos los obstculos, y para el verano de 1761, el carbén se entregaba en Manches- ter con un costo equivalente a la mitad del que antes requerfa al ser transportado por tierra, Cuando ter- miné la Guerra de los Siete Afios, en 1763, y bajé 100 LAS INNOVAGIONES TECNICAS Ia tsa del interés, el duque emprendis un proyecto fois stay tender ol taal ita cee tm as boca del no Mery, yas proveer ln te thin tent dtvada en la pate tadete del Lancashire de une fie linea de comunicaiones con Liver: pool Antes de que la ruta de agua fuse terminada, Sl'i7eH yam biblon saboreds, plane peta us no canal qu, atrsvesando el dst, producior deal de Cheshire y la region alfarera de Stafford thie, comticara elo Meney con ol Trent y 0 la vec con el Huber. Ese canal Hamado el Canal Trunk, foe empresa que requis un capital mayor Gel que Pode ct proporcionndo por indian pr telaree El duque, su cufiado el Conde Gower, Lord Anon, el Margués de Staford, Jouah. Wedgwood, Richard Bentley ots se unieon a fin de cbiener i indopenmable decreta y reais el cpt, Fu tee bids Brindley quen we encargh de In organizacion Y pate trie dea empresa cual pus, bap na dicen daca, « un grupo de hombres mayor del empleado con anteioidad en cualquier ota ope saci con excepin de eampafa i fieron tn cube geogeties y hubieron de vencere,y-no fe sino hasta 1777, aoa eopece do que al squtmionts exadajo s Bendloy tls tums, chando w ternming o Grand Trunk, Entrant, el Canal de Wolverhampton, iicado sa. ol ect cen pair trabajos en metal, con elo Sever; ido au vet Ges Thank, aban van mnngster pence fen tn contigo tranporte por agua ents Brel, [Ekerpool y Hull El proxino objetivo de etn ini ioe fue Loner; an 1767 y 1960 chtusiron deretos para a constuction de dos canale, el de Coventry ol de Oxtor, los chales endian aida LAS INNOVAGIONES TECNICAS 101, hhacia el Témesis. Pero con 1a apertura de las hos- tilidades on la Guersa de Independencia de los Es tades Unidos, hubo un gran aumento en la tasa del interés, y las dificultades para hacerse de capital pose pusieron Ia terminacién de este magno proyecto hasta fl afio de 1790, Al propio tiempo, otros canales se cavaron en la regién de Birmingham y en el norte de Inglaterra, aunque en realidad fue durante el periodo de capital barato, al principio de Ia altima década del siglo xv, cuando la construccién de estas vias de comunicacion alcan2é su maximo. Si no abe duda que la mania que por los canales padecié Inglaterra durante lot afios de 1790-1794 condujo al despendicio de algunas de las riquezas naturales en proyectos poco aconsejables, en conjunto, como un todo, debe afirmarse que la inversién en vias flue viales trajo consigo no slo respetables dividendos para los tenedores de acciones, sino un incremento fen los ingresos reales de los britinicos en general. ‘Si Ia era de los canales fue corta, coincidiendo con 1 periodo 1760-1830, los cambios que vio dentro de Ja vida eoondmica de Inglaterra fueron fundamien- tales. El precio de mercancins voluminosas 0 pesa- das, tales como carbén, hiesro, madera, piedra, sal y atcilla, se redujo grandemente; las regiones agrico- las, que habfan permanecido alejadas de los mezea- dos, entraron dentro del cireulo cada vez mayor del intercambio; el temor a un hambre regional, tanto de alimentos como de combustibles, desaparecié, y el mayor contacto con otros hombres, posible gracias fa las nuevas vias de comunicacién, ejercié una in- fluencia civilizadora sobre las poblaciones alfareras ¥y otras regiones situadas tierra adentro. Se redistri- buyeron nuevamente las actividades: viejos puertor de rio, como Bewdley y Bawiry, decayeron, en tanto 102 LAS INNOVACIONES TRGNICAS ‘que nuevas comunidades aparecieron en puntos cla- ve, tales como Stourport. La capacidad de competir de algunos centros de produccién distantes se inere- ‘ment6, y las rentas de los situados cerca de los mer- cados 'o bien disminuyeron, 0 permanecieron esta- bes, Jo que hasta entonces’no habfa sucedido, Los salarios pagados a aquellos que excavaron los eanales Produjeron, al invertirse, un alza general del nivel de empleo; el ofrecimiento de acciones al portador, ‘con probabilidades de altos dividendos, acostumbré a los individuos de la época a invertir sus recursos fuera del campo restringido de los bones guberna- tivos, y las compafias mercantiles registradas contri buyeron a que se creara un mercado de capital im- personal. Tal vez el mas importante de los resultados del movimiento iniciade por Bridgewater y Brindley hhaya sido el adiestrar a una clase de ingenieros pro- vistos de Io necesario para responder a la demanda que la edad de los ferrocarriles harfa a su habilidad, resistencia y capacidad para un esfuerzo disciplinado, Cambios semejantes tuvieron lugar en la red de caminos de la Gran Bretafia. Durante la primera mitad del siglo, habianse promulgado decretos regu- ladores del peso de la carga a transportane, del nic mero de caballos que podian engancharse a una ccarreta y del didmetro de las ruedas de los carrua- jes: la politica procuré amoldar el trifico al estado de los caminos, Después de 1750, se procuré seguir Ia idea contraria, y hacer que lot caminos se amol- daran al trinsito, El nimero de los caminos de ortazgo aumenté mucho, en especial durante el Principio de la sexta década, y después al principiar Ja Gltima del siglo xvi, cuando la tasa del interés baj6; en las crecientes regiones industriales nortefias; varios ingenieros autodidactos hicieron lo imposible LAS INNOVAGIONES TECNICAS 103 a fin de incrementar la capacidad de las cameteras Entre loe iniiadores debe contarse a John Metesit (1717-1810) quien, no obstante ser cicgo, constrays muchas nuevas rutas en Lancashire y Yorkshize, ci rmenténdolas, en aquellos lugares donde el subsvelo tra débil, con manojos de brezos, constrayendo su Perficies convesas y cavando zanjas para dealoar el gus, Ia cual consutua Ia principal enerign del cons tmvctor de carreteras, al igual que del minero. Ya en tina. epoca de mayor desarrollo de esta. actividad, sivié ‘Thomas Telford (1757-1884) superintendente de la carretera de Londres a Holyhead, arquitecto del preciowo puente de Menai y primer Presidente de In Sociedad de Ingenieron Civiles, ai como John Lou don. Macadam (1756-1836) superintendente general dle bos caminos de portage de Londres y_ primer administrador de las grandes empresas de transpor- tex. Los métodos empleados por los dos industiales Antedichos fueron bien dittintos: el primero insists, mucho sobre la solder de os cimientes, en tanto fl segundo hizo amplio uso de wna superficie de grava, 0 de pedcrnal apironado, formando axl una especie de arco, su especialidad, Pero entre los dos, revolueionaron la industria de transports; los va: tgones reemplazaron a los animales de carga en cas toda Inglaterra; el nimero de vehicules piblios y Drivados aument® fuera de toda proporcin,y, en lat dos décadas que sigucron a la batalla de ‘Waterloo, Inglaterra entrd en una era de dilgencis, de poradae siempre repletas y de preocupaciones sobre la clase y comportamiento de los cabalos que ain no des parece por completo. Si bien lot cambios en lat Garretrar tuvieron menor importancia. para la in Gstria que las vias fluvales, sos efectos en el iner- cambio interior fueron signficativor: el comerciante 16¢ LAS INNOVACIONES TECNICAS. viajero vino a sustituir al eabalgador; los Reales Co- rreot se couvistieron en un medio de comunicacién fective, y los procedimientos de hacer pedides y remitir dinero, fdciles y répidos. Desde lejanas épocas se habia acostumbrado, en las grandes minas carboniferas, a tender vigas de madera a fin de facilitar el transporte de los vagones que Ievaban carbon a lo: riot 0 a los puertos. A principios del siglo xvmt placas de hierro colado se colocaron sobre las vigas en las curvas del camino, ‘© puntos dende ia friccién era particularmente dura, En una época aproximada, 1767, Richard Reynolds construyé de Coalbrookclale al rio Severn un cart de hierro colado, en el cual los rieles estaban pro- vvistos de una pestafia que permitia conservar el con- tacto con lat ruedas de los vagones, y en 1789, de acuerdo con los consejos del famoso ingeniero John Smeaton, la pestafla se traslad6 del riel a ta roeda. Hasta entonces los rieles se habfan usado casi exclu: sivamente por las minas de carbén y los altos homos, pero en 1801 el ferrocarril de Surrey fue construido de Wandsworth a Croydon, a fin de transportar mer- ccancias en general, Durante los veinte afios siguientes otras tantae compaiiias fueron autorizadae para ex: plotar tranvias, la mayor parte de los cuales, sin em- bbargo, no eran sino medios de transporte adyacentes 2 los canales, y de ninguna manera alternatives. En todos los ferrocarriles primitivos la fuerza de traccién la proporcionaban caballos, pero a partir de 1760 muchos de los ingenios de Inglaterra y también de Francia estudiaron Ia posibilidad de servirse de la cenergia del vapor, recién descubierta, En 1784 tanto William Symington como William Murdoch hicieron Tocomotoras modelo, pero Watt, Arbitro supremo en. todo lo referente al vapor, las vio con poco favor, LAS INNOVACIONES TECNICAS 105 1 dehido especialmente su actitud obstruccionista, la idea de una locomotora de vapor fue archivada, Cuando la patente de Watt fenecid, el ingeniero Richard Trevithick (1771-1838), originario de Corn- wall inventé una maquina de alta presién, yen 1803 wun carruaje movido por vapor, de su invencién, & hizo varios viajes por las calles de Londres. Sin em- bbargo, las earretcras no se mostraron adaptables 2 este medio de locomocién, y el audaz experimento de Trevithick no tuvo resultades inmediates. La. po- sibilidad de que tal maquina fuese guiada sobre rieles especialmente construidos, se retard6 por la curiosa cereencia de que una rueda Tisa no tendfa bastante adhesién a un rel igualmente liso, hubo que esperar hasta 1612 para que un ingeniero de las minas de carbén, William Hedley, demostrara la posibilidad de uunir ambos inventos. Poco después, otro ingeniero carbonifero, George Stephenson (1781-1848) aumen- 6 Ia eficacia de Ja locomotora incrementanda la corriente de aire sobre Ia caja de fuegos. Cuando, fen 1821, Edward Peace y sus correligionarios euéque- ros obtuvieron permis para construit un ferrocarril de Stockton a Darlington, se contraté a Stephenson como ingeniero, y su locomotora, junto con caballos, y cables enrollades por mquinas fijas, fue puesta en ‘so para la traccién. Mas no fue sino hasta 1829 ‘euando las verdaderas posibilidades del vapor como medio de transporte se reconocieron al ganar la mé- quina de Stephenson, bautizada con el nombre de Rocket, la competencia que tuvo lugar en Rainhill, sobre el ferrocarril recién construido de Manchester y Liverpool. La locomotora de vapor significa la Culminaci6n de toda la revolucién técnica: sus efec- tos sobre la vida econémica de la Gran Bretafia, y del mundo entero, han sido grandes y profundos. 106 LAS INNOVACIONES TEGNICAS Pero su desenvolvimiento, junto con las consecuen- cias paralelas de la navegacién a vapor, pertenccen a un periode que sobrepasa los limites fijados al presente volumen, La produccién de motores fue slo una de las ramas de la fabricacién de maquinas que conocemos bajo el nombre de ingenierfa, Los modemos monta- dores, torneros 0 ejecutores pueden establecer su as- ccendencia, mis alld de Stephenson y de Watt y ‘Newcomen, hasta el constructor de molinos cuyo pro- blema era’ instalar y reparar ruedas hidriulicas.y minas de catbén, fabricantes de relojes, de instru- ‘mates, fundidores de hierro o hilanderos de algodén ‘quienes, durante la Revolucién Industrial, dejaron de usar los tradicionales instrumentos para forjar nue- vyos, adaptados a sus respectivas industrias. Un paso importante en el levantamiento de una industria es- pecializada tuvo lugar en 1795, cuando Boulton y Watt dejaron de ser meros consultores (proyectistas, inspectores de Ia construccién de motores y propie- tarios de regalias) para convertirse en empresarios de las Fundiciones de Soho, en Birmingham. En esa época, tal ver un poco més tarde, cierto nimero de talleres mecdnicos vieron la luz en Londres, bajo la direecién de hombres como Joseph Bramah, Henry Maudilay y Joseph Clement. ¥ en los centros textiles de Lancashire y Yorkshire, donde con anterioridad Jos industriales hilanderos habian construido sus pro- pias méquinas, aparecieron fbricas como las de Dobson y Barlow, Asa Lees y Richard Roberts. Estas instituciones representaron a las economias externas, a la vez causa y efecto de Ia industria en gran es- cala, Los ingeniosos instrumentos que de ellas salie- ron son demasiado numerosos para ser catalogados cen este libro; basta afirmar que los métodos més precisos en el cepillado mecinico, en el barrenado, tallado y torneado, que entonces desarrollaron, des empefiaron importante papel en la siguiente fase de Ia revolucién técnica en Ia Gran Bretafa, Hasta aqui, el desarrollo de las invenciones ha sido trazado primero en una industria, después en otra Este método tiene la ventaja de establecer con cla- ridad lo que cada paso signifies, pero hace perder de vista el vinculo que une a lot descubrimientot que tuvieron lugar en campos diferentes. En algunos ca- tos fue la simple imitacién, como, por ejemplo, cuan- do el principio del adelgazamiento por medio de rodillos pas de la industria del hierro a la textil, © cuando el método de Wilkinson para taladrar ca fiones se empleé para fabricar los cilindros de la méquina de vapor. En ciertos casos el adelanto en tuna esfera era condicién previa para que otra pro- sgresara, como cuando el desarrollo de los hornos de coque hizo posible la extraccién de alquitrén del car- bbén. En frecuentes ocasiones dos o més industrias se desarrollaron simulténeamente, cada cual cont buyendo al progreso de la otra. Sin el descubrimien- to de la fundicién con el coque como combustible, no hhubiera sido posible que Newcomen perfeccionase su miquina, la cual necesitaba de piezas fundidas ma- yyores y més complicadas; a su vez, sin Ia méquina de Newcomen, Darby no hubiera podido construir Jos altos hornos que vinieron a satisfacer Ia gran demanda de hierro y acero. Tanto la méquina at- ‘mosférica como la de vapor ayudaron a aumentar la produccién de carbén y de metales, y la mayor oferta de éstos, en especial de cobre, reaccioné a su 308 ‘LAS INNOVAGIONES TECNICAS ‘yer para permitir el desarrollo de Ia ingenieria. Como en verdad “Ja necesidad es la madre de toda inven- cin", Ia mejora de un proceso cualquiera de Ia produccién con frecuencia presioné a aquellos co- nectados con anterioridad, paralelos 0 posteriores a ‘mina. La invasién de los fundidores a las regio- nes que los duetics de fraguas consideraban como ropias, les hicieron buscar la manera de reducir el costo de la produccién del hietro forjado; la intro- duccién de Ia Janzaders hizo imprescindible que los, hilanderos procurasen encontrar métoder més efec- tivos de producir hilaza, y las mejoras posteriores en’ cl hilado y tejido, a su vez, provocaron Ia bésqueda de métodos mis eficaces de acabado y blangueado. En todos estos cases, las innovaciones originaron nue- Aquellas fabricas donde se aplicaron cada uno de los descubrimientos esencialet —Coalbrookdale, Cromford, Carron, Etruria y Saho— fueron centros de los que irradiaban ideas y empresas para otras regiones del pafs. Los Darbys adiestraron a indivi duos como Joseph y Willian Reynolds, y a los her- manos Cranage; y de las fabricas de Carron salieron lne compafiias de Clyde, Calder, Crammond y Muir- kirk. La técnica de Arkwright y sus métodos de or- ganizacién obrera, fueron copiados por verdaderas pléyades de grandes hilanderos del algodén, tanto en Inglaterra como en Escocia y Gales, Boulton 9 ‘Watt instruyeron a toda una generacién de ingenieras que incluye nombres como ios de Murdoch, Bull, Cameron, Southem, Ewart y Brunton. ¥ de una excuela de ingenieria posterior, de los trabajos de Henry Maudslay en Londres, provinieron Nasmyth, Clement, Roberts, Whitworth y muchos otros como, ellos. LAS INNOVAGIONES TECNICAS 109 El desarrollo de las invenciones queda reflejado en. las listas de los comisionados de patentes. Antes de 1760, el niémero de patentes que se concedia en un jo cualquiera casi nunca excedié de doce, pero fen 1766 subié en forma sibita a 31, y en 1769 fa 36, Durante algunos afios el nivel permanecié por debajo de este niimero, pero en 1783 hubo un salto a 64; después el nimero decayé, hasta que en 1792 ‘otro salto lo Hevé hasta 85. Durante los ocho aos siguientes giré alrededor de 67, pero un movimiento ascendente lo elevé a 107 en 1802. Otros méximos se aleanzaron durante los afios de 1813 y 1818, pero. carecieron de la importancia del anterior; en 1824, xo ebstante, el niimero de patentes tuvo nuevo mé- ximo, el de 180, y para el siguiente afio, uno de bonanza, el nGimero incretble de 250. Para los que opinan, con malignidad, que la guerra es el resorte del progreso téenico, puede hacérseles ver que cada tuna de las cispides antes citadas —es deci, las de 1766, 1769, 1783, 1792, 1802 y 1824-1825—, tuvieron ugar en una época de paz Y aquellos otros que ‘opinan que el soplar del viento es impredecible, val- dria I pena que meditasen sobre el hecho de que, en cada una de estas fechas, la tasa del interés era menor que el tipo anterior, y de que en todas ellas las esperanzas de beneficios eran muy altas. ‘Cuando las invenciones se ponen en orden crono- ligico, se pueden distinguir una o dos fases distinta. En los primeros afior del siglo xvi, el esfuerzo se ditigié principalmente al dominio de las fuerzas exte- riores al hombre. En Coalbrookdale la energia con- tenida en el carbon fue el elemento esencial para las fundiciones, la presién atmosférica, 1a energia que rmovia las bombas y Ia gravedad, la fuerza por la cual cl agua, elevada a determinada altura, movia la gran

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