You are on page 1of 111
Mare Angenot De hegemonias y disidencias Coleccion Conexiones y Estilos Dirigida por Antonio Oviedo Tiulos originales de los articulos incluidos en este edicin* = La critique du discours social: & propos d une orientation de socherch Hégémonie, dissdence et contre-iscours, Rétlexions sr les ptriphénies du discours social en 1889 - Les idéclogies ne sont pas des systémes [histoire en coupe eynchronique ittrature at discours socal Frontiére des études literals: science dela fiterture, science des dscours La conversion au socialise [Ga propagande socialise. Elements de rhetorique et de pragmatique -Uinjul trahire: la préfiguration de V'Aifaire Dreytus (1886-1894) La fin d'un sexo: lo scours sur les femmes en 1889 * La seleccién de los aieulos estuvo a cargo de Maria Teresa Dalmasto y Adriana Boria (© Eeitorial Universidad Nacioual de Cordoba ab, Imprenta, Ciudad Universitaria Director de la Editonal: Antonio Oviedo Disefio: Fernando Ferreyra Disero de tapa: Pepe Moneo ISBN. 950-33-0195-5 Hecho el depdsito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina Marc Angenot Interdiscursividades. De hegemonias y disidencias Prélogo Hace algo mas de una década tomamos contacto por primera ‘vez con algunos trabajos representatives de la obra de Marc Angenot Desde nuestra formacion linglistica primero y semidtica después, hhabiamos desarrolado una serie de ideas acerca de la produccién social del sentido que se nos revelaron como mareadamente afines con las que acababamos de descubrir. Ideas que, por otra parte, no fran ajenas alas ensefanzas con que Luis Prieto thuminara nuestras primeras aproximaciones a esta problemética. En este sentido, no pudimos dejar de asombrarnos euardo, a leer Critique de la raison sémiotique (1985), comprovames el peso que en sus reflexiones te6ricas le otorgaba al pensamiento del semidlogo argentino. De ahi en més, sus propuestas teéricas y metedolégicas contribuyeren a reordenar nuestras investigaciones y se reflejaron en la labor do conte, ‘La dificultad para difundir su bibliografia -aparecida en francés © ‘en inglés- ha hecho que desde tiempo atrés acaricidramos el prove to de traduecién formal y de publicacién de, al menos, parte de st ‘bra. Con la valiosa colaboracién de Adriana Boria emprendimas al fin la tarea y coneretamos la seleccién. Censurada la labor. nos sentimos obligadas 2 explicar al lector las causas que nos llevaron a sacrificar aquellos trabajos que, por presentar un planteo general de bs teoria, hubieran merecido oficiar de introduccién. Su no inclusi6n ‘obedecié a que. precisamente por estas caractersticas, vienen cir- ‘culando en miesiro medio desde hace algin tiempo, a través de traducciones domésticas. Este investigador de origen belga, radicado en Canadé, funds junto a Antonio Gomez Moriana y Régine Robin e! Centro Interuniversitario de Andlisis del Discurso y Sociocritca de los Tex- tos (CIADEST). En su discurso de presentacion resume el proyecto ‘eérico: se centra en la intencién de determinar la especificidad del ‘objeto discurso en el encuentro de ls diferentes ciencias humanas y ‘enfatiza ol rechazo a la mera yuxtaposicién de metodologias. ‘Angerot, como Baitin, solo concibe la aproximacién al discurso desde bs interdisciphnariedad, 0 quizA seria mis ajustado decir desde la transdisciplinariedad. La formulacién del principio heursteo que rge la propuesta teé- rica desarrollada por Marc Angenot trasunta, en una apretada y ‘exhaustiva sintesis, el marco global en que se inscribe su pensa miento, es decir, las redes interdiscursivas donde se nutre ya las que 9 Maria Terosa Dalmasso al mismo tiempo sive de alimento. La aceptablldad de su propio liscurso delata el lazo con esas raices que, disefiando un teido que no reconoce origen, cubren el vasto campo social y delinean su fisonomia. Al mismo tiempo, quedan al descubierto las ruptures, debilitamientos y huecos por les que han podido deslizarse algunos de los matices ms originales de su enfoque. Para ustrar sin tracio- nes el pensamiento del propio autor, reprostucimos la literalidad de su discurso en la definicién del programa que vertebra la totalidad de su obra: «Pensar histéricamente el discurso social y percbirlo en su totalidad..) Perebir el poder de los discursos en su ormnipresencia y su omnipotencia difractada en todas partes, sin embargo con disfuncionamientos aqui y alls, desequilorios, brechas que fuerzas homeostaticas tratan perpetuamente de colmar. Poner en conexién los campos literarios, los campos cientificos, el campo fitoséfico, los discursos politicos, la prensa y la publicidad, todo ke que se inscribe ¥ se difunde en lugares particulares. Y, sin descuidar lo que ponen en juego y las determinaciones de e303 campos, examinar las fron- teras recenocidas o discutidas, los puntos de intercambio, los vectores interdiscursivos que alli penctran, las reglas de transformacion que pponen en conexion esos diversos sectores y organizan la topologia global» (1988.97) Los intertextos que enhebra y reelabora, explcita 0 implicita ‘mente, dan cuenta de sus travesias tebricas por senderos inexcusables para quien, en nuestro tiempo, se mueve en el dominio de Ins ‘ciencias historicas y sociales’. De este modo percibimos en sus tex tos tanto la palabra de Foucault como la de Bajtin, Gramsci o Bourdicu, entre otras. Sin olvidar el vigor fundante con que emerge cl pensamiento de Luis Prieto. En la actualided, cuando el discurso se ha constituido en objeto insoslayable de las diversas disciplinas sociales, el andlisis del discur- so impone una aproximacién interdisciplinaria, El enfoque sociodiscursivo, tal como lo dsevia Angenot, es el fruto de esa movi- lizacién generalizada en el campo de las ciencias sociales. En tal estado de cosas, considera ineludible recoger y coneilar la diversi: dad de aportes disciplinarios, en lo que é! concibe como una «Prag- ‘mitica sociohistoricas Elabora, en consecuencia, una teoria del discurso que lo Neva & afirmar-no sin marear su eoincidencia con Prieto- que +..)el ico ‘objeto posible de la semidtica es una ciencia historia y social de las 4 Angenot, M., (1988) Pour une théorie du discours socal: problématique dune recherche en cours, en Rewe Littérature, Médiations du socal Recherches actuelles, n° 70, Ed. Larousse, Paris, (La traducciin es rivet). 10 Prélogo. ‘maneras de conocer y de representar lo conocHlo, y que esas mane- ras de conocer estan igadas a una funcién’ a una press, (198555)? Es esta linea tc6rica la que lo conduce a desarrolar una suerte de sgnoseologia social © critica de la ideologia, orientada a dar cuenta de la particular construccién del mundo que opera cada sociedad y ‘su consecuente configuracion de subjetividades. Dentro de este mar- ‘co conceptual, deviene imposible comprender la signifiencion de cus!- ‘quier objeto si no es a la luz de la interaccién simbélica global. ‘Un comentario especial le dedica al hecho de que esa interaccién simbélica global -que presupone el cardcter intertextual e Intendiscursivo del discurso social- no cesa de expanditse. Angenot ‘no ignora el influjo que mediante la imposicin de modelos cognitivos ¥ de una tépica particular: ejerce en el discurso social de nuestros dias la dinémica comunicativa a escala planetaria, posibiliada por los prodigiosos avances tecnolbgices y favorecida por el implacable juego de los poderes politico-econémicos. Si bien la definicion del discurso social pasa por la nocién de hhegemonia, no adquiere el carécter de un todo homogeéneo inaltera be, sino que es concebido como una entidad compleja en la que actaan fuerzas centripetas pero también centrifugas que permiten sti movlidad y cuyo equilbrio esta asegurado por su propia capaci- dad autorrequladora. Esta hecemonia discursiva no es ajena a la hhegemonia cultural englobante sino que revela uno de sus aspectos, Un rasgo inherente del discurso social asi coneebido es Ia interlegibilidad cultural concomitante con cierta tendencia homogeneizante y quiza reduccionista en le interpretacién de la semiosis, gracias a la naturalizacion de ciertos sentidos. No obstan- te, tomando una distancia critica con respecto de lo que califica de euforia pesimistar en Foucauit y de salternative voluntarista: en Habermas, considera que, a pesar de la triple funcién del discurso social: éntica, axiolégica y pragmética, «no hay que atribuir a los dliscursos toda la ‘magia’ de la servidumibre voluntaria y de la repre sion social (1988:94) Los articulos que componen el presente volumen -aparecidos en los iltimos diez afios- han sido escogidos con la intencién, no de agotar la propuesta formulada por el autor, aunque si de dar cuenta se aquellos aspectos que nos parecen més productivos. De ese modo, * Angenot, M.{1985) Critique de Ia raison sémiotique Fragment ‘avec pin up, Les Presses de | Université de Montréal, Montéal (Le traduc ibn 2s nuestra) Angenot, M (1988) Ibidem. (La traduceién es restr. nu Maria Teresa Dalmaso — amos Intreducklo env primer lugar Critica del discurso socials dor- «de Angenot despllega una vasta y rqurosa argumentacion en contra ‘dl tableaniento diseiplinar quo, a su eriterio, conduce a la creacion dle problemas artiiciles, evitables mediante un enfoque integral de |i protueeiin simbliea Se sirve de las nociones de hegemonia y de \deologia para robustecer su posicién en favor de la inehudible Interdiseiplina, Introduce dos problemsticas de indectinable pert nencia en los estudios semiticos actuales: la que se desprende dela silobalizackin y los consiquientes avatares del discurso social, y otra undamentalmente de orden metadolégico- que atafe a la compleja ‘puesta en relacion de los discursos lingiisticos con discursos propios de otron lenguajes, dado sus regimenes peculiares de produccién del sentido, Cierra el trabajo con una explicitacién de Ia afinidad de! ‘autor con los «Cultural Studies+ que confirma su vocacion transdisciplinar. Uno de los aspectos que suscita las mayores reticencias entre quienes se aproximan a la teoria del discurso sociales la relativa a la temergencia de ln disidencia; lo que a simple vista parece poco com patible con el postulado del discurso hegeménico. En +Hegemonia, disidencia y contradiscursor, sin embargo, separandose de lo que denomina sel pesimismo cultural contemporanecr, Angenot se ex- playa en la consideracion de la +heteronomias, en cuya existencia cumplirfan un papel esencial los margenes del sistema discursivo de luna época, la periferia de los sectores reconocicos como legitimos, Deja claramente expuesta le necesaria relacion entre heteronomia y aceptabilidad -que esté en la base de su planteo sobre la necesidad de desarrolar una pragmitica sociohistrica para abordar el estudio del discurso social. Precisamente, esta relaci6n que parece generar la ineluctable dependencia de la heteronomia respecto de la hege- ‘monia queda abierta 2 una lectura critica mas profunda, puesto que a pesar de las prevenciones de Angenot podemos quedar atrapados fen una suerte de visién inmovilsta. No deja de advertr, sin embar- 90, contra los errores a los que puede inducir el also novum, como asi tambien sobre la dificult para reconocer le autticamente revo a causa de lecturas sesgadas desde la vision hegeménica Adhiriendo a la posicién bajtiniana, en «Las ideologias no son sistemas releva el carécter Kleologico de los fenomenos semidticos. Conviceién que, por otro lado, uniria a la mayor parte de los inves tigadores de lo que él lama sruiestra era de ln sospechas. No obstart te, cree necesario revzar los alcances de la nocién de ideotogia y, en. consecuencia, se aboca al examen critico de una de las definiciones ‘mis difundida hasta nuestros dias, que es la formulada por Louis ‘Althusser. Cuestiona la concepcion de la ideologia como sistema y 2 Prélogo resalta su cardcter heterdnomo ¢ interdiscursivo, donde conviven aporias y antinomias y germinan enfrentamientos y rupturas. Con tinuando la linea de pensamiento plasmada en el trabajo citade pre- cedentemente, se impone para el autor una reformulacién del con- cepto de ideologia que, eliminando la nocién de sistema, permita dar cuenta de la movilidad discursiva. Como ejemplo de la tesis que sostiene, examina el desarrollo de la ideologia socialista en Europa ¢n el espacio temporal que abarca desde la Cammuna hasta la Revo- Jucién bolchevique Por otra parte, el andliss de algunos aspectos de la propaganda socialista, difundida en Francia y en los palses francoparlantes de Europa entre la Comuna y la Primera Guerra Mundial, constituye el ‘objeto de un meduloso y esclarecedor trabajo publicado bajo el titulo de +La propaganda socialista. Elementos de retorica y pragmatica El anilisis de un conjunto de discursos de propaganda preducidos desde distintos sectores del socialismo le permite constatar que, més alla de las diferencias entre estos grupos, se puede establecer la cexistencia de un niicleo comin que constituye la axiomiética del dis- curso socialista revolvcionario. La propaganda sociaista se estructu ra en torno a una serie de topo, de relatos recurrentes que, en un juego de establlidad y movimionto, se reiteran, se renuevan, se ac- tualizan o se adaptan. Atendiendo al aspecto pregmatico, dibuja un ccuado detallado y explicativo de sus funciones que arroja huz sobre estrategias tales como las de legtimacion, persuasion, construccién de identidad, activacién del pathos y movilizacién. Complemen- tariamente, desaaja los conjntos de topol en torno a los cuales se consiruye la argumentacién-narracion. Esto le sive pare demostrar cémo se estructura, prolia y recurrentemete, un relato que parte de |a observacién de los vicios y crimenes de la sociedad burguese y capitalista para anunciar el advenimiento de una Revolucion que aparece como inminente, que se impone como la ultima y que leva- 1 fatalmente a la instauracién definitiva del socialismo. En -Un judio traicionara: La prefiguracién del Affaire Drevius (1886-1894), a través de un recorrido que confirma sus planteos teoricos -formulados especialmente en -Hegemonia, disidencia y contradiscurso-, el autor se propone demostrar cémo el advent miento de semejante episodio no es mas que la consecuencia prev sible de un antisemitismo generalizado, cuyas representaciones so- ciales fueron recogidas, acumuladas, hiperbolizadas y condensadas ppor la cada vez mas intensa propaganda racista. De manera corwin- conte va hilvanando un razonariento que sella con demostraciones: antiserinismo miltante logré consiruir un sistema explicative glo bal, recurriendo al sentimiento que ya estaba instalada en los diver- 2B 508 sectores de la sociedad. El fanatismo antiserita fue posible por- que se inscribié en una doxa que, naturalizando sus enunciados, los dotaba de aceptabilidad. El paradigma de la destersitoralizacion que essiructuraba la isin del mundo a fines del siglo XIX, regido por una légica binaria acumulaba predicados que denunciaban la desestabil zacion y la descomposicién socal. Al mismo tiempo, reclamaban un sujeto responsable, a cuya imagen parecia respordler holgactamente la construceién del Judio. Angenot logra patentizar cémo, inexore blemente, el «Affaire Dreyfuss se erigié en la prueba necesaria para confirmar la profecia, El paradigma de la desterstorializacion sirve también para inser- tarla emancipacién femenina en el polo de la degradacion, tal como lo presenta en «EI fin de un sexo: el discurso sobre las mujeres en 1889, En el marco de una doxa que vaticina un porvenir de deca- dencia, la mujer moderna se corwierte en una prucba més. La natu: rlizacion de la corruptibilidad femenina asumne tanto el tono solemn ne e incuestionable del discurso cientifico como el matiz no por subjetivo menos convincente de la literatura profana. En todos los casos, la mujer carece de historia, tal como lo confirma el indiscut- do seterno femeninor. Como lo afitma Angenot, ni siquiera los dis- cursos de la periferia pueden escapar a este saber hegemonico, in- cluso los discursos feministas caen en la trampa de revalorizar aa ‘mujer a partir de sus cualidades naturales, Tampoco logra eludirla cl discurso socialist, ‘Al abordar la problematica planteada en el dominio de los esti dios lterarios -en «Frontera de los estudios iterarios; ciencia de la literatura, clenca de los discursos, refuta la corsistencia de la cate- goria sLiteraturae y pone en evidencia el hecho paradéjico de que los estudios literarios han desarrollado mintuciosas metodologias pero ue, sin embargo, tienen claras dificultades en dlscerir los limites de su objeto. La interdiscursivided conlleva la interdisciplinariedad Sefiala, sin embargo, los frustrados intentos de una semidtica gene- ral de la cultura por substituir los estudios sectoriales mediante el recurso a un paradigma unificado. Rescata los desarrollos operados ‘en Gran Bretaia por los «Estudos culturales, y subraya en este sentido sus coineidencias con Terry Eagleton. Reitera la inexistencia de un objeto estable y delimitado de los estudios iterarios. ¥ para terminar, precisa que la presunta especifcidad del hecho Iterario es ‘una funcién de la economia global del discurso social y que, en con secuencia, es el discurso social en su totalcdad el tnico objeto con entidad propia. Partir de un cvestionamiento a la pretendida espect ficidad del discurso lamado Merario, conduce al autor, una vez més, a confirmar la necesided de desarrollar una teoria y una historia del 4 discurso socal En la misma direccién, «La historia en corte sincr6nico: hteratura ¥y discurso socials, presenta a la literatura inmersa en la sincronia vva el discurso social total de la sociedad contempordnea o el de estados anteriores de constitucién de la “modernidad”! ¢De qué ‘manera examinar el regimen diferencial de produceién de sentido ( x de funciones sociales) enire lo impreso verbal y la imagen - espe calmente la imagen reproducida en ltoarafia 0 en heliograbado en 1889, en los comienzos de la cultura visual y de la prensa ilustrada? Que 0s Jo que se representa en imagenes que casi no se tematiza fn frases? Y atin més: -, pero como dar cuenta de ello para los estados de sociedad antiguos? - 2Qué ocurre en lo oral: en las coralidades burguesa y mundana, pequeria burquesia, obrera y paisa na -que se encuentra rechazado de lo escribible, d= lo imprimible, 24 Lacritiea del Discurso Social: a propbsito salvo a titulo de una muy ocastonal transcripeién pintoresquista como testimonia para el principio del siglo pasado la obra de ‘cinometodologia_avont fa lettre del genial Henri Monnier? Ain asi, como lo sugeria yo mas arriba, cqué formas narrativas cognitivas desplazan hoy el relato cinematogratico dela ficion impresa y como ‘se desplazamiento se explica y se regula a si misma? ; Como cons- truir , atin a golpes de conjeturas riesgosas, la relacién entre los dliscursos y las otras practicas significantes? ¢ Cémo pensar tedrica mente, sin limitarse a la intuicion sumaria que ya tenemos de ella, las relaciones entre los discursos del sexo (desde la represién méd ‘a hasta el lbertinajetiterario del boulevard) y las practicas sexuales? y la sliga de las mujeres socialistas, son ineape: ‘ces de concihar sus perspectivas. En la extrema i2quierda, los posibilistas, alemanistas, colectvistas (guesdistas), comunalistas, blanquistas, anarquista (, entre ellos, «anarquistas individualistas+ y anarquistas colectivistas) se enfrentan en la cacofonia, Los que estan en pleno centro de la hegemonia bien pueden hablar en not te de la tolerancia y el lberalismo, esto no les ctorga mucho mér to. En la periferia, la cohesién sélo puede obtenerse por la impos cién dogmatica de una contraviolencia simbelica. Habria que mos- {rar que aun cuando estas querellas parecen tener una historia pro pia, se desarrollan bajo la dependencia directa (por infitracién) © indireeta (por el esfuerzo mismo de disidencia) de la hegemonia. El analista del discurso social no se apresurara a concluir que ‘existe ruptura cada vez que se enfrente con enunciados expresa~ mente paradojales 0 protestatarios. Veré de que poder de atraccién dispone el discurso social hegeménico para restringi la autonomia critica de los doctrinarias socialistas 0 feminists, ast como la inde- pendencia especulativa 0 imaginativa del pensadory del artista. Vera ‘como los perisamientos supuestamente contestatarios se desarro- lian en la movilidad de la hegemonia invisible contra la cual intentan plantear su etica, emo se infitra constantemente en ellos el dis- curso dominante que reprimen El discusso social canénico mistlica, pero también sostiene al persamiento conforme, tal como el aire sostiene al avion (si se nos permite expresarnos asi) Es en los distinguidos ambitos de la Revue des Deux Mondes donde el pensador puede mostrarse mas sutl ‘mas coherente, mejor informado e incluso, en ciertos aspectos, mss lcido. En les mérgenes, en las publicaciones socialstas 0 feminis tas, cubnta cequera, cudnto patetismo barato, cusntas torpezas! Heteronomia y aceptabilidad historica De lo expuesto hasta ahora se desprende que para evaluar la distancia de interlegibilidad que separa. en un momento historico determinado, los discursos canonicos, legititnados por todos los ca- racteres y los parametros de la hegemonia ambiente, de las doctti- has y contradiscursos sostenidos en las periferias del sistema, no podemos fiarnos ni del juicio de nuestro propio tiempo nt de [a deteccion de marcas formales de una subversién de los cddigos pre: valecientes. 39 Mare Angenat Es con esta actitud que abordaremos la reivindicacion de la eman- cipacién de las mujeres y en particular la argumentacion sulreqista ten ol Siglo XIX. Es cierto que este discurso no tiene nada, formal y ‘topicamente, que parezca romper con cierta aceptablidad politica ctiya memoria se remonta a los inmortales Principios de 1789 y a In Declaracién de los Derechos, Pero no es menos cierto que, hacie 1890, y més tarde, la exigencia dela plens ciudadania para la mujer parece -pese a la forma «clésicar de sus argumentos- no sélo exage rada y extravegante sino estrictamente impensable vista desde la hhegemonia, y sélo provoca, incluso entre los sprogresistass, una es pecie de estupelaccion exasperada. Es como si alguien viniese a azgumentar en 1989 la necesidad de que voten los nifis de cuatro afios y os electores que hubiesen dejado por testamente indicacio- nies sobre sus opciones electorales post mortem. Semejantes pro- puestas rebasarian la aceptabilidad, estrictamente historica cabe decilo, y serian heterénomas en el sentido de que inchiso una se- cuencia de ergumentos racionales en st apoyo ne aumentaria un ‘pice la toma en consideracién de tales tess, Retrospectivamente nos resulta sospechoso de mala fe el cronis- ta de izquierda del siglo pasado que declara algo asi como: *Yo no soy menos progresista que cualquiera, pero el derecho de voto a las rmuietes es algo que se pasa de Ia raya, es el mundo al revés. Ade ‘mas las mujeres razonables no lo desearm. Pero esta sospecha es infundada, ya que en esta época el discurso feminista sufragista, ese a estar caleado de los discursos politicos progresistas de todo el siglo, sigue privado de aceptabilidad, incluso de aquella, minima, ‘que permite la toma en eonsideracién, aungue fuere indignada y colérica, de dichas tesis, El feminismo no encoleriza en 1890: hace reir y hace reir a un vasto sector que retine en el mismo regocijo Univers de los hermanos Veuillot y la Lanterne de la izquierda radical. Es apenas en la extrema derecha antilberal donde se ve que €l feminismo esté en el hilo de plata del pensamiento democratico Jacobino, porque esta ideologia entera es percibida como satanica y “antifisica, como implicando una desviacién fatal del curso natural de |e historia humana, ‘Asies como nos vemos impulsados a ligerfirmemente la catego tia de lo heterénome con la de la aceptablidad historica, es decir con las fluctuaciones, a veces sorprendentes a mediano plazo, det ‘deologema de lo impensable y de lo indecible. Por lo demas la heteronomia nos parece no excluir la capacidad, manifestado juste ‘mente por contemporéneos. de percibr la Fogica interna de un cis ‘aurso mostrando al mismo tiempo que este discurso es ineapaz de alcanzarlos, es incapaz de dirigirse a ellos, no tiene para ellos ni 40 Hagemonia, disidencia y contradiscurso. Reflexiones sobre gin *encanto», en el sentido cuasi magico de esta palabra. La heteronomia no es de orden formal, ni siqulera del orden de certas, ‘operaciones interdiscursivas que intemporalmenite podriamos callfi- car como criticas, como deconstructivas, o como subversivas. Esta debe apreciarse en la logica de una pragmatica sociohistérica en la que los géneros, las ideas, los discursos, tienen una fuerza perlocutoria orientada hacia destinatarios-meta cuyo habitus dxico, patético identitario lleva consigo una permeabilidad particular a estas influen- cias, una capacidad de disfrutarlas y de renovar el placer. Un tipo discursivo puede ser mi contemporaneo sin dejar de ser letra muerta para mi, para mi grupo, para mi estrato cultural, porque no me dice nada, porque todos sus efectos, su pathos, sus sugestiones figurales, tienen sobre mi (que no soy su destinatario por elecci6n) un efecto adverso a la recepcién pertinente: me hace reir, me resulta revulsi- vo, me exaspera, me aliena, en lugar de encantarme, de estimular- me, de darme una identidad, Es con esta actitud que corresponde abordar la propaganda so- cialista vista por los cronistas *burqueses« del siglo XIX. Tenemos un ejemplo claro de esta disyuncién entre lo que llamaremos la interlegibilidad formal y la heterologia llocutoria. Barthes h- bia he- cho notar, hablando de cierto pathos hiperbiilico de los jacobinos, que a Revolucién fue por excelencia una de esas grandes circuns: tancias de la vida en que la verdad, por la sangre que cuesta, se vuelve tan pesada, que requiere para expresarse las formas mismas de la amplificacion teatral (...) Jamas lenguaje alguno, decia, fue més inverosimil y menos impostor’. En octubre de 1890 el perio- dista de le Temps, diario no oficial, republicano ponderado, da a conocer a sus lectores burgueses las constantes de la propaganda socialista Un discurso socialist revelucionario se compone en efecto de luna sette de antitess: capital, trabelo, empleador, empleados, pa- frones, asaleieds: buraueses, proltarios, explotadores, explota- dos; ladrones, robados; se oponen unos a otras cambiondo ls ep tetos de minuto en minuto; se compara el taller bejo, himedo, rnal- sano con el palacio enol que se rewelean los eclosos dela patronal, Ia pocilga donde reina la miseria proletaia con los ricos depart ments de ls oligarqua burgucsa. Los obreros no seducdos por las teorias revelucionarias son wendidose, Los eontramaestres son la cayos, smionos: que viven del sudor det pueblo. Luego el vocabulorio Incluye fas expresiones simples: -burguesia codiciosa, clase capt ? Roland Barthes, le Degrézéro de Méeriture, Pats, Sel, 1953, p35 4 ‘Mare Angenot lista elase os hambreadoresr,o las oraciones més complejas: Man: tener firmomente en alto las banderas del proletoriador, saludar a fos delegados del mundo dal trabajo en el verdadero pariamento jobrero- Luego, juegos de palabras efectista: el obrero tiene callos fen las manos, e patron tiene callos en el corazbn. ¥ por fin viene la Invocseién aia Revolucion social y ala emancipacin dels trabajo dores por los trabajadores mismos (23 de setiembre de 1890, p 3) ‘Ahora, si bien este aticulo es malevolent, de ninguna manera s caricaturesco: el periodista detecté hablmente los rasgos tipicos tie esta propaganda que toma prestadas las formas mas hiperblicas de la ret6rica jacobina, de la novela a la Eugene Sue, de la elocuen- cia de la cétedra y del foro. Ahi donde el peridita burgués sélo ve énfasis torpe, patetismo barato, el miitante ebrero percibe un len- quaje de accion, justo y persuasive. Tenemos siempre la paradoja de las Fleurs de Tarbes: verdad para algunos, reterica para otros. La rmaremos heterénoma a la historiosofia de la emancipacion de les trabajadores, que esta tan evidentemente en el siglo XIX =como un pez en el aguas? Si nos atenemos al crterio de aceptabildad domi hrante cava contraprueba es la del mal gusto, la dl ridiculo, indices de la mala fe, es seguro que la metafora del spatron, vampiro 0 sanquiuela que engorda con el sudory las lagrimas del proletarado» es una imagen lamentable, més que rayana en lo rfeula. ¥ no os ningun invento de un publeista reaccionario que se burla de los socilistas. La reproslujeron los portavoces de los sconddenados dela ‘Tierrax con un celo yun entusiasmo siempre renovados. Algo queria decir y en su logica, en su fogos, era pertinente, eficaz, evocadora, sonaba bien. Para cualquier destinatario que no sea un mulitante dbrero, suena mal; constituye ya un elemento de ese repertorto de hipérboles polemicas que se flarén en slangages de boiss*. Nos tencontramios aqul con el misterio historic de las aceptabiidades y dd las cficacias discursvas. El ejemplo nos reeuerda que no dispone- mos de criterios trascendentales para juzgar una estética (porque blectivamente nos encontrames aqui ante una estética, inseparable de una tépica). Los contradiscursos, privados por la naturaleza de las cosas de criterium aceptados, de bases déxicas, de lenguae pro- io, improvsan sus marcos cognitivos, sus medios perlocutorios, pPersunsivos,y su estética con ls recursos a su alcance y reeurriendo 2 préstamos siempre abusivos y por lo tanto, en alguna medida, ridiculos: los contradiscursos operan siempre en la torpeza de la "IN de T: sLangages de bol, Iiteralmente senguajes de maderas, podria Iraducirse como lenguaje elementalmente panitaro, estereotipado. 42 Hegemonia, disidencia y contradiscurso. Reflexiones sobre llegitimided, del abuso de lenquaje La hegemonia como imposibilidad de otra legitimidad Llamamos efecto de hegemonta a lo que wuelve siempre insatis factorios, imadecuades, problematicos, un poco ridicules también, a los lenguajes de la periferia, tales como la propaganda socialista en el siglo pasado. por una parte la de los coletivistas que acabsmos de presentar, por otra la de los anarquistas. La primera es melodramatica, enoblementer patética y épica, Los «martes de la cexplotacion capitalstar se ven interpelados en un estilo ampuloso, particularmente alejado del lonquaje comin del obrero. «Los esbi ros de Dama Themis ..) desplegaron a pleno sol sus ignominias, su inrmundicias y ss discordias mostrandose en toda su fealdad v su comupcién®”. Por su parte las anarcos no se equivocan al pensar que estas grandes palabras, esos tropos y esas metaforas no son el lenguaje de la gran masa trabajadora, que «al pueblo hay que hablar le sin welts para explicarle por ejemplo que las elecciones son una strampa para boludos: «Dons une quinzaine de jours v aura de noweau boufegoette a I’Aquarium; ls ne seont ni moins {ripoteurs ni moins crapule que ceux qui viernent de déguerpir=™. hin ones gen us dos rca ue bn coe gh ut importan dos estrategias de lucha y de interpretacién inmnantes y antagonicas, se remiten mutuamente sus aporias y sus inconvenien- tes? La imposicién de la lengua legitima, aun doblemente denegada, se ejerce sobre el contradiscurso socialista revolucionario, que no puede dirigirse al pueblo en cualquier lenguaje que sea ya el det proletariado emancipado, 2Deslizamientos 0 rupturas francas? No hay, nunca hubo, emergencia de un lenguaje nuevo perfecta- mente acabado en la cabeza de nadie; no hay, en la historia de los diseursos y de las ideas, rupturas (epistemolagicas 0 de otra clase) Jean Volders,en Le Peuple, 21 de mayo de 1889, p.1 °° (Gmite Pouget Le Pere Peinard, 23 de setiembve de 1889, p.1 Intontardo una equivalencia con el languaie popular del argentino. esta frase so podria traducir asi «En un par de semanas se eamblarin chinches por bolitas en La Rosada: los que vergan no sera menos chotros ni menos {ures que los que acaban de tomarsolase(N de T), 43 Mare Angenot francas e lrreversibles. Por la naturaleza misma de las coses, toda ruptura es primero un destizamiento de sentido poco perceptible, ‘una erosién mal sefalizada, un balbuceo torpe. Por torpe entiendo que tantea para encontrar un lenguaje otro, que s6lo formula un paradigma heterodoxo al precio de un enceguecimiento al potencial de su logica nueva y a menudo solo apoyéndose en construcciones admitidas por la época, sin medi el conflicto interno susetado por ls coexistencia de lo legitimado y de lo inaudito. El cambio de len- quae, la deconstruccion® eritica de las normas y axiomas, la heteroglosia y la heteronomia, no pueden situarse en un punto de- terminado de la trama discursiva, ni en un momento determinado, ni en un texto determinado, bien separado de las formas y ternas prevalecientes en el sector El cambio, cuando sobreviene, no se ‘pera puntualmente ni tampoco positivamente. suele ser el resulta ddo de una crisis bajo presién, de una desorganizacion global de un patio dol sistema discursivo que desestabiliza un sector sin ofrecerle ‘en un principio salida de emergencia alguna, ninguna nueva formu: la lista para usar. Es dentro de esta crisis (a la que responden gene ralmente operaciones de reciclado de antiguas férmulas, de defensa de los intereses comprometios, de renovaciones y restauraciones ‘stontatorias, o de incoporacién de formulas tomadas en préstamo de sectores ideoloaicos menes amenazados), es dentro de este lava: ddo de cara que quizés pueda emerger algo de nuevo lenguoje. Las rupttras son suscitadas por una erisis coyuntural, pero nada garanr tiza que cualquier crisis sea portadora de innovaciones reales. El nuevo lenguaje nunca se desprerale dese el primer momento, sino por una serie de postas que se componen de a prions ya posterior, correspondiendo éstos a una reelaboracién general del contexto necesaria para una buena inteigiblided de lo que era emergente. Si tales hipdtesis pueden ser sugerentes es porque se oponen a los mites de la inmovacin creadora sibita y de la ruptura estrepitosa de los que esta plagada la historia filosotica y la historia hteraria, Hacia 1880, el sector poético ihustra bien la basqueda ostentosa xyvana de {* las pocticas: en una crisis global que trae consigr !a evaluacién de fo postico, temida deslegitimacién que seria dema siado largo explicar aqul. Todos los »poetass se ponien a buscar un lenguaje otro y -lo que rio es lo mismo- se convencen répidamente dde que fo han encontrado: +E! populacho 0, si usted prefiere, le ‘masa invent® para su uso el volapk. Los espiritus superiores debe- rian responder empleardo alguna forma de lenguaje misterioso (..) Creo que la cosa esta gesténdoses'!. He aqui enunciado (lo ha sido (Cronica de Amarus, en L'Instruction publique, aio 1889, p620, 44 Hegemonia, dsiencia y contradiscurso. Reflexiones sobre cientos de veces) el mito de una heteroglosia creada para une élite estética que en un principio es sélo una vana apetencia de borrar las Imocat socks del nguse, de operar wa puesta en cumenena ppreventiva, de fetichizar la innovacion como denegacion «puras de Les vlgaridades del dscurso socal. St aceptamos la tess de une srevolucién del lnnquae poéticos acaecida en algin momento entre Lautréamont y Mallarmé, nos parece necesario sin embargo marcar hasta qué punto ésta queda atrapada en el clsé simbolista, en la ‘iisqueda ostentatoria de bo abstruso y lo recondito. -abscons comme {a lunes, eructaba Verlaine entre los vapores del ajenjo) En pocas palabras, vayan algunas popuestas de sintesis para ter- ‘minar esta exposiciOn que esté muy lejos de conclu. El hecho de la heteronomia y de la heteroglosia no puede aprehenderse por una intuicién local, sino que debe conocerse en la economia global del discurso social de un tempo. Lo heterénomo no es tina cuolidad intemporal de certos textos, sino un hecho histérico e simpuros que s¢ produce en el enirentamiento y bajo presiones que lo ween fundamentalmente ambiguo y balbuceante. La heteronomia esté en relacion directa con la aceplabilided, variable historica generada por la economia discursiva global, y mas ampliamente con la eficacia pragmitica adscripta a una configuracién discursiva. Noes un .9590 formal; tampoco es una especie de valor transhistérico, segiin la axiologiasurrealista de la subversion (de la que encontramos la mar- ‘a en Bataille). Los grandes inventores de lenguaje en 1889, son ‘Gertos sboulangeristas de inquierdas, como ya lo hemos sefiaiado. La heteronomia se confunde facilmente con las innovaciones ‘stentatorias de las que esté plagado el mercado de los bienes sim bolicos. Una teoria de la heteronomia, si no pretende fetichizar su ‘objeto, reclama por lo tanto la constitucion de una pragmatica sociohistorica 45 Las ideologias no son sistemas * Wir wollen hier auf Erden schon Das Himmelreich emchten (Heinrich Heine, Deutschland, Capat 1) ‘Aigo muy molesto en las discustones sobre la ideologia es que los inwestigadores parecen no disponer mAs que de una sola palabra, ideologia”, para designar fenémenos miitiples y bastante dsimies. En su mayor extension fy creo que es en este empleo muy ligero que se presenta més frecuentemente la palabra), “ideologia” cubre todo hecho complejo y reeurrente de lenguaje, y generalmente todo he- ‘cho semiético al que atribuimos o que vineulamos con apuestas so: tiales, que interpretarnos a le hz de intereses sociales, dande vemos legitimarse valores sociales en su contingencia historca -hecho del que queremos mostrar a fin de cuentas la inadecuacién por tlstorsiones © por omisiones al mundo empirico, el caracter falaz, parcial y/o quimérico, la no-verdad, en ottos terminos para los par- tidarios de la ideologia cientificista la “no cientificidad”. Como la mayor parte de los investigadores de nuestra Era de la Sospecha parecen estar de acuerdo en el hecho de que jamds los discursos soles, las “cosas dichas” son neutras 0 inocentes, que “La Mar ‘quesa salié a las cinco” no es menos ideolégico que “Francia para los franceses”, no hay enunciado (no hay simbolo, omamento, ges tos socialmente reglados, etc.) cuya arbitrariedad cultural no poda- ‘mos demestrar y que na podamos ipso facto vincular con apuestas ¢ tatereses, con valores que no podrian trascender la sociedad o el grupo que los reconoce, y por lo tanto que no podames denunciar ‘como funcionando segtin la imposicién de “poderes” or tanto, si queremos retomar aqui la discusién sobre “Ia ideo- ia" ~discusién que se hace @ menudo vana por las variaciones constantes en la extensién y la comprensién de la nocion y de otras ‘que son legicamente contiguas, y que se hace confusa por la impo sibiided misma de fijar en un consenso teérico la problematica so- be la naturaleza de los intoreses sociales y la extension de la con- tingencia cultural, es necesario delimitar de manera precisa de qué vamos a hablar y, por tanto, los problemas y los sectores de re- flexion que no abordaremos de ninguna manera ‘Le que quisiera hacer en este texto, es considerar una de las definiciones posibles de “ideologia” la que juzgo més extendida, 1a * Traduecion: Magdalena Uain y Gloria Bustos 47 Mare Angonot ‘nds banal desde hace veinte aflos, la mas citada a diestra y siniestra, dlinicién que pertenece a lo que Jean-Claude Passeron y Pierre Bourdieu llamen © flamaban con exasperacion el pidgin:marxism (Jergo-marxismo), pero que justamente por eso se ha expandido en el aire de los tiempos - y mostrar que esta definicion, ya sea a titulo hipotético, heuristic, es insostenible, inoperante, que solo puede cextraviar a quien la tome por guia, conchuir en realidad que es to ‘mando su contrapertida que nos arriesgamos a comprender algo.o @ plantear “buenas” preguntas en cuanto a la génesis historica de los discursos, de las producciones semiticas y en cuanto @ los “intere- 805” que ellos encubren © promueven. La definicion de fa que quiero partir para criticarla término a término es aquella formulada por Louis Althusser hace veinte ais, delinici6n que no trata sobre la ideologia en su extensién generica (Coda la cultura de una época y de una sociedad, el “éiscurso social” global bajo una hegemonia dada), sino sobre fas ideclogias coro segiin sus palabras- “sistemas” auténomes en el conjunto socio diseursivo, (Debo precisar enseguida que no confronto con ol texto dle Althusser particularmente, ni con la persona o el pensamiento de ‘ste flésofo, sino con un pasaje definicional que me parece que ha formulado de manera tipica una cierta concepeién de los hechos “ideologices” que ha sido largo tiempo admitida sin examen y sigue siéndoly en cierta medida.) He aqui la definicién “Una ideotogia es un sistema, que posee su loglea y st rigor propios, de representaciones (imagenes, mitos, ideas 0 conceptos sein los casos) dotado de una existencia y de un rol historic en el seno de una sociedad dada.” (Althusser, citado por Baudry 1968: 128-129 et passim) Esta definicion esta tomade fuera de su contexto doctrinario © teérieo y no es lo esencial de lo que Althusser tiene para deci, en este texto de 1968 y en ottos posteriares, sobre los “Aparatos Ideo logicos del Estado” y sobre el caracter no cientifico dela ideoloaia (hasta su Autocritica, 1974), Cuando la definicion althusseriana fue " Althusser continua precisando que en este “sistema de representacio ines", estas “representaciones no tener nada que ver con la conciencia™ (No discutird aqui esta interpolacién freuciana). Referimos tambien a Louis Ahusser, Jacques Raneiére y Pierre Macherey (1967), especialmente en “Prelacio, Del Capital ala Hlosofia de Mare” de Althusser, y a Althusser (1968), La cuestién de la ideologla es sobre todo retomada en un articulo de Althusser que se hizo famoso, “Wdeologia y Aparatos Ideolégicos dol Es tado (Notes pera una investigacién)” (1970: 3-38); ver posteriormente ‘Abtnsser (1974: 22 sig). 43 Las ideologias no son sistemas cexpuesta a diversas polémicas en les afos 1970, era sobre todo la ‘oposicin fundamental dogmtica defensida por el flldsofo, moder hizacién sofst(icadia del paradigma estaliniano “ideologia ‘burgue sa/ciencia proletaria”, lo que suscité las refutaciones y los sarcas- ‘mos. En realidad, la definicién que acabo de citar es una definicion previa, “prejudicial”, que trata acerca de ls deologia en si misma, ‘como inmanencia, y no de sus funciones, su "rol histérico” que es evidentemente 0 aparentemante lo esercial de lo que habria que pensar o teorizar para. un marxsta. Pero en fin, lo que me importa es sefalar ustamente que este esbozo es adoptado répidamente y sin vacllacién pare conjeturar y teorizar sobre la manera en que las sociedades “funcionan con ideo- login en tanto que su clase dominante puede hacer economia de la represion desnuda y directa, Asi pues est defincién previo me pa- rece, en todos sus términos y en lo que presupene, contraria a Jo ‘que sugiere cualquier andlsisconereto, y para decitlo todo desde el ‘comnienzo, heuristicamente fas, pobre e inadecuada. Entendiendo por “ideologias” en el contexto actual el orden de ls hechos soc les que parece mis tipicamente apuntado por esta palabra, a saber las grandes doctrinas y istones del muro paltico, los arartes rela tos axioligicos y movilzadores, yo dla que es metodalégicamente ‘mds prometedor y apoyedo por todos los anlisis posibles postular contradictoramente las tesis siguientes: - Las ideologias no son “sistemas” o no lo son més que por la apariencia de su retérica de auto-legitimacion, ~ Las ideologias son, con toda necesidad y probabilidad bricolages, collages heterogéneos cuyas costuras y enlaces la retort.

You might also like