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Vida y muerte de la imagen Historia de la mirada en Occidente Régis Debray Vida y muerte de la imagen Régis Debray No existe la imagen en si misma: su estatuto y sus poderes varian continuamente con las revoluciones técnicas y los cambios en las creen- clas-colectivas. Y, sin embargo, la imagen ha dominado siempre a los hombres, aunque el ojo occidental tenga una historia y cada época su inconsciente optico. Nuestra mirada fue magica antes de ser artistica. Y en la actualidad se esta haciendo ‘econémica. En este libro, Regis Debray ha querido seguir las huellas légicas de esa sorprendente evolucidn, desde las cavernas decoradas con pinturas hasta la pantalla del orde- nador. Y su conclusion nos la sirve en forma de pregunta: la llamada “era de las imagenes’, ino sera en realidad un breve paréntesis entre el “tiempo de los idolos” y el “tiempo de lo visual en el que presuntamente estamos entrando? Sea como fuere, la pues- ta al dia de los cédigos Invisibles de lo visible esta disipando ya ciertos mitos perlinaces, como la “historia del arte” o la “civilizacion de la ima- gen”. ¥ quiza sea precisamente la caida de esos dioses la que nos ‘conduzca a la despedida definitiva: el adids a la "sociedad del espec- taculo” ISBN 84-7505-981-5 ll 34058 9 Frasarsio99si1 ! ugigeo1unwo9 sopreg “Tmo original: Vie et mort de l'image. Une histoire du regard en Oecident Publicado en francés por Editions Gallimard, Paris “Traduccign de Ramin Hervis CCvbierta de Mario Eskenazi end omar poh, aa cs ch deb ia lop, ep Scere i sme spc cect coi OSS a waint delete mane paos © 1992 by Eaitions Gallimard {© 1994 todas las ediciones en castellano, esielones Pus Iria, S.A. ‘Mariano Cub, 92-0802] Barcelona 1 Editorial Puidos, SAICF, ‘Defensa, $99- Buenos Aites Ipffriw.paidos.com ISBN: 84.7509-981-5 eptsito legal: B-18.579/2000 Impreso en Hurope, S.L. Lima, 3 -08030 Barcelona Impreso en Espa Printed in Spain Sumario Agradecimientos Protogo “HL AER: KOT GENESIS DE LAS IMAGENES. 1. El nacimiento por la muerte . Races La imagen antes que Ia idea El estadio del espejo La angustia magica. La muerte en peligro . El eterno retorno. 2. La transmisién simbétiea La palabra muda bins sfaisceuars " 3 1. El nacimiento por la muerte ‘Uo dia habe que abvirta poor elas sombeas, subir fos simesexcaloes, ‘buscar una lu pra reconocere en sombr ‘an antiguas que la care humillad yest acostum brad elas, ecu Senses El nacimiento de la imagen esté unido desde el principio a a muerte. Pero sila imagen arcaica surge de las tumbas, es ‘como rechazo de la nada y para prolongar la vida. La pldsti- ‘ca es un terror domesticado. De ahi que, a medida que se eli- ‘mina ala muerte de ta vida social, la imagen sea menes viva y ‘menos vital nuestra necesidad de imdgenes. {Por qué, desde hace tanto tiempo, mis congéneres se empeftan ‘n dejar tras ellos figuras visibles sobre superficies duras, lisas y de- limitadas (aunque la pared paleolitica sea irregular y sin contornos, yel mateo del cuadro sea un hecho inds bien reciente)? ZA que view Nien e80s glifos, esos grabados y esos dibujos rupestres, a qué vienen ‘08 voltimenes verticales, cromlechs, betilos, acrolitos, colosos, hhermas, fdolos o estatuas humanas? {Por qué, en summa, la imagen y ‘ho otra cosa? Aceptemos por un momento que no sabemos nada y franqueemos ta puerta de las sombras. Raices El origen no es Ia esencia; lo que importa es el devenir, Pero toda ‘e060 oscura se aclara en sus arcafsmos, Del sustantivo arché, que significa a un mismo tiempo razén de ser e inicio. Quien retrocede ‘el tiempo avanza en conocimiento, 20 (GENESIS DELAS IMAGENES Empecemos este viaje a los orfgenes de la imagen con los me- digs de que disponemos: nuestros pobres ojos, nuestras pobres pala- bras. ‘Sepulturas del Aurifiaciense y dibujos de color ocre ejecutados fen huesos, 30,000 aos a. C. Composiciones radiantes de Lascaux: uun hombre boca arriba, con cabeza de péjaro, un bisonte herido, c# ballos que huyen bajo las flechas, 15.000 afios a. C. Insistente retor= no, durante milenios, del simbolismo conjunto de la fecundidad y la muerte: la azagaya-pene frente a 1a herida-vulva. Cadaveres abiga- rados de la Edad de Bronce, congelados en el suelo de Altai, créneos de drbitas realzadas con hematites, 5.000 afios a. C. Mastabas men- fitas e hipogeos del Alto Egipto, con sus sarcéfagos de grandes ojos pintados, las barcas del mas alléy las ofrendas de viveres en el muro, 2.000 aos a. C, Tumbas reales de Micenas, con sus marcas funera- rias en oro, 1.500 ailos a. C. Frescos rebosantes de vida de las necré- polis etruscas, 800 afios a, C. Cortejos de plafiideras de la primera Cerdmica griega, del mismo periodo. Frescos de Plutén y Perséfone en la tumba del rey Filipo de Macedonia, 350 afios a. C. Bajorreli vves de las sepulturas romanas. Catacumbas cristianas. Necr6polis ‘metovingias del siglo v1, con sus fibulas alveoladas en oro y en for- ‘made aves. Cofrecillos con huesos, relicarios de la alta Edad Media. Figuras yacentes de bronce del siglo Xi, méscaras de cobre dorado del siglo xi, losas funerarias, estatuas sepulcrales de Blanca de ‘Champaita, papas y santos arrodillados de las tumbas renacentistas. Acortemos la letanfa de clichés. Es una constante trivial que el arte nace funerario, y renace inmediatamente muerto, bajo el aguijén de Jamuerte. Los honores de la tumba relanzan de un sitio a otro la ima- ‘inacién pléstica, las sepulturas de los grandes fueron nuestros pri- ‘meros museos, y los difuntos nuestros primeros coleccionistas, pues ‘6s08 tesoros de armas y vajilla, vasos, diademas, cofrecillos de oro, ‘bustos de marmol, muebles de maderas preciosas, no se ofreetan a la ‘mirada de los vivos. No eran amontonados en el fondo de témulos, pirémides o fosas para que sirvieran de ormamento, sino para que prestaran servicio, En la mayoria de casos estaba prohibido el acce~ so a las criptas, tan pronto como se volvian a cerrar, a pesar de que cn ellas se acumulaban las materias més ricas. Nuestros depésitos de imagenes, entre nosotros los modernos, se exponen a la vista. Extra- fio ciclo de los habitats de Ia memoria. De la misma manera que las sepulturas fueron los museos de las civilizaciones sin muscos, nues- ‘fos museos son tal vez las tumbas apropiadas a las civilizaciones ‘que ya no saben edificar tumbas. ; Acaso no tienen el fasto arquitee- {énico, el prestigio, la proteccién vigilante, e1 aistamiento ritual en el [BL NACIMIENTO FOR LA MUERTE 21 ‘espacio civico? Pero en Egipto, en Micenas o en Corinto, las image- nes depositadas en lugar seguro debfan ayudar a los difuntos a pro- sus actividades normales, en tanto que nosotros debemos in- terrumpir las nuestras para visitar nuestros mausoleos, Interrupeién tardia de la preocupacién absolutamente prictica de sobrevivir que hemos bautizado con el nombre de Estética Después del album, el diccionario. La etimologfa, si no aporta pruebas, al menos indica. En primer lugar, latin ;Simulacrum? El spectro. ;fmago? La mascarilla de cera, reproduccién del rostro de los difuntos, que el magistrado llevaba en el funeral y que colocaba junto a él en los nichos del atrio, a cubierto, sobre el pliteo. Una re- ligion fundada en e1 culto de los antepasados exigfa que éstos sobre- vivieran en imagen. Bl jus imaginum era el derecho, reservado ios nobles, de pasear en ptiblico un doble del antepasado.' Un homo ‘multarum imaginum es, en Salustio, un hombre que posefa muchos antepasados de alto linaje. Y., por lo tanto, muchas estatuas funera- rias al aize libre que lucfan en todo lo alto el nombre de su gens. .Fi- gura? Primero fantasma, después figura. ,Hay que ver ahi un ligu- bre oscurecimiento de la vida luminosa de Hélade? Fijémonos, pues, ‘en Jos griegos, esa cultura del sol tan enamorada de Ta vida y la vi- sin que las confundia: vivir, para un griego antiguo, no era, como para nosotros, respirar, sino ver, y morir era perder la vista. Nosotros decimos «su tiltimo suspiro, pero ellos decian «su dltima mirada», Peor que castrar a su enemigo, arrancarle los ojos. Edipo, muerto vivo. Decididamente, una estética vitalista. Con toda seguridad, mas que Ia egipcia. Sorpresa: aquf también manda el ébito. /dolo viene de eidélon, que significa fantasma de los muertos, espectro, y s6lo des- pués imagen, retrato. Bl eidélon arcaico designa el alma del difunto {que sale del cadaver en forma de sombra intangible, su doble, cuya naturaleza tenue, pero atin corporea, facilita Ia figuracicn plastica. La imagen es Ia sombra, y sombra es el nombre comtin del doble. ‘Ademés, como observa Jean-Pierre Vernant, la palabra tiene tres Aacepciones concomitantes: «imagen del sueffo (omar), aparicién sus- citada por un dios (phasma), fantasma de un difunto (psyché)»? Asi, 1. Seguin Léon Howo, Les Instiwions politiques romaines de ta Cié dP Etat {as insttuciones poltcas romanas de achat a Estado}, Pars, 1927. 0s histo riadores discuten sobre la realidad de un derecho que, segn algunos autres, baba sido inyentado por Mommsen, pero de que, no obstante, se encuentran hela en Po- lio y Cicer. Vease el apéndice de Ancestral Portaitare in Rome (Reratstica an cestralen Roma), poe Annie Zadoks Josephus Jit, Amsterdam, 1932, 2, Jean-Pierre VenNans, sNaissance d'imagess, en Religion, hitores, raisons (Reiigiones, historias, races}, Pais, Masper0, 1979, pig, 110, 2 COBNESIS DE LAS IMAGENES del desdichado Patroclo, que se aparece en suefios a Aquiles. Es, pues, un termina trgico, y muy conocid de los autores trigicos. Es {uilo: «EI tabano asesino que persigue a fo no es otro que el eidélon mismo de Argos». Euripides, en Alcestes, lo mete en la boca de su esposo vindo, Admeto, que suplicaa los escultores que le devuelvan 4 su mujer viva: «Figurado por la mano de imagineros habiles (rk ‘ondn), tw cuerpo ser tendido sobre mi leeho: yo me acostaé junto 4141, enlaz4ndolo con mis manos, pronunciando tu nombre, creeré tener en mis brazos a mi querida mujer, aungue estéausente: fia vo- luptuosidad sin duda...».’ Los ceramistas atenienses representan a ‘Yeces el nacimiento de la imagen bajo las especies de un guerrero en miniatura que sale dela tumba de un guerrero muerto en combat, a mas hermosa de las mucrts,* La imagen atestiguaria entonces el triunfo de la vida, pero un triunfo conseguide sobre la muerte y me- recido por ella, ¥ que no se crea que el orden del simbolo tiene un origen ms puro que el mas grosero de lo imaginario. El cadaver les presta un mantllo comin, Signo viene de sema, piedra sepulerl Sema cheein, en Homero, es levantar una tumba. El signo al que se reconoce una sepultura precede y funda cl signo de semejanza. La ‘muerte como semiéforo original parece hallarse muy lejos de nes tras modemas semiologia y semntica, pero si se ahonda un poco en la ciencia de los signos, se exhuma el barro cocido, el gres esculpido 1 la méscara de oro, La estatua, cadéver estable y vertical que, de Pie, saluda desde lejos als transetntes, nos hace seis, nuestra pi metas sefias-signos, Debajo de las palabras, las piedras La semiolo- ai, para que pudiera comprenderse, seria obligada un dia a volver de los actos de habla os acts de imagen y, por lo tanto, ala carro- fia humana? En la lengua ltdrgica, «representacion» designa «un tereto ¥a- cio sobre el que se extiende un pao mortuorio para una ceremonia, flinebre>. ¥ Littré afiade: «En la Edad Media, figura moldeada y pintada que, en las exequias,representaba al difunto», Esta es una Ge as primeras acepciones del término, ¥ ahora, ese are de utilizar ‘los muertos en beneficio propio nos hace entraren politic. Los r- tos de ls funerales de los reyes de Francia entre la muerte de Jos VI la de Enrique IV, ilistran tanto las virtudes simbélicas como las ventajas pricticas de la imagen primitiva como sustituzo 3, Buriepes,Alcestes, cia 34, 4, Frangois Lissanacte, Un los images, ane eshdique du banquet grec [Una lea de iraigenes, na exttca del hangueegriego, Pats, Adan Biro, 1987. Véa- te iguilmente de F. LissaRAGtie yA. ScHNAPP, slmagerie dos Gross ou Gree des fmagirs> en Le Temps de la éfesion [EI empo dela reflexién, 2, 1981 AL NACIMIENTO PORLA MUERTE 23 vivo det muerto. El cuerpo del rey debia permanecer expuesto du- rante cuarenta dfas.* Pero la putrefaccién, a pesar de la extraccién inmediata de las visceras y los métodos de embalsamamiento, va mas de prisa que la duracién material requerida para la exposicién, el transporte de los restos mortales hasta Saint-Denis (sobre todo para los muertos en tierras lejanas) y la organizacién oficial de las exequias. De ah la utiidad de una efigie exacta, verista, del sobera- no desaparecido (Clouet fabric6 personalmente el maniqui de Fran- sco 1). Vestida con sus mejores galas y provista de sus simbolos de poder, ta efigie va a presidir durante cuarenta dias los banquetes y las ceremonias de la corte: slo ella recibe los homenajes y, mien- tras esta expuesta, e! nucvo rey debe permanecer invisible, Asf, de los euerpos del rey, el perecedero y el etemo, es el segundo el que se instala en su maniquf de cera pintada, En la copia hay més que en el original Conscientemente 0 no, la costumbre francesa de la «representa- ‘in retoma una tradicién romana, En la Roma imperial, segtin An- ‘onin le Pieux, el funus imaginarium —en el que consiste la conse- «ratio, o la apoteosis péstuma del emperador fallecido—duplica la inhumacién de las cenizas fisicas por la incineracién, con gran pom- pa, de su doble colocado en un lecho fiinebre y después de haber vi vido siete dias de agonfa, rodeado de médicos y plafideras, La ima- £0 no es un pretexto, ni esos funerales una ficcién: el maniqui del 4ifunto es el cadaver (hasta el punto de que se coloca un esclavo jun- to al maniquf de Pertinax para cazar las moscas con un abanico). Esta imago es un cuerpo potente, activo, piiblico y radiante, cuyas cenizas, convertidas en humo, irdn a reunirse con los dioses en el ‘empireo (cuando los restos reales sean puestos bajo tierra), abrign- dole las puertas de la divinizacién.* En imagen suba el emperador de la hoguera al cielo, en imagen y no en persona, Caida de los cuer- Pos, ascensién de los dobles. Como Ia gloria al héroe griego, la apo- {tosis al emperador romano, la santidad al papa cristiano (un tal Dé- maso es declarado venerable por un retrato sobre cristal dorado colocado en el abside), al hombre de Occidente lo mejor le llega por ‘31 conversién en imagen, pues su imagen es su mejor parte: su yo inmunizado, puesto en lugar seguro. Por ella, el vivo se impone al muerto. Los demonios y la corrupcién de las cames en el fondo de 5. Ralph Gusev, Leroi ne meurt fama (BE rey nunca mere, Pais, Pam on, 1987 (edicgn inglesa de 1960), Comentario en Carlo Cixz, «Represent ton: le mot, id, la chose», Annales S.C, noviembre dikembee 1991 6. Florence Dues, Laure comps de Fempereur- dite, en Le temp de a ré fexion (BI vempo deta reflexion), 1986, pig, 231.252. 4 (GENESIS DE LAS IMAGENES Jas sepulturas (en el ejemplo cristiano) se imponen. La , Bulletin de correspondance heléniqu,n.100, L976, pags, 240-251 11. Pietro Puce, elnscriptions archaiqus sur les statues ds deur», en Ler Sa: vos de F éritare en Grace ancienne [Los saberes de a escrtua en la Grecia at ua}, Presses universiazes de Lil, pg, 484 HL NACIMIENTO POR LA MUERTE. a1 Magia» e simagen> tienen casi las mismas letras, Jo que no cj de ser significa. SO, imagen, S.0.S. magia, «En magia sSlo hay un dogma, escribe Eliphas Lévi,y es: lo visible es la mani- festacién de lo invisible» Absolutamente apremiante en sus opera- ciones, la magia es menos laxista que la religiOn.Airma una volun- lud vital y una decisign de eficacia que no se encuentran en las rigionesclaboradas, menos actvistas, més inclinadas ala resigna- Gién y Ia humidad, En un hermoso libro de ae ttulado L’ Are ma- siaue, donde, al oo fsico,quclo debe odo a a percepcion de la rea- dad, opone e oo del esprita gue acta en sf mismo, André Breton sostiene con cierto optimismo que su titulo es pleonéstico.”? Cierta- mente, un pertnaz halo de magia envuclve nuestas tradiciones de imagenes. El inconsciente paiquico, con su desencadenamiento de imagenes liberadas del tiempo y que las mezcla todas, no est sue- toalenvejecimiento. La «magia de la imagens poética, en este sen- to, es de siempre, Como la dela imagen onitica, Los muertos pue- blan todavia nuestras noches, y no en vano Hesiodo hace de Hypnos elhermano menor de Thanatos. Por su culloa la ensofacin, el su realistmo pd recuperar la dinémica esencal, el coraz6n vivo dela imagen. Pero con lo que comporta de animismo y de vitalismo exac- tes, s6lo cl perf originario de los idolos (que anaizaremos aqud procede propiamente dela magia, mientras que cl ae se acerca a imagen cuando la magia se retira de ella ‘André Breton parece tratar la imagen como una cualidad, y no como una relacién socal, de contenido mds 0 menos indiferente. Como sila vrtud magica estiviera en Ia imagen, y no en aquel que ts comtempla. Elescudo de Aquiles aterorizaba a los mitmidones, pero tendria tos mismos poderes sobre nosotros? El velo dela Ve~ Tonlea, con la imagen verdadera de Jesucisio, ,podra curamos 1- divia? No depende de una imagen sreengendrar de alguna manera lamagia que la ha engendrado», pues o magico es una propiedad de lamirada, no de la imagen. Es una categoria mental, no estéica. El ‘ne del mismo nombre no hace un estilo come el clisio oel barro- ¢o, asimilable alo fantéstco al onirsmo y que ilsttaon artistas ono Fi Bosco, Gustave Moreau, Monsit Desierio 0 De Chirico Pox el conraio, es Ia radical subordinacign dela plistcaa a préc- tia a que define el momento magico de la imagen, Los calderos de las bruja y los monstrus con cabeza de pdjaro le pedirin en vano ue vuelva la vida, Tan vanamente como ta invocacion de Swe-, 12, Andee Brevos, L'APt magique [EI arte mxigco], Pati, Cli frangais du live, 1957, 2 (GENESIS DELAS IMAGENES ddenborg, Lavater 0 el mismo Novalis. Baudelaire deci: «La imagi- hacidn estd emparentada con el infinito», Sin dda alguna, pero hay {que recordar que Ia imaginacién no procede de ella misma, sino det infinito al. que se confia el hombre imaginario, O, mas exactamente, el infnito al que su infnita debitidad material le obliga a confiar- 0, a falta de algo mejor. El arte llamado magico lo erainvoluntaria- ‘mente, y el que esculpié la Venus de Willendorto de Lespugue sin dda estaba convencido de que «lo bello es siempre extaitow. La fe- cndidad de las mujeres de su clan bastaba para su felicidad, Esto n0 significarfa situa la magia en el sitio que le corresponde sino lim tarla.a los profesionales del tarot y de los pases magnéticos. Supon- dria simplemente ignorar cuin prosaicos e indispensables son, para Jos humanos desvalidos, los gestos que sirven para apropiarse de una fuerza, obtener una caza abundante, un hijo de wna mujer ota muerte de un enemigo. Qué imagen de arte Hegada del fondo de los tiempos (o tam- bién, hoy mismo, del «fondo de las tripas de um artista) no es un S.0.5.? La imagen no pretende hechizar el universo por placer sino liberario. Donde nosotros vemos capricho o fantasma gratuito, sin luda habia angustiay spica. El ftiche primitvo, enel que hoy ve- ‘mos un

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