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CIENCIA GRECIA. DEL. PERIODO MICENICO ALAEPOCA CLASICA TECNICA == Rosa Maria Moreno Rodriguez es profesora titular del Departamento de Anatomia Patoldgica ¢ Historia de la Ciencia, de la Universidad de Granada, Su interés investigador se centra basicamente en la ciencia y la medicina de la antigiedad, estudios que ha ido enfocando hacia andlsis de género y epistemolégicos. Estos dos abjetivos historiogra- ficos marcan también su acercamiento a otros periodos histéricos. i INDICE Introduccién-.. Conocimiento en Ia sociedad micénica y en la doria El conocimiento en la sociedad de las poleis Pervivencias y transformaciones de elementos mdgicos Tales de Mileto. Racionalizacién del concepto de phgsis... Anaximandro y Anaxsmenes. Conceptuacién de la naturaleza y de los procesos cosmogénicos.. vesenuenenneetnnnee Los pitagéricos y JenGfanes. Ciencia y religién. Hericlito y los eleatas, La especificidad dela ciencia Heraclito. La formatizaci6n de la raz6n... Los eleatas y la critica al conocimiento observacional . Sistematizacion de la doctrina presocrética: Empédocles de Agrigento Abreviaturas..... Bibliogratia 14 18, 18, . 21 32 39 39 . 42 51 52 pannosromeceeners : : a iia 7 GREG. BEL PERI WACENICG KIA EPOCH CLREA INTRODUCCION Desde Ia aparicién de la sociedad micé- nica hasta la de Pericles transcurrieron siete siglos, de os que en los dos iitimos comenz6 a producirse una ruptura cultural que afect6 al mundo de tos conocimien- tos, cambio que se manifests igualmente en fos distintos aspectos que componen Ta forma cultural de una sociedad. La sociedad micénica recibe el nom- bre de uno de sus principales centros urbanos, el situado en ef Peloponeso. Su origen es oscuro aunque datos arqueol6gi cos, como una stbita sustitucin en el tipo de cerdmica, 0 cambios en la forma de in- humacién de cad4veres, apuntan al resul- tado de la invasién de'un pueblo, quizé procedente del nordeste de Europa. Acae- ida tal invasién hacia el afio 2000, entre sus causas se encontrarfa el brusco cam- bio climstico, de carécter fifo, que afects a la regi6n de origen Blazquez, Lépez Melero, Sayas, 1989). Hasta el siglo XIV, se detecta en las ex cavaciones arquueolégicas Ia coexistencia de> las formas culturales minoicas, que antes. habfan sido comunes a toda la cuenca del Egeo, Creta y las Ciclades con la minia en la peninsula del Peloponeso, lo que nos ha- bla de la coexistencia de ambas sociedades ‘0, al menos, de su integracién cultural. Desde ese siglo esta sociedad alcanzé el po- der sobre el litoral det Egeo cuando acabé definitivamente con la hasta entonces po- fencia hegeménica de Creta, la cual, habria venido sufriendo un proceso de decadencia, sin que se sepan muy bien las causas, aun- que se sopesa la influencia de catistrofes naturales, tales como las frecuentes erup- ciones volcénicas sufridas por la isla a lo largo del siglo x1v. Culturalmente, la ascen- sién de Micenas se manifest por la apari- cién de micleos urbanos en Micenas, Ti- rinto y Pilos, que a imitacién de los existentes en Creta se asentaron alrededor de monumentales fortalezas, al estilo de la lamada palacial, existente en Creta (Ber- mejo Barrera, 1988). Igualmente permane~ cieron formas de agnupacién social exeten- ses, como los géne, agrupacién famili atriai, grupos de géne unidos por vinculos profesionales familiares; phyldi, o tibus, agrupacién racial en la que se conjugaba el vinculo de sangre y el religioso (Mele, 1982). El tipo de escritura lineal A minoico suftié innovaciones, pasando de ser una fase de la escritura jeroslifica a poseer se- senta signos con el valor de silabas abiertas junto con un mimero indefinido de ideogra- mas, Disponfa también la sociedad micé- nica de signos numerales y simbolos de fraccidn y el sistema métrico decimal (Pu- sliese Carratelli, 1982). Sin embargo, tras los seis siglos men- cionados, la sociedad micénica se habja ido transformando con el paso del tiempo, y de ser una de cardeter agrario, habia de Venido en otra guerrera. Sucesivas inmi- graciones de pueblos ganaderos, ocasio- haron luchas intestinas y, posiblerente, la necesidad de una expansin territorial, El resultado final fue Ia hegemonia de Micenas y su expansién territorial sobre las islas del Egeo y sus costas asisticas. También, en busca de materias primas se asentaron en el Mediterrdneo occidental, Hlegando hasta la Ttalia meridional, Sicilia, Cerdefia, Africa e Iberia. Un nuevo cambio social, evidenciado sobre datos arqueolégicas también, sefiala el fin de la hegemonta micénica hacia ef afio 1100, coincidiendo con el incendio, al parecer intencionado, del palacio y otros edificios del recinto amurallado de Mice~ nas. Legendariamente se corresponde con el retomo de los Herdclidas, histéricamente con la invasién doria (@'Agostino, 1982). Dicho proceso se inicié a través del Bésforo por el pueblo dorio, cuya lengua era también la griega y que fue acompa- fiado de tribus de beocios, tesalios y, quiza también, tracios. Se asentaron en Epiro, Fiolia y Acarania, pero sin alean- zar el Atica, llegando hasta el Peloponeso. por tierra y, por mar, hasta Creta y el sur- este de la peninsula de Anatolia, lugares donde reprodujeron la civilizacién micé~ nico-minoica. El vacio dejado por la pér dida del poder de Micenas en el resto de la costa asidtica, fue ocupado por Jos feni- cios (Pugliese Carratelli, 1982). “ia STORIA BETA CHNGIA VDELA TEENIE "GREG BEL PERIODS MCENIGD ATA EPOCA COREA Aunque en principio la invasién doria no significs un cambio fundamental, dos siglos después surgi6 un tipo de sociedad, la de las Ciudades 0 péteis, hasta entonces descono- cido y en el que comenz6 a fraguarse el ‘modo de conocimiento cientifico. Esta trans- formacién se relaciona con una aguda época de crisis, sinernica en la mitologia ala Gue- rma de ‘Troya, en la que las antiguas dinastias, ante las cOnfinuas invasiones y luchas intes- tinas, vieron c6mo se retrotraia su organiza- cién'mondrquica a la primitiva forma pa- triarcal. En el Atica, a donde no habian lle- gado los dorios, la disolucién del sistema so- Gial micéaico fue atin més radical, de modo que se unieron los géne con los démois —i- visiones territoriales—, constituyendo este hecho el primer esbozo estructural de las fu- turas ciudades-estado (Maddoli, 1982). El siglo de Pericles, el v antes de nues- ta era, por otra parte, marea el fin del es- plendor de la sociedad de la pélis. La de- Tota que la liga lacedemonia infligié a los atenienses en la Guerra del Peloponeso Prieialesconivasmizéacas, 328 cardmicaeretenge y 10 “TE HISTORIA DETR CENCIAV BBA TERIOR posibilité la Hlegada al poder de una nueva -| concieme a los aspectos cientificos, pues sociedad, Ia macedonia, que bajo Alejan- | respecto a éstos solo poseemos festimo- Gro Magno estableci6 una forma de go- | nios desde el siglo vil antes de nuestra biemno radicalmente distinta a la que habia | era, Existe, ademés, otra dificultad acerca visto nacer la ciencia griega, si bien ésta | de esa ibid, frg. 23). ‘Como deciamos, Aristételes recogié aquellas ideas de Tales que avalaban su concepeiéa acerca de la naturaleza, en un intento de dejar bien sentado el estado de Ja cuestién a estudiar, hecho que, dadas las caracterfsticas de 1a ciencia antigua, consistia bisicamente en discutir las opi- niones de los otros investigadores. Era, pues, un terreno fructifero para el recurso a técnicas que en la verdladera demostra- cién cientifica no debian intervenir, tiles como fa observacién o el sentido comin Ambas permitfan Ia refutacién o la mati- zaciGn interesada de hipétesis titiles a la teorfa defendida (cf. Ross, 1981), «...que el principio de las cosas que aparecen es agua y fueron conducidos a esto por la observacién, pues to caliente vive por Ia huimedad y los cadaveres se secan, mientras que las simientes de todas las cosas son hiimedas y todo alimento es jugoso, y cada cosa se alimenta natural- mente de aguello de donde procede. El agua es el principio de 1a naturaleza hi- meda y Jo gue comprende en sf a todas las cosas. En consecuencia, pensaron que el agua es el principio de todo y sostavieron que fa tierra reposa sobre el agua» (RP. vol. 1, frg. 19), Es decir, Tales habria acertado en pro- poner que la realidad esta constituida por elementos, cuyas cualidades determinan su funci6n, pero habria ertado, en opinién de Aristételes, al proponer un tinico ele- mento como soporte bésico de toda rea- lidad. Debido a esta doctrina cosmogénica ha sido clasificado por los historiadores como un autor materialista y monista, es decir, Tales habria pretendido dar una ex plicacién del origen y desarrollo del co: mos y de los fenémenos que acaecen en la naturaleza, recurriendo al agua como sus- tancia original y a los procesos de disolu- cidn y congregacién, que se producen en ella, como mecanismos de génesis y de funcionamiento (Mondolfo, 1982). Como en ef caso de Atistételes, otros investigadores colocaron a Tales a la cabeza de sus respectivas investigaciones. Asi, fue el padre de la geometria para Eudemo de Rodas por su teorema o por conseguir Ia ‘mediciGn de la altura de las pirémides (Bar nes, 1982), Este iiltimo descubrimiento, calcular fa altura de la pirdmide cuando Ja suya era idéntica a su sombra (RP. vol. 1, rg. 32), parece ser que ya habia sido utili- zado en culturas orientales, mientras que el primero, que si dos lineas rectas se cortan entre si, los 4ngulos opuestos por el vértice. son iguales (ibfd,, frg. 37), se admite que fue formulado en realidad por Tales. También fue el precursor de la astro- noma para lo que basta con recordar Ia prediccién formulada por Tales de un eclipse solar, que sembr6 el panico en el ejército persa micntras guerreaban lidios y medos, en el afio 585 (Adorno, 1982). De su biograffa se conservan datos que, siendo anecdéticos para un estudio interno de la ciencia, en cambio, son muy uitiles para conocer la consideraci6n social del cientifico, y de ahf, parte de la funcién social de a ciencia. De estos fragmentos se desprende una visi6n, que atin perdura 4 19. “TREC, DEL FER WICC ATA EEOC RTI popularmente, en Ia que el cientifico tiene unas aspiraciones distintas a las del resto de los mortales’ <...mientras estudiaba los astros... y tmiraba hacia arriba, Tales cay6 en un pozo. Una bonita y graciosa criada tracia se burlé de que quisiera conocer las cosas del cielo y no advirtiera las que tenfa bajo sus pies» (EP. vol. 1. frg. 9). En otro fragmento se nos habla del cientifico que carece de intereses pragmé- ticos: «En efecto, como lo injuriaban por su pobreza y la inutilidad de la filosofia se dice que, gracias a sus conocimientos as- irondmicos, pudo saber c6mo seria la co- secha de aceitunas. Asf, cuando atin era invieno y tenia un poco de dinero, tomé mediante fianza todas las prensas de aceite de Mileto y de Quios, atrendéndo- las por muy poco, pues no habia compe- tencia. Cuando Heg6 la oportunidad y to- dos a la vez buscaban prensas, las alguilé og decals ngt ya {cha oer coe Slauo les drensaeg oe aco yh ipeico, Tie Ate goertiy on ua eta Sei babi Set Carnes csecnnce {Bey edges dusts en un fowls vac sulta a los filésofos enriquecerse cuando quieren hacerlo» (ibid, frg. 11). ‘Aungue [os fragmentos mencionados fueron recogidos por Plat6n y Aristételes, respectivamente, ¥, por tanto, pueden re~ flejar una consideraci6n de la ciencia muy posterior y cuando ya estaba muy estruc~ furada, nds pesmiten pensar que desde el principio, la ciencia y el cientifico han ju- | gado un especifico papel social que los Separa como grupo, entendido sociolégi- camente, es decir, con su propio ro! y sta~ ‘us, que luego, una vez.analizado el conte- nido de sus doctrinas, trataremos de elimitar con mayor exactitud. A este res pecto la mayorfa de los fildsofos presocr: ticos participaron activamente en el go- bierno de sus ciudades. Tales recomend6 la creaciGn de una confederacién par nica, con sede en Teos, contra el peligro de la potencia persa (Eggers, Jutia, 1978). No s6lo las tradiciones cientificas & historicas recogen datos acerca de Tales, también fue conocido como uno de Los siete sabios, por lo que, a pesar de no re- dactar pingtin escrito, no cabe duda acerca de su infliencia extensa y duradera en ef mundo antiguo (cf. Garefa Gual, 1989). Generalmente, se tiende en la historio- grafia o bien a resaltar la consecucién de tun esquema racional acerca del universo 0 a enfatizar los aspectos précticos que se derivaron de Ia teorfa de Tales, entre los cuales se menciona. una gran obra de inge~ nierfa, de causa bélica: «En efecto, como Creso se encon- traba en dificultades para que el ejército atravesara el rfo (a través de los puen- tes)... se dice que Tales, que estaba pre~ sente en el campamento, consiguié que el rio, que comria por la izquierda, lo hi- ciera también por la derecha... Empezd a cavar una fosa profunda desde la parte alta del campamento, en forma de media una, de modo que pasara por detrés des- viando mediante este canal el antiguo curso y volcando muevamente el rfo en él después de pasar a lo largo del camy mento. De modo que, répidamente, divi- dido el rio, se pudo atravesar por ambas partes» (RP. vol. 1, frg. 9). Sin embargo, también de manera ge- neral, son infravalorados ciertos aspectos de su doctrina que, al menos aparente- mente, contradicen su racionalismo abso- Juto. Asi, con respecto a su consideracién como fildsofo materialista, no aleanzan ajustada interpretacién ciertas abstraccio- nes que estuvieron presentes en su teoria, No olvidemos que aquella sustancia or Los ee sabes do Gracia, con ‘ts de ilo clean a0 phe es panes | naria, ademas de ser material, era ifimi- tada en su cantidad: «Algunos, suponiendo que hay un ele- mento tinico, dijeron que éste ¢s infinito en tamatio: asf, el agua para Tales» (ibid., frg. 20). Ademés, tal sustancia estaba posefda de un principio eterno de movimiento, 0 inicio de la generacién, casi siempre rela- cionado con lo divino o, al menos, expli- cado con s{miles de esta indole (Barnes, 1982). «Tales sostuvo que la inteligencia del cosmos es dios, que el todo esté animado y leno de divinidades, y que a través de la humedad elemental se difunde una fuerza divina que la mueve> (EP,, vol. I, feg. 27). Igualmente, sus afirmaciones acerca del alma ya fueron corregidas por Aristé- teles, que las considers fruto de un error cientifi «Parece que Tales, segiin comentan, concibié el alma como algo que mueve, si realmente dijo que el iman tiene alma por- que mueve al hierro» (ibid., frg. 29). Segtin este aserto, todos los objetos naturales estaban, para Tales, dotados de alma, puesto que ésta era el principio de movimiento. Para Aristételes su error consistié en no saber diferenciar Ia cuali- dad de poder voluntario que poseen los seres animados, frente al movimiento pa- sivo de los objetos. Asi, el imén atrae obligatoriamente cada vez que algo féreo se le aproxima, luego no es alma lo que ceasiona el movimiento. ‘La interpretacién de estas ideas de Ta- les se correspondié en realidad con la idea que tenfan dei alma los griegos (Gemnet, 1980) de manera, aunque se supone que el conocimiento cientifico exige una obliga- toria separacién de Ja religién, la pervi- vencia de elementos miticos no contradice una visin racional de la realidad; lo sig- nificativo es el inicio de una investigacién sobre Ia naturaleza, de una historia pert phseos, en la cual se racionaliza esa idea de simpatia o de total interaccién entre las partes individuales, que era caracteris de la visién magica. El agua de Tales es Ia primera formulacién tangible de un con- cepto de Ja naturaleza que Ia hace origen de todas las manifestaciones visibles y cu- yos procesos de génesis y de funciona- Tiento son inteligibles racionalmente, cuando no también empfricamente. Asi, como sucede en el estudio de Ta- les, los restantes filésofos presocraticos son también clasificados utilizando como coordenadas la finalidad y el métodos se- guidos por ellos. Anaximandro y Anaxi- menes son, también, autores cosmolégi- cos, materialistas y monistas: «Todos, en efecto, suponen que es algo corpéreo (la sustancia original), pero mientras que algunos dicen que es uno de los tres elementos, como Tales e Hipén el agua, Anaximenes y Didgenes el aire, He- riclito e Hipaso ei fuego (aunque nadie pensé en proponer a la tierra, en razén de Ja dificultad en alterarla). Otros han con- cebido, en cambio, algo distinto de esos tres, mas denso que el fuego y més liviano que el aire 0, como dice en otras partes, més denso que el aire y mas liviano que el agua. Y Alejandro piensa que Anaximan- dro concibié esta indole de cuerpo aparte de los elementos...» (FP. vol. 1, frg. 116). El hecho de que, como se colige de Ia cita, ya se produjese esta necesidad de clasificar a fos autores segtin la sustancia elegida por cada uno de ellos en la Anti- giledad no ha de extraflamos si recorda- ‘mos que la emergencia a primer plano de Ja raz6n sucedié prontamente a Ia filosofia de los primeros autores (Dodds, 1980). ANAXIMANDRO Y ANAXIMENES, CONCEPTUACION DE LA NATURALEZA Y DE LOS PROCESOS COSMOGONICOS Anaximandro nacié también en Mileto, en el aiio 610 a.C., donde al parecer siguié Jas ensefianzas de Tales. Al igual que éste es padre de una disciplina, Ie geografia, pues se afirma que «fue el primero que se atrevi6 a dibujar un cuadro de la tierra ha- bitada». De la misma manera, participé en. actividades politicas, pues estuvo al frente de ta colonia de Mileto en Apolonia. Tam- bién fue el primer investigador que plasmé su doctrina por escrito en libros como Sobre la naturaleza y Sobre las es- rrellas fijas (EP., vol. 1, frgs. 50-73). Otios datos acerca de Anaximandro, como la medicién del tiempo (solsticios, horas, estaciones y equinoccios) utili- zando el gnomon —una varilla perpendi- cular a un plano, cuya sombra indica la direccién y altura del sol— parecen ser interpolaciones posteriores (Eggers, Julia, 1978), Anaximandro definié como sustancia original algo corpéreo, pero infinito, ca- paz de generar todas las cosas, continente de todas las contrariedades (F.P., vol. 1, frg. 117), a partir del cual se separan aquétlas por estar dotado de movimiento eterno (ibid, frg. 128). Segdn Cubells (1979), ef esquema cosmogénico seguido por Anaximandro habria sido el siguiente: 1. La generacién y la corrupcién tie nen una doble causa: Io apeiron y el mo- vimiento. 2. La generacién es la separacién de Jos contrarios, la separacién de las cosas a partir de la mezcla primigenia; no es el re- sultado de una mutacién cualitativa del elemento primitivo. 3. De lo dpeiron se separan los cielos. y los infinitos mundos, Primero se separa la virtud que engendra el frio y el calor formandose de ella una esfera de fuego que, al romperse, da lugar a los astros 22, Ting HSTORIA DELA CIENCIA W DEA TEENICR que, por tanto, pueden considerarse como separaciones del fuego césmico, 4. Este proceso es cfclico, se repite sin cesar, por ello el movimiento y lo infinito, sus causas, son, respectivamente, eterno, inmortal e incorruptible, 5. Todo esto ocurre por razén de nece- sidad, pues las mismas cosas se hacen muttuamente justicia y se dan expiacién por su culpa segtin el orden del tiempo. Hay pues, en esta cosmologfa, dos as- pectos que la diferencian de la de Tales la sustancia es Gnica y principio, pero mezcla de las diferentes cosas que han de encontrarse; el proceso que da lugar a la generacién y la destruccién esti mas es- tructurado que en la doctrina de Tales, si bien, elaborado sobre motives sociales (Nestlé, 1961), tal como se manifiesta en el pardgrafo quinto de Cubells. Precisa- mente, la diversidad mds Hamativa entre ambas cosmologias radica en el lugar y tipo de elementos sociales que estan pre~ sentes. En la obra de Tales se hallan en la sustancia matriz y parecen ser de carée- ter religioso, puesto que en la propia mi- tologfa griega ya se menciona Ia funcién generatriz que Océanos, dios det agua, infunde en Gea, 1a diosa de la tierra (Guthrie, 1957), También se ha utilizado en la interpretaci6n de esta formulaci6n datos biogrificos que 1a coneetan con factores socioculturales, asimismo préxi- ‘mos a lo religioso, como son la estancia de Tales en Egipto, cuyo pueblo habia di- vinizado al Nilo por los evidemtes bienes que producia en Ia agricultura. En efecto, los periddicos aluviones convertian, al descender el cauce, la tierra desértica en fértil. Sin embargo, es la presencia de los elementos socioculturales en la sustan- cia, y no en e! proceso, lo que nos parece reseftable al set asimilable a una alegoria de tipo religioso, tal como a que, con muy poca anterioridad, habfa realizado Hesfodo (Jaeger, 1952). Ast, la cosmolo- gia de Tales podrfa fundamentar ciertas interpretaciones —por ejemplo, las de Barnes (1982) y Conford (1987)— ten- dentes a revalotizar la separacién de Jos elementos sobrenaturales en el cono-ci miento de la realidad, como se hubiera concebido reemplazar la descripeién teo- Igica del origen del mundo por otra cientifica. Sin embargo, ya vimos eémo este pro- ceso ha de ser ettendido como racionali- zaci6n de una visién magica e introdue- cién de los nuevos elementos culturales, aparecidos en el cambio social. En este sentido la teoria de Anaximandro supone la utilizacién de los procesos basicos de funcionamiento de la sociedad para expli- car cémo se desenvuelve la naturaleza. Asi, los elementos sociales pertenecen claramente a la vida de la comunidad y re- caen en la explicacién de cémo suceden Tos cambios, mientras que es mucho més abstracto el concepto de sustancia (Fa- rrington, 1971), abstraccién que en buena medida no deja de afiadir una caracteriza- cidn mayor al concepto cientifico de natu- raleza. Y, a su vez, ésta se parece mucho a la estructura social de la polis que vere- mos mas adelante (Lloyd, 1987 a). En el-caso de Anaxfmenes se produce una vuelta a la cosmologia de Tales, que hha hecho tener de él una imagen de (Knauss, 1979). Las modificaciones de este proceso politico se reflejaron en numerosos aspec- tos. Arquitect6nicamente, cambid el cen- tro urbano; mientras que antes las casas se construian alrededor del palacio, ahora, el agora, el lugar de la Asamblea Popular, se convirtié en el eje de las edificaciones. Surgié la moneda, como recurso para una codificacién exacta de los intercambios. Ej] alfabeto permiti6 ta transcripeién lite- ral del lenguaje hablado y con ello posibi- Iité la utilizaci6n de la razén como medio discursivo (Lloyd, 1987b). Las transgre- siones sociales eran juzgadas y se impo- nfan como penas la condena al ostracismo © el destierro, condenas duras si se re- cuerda que las aspiraciones del individuo de la pélis eran, junto con la gloria tras la muerte, la ambicién social y el prestigio entre los ciudadanos (Jaeger, 1957). Frente a la astrologia de las sociedades. areaicas se desarrollaron disciplinas como Ja astronomia, geografia y geometrfa que permitieron la ubicaci6n iaica del hombre en la realidad (Guthrie, 1962-69). De esta manera, Hipdlamos de Mileto ( a.C.) proyect6 El Pireo y Ta nugva ciudad de Rodas con un sistema de éfgulos rec- tos, planificacién que se fue extendiendo s6lo durante el helenismo (Forbes, 1964- 723), Por las ciudades comenzaron a de~ ambular individuos expertos en leyes, en el arte de la ret6rica, habiles para sembrar el convencimiento en las asambleas popu- lares (Lloyd, 1987). Aparecié la historia, como un método para recoget noticias de la realidad, y la narracién épica fue sustituida por investi- gaciones en las que se pretendia encontrar las razones del presente. Asi, Herédoto y ‘Tucidides redujeron el campo de estudio a Jos aspectos politicos, etnogriticos y mili- tares, con el fin de servir a lo que en aque- llos momentos constitufan los intereses primarios de la vida publica griega (Mo- migliano, 1984). ‘También comenzaron a ser vistos con frecuencia en las cindades unos sanadores may distintos a los de épocas anteriores. ‘Curaban, en Ingar de con ensalmos, con sangrias y plantas de las que sabjan sus virtudes curativas; diagnosticaban obser vando la orina, palpando 0 buscando cam- 440 | bios en la temperatura corporal, y munca recurrian a las inmolaciones y augurios (ef. Lain Entralgo, 1970). El mas impor- tante de ellos habfa nacido en Ia isla de Cos y tenido como nombre Hipécrates. Siglos después, todos estos sanadores pa- saron.a ser llamados médicos hipocrdticos ¥ a tener como signo de reconocimiento Uaeger, 1952) un célebre fragmento de unio de sus escritos: «Respecto a la enfermedad llamada sagrada, no me parece que tenga nada més divino ni més sagrado que Jas otras, al contrario, su naturaleza y origen es idén- fico a los del resto de las enfermedades. Sin duda, el creer que su causa tenia algo de divino se ha debido a la inexperiencia ante lo maravilloso que se ha observado en ella, Pero gse supone que tiene una causa divina por la maravilla que presenta esta enfermedad? Entonces habria muchas enfermedades sagradas y no una sola, pues yo mostrarfa ottas enfermedades que ho son menos maravillosas ni menos sor- prendentes y que nadie considera como sagradas» (L. VI, 364). Para terminar esta lists de innovacio- nes deberfamos decir que, por ultimo, aparecieron los fildsofos, para los cuales, segiin Conford (1987), «un evento fisico se consideraba explicado cuando, por de- cirlo asf, se habfa reducido a sus partes, 0 bien, se habia descrito en términos de otros acontecimientos fisicos que Io pre- cedfan 0 que lo componfany. Pero lo cierto es que no sdlo se dieron en aquellos momentos esquemas raciona- les de acercamiento a la realidad. El san- tuario de Delfos se reviteliz6 durante los iglos VII y VE, intentando imponer el sen- jo de la medida y de la equidad frente al resurgimiento del culto a Dioniso. De la religion homérica, carente de Libro sa- grado y de casta sacerdotal, se derivaron tendencias religiosas divergentes, que bajo el culto a Dioniso, manifestaban, con la realizacién de rituales inicidticos, la preocupacién por destino del alma, Al mismo tiempo, la relacién de este dios con los antiguos orgeones, estamento so- cial de los extranjeros libres, sefiala las tensiones acaccidas en una comunidad que segufa basando el derecho de ciuda- dania en el sistema de parentesco, por lo tanto, en una estructura propia de un tipo Jocepie ia ‘TREC BL PEaTOBS MICESTCO MIA ERO GAIL de sociedad superado. Un factor de indole similar explica la existencia de formas culturales en las distintas phyldi, que exi- gian la disposicién de bienes materiales para el culto con fa edificacién de santua- rigs y presencia de un arconte (Parain, 1986). O la emergencia, al Jado det dico laico, de espléndidos santuarios dedi- cados a la curacién de las enfermedades por accién divina. Eran Mamados Ascle- peion en honor del recientemente nacido dios de la medicina, Asclepio. Disponfan de sacerdotes encargados del culto y en ellos los enfermos permanecfan hasta que, durante una de las noches, sus almas eran aconsejadas por el dios sobre las pautas a seguir para obtener la curaci6n (Edelstein, Edelstein, 1975). Este panorama de contradicciones ha motivado un intento de explicacién a la luz de la psicosociologia, segiin la cual, el individuo de la palis habria estado bajo la presién de una cultura de vergenza, que le habria determinado a controlar y, al mismo tiempo, a saber expresar su im- pulso individual ante la presién de la con- formidad social (Dodds, 1980). Bames (1982) ha realizado una sinte- sis de la doetrina presocratica de los mile- sios que sirve para entender su significado dentro de esta visién de la sociedad, por cuanto descubre la inconsistencia de las generalizaciones que se han hecho sobre ella. Asi, en primer lugar, no se puede afirmar que el conjunto de las observacio- nes recogidas por los milesios constituye- ran un verdadero cuerpo doctrinal, sino que éste fue establecido a posteriori. Res- pecto a la cualidad cientifica del método gue siguieron, sigue resumiendo Barnes que Jos tinicos intentos de cuantificacién y mensuracién —forma de atenerse a la rea~ lidad— sélo aparecen en Anaximenes, si bien, no fueron utilizados de una manera sistematica como datos para verificar la tworia en la que se enmarcaban, Pese a ello, sf que existieron ciertos métodos de explicacién, como el establecimiento de hipstesis o la argumentacién razonada (Lloyd, 1987b). EL modo de integrar todos los compo- nentes de la filosofia presocratica seria utilizar un soporte sociolégico para la ciencia en que lo determinante deberia si- tuarse en Ta funcién que cumple. En estos primeros momentos de pensar tacional, el cientffico es uno mas de los elementos al servicio de la comunidad de individuos frente a la de caracter jerarquico o monér- quico. Asi lo indica 1a separacion de fun- ciones y de organizaciones sociales que acaccen de forma manifiesta a partir del siglo Vil. La socializacién e interaccién entre los grupos y los individuos que los constituyen, requiere algo mas que las formulas religiosas y los sistemas de pa- rentesco imperantes en una sociedad ar- caica; mas atin, cuando se distancian los niicleos de poblacién de su origen geogré- fico, con el consiguiente intercambio cul- tural en las zonas de asentamiento. Los beneficios que en un principio fueron fructiferos para el mundo griego, se con- virtieron en una sefial de alarma al iniciar su expansidn Tos pueblos limitrofes. No es de extrafiar que pronto se proyectase so- bre ellos, y desde la ciencia, teorfas ten- dentes a sesaltar la superioridad «gené- tica» de la raza griega (Vegetti, 1981). Lo mismo sucede cuando fos valores sociales se van modificando, no s6lo por procesos de aculturacién derivados de! mencionado intercambio entre zonas fronterizas, sino por las mismas transformaciones sociales. De esta manera de estar representados, esos valoes, por la aristocracia y Ja virtud guerrera, fécilmente transmitidos por las estructuras citadas, pasan a entremez~ clarse con los derivados de la vida politica de la comunidad (Jaeger, 1957). ‘Asi pues, la explicacién acerca del surgir del pensamiento racional podemos hacerla en un contexto en el cual se mani- fiesta la insuficiencia que la religiGn y las formas culturales basadas en el sistema de parentesco sufren en su funciGn socializa- dora ante el cambio social. Por el contra- rio, en las poleis aparecen escuelas de fi- losofia, se redactan escritos para la ensefianza y la educacién pasa a ser gene- ralizada (Clarke, 1971), claro es que sélo para los ciudadanos varones libres (Jae- ger, 1957). Hay, en efecto, un proceso de Separacién entre la religién y el mito y la ciencia, pero no tanto en los contenidos como en las facetas sociales que cumplen. La diferencia, mas que residir en conside- raciones contrarias —religiosas 0 cientifi- cas—, lo hace en los grupos sociales so- bre los que ejercen su funcién y en la ‘TRANSFORMACION DE SUPUESTOS MAGICOS Y RELIGIOSOS EN FORMULACIONES CIENTIFICAS Y MEDICAS. Adinicactn toca zg ‘aracin enthouiamaus — fox cxacenes miagresas 2 Religion | Titaierto, gone plgaras 5 tess pureacion roa 5 pura sca 3 2 ve 3 / 2 2 Desmitfcacién piysis 2 Magia-simpatia | Wzteraizacén. cucidades + rtsis a | Recinezacion homeopata— acta - 3 dia 8 = chins cats 3 > see g 2 Enpirismo - Fuente: Léanse pp. 27-82 racionalizacién de antiguas concepeiones en tomo a la realidad. De hecho, resulta revelador cémo no deja de insinuarse en as doctrinas cientfficas Ia nocién de an principio que, trascendente a la materia, es capaz de dirigirla. Asf sucede con el concepto de lo ilimitado de Anaximandro, que envuelve y dirige toda la naturaleza, © con el frecuente uso de metdforas néuticas para diferenciar lo que mueve y lo mo- Vido en el orden césmico (Lloyd, 1987 a). En el aspecto religioso, apoya lo que decimos el resurgimiento de los titos dio- nisiacos, antes mencionado, que se ha in- terpretado como recurso para eludir Ja creciente diferenciacién social, econémica y cultural, que originan las frecuentes Iu- ‘has en las ciudades-estado y los constan- tes cambios entre tirania u oligarquia y democracia (Detienne, 1986). Esta reli- ¢gidn se caracteriz6 por el entusiasmo, de manera gue en muchos lugares aparecie~ ron profetas y profetisas, baquidas y sibi- las poseidos por el dios, y un deseo gene- opora do un sua onalaen Ecler iss Wa 32 ‘Aa HISTORIA BELA GENGIA VDELA TECMICH 33 "REG DEL PERTOP WiC ENICO ATA EPOCH Cl ralizado de la existencia de Ja vida de ul- tratumba (of. Vernant, 1986). En este contexto, debemos recordar que cada cultura elabora un esquema de acercamiento racional propio de ella, en el que estin implicitos tos fines, métodos y procesos a estudiar, Por ello, no ha de sor- prendernos el hecho de que en la filosofia presocritica se insistiese en estudiar par- elas reservadas a la religién, el origen del cosmos y los procesos que lo mantienen, 0a la miagia, la relaci6n fntima entre to- dos los componentes del universo 0 sim- patia y las facultades 0 virtudes que po- seen, entre otros elementos. Del mismo modo, es légica la calificacién de divino con que se provee a algunos autores, que veremos a continuacidn, 0 el ejercicio po- litico de la mayoria, cuando lo que hia su- cedido ha sido una diversificacién entre fines sociales anteriormente provistos por Ia estructura religiosa fundamentalmente (cf. Adorno, 1982). Esta funcién social s6le fue incoada por los filésofos milesios. El resto de tores presocréticos representan los dife- temtes procesos seguidos en la configura- cidn final de la ciencia como un elemento cultural y del cientifico como integrante de un gripo social. LOS PITAGORICOS Y JENOFANES. CIENCIA Y RELIGION ‘Como estamos viendo, no podemos afir- ‘mar que la filosofia presoerética supusiese luna ruptura radical con antiguas concep- ciones, sino que con ella aparecieron otros fines sociales, a los que servfan el estudio de todos aquellos fenémenos relacionados con el individuo. Asf, hemos visto un in- terés cosmolégico en los fil6sofos mile- sios, que muy bien puede representar la tarea de otganizar racionalmente antiguas creencias religiosas. ‘La doctrina pitagérica estuvo centrado fundamentalmente en Ia representacién simbdlica de fa significacién de la navura- leza y del ser humano. Como sfmbolos fueron utilizados Ios némeros, de diferente valor segiin su composicién y lugar en la scala. El hecho de que se definieran por su composici6n les dio el nombre de ni- meros figurados (Cohen, Drabkin, 1948). La teoria pitagérica de los niimeros fi- gurados, que jugaré un gran papel en la matematica hasta el siglo XV de nuestra era, basicamente consistia en la represen taci6n de los nimeros por puntos dispues- tos en figuras. Los nmeros planos eran cuadrados (el 4 y el 9), rectangulares (el 12), triangulares (el 2 y el 6) 0 lineales, también Hamados primeros, cuando no podfa realizarse ninguna figura con ellos, ‘como es el caso del 7. Los heterGnomos eran la suma de dos o mas figuras Cuando éstas eran paralelepipedos pasa- ban a ser considerados némeros sélidos. El paso de un mémero sucesivo a otro, dentro de Ja misma escala de figuras, era aleanzado a través de una constante, gno- ‘mon, propla también a cada tipo de figura (Taton, 1966). Esta aritmo-geometria permitfa utilizar en la teorfa de los nimeros la certeza de tos célculos a wavés de la aritmética y la visi6n y la evidencia, dados por la geome- tria (Farrington, 1971), Esta dltima disci- plina estuvo orientada, fundamental- mente, hacia ¢] conocimiento de las éreas; las aportaciones de los pitagéricos a este campo hicieron que Pitégoras fuese consi- derado como el descubridor del teorema que dice que en los tridngulos rectingulos el cvadrado del angulo que sostiene el lado derecho es igual a los cuadrados de Jos lados que sostienen el éngulo recto, El que éste, sin embargo, ya hubiese sido uti- lizado en Babilonia aunque empirica- mente, es decir, sin demostracién teérica, es un hecho que marea las diferencias en” tre pensamiento racional y pensamiento areaico (Lloyd, 1970). De las once proporciones de mesotes descritas, los pitagéricos descubrieron tres: Ia aritmética, la geométrica y la at- ménica, habiendo sido esta tltima relacio- nada con su teorfa filoséfica y, al parecer, establecida como principio de sucesién entre las cosas creadas por pertenecer a la misica (Guthrie, 1962-69). ‘La mayoria de los fragmentos de los pitag6ricos recogen datos biogrificos de Jos autores mas que notas acerca de su construccién filosGfica. Asf sabemos que convivian como si constituyesen una her- mandad religiosa, dedicados a la préctica del ascetismo. Crefan en la inmortalidad del alma y en su transmigracién, lo cual 4 ot 35 a TCAD SA DETER i aan Reo aE — REPRESENTACION DE LOS NUMEROS SOLIDOS PITAGORICOS, o 8 0 @ @ Oo ° o 0 @ @ 0 e eo eo ee eee © © © 0 00 C00 C000 1 4 9 1 3 6 10 ‘CUADRADOS TRANGULARES °° e@eo eeeo 2 00 0 eeend o 0 00 HETERONOMOS 2 Fuente: Taton, 1966. determinaba ciertas priicticas como el ve- getarianismo y Ia no inmolacién sacrifi- cial (Vepetti, 1981). «¥ cierta vez, caminaba Pitégoras cerca de un perro maltratado, y, compade- cido, dijo estas palabras: deja de golpearlo puesto que es el alma de un varén amigo, Ja he reconocido al ofr el sonido de su voz» (EP, vol., 1, frg. 312). Respecto al mismo Pitgoras, su vida estd lena de leyendas. Acerca de su naci- miento se dice que provenfa de Anqueo, lider de Same, en 1a isla de Cefalonia, y del que se afirmaba poser tan gran. fama y virtud que se le emparentaba con Zeus. Para otros, habrfa sido hijo de la unin en- tre Pites, ala mas bella de Samos», y Apolo, del cual procederia su nombre. El momento en el que redact6 su doctrina fue el siglo Vi a.C., pero de acuerdo con la creencia de la transmigracién de las al- mas, decfa haber Hegado @ esta etapa tras haber sido Erdlida, hijo de Hermes, Eu- forbo, herido en la guerra de ‘Toya por Menelao, luego Hermétimo y, por fin, un pescador de Delos, Pierro, tras cuya muerte aparecié Pitégoras, desarrotlando Ja mayor parte de su actividad en Crotona, una colonia griega, situada en el sur de Ttalia (ibtd, frg. 241), Afirma Bachelard (1982) que el pen- samiento cientffico sigue una serie de pro- cesos hasta su final elaboracién, entre Ios cuales el primero se centra en la represen- tacién geométrica de la realidad. Para Jos pitagéricos e} conocimiento aritmético y geométrico no significaba la disponibili- dad de recursos para la técnica, sino que Jes permitiG la abstraccién matemstica de Ja realidad, de manera que a través del ‘Uno originario y divino, y su representa- ci6n geomeéirica, la linea, pudieran for- marse todas las formas visibles por medio de 1a actuacién de constantes de relacién (Guthrie, 1962-69). «Los nimeros —se- ‘g6n recoge Conford (1980)— constitufan el verdadero elementos del que el mundo estaba hecho. Llamaban Uno al punto, Dos a la Iinea, Tres a la superficie y Cua- tro al sélido, de acuerdo con el niimero mfnimo de puntos necesarios para definir cada una de estas dimensiones. Peto sus puntos tenfan tamaiio; sus lineas, anchura, Y sus superficies, profundidad. Los puntos se sumaban para formar Ias Tineas; éstas a su vez para formar superficies, y éstas para los s6lidos. A partir de sus Uno, Dos, Tres y Cuatro podfan construir un mundo. No nos extrafie que Diez, la suma de estos niimeros, tuviera un poder sagrado y om- nipotente.» Sin embargo, esta teorfa no supone ‘meramente una sustitucién de la sustancia ‘material originaria de los primeros filéso- fos por las concepciones abstractas de los némeros, de tal manera que éstos, por te- ner magnitudes, Hlegasen a ser los compo- nentes de las sustancias sensibles. Los pi- tagéricos, por el contrario, sobre esta formalizacién matemética de la materia, establecieron relaciones con ios valores morales y estéticos e introdujeron explici- tamente un mecanismo explicativo de ca- récter dualista, En el dualismo se man- tiene que los fenémenos son el resultado de la interaccion entre dos agentes opues- tos que los pitagéricos ordenaron en diez principios: limite e infinito impar y par uno y multiplicidad derecha e izquierda macho y hembra ‘en repoxo y en movimiento recto y curvado luz y tiniebla bueno y malo cuadrado y oblongo. La realidad cognoscible fue resultado. del equilibrio entre Ia oposicién que re- presenta lo infinito, suma de todo, y la di- visién (limitaciGn) de éste segiin constan- tes especificas para la consecucién de cada forma. Con ello, Io limitado y lo infi- nito son los primeros principios (Guthrie, 1962-69). Esta Tabla pitagorica de Opuestos re- fleja también antiguas creencias que, se- gn Ia antropologia cultural, hay que ins cribir dentro de la doctrina religiosa, ya sea el orfismo 0 el zoroastrismo, Asi, la derecha, el vardn y 1a luz esté en el lado de lo limitado y del bien, mientras que 1a izquierda, la hembra y la oscuridad se alinea junto con lo Himitado y el mal (Lloyd, 1987 a). El uso de las Oposiciones simbolizaba también una estructuracién social depen- diente de valores rigidos: «Pocos dfas después (de su Hegada a Crotona, Pitégoras) visité la escuela, Una ver, congregados a su alrededor los jévenes, se sabe que les dirigié algunas palabras, por medio de las cuales los exhort6 a estimar més a los ancianos. Mostté que, tanto en el universo como en la vida, en los Estados y en la naturaleza, es més venerado le que precede en el tiempo que lo que Ie sigue, dando ejemplos: el levante (es mas vene- ado) que el poniente, la aurora més que el crepisculo, el principio mis que el fin, la generacién mis que 1a destruceién; a su vez, en forma semejante, los autéetonos: nds que los forasteros; del mismo modo, en. las colonias, los lideres y fundadores de un Estado (son los mas venerados) y, en gene- ral, Ios dioses mas que los demonios, éstos més que los semidioses y los héroes més que los hombres, y entre éstos, mis los que son causa de nacimiento que los més jove~ nes» (FP, vol. 1, frg. 256). Ademés, posibilitaba la integracién entre modos de conocimiento religiosos y cientfficos al poseer existencia separada fos Opuestos, lo Uno y lo Miiltiple, el re- poso y el movimiento, limitado e ilimi- tado, y al estar dotados de valores mora- les. Por ejemplo, la creacién del cosmos, cuyo intento de explicacién fue el obje- tivo para los fildsofos milesios, dejé de ser tema de estudio en la doctrina pitags- rica, como si de esta fonna se pretendiese conciliar la agencia divina y Ja natural: «Bs absurdo afirmar la generacién de entes eternos 0, més bien, ésta es una de las cosas imposibles. No es necesario du- dar si los pitagéricos han pensado 0 no esta generacién. En efecto, claramente di- cen que, constituido lo Uno, sea a partir de planos o de una superficie, sea a partir de una simiente o de elementos dificiles de precisar, en seguida, lo més proximo a Io Himitado es arrastrado y limitado por el Limite» (FP., vol. 1, fng. 368). Hablabamos antes, al describir hist6- ricamente la estructura de Ja polis, de la existencia de una divergencia entre for- mulas religiosas y cientificas, y, dentro de las primeras, dé una entre divinidades claras/inicidticas (Apolo-Dioniso) que también se teaduce en una diferencia en- tre las olimpicas/ct6nicas, A estas divini- dades subterréneas pertenece una forma religiosa que alcanz6 predominancia du- 36 ‘RIL TISTORA BETA CIINGIA¥ DETR TENA 37 Ti DEL PERIOD WiC ENTCT RTA EPOCH CER rante la vida de Pitégoras, el orfismo. Los mitos de éste, 1a transmigraci6n del alma, Ja armonfa, los efectos beneficiosos de la mtisica, la oposicién entre fa luz y la os- curidad, se encuentran presentés en la doctrina pitagérica y hacen entenderla como «un movimiento comunitario y reli- gioso, enrajzado en la tradicin y que se Centra més en el hombre que en Ia natura- Ieza. Su especulacién tiene en ditima fi- nalidad un cardcter soteriol6gico y tras- cendente», ia vida y la realidad habrian estado encaminadas, para los pitagoricos, a perpetuar y perfeccionar la existencia en una sucesién de reencarnaciones que tienen como wltimo fin la perfecein (Adorno, 1982). LA COSMOGONIA ORFICA Se dice det mismo Pitégoras que su aparicién en el siglo vi Ia hizo cuando ya contaba con 216 affos de edad. También, y esto nos puede clarificar mas acerca de si doctrina, se le relaciona con Polfcrates y la instauracién de una tirania promovida por éste en Samos (FP, vol. 1, frg. 286), La huida de esta situacién lo lev6 a reali= zar un largo periplo a través de Egipto (a donde segin otras fuentes habria llegado por consejo de Tales), y de Babilonia hasta llegar al sur de Italia, donde en Cro- tona puso en préctica su doctrina, tras convencer a sus habitantes de Ia bondad de la misma (ibid, frgs, 249-287). Entre los argumentos mencionados para ganarse el favor de la comunidad EROS F HUEVO DEL GRONOS —m} ORD DIOSES OLIMPICOS TITANES devoran a DIONISIO (terra) {aivino) ZEUS deatuye a TTANES PURIFICACIONES hasta reparar la culpa ® ama “ me " gerp0 a ‘ser humano Fuente: Adorno (1982). se mencionan dos que nos hablan del cardcter de la utilidad de la doctrina pi- tagorica: «Pitgoras marché desde Stbaris a Crotona por la costa, y se aproximé a los pescadores. Estaba ain sumergida en el mar la red cargada de peces, y les dijo qué cantidad habian pescado, precisando el mimero de peces recogidos; a su vez los hombres prometieron hacer lo que él les ordenara, si el prondstico era acertado. Después de que el recuento mostré que era exacto (Pitégoras) ordend poner nue- vamente en libertad a los peces vivos. Y lo més asombroso: durante el tiempo del recuento ninguno de los peces que perma- necfan fuera del agua expir6, por haber estado él a su lado. ‘Tras pagar a los pesca- dores por los peces, se marché a Crotona» Gbid., frg, 251). En otra ocasi6n, Pitégoras propicié 1a respuesta solidaria del grupo, cuando Te- lis se convirtié en el jefe popular de Siba- ris y decreté el destierro y la confiscacion de fortunas de anteriores personajes signi- ficativos. Cuando éstos buscaron refugio en la préxima Crotona, fue enviada allf una embajada sibarita pidiéndo la nega- cién del auxilio. En Crotona, «Tras ser convocada la Asamblea y so- metida a deliberacién la altemativa de en- tregar los suplicantes a Tos sibatitas 0 s0- portar una guerta frente a quienes eran mas fuertes, fa duda envolvia tanto al Con- sejo como al pueblo, Al comienzo prevale- fa por mayorfa, entre las opiniones, la de entregar a los suplicantes, por (temor) a la guerra. Pero después de esto, cuando el Igsofo Pitégoras aconsejé salvar a los su- plicantes, cambiaron las opiniones y se aprestaron a la guerra por Ja salvacion a los suplicantes...» (ibid, frg, 282) Estos datos biogréficos nos brindan algunos factores explicativos del paso ha- cia la abstraccién que, con respecto a la filosoffa milesia, refleja la pitagérica. Cremos que el cambio de escenario geo- gréfico hacia una zona de mayor acultura- cin y con mayor presencia de estratos ar- caicos —se habian dado ya asentamientos micénicos— conllevé el recurso a ele- mentos socializadores més generalizados que los cientificos. Al mismo factor apunta el doble nivel de conocimiento exigido en Ia comunidad pitagérica. Los matemticos eran aquéllos mas compro- metidos con la doctrina, que recibfan una instruccién rigurosa acerca del funda- mento de la ciencia. Los acusmiticos sdlo atendiun a instrucciones compendiadas de Jos libros (Cubells, 1979). Por su parte, la metempsfcosis, con sus consecuentes eastigos o recompensas, era un fructifero recurso para la preserva- cién de los valores sociales, entre ellos y, de nuevo, los existentes en la sociedad ar~ caica: «Asi (Perécides de Siro) destacé por su virilidad y por su dignidad y, tras haber muerto, su alma posee una Vida placen- tera» (EP. vol. 1, fig. 311), Sobre la doctrina pitagérica esta- mos obligados a establecer dos tipos de conclusiones: o bien todo su significado soterioldgico es pura leyenda, 0 bien lo. aceptamos como parte de la amplia signi- ficacién y las muchas connotaciones y de~ pendencias culturales que la ciencia posee en todo momento histérico, mas aun en un momento en que todavia no estaba sufi- cientemente cristalizado el acercamiento cientifico (Adorno, 1982). Si sdlo nos quedéramos con los conocimientos positi- vos establecidos por Pitégoras y sus dis pulos, nos verfamos abocados ‘ descalifi- carlos de cientificos, puesto que sus aportaciones a las matematicas parecen mids producto de autores anteriores o sub- siguientes que de ellos mismos. Asi, hemos visto cémo su teorema ya era utilizado en Babilonia, y lo mismo cabe decir de Ia representacién geométrica de Jos nimeros, al menos de alguno de ellos, En realidad, la-verdadera demostracién matemética parece que no se inicié hasta el siglo Iv, como mucho a finales del v a.C., con el estudio de los niimeros itra- cionales y el de determinados problemas geométricos, como los de la duplicacién del cubo o de la inscripcién de una cireun- ferencia en su cuadrado (Taton, 1966). Sin embargo, como dice Conford (1987, p. 139), «a través del concepto de alma la vida religiosa o iniciads se con- vertéa en una forma de filosoffa, al permi- tir la ascesis la liberacién parcial de La cércel en la que aquélla se encuentra: un hombre cuyos pensamientos estan fijos en Ja realidad verdadera no tiene tiempo para. bajar su mirada a los asuntos de los hom- 3 “Ra HISTOR BETA GENGIA VBE La TERIOR Hermes, 200 ise baanzay, Eda nr meal be hm ieoavac. bres, para participar en sus hechos y para infectarse con sus celos y odios. Contem- pla un mundo con un orden permanente y arménico, en el que gobierna la raz6n y nada puede hacer ni sufrir mal alguno». Jenofanes fue el primer autor en negar la validez de los sentidos, como poste- riormente harfan los eléatas, pero dentro de un objetivo fundamentalmente teols- gico. Nacido en Colofén entre el 580 y 577 ac, redacté en verso escritos «llenos de ins6litas satiras contra fil6sofos y poetaso Hamados sitloi (Long, 1989): «Homero y Hesiodo han atribuido a Jos dioses todo cuanto de vergiienza e in- juria hay entre los hombres: robar, come- ter adulterio y engaiiarse unos @ otros» (tomado de Cabelis, 1979). La eleceién de este género literario ha hhecho que se relativice su posicién como filésofo, aunque otros autores, como Par- ménides 0 Empédocles de Agrigento, también escribieran en verso. Sin em- bargo, Jenéfanes fue el primero en iniciar una investigacidn teolégica, desprovista de mitos, y un apunte epistemolégico, en el que hacen su aparicién conceptos que, poco después de él, se convertirian en fundamentacién de la ciencia: el modo de conocimiento, el movimiento y él origen de &ste (Guthrie, 1962-69), ‘Ambas facctas de su obra, teologfa y epistemologia, tienen un nexo en Ja relati- vidad del conocimiento humano, hipstesis que seria recogida en marcos te6ricos dis- tintos en el movimiento eledtico y la so- fistica, E1 planteamiento de Jendfanes se demuestra en la conocida sentencia que citamos a continuacién: Pero si los bueyes (caballos) y leones tuyieran manos © pudieran dibujar con ellas y realizar __ obras como fos hombres dibujarfan los aspectos de los dioses y harfan sus cuerpos, Jos caballos semejantes # los cabailos, los bueyes aos bueyes tal como si tuvieran a figura corres- pondiente a cada uno (EP, vol. 1, frg, 531). Frente al antropomorfismo del perfodo homérico Jendfanes nos brinda una idea de dios de la que se separan elementos ar- caicos, pero en la que se introducen nue- vos componentes culturales, ya enraiza- dos en una argumentacidn cientifica (Cubells, 1979). El dios de Jenéfanes, se- atin resume Barnes (1982), 6s ingenerado no tiene movimiento es uno y el mas grande entre todos los dioses y los hombres no es antropomérfico piensa y percibe como un todo mueve las cosas por el poder de su mente es moralmente perfecto. El panteén olfmpico queda muy lejos de esta concepcién, incluso la alegorfa de Hesfodo a pesar de haber introducido fr- mulas racionales en la creacién de los dio- ses. Del mismo modo, desaparece con Je- néfanes una de las ideas mAgicas aportadas por la religién, aquélla‘que con- sideraba los efectos y funciones como re- sultado de la agencia divina; frente a esta visién se introduce un concepto descono- cido, al menos en fa literatura homérica, la mente, que hemos de entender en este momento como racionalizacin, como conciencia de ta realidad (Barnes, 1982), Ademis, esa mente no sigue recursos ma gicos en su designio sobre Ia naturaleza, 10 que, por el contrario, el hombre slo puede tener el conocimiento limitado de las leyes que obtiene de Ia naturaleza, le- yes a las que el hombre ha de atenerse en su reflexién (Cubells, 1979): ‘GREG DEL PERIOD naCEHTOO TA EPOTR COTTA «.os dioses no lo revelaron todo a los hombres desde el principio, sino que és- tos, con el tiempo, buscando, encuentran Jo mejor» (ibid., frg. xviii, p. 128). Para Jendfanes, el conocimiento hu- mano est sometido a la conjetura y al es- tablecimiento de meras opiniones, a través de las cuales nadie Uegara a conocer nada con certeza. Este relativismo 0 escepti- cismo, como ha sido considerado por al- gunos historiadores (Adorno, 1982), fue Sin duda Ia causa de que en su acerca~ miento al estudio del cosmos se diferen- ciase de las filosoffas milesias. Utilizé los concepts de principio, de sustancia or nal y de mecanismos de génesis y funcio- namiento, pero no quiso conseguir un es- quema cerrado, puesto que pretendia diferenciar entre lo que se vefa y Jo que podria ser (Guthrie, 1962-69): «Este uno, que dice Jendfanes que es dios, no se mueve ni es inmévil. En efecto, el no-ser es inmévil, pues ni Jo otro irfa hacia lo misino ni éste hacia lo otro. Pero las cosas que son més de una se mueven, pues es necesatio que una se mueva hacia otra, y ciertamente ninguna se moverfa hacia el no-ser. El no-ser, en efecto, no esté en ninguna parte, y si se transformara una cosa en otra, lo uno seria mis de uno; por esto, s6lo se moverian si son dos o mds de uno, mientras la nada estd en reposo y es inmévil. Pero lo uno no est en reposo ni en movimiento» (EP., vol. 1, rg. 488). La larga vida de Jendfanes y sus conti rnuos viajes, desde Jonia a Malia Meridio- nal, hacen suponer que estuvo en contacto ‘con gran parte de las doctrinas presocréti- ‘cas; sobre cuyos autores ejercié influen- cia, 0 bien, la recibié de ellos. El hecho de que prefiriese el estudio de 1a naturaleza divina y de la capacidad cognoscitiva de! ser humano nos habla de las tensiones existentes entre dos tipos de sociedades en conflicto. En este sentido, la doctrina de Jendfanes puede ser entendida como la ‘construccién de una teologfa acorde a la nueva sociedad: «el mundo estaba pene- trado en todas sus partes por Ia fuerza di- vina y espiritual, que lo limitaba en su forma. Pero esta divinidad habia superado. los rasgos antropomdérficos, era toda ella espiritu e inmévil, y mantenia y sostenia el universo en movimiento» (Nestlé, wees sara at cena oe rier 1961). Frente a las anteriores férmulas re- ligiosas, marcadamente locales o enraiza- das en una forma de organizacién tribal, la divinidad de Jenéfanes tenfa una caréc- ter universal (Jaeger, 1952). Ademés, el cambio acaccido entre ambos modelos s0- ciales se refleja en las categorias que con- forman el acercamiento teolégico y epis- temolégico de Jen6fanes, de manera que se sientan con é! Jos elementos bésicos del posterior marco cientifico, en el que la ciencia no es meramente un apunte ateo de la realidad, sino que ciencia y teologia son elementos interactuantes: ia ciencia fundamenta a la teologfa y la teologia Ii bera a la ciencia de un ciego mecanicismo. (Barnes, 1982), HERACLITO Y LOS ELEATAS. LAESPECIFICIDAD DE LA CIENCIA HERACLITO. . LA FORMALIZACION DE LA RAZON Hericlito es conocido por el sobrenombre de oscuro; ya los primeros doxégrafos se hicieron eco de Ja dificultad de enten- derlo, hecho al que solfan caracterizar ‘como fruto de un problema gramatical: «La claridad depende de varias cosas: primero, en Ja propiedad de la expresi6n; después, en el modo de unit. La expresién 40 a a1 “En: DEL FERIOPOHICESICO ATA POCA CLSICR sin particulas unitivas y deshilvanada es siempre oscura. En efecto, el comienzo de cada clusula no queda claro a causa de la falta de conexién, como en la obra de He- riclito; a ésta, en efecto, la hace oscura, en Ia mayoria de los casos, Ia falta de co- nexidn» (FP, vol. 1, frg. 574). Nacido en Efeso y aleanzando su ma- durez durante la 69.* Olimpiada, afios 504-501, se le atribuye la redaccién de un libro, que con el nombre de Sobre fa natu- raleza, habria estado dividido en tres sec- ciones: universo, politica y teologia, den- tro de la finalidad general de confeccionar una «Regla de Costambress 0 un «Orde- namiento nico de conducta para todos». Esta preocupacién ética constituyé tam- bién parte de su interés vital, hasta el punto de ser considerado por muchos de sus ciudadanos como un ser insociable (ibid, frgs. 552-556): « (L. VI, 34). Zenén nacié en Flea y alcanz6 sa ma- durez en torno a la 78° Olimpiada (468-65 a.C.). De él se dijo que era un hombre ex- celente, tanto en politica como en filoso- ffa; parece ser que viajé a Atenas, hablén- dose de que Pericles fue disefpulo suyo, y en donde el propio Sécrates habria escu- chado sus doctrinas (FP., vol. 2, lrgs. L- 11). Como deciamos, Zendén introdujo en el mundo de la ciencia métodos de razo- namiento (Bochensky, 1968): <... Supone que lo que es, es necesa- riamente uno e inmévil, y 0 supone sobre ucain giog. Macao tent, Cobe de Burs ata, 46, “ia BISTORIA DELA CIENCIA VDE LA TEEMER Ia base de la dicotomta hasta el infinito propia de lo continuo, pues si lo que es no fuese uno e indivisible, sino miltiple y divisible, nada serfa exactamente uno, y si nada fuera exactamente uno, sino ingitiple, lo multiple consistirfa en una pluralidad de unidades. Por consiguiente, es imposible que lo que es sea divisible. Entonces, es tinicamente uno» (F.P., vol. 2, fig 47). En este caso, vemos tres de los princi- pales elementos utilizados por Zenén: la necesidad légica, la demostracién de una tesis mediante la refutacion de La tesis opuesta y, también, la imposibilidad de gue del snismo antecedente se desprendan dos consecuencias incompatibles entre si (Lloyd, 1987 a). Sin embargo, se conocen hasta catorce tipos distintos de paradojas, utilizadas por Zen6n contra el plaralismo, entre los que figuran el andlisis de la mag- nitud, a infinitud y el espacio (Cubells, 1979). Igualmente, acerca del movi- miento: Aquiles y Ja tortuga, Ie dicotomfa, el estadio y la flecha (Barnes, 1982): 4 argumento de Zenén que proclama que todo, cuando estd en algo igual a sf mismo, esté en movimiento 0 en reposo, y que nada que esté en e] instante se mueve, ¥ que todo Io que se mueve esté siempre, en cada instante, en algo igual a sf mismo, parece razonar ast: el proyectil arrojado estd en todo instante en algo igual a sf mismo, y asf durante todo el tiempo. Pero Jo que est en un instante igual a sf mismo no se mueve, pues nada estd en movi- miento en el instante; y lo que no se mueve esté en reposo, pties todo est en movimiento 0 en reposo. Por ello, el pro- yectil arrojado, mientras se encuentra arrojado esta en reposo durante todo el tiempo en que dura su trayecto» (EP,, vol. 2, frg. 83) Tales argumentos estén destinados a la demostracién de hipétesis ya sostenidas por anteriores autores: la refutacién de Ta multiplicidad 0 @ la defensa de lo Uno ‘como principio verdadero, la negaci6n del movimiento y cl cambio, y de la certeza brindada por ef conocimiento sensorial (Lloyd, 1987 a) Ast no se observa ninguna fisura con- ceptual entre los tres pensadores eleatas, sino un continuo desarrollo del paradigma de Parménides. De este modo, e}-movi- miento eleata logré constituir el primer cuerpo doctrinal verdaderameate cienti- fico, en el que destaca ta transmisién de saberes y la progresiva acumulacion de argumentos y teorfas para defender Las mismas hipstesis de partida. La pronta culminacién de este movimiento habrfa ‘que explicarla, pues, atendiendo en parte al escaso entramado (eérico del supuesto de partida. En este sentido, Lloyd (1987 2) afirma que los eleatas propendieron a servirse de versiones simplistas de las le- yes de contradiccién y exelusién, Al mismo tiempo, la negaci6n de la utilidad de {a observacidn en la conceptuaciéa de Ja realidad debié chocar con los cambios sociales aparecidos. Asf, el intento socio- cultural de integrar en un todo valores de- rivados de una estructura patrilineal, con Jos derivados de una mayor diferenciacién estructural en la sociedad, fue un reflejo condicionado para un modo de conoci- miento que, como el cientifico, posee una dificil especificidad social cuando coinci- den varias estructuras en su consecucién. Al parecer s6lo el movimiento sofistico consiguié la coherencia necesaria al per- seguir la formacién del hombre en lo que Ia sociedad de la polis exigia de él: la po- sesiGn de elocuencia, politica, gramitica, ética y religién, es decir haber devenido en maestros y pedagogos de las formas de relacién huniana (Jaeger, 1957). Este pro- ceso, prontamente superado, sefiala cl punto final de ese intento de integracion de modos sobrenaturales y naturales, de esttucturas arcaicas y nuevas, hecho que, por otra parte, se estaba manifestando en Ia historia de Grecia con la guerra del Pe- loponeso. ‘SISTEMATIZACION DE LA DOCTRINA PRESOCRATICA. EMPEDOCLES DE AGRIGENTO En el siglo de Pericles se dieron por vez primera formas filos6ficas sistematiza- das, muy diferentes a las presocraticas, estando ahora fuertemente impregnadas de una nueva modalidad pedagégica, la ética; y teniendo a su disposicién unos re- cursos cientificos, basados ya no tinica- mente en la analogfa, sino puramente 16- gicos; esta disponibilidad hizo de las 47 GEC PERIOD HC ENCO A TX POCR CLITA docirinas algo analizable, discutible y construible, con to cual pudieron ser in= troducidas en un cuerpo sistematizado (Bochensky, 1968). Empédocles y Anaxagoras —pensado- res inmediatamente anteriores a ese pe- riodo clésico— fueron contempordneo: alcanzando ambos su madurez alrededor de la 84° Olimpiada (444-440). Y junto a ellos, apareci6 en este perfodo la filosofia de Ios atomistas, Leucipo y Demécrito, orientada marcadamente a la reubicacion del individuo ante los cambios sociales, comprendidos en el ascenso a la hegemo- nig de Atenas, fundamentalmente. De estos tres modos finales de la filo- sofia presocratica sélo pervivié el ato- mismo, de la mano de Epicuro, lo cual re- fleja a las claras su plena integracién en las nuevas coordenadas sociales. ‘Anaxégoras y Empédocles son consi- derados como los sevitalizadores de la fi- losoffa mifesia 0, en un sentido mais am- plio, jonia, caida en desgracia tras la eritica a los sentidos propiciada por los eléatas (Furley, 1987). Y, en efecto, sus doctrinas participan del objetivo milesio de explicacién del origen del cosmos y de cucacin grlegs, Maestro one pn do Cus, sus distintas manifestaciones y, asimismo, propugnan elementos materiales como sustancia original. La mayor diferencia en- tre estas docirinas y las presocriticas fue la idea de que la sustancia original estaba constituida, también, por varios elementos (Longrigg, 1976). No obstante, la vision del primero de estos autores es mucho més abstracta —hablaba de semillas contene- doras de todas las formas, las homoiome- rias (cf, Theodorsson, 1982)— que la de Empédocles y, por tanto, algo alejada del decir jonio, a favor de lo que también po- drfa hablar el que su vida se desarrollase en Atenas, lugar hasta entonces poco ape- tecido por el resto de fildsofas. La figura de Empédocles ¢s casi le- gendaria y esto al parecer con intencién deliberada (Cubells, 1979), pues «Vestia de purpura y Hevaba una cinta de oro, calzado de bronce y corona délfica, Su cabellera era abundante y marchaba con un séquito de niffos: siem- pre se mostraba severo, con el mismo porte. Asi se paseaba, y los ciudadanos que con él se topabaa lo consideraban poseedor de cierto signo de realeza» (EP, vol. 2, frg. 242), 48 Tal TOR BETA CHENG VELA TEENICR Decia de sf mismo haber suftido va- rias reencarnaciones, y consideraba un signo de admiracién el que fuese Lamado tanto mago como sabi «De cuantos remedios hay para los males y resguardo para la vejez te informards, porque para ti sélo rea- lizaré yo todo esto. Apaciguargs Ia furia de los infatiga- bles vientos, que sobre la tierra se agitan y destruyen con sus soplos Jos campos culiivados. Y aun, si quieres, dirigirds sus soplos en sentido favorable; y colocarés después de Ia Luvia som- bri una sequia oportuna para los hombres, y después de la se- ‘quia estival dispondris las coitientes que nutren a Jos srboles ¥ que irrigan el éter, y retornards del Hades el-vigor de un hombre muerto» (ibid., fre. 247). Empédocles escribia en verso, y de él se conservan dos obras tituladas De la na- nuraleza y las Purificaciones, junto a al- gunos fragmentos de cardcter médico Cordero, y cok, 1979). Su doctrina acerca de Ia naturaleza muestra gran acumulacién de doctrinas anteriores, como si el paulatino desarrollo del acercamiento cientifico a la realidad hubiese ido produciendo un campo co- mtn, Podemos diferericiar en la doctrina de Empédocles los siguientes elementos: 1. Igual que en el orfismo pitagorico, Jos seres humanos son animados por las almas de demonios, existentes en el mundo celeste, gue deben expiar una culpa a través de sucesivas reencamacio- nes 0 su paso por el Hades (Cubells, 1979). Sin embargo, la doctrina pitagérica de Ja transmigracién de tas almas, deja de constituir algo espeeifico de este tipo de existencia para pasar a ser algo propio de toda la naturaleza, que se ve sometida a uun continuo proceso ciclico de nacimiento y muerte, realizado merced a la existencia de dos opuestos que son Amor y Odio (Lloyd, 1987 2). 2. Bl proceso ciclico, al modo eleata, es inengendrado y eterno, Pero la naturaleza transcurre desde‘lo Uno parmenideo a la mdltiple, negado por los eleatas, siendo ambos conceptos, pues, manifestaciones de un mismo proceso: , Medical History, 25, 113-150. Lopez Melero 1989 La formacién del estado ateniense, I De Solén a Clistenes. Madrid, Akal, 53 PP. Lloyd, G. E.R. 1910 Early Greek Science. Thales to Aris- totle. New York, W. W. Norton, 150 pp. 1979

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