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Marco REVELL La lucha de clases existe: iy la han ganado los ricos! “Traducido del italiano por Alejandro Pradera ALIANZA EDITORIAL, “ilo cig Ladle aie aad (Vi! epi mend hig. (Copighe © 204, Gis Later Si “Tl ke derechoe rere dela: Allo Per She, 2015 ‘alle Bl SA Madd, 2015 Cale fan ac Las de Tea 5, OUT Md elena 39388 83 ‘romalantorikes SON. 978:8481040005 Dept leg. 4717 2015 Pratl Sin ‘quiere eis inomasi prea sobre bn novedade de "Alana Biter ene an cone deco aladiecia: nedional@aneye Indice Prefacio L El “paradigma desigualitaio” de fin de siglo - La teoria del trickle-down y sus efectos Lacurva de Laffer Lacurva de Kuznets La curva de Kuznets medioambiental - El goteo hacia abajo sometido ala prucba de una verificacién empitica ;Cudnto y qué ha “goteado hacia abajo"? 9 19 n 31 38 4 55 58 En qué medida hha “funcionado” Ta curva de Laffer? {En que medida la curva de Kuznets es aplicable al medio ambiente? 4. Las Sjrafas de Keynes” 9 103 Prefacio 7 Lalicin ence desigualdad de ent ydesatoll exoné- ‘mio ex comple. Cert grado de desguldad es una parte Sneegrant de na economia de mercado de los incentivos requerios ara la inversion yeldearollo Perla desgual- dod tmbien puede er destractva para el desl, por sjemplo amplicando el eso de crisis difeatando que Toe potesinvirtan en educa. Incl la evidenca em Picea hs sido ambi algunos consideran que el desaro- To medi darante argos periods es mis elevado com unt ‘mare gala iii oor considean que ura acer ‘li de Ia iguldad hoy tlende a duct el ereimiento 2 oto plas. Eso que rune leerse en a introduccién de una «Nota pata la discusidn» (eon fecha de abril de 2011) del personal del Fondo Monetario Interna cional (EMI. ‘De modo que a elecién an gue nos enentamos nls sulence generac no erenre el aptly eleomans- ‘mo, ol inal de la historia y el retoro de in itera, sno cnt l poltica de la cohen soil asad en unotpro- sts eolectives yl rosin de la sociedad medlante ls politica del miedo En cambio, esa es la ceflexin final de Tony Judt —que para entonces ya tenia el cuerpo cast totalmente paralizado por la esclerosis lateral amiotrfica (ELA), salvo ls ojos y las cuerdas vo- cales—a modo de balance de un siglo xx que él habia interpretado con un espiritu analitico y al mismo tiempo rebelde, como buen historiador 1, A.0. ery 1.D.Ovr nanan Unter: Tao Sd fe Sone Cam Tt Sen Oca Noe 8 de a 2T,p Encl ea neatrr an ack ata Pe ‘amare sme pa ek ole sale frre csv sjura may ena sgncde hel -Dslones ite eb a nu ct ele fecesntmente el pe de iso flee Bel 9, es {hese eapean a deen sine nae Fest ie Gane Beaton nn dicen, Lean pada ‘4 peal pulican ar car crc omen ane que era, en su libro Pensar el siglo XX, que escribis, ‘en colaboracién con Timothy Snyder? MBAS SON AFIRMACIONES SIONIFICATIVAS, ¥ en ‘muchos aspectes inesperadas, porque, durante los veinticinco afios anteriores (e incluso més), el discurso mainstream habia sido totalmente distin- to. La afirmacién de Jude llega después de una aposionada —y aparentemente , que €juicio de Jude son un legado valosso, y por ello ‘serfamos unce insensatos si renuncidramos ale- sremente a ese legado>’ En cambio, la afirmaciGn del FMI coloca en el ‘centro dela reflexin una pregunta —la des, pre 2, Tony Jit con T Soyer), Reward sie 2%, Mad. Tun, 4o1 p36, ad. Vicon Oo dl Re (i Tag “Tut Com, Pong re, 2012) oa 3 cisamente, sla desigualdad puede ir en contra del ‘recimiento econsmico»— que habia brillado ramaticamente por st ausenci, si no de la re- flexin teériea, por lo menos side a pictica yde las politieas del Fondo. Y pone de manifesto la incertidumbre sobre las dos tesis antagénicas acerca de lo aceptable, e incluso lo deseable, de cierto grado de desigualdad: una duda que aflora por entre ls plegues dela crisis, yque nose tras- Jucfa antiguamente, cuando lo que prevalecta era sin duda la segunda opeién, la de quienes opinan aque «una acentuacién de la igualdad tiende a re- duce el erecimiento a corto plazo>. Se tata de ‘una duda (ain no es una retificacin) que toda- via hoy —aunque se haya planteado— no termi- na de abrirse camino entre las lineas cerradas de tuna préctica que parece seguir repitiendo, com- pulsiva, trea e injustificadamente, los dogmas dlesigualtarios del pasado: basta con recordar las “recetas” que el propio FMI, el Banco Mundial y Ja Unin Europea impusieron a Grecia en varios tiempos, a pesar del empeoramiento generalizado de su estado de salud por el exceso de frmacos, algo en lo que coincide todo el mundo, 4 Es una interesante rendicidn de cuentas en el seno dela ideologfadominante en elaribulado finde silo, yen la transicidn desle el “siglo cor- to" al todavia indefnido, pero ya problemético, ‘nuevo mien. La lucha de clases existe.. iy la han ganado los ricos! 1 El “paradigma desigualitario” de fin de siglo -Aorci6y pesicuatrranta (0, més descarada- ‘mente, anti-igualitaria) ha sido —y en gran ‘medida sigue siendo, aunque de una forma mis disimulada— una parte integrante del dogma ‘neoeldsico que ha brindado su hardware teérico a la ideologfa neoliberal desde los comienzos de su lucha por la hegemonta a finales de los afos se- tenta, y durante toda la década de los ochenta del siglo pasado. Laden de que «un exceso de igualdad perju- dica.a la economia» —o, més explicitamente, de que «una buena dosis de desigualdad es buena para el crecimiento»— ha venido alimentado las politicas de descegulacion que se impusieron en el epicentro anglosajén y que se consolidaron en el circuito de la globalizacién, Motiv la revolucisn, fiscal, que redujo drésticamente la progresividad de os tipos del impuesto sobre la rentay puso fre- no a las politica redistibutivas en Estados Uni- dos y en Gran Bretai; y que gener las exticts condionaltes de los Programas de AjusteEstruc tural del FMA y del Banco Mundial, fuertemente centrados en la prioridad del recorte del gato so- cial, en laeliminacién del control de los precios y la reduccién de los subsidios estas, en a fo- calicacién de la produccisn en las exportaciones, en las privatizaciones y en el perfeccionamiento de os derechos del capital de inversén extranje- ro respecto a las lees nacionales. Ademis, natu- ralmente, de haber impregnado las ensefanzas cconémicas que imparte un miimeto cada ver ma- yor de cétedras de las universidades mas acredita- das, en las business schools, en los think tanks y en las publicaciones de un gran simero de fundacio- «La igualdad ha dejado de ser una virtud> po- dfa asumirse como el lema que ha caracterizado Ia ingente y bien formulada reaccién anti-keyne- sana de fin de siglo: después de cinco décadas en las que la igualdad habia sido, en cierta medida, cl valor social predominante —la “idea regulato tia” por la que se habfan guiado las politicas pd- Dlicas del Occidente democrstico y las mismas ‘Constituciones de los pases civilizados— se pro- dujo, explictamente, un punto de ruptuira. Una ‘especie de wuelco, porel que incluso allfdonde no se la consideraba un absticulo para el “progreso econémico", en cualquier caso se rebajaba la ‘gualdad desde la categoria de valor final a la ca regorfa de funcién instrumental. © bien se plan teaba no ya como un presupuesto sino, alo sumo, ‘como una consecuencia del desarollo, que habta que perseguir por otros medios, includ el de una ‘opcisn desigualitaria de partida. Elescenario en que se produjo aquella “ruptu- ra” estaba marcado —recordémoslo— por una profunda crisis del modelo que habfa earacteriza- do la parte central del silo, y en particular las tres dlécadas que van de 1945 a 1975, un periodo que Eric Hobsbawn definia como “la edad de oro” de ‘su “siglo corto” y que los franceses denominan los “reinta gloriosos” 3 Por un lado se presentaba la estanflacién —la combinacién paralizante de un elevado proceso de inlacin y de un estancamiento igual de gra- vve— como un mal econémico refracario a las tradicionales pliticasanticflicas, lo que daba la imagen de un punto muerto, 0 en cualquier 80 del techo que habia alcanzado el desarollo,y que «ifcilmente podiasuperarse con los medios tradi- cionales Por otro lado, la derominada “criss fiscal del Estado” —que se caracterizaba por una deuda pi- blica creciente, aun con una presi fiscal que al- ‘canzaba sus niveles méximos—limitabs los ma- agenesde intervencién de las autoridades politicas ¥yde los organismos piblicos, lo que dejaba entre vverque el principal obstéculo para la reanudacién, del crecimiento en los pases con un capitalsmo ‘maaluro era aquellainsostenible presi fiscal. Por su parte a incipienceglobalizacén dejaba entre- ver laposibilidad de una expansién ex6gena dela ddemanda, gracias la ampliaciény la integracion, de los meteados una escalaplanetaria. "Noesde extraiar queen semejante contexto, se estructurara,y legara rpidamente a ser hege- ™ rménico, un paradigma socioeconsmico centrado en la rupeura de todos los compromisos sociales anteriores —los que, hasta entoness, habian con- twibuido a formar Ia idea predominante de una “Sociedad usta", y que ahora parecfan ser ls res ponsables de la isoporeabe sobvecarga de las rnansas pablicas—, un paradigma basado en una renovada centelidad del mercado y en la pers- pectiva de un desarrollo cuya principal locomoxo~ ‘aera La oferta (supply-side) —en contrapesicin on las teoraskeymesianas que se centraban en la dlemanda agregada (demand-side) —, asi como en cl efectorincentivo de una menor fiscaidad que faciliara la formacién de capitals disponibles para la inversin. ‘Un paradigm cabria afta, donde los gran- es temas que haben caracterzado el largo ciclo anterior —In cvestién del pleno empleo, por un lado, el dela pobreza, por otro— acabatan au rmiendo una posiién secundaria (es lo que ha ‘curt con las pliticas para combate a pobre- 22, que se han redimensionado con el argumento el “riesgo moral”) 0 incluso alternativa (cierto nivel de desempleo podia considerarse til para 25 reducir el coste de la mano de obea). Un paradig. ma, justamente, donde la desigualdad dejaba de considerarse un defecto para transformae, den- tuo de ciertos limites, en un recurso. 26 2 La teoria del “trickle-down” y sus efectos Bees el modo de conside- 1 socialmente la desigualdad se centraba, ‘como complemento natural de la economia del lado de a oferta —y como su coartada moral—en. Ia denominada teoria del erickle-down (liveral- ‘mente, “goteo hacia abajo"). Surge de una vieja Intuicién de Georg Simmel, que en 1904 la haba aplicado al fenémeno de la moda, al interpretat su difusién conforme a un proceso de transferen- cia de la forma de vest yde los gustos desde las clases mas altas alas mas bajas —de “goteo", jus- tamente, desde arriba hacia abajo— a través de fenémenos de imitacién y de diferenciacién. ‘Ochentaafios después, ese fenémeno se transfitis 29 al campo de la economia para poner nombre ala tesis que afizmaba que los beneficios de una poli tica econémica favorable alas capas mas ics de ta poblacin (lease “desgravaciones scales”) aca- barian tarde o temprano descendiendo —+g0- teando»— hasta las clases mas desfavorecidas, ‘peneficando (aunque fuse en diferente medida) todo el mundo. Del mismo modo queen la metafica de Sim- rel, decididamence desigualitaria, la innovacida, Yel gusco son patrimonio de la aristocracia, agut Inia esque los sujetos que hacen de locomotora Vale Ia pena recordar que el indice de Gini se sittin en un rango cuyos extremos son los valores +» (que corresponde a una situacién-Iimite de perfecta igualdad, donde todas las familias 0 los individuos tendrian exactamente la misma parte de la riqueza) y «1» (con el que por el contratio se expresa la situacién diametralmente opuesta, donde toda la riqueza se concentrarfa en una sola familia o persona). Normalmente, semejante con- dicién tan solo se considera te6riea, o “escolésti- ca’, aunque el en fondo no est tan alejada del ‘estado social del mundo que se describe en un an- {etior Informe sobre Desarrollo Humano de Nacio- nes Unidas —el de 1999— donde se sefialaba ue, tras veinte ais de crecimiento «global», ‘los activos de los tres principales multinllona- ios» superaban por s{solos el PIB agregaclo de to- dlos «los paises menos adelantados,y sus 600 mi- ones de habitantess*. ¥ también afirmaba que el 20pporciento de la poblacién mundial ubicada en 4. UNDP, Himan Decent Report 199: «Ps, mo se fs Nuva York Ono Onnl ine Ere, 1995 ferme {Se Des Hanno 105% mince cw sro kena, Mairi Ediciones Mandl-Prena 199, acces en epi ‘tndponledcontetineme steels aman 60 los pafses més ricos se apropiaba del 86 por ciento . Es mis, segtn el céleulo ea lizado por el Luxembourg Income Study —uno de los centros de investigacién independientes més acreditados, dedicado al ailisis comparativo ea tre pafses!'—, la desigualdad «ha aumentado entre ls primeros nueve deciles de la poblacién»; 2) en el caso de los pases canteriormente ca- racterizados por unas desigualdades internas de renta muy moderadas —como los de la antigua ‘Unién Soviética, Polonia, China, pero también Japsn, «que, para poder salir dela criss que atra- viesa [... ha abandonado deliberadamente su tra- dicién de relativo igualitarismo en materia de 10 11; Albena es dos archive de cro ms tmperants sie tlic dla dbs de lucas nel mana el ase Fan cre Sec Dash Latonbog Wat Seay Daas. 66 rentas que lo caracterisaba», y Noruega, «que ha renuneiado a algunos principios de los gobiemes soialdeméeratas que habfan hecho del pals uno de losadalides del estado sociale! —en todos esos pats los incrementos de ls indices de desigual- dad a partir de 1990 han sido sconsiderables»; 3) y después estén los patses desarrollados, los primeros que se industrializaron, y que durante la parte central del siglo xx —en los denominados streinta gloriosos» vieron reducirse significativa- ‘mente las distancias sociales gracias as politicas keynesianas y a la generalizacin de los sistemas del Estado del bienestar, y en Tos que «las des- igualdades de venta aumentaron en una medida cexcepcional a parti de 1980>". Gallino le dedica més espacio a este dlkimo trupo, centrando la atencién particularmente en cl 4reaanglesajona —en un primer plano Estados Unidos y el Reino Unido, seguidos de Australia y Nueva Zelanda—, epicentro del paradigma eco- rnémico basado en el lado de a oferta, y motor de 12, Callin, Dupage ces 1 ta o la restauracn neoliberal de finales del siglo. Es significativo, por ejemplo, el caso del Reino Uni do, donde durante los afios ochenta y noventa —. ‘Ademas de los que consideran, como hemos visto, que las distancias econdmicas y sociales a ‘scala planetaria han aumentado, hay cierto ni- mero de expertos que estima que se han reducido {por lo menos parcialmente), mientras que otros ‘opinan que latasa de desigualdad permanece igual desde hace algunos afios. Obviamente, la hetero- ‘geneidad de las valoraciones depende de la com- plejidad del fenémeno cuando se aborda a una es- cala semejante, de la calidad de la informacion utilizada, y sobre todo de las diferencias en el mé- todo de medicién y de comparacién. En particu- lar, la dindmica del “distanciamiento" entre los primeros los lkimos varia segin la amplitud de las respectivas franjas de poblacién consideradas: ‘en efecto, si se comparan entre sflos quintiles, es ‘decir magnitudes equivalentes a més de mil mi- Ilones de unidades, la distancia parece habersees- 25, Aenea eal gp lp. 70 8 tabilizado, o incluso estar en retroceso, por el peso expecifico que supone el rapidisimo desarrollo de paises como India y China, que han contribuido 2 elevar la media de la franja inferior, mientras que el debilitamiento parcial de la clase media de los paises occidentales ha erosionado el nivel me- dio de la franja superior. En cambio, si se reduce la ampliud de las franjas, considerando por ejem- plo el 10 por ciento superior y el 10 porciento in- ferior, o peor ain, el 5 por ciento mis rico y el 5 por ciento més pobre, la imagen cambia; de la ‘misma forma que varia el cuadro si se excluyen del céleulo global los macroconjuntos demogréfi- os de India y China: en este caso, la valoracidn tundnime es que la distancia entre rentas ha au- mentado. Por otra parte, es es la conclusién a la que ha egado Naciones Unidas en su Informe més re- ciente, donde se toma en consideracién la cues- tin, cuando se dice que xen términos de ingreso, el desempefio es mucho més diverso. A diferencia de los indicadores de salud y educacién, y a pesar del progreso observado en los indicadores agrega- dos, los ingresos no tienden a converger. Esto se Ea debe a que, en fos ilkimos 40 ais, los patsesricos hhan crecido mes rpido que los pobres. Asta bre cha entre paises desarollados y en desarrollo se mantiene. Un pequetio grupo de patses se ubica cen la cima de la distribucién mundial dl ingreso yysolo un puedo de pases que eran pobres ha lo- srado entrar en el grupo de os pases coo Digresion: la «vexata quaestio» dela pobreza global ‘Sea como fuere, una ver asumido que las desigual- dades siguen siendo dramaticamente elevadas, por lo menos las de “dentro” —sobre lo que no hay discusin— y las desigualdades “entre” y no ponderadas (sobre las que existe un consenso sus- tancial), queda por determinar s ello también ha favorecide a los “de abajo", aunque solo sea indi- ‘eetamente, yen una menor proporcién en com- paraciGn con las ventajas de los “de arriba", es de- cir si esa tiquera que se ha ido acumulando en la 26 UNDP. Hum Dome Rg 2019. The Rel We Nasu, Patuar Hane Boetmen, Sa Yok See, Osten Pons bres ew taeda eer line oedema, Me Ex hl nd Pe 2010 depo en le ‘tuborrbconnire veka Ronans iO 80 parte alta ha “yoteado” de alguna forma, por lo ‘menos en parte, hacia abajo (aunque subsista el desequilibrio de todas formas) Se trata del debatido problema de la pobreza ‘en el mundo globalizado, y de su verdadera o pre- ssunta reducci6n a consecuencia del aumento de la interdependencia planetaria. Un problema (que, en una medida ain mayor que el de la des- igualdad, nos remie a una infinidad de definicio- nes y de métades de medicién que influyen pode- rosamente en la valoraci6n final. ;De qué tipo de “pobreza” estamos hablando? {De la “pobreza re- lativa’, es decir de una medida de “distancia so cial” y de desviacién de un nivel medio (0 media- rng) asumido como umbral? ;O sobre la “pobreza absoluta”, es decir sabre una medida de acceso a bienes y servicios considerados esenciales para la cexistencia de los individuos ylo de las familias (nocesidades basicas)? Y, ademés, jel umbral de “pobreza absoluta” debe medirse mediante un va- Tor monetario comiin a todos los pases (por ejem- plo I délar, 0 1,25, 0 2 délares diario)? © bien ‘mediante un conjunto de recursos cuyo valor mo- netario varia de un lugar a otro? 81 ‘Ademés, el umbral monetario debe medirse en las respectivas divisas locales, en una divisa slobal como el délar en valores convencionales como los PPA (paridad de poder adquisitivo)? espreciso ponerse de acuerdo sobre una unidad de medida no exclusivamente monetaria, capa: de in- tetizr los distintos componentes de un fendmeno ‘multidimensional, como la pobreta, justamente (que, segin a célebre definicién de Amartya Sen, «sla ausencia de una o mas de las facultades fun- damentales necesarias para permitir un minimo ‘grado de funcionalidades en la sociedad en que uno viver?)2 Eneeste campo, como resulta evidente, lo ref nados o lo rudimentarios que sean los instrumen- tos y las metodologtas que se empleen depende del radio territorial de referencia, y resultarsn simplificads particularmente cuando nos mova- :mosal miximo nivel de extensin, como el nivel slobal. Et Banco Mundial, por ejemplo en un oé- lebre informe de 2001 dedicado justamente a la 2. ALK. Sen, Nuts exer dee depalisd, Made, Alans. cri 204, Races, Ves ond Deskpro, Nac or, acl, 184 & 2. BLOOTIONACIAARAJOSOMEIDO ALA RLEBA pobreza en el «sistema mundial» uilsaba el do- ble umbral de 1,08 délares diarios para medi Ia dindmica de la pobreza mis grave (pobreza extre- 1ma) entre 1990 y 2000, y de 2,15 dolares diarios como umbral de pobreza moderada, para Heyar a Ta conclusin de que durante la década anterior la pobreza extrema habfa retrocedido, a nivel global, en aproximadamente 137 millones de personas (de 1.237 millones de personas a1.100 millones), lo que reducta la respectivatasa en casi 7 puntos porcentuales (del 28,3 al 1,6 por ciento); mien- tras que la pobreza moderada habfa aurnentado en valores absolutos (de 2.635 a 2.737 millones de personas). Unas cifras que, sin embargo, varfan notablemente cuando se restan los dats relativos China: en efecto, el nimero de pobres en con- diciones “extremas” pasa de 876 millones en 1990 «1895 en 2000 (un aumento de 19 millones), ¥ el ‘imero de personas en condiciones de pobreza “moderada”, de 1.853 millones a 2.137 millones 26 Banco Manda Wo Deven Rp 200701: Frey, Neve Yo Oni, Ord Une Pre, 2001 Eo Dende por omer 156 mllone de genase el en exten elo lola ce ks pbs enelato 20 83 > > Weerev veel (un aumento del 15 por ciento). Sea como fuere, losdatos en bruto demuestran que el “goteo hacia abajo”, suponiendo que haya existido, se antoja realmente imperceptible, y de una magnitud que ‘po modifica sustancialmente la situacién de més dun tercio de la humanidad, al que el desarrollo acelerado de los “de artiba” y la apertura de los ‘mercados para todos (0 casi todos) los pafses no hha heneficiado més que de forma muy marginal. ‘Ademas, durante la década siguiente, el Ban- ‘co Mundial ha ampliado longicudinalmente su re- ‘cogida de datos, yen 2008 volvia acensar a 1.400 rillones de personas obligadas a vivir por debajo del umbral de 1,25 délates al da, y a 2.700 millo- nes por debajo del umbral de los 2 délares. Todo ello viene a confirmar que la curva de la pobreza incluso de la que se define en los términos mis ‘rudimentarios, en funcién del simple aspecto mo- netario— es relativamente inelistca respecto al crecimiento econdmico global, dado que la fuerte . Como se ha observado, «se trata de un resultado fécilmente comprensible si se tiene en st One Thi of he Ws Gr a sa, SST Toy Gwen ap. tes ‘Sky inn Coble, AT Pe, 2008, 85 ‘euenta e6mo se confecciona el indice de pobreza una desigualdad reducida implica que el niimero de personas que estén cerca, por abajo, del um- bral de pobreza es —a igualdad del resto condi- ciones— mas elevado. Eso asegura que incluso ‘una participacién limitada en el proceso de cre- ™. 31. Bid 108| 38 Ih 8 on ) cEn qué medida ha “funcionado” la curea de Laffer? Resuura mvcio acs récnt responder a la segun- da pregunta que nos hemos planteado: jqué co- rrespondencia empirica ha tenido la teorfa que firma que una dristica ruptura de la progres dad del impuesto sobre larentaes la soluciénade- cuada para garantisar la contimuidad del desaera- Ilo y,a medio y largo plzo, supone ademas una mayor disponibilidad de recursos pablicos para ‘una eventual politica de redistribucin? En sinte- sis, la ceoria de Laffer ha funcionado? Los defensores de la teorfadestacan su éxito a Ja hora de superar la crisis que afecxs a Estados ‘Unidos a finales de los aftos setenta y comienzos delosochenta, le atribuian a la eaganomics (que ellos consideraban una fel aplicacién de la aorta de Laffer) el mérito de haber sacado a la econo- ‘mia mundial de la situacién aparentemente sin salda (con los métodos radicionales) de aestan- flacién. En particular recuerdan que, en 1980, cuando Reagan sali elegido, xel crecimiento de Ja produccién en Estados Unidos era prictica- o SHLOMO ACI ARAOSOMETICO ALA RUERA mente nulo, la inflacién Hegaba al 13 por ciento, yuno de cada quince estadounidenses carecia de empleo». Al final del segundo mandato de Rea gan, en 1988, la inflacién habia bajado hasta el 4,1 por ciento, tras alcanzar su cota minima del 3 por ciento en 1932, inmediaramente después de la histérica bajada de tipos impositivosrealizada ‘tras un acuerdo parlamentario entre el Partido Republicano y el Partido Demécrata, rubricado cen el rancho de Reagan en California, ya raft de la aplicacién de un tipo de interés feroz, del 20 por ciento, por parte del presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker; la tasa de crecimiento del PIB se habfa estahilizado en un buen 3,4 por cien- to anual (4,1 en 1988); se habfan creado 16 millo- nes de nuevos puestos de trabajo (tras las agresivas coleadas de despidos en los sectores industriales ‘con fuerte presencia sindical); y, a pesar de las ba- jadas de impuestos, ls ingresos del Estado se ha- bfan reducido en una cuantia equivalente al 1 por ciento del PIB (una disminucién que se conside- aba modesta). 139, M,Deaplin -Splendon emir dll rags, Wal Smt i, 6 dean de 004 3 Lo que los apologistas no dicen es que todo ello se consigui6 a costa de una agresiva reduc cidn del poder adquistivo de amplios sectores de la poblacién:en particular de los trabajadores por ‘cuenta ajena, cuyos salarios sufieron una de las relucciones mis dedsticas y brascas de la posgue- rra, dado que buena parte de los nuevos puestos de trabajo se creaban en los sectores de bajo nivel retributivo, y con un grado de sindicacién proxi mo a cero. Ni tampoco dicen que las politicas ‘econéimicas de la administracién Reagan eran an- ‘ikeynesianas o poskeynesianas solo en apariencia {0 porlo menos lo eran tinicamente en loreferen- tea los ingresos estatalesy ala fiscalidad), dado {que en realidad, allo largo de toda In década de 1980, el gasto pablico experiments un aumento colosal, en particular por el gato militar relacio- ‘nado con la intensificacién final de la Guerra Fria, y que se convirti en el motor de la econo mia; y por el gasto incurrido para aftontar la de- rnominada “crisis de las cajas de ahorros" (Savings cand Loan Crisis, una cadena de quiebras en la red ™. En dicho documento se demues- tra emo el desmedido consumo de recursos por parte de les paises més tices, a consecuencia de una distribucién mundial ferozmente desigual, acaba empeorando ulteriormente las condiciones de vida de la parte més pobre del planeta ‘como produciendo datos medioambientalesirte- parables. «La expansiGn econdmica insostenible cesta impulsando un peligroso cambio climéitico, ¥ agotandh los recursos naturales de los que depen den los més pobres para su sustento. Si no em- ‘prendemos acciones cresbles, la desigualdad hard que los henefcios del crecimiento sean inacces bles para los pobres, aunque son ellos los que so- Portan los costes de esa expansin a través del im- pacto de un clima que esté cambiando y de la 46. Os, Labi ye G20" Hou egy ed Ercnea eat Tren 20 Eucde Por Poole fom he Beni of Eom Gmc sce en ptm tes ete opi 3 ke bind yee 19012 en at 105 degradacién medioambiental. Ha llegado el mo- ‘mento de que el G20 practique lo que predica»® En ese mismo documento se introducia el concepto de “huella ecolégica” (ecological foot- print), término con el que se expresa «el rea total necesaria para producir los recursos que consume ‘y pata absorber los desechos que genera, utilizan- do la tecnologta predominante»®, y asumiéndolo como indicador de impacto medicambiental ba sado en el consumo de “capital natural” por parte de la poblacién de un determinado pai, indepen- dientemente del lugar donde se localicen los re- ceursos consumidos. Ademis, se subrayaba que, conforme han ido creciendo las economfas de los pafses miembros del G20, en los que se concentra 1.60 por ciento de la poblacién mundial y el 66 porciento de la bio-capacidad del planeta (apro- ‘ximadamente 8.000 millones de hectireas) tam- ‘ign ha ido aumentando constantemente su “hue- $1 Beds Bh Letcbati proce deM Bogan, G. Beno & Dalmazone 5X Geer Basel Approach Emel Karnes Cu ‘Se Cong the Eolgal aogit ndett, See: Dat Sienelieercom nurs de08 vein digialde Ege Ea Tomes nt 612008 pp 6506) 106 lla econémica” colectiva. En efecto, frente a un ineremento del 66,6 por ciento de su PIB entre 1991 y 2007, «su huella ecoldgica agregada au- ‘ment6 en mis de un 25 por ciento». La comrelacin directa entre desarrollo econs- ‘mico en incremento del impacto medioambien- tal, conforme a una trayectoria rectlinea, carente de “puntos de ruptura’, como por el contratio contemplaba la curva de Kuznets, queda confir- ‘mada, por otra parte, por el estudio realizado con instrumentos analiticos altamente sofisticados por un grupo de investigadoresitalianos: « Con sumption-Based Approach to Environmental Kuznets Curves Using the Ecological Footprint Indicator», de Margo Bagliani, Giangiacomo Br vo y Silvana Dalmaszone®. En el estudio se han tenido en cuenta las series temporales de 141 pai- ses durante un periodo suficientemente largo los cuarenta afios que van de 1961 a 2001— {que han sido sometidas a un tratamiento con ml. tiples variables donde se ha combinado el an $8. Orla Lf 20, 50 MC Ban el, ’,y que considera el resulta do asf alcanzado —al margen de los costes de la Jucha—un bien permanente para todo el mundo, Cuando el objetivo de la vida —sintetizaba Key- ‘nes—esalimentarse de las hojas de ls amas has- ta la mime altura posible, la forma més veros- mil de lograrlo es permitir que las jirafas que tengan el cuello més largo dejen morir de hambre alas que tienen el evello més corto»’. el nuevo dogma neoliberal pretende ulifcar la dura moraleja de la parabola, super- pponiéndole una especie de final felizcon la teoria del “goteo hacia abajo”, Pero la sustancia no va- tfa, Hoy, como antafo, el model liberal no iene en cuenta —ponque las proyecta @ una “fase pos- terior’, excluida del efleulo de utilidad— las “complicaciones” (asi ls lama Keynes) que sur- ‘gen cuando las capncidades productivas eecen de 2a 5 forma desproporcionada respecto a las “unidades de consumo”. © cuando existen “costes genera- les” no evaluados. © también cuando «Ia igno- rancia se impone al conocimientor (y nosotros sabemos muy bien que la ignorancia erece en po- porcién geométrica conforme aumenta la com- plejidad). Y cuando —es un hecho que hoy slta a la vista— «los monopolis y los conglomerados inteeiren en ln igualdad en las negociaciones. Pero, sobre todo, hoy mis que entonces, «si nos preocupa el bienestar de las jirafas, sigue siendo ‘lida la exhortaciGn de Keynes ano soslayar «el sufrimiento de las que tienen el cuello més corto ‘yque acaban muriendo de hambre, ni las tiernas Ihojas que caen al suelo y que son pisoteadas en la lucha, ni la sobrealimentacién de las jirafas con el cuello més largo, ni la perversa mirada de an- siedad o de beligerante codicia que ensombrece los apacibles rostros de la manada». Desde ese punto de vista, la teoria del goteo hacia abajo no solo no ha puesto freno ala stuacién, sino que ha justificado e incentivado la tendencia ala bulimia de los “‘cuelles lngos”,acentuandso al mismo tiem ‘po los rasgos perturbados por la ansiedad y la vo- racdad de la multitud cada ver mayor de Tos “eue- los cortos (no tenemos mas que mira a nuestro alrededor para velo) Yo que es poor: en la forma predominante- mente financiera que ha asumido el eaptalismo hiperliberal contemporineo, que detrae a gran cescala recursos de la “economia real” para trans- fctislos al citeuito fnanciero globalizado, eve car pitalismo ha acabado podando sistematicamente los drboles de os “niveles inferires” —y también intermedios— y concentrado “la chicha” en lo iis alto, en la espide dela pride, onde ni- camente una nueva especie, modiicada genética- mente, puede llegar @ ramonear las jirafas con tun cuellolarguisimo, los gnomos de Wall Street ‘ys galeones corsarios de los mercadosfinancie- los controladores de los hedge fds (fondo

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