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El efecto placebo

El Occidental
19 de diciembre de 2010

Juan Gerardo Martínez Borrayo

En esta columna he escrito en otras ocasiones que ni la acupuntura ni la homeopatía, ni las


sanaciones con pases de mano sirven; que sus supuestos efectos curativos son sólo producto del
efecto placebo. ¿Pero en qué consiste este curioso efecto? 

Las investigaciones que se han llevado a cabo al respecto muestran que el efecto placebo se da en
cualquier área de la medicina: de la depresión hasta cáncer; además se ha visto que el efecto inicia
desde que los pacientes ven al médico vestido con su bata blanca; y se ha demostrado que este
efecto es resultado de procesos cerebrales que al parecer activan el sistema inmune y hacen que
se liberen hormonas que ayudan temporalmente a los pacientes. 

La clave para que se presente el efecto es un proceso conocido como condicionamiento; si el


sujeto asocia las batas blancas, el estetoscopio y las jeringas al hecho de sentirse bien, entonces
el simple hecho de ver un médico con sus instrumentos de trabajo va a iniciar una respuesta que
va a ayudar a la recuperación del paciente; Manfred Schedlowski y sus colegas de la Universidad
Duisburg-Essen en Alemania y del Instituto Federal Suizo de Tecnología en Zurich han demostrado
que tal condicionamiento puede tener efectos farmacológicos que mimetizan a un medicamento. 

Él junto con su equipo de colaboradores condicionaron ratas mediante un procedimiento en el que


en primer lugar les inyectaban una sustancia inmunosupresiva llamada Ciclosporina A, la cual es
usada para evitar el rechazo de órganos transplantados; al mismo tiempo se le dio agua endulzada
con sacarina; las ratas aparentemente asociaron la ciclosporina con el sabor dulce, ya que
posteriormente, cuando se les daba a beber agua endulzada, su sistema inmune se deprimía. Esto
sugiere que el efecto placebo ni siquiera necesita que la persona desee o crea en una
recuperación para que se presente una mejoría. 

Las investigaciones subsecuentes mostraron un dato muy interesante: las ratas que habían sido
condicionadas, como se mencionó antes, sobrevivían mucho más tiempo cuando se les
trasplantaba un corazón de otra especie de rata; los estudios descubrieron que el mecanismo que
se encuentra detrás de este efecto se presentaba cuando el sistema nervioso liberaba unas
moléculas llamadas citoquinas, que las células del sistema inmune usan para comunicarse unas
con otras. 

Animados por este hecho, se comenzó a experimentar en humanos y se ha visto que se tienen los
mismos resultados; en el 2002, el psicólogo Marion U. Goebel junto con su equipo de trabajo, de la
Universidad de Duisburg-Essen, reportaron que 18 sujetos sanos se les dio a beber un licuado de
fresa con la Ciclosporina A, cuatro veces al día durante tres días, hasta que su sistema inmune
redujo sus funciones; cinco días después repitieron el procedimiento, pero ahora el licuado no tenía
la Ciclosporina, sin embargo el sistema inmune sí redujo su funcionamiento. 

En el 2008 Goebel y sus colegas reportaron que el efecto placebo también podía darse para
controlar las alergias, que son una sobrerreacción del sistema inmune; ellos condicionaron a 30
personas que eran alérgicas al polvo con una bebida medio rara que era seguida por el tratamiento
acostumbrado para las alergias, la desloratadina. 

Después de 5 días de tratamiento 11 de los pacientes recibieron de nuevo la bebida rara junto con
un placebo que se parecía a la desloratadina, mientras que los otros pacientes recibieron agua con
un placebo y otros agua junto con el medicamento; los sujetos que continuaron bebiendo la bebida
rara y que les habían dado un placebo, mostraron una reducción en sus síntomas alérgicos,
mientras que a los que les habían dado agua no mostraron mejoría alguna. 
Una vez que estas investigaciones dieron a conocer el poder del condicionamiento para explicar el
efecto placebo, los científicos se preguntaron si este proceso podía explicar el rol de las
expectativas en la recuperación de los pacientes; al parecer sí juegan un papel, pero sólo en
aquellos síntomas que se pueden percibir, como el dolor. 

En el 2003, el neurocientífico Fabrizio Benedetti junto con sus colegas de la Escuela de Medicina
de la Universidad de Turín, en Italia, pusieron a prueba la influencia relativa de las expectativas en
el condicionamiento; ellos trabajaron con 60 voluntarios a los que les causaron un severo dolor en
el brazo; después les dieron a algunos de los participantes una inyección salina y les dijeron que
eso les iba a hacer que les doliera más el brazo; mientras que a otros sujetos les dijeron que
también les iban a dar esa falsa solución que les iba a aumentar el dolor, pero antes les habían
dado un medicamento para el dolor (ketorolaco). 

Curiosamente en ambos grupos el dolor se incrementó, demostrando que las expectativas


negativas pueden generar un efecto placebo, pero negativo (se le conoce como nocebo). 

Por otro lado, la sugestión es relativamente impotente cuando estamos tratando con respuestas
corporales fisiológicas; Benedetti y su equipo repitieron el experimento, pero ahora les dijeron que
la solución salina iba a alterar los niveles de la hormona del crecimiento; pero esta sugestión no
tuvo ningún efecto sobre la hormona. 

Estos experimentos nos muestran que las expectativas y el condicionamiento tienen mecanismos
biológicos separados; en un experimento conducido por Benedetti y Martina Amanzio, los
voluntarios recibieron una inyección salina como si fuera un analgésico y aguantaron más dolor en
el brazo que los que no les dieron ninguna inyección; esto sugiere que las expectativas ejercen su
influencia a través de los opioides endógenos; para probar esto, les inyectaron a otros voluntarios
una sustancia que interfiere con los opioides y ellos no aguantaron mucho dolor. 

Evidencia adicional proviene de las investigaciones del psiquiatra Jon-Kar Zubieta y sus
colaboradores de la Universidad de Michigan en Ann Arbor; en el 2005, ellos usaron una técnica
que visualiza el procesamiento de ciertas moléculas por parte del cerebro; durante el registro de los
voluntarios a los que se les administró una sustancia placebo como si fuera un analgésico, se
observó que su cerebro activaba las regiones cerebrales que inhiben el dolor. 

También se ha observado el proceso contrario, las zona cerebrales que tienen que ver con el dolor
se desactivan, tal y como lo ha demostrado Donald Price de la Universidad de Florida. 

A pesar de esta probada influencia de la sugestión para que se presente el efecto placebo, los
investigadores han sido incapaces de identificar tipos de personalidad que sean más susceptibles
al placebo; esto no es de extrañar si entendemos que la personalidad tiene poco efecto sobre el
condicionamiento subconsciente que hemos descrito. 

Es más efectivo para que el efecto placebo se presente que, por ejemplo, un medicamento tenga
un nombre muy popular, que sea recetado constantemente o que el médico irradie confianza, ya
que tales tácticas pueden construir la confianza del paciente hacía la terapia. Incluso, un
medicamento caro es más efectivo que uno barato. 

La efectividad del placebo se ha demostrado más allá de administrar pastillas que no tienen
ninguna sustancia activa; la psicóloga Cynthia McRae, de la Universidad de Denver, junto con sus
colegas, reportaron en el 2004 que una cirugía falsa mejoró la calidad de vida de pacientes con
una avanzada enfermedad de Parkinson; mejoraron igual que a los pacientes a los que se les
había hecho la operación de verdad; por lo tanto, lo importante no era el implante de las neuronas
dopaminérgicas embrionaria que se usan en la operación, sino que los pacientes pensaran que la
habían recibido. 

Pero, ¿cuáles son las áreas cerebrales que posibilitan la aparición del efecto placebo? Maj-Britt
Niemi y Manfred Schedlowski publicaron en el 2005 que habían tres áreas principalmente
envueltas: la corteza insular, la amígdala y el núcleo ventromedial del tálamo. 

Por ejemplo, encontraron que la corteza insular, un área que modula las experiencias sensoriales
como el gusto, participa en las emociones y en el monitoreo del estado en el que se encuentra el
cuerpo, es un área esencial para el proceso de condicionamiento, porque cuando se les lesionó las
ratas nunca pudieron ser condicionadas a su respuesta inmune. 

Todos estos datos están dando pie para que a los médicos se les enseñen procedimientos para
manipular la mente de sus pacientes, ya que si el placebo sirve ya es ganancia, pero si no sirve, no
tiene ningún efecto secundario. 

* Departamento de Neurociencias, Universidad de Guadalajara.

Timoterapias de moda

por Ismael Labrador

JUEVES 23 DE DICIEMBRE DE 2010 A LAS 21:06 HORAS


Opinión > Ciencia
 

Todo el mundo ha oído hablar en alguna ocasión de los conocidos como productos milagro. Ya saben:
artículos que se comercializan con supuestas propiedades, ya sea para perder peso o incrementar el
rendimiento sexual que, en realidad, no tienen ningún efecto más allá de la sugestión de quien lo toma. Según
un reciente informe de la CECU, los españoles nos gastamos cada año más de 2.000 millones de euros en
estos timos con forma de pastillas, cremas, ungüentos y artilugios varios.
 
De producto milagro podría calificarse también la famosa PowerBalance, esa pulsera que en los últimos
meses han lucido en sus muñecas deportistas, actores, cantantes, famosos de diversa índole e incluso Leire
Pajín, quien ha llegado hasta la cartera del ministerio de Sanidad pese a dejarse seducir por las falsas
promesas de salud del fabricante de este timo de plástico. El fenómeno PowerBalance es uno de los últimos
ejemplos de timoterapias que de cuando en cuando pululan por el mercado, abusando de la credulidad del
personal, jugando con su salud y, de paso, haciéndoles un roto en el bolsillo. Pero no es el único caso. En
parte porque practicar la timoterapia sale barato. A PowerBalance, que en su día fue denunciada por
publicidad engañosa, le han impuesto una sanción de 15.000 euros por decir que la pulserita de marras tenía
propiedades beneficiosas para la salud de quien pagaba los cuarenta y tantos euros que costaba. Con las
cuentas en la mano, y teniendo en cuenta que se han vendido más de 300.000 unidades de este
producto,PowerBalance ha pagado 15.000 euros después de haber ingresado más de 9 millones con su timo.
 
¿Cómo funcionan estas timoterapias? La fórmula parece clara: un fabricante crea un producto inocuo, por
ejemplo una pulsera de látex. Le incorpora un elemento que le dé un carácter diferencial, como una pegatina
con un holograma. Y a partir de ahí se lanza la idea de que ese elemento (el holograma) produce una reacción
beneficiosa en el organismo. Pero, ¿pueden demostrar que realmente producen dichos efectos?“No lo hacen.
No pueden porque lo que venden se cae por su propio peso cuando se somete al más mínimo estudio
riguroso”, afirma el biólogo José María Hernández: “Lo que pasa es que las promesas de salud que hacen nos
resultan apetecibles y terminamos creyéndolo. No entiendo por qué no actúa el filtro de la razón”.
 
¡Que vienen los imanes!
El furor de las pulseras holográficas parece haber tocado fondo. Pero eso no significa que lo hayan hecho las
timoterapias de muñeca. Porque existen otros brazaletes que prometen fantásticos efectos terapéuticos y de
mejora de la salud sin demostrar cómo funcionan realmente. Utilizan la misma fórmula que Power Balance,
pero cambiando los hologramas por imanes. “El magnetismo tiene efectos en el cuerpo, como los escáneres
por magnetismo nuclear a los que nos sometemos para efectuar diagnósticos médicos, pero pasar de ahí a que
con una pulsera va a mejorar tu salud porque tiene imanes hay un mundo”, prosigue el profesor Hernández:
“Decir que un campo magnético te reequilibra son invenciones. Los pocos experimentos que se han hecho
sobre el tema no son coincidentes con lo que prometen”.
 
Hay marcas, como Vitaljoya, que utilizan el magnetismo como reclamo para seducir a incautos.
Su mensajedista poco del que proyectaban las Power Balance, entremezclando conceptos relacionados con la
ciencia con otros más propios del misticismo espiritual. Así, mezclando imanes con infrarrojos y colocando
un símbolo del ying y el yang, por aquello de que lo oriental está de moda y vende más, se lanzan a la caza
del crédulo. Otros fabricantes, en cambio, directamente niegan que sus pulseras magnéticas ofrezcan
promesas de salud: “Tenemos muy claro que vendemos un producto que no tiene una certificación médica
real. Y que lejos de obrar milagros, actúa muchas veces en forma de placebo”, señala un portavoz de
Noamagnetics, uno de los fabricantes de pulseras con imanes. Y es que el efecto placebo es lo más que se ha
podido demostrar clínicamente. Pero no todas las marcas dicen lo mismo, y muchas de ellas insisten en que lo
que venden tiene efectos beneficiosos para la salud, pese a que ningún estudio clínico lo acredita. “Utilizan
cierto conocimiento científico, sobre cosas que no conocemos, y prometen cosas que no están demostradas”,
prosigue Hernández. Veamos cómo es el asunto: la magnetoterapia parte de la base de que la hemoglobina es
débilmente diamagnética, es decir, que contiene hierro y, por tanto, puede ser repelida por campos
magnéticos. “Pero es que los imanes que se emplean son demasiado débiles como para tener un efecto
mensurable. Es verdad que las unidades de hemoglobina están unidas por un puente de hierro, pero estos
fabricantes no dicen qué es lo que hacen sus imanes. ¿Atraen el hierro de la hemoglobina? ¿Acaso va a ir toda
la sangre a la muñeca donde tengamos la pulsera? No se explica el procedimiento, un proceso que no es real.
Además, muchos de estos productos se venden diciendo que equilibran el campo magnético del cuerpo,
cuando el cuerpo no tiene ningún campo magnético”.
 
Lo curioso es que las pulseras magnéticas no son una moda de nuevo cuño, sino algo que cíclicamente regresa
al mercado, y siempre con el mismo resultado: ningún experimento clínico confirma que las propiedades
terapéuticas con las que se anuncian funcionan de verdad. En 2002, el doctor Robert Bratton y sus colegas de
la Clínica Mayo realizaron un estudio para medir los efectos de un popular brazalete magnético. Para ello, le
entregaron a un grupo de 305 personas estos brazaletes, que debían llevar durante un período de 28 días. A
otro grupo idéntico se le entregó una réplica del mismo artículo, aunque a todos los sujetos se les dijo que lo
que llevaban era una pulsera magnética. Curiosamente los dos grupos, incluso el que portaba imitaciones,
afirmaron haber sufrido menos molestias físicas mientras la llevaban. ¿Cómo es esto posible? La respuesta
está en el efecto placebo, es decir, la falsa sensación de que algo inocuo funciona por el mero hecho de creer
que funciona. En el caso de los imanes, este efecto se extiende más allá de la bisutería de muñeca. Se pueden
encontrar en el mercado desde plantillas para los zapatos a cubrecolchones, pasando, cómo no, por la siempre
efectiva promesa de una mejora de la salud sexual: ¡calzoncillos magnéticos! ¿Existe algún estudio científico
que avale la efectividad de estos productos más allá del efecto placebo? La respuesta es, una vez más,
negativa.
 
Más esperpéntico es el caso de las lámparas de sal del Himalaya, que supuestamente emiten iones que nos
protegen de las radiaciones y campos electromagnéticos que generan los electrodomésticos que tenemos en
casa. O el de la piramidología. Hay más timoterapias en el mercado de las que pensamos. ¿Cómo discernir los
productos terapéuticos que funcionan realmente de los timos basados en el placebo?“ Si no tienes
conocimientos de medicina avanzados, lo mejor es ir al médico y preguntar”, concluye Hernández.
 
Pero cabe la posibilidad de que el médico en cuestión sea prescriptor de homeopatía, una disciplina que no ha
demostrado su efectividad en ensayos clínicos más allá del efecto placebo. De hecho la cadena británica de
farmacias Boots confesó el año pasado que vende productos homeopáticos “porque son populares, no porque
curen”. ¿Se trata de otra timoterapia? “La homeopatía es muy eficaz y segura, y no tiene efectos secundarios”,
defiende María Dolores Tremiño, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Homeopática. Para los
detractores de esta práctica, la cuestión está en que tampoco se ha demostrado clínicamente que tenga efectos
primarios. A pesar de ello, cada vez son más los médicos titulados que optan por recetar este tipo de
productos. “Hay especialistas que han hecho formación de posgrado, y que son unos 2.000 en España”,
prosigue Tremiño. “Puede que sea porque es una salida laboral y económica para ellos”, contrapone el doctor
Víctor Javier Sanz, autor del libro La homeopatía ¡Vaya timo! “Además, aunque la ejerzan médicos titulados,
la homeopatía no está considerada una asignatura de la carrera, y desde el punto de vista farmacológico no
tiene indicaciones terapéuticas aprobadas”. Tampoco se ha demostrado su efectividad en ensayos clínicos más
allá del efecto placebo. En 2005 la revista científica The Lancet llevó a cabo un estudio comparando 110
ensayos clínicos que utilizaban compuestos homeopáticos y otros derivados de la medicina convencional. La
conclusión fue que los efectos de la homeopatía no se diferenciaban del placebo y no resultaban eficaces para
curar enfermedades.
 
Agua con memoria
¿En qué consiste la homeopatía? Esta disciplina se basa en dos principios: el primero, que la misma sustancia
que produce una enfermedad sirve para curarla. El segundo, que esta sustancia debe administrarse en dosis
infinitesimales. Así, por ejemplo, en la elaboración de un compuesto homeopático se diluye una pequeña
porción de principio activo en un litro de agua; se agita, se extrae una gota de la mezcla y se vuelve a diluir en
otro litro de agua. Y así 15, 25, 30 ó 50 veces. “En la disolución final no queda ni una sola molécula del
principio activo”, denuncia Víctor Javier Sanz. “Eso”, matiza Tremiño, “es porque la información de los
principios activos no se transmite al agua a nivel químico, sino físico. Se trata de una información
electromagnética”. Pero, nuevamente, no hay ensayo clínico que evidencie este proceso. Según explican los
homeópatas, esta acción física tiene que ver con un curioso fenómeno denominado memoria del agua.
Supuestamente el agua memoriza las propiedades de la sustancia que se le añade para reproducirlas en el
organismo del paciente. “Pero es que el agua está en contacto con muchas sustancias a lo lago de su ciclo y
además tiene residuos secos de sodio, potasio... ¿Cómo es que memoriza unas sustancias y otras no?”, se
pregunta Sanz, para quien “el éxito de la homeopatía es más sociológico y psicológico que científico”. Si el
agua donde se disuelve un componente para la elaboración de un medicamento homeopático memoriza la
acción de éste, ¿cómo es que no memoriza también el cobre de las tuberías, o los residuos tóxicos y fecales
que ‘toca’ en su ciclo de vida?
 
Hay otro elemento que juega en contra de la homeopatía. Uno de los productos homeopáticos más vendidos
es el denominado Oscillococcinum, que se comercializa para combatir la gripe. Sin embargo, en su prospecto
figura que 1 gramo de esta sustancia está compuesta por 0,85 gramos de sacarosa y 0,15 gramos de lactosa.
¿Dónde está entonces el principio activo? “No lo tiene. Las pastillas homeopáticas no tienen ningún efecto”,
dice el periodista Óscar Menéndez, quien para denunciar este hecho llevó a cabo el pasado mes de octubre un
‘suicidio homeopático’. “Durante un programa de televisión me tomé en 45 minutos 36 pastillas de Sedatín,
que es un sedante homeopático que tiene 1 billonésima parte de belladona, que es un veneno. Si fuera un
medicamento con una acción real, habría necesitado queme llevaran al hospital. Pero ni siquiera me relajó”.
¿Qué hubiera pasado de ingerir 36 pastillas de un tranquilizante supervisado por la Agencia del
Medicamento? “Lo mejor que me podría haber pasado es que acabara en la UCI”.

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Efectividad igual a un placebo

En un estudio con el medicamento homeopático arnica montana, se llegó a la conclusión de que la


efectividad era similar a la del efecto placebo.33 Al estar tan diluidos, se consideran bastante inocuos, pero
no hay que olvidar los problemas que pueden derivar de la renuncia a terapias efectivas por sí mismas (ya se
conocen unos 40 casos de muerte por ese motivo y cerca de 400 que han sufrido nuevas enfermedades o
empeoramientos de las mismas34 ), ni el efecto nocebo, contrario al placebo. En el terreno de los males
crónicos mal definidos es en el que mejor funcionan las medicinas alternativas, dado que son más sensibles
al efecto placebo y a la relación humana entre el enfermo y el sanador.

Los defensores y los oponentes de la homeopatía discrepan sobre si los ensayos científicos con el uso de
placebos y métodos homeopáticos han sido satisfactorios. Algunos ensayos clínicos han producido
resultados positivos en los límites de la significación estadística, pero los críticos se apoyan en que nunca un
ensayo de una mínima calidad ha producido resultados claros en favor de la eficacia de la homeopatía. En
1997, la revista médica británica The Lancet publicó un meta-análisis de 89 ensayos clínicos, que dio una
conclusión ambigua que sirvió para alimentar tanto a los defensores como a los detractores de la
homeopatía. Pero un nuevo metaanálisis (27-8-2005) en la misma revista, esta vez de 110 trabajos
primarios, contiene la inequívoca conclusión de que los efectos clínicos de la homeopatía son efectos
placebo.35

Respecto a este metaanálisis, el Dr. Peter Fisher, del Hospital Homeopático de Londres (Royal London
Homoeopathic Hospital, University College), indicó en carta a la misma revista The Lancet dudas sobre la
selección de ensayos de este trabajo, del que sospecha el propósito intencionado de desacreditar a la
homeopatía. Según Fisher los motivos de dicha selección no se explican en el artículo y su relevancia en la
clínica homeopática actual no está clara. Los autores respondieron a estas objeciones, alegando condiciones
bien explicadas para la clasificación de los 110 trabajos, incluidos los 8 del grupo especial. El trabajo se
realizó dentro de un programa de evaluación por el Gobierno Suizo de la eficacia de las medicinas
complementarias, que incluyó un amplio estudio observacional de 10.000 pacientes; 3.000 de ellos fueron
tratados con homeopatía. Los efectos del tratamiento homeopático fueron evaluados positivamente
respecto a su seguridad, que nadie suele discutir, y economía comparados con los de los tratamientos
convencionales. En cuanto a la eficacia curativa, el metaanálisis de la evaluación suiza produjo resultados
positivos para la fitoterapia, inconcluyentes para la medicina tradicional china, y dentro de los límites del
efecto placebo para la homeopatía (Documento en pdf). En cualquier caso, los resultados de las distintas
evaluaciones condujeron al gobierno suizo a interrumpir el pago por la Seguridad Social de las variantes de
terapia alternativa previamente financiadas, incluida la homeopatía, por no ajustarse a los criterios
requeridos de eficacia y relación coste-beneficio.

Paradójicamente, instituciones académicas regladas, como la Facultad de Medicina de la Universidad de


Valladolid o la de Sevilla ofrecen una especialidad médica de Homeopatía, mientras otras en España, como
Santiago de Compostela, Granada y Murcia ofrecen estudios sobre Homeopatía,[cita requerida] siguiendo la
tendencia a integrarla en los estudios universitarios de Medicina, en forma de cursos de posgrado. De la
misma manera es común encontrar la promoción de remedios homeopáticos en oficinas de farmacia.
Algunos explican esta situación por las oportunidades de ganancia económica que ofrece la medicina
alternativa, que empiezan a ser comparables con las de la medicina convencional. La cifra de negocios del
sector ha superado los 15.000 millones de dólares en Estados Unidos, y una penetración comparable se
observa en países europeos. Hay además fuertes presiones para que los seguros públicos de salud sufraguen
también los gastos en terapias de este tipo, motivadas por su creciente popularidad. Favorece esta opción su
menor coste monetario, a pesar del precio de los medicamentos homeopáticos, desmesuradamente alto si
se compara con sus costes de fabricación y la práctica ausencia de gastos de investigación y desarrollo por
las compañías que los producen. Un aspecto positivo es que permiten calmar mediante un producto inocuo
la apetencia de recetas por parte de una cierta clase de público, apetencia de la que derivan muy negativos
efectos para la salud en forma de efectos secundarios, adicción a fármacos y otros efectos indeseables de la
sobremedicación.

[editar]La homeopatía no es una ciencia

La homeopatía es considerada un residuo pseudocientífico de la alquimia, cuyos resultados se pueden


explicar por el efecto placebo. La mayoría de los científicos atribuyen los pocos estudios que han producido
resultados ligeramente positivos a la casualidad, porque los resultados no son apenas medibles ni los
ensayos reproducibles, y porque hay muchos más experimentos fallidos. Además, la metodología de estas
pruebas indica que una pequeña parte de ellas dan falsos positivos.

[editar]Carencia de fundamento científico

Se ha criticado científicamente la falta de consistencia lógica en la afirmación de que el agua de algún modo
«recuerda» las propiedades químicas de las moléculas que alguna vez estuvieron en contacto con ella
señalando que el agua "pura" que los propios homeópatas usan estuvo anteriormente en contacto con otros
componentes, como residuos químicos, orina, metales radiactivos y venenos varios, que consecuentemente
debieron, según dicha teoría, dejar recuerdo en la misma. También se ha señalado que las sucesivas
diluciones no incrementan o disminuyen los efectos que la sustancia en cuestión tiene, sino que de hecho no
dejan más que agua, destruyendo por completo el agente sanador.36 En este sentido, Jacques Benveniste
recibió el Premio Ig Nobel de Química 1998, parodia de los premios Nobel, «por su importante
descubrimiento en Homeopatía, que indica que el agua no sólo tiene memoria, sino que esta información se
puede transmitir a través de la Red Telefónica y de Internet».37 38 39

Uno de los argumentos más utilizados en favor de la homeopatía considera la satisfacción de los usuarios
como índice pragmático acerca de su eficacia. La falacia de este razonamiento consiste en que no considera
los no usuarios que precisamente han abandonado la homeopatía por ineficaz. Se ha señalado también su
raíz en el pensamiento mágico: J.G.Frazer clasificó en dos formas la magia simpática, a las que llamó magia
homeopática y magia contaminante, basadas respectivamente en la semejanza y el contacto.

[editar]El paciente puede rechazar un tratamiento efectivo

Los defensores de la medicina convencional afirman que los pacientes que confían por completo en las
técnicas homeopáticas y rechazan la medicina convencional se arriesgan a abandonar los tratamientos de
enfermedades fácilmente tratables, como algunos cánceres de piel, hasta que se convierten en
intratables.40 41 42 43 Debe mencionarse que los medicamentos homeopáticos se venden sin control
estricto. Estos productos dicen tratar el síntoma y su causa; sin embargo, no se parecen a los tratamientos
de los homeópatas tradicionales. La homeopatía tradicional está más reconocida y aceptada en la Europa
continental, quizá porque sus seguidores siguen mejor la tradición y el tratamiento con las fórmulas
potenciadas que Hahnemann recomendó.

[editar]Argumentos de los partidarios de la homeopatía

[editar]La visión pragmática

Los partidarios de los tratamientos homeopáticos señalan el hecho de que la mayoría de la gente que busca
tratamientos homeopáticos está satisfecha con los resultados. También dicen que todo tratamiento que
haga que el paciente mejore es válido, sin importar si entra en conflicto con el modelo actualmente
aceptado de la composición molecular de la materia. La discusión sobre si el efecto placebo está implicado o
no en esto se considera un asunto meramente académico.

[editar]Reconciliación con la química molecular

Recientes investigaciones indican que en ciertas situaciones cuanto más diluida está una sustancia, sus
moléculas tienden a permanecer juntas.44 Algunos quieren ver en esto una prueba que apoya las terapias
homeopáticas. Sin embargo, estos datos no explican por qué las sustancias necesitan ser diluidas, sólo que
deberían seguir activas tras esta preparación (aunque no en las concentraciones que requiere la
homeopatía). Es más, este fenómeno no tiene conexiones con la homeopatía porque en estos casos no hay
un intento de diluir la molécula. La homeopatía pretende diluir las moléculas hasta que no quede ninguna,
mientras que estos experimentos siempre presentan cantidades medibles en la solución. Estos
experimentos sólo investigaron las diferencias en las propiedades que las moléculas tienen cuando se
agrupan en los grandes polímeros, y en menor medida en los pequeños polímeros u oligómeros.

Una investigación, publicada en el 2003,45 estaría aportando un argumento a favor de la base de esta
terapia. Este estudio aseguraría que el agua tiene lo que denominaron «efecto fantasma»; comprobando
que sustancias como el cloruro de litio o el cloruro de sodio (sal común) «modifican la estructura de
hidrógeno del agua», después de realizarse una dilución intensiva. Con lo cual, estaría apoyando de esta
forma el aparente «recuerdo del agua» frente a experiencias químicas recientes.

[editar]Estudios controlados y ensayos clínicos

Dana Ullman, en su libro de 1995 The Consumer's Guide to Homeopathy, dedica un capítulo completo a las
«Evidencias científicas de la medicina homeopática». Por ejemplo, cita un estudio de 1991 en el que figura:

Tres profesores de medicina holandeses, ninguno de ellos homeópatas, realizaron un meta-análisis de 25


años de estudios clínicos con medicinas homeopáticas y publicaron sus resultados en la revista British
Medical Journal. Este meta-análisis cubrió 107 ensayos controlados, de los cuales 81 mostraban que las
medicinas homeopáticas eran efectivas, 24 determinaron que no tenían efectos, y dos no eran concluyentes.
Los profesores concluyeron: «La cantidad de resultados positivos fue una sorpresa para nosotros.»46 [cita
requerida]

Un metaanálisis publicado en la revista Lancet sostiene que:

The results of our meta-analysis are not compatible with the hypothesis that the clinical effects of
homoeopathy are completely due to placebo. However, we found insufficient evidence from these studies
that homoeopathy is clearly efficacious for any single clinical condition.47 ‘Los resultados de nuestro
metaanálisis no son compatibles con la hipótesis que los efectos clínicos de la homeopatía sean
completamente debidos al efecto placebo. Sin embargo, no encontramos suficiente evidencia de que la
homeopatía sea claramente eficaz en alguna condición clínica.’

Los críticos de la homeopatía sostienen que estos resultados «positivos» (en el sentido que el término tiene
en la estadística clínica) eran mínimos, no reproducibles y pobremente controlados.

Algunos médicos homeópatas achacan la falta de apoyos definitivos por parte de ensayos controlados a la
ausencia de un trato médico-paciente adecuado para que el tratamiento sea correcto (un argumento que es
común a la religión y a las pseudociencias y que contradice el método científico). Otros médicos
homeópatas, sin embargo, creen que la investigación justifica la efectividad de la homeopatía, y Ullman
afirma que la investigación clínica no necesita ser invalidada por la necesidad de un remedio a la medida del
individuo. Por ejemplo, cita un artículo publicado el 10 de diciembre de 1994 en Lancet («¿Son reproducibles
las pruebas en favor de la homeopatía?»), que documenta un ensayo clínico sobre el uso de remedios
homeopáticos para el tratamiento del asma. También cita otros ensayos, como uno que estudiaba niños con
diarrea, que fue documentado en mayo de 1994 en Pediatrics («Tratamiento de la diarrea infantil aguda con
medicina homeopática: un ensayo clínico aleatorio en Nicaragua»). Esta disposición a ofrecer predicciones
falsables, sería más característica de la protociencia que de la pseudociencia, si no fuera porque la hipótesis
homeopática contradice los principios mejor establecidos de la física, de la química y de la biología sin
ofrecer explicaciones alternativas.

De hecho, Ullman defiende que los estudios han confirmado que los remedios homeopáticos son efectivos
aunque no haya un tratamiento personalizado por parte del médico. Cita dos estudios, incluyendo uno
publicado en marzo de 1989, publicado en British Journal of Clinical Pharmacology, «Evaluación controlada
de una preparación homeopática para el tratamiento de síndromes gripales», para defender esta postura.
Los llamados «remedios combinados», en los que se mezclan varios preparados homeopáticos, se venden a
menudo en los Estados Unidos, y la teoría homeopática tradicional tiende a esta aproximación, aunque
Ullman cita ensayos que sugieren lo contrario.

Ullman sostiene, de hecho, que «uno sería prácticamente ciego si ignora el conjunto de datos
experimentales que existen sobre las medicinas homeopáticas y niega el conjunto de experimentos de los
homeópatas y de sus pacientes. Sólo se puede asumir esta ceguera como una aflicción temporal, que pronto
se curará». Los científicos que examinan estos mismos datos niegan que los experimentos fueran
controlados apropiadamente. Desde una perspectiva científica, que los datos de observación más favorables
que puede ofrecer una teoría para afirmarse se mantengan dentro de los límites de la incertidumbre
estadística, como ocurre con la teoría homeopática del medicamento, es uno de los signos que, combinados
con otros, indican que se trata de una pseudociencia.
En 1988, un científico francés que trabajaba en el prestigioso instituto INSERM afirmó haber descubierto que
las diluciones altas de sustancias en el agua dejaban una "memoria", proveyendo así una base racional a la
ley de los infinitesimales de la homeopatía. Sus hallazgos se publicaron en una revista científica de
reconocimiento mundial, pero los resultados eran poco creíbles y el trabajo había sido financiado por un
fabricante de medicamentos homeopáticos (Nature, 1988). Las investigaciones posteriores, incluidas las de
James Randi, descubrieron que la investigación se había llevado de un modo inapropiado. El escándalo tuvo
como resultado la suspensión del científico.48

El debate continúa, siempre en los mismos términos, a falta de pruebas objetivas de eficacia o de hipótesis
racionales sobre un posible mecanismo de acción.

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