del “deber ser” y de la dimension estética. Como luego anali-
zara ese otro gran “centauro” de la modernidad, Max Weber, el
conflicto entre el intelectualismo creciente con la racionalidad
estetica y Su progresiva autonomia no es sino una de las con-
secuencias debidas a la independencia progresiva de la racio-
jalidad cientifica con respecto a las cuestiones de sentido. Y
ello a un determinado precio: la profunda escisién interna del
jombre modemo, su profunda fragmentacién en dos grandes
irdenes, el puiblico y el privado.
Nietzsche también entiende como “nihilismo” o “decadencia”
esa misma tensi6n, ese dualismo entre irracionalidad y racio-
nalidad cientifica. Para él, pese a su aparente oposicién, am-
bas actitudes responden a una misma dindmica nihilista, a sa-
ber: los asuntos de la accién, el “problema de la voluntad” no
son cuestiones que se aborden filosdficamente. Como resalta
sloterdijk, Nietzsche pretende desmontar esta continua oscila-
cidn entre cientificismo y romanticismo en virtud de su coinci-
dente parcialidad ante los desafios reales que plantea la mo-
dernidad. En esta linea -aunque con otro acento~ se definira
igualmente Weber cuando declare que nadie sabe quién vivi-
ra en esta jaula del futuro: “Para la ultima etapa de este desa-
rrollo bien podria decirse: especialistas sin espiritu, sensualis-
las sin coraz6n; esta nulidad imaginaré haber llegado a un nivel
de civilizaci6n nunca aleanzado”.
La importancia de la figura del “centauro” (0, lo que es lo
mismo, la “monstruosa” sintesis de arte, vida y ciencia) en el
primer capitulo de El pensador en escena representa la herida
no restafiada de este proceso. Con esta imagen, Nietzsche ade-
lantaria asi antes que Weber- el problema de la diferenciaci6n
: las esferas axioldgica, expresiva y cognitiva o técnico-cien-
Una escisi6n en donde, como dice Habermas, “cuanto
‘as brusca e irresolublemente resalta la peculiaridad especifi-
ca de cada esfera especial que viene al mundo, tanto mas im-
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