You are on page 1of 290
Ca ERS Taian eee" tanec creme ALAIN BADIOU EL SER Y EL ACONTECIMIENTO Cuidado de Ia edicisn Rail J. Cerdeiras, Alejandro A. Cerletti Traduecion Rail J Cerdeiras, Alejandro A, Cerletti, Nilda Prados. WO5%/ MANANTIAL Buenos Aires ‘Tilo original: re et. 'arnement Paris, Seu colecito “L'orre pilosophiqu, 1988 (© Bdiions du Seu, Paris, enero de 1988 Diseno de apa: Esto R et 380 Beto. Abin BAD Elser yl acontasoeto Pe reimp. ~ Beenos Aires: Manan, 203. 5 ‘582 p.: 2:6 on “Tragic de: Ral. aeres, Aleenta A cores es Prado ISBN 860.800-040 & I. Tigo ~ 1: eae Moderna O: eas a a PEE Hecho el depesto que marea ley 11.728 Tipreso en le Argentina © 1999; a edicinen castellano Ediciones Manantal SRL. ‘y Rall. Cedetras Escuela ores) ‘AvGa: de Mayo 1365, 6 piso, (0085) Buenos Aires, Argentina Tela 54 11-4362-73504583-0056 E-mail: info@emarantialcom at vnvw.emanantial comer ISBN: 987-500-040: ‘Derechos reserveder Prohibit sv repcoducei6n tot o parcial Prélogo ala edicih castellana EL-ser-ysel'acontecimiento aparecié em francés Hace tas 0 menos diez aos 4 Cuando-hoy dia me pregunto qué esilo que pienso demi propio li- bro, laespueste que me puedo dar es orguliosa y umilde als vez Es orgullsa porgue ain estoy absolutamente convencido de a soli= dez-de'las intuiciones fimdementales de:este libro. No s6lo pierso que Jas cuestiones. que aqui se tratan ~la ontologia de lo miltiple puro, 1s ‘teorfa del acontecimiento como suplemento azaroso, la-esencia de Ia verdad como procedimiento.gevérico, el sujeto como fragment> Local de uua-verd, el etomo de le verdad sobre el saber a wavés de an for zamiento—estin argumentadas y son vélidas, sino también que: exa- men y,transformacin por parte de'mis contempordneos-aperas co- tnjenza Se puede deci que todevia significa un importante avance en el pensamniento respecto de ta media de mi-époce: ero.mi respuesta'es también humilde, puesto: que soy consciente elas insuficiencias que persisten en la exposicién sintética de mi fi- Tosofla, que este libro representa Es preciso. decir que en-el tiempo transcurrido desde swapecicion, he tenido muchas ocasiones de evehuar sus debilidades: Sabemos que Jas lagunas de un dispositivo de pensamiento se ven menos en el estu- dio directo de su.composicién que-cuando nos esforzamos en extract ‘sus consecuencias. En una serie de-ensayios més breves me he oxupado de utilizar EI ser y el acontecimiento como un reservorio de conseptos ymétodos de perisamiento para lainvestigaciOn de miiltiples dominios 6 BL SER VEL ACONTECIMIENTO pasticulares. Lo hice en relacién con las normés del compromiso sub- Jetivo en un provedimiento de verdad (Brique, 1994!: Saint Paul, 19972); con diversas partes del pensamienio ontolégico ~es decit, ma. temético- (le Nombre et les nombres, 1991); con algunos aspectos de Ja teoria psicoanelitica (Conditions, 1992); con cuestiones referidas a Je politica (Abregé de métapolitique, 1998) o al procedimieinto artist £0 (Petit manuel d'inesthérique, 1998). También he intentado precisa ti concepcién de la filosofia, ya sea de manera directa (Conditions, otra vez), 0 bien pot la mise en scéne del contraste con uno de mis ‘grandes colegas (Deleuze, 19973). E] resultado de este trabajo multifrme fue sefialar tres grandes ‘ransformaciones necesarias para adecuar mi teoria¢ los requerimien- tos de] mundo contemporaneo y lo que dl exige del pensamiento Puesto que Je filosofia es, en tltima instancia, un recurso mis entre ‘otros para intervenir en lo real, existe leitimamente s6lo para fortale- cer la potencia del espiria sobre le materia, la aficién de la voluntad, la certeza de que el tratamiento de los pcsibles por el pensamiento for” ‘ma una unidad con su advenimiento. Se trata de despreciar lo que hey, en nombre de lo que puede haber. Se taia de preferit cualquier verdad a las enciclopedias del saber. Seguramenie, la carga polémica de mi fi- Josofia es mis viva en este punto, No estamos en el consenso acadérai- 0, Cualquiera que trabaje para la perpetuacién del mundo que hoy nos rodea, aungue fuera bajo el nombre de filosofia, es un adversario, y debe ser conceptuado como tal. No podemos tener la menor considera- ifn para aquellos caya eoficticacién sire para legitinas —Lajo los vo- cablos gastados e inconsistentes de «el hombre» y de sus aderechosy el orden capital-parlamentario, hasta en sus expediciones neocolonia- Jes, Pero le guerra especulatva y el derecho que se conceda a cambiar Jos concepts por municiones; implica seber exigit de uno mismo una constant transformacién de la propuestafilos6fica y de sus categorias fundadores, a riesgo de penser a menudo~como deofa mi viejo macs- ‘to Sartre- contra uno mismo, Por lo tanto, tres puntos en litigio. 1. En el pensemiento del ser en tanto ser, es preciso aceptar que el 1, Trad cast: La ti, publicado en la revisleAcontecimieno, IV, 8 (1998), 2. Trad: cast: San Pablo, Barelons, Anthropes, 1999, 3. Trad cast: Deleuze, Buenos Ais, Menan‘al, 1987, PROLOGO ALA EDICION CASTELLANA 7 niltiple puro, al estar presentado chi, siempre lécalizado (en el senti- o literal de «Daseirn), se encuentra afectado de lo que llamo su apa recer, cuya légica es muy importante pensar desde el interior de la ma- temética de lo miltiple. Esto conduce a importantes reordenamientos Gel concepto de situacién, que es ~como el lector lo verd~ el primer concepto de libro. 2. La docttina del acontecimiento esté marcada por una diiculiad interna, enunciada de manera préctica en su misma exposicign: si el acontecimiento subsists sélo porque ha sido objeto de una nominacién {n0 hay en realidad dos acontecimientos (el miltiple supermnererio, por un lado, y'su nominacién, por otro)? Ademis, siel que nombre el acontecimiento es un sujeto, no se puede sostenes ~como sin embargo ‘8 dice que el sujeto es un fragmento local del procedimiento de ver- dad. Habria un sujeto originario, o del acontecimiento, que preduce el nombre. Para superar esta dificultad, es necesario complicar un poco el con- cepto de acontecimiento, dovindolo de una logica (el acontec:miento es desprendimiento inmediato de une primera consecuencia, tiene una estructura implicativa) y no sélo de una ontologia (el acontec:miento es un miltiple in-fundado). A su vez, ea logice esclareceré la rotencia propiamente temporal del acontecimiento, la capacidad para enzeidrar un tiempo propio, que si bien es cierto que es mencionado en el pre~ sente libro, no fue objeto de ningtin desarrollo significative, 3. La teorfa del sujeto es unilateral, en la medida en que identifica de manera absoluta «sujeton y «sujeto de una verdad» en la dinaensidn positiva de esta identificacién. Pero es evidente que en une secuencia post-acontecimiento surgen nuevas formas subjetivas reactivas. Por ejemplo, a una politica revolucionaria sienipre se oponen formas sub- Jetivas inéditas de la contrarevolucion, Bs preciso entonces extender el concepto de sujeto a la novedad reactiva y no limitarlo ala esticta fi- Adelidad, creadora de verdad genérica. Dicho de otta manera, ‘enia la obligacién de forjar los conceptos necesarios para pensar las roveda- des negativas. ¥ en mayor medida pordue, a decir verdad, en Ids afios ‘ochenta y novente hemos sido particulermente bien servidos en cuanto a inventiva reaccionaria, y en todos los campos. Por este motivo he planteado que un acontecimiento abre un espa~ cio subjetivo que se «pueblan de tres figuras posibles (ademés del su- Jefo fiel, hay un sujeto reactivo y un sujeto oscuro). Asimismo, he es- ‘tablecido qué son las operaciones de un sujeto, las cuales en este libro | 8 -OBLSER VIEL ACONTECRAENTO soil todas reducidas dnicamente a la indagacifn, Por lo tanto no s6lo sai rei ee ein loan ne ‘consecuencias del acontecimiento, o ceacién del presente), sino tam. bign de la reaccién (creacin del pasado), de la obliteracién (anulacion. del presente) y de la resurreccién (reactivacién futura de un presents). Que quede claro. S610 doy indicaciones extremadamente summaries sobre lo que es un considerable work in progress, He realizado ons suerte de diario de este movimiento teérico en mi libro Court matte ontologie ransitoire (Seuil, 1998), Bse trabajo tiene como base un seminario de diez ais sobre i inraestructura matematca de la rear. ganizacién de la teoria del ser alrededor de Ia toot de las Categorias ¥en especial, del topos de los H-conjuntos)y otto, de diez aos arm. bién, sobre la teoria axiomética del sucto. Me parece que lo esencial de la rectificacién esta conchuido. Queda consignar su erquitectura ge- neral y desplegar sus efectos, sobre todo, del lado del anilisis formal de los procedimieritos de verdad (arte, politica, ciencia y amor), Este Ya a ser el tema de una continuscién del presente volumen, cuyo titulo se, probablemente, Eve, appara, vérités (Ser, aparecer, verdades) Ast las costs, mi imperativo persotal es ser fel a las direcciones fundamentales de pensamiento trazadas en El ser'y el acomtecimiento Bn 6l se establece que toda fdelidad verdadera es une invencign, povo ademifs, que también depended la fecundidad del azar. Entre esos maravillosos azares que bacen que valga le:pena dedicat te vida alas verdades, quiero mencions: el encuentro, hace ya ituchos aiioa, con Rail Czideiras y luego con sus amigos argentines, En la éoca de aquel encuentro, y més allé dela camaraderia politica y de lo ue s6lo es capaz la prodigalidad del amo, yo esaba muy salo'y gol, peado por la opinion dominant, en un verdadero destiero. Pero tl va, lor para continuar una obra no viene solo. Se alimenta, piecsamneate, de encuentros que justfican Ia perseverencia. En este sentido, como 6 una amistad que compartee] pensamiento, Rail Cerdeires es desde, hace afios una condicién subjetiva ‘implicita de todas mis obras filosé— fives. Dirigiendo la traduccién de eate listo entraen el corazon tnismo de su existeneia piblica, Puedo decit, muy simplemente, @ Rati a'sus amigos y al mundo entero, gue estoy feliz. Con esa dicha que sélo da la co-pertenencia a una verdad y que esl misma que Spinoze lama. ba, aso creo, «beatinud, Alain Badliou, septiembre de 1999 ? Adiitemos que hoy, aivel rmindial, se pueda comenzar el’anéli- sis-del estado de la filosofia'suponiendo los tres emmnciados siguien “ eidgger ese ino fof reconceBie universalist 2. Los dispositivos de pensamiento, sobre'todo norteamercanos; aque siguieron Iss mutactones de las mateméticas la l6gice'y los tabs. 4jos del circulo:de-Viena, mantienen como:paradigme, de manera do minante; la figura de le acionalidd'cienific. 3. Est slesido desarrollads‘una doctrinn post-cartesiona’ del sujoto ceayo origen puede atribuirse aiprécticas mo filosbfieas (la politea 0 Ja relaciGn institida-con las «enfermédades inentalesy)y surégimen'de ‘nterpretaciba, marcade por Tos'nombres de Marx’(y' de'Lenin), de Freud (y de Lacan), estéintrincado ‘et operationés; clineas.o-militan- tes, que excedeniel diseurso trinsmisible, ~ ‘Qué ‘tietien‘etr comtincestos tres emunciados? Que designan, cada ‘uno a'su manera, Ielauswi dé una épocacentera del pensamento'y de sus apuestas. Heidegger, en-l tema de Je deconstracei6n dela m= tafisica piens le €poca como regide pons olvido inaugural ypropo- ne un retorn griego: La‘cotiente canaliticay englosajone descalifica la mayor parte de Tes frases de la filosofia cldsica por estar desorovis- tas de sentido o'limitadas'al ejercicio libre de un juego de league: Marx atiunciaba'el fin de le Filosofia y’su'tealizacién practica: Lacan Introduccién: | 0 BL SER Y EL ACONTSCIMIENTO habla de Is eantitosotay y remit imaginal totaizacén es- peculativa Por otzo lado, Jo que hay de inconexo en esos enunciados es evi- dente. La posicién paradigmitica de la ciencia, tal como organiza el ppensamiento anglosajén hasta en su denogecién anarquizante, es seBia- Jada por Heidegger como un efecto ultimo, y nihilista, de la disposi- cién metafisica, en tanto que Freud y Marx conservan sus ideales y el rismo Lacan reconstiia en elle, a través de la Logica y la topologie, los apoyos de eventuales matemas. La idea de una emancipacién -o de-una salvaciéa- es propuesta por Ment o Lenin bajo las formas de la revoluci6n social, pero es considerada por Freud o Lacan con un pesimismo escéptico, exeminada por Heidegger en Ja anticipacién re- trospectiva del «retomo de los dioses», en tanto que grasso modo, los americanos se adaptan al cousenso alrededor de Jos procedimientos de la democracia representativa Hay entonces acuerdo general en cuanto a la conviccién de que no es concebible ninguna sistemética especulativa y que ha pasado la época en que la proposicién de una doctrina del nudo ser/no-ser/pen« samiento (si se admite que es en este mdo que se origina, desde Par- ménides, lo que se llama «filosofie») podia hacerse bajo la forma de un discurso acabado. El tiempo del pensamiento estd abierto a un ré- gimen de aprehensin diferente Hay desacuerdo en lo que respecta a saber si esta apertura, cya esencia es la de cerrar la edad metafisica, se caracteriza como revohi- eid, retorno 0 ovitica Mi intervencién en esta coyuntura consiste en trazar alli una diago- nal, ya que el trayecto de pensamiento que intento pasa por tres pun- tos, cada uno de Jos cuales esté suturado a alguno de los tres lugares que designan los enunciados antes citados, ~ Con Heidegger, sostendremos que es por el Jado de la cuestion contolégica que se sostiene la re-calificasién de la filosofia como ta. ~ Con la filosofia analitca, sostendremos que la revolucién mate tico-légica de Frege-Cantorfija orientaciones auevas en el pensa- miento. ~ Convendremes, finalmente, que ningiin aparato conceptual es pertinente si no es homogéneo con Jas o-ientaciones tebrico-précticas de la doctrina moderna del sujeto, de por si interna a procesos précti- 08 (clinicos 0 politicos). INTRODUCCION u cién, para mi arbitraria, conduciria ala elecei6n unilateral de una de las tres orientaciones contra las otvas. Vivimos una époce compleja, hasta confusa, en razon de que las ruptuyas y las continuidaées que ‘constituyen su trama no se dejan subsumir en un vocablo tinico. No existe hoy «une» revolucién (0 «an» retomo, 0 «una» eritice). Con «gusto resumiria el miltiple temporal desfasado que organiza nuestro sitio de la siguiente manera: 1. Somos contemporéneos de una tereera época de la cient.a, des- pués de Ja griega y le galilean. La cesura identifieable que abre esta fercera época no es (como para le griega) una invencién —la de las mateméticas demostrativas ni (como para la galileana) un corte ~el que matematiza al discurso fisico-. Bs una reestructuracién, « partir de la cual se revela Ja naturaleza de la base matemdtica de la rcions~ lidad y el carécter de a decision de pensamiento que la establece, 2, Somos asimismo contemporéneos de una segunda época de la doctrine del Sujeto, que ya no es el sujeto fundador, centrado y refle- xivo, euyo tema cizcala desde Descartes a Hegel y sigue siendo toda via legible hasta Marx y Freud (y hasta Husset] y Sartre), El Sujeto contemporineo es vacio, escindido, a-sustancial, irreflexivo, Adem, ‘no corresponde suponerlo sino respecto de procesos particulares cu ‘yas condiciones son rigurosas. 3. Somos, por sltimo, contemporineos de un comienzo en lo que hace a la doctrina de la verdad, después de haberse deshecho su rela- cién de consecucién orgénica con el saber. Retroactivamente, s€ per cibe que hasta aqui reiné, de manera absaluta, lo que designaré como veridicidad y conviene también decir, por extraffo que esto pueda pa- recer, que la verdad es un término nuevo en Europa (como en otros si- tios). Asimismo, este tema de la verdad cruza a Heidegger (que fue el primero en sustraerlo al saber) con los matemiéticos (que rompen, @ fines del siglo pasado, tanto con el cbjeto como con la adecuscién) y con las teorias modernas del sujeto (que descentran la verdad respecto de su promunciacién subjetiva) La tesis inicial de mi emprendimiento, partir de la cual se dispo- ne el entrecruzamiento de las periodizaciones extrayendo el sentido de cada una, es la siguiente: le ciencia del ser-en-tanto-ser exite des- de los griegos, ya que tal es el estatuto y et sentido de las matem «as. Pero s6lo hoy tenemos los medios de saberlo. De esta tesis se desprende que la filosofia no tiene como centro la ontologa ~que Ese trayecto remite a p existe como disciplina exacta y separada~, sino que circula entre esta sdizaciones entrecruzadas, cuya unifica- rs ELSERY EL KCONTECIMDENTO contologi, las teorias modernas del sujeto-y su i : . ptoy si propia histori Le con- juneion contempordnea de las condiciones dela filosofia aberea pre- cisamiente'todo'aguello a lo cual se refieren this tres primeros emun= cin Hori el penssiniento vocidental, las’ matemdtcas Post-cantorianas, el'psicoandlisis, ef arte contemporineo y la politi 8 7 ineo y Ja politica Le filosofia no coincide con ninguna ie esas condiciones, ni elabra ‘1 fotalidald, Debe s6lo proponer un marco conceptual en cl qué se pueda reflejar Ie composibilidad [compossibiliz)conteimpordnes de ‘#508 elementos. Esto'sélo-puede hacerfo -ya que se despoja de toda ambicin fundadota; en la que se perderia-,designando entre sus pro- pias condiciones y'como situacién discutsiva singular, bajo la forma fe Hes mattis pura, a ontologia misma. Esto es, exactzete lo que la bera'y la'consagra en itima‘instancia al cividado de las ver. leg ‘tidado de las ver Las categories que este libro presents; y stip resent; ¥ que van dé To miltipte pus ro al Sujet, constituyes e-orden general de un pensamiento que pac de jercerse en toda Ia extensidn del referencial contempordiieo. Ese ‘a Sivonen, paral servicio'de los procedimientos de la cieneia, del aidlisiso de I politica, Intentan otganizar una vision abs~ tract de los requititos de la época 2 nee 2 sepzisiitltd (bsorea spi cat mates sont xe ologia la cencia del serenstanto:ser-es e eyo de lus que ao In csoena espctltin que habia lttads en mi ibm Théo du ager [eoria del sujeta}, presuponiendo pie simplemente que «tabinn Subjetivacion La compatbildad de esta esis con une ontolepa posh, Ble me preocupabs, ya que le fuerza-y le absolut debilaage det «viejo inarsisiion; del mateialianio daléctico, habia sido: poster sa comipattilidad Bao la forma de’ a genetalvdad de las lees de a dlalétea, es deci, afi de cues, del isornorfismo ete aise, ‘ica dele natuteleza'y la dieléotica dela historia Porcieto, este o> Ihorfistio (begeliano) estaba tauero‘al ntoet. Les dispute que subsis- te todavia hoy: del lado do Prigoginey de'l sca atom: pes encontrar ei eb0 canis corpiisculos dilétisos o'som sts toe ore brovivionts de ura Batlle que manos ta gar seviatnente, como no hava sido bajo las comtinaciones brutales del Estado sissies Le E i f wvrRoDuccibn B Naturaleza y su disléctica no tienen nada que wer alli. Pero quel pro ceso-sujeto sea compatible con aquello que puede-Secirse ~0 es di- cho- del ser, si ¢s tna dificultad seri, que yo ya habia sefislads on Ta pregunta planteada sin rodeos por Jacques-Alain Miller a Lacan, en 1964; «{Cual es su ontologia?». Nuestrd inaestro, astuto, respondié con Una slusién al no-ente, algo que resultaba ajustado, pero breve. De un modo semejante-Lacan, cuya obsesién mateinitice fue eecitn- 6.con él tiempo, habia indicado que la Yogica putratera uciencia de J6 realy. Sin embargo, lo real sigue siendo una categoria del sujet ‘Busque a tientas durante varios aiios alrededor de los impasses de Ja lgica ~una exégesis rigurosa de'Jos teoremas de Lwenheim-Sko- lem, de Gédel, de Tarski-, sin exceder el marco de Théorie du sujet ‘como no sea por sutilezas ttenicas, Sin darme cuenta, permnanecfa ba- jo la influencia de una tesis logicista, segim la cus! Ia necesidad de los cemunciados légico-matemaéticos es formal, ya que resulta‘de la erredi= cacién de todo efecto de sentido y que, en todo ¢a80, no hay ror qué interrogerse, nds allé de su consistencia, aceréa de aquello-de lo que esos enunciados son responsables, Me-complicabe en la consideracin porls cual, suponiendo que heya un referente del discurso légico-me- temético, no se-podia escapar a laalternstiva-de pensatlo ye sea:como cobjeton obtenids por abstraccitn (eippitisino) 0 bien como Idea su praseisible (platonismo); dilema en el que-nos arrincona le-disinci6n anglosajona universalmente reconocida entre cienicias «orméles» y ciencias «empiricas». Nada de todo esto era:boherente con 'ls-clara doetrina lacaniana segin la cual lo teal es el inipasse de la Yormaliza- cin. Me equivocaba de camino. Fue por el azar de las busquedas bibliogréficas y técnicas acerca del pa disereto/continuo, que Hegué a pensar, Finalmente, que eta ne- cesario cambiar de-terreno y formular, en cuahto 2 las matematicas, una tesis radical, Me parevié que la exencia del.ctlebre «problenia del continuo era que en él se tocabe un obstdculo, intrinseco al pensa- riento matemético, que indicabe lo imposible que te es'propio'y en él que finda su campo. Considerando las baradojas apatentes de las in- vestigaciones recientes acerca de Te relacién entre un mille y el conjunto de sus partes, terminé por pensar que alli habia figures inte- ligibles s6lo si se aceptaba de antemano que lo Miltiple no es para Tas mateméticas tn concepto (formal) constraido'y transparente, sino un real cuya teorla desplegaba la diferencia interna y-l impasse. ‘Llegué ertonces a la certeza de que era necesario plantear que las 4 ELSER Y EL ACONTECIMIENTO mateméticas formulan, respecto del'ser, Jo que es enunciable-en el ‘campo de una teoria pura de lo Miltiple, Toda la historia del pensa- rmiento racional me parecié aclararse a partir del momento en que se asumia Ja hipétesis de que las matemiticas, bien lejos de ser un juego sin objeto, extraen la severidad excepcional de su ley, de su someti- tmiento a sostener el discurso ontol6gico. Invirtiendo ia pregunta ken ‘ina, no se trataba ya de preguntar: «;Cémo es posible la matematica pura?» y responder: gracias al sujeto trascendental, sino mas exacta- mente: siendo la matemética pura Ia ciencia del ser, ,cdmo es posible ‘un sujeto? 3 La consistencia productiva del pensamiento llamado «formal» no puede venitle tinicamente de su armazén l6gica, No es ~justamente- uuna forma, una episteme o un métodc. Es una ciencia singular. Bs lo que la sutura al ser (vacio), punto en sI que las matemiticas se sepa- an de la l6gica pura, que establece su historicidad, los impasses suce- sivos, las reestructuraciones espectaculares y la unidad siempre reco- nocida. En este aspecto, para el filésofo, el corte decisive donde Ia matemitica se promuncia ciegamente sobre su propia esencia, es la creacién de Cantor. Sélo alli queda al fin significado que, cualquiera sea la prodigiosa diversidad de «objelos» y «estructuras> mateméti- a5, todos ellos son designables come multiplicidades puras edifica- das, de macs reglada, dauicamente a partir del confunto vacio. La cuestion de la nanuraleza exacta de la rolacién de Jas mateméticas con el ser esté concentrada por entero ~para la 6poca en Ja que nos encon- tramos~en la decisién axiomatica que autoriza la teoria de conjuntos. Que esta axiomética estuviera también en crisis, desde que Cohen estableci6 que el sistema de Zermelo-Fraenkel no podia prescribir el tipo de multiplicidad del continuo, no hacia sino aguzar mi convic- ign de que se jugaba ahi une partida crucial, aunque absoluramente desapercibida, relativa a la potencis del lenguaje respecto de lo que, el ser-en-tanto-ser, se puede allf sosiener desde la matemitica. Me patecia irénico no haber utlizado, en Théorie du suet, la homogenei- dad «conjuntista» del lenguaje matemitico mas que como paradigma de las categorias del materialismo. Ademés, vefa consecuencias muy agradables de la aserci6n: «matematices = ontologian, En primer lugar, esta aserciém nos libera de la venerable bisqueda ByTRODUCCION 1s 4el «fundamento» de las matematicas, ya que la condicién appdictica de esta disciplina queda garantizada directamente por el mismo ser, que ella enuncia En segundo lugar, dicha aserci6n evacua el problema, tan viejo co- mo el precedente, de la naturaleza de los objetos mateméticos 2Obje- tos ideales (platonismo)? Objetos obtenidos por abstraccién de la substancia sensible (Arist6teles)? :ldeas innatas (Descartes)? ,Obje- tos construidos por la intuicién pura (Kant)? 2Por la intuicide opera toria finita (Brouwer)? {Convenciones de escritura (formalismo) Construcciones transitivas a la légica pura, tautologias (logisismo)? Si Jo que enuncio puede argumentarse, Ia verdad es que no hay obje- tos mateméticos, Las mateméticas no presentan, en sentido estricto, nada, sin que por ello sean un juego vacio, puesto que no terer nada {que presentar, fuera de la presentacién misma, es decir lo Miltiple, y no acordar aunce con la forma del ob-jeto, es por cierto uns condi- ci6n de todo diseurso sobre el ser en tanto ser. En tercer hagar, en Jo que concieme a la «aplicaciém» de les mate- rmaticas a las ciencias llamadas de la naturaleza, acerca de la cual uno se pregunta periddicamente qué es lo que avtoriza su éxito ~para Des- cartes o Newton era necesario Dios, pata Kant el sujetotrascendental, después de lo cual Ia cuestién ya no es seriemente trateda, como no sea por Bachelard, segin una visién todavia constituyent, y por los defensores norteamericanos de Ia estratificacién de los lenguzjes-, se ve enseguida qué esclarecimiento aporta al tema el hecho de que las, ‘mateméticas sean ciencie, en cualquier hipétesis, de todo lo qte es, en tanto que es. La fisica, por su parte, entra en la presentacién. Le hace falta algo més, 0 con mayor exactitud, otra cosa. Pero sit compatibili- dad con las mateméticas es de principio. Naturalmente, esto esté muy lejos de decir que los filésofes hayan ignorado que debfa haber un vinculo entre la existencia de les mate- rmticas y la cuestién del ser. Le funcién paradigmatica de les mate~ éticas va desde Platén (y sin duda desde Parménides) a Kant, quien, 2 la vez, llevé su uso al méximo ~al punto de saludar en el nacimiento de las mateméticas, ligadas a Tales, un acontecimiento salvador para Ja humanidad entera (era también el parecer de Spinoze)-y, mediante Ja cinversién copemnieanan, agots el alcance, puesto que es el cierre de todo acceso al. ser-en-sf lo que funde la universatidad (humana, de- masiadg humana) de las matematicas, A pattir de entonces, excepcin hecha de Husserl, que es un gran clisico rezagado, la filosofia moder- ee eee 6 ELSERY EL ACONTECIMIENTO pi (esto ¢s: poskantiata) no estaté ya-encantada sino’por el paradigma histdrico y, fuera de algunas excepciones Saludadas y reprimidas, tales como las de Cavailles y Lautman, abanJonaré las matemaéticas a la s0- fistica anglosajona del lenguaje, En Francia esto ocurriré, es preciso decir, hasta Lacan, Los fil6sofos, que estimaban haber constituido el campo en el que cobra sentido la cuestion de! ser, dispusieron Tas mateméticas, desde Platén, como modelo de la certeza, 0 como ejemplo de la identidad, embarazindose Inego en la posicién especial de los «abjetoss que ar. ticulaban esta certeza 0 esas idealidades, De alli una relacién, ala vez permanente y llena de rodeos, entre filcsofia y matemticas; Ie prime~ 1a oscilando, pare evahiar a la segunda, entre le dignidad eminente del paradigma racional y el desprecio que merecia la insighificancia de sus «objetos», En efecto, jcuél podia ser el valor de aimeros y fig. tas ~categorias de cla objetividady matemética durante veinttrés «i= -20s-, comparados con la Naturaleza, el Bien, Dios o el Hombre? A ho ser por Ja onanera de pensam» en la ue e808 objelos biillaban con Ja Juz de la seguridad demostrative, parecia quedar ebiétta la Via a certezas menos precarias sobre las entidades taucho més gloriosas de eespeculacién. A lo sumo, si se llega a aclarar‘To que dice al respecto Aristételes; Platén imaginaba una arquitectura matemétice del ser, una fimeién trascendente de los mimeros ideales, Recomponta asimiemo un cos- ‘mos a partir de poligonos regulates, algo que leemos en el Timea. Pe- ro este empafio, que eucadeua al ser 20m0 Todo (El fantasma del Mundo) a un estado deterininado de las matemétices, no puede sino ngentrarimigenes perecederes, La ica catesiana no escapé ello, La tesis que sostengo no declara én modo alguno qué él dr es'mae temético, es decit, compuesto de objetvidedes mateméticas. No es una tesis sobre el mundo, sino sobre'el discurso. Afirmia que las ma- teméticas, ep todo su devenir histérico, enuncian lo que puede decirse del ser-eh-tanto-ser, Lejos de reducirse a tautologias (el ser es To que 3) © misterios (aproximacién siempre diferida a wita Presencia), 1a cntologta es una ciencia rica, comple inconclusa, sometide-a la dura coercién de una fidelidad (para el caso, la fidelidad deduotiva), y es asi que se comprueba que con sélo-orgenizar el discarso de aquello que se sustrae a toda presentacién se puede tener por delante una tarea infinta y rigurosa. | S nerRODUCCION ” El despecho filoséfico proviene tinicamente'de que; si'es exacto qué son’ los fildsofos quienes formularon Ia cuestién del ser, no son ellos, sino‘los matemnéticos, quienes respondieron a ella, Todo lo que sabemos y lo-que podremos llegar 2 saber del sercen-tanto>set se dis+ pone; por la ediacién de una teoria pura de lo mnltiple, en la histo- ricidad discursiva de las mateméticas Russell decia ~sin-oreer en ello, por supuesto; nadie en verdad lo «reyé mune, salvo los ignorant, elgo que 6] sin duda no era-que las tateméticas son un disourso en el que no'se szbe de qué se habla, ni si lo que'se dite es verdadero: Las'mateméticas som més exacramente cliinico discurso que «sabe» absohutamnente de qué habla: el sercomo tal, aunque ese saber no teriga en modo algunio necesidad de ser refle= xiotado do manera intra-matemética, puesto que el set no'es ua obje~ to, ni prodiga ninguno, ¥ es también el nico, esto es bien conocido, envel que se tiene Ta garantie integral y el criterio de la verdad de 10 que se dice, al punto que esta verdad eS la nica amas eneontreda que pueda ser integralmente transmisible. 4 La tesis'de-b identidad enti mhateristicds y ontologte no conviene, 1o 84, ni a'Jos filosofos ni los misteméticns. «Ls-ontologie» flos6fica contemporénea se’encuenta'enfereinen: te dominada por el nombre de Heidegger. Ahora bied para’ Heideg: 1 la ciencia; de la que to sé distingue'la miatemética) coustisiye el niicleo dtiro-de la’ métafisica; por esd queda’ anulada en’ la pérdidat tnisma de quel olvido en’el que'le metafisica, desde Platon, habi fimdado la garanta-de sus objetos: el olvido del ser El nikilismo moe demo, le neutralidad del'pensattito, ties conto signo:meyor Ta comnnipresencia téchica de la ciencia, que dispone eliolvido del olvido: Bs‘entoncts poco-debir que'las thatemiéticas -que'yo sepa, mencio= nadas'por é] sélo lateraliente—no son par Heidegger una via de'ace 0260 a'la cuestiOn original, el vector posible de-un-retovio’ hava li presencia disipada! Son, més exactamente, a'ceguera hist 1 gtait- de’y mikims potencia de la Nada, Ia forchisin del pensémnerto por al saber, Resulta por lo demnés sintomético que'lainstauraciGp atoni- ca de la’ métafisica se haya acompafiado'de una fornnulaci6n de las midfemiticas como paradigma. Ast; para Heidegger puede indicarse | | | | 18 BLSER Y EL ACON“ECIMIENTO desde el origen que las matematicas son internas al gran «viraje» del pensamiento que se efectia entre Parménides y Platén, y por el cual Jo que estaba en posicién de apertura y de velamiento se-fija y devie- ne, a costa del alvido de su propio origen, manipulable en la forma de aldea. El tema del debate con Heidegger llevard, simultneamente, a Ia ontologia y a la esencia de las matemniticas, luego, de manera conse- ceente, sobre lo que significa que el sitio de la filosofia sea «original- mente griegon, Deserrollo que puede sbrirse del siguiente modo: 1, Heidegger permanece sometido—incluso en la doctrina del retio y del de-velamiento~ a lo que, por mi parte, considero que es justa- ‘mente la esencia de la metafisica, estoes, la figura del ser como entre- ‘gay don, presencia y apertura, y le de a ontologia como proferimiento dde-untrayecto de proximidad. Llamaré poética a este tipo de ontologia, prevcupada por la disipacién de Ia Presencia y la pérdida del origen. ‘Sabemos el papel que desempefian los poetas, desde Parménides a Re- né Char, pasando por Hélderlin y Trak, en la exégesis heideggeriana Me esforzaba por seguit sus pasos, aumque segiin wna apuesta muy di- ferente, cuando en Théorie du suiet coavocaba, en los nudos del anéli- sis, a Esquilo y Séfocles, Mallarmé, Hslderlin o Rimband, 2. Ahora bien, a la seduccién de It proximidad poética e la que sucumbo apenas la nombro- opondréla dimensién radicalmente sus- tractive del set, forcluido no sblo de la representacién sino de toda presentacién. Diré que el ser, en tanto sex, no se de deja eproximar en forma alguna, sino tan elo cutarer en ou vasio a le aapercza de una consistencia deductiva sin aura. Elser no se difunde en el ritmo y la imagen, no reina sobre la metéfora; ese! sobereno nulo de Ja inferen- cia. La ontologia pottica, que se encuentra ~como la Historia en el impasse de un exceso de presencia donde el ser se oculta, debe ser sustitvida por la ontologia matemética, en Ia que se realiza por la e3- crituca Ja des-cusificaciGn y le impresentacién, Cualquiera sea el pre- cio subjetivo, en la medida en que se tata del ser-en-tanto-ser, la filo- sofia debe designer ta genealogia del discurso sobre el ser ~y la reflexion posible de su esencia~ en Cantor, Gidel o Cohen, antes que en Hélderlin, Trakl o Celan. 3. Hay una historicidad griega del nacimiento de lo filosofia y sin duda esta historicidad puede atribuirse a Ja cuestién del ser. Sin em- bargo, no ¢s nl enigma y el fragmento pottico donde se puede in-. terpretar el origen. Sentencias de ese orden pronunciadas acerca del myTRODUCCION 19 ser y el no-ser en la tensidn del poema pueden encontrarse tanto en la India, en Persie o en China. Si la Filosofia ~que es la disposicién para esignar dénde se juegan las cuestiones conjuntas del ser y de lo-que- adviene- nace en Grecia, es porque la ontotogia establece all, con los primeros matematicos deductivas, la forme obligada de su discurso. Es el entrecruzamiento filoséfico-matematico —legible hasta en el poema de Parménides por el uso del razonamiento apagégice que hace de Grecia el sitio original de la filosofia y define, hasta Kent, dominio «clésico» de sus objetos. En el fondo, afirmar que las matemticas efectian la ontologia no conviene a los filésofos porque esta tesis fos despoja absolutemente de aquello que seguia siendo el centro de gravedad de sus propésitos, el tltimo refugio de su identidad, Las matematicas no tienen hos, en efecto, ninguna necesidad de la filosofia y asi, se puede decir, e dis- curso acerca del ser se perpetia «solo». Por lo demés, es.caracteristi= co que este choy» resulte determinado por la creacién de la teoria de conjuntos, de la légica matemetizada, luego, de le teoria de las cate gorias y de los topoi. Este esfuerzo, 2 la ver reflexivo ¢ intramatemé- tico, asegura bastante a Ja matemstica su ser ~zunque todavia ciega- mente~ para cubrir, de ahora en més, las necesidades de su avance. 5 Bi peligro reside en que, si tos fil6sofos pueden sentirse apenados al enterarse que, desde los griegos, la ontologia tiene la forma de una disciplina separada, los mateméticos no estarén por ello satisfechos en modo alguno. Conozeo el escepticismo y hasta el desprecio divertido con el que los matematicos reciben ese tipo de revelacién concernien- tea su disciplina. Me preocupo poco por ello, ya que en este lito in- tento establecer fo siguiente: pertenece a la esencia de la ontologia cefectuarse en la forclusién reflexiva de su identidad. Para aqeel que sabe que la verdad de las mateméticas procede del ser-en-tato-ser, hacer matematicas ~y especialmente mateméticas inventivas- exige aque ese saber no esté en ningiin momento representado. Ya que su te presentacién, colocando al ser en posicin general de objeto, corrom- ede inmedieto la necesidad, pare toda efectuacién ontolégica, de ser desobjetivante, De abi naturalmente que eso que los norteamericanos Haman working mathematician encuentre siempre retrogradas y vans | 20 ELSBRY EL ACONTECIMMENTO las comsideraciones genetales acerca de su diseiplita: No confia sino ‘21 quien trabaja codo a coco con él en la brecha-de los problemas ma- tematicos del:momento. Pero esta confianza que ts la-subjetividad prictico-ontolégica misma~ es, por principio; improduetiva en lo‘que hace a toda descripeion rigurosa de la eseticia genériea de sus opera: ciones. Depende por entero de las innavaciones particulares, Empiricamente, el matemético sospecha siempre que el filésofo no sabe lo’ bastante como para tenet derecho a laipalabra. Nadie en: Francia es més representativo de semejante estado de animo'que Jean’ Dieudonné, Tenemos alli un matemstico undnimemente'reconocido Por cl enciclopedistio'de su'competencia matemtica y la'preveuipa.’ cién de poner siempre’en priter pland las reformulaciones més adi= cales de la investigacién. Jean Dieudeniné'es, por'otto lado, un histo riador de las mateméticas particularméente licido: Todos los debates que contiernen a'la filesofia de su disciplina lo reqlieren. Sin erabar- 86, la tesis que avanza comstantementse$ aquella (en los hechos por ‘completo exacta) del espantoso attaso en el‘que se encuestran los fi- 16s0fs respects de tas miatetndticas vivientes, A parti de esto; Dieu donne infiere que lo’ que pueden decir al‘respecto carece-dé actiali- dad. Es particularinente eritico respet:o'de aquellos (comé yo, dicho’ sea'de paso) cuyo interés apunta principaluiente a la logicay la eotia de conjuntos. Se trata, para él, de teorias wacabadasn, en las que’ se pueden concebir refinamientos y sofismas Basta el infinito, sin mayor interés-0 corisecuencia que el de'hace: malabarismos con problemas de geoiuietsia elemental, o'consagrarie a los'calculos de ‘mattiz (los «absurdos céleulos de matrizn, como éldice). Jean Dieudomné llega ettonces:a la directive’ tinioa de tenet que’ dominar el corpus matemitico activo; node, y abegura que esta ta rea es practicable, puesto-que ademas wn Albert Lautinan, antes Ge ser asesinado por los nazis, no s6lo lo habia logrado sino que Habie pene- trado aun mis lejos en'la naturaleza de las-investigaciones de avanza- a que uti buen miniero'de sus contemporditeos mateméticos ero la patadoje sorprendente del clogio de Dieudonné a Laitman esque no se ve'en absoluto que avale mds los entmciados filosdficos de Lautintt que los de los ignorantes que fustiga: Ooutre que esos eniiiciados son’ de un grax radicalism: Lautian’pone’ ejemplos ex- fiaidos de la actudlidad matemética mis reciente, al setvieio'de uma vision transplatGnioa de'sus esquemas. Cas matenisticas, para'él, rear lizan-en el pensambieito el descenso, la procesién de las Tdeas dialée= : ' i | ' : i | | i i INTRODUCCION a ticas, que’son el horizonte de ser de toda sacionalidad posible Laut- roan no dud, a partir de 1939, en aproximar ese proceso a la dialécti- cca heideggeriana entre el ser y el ente, zAcaso vemos que Dieudonné sth isto a validar esas altas especulaciones antes que las de les epis- temélogos wcorrientes», que llevan un atraso de un siglo? El no se uncia al respecto, Prrguno entonces:Zpara qué puede servile al filésofo la calidad cexbaustiva del saber matematico por cierto buend en si misma, por costaso que resulte conguistarla~ si no resulta siquiera a los ojos de Jos matematicos una gaiantia particular de valides. para sus conchisio- n te filoséficas? : “Teel endo, el elogio de Lauiman qu hace Dieodonné evn peo- cédimiento aristocrético, una investidura. Lautman es reconocido co- mo perteneciente ala coftadta de los verdaderos enuditos. Bero que se trate de filosofia sigue y seguird siendo un excedente ‘en este reconocimiento, ‘Los matemticos nos dicen: sean matemiticos. ¥ silo somos, nos encontamos honrados por esa condicién, sin haber avanzado s quit tun paso en cuanto 2 sa conviecién y su adhesién respecto de ls esen- ci del sitio del pensamierto matemitico. En el fondo, Kant, ctyo te ferente matemético explicito, en Critica de ta razén pura, no va mau- cho més alla de aquel célebre «7 + 5 = 12>, disfrtd, por parte de Poincaré (un-gigante matemético), de un reconocinniento filesdfico ravor que e] gue Lautman, que se refiere al nec plus ultra de su tien po, enctientra en Dieudonné y sus colegas. "Estamos, pues, en condiciones de sospechar de los materticos, ‘que si bien son muy exigentes en lo que have al saber matemttico, se satisfacen con poco ~casi con fiade— cuando se trata de la designacién filoséfica de ta esencia de ese saber. : “Ahora bien, en tin sentido tienen toda la raz6n. Si lés matematicas son la ontologia, no hay otra salida para quien quiera situars® en el desarrollo aetnal de la ontologia que Ta de practicar las matemticas de sustiempo. Si la «filosofia» tiene cofno ficleo la ontology te d= rectiva «sean matemiticos> es la que corresponde. Las inueves tesis| sobte el serep-tanto-ser'no som, en efecto, otra‘cdsa que las auevas, teorias, y los nuevos teoremas @fos que se consagra el working math- ematicians que es tm «ontdlogo sin saberlon; pero ese-no-saber es le clave de su verdad Es entonces esencial, para sostener un debate razonado ace-va del [nee 2 ELSER Y EL ACONTECIMIENTO uso que agu{ se hace de las mateméticas, asumir una consecuencia crucial de ta identidad entre las mateméticas y la ontologia, esto es, que la filosofia esta en su origen separada de la ontologla. No poraue 12 ontologia no exista como un vano saber «critico» se esfuerza en hacemos creer sino, con més exact-tud, porque ella existe plenamen- te; de modo que lo que es posible decir ~y lo dicho~ del sey-en-tanto- serno depende, de manera alguna, del discurso filos6fico. En consecuencia, nuestro objetivo no es una presentacién ontolé- ‘ica, un tratado acerca del ser, que no es munca otra cosa que un tata do matemitico (por ejemplo, la formidable Introduccién al andlisis, en nueve vohimenes, de Jean Dieudonné). Sélo una votuntad de pre sentacién semiejante exige pasar por la brecha ~angosta— de los pro ‘blomas mateméticos més recientes. Sin esto, se es un cronista de la ‘ontologia y no un ontélogo. Nuestro objetivo es establecer la tesis metaontolégica de que las ‘mateméticas son la historicidad del discurso acerca del ser-en-tanto- ser. ¥ el objetivo de ese objetivo es asignar Ia filosofia a la articulacién ensable de dos discursos (y practices) que no son ella: Ia matemética, Ciencia del ser, y las doctrinas de intzrvencién del acontecimicato, el ‘cuai designa, precisameate, lo que «ns-es-el-set-en-tanto-sem Que la tesis: ontologia = mateméticas sea meta-ontologica, exclu- ye que sea matemética, es decir, onto dgice. Es necesario admite aqui 4a estratificacién del discurso, Los fregmentos mateméticos, cuyo uso prescribe 1a demostracion de esta tesis, estén comandados por reglas loséficae y no por las do Ia actuaided marematica, Em lineas genera. Jes, se trata de esa parte de las matematicas en le que se enumcia his. ‘ricamente que todo objeto» se pusde reducit a una multiplicided ura, edificads sobre la impresentacién del vacio (la teoria de conjun- 108), Naturalmente, esos ftagmentos se pueden entender como tn cies- to tipo de mareacién ontolégica de la metaontologia, un indice de esestratificacin discursiva, incluso como una circunstancia aconte. cimiental (événementielle) del ser. Esos puntos serin discutidos a contimuacién, Por el momento, nos basta saber que no es contradicto- Ho considerar esos trozos de metemitica casi inactivos ~como dispo- sitivos tebricos- en el desarrollo de la ontologia, en la que reinan inds bien la topologia algebraice, el anélis's funcional, la geometria dife- rencial, ete. y estimar al mismo tiempo que siguen siendo apoyos obligados, y singulares, para las tesis netaontol6gicas, Intenteros entonces disipar el malentendido. No pretendo en mo- i { | i | i I : | | | myTRODUCCION 28 alguno que los dominios mateméticos que menciono sean Ics més ‘Gunes low mis igniieatvos de erndo soul Sasa, méticas. Que la ontologia sigue su curso més allé de ellos, es ura evi- dencia, No digo tampoco que ¢s0s dominios estén en posicién de fun- damento respecto de Ia discursivided matematica, aun cuando se sitten en general al principio de todo tratado sistemético. Comenzar 10 es fundar. Mi problemtica no es, como lo dije, le del fundamento, ya que esto seria adelantarse en Ja arquitectura interna de la ontclogia; ii propésio es sélo designar su sitio. Afirmo sin embargo que e508 dominios son histbricamente sintomas, cuya interpretacién valida que Jes matemnétices no estén seguras de su verdad sino en la medida en que organizen lo que, del ser-en-tanto-ser, se deja inscribir. Me alegraria si otros sintomas, mis ativos, legaran sex intepre= tados, ya que se podria entonces organizar el debate metaonto'Sgico en un marco reconocido, Contando quizé, quizd... con el reconoci- siento de los matemiéticos. stp nce vnc ect ls filofos que ard demu operaciones realmente especificas puede derivar hoy de una regula- ign definitiva de la cuestién ontologica. ¥ 2 los matematicos, que le dignidad ontolégica de su investigacién, aunque obligada a la ceguere respecto de si misme, no excliye que, desligados de su ser de working mathematician, se interesen en aquello que se juega, segiin ott re- slas y para otros fines, en la meta-ontologia. Que en todo caso estén. persuadidos de que la verdad esté ahi en juego y que es el hecho de haberles confiado pera siempre «el cundado del ser» lo que la separa del saber y la abre al acontecimiento ae ; Con le sole esperanza -pero ello basta de inferir a partir de ella, mateméticamente, la justicia, 6 Sila realizacin de la tess «las matetnticas son Ta ontolog'an es la base de este libro, ella no es de ningiin modo el objetivo. Tan radi- cal-como pueda ser, esta tesis no hace sino delimitar el espacio zropio ‘posible de la filosofia. Es, por cierto, una tesis metaontolégice, « filo- sofica, que se hizo necesatia en la situacién actual acumulada de fas matematicas (después de Cantor, Gdel y Cohen) y la filosofia (des- pués de Heidegger). Pero su funcién es abrrse a los temas especificos Ea BLSER Y BL ACGNTECIMIENTO. de la filosofia modema y en particular ~puesto que ta-matemética es el guardin del ser-en-tanto-ser- al problema de «lo-que-no-es-el-ser- en-tanto-sem, del que es precipitado y, a decir verdad, estéril, declarer. 4¢ inmediato que se trata del no-ser. Como lo deja prever la tipologia periodizada con la que comencé esta introduecién, el dominio (que no ¢5 un dominio, sino en todo eas0 un inciso 0, como se verd, un suple- mento) de lo-que-no-es-el-ser-en-tano-ser, se organiza a mi entender alrededor de dos conceptos, apareados y esencialmente nuevos; que sonlos de verdad y sujet. Elvinculo entre la verdad y el su eto puede parecer, por cierto, an: tiguo 0, en todo caso, sellar el destiro dé la primera modernidad filo: séfica, cuyo nombre inaugural es Descartes. Preiendo, sin embargo, que es0s términos sean agus reactivados desde una.perspectiva dife- rente'y que este libro funde una doctcina efeetivamente poscartesiana, « incluso poslacaniana, de lo que para e] pensemiento des-liga, a la ‘ez, la conexién heideggeriana del ser y la verdad;e instituye al suje~ to, no como soparte u origen, sino como fragmento del proceso de 1a verdad, De igual modo, si una categoria tuviera que ser designada como erablema de miempresa, no seria nélo miliple puro de Cantor, ai Jo constructible de Gédel, ni el vacio por el eual'el set es nombrado, ni siquiera el acontecimiento, en el que se origina la supleméntacién por Jo-que-no-es-el-ser-en-tanto-ser. Esa categoria seria lo genérico El término «genéricon, po. uu efecto de borderen el que las mate ‘iticas hicieron el duelo de su arrogancia fundadora, lo tomo presta- o de un maternético, Paul Cohen, Con los descubrimiientos de Cohen (2963), culmina el gran monumento de pensamiento que comiienzan Cantor y Frege'a fines de! siglo XIX. Fragmentada, la teoria de con- Juntos se muestra inepta para desplegar sistemaéticemente e] cuerpo. entero de las matematicas y hasta para resolver su problema central, quel que atormentera a Cantor baje el nombre de Ja hipétesis del continuo. Le orgullosa empresa del grupo Bourbaki,'en Francia, se desvanece. : Pero le: Jectura filoséfica de este acabamiento autoriza; a contra 10, todas las expectativasfiloséficas. Quisiera deci-aqui que los con~ ceptos de Cohen (genericidad y forzamionto) constituyen, @ mi enten- dex, un fopos intelectual al menos tan fundamental como o fteron, en ‘su tiempo; los famosos teoremas de GSdel. Operan mucho ms allé de: INTRODUCCION 28 su validez técnica, que-los confind hasta:el presente al escenatio aca- <émico delos itimos especislistas en teoria de conjuntos. De hecho, regulan segin su propio orden el viejo problema de los indiscexnibles, refutan a Leibniz y abren-el pensamiento a la captura sustractiva de la verdad y del sujeto, Este libro también esté destinado a hacer saber que en los comien- 1203 de'los aos sesenta tuvo Ingar tna revoluci6n intelectual cuyo vector fueron las matemétices, pero que reperoutié en toda la.exten- sin del pensamiento posible, y propone asimismo a la filosofietareas por entero muevas. Sien las meditaciones finales (dela 31.218 36) re- ‘Iaté-en dotalle las operaciones de. Cohen, si tomé prestados, si exporté Jos términos «genéricon y «forzamiento», al punto de hacer preceder ‘su aparicién matemética por su despliegue filoséfico, es para que te- sulte al fin pereibido y orquestado este acontecimiento Cohen, an ra- dicalmente dejado.fuera de toda intervencién y de:todo sentico,.que précticamente:no existe de él version algune, ni-siquiera técnica, en lengua francesa. : 1 ‘Tanto ta.reumnién (recollection) ideal-de una verdad, comd la ins- tancia fintta de tal reuni6n ~que es, a mi entender, un sujeto~ s> ligan entonces alo que llamaré-procedimientos genéricos (hay custro de ellos:.e] amor, el arte, la ciencia y la politica). E] pensamiento-de lo genético supone la travesta completa de las categorias del ser (mlhi- ple, vacto, naturaleza, infinito,.. y del acontecimiento (altr-un0, in- Aecidible, intervencién, fidelidad..). Cristaliza a tal punto los concep- tos que casi no se puede-dar-una imagen de él. No obstante, se dird que std ligado al profundo problema de lo indiscernible, de lo in- nombrable, de lo absolutamente cualghiera. Un-miltiple genérico (y ese es siempre-el ser de una verdad), queda sustraido.al saber, desca- lificado, impresentable. Y sin embargo ~s una apvesta crucial de este lHbro~'se demostrard.que se deje pensar. ‘Lo que ocurre en latte, en la ciencia, en Ja verdadera y ascasa politica,.en él amor (si existe), es la aparicién de wun indiscernible del tiempo, que no.es por-esa razén ni un miltiple.conocido o reenoci- do, ni sma singularidad inefable, pero que detenta en su ser-miltiple todos los rasgos.comunes del colectivo considerado y, en ese sentido, Ae TEI 28 ELSERY EL ACONTECIMIENTO ¢ verdad do su ser. El misterio de esos procedimientos fue, en gene- ral, remitido ya sea a sus condiciones reptesentables (el saber de lo social, de lo Sexual, de la tenica.),o al mas-allétrascendente de so Uno (la esperanza revolucionari, i fusin amorosa, el €xasis poe, tico..}. Con Ta categoria de lo gentrico, propengo wn penseninte contemporanco de esos procedimientos que mueste que som cient, neamentdeemsinaos ycomplos, eg, proran os as creeds soni, compilers el fondoe Un sujet es, a partir de alli, un momento finito de esa comproba- ci6n. Un sujete comprueba localmente, Se soporta sélo en un proce. * imiento genérico y no hay entonces stricne sensu, 0 mies stricta sensu, otro sujeto que el co, el amoroso, el cientifico 0 €l politica, ae Para pensar auténticamente lo que no esté mencionado aqui sino grandes taz0s, s necesario cotprender ebmo el ser puede er suple~ mentado. La existencia de una verdad queda suspendida a la ovurven. cia de um acontecimiento, Pero come el acontecimiento no Se decide como tal sino en la retroaccién de uaa intervencién, hay finalmente una rayectoria compleja, que resttuye el plan de este libro. Esa tra. yectoria es la siguiente: Fae 3} Elser mthiple y vaso, Platén/Santon Meditciones 16 ser: exceso, estado de una situa. {Uno/miltple,todo/par- tes, 0 6/C ? Meditaciones 7 « 10 ea 1 El Se nausleze © infinite, o HeideggenGalileo, Meditaciones 4. Bl acontecimiento: historia y ulta-uno, Lo-quesno- Meditaciones 16 a 19, ae 5. El econtecimiento; intervenciéx y fidelidad, Paseal/ax E : idelidad, Pascalaxioima de slecén, Hern dedoeisn, Medicines 2025. ‘antidad y saber. Lo discernible (0 constructible): Leibniz/G8- el, Mediteciones 26 a 30. ue 17. Lo genérico: indiscernible y verdad. El acontecimiento - Cohen, Meditaciones 31 a 34 ees 8. El forzamiento: verdad y sujeto. Més allé de Lacan. edit Lacan. Meditacio- Como puede verse, se require el recortido necesatio de los frag- mentos mateméticos para enganchar, en un punto exeesivo, esta ton. sign sintomética del ser, que es una verdad en el tejido sierapre tote is aaah msTRODUCCION 2 de los saberes. Se comprenderé entonces que mi propbsito no es mun- ca episiemolégico o de filosofie de las matemiticas. Si éste Zuera el 50, habria discutido las grandes tendencias modernas de eva episte- mologia formalismo, intuicionismo, finitismo, etc.). La matemética es aqui citada para que se ponga de manifiesto su esencia ontolégica. Asi como las ontologias de la Presencia citan y comentan los grandes poetnas de Hélderlin, de Trakl o de Celan, y nadie encuentra censura- ble que el texto pottico restlte asi a Ia vez expuesto e incidido, de igual modo es necesario concederme, sin volear la empresa écl lado de la epistemofogia (comio tampoco la de Heidegger del lado de la simple estética) et derecho 2 citar e incidir el texto matemético. Ya que To esperable de esia operacién es menos un saber matemiético que la determinacién del punto en el que el decir del ser adviene, en exce- so temporal respecto de si mismo, como una verdad, siempre artistca, cientifica, politica 0 amorosa. Es una prescripcién de nuestro tiempo aue ta posibilidad de cftar las materodticas sea exigible para auc verdad y sujeto puedan pensar- se en su set. Me soré permitido. decir que esas citas son, a fin de cuentas, ms universalmente accesibles y univocas que las de los poetas, 8 Este libro, conforme al santo mistero de [a Trinidad, es ctres-en- ‘uno». Esté constituido por treinta y siete meditaciones, término que remite @ Jas caracteristicas del texto de Descartes: el orden de las ra~ zones (el encadenamiento conceptual es irreversible), tz autoncmia te- ritica de cada desarrollo y un método de exposicién que evita pasar por Ia refutacién de las doctrinas establecidas o las-adversas, pera des- plegarse a partir de sf mismo. No obstente, el lector notaréproato que hay tres tipos bien diferentes de meditaciones. Algunas exponen, rela- conan y despliegan los conceptos orgénicos del trayecto de pensa- iento propuesto. Llamémoslas meditaciottes putamente concept Jes. Otras interpretan, en un punto singular, textos'de la gran historia de la filosofia (son, sewn el orden seguido, once nombres: Platén, Asistételes,. Spinoza, Hegel, Mallarmé, Pascal, Hélderlin, Leibniz, Rousseau, Descartes y Lacan). Llamémoslas meditaciones tentuales. tras, por iiltimo, se apoyan en fragmentos del discurso matemético, 8 EL SER ¥ BL ACONTECIMIENTO por consiguiente, del discurso ontolégico. Llaraémoslas meditaciones retaontoldzicas. ,Cudl es el grado de dependencia de esas tres rarmas, cayo orace es este libro? Es ciertamente posible, aunque Srido, leer s6lo las meditaciones conceptvales. Sin embargo, Ja pruebs de que las mateméticas gon la ontologia no esta administrada realmente all y el verdadero otigen de ‘nuevos conceptos permanece de ese modo.oscuro, aun cuando se es- tablezca su encadenamiento, Por otta parte, la pertinencia de este dis- positvo para una letura transversal de la historia de la filosofia, que se puede oponer a la de Heidegger, queda en suspenso. ~ Es casi posible ler solo las meditaciones textuales, al precio sin cembargo de.un sentimiento de discon-inuided interpretativa y sin que 1 logar de la interpretacién sea captado realmente. En esta lectura, se ‘wansfocma al libro en una coleccién ée ensayos, de los cuales séio se puede docir que es razonable leeros en un-certo orden, = Es posible Jeer Snicamente les meditaciones metaontoldgicas. ‘Pero el peso propio de las mateméticas amenaza conferit a ts inter- pretaciones filoséficas, sino estén sujetas al cuerpo concept, slo un valor de intersticio o de estansi6n. Se transforma entances al libro en un estudio conciso y comentado de algunos fragmentos cruciales ela teoria de conjuntos. Que la filosofia sea, como lo anticipé, una cireulacién en lo re- ferenciel, no queda plenamente cumplido sino en la medida en que se recorte el conjunto. No obstante, cirtzs combinaciones de a dos (con- ceptuales + testusles, 0 conceptuales + metaontolégicas) son sin duda practicables ‘Las matemiticas tienen un poder aropio de fascinacién y de es- panto, que considero estéestablecido socialmente y no tiene ninguna raz6n intrinseca, Nada est aqui presupuesto, como'no sea tna aten- cidmilibre y despojeda de ese espanto 2 priori. Nada, salvo un habito de eserituras abreviadas o formales, cuyo principio es recordado, Jas convenciones detalladss en Ia «ot técnica» que sigue la medi- ‘acidn 3 Conveneido, con todos los epistemélogos, de que el sentido.de.1un ‘concepio matemiético-no es ineligible sino cuando se tide su tom promiso en las demostraciones,puse alencién en resttuir un buen nii- ‘mero do encadenamientos. Dejé pera el apéndice algunos recorridos dediuctivos més delicados, pero instrucivos. No demuestro més a par- tir del momento en que el tecnicismo de le prucba.deja'de propiciar Sia cee RR myTRODUCCION 2» ian pensamiento stil més allé de s{ mismo, Los cinco «macizos» mate- iticos utiizados son los siguientes: — Los axiomas de la teorfa de conjuntos, itroducidos, explicitados y comentados filoséficamente (partes I'y 2, nego 4 y 5). No hay alli, verdaderamente, ninguna dificultad para nadie, como no see la que envuelve a cualquier pensamiento ordenado. = La teorta de los nimeros ordinales (parte 3). Se puede devir otro tanto. ~ Algunas indicaciones accrea de los mimeros cardinales (medita- cién 26), donde voy un poco més répido, pero dando por supuesto el ejercicio de todo cuanto precede, El apéndice 4 completa estas indica- ciones, y 6s, segiin entiendo, de un gran interés intrinseo. ~Lo constructible (meditacién 29) = Lo genérico y el forzamiento (meditaciones 33, 34'y 36). Estos dos tltinos deserrollos son a Ia vez decisivos y mas traba- dos. Pero valen la pena, verdaderemente, y busqué wna expasicién, abierta a todo esfuerzo, Muchos detalles iécnicos son relegados al apindice o pasados por alto: Abandoné el sistema de notas obligatotias o numeradas. Yé que si se interrumpe la lecture con una cifra zpor qué no poner en el texto aquello mismo a lo que se comvoca ast al lector? Sj ese lector se plan- tea una pregunta, podré ir a ver al final del volumen si respondo a lla. No serd su culpa, por haber salteado la nota; sino mie, por haber ‘frustrado su demanda Al final del libro se podra encontiar un diccionario de conceptos. I Elser: miltiple y vacio. Platén/Cantor I i EDITACION UNO Lo uno y lo miltiple: condiciones a priori de toda ontologia posible La experiencia por la cual la ontologia, desde su disposicisn par- menfdea, se convierte en el pértico de un templo en ruinas, es la-si- guiente: aquello que se presenta es esencialmente miiltiple, cqwello que se presenta es esencialmente uo, Le reciprocidad de lo un>'y del ser €8, por cierto, el axioma inaugural del discurso filosdtico exce- lentemente enunciedo por Leibniz: «Aquello que no es un séx, no es 1un ser». Pero es también su fmpasse, en el que'ios torniqueres del Parménides de Platén nos ejercitan en esa singular voluptuosiiad de 1 ver venir jamnds el momento de concluir: Pues si el ser es lo uno, es, necesant llegar a plantear que lo que no es uno, © sea lo miltple, no «2s. Conchusién que repugria al pensamiento, puesto que Jo que ie pre~ sente es miltiple, y no se ve cémo podria abrirse un acceso al ser fue- 1 de toda presentacién, Si la presentaciSn no es, tiene todavia algia sentido designar como ser aquello que (se) presenta? E inversamente, sila presentacién es, stré necesario que lo miltiple see, de dorde re- sulta, por una perte, que el ser y lo uno ya no se corresponden y, por otra, que no es necesario afirmar como uno aguello que se presenta, ‘en tanto que es. Lo cual repugna al pensamniento, pues la presentacién es ese miltiple s6lo en tanto que lo que élla presenta se puede-zontar pot uno. ¥ asf sucesivamente. Estamos en el punto de una decision, la de romper con los miste- ios de lo uno y de o miitiple en los que la filosofia nace y desapare- ce, Fénix de su consumacién sofstica. Decision euya ‘nica férmula posible es Ia siguiente: o uno no es. No se trata, sin embargo, de ceder 34 ELSER Y EL ACONTECIMIENTO en Jo que Lacan vincula alo simbético como su prineipio: hay Uno [il ya de I'Un], Todo se juega en el terreno de la separacién entre la su- posicién (que es necesario rechazar) de un ser de lo uno y la tesis de 5u «hay». {Qué puede haber ahi [)] que no sea? En rigor, ya es por cierto decir demasiado ciiando se afirma «hay Uno, ya que el «abi, tomado como localizaciéa errante, concede a lo uno un panto de sex. Lo que es necesario enunciar es que lo uno, que no es, existe sola- mente como operacién. O mejor ain: no hay uno, s6lo hay cuenta- por-uno. Lo uno, al ser una operaciéa, no es jams una presentacién. Convene tomar totalmente en serio que «uno» sea un niimero. Enton- ‘ees ~¢ menos que se decida pitagorizar-, no hay lugar para sostener que el ser en tanto ser sea nimero. {Significa que el ser tampoco es siSltiple? Eo rigor, si, puesto que slo es multiple en tanto adviene a la presentacién. En suma: lo multiple eel régimen de la presentacién; lo uno es, respecto.de ella, un resultado operatorio; el ser es aguello que (se) presenta, no siendo, por ese hecho, ni uno (pues s6lo Ta presentacién es pertinente pare la cuenta-por-uno), ni miiple (pues lo miltiple es solamente el régimen de la presentacisn). Friemos el voeabulario. Llamo situacién a toda multiplicidad pre~ sentada, Siendo la presentacién eféctiva, una situacién es el lugar del tener-lugar, cualesquiera sean los términos de la multiplicidad impli- ‘cada. Toda simacién admite un operador de cuenta-por-uno que le e8 propio. La definioiGn mas general de sna estructura es la que prescri- be, pata une multplicided presentada, el régimen de cuenta-poran. Cuando en una situacién, algo ~sea lo que fuere- esieontado por ‘uno, e50:significa solamente su pertznencia a la situacién segin el modo propio de los efectos de su estructura. Una estructura es aquello por Jo cxal el mimero adviene al mitlti- ple presentado, {Bs decir que lo miitiple, como figura de la presenta- cién, no es gatin» un nimero? Al respecto, es necesario no perder de vista que toda situacién esta estracturade, En ell, Jo mitiple es legi- ble retroactivamente como «anterion» 2 lo uno, en tanto que la cuenta: por-uno es siempre un resultado. EI hecho de que Jo uno sea una ope- racién nos permite decit que el dominio de la operacién no es uno (pues lo uno no es); en vonsecuencia, es multiple, ye que en la pre- sentacién, lo que no es uno es:necesariamente miltiple, La cuenta- por-uno (la estmuctara) instituye, en efecto, la omnipertinencia del par uno/niltiple para toda situaci6n. rq se LOUNOY Lo MULTIPLE, 3s Lo que habré sido contado por mo, de no serlo, se comprobarta mfltiple Por consiguiente, es siempre en el aprés-coup de le cuenta que la _presentacién sélo ¢s pensable como miltiple y que se dispone I iner= cia mumérica de la situacin, Pero no hay situacin sin el efecto de cuenta, luego, es justo enunciar que la presentacién como tal 8, en cuanto al nimero, miltiple, ‘Algo que también puede ser dicho ast: lo miltiplees la fnereia ree vvelable de manera retroactiva a partir del hecho de que la operacién de-cuenta-poi-uno debe efectivamente producirse para que haya uno. Lo miltiple es.e1 predicado inevitable de lo que esté estructurado, ‘pues laestructuracién es decir, le cuenta-porsuno-, és un efectc. Que Jo:un0, que no es, no pueda presentarse sino sélo operar funda chacia airs» de su operacién que la presentacién se inseribe en el regimen de fo mip. Esti claro que lo miltiple se encuentra escindido, «Mfilipié» se dice, en efecto, de la presentacién retroactivamente aprehendida como xno-una, en la medida en que el ser uno es un resultado, Pero «aniti- ple» se dice tambien de la composicién de ls cuenta, o sea de lo mil tiple como «muchos unos», contados por la accién dé Ie estrustura Hay una multiplicidad de inercia, la de le presentacion, y una multi- plicidad de composicién, que es Ia del mimero y Ia del efecto ée es- ‘ructare < i ‘Convengemos eri llamar multiplicidad inconsistent a la primera'y ‘maltiplcidad consistente a la segunda. Una situacidn, es decir, una presentacién estructurada, es, en rela- ida con los misonos términos, su doble multiplicidad ~ineonsistente y consistente-, establecida en el reparto de la cuenta-por-uno, la incon sistencia chacia atrésn, la consistencia chacia adelante». La estrvctura es, ala vez, lo que obliga a considerar, por retroaccién, que la presen- tacién.es un miltiple (inconsistente) y lo que autoriza, por anticipa- i6n, a compontr los términos de la preséntacién como las unidades de un miltiple (consistente). Se econocerd que este reparto de laobli- gacién y Ja autorizacién hace de lo uno, que no es, una ley, Es lo mis- ‘mo decir de lo uno que no es y afirmar que es una ley del mltip, en cl doble sentido de ser aquello por lo cval Jo mnltiple esté forzado a revelarse como tal y lo que regla su composicién estructurads. {Cuil es el discurso que puede constinirse acerca del se, en anto ser, que sea consecuente con to que precede?” 36 ELSERY EL ACDNTECIMIENTO ‘No hay sino situaciones. La ontologia, si existe, es una situacién ‘Nos topamos inmediatamente con una doble dificultad Por un Jado, una situacién es ima presentacidn. {Bs necesario qué haya wna presentacién del ser como tal? Pareceria, mis bien, que el sem estuviera comprendido en lo cue presenta toda presentacién. No se concibe que pueda presentarse ex tanto ser. Por otro lado, si la ontologia ~discurso sobre el ser-en-tanto-ser— 8 una situacién, admite un modo de cuenta-por-uno, una estructura, 4Pero acaso la cuenta-por-uno del ser, no nos recondace a las aporias de la sofistica en las que.lo uno y el ser se corresponden? Si lo uno no 8, ya que es s6lo la operacion de cuenta, jno es necesario-admitir que elserno es uno? ¥ en ese caso ynoestari sustraido a tada cuenta? Bs, por lo demés, lo que afirmamos al éeclararlo heterogéneo'a la oposi cidn de lo uno y lo miltipe, Algo que también puede ser dicho asi: no hay estructira del ser. Es en este punto que aparece la Gran Tentaci6n, a la‘cual las «on- tologias» filoséficas no han histéricamente resistido, y que consiste en forzar el obsticulo sosteniendo.que, en efecto, a ontologia no es tana situavién, Devir que la ontologia no es una situaciOn significa que el.serno puede significarse en lo miltiple estructurado y que s6lo una expe- ‘encia situada més alld de toda estructura da acceso al velamiento de sa presencia, La forma més majestuosa de esta conviccién la constitu ye el enunciado pletonico segun el cua la Iden'del Bien, aunque dis- pone de oer, on tanto ser-supremanicule-ser en ef lugar de lo inteligi- ble, no queda por ello menos éreesiva Tic.o0o/ac, «ands allé de la substancian, es decir, impresentable en la configuracién de lo-que-se- sostiene-ahi, Idea que no es una Idea, pero que sostiene a Ja idealidad de la Idea en su ser (r6 elvar) y que, en consecuencia, al no darse @ conocer en le articulacién del lugar. puede solamente ser vista, con- templada, segin la mirada resultante de un zeeorridoinicidtico. Yo cruzaré a menudo esta vie. Bs bastante sabido que, conceptual- mente, ella se da cn les teblogias negativas, para las cuales el fuera de-situacién del ser se comprueba en su heterogeneidad a toda presen- tacién y a toda predicacién, es decir, su radical extrafeza tanto a la forma iiltiple de las situaciones, como al régimen de la cuenta-por- ‘mo, extrafieza que instiuye lo Uno del ser, arrancado alo miltiple y ombrable solamente como Otto absoluto; que, desde el punto de vis~ ta de la experiencia, esta via se subcrdina al anonadamiento mistico, LOUNOY Lo MOLTIPLE 2 en ol que a partir de Ia inferrupeién de toda situacién presentadota {présentative}, al trmino de un ejercicio espiritual negativo, 9 gaia ‘una Presencia que es exactament la del ser de lo Uno en tanto 0-5, esto es, la rescisin de todas las funciones de cuenta de lo Une; que, por timo, en lo que hace al lenguaje, esta via plantea que su recurso poético, por la falla que introduce en Ja ley de les nominaciones,es el tinico en condiciones de exceptuerse, en la medida de lo posible, del régimen corriente de las situaciones. La dimensién sorprendente de fos efectos de esa eleccién es, por cierto, la que me convota # no ceder ante aquello que la contrad.ce de punta @ punta. Mantendré ~es la apuesta de este libro que la ontolo- gia ¢s una situacién. Tendté, pues, que resolver los dos grandes pro- blemas que se desprenden de esta opcidn el de la presentaciéa, del ue se deriva que se puede hablar racionalmente del ser-en-tanito-ser, yeel de la cuenta-por-uno— en vez de hacerlos desaparecer en la pro- ese de una excepcién, Si Jo consigo, seré en virtud de haber refuta- do punto por punto Tas consecuencias de lo que, de aqui en mis, de- signaré como las ontologias de la presencia, pues la presencia es exactamente Jo contrario de la presentacién. Conceptuaimente, es en el zégimen positivo de la predicacién -e incluso de la formalizes que daré testimonio de la existencia de una ontologia: Ia experiencia seri la dela invencién deductiva, en la que el resultado, lejos de cons- titur la singularidad absoteta de la santidad, serd integralmente rans- risible en el saber; el lenguaye, por ttimo, reseindiendo todo poemas serd en potencia lo que Frege designaba como ideografie. El conjunto ‘opondtrd a Is tentacién de le presencia, el rigor de lo sustractvo, sega el cual el ser no es dicho sino en tanto imposible de suponerlo pata to- . . Asi, después de-baber convocado al suefio de lo multiple come in« consistencia ilimitada de lo tmiltiple de nnltipies, Platén revoca 1a pluralidad y, partiendo de que Jo uno no es, considera que aparente- mente Jos ottos no pueden ser Otros, ni segtin Jo uno, ni segin lo nai tiple, Se desprende de ellf una conckusiOn totalmente nihilista, la mis- ta que hace oft el ingeniezo Isidore de Besme, en la Ville de Claudel, PLATON a al borde de la destruccién insurreccional: «Si lo uno no es, nada (00840) es {Pero qué es la nada? La lengua gtiega habla mis directamente que la francesa, enrededa en el inciso del Sujeto, legible, a partir de Lacan, en el «nen expletive, Pues «nada es [rien n’esilp, s2 dice «oS6Ev fori», 0 sea: «nada es (rien esr)». Bs preciso pensat znton- ‘ces que «nada [rien)» es el nombre del vacio y transcribir el enancia- do de Platén de la siguiente manera: si lo uno no es, lo que viene a ‘coupar el sitio de los adiversosi es el puro nombre del vacio, ex tanto, que s6lo €l subsiste como ser. La conclusién caibilistay restablece, en diagonal la oposicién uno/instiple (&v/r0.d), el punto de ser de la nada, correlato presentable como nombre de ese mltiple (17/4800) ilimjtado inconsistente, cuyo no-ser de to uno inducia el sue Este punto atrae nuestra afencin sobre una diferencia nominal en Ja que se esclarece el enigma: no es, en efecto, la misma palabra grie- ga la.que designa lo ilimitado de lo miltiple de miltiples -cuyos ves- Uigios se entrevén como eclipse del pensamiento discursivo— y los die versos -una determinacién que los otros, en virtud de que Jo uno no es, no pueden soportar-, El primero se dice A@e¢ el tnico que me- rece ser traducido por «multiplicidady; el segundo se dice moi diversos, le pluralidad. La contradiccién entre la analitica de lo mi ple puro y el rechazo de toda pluralidad, en ambos casos bajo le hipd- tesis del no-ser de Io uno, es entonces s6lo aparente, Debemos pensar que madboc designa to miltiple inconsistente, el ser-sin-uno, la pre- sentacion pura, y moAAa se-efiere al mule consistent, a la com- posicidn de unos. El primero es sustractivo de lo uno, no slo compa- tible con su no-ser, sino accesible exchisivamente, aun en suefos, a pattir de su revocacién ontolégica, El segundo supone que se pueda contar y, en consecuencia, que une cuenta-por-uno estructore fe pre= sentacién, Pero la estructura, lejos de suponer el ser-de-lo-uno, el 76 & &v, lo, despide en un puro «tay» operatorio y admite como seren- tanto-ser advenido a la presentacién s6lo Jo mitiple inconsistente que ella torna impensable, El «hay» operante de lo uno s6lo autoriza que Jo diverso (17044) pueda.ser; mientras que antes» de su efec‘, se- giin el puro no-ser de Jo'una, aparece para desaparecer Ia impresenta- ble multiplicided, el mAggoc cuya ilimitacién ~para un_griego~ el drreipdc, designe, en efecto, que ella no se sostiene en ninguna situa- cién pensable. : Si se admite que ser es ser-en-situaci6n, ~para un griego esto sig 8 ELSER Y SL ACONTECIMIENTO nifica desplegar su limite se puode afirmar que al suprimir el «hay» uno se suprime todo, ya que «todo es, forzosamente, «diversos». En consecuencia, no hay sino la nada, Pero si se enfoca el set-en-tanto- set, ef miltiple-sin-uno, se puede afirmar también que el no-ser de Io uno constituye esta verdad cuyo solo efecto es instaurar el suetio de ‘un miiliple diseuninado’sin limites: La ereacién de Cantor ha dado @ este asuetion la firmeza de un pensamiento. La conclusién aporética a le que lege Platén es interpretable como impasse del ser, al filo del par constituido por el miltiple inconsisten- tey el mltiple consistente. «Si lo uno no es, nada es (rien (n') est», quiere decir también: sdlo es pensando el no-ser deo uno hasta el fin que adviene el nombre del vacio como tinica presentacién concebible de lo que, siendo impresentable, soporta, como mulkiplicidad pura, to- da presentacién plural, es decir, todo efecto-de-uno, El texto de Platén pont a trabajar, a partir del par aparente de lo uno y de los otros, cuatro conceptos: lo uno-ente (U'un-étant, el chayy ‘uno, lo miltiple puro (7747800) y lo raltiple estructurado (no4A8). Si 1 nudo de esos conceptos queda desatado en la aporfa fial, en Ia que ‘tiunfa el vacio, es sélo porque permanece impensada, respecto de lo uno, la distancia entre la suposicién de su ser y Ja operacién de su hay, ‘Sin embargo, esta distancia fue nombrada muchas veces por Ple= ‘ton en su.obra. En efecto, es él quier da la lave del concepto de par= ticipecién, platénico por excelencia y no por nada, al comienzo del Parménides, Socrates recurte a él attes que haga su entrada el viejo maestro, para jaquear los argumentos de Zenén sobre lo uno y fo mtil- tiple La Idea es en Platén, como se sabe, el advenimiento al ente de lo pensable. Alli reside su punto de ser. Pero, por otra parte, la Idea debe sostener la participacién, es decir, el hecho de que a parti de su cer, Jos miltiples existentes sean pensados como uno. Asi, es0s hombres, es0s cabellos, esos chareos de barro, no son presentables para el pen samiento sino.en la medida en que un efecto de uno adviene a ellos, proveniente del sitio det ser ideal, del garde lo inteliaible donde ek sisten el Hombre, el Cabello, el Barto: El en:sf de la'idea es su ser ek sistent, le capacidad partcipativa es su cay, es decir, la lave de su ‘operacién. Es en la Idea que enconiramos la distancia entre la supoti- ciéa de su ser (cl lugar inteligible)y la constatacién del efecto-de-uno que ella sostiene (la participacién), puro «hay», excedeate de su ser, PLaTon “ en selacién con la presentacién sensible y las situaciones mundanas. [Le Idea es, y, por otza parte, hay uno a pattir de ella y fuera de elle risma. Es su ser, y también el no-ser de su operacién. Por una parte, Ja Idea precede a toda existenciay, en consecuencia, a todo efecta-de- ‘uno; por otra, s6lo de ella resulza que haya composiciones-desunos efectivamente pensables. Se comprende, asi, por qué no hay, en rigor; Idea de lo uno. En cl Sofista, Platén enumera lo que él Hama los géneros supremos, las Ideas dialécticas absolutamente Tundadoras. Esas cinco Ideas son: el ser, el movimiento, el zeposo, lo mismo y lo otto. La Idea de lo uno no figura entre ellas, pues lo uno, en efecto, no es. Ningtin ser separa- do de lo uno es concebible; esto es, en el fondo, lo que establece el Parménides, Lo uno est solamente al principio de toda Idea, conside- rada desde el punto de vista de su operacién —Ia paticipacién- y no desde el punto de vista de su ser. Ese «bay uno» concierne toda Idea, ‘cualquiera sea, en tanto que efectia la cuenta de un miltiple y produ- ce como resultado lo uno, es decir, lo que asegura que tal o cual cosa existente (presentada) es esto 0 aguelo. El chay uno» no tiene ser y garantiza asi, para todo ser idetl, a eficacia de su funcién presentador, estructurante, la que destige, an- tes y después de su efecto, el inasible rrA/G0¢—Ia plétora del ser-y Ja cobesién pensable de los roAAd, el reinado de] nimero sobre'la si- tuaciones efectivas, MEDITACIONTRES Teoria de lo tniltiple puro: paradojas y decision critica Resulta especialmente notable. que Cantor, en el movimiento mi ‘mo por el cual creaba la teorla matemética de lo miitiple puro —tla- mada éteorie de conjuntos»—, haya cieido poder «éefinir» Is nociéa abstracta de‘conjunto segtin el clebre filosofema que dice: «Por con- Jjunto se entiende un agrupamiento en un todo de distintos objetos de nuestra intuicién o de nuestro pensamienton, Se puede afirmar, sin ‘exagerar, que Cantor anudaba en esta definicién todos los conceptos que la teoria de conjuntos, por otra parte, descomponia: el de todo, el de objeto, el de distincién, l de intuicién. En efecto, Io que hace un conjubto no es wna totalizacién, ni sus elementos son objetos, ni se puede -sin un axiom especial- establecer distinciones en colecciones infinitas de conjantos, ni se posee la menor intucién de cada elemen- to supuesto de un conjunto un-poco «grande, Sélo el «pensamiento» resulta adecuado, aunque en e} fondo to que subsiste de Ia wiefinis cin» cantoriana nos hace volver al aforismo de Patménides: «Lo smismo, é), 8, a la vez, pensar y ser, puesto que es del ser delo que se trata bajo el nombre de conjunto. Una gran teoria que-habria de mostrarse capaz de suministrar un Jenguaje universal pare todas las ramas de las matematicas nacia, ¢0- mode costumbre, de una separacién extrema entre la solidez de sus encadenamientos y la precariedad de su concepto central. Cemo ya habia ocurrido con los «infinitamente pequefios» en el siglo XVIII, «sta precariedad se hizo enseguida manifiesta, bajo Ia forma de las fa: rmosas paradojas de la teorfa de conjuntos. 2 BL SER YEL ACONTECIMIENTO Para practicar una exegesis filosbfica de estas paradojes, que hicie- ron temblar la convicciéa matemitica y provocaron tna crisis que sue- le exréneamente darse por terminadg -ya que el problema, que concer nia a la esencia de las mateméticgs, ba sido més pragméticamente abandonado que victoriosamente resuslto-, es preciso comprender, an- te todo, que el desarrollo de la teoria de conjuntos, intrincado con el ée la Logica, sobrepasé con bastante rapidez la concepcién, retvospes- tivamente calificada de «ingenua», rexultante de la definicin de Can- tor, Lo que se presentaba como «intucién de objetos» fue refornula- {do para ser pensable solamente como la extensién de un concepto, o 4de una propiedad, expresads en un lenguaje semi o incluso, como en las obras de Frege y luego de Russell, completamente formalizado. A partir de ese momento, se podia decir dada una propiedad, expresada por una formula 2. (@) con una variate libre, Llamo «conjuntoy & to- os Jos términos (0 constantes o nomiares propios) que tengan la pro- Piedad en cuestién, es decir para los cuales, si £ es un térmaino tal, A () es verdadero (demostrable). Si, por ejemplo, 2 (a) es la formula «aes un mimero entero naturals, hablaré de «el conjunto de los mi- ‘meros enteros» para designar al miiltiple que valida esa formula, por {o tanto, para designar los niimeros enteros, Dicho de otra manera: feeniuton es lo qu cuenta-per-uno al mile de valdacin de una fSroola Para una comprensién completa de lo que sigue es conveniente’ que el lector recurra a la nota técnica que acompatia este medifacién. Bn ella 2° explicita el scatido de la escricura formal. La matriz de esta, esoritura, extendida a partir de Frege y Russell, permitié avancar en dos direceiones: 1:Era posible especificar rigurosamente la nocién de propiedad, de formalizarla, reduciéndola, por ejemplo, a la de predicado en un céleulo légico de primer orden, o biea a la de una formula con, una variable libre, en un lenguaje cuyas constantes fueron fijadas. Puedo asi evitr, por medio de condiciones restrctivas, los equivocos de vae Jidacion que implican Jos bordes imprecisos del lenguaje natural. Se sabe que si mi formula fuera «ot es un caballo que tiene alas», el'con- Junto correspondiente, reducido quizA solamente a Bucéfelo, soe com. ‘rometeria en discusiones existenciales complejas, cuyo motivo resi- dria en el derecho a Ia existencia que yo habria dado a lo Uno, tesis ‘que complica de inmediato a toda teoria de lo miltiple puro. 2. Una vez presentado el lenguaje-cbjeto (el lenguaje formal) que TEORIA DELO MOLTIPLE PURO 8 serd el de Ja teorfa con la que opero, se hacia licto admitit que a toda irmmula con tna variable le corresponde el conjunto de Jos teminos aque la validan. Dicho de otra manera, el optimismo ingenuo qce Can- tor manifestaba en cuanto a la potencia de la intuicién para totalizar sus objetos es aqui transferido a la seguridad gue gerantiza un Jengua- je bien construido. Esta seguridad supone afirmar que el control del lenguaje (de la escriture) equivale al control de lo miltiple. Es el op timismo de Frege: todo concepto que se deja inscribir en una lengua totalmente formalizada (una ideografia), prescribe una multiplicidad «oxistenten, que es la de los términos ~que también pueden insribir- se- que caen bajo ese concepto. La presuposicién éspeculativaes que nada de lo miltiple puede exceder una lengua bien hecha y que, en consecuencia, el ser, obligado a presentarse al Ienguaje como el refe- rente-indltiple de una propiedad, no puede debilitar la arquitectura de este lenguaje, si ella estérigurosamente construida. El amo de las pa- labras es también el amo de lo mtltipl. Tal era la tesis. La significacién profinda de Tas paradojas, de las cuales la teoria de conjuntos debia salir reestructurade y refundada, es decir, axiomatizada, es que todo aguello es falso. En efecto, es posible comprobar que a ciertas propiedades, a ciestas formulas, no puede co- rresponderles wna multiplicidad (un Conjunto) més que el precio de la ruina (de la incoherencia) del lenguaje mismo en el que ese formula std inserita, Dicho de otra manera: el ser de lo miltiple no se prescribe desde el iimico panto de vista de la lengua. O, més precisamente: no tengo el poder de contar por uno, como «conjunto», todo lo que es subsamible enuna propiedad. Bs inexacto que e toda formula A () pueda corres- ponderle el conjunto-uno de los términos por Jos cuales 2. (a) es ver- dadero 0 demostrable. Esto invalidaba la segunda tentativa de definir el concepto ¢¢ con- junto, esta vez a partir de las propiedades y de su extension (Frege), antes que de la intuicién y sus objetos (Cantor). Lo miltiple puro se sustraia de nuevo a sw cuenta-por-unoy supuestamente cumplida en luna definicién clara de lo que es un miltiple (un conjunto) Si se examina la estructura de la paradoja més conocida “Ia de Rus- sell, se constat, ademés, que la fSrmula donde falla el poder consti- tuyente del lenguaje respecto del se-mihiple es banal, que esa formmu- Jano tiene nada de extraordinario. Russell considera la propiedsd: «ar ‘es un conjunto que no ¢s elemento de si mismon, 0 sea ~ (a € 0). Pro st ELSER Y ELACONTECIMIENTO piedad totalmente pertinente, puesto que todos Jos conjuntos matema- ticos conocidos la poseen. Resulta claro que ~por ejemplo—el conjunto de los ttimeros enter0s no es é] mismo un ntimero entero, ee. Son los contra-cjemplos los que parecen retuscados. Si day como definicion de un conjunto: «Bl conjunto de tods lo que logre definir en menios de veinte palabras», como le definicién, que acabo de escribir, de este, conjunto tone menos de veinte palabras, entonces 6l es un elemento de si mismo, Pero se tiene un poco la senszeién de una broma, Luego; hacer el conjanto de todos los conjuntos «para los cuales ~ (0.6 @) es verdad, parece particularmente razonable. Sin embargo, considerar este multiple invalida el enguaje conjuntista por la incobe~ reneia de lo que se ingiere a partir de alli En efecto, sea p (por «paradéjicon) este conjunto. Se lo puede es- cribir = {0./~ (Ge G)}, y se lee: atodos los a tales que ano es ele- mento de sf mismon. ;Qué decir de este p? Si se contiene a s{ mismo como elemento, o sea si p € p, entonces , 0: «no existe término que tenga-tel propiedad», o: «si tal enunciado es verdadero, entonces tal otro enuneiado también fo es. El principio basico es que las escrituras «para todo» o «existe» se re- fieren s6lo a términos («individuos») y jamés a propiedades: No se admit, en suma, que las propiededes puedan, a sa vez, tener propie- dades (Io que nos haria pasat a una logica de segundo orden), La formulacion grafica de estos requisites supone fijarsignos de cinco especies: las variables (que inscriben individuos); los conec- tores légicos (negacién, coiijuncién, disyancién; implicaciéa y equi- valencia); los cuantificadores (universal: «para todo» y existencial «existen); las propiedades 0 relaciones (consideraremos solariente dos: la igualdad y la pertenencia), y las puntuaciones (paréntesis, or- ‘hetes, aves). = Las variables de individuos (para nosotros, los rmiltiples 0 con- juntos) son Jas letras griegas 0, B, ¥, 2, m ya veces, A: Se utilizarén también subindices, para disponer, si es necesario, de més varizbles, ‘les como 01, 7, etc. Estos signos indican, entonces, aquello de'Io que se habla, aquello de lo que se afirma esto 0 aguelo. ~ Los cuantificadores son los signos V (cuantificador universal) y 23 (cuantificador existencial)Van siempre seguidos de una variable: (¥ea)se lee: «pera todo a. ». (a) se lee: wexiste a “ ELSERY EL ACONTECIMIENTO ‘ ~ Los conectores Iégicos son los siguientes: ~ (la negacién), —> (la implicacién), o (la disyuncién), & (la conjunciéa), «+ (a equivalen- cia), ‘Las relaciones son: = (la igualdad) y’€ (la pertenencia). Ellas vin- clan siempre dos variables: «= B, que se lee: ac es igual a B», y B, que se lee: «ct pertenece a B». — Las puntuaciones son los paréztesis(), los corchetes []y las la- ves {), ‘Una férmula es un ensamblado de signos, que obedecen a regles de comrencién. Si bien estas reglas pueden estar estrictamente defini- as, son intuitivas. Se trata de que la formula sea legible. Por ejemplo: (7a) GB) [(@ € B) + ~ G € a)] se lee sin problemas: «Para todo , existe al menos un B tal que si c:pertenece a B, entonces B no per- tenece a oo ‘Une formula cuslquiera se desigcard frecuentemente con la letra 2. Un punto muy importante: en-una formula; una variable esti 0 20 esta cuantificada, En la féronila anterior, las dos variables, a y B,es- ‘in cuantificadas.(o universelmente, 8 existencislmente). Una varia- ble que no esta cuantificada, es una variebe libre, Consideremos, por ejemplo, te formula: (Wee) (B = &) <> Gi) [ere B) & (Ye OD] Z Se lee, intuitivamente: «Pata todo 0, Ia igualdad de B y de c equi- vyale.a que oxisto un y tal que perterece a By y pettenece uanbién oy. En esta formula, & y y estén cuantficadas, pero Bes libre, Le fér- aula en cuestién expresa tna propiedad de B. O sea que, ser igual aB cequivale a tal cosa.(lo que expresa el fragmento de la formula): (21) Ure B) & (yea) Se designard frezuentemente % (a) a una férmula cen Ja que oes una variable libre, Intaitivamente, esto significa que Ja formula 2. expresa una propiedad de la variable ot Si hey dos varia- Dies libres, se esoribird 2. (G, 8), Jo que indica una relacién entre las variables libres 0. B. Por ejeraplo, la formula: (WP) I(y€ 0) 0 (ye B)] que se lee: «Todo y pertenete.e a, 0 28,0 ‘2 ambos» (ya que el «o> légico no es exclusive), fija una relacién par- ticular entre 6 B. ‘Nos reservamos el derecho de dejinirsignos suplementarios a par- tir de los primitivos, en ls medida en que los vayamos nécesitando. Para esto Serd necesario fijar, por medio de una equivalencia, la posi- siete caastueraunias NOTA TECNICA. 65 bitidad de retraducir esos signos en férmilas que sélo contengen sig- ‘os primitivos. Por ejemplo, la foxmula Be (V9) [(7€ @) > (ve B)) define entre ary B la relacién de inclusin, Equivale a la formula completa: «Para todo %, si yperenece 10, entonces + pertenece a Br. ‘Como se ve, la nueva notacién cc B no es més que na abreviatu- sade la formula 2 (a, B)escritatinicamente con los signos primitivos, en Ia que ay B son variables libres. En el cuerpo del texto, la lactura de las formulas seré siempre aclarada y no planteara ningin problema particular. Asimismo, las definiciones serin explicitadzs, El lector puede fiarse en el sentido intuitivo de las grafas. [MEDITACION CUATRO El vacfo: nombre propio del ser Supongamos una situacién cualquiere. He afirmado que su estruc- tura cl régimen de ta cuents-por-uno—eseindla al miltiple presenta- do: lo estindia en ednsistencia (composicién de unos) e inconsisten- cia Ginercia de su dominio). Sin embargo, le inconsistencia como tal no resulta verdaderamente presentada, ya que toda presentecitni cae bajo la ley de la cuenta. La inconsistencia, como maitiple puzo; 3 s0- Jamente la presuposicién de que, «antes» de la cuenta, lo und 20 es. Pero, en cambio, en cualquier situacién se evidencia que lo uno es. En general, le tesis «lo uno no es» no puede ser presentada’por una situae ion. ¥or el contrano, la situacién envuelve la existencia de fo uno, puesto que la cuenta-por-uo es la ley; no hay nada que pueda see pre- sentado sin ser contado, Incluso, nada es presentable més que como efecto de Ja estructura, por lo tanto, bajo la forma de lo uno y de su ‘composicién en multiplicidedes consistentes. De manera que Jo uno no es s6lo el régimen de la presentacién estracnicada, sino también el régimén de la posibilidad de la presentacién mismia, En una situscién xno ontologies (no matemética), o miiltiple es posible sdio sila ley lo dispone explicitamente al uno de la cuenta. Desde el interior de una situacién, no puede aprebenderse ninguna inconsistencia que estavie- za sustraida a le cuenta, es decir a-estricturada. Una situecién cval- quiere, tomada en su inmanencia, invierte entonces el axiom insugu- ral de todo nuestro provedimiento. Enuncia-que Jo uno es y que lo antitiple puro —la inconsistencia~ no es. Lo que es totalmente nazural, ya que una sitvacién cualquiera, mientras no sea la presentacion de la 6 ELSER Y BL ACONTECIMIENTO presentacién, identifica necesariamente el ser con lo presentable, por To tanto, con la posibilidad de Jo uro, Por ende, en el interior de lo que una situacién establece como for- ma do saber, ¢s veridico (fundamentaré mucho més adelante, en la meditacién 31, la distincién esencial entre lo veridico y lo verdadero) ‘que ser es ser en posibilidad de lo uno. La tesis de Leibniz («Aquello {que no esta ser n0 es un ser») es, propiamente, lo que gobierna Ia in- manencia de una situacidn, su horzonte de veridicidad. Es una tesis de la ley. Esta tess nos expone a la siguiente dificultad: si bien en la inma- nencia de una situacién no se puede comprobar la inconsistencia, no ‘es menos cierto que la cuenta-por-uno, al ser una operacién, indica que Jo uno es un sesultado. En la medida en que «resulta», es necesa- rio que «algo» de lo milltiple no esté en coineidencia absoluta con el resultado, Por cierto, a precedencia de lo miltiple no da lugar a nin- guna preseniacién ~que estd siempre ya-estructurada~, de manera que sélo hay'uno, o'mailtiple consistents, Pero ese «hay» deja como resto ‘que la ley segia la cual se despliege es discernible come operacién. ‘aunque -en situacién— haya sélo resultado (todo, en la situacién, es contado), fo.que asi resulta sefiala, antes de la operacién, un deber- ser-contado que hace vacilar la presentaciOn estructurada hacia el fan- tasma de la inconsistencia. Bs evidentemente cierto que ese fantasma ~que por ef hecho de que el ser-uno-¢s un resultado desfasa ligeramente lo uno del ser en el interior mismo de la tesissituaciouel de que s6lo To uno e5~ no puede e ningin modo ser presentado, va que el régimen de la presentacién es le multiplicidad consistente, el resultado de la cuenta, En consecuencia, puesto que toco es contado y que, sin embargo, lowuno de la cuenta, por tener que resultar, deja como resto fantasmal que lo mailtiple no se encuentra originalmente en la forma de lo uno, 2s necesario admitir que, desde el interior dela situacién, Jo miltiple puro ~0 inconsistente— estd a la vez excluido del todo, por Jo tanto, excluido de la presentaciéa como tal, ¢ incluido como lo que «serian Ja presentacién misma, la presentacién en-si, si fuera pensable lo que Je ley no autoriza a pensar: que lo uno no es, que el ser de Ja consis- tencis es ie inconsistencia. Més claramente: desde el momento en que el todo de una situacién esté bajo la ley de Jo uno y de Ia consistencia, es necesario que, res- pecto de Ja inmanencia de una situscién, lo miltiple puro, absolute- sii q EL VACIO: NOMBRE FROPIO DEL SER 6 mente inpresentable segiin le cuenta, sea nada, Pero el ser-nada se distingue del no-ser, tanto como el chay» se distingue del sex. Asi como el estanato de lo uno se decide entre Ia tesis (verdaders) hay uno» y Ta tesis (falsa) de las-ontologias de la presencia eo uno ‘esn, de igual manera el'estatuto de lo miltiple puro, tomado en la in- rmanencia de una situacién no ontologica, se decide entre la tesis (ver- dadera) «la inconsistencia es nada» y la tesis estructuralista legalista (alse) cla inconsistencia no es. La verdad es que antes de la'cuenta hey nada, ya que todo es con- tado, Pero de ese ser-nada ~donde mora la inconsistencia ilegal del ser depende que haya el todo de las composiciones de unos en el que se efecia la presentacién, Es por cierto necesario asumir que el efecto de la estructera'es completo; que lo que a ella se sustrae es nada y que la ley no encuen- tra; en la presentacién, ningtn islote singular que la obstaculice. Cuel- quiera sea la situacin, no hay ninguna presentacién rebelde o sustrac- tiva de lo multiple puro sobre la cual se ejerza el imperio de le uno. ‘Ademds; seria en vano buscar en tsto algin sustento para una intui- cién det ser-en-tanto-ser, en une sitoacién. La légica de le laguna, de Jo que la cuents-por-uno habria «olvidado», de lo exeluido positivan ‘mente, identificable como signo o real de la roultiplicidad pura, es un impasse -una itusién- del pensamiento y de la préctica. Una situacién s6lo propone Io miltiple tejido de unos, y la Jey de las leyes es que nada limita el efecto de la cuenta. Sia eusbargo, se impone también la tesis correlative de que hay un ser de la nada, como forma de lo impresentable. La nada notbra la distancia imperceptible, puesta en duda pero renovada, entre la presen tacién como estructura y la presentacién como presentacién-estructi- rada, entre To uno como resultado y Jo uno como operaciéh entre la consistencia presentada y Ja inconsistencia como lo-que-habri-sido- ‘presentado. Naturalmente, dé nada servirla selir en busca de Ia nada. En esto se debilita la poesia ~es necesario decirlo- y, hasta en su més sobera: na claridad, en su afirmacin perentoria la hace cémmplice de lt uer- te. Si es necesario jpor desgracia! acordar con Platén en que tiene sentido querer coroner de oro 2 los poetas para iuego precipitarls al exilio, es porque propagan Ja idea de una intuicion de Ja nada sn la que mara e! ser, cuando no hay siguiera el sitio -al que llaman le Na turaleza- para ello, puesto que todo es consistente. Sélo podemos ” BL SER Y EL ACONTECIMIENTO afirmar esto: toda situacién implica Ja nada de su todo. Pero 1a nada xo es ni un Tage, ni un término de la situacién. Pues si la nada fuera un témmino, s6lo podria querer decir que he sido’ contada por uno, Ahora bien, todo lo que ha sido contado es en la consistencia de la presentacién, Se exchiye entonces que la nada ~que nombra aqui el puro habra-sido-contado en tanto que discernible del efecto de la cuenta y, por lo tanto, discernible de la presentaciOn- sea tomada co- mo término. No hay uma-nada, hay «naday, fantasma de la inconsis- tencia En si misma, la nada no es sino el nombre de la impresentacién en Ja presentacién, Su estatuto de ser consist, al ser lo uno un resultado, fen que es preciso pensar que calgon ~que no es un término-en-situa- ida y, por Jo tanto, es nada~ no ha sido contado; siendo eee «algo> Io necesario para que la operacién d> cuenta-por-uno opere. De modo ‘que es exactamente 1o mismo decir que la nada es la operacién de la ‘cuenta ~que, en tanto fuente de lo uno, no es ella misma contada~ 0 decir que le nada es lo miltiple puro sobre Jo que opera la cuerita, y que cen sin, es decir, en tanto no contade, se distingue de si mismo, en tanto resultado de la cuenta. ‘Le nada nombra ese indecidible de la presentacién que es su im- presentable, distribuido entre la pura inercia del dominio de lo mti- ple y Ja pura transparencia de la operacién que permite que haya Jo uno. La nada es tanto la nada de la estructars, por lo tanto de la con- sistencia, como lz nada de lo miltiple puro, por consiguiente de la in- consistoncia. Be dice con razin que nada se sustiae w la presestacién, puesto que es por su doble incumbencia, la ley y Jo miltiple, que la nada s Ja nada, Para una situaciéa cualquiera, se tiene, pues, el equivelente de Jo que Plath Iammabe, en referencia ala gran construccién cosmolégica del Timeo -que es una metafora casi carnavalesea de la presentacién universal-, «la causa errante, y sobre la cual reconocfa que era muy Gificil pensat, Se trata pues de una figura impresentable y necesaria, que designa la distancia entre el resultado-uno de la presentacién y aguello «a partir de lo cual» hay presentacion; el no-término de toda totalidad y el no-uno de toda cuents-por-uno; la nada propia dela siz tuacién, punto vaofo y no situable en el que se comprueba que la si- tuacién esté suturada al ser, que aquello que se presenta merodea en ls presentaciéa bajo la foriva de una sustraccién a la cuenta; y seria falaz marcarla como un punto, ya que no as ni local ni global, sino BL VACIO: NOMBRE PROPIO DEL SER n «que esté diseminada por todas partes, no esté én ningyin lugar y été ‘en todo lugac, como aquello que ningiin encuentro autoriza a conside- sar como presentable. Denciino «vacion de una situacién a esta sutura a sv ser: Y enun- cio que toda presentacién estructurada impresenta su» vacio, bajo el modo de ese no-no que no es més que la cara sustractiva de la cuenta, Prefiero decir «vacfon ante’ que caiaday porque Ta «nada» es, en todo caso, e] nombre del vacto correlativo al efecto global dela es- ‘ructura (todo es contado), y porque es mas preciso indicar que al no- haber-sido-contado es también local, ya que no es contado por uno. «Vacion indica la falla de Yo uno, ¢1 no-imo, en vn sentido més origi- nario que el no-del-todo, Es cuestién de nombres: «mada» o «vacion, ya que el ser que esos nombres designan no es por si mismo ni global ni local. El nembre ‘que escogi, cl vacio, indica precisamente,a'la vez, que nada es pre sentado ningun término- y que le designacién de ese impresentable se hace «en el vacton, sin referencia estructural pensable. El vacio es el nombre del ser ~de la inconsistencia~ segin una si- ‘uacién, miontras que la presentacién nos da un acceso impresentable, ‘esto es, ef inacceso a este acceso, en el modo de Jo que n¢ es-un0, ni puede ser compuesto de unos, y, por consiguiente, no es culificable en la situacién ms que como el errar [errance] de la nada. Es esencialretener que en una situacién ningtin término designe el vacfo y que, en este sentido, Aristbteles afirma con razén, en la Flo! a, que el vacfo no es ~si se entiende por «sem lo que es localizable ‘en una situacién, esto es, un término- lo que él llama una substencia. En el régimen normal de la presentacién es veridico que del vacio, no uno ¢ insubstancial, no se puede decir que es. Mis adelante (meditacién.17) estableceré que para que advenge una localizacién del yacio, y por fo tanto un cierto tipo de asuncién {ntrasituecional del seren-tanto-ser, es neceserio un disfuncionanien- to de la cuenta, que se induce de un exceso-de tno, El acontecinien- to seré ese ultra-uno de un azar, desde el cual el vacio de wna situa- cin es retroactivamente detectable Pero en el momento en el que nos encontramos, eé necesario s0s- tener que, en una situacién, no hay ningtin encuentro coneebible con el vacio. El régimen normal de las situaciones estructuradas es que ellas imponen la absoluta «inconsciencian del vacio. De esto se deduce un requisito suplementario para el diseurso on- n [BL SER Y EL ACONTECIMIENTO tol6gico, si existe, y si es ~como lo sostengo—una situacién (la situa- ign matematice). Ya he estableeido: 4. que la ontologia era necesariamente presentacién dela presenta- i6n, por lo tant, teoria del puro maitiple sin-uno, teorfa de lo mmilti- ple de mites; 5. que i estructura no podia ser més que una cuenta implicita, por Jo tanto, una presentacién axiomética, sin concepto-uno de sus térmi- 10s (sin concepto de lo miiltiple). Ahora, podemos afladir que el tinico término del que se tefen las ‘composiciones sin concepto de la entologia es forzosamente el vacto, Fijemos este punto. Si la ontologia es la situacién particular que presenta Ia presentacién, debe también presentar la ley de toda pre- sentacién, que es el errar del vacio, lo impresentable como n0-en- cneniro, La ontologia presentaré la presentacién sélo en la medida en ridicamente, desde el lugar de toda presentacién, el vacio en el que la inconsistencia originaria queda sustaida a Is cuenta.La ontologia esté entonces obligada a proponer una teoria del vacio Pero si es teoria del vacio, Ia ontologia debe ser, en un cierto senti- do, sélo teoria det veeio. En efec'o, sise supone que ella presenta axiomaticamente otros terminos que el vacio -y cualquiera que sea, por otra parte, el obstéculo que constituye tener que «presentaty el va. clo, esto querré decir que distingue el vacfo de esos otros términos y que, por Jo tanto, su estructura la autoriza a contar-por-ina el vacio como tal, en su diferencia especifica con los términos «plendsy. Que- da claro que esto es imposible, pues, contado-por-uno en su diferencia on fo uno-pleno, el vacfo se lena de inmediato con esta alteridad. Si 1 vacio ¢s tematizado, es necesario que lo sea en la presentacién de su errar y.no en la singulatidad, necesariamente plenz, que lo distin- ‘gue como uno en una cuenta diferenciante, La tnica salida es que fo- dos los términos sean «vacios», compuestos s6lo por el.vacio, y que asi el vacio resute distribuido por todas partes, que todoro que distin- gue la cuenta implicita de las multiplicidedes putas sea S6lo modeli- dades-segit-lo uno del vacfo mismo, Esto tinicamente explica que, en una situacién, el vacio sea lo impresentable de la presentacién. Digémoslo de otre manera. Pussto que la ontologia es tzoria de lo, tiple puro, gqué puede componer su axiomatica presentadora? ;De {qué existente se apropian las Ideas de lo maltiple cuyos axiomas ins- tituyen la acciéa legisladora sobre lo mitiple en tanto miltiple? Cier- 1e sea teorfa de Ia suture presentadora al ser, que es, promunciado ve - fesyenleiet ‘se etiiantaa EL VACIO: NOMBRE PROPIO DEL SER 2 tinente no de lo uno, que no es, Todo miltiple esté compuesto de siltiples, esta es Ja ley ontol6gica primera. :Pero por dSnde comen- zat? Cuil 6s Ja posicién existencial absolutamente originaria, la pri- sea cuenta, sino puede haber un primer uno? Es totalmente necesa~ rio que la «primeray multiplicided presentada- sin: tontepto sea riltiple de nada, pues si ella fuera multiple de algo, ese algo estarla cen posiciéa de uno. Y es necesario que, luego, la regla axiométiza au- torice composiciones s6lo a partir de ese miltiple-de-nada, es decir, a partir del vacio. TTereer recorrido, La ontologia hace teorla de fo mitiple inconsis- tente de cualquier situacién; o sea, de lo miltiple sustrafdo a toda ley particular, a toda cuenta-por-uno, lo miltiple a-estructurado. Ahora ‘en, e! modo propio segin el cual la inconsistencia merodea en el to- do de una situacion es la nada, y el modo segiin el cual ella se impre- senta es fa sustraccién a la cuenta, Jo no-uno, el vacio, El tema abso- Jutzmente primero de la ontologia es, por lo tanto, el vaclo—como ya Jo habian visto claremente los atomistas griegos, Demécrito y sus su- ‘cesores- pero es también su tema timo ~elgo en lo que ellos 20 ha- bian crefdo-, pues toda inconsistencia es, en itima instancia, impre- sentable, por Jo tanto, vacfa, Si hay éétomosy, ellos no son, como lo suponfan los materialistas de le Antigiedad, un segundo principio del ser, lo uno después del vacio, sino composiciones del vacfo mismo, regiadas por as leyes ieales de lo mtipe,cuya axiomética éspone 12 ontologia. Por consiguiente, la ontologia sélo puede considerar como enisten- tecl vacio, Este enunciado expresa'que el orden reglado que desplie- ‘gale ontologia’—Ia consistencia- es la sutura-al-ser de toda situacién, ‘aguello que se presenta; en tanto que le inconsistencia lo destina a no ser mds que lo impresentable de toda consistencia presentadora, arece asi resolverse-un problema mayor. Ye he dicho que, siel ser ¢s presentado como miltiple puro (afirmacién que abrevio algunas veces, de manera peligrosa, diciendo que el ser es mmitiple, el ser-en tanto-ser no es, en rigor, ni uno ni miltiple. Ahora bien, le ontclogia, supuestamente la'viencia del ser-en-tanto-ser, al estar sometida a la ley de las situaciones, debe presentat y, en el mejor de los casos, pre- senta la presentacién, es decir, io multiple puro, Pero, en cusato al ser-en-tanto-ser jcémo evita decidir en favor de lo mniltiple? Le con- sigue en tanto su punto de ser propio es el vacio, es decir, ese «axit- ple» que no es ni tno ni miltiple, que es miiltiple de nada y entonces, "4 ELSER Y EL ACONTECIMIENTO. cen To que le concieme, no presenta ncda bajo la forma de lo mitple, ‘como tampoco bajo la de lo uno. Asi, a onfologia enuncia que la pro- sentacién es multiple, pero el ser de ia presentacién, lo que es presen- tado, por ser-vacio, sé sustrae 2 la dia éctica uno/miltiple. ‘Surgiré entonces la pregumta: zpara que sirve decir que el vacio es ‘amiitipien, si se habla de «antltiple de nada? Es que la ontologia es una situacién y, en consecuencia, todo lo que ella presenta cae bajo su ley, que es la de tener que dar cuenta s6lo de Jo miltiple-sin-uno, De esto resulta que el vacio es nombrado como maitiple, aun si, no com- poniendo nada; es en realidad diagonal ala oposicién intrasituacional entre lo imo ¥ lo miitiple: Nombrarlo como matltiple esa unica sali- da que deja no poder nombrarlo como uno, puesto que fa ontologt dispone, como su principio mayors, que o uno.no es, pero tambien que toda estructura, incluida la axiomatica de Ja ontologia, establece que sélo hay uno y miltiple, aunque fuese, como equi, para rescindir que Touno sea Uno de los actos de esta rescisiér es, justamente, planiear que el ‘vacio es miitiple, el primer mitiple, el ser mismo a partir del cual to- a presentacién miltiple, cuando es presentade, se teje y se entuera. Como el vacio es indiscernible ccmo término (puesto que es no- 1uno), queda claxo que su advenimiento ineugural es un paro acto de nominacién. Ese nombre no puede ser especifico, no puede poner al vvacio bajo.algo, lo que sea, qué lo subsuma, ya que esto equivaldria a restablecer lo uno. El nombre no puede indicar que el vacio e6 esto 0 quello. El acto de nominacién, al no ser especifico, se agota en si mismo, slo sefala lo impresentable como tal; sin embargo, en la on- tologia, lo impresentable adviene porel forzamiento presentador que Jo dispone como la nada de la que todo procede. De esto resulta que el nombre del vacio es un puro nombre propio, que s¢ indica a simis- ‘mo, sin diferenciar nada en aquello ao que se refiere, y se autodecla- 1a bajo la forma de lo miliple, eunqve nada, por él, sea contado. Le onfologi comienza, de manera ineludible, una vez dispuestas, les Ideas legisladoras de lo mmiltiple, a parti del puro proferimiento de lo arbitrario de un nombre propio. Ese nombre, ese signo, ajustado al vacfo, es, en un sentido para siempre enigmaético, el nombre propio del ser. MEDITACION CINCO La marca De acuerdo con los requisitos del concepto (meditacién 1), i pre~ sentaciOn de la ontologia es decir, la teoria matemética de io ra ple, oteorfa de conjuntos- se efectia sélo como una axiométice Las srandes Ideas de Jo multiple son enunciados inaugurales referiios a variables 0, B, » ete., que denotan multiplicidades puras, tal como std implicitamente convenido. Esta presentacién excluye toda defi nicién explicita de lo matltiple,tinico medio de evitat Ia existencia de Jo Uno. Hay que destacar que la cantidad de estos enunciados es pe uefa: son muew axiomaso equemas de axiomas, Se econceion esta economia presentadore el signo de que los «primeros princi és, ome desi Asses son en poco numero come os ciales. Entre estos enunciados, s6lo uno es existencial en sentido fixie, 6s dest, encargaco de inseibir dicetamente tuna existncia y mo de reglar una construccién, que presupone que hay ya un miltiple. sentago, Como idol de prtven, se enact cone cl te, Para pensar la singulatidad de este enunciado existencial scbre el vacfo, situernos primero, répidamente, las principales Ideas de lo ril- tiple, con un valor estrictamente operator, 16 BL SER Y EL ACONTECIMIENTO 1. Lo MISMO ¥ LO OTRO: EL AXIOMA DB EXTENSIONALIDAD El axioma de extensionalidad plantea que dos conjuntos son igua- les (idénticos) si los maitiples de Ics que ellos son el raltiple, Jos rmtiples de los cuales aseguran la cuente-por-uno conjuntista, son «dos mismos». {Qué quiere decir «los mismos»? {No habrfa alif un circulo que funda lo roismo sobre Jo mismo? En el vocabulario natu- ral, ¢ inadecuado, que distingue «elementos» y «conjuntos» disizmu- lando que sélo hay matltiple, cl axioma se émincia asf: «dos conjuntos sont idénticos si tienen los mismos elementos». Pero sabemos que «elemento» no designa nada intinseco, solo designa que un multiple 7 es presentado por la presentacién de otro, lo que se escribe: y € c. Por consiguiente, of axioma de extensionalidad equivale a afirmar gue si todo miitiple presentado en Ié presentacién de o, es presentado en la de B, ¢ inversamente, entonces estos dos miiltiples, cy B, son los nnisnos, La arquitectura légica del axiom se apoya en la universelidad'de Ia asercién y no sobre la zecurrencia de lo mismo. Indica que si, para todo mittiple 7. ¢s equivalente ~pot lo tant indiferente~ aficmar qué pertenece a 0.0 afirmar que perteneie a 8, entonces ay B son indis- finguibles y sustituibles, en todas parses, el uno por el otto. Le identi- dad de los miltiples esté fundada sobee la indiferencia de la pertenen- cia, Esto se escribe: (Kove a) & (7€ B) > @=B) La mareacién diferencial de dos conjuntos se hace ségtin aquello que pertenece a su presentacién. Perc el «aquello que» siempre es vin rmiitiple, Que un multiple tal, supongamos 7, tenga con a Ja relacion de pertenenicia ~ser uso de fos miltiples de los que el rniltiple & esté compuesto y m0 la tenga con B, hace que ot y B sean contados como diferentes, Este cardcter puremente extensional del régimen de lo mismo y dé Jo otro, es inherent al hecho de que it teoria de conjuntos es teoria de lo miiltiple-sin-uno, de lo nuSltiple en tanto mitiple de mltiples. :De nde podria provenir que haya diferencia, sino de que un miltiple falia en un miltiple? Ninguna cualided particular puede servirnos pa- +a marcar le diferencia, ni siquiera que Jo multiple pueda distinguirse TAMARCA® n de lo uno, puesto que lo uno no es. E] axjoma de eitensionalidad, en suma, lleva a lo mismo y a lo otto al estrcto rigor de-la cuenta, tal co- ‘mo él estructura la presentacién de la presentacién. Lo mismo es lo ‘mismo de la euetta de 1os mtitiples de los que se compone todo m= tiple a partir del momento en que es contado por uno. Observetnos, sin embargo, que el axioma de extensionalidad, ley deo mismo y de lo otro, no nos dice nada acerca de la existencia de algo. Sélo fija, para todo mbiltiple eventuelmente existente, la rogle candnica de su diferenciacién 2: LAS OPERACIONES BAJO CONDICION: AXIOMAS DE LOS SUBCONINTOS, DDE UNION, DE SEPARACION Y DE REEMPLAZO ‘Si dejamos de lado los axiomas dé éleccié, del infinito y de funda cién ~detallaré ms adelante su impottancia metaontolégice eseacial-, citos cuatro axiomas «clésicos» forman una semunda categoria, siendo todos de fa forma: «Sea tn conjunto cualquiera c, que se supone que existe, entonoes existe otro conjunto ct, construido a partir dé 0: de tal 0 cual manera». Estos axiomtas son igualménte compatibles con la-no- cexistencia de cualquier cosa que sea, la no-presentacion absolut, ya «que ellos solamente indican tna existencia & condicion dé ota. El récter poremente condicional de a existencia esti marcado usa ver mis ‘por la estructura légica de estos axioms, que son todos del tipo: «para foto o, existe B tal que tiene una relacién definida con oo», El «para to- do ony significa evidentemente que si existe unc, éntonces, en todos los ‘aos, existe, asociado a ct segin tal o eval regle. Pero el enunciado no decide Sobre la existencia o la no-existencia de tuno solo de eso ot Técnicamente esto quiere decir que el prefijo -los cuantificadores ciales— de estos axiomas es del tipo: «para todo... exist... tal qué», 3 sea (Wa) (8) [..J. En contrapartide, queda claro que un axicina que afirmara una existencia incondicionada seria del tipo: wexiste.. tal ‘ghe>,y-por lo tanto comenzatia por el cuantificador existencial Finalrnente, estos custro axiomas, cayo examen técnico detallado é-tnitil agui, se reficren a las garantias de existencia para construc! ciones de miltiples'a partir de ciertas caracteristices internas de mail- tiples supuestos existentes. Esqueméticamentes 8 EL SER Y EL ACONTECIMIENTO 4. Elaxioma del conjunto de los subconjuntos Este axioms afirma que, dado un conjunto, los subconjuntos de es- te conjunto se pueden contar-por-uno, es decit, son un conjunto. {Qué en subsonjunto de un mtitiple? Bs un multiple tal que todos los, imtltiples que son presentados en su presentacién (que le «pertene- cen»), son también presentados por el miltiple inicial, 0, sin que la reciproca sea necesariamente verdadera (Se otro modo, reencontra- rlamos la identidad extensional), La estructura Iégica no es aqui la ‘equivalencia, sino la implicacién, El conjunto B es subconjunto de c se indica Bc a- si, cuando yes e'emento de B, o sea: 7€ B, enton- ces él es tambien elemento de a, o sea: y © a, Dicho de otra manera, Ba, que se lee «3 esté inchuido en cos, es mms escritura abreviada de ta formula: ODER) (yew) Volweré en las meditaciones 7 ¥ 8 sobre el concepto, en verdad fundamental, de subvonjunto o de submiltiple, y sobre la distincién centre pertenencia (@)¢ inclusidn (c). Por el momento nos basta seber que el axioma deJos subconjuntos garentiza que si un conjunto existe, entonces existe también el con- junto. que cuenta por uno a todos fos subconjuntos del primero. De manera més conceptual: si un miltple ¢s presentado, es también pre- sentado el miltiple cuyos términos (los elementos) son los submit ples del primero. b.Blaxioma de unién Como un miltiple es miltiple de miltiples, se puede plantear legi- ‘imamente si la potencia de la cuenta por le cual un mEltiple es pre- sentado se extiende también a la presentacién desplegada de los miil- tiples que lo componen, aprehendidos a su vez-como miltiples de rmiiliples. {Bs posible diseminar interiormente os miltiples de Jos que un mmitiple hace lo uno del resultado? Se trata de la operacin in- versa de le que asegure el axioma de los subconjuntos En efecto, el axioma de los subconjuntos me asegura que es conta- do por uno el mitiple de todos los reagrupamientos ~de todos los, subeonjuntos—compuestos de miltisles que pertenecen a un miltiple dado. Existe el resultado-uno (el corjunto) de todas las composiciones posibles, es deci, de todas las inclusiones, de aquello que mantiene LAMARCA®: w ‘con un conjunto dado la relacién de pertenencia: ,Puedo contarsiste- tmticemente las descomposiciones de los miltiples que pertentcen a un miltiple dado? Porque si un miltiple es masitiple de miiltiples, es riltiple de miitiples de miltiples de miltiples, etc. [La cuestiOn que se presenta és doble: a. {La cuenta-por-uno se extiende a las descomposiciones? ;Hay 1mna axiomética de la diseminacién, como la hay'de'las composicio- nes? ’.gHlay un punto de detencién? Porgue la diseminacién, como aca- ‘amos de ver, parece condacir al infinit. La segunda cuestin es muy profinda, y se ve bien por qué. Plan- tea dénde la presentacién se sutura 2 elgin punto fijo, a algiin étomo de-ser que ya no pudiera descomponerse mas. Lo que parece imposi- be si el ser-miltipl es la forma absoluta de Ia presentaci6a. La res- puesta se dard en dos tiempos: por el axiom del vacfo, un poco més adelante, y procediendo al examen del axioma de fundacién, en la moditecion 18 1a primera ouestién se resuelve de inmediato por al axioma de unidn, que indica que cada paso de la diseminacién es contads por ‘mo, Dicho de otra manera, los miltiples de los que se componen los riltiples que componen un-miltiple, forman ellos mismos tin con- Jjunto (cabe recordar que la palabra «conjunto», que no es definida ni definible, designs Io que Ja presentacién axiomética autoriza a contar or uno). | Segiin la metéfora de los elementos -que no es mas que una subs- tencializacién, siempre peligrosa, de la relacién de pertenencia~ se dice: para todo conjunto, existe el conjunto de los elementos de los elementos de ese conjunto. O sea: sic es presentado, es tambiér pre- sentado el B al que pertenecen todos los @ que pertenecen a algin 7 perteneciente a a. O bien ain: si y© ay 3”, entonces existe un f fal que d ¢ B. BI mitipte B retine la priniers diseminacion de o, equé- lla que se obtiene descomponiendo en miltiples los mltiples que le perlenecen, por lo tanto, des-contando 0:! (a) BB) [@ <8) + Gy [re 0) & Gey] Dado.o, el conjunto B, cuya existencia es afirmada, se eseribird U © (unién de 0). La eleccién de Ja palabra «nin remite ala idea de ‘ue esta proposicién axiomatica exhibe la esencia misma de lo que un 80 EL SER Y EL ACONTECIMIENTO ltiple cane», esto es, miltiples;y de que se la’exhibe «uniendo» Jos maitiples segundos (con respecto al uno inicial), de los cuales, a su vez, estén compuestos los prinieros, aquellos euyo resultado eral ‘uno inicial La homogeneidad fundamental de! ser es supuesta a partir de que Ja U0, que disemina el uno-miltiple incial y nego cuenta por uno fo ‘Sin embargo, Zqué es el infinito (0, més exactamente; lo ilinite- do)? Para un griego, es la negatién de le presentacion misma, ys que Jo-que-se-presenta afinma su ser en la firme disposicién de su limite (népac). Decir que el vacio es intrinsecamente infinito, equivale a afirmar que esté fuera de situacién, impresentable, De esta manera, el vacfo esté en exceso respecto del ser como disposicién pensable, y en especial como disposicién naturel. ¥ esto, en un triple sentido: En primer lugar, suponiendo que haya movimiento y por consi: guiente, presentacién natural en el vacio 0 segin el vacio, habrie que concebir que el cuerpo es necesariamente trasladado al infinite (cic Sreipou avéryxq pépcaPa), ya que ninguna diferencia marcaria sn éetencién, La precisin fsica (en el sentido moderno) de esta obser- vaci6n es una imposibilidad ontolégica ~por lo tanto, fisica’ en el sentido de Aristiteles. Sélo indica que la hip6tesis de un ser navural del vacio excede de inmediato el limite inherente a toda presentacién efective, ~En segundo Iuger, al no poder detecminar Ja in-diferencia del va- cio ninguna direeciéa natural para el movimiento, éste seria «explosi- vor, es decir, multidireccional: Ia traslacién tendra lugar ade todas partes» (mrévrg). También en este caso se excede el cardcter siempre orientado de Ia disposicién natural. El vacfo arruina la topologia de las situaciones, ~Por tiltimo, si se supone que es el vacio interior de un cuerpo lo ue lo aligera y Jo eleva; si el vacio es, por lo tanto, Ia causa del mo- Vimiento, también deberé sere! fin. El vacio se ditigirfa bacia su pro- Pio lugar nanural, que podria ser, por ejemplo, Jo alto. Habria, encon- ces, una reduplicacién del vacio, un exceso del vacio sobre si mismo que llevarfa su propia movilidad hacia si, lo que Aristételes ame un «cvacio del vacio» (eevod cevév). Ahora bien, la indiferencia del vacio Je impide diferir de si ~esto es un teorema de la ontologia (cf. Ia me- 2 BL SER ¥ EL ACONTECIMIENTO itacién 5)- y, por consiguiente, presuponerse él mismo como desti- nacién de su ser natural El conjunto de estas cbservaciores es, a mi modo de ver, totalmen- te coherente. Es exacto — y Ie politica, en particular, lo certfica~ que 1 vacio, desde que es nombrado «en situaciém», excede la situacién segin su propia infininud; es también exacto que su-advenimiento acontecimiental procede explosivamente, 0 «de todas partes», en una situaci6n; es exacto, por tltimo, que el vacio persigue su propio des- pliegue, a partir del momento en que se desliga del errar al que 1o constifie el estado, Es nevesario concluir, con Aristételes, que el va- «fo no es, sise entiende por «ser» e. orden limitado de la presentacion ¥, 61 particular, lo natural de ese orden. ¢:Des-mesura. Todo movimien‘o es mensurable, en relacién con otro, por su velocidad. O, como dice Aristételes, hay siempre propor- cién (Aéyos) de un movimiento a otro, en la medida en que ambos se insctiben en e) tiempo, y que todo tiempo es limitado, El carécter na- tural de una situacién es también su carécter proporcionado, nume- rable en sentido amplio. Esto lo estableceré mas adelante, ligando las situaciones naturales al concepto de multiplicidad ordinal (meditacio- nes 11 y 12). Bntte la neturaleza (gicic) y la proporcién, o razén (Aéyo0), hay reciprocidad. A esta reciprocidad contribuye, come po- tencie del obsticulo ~y, en consecuencia, del limite~ la resistencia del medio en el que se produce el movimiento, Si se admite que esta re- sistencia puede ser nula ~Lo que ocurre cuando ef medio es el vacio— 1 movimiento perderd toda medida, serd incomparable wou culyuier ‘otto, tenderd hacia la velocidad ifinita. El vacfo ~dice Aristételes— no tiene ninguna proporeiéa con Ic pleno, de modo que tampoco la tiene el movimiento fen el vacio}.» También en este caso, la media- ciéa conceptual se hace de manera sustractiva, a través de la nada: «E] vacio no tiene ninguna proporcién con respecto al exceso de un ‘cuerpo sobre él; de igual modo que la nada [76 junBév] con respecto al mimeron. El vacio és in-mamerable, lo que indica que el movimien- to supuesto 20 tiene ninguna neturaleza pensable, no tiene ninguoa razon en la que se pueda establecer una comparacién con cualquier otto. La fisioa (en el sentido moderno) no debe confiindimos. Lo qué Aristteles nos hace pensar es que teda referencia al vacfo produce un exceso sobre la cuenta-por-uno, una irrupeién de inconsistencia, que se propaga en la situacién ~metafisicamente- con tna Velocidad infi- anisTOTaLes 93 rita, El vacio es entonces incompatible con el orden lento en el que tode situacién re-asegura en su lugar los multiples que presenta. La triple determinacién negative del vacio (in-diferencia, in-ini- tud, des-mesura), conduce a Aristoteles a rechazar todo ser natural del, vaso: ¢Podri, sin embargo, tener un ser no natural? Deberén agui cuestionarse tres formulas; en ellas reside el posible'enigma de aun vacio impresentable, presustancial, euyo ser, que no hizo eclosi6n y no advino, seria sin embargo el destello latente de lo que es, ex tan- toques, ; La primera de estas formulas ~por cierto, aribuida por Aristételes 4 Jos «partidarios del vacfo», que él se propone refutar~ declare que scan vacio, un pleno y un jugar, incluso siendo, no lo son hasta el pun- to de depender en cuanto al ser». Si convenimos en pensar el ‘ugat como Ja situacién en general, es decir, no como una existencis (un itiple) sino como el sitio del existir que circunseribe cada-término cexistente, el enunciado de Aristételes designa la identidad con ia si- tuacién, tanto del pleao (de un miitple efectivo), como del vacio (de lo po-presentado). Pero también designa su no-identidad, desde el mo- mento en que lo que afecta & los tres nombres ~el vacfo, el plenc y el lugar- ¢s una diferencia seguin-el ser. Se podria imaginar entonces que la situacién, concebida como presentacién estructurada, efectia siguleéneaamente la multiplicidad consistente (el pleno), Js moultiplic- ad inconsistente (€l veefo) y ella misma (el Inger), segiin una identi- ded inmediata que es el ente-en-totalidad, el dominio acabado de la experiencia, En contiapatida, lo que se puede decir del seren-tnto- ser a partir de estos tes términos, no es idéntico, ya que, por ellado 4el lugar, teneraos lo uno, Ja ley de Ia cuenta; por el lado del pleno, tenemos lo miltipl, tal como es contado por ‘no; y, par el lado del vacio, tenemos e] sin-uno, lo impresentado, No olvidemos que el ‘enunciado «el ser se dice de muchas manerag» es un axioma mayer de Aristételes, En estas condiciones, el vacfo seria el ser como no-set “0 ‘mpresentacién-; el pleno, el ser como ser -Ia consistencia-~ el liga, ler como limite-no-ente, borde de fo miltiple a través de To une. Aristételes concede la segunda formula a quienes querrian ver en 1 vacio, de manera absoluta (rravrws), la causa de la traslacién. Se podria entonces admitir ue el vacio es «la materia de lo pesado'y de lo ligero en tanto tals. Conceder que el vacio pueda ser un nombre de Ja materia-en-si, es atribuitle esta existencia enigmatica del «tercer principion, el sujeto-soporte (76 Urorewevov), del cual Aristdteles 4 BL SER Y EL ACONTECIMIENTO establece su necesidad a partir del primer libro de la Fisica. Bl ser del vacio compartiria con el ser de la materia una suerte de precariedad, que Jo suspende entre el puro no-ser y el ser-efectivamente-sef, que para Aristételes no puede ser sino wn término especificable, un algo (78 168 7). Digatmos que el vacio, a falta de sex presentado en la consistencia de un mtiltiple, seria el errar latente del ser de la pre- sentacién. Este errar del ser, mas acd y al borde de su consistencia presentada, es expresamente atribuida por Aristételes a la materis, ‘euando dice que es, por cierto, un t0-ser, pero por accidente (karré cuyBeenkés), y sobre todo ~formula sorprendente que ella es, «de alguna manera, cuasi-substancios (éyyJ¢ raf ovefav mac). Admitir ‘que el vacio pueda ser otro nombre de la materia, es conferitle el esta- ‘ito de un casi-ser. La ‘ltima formula refiete una posibilidad que Aristételes rechaza, y que nos distancia de él: el vacio, er la medida en que no es localiza. ble (o fuera de situacin), debe ser pensado como puro punto, Se sabe ‘que este es Ja solucién ontolégica verdadera, ya que (cf. meditacién 5) cl conjunto vacio ~gue existe sélo por su nombre, Ses, sin embar- 0, predicable como tnico y, por lo tnto, no puede ser figurado como espacio o extensiéa, sino coro punzualidad, El vacio es el punto de ‘ser impresentable de toda presentacion. Aristteles reckaza con fir- smeza la hipétesis: «’Aronov 68 el 4 oviyu Kevéun, «fuera-de-lugar (@bsurdo) que el punto sea vacion. Pera él, resulta impensable desligar totalmente la cuestién del vacfo y Ia del lugar. Si el vacio no es, es {que uo se puede pensar un lager vaclo. Como él Lo explica, si se supu- siera un vacio puntual seria necesario que ese punto «fuera un luger en el cual hubiera la extensién de-un cuerpo tangible». La inextensibn del punto no deja ningtin lugar para un vacto. Es en esto, precisamen- te, que el pensamiento tan agudo de Aristteles aleanza su propio im- posible: que haya que pensar, bajo el nombre de vacio, el fuera-de-lu- gat del cual todo hugar ~toda situacién se sostiene en cuanto a sx ser. Que el sin-lagar (%ror0v) signifique lo absurdo hace olvidar que el punto, por no ser un lugar, puede justamente etenuar las eporias del vacio. Porque es ¢] punto del ser, el vacio es también ese casi-ser que me- sodea la situaciéi en la que el ser corsiste. La insistencia del vacto in- consiste como deslocalizacién. 0 El ser: exceso, estado de la situacién. Uno/Miltiple, Todo/Partes oe/e (MEDITACION sIBTE El punto de exceso 1 PERTENENCIA F INCLUSION Ante Jos laberintos de lo multiple, la teorfa de conjuntos es, en muchos aspectos, una suerte de interrupcién fundadora. Durant si- los, la Filosofia pensé el ser-presentado a través de dos pares dialéc: ticos euya interferencia.producia toda elase de abismios: el par uno/ salltiple y el par todo‘partes.'No es exagerado decir que el examen de las conexiones 0 desconexiones entre la Unidad y la Totalidad com- ‘promotion tode ln ontologia espevulativa. ¥ exw fue asf desde 10s ori genes de la metafisica, ya que es posible advertir que Platén hizo pre~ valever esencialmente lo Uno sobre el Todo, mientras que Aristé:cles opté por fo contrario. Lateoria de conjuntos echa Iuz‘sobre esa fecunda frontera que hay entre la relacién todo/partes y entre la relacién uno/miltiple; porque enel fondo, tanto @ una como @ otra, las suprime. El concepto de mil- tiple que piensa esta teoria sin definir su significacién, no estd, nara un poscantoriano, ni sostenido por la existencia de lo Uno ai desple- ado como totalidad orgénica. Lo miltiple consiste en ser sin-uno, 0 nltiple de miltiples, y las categorias de Aristiteles (0 de Kant), Uni- dad y Totalidad, no sirven para aprehenderlo. Sin embaigo, a teorfa distingue das relaciones posibles entre rail- tiples. La relacion originaria de pertenencia (designada €), que indi 2 que un miltiple es contado como elemento en la presentaciGn de 28 [BL SER Y EL ACONTECINIENTO otro miiltiple. Pero también la relacién de inclusin (designada c), ue indica que un miltiple es subconjunto de otro; aludimos a ella ‘cuando nos referimos al axioma del conjunto de los subeonjuntos (meditaciOn 5). Recordemos que la eseritura B co -que se lee: Bests incluido en &, 0 B es subconjunto de o— significe que todo multiple ‘gue pertenezca a B pertenece también a c: (V7) [Cy € B) -> (Ye O}] La importancia conceptual de la distincién entre pertenencia ¢ in- clusi6n no debe ser subestimada. De manera progresiva, esta distin- ci6a ira guiando el pensamiento de la cantidad, hasta Jo que llamaré, ms adelante, las grandes orientaciones en el pensamiento, tales como el set las dispone, Seré entonces preciso clarificar su sentido, sin més demora, En primer lugar, observemos que un miltiple no es pensado de ‘manera diferente de acuerdo con la relacién que mantenga. Si digo «B pertenece a co, el multiple 0: es exactamente «el mismo» es decir, un multiple de miltiples~ que cuando digo «y esta incluido en oo» Resulta por completo irrelevante creer que a es pensado primero co: ‘mo Uno (0 conjunto de elementos) y luego como Todo (0 conjunto de partes). De manera siméitica, el conjunto que pertenece, o el que est incluido, no es tampoco cualitativamente distinguible a partir de su posicién con respecto ala relacidn. Por cierto, cabe decir que si B per~ tenece 2 (es elemento de a, y si yesté incluido en a, es subconjunto de 0. Pero esas determinaciones -elemento y subconjunto~ no permi- ten pensar nada que sea intrinseco. En todo caso, tanto.el elemento B como el subeonjunto 7 sen multiples puros. Lo que varia es sélo Ta posicién de no y otro respecto del miltiple a. En un caso (el caso €), el miltiple cae bajo la cuenta-por-uno que es el otro miltiple. En €1 otro aso (el cas0 ©), todo elemento presentado pér el primero es ‘amnbién presentado por ef segundo. Pero el ser nziltiple no queda afectado en absohito por esas distinciones de posicién relativa El axiomaa del conjunto de los subconjuntos contribuye a esclarecer cesta neutralidad ontologica de la disincién entre pertenencia ¢ inchi- sign. ;Qué dice este axiom (ef. meditacién 5)? Enuncia que si un con- junto a existe (es presentado), entonces existe también el conjunto de todos sus subconjuntos, Este axioms —que es el mds radical y, en sus efectos, el mis enigmético de los axinmas (volveré sobre esto)- afirma que entre € y c existe, al menos, Is siguiente correlacién: todos los sutltiples incluidos en im & que se supone que existe~ pertenecen a un B, es decir, forman un conjunto, wn miltiple contado por uno: EL PUNTO DE EXCESO 99 (Va) BB) (VY) [ere B) & (Yeo Dado «, el conjunto B.-el conjunto de los subeonjuntos de a, cu ye existencia se afirma, se anotaré p (0). También puede ser extrto del siguiente modo: Yer@legco) La dialéctica de la pertenencia y la inclusiéa que aqui se anuda, cextiende la potencia de la cuenta-por-ano a lo que, en un miltiple'se puede distinguir de presentaciones-miltiples interiores, es dec, de jas composiciones de cuentas «ya» posibles de efectuar en la presen- ‘acjén inicial, a partir de las mismas muktiplicidades presentades por el miltipleinicial ‘Veremos que para teatizar esto, es fundamental que el axioma io {ntroduzea una operacién especial, una relacién primitiva distinta de la pertenencia, Hemos visto, en efecto, que es posible definir iain clusion partiendo solamente de la pertenencie. En todas las ocesiones en que escribo 8 & a, podria no abreviar y escribir (Vy) [Cy € B) (70). Bsto quiere decir que, aun cuando & veces se emplee por co modidad el término «parte» para designar un subconjunto, no hey un concepto del todo y, por lo tanto, tampoco de la parte, como ne hey lun concepto de lo uno, Sélo existe la relacion de pertenencia. El conjunto p (a) de todos los subconjuntos de a, es un milliple esencialmente distnto del propio c. Este aspecto crucial nos indica ‘hasta qué punto resulta falso pretender pensar , unas veces como lo uno de sus elementos (pertenencia),otres veces como todo de sus par- tes (inclusién), El conjunto de los miltiples que pertenccen a «es, ciertamente, el misino a, presentacién-miitiple de miltiples. El 2on- Jjunto de los multiples incluidos en c,, 0 subconjuntos de @, es un mil- tiple rivevo, p (4), cuya-existencia, una vez supuesta la de a, queda garantizeda s6lo por una Idea ontolégica especial: el axioma del oon- Junto de los subconjuntos. Esta diferencia entre o: (que cuenta porno las pertenencias o elementos) y p (@) (que cuenta por uno las inclu- siones 0 subconjuntos) es, como Jo veremos, el punto en el que reside el impasse del ser. En relacién con el mtitiple , pertenencia e inclusién remiten a dos operadores de cuenta distinios y no a dos maneras de pensar el set de lo miltiple. La estructura de &.~0. mismo—hace uno de todos los rl 00 EL SER Y EL ACOMTECIMIENTO tiples que le pertenecen. El conjunto de todos fos subconjuntos de «.~0 sea, p (0) hace tro de todos los miltiples incluidos en c, pero esta, segunda cuenta, si bien se relaciona con 0, es absolutamente diferente deo: mismo. Se trata, por consiguiente, de ima meta-estructura, de otra cuenta, que «envuelve> la primera, ya que todas las sub-composiciones {nternas de miltiples, todas las inclusiones, quedan reunidas por ella. El axioma del conjunto de los subconjuntos plantea que esta segunda cuenta, esta meta-estructura, existe siempre, si existe la primera cuen- 4 oestructura presentadora. En la meditacidn 8 se consideraré la nece- sidad de esta reduplicacién, o la exigencia -contta el peligro del va- cio- de que toda cuenta-por-uno see dupliceda por una cuenta-de la cuenta, que toda estracture requiera una meta-estractura. Como siem= pre, la axiométice matematica no piensa esta necesidad: la decide. Pero esta decisién supone, de inrediato, que Ia distancia entre es- ‘ructura y meta-estructura, entre elemento y subconjunto, entre perte- nencia inchusifn, se constituya en ina cuestién permanente del pen- samiento, una provocacién intelectual de] ser. He afirmado que y p {@) son distintos. Pero, gen qué media? {Con qué efectos? Este pun- to, en apariencia técnico, nos llevaré hasta el Sujeto, hasta la verdad. ‘Lo que es seguro, en todo caso, ¢s que ningin miitiple & puede coin- cidir con el conjunto de sus subconjuntos. Bn el orden del ser-existen- te, pertenencia ¢ inclusién son isreductiblemente disjuntos. Esto, co- mo vamos a verlo, io demuestra la matematica ontolégica, e: e 2. EL TEOREMA DEL PUNTO DE EXCESO Se trata de esteblecer que, dado un miltiple presentado, el multi ple-uno que componen sus subconjuatos —cuya existencia esth garar tizada por el axioma de los subconjuntos— es esencialmente «am grande» qoe el méltiple inicial. Este es un teorema ontol6gico crucial, que desemboca en el siguiente impasse real: a «medidan de ese mas | grande, en si misma, no se puede fijer. O més ein, el «pasaje» al con- junto de los subconjintos es una operacién que esté en exceso absolu- to sobre Ia propia situacién. Es necesario comenzar por el principio y mostrar que el mltiple 4c los subconjuntos de un conjunto comprende, forzosament, al me- EL PUNTO DE EXCESO 01 10s un miltiple que no pertenece al conjunto inicial, A esto o Tama remos ef reorema del punto de exceso. Sea un miliple que suponemos que existe, Entre todos los miil- tiple de los que a hace uno —todos los B, tales que B € a, consilere- mos @ los que tienen la propiedad de no ser «elementos de si mis- mos», es decis, los que tienen Ja propiedad de no presentarse ellos smismos como miltiples, on la presentacién-una que ellos son, Nos encontramos equi, en sum, con los componentes de la ara doja de Russell (of meditacién 4). Los miiples 8 tienen, en primaet Jugay Ia propiedad de pertenecer & a, (B € 0);en segundo lugs, la propiedad de no pertenecer asi mismos, ~ (B ¢ 8) ‘Llamemos multiplicidades ordinarias a aquellas que tienes Ia pro- piedad de no pertenecer asi mismas (~ (B ¢ 8) y, por razones que se- xin aclaradas,en la meditaciOn 17, multiplicidadss acomtecimientales 2 las que tienen Ja propiedad de pertonecer a si mismas (B ¢ B). TTengamos en cuenta todos los elementos de a que son ordinatios, Se tata, evidentemente, de un subconjunto de a, el subeonjunto ordi- nario. Este subconjunto es un multiple, al que podemos llamar y, Una convencién de escritura simple, que utlizaré a menudo, consise ¢0 escribir: {B ...} para designar al mitiple compuesto por todos los 8 «que tienen tal 0 cual propiedad. Asi, por ejemplo, y, conjunto de todos los elementos de aque son ordinarios, se escribiré: y= (B/ Bea & ~ G © B)}. Dado @, que se supone que existe, también existe ', por el axioms de separacién (ef. meditacién 3); «separo» en 0. todos los B aque tienen la propredad de ser ordinarios. Obiengo asf una parte que «existe de c. Liamemos a esta parte el subconjunto ordinario de 0. Puesto que yest inchuido en a, (7 a), pertenece 2 conjunto de Jos subconjuntos de 0 (y€ p (@)) Por el contrario, no pertenece a a. En efecto, si le perteneciera, esto es, si 6, se presentarian dos opciones. O bien y es ordinatio, esto es, ~ (y'€ W; entonces, y pertenece al subconjunto ordinaro de ©, subconjunto que no es otzo que el mismo y, Pot lo tanto, ye 7, es decir, es acontecimiental. O bien y es acontecimiental, 0 Sea, 5 entonces, al ser elemento del subconjunto ordinario, es preciso que sea ordinario. Esta equivalencia para y de ~ (y €), Ie ordinato, y de (Ye 7, lo acontecimiental, os uia contradicciéa formal, que obliga a descartar la hipétess inicial. Por. lo tanto, y no pertenece a 0. ‘Cualquiera sea , siempre hay, entonces, al menos un elemérte (en este caso, 1) de p (G) que no es elemento de a. Es decit que nizgiin 12 BL SER Y EL ACONTECIMIENTO ‘miltiple esté en condiciones de hacer-uno de todo lo que incluye. El cemunciado «si B estd incluido en cr, entonces B pertenece a co, 6s fal- 0 para todo d. La inclusién excede, de manera irremediable 2 la per- tenencia. En particular, el subeonjunto inctuido que se constiuye de todo lo ordinario es un punto de exceso definitivo sobre el conjunto ‘considerado. No le pertenece jams Bl recurso inmanente de un miitiple presentado, si se extiende su concepto a sus subconjuntos, sobrepasa la capacidad de cuenta de la cual él es el resultado-uno. Para contar este recurso se necesita una otencia de cuenta que sea diferents de él mismo. La existencia de es- ta otra cuenta, de este miltiple-uno al que los miltiples inchuidos en el primer miltiple toleran esta vez pertenecer, es previsamente lo que enuncia el axioma del conjunto de ios subconjuntos. Si se admite dicho axioma, se requiere pensar Ia distancia entre la presentacién simple y esta especie de re-presentacin que es la cuen- ta-por-uno de los subconjuntos, 3. BL vacto ¥ BL EXCESO {Cuil e8 el efecto retroactivo scbre ef nombre propio del ser ~que es la marca @ del conjunto vacio de la distincin radical entre perte- pencis ¢ inclusién? Problema tpiec de la ontologfa: sobre un punto de ser (y el tinico del que disponemos es ©), establecer el efecto de una distin oneal nrodride por una Tes (on axioms) Se podria creer que este efecto es mulo, puesto que el vacio-no pre- senta nada, Parece logico suponer que tampoco hay nada que esté in- cluido en el vacfo: sino hay ningtin elemento, gc6mo podria haber un subconjunto? Esta creencia es falar. En contraposicién com la ausen- cia de relaciSn con Ja pertenencia,¢l vacio mantiene con el concepto de inclusién dos relaciones esencialmente nuevas: ~ el vacto es subconjunto de todo conjinto: esté incluido universal- ‘mente, = el vacio posee un subconjunto, que es el vacfo mismo, Examinemos estas dos propiedades. Este examen es también un cjercicio de ontologie, que liga una esis (¢ vaclo-come nombre propio del ser) y una distincién conceptual cracial (pertenencia e inclusién} lilies ELPUNTO DE EXCESO 103 La primera propiedad da cuenta de la omnipresencia del vacfo. Prueba su carécter errtico en toda presentacién: el vacio, al quenada ppertenece, se incluye por esa misma razén, en todo. De manera intuinuva, se puede percibir la pertinencia ontolégica ual- quiet conjunto que se supone que existen. En efecto, sel vacto es ese punto de ser impresentable ~cuya unicidad de inexistencia, @ marca con un nombre propio que existe-, ningin miltiple puede, por su existencia, impediz que este inexistente se dispongs alll. De todo lo {ue no es presentable se infiere que el vacfo, por su ausencia, es pre- sentado en todas partes. Pero no como uno-de-su-tiicidad, no como ziiltiple inmediato cuya cuenta efectia lo uno-miltiple, sino como in clusidn, ya que los subeonjuntos son el Inger en el que puede errar lo que no €5 miltiple de nada, asi como la propia nada yerra en el todo, Es notable que este teorema fundamental de la ontologia eparezca, en su presentacién deductiva -en lo que lamaremos el régimen de fi. B), que es el principio que ‘mencionaba en latin: de un enunciado que es falso (esto es, no-A) 108 ELSER Y BL ACONTECIMIENTO. st puede infers, si se lo afirma (si afirmo A), que-cualquier cosa (cualquier enunciado B) es verdadero Consideremos Ja siguiente variante (el caso particulat) de esta tau- tologia: ~ (@€ @) ~> ((@.€ ©) > (@= B)], donde a y son miltiples cualquier, supuestamente dados. Esta variante es tarnbién una tanto- logia logics. Ahora bien, su antecedente, ~ (a. € @); es axiomética- mente verdadero, ye que ningin c puede pertenecer al conjunto va- co, Entonces, su consecuente, [(c1 € 2) —> (a € B)], también. es. Como oy f son variables libres cualquiera, se puede universalizar Ia formula: (Ya) (WB) [( € B) > (€ € B)}. Pero, acaso (Va) (VB) [eS >(@.B)) jno es la definicibn de la relaci6n de inclusion entre @ y B, la relacion Dc B? Por consigniente, la formula se cowvierte en: (VB) {@ < B}, que se lee, como es previsible: de todo miltisle B, supuestamente dado, Bes xn subconjuto.. El vacio est, entonces, en posiciéa de inclusién universal De esto se infiere que el vacio, que no tiene ningin elemento, tie- ne sin embargo un subconjunto. Bn la formula (WB) (© cB} -que seBiala ta inclusién universal del ‘vacio~ el cuantificador universal incice que todo miltiple existente sdmite al vacio como subeonjunto, sin restricciones. Ahora bien, @ nnismo es un miltiple-existente, el miltiple-de-nada. Por lo tanto, © 8 un subconjunto de sf mismo: @ c A primera vista, esta formule se muestra totalmente enigeastice, ereveria que de manera intaittya ¢ rathmdos por un vocabulario 1m preciso, que con la imagen de «estar adentro» no puede distinguir co- rectamente pertenencia e inclusién, hubiéramos «llenadoy.con algo «1 vacio, através de la inclusi6n, Perc no es el caso. Sélo le pertenen- i, €, Idee supreme y tinica del miliple presentado, «llena» la pre- sentacién, Seria absurdo pensar que el vacio pudiera pertenecerse a si sismg -se indicarfa: © < ZL, pesto que nada le pertenece. Pero lo que en realidad el enunciado 2 c @ afirma, es que todo lo que es presentado,ineluido el nombre propio de lo impresentable, constituye ‘un subvonjunto de sf mismo, el subcoajunto «maxima». Este redupli- cavion de identidad debica a Ia inclusibn, no tiene por qué ser mas es- candalosa cuando se escribe © c , que cuando so eseribe 0c & (que es verdadera en todos los casos). No debe llamar la atencién que cl sibconjunto meximal del vacfo sea &! mismo vacio. ‘Ahora bien, puesto que el vacfo admite al menos un subconjunto BL PUNTO DB EXCESO 105 +41 mismo-, cabe pensar que corresponde aplicarle el axioma de los subconjuntos: como @ existe, debe existir también el conjunto p (2) 4e sus subvonjuntos. Bri tanto estructura de nads, el hombre del vacio 0m0 linico elesiento el nombre-del-vacfo, 2. :No se trataria entonoss, lisa y llanattents, dé fo wo; cya existencia preléndiamos poner en dada? 106 EL SER Y BL ACONTECRAIENTO La primera pregunta tiene una respuesta simple. El vacto no tiene ningin elemento; por lo tanto, es impresentable y s6lo nos atenemos a su nombre propio, que presenta al ser en su falta. Al conjunto {©} no Je pertenece «el vacio», ya que el vacio no pertenece a ningtin milti- ple presentado. El vacio es el ser mismo de la presentacidn-miltiple, Le pertenece el nombre propio que realza la surura-al-ser de la pre- sentaci6n axiomética del miltiple puro, esto es, de la presentacién de Ja presentacién, La segunda pregunta tampoco.es peligrosa, Le no-coincidencia de Ja inclasién y la pertenencia significa que la inclusién exoede a la ppertenencia, que es imposible que tod parte de un miltiple le perte- neaca. Por el contratio, no se exchuye en absoluto que todo Io que pertenece 2 un miltiple estétambigr incluido en él. La disimetria de Ja implicacién va en un s6lo sentido Bl enunciado (Va) [(a < B) -> (ae B)Jes falso, por cierto, para todo miltiple B (teorema del punto de exceso). Pero el enunciado «en sentido inverso» (Wa) [(a€ B) > (ac B)}, puede ser verdadero para ciertos miltiples. En particular, es verdadero para el conjunto {@}, ys que su nico elemento, ©, es también uno de sus subconjuntos, dada la inclusion universal de 2. ‘No hay en esto ninguna paredoja, sino, en todo caso, una propiedad singular de (2). Paso ahora a l tercera pregunta, que aclara el problema de Jo Uno. 4, UNO, CUENTA-POR-UNO, UNICIDAD ¥ PUBSTA-EN-UNO. Bajo el significante tinico «uno» se disimmulan cuatro sentidos, cu- ya distincién'—en esto la ontologia watemética ayuda enormemente— aclera muchas apories especulativas, 2 particular las hegelianas. ‘Lo uno como tal, ya lo be dicho, noes. Lo uno es siempre el esu- tado de una cuenta, el efecto de una estructra, ya que la forma pre- sentadora en la que se dispone todo acceso al sex es lo miliple, ex tanto miltiple de mtiples. Asi, en a teoria de conjuntos, lo que se ceuventa por uno bajo el nombre de un conjunto a, es muitiple-de-mi tiples, Es necesario entonces distinguir la euenta-por-uno, o esiructu- 17a, que hace advenir a.lo uno como sello nominal de lo miltipl, y 1o no como efecto, cuyo ser ficticio sélo depende de la retroaccién es- EL PUNTO DE EXCESO 107 ‘ruchural en la que se lo considera. En el caso del conjunto vasio, la cuenta-por-uno consiste en fijar un nombre propio para la negacién de todo miihtiple presentado, esto es, un nombre propio de lo impre~ sentable. El efecto-de-uno ficticio se pone en evidencia cuando se au- toriza a decir, por una comodidad cuyo peligro ya hemos visto, que © cs «el vacio», afectando ast con el predicado de lo uno a Ja sutura-al- ser que es el nomibte, y presentando lo impresentabe al cual. Ms ri- _gurosa en su paradoja es la propie teorla matemdtica, que al hatlar de «el cénjunto vacion sostiene que ese nombre, que no presenta nada, es sin embargo el de un miltiple, ya que, en tanto nombre, se somete a las Ideas axiométicas de lo miltiple. La unicidad no es un ser sino tn predicado de lo miltiple. Lepen- de del régimen de Jo mismo y de lo otro, seatin Ia ley que institaye su estructura, Es unico un miltiple que es otto de cualquier otro. Los ‘edlogos ya sabian que la tesis «Dios es Uno» es completamente dife- reate de la tesis «Dios es tinicon, Por ejemplo, en Ia teologia cristiana, Ja trinidad de las personas de Dios permanece en el interior dela dia- ctice de lo Uno, pero no afecta jamés su unicidad (el monoteismo). Asi, que el nombre del vacio, una vez generado retroactivamente co- mo un-nombre por el miiltiple-de-nada, sea tinico, no significa de ningune menera que wel vacio es uno». Sélo significa que «et vacioy que es impresentable- sélo es presentado como nombre, y ls éxisten- cia de «diversos» nombres seria incompatible con e) régimen exten- sional de lo mismo y de lo otro, yobligarfa a presuponer, de hecho, el ser de lo uno, aunque més no fuera como unos-vacios 0 étomos puro. En fin, siempre es posible contar por uno el un-miltiple ya conta~ do, es decis, plicar la cuenta al resultedo-uno de la cuenta. De Fecho, esto equivele a someter a la ley los nombres producidos por ella come sello de lo uno para el multiple presentado. O afin més: todo nombre que indique que lo uno es resultado de una opereci6n, puede ser con- siderado en la sinuacién como un miltiple que se trata de contar por tuno. Ya que lo uno, tal como adviene a lo miltiple por el efecto de la estructura y lo hace consistr, no es trascendente a Ja presentacién. Al ser un resultado, es a su vez presentado y considerado como un térmi- 10, por lo tanto, conno tun miitiple. La operacién por Ja cual la ley so mete, indefinidamente, al uno que ella produce contindolo por un- auiltiple, la designo puesta-en-uno. La puesta-en-ino no es realmente distinta de le cuenta-por-und. Es s6lo una de sus modalidades, a par- tir de la cual se puede especificar que la cuenta-por-uno se aplice a un 108 EL SER Y EL ACONTECIMIENTO resultado-uno. Queda claro que la puesta-en-uno nd confiere més ser a lo uno que la cuenta. También en esto el ser-de-lo-uno es una fie~ ciba rettoactva y lo que es presentado sigue siendo siempre un mélti- ple, asi fuera un moltiple de nombres. Se puede entinces considerar que el conjunto {@}, que cuenta por uno el restltado de ia cuenta originaria, ese un-miltiple que es el nombre del vaci ela puesta-en-amo de ese nombre. En esto, lo uno no encuenta tnés ser que el que le es conférido operatoriamente por ser el sello estructural de lo mltiple. De igual modo, {@} es un con- justo, un miltiple, Sélo que aquello que le pertenece, esto es D, es ‘ico, Pro la unicidad no es lo uno. ‘Observernos que una vez garantizada la existencia’de {} -pues- taenaino de 2 por el axioma de tos subconjuntos apliceda al nom- bre del vacio, la operacién de puests-efiuno es aplicable de manera uniform a todo miltiple que se supone que ya existe. Esto nos de la redida del interés del axioma de reemplazo, enunciado en la medita- cién 5. En Jo esencial, este axioma dice que si un miltiple existe, ‘existe también el miltiple obtenido -eeraplazando los elementos del primero por los de otros miltiples enistentes. Por consiguiente, sien {@}, ave existe se creenmplazan B ror e! conjunto 8 que suponentos que existe, obtengo {8}, es decir, el eonjunto cuyo tinicd elemento es 4. Ahora bien este conjunto existe, puesto que el atioma de reempla- 1 garentza la permanencia del un-miltiple existente para toda susi- ‘uci6n termino a término de lo que le pertenece. [Nos encontramos entonces ante la primera ley derivada, en el mai- co dele axiomtica conjuntista: si el miltipled existe (es presentado), también es preséntado el multiple {8}, al que pertenece sdlo 8, 0 bien, dicho de ofro modo, el nombre-uno «@» asignedo al miltiple que él 3, al ser contado por uno, Esta ley, é — {8}, es la puesta-en-uno del riltiple 3, el cual ¢s ya el un-miltiple que es resultado de una cer ta, Llamaremos al mitiple {8}; resultado-uno de la puesta-en-uio, singleton de 2. {G) es entonces, simplemente, el «primer singleton Sefialemios, para conctuic, que al sor la puesta-en-uno uns Ley apli- cable a todo mniltiple existente y dadc que el singleton de © existe, sa pussta-en-utio, es devi, a puesta-en-uno de la puesti-en-wso de 2, ‘existe también: {0} ~» {{@)}: Este singleton del singleion del vacio tiene, come todo singleton, un solo elemento, que no'es, si embargo, @, sino (@}, diferentes entre sf segtin el axioma de extensionalidad. BL PUNTO DE EXCESO 109, En efecto, es elemento de {@) y no de B. Finalmente, se pone en cevidencia que {@} y {{Z}} son tembign diferentes entre si De esta forma se inicia la produccién ilimitada de nnevos milti- ples, todos extraidos del vacfo por el efecto combinado del axioma de Jos subconjuntos ~ya que €] nombre del vacio es parte de si mismo- y de la puesta-en-uno. Las Ideas autorizan que a partir de un solo nombre propio simple aguel, sustractivo, del ser- se diferencien nombres propios comple- 4J0s, gracias a los cuales se maréa lo uno del que se estructura la pre~ sentacién de una infinidad de mitiples. MEDITACION OCHO El estado, o metaestructura, y la tipologia del ser (normalidad, singularidad, excrecencia) ‘Toda presentacién-miltiple corre el riesgo del vacto, que corstitu- ye, previsamente, su ser. La consistencia de Jo multiple quiere decir {que el vacio que en situacién (es decir, cuando cae bajo le ley de la uenta-por-uno) es el norabre de la inconsistencia— no puede ser, él tismo, ni presentado ni fijado. Lo que Heidegger lama el cuidado del ser, que es el Extasis del ente, puede también ser llamado la angus- tia situzcional del vacto, la necesidad de evitarlo, Pues la sparenie fit meza del mundo de la presentacién no es mnds que el resultado de la accién de Ia estructura, aun cuando nada pueda ser otra cosa que un resultado de ese tipo. Hs necesario impedir esa calastvofe de'la presen tacién que seria el encuentro con su propio vacio, es deci, el adveni- miento presentador de la inconsistencia como tal, o la ruina de Jo Uno. Se entiende que la garantia de consistencia (el «hay Uno») para cirounseribir el errar del vacfo e impedir que se fije-y sea por esto, cn tanto presentacién de lo impresentable, la ruina de toda donaciéa de ser, la Figura subyecente de] Caos- no puede depender s6lo de la structure, de la cuenta-por~uno, La razén fundamental de esta izsufi- ciencia es que algo en le presentacién escapa ala cuenta. Lo que es- capa a Ja cuenta es, precisamente, la propia cuenta. Elhay Uno» es un puro resultado, operatorio que transparenta la operacién que hace ue sea un resultado, Seria entonces posible que el ingar en el que es dado el vacio'sea la estructura misma sustraida a la cuenta y porcon- siguiente a-estructarada, Para impedir Ia presentacién del vacio es ne- na EL SER Y EL ACONTECIMIENTO cesario que Ia estructura esté estructurada, que el «hay uno» valga para Ja cuenta-por-uno, La consistercia de la presentacién exige, en- tones, que toda estructura sea duplicada por una metaestructura que Ia cierre a toda fijacién del vacio. La tesis de que toda presentacién es estructurada dos veces puede parecer completamente @ priori. Pero, en ultima instancia, significa algo que cualquiera puede constatar y que filoséficamente sorprende: Jamés la presentacién es caética, aunque su ser sea la muhiplicidad inconsistente. Sélo afirmo que del hecho de que el Caos no sea la for- ma en.que sé da el sez, se sigue que hay que penser, obligatoriamente, en uma reduplicacion de la cuenta-par-uno. La presentacién del vacfo puede ser impedida de manera inmeciata y constante sélo si ese punto de foga de lo multiple consistente, que e3 justamente su consistencia en tanto resultado operatorio, es ¢ eu vez cubierto o bloqueado por une euente-por-uno de la operacién, una cuenta de Ja cuenta, una me- te-estructura, : La investigacién de toda situaciéa efectiva (toda regién de la pre- sentacién estructurada), sea natural 0 bistOrica, pone en evideniia la operacién real de la segunda cuenta. En este punto, el andlisis concre- to converge con el tema filoséfico: toda situacién esté estrueturada dos veces. También quiere decir que siempre hay, a la vez, presenta- ci6n y representacién, Pensar esto susone pensar el requisito del errar del vacto, de la no-presentacién de la inconsistencia, del peligro que reprosenta el ser-en-tanto-ser, que frecuenta a la presentacién. La angustia dol vacto, cuyo uw sumbre es el culdado del ser; se marca en. toda presentacién por el Eecho de que la estructura de Ja cuenta se duplica para verificarse a si misma; para testimoniar que, a Jo largo de todo su ejercicio, sa efecto es completo; para lograr que 1o uno sea, frente al peligro Iatente del vacfo. De alguna manera, toda ‘operaciéa de cuenta-por-uno (de los tminos) se encuentra duplicada por una cuentz de a cuenta que asegura, en todo momento, que la dis- fancia entre ef miltiple consistente (al cual, compuesto de unos, es un resultado) y el miitiple inconsistente (que s6lo es la presuposicién del vacio y no presenta ada) sea verdaderamente nula, de modo que no ‘aya ninguna posibilidad de que se produzca ese desastre de la pre~ sentacion que seria el advenimiento presentador, en torsién, de su pro- pio vac. ‘Ante el riesgo del vacio, la estructura de Ia estructura prucba que, de manera universal, en a situzoién, lo uno es: Esto es necesario por- ELESTADO, O MBTAESTRUCTURA,Y LATIPOLOGIA DEL SER 113 que, como lo uno no ¢s, el efecto de uno solo puede garantizar su vee ridicidad a partir de su propia naturaleza operatoria, exhibida yor su Goble. Esta veridicided es la puesta en ficcién de la cuenta porel ser imaginario que le confiere set, tomado a su vez en la operaciin de una cuenta Bl errar del vacfo induce la necesidad de que la estructura ~cue es ‘on Inger de riesgo por su pura transparencia operatoria y por la duda que genera, en cuanto a lo uno, y que debe operar asimismo sobre lo rniltiple~ sea, a su vez, firmementefijada en lo uno. Por consiguiente, toda situacién ordinaria implica una estrustura, segunda y suprema a ta vez, por medio de ts cual le Cuente-por-1no que estrtictura le situacién es, a su vez, contada por tuto, De éste mo- do, la garantia de que fo uno es, culmina en el hecho de que acuello de donde procede que él sea —la cuenta-, es. «> significa es-uno, puesto que lo que permite que «ser y sano sean reciprocos, en rela ign con la consistencia de lo tniltiple, es la ley dé una presenticion estructurada, : Por una convenieicia metafbrica com la polities “que Ia meditacién 9 sclataré-, lamiaré en adelante estado de la situacién 4 aquello por Jo cual la estructura de una situacién “de tia presentacién estructirae da cualquiera es conteda por uno; es decir: lo uns del efecto-de-un, ‘0 Jo que Hegel lama lo Uno-Uno. Cual es exactatente el dominio operatorio del éstado de wna si= tuacién? Si esta metdestructura se limitafa a contar Ios iérminos de la situacién, no podifa distinguirse de la estnuctara en si, cuya funcin es precisemente aquélla. Pot otra parte, defnina tinicamente a pair db i cuenta dé la cuenta no basta, o antes bien, seria necesario comvenir ‘que esto no pitede sor més que tn resultado final de las operaciones del estado, dado qite una estructura no es, justamienie, un témino de la situacin y, pot 16 tanto, no ge puede cOtiat como tal. La esrocturd se ago aii su éfeet, ésto es, que hey uno. La mietacstrtctura no puede, entoates; ni volvet simplemient’ a de- ci: ser una multiplicidad consistente, por lo tanto, estar presentedo 0 exist, el teorema del punto de exceso se enuncia de una menera sencilla: sierapre hay submiltiples que, pese a estar incluidos ena si- tuacién como composiciones de muitiplicidades, no pueden ser conta- dos en ella como términos, y, en consecuencia, no existen. ‘Nos vemos conducidos nuevamente al punto en el que es necesario reconocer que las «partes» si elegimos esta palabra simple, euyo sentido exacto, divergente de la dialéctica todolpartes, es: submnilti- ple- constituyen el lugar donde el vacio puede recibir la figura latente del sex, puesto que hay siempre partes que in-existen en fa situaciin y son, por lo tanto, sustraidas a Jo uno. Que haya una parte inexistente hace posible que lo uno, en alin punto, no sea; que Ia inconsistencia, sea la ley del ser; que Ia esencia de la estructura sea el vacio. Esto srmainaria Ia estructura, ns FLSERY EL ACONTECIMMIENTO La definicién del estado dela situaci6n se clarifies entonces brus- camente, La métaestructura tiene por dominio las partes. La metacs= tructura gerantiza que lo uno vale’para la inclusi6n, tanto conno Ta es- tructurainicial vale para le pertenencia. Con mayor precisién, dada ‘ua situacidn cuya estructra exhibe unos-maitples consistentes, hay siempre una metaestructara~e estaco dela situacién que euent por ‘uno ioda composicion de esas multiplicidades consistents. ‘Lo que esti incluido en wna situacién, pertenece a su estado. Sé cabre asi la brecha pot la que el errar del vacfo podiafijarse sobre lo rmiitiple, en el modo inconsistente de una perte no contada. Toda par- te ecibe del estado el sello de lo une. Pot esto mismo, es verdad como resultado final qiie la primera nents —Ia estructira~ es contada po: el estado. Queda claro, en efec= ‘to, que entre todas las «partes» se encuentra la «parte total, es decir, lconjunto completo de todo To quella estructura inicial genera coma rultiplicidades consistentes, de todo Jo que cuenta por uno. $i el es tado estructura al mitiple integral de las partes, esa totalidad Je per tenece, Por lo tanto, la comipletud del efecto-de-uno inicial es, a su ‘vez, contada pot uno pot el estado, 62 la forma de su todo efectivo. El estado dena situacién es ima respuesta al vacio, conseguidd pot ld cuenta-peivuno de sus partes. Esta respuesta esté en principio Jograde, ya que mumiers lo que la pribiera estructura dejabe it-existic (das partes supernuimeratias, el exceio de la inchusién sobre la perte= entia) y genera lo Uno-Uno, por fa efiameracién de la completud es- tructiral misma. De este inodo, ante los dos exttemos del peligro del ‘vicio el miltipleinconsistente o in-xistente, y la transparencia ope: ratoria de fo uno-, el estado de la simacién propone ima clausula de cierre'y de seguridad, por la cual la siteiéa consiste-segin lo uno. Sélo él recuse del estado pérmite afimer plenamente que, en situa- cién, lo uno es. Cabe observit git el estado es inivnitctsinieste una estctura se- paitida de Ya estructura originaria de Ia situacién, Puesto qué 6& acuefdo con el tectema del punto’ d exces6, existen partes que in- cxiiton para esa estructura y que, por el'contrario, pertenécen al efec- to-de-uno del'estado, dicho efecio es fndamientalmente distinto de fode efecto de la éstructureinicial, For cierto, en una situacién oréi- arid Sern neebsatios operadores espétiales, cafactetisticos del esta- do, aplos para hater resultr Io uno de las partes que son sstiaidas @ le cuenta-por-uno de la situacién, BL ESTADO, O METAESTRUCTURA, Y LATTIPOLOGIA DEL SER 117 Por otro lado, el estado es, propiamente, el estado de le sinuscion: Es decir, 1o que él presenta bajo el signo dé lo uno, como multiplici- dades consistentes, esté compuesto s6lo de aquello que la situacién presenta, ya que lo que esté incluido compone miltiples-unos que rienecen. Pras elestado da situacgn puede ser considerado, ues vos e- pparado (o trascendente) y otras ligado (0 inmanente), respecto de la situacién y de su estructura de origen. Esta conexién entre lo seara- o y lo ligado caracteriza al estado como metaestrnctura, cuenta de la cuenta, o uno deo uno. Es por el estado gue la presentacién estracti- rada esté dotada de un ser ficvional, que parece despejar el peligro del vacfo y hace reinar ~puesto que la completud es emumerada~ la uni- versal seguridad de Jo uno. El grado de conexién entre Is estructura de origen de una presenta- cidn y su metaestructura estatal es variable. Esta cuestin de distencia es la clave dol andlisis del ser, de la tipologia de los uniltiples-en-si« tuacién. ‘Un mitiple se encuentra presentado en una situacién cuando es, en ella, contado por uno, Si edemés es contado por uno por la meiaes- tructura 0 estado de la situacién, podemos decir que est representa- do, Esto significa que pertenece 2 la situacién (presentacién) y que, al mismo tiempo, estd incluido (representacién) en ella. Es un témmino- parte. A la inversa, el teorema del pinto de exceso nos indica que hay saitiples incluidos (representados) que no estén presentados (que no pertenecen). Son partes, pero no son terminos. Hay, por fin, términos presentados que no.estén representados, porque no constituyen una parte de la sinuacién sino tan s6lo uno de sus términos inmediatos. Llemaré normal al ténmino que esta, a la vez, presentado y repre= sentado; excrecencia al que esté representado, pero no presentado; Singular al que esté presentado, pero no representa Siempre se supo que el estudio del ente (por lo tanto, de lo que es- 14 presentado) pasaba por el filtro de la dialéctica presentacién/re- presentacién, En muestra légica ~que est comprometida de maaera itecta sobre una hipdtesis que concieme el ser, normalidad, singu- laridad y exerecencia, igadas a la distancia entre estructura y metacs- ‘ructura, entre pertenencia e inctusién, son los conceptos decisivos de ‘una tipologia de las formas en las que se da el sex La normalidad es l re-aseguro del uno originario por el estado de Ja situacién en la que ese uno esta presentado. Constatemos que un us EL SER Y EL ACONTECIMIENTO -término normal esti, 21a vez, en la presontacién (pertenece) y en la re-presentacién (esté incluido).. Los términos singulates estin sometidos al efecto-de-uno, pero no son aprehensibles como partes, porgne se componen, en tanto milt- ples, de elementos no admitidos por la cuenta, Dicho de otro modo, 1m término singular es, por cierto, un-miiltiple dela situaciGn, pero es «indescomponible», puesto que aquello que Jo compone, al menos en parte, no se encuentra presentado en ningiin lugar de la situaci6n de ‘manera separada, Ese término, que vaifica ingredientes que no son, a su vez, necesariamente términos, no puede ser considerado como una parte. Aunque pertenezca, no esté incluido en Ia situacién. Un térmi- no asi indescomponible no seré re-asegurado como tal por el estado. En efecto, dedo que no constituye tna parte, para el estado ese térin 1o no ¢s und, aunque evidentemente sea uno en la situacidn: O més ain, ese termino existe -esté presentedo-, pero su existencia no que- da verificada directamente por el estado, sino en Ja medida en que ese término sea «transportadon por les partes que lo exceden. Bl estado xno habré de conocer ese término como uno-del-estado. Finalmente, una exerecencia es un ono del estado que no es un uno 4de Ia estructura de origen, un existence del estado que in-existe en la situacién cuyo estado es el estado, Entonces, en el espacio completo -es decir, estatizado~ de una si- tuacién, tenemos tres tipos fundamenales de términos-unos: los nor- males, que estd presentados y representados; os singulares, que estén preveulados y uo representados, y las excrecencies, que estén repre- sentadas ¥ no presentadas, Esta triplicidad se induce de la separacién del estado y, por consiguiente, de la necesidad desu potencia para proteger lo uno de toda fijacion-en-mailtiple del vacio, Ademés, esos {res tipos estructuran lo esencial de lo que est en jnego en una situa- cién, Son los conceptos mas primitivos de cualquier experiencia. La meditacién 9 mostraré'su pertinencia a partir del ejemplo de situacio- nes histérico-politicas. De todas estas inferencias ;qué exigencies particuleres se siguen para la situacién ontolégica? Queda claro que, en tanto teoria de la presentacién, debe también hacer teoria del estado, es decir, despejar Ia distincién entre inclusién y pertenencia, y dar sentido a la cuenta- por-uno de las partes. Pero su exigencia especifica es la de tener que ser, en cuanto 2 si, «sin estadon, ‘Si, en efecto, existicra un estado dela situacién ontolégica, esto BLESTADO, © METAESTRUCTURA,Y LATIPOLOGIA DELSER 119 querria decir que lo miltiple puro estaria alli no slo presentado sino representado y, por consiguiente, habria una ruptara de orden entre ‘una primera especien de railtiples ~los que la teoria presenta~ y una segunda «especie» —Ia de los submiltiples de los otros respecio de Jos cuales sélo el estado de Ia situacién ontolégica, su metaestructura ‘edrica, aseguraria la cuenta axiomatica. Con més profundidad, habria etarmltiples que sélo el estado de la situacién contaria por unos; se sian composiciones de miltiples simples, directamente presentados por la teoria. O bien ain, habria dos axiométicas: a de los elementos ya de las partes, la de la pertenencia (€) y la de la inclusion () Es- to es por cierto inadecuado, si tenemos en cuenta que fa teorfa apunta, a la presentacién axiomiética del miltiple de mmiltiples, como intica forma general de la presentacién. Podemos decirlo asi: es inconcébible que la presentacién implicita de lo miiliple, a través de la axiomatica ontol6gica, implique, de he- cho, dos axiométicas divergentes, la de la presentacién estructurada y Ia del estado. (O mis ain: a ontologia no puede tener sus propias excrecencias, 0 sea «antltiples» representados sin haber sido jamds presentados como nsiltiples, ya que lo que ella presenta es ls presentaciér Por consiguiente, a ontologia est, a le vez, obligada a constrir ef concepto de «subvonjunton, a sacar todas las consecuencias de Ja dis- tancia entre pertenencia ¢ inclusién, y a no quedar ella misma syjeta al régimen de esa distancia, La inclusién no debe depender de nirgio rinepio de eventa que no sea la pertenencia. Vale decit que la onto~ logia debe plantear por si misma que la euenta-por-uno de los subcon- jumtos de un multiple, cualquiera que sea, es s6lo un término en e! es- pacio de la presentacién axiomética de lo multiple puro, y aceptar esta exigencia sin limitaciones. Por lo tanto, el estado de la sitnacién ontologica es inseparable, es decir, inexistente. Esto significa (meditacién 7) que la existencia del conjunto de los subconjuntos es un axioma, © una Idea, como las o#ras: s6lo nos da un miltiple, El precio a pagar es que las funciones «anti-vacion delestade no estén all{ aseguradas y, en particular, que la fijacién del vacio en el lu- gar de las partes no s6to es posible, sino inevitable. En el disposiivo ontolégico, el vacio es, forzosamente, el subconjunto por excelencia, ya que nada puede ascgurar su expulsion a través de operadores de ‘cuenta especiales, distintos de los de la situacién donde el vacio me- 1202. BLSERY EL ACONTECRMAENTO rode, Enefecto, en a meditacién 7 hemos visto que, en la teoria de conjuntos el vacio est inchuido universalmente. Ei llevac cabo plenamente ~a tavés de la ontologia~ el no-ser de Jono, que conduc a la inexistencia de un estado de la situacién que «lla es, infeeta de vacfo Ia inclusién, después de haber sometido la i pertenencia a tejers6lo de vacio. | El impresentable vacio sutura la situacion a la mo separacién de sw ij estado. Apén dice (Cuadro de los conceptos relativas al par presentacién/representacién aussie {ESTADO DEA STUAGION Alora | Motontica | Flosofa | Matematica “Untémina de | —Elcanuno Bes | ~Elexado seg | —Exine wo Soastuscénes | eteneno decor | alacaene-por | Jano dstoesos Doavecsasina- | jum asienaca | modetoories | nhconjmoe te Sinpremnay | eomposcion «| sobomipiso | en conrotdo tune pore, | milipe dese | suonunos.o | oc Secsatbe dice entnes gue | paren delacia- | p(o) Toso o> “emnare | freon | Pees. | po) ees snsele ws Exorecarite: | comtrles imi | msubrnno quisedescer | Boy er delasiae | (eninge ete Peseta por sinto | ott enteniogae | caput ome Erunactin sar | —e ereeimoio | (Hts etaugne | ousapare on ode osele: "| delaperinenci, | ori sabnl- | por) dl ome ior gue | Contaye cae | 2 poe amen belo indanentl on zlota Fer | eur icido. | ~ Serunsutce- seems | mtepemar'o | ouestaiso | jo amp exe sainplepursin | que dear eer” | t)esexmeT prammciiny | Teel ere” | cmocapercic. | anette ss Zammse | Gaveiotie. | kindehaime | a sranieye in tamado telnet ~tactasin cai | — 0 snto valejpurgae | doiainelaion Bs Bresctacnyor_| un snieln die Bresado. Sed | vad Selb pie decmermino que | Stirs pede eslinchidey | © ——-—- | ferlotmie ee | = tena, gue ton pre — O ee ' yee : oer) Es preciso tener muy en cuenta que ~ presentacfn, eneota-por-no, estar, pertenencia, elemento, etin del lado de la sitacién, ~ representacin, cuenta de la coenta, metestuctre, inchusién, subconjuito, pre, ‘tin de ado de estado de la stuacion MEDITACION NUEVE El estado de la situaci6n histérico-social En la meditacién 8 sostave que toda presentacién estructurada ad- nitia une metaestructura denominada estado de Ia situacién. Para apoyat esta tesis, invoqué un argumento empltico: toda multiplicidad efectivaimente presentada se encuentra sometida a esta reduplicacién, de a estructura o de Ia cuenta. Querria dar in ejemplo de esto, recu- riendo a las siruaciones histérico-sociales (Ia cuestion de la Netwale- 1 serd tratada on las meditaciones 11 y 12). Ademés de verificar el concepto de.estado de la situacién, esta meditacién destinada a la sejemplificacién permitira tambien ejercitar las categorias del ser-pre- seniao, que son Ja normalidad, la singularidad y la excrecencia. Fue sin duda un gran logro del marxismo comprender que el Esta- do, en st esenecia, no tenia relacién con los individuos, que la dialéc- tica de su existencia no se jugaba entre lo uno de Ja autoridad y lo ntitiple de los sujetos. Esta idea, en sf misma, no era nueva, Ya Aristbteles habia sefiala- do que lo que impide, de hecho, que las constituciones imaginasles con el equilibrio del concepto se realicen, lo que hace de la politica ese extrafio dominio en el que lo patolégico (tiranies, cligarquiss y democracies) prevalece regularmente sobre lo normal (monarquias, axistocracias y repiblicas), es, en dltima instancia, la existencia de ri: cos y pobres. Aristételes, que no ve cémo suprimir esta existencia ~iltimo impasse de Jo politico como puro pensamiento~, duda en de- clararla enteramente «naturaln, ya que lo que él desea es la extensién “J, Tacionalmente, la universalidad~ de la clase media, Aristbteles ve 124 ELSER Y EL ACCNTECIMIENTO con clatidad que los Estados reales tienen menos relacién com el laze social que con su des-ligszén, con sis oposiciones internas, y que, fi- nalmente, la politica no concuerds con la claridad filosofica de lo po- Iitico, porgue e! Estado, en su destino concreto, se define menos por Ja ubicacién equilibrada de los ciucadanos que por esas grandes ma- sas ~esas partes, que a mentudo son los partidos-, a la vez empiricas y ‘movedizas, que constituyen los ricos y los pobres. El dispositivo marxista relaciona directarsente el Estado con los sub-miltiples de Is situacién y no con sus términos. Plantea que el Estado no asegura originariamente le cuenta-por-uno de lo miltiple de los individuos, sino de lo miltiple de las clases de individuos. In- cluso si se deja de lado el léxico particular de las clases, Ia idea for- sal de que el Estado, que sel estado de Ja situacion historico-sociel, tiene en cuenta a los eub-miltiples colectivos y no a los individuos, es esencial, Es necesacio convencerse de le idea de que la esencia del Es- tado €5 no considerar a los individuos, y que. cuando los tiene en ‘cuenta ~es decir, en los hechos- siempre es por un principio de cuenta que no los conciere como tales. incluso la coercién ~neuy a menudo andrquica, desordenada, estipida, ejercida por el Estado sobre tal 0 ‘cual individuo- no significa en absoluto que el Estado esté definido ‘por «el interés» coercitivo que moxtrarla por ese individuo © por los individuos en general, Bste es el sentido profundo que corresponds conferir a la idea marxista vulgar «el Estado es el Estado de la clase dominanten. La interpretacién que propongo es que el Estado sélo ejerce su dominacién srgrin rma ley que haceauno de les partes. de la situacign y su funciéa es calificar uma por une todas las composicio- nes de composiciones de mtltiples. cuya consistencia general queda ‘segurada -en lo que hace a sus termines~ por la situacién, que es una presentacién histérica «ya» estructurada, El Estado es simplemente la metaestructura necesaria de toda si- tuacién histérivo-social, es decir, le ley que garantiza que hey uno, no en lo inmediato de la sociedad ~que siempre esté Cubierta por alguna esiructura no estetal, sino en el conjunto de sus subconjuntos. A este cefecto-de-uno alude el marxismo cuando sostiene que el Estado es «el Estado de la clase dominanten. Siesta formula Significera que el Es- tado es un instrumento que dicha clase «posee», no tendria ningtn sentido. Si tiene un sentido es porque el efecto del Estado, que da co- ‘mo resultado lo uno de las partes complejas de le presentacion hist6- rico-social, es siempre una estructura. Bs preciso entonces que haya EL ESTADO DE LA SITUACION HISTORICO-SOCIAL ns uuba ley de Ta cuenta, esto es, una uniformiad del efecto. «Clase éiti- gente», cualquiera sea Is pertinencia semantica de esta expresior, de- ‘signa al menos esa uniformidad. Si se lo considera en su pura forma, el enunciado marxista tiene ora ventaja, Al plantear que el Estado es el de la clase dominante, in- ica que el Estado siempre re-presenta lo que ya Jue presentado. So- ‘bre todo si se tiene en cuenta que la defimicién de las clases dominan- tes no es estatal, sino econémica y social. En le obra de Mark, la presentacién de Ta burguesta no se hace a través del Estado. Los erte- rigs que se utilizan son la posesién de los medios de produccién, el réginten de propiedad, la concentracién del capital, ete. Decir que el Estado es el Estado de la burguesia tiene ef mérito de subrayar gue el Estado re-presenta algo histérica y socialmente ya presentado, Es evi- dente que esta re-presentacién no tiene nada que ver con el-caricter constitucionalmente, representative del gobierno. Significa que al afecter con lo uno los subconjuntos, o partes, de la presentacién histé- rico-social, calificindolos de acuerdo con la ley que él es, el Estado resulta siempre definido por la re-presentacién ~segin los mites de umlltiples« los que perienecen, por lo tanto, sgt su pertenencia a lo que esté incluido-en Ia situacton- de los términos que presenta la situacién, Por supuesto, la indicacién marxista es mucho mas restric- tiva, no capta enteramente al Estado como estado (de la situacén). Pero esté bien orientada al ver que, cualquiera sea la forma particular de cuenta-por-imno de las partes de las que se hace cargo, el Estaco se ‘ocupa de re-presenta’ la piescutaciéul, eonstituyéndose por To tanto en le estructura de la estructura hist6rico-social, garantia de que lo uno esun resultado en todo, En virtud de esto, se ve con clatidad por qué el Estado esté ligado de manera absoluta'@ I preseniacién histérico-social y, al mismo tiempo, esté separado de ella. Esti ligado en la medida en que las partes; de las que constniye lo ‘uno, son s6lo mltiples de nniltiples ya contados-por-uno por las es- ‘ucturas de le sitvaciOn, Desde este punto de vista, el Estado esti li- 4gado histéricamente @ la sociedad en el movimiento mismo de la pre- sentacién. Como sélo puede re-presentar, el Estado no puede hicer advenir como uno @ ningtin méitiple -ningtin término— cuyos compo- nentes, Jos elementos, estavieran ausentes de Ia situacién. Esto queda aclarado por la funcién gestionaria o administrativa del Estado, que en su uniformidad diligente y en las obligaciones especificas que le 126 BL SER Y EL ACONTECIMIENTO 4 EL ESTADO DE LA SITUACION HISTORICO-SOCIAL. ry impone el hecho de ser el estado de la situacién, es mucho mis es del Estado por Ia pertenencia, ala vez que un cuidado permanente por tructural y permanente que la fimcién eoercitiva. Pero, pot otro lado, Is inclusién. Cualguier subeonjunto consistente es de insvediato con- en razén de que las partes de Ia soviedad exceden en todo a sus térmi. 4 tado y considerado por el Estado, para bien o para mal, ya que es ma- ‘os, y puesto que lo que ests incluido en una situacién histérica no se toris de representacién. Por el contratio, cualesquiera que sean las puede plegar en lo que le pertenece, el Estado ~coneebido como ope. 9 f= apariencias declamatorias, siempre queds claro, findlmente, que de la rador de cuenta y garantie de reaseguro universal de lo uno es, neve: vida de las personas, es decir, del miltipe a partir del cual han re: sariamente, un dispositivo separedo. Como todo estado de uina situs: Go Jo uno, el Estado no se preocupa en absoluto. Esta es la profendi- cién cualquiera, el Estado de una situacién histérico-social esta 4 dad time e ineluctable de su separaci6n, sometide al teorema del punto de exceso (meditacién 7). Lo que 4 En este punto, sin embargo, la linea analitica del marxismo se ex- ‘tate, lo gigantesco, la red infinita de los subconjuntos dela situacién, EE pone progresivamente a una ambigiedad mortal. Por cierto, Engels y Jo obliga @ no identificarse con la astructura originaria que disporie a Lenin han remarcado e! cardcter separado del Estado y han mostrado consistencia de la presentacin, es decir, el lazo social inmediato. ademis ~Io que es verdad que-la coercién se corresponde con la se- El Estado burgués, diré el mannista,esté separado del Capital y de paracién, De abi que para ellos la esencia de] Estado sea su maquina- suefocto general de estructuraci6a. Por cierto, al enumerar, adminis. ia burcérética y militar, esto es -si se Jo examina desde la sola rers- tat y ordenar los subconjuntos, re-presenta los términos ya estructu.. “1 FE pectiva de Ja situacién inmediata y de sus términos~ le visibitdad rados pot la naturaleza «capitalistican de la sociedad. Pero en cuanto | f)extructural de su exceso respecto de Ia inmediatez social, su cardcter operador, se distingue de ella. Esta separacién define le funciOn coei-_ iv'f,-. de monstruosa excrecencia citiva, pues se relaciona com le estrcturaci6n inmediata de os térni=: Demos algunas vueltas alrededor de la palabra «exctecencia» Bn ‘nos obedeciendo a una ley que «viene de otra parte». Esta coercién es Ja meditaci6n precedente distingui, de un modo muy general, tres t- 4e principio, ya que constituye el modo por el cual puede reasegurarse.|

You might also like