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“Diee pacientes se volvieron hacia la psicaterapa,y en el ‘curso de sus sesiones se debatieren con el dolor de a evstencia, Esta na era la azén por la cual acudieron & mi fan busca dle ayuda; pore contrario, los diez padecian de los problemas comunes do a vida cotfiana:soloda, autodespreco, mpotencia, migrahas, compulsvidad sewual,obesida, hipertansién, pena, un amor obsesivo que los consumia, estadas cambiantes de anime, Aepresién. , sin embargo fun sin embargo que se desarralia deforma dstintaen cada historia a terapia s0ed alas ce las raices profundas de estos problemas diarios,raices que se remontaban al leche de cad la exstenca [.] Aungue an estos relatos de psicoterapia abundan las palabras pacientey Lerapeuta, 0 8 doje confundir el lector can ests términos: ésos son relatos releridas a todas los hombres ya todas las mujeres. La calidad de pacientees ubicue. La asignacion deta etiqueta es en gran parte arbitrariay con Irecuencia denende mas de factores culturales, ‘educacionas y econdmicos que dela severidad ela patologin” Irvin 0. Yatom i J arn de! ug. Arvin D. Yalom__Yer! | Irvin D. Yalom Verdugo del amor Historias de psicoterapia Traduecién de Rolando Coste Picazo Ami familias Mi esposa, Marilyn, y mis hijos, Bve, Reid, Victor y Ber Reconocimientos Mis de la mitad de este libro xe eserito durante un afiosa- bético de muchos viajes. Estoy agradecido a muchas personas, @ instituciones que me recibieron y facilitaron mi trabajo: el Centro de Humanidades dela Universidad de Stanford, el Cen- ‘uo de Estudios Bellagio de la Fundacion Rockefeller, Ios Dres Mikiko y Tounehito Hasegawa en Tokio y Hawai, el Café Mal- vvina en San Francisco, el Programa de Literatura Creativa de Bennington College Le estoy agradecido a mi esposa, Marilyn (siempre mi cri- tice més severa y mi sostén més fel); a Phoebe Hoss, mi edi- tora de Basic Books, que hizo posible est libro ylos libros an. teriores que publiqué en Basic; ya Linda Carbone, mieditora, de proyectos en Basic Books. Agradezco también a muchos, ‘muchos colegas y amigos que no huyeron al ver que me acer ccaba con un nuevo relato en la mano, y que me brindaron su crttica aiento o consuelo. El proceso ba sido largo y sin duda debo de haber perdido nombres por el camino, No obstante, vaya mi gratitud a Pat Baumgardner, Helen Blau, Michele Car. ter Isabel Davis, Stanley Elkin, John Felstiner, Albert Guerard, Maclin Guerard, Ruthellen Josselson, Herant Katchadourian, Stina Katchadourian, Marguerite Leferberg, John L'Heureux, Morton Lieberman, Dee Lum, K. ¥. Lum, Mary Jane Moffat, Nan Robinson, mi hermana Jean Rese, Gena Sorensen, David, Spiegel, Winfrid Weiss, mi hijo Benjamin Yalom, la clase de 1988 de residentes y practicantes de psicologia de Stanford, mi secretaria Bea Mitchell, quien durante diez afios escribi6 @ ° ‘maquina mis notas clinicase ideas de las cuales surgieron es+ tos relatos. Como siempre, le estoy agradecido a la Universi= dad de Stanford por proporcionarme el apoyo, la libertad ac: démnica ya Fomunidad intelectual esenciales para mi trabajo. ‘Tengo wa gran deuda con los diez pacientes que distin- iguen estas piginas. Cada uno de ellos ley6 su historia del co- renzo al, tee ‘uno de ellos, que murié antes de que yo terminara) } me dio su consentimiento para su publicacion. Cada uno ajrobo el disfraz bajo el cual aparece; muchos ayu- daronen la Gorzeccién; uno de ellos (Dave) me dio el titulo pa- ra su historia, algunos comentaron que el disfraz era innece- sariamente sbarcador y me instaronya ser més fel y preciso; dos de ellos xe inguietaron por mi abtorevelacién personal © por algunas te as libertades dramatieas que me tomé. No obs tante, con esperanza de que los relatos resultaran tiles pa xaos lerapdutas yo para sus pacientes, todos me dieron su agradécimicnto Estas sop historias verdaderas, pero he tenido que heer cambios para proteger Ia identided de las pacientes. En varios «casos he sustituido, en aras de una equivalencia simbdlica,cier- tos aspectos |e la identidad y la vida le un paciente y sus cir- cunstapciasenocasiones he intercambiado partes de a iden- tidad de unoy otro paciente. Muchas vees el dalogo es ficticlo, ‘ymis flexignes personales son posterior al momento en que aparecen. El distraz es profundb so fl paciente puede ver de- tes de €l Sip lugar 4 dudas cualguie lector que crea recono- riba Pitts altos | | ‘0 ‘Todos los nombres, caracteristicas identificatoris y demas detalles de ‘cada caso del presente libro han sido cambiados. Prélogo Imaginese la presente escena: a trescientas ¢custrocientas persones, desconocidas entre si, se les pide que formen pare jas y que cada integrante formule al otro una sola pregunta, tuna y otra vez: “¢Qué quiere usted?” @Podria haber algo més simple? Una pregunta inocente, y ‘su respuesta, ¥ sin embargo, ua y otra vez he visto que este cjercicio grupal hace aflorar sentimientos poderosos. Muchas veces, en cuestién de minutos, el ambiente se estremece de emacién. Hombres y mujeres —no necesariamente desespera- dos 0 necesitados sino personas exitosas, bien vestidas, de ‘buen comportamiento, que relucen al caminar— se ven sacu- didas en Io mas profundo de su ser. Claman a quienes estin irrevocablemente perdidas (padres, cényuges, hijos, amigos muertos 0 ausentes): "Quiero verte otra vez." “Necesito ts amor.” “Quiero saber que estés orgulloso de mi.” “Quiero que sepas que te amo y custo siento el no habértelo dicho mun- ca." “Quiero la infancia que nunca tuve.” “Quiero tener salud, volver a ser joven. Necesita que me amen, que me respeten, ‘Quo mi via signifique algo. Lograralgo. Quiero ser importan- le, ser recordado.” ‘Tato querer, tanto necesitar Tanto aftorar ¥ tanto dolor, cerca de la superficie, que emerge a los pocos minutos, Dolor por el destino, Dolor por existencia, Un dolor que esta siem- realli, aleteando siempre, justo debajo dela membrana de la vida. Dolor al que se accede con demasiada facilidad. Muchas ‘cosas —un simple ejercicio de grupo, unos pocos minutos de B honda reflexion, una obra de arte, un sermén, una erisis per sonal, una pkrdida— nos recuerdan que nuestros deseos rs profundos nunca pueden cumplirse: nuestro deseo de juven- td, de que Se detenga el proceso de envejecimiento, que re- agresen los sdres que se han ido, nuestro deseo de amor eterno, proteccién, fignificacién, de In inmortalidad misma. Cuando bstos deseos inasequibles terminan daminando ‘muestra vidal entonces recurrimos ala ayuda de nuestra famni- lia, de muestfos amigos, ce la religion; a veces, de los psicote spots. En este thes cuento las historias le diez pacientes que se volvie‘on habia la picoterapa, yen el curso de sus sesiones Se debatirop con el dolor de In existpncia Bot nova la 26n por eal acuderon a mien busca de ayuda: por el com. tral, los cb padecin de oe problemas corranes del ida cotidana:sfedad, atodesprecio, impotencn, migraias, com Palsivdad sbeus,obesida, hipertencion, pena, un amor o>. Sesivo ue lok consi, estadoecambiantes de imo, dere sion. sin ¢mbargo (an “sn embargo" que se desarrlla de form dlstifaen cada historia) I teapiasacd ala superfile las ales prpfundas de estos protenias darcs, races que se remoniabaoal echo de roca de la exstencla. “ Qulera Quiero” es un clamor que se oy todo el tlemgo en estas histprlas. Una paciente decig: "Quis volver a tenet 2 mi hijita muerta’, mientras que descuidaba a sus dos hijos Vivos, Oo facieneTepetia con insitenca: “Quiero coger a todas las mujeres que vo", a inela que el céncer de lint iba itvadiende ls resguicios de su cuerpo, Y otrrogaba: “Quie ro.los pacts, in nfancia que munes fuve™, penta sutra or tes earths que no se atreva' abr ¥ ota pacente, una ‘jer vieja, pedi ser etemamente jen, sn oder renuncar 2 suamor elfesivo por un hombre tata ¥ cleo aos menor guedlia. | “Yo ero qe a Sutancia fundameital de lapsicoterapa es siempre ese flor existencialy ho, compe aseputan algunos lot anhelos instisvesreprimidoso los fragments imperfecta | i 1 mente sepultados de un pasado personal trégico. En mi tera: pia con cada uno de estos pacientes, mi hipStesis clinica pri- ‘maria —hipécesis en la que baso mi técnica es que la ansie- dad fundamental emerge de los esfuerzos, conscientes © Inconscientes de cada persona por hacer frente a la dura rea. lidad de la vida, a los “supuestos" de la existencia.! Hie descubierto que cuatro de estos suptestos son partic larmente pertinentes a la psicoterapia: la inevitabilidad de la ‘muerte, tanto personal como la de nuestros seres queridos; la libertad de hacer nuestra vida a voluntad; nuestra extrema so- edad: y, por timo, la ausencia de un propésito o sentido ob- vio en nuestra vida, A pesar de lo sombrio que parezcan estos supuestos, contienen las semillas de la sabiduria y dela reden- ign, Espero demostrar en estos diez relatos de psicoterapia que es posible confrontar las verdades de la existencia y utill- zarlos para el cambio y el crecimiento personal. De estos hechos de la vida, la muerte es el més obvio e in tuitivamente aparente. En una edad temprana, mucho antes de lo que creemos, nos damos cuenta de que Ia muerte ha de llegar, y de que no hay forma de escaparle. No obstante, segéin Spinoza, “todo se esfuerza por persistir en su propio ser”. En el fondo de eada uno de nosotros se debate el perpetuo con- ficto entre el deseo de seguir viviendo yel conocimiento dela muerte inevitable, ara adaptamos ala realidad de la muerte, hacemos gala de gran ingenio con el fin de idear maneras de evitarla. De jéve- res negamos la muerte con la ayuda dela tranquilidad que nos infunden nuestros padres ylos mitos ssculares yreligiosos; mas adelante a personificames, transforménola en una entidad, un smonstruo, un personaje fabuloso oun demonio. Después de to- ' Para una discsign detallada de esta perspectiva exstencial y de la teoriay practien dels psicoterapia basada en ella vease mil bro Exstentfa!Poychorherapy (Psicoterapia existencial), New York: Basle Books, 1980, 15 do, sila muerte es un ente acosador, entonces puede ser posi- bie hallar una manera de eluicla; ademis, por mas stervori- zante que resulte un monstruo personificador de la muerte siempre sera menos aterrorizante que a verdad, que uno leva en las esporas mismas de su propia muerte. Mas tarde, los ni- fos experimentan con otras maneras de atenuar Ia ansiedad de la muerte: desintoxican la muerte ridiculizéndola, la desaffan, ‘con osadfa o la desensibilizan exponiéndose, en compasiia de ‘sus pares y un paquete de tibias palomitas de matz con mante- ca, a historias de fantasmas y peliculas de terror. ‘A medida que crecemos, aprendemos a quitaros a la muer: te dela cabeza; nos distraemos; la ransformamos en algo po- sitivo(regresendo al hogar, volviendo a Dios, logrando, por fin, la paz); la negamos con mitos que proporcionan apoyo; lucha- ‘mos por lograr la inmortalidad mediante obras imperecede- ras, proyeciando nuestra simiente hacia el futuro a través de nuestros hijs o abrazando un sistema religioso que ofrece pet= petuidad espiritual ‘Muchas personas diserepan con esta descripelén de la ne- sgacién de la muerte, "{Tonterias! dicen. Nosotros no negamos Ja muerte. Todos vamos a morit. Lo sabemos, Los hechas son “obvios. Pero ctiene sentido ocuparse de ello?” La verdad es que lo sabemos y no lo sabemos. Conacemos los hechos intelectualmente, pero nosotros —es decir, la por- cién inconsciemte de la mente que nos protege de una ansie dad abrumadora— desechamos, o nos disoclamos del terror asociado con la muerte, Este proceso disociativo es incons- ciente, invisible para nosotros, pero nos quedamos convenci- dos de su existencia en esos raros episodios cuando la maqui- naria dela negaci6n fracasa ya ansiedad dela muerte estalla ‘con toda su fuerza. Esto puede suceder solo de manera extra- ‘Ba, quizas una o das veces en toda la vida, Ocasionalmente su ccede en momentos en que estamos despiertos, algunas veces Juego de un roce personal con la muerte, o cuando muere un ser querido, pero més comtinmente Ia ansiedad por la muerte aflora en las pesaaillas. 16 Una pesadilla es un suetio fracasado, un sueio que, al no “manejar" la ansiedad, falla en su papel como guardién del e- oso, Si bien las pesadilla diferen en su contenido manifies- to el proceso subyacente de toda pesadilla ese! mismo: la an- siedad de la muerte escapa de sus guardianes y estala en el plano de lo consclente. La historia "En busca del sonador” ofrece una visiGn Gnica entre bastidores del escape de la an- siedad de la muerte y la sltima tentativa de la mente por con- tenetla allf,en medio de las penetrantes imagenes de muerte de la pesadilla de Marvin, hay un instrumento vital que dese fia ala muerte: el reluciente bastén de punta blanca conel que el durmiente se debate en un duelo sexual con la muerte El acto sexual es visto tambien por los protagonistas de los otros relatos como un talisman de proteccién contra la disti- nnucida, el envejecimiento yla proximidad dela muerte, De ahi Ja promisculdad compulsiva de un hombre joven frente al cn- cer que lo esta matando ("Sila violaciGn fuera legal...) y el viejo que se aferra a las cartas amarillentas recibidas de su amante muerta hace treinta afos ("No vayas mansamente’). ‘En mis muchos atios de trabajo con enfermos de cancer (que se enfrentan a una muerte inminente he notado dos mé- todos particularmente poderosos y comunes de apaciguar los temores, dos creencias, ofalsas ilusiones, que otorgan una sen- sacion de seguridad. Una es a creencia en la singularidad per- sonal; la otra la fe en un salvador extremo. Aunque ambas constituyen un engaflo, pues representan “falsas creencias", no empleo el término engario en un sentida peyorativo: se trata de creencias universales que, en algiin nivel de la conciencia, exis tenen todos nosotros y desempetian un papel en varios de es tas relatos. La singularidad es la creencia de que uno es invulnerable, fnviolable, que esta mas all de las leyes ordinarias dela bio- Jogia y el destino, En algiin momento de la vida, cada uno de nosotos se enfrenta a alguna crisis: puede tratarse de una en- fermedad seria, de un fracaso en nuestra carrera, 0 €l divor cio. 0, epmo le sucede a Elva en “Nunca cref que me pasara a 7 na, puede fer qu jin hecho tan simple como quele aerebe ten eartefa de repenteexpong lo comin y comriente ue somes dessin pone de que la vida siempre sein ina tte expil astendente Si bien ereenla ena singulridd persona oorga un send de sfgurdad desde nent, lotro mecanisin de a foci dela mrteecreenciaen up selvaderexomo-— pet tite que no sintamosslempce vgs y preepidos por na fuer exter Aunque podamos tener ropezs, ne enfer segs, ouuellegsemos al bord smn deta ucts, ete moneonedos equ eeu sve omnipresent ge Siemprahallt de reentarn, | Santos, dros dos sistemas de crbenciasconsiuyeh una dialectics, dos respesas dmetalmente opuestas acon icin hema. El ser humanoaitna su stonomia mesion tela autonlfnaci heron o bute la sepurdad mednt la fisin con tna furva super er des novemerge ose fr sions separa op enguta, Uo se converts env promis Progenitor ¢ sigue stendo una etema eratara Ls mayopa de nosotros, a mayor parte del emp, vive sodanenteitando la irda dela muerte, concordando con Woody les evan die "No le tengo seta ln mrt, toque no gpleco estar allt cuando susedn = Sin embargo, hy cica manery —unalargatredconspcableala pscterepia~ gue no ens qe. omtaee pena conienia dea mie te exo nos dard madureryenniquecers muss vida, Ls at tras palabras de uno de is patentes (nS volecibn fs tale) dbmestpn qu i bin | hecho de ln muerte, su Escala, fos destuye a idea delarmerte puede sar. La libertad, otro supuesto dela ekistencta, presenta un di- lema para yarios de estos diez pacientes. Cuando Beity, una paciente obesa, anuncié que habia tenido una juerga antes de venir a verthe y planeaba volver a hacerlo no bien se fuera de ‘mi oficina, estaba tratando de renuneiar a su libertad al per- | 8 ‘ | suaditme de que yo asumiera el contvol sabre ella, El curso completo de terapia de otra paciente (Telma, en "El verdugo del amor”) giraba en torno al tema dela entrega a un ex aman- te(y terapueta) y mi bisqueda de estrategias para ayudacla a recobrar su poder y su libertad, La libertad como supuesto parece In antitesis misma de le ‘muerte. Si bien tememos a la muerte, por lo general conside- ‘ramos la libertad como inequivacamente posiiva, La histo ria de la civilizacién occidental, zno ha estado caracterizada por anhelos de libertad, e inclusive impulsada por ella? Sin em: Dargo, desde una perspectiva existencial la libertad est ligada al ansiedad cuando sostenemos que, al contrario de la expe- ‘encia cotidiana, no legamos ni salimos en tltima instancia de un universo bien estructurado, con un gran diseno eterno. La libertad implica que cada uno es responsable de sus propias decisiones, acciones, de la situacién de vida de cada uno. Si bien la palabra responsable puede usarse de varias ma- neras, yo prefiero la definicién de Sartre: ser responsable es ser “autor”. Cada uno de nosotros es el autor de su propio mo- delo de vida. Somos libres de ser cualquier cosa, menos no li- ‘bres. Como diria Sartre, estamos condenados a ser libres. Por cierto, algunos filésofos afirman mucho més: que la arquitec- tura de la mente humana hace responsable a cada uno de la estructura de la realidad externa, de Ia forma misma del es pacio y el tiempo. Es aqui, en el eino de la construceién del sujeto, donde reside le ansiedad: somos criaturas que desean la estructura, y nos atemoriza un concepto de libertad que im- plica que debajo de nosotros no hay nada, una carencia total ae fundamento, ‘Todos los terapeutas saben que el primer paso crucial dela terapia es a asuncion de responsabilidad, de parte del pacier- te, por su situacién de vida. Mientras uno crea que sus proble- ‘mas son causados por una fueaa o agencia exterior a uno mis- ‘mo, Ia terapia no podré ser eficaz, Si, después de todo, el problema reside allé fuera, entonees gpara qué va uno a cam- biar? Es el mundo exterior (amigos, empleo, ednyuge) el que 19 debe ser cambiado, o intercambiado. De esa manera Dave (en *No vayas mansamente”), que se quejaba amargamente de haber sido encarcelado en una prisién matrimonial por una esposa guardiana curiosa y posesiva, no pudo avanzar en la terapia hasta que reconoci haste qué punto él mismo era es- pponsable de la construceién de esa prisign, ‘Como los pacientes tienden a resistirse a asumir una res- ponsabilidad, los terapeutas debemos desarrollar técnicas para hacer que los pacientes tomen conciencia de cémo ellos mismos crean sus propios problemas. Una técnica eficaz, ‘que utilizo en muchos de estos casos, es el foco del aqui y ahora. Como los pacientes tienden a recrear en fa escena de Ia terapia los misao problemas interpersonales que los 2co- san en su vida afuera, me centro en lo que esta sucediendo enel momento entre el paciente y yo mas blen que en los he- cchos de su vida actual o pasada. Al examinar los detalles de Inrelacién de terapia (0, en un grupo de terapia, las relacio- pes entre los mniembros del grupo), puedo percibir en el ac- tola manera en que un paciente influye sobre las reacciones de otra gente, Asf, aunque Dave podifa resistirse a asumirla responsabilidad por sus problemas matrimoniales, no podlia Jhacerlo ante los datos inmediatos que él mismo generaba en Ja terapla grupal: es decir que su comportamiento sigiloso, provocative y elusivo activaba a que los demas miembros del grupo reaceionaran de una manera muy similar a la de su mujer en su casa, De manera parecida, la terapia de Betty ("Mujer obesa") era ineficaz mientras podfa atribuir su soledad a la superficial, de- sarraigada cultura de California. Cuando lé demosiré que en nulestras horas juntos su manera de ser impersonal, cahibida yy distante recreaba el mismo ambiente impersonal en la tera- pia, entonces ella pudo empezar a hacer frente 9 su responsa- bilidad en la ereacion de su propia soledad. Si bien Ia asuncién de responsabilidad conduce al pacien- teal vestfbulo del cambio, no es sinénimo de cambio. ¥ es el cambio lo que siempre resulta ser la verdadera fuente de in- 2 formacién, par macho quel terpeuta corse la perspicacia, Ja asuncion de la responsabilidad y In atoactuaizacion. ‘Lalibertad no slo requiere que astmsrnos la resporsabi- lidad por as deisiones de nuesta vida sino que tambien pos tula que el cambio requiere un acto de la voluntad. Aunque volntad es un concepto que los terapeutasraras veces util {amos en forme explicita, lo mismo dedicamos vn gran es- fuer20 para influir sobre la voluntad del paciente. Continua- mente aclaramos e interpretamos, asumienda (y es un salto def, pues carecemos de un apayo empirico convincente) que el entendimiento indefectiblemente habra de ocasionar un cambio, Cuando ats de interpretacisn no logran generar el cambio, bien pademos empezar a apelar a la vohuntad en for- sma directa: “También se necesita la voluntad, Debes esfotzar~ te, sabes. Hay un tiempo pars el andlisis, pero también hay un tlempo para la accion ¥ cuando la conlontacién direc- to fracasa, el terapeuita se ve reducldo —coma demestrane5- tos relator a emplear cualquier medio conocido que tiene tuna persona para influ sabre otra. Asi, puedo acne, s+ cutis imiortunar,adulas acicatear, implorar simplemente Soportt, eon la esperanza de que la vision neurética del mun: do del paciente se desmorone por pura fatige. Es mediante la voluntad, mévl principal de Ia accion, que scsi nuestra voluntad, Considero que a voluntad tiene dos eta ‘pas uina persona parte del deseo y acta mediante la decision ‘Algunas persons tienen el deseo bloquesdo: no saben qué sienten ni ge quieren Sin opiniones, sin impuslsos, sin incl- naciones, se convierten en parasitos de los deseas de los de- rs, Personas as{ pueden resultarcansadoras. Betty aburria precisamente porgue sofocaba sus deseos, ylos demas ¢ can- Saban de proporcionarle deseos e imaginacién Otros pacientes no pueden tomar decisiones. Aunque sa- bben exactamente lo que quieren lo que deben hacer, no puc- den actuar y,en cambio, se pasean,stormentados, frente als puerta del decisién, Saul, en "res carts sin abrir’, sabiaque Sualquier hombre razonable abrir las carta; sin embargo, el a tear quel provcaban pralizaba 3 ohn, Thelma verdugo dellamor”) sabia que su ambr obsesivo estaba soca- eee eee ee Wedel ern su enrnoamihta. Sn enbaro, op diasono quia ca, yo rr con frei a todos eee ee Las decitiones son dificiles por muchas razones, algunas dels ball eee to ton lone Poe va ro det toh Gledner ent aceon den hombre sia ue = sue ss mptactones sobre miro dela yica en des pos Aunts sper pro fers “Las conn desanec as alternativas|excluyen.” Al primer postulado, la muerte, ya me fe ee pl epuio,lasalteraths exer ex una le Ye import prn bute por qo tod dei fel Ttvartblefets nn dein iveljer an temnarint ee pees enna sre eres Bars oping nas la polars dai contene a muer te como elzevolbon hops ape), Deo mane te ite eaforapa sl podblidh inka de poder Velvera rear su racton con au stant runciae ellos Sinica ba Gominucon, os myer Lascledpd evistencial un tence supuest dea id, sere ferealabrfchaintnngueabe ene el eo yo emt, be. cha que enfeinclaive en presencia derelaionesinterper>- tales profihdamene graticantes Uno ex fslado 10 alo dz ete sfe,ino/~en tanto que uno constiye a propio tnverso— ambien del esto del mundo, Esta toledad debe Aisne de tos dos tos a sled lnterperscoaly aso. Iedadicapersonal, i ‘Uno sietelasoledad interperona cuando caece delos do nes soz] ode eno de personalidad que permite interac: Gone socio fimas La voledad nraparsona care can. do cit vss del yosedinden, como sucde condo separa a cpocon el recuerdo de us hecho. La Terma dese 2 paracién mas extrema y dramétice, In personalidad miitiple, es relativamente rara (aunque cada vez es més reconocible); cuando se produce, el terapeuta puede enfrentarse—como me ccurrié a mf en el tratamiento de Marge (*Monogamia tera- péutica"’) con el desconcertante dilema de cual de las persona- lidades favorocer. No hay solucién para la soledad existencial, por lo cual los terapeutas deben desistir de las soluciones falsas. Los esfuee- 20s que realizamos para huir de la soledad pueden sabotear nuestras relaciones con otras personas. Muchas amistades 0 matrimonios han fracasado porque una persona, en lugar de relacionarse con la otra ointeresarse por ella, la usa coma un escudo contra su soledad. Una tentativa generalizada —y vigoross— por resolver la so- edad existencial, que ocurre en varios de estos relatos, es la fusi6n, en la cual se suavizan muestrasfronteras y nos confun- igo ético, Ha violado el eddigo fundamental de toda profesi6n de asistencia, Mire el perjuicio que le ha causado, Los dos sa- Dbemos que esté mal que un terapeuta profesional, que ha ju- rado actuar para el beneficio de su paciente, lastime a una per- sona de la forma en que él la ha lastimado a usted ero lo mismo hubiera sido que hablara en el vacio. —Fue sélo cuando empez6 a actuar como un profesional cuando volvié a adoptar su rol formal, cuando me lastim6. ‘Cuando slo éramos dos personas enamaradas me dio el rege. Jo més precioso del mundo, Era frustrante, Obviamente, Thelma era responsable de la situacién de su vida. Obviamente, era una fieci6n que Matt- how ejerciera un verdadero poder sobre ella. Obviamente, ella le habia dado tal poder en tn intento por negar su propia li bertad y su responsabilidad sobre la constitucion de su propia vida. Lejos de querer recobrar su libertad, disfrataba de su su- isin con lascivia. Desde el principio, por supuesto, yo sabia que la légica de smi argumento no lograria penetrar lo suficiente para producir 82 un cambio. Fso rara vez sucede, No sucedié en mi caso, cuan- do hacia trapia. Sélo cuando no lo siente en los huesos sed cuenta. Sélo entonces puede actuar y cambiar. La pslcologia popular no hace mas que hablar de “asumir la responsabili- dad”, pero son sélo palabras: es extraordinariamente diftll aterrador inclusive, convencerse de que uno, y s6l0 uno, cons- traye el modelo de su propia vida. Por eso, el problema en la terapia siempre es cmo avanzar de una valoracion intelectual ineficaz de una verdad con respecto a uno mismo hacia una ex- periencia emocional de esa verdad. Sélo cuando la terapia po- ne en juego emociones profundas se convierte en una fuerza ppoderosa del cambio. ‘Ya impotencia era el problema en mi terapia con Thelma, Mis intentos por generar poder eran vergonzosamente caren. tesde elegancia y consistian sobre todo en tanteos, reproches yetreulos repetitivos alrededor de su obsesin, tratando de de- mribarla, En esas ocasiones, cudnt ansfo la certeza que ofrece la ot- todoxia! El psicoanalisis para tomar la mas eatélica de las ‘escuela ideologicas psicoterapeutas— siempre postula convie- clones muy fuertes acerca de los procedimientos técnicos ne- ‘esarios. De hecho, los analistas parecen més seguros de todo de lo que yo pueda llegar a estar seguro de algo. ;Cusn conso- lador seria poder sentir, por una vez, que sé exactamentelo que estoy haciendo en mi trabajo psicoterapéutico, por ejemplo, ‘que estoy reccoriendo en su propia secuencia las etapas preci- sas del proceso terapéutica! Naturalmente, no es mas que una ilusién. Si pueden llegar aserde alguna utiidad, las escuelas ideol6gicas, con sus com- plejos edificios metafiscos, tienen éxito porque aplacan la an- edad del terapeuta, no la del paciente (y asf permiten que el terapeuta haga frente a la ansiedad del proceso terapéutica). ‘Cuanto mas puede el terapeuta tolerar la ansiedad de no sa- ber, menor necesidad tiene de abrazarla ortodoxia. Los miem- bros creativos de una ortodonia, de cualquier ortodoxia, con el tiempo superan su disciplina 3 ‘ungu hay alo tanguilizndor en un termpeuta oroniscien te que siesppre esté en control dela situacién, puede haber al- 0 muy atfactivo en un terapeuta aye busca a Uentas, un tera peuta diszuesto a hundirse con el paciente hasta que ambos, juntos, trdpiezan con un descubrimtento, Pero jay! como me censenaria Thelma antes de que concluyera este caso, es post: ble despelciar buena terapia en un pacien. En mi bisqueda de poder, me esforeé hasta el maximo, Tn tenté sacuiila, | —Supohga, por un momento, que Matthew muera, Eso, la Iiberaria? i —He intentado imaginarlo. Cuando lo imagino muerto, una aren tristeza desciende sabre mi. Viviria entonces en un un- do vacio. No puedo seguir pensando mas ai iLenfe pues errs de ete?

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