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portarnos, lo mismo que reglas estable el estilo del arte, pero no la forma en bora sus ideas de la belleza; como ciones que no establece la forma en que el j aa supera las dificultades técnicas que ellas pre: Y, sin embargo, la forma en que - acciona ante la cultura es una cue: cidas que que el ai tun catalogo de imi fructifero y eficaz. Estamos acostumbrad todas esas acciones que constitu tees nuestra cultura como modek yn comunes a toda la hi i. dad. Se hallan hondamente arraigados en nucston ducta. Estamos moldeados en sus formas de modo tal que no podemos pensar sino que deben ser validay Sa La cortesia, la modestia, las buenas maneras, la formidad con ‘normas éticas definidas, son foraee an E ico nolo es. Es instructivo saber que los modelos difieren de la ma- itera mds inesperada y es aun mas importante obserer como reaccionan los individuos ante estos modelos. En nuestra el individuo esta rodeado de dificultades qu sid yen el contenido de periodos inevitables de adaptacién por los cuales deben pasar todos. El enfoque psicoanalitico est4 ampliamen- te basado en esta suposi _ El antropdlogo duda de lo correcto de estas opinio- nes, pero hasta ahora casi nadie se ha tomado el traba jo de identificarse suficientemente con una poblacién pri- mitiva a fin de obtener una comprensién de estos pro ae Ea ay ‘samoana, een un ido y claro de las alegrias y dificultades con que In piezan los jévenes en una cultura tan distinta de 12 ADOLESCENCIA, SEXO Y CULTURA EN SAMOA, x nuestra. firman la sospecha largamente alimentada por los antro- pélogos, acerca de que mucho de lo que atribuimos a la naturaleza humana no es mas que una reaccién frente a restricciones que nos impone nuestra civilizacién. Franz Boas

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