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HILDA SABATO [ TeNany Nosema /GANADERIA EN BUENOS AIRES: LA FIEBRE DEL ‘LANAR | 1850 - 1890 EDITORIAL SUDAMERICANA 50-07-0588 ~Historia y cultura~ 78 Capttalismo y ganaderia en Buenos Atres - 1850-1890 ios. Los célculos para 1864 s¢ hicieron en base a los planos de 1890 porque la escala del primero no permitia el célculo directo. En conse- Cuencia, los resultados para 1864 né son tan conflables como para 1890, aunque se han hecho con todo culdado. Es posible comparar estos datos con los obtenidos para 1836, aunque es necesario tener en cuenta que las estimaciones en ese caso son muy aproximativas y que el plano incluye no sélo la tierra en propiedad sino también la que estaba bajo el régimen de enfiteusis. Provincia de Buenos Aires: Registro Gréfico de las propledades rurales de la Provincia de Buenos Alres, construido por el Depto, Topografico y publicado con la autorizacién del Superior Gablemo de ia Provineta, 1864 y Registro Gréfio de 1800, Buenos Aes, La elaboracién de la Informacion catastral se encuentra en Hilda Sabato: op. eit. Cap. Il ‘51 se toma en cuenta la tierra que estaba distribuida en propledades de 10.000 ha, en el primer caso se tiene que para 1836, 18,56% de los duefios controlaba e! 62.84% de la terra, mientras para 1864 y 1890, las clfras son respectivamente 4,26% para 26.54% 1,37%6 para 17.2106 En el segundo caso (curvas il, Vy VI) para 1836, 19,30% de los propletarios controlaban el 56,48% de la tlerra mientras que para 1664, 7.10% poseian el 41,73% del total y para 1890, 5,59% controlaban el 36,55%. “1 Bstos calculos se han voleado en el Cuadro X, Apéndice Ill de Hilda Sabato: op. ett. ‘@ Este impulso de las clases propletarias urbanas de Buenos Aires hacia las areas rurales ha sido descripto entre otros, por Tullo Halperin Donghi en varios de sus trabajos y en particular en Revolucién y guerra. Formacién de una elite dirigente en la Argentina criolla, Buenos Aires, 1972. Para un estudio de caso sobre la trayectoria seguida por varias familias de la elite portefa, vease Diana Hernando: Casa y familia. Spatial Biographies in Nineteenth Century Buenos Atres. Tesis de doc- torado inédita, Univ. de California, Los Angeles, 1973. TL Los trabajadores “Nada tan triste como la vida que esa mi- seria representa.” (Emilio Dalreaux: Vida y costumbres en el Plata, 2 vols., Bs. As.. 1888. Vol. Il, pag. $12, refiriéndose a la vida de los pastores.) 1. El periodo posrevolucionarto Estancias extensas, habitantes dispersos, ganado semisal- vaje. tal era la ecuacién simplificada de la campafia de Buenos Aires antes te 1850. La ganaderia extensiva era la Gnica actividad productiva de significacion y el vasto territorio estaba apenas poblado por el hombre blanco. Pequefios pueblos diseminados a lo largo y a lo ancho de la provincia atendian a las necesidades comerciales locales y eran a veces eslabones en las rutas inter- provinciales o riberefias. Asi, San Nicolas y Zarate, como Lujan y Pilar, habian aleanzado una importancia relativa mayor ya desde la época colonial. La escasa actividad agricola existente se prac- ticaba en las estancias para el autoconsumo, o en las quintas y chacras situadas en la periferia de los pueblos. Pero esta produc- cién era de todas maneras insuficiente para cubrir la demanda interna, y productos tan basicos como la harina se importaban, Pero este cuadro no habria de permanecer estatico. La ex- pansién de la produccién -al mantenerse su escala extensiva— Tequeria de la ocupacién de nuevos territorios: se extendié la frontera hacia el sur y se incorporaron tlerras al uso productivo. Hombres y ganados comenzaron a fluir hacia las nuevas areas. Halperin ha descripto este movimiento hacia el sur sefialando que hubo una reorientacién de Ja poblacién hacia las zonas de frontera y una incorporacién masiva de inmigrantes provenientes de provincias del interior. La poblacion crecié rapidamente en esos territorios nuevos, pero lo hizo de manera mas lenta en los partidos de viejo asentamiento. La provincia, excluyendo su Servicio de Informacién Documental Dra. Liliana B. De Boshi Fac. Humanidades UNMOP 80 Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 capital, contaba con 177.060 habitantes en 1854, més del doble que en 1822, cuando se estimaron en 74.600. Es decir, la poblacién habia crecido a una tasa del 2,74% anual.? De acuerdo con las cifras del censo de 1854, las estancias de Ja provincia estaban en manos de un total de cerca de diez mil duefios y arrendatarios, mientras que el nimero de peones ascendia a algo mas de’ veinte mil.’ Qué caracteristicas tenia esta fuerza de trabajo? A pesar de que la historiografia argentina cuenta con mumeroses Uabajos dedicados a la primera mitad del siglo xix, muy pocos de ellos hacen referencia a la organizacién de las estancias en ese periodo o a las caracteristicas de la fuerza de trabajo que-empleaban. El gaucho ha sido protagonista de escri- tos y estudios de muy diverso tipo, desde las descripciones mas anecdéticas y las percepciones literarias de los observadores contemporaneos, hasta los intentes_mas recientes de estudiar el contexto social en que se desenvolvia el personaje.* Sin embargo, no se cuenta con un anilisis histérico acabado del papel dei gaucho en la estructura productiva de Buenos Aires a lo largo de los diferentes periodos en la historia rural de la provincia. Quienes han estudiado la ganaderia y la produccién agraria, por su parte. se han concentrado en sus aspectos mas globales, y pocos son los trabajos que han explorado el tema de la estancia ‘como empresa en la provincia de Buenos Aires posrevoluciona- nas La mano de obra asalariada predominaba en las estanclas ganaderas. Generalmente un mayordomo estaba a cargo de la organtzacién del trabajo dentro del establecimiento, y tenia sus capataces para controlar y dirigir las tareas que levaban a cabo los puesteros y peones. El trabajo cotidiano consistia en culdar de los ganados y arrearlos cada mafiana al rodeo: dos hombres bastaban para ocuparse de 1.500 animales, bajo la supervision de los capataces. Estos trabajadores, generalmente de tipo per- manente, vivian en la estancia y sesles pagaba un salario, parte en dinero y parte en especies, comida, “viclos” y vivienda. Ademas de este personal permanente, la estancia contrataba en distintas épocas del afio a trabajadores ocasionales para la realizacion de tareas especificas, como la marcacién o la doma. En general éstas exigian alguna calificacion y se pagaban mejor que las tareas rutinarias, dado cierto poder de negociacion de que ozaban los trabajadores de oficio ¢n la estacién en que se hacia sentir la escasez. de mano de obra.\A pesar de la simplicidad de este esquema organizativo, no se impuso sin dificultad y las transformaciones en la organizacién de la estancia vacuna posrevo- luctonarla constituyeron uno de los pilares sobre los que se Los trabajadores 81 orden en que se basaria el asenté el nuevo orden en la campani reciente poder de los hacendados.* La estancia ganadera no desaparecié en la segunda mitad del siglo 20x, aunque su importancia decliné en las areas de predo- minio del lanar y fue siendo relegada a las regiones fronterizas. La descripeién que de ella hace Latham, para 1867, muestra que mantenia las mismas caracteristicas que en la etapa rosista: “La disuibucién del campo de una estancla de ganado vacuno, ¢9 igual a la de una lanar: la casa de la estancla con corrales para caballos y vacas, y habitaclones en diferentes partes del terreno para los uesteros, de los cuales cada uno tiene sus rodeos de vacas y una ‘extension de campo sehalada para que pasten. Por cada cierto numero de puestos, hay un capataz, y para todos reunidos, un mayordomo |. En esas estancias es donde se encuentra el verdadero tipo del gaucho de las pampas (pues desde hace algiin tempo, este ente se halla muy rara vez en los distritos ovejeros)..” 2. La mano de obra en las estancias ovinas En la primera'mitad del siglo xix, la cria de ganado vacuno y caballar era la actividad principal de los pobladores de la ‘campafia de Buenos Aires, que se desemperiaban en ocupaciones que requerian destreza y habilidad, pero en un numero muy limitado de tareas. Sin embargo, la escasez de brazos fue una constante en esa etapa y se aplicaron formas diversas de coercion para asegurar el disciplinamiento de esa mano de obra y su canalizacion al mercado de trabajo. Se ha visto que comenzé a producirse hacia mediados de siglo un cambio en la estructura de produccién. Gradualmente se establecieron estancias nuevas enteramente dedicadas a la cria de ovejas, mientras que muchos viejos establecimientos también se volcaban a ella. Esta transfor- macién tuvo los siguientes efectos sobre la demanda de mano de obra: a) Gran expansién de demanda: La cria de ovejas, tal como ‘se organizé en la provinela, requeria mayor numero de brazos que la explotacién del vacuno, pero, ademés, lo que realmente afectd esa dimension fue el vertiginoso crecimiento del rebafio en pocos afios. Aunque la productividad de la mano de obra experiment6 un aumento, en especial luego de la adopcién generalizada del alambrado en la década del 70, puede estimarse que la demanda de brazos para el sector por lo menos se decuplicé en treinta afios (w. Cuadro Im). 82 Caplin | ge en Se ee eee b) Cambios en la calificacién: La produccién de lana exigia el ejercicio de oficios nuevos, el despliegue de habilidades y el cono- cimiento de técnicas hasta entonces casi desconocidas por el trabajador rural de la provincia, Aunque conservando sus viejas denominaciones, muchos de los personajes de la estancia ovina tendrian nuevas funciones. Del mayordomo al pe6n se asignaron tareas que debian ser aprendidas mientras la organizacién de los establecimientos se adaptaba rapidamente a los cambios en la produceién. En los peldafios mas altas del orden interno. los responsable de administrar estas estancias debian atender a los problemas que surgian de la mestizacién, supervisar la curacién y el bafio de los animales, organizar la esquila: en fin, debian ocu- parse de una serie de cuestiones muy diferentes a las que preocu- paban a los antiguos mayordomos. Descendiendo en la escala interna, para el puestero a cargo de mil quinientos a dos mil animales: “...Sus deberes son atender su rebafio dia y noche: evitar que se mezcle con otros rebafos de la misma estancia cuando no hay separacién entre los campos; mantenerlo libre de sarna y otras enfermedades contagiosas; alejar a los perros y cuidar que los animales no s¢ escapen del campo; en suma, hacer de pastor de sus ovejas. Todo esto lo hace a caballo...” De esta manera, aunque el tipo de trabajo que hacia el puestero de una estancia ovina era de naturaleza semejante al que realizaba el de un establecimiento vacuno, las tareas concre- tas que debia encarar cada uno requerian habilidades muy diferentes. Lo mismo ocurria con el peén, pues trabajos tales como la curacién de la sarna o la esquila eran desconocidos en la era del vacuno. ‘c) Cambios en el orden interno de Ja estancia: La organi- zacién interna de la estancia se hizo aun mas estricta que en el perfodo anterior. Era necesario cumplir con precisién el calen- dario de actividades, y los administradores debian tener absoluto control sobre las tareas que se realizaban en los distintos puestos asi como en la unidad central de la estancia. Pero ademas, era imprescindible que los puesteros se quedaran en sus lugares de trabajo de manera permanente. con grave perjuicio para la estan- cla si abandonaban su labor sin reemplazantes. ‘) Estacionalidad en la produccién y en la demanda de mano de obra: Mientras por un lado la cria de ovejas requeria un numero siempre creciente de trabajadores estables para realizar las tareas de rutina de las estancias, por el otro exigia anual- mente, en la temporada de la esquila octubre a principios de enero- un nimero mucho mayor de brazos que el que habitual- mente se empleaba en la actividad (véase mas adelante). Los trabajadores: = Pero ademas de emplear puesteros permanentes y esquila- dores estacionales, las estancias contrataban también a tra- bajadores ocasionales para la realizacién de tareas especificas ‘como reparar cercos, exterminar hormigas, arreglar techos y otras tareas de mantenimiento, asi como también para la castracion de los corderos y la doma de potros.” ‘Ante este contexto de expansién y transformacién de la de- manda, gde qué manera se resolvié el problema de la oferta de mano de obra? Para responder a esta pregunta ante todo se hara referencia a las caracteristicas de la poblacién en el periodo, para luego analizar cémo se conformé la oferta efectiva de fuerza de trabajo. 8. La estructura de la poblacién Un extenso territorio y, sin embargo, una poblacién relativa- mente pequena ha sido -y atin es~ un rasgo caracteristico de la Argentina. La provincia de Buenos Aires, si bien ha sido favore- cida por excelentes condiciones naturales y gcogréficas, ha gozado de la supremacia politica y econémica por largos periodos de su historia y ha atraido a masas de inmigrantes de todo el mundo, ‘comparte esa caracteristica, aunque en grado menor que otras regiones del pais. ‘A comienzos del siglo xvul, Azara estimé que la provincia -fuera de su capital- contaba solamente con unos treinta y dos mil habitantes, namero llamativamente pequefo aun teniendo en cuenta que el territorio bajo control provincial era cuatro o cinco veces més reducido que hoy. Hacla 1895, esa poblacién habia crecido casi treinta veces, hasta llegar a algo mas de noveclentos veinte mil que registra el censo de ese ao y, sin embargo, todavia estaba dispersa. En los puntos que siguen se sefalan algunos aspectos de los cambios experimentados por la poblactén de la provincia en el periodo estudiado, a partir de los datos que brindan los censos nacionales de 1869 y 1895 y los censos provinelales de 1854 y 1881.'° a) La poblacién total de la provincia creci6 sistematicamente a lo largo del siglo, su tasa de crecimiento comenzé a declinar hacia la década del 80. En la region norte del Salado, en la segunda mitad del siglo, la tasa de crecimiento fue variable y alcanzé su maximo entre 1869 y 1881, coincidiendo con el ultimo periodo de expansién ovina. Después de la declinacién de la década del 80, la tasa volvié a trepar entre 1890 y 1895, cuando 84 Capitalismo y ganaderia en Buenos Atres - 1850-1890 Ja inmigracién comenz6 a ser masiva a medida que la provincia se voleaba a la agricultura y a Ja ganaderia vacuna. ‘A medida que se ocupaban nuevas tlerras, la poblacion se expandia hacia los territorios recién Incorporados, y por lo tanto se observa que los partidos de frontera experimentaban un creci- miento mas rapido que los de asentamiento temprano. Asi Per- gamino y Rojas multiplicaron su poblacién por cinco entre 1854 y 1895, mientras que Monte, Ranchos o San Antonio de Areco, or ejemplo, no lleyaron a triplicarla en el mismo periodo. Pero las cifras absolutas pueden ser engafiosas, dado que el area de cada partido fue variando a medida que se redefinian sus limites fisicos, por lo que se han calculado las densidades para cada fecha (mapas 7 a 9). Los partidos de ocupacin temprana y que comenzaron a introducir la agricultura y la colonizacion crecleron a un ritmo acelerado: Lujan, Chivileoy, Mercedes, Pilar y San Vicente estaban entre los partidos de densidades mas altas a lo largo del periodo y muestran un mayor ritmo de crecimiento de esas densidades. En algunos casos, como los de Mercedes y Chivilcoy, y en otros como San Nicolas y Salto, los cambios en las densidades reflejan tanto un aumento de la poblacion rural como un crecimiento significative de los centros urbanos. Finalmente, se observa que aunque se produjo un incre- mento sostenido de la poblacién en el area considerada, su tasa de crecimiento fue menor que la de la provincia toda y cada vez representaba una proporcién menor del total. A medida que se tban abriendo territorios al sur del Salado, la poblacién tendia a ocupar esas nuevas tierras, de manera tal que mientras en 1854 el 58% de la poblacién de la campafaa vivia al norte del Salado, hacia 1895 esa proporcién habia descendido al 34%. ’b) Un factor muy importante de este crecimiento poblacional fue la inmigracién. En los partidos estudiados la proporcién de extranjeros sobre el total crecié significativamente a lo largo de la segunda mitad del siglo: del 6% que registraba el censo de 1854 se pas6 al 23% en el de 1881. Italianos y espafioles eran claramente predominantes, seguidos por los franceses y britani- cos, que mostraban una presencia cada vez menor a medida que avanzaba el periodo. ¢) A lo largo del periodo la poblacién rural tenia mas peso que la urbana, pero esta altima aumenté su importancia relativa, alcanzando el 36% del total en 1881, al norte del Salado. Surgie- ron nuevos pueblos mientras que algunos vielos se expandian, al converiirse en centros importantes para la provision de servicios para las areas rurales circundantes y puntos estratégicos en las redes comercial, financiera y de transportes que se fueron desa- CE (Cundro I, POBLACION DE LA PCIA. DE BUENOS AIRES (excluyendo Ia cludad de Buenos Aires) ‘TOTAL PROVINCIA (1797-1865) ¥ TREINTA PARTIDOS ‘AL NORTE DEL RIO SALADO (1836-1805) Total Anlo — poblacién 1797 92.168 : a 2,39 : 1836 80.729 47614 - 4,46 437 1864 177.060 102.855 3,96 3,08 1869 317.320 162.169 4,32 3,29 1881 526.581 239.259 4,20 162 1890 762.551 276.597 3,85 2.57 1805 921.168 314.090 Fuentes: 1797 y 1836: Ernesto Maeder: Evoluctén desde 1610 4 1809, Buenos Aveo 1968, page 92°98. 1854: Registro Esaclstco del Bstado de Buenos Atres, 2° semestre 1854, 1868: Primer Genso de la Replica Argentine, Buenos Aire, 1873. 7 la Provinclade Buenos Atres, Demografico, Agricola, Comercial, Industrial, Buenos Aires, 1883. 1800: Censo Generalde ia rovineli de Buenoe Atres, 1890, Buenos Atres, 1895: Segundo Censo de la Repiblica Argentina, Buenos Aires, 1898. 86 Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 rrollando a medida que se expandia la produccién. Chivilcoy, Chacabuco y Suipacha, por ejemplo, estén entre las cabeceras de partido creadas en este periodo (en 1854, 1865 y 1879 respect!- vamente) junto con otros pueblos secundarios que comenzaron a surgir en un paisaje hasta entonces de horizontes sin campana- ios ni cipulas. ¢) El Grafico 4 muestra la composicién de la poblacién por sexo y grupos de edad al norte del Salado. Los efectos de la inmigracién aparecen con toda claridad: una proporeién cada vez mayor de hombres en edades activas y un creciente indice de masculinidad. ) Se consideré la estructura ocupacional para toda la cam- pafia, pues se carece de datos desagregados por partido. El Cuadro II muestra que la poblactén potencialmente activa crecié de manera sistematica durante todo el periodo considerado, mientras que la poblacién econémicamente activa (aquella que aparece con ocupacién en el censo) alcanz6 sus picos mas bajos en 1854 y 1881, afios que registran una tasa refinada de activi- dad del 47% y del 58% respectivamente."! La alta proporcién de personas en edades aclivas que no aparece registrada con ocu. pacion en los censos probablemente refleje mas las deficiencias de la forma en que se recogieron los datos que una fluctuacién real en el niimero de ocupados. Mas atin, estas cifras no permiten estimar el trabajo familiar, que se registra con frecuencia en las reas rurales donde, muchas veces, el hombre de la casa aparece censado como pastor o agricultor, mientras su esposa € hijos figuran sin ocupacién alguna, aunque en realidad ellos realicen una parte importante de la labor por Ja cual el hombre recibe aga o reconocimiento (véase punto 5.3). ‘GRAFICO 4 Provincia de Busnos Aires - Norte del Rio Salado ‘fogo-ta0i y 100% estructura de a poblacion por sexoe y grupos de edad he a "0 v 4M 16-49 "6-15 30 20 10 fo 20 30 % +50 v mu” 6-49 6-15 0-8 30 20 10 10 20 20 % 1895 — Baad +50 v mM 16-49 ~ 6s 0-8 30 20 10 10 20 30% Los trabajadores 89 Datos para el Grafico 4 % del total Mujeres B+5% ° 6 15 Te Reo Fuent 1809: Primer Censo de la Repiblica Argentina, Buenos Alres, 1872. 1881: Censo General de la Provincia de Buenos Aires: Demogréfico, Agrt- cola,Comercial, Industrial, Buenos Aires, 1883. 1895: Segundo Censo de la Reptblica Argentina, Buenos Aires, 1898. "9681 4 1991 “69R1 “¥SRT ereK | o:pens amb tery SR (soue 91 2p ‘sazoeus soj sopoy) eanoe auaUTesUaIod UoIDEIgod wap soANOY ou & soanov ou uSoAredY anb So| 9p [OI OpuNNEAL audKHo}dNS Lupjoedn2o urs so 2p oxsuinu [2 opensqeo ey 28 G9RT A PSE ert ‘(L@8T 9p osu29]> UD UpEdnoO UIs Kug>ednIO UOD UOPE|God Y|JeUIS 9p a8uns anb v| & s9peps 2p wmarinso 9p Sarpend soj w epersBau sour S| 9p soAWU jeI0) WOPDEIGOd vf 9p BAYH | aNUD HpUEdS.DsIP ye eXey anbune) sores soisud sop so ered somuao soapsadsax sof ap SEIJI Se] OPINIUT Uey I= —¥PIDOURIKIP UOFDENID "uD aspeno 2}89 U9 “epuanaasueD Ug “uppedno Uensfiar ou sauD!Nb 9p aISUINU [> opeUINSSqNs BY PNP UIE FSET 9p > A ovep ap ‘3159 982 Ot 6981 2p 9649 p Orad ‘opIIoUEDSap Un}Safaud O-UeRSafeud ins ap mucHayED Eun UKIIUT EBT A TORT 2P BOI 71 (P) ‘pepaniios & sepwunre sezrory 6yj u2 sopednse owioo erify sou v aKnjIXH (E) "on20 ou upaeigod ap wioBlore> e| UD kopinjauT tepanb sauejredn20 eeas9 2 uweyodurosop 2s sousmnb “squsweoRDaY “(29 ‘sefuout “satrEPpNyso ‘SeaSTUDH) eoRUOUODD PEPIARDE wy Uo UOPedpRed ued ou an satiojoednoo seionbe 2p ugjadaa% Uod ‘sost29 $0] uD Uoppedn20 a9 aoarede anb wy ea. spuaUDIRUDUODD UP IP|GOd CuO) CUO 3 (2) ‘PepO ap ayy BOPUSE ou “ye81 9p fepursosd osuso 78 ones Ua “soe PI 9p soKEU UOFSEIGod w]e STUOUIHOS EIOKRIDUT JS CtuOD G9BT OP UOTEULEGUT He aqusareapsodsonat aiaqai a8 g68T 2p osU39 [9 aiad ‘ourse ayy euoPUDW ou E9BI 2p osu3> Ta (G6RT ETed HI A TeRl ered soue ST) pepe muni ap soKeur ueronigod ww ayuouIOS UDKnIDU SEBT £ TBI 9P SOSUaD soy UD E>edno0 LePDEIGod we SopHDFas saupEND $o7 (1) "SE10N, 01 LeL'e9s 001 SPELIE oO soeest 001 zeoeet vauov NOIDVIdOd TVLOL a woz oorter 9 yoszs os zoe (#) var20noosaa No‘DvEndO "I 1 pee - 98 - a ue SOueA ey se z9veet ze eevz9 oe steer 6 ETEOZ —_souoad “sorapeUsOR “zy e srror z see z owe vy eee sepeojdurg "Ty 68 Loser 6c cosor ee BIgTS 09 L001€ ‘ums ns“ ot escze. 8 ocest et 999 ‘on SQUIOP OFDIAIDS 'S'S zits z ose. 1 ort ‘sojayo & sour ‘sosojssjoud "v'e © ost twee eter seropeojuniH00 Aoyodsuesy “ee z e902 z seve Leet 1 192 {6} owzaiqoo ze 2 eee < vostr Ss Bee ORT SezueUY KoprsMIOD “TE eo eee Te 1918 we oewle S$ 1688e ‘wpa UPA remnjoejniieas £ Buesa Te zt teste 1 s900e b1 Z6621 Ss ust PROPUNDIS UDR "E 1 ssvt estes 1 6st preupid eures ost “Et et yest 6 acest 8 6ieor 1 yrs emaOHBY Cl © Ges 0 en @ wen sopezsioods> qed: @ ever) tu @ (essen sopepuaoey & sarorouereg- ot scs'se zt Leste st zse07 6st 98s6 suopeuwo 11 ve L9% 6 osees pe seeze oc ozost ‘oprminad our t 19 001 cower LS OL OBSTET IZ OOr ERE PET Ih OL S2zI9 (@vauov ‘ALNGNVOINONODE NOIOV 60d roo | vad wm | vad nos | va ra! vad wp%| 2%] aw | pew |ar% | w | vp%ler%| an | pal apm] ow sounzodhoo ‘S081 Tae coat a (@ seer “Test ‘est ‘past SMUIV SONNE Ad “VIOd VI Ad NOIOVIGOd VI Jd TVNOIOVANDO VANLONULSA “I oHPEND 2 Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 Alo largo de la segunda mitad del siglo xix las ocupaciones relacionadas con actividades rurales cubrian entre un 23 y un 29% de la poblacién activa. El resto de las ocupaciones mantuvo una presencia mas o menos constante en los tres censos -ex- cluyendo las cifras muy poco confiables de 1854-. El grapo mas numeroso de la clasificacién son los jornaleros, definidos en los censos como “personal de fatiga que no tiene trabajo fijo”. y comprende sobre todo a los peones rurales, engrosanda por la tanto el porcentaje de trabajadores ocupados en el sector agrope- cuario, Como se vera mas adelante, estos peones integraban una parte importante de la fuerza de trabajo empleada por las estan- clas para desempefiarse ocasional o estaclonalmente en tareas temporarias. Es dificil analizar con mayor detenimiento la evolucién su- frida por las ocupaciones rurales entre 1854 y 1895 debido a la falta de homogeneidad en las categorias usadas por los distintos censos. Para poder comparar los datos es necesario agrupar las ‘ocupaciones en tres grandes bloques involucrados en la agricul- (ura de manera mas 0 menos permanente ~ya fucran duchos de una chacra, arrendatarios, medieros o trabajadores a sueldo-, los que se dedicaban a la ganaderia -como estancieros, arrendata- rios, aparceros, puesteros pastores-, y los jornaleros que, si bien en su mayoria se desempefiaban en los establecimientos rurales, también eran empleados en los caminos -carretas, arreos, etc. y en los pueblos como peones de diversas ac- tividades. Observando la evolucién de estos tres grupos a lo largo de las cuatro décadas consideradas, se ve que la proporcién de jornaleros permanece mas 0 menos constante, mientras que los anaderos crecieron relativamente hasta 1881. pero a partir de ese ano perdieron terreno frente a los agricultores. Esta descripcién cuantitativa de la estructura demografica de la provincia brinda un marco para analizar el tema de la mano de obra involucrada en la cria de ovinos, pero a la vez dice muy poco acerca de la conformacién de una oferta efectiva de fuerza de trabajo que se emplearia en ese sector. 4, La oferta de mano de obra La poblacién crecia de manera sistematica y se distribuia por la campatia, y sin embargo, en las primeras décadas de expan- sion, la tradicional escasez de brazos no parece sino agravarse. No era pues, tinicamente, que la poblacién fuera pequefia, sino que una parte no desdefiable de asalariados potenciales conti- Los trabajadores 93 nuaba gozando de formas alternativas de subsistencia que no hhacian necesaria su participacién en el mercado de trabajo, su conchabo permanente." Una poblacién dispersa, enormes exten- siones de tierra y rebafios de animales semisaivajes sin duefto efectivo, y la presencia de una frontera abierta, imprimian a la fuerza de trabajo potencial un cardcter muy andrquico. “Los vagos, plaga innata de los paises ricos y fertles como el ‘nuestro... pueblan la campafa...pero (el mal)... no se extingulra de raiz hasta tanto que la chilizacién degrade al chiripa y el fujo de la emigracion coarte Jos medios de vivir sin trabajar." Es que para el poblador rural no era necesario trabajar en forma permanente y entonces recurria sélo ocasionalmente a ofrecer su fuerza de trabajo a cambio de un salario, ~...(E)s hombre de pocas necesidades, dice Marmier, y se contenta con los escasos recursos que pose. con los pesos que gana como peén y zanjeador...”.'* Este hombre no es, sin embargo, un campesino, inscripto en una: economia natural 0 de autoconsumo. *..(Clomo carneador de ganado robado, como Jadrén vinculado con Indios 0 con otros hacendados, como cazador de bichos (desde nutrias hasta avestruces y zorros) que no desdeha cazar vacas y robar caballos cuando la ocasién se presenta...""> era la posibilidad de establecer contactos directos con los circui- tos comerciales existentes vendiendo a ellos los productos de su propia cosecha lo que daba a esos hombres el acceso al dinero necesario para participar de la economia de mercado. Esta situacion alectaba la oferta efectiva de mano de obra de manera imprevisible o al menos de un modo relativamente inde- pendiente de las varlaciones de la demanda y se habia traducido siempre en una cronica escasez de mano de obra. Pero en la etapa de expansién sin precedentes inaugurada con la exitosa in: corporacién de la provincia como productora de lanas para el mercado mundial el problema se hizo cada vez mas grave. Ante este panorama, la creacién de una oferta estable y dis- ciplinada de fuerza de trabajo que atendiera a la demanda de esa economia en extraordinaria expansién constituyé un aspecto central del proceso de formacién del mercado de trabajo en esta etapa. Para construtr esa oferta se cont6 en Buenos Aires con dos recursos fundamentales. En primer lugar, con la fuerza de trabajo provista por aquellos trabajadores locales que hasta entonces habian sido asalariados ocasionales, pues concurrian al mercado o4 Capitalismo y ganaderia en Buenos Ares - 1850-1890 esporddicamente a emplearse por un salario en tanto contaban con medios alternativos de subsistencia. En segundo término, fue decisiva la incorporacion de fuerza de trabajo provista por la inmigracién, 1o que constituy6 en el mediano plazo el principal mecanismo de ampliacién de la oferta de mano de obra.'* 4.1. Vagos y malentretenidos EI disciplinamtento laboral y social de la poblacién de la campajia fue una de las principaies preocupaciones de las clases propletarias y del Estado de Buenos Aires ya desde las primeras décadas del siglo xix Para los estancieros el problema era miltiple. En primer lugar, en una regién con una poblacién local relativamente pequenta y con una economia en expansién, se agudizaba la escasez de mano de obra en la medida en que los trabajadores potenciales podian encontrar formas de subsistencia alternativas al empleo asalariado, No era solamente una cuestién de con- seguir peones para un trabajo sino sobre todo de mantenerlos, es decir de evitar que abandonaran la tarea antes de terminarla 0 dejaran la estancia en cualquier momento. Los estancieros se quejaban de “...Jas deserciones que hacen los peones por uno, dos 0 mas dias del trabajo que les esta encomendado..."” y del *,.recuente abandono que los peones hacen de los patrones”.’* Para atraerlos, muchas veces los estancieros adelantaban dinero a los trabajadores, y cuando el gobierno intenté prohibir esa Practica las quejas de los patrones fueron elocuentes: “Bo inditil reetringir o prohibir los adelantos que quieran hacer los patrones a los peones; la escasez de brazos obliga a ello, atin con el Tiesgo bien comiin de perderlas", argumentaba Patricio Lynch'®, mientras Agustin Sousa insistia: “Hay hoy principalmente tanta necesidad de brazos que no so- amente nos obliga a hacer antlcipos, sino Irlos a buscar a las otras provincias con grandes sacrificios” y Jultan Linch era claro: “Mientras haya la escasez de brazos que hoy tenemos en nuestra campafia no han de altar patrones que adelanten asus peones ai con todas las posibilidades de perder el no tendra peones.’ linero antcipado y el que no lo haga Los trabajadores 95 El adelanto era un incentivo que se offecia para atraer a la mano de obra, mas que una forma de obligarla por endeuda- miento En segundo lugar, las practicas habituales de ocupar tlerras sin duefio aparente o de robar y matar ganado para el uso Personal o la venta, constituian una violacién de la propiedad Privada, celosamente custodiada en tanto su dificultosa impos!- ion se habia convertido en uno de los pilares de la construccion del capitalismo rural argentino. Mas atin, a medida que esa propiedad se valorizaba con la expansién, la pérdida de una tropilla de caballos, del cuero de alguna vaca o potrillo, o de la lana de un rebafio de ovejas, se convertia en una’ pérdida monetaria no insignificante que habia que tratar de evitar. Frente a estos problemas, las propuestas de los estancieros fueron claras y en general coincidentes. En las consultas reall- zadas en 1856 y 1863 entre propietarios de la provincia de Buenos Aires con el fin de recabar opiniones para la redaccién del Cédigo Rural, éstos reclamaban que se tomaran medidas para disciplinary controlar a la poblacién rural. Las sugerencias al respecto son basicamente de dos tipos. las que se refleren a formas de coartar los medios de subsistencia altenativa al trabajo asalariado para la poblacidn rural, y las que proponen medidas concretas de control y represién sobre esa poblacién, Entre las primeras, se insiste en la necesidad de limitar la instalacién en el campo de personas que: “in tener medios de subsistencia, es decir ni hacienda ni propiedad raiz que le produzca renta alguna; pero que debido a la indolencia de un dueho de terras ... les permiten éstos que en sus lindes formen un Pequefo rancho, donde se acomodan con mas o menos familia, per- manecer sin quizas trabajar tres meses al afio, cuyo producto no ies es suflciente para sus primeros gastos, permanecen afios y aflos, aunque la opinién fundada de sus convecinos es que se mantienen regularmente de hurtos. tow Pat e908 © propone el traslado ala frontera o a los pue- os. Es general la condena a las tiendas volantes que “no deben ser permitidas pues son generalmente compradoras de articulos robados...” y a las pulperias que “...son la peste mas grande que uene el pais™.* También se sugtere la probuibieiOn de la caza de avestruces y la explotacién de juncales, pajonales, montes de leia y aun la recoleccién de osamentas en tierras ajenas pues estos recursos "...pertenecen como los pastos, al dueno del cam- 96 Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 po... quien “como tal puede explotarlos como le convenga. Se denuncia fuertemente el abigeato y se proponen diversas medidas para reprimirlo, incluyendo desde el control de troperos para evitar que compren caballos robados hasta la prohibicion del uso de la bota de potro, calzado habitual de la campafia. En cuanto a las medidas de control y represién que los estancieros sugieren en sus comentarios, se destacan la impos!- ion de la papeleta de conchabo y del pasaporte y la introduccion de reformas para hacer mas efectivo el poder de las fuerzas del orden en la campafia. No hay acuerdo en cambio con respecto al sistema de levas y, si bien algunos eran partidarios de enviar a los vagos y malentretenidos a las filas del efército, otros en cambio sostenian que las levas eran perjudiciales y que los contraven- tores de la ley debian ser asignados a trabajos forzados. En este punto, las demandas de los estancieros se entroncaban direc- tamente con las necesidades del Estado. Para cl Estado, aunque comprometido con el proyecto de expansién ganadera, no se trataba solamente de apoyar esas demandas sino también de ejercer el control social sobre la po- Dlacién de su territorio. La imposicién de la ley y el orden se convirtié asi en un objetivo central de las administraciones rovinciales posrosistas, que fueron perfeccionando la legislacion que ya Rosas habia ensayado en conjuncién con otros métodos mas directos para domesticar la campafia, Por su parte, para los clencos gobernantes 0 para quienes aspiraban a serlo, esa legis- lacién y sus mecanismos de aplicacién fueron también medios de controi politico bastante directos y desembozados. Pero el orden que se queria imponer resultaba decisivo cuando se trataba de organizar el efército de Buenos Aires, Desde los dias de la Revolucion, la amenaza indigena, los conflictos interprovinciales y las guerras internacionales habian obligado a mantener un efército casi permanente, cuyos miembros Se re- clutaban en gran parte entre la poblacion rural. Miles de hombres adultos eran reclutados afo a afio obligatoriamente ¢ incorpora- dos a las filas militares. Estas levas afectaban entonces a quienes. por otra parte eran trabajadores potenciales en la campaiia: en las estancias, en las carretas, en los mercados. ‘Astesano y Halperin han sefialado la contradiccién existente cn una Arca de escasa poblacién relativa entre las necesidades de mano de obra que plantea la economia rural en expansion y los, requerimientos de hombres para el ejército, contradiccién que encontré una solucién parcial en la legislacion sobre vagos y Los trabajadores 97 malentretenidos.” Esta buscé a la vez disciplinar a la mano de obra y proveer de hombres al ejército: amedrentando al trabajador y castigando al marginal se conseguia el doble propésito. Asi, se definia como vago, pasible de ser arrestado y enviado por varios afios a servir al ejército, a quien carecia de propiedades 0 de un trabajo estable. Combinada con las disposiciones que exigian papeletas de conchabo (certificados de empleo) y pasaportes para trasladarse aun dentro de la provincia, esta legislacion fue la base sobre la que se erigieron 10s mecanismos de control social y laboral de la poblacién bonaerense. Estas medidas generales se completaban con otras mas especificas, como el control de co- merciantes y saladeristas para evitar la compra de ganado, lana 0 cueros robados: la restriccién al derecho de caza: la persecuctén efectiva de peones “huidos” de casa de sus patrones con sueldo adelantado. Son conocidos los hitos principales en esta legislacién; se mencionaran brevemente, El Bando Oliden de 1815 definia a las personas que no tenian “propiedad legitima” como pertenecientes a la clase de sirvientes, con la obligacién de tener un empleo y llevar siempre consigo la papeleta firmada por su empleador y por el Juez de Paz, renovada trimestralmente. Si carecia de ese certificado se lo clasificaba como vago y se lo enviaba al elército or cinco anos. En las décadas del 20 y del 30 se contintia legislando cn esa direccién y 1a administracién de Rosas se caracteriza por una efectiva aplicacién de esas medidas. La opcién era el trabajo asalariado o el frente, y en la mayor parte de los casos la decision ni siquiera estaba en manos del trabajador potencial sino en la de estancieros y Jueces de paz, que podian acusarlo en cualquier momento de vagancia y mandarlo a servir en el ejército por varios afios. Estas medidas arbitrartas se agravaban cuando el goblerno daba érdenes de reclutar a un determinado numero de soldados para una campafia especifica. En ese caso, el comandante tenia atribuciones para elegir a los candidatos y para determinar qué estancieros serian los perjudicados reclutandose sus peones. Por otra parte, durante estas décadas, el pasaporte era un documento indispensable para moverse de un partido a otro. trasladarse a la ciudad. Con la caida de Rosas en 1852 se produce un corto intervalo con la abolicin temporaria de ese Tequisito, que Urquiza vuelve a implantar pocos meses mas tarde. Las nuevas autoridades también insisten en el rechita- miento de vagos y malentretenidos. Se aprueban nuevas disposi- clones en 1853, 1855 y 1858, hasta que se dicta finalmente el Cédigo Rural, regulando los derechos de propiedad, la relacién 98 Capitalismo y ganaderta en Buenos Atres - 1850-1890 entre terratenientes, 1a organizacién de la policia rural y la vinculacién entre empleador y trabajador. definiendo los derechos y obligaciones del patrén y pedn. Entre otras disposiciones atinentes a las relaciones de irabajo se establece que el peén debe conchabarse por medio de un contrato, que sera extendido por el Juez de Paz. Exige que todo pedn enviado fuera del partido donde reside debe llevar un certificado del patrén. Establece ademas una serie de requisitos atinentes al control del comercio y acarreo de ganados, para evitar los robos y las ventas clandestinas. Restringe también el derecho de caza y prohibe juegos de azar y la portacién de armas blancas. Define como vago a “todo aquel que careciendo de domicilio fo y de medios conocidos de subsistencia perjudique a la moral por su mala conducta y viclos habituales”. Como castigo, un Juri de vecinos podia destinarlo al servicio de las armas por tres afios 0 a trabajos publicos por uno. St bien toda esta legislacién respondia tanto a los intereses del aparato productivo como a las necesidades del Estado, su aplicacién no se llev6 a cabo sin tensiones. Mas atin, a medida que la estructura productiva de la campaiia se hacia’ mas com- pleja y se abria una brecha cada vez mayor entre aquellas Tegiones mas organizadas de la provincia y aquellas que todavia estaban en la zona fronteriza, los conflictos en torno al tema se agudizaron. Ya hacia fines de la década de 1850 tuvieron lugar dis- cusiones interesantes acerca de la mejor manera de atraer a la mano de obra al trabajo en las estancias, incluyendo la opinion de quienes afirmaban que las leyes sobre vagancia no hacian sino agravar el problema, incitando a los potenciales trabajadores a huir de la provincia por temor a la leva. Mas adelante. las voces de protesta se hicieron sentir con mas fuerza condenando la arbitrariedad de las levas, sugiriendo métodos mas Justos de reclutamiento, denunciando las miserias de la vida en él frente y Jas injusticias que suftian gauchos y trabajadores rurales.%? Las quejas también surgian de los mismos estancieros, cuando las, levas los afectaban directamente levandose sus peones y ya no solamente para extender o defender la frontera inmediata, sino para engrosar las filas del ejército en areas lejanas como el Paraguay o Entre Rios. Ese sistema que habia funcionado con relativa efectividad hacta mediados de siglo comenzaba a traer demasiados incon- venientes, y los mismos que lo defendian y exigian su efect!- vizacion, muchas veces marcaban también sus contradicciones y los problemas que de él se derivaban a medida que cambiaba la Los trabajadores 99 estructura socioeconémica de la campafia. Asi por ejemplo, si tun lado era importante evltar que el pedn abantdonsea te trabajo en cualquier momento, para lo cual las disposiciones sobre papeleta de conchabo y pasaporte resultaban medidas apropla- das, por otro lado la ‘misma dinamica de la economia lanera requeria de mano de obra estacional y ocasional, y por lo tanto se beneficiaba contando con trabajadores que pudieran trasladarse adonde eran necesarios en cada momento, y en ese sentido el pasaporte se vouvertia en una lmitacion a’la bre movilidad de Ja mano de obra. Pero no sélo la letra de la legislacion resultaba conflictiva, sino que los mecanismos a través de los cuales se hacia efectiva traian a su vez problemas de jurisdiccién y de poder a nivel local. La relacién entre Comisarios, Jueces de Paz, Comandantes y propietarios no siempre era arménica; las dispu- tas se multiplicaban y los intereses personales provocaban choques y desavenencias. Hacia la década de 1870 la critica al personaje del Juez de Paz fue cast una moda, aunque su eficacia hasta entonces habia sido beneficiosa para muchos. Poco a poco y a medida que se hacian casi innecesarias 0 aun engorrosas, algunas disposiciones fueron desapareciendo. En 1870 se reformé el Cédigo Rural para suprimir los articulos Teferidos a “vagos”, y en 1873 se abolié el requisito del pasaporte para trasladarse por la provincia. Pero habria que esperar hasta fines de la década del 80 para que el reclutamiento anterior de soldados fuese reemplazado por un sistema de sorteos, en un efército que ya cumplia otras funciones. 4.2. Los inmigrantes Hacia fines de la década de 1840 comenzaron a legar al Rio de la Plata inmigrantes irlandeses, escoceses y vascos, atraidos Por una tierra que les ofrecia un destino a la vez incierto y Promisorio, Llegaron al lugar en el momento preciso en que la cria de ovejas en expansién encontré en ellos la mano de obra confiable y bien dispuesta que necesitaba. Extranjeros como Sheridan, Harrat, Hannah y Stegmann fueron quienes se interesaron en primer lugar por desarrollar la cria de ovejas en la provincia, seguidos mas tarde por gran parte de los ganaderos locales, asi como por inversores nuevos en el Ambit rural, Desde el comienzo, estos estancieros de origen europeo emplearon inmigrantes como administradores y mayor- domos y también mostraron una preferencia clara por los pasto- Tes extranjeros. Los trlandeses, escoceses y vascos recién legados 100 Capttalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 pronto demostraron ser la mano de obra {deal para desempefiarse en la ganaderia lanar. Algunos de clos eran relativamente califi- cados. pero aun cuando no lo eran, rapidamente adquirian las habilidades necesarias para llevar adelante todo tipo de trabajos, pues, como inmigrantes que buscaban progresar social y econémicamente, estaban dispuestos a realizar cualquier esfuer- 20 que los encarrilara por el camino del éxito. Ademas, muchos de cilos provenian de regiones campesinas y por lo tanto estaban acostumbrados al trabajo familiar que, como se vera mas ade- ante, resultaria muy cliciente en el contexto de las estancias ovinas. Por su parte, cuando estos inmigrantes eran de la misma nacionalidad que sus patrones, como ocurria en el caso de muchos irlandeses y escoceses. Surgian con frecuencia vinculos personales entre trabajadores y patron, reforzados por lazos Teligiosos y culturales. Finalmente, como extranjeros. estos tra- bajadores estaban eximidos de las levas. tan frecuentes en este periodo y, por lo tanto, los estancteros que los empleaban po estar seguros de no perder a sus peones en las épocas de Teclutamiento.” Ya en 1848 MacCann observaba: “Las orillas del rio, en las proximidades de Chascomiis, se hallan densamente pobladas por s~ibditos britanicos, principalmente irlande- ses, que se dedican a la cria de ovejas."* Una década mas tarde, Chaubet sefialaba: “Los irlandeses conforman las tres cuartas partes de la inmigracion Inglesa ... la mayor parte de ellos se convierten en pastores de ovejas" y Hournon apuntaba: “Han sido sobre todo los vascos y bearneses quienes han ido a representar a Francia en el Rio de la Plata. Los estancleros los solicitan, los buscan, hasta los prefleren a los gauchos..."** Para 1866 decia un informe publicado en los Parliamentary Papers: “La poblacién britanica en la Argentina se calcula en 32.000 personas, de los cuales 28.000 son Irlandeses, que forman unas cinco fail familias, y residen en su mayor parte en el campo, donde se ocupan de tareas rurales y el culdado de las ovejas."» ‘Aun en las décadas de 1880 y 1890 los irlandeses y vascos eran mencionados como los mas exitosos en la cria de ovejas: Los trabajadores 101 “Los vascos, del sur de Francia y de Espana, son especialmente bienvenidos aqui... Frecuentemente llegan con sus familias y por regla general se ocupan principalmente en la agricultura y en las estancias, donde se crian ovinos y vacunos... Entre los inmigrantes mas exitosos si no los mas exitosos teniendo en cuenta su nimero- encontramos a los irlandeses... generalmente llegaban con escaso o ningun capital y se ponian a trabajar y a ahorrar como pastores."* Finalmente, en 1892, un informe comparaba asi a la mano de obra argentina e inmigrante: “La mano de obra extranjera compte favorablemente con la natlva pues, en general, la dltima es de inferior calidad y consiste princt: palmente en mano de obra sin calificacion alguna, (..) La mano de obra nativa y la extranjera siguen caminos distintos. En general, puede decirse que entre las clases més bajas... la cria de vacunos... esta casi exclusivamente en manos de natives. La cria de ovejas en cambio, con frecuencia emplea extranjeros y los irlandeses y escoceses se destacan ‘en este rubro..."° Los censos consignan el niimero de extranjeros asentados en los partidos ubicados al norte del Rio Salado, pero no se puede conocer su distribucién ocupacional ni su lugar de residencia (urbana o rural). Ademés, es dificil estimar su peso real en relacién al total de la poblacién de cada partido, pues los hijos de inmigrantes nacidos en la Argentina son clasificados como nati- vos, aunque de hecho compartian muchas de las pautas sociales y culturales de sus padres. En esta regién predominaban los inmigrantes itallanos y es- pafioles, pero los observadores de la época coinciden en sehalar que estos grupos estaban masivamente dedicados a las ac- tividades agricolas o al comercio, Los franceses, por su parte, se ocupaban en los oficios urbanos de tipo artesanal, mientras que Jos vascos trabajaban en saladeros, hornos de ladrillo, tambos y en la cria desovejas. Los alemanes y suizos se concentraron en algunas colonias y en pequefios pueblos de la campafia. Eran pues los irlandeses y escoceses, ademas de los vascos, los que se inclinaban por la cria de ovinos. Los datos parecen confirmar esta impresién: los partidos ubicados al norte del Rio Salado -los mas pastoriles- muestran una proporcién mayor de inmigrantes britani- cos que la que aparece para el total de la provincia, mientras que ocurre Io cantraria en el caso de los demas inmigrantes.>° 2Cémo se atraia a los inmigrantes hacia la cria de ovejas? Las propuestas oficiales para atraer inmigracién a la provincia y para colonizar sus tierras comenzaron a formularse muy temi- 102, Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 prano en la historia de Buenos Aires después de la Independen- cia, y fueron tema obligado de cast todos los gobiernos. Ministros argentinos y enviados especiales ante los goblernos de Europa no cesaban de pregonar las ventajas que este pais podia ofrecer a los inmigrantes extranjeros, pero en realidad se tomaron pocas medidas para promover el traslado de inmigrantes bajo proteccion oficial, y la mayor parte de ellas terminé en el fracaso.”” En consecuen- cia, la inmigracién temprana, la que legé al Plata en los afios de expansion del ovino, fue en’ general de cardcter espontaneo, y resultaba basicamente de los contactos personales que se esta- blecian entre los futuros migrantes y quienes residian en la regién. En el caso de los inmigrantes irlandeses y escoceses, el establecimfento temprano de una comunidad activa y organizada en la Argentina parece haber resultado un nexo eficaz entre los recién Hegados y la sociedad a la que esperaban incorporarse. Personalidades influyentes, como el caso del Padre Fahy entre los irlandeses, contribuyeron de manera decisiva a atraer pobladores desde su tierra natal.°° ‘Se argumentaba siempre que Buenos Aires gozaba de buen clima y de una atmosfera saludable, que su gente era afable y bien predispuesta hacia los extranjeros, que la tierra era fértil,que regian las libertades civiles y religiosas... Claro que habia op!- niones en contrario y mas de un informe oficial en Gran Bretana, Francia y los EE.UU. se escribia para desalentar a quienes pudieran haberse tentado con el Rio de la Plata..° Pero quienes fi- nalmente llegaban a Buenos Aires y decidian probar suerte en la cria de ovinos en expansién muy pronto encontraron un argu- mento decisivo: los altos salarios que se pagaban a los tra- bajadores extranjeros que se establecian en ese rubro, particu- larmente durante las primeras dos y hasta tres décadas de expansién (véase mas adelante). Pero los extranjeros no eran la tanica mano de obra empleada en la cria de ovejas, y aunque los estancieros prefirieran a los Irlandeses, escoceses 0 vascos para culdar de sus rebafios y ad- ministrar sus establecimientos, la mayor parte de los peones y puesteros eran, sin embargo, argentinos. Se ha visto ya cémo se canaliz6 esa mano de obra hacia el mercado de trabajo. Con el aporte de inmigrantes y trabajadores locales se constituy asi una oferta estable y disciplinada de fuerza de trabajo que atendié a la demanda creciente pero fluctuante del sector lanar en expansién. En qué condiciones tenia lugar el empleo efectivo de esa mano de obra es el tema que se tratara a continuacién. Los trabajadores 103 5. Formas de contratacién de la mano de obra El trabajo asalariado predominaba en la provincia de Buenos Aires, aunque se presentaba bajo distintas variantes y coexistia con otras formas de relacién entre capital y trabajo. Los vinculos que se establecen entre empleador y empleado s6lo pueden comprenderse en el contexto del sistema de relaciones sociales de que forman parte. de manera que en este capitulo sélo podra brindarse un panorama parcial de las condiciones a que estaba sujeta la fuerza de trabajo. Los capitulos siguientes que aten- deran a los procesos de produccién, circulacién y acumulacién de capital sin duda permitiran enriquecer esta descripcién, aunque un estudio completo sobre las clases sociales rurales de Buenos Atres esta fuera de los aleances de este trabajo. Desde el punto de vista de las formas de generacién y dis- tribucién del excedente pueden detectarse tres tipos de vincula- clon entre capital y trabajo en la actividad pastoril: el trabajo asalartado propiamente dicho. la aparceria y el trabajo familiar. 5.1. Trabajo asalariado La forma mas difundida para el empleo de mano de obra era €l trabajo asalariado, a través del cual un trabajador era contra- tado por un patrén para realizar una tarea, temporaria o perma- nente, por la que se le pagaba un salario, parte en dinero y parte en especie, consistente basicamente en comida y techo durante el periodo de duracién del conchabo. Distintos tipos de trabajadores se empleaban bajo este sistema en la estancia ovina, desde los Peones menos calificados hasta capataces y mayordomos. El peén era contratado por estancieros y farmers para llevar adelante diversas tareas. El Cédigo Rural de 1865" lo definia asi: ‘ee, patton rural quien contrata Jos servicios de una persona en Ico de sus bienes rurales y es pesn rural quien los presta mediante cierto precio o salario™ fart 222). 0 a De acuerdo con el Cédigo, se debia extender a todos los trabajadores rurales, excepto a los peones por dia, un contrato escrito estableciendo las condiciones del empleo. El pe6n debia vivir en la habitacion provista por el empleador y trabajar los dias y horas que fijaba el contrato, con excepeién de los domingos, dia Wbre salvo en la temporada de la esquila. Si el trabajador se mostraba desobediente, perezoso o “vicioso”. el patron podia 104 Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 echarlo, pero bajo otras circunstancias éste no podia rescindir el contrato sin “Justificacion adecuada” (v. arts. 223 y 237). Tales eran los términos legales de la contratacin de los peones, aunque la observancia de estas condiciones sin duda fue muy limitada. Cuadro Il. TRABAJADORES PERMANENTES Y TRABAJADORES PARA LA ESQUILA REQUERIDOS POR LAS ESTANCIAS DE BUENOS AIRES, 1850-1885 (estimacién) ‘Ano Trabajadores ‘Trabajadores para permanentes Ia esquila 1850 3.000 2.000 1855 4.700 3.100 1860 6.700 4.600 1865, 22.000 15,000 1870 27.300 18.000 1875 ‘33:30 22.000 1880 36.000 24.000 1885 47.000 31.000 Nota: Estas cifras se han calculado en base a estimaciones sobre nimero de cabezas esquiladas en la Provincia {hechas a partir de datos disponibles sobre exportacién de lana y promedio de lana esquilada por oveja): cantidad de trabajadores permanentes requeridos por estancias y explo- taciones familiares, calculados en un hombre cada 1.500 animales (para este calculo no importa que se trate de peones. aparceros o farmers, pues se Incluye a todos los brazos permanentes que se consideran hnecesarios para el trabajo con el ovino); y némero de_trabajadores temporarios requeridos durante la temporada de la esquila (estimando la temporada en sctenta dias y en cuarenta el numero de ovejas esquiladas por hombre por dia, y teniendo en cuenta que por cada veinte esquiladores deben sumarse cinco personas mas que se desempenaban en tareas complementarias). Este Cuadro no se reflere al numero de trabajadores efectivamente empleados sino al de los requeridos en las distintas fechas por la produccién lanar. Estas cifras deben considerarse como muy estimati Yas, pues estan calculadas en base a datos muy globales y no se ha tenido en cuenta los cambios en la productividad de la mano de obra ‘observados durante el periodo. Fuentes: | Elaboracion propia a partir de informacion contenida en los Capitulos I, IIL y IV de este libro Los trabajadores 105, Los estancieros contrataban a los peones de manera perma- nente-es decir, por mes- para trabajar en las tareas mas generales del establecimiento. pero con mayor frecuencia los empleaban en forma temporaria, por un periodo corto y para realizar tareas especificas. La cria de ovejas era una actividad con picos estacionales muy marcados, durante los cuales se requeria mano de obra adicional. Asi, para operaciones tales como la aricién de los corderos, la castracion y. en especial, la esquila, ‘estancias y explotaciones familiares debian emplear peones tem- porarios para ayudar a los trabajadores permanentes. Si resulta sorprendente el niimero de jornaleros ~definidos como trabajadores sin empleo fijo- que registran los censos de la época (v. Cuadro Tl) lo es mas encontrar que en 1888 el personal registrado como empleado temporariamente en establecimientos rurales era mucho mas numeroso que el que figura como permanente. Aunque estos Peones temporarios probablemente trabajaran para distintos empleadores a lo largo del afio, y por lo tanto la cifra de 219.500 que registra el censo no represente el ntimero de peones sino el de contrataciones hechas sobre base temporaria, de todas ma- neras sugiere que un gran numero de trabajadores cambiaba de empleo y empleador varias veces a lo largo del afio. Aunque estas cifras incluyen tanto a la agricultura como a la ganaderia, reflejan una situacién vigente en ambos rubros de la producctén rural." Para intentar una evaluacién mas precisa de la incidencia del trabajo estacional en las estancias ovinas de la provincia de Buenos Aires, se ha elaborado el Cuadro Ill donde se estima el némero de trabajadores permanentes y de esquiladcres que habria requerido el sector en distintos afios a lo largo dei periodo en estudio. Este célculo se ha hecho en base a la iniormacién sobre produccién total de lana en la provincia y sobre produc- tividad'de la mano de obra y, por lo tanto, no refleja la mano de obra efectivamente empleada en la actividad sino aquella que habria resultado necesaria. Dada la precariedad de los datos, conviene tomar estas cifras solo como érdenes de magnitud y no como indicadores precisos. De todas maneras, son cifras elocuen- tes, y aunque la estimacién de personal se refiere a peones, puesteros y capataces a sueldo, pero también a aparceros ¢ incluso a productores auténomos que se hacian cargo de sus propias majadas, es claro que el alza estacional de la demanda era tan alta que sin duda requeria la contratacién de un ntimero no desdefiable de trabajadores para la época de la esquila. Era la temporada alta en la campafia. Todos los recursos humanos disponibles en la regién se utilizaban durante los meses de octubre a principios de enero, cuando ademas se 106 Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 contaba con mano de obra migrante de otras provincias que legaba a Buenos Atres para la temporada. La esquila ocupaba todos los brazos disponibles en el establecimiento, ademas de los trabajadores contratados especialmente, y en las explotaciones familiares involucraba a toda la familia y, con frecuencia, a peones contratados y a farmers vecinos, que participaban asi en tun intercambio laboral que les permitia reducir al minimo el mimero de asalariados. . Cada temporada, cntonccs, la campaiia era invadida por miles de hombres y mujeres que, en grupos de quince a veinte, formaban comparsas de esquiladores y recorrian las estancias de Ja regi6n. Los observadores contemporaneos han dejado coloridas descripciones de la esquila pero aqui se citara sélo una de ellas, la de Godofredo Daireaux, por su detallada referencia al proceso de trabajo y a sus protagonistas*; “Llamaremos cuadrilla al niimero de esquiladores proplamente di- cho de teras- que corresponde @ un agarrador y a un atador de lana. Calculamos que, en termino medio, doce esqulladores pueden, en veinte is estas y mal tempo” eoqular de 12 « 15,000 och, y gue por cada doce esqulladores se precisan... un agarrador de ovejas y un atador de lana. a El oficio de agarrador es en general muy buscado... consiste en agarrar las ovejas en el chiquero y manearlas en el tendal, Debe tambien carnear todos los dias para cl Consumo de la peonada, barrer el tendal cuando se deja el trabajo y ayudar primero que todos a encerrar las ovejas. Generalmente al echar la primera punta al brete, cada esquila- dor agarra por su cuenta una o dos ovejas de las que aparecen menos trabajosas: se llama a esto dar al agarrador la atada,... Mientras que Ios ssaulladores estan coquilando e625 primeras ovjas, el agarrador sigue El uluaior es cl que envellona la. lana, Su primer trabajo debe wer de ovillar el hilo suficiente para un dia o dos de esquila. Le ponen los vellones sueltos en las puntas de su mesa, y las barrigas y pedazos sea en el suelo, sea en otra mesa, si deben ir adentro de los vellones.. El envellonador debe sacar prolijamente de Ja lana toda cascarria que haya podido quedar pegada @ el ‘Al agarrador y al atador se les paga tanto por cada clento de animales. I estado mayor de la cuadrilla de la esquila se compone, ademas, del cocinero que se paga por dia. Algunas veces pagan tambien por dia un afilador de tijeras, pero casi siempre aflan los mismos esqulladores; un latero, que alza los vellones y distribuye las latas; pero muchas veces llena ese oficio el mismo puestero cuya majada estan esqullando; en fut, Gunblen puede hater un muichacho especialmente eneargado de curar las ovejas cortadas y alzar los pedacitos de lana desparramados. ‘Viene después el ejército de esquiladores |.. Los trabajadores 107 Debe tratar [el estanciero] bien a los esquiladores que vienen a trabajar en su casa y mantenerlos con Iiberalidad. La esquila es trabajo pesado y precisan fucrun para aguantar A pesar de la importancia relativa de estos trabajadores, tanto por su nimero como por la labor que realizaban, son escasisimos los testimonios sobre su orlgen, forma de vida y destino, Aunque las descripciones sobre la esquila abundan en Jos textos de la época, no se han encontrado referencias a la ocupacién de esquilador y menos atin a quienes la efercian. Esto es bastante curioso, sobre todo st se tiene en cuenta que aunque no era un trabajo que requirlera alta calfficactén, exigia sin embargo conocimientos y habilidades que debian destacar a los esquiladores de otros peones menos especializados. Ademas, el hecho de que estos trabajadores fueran requeridos en gran namero s6lo durante tres meses por afio podria haber dado lugar a observaciones acerca de su proveniencia o destino posterior.*® Sin embargo, nada de eso se ha encontrado, 0 muy poco. Ninguno de los censos -ni las cédulas originales de 1869'*— incluyen la categoria de esquilador; en numerosos partes de policia de este periodo nadie aparece calificado con esa ocu- pacién‘®, y, en general, las tmicas referencias a ella se hallan en el contexto de las estancias y en relacién con la tarea especifica, Puede suponerse entonces que los que participaban anualmente de esa tarea eran incluidos en la categoria general de peones, y que cuando finalizaba la temporada se disolvian en la multitud de Jornaleros que poblaban ciudad y campafia, conchabandose en otras tareas, 0 buscando formas alternativas de subsistencia. Algo de esto sugieren algunos comentarios sobre la escasez de mano de obra y su alto costo en Buenos Aires. Por ejemplo, en enero de 1865, en plena temporada alta, comenta The Brazil and River Plate Mail: “IE1 costo de} la mano de obra esta ahora muy alto y faltan brazos, debido a las obras del ferrocarril y a la esquila de los rebafios... “© Mas categorica pero menos convincente es una referencia directa de Larguia a la movilizacién durante la primavera de .esa falange de obreros que durante el invierno lo pasan sin hacer nada tomando mate y durmlenda o enfretentdos en otras distracciones. que a todo se parecen, menos a trabajo". También se cuenta con algunos indicios acerca del origen de quienes componian las comparsas. Pareceria que la mayor parte 108 Capitalismo y ganaderia en Buenos Atres - 1850-1890 de los que efectivamente esquilaban eran argentinos, mientras que entre los demas integrantes podia encontrarse tambien a ¢s- pafioles, vascos ¢ italianos. En el primer caso, algunos provenian de las provincias cercanas a Buenos Aires, como Cérdoba o Santiago del Estero, quienes anualmente migraban para la época de la esquila. Las comparsas muchas veces inchiian a mujeres que, ademas de acompafar a sus hombres, eran codictadas como esquiladoras por su prolijidad."* 2Qué pasaba cuando concluia la esquila? Algunos se quedarian en la campafia cumpliendo trabajos diversos en las estancias, que para el verano siempre requerian mano de obra adicional. Otros volverian a sus provincias respectivas 0 a la cludad, empleandose nuevamente o viviendo algin tiempo de lo ganado en la esquila. Es probable que en una buena temporada los esquiladores pudieran obtener ingresos suficientes como para cubrirse de un periodo sin empleo, Si eran rapidos y prolijos, como se les pagaba a destajo podian cobrar 20 a 25% mas que otros jornaleros y, en general, sabian que habia trabajo asegurado por dos o tres meses.*® Adeids, si les tocaba un afio de buen tiempo, en un mes Podian obtener un salario equivalente al doble del de un puestero © peon permanente. Comida y alojamiento eran parte del pago del estanciero, aunque el juego de naipes a la noche era un drenaje seguro para sus escasos recursos. En suma, si los acompafiaba el sol, la habilidad y la suerte podian terminar la temporada con un pequefio ahorro, Si podian, o les interesaba lograrlo, es dificll saberlo. Se puede suponer, sin embargo, que este empleo que exigia trabajar de sol a sol y sin mas descanso que el impuesto por la naturaleza, si bien para algunos podia traducirse en un equefio ahorro, para otros simplemente signficaria, la postbil dad de pasar luego algunos meses sin conchabo especifico y, para los més, tal vez fuera sdlo una forma de sobrevivir. ‘Ademas de los involucrados en la esquila, muchos peones rurales encontraban trabajo temporario en las estancias cada vez mas numerosas de la campafia. Pero las tareas que habian sido habituales hasta mediados de siglo, como el arreo y la doma, se convertian en secundarias frente a las nuevas exigencias de la cria de ovinos, como el bafo y la curacién de las ovejas, su marcacién, la castracién de los corderos, etc. Se realizé ademas un gran esfuerzo para marcar los limites de las estancias, primero a través del zanjeado y mas tarde con la expansién del alam- brado, que se impuso de manera decisiva en la década de 1870 (w. Cap. IV). Para cavar las zanjas y colocar los cercos se utiliz6 mano de obra temporaria, retribuida también con jornales relati- vamente altos. En esta tarea se iniclaban como trabajadores Los trabajadores 109 rurales muchos inmigrantes, que comenzaron a ver en ellas el primer escaln de una carrera que esperaban pudiera llevarlos desde su condicion de asalariados trashumantes a una posicién mas cémoda, como arrendatarios de un pedazo de tierra para ovejas, propietarios de alguna chacra 0 duefios de un pequefio comercio en algtin pueblo de la campafia o aun en la Capital. En estos casos, el inmigrante, aunque prefiriera la estabilidad, no dejaba sin embargo de aprovechar las oportunidades que podia ofrecerle el mercado, realizando las tareas mas remuneradoras, hasta alcanzar algin puesto més estable o ahorrar los pesos que Je permitieran la independencia. Viajaban del campo a la cludad, de un pueblo al otro, en la larga busqueda. ‘La vida de los peones permanentes parece haber sido menos azarosa, aunque no menos dura, Segiin Gibson: “Un peon general cuya tarea es cavar zanjas, trabajar en el depéaito de lana y dar una mano en todas las tareas de la estancla, recibe de dos a tres libras por mes. Ademés, se le da casa y comida... Se le da una comida al mediodia y otra al atardecer. asi como una taza de té, came faa o algo equivalente al amanecer. A veces recibe raclones personales de pan y de té, en lugar de recibirlas en la cocina comin. Estas consisten en tres libras de galleta de campo, una de azicar y dos onzas y media de té 0, si preflere, una libra de yerba por semana.”*! Entre los trabajadores permanentes, los puesteros estaban en una categoria algo mas alla que los peones. Se ha mencionado ya cudles eran las principales tareas a cargo de los puesteros y pastores y no faltan los testimonios de los contemporaneos que pintan detalles de su vida, sus deberes, sus miserias, sus recom- pensas, Hacia 1867 Latham las describia con elocuencia™: “En diferentes puntos de las estancias se construyen Jas habl- taciones de los pastores, llamadas puestos, las que, con sus corrales y tna clerta cantigad de terreno, son entregadas a los pastores 0 puesteras, ‘para que pazcan la majada a su culdado. Para el mantenimiento de los, Duesteros. se mata un capon para tres o cuatro, guardandose para el propletarto, que periédicamente lo recoje, el cuero, 1a grasa y el sebo. Gada pastor se prove él mismo de yerba y azicar, y si le gusta de galleta y sal. El combustible” lo recoje tambien 41, formandolo el cardo, el tronco de la viznaga, o el estiércol de las ovejas, sacado del corral en panes y puesto a secar, bosta de vaca seca y huesos de animales. Hace su fuego, o bien al alre libre, en el centro de su cuarto 0 bajo tun corredor afuera; ensarta su carne en un gran azador, y lo clava en el suelo, ligeramente inclinado sobre el fuego. Hay muchos, que sin embargo, de ser en su mayor parte estrangeros, muestran mas amor 110 Capitalismo y ganaderia en Buenos Atres - 1850-1890 Ja comodidad, pues tienen una mesa y sillas. sartén y cacerolas, platos, cuchillos y tenedores, con lo que presentan al pasajero a quien le ha anochecido, y que busca su hospitalidad, un buen guiso con arroz y huevos, en union al acostumbrado y sumamente sabroso asado, colo- cado sobre un limpio mantel, una taza del verdadero té del Congo 0 Souctiong, con leche de gvea,y el Infaltable trago de cana para quitarse el frio o sacar el calor..." Poco difiere esta descripeién de las de MacCann y Vicufia Mackenna para las décadas de 1840 y 1850 o de las de Datreaux, Zeballos y Gibson para la de 1880. que completan el panorama de la vida austera de estos hombres.” Sino es demasiado dificil imaginarse esa vida de puesteros y pastores, en cambio es casi imposible precisar cudntos eran o ‘de donde venian. Los censos de 1869 y 1895 registran respecti- vamente unos 7.500 y 10.500 puesteros y pastores para toda la Provincia, pero estas citras no dicen demasiado, ya que las cate- gorias no estan definidas con precisidn, y puesteros de estancias vacunas y aparceros de distintds tipos seguramente estan inclut- dos junto con los pastores en estas cifras. Argentinos, irlandeses, escoceses y vascos parecen haber predominado entre los puesteros a sueldo de la provincia, pero tampoco en este caso se cuenta con datos conflables, En el orden interno de la estancia, los capataces estaban a cargo de dirigir el trabajo de peones permanentes y temporarios, asi como de controlar a los puesteros y supervisar todo el trabajo que se desarroliaba en el establecimiento, Sus tareas aparecerin més claras al describir el funcionamlento de las estancias en el Préximo capitulo, Se les pagaba un salario mensual. y sus condiciones de vida diferian muy poco de las de los peones. La situacion era diferente para el mayordomo, representante personal del estanclero, que tenia control sobre todo lo que acaecia en el establecimiento. No puede generalizarse acerca de sus condiciones de vida y de trabajo, pues éstas dependian enteramente del tipo de relacién que se establecia entre duefio y mayordomo. Era un trabajo muy especializado, en general bien remunerado, retribuido con un salario relativamente alto y muchas veces con una participacién en las ganancias anuales. Para este puesto, los estancieros preferian contratar a inmigrantes. y la mayor ‘parte de los primeros criadores de ovinos optaron pot irlandeses, escoceses y alemanes para ocupar ese lugar. No pocos de ellos con el tiempo se convirtieron a su vez en prosperos empresarios del lanar, montando su propia estancia.* Los trabajadores mi Pero mayordomos y capataces conformaban una proporcién muy menor de la fuerza de trabajo empleada en las estancias. El grueso de los asalariados lo formaban peones permanentes, jor- naleros y puesteros, cuyos salarios parecen haber seguido trayec- torias paralelas a lo largo de la segunda mitad del siglo xix. El Cuadro IV incluye informacién recogida en distintas fuentes sobre salartos pagados en la regién y periodo estudiados, consig- nados en pesos moneda corriente y en pesos oro. Aunque los datos no son precisos, homogéncos ni regulares y no puede con ellos construirse una serfe, permiten detectar la tendencia obser- vada por los salartos en este periodo. Se han consignado en pesos oro para hacer comparable el cuadro con el resto de los que se incluyen en el trabajo, pero est claro que las cifras en pesos oro no necesarlamente reflejan el poder de compra de estos salarios. Se han inclutdo también los salarios en pesos moneda corriente, tal como eran pereibidos por los trabajadores. Es importante destacar que estas cifras s6lo representan una parte del salario, aquella que se pagaba en efectivo, y que los trabajadores recibian alimentacion y vivienda como parte de su paga. En consecuencia, la situacion real de cada uno de ellos no solamente dependia de cuanto se le pagaba en moneda sino de la cantidad y calidad en Jos rubros alimentacién y vivienda, aspectos muy dificiles de cuantificar. Mas atin, los salarios en moneda no siempre eran pagados en efectivo ni a intervalos prefijados. Con frecuencia, el estanciero abonaba con vales que debian canjearse por mercaderia en un almacén determinado, donde el estanclero gozaba de crédito per- manente. A veces, el trabajador percibia slo una parte del salario nominal, ahorrando el resto, que el patron le retenia durante afios hasta que aquél lo requeria. Esta capacidad de ahorro sugiere que a veces los salarios habrian superado los niveles estrictos de subsistencia en las condiciones de la época y, como se vera mas adelante, para cierto tipo de trabajadores rurales esto fue efectiva, aunque lmitadamente, asi. En las décadas anteriores a 1880 era opinién generalizada que los salarios eran altos en la Argentina, comparados con los que se pagaban en otros paises del mundo. Dentro del pais, por su parte, se consideraba que las actividades vinculadas a la cria de ovejas eran las mejor remuneradas. Ya en los afos 40. MacCann afirmaba: “Los salarios parecen bajos pero en realidad no lo son porque todo quel que tiene disposicion para trabajar, puede economizar dinero y bastarse a si mismo, en poco tlempo. “29:3rl 20 do dos (o10 sored us £ aquaysie> spouour sosed us) SeeT-cver ‘SaMIV SONSNE 30 “ViDd VI Ke eTVaNE SORIVIVS “AL expe aos ows oes wus oes | ows cue [owe tue (rei eso sa oor) canes A emsco oree eneee& oo om 4 stcpomrars | coverups | wnsrur ah mmarmeton, | u'ceu ah cent Sod (010 sosad £ e1u212100 xpouowr sored a9) Soer-zvet ‘SmIV ONAN Aa “Viod VI NG SHIVANU SONEVIVS “AI oxpenD La Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 Los primeros afios de la década del 60 fueron florecientes para la actividad pastoril, y los trabajadores resultaron favoreci- dos por un alza sostenida de la demanda de mano de obra, resultado de la expansion de la produccién. Este crecimiento se manifesté en un incremento importante en los salarios pagados en moneda que desperté comentarios a veces favorables, otras veces adversos, de los contemporaneos. En Francia, es dificil creer cuan prodigiosamente han crecido los salarios cn la Republica Argentina, informaba el representante francés en Buenos Aires a sus superiores en Paris en 1865.” El mismo aio, The Brazil and River Plate Mail comentaba:"Los negocios estan muy movidos en Buenos Aires, pero se siente una gran escasez de brazos y la mano de obra esté demasiado cara...”, y mas tarde el mismo afio: “..Jos salarios estén muy altos, el empleo sobreabunda..."* Un poblador de origen britanico se quejaba porque los salarios son enormemente altos y desangran el bolsillo del colono, y en 1867, ya en plena crisis, la Sociedad Rural subrayaba la tendencia alcista del costo de la mano de obra. La informacién consignada en el Cuadro IV, por su parte, sugiere que los salarios mantuvieron su nivel en la década de 1870 y a comienzos de la siguiente, experimentando una leve alza en pesos corrientes, pero conservando su valor en oro. La Guerra del Paraguay, las epidemias de célera y fiebre amarilla, los con. flictos intestinos y el reinicio de las campafias contra los indige- nas, continuaron cobrando su cuota de fuerza de trabajo poten- cial, contribuyendo asi a mantener el nivel de salarios en el largo plazo, pese a las fluctuaciones que sufria la actividad pastoril. Una caida se observa hacia fines de la década del 80, cuando diversos factores contribuyeron a solucionar por el momento el problema de la escasez de mano de obra: la inmigracién masiva, a incorporacién de innovaciones técnicas que redujeron las ne- cesidades de mano de obra (en la cria de ovejas, el alambrado y el sistema de potreros), el fin de las guerras y los conflictos armados, la imposicién de la ley y el orden y el afianzamiento de Ja propiedad privada en todo el territorio. Mas atin, cierto estan- camiento en la produccién agraria y la crisis general que se aproximaba, agravarian la situacién, pues la caida de la actividad econémica repercutiria en una disminucién drastica de la de- manda de brazos en todas las ramas de la produccion y el comercio. Ya para 1888 un observador bela comentaba asi la situactor Los trabajadores 115, “dos salarios no son en realidad tan altos como parecen. En efecto, el precio de la mano de obra esta en proporcién directa al precio de la subsistencia. Por lo tanto, las altas cifras que aparentemente aleanzan Jos salarios son ~al compararse a los costos de subsistencia— sélo iguales y con frecuencia menores que las de la mayor parte de los paises ‘europeos”.? Un enviado britanien observaha en 1891 que “los salarios solian ser, en general, mucho mas altos...", mientras Gibson sefalaba: “la mano de obra es barata en la Republica Argentina, en particular en este momento en que la estrechez que afecta al comercio ha tendido a redueir los salarios”, y aunque continuaba relativizando su aflrmacion observando que de todas maneras todavia habia buenas oportunidades para los inmigrantes dis- puestos a trabajar, es obvio que habian quedado atras los altos niveles salariales de la década del 60.* Pero, en todo caso gqué queria decir un salario alto para el trabajador de la campafia de Buenos Aires durante la segunda mitad del siglo xix? Duras eran las condiciones de vida y trabajo para peones y puesteros. Se trabajaba desde el amanecer hasta la caida del sol. Los ranchos apenas ofrecian un techo, un fogén y, con suerte, un catre y una mesa primitiva: la comida era abun- dante pero monétona: la vida social, muy limitada. La diverstén podia consistir en una cuadrera, algin juego de naipes, un trago en la pulperia, Para los trabajadores temporarios las condiciones eran atin mas duras, pues hasta la vida en familia les estaba practicamente vedada. Pero recibian buena paga, y si trabajaban duro, si logra- ban subsistir en base a la comida que se les proveia como parte del salario, st gastaban poco o nada en bebida, Juego y oles, “vicios" podian eventualmente ahorrar algo de dinero, tal vez comprar algunos animales, entrar en aparceria, con suerte esca- Par a su destino de trabajadores dependientes."* Pero esta posibilidad existia sdlo para el trabajador conside- rado individualmente, y aun asi, la situacién variaba mucho con la época, las condiciones personales, la suerte... Sin embargo, en el nivel mas general de la fuerza de trabajo considerada glo- balmente, la reproduccién en el largo plazo no estaba en modo alguno amenazada por el alto nivel de los salarios. La consolidacién del capitalismo en una sociedad deter- minada requiere de la conformacion de un mercado de fuerza de trabajo libre. proceso que a su vez supone la definicién y repro- duccién de condiciones sociales que hagan necesaria la concu- rrencia a él tanto de quienes quieran comprar fuerza de trabajo. 116 Capitalismo y ganaderia en Buenos Atres - 1850-1890 como de quienes deben vender la suya para procurarse su subsistencia. Precisamente durante la segunda mitad del siglo xix se alcanzé la vigencla de tales condiciones en Buenos Aires, luego de un largo proceso no exento de contradicciones. En este caso, el capitalismo se construyé sobre una estructura productiva muy primitiva, que involucraba a una poblacién relativamente peque- fa en un territorio limitado. A partir de la década de 1850, al calor de la expansi6n de la demanda mundial de lana, se aceleré en la provincia el proceso de acumulacién, centrado en la produc cién pecuaria, en estrecha vinculacién con el mercado internacio- nal. En este contexto, como se ha visto, la creacién de una oferta estable y disciplinada de mano de obra constituyé un aspecto central de la formacién del mercado de trabajo. Durante todo el siglo xix, politicas de largo y corto plazo contribuyeron a crear y consolidar las condiciones de existencia de una fuerza de trabajo Wbre, Son bien conocidas las primeras, destacdndose entre ellas Ja apropiacion privada de tierras y ganados, la imposicién de la ley y el orden, la incorporacién de inmigrantes con el propésito de aumentar la poblacion trabajadora. Estas politicas fueron re- forzadas en el corto plazo por medidas concretas que contribu- yeron a canalizar y controlar la fuerza de trabajo disponible. Se han mencionado ya algunos instrumentos formales disefiados a ese efecto, como las leyes de vagos y malentretenidos y el Cédigo Rural. Otros mecanismos informales, aunque no por ello menos efectivos, fueron la restriccién al derecho de caza, la retencién de salarios y el endeudamiento. Todos estos mecanismos parecen haber apuntado “...a un bloqueo sistematico de alternativas con el propésito de conseguir una fuerza de trabajo constante y confiable”. En consecuencia, el nivel de salarios es uno solo de los diversos aspectos vinculados al tema de la reproduccién de la fuerza de trabajo, y tiene dos caras. Por una parte, los salarios altos pueden contribuir a incrementar Ia oferta global de mano de obra atrayendo tanto a inmigrantes permanentes como a tra- bajadores golondrinas. Por otra parte, si se combina un alto nivel de salarios con condiciones de facil acceso a los medios de produccién, puede obstaculizarse el proceso de reproduccién de Ia fuerza de trabajo, dando lugar a que los trabajadores potencia- Jes puedan encontrar el camino de la autonomia. En el periodo estudiado. estas condiciones existieron sélo en las_primeras décadas de la expansién lanar: no solamente era més facil, como se ha visto, subsistir sin trabajar, sino que también era posible aleanzar la autonomia laboral. En ja década de 1850, por ejemplo, Los trabajadores a7 quinientas ovejas al corte podian comprarse con equivalente de catorce meses de salario promedio de un puestero, mientras que se necesitaban cuarenta meses para adquirir 300 hectareas de Ja tierra mas barata disponible en la region. Para la década de 1880, las mismas operaciones de compra exigian, respectivamente, 71 y 271 meses de salario promedio. Obviamente, las condiciones de independencia se hacian cada vez mas duras. Pero los puesteros y pastores no solamente se con- trataban como asalariados propiamente dichos, sino que con frecuencia entraban en relaciones de aparceria, que, como se vera a continuacion, ofrecia ciertas posibilidades adicionales en mate- ria de autonomia laboral. 5.2. Aparceria El término aparceria se ha utilizado en la Argentina y en el resto de América Latina para describir sistemas tan diferentes como el de los huachilleros del Peri y el de los colonos de Santa Fe, por ejemplo, sistemas que formalmente pueden aparecer como ‘semejantes pero que observan entre si profundas diferencias. Por Jo tanto, de poco sirve afirmar que la aparceria tuvo gran difusion en la Buenos Aires pastoril si no se analiza con detenimiento qué significaba el_término en ese contexto. Por definicién, la aparceria es un contrato entre un tra- bajador-capitalista que aporta su fuerza de trabajo y una parte del capital necesario para llevar adelante la explotacion, y un terratentente capitalista que pone la tierra y el resto del capital que se requiere para hacer marchar la empresa. Al finalizar el periodo fijado por el contrato, el trabajador recibe una parte del producto y el terrateniente se queda con el resto. En las estancias ovinas de Buenos Aires, sin embargo, pueden distinguirse dos tipos de aparceria, En las primeras épocas de la fiebre del lanar, hasta la crisis de fines de la década de 1860, era frecuente que los estancieros ofrecieran contratos por los cuales el trabajador aportaba casi exclusivamente su fuer- za de trabajo para cuidar una majada de ovejas durante un deter- minado periodo -tres o cuatro afios por lo general- y, en algunos casos, un pequefio capital para pagar parte de los gastos de la ‘explotacién durante ese perfodo (suma que en general se des- contaba al final de cada afio de la parte del producto que le correspondia al puestero). Por su parte. el duefio del campo aportaba, ademas de su tierra, los animales en su totalidad y el capital necesario para pagar la parte proporcional de los gastos de 118 Capitalismo y ganaderta en Buenos Atres - 1850-1890 Ja explotacién. Ademas, en la mayoria de los casos, a él también Je correspondia prover al pastor de las herramientas de trabajo y de la vivienda que usaria durante el periodo de vigencia del contrato, Al cabo de cada afto del periodo en cuestién, el pastor quedaba con una parte proporcional del producto ~que podia ser Ja mitad, un tercio 0 un cuarto, segiin los términos del contrato- y que incluia no solamente la lana de la majada y los cueros y el Sebo de los animales muertos, sino también de los corderos nacidos en el afio. El terrateniente y capitalista se quedaba con el resto. Este tipo de aparceria difiere de la forma més clasica, que también podia encontrarse en las estancias ovinas de Buenos Aires. En este caso el puestero-pastor, ademas de su fuerza de trabajo y de un pequefio capital para cubrir parte de los costos de explotacién, aportaba una parte del rebafio, participando casi como un socio menor en la empresa. El terrateniente ponia la tierra, que el pastor no tenia, y completaba el capital (en animales y dinero) necesario para la explotacién. El producto también se Tepartia en proporciones establecidas en cada contrato, que podia ser de medieria, terceria 0 de a cuarto. En el primer caso, la relacién entre el aparcero y el terra- teniente era muy semejante a la del asalariado con el capitalista. En efecto, el trabajador que no tenia para ofrecer sino su fuerza de trabajo, la vendia al duefo de la tlerra a cambio de un salario, que en este caso se expresaba como parte del producto de una explotacién puesta en marcha con el capital adelantado por el estanciero. Por otra parte, era éste y no el trabajador quien mantenia el control de los procesos de produccién y circulacién, sujetos a la organizacién central de la estancia (v, Cap. IV). Este aparcero, entonces, se asetnejaba mucho al pucstcro asalariado, y asi era considerado por los contempordneos, quienes se referian a la parte del producto correspondiente al aparcero no como ganancia sino como pago por la labor desemperiada.® En otros aspectos, su vida tampoco diferia de la de los demas puesteros: vivienda, alimentaci6n, costumbres, diaria rutina. Sin embargo, podia tener expectativas distintas, pues a diferencia del trabajo asalariado, la aparceria podia constituir un camino mas 0 menos rapido para alcanzar la propiedad de uno de los medios de, produccién mas importante del momento, los animales. Pero, gqué significaba esto para los trabajadores?, queria decir, tal vez,que con cl tiempo podian dar su condicion de cuast asalarlados ¢ iniciar su empresa propla? En realidad, varios factores debian confluir para que esto fuera posible. Ello de- pendia no solamente de las condiciones especificas del contrato Los trabajadores: 19 mismo (proporcién recibida del producto, mayor o menor libertad para disponer del mismo), sino también de otros aspectos mas generales como el precio de la tierra ~en propiedad o en arriendo- y su significacién relativa en el costo de instalacién: las condi- clones del crédito; los mecanismos de comercializacién y la rentabilidad de las empresas de explotacién lanar medianas y pequefias. Estas condiciones fueron variando a lo largo del Uempo, de manera tal que st en la década de 1850 y principios de la del 60 los trabajadores se vieron favorecidos tanto por las ventajas que ofrecian los mismos contratos como por otros factores que contribuian a facilitar su ascenso econémico, a medida que avanzaba el periodo estas condiciones fueron desa- pareciendo. . Ya en la década del 40 los observadores contemporaneos eran entusiastas con respecto a las ventajas que ofrecia la apar- ceria. Entonces, MacCann apuntaba: “Se descubrié que era ventajoso otorgar a los pastores un interés ‘en el aumento de Jos rebanos, en especial de los que se encontraban ‘lejados del cotablecimiento principal. En general estos contratos eran de 4 0 5 afos, y los individuos que habitualmente se elegia para este fin ‘eran trabajadores Irlandeses, a quienes se les daba un tercio del aumento yun tercio de la lana, en compensacién por lo cual se ocupaban del rebafio y pagaban todos los gastos. Por lo comin se les entregaba un rebafo de 1.500 ovejas, con suficiente tlerra como para alimentar una cantidad dos veces mayor... De esta manera, el rabalador se convierte en pequefio propletario en 3.0 4 afos. queda con un buen rebafio y una suma de dinero ahorrada de su parte de la lana y las ‘vendidas durante el contrato, con los cuales puede comenzar un establecimiento independiente. ® Acompanaba estos comentarios con cifras que daban cuenta de las rapidas ganancias que lograban los aparceros, Hutchinson, Francis Ford y Mulhall se referian al mismo sistema en la década del 60 con palabras muy semejantes, y volvian a afirmar que, en condiciones normales, un aparcero podia formar su propio re- bafo en tres 0 cuatro afios de trabajo, a partir de lo cual podia convertirse en medianero, aportando sus animales para integrar Ja mitad de una majada que se completaba con las ovejas del patron, y obteniendo a partir de entonces la mitad del producto anual en lana, grasa, cueros y corderos..” Parece, pues, que hacia mediados de la década del 60 el sistema de’ aparceria resultaba favorable para los trabajadores, quienes podian asi transitar hacia la autonomia, como medieros primero, luego como arrendatarios, y tal vez eventualmente como 120 Capitalismo y ganaderia en Buenos Atres - 1850-1890 Propietarios de una parcela. Pero las condiciones favorables de entonces pronto comenzarian a desaparecer. Ya hacia fines de la década del 60 Latham afirmab: “Esta fase de la cria de ovejas (la de medieria sin capital) en su momento alcanzé un climax y .. la parte que se entregaba en lugar del galaro pronto fue mucho mas que el equivalene de un buen sali En nt parte se redujo al tercio y luego a un cuarto y, Ainalmente, de acuerdo a las condiciones de la terra a la calidad de las animales, a un tercio y un cuarto del incremento del rebafo, sin lana: y la mayoria hoy paga a sus pastores salarios en moneda. Surgida como consecuencia de la escasez de mano de obra durante las primeras décadas de expansién ovina, la aparceria, con las caracteristicas que presentaba en las décadas de 1850 y 1860, sélo fue un sistema transitorio, y tanto sus contradicciones internas como las condiciones externas irian produciendo cam- bios en las relaciones entre estanciero y aparcero. Por una parte, fue disminuyendo la proporcién del producto que el aparcero recibia a cambio de su trabajo. de manera tal que hacia 1880 no se podia encontrar medieria y terceria para quienes no aportaran capital. Ademas, toda autonomia relativa de que gozara el tra- bajador en las décadas anteriores se habia ido diluyendo. En efecto, st bien entonces muchas veces debia entregar la lana, los cueros y el sebo al estanciero, que le pagaba su parte al precio por 41 fijado y Jo mantenia alejado de los circuttos de comerciali- zacion, podia en cambio disponer de su parte de los corderos recién nacidos, Para la década del 80 no le quedaba ya esa postbilidad y Gibson afirma que “.ahora al aparcero no se le permite quedarse con su parte del neremento (de la majada), sino que se le paga por él un precio fifo... Pero ademés, las condiciones generales habian cambiado, Los precios de la terra habian trepado répidamente y la propor- cién que el costo de este recurso representaba en el costo total de instalacién de una explotacién ovina también habia crecido de ‘manera significativa, pasando del 24 al 70% de ese total entre 1850 y 1880 (v. Cap. V). Exactamente inversas eran las cifras en el caso del stock ovino; en la década de 1850 su costo repre- sentaba un 70% del capital inicial necesarlo para poner en marcha una explotacién. y hacia 1880 ese porcentaje habia descendido al 24%. Asi, es claro que la posesién de animales para iniclar una empresa perdia importancla relativa frente al creclente rol de la tierra como recurso decisivo en esos casos. Los trabajadores 121 Por su parte, las redes de comercializacion y transporte se fueron centralizando y también cambiaron las condiciones del crédito, a medida que se fueron definiendo nuevos circuitos fi- nancieros. No en todos los casos estos cambios perjudicaron al pequefio empresario rural, pero se puede afirmar que en general hicieron mas arduo el camino del ascenso (v. Caps. VI y VIN. Con estas transformaciones, para los aparceros fue cada vez més dificil lograr la independencia, abandonar la condicién de asalariados, montar su empresa propia. La aparceria de este primer tipo habia surgido durante las primeras décadas de expansién del lanar como un mecantsmo para atraer trabajadores a la cria de ovejas, en un periodo de gran escasez de mano de obra considerada adecuada o deseable para las nuevas explo- taciones. Entonces, demostré ser una forma eficaz para los estancieros y atractiva para los trabajadores, pero a medida que fueron cambiando las condiciones del mercado de trabajo y de la produccion lanar se fue disolviendo, asemejndose cada dia mas a la relaci6n asalariada, Ademas de este tipo de aparceria, en Buenos Aires también se puede encontrar una segunda forma, mas clasica, en la cual el contratado aportaba no solamente su fuerza de trabajo y una parte proporcional de los gastos de la explotacién en el periodo del contrato, sino también una parte de los animales. Si se trataba de un mediero, por ejemplo, su compromiso implicaba concurrir a la empresa con la mitad del rebafio que quedaria a su cargo, la fuerza de trabajo para culdar de él y el capital necesario para cubrir la mitad de los gastos corrientes de la explotacién. En este caso las relaciones del aparcero con el duefio de la tierra tenian muchas semejanzas con las de arrendatario y terra- teniente. A diferencia del arrendatario, que pagaba su renta y se quedaba con una ganancia resultante de la explotacién que hacia del campo alquilado, el aparcero compartia las ganancias con el duefio de la tierra, pues ambos habian invertido parte del capital de la explotacién, y mientras el primero aportaba su fuerza de trabajo, el segundo ponia la tierra. También en este caso esta janza aparecia clara para los contemporaneos, como cuando Federico Hinde dice”: “Un hombre que tiene un poco de dinero compra la mitad de la majada, culdando de toda ella como pago del arrendamiento del terreno qué ocupabant sus uvejes, pagando In mitad de loo gastos de la trasquila J recibiendo la mitad de la lana y la mitad del aumento. 122 Capitalismo y ganaderia en Buenos Atres - 1850-1890 ‘Comparados con los aparceros de primer tipo, éstos gozaban de clerta independencia en el manejo de sus puestos y de mayor Ubertad para disponer de la parte del producto que les corres- Pondia como soclos menores de la empresa conjunta. Sin em- bargo, estaban sujetos a las reglas generales de funcionamiento de la estancia que los contrataba. debian participar de los eventos anuales que reunian a toda la mano de obra del establecimiento, como la esquila y, con frecuencia, se veian obligados a vender su parte de la lana’a través del patron. También, en este caso, a medida que avanzaba el periodo estudiado, las restricciones’ a la autonomia de estos pequefios empresarios fueron en aumento. Los estancieros fueron estre- chando su control sobre la tierra y la produccién. Asi, hacia la década del 80, observaba Gibson que: "Cuando el pastor es duefio de una parte del rebafto, tlene més que decir en las cuestiones referentes a la venta de lana y otros productos, aunque generalmente deja que su empleador disponga de éstos.7! Almismo tiempo, se tba reductendo la participacién del apar- cero en la empresa, y hacia fines de este periodo era muy dificil ya entrar en contratos de medieria. En cambio, se fueron gene- Talizando los que estipulaban la parte de éste en un tercio o un cuarto del capital, del rebafio original y del producto anual. En estos casos, resultaba que el aparcero pagaba de hecho una mayor renta, pues era mayor el tiempo de trabajo que debia destinar al cuidado de los animales del estanciero (que consti- tuian ya no la mitad sino dos terceras o tres cuartas partes del total de la majada) y menor la proporcién de tierra ocupada por ‘SUS ovejas (que silo representaban la tercera o la cuarta parte de ese rebafio). A estas nuevas condiciones de los contratos se sumaban cambios mas generales en la estructura agraria, que ya se han resefiado al hablar del primer tipo de aparceria, de mane- ra tal que también en este caso se achicaban los margenes de autonomia del trabajador y disminuian sus posibilidades de lo- grar Ja independencia, La aparceria, en sus dos variantes, tuvo gran difusién en la Provincia de Buenos Aires durante la etapa de expansién de la ria de ovejas y de la produccién de lana. Sin embargo, es muy dificil estimar cuantos trabajadores estaban contratados bajo ese sistema. Los censos no distinguen esta categoria, asi que los aparceros pueden estar incluidos en las denominaciones mas generales de puesteros, pastores y aun hacendados registradas Por los censos de 1869, 1881 y 1895. En cuanto al de 1888, que Los trabajadores 123 incluye a arrendatarios y medieros, no diferencia agricultura de ganaderia, por lo que las cifras consignadas poco permiten decir acerca de los aparceros contratados en el sector lanero. 5.3, Trabajo familiar Hasta el momento. se ha considerado a los puesteros, apar- ceros y pastores como individuos empleados por un patrén para realizar una tarea determinada. Los contratos de trabajo se fir- maban entre dos partes, y aparentemente no involucraban a mas personas que al empleador y su empleado. Sin embargo, en muchos casos el trabajador tenia mujer e hijos, y era la familia entera la que se desempefaba en el puesto. Lo mismo ocurria con arrendatarios y farmers, en explotaciones donde la familia proveia el grueso de ia mano de obra necesaria para llevar adelante la produccién. Los tinicos datos disponibles sobre empleo de mano de obra familiar son los consignados por el Censo de 1888, que clasifica a los trabajadores permanentes de los establecimicntos agricolo- pecuarios en miembros de la familia del proptetario ~que suman 39.117- y asalariados, que ascienden sélo a 24.199. Estas cifras, aunque incluyen datos correspondientes a explotaciones agrico- las, dan una idea de la magnitud del empleo de la mano de obra familiar en la provincia en este periodo. En la estancia de la primera mitad del siglo xix no habia lugar para el nticleo familiar, Peones, puesteros, arrieros, lle- vaban una vida solitarfa y muy pocos podian formar hogar, mantener esposa estable, rodearse de hijos y partentes. Pocos son los trabajos que se refieren a la mujer y a la familia en esta época, y la literatura disponible en general refleja una sociedad en que no habia lugar organico reservado para ellas.”* Se consideraba que “...las mujeres son bocas inutiles, econémicamente hablando. Se miran ... como un agregado perjudicial, que atrae visitas y causa frecuentes desérdenes”.”® Con la complejizacién de la or- gantzacion productiva y la incorporacién de fuerza de trabajo de origen europeo que acompanaron la expansién de la cria de ovi- nos, la familia se constituy6 en una pieza esencial del orden econémico y social de la campaiia. La necesidad de atraer mano de obra inmigrante, unida a las posibilidades que presentaba la cria de ovejas -a la que casi todos los miembros de una familia podian aportar su fuerza de trabajo-, llevaron a una transforma- cién del primitivo puesto manejado por uno o dos hombres solos. que se hacian cargo de mil a dos mil vacunos. Ahora los puestos, 124 Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 ya estuvieran en manos de medieros 0 de asalariados. y aun de arrendatarios y propietarios farmers, eran ocupados preferente- mente por familias, que no sdlo cumpiian el papel de productoras, sino que garantizaban la reproduccién de la fuerza de trabajo en todos sus aspectos. Alli no solamente nacian los futuros pastores, sino que desde pequefios se los entrenaba en las tareas del campo y en muchos casos se los educaba en los preceptos de la ley, el orden y la doctrina cristiana, educacién de la que habian carecido los trabajadores de antafo, para desvelo de paliunes y Jueces de paz, que debian recurrir a la coercién para asegurarse obediencia. En la cria de ovejas se encuentran dos tipos diferentes de mano de obra familiar: la que proveian las familias de asalariados y aparceros, y aquella que se utilizaba en explotaciones de arren- datarios y farmers. En el primer caso, el salario que pagaba el es- tanciero aj trabajador debia permitir la subsistencia de la familia entera, mientras que por su parte el empleador recibia el pro- ducto de la labor provista por todos sus miembros. Por lo tanto, al referirse al salario pagado a estos trabajadores, es necesario tener en cuenta que en la mayoria de los casos, al contratarse in- dividualmente a un trabajador, en realidad se estaba empleando a toda su familia. Los estancteros preferian a los puesteros con familia, como una forma mas de asegurar la permanencia del trabajador en su puesto. Al respecto recomendaba Godofredo Datreaux: “Como la ocupacién de puestero le obliga a vivir sujeto, es bueno elegir de preferencia para puesteros a hombres de familia. Los hombres solos muchas veces se aburren y el dia menos peisado se vuelan para la pulperia, donde tienen a la fuerza que entretenerse en gastar los, ahorrus de cunversacion que han acumulado en sus ranchos solita- ros... 7 La vida de estas familias estaba marcada por la rutina del trabajo, pues el puesto era a la vez hogar y lugar de trabajo, y la estancia constituia el ambito de sociabilidad inmediato. Los va- rones de la casa ~excepto los mas pequefios y los mas ancianos- se ocupaban de la mayor parte de las tareas vinculadas al pastoreo de los animales, aunque las mujeres muchas veces se sumaban en esa labor. La misién principal de éstas, sin embargo, se centraba en la reproduccién: atender la casa, criar a los Pequerios, ocuparse de la produccién de subsistencia (hortalizas, aves, etc.). El segundo caso era el de las explotaciones familiares de Pequefios productores independientes ~arrendatarios 0 propieta~ Los trabajadores 125 rios~ en las cuales la familia del productor era la fuente principal de mano de obra, ocupando el trabajo asalariado un lugar marginal en la organtzacion empresaria. Las caracteristicas de este tipo de empresa pequefia se analizaran en el Capitulo V. EI préximo capitulo, en cambio, se dedicaré a las estancias, donde jornaleros temporarios, familias de peones y puesteros, de ‘capataces y aparceros, y hasta de trabajadores domésticos, com- partian trabajo, vida social, diaria rutina en una organizacién productiva que, bajo la direccién del ducfio y su administrador, combinaba diversas modalidades de incorporacién de mano de obra, segin una estrategia empresaria que se explorard en las proximas paginas. NOTAS } Tullo Halperin Donght: “La expansién ganadera en la campafia de Buenos Atres (1810-1852)",en 7. Di Tella y 7. Halperin Dong: Los sgmentos del poder. Buenos Aires, 1969, pags. 21-73. Je Replica Argentina: Regist estadistco de la Repablica Argentina, 265, pag. 56. 1865, Fa de Buenos Aires: Registro Estadlstko del Estado de Buenos Ares, 2° semestre 1854, Buenos Ares, 1855, Cuatro X. *‘Elestudio mas completo sobre ia vida del gaucho es elibr reciente de Richard Slatta: Los gauchos y el ocaso de la frentera, Buenos Alres, T985. Muy reclentemente -ya concluldo este trabajo~ esta situacién ha Comenzado a rerertrse con la publicacion de algunos articulos sabre esta temstica, Vease Anuario IEHS, N° 2, andl, 1967 ® Halperin Donght: op. cit; Eduardo Astesano: Rosas. Bases del nacionaliso popular: Buenos Aires, 1960: John Lynch: Juan Mariel de Rosas, Ducnos Aires, 1904. * Halperin Donghi: op, ct, pg. 64: Eduardo Olvera: Historia de la Ganadteria agreulturae indusirias afinesen la Repablea Argentina, 1515- 1927, Buenos Aires, 1928, pgs, 20-21; Willan MacCann: Vie acabal r las provincias argentinas, Buenos Aires, 1969. amas W. Latham: Los Estados del Rio de la Plata, Buenos Aires, 1867, gn, 27-28. oe * Herbert Gibson: The History: ce Mee aes rawr BETO Industry n the Argentine Republi Buenos Aires, 1693, pags. 67- ease los textos merconads de Gibson y Latham y Codatedo Dalreausc La era de ganado en la estancia moderna. Buenos Alres, 1908. “S Republica Argentina’ Primer censo de la Republica Argentina, 1868. Buenos Ares 187 Seyuinda tense de la Republics Argentina, 1005, Buenos Altes, 1896, Provincia de Buenos Aires: Registro Bstadtstco det Estado de Buenos Aves, 2" semestre 1854, Buenos Aires, 1855 y Censo general dela Provinla de Buenos Aires, 1881, Buenos Aires, 1889. 6 PTY SURES aR NS ASS - SS heap Sbato cop) JC Kory R Gone: Los taba yet mersado de abagoen Busaos Aves, Chaiady conser 1656 1600, Bienoe area 1001” y " Sobre este tema se encuentran abundantes referencias en los testmonig en i eratura dea Epocs- Al Tempecteresne Stas oa $ Ricard focegues Mota: Histor Secu delgreche, Becton nea y 008, Provincia de Buenos Aires: Registro Estadistico del Estado de Buenos Aves, semestic de 1888, Neby aver Maric Bucnas Altes y Betculden en 1850, Montevideo, 1067, pag 8 Fiiperin Donght: op. ct pig. 48-49. 1 Vedee ka Sabato Beacon del mercado de trabajo en Buenos Ai, 1850 1880, n Deseo Beanie vl 24, ee nde frdamenos del Cio Rar Bene 8, pag. 195, pag. 192. 2 Tbid., pag. 197. B] tema del endeudamiento ha sido abundantemente tratado en cestudios referidos a Jos trabajadores rurales de varios paises latinoamert- canos. Un articulo de Arnold Bauer resume los argumentos que distintos autores han adelantado en relacion a este controvertido tema, (A. G. Bauer: “Rural Workers in Spanish America. Problems of Peonage and Oppression”, gy Hlspante American Historical Review, vol. 58, N 1 fe. 1878, pag. 34° ® Antecedentes.... pag. 184. El testimonio es de Manuel Lépez. % Ibid., pag, 195. El testimonto es de José Thwaltes. SIDA. pl 106 ltetimonio es de Antonlo Berne. ® Eduardo Astesano: op. cit, y Tullo Halperin Donghi: op. ctt. 2 Antecedentes..., pags. 246-247. El testimonlo es de Juan Dillon. ™ Este desacuerdo con el sistema de la leva se expresd de diversas formas, y lo encontramos tanto en referencias ocasionales incluldas en ‘obras mas generales sobre la vida rural, como en trabajos dedicados centeramente a condenar ese sistema. Tal es el caso del Martin Flerroy de varios articulos de denuncia publicados en la Revista Argentina. Parte de sta literatura aparece mencionada y resumida en Rodriguez Molas: op.ctt. y Slatta: op. ct % Vease por ¢)., MacCann, op. ett. “Tbid, pag. 6 *C. Chaubet: “Buenos Ayres et les provinces argentines”, en Revue Contemporaine, vol. 29, 1856-7, pags. 233-261 y 473-500. La eita es de pag. 247 (mi trad.); A, Hournon: “Le Rio de la Plata - situation présente’en Le Comrespondant, vol 48, 1858, pags. 085-710. La eta es de Pag. 705 ml °° Parliamentary Papers, Commercial Reports (b) Embassy and Lega- ton, vol. LXIX, pags. 319-320 (mi trad). Los trabajadores 127 % Tbid., vol, LXXXIX, 1881, pag. 159 (mi trad.). °* Parliamentary Papers, Commercial Reports (di) Annual and Miscel- laneous Series, vol. CXII, 1893-4, pags. 170-1 (mi trad). % 'Véase por ejemplo: M. Irlart: Corsarios y colonizadores vascos. Buenos Aires, 1945: M. G. y E. T. Mulhall: Handbook of the River Plate Republics, en sus diferentes ediciones en inglés y en castellano; Archives des Affaires Etrangéres (Francia): Correspondance commerciale, Buenos Aires (consular), vol. 4, 1855-58, pags. 95-99, 30 de jullo de 1855; Parliamentary Papers, Commercial Reports (b) Embassy and Legation, v vol. 11, 1867, pag. 252: Jes deux Amériques”, en Le Correspondant,vol. 89. 1872. pags. 208-242; Emile Dalreaux: Vida y costumbres en el Plata, 2vois. Buenos Aires, 1888, vol. Il, pag. 5. Sobre la inmigracién irlandesa y su relacion con la cria de ovejas ver Juan Carlos Korol ¢ Hilda Sabato: Cémo fue la tmigracton ‘landesa a la Argentina, Buenos Aires, 1981. * Acerca de la accion estatal con relacion a la inmigracion vease entre otros, Manuel Bejarano: “Inmigracion y estructuras tradicionales en Bue- nos Aires (1854-1930)", en. DiTella yT. Halperin Donghi: Los fragmentos del poder. Buenos Aires, 1969, pags. 77-149; Gustavo Beyhaut et al-: "Los inmigranies en el sistema ocupacional argentino”, en T. Di Tella et Argentina soctedad de masas, Buenos Aires, 1965, pags. 85-123; Gaston Gort: La Pampa sin gaucho, Buenos Aires, 1952; James Scobie: Revoluctén ‘en las Pampas. Histor‘a soctal del trigo argentino, Buenos Aires, 1968. 38 Korol y Sabato: op. ett. ® Exisien numerosos informes de ese tipo. Véase por ejemplo, Archives des Affaires Etrangéres (Francia): Correspondance Commerciale, Buenos Aires (consular, vol 7, 1865-67, pags, 399-294, 12-2-1867 y pags. 451-452, 12-8-1867: G. Caudelier: La verité sur 'émigration des tra- vailleurs et des capttaux beiges, Bruselas, 1889, pag. 38: Sctentific Amert- can, vol. 38, n.., 6-4-1878, pag. 213. Sobre este punto 3 interesante desiacar que en’1867 la British Emigration Board recomendaba a los slibditos briténicos emigrar a las colonias briténicas antes que a otros ternitorios. Colonial Office to Foreign Oftice, Londres, 26-3-1867, F. 0. 6/ 271. “© Provincia de Buenos Aires: Cédigo Rural de la Provincia de Buenos Aires, Buenos Aires, 1865 y edicién de 1870, ampliada con las modifica- ‘clones introducidas por la Sociedad Rural Argentina, Buenos Aires, 1870. “© Censo agricolo-pecuario de la Provincia de Buenos Atres, 1888. De acuerdo con esie Censo, para toda la provincia, el total de trabajadores ‘empleados en el sector agrario incluia 180.652 trabajadores permanentes, (74.811 asalariados con aljamiento, 6.739 asalariados sn lojamlento y {99.102 pertenecientes a la familia del productor) y 219.500 trabajadores temporarios. ‘@ Ver Benjamfn Vicufia Mackenna: La Argentina en el ato 1855. Buenos Aires, 1936, pag, 123; Latham: op. ctt. pag. 32: N. MacLeod: “The Life of a Sheep-Farmer in the Argentine Repubilc”, en Good Words, vol. 12, 1871, pags. 712-722: Emile Daireaux: op. ctt.,vol. Il. pags. 314-315; José Hernandez: Instruccion delestanctero, Buenos Aires, 1964, pags. 256-259; 128 Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 Gibson: op.ct.. pags. 71-75. La citaes de Godofredo Daireaux: op. ct. pags. 229 y sigs. “© Tal es el caso de los esquiladores australianos, que aparecen claramente indtvidualizados en la bibliografia referida al pertodo de auige de Ja expansién lanar. “ La categoria no aparece en la muestra de las cédulas censales ‘originales realizada por Jorge Somoza y Alfredo Lattes, muestra ala que se ‘tuvo acceso por gentileza de Alfredo y Zulma Lattes. Esta muestra se utiliz5 cn la investigacion sobre formacién del mercado de trabajo en Buenos Aires. Al respecto, vease H. Sabato (coord. J.C. Korel y R. Gonzalez: op. tt. En el contexto de la investigacion mencionada sobre formacion del mercado de trabajo se consulté en el Archivo General de la Nacion el voluminoso material de la Policia que se conserva en Sala X. En particular se revisaron partes de seccion para el periodo comprendide entre 1850 y 1874. “* The Brazil and River Plate Mall, 2-1-1865, pg. 124 (mi trad.). “"E.T. Larguia: La economia rural en la provincia Bl trabajo, La Plata, 1898, pag. 3. ‘Vease entre otros, Godofredo Daireaux: op. ct, pags. 131 y sigs. ** Estos calculos se han hecho en base a los datos incluldos en este capituloy en el proxlmo sobre salarios y contratacién de mano de obra para Iaesquila, ya la informacién que aparece en los textos de los observadores contemporaneos. 5 Vease entre otros, W. MacCann: op. ct, pag, 80 y J. C. Korol e H. Sabato: op. ett, 5! Gibson: op. cit. pags. 86-87. ® Latham: op. ctl. pag. 23. © Emilio Daireaux: op. cit., pags. 310-311; Estantslao Zeballos: Descripcion amena de la Republica Argentina, 3 vols., Buenos Aires, 1881, vol. 3, pags. 303-320; Gibson: op. cit. pags. 67-71; MacCann: op. cit: Vicufia Mackenna: op. cit. ‘* Zeballos presenta varios ejemplos en ese sentido. Zeballos: op. ctt. vol. II esp. XII. Véasc también L. Dillon: Twelve Months Four in Brazil and the Rwer Plate with Notes on Sheep-farming, Manchester, 1867. ® Para informacion sobre el pago en vales ver: Emilio Delpech: Una vida en la Gran Argentina, Buenos Aires, 1944; Thomas Hutchinson: Buenos Aires y otras provincias argentinas, Buenos Aires, 1945, pag, 313: Etienne de Rancourt: Fazendas et estancias. Notes de voyage sur la République Argentine, Paris, 1901, pags. 265-266. Sobre los ahorros de los trabajadores, ver Korol y Sabato, op. ett. ‘MacCann: op. cit., pags. 32-33, ® Archives des Affaires Etrangéres: Correspondance Commerciale, Busnos Alres (consular. vol. 7, 1865-67, pags. 16-17, 12-3-1865 (mi trad), & The Brazil and Rwer Plate Mail, 23-5-1865, pag. 318 y 6-7-1865, pag. 392. RK Seymour: Un poblador de las pampas, Buenos Aires, 1947. pag, 989; Anales de la Sociedad Rural Argeniina, vol. 1, 1867, pag. 75. Los trabajadores 129 © Caudelier: op. ct, pag. 38 (mi trad). © Parliamentary Papers, Commercial Reports (4) Annual and Miscel- laneous Series, vol. LAXXIX, 1892, pag, 404; Gibson: op. cit. pag. 96. © Parliamentary Papers... ibid. © Bjemplos de retencion de salarios por parte de los empleadores ‘aparecen en cast todas las cuentas de estancias encontradas en las ‘Sucestones en el Archivo General de la Nacion. En particular, véase las de Ricardo Newton (N? 8760 de 1868), Guillermo White (N* 7217 de 1866) y ‘Suan Acebal (N° 3695 de 1878). Un caso concreto de endeudamlento se ‘encuentra en el Archivo Senillosa, AGN, Sala 7, 2-6-13, “Estado de Gastos q’se an echo en Establectmiento del Arroyo Chico del Sr. Don Felipe Senillosa, 1 Marzo y 1 Junio 1842”. Sobre endeudamiento véase nota 22, ut supra, La cita es de Bauer: op. ct. pag. 48 (mi trad,). “En este capitulo se analizard la aparceria desde el punto de vista del trabajador que se contrataba en esas condiciones, mientras que en el capitulo préximo se estudiardn las implicaciones que el sistema tenla para Jos estancieros. “© Vease MacCann: op. ctt. pag. 201; Hutchinson: op. et, pag. 313; Gibson: op. cit. pag. 86. ‘ MacCann: op. ct. pags. 200-201. © The Brazil and River Plate Mail, 21-6-1864, pag. 322 (articulo de Hutchinson); Parliamentary Papers, Commercial Reports (b) Embassy and Legation, vol. LXIX. 1867. pag. 333 (informe de F. C. Ford): M. G. y E. T. Mulhall: Handbook of the River Plate Republics, Buenos Aires, 1869, Pag. 18, Latham: op. ott. edicion en inglés: The States of the River Plate, Londres. 1968, pig. 25 (ml trad. pues la traduccion de la edicién en ‘castellano del texto €s poco fel al original en inglés). ® Gibson: op. ct. pag. 274 (mi trad). ® Citado por Hutchinson: op. cit., pag. 313. 7 Gibson: op. cit. pags. 92-93 (mi trad). 7 Ademés de las breves referencias a estos aspectos que se encuen- tran ena bibliografia mas general enbre el agro bonacrenar en la segunda ‘ilad del siglo XIX. el inico texto enteramente dedicado al papel de la mujer ‘enese contexto es el de Maria Teresa Vilafafe Casal: Lamujerenlapampa, la Plata, 1958. Este nos un trabajo sistematico y se limita a deserbir algunos de los papeles desempefiados por las mujeres en la campafa. Una mencién especifica de este problema se encuentra enJ. Lynch: op.ctt..cap. ml, * La Revista del Plata, setiembre de 1854, pag. 218. ™ Godofredo Dalreaux: op. ett. pag. 132. Iv Estancias y estancieros “The inconveniences attending estancia life are many, but we know of no legitimate enter- prise now-a-days which offers a surer yield or a safer investment than that of sheep when properly attended to.” (The Brazil and River Plate Mail, 22-11-1865, pag. 606.) Tierra y ganado fueron los recursos esenciales sobre los que se construyé la riqueza de la provincia de Buenos Aires luego de la Independencia. Ya en las postrimerias de la colonia, la cam- pafia habia comenzado a producir cuero para la exportacion y carne para el consumo urbano, pero el vuelco fundamental en ese sentido tendria lugar hacia 1820. Para entonces, un sector mercantil urbano que répidamente habia ido perdiendo sus bases de poder econémico, encontré una fuente alternativa de riqueza en la campafia y hacia ella voleé su esfuerzo productivo, con- fluyendo con quienes desde afios atras venian centrando sus expectativas en la ganaderia, Cueros vacunos y came de tasajo se convirtieron en la principal exportacién de una provincia que, por otra parte, recibia tmportaciones crecientes y ya no cantaha con los excedentes metalicos de que solia disponer durante la etapa virreinal. EI hinterland de Buenos Aires fue asi la region clave de esta expansién productiva, que aleanzé su fase mas dinamica durante cl régimen rosista. Enormes extensiones de tierra fueron apropia- das y puestas en produccién a través del sencillo mecanismo de ‘poblar estancias”, que consistia en levantar un rancho y contra- tar a un puriado de hombres que se ponian a cargo de miles de cabezas de ganado, para luego reclamar el derecho de propiedad sobre tierra y animales. Hacia 1850, la estancia habia conquis- tado el espacio mural. Su organizacién se habia hecho mis compleja, pero la formula basica siguié siendo tierra abundante, grandes rebafios de ganado criollo, pocos brazos y muy baja inversién en activos fijos.' Estancias y estancieros 131 La introduccién del ovino al principio no produjo cambio alguno en la organizacién de la produccién rural. Hacia las décadas del 20 y de! 30, pocos eran los estancleros que consi- deraban a la cria de ovejas como un aspecto importante de sus actividades rurales, aunque con frecuencia mantenian algdn rebafio de criollas como complemento del ganado vacuno.? Gra- dualmente, sin embargo, algunos hombres de empresa comen- zaron a promover el desarrollo del lanar en la provincia, En general, se trataba de inmigrantes que contaban con cierto capital ‘reunido fuera del ambito rural, y que buscaban una oportunidad para invertirlo en la campafia, siguiendo un camino tipico del Rio de la Plata. De origen mercantil, estaban en buena posicién para conocer los vatvenes del mercado internacional. y, ante el alza sostenida que estaba experimentando la demanda mundial de lana, se arriesgaron a probar suerte en la cria de ovejas.® Para hacerlo, imitaron a los ganaderos locales. y, sobre el modelo de la “vieja estancia”, surgié un nuevo tipo de empresa ‘que en pocos afios se difundié por toda la provincia, la estancia ovina, Una mirada més atenta a estos establecimientos revelaria una gran diversidad: desde pequefias unidades de 500 ha hasta extensas estancias de 30.000 ha: empresas manejadas por su duefio y explotactones a cargo de arrendatarios, estancias que funcioniaban en base a la contratacién de asalariados y estable- cimientos donde predominaba la mano de obra familiar... gCémo sistematizar esta variedad de casos evitando excesivas simplifica- clones? Sin olvidar que cada establectmiento era tinico y original en su organizacién y forma de funcionamtento, atendiendo al proceso de acumulacién de capital puede realizarse una primera clasificacién segtin dos tipos principales de empresa: la estancia y la explotacién familiar 0 farm. Simplificando enormeiente: las estancias eran empresas capitalistas que producian para el mercado, empleando trabajo asalariado pero combinandolo con otras formas de contratacion de la mano de obra ~basicamente diferentes formas de aparceria— y cuyo principal objetivo era maximizar beneficios con el propésito de asegurar el proceso de acumulacién. Aunque las explotaciones familiares también producian para el mercado, eran empresas que descansaban en la utilizacién de la mano de obra familiar, s6lo ocastonalmente contratando asalariados. Para los duefios de eslas explotaciones el objetivo no era tinicamente la super vivencia de la unidad de produccién y 1a subsistencia de las familias, sino, sobre todo, la reproduccién y expansion de la empresa (v. Cap. V) 132 ‘Capttalismo y ganaderia en Buenos Atres - 1850-1890 Esta categorizacién supone que estancieros y farmers eran Propietarios de la tierra. Si bien analiticamente debiera conside- Tarse a los duefios de la tierra y a los empresarios capitalistas como actores sociales diferentes, una caracteristica tipica de la explotacién rural de Buenos Aires era precisamente que propiedad de la tierra y actividad productiva aparecian integradas de ma- nera tal que, para cada empresa agropecuaria, las utilidades no solamente incluian las ganancias sino también la renta.> Mas atin, el ineremento del valor de la tierra (de su precio, en realidad) constituia un aspecto importante del proceso de acumulacién. Sin embargo, el arrendamtento era una practica bastante ex. tendida en Buenos Aires y. por lo tanto, no se excluira de la descripcién a las empresas organizadas sobre tierra arrendada, considerandolas como casos particulares de las categorias mas Senerales de estancia y de explotacion familiar. En las paginas que siguen se analizaran las caracteristicas Principales de la estancia ovina, mientras que el Capitulo V se dedicara a las explotaciones familiares. 1. Estancias y estancteros Personaje controvertido pero central en el de- sociedad argentina. La literatura existente ha propuesto diferentes hipétesis acerca de su papel a Jo largo de la historia y ha pintado su rostro de distintas maneras. Pero ya sea como héroes © como villanos, en definiciones que los catalogan como miembros de una clase terrateniente de comportamiento feudal o semifeudal 0 como burgueses motivados por objetivos ¢apitalistas, en interpretaciones mas simples 0 mas complejas, los estancieros no resignan nunca su lugar central, No se ‘de. batira aqui la cuestién més general sobre su naturaleza o sobre su papel a Jo largo de la historia argentina, sino que se abordara una tarea mds limitada, la de observar a aquellos que en la ,, Como manejaban sus negocios. Se tiene asi la pretension Quied excesiva de alimentar aquella discusién mas general con el analisis especifico referido a una region y a una época.* sta hoy. la palabra estancia ha sido Estancias y estancleros 133 zacion fue variando con el tiempo, desde la primitiva estancia vacuna dedicada a la produccién de cuero en la tardia colonia hasta Ja actual empresa moderna productora de cereales y ga- nado vacuno refinado. Y si bien algunas estancias atravesaron Por todas estas diferentes etapas que llevaban de un tipo a otro de explotacién rural, probablemente muchas mas sélo sobrevi- vieran a través de algunas de estas fases historicas. En conse- euencia, desde el punto de vista sincrénico, el cuncepto de estancia tiene diferentes connotaciones segiin los periodos y las Tegiones en que fue usado. Sin embargo, tiene también una dimensién diacrénica, y la palabra estancla, utilizada hoy, de alguna manera contiene ¢ incluye sus significados anteriores, En este texto se analizardn las caracteristicas principales de Ja estancia en la etapa de expansién del lanar y, por lo tanto, se hablara de estancias ovinas. tratando de aislar ios rasgos de los establecimientos dedicados a la cria de ovejas para la produccién de lana. Sin embargo, a lo largo del periodo estudiado, las estanclas fueron sufriendo cambios sucesivos y pasaron de una primera ctapa cn que las uvejas se incorporaron como comple mentarias al ganado vacuno, a una segunda en que predominaba el ovino y, finalmente, a una ultima fase en que las actividades relacionadas con el lanar dieron paso a la estancia mixta agricolo- ganadera. Aunque el ritmo de transformacién fue diferente en cada caso, y probablemente muchas de las estancias no atravesa- ron por todas estas etapas, cuando se habla de estos estable- cimientos es necesario tener en cuenta la direccién que seguia el Proceso de transformacién general de la estancia. El andlisis que sigue se centra en el estudio de los estable- cimientos dedicados principalmente a la produccién de lana y sdlo lateralmente se hace alguna mencion a otro tipo de explo- tactones donde el ovino ocupaba también un lugar importante, como las cabafias donde se refinaban los animales, y las estan: clas de cria combinada, donde el ganado vacuno atin (0 ya) Jugaba un papel central. De todas maneras, en las explotaciones estudiadas, la produccién de lana y la cria de ovejas se considera- ban en forma conjunta, pues la reproduccién del stock jugaba un Papel importante en el proceso de acumulacién de capital. Las estanclas eran de variada extensién. En la region mas untformemente pastoril es posible sin embargo establecer algunos limites y ciertas constantes para todo el periodo. Asi. desde Ia década del 60, la mayor parte de las estancias ovinas no pasaban de las 5000 ha pero la mayor parte de los animales, sin embargo, se criaba en establecimientos mas extensos, ubicados casi todos ellos entre las 5000 y las 30,000 hectdreas. En esa misma regién, 134 Capitalismo y ganaderia en Buenos Atres - 1850-1890 la capacidad de carga de la terra se estimaba entre tres y cuatro ovejas por hectarea, aunque ésta variaba segiin las condiciones naturales y las mejoras introducidas por el estanciero (alambra- dos, pozos de agua, etc.). Por lo tanto, de acuerdo con su extensién y su capacidad de carga, una estancia de la época podia tener desde unos ocho a diez'mil animales hasta mas de cien mil, En todas ellas se criaban ademas caballos y yeguas, que cran indispensables para el trabajo en el campo. y sit mimero también podia variar mucho, oscilando entre unas decenas y varios miles de animales.” Pero estas variaciones significativas en la escala de produc- i6n tenian escasa influencia en la forma de organizacién y el fun- cicnamiento de la empresa, y s6lo en algunos casos extremos se pueden detectar diferencias importantes en ese sentido. 2. La organizacién de la empresa Grandes o pequefias, las estanelas en general se organizaban de manera muy similar: Ja, qUl cstablecimlento de esta clase, consiste en una casa de estan- cla, que varia de tamafio, alrededor de la cual hay generalmente plantaciones de paraisos, acacios, alamos, sauces, moreras, algunos robustos ombiies, y a veces también montes de durazno. Suelen haber también oficinas independientes, galpones, corrales para ganados y grein, Estas poblaciones..selevantan asladas en medio de fa pampa,. in diferentes puntos de las estancias se construyen las habitacior los pastores, llamadas puestos..,."* : mee de Tal cra el disefo basico de la estancia ovina de esos afios, Claro que hubo variaciones sobre este esquema. A comienzos del Periodo, para la década de 1850, la mayor parte de los estable- Clmientos apenas tenia una casa central hecha de dos o tres Plezas de adobe con una ramada anexa que servia como cobertizo Para distintos fines, uno o dos corrales para las majadas princi- pales que estaban a cargo de un pedn, una cocina para los tra- bajadores, un aljibe y algunos Arboles. En la periferia de la Propiedad, cada uno de los puestos, ranchos de adobe de una Pleza, estaba rodeado de un corral, un aljibe, tal vez un par de arboles. Una zanja de importancia y extensién variables podia rodear las partes vitales de la estancia, Tres décadas mas tarde, muy Pocos establecimientos todavia mostraban un aspecto tan Precario, y la mayoria de los inventarios de estancia en la década del 80 incluyen en la zona'del casco una sélida casa de ladrillos Estancias y estancieros 135 de tamaiio variable para el duefio y su familia ~a veces Hegaba a tener veinte habitaciones~: otra casa de ladrillos para el mayor- domo o el administrador y su familia; dos o mas galpones de madera o de ladrillo (uno para la esquila, los demas para depésito), una cocina bien provista, una quinta donde se cultivaba hortalt- zas y se plantaba un monte, y varios corrales para las ovejas de diferentes tipos. En la periferia, los ranchos de adobe de los puesteros habian sido reemplazados por modestas casitas de la- drillo de dos o tres ambientes. La difusién del alambrado con- tribuy6 a cambiar aun mas el aspecto de las estancias, y, a consecuencia de su introduccién, en muchos casos se produjo un reordenamiento de los puestos para aprovechar a pleno las ventajas que podia brindar la adopcién de tal innovacién.* El alcance y la secuencia de estos cambios puede observarse para el caso de una estancia en particular, la de la familia Girado, en Chascomus, pues se cuenta con los inventarios de la propiedad para 1822, 1858 y 1881, que muestran con elocuencia la transformacion.'® La estancia de Francisco Girado hacia 1820 era un establecimiento mediano donde criaha unas mil vaeumos, seiscientos ovinos y tres tropillas de. caballos y yeguas. La instalaciones incluian un rancho con “una puerta y una ventana’ Para el duefio, un rancho mas pequefio para el capataz, un aljibe, y una cocina con dos ramadas. Unos pocos arboles y una vieja zanja completaban el cuadro. Dentro de la casa, todas las exis- tencias consistian en un “tacho viejo”, una olla de hierro grande y dos pequefias, una caldera, dos asadores. una batea. un balde, ‘cinco fuentes, once tenedores, nueve cucharas, dos morteros, una pledra de afilar, dos bolsas de sal, una azada, una pala, una azuela, un catre, dos mesas, una montura, espuelas y un poncho. Dos carretas se usaban para el transporte. Para fines de la década del 50, las propiedades de la familia se expanden y uno de sus miembros, Elias, poseia 6500 ha ademas de otros bienes muebles e inmuebles. La casa central era una construccién de tres habitaciones, bien amueblada en el dormitorio, la sala y el comedor. En la zona del casco se levanta- ban ademés las cocinas con sus ramadas anexas, un horno, un. rancho para el mayordomo, un galpén con un juego completo de herramientas (cinco palas, cuatro hachas, una balanza, dos docenas de tieras de esquila, etc.) y varios corrales para los animales, Junto a ellos, la quinta tenia dieciséis montes e incluia un rancho, cocina y aljibe para cl quintero, Los seis puestos de la estancia contaban cada uno con un rancho de adobe con techo de paja, un corral, una zanja y un numero variable de Arboles. Alrededor de la estancia se habia construtdo una zanja de unos 136 Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 dos mil metros de largo y una pared para proteger al casco de las inundaciones periédicas de la laguna de Chascomis. Los hijos de Elias, Federico y Ceferino, heredaron la propiedad. Al morir el primero, en 1881, la estancia se habia expandido en mil hectareas y habia cambiado notablemente su aspecto. Su perimetro estaba totalmente alambrado y lo estaban también algunos potreros interiores. El casco incluia una casa de ladrillos de diecisiete habitaciones “de azotea’, zaguan, cochera, carpin- teria, cocina, letrina, pozo. Jardin y patio; cocina y pieza para él mayordomo; cocina para los peones y pieza para los capataces: dos galpones, un segundo aljibe, un palomar, un horno para pan, un gallinero, un galpén de ladrillo para los animales de raza, otro galpén con techo de paja para las vacas de raza, varios corrales, un corral especial para un caballo de raza y otro para “avestruces del Africa’. Todas estas construcciones estaban bien provistas en materia de mobiliario y herramientas. El inventario lista ademas ocho carros y carretas de diferente tipo (volanta, brek, victoria, tilbury, dos wagons y dos carros de varas). La estancia contaba ademas con veinte puestos. todos dotados de casa de ladrillos de dos ambientes con techo de zinc, cocina y ramada, aljibe, quinta y corral para las ovejas. Los cambios no se limitaban al equipamiento: el ganado también muestra mejoras considerables. En la década del 20, Francisco Girado tenia 600 ovejas y 1000 vacas de muy baja calidad, pero ya en los 50, los rebafios de Elias en Chascomus consistian en 10.000 cabezas de mestizas merino, cada una valuada entre 0,6 y 1 $ oro, y su ganado vacuno trepaba a las 6000 cabezas, valuadas en 98 & oro cada una. Las Glrato estaba gradualmente pasando a la cria de ovejas, pero mantenian siempre un interés en el vacuino. En 1881, el establecimiento de Federico y Ceferino contaba con mas de 2000 bovinos, incluyendo algunos de raza; 28.000 ovejas mestizas, valuadas en 1,2 $ oro cada una; 2500 finas, valuadas entre 2,8 y 6 $ oro y veinte carneros reproductores cuyo costo rondaba los 60 $ oro por cabeza. A pesar de todos estos cambios que se fueron intro- duciendo a través de los afios la organizacion de las estancias se mantuvo sin mayores variaciones hasta la introduccién del sis- tema de potreros, hacia finales del siglo. En todos los casos, el sistema basico para atender a los animales consistia en dividirlos én rebafios de 1600 a 3000 cabezas que se ponian a cargo de los pastares: “Las chozas de los pastores, llamadas puestos, estén situadas en los puntos mas elevados y en la linde del dominio, a un kilémetro Proximamente una de otra, de modo que los carneros al salir del parque a Estancias y estancieros 137 hallan delante de ellos un espacio libre, generalmente de dos kilometros de profundidad, que da para cada puesto doscientas hectdreas de superficie..." Con frecuencia, estos rebafios estaban formados por ant- males mestizos de todas las edades y pocos eran los estancieros que las separaban de acuerdo con su calidad, edad o estado. En general, se incluia también a algunos carneros en cada majada ara asegurar la reproduccion. Cada puesto contaba ademas con unos cuantos caballos ~que no siempre eran propiedad del estan- clero- que el pastor usaba para sus labores. El trabajo cotidiano de estos pastores ya ha sido descrito en el Cap. Ill: sintéticamente: “Sus deberes consisten en atender a su rebafo dia y noche, evitar que se mezcle con otros rebafios del mismo establecimiento cuando no hay separacién entre los distintos puestos, mantenerlo libre de sarna y otras enfermedades contagiosas, ahuyentar a los perros y culdar que ningiin animal se plerda; en suma, pastorear su rebafo. Todo esto lo hace de a caballo y muy rara vez ee utllizan perros, pucs pueden, tornarse salvajes y provocar grandes dafios."= Estas tareas se redujeron mucho luego de la introduccion del sistema de potreros. pero atin a fines de la década del 80 los viejos métodos de trabajo predominaban en la cria de ovejas. Ademés del ganado a cargo de estos puesteros, cn general se mantenia una majada de las mejores ovejas en un corral ubicado en la zona del casco, y cuando se contaba con animales de raza, “las finas”, se los atendia especialmente en galpones y corrales levantados también junto a los edificios centrales. En el caso de las cabafias, cuyo propéeito principal era la cria de animales de raza y la cruza, la organizacién de la estancia era algo mas compleja, aunque de todas maneras se mantenia el puesto como célula basica para el cuidado de las majadas. Los acontecimientos mas importantes en la vida de la estan- cla eran la esquila, que en esta regién tenia lugar entre octubre y diciembre, y la paricidn de los corderos, en abril-mayo y julio- agosto. Otras tareas incluian la marcacién de los corderos y de las ovejas recién adquiridas, la curacién de la sama y otras enfermedades, el mantenimiento de edificios, cercos, corrales, etcétera. Después de la coquila, cuya descripcién ya se ha heche en el Cap. It, “1 erlador tiene dos asuntos importantes que atender. El primero de ellos es la revisacion escrupulosa de su rebafo para detectar sara 0 138 Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 cualquier otra enfermedad y atender esos problemas mientras la lana esta atin corta, los animales fuertes y sanos y las ovejas vacias. En particular debe esforzarse por dominar a su gran enemigo, la sama, ¥ or Jo tanto, una revisacién cotidiana y el bane periédico resultan Indispensables".® La manera de realizar la curacién dependia mucho del equipamiento con que contaba la estancia, pero el método mas recomendado era hanar a los animales en una solucién especial, dentro de los veinte dias siguientes a la esquila." También a continuacién de la esquila habia que efectuar la seleccién de los animales que serian sacrificados y aquellos que serian vendidos en ple. Luego se atendia a la reproduccién, introduciendo a los cameros en las majadas en la época adecuada. La paricién ocupaba alrededor de veinte dias y correspondia al puestero de a caballo ocuparse del rebafio con todo cuidado. Cuatro o cinco semanas después de la parici6n tenia lugar la marcactén y luego castracién. “Durante el invierno el estanclero encuentra tiempo para atende: al mantenimiento de su establecimiento, arreglar eiificios y cerca ‘ocuparse de la plantacién de arboles y otras ocupaciones similares." Los escenarios principales para el desarrollo de estas tareas eran dos: las labores de rutina cotidiana, asi como la paricién de los corderos y a veces las curaciones, tenian lugar en el area de los puestos y estaban a cargo de los pastores; la esquila, en cambio, reunia alrededor del casco a toda la mano de obra disponible en la estancia y a los trabajadores temporarios con- tratados para la ocasién. S1 el establecimiento estaba bien equi- pado, contaba con galpsn y patio destinados especialmente a ese fin; st no, la esquila se levaba a cabo bajo la sombra de alguna ramada. El casco también era la zona habitual de trabajo de peones y sirvientes que se desempefiaban en los edificios cen- trales de Ja estancia. Para todas estas tareas se contaba con trabajadores perma- nentes y ocasionales, contratados por el estanciero segtin diferen- tes formulas, como se ha visto en el Cap. Ill. Pero gde qué manera esas variadas formas se combinaban en el interior de cada explotacién y cémo se organizaba el proceso de produccién? Estancias y estancieros 139 3. Organizacion y administracion ‘Alla cabeza de la estancia, su propietario y patron ejercia el control sobre todo el proceso de produccién. La participacién efectiva de los duefios variaba en cada caso. pero la preocupacion por el manejo de la empresa parece haber sido bastante mayor que la que podria suponerse a partir de la condicién de ausentis- tas de muchos estancieros. La mayor parte de los estancieros menores vivian 0 pasaban largas temporadas en el establecimiento, ejerciendo personalmente la supervision de la empresa. Los mas grandes, en cambio, preferian residir en forma permanente en Buenos Aires, para poder atender asi a sus variados negocios.'* Sin embargo es probable que muy pocos de ellos dejaran sus intereses rurales enteramente en manos de sus administradores. Al respecto, observa Daireaux: “Los grandes propletarios de terras no son criadores indiferentes ue se conientan con recibir a fin de afo los productos de sus tierras qetmanos de un mayordomo, sino vers von frecuencia sus ganado, dia por dia saben lo que en estos ocurre, venden algunos millares de bueyes © compran millares de vacas, en una palabra, en su despacho en la ciudad, al que todos los dias van, concentran y tienen en sus manos todos los hilos de la administracién de su fortuna, alli venden cuero, Jana y ganado, negocian valores a que dan lugar estas operaciones, en. fn, dela administracion de una gran fortuna hacen un negocio comer- En general, los estancieros reservaban para si las decisiones claves en materia de inversiones, ventas y administracién, viajando con frecuencia a sus estancias y manteniendo una nutrida correspondencia con sus mayordomos. Hubo entre ellos hombres muy interesados por las cuestiones rurales, que dedicaron parte importante de su tlempo a informarse acerca de la cria de ovejas en otras latitudes, a viajar al exterior para aprender sobre nuevas técnicas y métodos agropecuarios, y a volar sus experlencias y sugerencias ya sea en Hbros, como los de Herbert Gibson o J. Hannah, 0 en articulos que se publicaban en periédicos y revistas. En los Anales de la Sociedad Rural abundan tales textos escritos por estancieros de renombre como Olivera, Senillosa, Jurado y otros.!® La mayor parte de los estancieros, sin embargo, estaba lejos de mostrar esa vocacién por la tecnologia y las letras. prefiriendo el terreno mas seguro de la practica para ensayat innovaciones que pudieran redundar en mayores beneficios empresarios. 1400 EEE ee Para garantizar el buen funcionamiento de la estancia, la eleceién del mayordomo era un paso fundamental, ya que ese personaje era el representante del estanciero durante sus ausen- clas y ejercia el control sobre los distintos aspectos del proceso de produccién. En su Instruccién del Estanciero, José Hernandez recomendaba: “Una estancia... debe estar subordinada a una direccién ‘nica € inmediata bajo la cual giran todos Jos resortes de su administracion interior, para la puntual y exacta ejecucion de las érdenes del prople- lario. Ese director, ese gerente de una estancia, es el mayordomo; tiene a su cargo la direcci6n del establecimiento y su Inmediato subalterno es el capataz, encargado con sus peones de la ejecucién de las 6rdenes que recibe.’ ‘Su grado de responsabilidad variaba, pues dependia en un todo de la relacién que establecia con el patron. En la mayor parte de los casos estaba en sus manos decidir sobre asuntos tales como el empleo de trabajadores temporarios u ocasionales, la reparacién de edificios y equipos, la compra de alimentos y otras provisiones y, en consulta con el duefio, sobre temas sas tmpor- tantes como la fecha de la esquila y las curaciones, la contra- tacién de trabajadores permanentes, la renovacion del stock o del equipamiento y, a veces, la venta de los productos de la estancia. El mayordomo se ocupaba también de llevar las cuentas y de enviarlas periddicamente al estanclero -salvo en los casos excep- cionales en que para ello se empleara a un tenedor de libros— y estaba a cargo de todas las transacciones que se efectuaban en efectivo. Recibia los fondos directamente de manos del patrén de algiin membro de su familia, a través de un banco 0 por intermedio de algin comerciante local que brindaba al estanciero crédito permanente. El andlisis de algunas de esas cuentas como es de esperar revela que la prolijidad de los mayordomos era muy variable. Asi, se encuentran casos como los de M. Farrell, mayordomo de la estancia La Posta de Vazquez, de Ricardo Newton, quien enviaba cuentas muy detalladas a su patron, distinguiendo el debe del haber en dos prolijas columnas, anotando en la primera los gastos corrientes y en la segunda las remesas recibidas de sus Patrones, mientras lquidaba por separado todo lo relativo a las cuentas que levaba con los puesteros-aparceros bajo su con- trol.2° No siempre la contabilidad se organizaba de manera tan sistematica, y la correspondencia entre Enrique Gubba, mayor- domo de la estancia Del Venado y su duefio, don Felipe Senillosa Estancias y estancteros — as caética en que se jadre, es un ejemplo tanto de la forma mas cat fievan las cuentas en la mayor parte de los casos, como del tipo de relacién que se establecia entre mayordomo y estanciero. “EI Venado, setiembre 14 de 1854 al Sor Dn Felipe Senillosa en Buenos Aires pneery ‘Sor Mio: ...he recibido con el tropero Pacheco el cabo y cuatro tgblones y igualmente he abonado a Den Anto. Capa el importe de los $1449 de compra y fete de dichos articulos... 1 Se ha hecho en la balza el tolal bre, “hasta hoy de @ 8450 m/c de cuya somma pagué a Dn Anto, Capa $ 1449 rl quedan 8 7000 48. jiba a ‘mas como me habia dado orden rar palos lirazne para loo pueston y viendo la asqulla adelante no lenlendo asignacion ninguna, sino una entrada sin importancia he detenido e! dino acta, aya esperando qUd. me abonasc le § 7000 al negocio de baka ‘no queda més res A ee er Oe, he sar cei alza antes que se para~ y mandarme el recibo de todo el dinero q' se Pa pagado hora y los $ 1.000 qse han pagado anterior, recono cléndome como duefo de la mitad de la balza. He pagado para Felipe Fitzimons 1 comp Se 5b pas de durazno 522 ayer de 200 por eueon de vaca FS los porta bam 100,000 Por ml Guba 1. compra de B00 plo de durazno ang 5 por 1600 &: por 9 euros de vaca 20 por 1g00 | me quedan 44008 de los 7000 de Ia balza de las entradas 655, resta de ani 49 ? SIO que no alcanza para el gasto de todos los puestos de ta trasquila del modo qespero qdiese orden a Dn Antonio de fran- aan anes (Girma: E. Guba) yrdomos también estaban a cargo del personal. que incluie a une amas capataces. un numero variable de eones y sirvientes, los pastores a cargo de los puestos y los trabajadores estacionaies y ocasionales. Algunos establecimlentos empleabat también a un segundo mayordomo, un tenedor de libros, un 142 Capitalismo y ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 pulpero st habia negocio dentro de la estancia, y uno o mas trabajadores especializados, como quinteros. carpinteros 0 car- niceros.* Las tareas regulares de la estancia estaban a cargo de los peones y los. puesteros, controladoe. por los capataces. Cada pastor se ocupaba de una majada y del mantenimiento de su puesto y durante las épocas de mayor demanda de brazos, también podia realizar tareas extraordinarias, por las cuales se es pagaba un adicional sobre su paga habitual. A los peones sc los contrataba para realizar tareas mas o menos especializadas -galponero, quintero- 0 para “toda labor’. En cuanto a los temporarios, en general se los empleaba para fines especificos como esquilar, reparar una zanja 0 un cerco, cavar un pozo. En la contratacién de mano de obra, cada estancia combinaba de manera propia trabajo asalariado y diversas formas de aparceria y, aunque no se establecié un patron general tinico para todas las ‘empresas, pueden reconocerse algunos rasgos comunes en las modalidades que fue adoptando esa combinacién a lo largo del periodo del lanar. En primer lugar, peones, sirvientes, y tra- bajadores temporarios eran en general contratados como asalaria- dos, mientras que los puesteros, si bien en ocasiones también estaban a sueido, la mayor parte de las veces se contrataban como aparceros. En segundo lugar, las estancias combinaban diferentes formas de aparceria, en proporciones variables, pero siguiendo una tendencia general comin.** Algunos ejemplos permitiran perefbir la direccion de esa tendencia, asi como desta- car la flexibilidad con que se movian los estancieros en el manejo de sus empresas. En la década de 1860 puede mene! estancia La Adela, de. Chedcomes, propiedad de flewy el, donde en 1862 sus trece puestos se distribuian asi: diez a terclos a trabajadores sin capital; dos a medias a trabajadores con capital y uno a un pastor asalariado; la estancia Paso del Villar, de Felipe Girado, también en Chascomiis, donde en 1863 de los veinte uestos, trece estaban en manos de medianeros con capital, tres en la de medianeros sin capital, y cuatro en la de pastores a sueldo; el establecimiento de Samuel Wheeler en Navarro, donde, demi de un peén, un cocinero, un mayordomo y un quintero, to crease 8 habia cinco medianeros con capital a cargo de los in el 70, La Segunda, de Juan Acebal, incluia trein cuatro puestos, siete a cargo de medianeros con eapltal, doce de tercianeros con capital, uno de un tercianero sin capital, diez Ae EeeEeEeE a dados al cuarto, sin capital y cuatro a pastores a sueldo.* En 1882, la estancia Vitel, de Federico Gandara, tenia cuarenta y un puestos: quince a cargo de trabajadores al tercio sin capital: hueve de tercianeros con capital y diecisiete de medianeros con capital, Por su parte, el establecimiento de Agustin Zemborain en Mercedes, contaba en 1886 con ocho puestos: tres en manos de trabajadores al cuarto, sin capital, uno a cargo de un tercianero con capital y el resto, ‘de pastores a sueldo.”* Este tipo de combinacién era tipico de las estancias ovinas de toda esta etapa, en que la aparceria jugo un papel central en el disefio empresario, En el capitulo anterior se analizaron las transformaciones que ella experiment6 en términos generales a lo largo del periodo estudiado. Queda ahora referirse al lugar que le cupo en la estrategia productiva de los estancleros y @ sus Ventajas y desventajas en relacién con el trabajo asalariado, desde el punto de vista del proceso de acumulacién de capital en el nivel de cada empresa individualmente considerada. Desde los primeros dias de la expansién del ovino, los estancieros tuvieron que afrontar el problema de la escasez de mano de obra relativamente calificada. Camo ya se ha visto, la aparceria fue una respuesta a ese problema, ya que resultaba atractiva para los trabajadores potenciales a la vez que con- Yeniente para el empresario. El método result6 bastante exitoso, atrayendo a trabajadores irlandeses y vascos, que se incorporaron ‘con sus familias a las estancias en expansion, y también a trabajadores argentinos, que confluyeron hacia la actividad lane- ra en nuimeros crecientes. ‘Una de las principales ventajas que los contemporaneos veian en la aparceria era que aseguraba la dedicacion total del trabajador a su labor, pues su remuneracién dependia entera- mente de lo que fuera capaz de producir en el afio. En explota- clones extensas, en la que los pastores se instalaban lejos del casco y casi fuera del alcance de la mirada del mayordomo y capataces, parecia mas que razonable hacer depender la remu- neracién de la productividad. Por otra parte, el sistema implicaba ‘escaso desembolso de dinero en efectivo durante el afio, pues, a excepcién de los adelantos que el puestero pudiera requerir para hacer frente a sus gastos corrientes, la mayor parte de la paga se hacia efectiva cuando se vendia el producto (0 al entregarse los animales, en el caso de los arreglos que incluian parte del incremento del rebafio). “Teniendo en cuenta estas ventajas para el estanciero, dos cuestiones merecen consideracion: el costo de la aparceria en ‘comparacién con el del trabajo asalariado, y la independencia - Lape? Y parcerts 7 Suenos dies - {050-1980 excesiva que el aparcero podia adqutrir en el proceso de produc- cion y venta de sus productos, en relacién con la organizacion central del establecimiento. Una ventaja obvia de la aparceria era su costo variable. A diferencia del trabajo asalariado, la aparceria tenia un costo que se determinaba al final de la temporada por el precio del pro- ducto. De esta manera, la mano de obra representaba un costo que variaba de acuerdo con el precio que el estanciero obtenia por sus frutos. En las primeras décadas de expansién ovina, los bajos Precios de los animales y de la lana ponian un limite a la parte que tocaba a los aparceros, y cuando esos precios comenzaron a trepar hacia finales de la década del 60, se controlé el ingreso que correspondia a éstos por el simple mecanismo de disminuir su parte. Asi como ya se ha visto, los medianeros sin capital s6lo aparecen en los primeros afios; mfentras que en la década del 80 la mayor parte de los aparceros sélo recibian un cuarto del producto, Aun asi, excepto en los afios de crisis -con precios muy bajos para la lana, alta mortalidad de los rebafios, etc.-, la aparceria implicaha’costos mas altos que el trabajo asalariado. En el Cuadro I se han calculado los ingresos anuales promedio recibidos por trabajadores contratados bajo diferentes formas de aparceria y por trabajadores asalariados. Estas estimaciones representan s6lo una apraximacién tentativa a lo que habran sido las cifras reales en las distintas décadas. Las fluctuaciones que Tesultaban de las variaciones anuales de los precios de la lana y de otros productos no se han tendo en cuenta al realizar estos célculos, cuyo propésito se limita a comparar la tendencia seguida Por los diferentes tipos de remuneracion. Se cuenta con informacion aislada sobre la remuneracién efectivamente perctbida por algunos aparceros, y si bien ella Parece confirmar los calculos globales ensayados en el cuadro precedente, a la vez muestra las agudas fluctuaciones que impli- aba este tipo de contratos. En 1865, un buen afi en materia de precios, en la estancia de Samuel Wheeler, en Navarro, mientras Jos peones ganaban un promedio de 100 pesos oro por aiio, los medianeros cobraron entre 280 y 390 pesos oro anuales, ademas del incremento del stock. Cuatro afios mas tarde, en plena crisis, , en la estancia Vista Alegre, de Newton, los tercianeros recibian entre 115 y 120 pesos oro més el incremento del stock, mientras los pastores a sueldo ganaban entre 140 y 170 pesos oro anua- En vista del creciente costo de la aparceria en relacién con ¢l trabajo asalariado, hubo una conversion gradual de la medieria ‘Estancias y estancieros “_ fercianeria 0 cuarteria y una proporcién creciente de los Erabsjadores se contrataban como asalariados. Mas atin, cuando se introdujo el sistema de potreros que permitia disminuir en un 50% el numero de los trabajadores a cargo de los rebafios, ya no resultaba conveniente contratar aparceros para la cria de ‘ovejas, y la mayor parte de los estancieros preferia emplear pastores y puesteros a sueldo.”” (Cundro I, INGRESO ANUAL ESTIMADO DE APARCEROS Y PUESTEROS Y ASALARIADOS (1845-1885) EN LA PCIA. DE BUENOS AIRES, EN PESOS ORO Aparceros (ler. Aparceros (ler. Asalartados: Aftos tipo): Ingresos tipi: Ingresos _ingresos en correspond. a correspond. a —concepto ‘su parte del ‘su parte det salario producto producto en dinero excluye (inctuyendo animaies) ‘antmales) it /Seenl sent Spent 2a 4) 1845-54 138 92 69 264 176 1392 98 1855-64 281 187 140 437 291 220 126 1865-74 203 195 147 559 372 280 160, 1875-84 304 263 197 670 447 335 188 Fuentes: laboraclén propa. El ingreso anual de los aparceroe e ha estimado @ partir de ls cazulos se ingresos y paste corientes inchuidos en Pill if ote aiclncs y umnicralde que Ucn anu cargo taeda die 1500 a 2000 ovejan El ingeso anual promedio de los asalariados se calulé en base a lo datos sobre salarios incluidos en el Cuadro IV, Cap. III. La segunda cuestién que planteaba la aparceria -el peligro de una excesiva independencia del aparcero en relacién con la organizacién central de la estancia— se controlaba obligando a los trabajadores a entregar todo el producto de sus majadas a la administracion central, que recibia esos productos, los vendia, y pagaba a cada aparcero su parte. De esta manera, el estanciero ejercia el control sobre el total de la producctén, recthia los benefictos de actuar como intermediario y a su vez mantenia a los aparceros alejados de los circultos de comercializactén. Como se hha visto en el Cap. Ill, en las primeras décadas de la expansion — “apttatismo ¥ ganaderia en Buenos Aires - 1850-1890 del lanar el trabajador gozaba de cierta independencia en este sentido, en particular con relacién a su parte en el incremento de las majadas. Podia vender los corderos 0 ir con ellos formando su Propio rebafio. Para la década del 80 en cambio, en general ya no se le permitia separar su parte y se le pagaba en dinero por lo que le correspondia de ese incremento.2” El aparcero de hecho se convirtié asi en un trabajador asalariado a quien se le pagaba de acuerdo con el rendimiento (de su trabajo y del de su familia) y a los precios que alcanzaban los Productos de sus majadas en él mercado. De esta forma, aunque Su remuneraci6n era en general mas alta que la de los asalariados Propiamente dichos, tenia que trabajar con su familia lo mas intensamente posible para garantizar maximos resultados, y nunea estaba seguro del ingreso que tba a recibir al final de la tempo- Tada. pues dependia enteramente del rinde de su rebaiio y de los. recios a que serian tasados sus productos, Como sefala Gibson: ‘si gana una suma importante de dinero en un aiio, es porque su empleador ha ganado una cifra proporcionalmente mayor". Teniendo en cuenta las ventajas y desventajas de este tipo de aparceria en relacién con el trabajo asalariado, la mayor parte de los estancieros elegia combinar ambas formas de contratacin de la mano de obra, empleando a la vez a medieros, tercianeros, trabajadores de a cuarto sin capital, asi como a peones y puesteros asalariados. Pero no eran éstos los tinicos trabajadores empleados por los estancieros, pues, como se ha visto, éstos contrataban también apareeros que aportaban no sélo'su fuerza de trabajo sino también sus animales (aparceria del segundo tipo descripta en el Cap. Il), Cuando el duefo del establecimiento no alcanzaba a Poblar su campo de manera tal de asegurar una explotacion Tentable en toda su extensién, podia arrendar parte de sus tierras © Podia introducir este tipo de aparceria. Muchas veces, los estancieros combinaban ambas formas.*! E] arrendamiento redituaba en un ingreso regular que no era insignificante, pero con frecuencia implicaba un alto grado de autonomia por parte del arrendatario en la organizacién de la empresa, aunque no siempre en la comercializacién de sus Productos. La aparceria, por su parte, le aseguraba al estanciero el pastoreo confiable de su parte del rebasio e introducia al puesto en la esfera de control de la administracién central de la estancia, Aun cuando estos aparceros gozaran de mayor autonomia rela- tiva que los aparceros sin capital, en la forma en que manejaban Sus rebafios y que disponian del producto debian participar en tareas anuales comunes como la esquila y las curaciones y con Estancias y estancieros 147 ncla vendian su parte del producto a través de la adminis- tiacion central" En tenninos de ingresos y costos, el precio del arrendamiento sub{6 mas répidamente que el de la mano de obra, y st en las décadas del 50 y del 60 era conveniente ceder tierra a medianeros a cambio de su trabajo, en los 80 la parte de los aparceros se redujo al terclo, de manera tal que se incrementé el tiempo de trabajo que cada uno de ellos dedicaba al rebafio de! estanclero mientras que disminuyé la porcién de terra que supaban sus propios animalcs."* . ocwP in sus diferentes formas, la aparceria fue una practica muy difundida en las estancias ovinas, y los estancieros empleaban a pastores y puesteros bajo distinto tipo de contratos, incluyendo y ‘combinando aparceria y trabajo asalariado, Asimismo, contrata- ban a peones permanentes y temporarios, a mayordomos y capataces, todos ellos en calidad de asalariados, También en ese caracter se tomaba a sirvientes y cocineros que no solamente realizaban tareas para el servicio personal de la familia del estanciero, sino que muchas veces,y sobre todo en el caso de los cocineros, ‘se empleaban para atender al personal contratado. ‘Combinando trabajo asalariado con aparceria en sus distin- tas formas, y recurriendo con frecuencia a la mano de obra temporaria y ocasional, de manera tal que la dotacién de tra- bajadores permanentes podia reducirse al minimo, el estanciero lograba flexibilizar su estructura de costos. Dadas las dificul- tades financieras habituales en el contexto bonaerense y los riesgos que implicaban las subitas variaciones de la demianda mundial, y por ende del precio local de la lana, y teniendo en cuenta que el peso del costo de la mano de obra en el costo de produccién estaba lejos de ser insignificante (v. Cuadro Ill), esta flexibilidad daba al estanciero un margen de mantobra decisivo, que le permitia tanto aprovechar las buenas oportunidades como cubrirse en épocas dificiles. 4, Microeconomia de las estancias jue en los contemporaneos despertaban las pers- pene ut uo contempatner desperate Pes afos de expansién y hasta la crisis de finales de los 60, cedid paso en las dos décadas siguientes a un optimismo moderado, desplazado a su vez por una preocupacién creciente los ultimos anos del siglo. Y aunque esa actividad prosperé y se ny og de ido ¥ anon se arated prec Y oe el empresario individual las posibilidades de alcanzar altas tasas

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