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Biografía de Pietro Fossati, arquitecto del Palacio San José.

Pietro Fossati, más conocido como Pedro Fossati (Lombardía, 1827-¿?, 1893), fue un


ingeniero y arquitecto reconocido en la Argentina como uno de los representantes de la
arquitectura italianizante (una etapa característica del siglo XIX en la historia de la
arquitectura clásica). Fue uno de los principales impulsores de la arquitectura neo-
renacentista en nuestro país.
Su obra de mayor trascendencia fue el Palacio San José, residencia de Justo José de
Urquiza en la provincia de Entre Ríos, entre 1848 y 1858. También para el gobernador
entrerriano proyectó el saladero conocido como Palacio Santa Cándida. Pero no sólo se
ocupó de la capilla en San José, sino que también edificó la iglesia de Concepción del
Uruguay frente a la plaza principal (inaugurada en 1859), el obelisco que en ella recuerda
al general Francisco Ramírez, y una columna corintia en homenaje a la Constitución en la
otra plaza de este nombre. Servicio complementario de Fossati fue que introdujo ante
Urquiza al grabador Pedro Cataldi (23 de mayo de 1857), de notoria obra medallística
junto al General.

En Buenos Aires, Fossati proyectó el Palacio Arzobispal, también conocido como Curia
Metropolitana, frente a la Plaza de Mayo y vecino a la Catedral.

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El General Justo José de Urquiza mandó a construir su palacio, hoy monumento histórico
nacional, en 1848. Si bien no ostentaba gran lujo en su arquitectura ni en su mobiliario, sin
dejar de ser adecuado, era suntuosa por la extensión y comodidades del edificio, y por
sus grandes jardines y sus bosques frutales y forestales.  El fin de la construcción era
habitarla junto a su esposa Dolores Costa y la numerosa familia que formarían. La
residencia hospedaría, con el correr de los años, a numerosas figuras de renombre
nacional, y Urquiza, dirigiría desde allí, los destinos de Entre Ríos y la Confederación
Argentina. Fue llamada por su propietario POSTA SAN JOSÉ, pero con el tiempo, los
visitantes se empezaron a referir a ella como El Palacio. Fue la primera edificación del
país en contar con servicio de agua corriente (1856) e iluminación generada por gas
acetileno, y tras la muerte de Urquiza, en el principal atractivo histórico de la provincia. La
estancia llegó a tener 2500 ha., de las cuales, 20 estaban destinadas a parques, jardines
y una gran quinta de frutales. En medio de éstos, aparece el casco principal, donde
despunta una mezcla de estilo renacentista italiano. Hoy, museo, se conservan de valor
histórico, documentos y objetos cotidianos. Posee más de 30 habitaciones, y la principal
conserva los vestigios fatales del asesinato del General en 1870.
La residencia se construyó en tres etapas muy definidas. Un primer momento, donde
Urquiza escogió el lugar para su implantación y comenzó a levantar las primeras
habitaciones. Un segundo donde contrató al arquitecto Jacinto Dellepiane, quien edificó el
casco de estancia con sus dos patios y la galería del frente con los miradores en sus
extremos, generando la simetría que se ve en todo el edificio. Finalmente, la presencia del
arquitecto Pedro Fosatti, quien embellece y jerarquiza todo el conjunto edilicio, rematando
la construcción con una capilla en el patio posterior.
La mansión refleja una síntesis cultural, en la que conviven armoniosamente diferentes
estilos desde una base poscolonial, enriquecida con el aire ¨palladiano¨ y el espíritu de las
villas italianas.
La casona está conformada por 38 habitaciones en la residencia principal de estilo
italiano, al modo de las villas toscanas, dispuestas en galería frente a dos patios llamados
de Honor y del Parral. A estos se accede por el jardín francés, con pajareras de hierro
forjado del artista herrero Tomás Benvenutto. Además, cuenta con siete dependencias de
servicio en los jardines posteriores -en total son 40 hectáreas de parque en un total de
120-, una capilla decorada por Juan Manuel Blanes (el artista uruguayo que también pintó
todas sus batallas, cuadros expuestos en uno de los cuartos), y un lago artificial.
Sorprenden la cocina con un horno de avanzada para la época al igual que el agua
corriente, una sala de espejos estilo Versailles y una panadería que abastecía a toda la
región, entre muchas otras cosas.

La residencia no sólo era la casa familiar, sino que era el centro de poder de la provincia y
de la región durante los veinte años en los que vivió Urquiza, hasta su muerte el 11 de
abril de 1870, en una de sus habitaciones. Durante el tiempo en que Urquiza fue Director
de la Confederación Argentina (1852–1854) y Presidente (1854–1860) pasó la mayor
parte del tiempo en esta casa, por lo que la afluencia de personalidades de la esfera
política nacional y extranjera, empresario, hombres de negocios era permanente.
El primer cuerpo del edificio estaba dividido en dos grandes secciones: la primera por las
habitaciones de recibo, dormitorios de la familia y de huéspedes distinguidos. A la
derecha de su frente la secretaría, un billar, el gran comedor, y luego los departamentos
de huéspedes; a la izquierda la sala, antesala y habitaciones de la familia. El segundo
cuerpo, más extenso que el primero, lo ocupaban dependencias del servicio. Otro gran
comedor para los huéspedes de segundo orden, y numerosos dormitorios para su
alojamiento. Entre la casa y la extensa quinta había otro patio abierto, o más bien una
plaza. En 1857 se colocó en la torre izquierda del edificio un reloj, con campanario de las
antiguas misiones jesuíticas; y como Urquiza era devoto de la simetría, se puso otro reloj
falso en la derecha.

El interior de la vivienda mostraba detalles de confort y refinamiento. En la sala principal


más de 100 pequeños espejos colocados en el techo brindaban mayor luminosidad al
ambiente. Por supuesto, encerraba su segundo patio un aljibe, construido con una sola
pieza de mármol de Carrara, rodeado este patio por una artística y alta reja que lo
contorneaba. Al norte una hermosa capilla dedicada a San José, devoción de la familia de
los padres del General. Frente a esa capilla existía una casa de negocios que abastecía a
las necesidades de los numerosos habitantes de la estancia y alrededores. Y otras
dependencias algo alejadas: talleres de herrería y carpintería, cocheras y caballerizas.
Detrás de la quinta un vasto lago artificial, que sirvió de esparcimiento a bordo de un
pequeño vapor llamado San Cipriano.

En resumen, el edificio no fue sólo el domicilio particular o residencia familiar, ya que era
a la vez casa de Gobierno: allí se dató y firmó el decreto de la revolución de 1851, el
Pronunciamiento y hasta fue cuartel general de sus tropas.

El Palacio San José, bastión de


Urquiza

Maqueta del Palacio San José. 


Palacio San José
Palacio San José

Patio de Honor
Constituía el ambiente principal de la casa, rodeado de galerías con columnas
toscanas. Las habitaciones estaban destinadas al uso familiar: sala de
recepciones, comedor, dormitorios, baño, sala de juegos y escritorio político.
Palacio San José

Patio del Parral


Concentraba las actividades de servicio: cocina, despensa, comedor,
dormitorios de huéspedes circunstanciales y empleados jerarquizados.

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