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La CIENCIA 23 ‘fico ilumina con Ja razén un Ambito determinado de la realidad que se le apareee; por lo tanto, observa ciertas eosas y otras se pierden en las penumbras. Desaparecen del mundo porque no pueden ser conocidas por Ia cieneia. Pero también aparece un determinado Ambito de la reali- dad, « la eaal se lo reconoce y, por Jo tanto, se actlia sobre @, Este mundo es, bésicamente, un mundo extenso; un mundo de formas, tamafios y movimientos. Por eso, el ¢o- nocimiento cientifico se limita a circunscribir, conceptual- mente, fendmenos extensos, sensibles. Con ello, las cosas han sido reducidas a objeto de conocimiento. La funcién de la razén, asf, es In de “objetualizar” las cosas, los fend- menos extensos y sensibles. Pero —y esto es claro— las ciencias “reducen” las cosas, ya que el objeto, respecto a Ja realidad, es un “esse diminuto” (Zubiri). La naturaleza objetiva de las cosas (la ousia, Ja substancia, la esencia, el néumeno) escapa a esta manera de ver a las mismas. Las cosas, en tanto naturaleza observable conceptualmente por le razén, pasan 2 ser una idea de las cosas, meras hip6- sélo conjeturas de su realidad. Con ello, lo tinico verdaderamente substante del cono- cimiento cientifico es la razén; ella es la que le da exis- tencia a las otras cosas, las define, le fija su naturaleza. Y es precisamente en este hecho donde se produce la uni- dad monistica de “natura” y “ratio” que constituye el gozne esencial del objeto de Ja ciencia. La razén va al en- cuentro de Ia natutraleza y se encuentra a sf misma, por- ‘que se encuentra con la idea que se ha formado de ella. La naturaleca, asi definida y acotada, es el objeto de cono- cimiento de la ciencia, La naturaleza es un puro “logos”; es cecir, una serie de fenémenos objetualizados, de hipéte- sis, de conjeturas, de leyes “naturales”; es siempre una idea de la realidad que emerge de la conceptualizacién de Ja yazén dejando de ser un cireulo de realidades exteriores

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