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PSYKHE - Vol.3, N°, 1998 Modelo sistémico y Psicologia Comunitaria DORA FRIED SCHNITMAN* ‘SAUL I. FUKS™ Resumen Este articulo presenta una perspectiva de la Psicologia Comunitaria basada en un enfoque ‘sistémico que enfatiza la construccién conjunta de pardmetros y realidades. La relacién enire equipos y comunidades se presenta como una red de intercambios dialdgicos que ‘operan como microprécticas para la construccién de posibilidades y proyectos alterna- tivos. Abstract In this article community psychology is seen froma systemic perspective that emphasizes the joint construction of parameters and realities. The relationship between practitioners and ‘communities is presented as a network of dialogic exchanges that junction as micropractices {for the construction of alternative posiblities and projects. INTRODUCCION Los grandes sistemas de creencias (cientificas ¥ politicas) ligadas al proyecto de la modemidad ‘se han desmoronado en alguna bifureacién critica. Eos sistemas explicativo-descriptivos totalizado- res permitfan contar con una visiGn de la historia, con un proyecto politico, con un “idea!” cientifi- co, con una ética y una estética, Ofrecian, en suma, desde una explicacién para comprender el cosmos. hasta un catdlogo de las conductas sexuales 0 ¢s- téticas més aceptables. Al derrumbarse arrastraron consigo los criterios con Ios que construfamos ‘nuestros mapas y diseflos para reconocer y modi- ficar la realidad. Estas “grandes verdades” ofrecfan recetas para ‘obtener coherencia, en tanto se proponfan como ‘un modo de construceién del self en concordancia ccon el “macroproyecto”. El desgajamiento de los ‘modelos explicativos polivalentes trajo aparejado Pricdloga (Ph. D.). Directora Fundacién INTERFAS. ‘Miembro. Comision de Doctorado. Fac. de Psicologia, Universidad de Buenos Aires. Direecién: Figueros Alcona 2085. 5" B, Capital Federal, Repabliea Argentina. Fax Sa-1 202082 ‘+ Psiclogo. DirestorAsociado Fundacion INTEREAS, Pro ‘Tt de la Carora de Especializacién de Post Grado en Psicologia Clinica institucional y Comunitais). Fac. de Psicologia, Univ. Nacionl de Rosato. Director Centro de Asistencia fa Comunidad (Ce.A.C.) Univ. Nacional de Rosario, Dieeceia: Espana 1172-2® A, (2000) Rosario, Repulicn Argentina. Fax: 54-41-491082 el vacfo de firmulas para conseguir un self “ade- cuado”. Es asf como, sin que hayamos perdido la posi- bilidad de coordinar socialmente nuestras accio- nes, se perdis la adhesi6n a las grandes gestas. Los proyectos relacionados con procesos de cambio (sociales, culturales, 0 terapéuticos) con- Hevan una cierta narrativa épica en la que el cam- bio aparece ligado a la idea de progreso y éste conectado a una concepeién del crecimiento y de la evolucién, Conjuntamente con Jas grandes propuestas cayeron también las metéforas que instrumentabamos para navegar por ese tipo de “ealidades” ligadas al cambio y las wansforma- ciones. En las metiforas preexistentes (acordes con las premisas de la ciencia positiva) la perspectiva del observador estaba ubicada fuera del campo de ob- servacidn. Actualmente tenemos que construirnos nuevas metiforas que nos habiliten para reubi- caros como co-constructores de las realidades que habitamos y que, a la vez, pretendemos modi- fica. INCORPORACION DE MODELOS Y MAPAS Los modelos pueden ser definidos como con- juntos constituyentes de ideas dentro de los paradigmas (Kuhin, 1970), La referencia de “mapa” 6s FRIED y FUKS vale, en cambio, para ta aplicacién de un modelo a tuna situaci6n especifica, Cuando se trata de iransitar situaciones. pre- decibles y conocidas, los modelos aprendidos & incorporados socialmente funcionan con un alto ‘grado de eficacia para ordenar la “realidad” y las acciones que encajan con ella, permitiendo asi fluidez en la experiencia y transparencia en nues- tras relaciones con esa realidad. De este modo, los efectos de la caida de los viejos paradigmas en nuestra préctica cotidiana no se hacen evidentes; ‘continuamos viviendo, entonces, como si conif- ramos con respuestas a todas las preguntas y Ia realidad fuese algo que se puede conocer objeiiva- mente, En la ruptura de la coherencia entre nuestras teorfas y nuestro “encaje” con las realidades de las {que somos parte es donde se hace notable la insu- ficiencia de las formulas aprendidas, En esas bi- furcaciones es donde recreamos la matriz para la creacién de “mapas”. La conocida formula “el mapa no es el te- ritorio” Bateson, 1972) oculta Ia ilusién de que cexisten mapas que encajan mejor que otros con el tertitorio, apelando a un modelo representa- ional. Al plantear, en cambio, que el mapa “es” el terrtorio (en et sentido de que construye una vi- sign que adquiere realidad, en tanto puede gene- rar una fuerte alribucién de sentido a nuestras pricticas) se produce un importante giro en nues- tra ubicacién, Lo que estamos proponiendo aqui es que mientras nos mantengamos en el terreno de lo conocido, de la “realidad”, podremos seguir valiéndonos de nuestras grandes verdades que ‘vuelven el mundo transparente y controlable. Sa- bbemos entonces qué ocurre, por qué ocurte, qué ‘hay que hacer (o evitar hacer) para modificar esto ‘© aquello, y por lo tanto disponemos de una clara identidad construida para nosotros. Todo esto or- ganiza la experiencia de un mundo predecible y Ordenado en el que nuestro lugar y el de los otros es claro, Como propone Bruner (1988), la sorpresa es un fenémeno extraordinariamente Gul para los estu- diosos de la mente, porque nos permite reflexionar acerca de Io que damos por supuesto, acerca de lo obvio, lo evidente. “La sorpresa es una reaccién ante Ta transgre- sign de un supuesto”. ‘Nuestra percepcién es, en parte, un instrumento del mundo que ha sido éstructurado segiin nues- tras expectativas. Es asf como, en los procesos perceptivos complejos, se tiende a coordinar y similar Io visto u ofdo eon lo que est pro-visto 0 amticipado (Varela, 1990). 66 ABRIL 1906 Esto conducirfa a pensar que, en tanto navegue- ‘mos por lo conocido, nuestro mundo no sélo deviene seguro sino también inmutable; por el ccontrario, la sorpresa emerge como un mundo des- ‘conocido que intersecta aquél en el que estabamos existiendo, En este tipo de consideraciones se apoyan las posiciones que sostienen que en el nicleo de todo cambio (incluido el macrosocial) se encuentran ‘modificaciones fundamentales en nuestras con- Cepeiones sobre el conocimiento, el pensamiento y el aprendizaje, las que, a su vez, estén condicio- inadas por la manera de hablar y de pensar acerca del mundo. El lenguaje -tal como se lo concibe hoy dfa en ‘nuestra cultura~ no es un instrumento neutro: im- pone su dindmica sobre la “realidad” que constru- yey sobre la mente que construye esa realidad. La ‘mayoria de nuestros encuentros con el mundo no son directos; incluso nuestras experiencias son in- terpretadas a partir de una “epistemologia” (en cl sentido batesoniano). El mundo emergente es, en- tonces, un mundo conceptualmente articulado en cel lenguaje, Cuando estamos sorprendidos con lo que en- contramos tendemos a disminuir 1a novedad, renegociando su significado de manera que con- ‘cuerde con lo que creen los que nos rodean, Es en ese sentido que podemos pensar que las “realida- des” de la sociedad y de 1a vida social son, casi siempre, productos del uso lingifstico representa- dos en Ios actos del habla. Sin embargo, podemos preguntamos: ¢dénde reside el significado de los conceptos sociales: en el mundo real, en la mente de quien atribuye sig- nificados, 0 en la negociacién intersubjetiva? (Goolishian, McDonald, McGregor, Ritchie, Se- rrano & Schuster, 1961). Podlrfamos pensar que una dimensién del sig ficado es aquella que surge en el proceso dialégico de coordinar semejanzas y diferencias, en la biis- queda del consenso y en los intentos de disminu- cin de los desencajes, Este punto de vista basado en Ja coordinacién social tiene profundas implicancias. Como propo- ne Geertz (1993), una cultura se esti recreando constantemente al ser interpretada y renegociada por sus integrantes. En este sentido, los sistemas culturales son tanto un conjunto de reglas o espe- cificaciones para la accién como un contexto para lanegociacién de significados y para la validacién de las acciones. Surge aquf el interrogante al que nos estamos aproximando: Qué derivaciones tiene, entonces, este proceso de calda de los paradigmas de la ‘modernidad en practicas sociales ligadas al cam- vous NL bio ~como las de ta Psicologia Comunitaria? (Fuks, 1980; 1987; 1992; Sluzki, Berestein, Bleichmar, & Maldonado Allende, 1970; Sluzki, 1985). En principio, al desgajarse las certezas hemos ‘ganado nuevos y mAs ricos interrogantes. Las rela- Cciones entre lo singular y lo general, entre lo cen- tral y lo periférico, lo personal y 1o comin, no son hoy meras especulaciones filos6ficas. Del trata- miiento que le demos, de las reflexiones que nos cconstruyamos, dependern nuestros contextos para a accién y los disefios que co-creemos, obturando las sorpresas o abriendo alternativas a mundos emergentes. Las précticas y las construcciones conceptuales than perdido su lugar como polos de una légica de disyuncién; hoy se han convertido en los ingre~ dientes de una cartografia articulada en la cons- truccidn de nuestros miltiples selves. en los e ‘cenarios complejos de nuestro existir (Morin, 1990; 1993). Desde nuestra prictica como docentes, como psicélogos clinicos y como “artesanos de contex- tos” comunitarios, existen hoy més interrogantes ‘que certezas. La propuesta es explorar las condi ciones de posibilidad, de modo que los interrogantes de estos tiempos se vuelvan instru- ‘mentos para la creatividad. BREVE PANORAMA DE LAS ‘TRANSFORMACIONES DEL MODELO SISTEMICO. ‘Comenzaremos comentando brevemente algu- nas lineas de tansformacién del pensamiento sistémico que han tenido influencia directa en las ‘propuestas de este modelo aplicadas al campo del ‘abordaje comunitario. Los desarrollos iniciales del modelo sistémico (Auerswald, 1968; Andolfi & Zwerling, 1980; Atineave, 1969; Haley, 1971; Minuchin & ‘Montalvo, 1967; Paul & Glosser, 1964; Speck & Attneave, 1974; Speck & Rueveni, 1969) han estado centrados en las problematicas de la regula- cin y mantenimiento del equilibrio. Siguiendo estas lineas de exploracién, se investigaron las posibilidades de modelizar las interrelaciones, y se exploraron las posibilidades de observacién yy descripcién de secuencias del proceso de man- Tenimiento de la estabilidad (Fried-Schnitman, 1983). ‘Ante todo, la alternativa de pensar el proceso de la comunicacién como un sistema gener6 posi- ilidades interesantes (Fried-Schnitman, 1987; Fuks, 1986). Por otro lado, el centrar la atencién MODELO SISTEMICO Y PSICOLOGIA COMUNITARIA, en los efectos pragmticos de la coordinacién de acciones, cogniciones, emociones, etc., permitis tun nivel de andlisis ~hasta ese momento inalcan- zado- acerca de los modos en que las personas y ‘grupos coordinan sus diferencias y semejanzas. Estas propuestas han sido una fuente de refe- rencia muy rica para lo primeros desarrotios de ta Psicologia Comunitaria en Ia Argentina Fuks, 1987; 1988). Un aporte del modelo sistémico a la Psicologia CComunitaria fue Ia posibilidad de desarroar una perspectiva transdisciplinaria que, al mismo tiem- po, cuestioné a nocién tradicional de "Psicol- 1a" Comunitaria Fuks, 1985a; 1985b; 1992). Sin ‘embargo, al estar sostenidas en una perspectiva psicopatol6gica, las primeras propuestas tesricas ‘operacionales (Menéndez, 1979; Elkaim, 1987) no pudieron evitar convertrse en modelos normativos {ue proponian como paradigma al equilibrio on sus miltiples formas y definian al desequilibrio como desviacién (Fried Schnitman, 1983; 1987). Por el contrari, la perspectiva sistémica, en su asociacién con la Sociologia de la desviaciGn, de sarroll6 desde los comicnzos fuertes cuestiona- mientos ala psicopatologiay a todas las formas de rotulaci6n y, por ende, de control. Seguin nuestro crterio, la mayor contribucién de la “primera” sistémica fue que permitié pensar la acciGn comunitaria y la prevencién a partir de modelos que no tenian como referencia a la pato- logia, Los primeros desarrollos sistémicos tenfan un tono fueriemente estratégico, en concordancia on el diseo de terapia familiar del que se nutrian Se wataba de modelos basados en el interés por ‘eseribr los modos de mantenimiento del equlibrio en las estructuras. A partir de este andlisis, las relaciones jerirquicas se volvieron el campo de estudio privilegiado y las estrategias eran pensadas para producir redistribuciones en tos disettos del poder. Los equipos de trabajo comunitario organi- Zaban sus acciones desde una perspectiva que en Jos hechos implicaba la creencia de que exist la posibilidad de una visidn neutral. El quiebre epistemol6gico que implicé la se- gunda cibernética (von Foerster, 1982), cuestiond fuertemente la idea de un observador por fuera de lo observado, y esto trajo como consecuencia Ia revisin del lugar del psicdlogo comunitario. La posibilidad de pensar la comunidad, las redes so- ciales y las familias como “constructos” social- ‘mente generados relativiz6 el valor de verdad del saber profesional. Al mismo tiempo, reintrodujo el interés por la creacién de marcos de sigoifica- ‘ign, por el proceso de coordinacién social, por la cuestién de la interpretacién y, espectficamente, por el campo conversacional como ambito de des- 6 FRIED y FUKS plicgue de la subjetividad, la interaccién y las transacciones sociales més amplias, LA CONSTRUCCION CONJUNTA DE PARAMETROS Y REALIDADES ‘Como condicién de posiitidad para poder con- ccbir transformaciones en una sitvacién dada es necesario un cambio en las descripeiones wilizadas, Jo que a su vez implica la construccién de nuevos mapas. Estamos proponiendo pensar acerca del “enca- Je" entre los equipos de trabajo y la comunidad misma (ya sea un grupo de vecinos, un grupo de formacidn © una familia). Se trata, para ambas partes, de un proceso de re-construccién de la realidad. A partir de este proceso podemos pensar ‘que la concepcidn de un cambio especifico como algo posible inclaye, como condicién, la wrans- formacidn de las elaciones entre equipo y comu- nda. Ciertas nocfones que se ponen en juego, tales como cambio, poder, salud, comunidad, etc, pueden ser consideradas como productos de 1a coordinacién social que, una vez instaladas, dovienen en organizadores implicitos de las prc” ticas de los involucrados. El proceso de co-construccidn conjunta de un ‘marco que le otorgue sentido a las acciones comu- nes se convierte, asf, en un proceso que transcurre cen rdenes de complejidad diferenciables: + Por un lado podemos considerar el proceso de cencaje y negociacién de significados que se ‘encuentra en directa relacidn con los proyectos compartidos y con la fluidez del proceso de ‘construceién-conerecién y evaluacién de la ta- rea, + Porotro lado podemos considerarel orden de la reflexién acerca del proceso mismo, de su “I6- ‘kica”, de sus articulaciones, etc. Este proceso de exploracién de las articulacio- nes, de explicitacién de sus significaciones € implicancias, permite el despliegue de las concep cciones acerca de la “realidad” en que se apoyan (Fried-Schnitman & Fuks, 1992). Para poder ser realizada, esta tarea decons- twuctiva (Derrida, 1989) requiere de contextos en Jos que sea posible reflexionar acerca de los pro- ios mareos concepts, metodoligicos y dea cidn, ‘Uno de los interrogantes que emerge de estas consideraciones es el siguiente: qué caracteristi- ‘cas deben tener los contextos disefiados para poder 68 ABRIL 1994 reflexionar acerca de los marcos de significacién 1y sus implicancias? EQUIPOS ¥ COMUNIDADES: ENCUENTROS ¥ DESENCUENTROS Los equipos que trabajan en programas comu- nitarios Comparten, usualmente, Ja propuesta de generar autonomia en la comunidad, El presupuesto implicito allf es que la participacién de la comu- nidad en el cuidado de sus intereses ests ligada a la recuperacién de la capacidad de decision y de accién, Eneste proceso, el lugar y la funcién atribuidos al equipo de salud han sufrido transformaciones a partir de los cambios en las perspectivas uilizadas para pensarlos. El marco de ta “ciencia objetiva” condujo a perspectivas en las que la comunidad era “lo ob- servado” y aquello sobre lo cual habia que “actuar © intervenir". Este modelo, en el que el investiga dor observaba “objetivamente” lo que sucedia ala comunidad (sin tener responsabilidad por su ob- servacién), condujo a disefios intervencionistas y normativos. Ya lo sabemos: los disefias normativos tienden a establecer pardmetros prefijados para evaluar el rango de lo aceptable, ya se trate de criterios de salud, de normalidad, de lo que es participacién, de Jo permitido y 1o prohibido, etc. La norma puede surgir tomando como base criterios “politicos”, “ideolégicos” o “cientificos", y esos criterios es- tin orientados ala planificacidn de estrategias para dirigir las acciones hacia el modelo deseado. Desde esta perspectiva normativa, las dificulta- des que surgen en las relaciones entre equipo y ‘comunidad han sido interpretadas como “resisten- as”. Y, al ser concebidas de ese modo, esto a su vex ha conducido a imaginar estrategias de inter- vencién més sutles 0 encubiertas para “rodeas” 0 vencer la resistencia. Estas concepciones generalmente se apoyan en descripciones acerca de las estructuras sociales (Romero, 1989) que ponen el énfasis en visiones, “jerérquicas”, en las que el equipo se visualiza a sf mismo en posiciones de saber y poder. Son © Bjemplos de esto son cienos desarolos del modelo sislmico (ley, 1971; Minuchin & Montalvo, 1967, en tue otros) o desereollos de ideas de Foucault en las que, luna vez que se han organizado las desen ie fen la distbucidn del poder, se weve a la areata domi- ‘inte y todas las mélipes descripcionesaltemativa que (an sbeomidae a ella vous Net visiones acerca de la realidad comunitaria que in- ucen Ia produceién de contextos de lucha de saberes, de posiciones “‘entristas” 0 de coloniza- cin tedrica, Por su disefio dificutan notablemen- te el surgimiento de contextos colaborativos, ya que éstos estén basados en una conectividad coo- perativa y respetuosa. EL TRANSITO DEL ANALISIS DE LA REALIDAD ALA CONSTRUCCION DE LA REALIDAD El cambio de concepcién comenz6 a volverse ‘evidente a partir de la incorporacién de epistemo- logias constructivistas que modificaron los ejes de a “observacisn” y, por lo tanto, de! “observador”. Desplazar el foco de interés “desde “lo que Ie ssucede a los otros” hacia las “zonas de encuentro y los encajes posibles”- implicé un corrimiento ‘epistemolégico y operacional de los equipos, en panicular en lo que hace a la manera en que se consideraban a sf mismos, Desde esta Sptica, las intersecciones entre equipos y comunidad se construyen en “nudos sociales”: entramados conceptuales, emocionales y de accién que involucran tanto a la comunidad ‘como al propio equipo. Estos posicionamientos than despertado un creciente interés por los proce ‘sos surgidos en las miiltiples intersecciones entre ‘comunidad y equipo. Asf pues, estudiar las condi- cciones en que estas intersecciones generan pro- yectos compartidos (co-construidos) se volvid, a ‘partir de entonces, un foco privilegiado. LAS ACCIONES COMO REALIDADES EN PROCESO DE CONCRECION La planificacién de acciones implica poner en {juego las visiones que se tengan acerca del cambio (y suscondiciones de posibilidad), de la “realidad”,

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