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plo, sin dejar en la indigencia a mis hijos); pero con un fin subjetivo (intencién mala): por ejemplo: el lograr la admiracién del prdjimo —como hacian los fariseos con sus limosnas— satisfaciendo asf mi vani- dad, orgullo y soberbia, entonces el acto esto surge un conocido adagio escolastico-latino: “Bonum_ex_integ causa; malum ex quocumque defectu”, es decir, que un acto para ser moralmente bueno exige que lo sean tanta el objeto, como las circunstancias, como el fin (“ex integra_causa"); en cambio, basta que uno de esos requisitos no sea el debido, para que el acto sea malo (“malum ex quocumque defectu"). Ya vimos que el bien es lo primeramen- te conocido por el intelecto practico, asi como el ente lo es por el especulativo. Y también que, por tanto, el primer precepto de la ley moral es “el bien debe hacerse y el mal evitarse". Asi como el primer princi- pio del conocimiento especulativo es el de no-contradiccién: “un ente no puede ser_y_no ser simultaneamente y_baio la misma relacién”. De aquel primer principio de la ley mo- ral se deducen otros principios —no pri- meros, sino ya en cierta forma conclusio- nes— mediante la consideracién de las inclinaciones_esenciales_del_hombre: la referente a la conservacion de la existen- cia; la relativa al matrimonio y educacion de los hijos, y la referente al conocimiento de la verdad, hasta llegar a Dios y a vivir en sociedad sin dahar a sus prdjimos. Entonces se raciocina asi: “El bien de- be hacerse y el mal evitarse: educar a sus hijos es un bien; luego el educar a sus hi jos debe hacerse”. O “El bien debe hacerse y el mal evitar- se; matar_a un inocente es un mal: luego, matar a un inocente debe evitarse” Todo lo que puede deducirse —del mo- do recién indicado— de los primeros prin- cipios de Ia ley natural, pertenece también a la ley natural, En cambio, cuando algo indiferente ala ley natural se determina como obligatorio por la autoridad politica, ya en forma de ley positiva, y en forma de costumbre ju- ridica es, precisamente, de ley y derecho positivos. Ej: “Debe conducirse el auto por la derecha”’. “El plazo | la sentencia X es de diez dias”. “El robo debe castigarse con tantos afios de sién” (esto, dentro de ciertos limites, por- que imponer un castigo excesivo a un delito de relativa gravedad, o un castigo muy leve a uno de mucha gravedad, ya violaria fa ley natural). Tenemos, asi, tres clases de leyes mo- rales y juridicas 1. Ley natural. La que capta nuestra inteligencia prac- tica en sus primeros principios e inmedia- tas_conclusiones se llama ley natural, Porque sus preceptos se basan en las in- clinaciones naturales —como vimos— de los seres humanos. 2. Ley positiva. Lo que es indiferente a la ley natural y no se determina por 'la, sino que es re- sultado de una determinacion humana es la ley positiva (*) (*) Alestablecer las acepciones de la palabra “ley’, en el texto nos hemos reducido a la ley eterna, la ley natural (moral y juridica) y a la positiva (juridicay; pero en realidad las acepciones de tal término son mas amplias: a) laisi- mamente comprende toda regla de cualquier clase de actos, incluso las leyes fisicas que regulan fa actividad de la naturaleza infrahumana; b) latamente, la regia de los actos humanos de orden técnico o artistico; c) estrictamente, la regia de los actos humanos en-cuanto humanos o sea fa regia moral (y juridica). ‘Ademas, para los hebreos y cristianos existe otra ley: la ley divino-positiva, que es la promulgada por Dios en un momento histérico, como los Diez Mandamientos del Sinai. Los hebreos admiten sdlo esa ley. 0 ley Antigua para los cristianos: éstos admiten ademas la ley Nueva, 0 de Jesucristo, que sin negar la Antigua, aflade el preceptotunda- mental del Amor (Caritas) y establece los Sacramentos y la Iglesia. 238 3. Ley eterna. Pero si nos preguntamos por el funda- mento ultimo _de la ley_natural, tenemos que hallarlo en Aquél que ha dispuesto las tendencias naturales de todos los entes y entre ellos las de los hombres, y El no pue- de ser sino Dios, en quien existe la le) eterna, que es “la raz6n de la divina sabi- duria, en cuanto es directiva de todas las acciones y movimientos” (Suma teoldgi- ea, I-ll, 93, 1). La ley natural no es sino cierta partici- pacion, en nuestra inteligencia, de la ley eterna. La ley positiva, una determinacién hu- mana de aquello que es indiferente para la ley natural, segin vimos. 4. Definicion de ley. La definicion general de ley, analégica- mente aplicable a cada una de las que hemos visto, es, segun Tomas de Aquino: “una ordenaci6n de la raz6n, para el bien comdn, promulgada por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad”. (Su: ma teolégica, Il-ll, 90, 4). Expliquemos los términos de esta definicion © una ordenacién: en el doble sentido de establecer un orden y de implicar una orden: © de la razon: porque pertenece a la ra- Z6n el regular los actos humanos. Se trata de la raz6n practica, porque orde- na una accién humana © para el bien comin: En el ultimo térmi- no, ese bien comin es Dios: bien co- min trascendente de todo el universo. Pero el fin inmediato puede ser el bien comin de una comunidad politica, co- mo es el caso en las leyes juridicas, ya naturales, ya positivas © promulgada: es decir, manifestada. La promulgacién de la ley natural ocurre cuando la conoce nuestra razén practi- (*) Debe tenerse en cuenta que la ley positiva hu- ‘mana puede dividirse en dos clases: a) aquella cuyo contenido es indiferente a la ley natural: ley positiva. “de por si"; b) aquelta cuyo contenido es de ley natural: ley positiva: "por accidente’ ca. La promulgacién de la ley positiva humana se hace por el legislador hu- mano. © por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad: Si se trata de todo el universo, esa persona es Dios: si se tra- ta del bien comun politico, el que pro- mulga la ley es también Dios en cuanto a la ley natural, a través de su conoci- miento en la razon humana; si se trata de la ley positiva humana, el legislador © gobernante competente. Pero las leyes, ya estrictamente mora- les, ya ético-juridicas, regulan la conducta humana sdlo en general: asi, es general el contenido de un tratado de Etica o de De- recho; pero los actos humanos ocurren en lo singular, rodeados de mil circunstan- cias a lo mejor irrepetibles: por eso no basta en Moral el conocimiento abstracto- universal de las normas; es necesario aplicarlas a los casos concretos y particu- lares: ello se hace, especulativamente, por la conciencia; practicamente, por la prudencia, de la que hablaremos al tratar de las virtudes morales. Por eso, la Filosofia moral, considerada aparte de la conciencia de los actos sin- gulares y de la prudencia, es un conoci- miento no puramente practico, sino es culativo-practico; incluso incluyendo la conciencia no perderia ese caracter; pero la recta aplicacién de las normas a las si- tuaciones concretas se hace mediante la virtud de la prudencia, y entonces el co- nocimiento se vuelve practico-practico. También cabe agregar que hay dos modos de conocimiento del bien y del mal morales: uno intelectivo: otro, afectivo, que es propio de quien posee las virtudes morales. El intelectivo no basta, porque se puede ser un gran tratadista de Etica y un mal hombre; el afectivo, aunque se dé en una persona inculta, garantiza la rectitud de la accién, aunque no pueda explicar su porqué. 1. Virtud en general. Seguiremos aqui de cerca lo dicho a este respecto en otra obra nuestra: “La 239 EL HOMBRE Y SUS ACCIONES 23 Por ello hay que distinguir entre libertad con libre arbitrio y libertad de perfeccion, que es el libre arbitrio en cuanto se orienta a elegir todo aquello que plenifique y realice verdaderamente al hombre. El libre arbitrio tiende naturalmente hacia el bien, pues aun cuando se opta mal, no se hace la eleccién por el mal mismo, sino por lo bueno o apetecible que tiene la cosa elegida. Pese a encontrarse la voluntad inclinada necesariamente hacia el bien, puede elegir mal dado que por su peculiar natura- leza el hombre se encuentra condicionado por una parte por la limitacién y falibilidad de su inteligencia, que puede errar en el juicio y por la otra por los apetitos sensitivos y pasionales que lo mueven hacia los objetivos de esa indole, 4. Nocion de ley Etimolégicamente la palabra ley se deriva del latin: “Jigare”, atento la sujecion o atadura que esencialmente significa este término. Ley expresa una regla o norma regulatoria del obrar. La Ley se refiere siempre al actuar de un ser, es la regulacion de sus acciones para que consiga su fin; por eso la ley regula y mide el modo de obrar. Es de impor- tancia destacar que la ley guarda estrecha relacién con el concepto de orden. El orden es la disposicién por la cual cada parte de un todo ocupa el lugar que le corresponde, y para que esto suceda es necesario una medida o ley que regule el orden disponiendo la ubicacién y el actuar de cada-parte dentro de ese todo. La naturaleza 0 cosmos es un todo ordenado y ade- mas cada naturaleza especifica y cada ser que la integra también tiene su orden. De aqui conclurmos que todo ser se encuentra rezulado por leyes, pues el orden es fruto de la ley. Cada naturaleza tiene su propio orden que se 24 EDUARDO MARTIN QUINTANA denomina por ello “orden natural”. Asimismo ia expe- riencia nos indica que no hay orden, sin una inteligencia que regule y ordene. En consecuencia segiin la filosofia tradicional se define la ley como la orden de la razon dirigida al bien comin y promulgada por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad. a) La ley eterna Quien observe atentamente la naturaleza no puede menos que maravillarse ante el orden perfecto, tanto del macro- cosmos como del microcosmos. El mundo de los cuer- pos se encuentra regulado por leyes fisicas, bioldgicas e instintivas, inalterables desde hace billones de ajios. Partiendo de esta observacion, desde antiguo, pen. sadores, poetas y filésofos sostuvieron la existencia de una ley universal reguladora del cosmos. Anaxi- mandro (s. VI aC. ) afirma que el cosmos entera se encuentra en movimiento y en desarrollo regido por una ley que la denomina “dike” o “Justicia”, pues reesta- blecia el equilibrio cuando se presentaban descompensa- ciones entre los elementos cdsmicos. Para Herdclito (s.V aC.) el principio constitutivo de todos los seres era el cambio, pero este cambio no se producfa cadticamente ni al azar, pues todo esta regido por una ley que llamaba “logos” y la sabiduria humana consistia en descubrir e identificarse con esta ley. Es ilustrativo este texto de Cicer6én (s.I a.C): “Para fundar el derecho tomemos como origen aquella Ley suprema que, comin a todos los siglos, nacié antes que existiese ley escrita alguna o que fuese cons- tituido ningin estado. Habia ya entonces una razon emanada de la naturaleza universal que impulsaba a los hombres a obrar segiin el deber y apartarse de toda accién culpable; ella comenzé a ser ley, no desde el dia en que fue redactada, sino desde su origen y su origen coincidié con la aparicién de la inteligencia di- vina. En consecuencia la ley verdadera y primera dic- tada tanto para la imposicién como para la defensa es la recta raz6n de Dios Supremo”, EL HOMBRE Y SUS ACCIONES 25, Posteriormente la filosofia cristiana enriquece el pen- samiento clésico —al que asimila—~ con la nocién de un Dios Gnico creador del Universo. La ley eterna es la misma raz6n de Dios, 0 plan de la divina sabidurfa, en cuanto dirige todos los actos y movimientos de las creaturas. Por otra parte la existencia del orden perfecto que rige al cosmos, levd desde la época precristiana y luego en la cristiana a sostener la existencia de un Dios que por medio de Inteligencia guardara ese orden. Santo Tomés (s. XIII) sostiene esta tesis de la siguiente manera: Las cosas que carecen de conocimiento como los cuerpos naturales obran por un fin, lo que se comprueba obser- vando que siempre o la mayor parte de las veces obran de la misma manera para conseguir lo que mas conviene a su naturaleza de donde se deduce que no van a su fin por casualidad o al acaso, sino obrando intencionada- mente. Ahora bien: es evidente que lo que carece de conocimiento no tiende a su fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dispara la flecha hacia el blanco: luego existe un ser inte- ligente que dirige todas las cosas naturales a su fin y a éste lo llamamos Dios. Innumerables datos confirman esta tesis, ya que es imposible y ademas absurdo, que el orden cdsmico sea producto del azar. A. Royo Marin en “Dios y su obra” nos expone varios ejemplos ilustrativos: “gxisten en el firmamento trillones de astros, todos de una magnitud enorme moviéndose a rapidisimas velocidades. Estos cuerpos estan sujetos a las leyes de la materia, que con sus complejas acciones y reaccio- nes mutuas crean un campo de fuerzas intrincadisimo. Sin embargo conservan un orden tan perfecto que el astrénomo puede sefialar en cualquier momento la trayectoria futura de cualquier astro. En mecénica uno de los problemas més dificiles de resolver es el lla- 28 EDUARDO MARTIN QUINTANA tece como bueno, por tanto el primer principio es “se debe obrar el bien y evitar el mal” y de él se derivan todos los demas. Conocimiento y contenido de la ley natural Toda naturaleza tiende al fin que le es propio me- diante sus facultades especificas. La razén practica des- cubre con naturalidad mediante un habito llamado “de los primeros principios” o sindéresis aquello que es bueno para la naturaleza humana, o sea los preceptos de la ley natural. La ley natural no es un cédigo de normas que dic- tamina en todos los casos cual debe ser la conducta a seguir, Simplemente es la regulacién de la tendencia pri- maria dél ser humano en orden a su bien propio. Tres son las inclinaciones naturales més profundas: en primer lugar a la conservacion de la vida, inclinacién comin a todos los seres vivientes; en segundo lugar la tendencia a la procreacién, de la cual se desprende la inclinacién a formar un hogar y cuidar de los hijos y en tercer lugar la tendencia a vivir en sociedad gozando de los bienes de la cultura y en especial la necesidad de conocer a Dios. En consecuencia pertenecen a la ley natural todos los pre- ceptos que se refieren a la conservacién de la vida, al orden familiar y a lograr lo necesario para que los hom- bres vivan dignamente en sociedad y conozcan a Dios. Estos preceptos son evidentes por si mismos, ya que son necesarios dada la naturaleza del hombre y por tanto la razén los descubre por inclinacién o con naturalidad. Estos preceptos son universales, pues la naturaleza humana es la misma para todos, en todas partes y siempre. De estos primeros preceptos primarios se derivan por deduc- cion otros Ilamados secundarios, ya que no son evidentes como los primeros, pues requieren un razonamiento. Por ejemplo, el derecho de propiedad pertenece al derecho natural, pero se deriva secundariamente del precepto de conservar la vida, pues se deduce de éste iltimo que es necesario apropiarse de bienes para su desarrollo y ademas que la vida social requiere la divisién de los bienes en vistas al orden y mejor produccién de los mismos. EL HOMBRE Y SUS ACCIONES 29 Los preceptos primarios de la ley natural son imbo- rrables y por ende inmutables. No sucede asi con los secundarios, ya que la ignorancia o la perversion de las costumbres transformada en hdbito, pueden hacer que se desconozca o se olviden esos preceptos. De aqui se de- duce el estrecho vinculo entre la civilizacion y la ley natural, pues aquella para ser verdaderamente humana debe respetar y desarrollar las inclinaciones naturales re- guladas por esa ley. Las culturas que desconocen la ley natural han engendrado la degradacion y la decadencia de la sociedad. ¢) Ley positiva Leyes positivas son las promulgadas por los legis- ladores humanos a los efectos de regular las actividades sociales, , Toda ley debe reunir las caracteristicas de ser racio- nal, dictada y promulgada por la autoridad y su fin debe ser el bien de la comunidad. Ahora bien, la juri- dicidad de la ley positiva, o sea su contenido justo le esta dado por su conformidad con la ley natural, ya que como se ha visto ésta es la ley que se refiere a los fines espect- ficamente humanos. Por ello, si la ley positiva viola la ley natural no merece el nombre de ley, podra ser “positiva” o sea formalmente promulgada, pero se encuentra carente de juridicidad. La ley humana o positiva debe integrarse y reflejar las tendencias fundamentales de la ley natural y del orden de las cosas, esta es su primera funcién. Pero ademas, te- niendo en cuenta que ésta altima solo implica una orien- tacion genérica que deja -indeterminada, la multiplicidad de circunstancias contingentes y variables de la vida social, la ley positiva tiene por segunda funcién determinar aquello que no esta especificado por la ley natural. Por eso, ley natural y ley positiva no se contraponen, pues en un orden legal justo existen en un entretejido, pues las normas positivas brotan, se fundan e incluyen los preceptos naturales. 80 EDUARDO MARTIN QUINTANA Fundamentos del orden juridico: la ley positiva es justa en cuanto participa de la ley natural y ésta a su vez es participacién de la ley eterna. De aqui se concluye la intima vinculacién del orden césmico (regulado por la ley eterna) con el orden moral (ley natural) y con el juridico (ley positiva). Por tanto el fundamento del orden juridico no se encuentra sdlo en la ley humana (como lo pretende el positivismo desinteresindose del contenido de la ley), ni tampoco sdlo en (la ley natural (como lo pretende el ra- cionalismo para quien las normas juridicas se derivan tinicamente de la raz6n subjetiva). El orden jurfdico auténtico se constituye por una parte mediante las tendencias naturales del hombre, pero a su vez es necesario que se funde en la captacién del orden natural que gobierna todo el cosmos y que actita como ejemplo arquetipico para su obrar social. Ya en Grecia, cuando la filosofia deja de ser sdlo cosmologia para centrar su atericién en el hombre, luego de la crisis sofistica y ya con Platén y Aristételes, se descubre que éste’ también participa de la realidad total y que necesita de una ley que ordene sus potencias hacia su bien es- pecifico. Pero ademas se descubre que el hombre es, analogamente a la realidad exterior, un microcosmos, un pequeno todo ordenado. De esta contemplacién objetiva de la realidad césmica el griego concluye que ese orden debe ser trasladado a las actividades que realiza en la sociedad: la polis debe ser un cosmos politico, donde reine el orden, donde a cada cual se le asigne lo que le corresponde y donde cada uno rea- lice la funcién que le es propia en miras al bien del todo. De esta manera el camino de lo justo se inicia con la contemplacién de la realidad exterior al sujeto iluminada por la sabidurfa que brinda el modelo, proporcionado y con ello lo justo. La justicia sera la. relacién y proporcién entre dos hombres y las cosas. Como sostiene Michel Vi- ley, “para Aristoteles, Ulpiano, Santo Tomas y todo el realismo clasico, el derecho es aquello que es justo, la justa afinidad objetiva, la justa proporcién descubierta entre los poderes de cada ciudadano segin su condicién, entre los respectivos patrimonios de dos vecinos o de dos con- tratantes. Aplicada al individuo esta palabra indicaré la EL HOMBRE Y SUS ACCIONES 31 parte que le corresponde en el justo reparto, ya que la justicia tiene por objeto adjudicar a cada uno su de- recho”, to que es en si la persona del padre en cuanto objeto de la con- ducta del hijo. El individuo es parte real de un orden, del cual depende para recibir todo lo que es, incluso su existencia: es se su orden natural, el cual, en cuanto debe ser asumido en la conducta, constituye el orden moral. 2. LEY NATURAL En el nivel somatico 0 en el psiquico, el orden natural esta dado al hombre, estando a su cuidado solamente el conser- varlo. En el de su determinacién moral, el orden natural no es algo que haya solamente que conservar: hay que darle reali- dad mediante la conducta, en la consecucién voluntaria y li- bre del bien completo del hombre. Esta definido, sin embargo, por una ley que no emana del acto libre de la voluntad, sino de la naturaleza humana. Por esto es ley natural, y ley moral por ordenar el acto voluntario. La ley moral natural es la necesidad que su naturaleza im- pone al actuar libre del hombre. Que sea una necesidad signi- fica que su cumplimiento es la condicién para que el hombre alcance la perfeccién que le compete como hombre. Que sea impuesta a su actuar libre significa que tal condicidn se pre- senta formalmente como norma, es decir, para ser asumida por el sujeto y constituida por él en principio director de su con- ducta, pudiendo, por ello, no ser cumplida. Puede el hombre, en efecto, contrariar su propia naturaleza en su conducta: la paradoja de un hombre deshumanizado no es absurda. Lo es, en cambio, la de un caballo desequinizado o de un hipop6ta- mo deshipopotamizado: en éstos, su naturaleza se impone a su conducta como simple necesidad; en aquél, como ley moral. En la ley natural se distinguen diversos aspectos, segtin qué sea aquello sobre lo cual recae la ordenaci6n, es decir, se- gtin qué partes de la naturaleza humana comprenda. En pri- mer lugar, si bien las operaciones de la vida puramente vege- 67 tativa escapan al dominio de la voluntad, por lo cual en este aspecto no hay preceptos especificos de ley natural (referidos, por ejemplo, al proceso de digestién o a la circulacién de la sangre), sin embargo, la conservacién de la vida y la integri- dad del sujeto, en cuanto son un bien del cual cada individuo participa y que debe, por ello, respetar en sf y en los otros, caen bajo precepto; asi, el de no matar. En segundo término, la conducta especificamente animal en el hombre, que es la determinada por los sentidos y los ins- tintos, y que tiene su manifestacién mas fuerte y, al mismo tiempo, mas decisiva, por sus consecuencias para el bien co- min, en lo que afecta a la reproduccién de la especie, debe ser asumida por la voluntad, para darle el orden que le corres- ponde en cuanto es parte de la vida humana considerada co- mo totalidad indivisible; los preceptos de ley natural, en este plano, son los que dan al matrimonio y a la procreacién de los hijos forma especificamente humana: son los referidos a la unidad y a la indisolubilidad de la unién conyugal, a la fide- lidad mutua de los cényuges y al orden propio del acto pro- creador. Por tiltimo, esté ordenado por la ley natural lo que tras- ciende los planos vegetativo o animal de la existencia huma- na, y que sélo le pertenece en cuanto objeto de determinacién racional: este aspecto incluye todas las relaciones del indivi- duo con lo distinto de él, relaciones de participacién, de débi- to, de dominio, etc., cuya definicién depende de la naturaleza de quien se relaciona y de la de aquello a lo cual se relaciona; asi, hay un orden natural en la vinculacion del individuo con el bien comtin, con los otros individuos y con las cosas mate- riales, en cuanto son objeto de dominio. Todos los preceptos de la ley natural ordenan de algtin mo- do, desde sus distintas perspectivas, la vida del hombre en so- ciedad. No existe precepto moral que obligue al individuo ex- clusivamente consigo mismo, como ente clausurado e independiente, pues el orden moral, segtin ya se ha visto, es el 68 orden del hombre en cuanto participe de un bien que tras- ciende su individualidad. Por esto, el orden moral se proyec- ta siempre en un orden social, por lo mismo que el bien, 0 el mal, de la parte siempre redunda de algtin modo en el bien, 0 el mal, del todo. 69 el bien determinado por esa naturaleza. Por lo cual el acto de gobierno no puede ser un acto puro de voluntad, sino un acto de la raz6n que da forma al impulso de la voluntad. Todo ac- to de gobierno es acto de razén, al cual se une la eficacia de la voluntad. A la razén compete reconocer el bien que ha de al- canzarse y el modo de alcanzarlo; no hay absolutamente na- da, en el orden humano, cuya bondad esté definida por el me- ro hecho de ser objeto particular de voluntad, sea ésta de Ppocos o muchos, de uno o de todos. Es la voluntad la que ha de definirse por la apetencia del bien reconocido como tal por el juicio de la inteligencia, juicio cuyo objeto es la realidad de la naturaleza humana encarnada segtin la singular forma his- térica propia de la sociedad a la que hay que gobernar. 5. CAUSA FORMAL: LA LEY La causa formal del orden politico es aquella que, intrinse- ca a él, lo determina a ser lo que es. Es el principio ordenador, incorporado a la vida concreta de los hombres en sociedad, que rige su conducta social como directriz practica de ella. Es la ley. Es claro que no se trata de la ley entendida como enuncia- cién de la norma de conducta, sino como forma real de esa conducta en los hombres. Por lo mismo, tampoco se trata del «cuerpo legal» en su conjunto, sino sdlo de las normas de vi- da colectiva que se hallan realmente encarnadas en la socie- dad, y que ni siquiera requieren necesariamente de una pro- mulgaci6n positiva para dar un sentido a la vida politica. Hay costumbres arraigadas que no han requerido nunca de una promulgacion formal para ser leyes, y lo son: por ejemplo, el que se hable una determinada lengua, y en ella se expresen las leyes positivas. De esta indole son siempre, aunque en algu- nos casos se afiada su formal promulgacién, los principios y Preceptos de la ley natural. 126 La maxima expresién de la politica entendida como sabi- duria practica y arte de gobernar bien, es el dar las leyes fun- damentales destinadas a encarnarse en la vida de un pueblo y a otorgar cauce estable para que se alcance y se difunda el bien comin. Esas leyes son las que conforman politicamente a la sociedad, dando la direccién que permite a la vitalidad co- lectiva fructificar en obras de civilizacién. Es imposible imagi- nar, por ejemplo, la realidad histérica de Roma sin el orden romano, sin ese estilo o forma de vida politica gracias al cual unas tribus del Lacio adquirieron trascendencia universal. La sabiduria que conoce cuales son las leyes que hay que dar a un pueblo, y que discierne el modo y el momento adecuado para darlas, es la que caracteriza al verdadero politico, al que es ca- paz de crear, como obra duradera, el orden en que se cultivan y crecen normalmente las mds importantes virtudes de los hombres. Las leyes sabias son aquéllas que, derivadas de la ley natu- ral y determinando el modo como ésta debe tener vigencia, son en cierta manera educidas de la sociedad, como las mas adecuadas a su realidad y a la consecucién de su fin. Son lo contrario de esos modelos abstractos a los cuales se intenta adaptar la vida politica 0 econdmica, y que constituyen el re- curso ortopédico universal del cual echan mano muchos le- gisladores, que de tales sélo tienen el rétulo; esos modelos, en vez de encauzar los impulsos y fuerzas naturales que el cuer- po social posee por temperamento, tradiciones culturales, vir- tudes adquiridas gracias a contingencias histéricas, etc., los ahoga, terminando por desorientar a la sociedad respecto de su verdadero bien y por esterilizarla, a veces de manera defi- nitiva. Es ésta la gravisima consecuencia del afan constitucionalis- ta contemporaneo, que vive sobre la ilusién de que las nor- mas, por el mero hecho de ser formuladas y solemnemente promulgadas, van a producir, por una especie de conjuro, una sociedad a su imagen y semejanza. Ilusién de la cual también 127 deriva, en raz6n de que cada ley en particular se nae my suficiente para producir los efectos anhelados, una Be Epis cacién indefinida de nuevas leyes, inspiradas por esa ae y no por el conocimiento de la realidad, y que crean, en vez de orden, una maraiia aplastante en la que cada cual debe arre- glarselas como pueda para sobrevivir, complementada Poy una burocracia cuya raz6n de ser es la aplicacion pees a un sistema que se justifica sdlo por la fatalidad inexorable de su existencia. pinot ‘ f La ley es, segtin la clasica definicién de Tomas de Aquino, «una ordenacién de la raz6n al bien comin, promulgada por aquél que tiene a su cuidado la comunidad». Es un acto de la razon y no de la voluntad: su efecto propio es ordenar, no impulsar 0 mover, aunque esto se siga de dicho acto -pues es de la razon Pre unida a la voluntad en su i6n- 0 esté supuesto por él. ‘ wots Seana estenvaite puede adoptar diversos modos, e in- cluso darse técitamente en la costumbre comun, es lo que le da forma y propiedad moral de ley; es, por consiguiente, el ac- to formal de gobierno, cuyo sujeto no puede ser otro que aquél que hace las veces de Ce ae al bien co- ui ecir, el legitimo gobierno politico. : eae SR pon RNOVaTS el fin de la ley es el bien comtin, el bien comuin politico especificamente (es lo que con- sideramos ahora), lo cual significa que a las leyes les compete ser comunes y generales 0 que, si estan referidas a algo parti- cular -como es el caso de los privilegios ° leyes privadas- lo es- tén para ordenar esto en beneficio del fin comun. 4.- SANTO TOMAS DE AQuINO, Suma Teolégica, VII, 4. 90, a. 4in c. 128 6. CAUSA MATERIAL: EL PUEBLO O NACION El orden politico es la forma concreta de vida civilizada que tiene un pueblo. Este no es la masa indiferenciada, la co- leccién de individuos, pues el hombre nunca se vincula direc- tamente a la sociedad politica, sino mediante otras sociedades basicas que tienen sus formas y tradiciones particulares. La dimensién cotidiana o inmediata de la vida de las personas no es politica, por tanto, pues se ordena a bienes cuya busqueda y disfrute va determinando cauces con caracteristicas propias y diversas: nacer, educarse, ejercer una profesién, producir bienes econémicos, convivir en un vecindario, etc. Esta red de sociedades, cohesionada por tradiciones y costumbres comu- nes, por intereses también comunes, por creencias y estilos de vida, es el sujeto del orden politico. Este supone, por consi- guiente, una realidad social con caracteres Ppropios, cuya uni- dad, sin embargo, es potencial y difusa: la forma politica le da unidad, y al darsela conduce las virtudes latentes hacia sus formas mas perfectas. El grado de diversidad entre los elementos constitutivos del pueblo puede variar entre muy distantes extremos: lo que nunca va a darse en ellos es la perfecta uniformidad, pues és- ta es propia de lo que se multiplica s6lo numéricamente, de lo que se va recortando en serie, y no de lo que tiene diversidad cualitativa. Una masa de individuos sin diferenciacién de vir- tudes, capacidades, caracteres, intereses, costumbres y voca- ciones no puede ser base de un orden politico. Cuando se par- te de la ficcién de que son los individuos, como colectividad de entes auténomos, los que integran directamente ese orden, lo que se hace es montar un aparato que, conservando sélo el nombre de politico, aplasta y destruye a la sociedad real. Lo que recibe la ordenacién politica es, pues, y segtin se ha visto antes, aquello que se designa -segtin distintas perspecti- vas- con los nombres de patria y de nacién. Hay que observar, sin embargo, que por no ser lo mismo el orden politico y la pa- 129

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