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logia, sino que se adapté a la filosofia, la psicologia y las ciencias sociales. El evolucio- nismo o darwinismo social, que justificaba el dominio del més fuerte o mejor prepara- do tecnoldgica o econémicamente, fue usado como argumento “cientifico” dela expan- sién de las potencias europeas sobre el resto del mundo. Las culturas menos evolucio- nadas no sobrevivirfan porque podian ser suplantadas o eliminadas por las mas desa- rrolladas. Seguin esta explicacién, la situacién hegemGnica habia sido alcanzada por el predominio “natural” de determinadas personas /clases/naciones “mds capaces" que las demés; quienes afirmaran lo contrario, ayudando a los menos favorecidos, irian en contra de las leyes de la naturaleza. Los idedlogos que concibieron estas doctrinas eran oriundos de patses que habian de- sarrollado una revolucién industrial con una burguesfa triunfante, y que estaban ejer- ciendo su dominacién imperialista sobre paises de otros continentes. La conveniencia econémica fue una de las principales causas para que estas ideas se consideraran cien- tificas en los paises industrializados. El racismo, si bien existia desde antes, dio argumentos pseudo-cientificos a las doctri- nas de superioridad racial, que se difundieron a fines del siglo XIX y muy especialmen- teen la primera mitad del siglo XX, con el auge del nazismo. Por supuesto, no todos los pensadores opinaban lo mismo: hubo quienes consideraban que para el progreso de toda la humanidad eran necesarios factores como la coopera- cién, la interdependencia, la ayuda mutua y el amor. El etnocentrismo en el concepto de “civilizacién” El evolucionismo cultural afirmaba que la humanidad debia progresar de acuerdo con determinados conocimientos adquiridos y ciertos patrones tecnol6gicos, segiin lo sucedido con la historia del hombre europeo. Las culturas habfan pasado o de- bian pasar por ciertas etapas evolutivas 0 grados de desarrollo: salvajismo (cuando el hombre vivia de la caza, la pesca y la recoleccién de frutos), que podia subdivi- dirse en inferior, medio y superior; barbarie (también inferior, media y superior, que tuvo lugar cuando la sociedad se convirtié en criadora de animales -0 pastoril-, y fue aprendiendo paulatinamente las téenicas agricolas), y finalmente la civilizacién (cuando la sociedad, ya sedentaria, tiene la sufi- ciente organizacién como para poder vivir en ciu- dades, y se ordena segtin la divisién del trabajo en distintas clases sociales, adquiere organizacién po- litica, domina la escritura y el comercio, y desa- rrolla distintos aspectos culturales como la religion, el arte, la arquitectura, la literatura). Las ideas evolucionistas eran etnocentristas: al afirmar que Europa habia alcanzado un alto grado de civili- zacién y cultura, su civilizacién denominada “occidental” se constituia en el centro de refe- {asco laminay industria toldese. rercia para el progreso. 26 Los caballos Dificilmente podemos imaginar aho- 1, varios siglos después de transcu- rridas las cosas, el asombro y el terror que experiments el indio ante los ca- | ballos que el conquistador sacaba de Jas naves, al ofr los relinchos, al con- templar los hombres encaramados en cellos, corriendo por las playas y ha- ciendo vistosos alardes de jinetes. Las ‘crOnicas insisten en esta admiraci6n | de los indigenas, pero ni aun siendo algunas de ellas minuciosas pueden proporcionarnos una idea acabada de Toque fue la introduccién de este ani- mal de guerra en América. Baste pen- sar en lo que habran contado las des- cripciones, que desde los litorales co- rrian tierra adentro, por la rapidez de Ia alarma, de tribu en tribu, con el agrandamiento de su figura, de su fu- ria y de su rapidez. Los embajadore que Moctezuma envia ante Cortés, que acababa de desembarcar en lo que ha de ser su conquista, al regreso, le describen asi los caballos: «Y Sus cier- vvos (caballos) los llevan sobre sus lo- ‘mos, teniendo asi (la figura) la altura de los techos. Llevan cascabeles, vie- nen con cascabeles, los cascabeles casi rechinan, los caballos, los ciervos re- linchan, sudan mucho, el agua casi esta corriendo debajo de ellos. Y la espuma de su boca gotea al suelo, como espuma de jabén gotea. Y al co- rrer hacen un gran pataleo, hacen un ruido asf como si alguien echa pie- dras. Al instante se revuelve la tierra, donde levantan su pie, hecha peda- zos, donde levantan su pie, su pie delantero». Estas descripciones que nos proporciona Sahagtin, que es in- formado por indios algunos afios des- pués de la conquista de México, y que las escribe en idioma nahuatl, tal vez estén reflejando débilmente uno de ‘esos relatos que corrian por la tierra". En Alberto M. Salas: Las armas de la con usta de América, Buenos Aires, Plus Ul- tra, 1986, La mirada del otro y hacia el otro Tratar de entender cémo viven y cémo piensan otras sociedades, buscando mas de una explica- cién, més de una interpretacién, puede ayudar a comprender a los distintos grupos humanos que | conforman la “humanidad”. Aunque se hable en | general, aunque se sepa que el hombre es | biolégicamente el mismo (a pesar de tener piel de distinto color, distinta altura, distinto peso, distin- to pelo) que sufre, siente y ama, éste tiene distin- tas claves para interpretar el mundo y para aproxi- marse al mundo y a los otros seres. Lo hace siem- pre desde su propia cultura, No podemos decir que las costumbres diferentes a las nuestras estén bien o mal; no se trata de juzgar. Por ahora nos tene- mos que formar para abrir los ojos, tener alertas los ofdos, agudizar el sentido critico y tener siem- pre presente el respeto y la tolerancia hacia los de- més. Espafoles atravesando el desierto de Sonora, en México. 32 PEYOp erences ReCuE Man (UTC! Sepulturas Un ejemplo, de importantes resonancias cotidianas, es el de la sepultura de los muertos. Porque los indios, tradicionalmente, no practicaban la inhumacién, depositaban a sus muertos en abrigos con for- ras de colmenas que cavaban en el flanco de montafas, o en tumibas con techo de béveda, on grutas, protegian a los cadéveres con una puerta de piedras. Los cuerpos recibian las ofrendas de sus parientes, ue iban a pedirles proteccién. Los misioneros exigieron de los incios que enterrasen a sus muertos en. ‘cementerios consagrados: los indios hubieron de obedecer, pero con horror. Desesperados, desenterra- ban los cadaveres por la noche para transportarlos asus antiguas sepulturas. los sacerdotesjesuitas que le preguntaban el motivo de obrar ast, les respondian: «Por piedad, por conmiseracién hacia nuestros rucrtos, afin de que no se vean fatigados por el peso de los terrones de tierra. | En Nathan Wachtel Los eis Los nt er fente ala conguist espatla (1530-1570), Buenos Aires, Alianza, 1976 | La ética del canibalismo | "Para la concepcién de la vidaa la que estamos acostumbrados, la antropofagia es una préctica horro- | rosa y repugnante, una incomprensible degeneraciOn y una mancha abyecta sobre la historia de la | humanidad. Por el contrario, para muchos otros pueblos entre ellos los guaranfes— el canibalismo | constituia uno de los pilares de la sociedad: era engranaje vital de creencias y metafisica, imperativo | ético para sus integrantes y actividad con repercusiones sobre la educacién la orator y as activida~ des estéticas. El rechazo que sentian los espafioles por las practicas antropofégicas motivé que, en lo relativo a nuestro territorio y al de Paraguay, dejaran apenas constancia de su existencia, como de algo ominoso que no podia ser profundizado sin contaminarse de pecado. (..) Para los tupi la antropofagia era el centro de complicados rituales: sacrificaban a prisioneros de gue- ra, pero los conservaban previamente durante varios meses. Al principio, eran exhibidos jactanciosamente y se los insuiltaba, pero pronto se los hacfa objeto de cuidados y hasta se les propor- Cionaba mujer. Las ceremonias que precedian al acto de su muerte duraban de tres a cinco dias, pero desde mucho antes comenzaba la preparacién de atuendos y bebida, y se cursaban invitaciones a comunidades amigas. La fecha de la ejecucién era fijada por el Consejo de Aldea. Llegadios los dias previos, victima y verdugo se adornaban con pintura y plumas, habia cantos y danzas adecuados a la ocasi6n y ritos especiales lenian por objeto la soga que sujetaba al prisionero y la ornamentada maza con la que se le darfa muerte. El cautivo solia prestarse de buen grado y sin renuencia alas ceremonias, y s6lo escarnecia verbalmente a sus captores, prediciendo al mismo tiempo la venganza de sus parien- es y jacténdose de sus propias hazafias. La noche iiltima la pasaba entre cantos, vigilado por las ancianas; al dia siguiente se lo conducia a la plaza, donde se lo sujetaba por la cintura y se le mostraba el fuego y la maza ceremonial, sostenida por un rato por cada uno de los varones presentes. Finalmen- te aparecia el oficiante en la plenitud de sus galas, acompaftado por sus parientes que cantaban y | golpeaban los tambores; un guerrero famoso le entregaba con gestos rituales la maza y entre oficiante ¥ vietima se producfa un nuevo intereambio de jactancias y desprecios. Muerto el cautivo, se producia | el banquete antropofigico, pero el verdugo no participaba de é!: se refugiaba apresuradamente en su | choza, pasando por entre un arco extendido, cambiaba de nombre -Io mismo que sus parientes-, | toleraba el saqueo de todos sus bienes, y sufria durante cierto tiempo una serie de tabiies y de restric- ‘ones. Al parecer, el desmesurado interés de los tupi por la obtencién de prisioneros para los sacrifi- cios rituales habria sido uno de los motivos por los cuales las tribus estaban en estado endémico de erra (lo cual a su turno facilit6 su répida sujecién por los portugueses) canibalismo no depende de causas culinarias: no es motivado por glotoneria ni por hambre.” Extraido de El pas de los Argentinos, vol. 4, Buenos Aires, CEAL, 1970, pig. 370 Responde. 1) {Qué importancia tiene para algunas sociedades el canibalismo? : 2) {Qué pensaban los esparioles al respecto? 8) (Qué piensas ti de este tema?

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