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eR gor eee dedicado al oficio de detective, alcanzando fama y fortuna, En Animalandia se le respeta, porque tras prolijas investt- Pee ar eee eee amet re ert eee eee denen que resolver un difell caso que se ha prodtucido en ef Rory aera Dee er tent eee eae ee tensa Ercilla, Para ambas tradujo a importantes autores franceses, eee een ee erent eet a 1948 cred la Editorial Rape-Nui para publica obras s6lo para Pee ee eee ae ee eae er er ee eee ee eed de una sirena, Las aventras de Totora, Kid Pantera y Mac, rey ee es va (ecole Dele Cot TSBN836.215658. ease: hee 20, tras Escogier ISBN 956121522, 10" ein: embed 208, ci eos Mane ater Dic de area Mar! Ne, Diez pods: Pace Gin. (© 208 po Sues de Hema dl Soar Asin InscrpicoN TShteSanagode Ce, itech exlnivor della crn por nye Eran Zag, 0 tad or Epes ais 2p Zag, SA. {Les Cenndors 1700 P10. oii, “Ton $1074 Fa 10745. Broa seepage ewig Stage oe Cle po or RR Dossy. Antonio Baba Wille $5, Cele, Suago de Chie Inob Una reunién secreta 7 Bonfo da a conocer la raz6n de su visita 15, Una Hamada misteriosa 37 Kolma, el tigre y Moisés, cl perro de patas cortas 45 ‘Nap recuerda y anota sus impresiones 57 Ala mafiana siguiente 67 Cosas que ocurrenenlamedianoche 77 Un nuevo dia bastante activo 83 La solemne ceremonia en el Club de las Cigarras 99 Hernén del Solar 113 Una reunién secreta DE de Ja casa habia un jardin, Al centro se vefa una fuente. Al fondo, una casa blanca. Tenfa cerradas todas sus ventanas, acaso porque era todavia la hora del sol, que aquel dia quemaba con fuerza, Todo estaba tan silencioso y solitario que la casa parecfa abandonada. Sin embargo, si entramos en ella y cruzamos el vestibulo, subimos una escalera y nos dirigi- ‘mos por un corredor hasta una puerta, escucha- ‘mos alli un rumor de voces. Entremos. Nos encontramos en una salita lujosamente amoblada, En sus sillas y sillones hay unos cuantos personajes curiosos. Estén 8 Henn be. Souan muy serios. El que ahora habla, el duefio de casa, dice en estos precisos momentos: Estoy seguro de que no descubriremos nada. Nuestro oficio no es el de buscar a los ladrones. Se burlardn de nosotros si nos empefiamos en dar con ellos. Y los robos aumentarén. Es im- prescindible, por lo tanto, que tomemos una medida como la que ya les he propuesto. Soy de la misma opinién murmurs otro de los asistentes. Los demés permanecieron en silencio. Algu- nos limpiaban sus anteojos, con cara pensativa, Otros juntaban los pérpados y echaban hacia atrés la cabeza, como si se dispusieran a dormir. Era evidente que para todos esos personajes resultaba muy grave el problema que trataban de resolver. No podemos perder més tiempo dijo el duefio de casa. Yo los he reunido aqui, secretamente, para que resolvamos algo. Me gustarfa que some- tiéramos a votacién la conducta que debemos seguir. Los que aprueban mi proposici6n levan- tarén la mano izquierda; los que la desaprucban, Ei Cum nouns Choaneas 9 la mano derecha. ;Les parece acertado? Después de una breve vacilacién, muchas ‘voces contestaron afirmativamente. Por lo tanto, se iba a votar la proposiciGn hecha por el duefio de casa. ={Comenzamos? ~pregunté alguien. —Inmediatamente —dijoel duefiodecasa- ;Para qué pensarlo més? YY empezé la votacién. Hubo muchos que Jevantaron la mano izquierda. En cambio, s6lo unos pocos alzaron la derecha. Con lo cual queda dicho que la proposicién del due- fio de casa se aprobé en aquella reuni6n secreta. —Diez han aprobado y solamente cuatro se han mostrado contrarios ~dijo el duefio de casa, satisfecho-. Les agradezco mucho esta prueba de confianza. Y me alegro de que hayamos decidido que Nap, el detective, se encargue de nuestro asunto. Iné a verlo en seguida. Queda, por lo tanto, terminada la sesién, ‘Todos se levantaron. Descendieron laescalera conversando ruidosamente, cruzaron el jardin, y se marcharon en los automviles que los aguar- daban en la espaciosa calle. a Hiren bet SouaR & EL. CLuv peas Choaneas u El duefio de casa llamé a uno de sus criados, le dio algunas érdenes, y después se dirigié a su automévil con visible prisa. Un minuto después se alejaba, haciendo sonar varias veces la bocina al doblar la calle. Y al llegar a este punto de nuestro relato queremos referimos, siquiera brevemente, a estos curiosos personajes. Tenemos que hacerlo asf, porque son muy distintos a los que ustedes tal vez suponen. Ante todo, diremos que son animales. Visten y se comportan como los hombres, pero son animales, auténticos animales, por Ja sencilla razén de que nos encontramos en Animalandia, Ya en otra ocasién hemos dicho que Ani malandia es, como su nombre lo indica, el pais en que los animales viven libremente, como si fueran seres humanos iguales a la mayor parte de Jos que conocemos. Las calles de Animalandia tienen nombres hist6ricos, es decir, nombres de animales que se hicieron famosos acompafiando ealmente a los hombres, 0 siendo personajes de obras llenas de fantasia, Después de este corto paréntesis, seguimos con nuestra historia. El personaje que ahora va a todo correr de su automévil por las calles de Animalandia es una jirafa elegante, que posee grandes riquezas. Des- pués de recorrer una larga avenida y de torcer or siete calles, se detiene ante una casa de buen aspecto. Es la mansién de Nap, el detective. ‘Nap es un bulldog inteligemte, sereno, vale- 1080, que se ha dedicado al oficio de detective, alcanzando fama y fortuna. En Animalandia se le respeta. Todos los casos dificiles los resuelve Nap, después de prolija investigacién. En sus trabajos le acompaiia su fiel ayudante Moisés, un petro de raza alemana, de cuerpo largo y patas muy cortas, Moisés es un poquito charlatén y esté ansioso de conseguir una celebridad semejante ala de su patrén, Esto suele meter a Nap en dificultades; pero la verdad es que, a pesar de todo, el detective y su ayudante se entienden muy bien, Ahora ha sonado la campanilla en casa de Nap y sale a abrir Moisés. La jirafa, que acaba 2 Hiewxis 061 Sous Fi Chun oe 14s Clannaas B de bajar de su magnifico automévil, le tiende a Moisés su tarjeta, en la que esté escrito este nombre: Bonfo. ~¢Podria ver al sefior Nap? ~pregunta la jira fa-, Es algo muy urgente lo que me trae aqui. Moisés hace pasar al visitante a una sala de espera, va a entregarle a Nap la tarjeta, y poco después vemnos al detective entrar con lentos pasos en el cuarto en que Bonfo lo aguarda. En el capitulo siguiente vamos a saber algo mis acerca de todo esto, que hasta ahora es bastante misterioso. whe aN Bonfo da a conocer la raz6n de su visita N, invit6 a Bonfo a sentarse en un ¢6- modo sillén, Y mientras el detective encendia su pipa, examinaba a su visitante. Bonfo tenfa buena cara y vestia con esmero. Sus negros zapatos brillaban; sus pantalones estaban cui- dadosamente planchados; lucia una corbata roja; en su mufieca habia un reloj de oro de la mejor marca. «Es un personaje adinerado», pensé Nap. — fin qué puedo servirle? ~pregunts el detec tive, tras su répido examen. ~Sefior, he venido a verlo convencido de que s6o usted podra solucionar un caso sumamente 6 Hin ce. Souan Be Cave oe as Coanas a dificil. Le ruego que no se niegue a hacerse car- go de este asunto, Su fama me permite esperarlo todo de usted. ~Hibleme confiadamente dijo Nap—Estoy dispuesto a servirle, si es que puedo hacerlo. Si usted no puede, nadie lo podré en Ani- malandia ~exclam6 Bonfo, con acento de pro- funda convicciéa. “Le escucho ~murmuré entre dientes Nap. ~gPuedo comenzar por el principio? ~interro- 26 Bonfo-. Se me ocurre que usted es partidario de saberlo todo, detalladamente, para poder formarse desde el primer momento una visién més 0 menos clara. Temo que mi historia sea larga. {No le importa? ~Escucho -repitié Nap, que siempre preferia hablar poco. Bonfo comenz6 a pensar. Bien se vefa que estaba tratando de encontrar la mejor manera de decir su historia. Nap le miraba fijamente. Entretanto Moisés estaba fuera, desesperado de no oftles hablar, pues el detective habfa cerra- do la puerta de la sala. Y Nap le tena prohibido que le espiara, De modo que, para distraerse, el ayudante abria y cerraba unas revistas ilustradas que acababan de Ilegar, haciéndose mil pregun- tas de toda clase. —{Ha ofdo hablar usted del Club de las Ci- garras? ~pregunt6 repentinamente Bonfo, in- Clinando el cuerpo hacia la silla en que estaba sentado el detective, Algo sé de ese Club, pero me parece que no es bastante —respondié Nap. En tal caso dijo Bonfo-, permitame que Ie trace, en pocas palabras, la historia del Club. Es absolutamente indispensable para que me entienda bien. Hable ~murmuré Nap. —B1 Club de las Cigarras -comenz6 a contar Bonfo- se fund6 hace mucho tiempo. De eso hablaron todos los diarios y todas las revistas oportunamente. El Club esta situado en la calle Bucéfalo N° 24. Es un edificio magnifico, ro- deado de jardines. ‘Algunos se atreven a decir que es un palacio, ‘Y.yo lo creo. Pues bien: los fundadores del Club, 1B Hist be. Sova i, Cun pe tas Caannas 7 muy conocidos en Animalandia, fueron treinta y dos cigarras de muy buena posicién social, ricas, despreocupadas, alegres. Crearon el Club con el solo prop6sito de pasar allf a vida lo mejor po- sible. Amoblaron el palacio con una suntuosidad nunca vista. Dieron bailes extraordinariamente brillantes. Y tanto carifio le tomaron al Chub sus fundadores que al poco tiempo no salian de él ni de noche ni de dia, Se lo pasaban cantando. Cada cigarra tocaba algin instrumento, y la orquesta, que formaron lleg6 a ser la mds celebrada de la nacién. Aprendfan canciones viejas y nuevas, y Jas cantaban a coro, con voces admirables, Pa- sar por delante del Club de Jas Cigarras era una delicia en el verano y en el invierno. La miisica entemnecfa el coraz6n de los transetintes. Pero, sefior Nap, todo tiene un fin, sobre todo cuando se canta a toda hora y se trabaja poco, Si eran muy ricas las treinta y dos cigarras, no menos cierto es que las més grandes fortunas tienen un limite, ¥ lleg6 el triste dfa en que las cigarras quedaron pobres. Hicieron un cuidadoso balance de cuanto posefan, y tuvieron que admitir esta espantosa verdad: no contaban ya con un solo centavo. {Qué hacer? ;Ah! Locas como eran, se pusieron a cantar alegremente antes de celebrar ‘una sesiGn destinada a resolver el grave problema. Cantaron un par de horas y, al cabo de ellas, con Jas caras alargadas por la pena, entraron ala sala de sesiones, donde estuvieron encerradas un dia entero discutiendo, sin conseguir encontrar el camino de su salvaci6n, Pero de repente una de llas dijo estas palabras animosas: «No hay que perder las esperanzas. Basta con haber perdido todo el dinero. Yo creo que nuestra aficién a la ‘miisica nos ha permitido formar la mejor orquesta de Animalandia, Esto nos hard subsistir dando conciertos. {Es buena o es mala mi idea?» Las cigarras meditaron largamente. Una de ellas, 1a més entendida en mimeros y célculos, aseguré que la idea de formar una orquesta era excelente; pero que no se obtendria bastante dinero para vivir bien y para mantener el lujo del Club. En- tonces hicieron sumas, restas y multiplicaciones, y legaron a la conclusién de que tendrian que abandonar el palacio. Esto las entristecié de tal 20 Hiri oe Sova manera que durante dos o tres horas estuvieron en la sala de miisica cantando unas melodtas que desgarraban el corazén. Muy pronto corrié por Ja ciudad la noticia de que las cigarras se habfan arruinado y no tardarfan en rematarel Club. Esto provov6 una sensacién dolorosa en todas partes. Hasta se pensé hacer una subscripcién popular en ayuda de las cigarras. Pero la Sociedad del Esfuerzo Valeroso, que es la més importante de Jas muchas que tienen las hormigas, empez6 a hacer una campaiia terrible en contra de tal idea. Asi, pues, estaban perdidas las cigarras. Enton- ces llegé la noticia a ofdos de Marfilo, el més rico de los elefantes de nuestro pais, Su fortuna es incalculable. Y sus relaciones son tan nume- rosas en el mundo de la industria, la banca y el comercio, que si se suma la riqueza que poseen ‘sus amigos se llega a una cifra con tantos ceros como estrellas hay en una noche de primavera. Marfilo mene6 la cabeza, sonrié Vagamente y se Te oy6 decir: «;Pobres cigarras!» Esta noticia circul6 por la ciudad, Lleg6 al palacio en que to- . Y cuando Hegué a esta conclusién me propuse llevarla hasta su extremo ‘més inverosimil. Y una noche espié en el jardin | | | | | de la casa de Marfilo. A eso de la medianoche, més 0 menos, lo vi salir. Venta descalzo. Pas6 junto a mf, Llevaba los ojos muy abiertos. Llegs hasta Ja verja y remecié la puerta, El esfuerzo lo desperté. Entonces regresé répidamente a su casa y volvi6 a acostarse. Por lo que dije: «Para Marfilo, la més grande inquietad la ha constituido siempre la posibilidad de que alguna vez se pierda el elefante de marfil que obsequié al Club de las Cigarras. Despierto o dormido, esta inquietud no le abandona. Hay que pensar bien en esto-me prometi-y tal vez asf aclare el misterio del elefante de marfil desaparecido». Entonces, tras mucho meditarlo, llegué a la conclusién que tuna noche, més inguieto que de costumbre, se Ievant6 dormido, como todos los sonémbulos, cogié la llave de oro del museo, cruz6 el jardin, se dirigié por las calles desiertas hasta el Club de las Cigarras, abri6 el museo, tomé la magnifica estatua, que por su tamafio es facil de ocultar en. un bolsillo, y regres6 au casa. Despert6, segura- ‘mente, mientras abria la puerta de su habitacién. 10 Himeutn bet Souan i Coon peas Caanras am Su pijama estaba mojado, pues pude comprobar que hubo mal tiempo en las noches en que, segtin mis célculos, pudo realizarse todo esto. ‘Marfilo, al despertar, no se asombr6 de haber salido, pues ya estd acostumbrado a tales aven- turas involuntarias, Pero como su pijamaestaba ‘hiimedo por la llovizna, lo cambié por otro. Y en uno de los bolsillos del pijama que se quité, sin duda posible, tenfa que estar el elefante de marfil. Hizo una pausa Nap. Todos estaban atentos, graves, y no se atrevian a moverse parano hacer el menor ruido. ~A la mafiana siguiente de haber legado a tales conclusiones ~continué Nap-, me dirigt muy temprano a casa de Marfilo, Entré sin ser visto ni ofdo. Y por todas partes busqué el pijama que nece- sitaba encontrar. Lo hallé, por fin, en un cajén de una moda, en el cuarto contiguo al dormitorio de Marfilo. En su bolsillo estaba el clefante. Entonces lo guardé y decid{ hacer piiblico todo esto para impedir que circularan entre los socios del Club de las Cigarras sospechas torpes. Le pedi a Marfilo que me hiciera miembro de esta instituci6n, pretextando que necesitaba conocer muy de cerca a todos los socios: pero con la intenci6n de contar la historia que ahora acaban ustedes de escucharme, =iNo ha habido ladrén, entonces! ~suspir6 Marfilo, levanténdose pesadamente para ir a abrazar a Nap. =No ha habido ladrén ~dijo el detective. Entonces todos los socios se alegraron. El bullicioso regocijo fue general. Y la orquesta de las cigarras comenz6 a tocar la «Cancién de la Dicha y la Confianza». Hernén del Solar (Naci6 en Santiago el 19 de septiembre de 1901. Su vocacién literaria se manifiesta tempranamen- te durante su vida escolar, en el colegio San Juan Bautista de Lasalle, A los 18 atios publica su primer libro de poemas: Senderos, ya los 19 se incorpora a la redaccién de la revista Zig-Zag, donde aparecen sus primeros cuentos,) Junto a escritores de la época, publica en 1928 la revista Letras. Entre 1932 y 1934 se desempefia como asesor literatio de la Editorial Zig-Zag, cargo que luego sirve en la Editorial Ercilla. En ambas cumple una importante labor de traduccién de grandes autores ceuropeos, facilitando su difusién en Chile, Al mismo tiempo inicia su labor de critico literario, que conti- nnuard durante toda su vida, 1s Hen pet Souan BL Cuup peas Cronus i (€211935 contrac matrimonio con Elena Petit Mar- fan con quien tendré un hijo -Emilio-, actualmente un gran matemético, En 1946 funda la Editorial Rapa Nui, destinada 2 publicars6lo libros para nfios. Enella entreg6 libros como El choroy de oro, de Mariano Latorre; Cocori, de Joaquin Gutiérrez; Guauguau y sus amigos, de Luis Durand, y, sobre todo, Papelucho, de Marcela az. Como muchos escritores no Te entregaban tiempo los libros, el propio Hemdin del Solar empe- 26 a escrbirlos, Para que su nombre no se repitiera demasiado, se inventaba seudénimos: Bat Palmer, Ri- cardlo Chevalier, Juan Cameron y muchos otros. Pese a la rapidez con que creé estas obras, varias de ellas estin entre las mas entretenidas y bien escritas de la literatura infantil chilena: Las aventuras de Totora, La Porota, Mac, el microbio desconacido, Kid Pantera, Cuando el viento desaparecid, Elcrimen de la calle Bambi, y no menos de otros treinta titulos... (En 1952 es designado profesor de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, Ese mismo atio publica La noche de enfrente, que incluye algunos de los mejores cuentos escritos en Chile) En 1968 obtiene el Premio Nacional de Literatura yal afo siguiente es elegido miembro de nimero de la Academia Chilena de la Lengua, Muri en Santiago el 22 de febrero de 1985.)

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