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Jacques-Alain Miller : 64S El hueso de un anidlisis Traduccidn del francés y establecimiento del texto de Marcela Antelo Prdlogo de Florencia Dassen tH TRES HACHES EDITORIAL TRES HACHES Disefio: J.P Hustraci6n de rapa: Otévio Filho Ja, edicién, 1998 © Jacques-Alain Miller © de esta edicidn en castellano, Editorial Tres Haches, Junin 558, piso 9°, of. 905, (1026) Buenos Aires, Argentina LS.B.N. 987-9318-00-5 Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723. Impreso en Argentina - Printed in Argentina La reproduccién total o parcial de este libro, por cualquier método, idéntica 0 smodificada, no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Mattiz de disefio: Adriano Oliveira. Revisién: Alicia Calderén de la Barca y Jorge Bafios Orellana. Establecimiento de la edicién portuguese: Sonia Vicente EL HUESO DE UN ANALISIS 5 Prélogo 1. Del hueso a los huesos En el camino mismo que es un psicoandlisis hay obstaculos. _ Un psicoandlisis es un huseso duro de roer, para usar la elocuencia de a expresion que ofrece el castellano, y su dureza es mayor desde que no es un hueso sino mds bien un roer que encuentra huesos en su tarea, Un andlisis opera con el bueso con el fin de modificar su 430, asi Miller puede decir en algin momento de exe libro que lo (que estd intentando es “disecar el hueso de una cura’, Por otro lado El hueso de un andlisis, ef sétulo de este Seminario establecido a partir dela tres intervenciones oftecidas por Jacques-Alain Miller en abril de 1998 durante el VII Encuentro Brasilero del Campo Freudiano, estd expresado en singular, pero el camino que el mis- ‘mo Miller va haciendo al andar impone el plural: los huesos de un psicoandlisis, termina diciendo, son varios. El hueso es el objeto a ~4 ‘hueso es lo imaginario, el bueso es el plano de la; identificacio- nes, el buero es el fantasa, el hueso por tiltimo es el sintoma como 5 artenaire de goce del patlétre. Ee EI al” Ea EI “ 2, Del cuerpo mortficado al cuerpo sexuado El tono de este Seminario estd marcado por lo que Miller anuncia, no sin precaucién, como “una conversién de la perspecti~ ua’, que refiere a dos efectos del significante en el cuerpo: el de la mortificacién, y el de ser causa de. gore, del plus de gozar; de ellos el 6 JACQUES ~ ALAIN MILLER que merece la maxima relevancia para el psicoandlisis es el egun- do, es decir, no el que hace al fantasma, sino el que conduce al sintoma, En caso de que uno se quede sélo con el Lacan que en algin momento hizo del fin de andliss a asuncién de la muerte como forma de la asuncién de la barra que divide al sujet, y se crea que Freud, al hacer de la muerte un Tie, silo dice que la verdad del goce es la muerte, en ese caso, dice Miller, el psicoand- lisis no tendria nada que decir que no haya ticho la religion. La religién estd mds cerca de la muerte, el psicoandlisis estd mds cerca de lo real del sexo, En esto Miller sigue a Freud: “Freud lice que en elfin del camino hay una piedra, hi ra dl la roc tiene que ver con la asuncién del sexo y no de la muerte.” una roca, 3: De la tragedia a la comedia "A la pregunta de por dénde se entra a un andlisis una res puertpatbioe po Teer por el cuerpo mortificada, ELneurdtico es el que es ‘victima de si mismo en su propia mortificacién, en tanto sdlo puede “hacer sabe ificdndose a él, y este exceso siempre és mortificante. Si hay una pequefia. tragedia.del neuréti- “Woes que atin no puede hacer de cozar, ni Tracer del Otro un medio de su goce, tan sélo lo Zao evel funtasma misma, Miller en cierta ocasién, al decir que hay un modo por el cual el pase nos concierne a todos, usé la figura de tun sol negyo, a la uz del cual, en perspectiva, se debia avanzar en la transmision del psicoandlisis, Ese sol negro del pase atraviesa toda la ligica de este Seminario. Conforme a ella la produccién de ‘Miller e inscribe del modo mds responsable con el ltimo Lacan y con el pase, por cuyos resultados se deja ensefiar para continuar despejando lo que es un fin de andlisis, Hay una insstencia por iparte de él en resituar la teorla del pase ya no por el fantasma, como lo pensé Lacan en su Proposicién, sino por el sintoma, Esa TEETH LI Id EL HUESO DE UN ANALISIS 7 insistencia misma habla de un obstdculo, una piedra dura que es apiedra del dogma, la mds antianalttica, la que no deja reinventar el pase, lo cual es un modo de no poder reinventar el psicoandlisis, tarea continua a la que, dijo Lacan, los analistas estamos forza- dos... Miller en su enseftanza lucha contra este hueso. Si Lacan (pensé el pase por el atravesamiento del fantasma, Miller se aven- ‘ura a decirnos que ésta es una perspectiva frdgil, y que su apuesta es avanzar. Estd decidido a continuar en el camino que el mismo Lacan dejé abierto, en sus tiltimos Seminarios, los posteriores a Encore: la via del sintoma. El fantasma es. solidario de la mortifi- cacién, no inscribe de qué modo el cuerpo como sustancia, anise Pay el modo. singular por os que a parlétre quedd afectado por el len- ‘guaje. El fantasma silo goza de un cuerpo, renegando de la marca significante sobre él; si se quiere es un goce sin amor. Sélo dice sobre cémo un resto de goce, el objeto a, viene a taponar la falta, el menos fi, El fantasma siempre estd. del lado de la légica edipica, del todo y del Uno, de la falta y sus tapones. No en vano Lacan Tabls eva Propostcn Toposicion del duelo como afecto que prima en elfin de andlisis, cuando el objeto deja de velar la falta. El riesgo es hacer de esa falta el rasgo del desconsuelo, y no advertir como nos advierte Miller: "...para que haya ese a miniisculo es necesario que haya vida, es necesario que haya lo vivo, es preciso que haya cuer- po.” El sintoma es el anudamiento mismo de ese cuerpo vivo, de tragedia que hace a Ta [alta misma, CON su Matiz Tandiges Ha- cerse aun modo de gozar en el fin de andlisis esta del lado de la comedia, no de la tragedia. Dejar de cargar la piedra es hacere a epee qu cae wo apo cota eu eee cerle éstima, Si d franquedmiento de todas las demds piedrds de tun psicoandlisissehaladas por Miller consiste en una desinvestidura, a tiltima piedra de este camino es una investidura, ‘yo soy como yo $220 el mada en gue Miller escribe la idesifcaién alsintoma. 7 we & JACQUES - ALAIN MILLER 4. Unas palabras sobre el estilo Leer la letra de Miller en estas intervenciones es asistir a la combinacién misma de las operaciones con las que él expone la estructura lbgica en la que se sostiene un psicoandliss. El nos habla de la amplificacién significante y de la reduccién, La tltima se desbroza a su vex en tres operaciones, la repeticién, la convergencia yl evitacién, &ta considerada por Miller una reduccién a lo real, allt estd el hueso.... mientras las otras dos sean operaciones de reduccién a lo simbélico. Miller comienza habléndonos de un poe- ma, dejdndose tomar por el encanto de la palabra poévica, y alld vemos su modo de gozar de ea amplificacién significante en el despliegue de la belleza de su decir como lector de poesia. Luego entra en el desencanto de la ligica que le permitird poner al des- rnudo la estructura misma de la reduccién que supone lo mds pro- pio de un psicoandlisis,y se adentra en lo matematizable de dicha experiencia, en la ligica del nudo borromeo, aunque no lo mencio- ne ni una vez. Y esto con la combinacién al modo mds cldsico de ejemplos clinicos de la histeria, la obsesion la paranoia. Final- ‘mente el goce de lo cémico de la palabra, la de la comedia de los hombres y de las mujeres, aguello de lo que le toca hablar a un psicoanalista Siel estilo es el Otro al que uno se dirige, cabe preguntarse a quien se dirige Miller. El mismo dice algo: se dirige a los analistas mineralizados por los slogans lacanianos, aquellos que quedaron petrificados por la palabra de Lacan. Las intervenciones que com iponen este libro son una muestra de un estilo singular, del refina- miento con el que Miller se impuso desenredar los clichés con los que se leey se sostiene una prdctica lacaniana, Allfsitta su lucha, que es su estilo mismo. Un fin de andlisis es poder aleanzar el estilo encarnado que cada uno es. Aldarse vuelta para echar una tltima ‘mirada a este libro lo que se deja sentir como resto de un deseo de HELI Ttr1t EL HUESO DE UN ANALISIS 9 transmisién es una invitacién a abandonar el rostro de muerte que puede tomar la pulsién, esto es, a desprenderse de la cara de pie- dra... y prestarse ala intrusién de un estilo nuevo... 5. De mujeres y de hombres El rostro de la piedva es el que toca al lado masculino, tanto para los de un género como para los de otro. Miller habla de ‘lo bruto de los hombres’, no analizados, que sélo se prestan a la condi- cin fetiche del goce, ese goce Tocalizado en el Otro, en una mujer, (pero no se dejan tocar por la condicién erotomantaca, por lo flim mujeres de hoy que sdlo piensan como sujetos de derecho, en sime- tria con la posicién de los hombres, Miller inventa un neologismo que condensa mascara y masculino Ta mdscara-ulina de la mu- Jet. Ta paradoja & que cuanto mds la mujer existe desde el pun- to de vista del sujeto de derecho, tanto mds desaparece bajo la mdscara masculina.” A Miller, lector de lo contempordneo, se lo puede parafrasear ast: ‘mujeres, obtengan sus derechos, pero no ipierdan su encanto, el de ese rapto que las hace a ustedes mujeres, 7 nosotros hombres.” Esto mismo es indice de algo que se propone, deshacer uno de los tantos slogans del lacanismo, el del estrago. Del lado de lo femenino el Todo no hace Uno, y eso hace que una de las consecuencias a pensar de la incidencia del Otro barrado sea el punto de infinito del que estd afectado siempre el medio de goce, la pareja-sintoma del lado femenino, Acudiendo a la etimologia de ravage, que viene de ravir, incluyendo tanto la idea del rapto, como la de la transportacién a la mds absoluta felicidad, y ravager, devastar, concluye que un hombre puede ser entonces tanto la de- vastacion para una mujer, como aquello que la transporta... Miller sabe que no es posible por medio del derecho alcanzar la neutralizacién de la diferencia de los sexos, lo cual no impide 10 JACQUES ~ ALAIN MILLER que los analistas no estén dormides, incluso deprimidos. No per- derse en lo contemporéneo es la posibilidad misma de leer sus sig- nos, de aprender de ellos. Proust comparé al contempordneo con el sujetoceloso, diciendo que ambos ein demasiado cerca, que no saben nada... El llamado de Miller es triple: « los hombres los convoca: analicense, van a des-embrutecerse; alas mujeres: anallcense, para ser femeninas, y aunque el no lo diga yo agrego: para no ser locas SE “ry a Tos anallistas, mds que un llamado, les hace una Sauttacidnra una Tectura del dleimo Lacan ya resitwar el lugar de 1 Gfecuacién del pase, En cuanto al rueso final de wp-azdsis ese! ve ‘sintoma, 0 mejor, el partenaire-sinsoma, &a es Ta via de acceso al Ouro sexuado, la genuina ruta hacia el saber para quienes, ueden osar azn cuerpo, Reinventar eU pase 6 enar mds cerca del pi- Florencia Dassen Junio, 1998. EL HUESO DE UN ANALISIS a Uno Decimos en francés: “hay un hueso” para decir hay un obstdeu- lo, una dificultad. Se puede decir por ejemplo: “yo pensaba que esto ibaa funcionar solo pero he aqui que hay un hueso”. Creo que esta expresién “hay un hueso” no se usa con este sentido en el Brasil. El hueso en portugués no esté dotado de este valor semdntico suplementario como en francés, que en ciertos con- textos, puede hacer de él el significante del obstculo. Busque- mos un equivalente brasilefio, podria ser: “hay una piedra”. Jor- ge Forbes aporté la referencia del poeta Carlos Drummond de ‘Andrade, el poema “No meio do caminho” en la coeténea Ten- tativa de exploracio e de interpretagao do estar no mundo’. El poema comienza por los siguientes cuatro versos: “No meio do caminho tinha uma pedra tinha uma pedra no meio do caminho ‘Andrade, Carlos Drummond de: Antologia Poétca. Rio de Janciro, Editora Re- cord, 36° edigfo, p. 196, 1997, R JACQUES ~ ALAIN MILLER tinha uma pedra no meio do caminho tinha uma pedra Desde que escuché y lef este 20ema, 0 més precisamente algunos versos, me da vueltas en la cabeza, Hay una especie de encantamiento que me detiene en estos versos, me captura una cierta satisfaccién. Pensé que podria liberarme, comentindolos, para introducir este seminario. Fs una alegoria exacta del hueso de una cura, ~ ~ Este poema dice bien lo que dice, lo que quiere decir, y lo logra repitiendo el “habfa una piedra” cuatro veces, una por cada uno de los versos que les recordé, Esta repeticién insistente, sen sible al obstéculo que la piedra representa, tiende a repetirse en el aparato ps{quico, La insistencia regetitiva de esa frase actualiza, en la sintaxis, la presencia misma dela piedra, de la piedra inelu- dible atravesada en medio del camino. Sil lenguaje sirviese slo para expresar una significacién bastaria decirlo solamente una vez. Seria una constatacién, un enunciado denotativo, como suele decirse de una manera un poco pedante, Enunciado que afirma Ja existencia de una piedra en medio del camino. La repeticidn significante cuatro veces con variaciones de posicién sintécticas, enriquece y vuelve més pesada la significa- cién; le da el peso de una piedra y eleva esa piedra al lugar del obstéculo fundamental, del obstaculo que me impide recorrer el camino que decid recorrer. El obstéculo que traba mi inten- 2 Poema completo: “No meio do caminhotinha uma pedra I tinba uma pedra no meio camino nha una pedea no mci do cavin tin ma pea 1) Mace me ‘esquecerei dese acontecimento na vida de minhas retinas fatigadat./ Nunca me eqguecerei ‘que no meio do caminko /tinha uma pedra I sinha uma pedra no meio do camino no meio do caminko tinha wma pedra." HHT fit rrririt EL HUESO DE UN ANALISIS 13 cién, bloquea mi movimiento y me obliga a repetir el enuncia- do de la evidencia. Evidencia que se me impone de tal forma que quedo sujetado a salmodiar mi desgracia, a desgracia frente alo que encuentro en mi camino. Para hacerme entender acabo de decir “yo” y “mi” camino, sin embargo, si prestamos atencién advertimos que el primer verso no dice “yo”, no dice “mi” camino, no hay yo. Por el con- trario, esos primeros versos enuncian de una manera impersonal elhecho de que hay una piedra en medio del camino. Pero es la repeticién significante lo que llama al lector, al recitador, para que se ponga en aquel lugar del camino como si fuese “su” cami- no, Es ella Ja que lo convoca para que sea afectado por la piedra obstéculo infranqueable, obligando al sujeto dela enunciacién a repetir inconsolablemente: “habia una piedra”, a repetir la evi dencia de esa presencia contra la cual nada puede hacer. Pasemos ahora ala piedra que hay en medio del camino de un andlisis, obligando a quien lo camina a una repeticién incon- solable. ;Cual es el obstéculo? Es la piedra que el andlisis trans- pone? ;Cémo hacerlo? Introduzcamos un poco de dialéctica entre el obstaculo y clcamino, Inicialmente ¢s la existencia de un obstculo que hace existirla repeticién, pero es porque hay repeticién que se percibe y.aisla el obstdculo. Existe una picdra en el camino, todo el mundo lo sabe, pero es obstéculo porque me puse a caminat. Por eso el poeta dice que ella estd en medio del camino; ella esté cen su lugar, en el lugar que ocupa, el lugar es suyo porque lo ocupa, ocupndolo sin intencién —la piedra no tiene ninguna intencidn de incomodarme en mi camino. La piedra de Carlos Drummond de Andrade es como la rosa de Angelus Silesius: “4 JACQUES - ALAIN MILLER existe sin por qué, No esté alli para incomodarme, eso pasa por- que yo voy por el medio del camino; porque yo instauré el mundo en el cual seencuentra la piedra, un camino que encuen- tra la piedra que me detiene. No Ta creé, ella existe, Habla una piedra—me repito—, ya estaba allf antes de reencontrarla, De- pendié de mf, fue por mi causa que una piedra que existe en el mundo se vuelva la piedra que encuentro en medio de mi cami- 120, El camino, sin embargo, no existe en el mundo de la misma manera que existe la piedra. El camino existe sélo porque me puse a caminar, existe por mi causa; la piedra no existe por mi causa. El secreto de estos versos sublimes y misteriosos es que el camino crea la pied-a que se encuentra en su lugar. Ese medio no es la mitad geométrica, la mitad de un segmento que irfa de Aa B. El “estar en medio”, del poema, no ¢s este estar en el medio geométrico. “Medio” quiere decir que la piedra se encuentra en el camino. El poema dice de la conexidn entre el camino y la piedra. No hay obsticulo si no hay camino, pero no hay camino sin piedra, sino hubiese una piedra que me detenga, y ala que esté obligado a ver, y me obligue a repetir lo que veo con mis ojos cansados. ;Seré que sabria que estoy en camino? El poema nosevoca la piedra como un bloque de materia, sélida y pesada, ustedes conocen las piedras. Es algo més que un gtiijarro que se aparta del camino con un puntapié, pero tam- bign es menos que una montafia, la masa de una montafa aplas- tarla el camino, o también, sobre una montafia puede trazarse un camino. No es un guijarto, no es una montafia, es una pie- dra. Un pedazo de tierra, un pedazo del propio suelo que reco- EL HUESO DE UN ANALISIS 5 so, pedazo distinguido de la tierra que se elevé en mi direccién para decirme no. Voy a continuar atin alrededor de este asunto, es la alegoria de nuestro tema. La piedray el camino suponen la tierra, sin em- bargo el camino es la tierra que dice sf, es la tierra que acepta ser recorrida mientras quella piedra esa tierra que dice no. En ambos, camino y piedr i abla. Si aqui hay un poema no es porque un sujeto habla, un sujeto que dirfa lo que quieres es porque la propia tierra habla. Es porque el poeta le presta su voz y canta: “en medio del cami- no habfa una piedra’. Sila tierra habla, si dice s{ cuando camino yno cuando encuentro la piedra, ella habla es porque en me- dio de la tierra hay un ser hablante que se pone a caminar y encuentra una piedra. No habria camino ni piedra sin seres hhablantes. Sino hubiese ser hablante ;para quign hablaria la tie- ra? ;Cudl es el camino del ser hablante? Elser hablante tiene muchos caminos, vay viene, no para en el lugar, o si lo hace es por poco tiempo. Esté en casa, va al trabajo, vuelve, visita a sus amigos, viaja por vacaciones, va aun congreso, muchos, innumerables caminos. Todo ser hablante tiene un camino més esencial, tinico, que recorre mientras con- tinda siendo hablante, ¢s el camino de su palabra. Pero el camino que le permanece, invisible, inaudible, desconocido, es también ia piedra de su camino de palabra. Es sdlo en aquello que se Tama cura analitica que percibe estar en el camino de su palabra y queen ese camino hay una piedra. La cura analitica es la expe- tiencia de aquello que significa étar en la palabra” Carlos flencia de ea estar en {a pala’ Drummond de Andrade sieda $u obra podtica bajo l titulo: “Tentativa de exploragio e de interpretagao de estar no mundo” y Paaettthis , 16 JACQUES ~ ALAIN MILLER digamos que el psicoandliss ¢s una tentativa de exploracién ¢ in- terpretacién de estar en la palabra Para nosotros el camino del que se trata es el cami palabra y la piedra es también la piedra de la palabra. Sefialemos ‘que cuando al significance se introduce en el mundo, Ia piedra, la dificultad, el obstéculo, se introduce al mismo tiempo. Es la piedra de Zenén, aquello que impide a cualquier ser que se mueve llegar a su objetivo y hasta dejar su punto de partida. Hago alu- sién simplemente al razonamiento de Zenén de Elea: A M Mw BB Sea el segmento A > By un punto en el medio. Un mévil lo recorre pero una ver llegando al medio de A > Bes preciso atin que llegue al medio del segmento M + By después sera necesario llegar al medio del segmento M’-> B, y después al medio del segment B”— B, de tal manera que mupie estard separado de su punto de llegada por una mitad inextinguible, una mitad definitiva que podrd volverse imperceptible, infinitesimal, pero que siempre le impedira llegar a B. Podemos pensarlo inversamente como la imposibilidad de partir. Para llegar a Mes necesario hacer la mitad del camino y para llegar a M’es preciso, primero, hacer la mitad del camino. -d sed siempre en me introducida por la superposicién del significante sobre el espa- Lapiedra de Zs EL HUESO DE UN ANALISIS 7 ‘cig. Ustedes saben que este problema suscit6 la atencién de filé- sofos y matematicos durante muchos siglos y todas hs solucio- nes son deslizamientos del problema. La piedra de Zenén esté siempre en el medio del camino. Por qué no decir que el significante vuelve imposible el movimiento, que él también opera en un mundo muerto? El movimiento, la vida, sélo es concebible si agregamos un ele- mento suplementario y hablando con propiedad, impensable, Ja mitad indivisible, por lo tanto no comparable a los elementos div mentari les por el significante, Esta picdra es ese elemento suple- , digamos que es lo que Lacan llama objeto a suple- mentatio en relacién al orden regulado por el significante. El pequefio a ¢s la piedra que hay en todo camino dela palabra. En Francés este peguetio as el hueso. Bl hueso es una “especie de piedra que hay en el cuerpo. Desde ese Tiaeso pode- eel cual wote eramente El eaepo, la piel la carne, envuelven la piedra dsea; desde el origen de los tiempos cuando el cuerpo deviene un resto, una mortaja, lo colocamos bajo una piedra. Como solemos decir: “Hacia alli va toda la carne” [“Del barro somos y al barro volvemos"), ese es el camino de lacarne, ésta va en direccién al hueso, ala piedra. ¢Serd la muerte el hueso de una cura analitica? Pensemos en la maravillosa serie de ilustraciones de Hans Holbein en la que la muerte es representada bajo la forma de un esqueleto que viene a apresar de la manga alos vivos, ocupados en sus menesteres, para llamarlos, para recordarles que la verdad viltima es la muer- te, y que todos los objetos de sus intereses, sus ocupaciones, sus investiduras —para usar un término de Freud— todo lo que les apasiona, que moviliza su libido, sdlo es ilusién en relaciénala ~~ 18 JACQUES = ALAIN MILLER muerte, todo sirve apenas para velar la realidad tltima que ¢s la muerte, En esta serie de Holbein, como en muchas obras del renacimiento y de la época clésica, la muerte aparece como fun- cidn de la verdad, En medio del camino esté la muerte. Hay una piedra que es aquella que te sepulta. Precisamente porque la muerte no puede ser mirada de frente, su representa- cidn frecuente seduce a los artistas bajo la forma de un hueso. Recordemos Los Embajadores, cuadro del propio Holbein don- dela muerte es representada como un crénco deformado por la anamorfosis y parece un hueso seco —la forma del erénco en el cuadro aparece con la forma de este hueso. Eneste cuadro estan reunidos todos los prestigios del saber como algo de vanidad en relacién a la muerte. El hueso hace intrusién como si estuviese deformado porque viene de otra dimensién. Hice de este cuadro el emblema propio del pase; notamos que el créneo sélo aparece con su forma cuando al dejar el aposento nos damos vuelta para dar una ltima mirada hacia atrds. El pase ¢s esta tiltima mirada sobre el propio andlisis. La muerte es aqui encarnacién de la verdad. Esta seria lo que hay por debajo de las imagenes, por debajo del prestigio, de la fasci- nacién. Verdad dura e inmévil bajo el movimiento de las ilusio- nes como si pudiésemos decis: yo, la verdad, soy la muerte. Lacan dijo alguna vez cosas més o menos asf: que el hueso de una curaes la mucite, que hay que prepararse para la muerte, que el fin del andlisis es la asuncién dela muerte y que el andlisis permitirfa la anticipacién de la muerse absisndo Ja via de otra manera de vivit la vida. Para ello es necesario franquear el plano imaginario, plano ordenado por el yo y sus conflictos con sus dobles, en direecién EL HUESO DE UN ANALISIS 19 alo que llama §, a fin de realizarse como sujeto del significante, ya muerto por el hecho de estar sujeto al significance. Es habitual que al referirme al primer Lacan, haya dicho queel hueso de una cura sla asuncida de la muerte y sin embar- g0,,no creo que sca és la verdad iltima de aquello de lo que se trata en un andlisis. No lo creo y por las mejores razones, porque el propio Jacques Lacan muestra otra via. ;Acaso la leccién de un andlisis es que todo lo que hace tu placer sea apenas nada? dAcaso laleccién de un anilisis es a desvalorizacién del placer y dslagocs? Hay un gran género clisico que desaparecié como género literario, la oracién funebre. El cardenal Bossuet? pronunciaba oraciones finebres frente a Luis XIV y fue muy brillante en ese estilo. Es de los més bellos fragmentos de la literatura francesa. Asistimos alli a un_discurso en el que el significante es movilizado por la muerte. La muerte se aleja con un movimien- to de la palabra, la muerte se celebra como un momento esen- cial de la vida, como verdad del goce. Puede parecer que cuando Freud inventé el paradojal Todstrieb, |a pulsién de muerte, dijo esto como si el secreto de la pulsion fuese la muerte, como sila verdad del goce fuese la muer- te. Pero si eso fuese lo que Freud decta, el psicoandlisis no tendria nada que decir que no fuese religién, y ademés lo compartirfa con la sabiducia. Las sabidurfas manifiestan el cardcter ilusorio de la vida y de las investiduras de la libido, su direccién es destacar una verdad esencial en el mas alli. Es verdad que hay en el psicoandlisis como en la religién y * Bossuet: Ona Champailler, C 1 fndbres— Panteyrigucr. Edicion de Bernard Vela t d'Yvonne lection Bibliochéque dela Pliade, Gallimard, 1936. x" 20 JACQUES ~ ALAIN MILLER en las sabidurias, una dindmica de desnudamiento del sex. ¥ esta dindmica de desnudamiento del ser es comtin al psicoanlisis, a la religién y a las sabidurfas pero alli hay que hacer la diferencia, 1 Enel andlisis esta dindmica comporta un doble franqueamiento. (001 Primer franqueamiento: De lo imaginario alo simbélico, FTE clnombre de este franqueamiento en Lacan, es la asuncién dela pase =—s NYQH- Segundo franqueamiento: De lo simbélicg a lo real, su fol. nombre es atravesamienco de fantasma S— A , Comenzaré ahora el examen detallado de la estructura de ese franqueamiento: se produce en el movimiento en direccién aalgo central y es en ese movimiento que se encuentra el hueso, la piedra, que saben que el mismo Freud Ilamaba: la roca. Es el término que usa hacia el final de Andlisis serminable e intermi- nable para calificar el obstéculo tiltimo de la cura analitica, Freud dice: hacia el final del camino hay una piedra, una roca que para A tiene que ver con laasuncign del sexo yno dela muerte, En el camino analitico de la palabra hay una piedra que tiene que ver con el sexo. Lacan agrega que es posible que esa piedra sea pre- iosa, un diamante, algo que en griego llamé agalma. Al final del camino hay una piedra preciosa. Cuando alguien Ilega a un andlisis lo acogemos sin prejui- cios, sin saber, sin memoria, y lo acogemos en el comienzo de su camino de palabra con nosotros. Sin embargo, vino porque trope76, porque existe para él un hhueso, una piedra en el camino, Lo invitamos a hablar y lo que hos guia en la escucha es que existe en el camino de su palabra un hueso y anticipamos —tal vez la Unica anticipacién que podemos nermirienne— ane on nalahea oirard en tomo de ese hueso. en LEEEHEL LLL at EL HUESO DE UN ANALISIS 2 spiral, crcunscribiéndolo més y més cerca hasta esculpis, si ast puedo decir, exe hueso. Es la metéfora que se lee en los textos de Lacan cuando se trata de circunscribit, de cercar. Hay que pasar de a alegorfa ala légica. Digamos qe hay en elandlisis una operas reduecn, por cierto bien conocida en | EE.UU. donde’ los ablistas se los lama reductores de cabezas, los shrinks, Fenomenal percepcién de que hay una reduccién pre- sente en un andlisis, de esa reduccién al hueso. Qué es esa reduc- cién? ;Cémo procede? {Cudles son sus mecanismos? Qué obtiene como resulta~ do? Para aprender de lo que se trata en esta reduccién como operacién analitica pensé oponerla—es mi manera habitual de reflexionar—a la amplificacién significante. En el lenguaje hay un poder esencial de proliferacién, por eso opongo ampiificacion y reduccién. Tenemos de la amplifi- cacién un ejemplo paradigmético en el poema de Carlos Drummond de Andrade. Asistimos allf a la multipl.cacién de sintagmas idénticos, al incansable decir sin variacién. Yo mismo al comienzo practiqué la amplificacién significante. Lo escrito esté siempre prefiado de esas posibilidades, tam- bign el habla. Proliferan como malas hierbas. También puede observarse la amplificacibn en el registro del sentido, en el soni- doy también en la referencia. Amplificacin ep el plano del sentido: todo lo que se dice lificacign cp cl plano del sentido puede ser fnrerrogado sobre lo que eso quiere decir de modo tal que el habla que se explica esté obligada a proseguir sin fin, a complicarse, a enroscarse en si misma. La palabra bebe el senti- do, se deleita en él, como la tierra que, demasiado seca, nunca 2 JACQUES ~ ALAIN MILLER esté saciada, Cuando el sonido comanda la danza macabra, la palabra se desenvuelve al sabor de las asonancias, de las homofontas y el sentido la sigue como puede, por ejemplo, en la fuga de ideas caracteristica de la manfa. La palabra referencial esté también siempre sujeta a la amplificacién —tanto la palabra que describe como la que cuen- ta—animada de un movimiento virtualmente infinito y parece estar siempre en rettaso frente a lo que hay que decir. Los analistas saben bien de eso, de cémo el habla prolifera, cémo se amplifica. Hay, por ejemplo, en anilisis, aquellos que se acuerdan de todo, es que en ellos la palabra esté al servicio de la memoria, y con frecuencia hay una hipermnesia; tal sujeto se acuerda con lujo de detalles de! efecto que le produjo ala edad de dos afios que su madre haya perdido su chupete y para contar los pensamientos que tuvo en la ocasién, una sesién es muy poco. Se acuerda muy bien de todo acerca de su vida y nunca tendré tiempo de contarlo atin para un analista de la IPA, Es la Madame Funes si queremos hacer tna referencia al personaje de Borges. _Estan los pacientes que quieren contar todo lo que pasa, la palabra al servicio del acontecimiento; los cuatro suefios de Ta ~Toche precedente, lo que les dijeron en el trabajo, lo que respon- dieron, el accidente de coche en el camino y el tiempo de una sesidn no basta. Existen los que gustarfan de explicar todo, esto éno dela ra esta palabra al servicio de la ra lizacién, pala- bra que busca el por qué y da la respuesta para restituir el tejido “Borges, Jonge Luis: Funes, el memorioso, en Fiociones, Emecé Editora, Buenos Aires, 1990. EL HUESO DE UN ANALISIS 2B dela causalidad, Aquellos para los cuales la propia palabra es su propia opacidad, ¢s la palabra al servicio del misterio,Ta propia palabra como oriculo dicho porel Otro donde intentan leer sus verdades al descomponerlo. Memoria, acontecimiento, raz6n, mistetio son los vectores delamplificacign significante en el andlisis. No quiero hacer la tipologia de los analizantes, seria de mal gusto y no serfa de manera alguna exacto. Se tratarfa antes de enunciaciones, de modos de enunciacién que nutren la amplifi- cacién significance. No quiero impedirme decir que la amplificacién es bien conocida por la retérica clésica. Alli es explorada con el fin del bien decir, aquello que se llamaba precisamente la copia. Palabra latina que dio el sentido con el que utilizames la copia hoy cuya raizes copis que teenvia a ops, abundancia; habia una diosa que se llama asf, “Ops”, la Diosa de la Abundancia La copia es una virtud retérica, es la copia discendi —la abundancia en el decie—, el discurso elocuente que es siempre un discurso abundante en los cldsicos. Hay también una cortiente minoritaria que dice que debe- mos ser breves; es el estilo de Séneca, Tacito. Elocuencia es siné- nimo de abundancia, decir abundante que es propio de la maes- trla del orador, con capacidad de dar muchas palabras y encon- rar enel significante el recurso al significante. Miren el poema de Carlos Drummond de Andrade, él hizo este poemna con su piedra y su camino, ¢s decir con casi nada, sin embargo, es de una soberbia amplificacién significante, y debo decie, minimalista, Una vez enunciada, la piedra se torna el propio recurso del poema, el cuerno de la abundancia, su cornucopia, el Ye-& 24 JACQUES ~ ALAIN MILLER recurso desu abundancia. Alli Erasmo se distingue por ser el autor del Manual de la doble abundancia de palabras y copias®, manual destinado a ensefiar a escribir en latin de manera abundante. Hay mucho que decir sobre la abundancia. Me remiro a un libro muy itil de un erudico inglés, Terence Cave, autor de The Cornucopian Text ©, Oxford, 1979, quien hizo su estudio sobre la literatura francesa. La copia remitea la explotacién de recursos acumulados en el lugar del significante. Uno de los sentidos particulares de copia esel Thesaurus, de manera tal que la copia para nosotros, remite al gran A, que acabo de introducir como contraste con la reduc- cin, La redugcion 10 OJ cién analitiga se disi - siipsons alicisa se dirige a la ver requefio a. Fi bien decir analitico apunta ala reduccién, lo fnverso de la copia. El psicoanilisis realiza una operacién de re- duccién. si Me gustarfa estudiar esto como tema, el procedimiento, los resultados, son ellos el hueso de una cura, su kern, su mticleo, lo que hace su dificultad, lo que es preciso resolver y que tal vez sea concebido por los analistas de maneras diversas Entonces comencemos tomando la palabra reduccién, pa- labra usada por Freud a propésito del Witz. Es la operacién que consiste en explicitar, en descomponery enumerar los compo- nentes que entran en la produccién del efecto propio del chiste, En el chiste paradojalmente, la operacién reduecién se produce a partir de un texto més largo que el chiste y que en sf mismo no > Erasmo de Rotterdam, De duplici copia verborum ae rerum. © Cave, Terence, The Cormucopian Text: Problems in Writing in she French Renaisance. Toseeskar 1086 ela Hniversiny Proce EL HUBSO DE UN ANALISIS 2 es.un chiste, es un texto plano en el cual esos elementos conden- sados por los mecanismos del chiste se aislan unos de otros. En la cura la operacién reduccidn no es ésa, podemos incluso decir que ¢s una operacidn inversa. El sujeto analizante, de hecho, trae a la cura los elementos de sirhistoria, los vuelca, los enumera, puede hasta contarlos, cTementos de esa biografia surge alguna cosa que se parezca a Witz. Cuando Freud habla del chiste, aquello que llama reduccién es la descomposicidn de los elementos del mismo y eso, por su- puesto, dard un texto més largo que el chistes serfa entonces nece- sario, para explicar el chiste, explicar las palabras que estan even- tualmente condensadas. A veces es preciso explicar el contexto histérico y social del chiste y los mecanismos que lo formaron; eso ¢s lo que Freud llamaba reduccién. La operacién que digo de reduccién en el andlisis es lo con- cos desu Biograffa, uno a uno, los acontecimientos, los pensamientos y, trario. El material que el analizanve trac $01 bien decir como el del ~Tacan compara el pase con el Witz, identifica la estructura del pase con la del chiste. Aplicada también en la légica matemitica, la reduccién sir- ve para designar la operacién que permite reducir la extensién de las férmulas para calcular mds répidamente su valor de verdad. Elempleo ldgico de la palabra reduccién esta sin duda lleno de resonancias para aquello de lo que se trata en Ia operacién de reduccién propia al tratamiento analitico. Sobre qué incide la 6 JACQUES - ALAIN MILLER eI EL HUESO DE UN ANALISIS 7 operacién reduccién en una cura analitica? eS ‘Tomemos un ejemplo; un hombre que se llama Héctor Incide sobre el 8, es la reduccidn subjetiva que se coloca en cuenta su amor por Maria, cuenta suamor por Anay que dejé a un plano mas alld de la rectificacion subjetiva. El sujeto del que Marla por Ana, y luego cuenta su amor por Esther. Si bien cada Waarano SUPT Gue al inicio delseminario llamé ser hablan- FB hisroria es diferente, lo que aparece es que las tes presentan el te, El poeta es el sex hablante en su estatuto eminente. El sujeto mismo rasgo, que lastres son superponibles, y que los aconteci- es antes poema que poeta, Lacan lo indica asl sue EJ _mnientos obedecen en defintiva ala misma estructura, Podemos hablado. decir que la repeticién conduce a una operacién reduccién que ‘Sobreel posma subjetivo el psicoandlisis eliza un tipede Eg esunaformalizacion, endlisfyrextyal, tiene por efecto extraer el elemento patético a Las tres son mujeres de las que nunca esté seguro de su fin de destacar el elemento légico. Eg fidelidad y esa duda es determinante de la condicién de la elec- Mi intencién es entrar en el detalle de la operacién reduc- = cidn de objeto, de la condicién de amor. cién y para ello practicar distinciones sutiles, situar los diferentes . Por més diversas que ellas sean, presentan el mismo rasgo y mecanismos en juego y los resultados obtenidos y colocarlosen =H ——_ocupan paracelsujeto el mismo lugar. Un mismo lugar ocupado su lugar. Es la primera vez.que intento hacerlo asi, espero que se por personajes diferentes es el substratum de la experiencia anall- sostenga. EJ ica puesto fifo en dl inconsciente que se puede escribir con Ta Entre los mecanismos en juego en la operacién reduccién, ' Srmula de la funcién proposicional lc primer mecanismo sla repetiign. Laliberad dada lanali- geese—ay “rae suceen diferentes personas, como variable: zante de decir todo lo que quiere, la exhortacién que lo afecta Tandon por la regla analitica de no disimular lo que viene a su pensa- Sq Podemos de miento, ¢5 tanto més manifiesta cuando el sujeto es conducido a duccién que procede de la repeticién, En el fondo es la reduc- ir que ésta es, en esencia, la operacién de re- re-decir, a repetir lo mismo. Le damos toda la libertad de hablar cién proposicional: podemos decit que forma parte de la for- _y constatamos la reperici6n de lo.mismg. No es ficcidn, es un EAL Caacidn del analista saber operar esa reduccién proposicional, Recho, es aquello de lo cual esté hecha la experiencia en el divin saber reducirla a una constante, es decir, captar la funcién en Ke Spero y aquello que asistimos desde el silln, En el fondo es un saber Telacin a la cual existen las vatiables, Podemos decit que esa de los analizantes y de los analistas, que es as{ que eso ocurre, que : Teduccién ala constante ¢s la ¢ el sencia de la construccién en cl Jo mismo pueda surgir a partir de la produccién de lo diverso =I andlisis. Un paso mas consistirfa en encontrar el prototipo su- Esto sirve para retomar el tema de esta mafiana sobre lo puesto de las variables, cl personaje supuestamente original del Multiple y lo Uno —hago referencia al Congreso de miembros — cual derivan los otros personajes, variables. En el caso de Héctor de la Ercole Brasileira de Prcandlise hoy por la mafana. esti clato que el personaje prototipico es la madre. Baste pensar 28 JACQUES - ALAIN MILLER en los andlisis de Freud sobre a vida amorosa, pues precisamen- te lo que él resalta es el punto en comtin entre la madre y la prostituta alos ojos del nifio. Ella se ocupa de otro hombre y no de él, En el fondo la condicién de amor de Héctor lleva esa marca ed{pica y agrego, sin comentatlo, que decir simplemente: “es un celoso”, no resuelve nada. til) El segundo mecanismo después de larepeticiénes a con- vergencia. La cura hace aparecer que los enunclados del sujeto Convergen én un enunciado esencial. Decir uno es una simplifi- ‘cacion pues puede haber varios enunciados esenciales en un and- lisis. Aqut pueden presentarse dos casos. Puede suceder que este enunciado esencial se destaque en el propio discurso delanalizante y que se hable de alguna cosa que nunca se olvid6, algo que fue dicho y que se inscribié para siempre. Que siempre determind todos los percances de la existencia, alguna cosa dicha que pudo tomar valor de ordculo, ya sea que se haya dedicado a verificarlo © precipitado a desmentirlo, Es claro como para el sujeto tiene relacidn con laexpectati- va de sus padres respecto de su sexo. Si el sujeto fue deseado como vardn y nace nifia, 0 tiene consecuencias que marcan; si no fue deseado, este enunciado es la marca més dolorosa que existe. Con certeza eso no se puede generalizar, pero en un andli- sis vemos los efectos sorprendentes, impresionantes, de la ins- cripcién de alguna palabra dicha en la historia del sujeto. Elanalizante, aveces, conoce este entinciado prevaleciente desde su entrada en anilisis y, poco a poco descubre hasta qué punto ése es el enunciado mis verdadero que puede saber. Trae la marca de este enunciado y descubre, entonces, que los avatares de su vida son reductibles al efecto de este decir. Puede ser un EL HUESO DE UN ANALISIS 29 enunciado de los personajes que encarnaron el gran Otro para él, sea bajo la forma de un imperativo, “/Té debes!”, sea bajo la forma de una afirmacién eternizada “Tu serds siempre eso” y otras veces tuna palabra anodina que toms resonancias excepcio- nales. A veces, puede también ser por un equivoco, por una homofonia oftecida por la lengua. Hay otra variante sobre esa nibrica. El caso en el que el enun- ciado sobre el que el discurso converge no es producido por el ‘nalizance, Es cl analista quien debe producto como interpreta- feel caso de una interpretacién inolvidable, a veces tinica, y que el analizante conserva de su cura analitica Por tanto el segundo mecanismo que afslo de la operacién reduccién es ese enunciado de convergencia que ¢s el significante amo del destino del sujeto. ‘Mafiana continuaré con otros mecanismos de la operacién reduccién. ‘Cartos Epuarno Leat (EBP-Rio de Janeiro):— Querfa inicial- mente agradecer esta bellisima exposicién, principalmente sobre el ‘poema de Carlos Drummond de Andrade y enseguida preguntar si podrlamos colocar al pase como siendo aquello que concierne al tinico punto de resolucién de la paradoja entre la piedra y el cami- no, entre el yo y el ser; si el pase es el consentimiento del yo y al mismo tiempo la continuacién del camino, 0 atin. La cuestién del pase es claramente ésta: como dejar de ira 30 JACQUES - ALAIN MILLER ver al analista de la buena manera. Precisar esa buena manera exige tener una idea més compleja, més refinada del hueso de una cura. Lacan presenté varias formas, varias concepciones de este hueso, Mafiana voy a ver una manera de orderiarlas, no so- lamente para poder colocarlas de modo diacrénico o sincrénico, sino para tratar de captar bien la ldgica de lo que se trata. Pienso haberlo encontrado precisamente con la f6rmula de la conver- gencia y esas distintas maneras de concebir el obsticulo y el franqueamiento del obstaculo. Esto es lo que trataré de presen- tar mafiana, ANGELINA HARaRI (EBP-San Pablo):— zPodréamos pensar en des- doblar igualmente los mecanismos de reduccién en relacién al matema? Me parece que mafiana podremos examinat y resituat al- gunos matemas de Lacan que dan testimonio de la operacién reduccidn. No debemos olvidar por ejemplo, la extrema com- plejidad que tiene en Melanie Klein la nocién de fantasia que a veces parece terrorifica, extremadamente complejay que Lacan traté de presentaren una formula tinica y muy simplificada des- tacando sus dos elementos fundamentales. Ciertamente esto tes- timonia bien el tema de la reduccidn, porque el matemaes una formalizacién reductiva. Sin embargo, no se trata de ir mds alld de los matemas sino més bien de entender la motivacién légica que los sustenta. Lacan precisé de mucho tiempo para la realiza- cién de este trabajo y en el que creo haber dado un pequefio paso mis. EL HUESO DE UN ANALISIS 3I Dominique FINGERMAN (EBP-San Pablo):— En una nota de Lacan en el seminario “El acto analitico” hay una frase que dice —y pienso que él tiene razén— “el andlisis, eso hace alguna cosa” yun poco mds tarde, dice “la poesia, eso hace alguna cosa”. Mi cuestidn es a propésito de ese ‘eso hace alguna cosa’, de la diferen- cia entre ellos que usted subrayé hoy. gSerd que podemos decir que en el andlisis ese “eso hace alguna cosa” es del orden del acto, de lo performativo en el sentido de Austin, cuando decir es hacer; y del lado de la poesia es del orden del hacer es decir? Para retomar su alegoria, ;serd que podemos decir que la poesia es hacer un camino apartir de una piedray el andlisis hacer una piedra a partir de un camino? Hay en su propia pregunta una distincién interesante que se podrfa pensar. Lo cierto es que el analista —es la cuestién de 1o se mueye. Hace algo muy importan- te, hace de piedra, pero hacer de pie cil dado que elser hablante no es normalmente una piedra, al contratio, Se iueve por todas partes, Entonces Ta escuela de psicoandlisis serfa una escuela de piedras, de cémo hacer bien de piedras. suacto y de su hacer Mineralizacién del analista: tratamos de hacer algo distinto en el Campo freudiano. Las cosas que se mueven son las cosas que caminan y yaes muy dificil estar en su lugar y eso trae algunos efectos patoldgi- cos en los analistas después de quedarse horas haciendo de pie- dras, A vec tumbre y la capacidad de hacer y eso es peligroso. Lo que me parece mucho mis grave es la peligtosidad del andlisis para el analisca y también, trataré de decirlo, para el analizante, porque necesitan moverse un poco si no pierden la cos- 32 JACQUES ~ ALAIN MILLER con toda esa operacién de reduccién llegar hasta su propia pi dray no conseguir franquearla, vivir con su piedra es algo pesa- do para ély también para los demds. Quiere decir que para hacer eleccién de piedras hay que hacer una distincién después del pase, y €50, finalmente, se parece para algunos a la entrada de los jesuitas, alo que le conviene a cada uno. ‘Anta Leserne (EOL-Argentina):— Si he seguido su desarrollo, ‘podemos pensar el camino del analizante, como el camino hacia el (pase, yen el pase mismo nos encontrariamos con una reduccién del tiempo. Una conexién entre tiempo y real, ya que no se trata de una dimensién de duracién lineal como la descripta entre naci- miento y muerte, ni tampoco un tiempo de eterno retorno, ni un tiempo de resroaccién. Tampoco se trata del tiempo de “Funes el memorioso”, que usted citaba, a quien describir un dia le llevaba un dia entero, en tanto no hay olvido, Es decir que la reduccién del tiempo tendria el valor de constante, en el sentido que la re- duccién del tiempo de sesién implica la posibilidad de que la se- cuencia del descifiamiento del inconsciente llegue a un punto de detencién, ya que todo desciframiento es un ciframiento, Se trata- ria del manejo del tiempo por parte del analista, como conexién entre el circuito del significante y el circuito pulsional. Manoet DA Morta (EBP-Rio):— Retomando la pregunta de Dominique, dea referencia de Lacan diciendo que la poesta hace alguna cosa, mi pregunta dice respecto al efecto que produce la poesia sobre el sujeto que escribe. Esto es, tomando el ejemplo de ‘Lacan al respecto de Sade: “Il n'etait pas dupe de son fantasme’, la pregunta es la siguiente: si exsten efectos de atravesamiento en el ‘escrito literario, principalmente en el escrito pottico, que pueden LLTiftHtt titi EL HUESO DE UN ANALISIS 33 ‘er colocados en correlacién con el andlisisy que no van apenas en la direccién de la redundancia, de la amplificacin. Si la poesia pue- de caminar también en un atravesamiento que signifique reduc- cidn, si es posible pensar en algo de ese género, sila obra pottica que es una obra literaria, como Lacan dijo de Joyce, produce un efecto equivalente al final de un andlisis, si eso puede significar una poe- sia més alld del caso Joyce. Ciertamente toda la literatura tiene esa amplificacién y en este poema habfa un efecto de amplificacién, o mejor, a ampli- ficacién es un mecanismo, un procedimiento de la retérica, muy distinto de la retdrica de convencer al otro que es muy distinto dela literatura como tal. Ciertamente la literatura moviliza otros mecanismos ademis de la amplificacién. Por otto lado, estoy de acuerdo con lo que usted dice. EL HUESO DE UN ANALISIS 35 Dos StvutLvo sobre mis pasos de ayer a la noche veo esto: parece que introduje, aqui en Salvador, un nuevo éngulo, ni mds ni menos, tun nuevo dngulo respecto de los fundamentos de la préctica analftica. Intento considerar su método y su resultado en una perspectiva inédita. Es una perspectiva que se presenta como una cierta generalizaci6n. No estoy hablando del final del anli- sis —o al menos no estoy haciéndolo explicitamente. No ha- blo, pues tenemos soluciones prontas; eso es exactamente lo que me gustarfa cuestionar: nuestras férmulas, los slogans, que nos gulan, ademds en la préctica del anzlisis y en la practica del pase No queria desvalorizarlos completamente, tampoco, pero me gustaria volver a pensarlos, repensar la l6gica que nos conduce y, por eso, creé un concepto bien general, que someto a prueba: la operacion de reduccién. Me pregunto cusles son sus procedi- mientos y sus resultados. Me parece que este concepto general me permite reagrupar 36 JACQUES - ALAIN MILLER conceptos y datos bien conocidos y revelarlos bajo una nueva J, {ue como solucionesal problema que formu righ) No voy a explicar, otra vez, lo que dije anoche sobre la rv repeticién y la convergencia. Voy a tomar el tercer mecanismo dela operacién reduccién que aqui llamo: evitacién. De hecho, €s un concepto que viene en oposicidn a la repeticidn y a la convergencia y, al mismo tiempo, son ellas mismas, la repeti- cién y la convergencia, las que hacen posible este mecanismo de evitacién, Un ejemplo bien simple y conocido que extraigo de los Escritos de Lacan —felizmente traducidos integralmente de ahora en adelante en el Brasil—, me refiero a la introduccién del “Seminario de La Carta Robada’, y patticularmente la red de Lacan articulada por los aByS. Es un esquema que pone en evi- dencia la repeticién. Tal vez no sea imutil que retome su cons- truccién, simplificéndola. La aparicién de los significantes en la asociacién libre puede representarse por una serie aleatoria de simbolos (+) y simbolos (-). Piensen, por ejemplo, en el juego de la moneda que cae cara o cruz. En este nivel el (+) y el (-) aparecen, en cada caso, al azar. Si arrojo una moneda ignoro de qué lado vaa caer. Atin sabiendo el resultado de la jugada prece- dente la jugada siguiente es imprevisible. Existe la probabilidad que nos ensefia, gracias a la matemdtica tanto como a una expe- riencia obstinada, que cuanto més aumenta el numero de juga- das, la propoi in entre (4) y (-) tenderd a aproximarse a la mitad, Por otto lado, no es justamente equivalente a la emer- gencia de una sintaxis que se produce desde que se reagrupan los simbolos (+) y (~). Entonces supongan que arrojo una moneda que cae de un lado o del otro al azar y marco un lado (+) y un lado (-). Puedo obtener al azar la sucesién siguiente: FI. HUESO DE UN ANALISIS 7 ter ten Enseguida viene la operacién de ciframiento. Simplifico mucho el razonamiento de Lacan. Puedo llamar aa la sucesi6n (+ +), puedo Hamar B a la sucesi6n (+ -), a la sucesién (- +) Mamarla y, y a la sucesién (— -) la llamo 8. Ha (+-)B CH (8 Entonces, sustituyo una combinacién de dos s{mbolos por un solo simbolo que, de alguna manera, es su nombre. Bien, si parto de la secuencia aleatoria que escribf en el pi- zarr6n, para (+ +) escribo a, para (+ -) escribo B, para (- +) esctibo y, para (+ ~) esctibo B y para (- ~) escribo 8. eoy 8 mom t$—-4-- LI us BB Entonces de alguna manera sustituf una primera serie aleatotia por una segunda que la nombras la segunda depende de la primera. Si la cafda de la moneda es diferente debo escribir, diferentemente, la segunda serie. La serie B, depende de la serie A que es la obtenida puramente al azar. 38 JACQUES ~ ALAIN MILLER SERIE A SERIE BY aoByp Ss A pesar de que la serie B depende de la serie Ayla serie B cbedecoalenesmioneee-quelepsimera no obedece a levalguna sla paradoja: quel serie dependiente tenga una ley mientras la “Undependientgng la tiene. La Tey sintdctica a la cual obedece la Segunda serie es muy simple de escribirse: partiendo del punto a que tiene (+ +) la serie puede continuarse en (+) de tal manera que escribo un vector que se cierra; esta serie de (+) se puede romper por un (-), quiere decir que puedo ir de a af. B no puede repetirse a s{ mismo ya que si después de un (-) tenemos otto (~) eso nos conduce a6 y si después del (-) tenemos un (+) esto nos conduce ay. Si continuamos examinando los lazos de ‘yd podremos completar este grafico de la siguiente manera: A Boy Ns tt-t-- Este es el gréfico que determina todas las escrituras posibles de la serie ay8 y que determina, por ejemplo, que podamos tener una larga serie de a que podrfa continuar infinitamente, pero si acaso se detuviese, sélo podrfa detenerse en un B, porque no hay otro vector que partiendo de a no vaya.a B (aca); pero no puede haber dos B. Después de B no se puede tener sino y 0 8. Entonces obte~ EL HUESO DE UN ANALISIS 39 nemos una verdadera sintaxis que determina una escritura mien- tras que en el punto de partida tenfamos una serie en la cual el (4) yel ©) podian estar en cualquier orden. Basta este razona- miento para poner de relieve que existen escrituras imposibles; por cjemplo que después de un a no se encontrard nunca dizec- tamente un 8. El camino més corto entre a y 6 pasa necesaria- mente por B. Entonces podemos escribir el gréfico inverso que es el gré- fico de lo imposible de la sucesi6n: voy a escribirlo conservando los mismos nombres en las diferentes posiciones; el gréfico in- verso muda el sentido de todos los vectores ¢ igualmente son los otros puntos los que permiten una reflexidn; esa alternancia aqui ¢s vertical mientras que en el primer gréfico era horizontal. JN Ce |} 1D NZ Lacan quiso demostrar con un razonamiento de este tipo, perfectamenté elemental, la emergencia de lo imposible a partir del azar. Por ejemplo, ustedes nunca van a tener a3 0 85 no pueden pasar de «a sin la condicién de que aparezca al menos tun B entre los dos términos. Vale la pena reflexionar un poco sobre este tipo de fendmeno. Por ejemplo, si por convencién se representa la relacién sexual por la sucesién deo ¢ 8 estamos obligados a concluir que tun elemento significante debe interponerse entre los dos para que la relacién sea posible (a8). En un otro momento de su ensefianza, Lacan determina ese significante con el falo () al 40 JACQUES ~ ALAIN MILLER que podemos darle un valor diferente segtin se trate de la rela- cién del hombre a la mujer (oi/8) 0 de la relacién de la mujer al hombre (8//a) yen ese caso es un y que se interpone (bya). Por lo tanto es otra definicién del falo la que entra en cuestién en este momento en la construccién de la ensefianza de Lacan. als bila aps bya Sélo estoy presentando esta construccién a titulo de ejem- plo de la evitacidn. Existen sucesiones que no pueden aparecer, como si la maquina significante las contornease. Eso es exacta- mente lo que Lacan, en los Escritos, llama “kaput mortem” del significante, su cabeza de muerto, su calavera, el hueso de esa méquina significante, el residuo imposible del funcionamiento dela repeticién. Es como si el grafico inverso escribiese aquello que siempre evita la repeticién, como si lo més importante a repetirse fuese la evitacién. El grafico tal como lo escribi representa la repeticién bajo Ja forma de un saber; Lacan llama saber a alguna cosa del orden de ese grafico. Podemos también decir que ese grifico representa la convergencia. Y, podemos hacer de ese grafico el significante amo de un sujeto, el que prescribe lo que éste puede o no decir. Este gréfico representa la repeticién, la manifestacidn de los ele- mentos que se repiten; representa la convergencia. El propio gri- fico es ese elemento tinico que da la ley y el principio que dever- minan lo que Lacan llama: una frase que modula la eleccién de EL HUESO DE UN ANALISIS a un sujeto sin que él lo sepa y a largo plazo. En tercer lugar, representa la evitacién, esto es, que en todos los casos hay ele- mentos que no aparecen, elementos cuya evitacién se repite. De la misma maners, en una anilisis, esto aparece bajo la forma de la asociacién libre. No hay que fascinarse simplemente con la repeticién y la convergencia, con la constante de la presencia, pues existe tam- bién la repeticién de la ausencia, de la evitacién, de aquel con- torno que se constituye para el sujeto como una piedra donde topieza, Situando la evitacién del lado de la repeticién y de la convergencia comenzamos a entrever otra dimensién de la cues- tidn. Repeticién y convergencia designan en la experiencia anali- tica la reduccién a lo simbélico: la reduccién del discurso del paciente, aleatorio, confuso y abundante, a formas simbélicas elementales, Pero hay algo més, esa evitacién que no esté en la presencia pero que introduce otra reduccién que aqui llamaré: reduccién alo real. Abordamos otro plano de la reduccidn psicoanalitica mas alld de la reduccién simbélica, més allé de la evidencia de f6r- mulas comprimidas, de la emergencia de esos oréculos particu- lares a cada uno, que la experiencia analitica permite hacer surgit. Es verdad que cada uno esté marcado por una frmula simbéli- «a, pero hay més. Tal vez podamos abordar este plano del més allé formulando la siguiente pregunta: zpor qué tal palabra del Otro, tal palabra del padre, de la madre, de algiin otro, tomé un valor determinante para el sujeto? Por qué tal malentendido, tal homofonta en la lengua? ;Por qué eso acerté en el blanco para un sujeto? Esta cuestién se ubica en otro plano, en uno bien diferente a aquel de nuestras méqi as. Hasta este momento 2 JACQUES ~ ALAIN MILLER estibamos en el plano de la articulacién significante, podfamos fornalizar los términos que se repiten, los términos que conver- gen, los que son evitados, tachados, sustrafdos. En todos los casos se trata de la misma cosa. Aqui, ademés, el imposible apa- rece exactamente como el revés de la méquina repetitiva y con- vergente. En todos los casos se trata de una reduccién alo nece- sario —es decir que estamos en presencia de términos que no cesan de escribirse, que es la versi6n que ha dado Lacan de la necesidad— y a lo imposible, correlativamente —es decir a lo que no cesa de no escribirse y es lo que nos da en particular el grifico inverso. El primer grifico nos da lo que no cesa de escri- birse mientras que el segundo nos da lo que no se puede escribii Sea del lado de lo necesario o del lado de lo imposible estamos en la misma dimensién Iégica y deductible. $i Romildo, por cjemplo, esctibe en este papel, al azar, a... B... puedo colocar esta linea en la m4quina y la méquina me dir4 si puedo 0 no escribirlo, si es legitimo o no. La mdquina puede responder; justamente, en el anilisis, la maquina no puede responder. Cuando nos preguntamos por qué tal término x, tal signi- ficante, tal expresién, tal palabra gana tanto valor para el sujeto se trata de otra cosa. De ninguna manera llegamos a lo necesario y alo imposible. ;Por qué para tal sujeto su nombre propio tiene un valor fundamental en su existencia y para otro no tiene ninguna importancia? Cuando nos preguntamos por qué tal tér- mino tiene tal valor en el psiquismo de un sujeto, siempre nos remitimos a la contingencia, a la contingencia de una historia particular, justamente a alguna cosa que, en los términos de La- can, cesa de no éscribirse. Desde que nos preguntamos por qué para tal sujeto tal significante tiene un valor fundamental, nada EL HUESO DE UN ANALISIS B podemos deducir pues estamos delante de una contingencia, al- guna cosa que fue encontrada y aunque podria haber sido de otra manera, en ese nivel sélo pudo ser asi. jAtencién! Porque todo lo que concierne al andlisis —el goce, el modo de gorar, la emergencia de un modo particular de goce para un sujeto— todo eso dice respecto de la contingencia Y no, justamente, de lo necesario ni de lo imposible. jLlega a ser increfble hasta qué punto en el ser humano todo lo que se rela- ciona con su goce esta verdaderamente abierto al encuentro! {Hasta qué punto eso no esté programado? Hay, verdaderamen- te, una falla de programacién a nivel desu goce. Es cierto que el ser humano estd programado para desenvolverse de cierta mane- ra en el plano fisico, por ejemplo, estd programado para usar, a cierta edad, el lenguaje;a tal punto que Chomsky considera que cl lenguaje es un verdadero érgano que, en un momento dado, brota en el cuerpo. Pero, en fo que tiene que ver con el goce, no hay programacidn. Existen cosas que parecen programadas, po- demos hablar del despertar sexual en la adolescencia, pero en lo que hace verdaderamente al goce particular de cada uno, se trata dela dimensién de la contingencia. Podemos decir que esto se ubica con gran relieve especialmente en la perversién, en la que el sujeto de buen grado alega un mal encuentro primordial. De la misma manera en el neurético, en la formacién de los rasgos de perversién, se ve la presencia de la funcidn del encuentro con- tingente. Me parece esencial aprender a distinguir esos dos registros, el registro de lo necesario y de lo imposible, en los que se ais la f6rmula simbélica y el registro de la contingencia en el cual se sitda la experiencia de goce. Esto no era ignorado por Freud de “4 JACQUES ~ ALAIN MILLER ninguna manera, sino que era, justamente, lo que él Ilamaba el factor cuantitativo (Das Quantitativ Moment). El factor cuanti tativo, segtin Freud, designa exactamente la investidura libidinal que la estructura neurética es capaz de captar cuando se trata de la neurosis. En el fondo, Freud distingu‘a la estructura, la for- macién significante inconsciente y la libido que esas formacio- nes significantes eran capaces de caprar; ¢s lo que llama: investi- dura (Beseteung). Podemos formular, puesto que es asf como ocurre en la experiencia analitica, 0 por lo menos, es as{ como llegamos a conceptualizar esa experiencia, que entre la articulacién y la in- vestidura, que entre la articulacién significante —es decir el sa- ber tal como lo representamos hace poco— y la investidura libi- dinal, existe un hiato, una falla, una ruptura de la causalidad. Una articulacién es una construccién formal, jamés puede por s{ misma indicarnos el valor de goce que el sujeto le otorga. Me arriesgo a decir que no podemos deducis, de una articula- cién significante, la cantidad de investidura libidinal que capta hacia s. Vale la pena derenerse un poco en este principio, ya que es justamente con el significante que hacemos célculos. Podemos, siguiendo a Lacan, intentar calculas a parti del significante los efectos del significado; es lo que Lacan presenté como metifora y metonimia, Metéfora y metonimia son dos modos del signi- ficado que dependen de dos tipos distintos de articulacisn signi ficante. Esto llegé a parecer la esencia del lacanismo: que se pu- diese situar el significado como una funcién del significante; segiin tengamos una combinacién 0 una sustitucién, tendre- EL HUESO DE UN ANALISIS 6 do. Fue eso lo que Lacan explicé como metéfora y metonimia. Lacan tenta la idea de que, en funcidn de la articulacién signifi- cante, podria calcularse el lugar del sujeto que se deduce de alli: fiS) +s El principio que formulo, a partir de la experiencia y apo- yado en Freud, es que no hay célculo de la libido. Hay céleulo del significado, hay célculo del sujeto pero no hay célculo dela libido, Seguramente en Freud hay una disyuncién; por ejemplo, cuando él habla de la histeria, observa que los fantasmas deriva- dos de las pulsiones reprimidas pueden ser tolerados, durante mucho tiempo, junto la vida psiquica normal y sin perturbarla, 0 sea, sin efectos patogénicos, hasta el momento en que estos fantasmas reciban una sobreinvestidura (UberBeserzung) causa- da por lo que él llama una revolucién de la economia libidinal (Unschwung). Esta es una palabra muy graciosa para comentar. Entonces, puede muy bien haber articulacién significante del fantasma en la histeria, durante mucho tiempo, y eso no impide vivir muy bien, no provoca ningiin disturbio; en un momento determinado, se percibe que esos fantasmas son acti- vados, investidos, y empiezan a perturbar la existencia del suje- to. Si Freud habla de revolucién, es para decir que no hay una relacién de causalidad evidente sino que, precisamente, entra alli una contingencia. No es como la pequefia maquina que gira con sus significantes, es de otro orden, de otro nivel, de otra perti- nencia que el cardcter invariable de la repeticién y la convergen- Eenarn nna cera ce camnrenda noraue introduce una nue 6 JACQUES ~ ALAIN MILLER va problemética. Vimos, sin mucha dificultad, lo que puede ser la reduccién simbélica, pero ;qué decir de la reduccién del fac- tor cuantitativo en el anilisis? ;Qué se puede decir de la desinvestidura de las articulaciones significances patogénicas? Esta es una cuestidn verdaderamente dificil que, con certeza, no per- tenece al mismo orden de la reduccién significante. En primer lugar existe una reduccién ala contingencia y no ala necesidad, una reduccién al encuentro y hasta al traumatis- mo, que es el modo normal de la intrusién del goce en el ser humano. En segundo lugar, la reduccién de esa contingencia, la reduccién cuantitativa propiamente dicha, no es nunca sino del orden de lo posible, es decir que en un momento dado cesa de eseribirse. ‘Me parece que alli se inscribe el acto analitico y se juega su destino. Exactamente, en el margen, entre la reduccién signifi- cantey la reduccién cuantitativa. All{ se inscribe el pase a titulo de posibilidad. ‘Tomemos, por ejemplo, la obsesidn. El sujeto es retenido por determinadas formulas y la cuestin no es tanto aislarlas, sino saber cbmo llega él a ceder el goce que estas formulas apor- tan, Como dice Lacan, es necesatio que acabe por ceder, pero no podemos deducir esa cesién. Se introduce aqui, un tiempo que no es calculable, es lo que se constata también en los relatos de pase. Existen sujetos que elucidaron su repeticién, que cifieron cl significante de su destino, pero a pesar de eso su andlisis no estard terminado en la medida en que ellos no cedan el goce que permancce fijado a esa repeticién y a ese significante. ‘Aqui hay algo a pensar teéricamente. Hay que pensar la FL HUESO DE UN ANALISIS a atraccién de la libido por la articulacién significante. Hay que pensar elsignificante més la libido, esto es, la investidura libidi- nal del significante y, también, la separacién del significante y la libido, el significance menos la libido, lo que Freud denomina- ba desinvestidura. Por lo tanto, lo que debe ser pensado es la conexién entre el significante y el goce. {Cémo la pensé Lacan? Espero que el Angulo que abro per- mita reordenar los datos bien conocidos de su ensefianza. Primeramente, Lacan pensé que era suficiente postular que era la imagen la que atraia libido y no el significante. Exacta- mente, esto es lo que el primer Lacan se meta trabajando para explicar. Claro que es muy ttl distinguis, en la préctica analiti- a, lo imaginario y lo simbélico. Pero, desde al punto de vista en que aqui abordamos la préctica, podemos decir que la libido satura al significante, que la libido imagineria bloquea por su inercia el buen funcionamiento de la méquina significante. Por Jo que ¢s una solucién rudimentaria, y nada conforme a la expe- riencia. Por eso Lacan la abandons. En segundo lugar: ;cémo abordé Lacan la conexién del significante y del goce, que aqui encontramos como el proble- 1? En el fondo, buscé la solucién por medio de la identificacién. La identificacién, es ma mayor de la operacién reducci como un traje mal cortado, pucs de un lado esté Ja imagen y del otro el significante. Lacan pensé que podia resolver el problema que formulamos imaginando que aquello que capta la libido es tuna imagen significantizada, lo que llamé en alguna oportuni dad un significante imaginario, eso que atrae y fija al sujeto en fancién del goce que le permite. Es lo que denominé: identifi- cacidn filica. Es una bella solucién, hay que decirlo. Consiste en

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