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ee INTRODUCCION a ee Esta antologia intenta presentar un panorama general del movimiento de ideas y acciones que durante casi un siglo ha incitado a los trabajadores 2 arrebatar_al capital el poder sobre las empresas y 2 sustituirlo por Ja organizacién de la clase obrera en los centros de trabajo como rectora del proceso de produccién, Se trata, en consecuencia, de una antologia ccléc- tica dado que incluye tanto andlisis teéricos como narraciones de acciones revolucionarias de trabajadores; en modo alguno pretende ser un trabajo completo. Los origenes histéricos de la idea de la organizacién’ de la economia fundada en los consejos obreros (“los productores asociados” decia Marx) no han sido trazados. El hecho de que comencemos por las itas de Marx y Engels de ninguna manera implica que la idea de la autodeterminacién y la autogestién de todos los productores haya care- ‘ido de antecesores més antiguos Por lo que se refiere a Ia ausencia de Jos sindicalistas revolucionarios en esta antologia, ella no se debe a que f sus contribuciones hayan sido nulas, sino a la circunstancia de que las contribuciones anteriores a la Revolucién Rusa raramente han sido ab- jeto de generalizaciones tedricas que vayan més alld de la idea de Ia grganizaién de Ja produccén socilsa 2 través de los sindicatos de industria expresada cn la forma més sucinta por Daniel de Leén. Des- pués de 1917, se confunden con la idea de un sistema de consejos “for- Inados desde ta base” que volvemos a encontrar expresada de manera més amplia, y mejor, por los Radenkommunisten de la escuela de Pannekoek y de Gorter, incluidos en este libro.* 2 Daniel Guérin (L’anarchitme. Ed, Gallimard, Paris, 1965, pp. 52 y si.) se equivoca cuands ve en Proudhon_ al padre de la idea ‘de Ja autogestién, Owen, J'tur dicipulos hablan. desarvollado esta idea mucho antes. que Proudhon~y-n0 Zretthos “gue hayan sido los primeros. En febrero de 1019, lon obreror ingletor el tabach, después de once semanas de. buelga, comenzaron a organizar ellos fmiamet Ta produccién por su propia cuenta... (EP. Thompson, The Making of the Engluk Working Clase. Pelican Book, Ed. Penguin Books, Londres, 1968, p. 1369). ¥ debe agregarse un ejemplo més —sin duda tampoco él primero —:' de lop tastres franesses. que, en. 1839, establecieron él prinupio de no trabajar ya fho' en asociacién eliminando alos patrones. Este. ejemplo indica .claramente ‘Como Ta idea de la. autogestin puede’ tener un origen.precapitaista y corpora Viéase por ejemplo Rudolf Rocker, Die Prinzipienerklarung des Syndikalisma Exine, una’ Titerature francesa bastante amplia, anterior a 1914, sobre la orgs: . hissciin de la proguceiin. por lor sindjeates después de la revolucién social. A Ente respecto comifitese, por ejemplo, Charles Albert y Jean Duchéne, Le, socia- ime rebolutionnaire, Ba. de la Guerre Sociale, Paris. Actualmente s¢’olvida que 9 Para hacer Ia eleccién de los materiales de esta antologia, hemos tenide presentes dos objetivos: demostrar el carécter universal de la tendencia de los trabajadores a apoderarse de las empresas y a organizar la econo- mia y Ia sociedad sobre Ja base de los principios que corresponden a sus necesidades de autodeterminacién; y trazar Ia evolucién de la teoria de los consejos obreras conforme a una légica intema movida por las con- tradicciones internas de la teoria y determinada en iiltimo andlisis por la evolucién del, sistema capitalista mismo, asi como por la autocritica de lis experiencias précticas dirigidas a superar este sistema, Para subrayar el caricter universal del movimiento, deliberadamente hemos incluido narraciones —poco conociclas por el movimiento obrero europeo, algunas veces— de experiencias de consejos obreros y de control obrero en diversos paises no europeos, En realidad, estas experiencias. se han producido ya en los cinco continentes y, en el momento en que redac- tamos este prefacio, recibimos informes del inicio del movimiento del centrol obrero en Australia y Canada. Kin Ceilén, los obreros y emplea- dos de la Sociedad Nacional de la Pesca, después de una huelga vic~ toriosa, expulsaron a los directores y ellos’ mismos dirigieron Ia empresa Gurante largas semanas. ¢Es necesatio recordar que, en el curso de la huelga general més amplia que hasta la fecha ha experimentado Argen- tina, la de 1964, alrededor de tres millones de obreros ocuparon +000 empresas e iniciaron Ia organizacién de la produccién por si mismos? Un film conmovedor, La hora de fos hornos, fue consagrado a este hecho cum- bre de Ia lucha de clases en América del sur? Por eso hemos preferido citar esos ejemplos a enumerar todas las expe- riencias europeas que, algunas veces, sélo son una imitacién de lo que tiene lugar en sus paises vecinos. De modo que esta antologia incluye experiencias de consejos obreros y' de control obrero en Canadé, Estados Unidos, China, Bolivia e Indonesia, pero pasa por alto las experiencias austriaca, polaca y finlandesa, que se hallaban conformadas de manera muy cercana a los modelos alemin y ruso del periodo 1918-19. En lo que concieme a la evolucién de 1a doctrina del control obrero, la gestién obrera y el poder obrero, ella se expresa en toda su plenitud y con todas sus contradicciones en las paginas mismas de sus principales incluso Jean Jaurd en otro tiempo pregoné (en Recue Socialiste, agosto de 1895) una idea andloga de autogestién de las ramas industriales organizadas en sindicatos, eligiendo sus propics jefes, contramaestres, consejos, etc. PeromJaurts atempera esta idea de autogestién sindical por la ereacién de un organisino eco. émico supremo, que denomina “consejo central de la economia", donde se euuirdn los representantes electos por los sindicatos (consejos federales) de todas Jas industries, y los representantes director de Ta nacién en at conjunto, clectos or sufragio ‘universal 3 En relacién con las experiencias de ocupaciones de fibricas en otro pais de América’ del sur, véase: Lay tomas de fébriea. Centro Colombiano de Investiga- ciones Marxisias, Ediciones Suramérica, Bogota, 1967 10 tedricos, que citamos con amplitud. La presente introduccién estaré de- dicada ‘a una revisién critica de dicha evolucién, 1] Toda lucha conjunta de trabajadores que rebasa los objetivos inme- diatos y estrechamente corporativistas, plantea el problema de las formas de organizacién de la lucha, problema que contiene en germen un desafio al poder capitalista, EI ministro prusiano von Puttkamer tenia razén cuando pronuncié la famosa frase de: “Toda huelga esconde Ia hidra de la revolucién.” Jna huelga puramente profesional simplemente tiene por objeto con- sequir, para los vendedores de la fuerza de trabajo, una reparticién m. favorable del nuevo valor que han creado entre ellos mismos y los patro- nes que se lo apropian. Pero incluso una huelga asi, si se leva a caho con energia y combatividad, pone en tela de juicio’a partes del poder capitalista al tratar de impedirle al patron comprar “libremente” la fuerza de irabajo, es decir, imponer a fos trabajadores una_concurrencia mutua, cuando é&tos slo pueden defenderse del poderfo financiero del capital trascendiendo la competencia en el seno de su propia clase. Asimismo, Ia huelga trata de impedirle al patrén introducir a quien le parezca bueno dentro de “su” empresa; ésta es la condicién para el éxito de toda huelga. Por ello mismo, la huelga también pone en tela de juicio el derecho de la burguesia colectiva —del Estado burgués— a controlar los caminos y le circulacién; la funcién de los piquetes de huelga es desempefiar el Papel de “la policia de transito de los huelguistas” alrededor de la em- presa en huelga en el lugar y en sustitucién de la policfa burguesa. La huelga pone en discusién incluso la ideologia burguesa dominante (incluido el derecho burgués) al revelar que aun el Estado burgués més “liberal”, al defender principios abstractos tales como “Ia libertad de tra- bajo” o “el derecho a circular libremente por los caminos” (de acceso a Jas fabricas), lejos de proclamar su “neutralidad” 0 su papel conciliador dentro de la lucha de clases, interviene activamente al lado del capital y en contra del trabajo, Pues la huelga es la afirmacién del derecho de los trabajadores a luchar en contra de “la libertad de explotacién” y de luchar en favor del control sobre la mano de obra por parte de la colectividad de los propios trabajadores. Por lo demés, la ideologia domi- ante no es solamente burguesa, sino que es algo contradictorio. Al pro- clamar la “libertad del trabajo”, impide a la mayoria de los trabajadores en huelga el ejercicio del derecho de no trabajar en condiciones que no le convengan sin garantizarle al mismo tiempo la posibilidad de trabajar permanentemente (el pleno empleo). La “libertad del trabajo” no es, en consecuencia, sino la libertad del capital para comprar la fuerza de tra- bajo cuando le parece bueno y le conviene, y el conjunto de condiciones Sociales, juridicas e ideolégicas que obligan al trabajador a vender su fuerza de trabajo en esas condiciones, Todos sus derechos verdaderos son piso- u eeeeeeeeer PROPOR MR AZAD CAM HAO88 SEH HHHKHHHOESD teados, y el tinico “derecho” que subsiste es el de no morirse de hambre jsometiéndose a las condiciones del capital! Pero esto que sélo se halla potencialmente presente, en germen, en tuna simple huelga profesional, tiene tendencia a afirmarse més claramen. te una vez que ia huelga se amplifica. Cuando se pasa de una huelga en tuna sola empresa a una huelga en toda una rama industrial de vital Importancia; cuando de una huelga en una rama industrial se pasa a tuna huelga general local, regional, y, sobre todo, nacional; cuando se transfbrma una huelga —en el curso de Ja cual los trabajadores aban- donan la empresa— en una huelga con ocupacién de las fabricas, de los talleres y las oficinas; y cuando la huelga con ocupacién pasiva evolu- ciona finalmente a Ja huelga con ocupacién activa (en la cual los traba- jadores reanudan el trabajo bajo su propia direccién), y todo el potencial Impugnador del simple “conflicto de trabajo” se desarrolla hasta sus Clumas consecuencias, tiene lugar una prucba de fuerza para determinar ‘quién manda en la fabrica, en la economia y en el Estado: la clase obrera la clase burguesa. Es en Ja organizacién que forman los trabajadores para llevar a cabo su lucha con el mayor mimero de probabilidades de éxito, donde se pone de relieve de la manera mas clara ese “contra.poder” embrionario que a huelga hace surgir. Tan pronto como la huelga alcance cierta ampli- tud y duracién, todo comité de huelga eficaz que la dirija con suficiente combatividad se vera obligado a crear en su seno, y con los propios huel- gquistas, comisiones encargadas de recolectar y distribuir los fondos de Sostenitniento; comisiones para distribuir viveres y ropa entre los huel- ‘guistas y sus familiares; para evitar el acceso a la empresa; para organi- zar el esparcimiento de los huelguistas; para defender la causa de los hhuelguistas ante la opinién piblica obrera; para obtener informacién acer- cage Tas intenciones del adversario, ete., ete. Vemos aqui los gérmenes de tun poder obrero que organiza departamentos de finanzas, de avitualla- mmieRt, de mrileas arinaday, de informacién, de esparcimiento y aun de servicios confidenciales. Tan’ pronto como la huelga pasa a ser activa, se farticulan Idgieamente con estos departamentas, un departamento de_pro- duceién industrial, de planificacién e incluso de comercio exterior. El fu- turo poder obrero, aunque sélo exista embrionariamente, manifiesta ya Ta tendencia que le es exclusiva: tratar de asociar el maximo de parti- cipantes al ejercicio del poder, superar en la medida de lo posible la Givisién social del trabajo entre administrados y administradores, division que propia del Estado burgués y de todos los Estados defensores de los intereses de clases explotadoras en Ja historia ‘A partir del momento en que tiene lugar una huelga general local, regional y nacional, estos gérmenes de poder obrero se manifiestan y des- ween dn todas las divecciones. Tnchiso bajo la direccién de dirigentes relativamente moderados, y para nada revolucionarios, Jos comités cen- 2 tales de huelga de una gran ciudad proletaria se ven obligadas a encar- garse de la organizacién del avituallamiento y de los. servicios piiblicos.* En Lieja, Bélgica, durante las huelgas generales de 1950 y de 1960-61, la direccién de la huelga reglamentaba la circulacién de automéviles dentro de la ciudad, y prohibié el acceso de todo camién que carecia de un saivoconducto del comité de huelga. La poblacidn, incluida la burguesia, reconociendo el poder de hecho, se sometié y rindié al sitio de los sin- dicatos para poder obtener estas’ autorizaciones, del mismo modo que, en tiempos normales, se somete a la Municipalidad. Aqui ya no estamos fen presencia de un germen, el embrién se ha desarroliado hasta el pun- to en que el nacimiento se hace posible. Una huelga puede ser dirigida burocréticamente por un sindicato, es decit, por funcionarios demasiado alejados de los centros de trabajo, que sélo Se presentan de ver,en cuando para tomarle el pulso a sus subordi- nados. También puede estar dirigida democréticamente, es decir, a través de asambleas de'‘huelguistas sindicalizados que tienen en ‘sus manos las decisiones acerca del desarrollo de su lucha. Pero la forma més demo- critica que se puede dar a la direccién de la lucha es evidentemente la de un comité de huelga elegido por el conjunto de los huelguistas, sean Sindicalizados 0 no, y que se somete democraticamente a las decisiones de Jas asambleas generales de huelguistas que se convocan con toda regu- laridad. En este iltimo caso, la huelga comienza a rebasar sus funciones inme- diatas porque, al organizar la lucha de manera tan democratica, no s6lo se ascquran el triunfo de la huelga y la realizacién de los objetivos elegi- dos libremente, sino también comienza a liberarse al obrero individual de las viejas costumbres de la pasividad, sumisién y obediencia dentro de la vida econdmica; a liberarle del peso de las diferentes “autoridades? que cotidianamente lo aplastan, En consecuencia, se inicia un proceso de desenajenacién, de emancipacién en el sentido real del término. De un ser que se halla determinado por el régimen econémico y social, por el capital, las “eyes del mercado”, las maquinas, los supervisores y tantas otras “fatalidades” més, el obrero comienza a devenir en un ser que se determina a si mismo. Por eso todos los observadores atentos siempre han subrayado las explosiones de libertad y verdadera ‘alegria de vivie” ue acompafian a las grandes huelgas en [a historia contemporénea. Cuando. tiene lugar una huelga general 0 por lo menos local, y sur- gen, no sélo en una empresa, sino en toda la ciudad —y con mayor Fazin cuando ocurre en toda una regién o en todo un pais—, comités de huelga democraticamente electos y apoyados por asambleas generales de hhuelguistas; cuando estos comités se federan y centralizan al crear un « Véase en esta antologia los ejemplos de los comitée de huelga de Seat 2 a Iga de Seatle en 1919 y" de Nantes en 1968. Tambiga: Yannick Guin, La Commune de Nenter EA. Maspero, Paris, 1969, 13 organismo donde se retinen regularmente sus delegados, nacen los_con- sejos obreros territoriales que constituyen Ia célula de’ base del futuro Estado obrero, el primer soviet de Petrogrado® era justamente esto: un cconsejo de delegadas de comités de huelga de las principales empresa: de Ia ciudad 2] Pero si bien toda huelga amplia, duradera y combativa contiene en germen la creacién de semejante poder de impugnacién al poder del Capital, som muchas las exigencias ‘requeridas para que este germen se desarrolle. Dicho en otras palabras: normalmente, este germen no tendré desarrollo alguno, Y es que entre la impugnacién potencial y la impug- nacién efectiva del régimen capitalista no sélo existe una diferencia de grado, una diferencia de amplitud del movimiento, de numero de huel- guistas, del impacto que produce la huelga sobre la economfa capitalista nacional. La diferencia que existe entre una impugnacién potencial y una impugnacién efectiva es un determinado nivel de conciencia de los traba- jadores: si no se toma toda una serie de decisiones conscientes, ninguna hhuelga puede poner en discusién el régimen capitalista, ningim comité fe huelga puede transformarse en. soviet Nos enfrentamos aqui con. una de las caracteristicas fundamentales de Jas revoluciones socialistas y proletarias. En el pasado, todas las revolu- ciones sociales elevaron al poder a las clases que ya tenian en sus mancs las principales riquezas del pais, y, en consecuencia, no hicieron otra cosa que sancionar una situacién de hecho. La clase obrera, por el contrario, es la primera clase en la historia que s6lo puede tomar en sus manos los, medios de produccién y la riqueza nacional hasta el momento en que emancipa y conquista el poder. Sin derribar el poder burgués del Estado, la clase obrera no prsde apoderarse de manera duradera de las empre- sas, como tampoco puede eliminar duraderamente el poder estatal del capital sin quitarle el dominio sobre los medios de produccién material ‘Ahora bien, para derribar el poder estatal de la burguesfa, es indis- pensable una accién politica deliberada y centralizada; y orgenizar una economia planificada y soctalizada exige, a su.vez, medidas conscientes, articuladas y coherentes. En resumen, Ia revolucién socialista, lejos de poder limitarse a un movimiento torrencial, elemental y esponténeo —ino- vimiento que, obviamente, se halla presente en toda revolucién popular, y sin el cual seria inconcebible una verdadera revolucién social, consti- fuye un conjunto de acciones conscierites que se van ligando unas con otras, dentro del cual Ia ausencia de uno solo de Jos eslabones c&idena a la derrota toda la empresa* 5 Yéage el texto-de Trotsky que se reproduce en esta antologia. © Cf la ausencia de desarme del viejo Reichswehr en noviembre-diciembre de 1918 en Alemania; Ja ausencia. de una distribucion de tierras entre los campe- sinos en la revolueién, hingara de 1919; la ausencia de organismos. revoluciong- oe de poder, establecidos y articulados localmente, en Espana en 1936, etc 4 De manera més general, la revolucién socialista cuya misién es trans- formar 2 la inmensa mayoria de los trabajadores, de lor cupivsadus ¥ de los oprimidos de obietor d= '5 Ei:tosia eu sujetos de la historia, de Suave wuajeuavos en seres que forjan su propio destino, no puede conce- birse sin una participacién consciente de la masa que se propone rea- lizar esta tarea, Esta revolucién no puede levarse a cabo a espaldas de quienes estén interesados en ella, de la misma manera que no puede aplicarse un plan econémico a espaldas de quienes dirigen la economfa. Pero para que el germen de poder dual que se halla presente en toda huelga importante, duradera y combativa, se transforme en realidad ple- namente desarrollada es necesario que se cumpla toda una serie de con- iciones favorables que hagan posible que la conciencia de clase del proletariado experimente una brusca mutacién, dé un “gran salto ade- lante”. Estas conocidas condiciones son las que crean las situaciones pre- rrevolucionarias: crisis objetiva del modo de produccién (reforzada 0 no por crisis coyunturales de sobreproduccién, denominadas actualmente “re- cesiones") ; crisis del poder del Estado y crisis en los principales dominios de la superestructura; divisién y fluctuaciones en el seno de la clase go- bernante y en el seno del gobierno; descontento generalizado en los estra- tos medios; descontento acumulado durante largo tiempo y aspiraciones insatisfechas’ dentro de la clase revolucionaria; confianza creciente de los trabajadores en sus propias fuerzas, y, por tanto, creciente combatividad, Jo cual modifica las relaciones sociales de fuera en favor de los obreros ya costa de las clases dominantes; escaramuzas previas que no hayan terminado, en una serie de casos, con una derrota; consolidacién de una vanguardia (que, en esta etapa prerrevolucionaia, no tiene necesaria- mente que tomar la forma de un partido revolucionario que ya goce de influencia en las masas).” m me ye pores La mayor parte de estas condiciones se cumplen, cualquier chispa pue- de provocar ia explosién. Las huelgas, en lugar de ceiiirse a las formas tradicionales de lucha y a los objetivos inmediatos y puramente profesio- nales, alcanzan ¢l limite de la dualidad de pocer. Que este limite sea rebasado 0 no, depende esencialmente del nivel de conciencia de los obre- ros de’ vangvardia, nivel de conciencia en donde, a su_vez, intervienen numerosos factores y dentro de los cuales la existencia de una organiza- cin ‘fevolucionaria y la educacién sistematica que ésta haya podide rea. lizar entre las masas en el periodo anterior, desempefian, evidentemente, un importante papel. Esto ocurrié en Rusia en 1905 y en Espaiia en 1936, pero falté en Ttalia en 1948 y en Francia en 1968. La manipulacién de la conciencia (e incluso del inconsciente) de los trabajadores por parte de los capitalistas y el Estado, que son los que we dexefacen ok vecltonve Obeuty (Hombres de aos) de. les obreror metaliegcon berineses en la, prepara de noviembre de 1918 en ‘Alemania e Bt POC HOC OCESEOEDODOO0S000000000 sn, se ha eonvertide en_un controlan Jos medios masivos de comunicacién, a oer de moda, Pero los marxistas no han tenido que esperar revelacl tena de moda, Peo Tare de que Tn ieologia dominante en cada éPoea oe in dclogn ne dominant, Enel pad ores oo cs Ja ideologa ot. atuatroente courte. El régimen capitalisia no du ni ia aaaaa ‘el conjunto de los trabajadores fueran ee glo- ura seman fuencia de la ideologia burguesa. y pequefoburguesa Bevo seit ores pueden emanciparse integralmente de la influencia | de los ranger eel dominio. del capital, dominio que no slo signifies esta Ideology? euela, de la. prensa, de la, radio y Ja television. y.¢ al dominio de tambign, y sobre todo, el dominio de la economia de cine dev el dominio de la reificacién universal, del avasallamiento a tra mre cjonatalatiado, gue ¢s un trabajo forzado y ensjenado, ¥ por ve ae valeelado que po puede sno producir en las matas una “con- Slencia falsa” de Ia realidad socal : rai ie caracteriza al dominio del capital es que, por lo general no se cjerce ‘cotidianamente ‘através de relaciones exteriores de dominacién. ree eoecns olentas y de dominacién politica; sslo en periodos de oe acer ael regimen, la burguesia tiene que recurrir a estos medios Ge represién masiva pare mantener su dominio. Normalmente, dichs. do- Fe Pe aire por medio. de les relaciones mereantiles cotidianas saree el mundo acep (neidos ls poletaios) como evidentes im. ve 1080 So el mundo “compra” el pan, los zapatos: paga Ta renta y Tos impuestos y, a tal efecto, debe “vender” su fuerza de trabajo (excepto. Sse cr propietario de un capital). : i Trclvs Tos trabajadores que, por el estudio, la reflexién, In educacién pore ase ham ranbico y por su capacdad para extraer_concusiones rec ace experiencias eh fachas parciles, han comprendido que, ss Semele oe eCEntles eapitalistas que no son, en modo alguno,,“eviden- een avales", constituyen 1a fuente de todos los males dentro de tesociedad burguesa, y que, por tanto, pueden y deben remplacarse, por 1 ee erpredcelon; incluso Exton tabajadare ve ven oblign: cura elaciont jen otidiana a tolerar, suf reproduci, ls rela we tintas’sino quieren verse condenades a vivir al margen de 1a so ae 5 la le aciér stimien- De manera que sélo raras veces Ja lenta acurmulacién dy. resentimic~ 2 reocupactones, inquietudes, de indignacién, de experiencias parciales tes, Preneupaciones, guproducir vusles bruscos en la conciencia de « Uiamos ente téonino en un senido peyorativa, pero no en ol sentido burs Bang nomen ‘se convierten en asociales Porque no. participan ya en un mo- aan a “Inder os explo, sno ue, se contetan con vaminto, de emancipate adit en un medio. de explotacin generaliada, 16 las masas trabajadoras (0 por lo menos de una vanguardia suficiente- mente amplia e influyente para que abarque a sus estratos determinan- tes). Repentinamente, las masas sienten de manera instintiva que no es “pormal” ni “inevitable” que sea el patrén el que mande; que las ma- quinas y las fabricas pertenezcan a alguien diferente de aquellos que dia con dia las ponen en movimiento; que la fuerza de trabajo, fuente de todas las riquezas, se halle rebajada al nivel de una simple mercancia que se compra de la misma manera que se compra cualquier objeto fnanimado; que peridicamente pierdan los trabajadores sus ingresos y sus trabajos, no porque la sociedad produzca muy poco sino porque pro- duce demasiado. Es entonces cuando las masas buscan, instintivamente, modificar las caus a fondo, es decir Ia estructura de Ia sociedad, el modo de, produc- cin. Y cuando se percatan de su inmenso poder, que es producto no See oe os, eas cobain y'de'ls eres Sleaiea’gue genes su unién, sino, ante todo, del poder que adquieren cuando se hallan solas en las fébricas, cuando- todo el poder econémico se halla de su Jado, entonces aquello que esté presente en toda huelga amplia y com- bativa se afirma repentinamente de manera consciente ‘Los trabajadores constituyen de hecho un contrapoder; los consejos se arrogan -las prerrogativas del poder: intervienen en todos los problemas politicos, econdmicos, miliiares, culturales e internacionales del pais y opo- nen sus soluciones de clase a todas las soluciones de la burguesia. Es en- tonces cuando una verdadera dualidad de poderes aparece en la super- ficie, como ocurrié en Rusia entre la revolucién de febrero y la revoluci de octubre. Es entonces cuando los consejos obreros actéian como los érga- rot de un nuevo poder estatal naciente. Y es entonces cuando el enfren- tamiento final —la insurreccién en el sentido politico del término, cuyo grado de violencia dependeré de la resistencia del enemigo— decidira el problema: de quién triunfard: el viejo Estado burgués condenado @ morir por la historia (pero que todavia puede sobrevivir si la energia y lucidez de los trabajadores falla en el momento decisivo, si carecen de una direccién revolucionaria adecuada), 0 el joven Estado obrero naciente. 3] Toda huelga importante contiene en germen la lucha de clases levada hasta su consecuencia extrema, a saber: poner en discusién el poder del ca- Pitalista en Ia empresa, y de la clase capitalista en la sociedad y en el Estado, Para que esta lucha pueda desplegar toda su logica, es necesaria tuna relacién de fuerzas favorable. Pero los marxistas no son simples co- mentadores de la vida sociopolitica, que se conforman con registrar las relaciones de fuerza como una cosa dada ¢ inmutable, o con calcular Simplemente las oportunidades para modificaciones futuras. Los marxistas actéan en un sentido preciso: tratan de modificar las relaciones de fuerza entre el capital y el trabajo aumentando la confianza de los trabajadores 7 fen sus propias fuerzas, elevando su conciencia de clase, ampliando su hhorizonte politico, fortaleciendo su grado de organizacién y cohesién, y forjando una vanguardia revolucionaria capaz de dirigirlos a combates victoriosor Pero esto no quiere decir que los marxistas desconozcan los limites que imponen las condiciones objetivas desfavcrables a la transformacién de los organismos de autogestién y autodefensa en organismos de dua- lidad de poder bajo circunstancias determinadas, Fue conmovedor cons- tatar que, después de mas de veinticinco afios de fascismo y de dictadura militar senil, los trabajadores espafioles redescubrian instintivamente las formas de organizacién en los centios de trabajo que estan ligadas a las mejores tradiciones de la revolucién espafiola: las comisiones obreras Las direcciones moderadas y oportunistas del movimiento obrero espafiol clandestino {incluida la del PC espafol) han tratado de transformar y legalizar estas comisiones en simples sindicatos, tarea que, por lo demés, encajaba dentro de los propésitos y_preocupaciones del patronato expa~ fol. Los, trabajadores espanoles instintivamente comprendieron que, en las condiciones de la dictadura directa del capital, limitar las actividades de estas comisiones reivindicaciones y acciones ‘puramente econémicas, era inoperante. Las comiriones obreras hucharon tanto por reivindicacio~ nes democraticas, como por reivindicaciones materiales; tanto en favor de las victimas de la represién y de la justicia de clare, como por el reconacimiento de su derecho a negociar en nombre de todos sus com- pafieros de trabajo. Pero no podian convertirse en érganos de dualidad de poder porque Ia dictadura no se hallaba a punto de ser derrocada por un potente ascenso revolucionario de masas. ‘La vanguardia marxista revolucionaria no puede “provacar” las situa- ciones. prerrevolucionarias y menos atin las revoluciones. Estas son resul- tado de la concordancia de un gran nfimero-de cambios “moleculares”, SSubterraneos*, entre los cuales solamente algunos pueden ser influidos por la accién ‘consciente, otros pueden. ser previstos y otros aun escapan P toda prediccién precisa, al menos en el estado actual de nuestros co- hocimientos, Pero lo que la vanguardia revolucionaria puede y debe hacer es preparar las condiciones propicias para que los trabajadores puedan abrir una brecha hacia el socialismo conquistando la dualidad de poder al término de un periodo prerrevalucionario y haciendo desembocar al periodo revolucionario en la conquista del poder. ‘Esta preparacién conjuga cuatro factores principales..Primero,. la difu- sién en'el weno de la clase obrera’® de temas programiticos qi la pre- © Para las comisiones obreras, véase especialmente: Le Commisioni opercie spag- role. Musolini Editere, Turin, 1969, 36 Precisemos que, en este contexto, utilizamos el .termino de “clase _obrera” como aplicable a todos aquellor que venden su fuerza de trabajo y cuya a¢ Gad es indispensable para Ia produccién y realizacion de la plusvalia. : 18 paren para reaccionar en determinado sentido, objetivamente revolucio- nario, en el momento en que estalle una lucha generalizada. Segundo, la educacién, en las cmpresas, de militantes de vanguaidia que encarnen este programa y logren suficiente audiencia y autoridad entre sus camara- das de trabajo para poder emprender la lucha por la direccién de las masas cuando estalle un combate generalizado, Tercero, el agrupamiento de estos militantes dentro de una organizacién nacional ¢ internacional donde se fundan con los trabajadores manuales e intelectuales, los estu- diantes, los campesinos pobres revolucionarios de otras fabricas, regiones y paises, para superar de esta manera la estrechez de horizontes que es inevitable en tedo obrero que sdlo conoce una experiencia de lucha limi- tada, y neutralizar les efectos de la divisi6n del trabajo y de la conciencia incompleta y por tanto falsa que le es propia, y elevarse, por medio de una praxir revolucionaria universal, a una teoria que capte los problemas dal imperialiomo y de Ia revelueida socialita en su conunte, 7, en co secuencia, pueda perfeccionar la préctica y levarla a un nivel de coor- dinacién y eficacia mucho més elevado. Por ditimo, la capacidad de esta organizacién de vanguardia (0 por lo menos de algunos sectores suyos) para superar la etapa de la propaganda y Ia critica literaria, y ser’capaz de realizar acciones ejemplares que muestren de manera préctica a los trabajadores cual es el sentido de la estrategia socialista revolucionaria que los marxistas oponen al reformi-mo y neorreformismo de las o zaciones burocratizadas tradicionales del movimiento obrero. Esta estrategia de reivindicaciones transitorias —que se conoce en B gica con el nombre de “reformas de estructura anticapitalistas”— tiene por objeto sacar a las acciones de los trabajadores de una contradiccién gue es inherente al movimiento obrero, al menos en los paises imperi listas, desde que existen las organizaciones de masas. Por la fuerza de las cosas, las acciones de los trabajadores siempre estn orientadas hacia bjetves inmedistes (reivindicacones materiales; legislaciér-sodal; eon- quista de los derechos politicos; lucha contra las represiones o los golpes Cevsnado sencconaros ote). Le, actiided de lar Erganisacionet que # reclaman de] movimiento obrero siempre se ha centrado en torno a obje- tivos inmediatos junto a los cuales va unida o no una propaganda abs- tracta en favor del “‘socialisma” (o de la “revolucin socialista”, 0 de “Ja dictadura del proletariado”, etcétera) ‘Asi pues, el fin hittérico @ alcanzar por el movimiento obrero siempre hha estado desligado de las luchas précticas cotidiands y esto es valido tanto para los reformistas de viejo y nuevo cufio (para quienes, para parafrasear la famoza expresion de Bernstein, los objetivos inmediatos son todo y el objetivo final no es nada), como para los “extremistas de i quierda'” més radicales, que rechazan’ con desprecio toda lucha por obje- tivos inmediatos y sélo aceptan como vdlida la lucha que tiene por objeto Ia “conquista del poder” (0 “la conquista de las empreses”, © “Ta 19 destruccign del Estado”, etc.). Por lo demés, en la prictica, estas dos Gesmyjes se vinculan dado que ambas tienen como, conseoienets Ta sepa- acts cal entze 1a lucha cotidiana real de los trabajadores el obje- Tho del derrocamiento del capitalismo. ee oaetegia de las reivindicaciones transitrias tata de, spore esta separncién, A tal efecto, parte de 18, constatacién te wt hhecho que ha ssparitido hasta abora sobrevivir al régimen capil: fl hecho de que Permiee staciones inmediatas, aun las més radicales,podian ines Tectimente dentro. del regimen, podian realize SY) Ce “impugna- Peergbal” del modo de production, en la medida > ave te ponian cee en Ja cuestién fundamental: a cuestion del dominio de} capital Sobre las rmaquinas y el trabajo. Se ae due, en esencia, Gepende de Ja covuntura econbsaic, de Ja ee cee la crisis estructural que afecte al capitalismo en decadencia, roveigo.en que el capitainmo se resist a concedes ta) © ‘cual aumento gh Punto oF gue se_ejercte libremente el derecho de huelga, © la libre te Sciacién Ge los slarios: Pero cualquiera que se@ J gravedad de sus negociacd Oe temas, a la larga ninguna de esta reivindicacones °* contradiccfonss Mortal para el régimen capitalist, ya. que prefered com aaetten cato de_verse enfrentado a un movimiento, wa amplitud cederias € cjuso con arrancarle el poder. En efecto, si el capitaligns, Cot nae cn exaten til medios para neutalizar la naturaleza exPIONV2 sea oF a tas ela economia i Gattiendo de las preocupaciones inmediatas de los trabajadores, ie Pav vindicaciones que no ion integrables dentro del ségimtts $ igs trabajadores estin plenamente convencidos des inecesidad de lu- 7 os seatmtas reivindicaciones, se establece una fusién enue 1a lucha por Ghat Petivot inmediatos ¥ la lucha por el derrocamiento del capital. Por- eecieh estas condiciones, la lucha por reivindicaciones Wwansiett se con- sete, por su propia légica, en una lucha que, pont &% diseusién Los vier, por 5! Error del capital y ante la cual é:te no puede, més give seouer una resistencia eros. BU ejemplo més tipico de, wrt lucha por Poe naicacién transitoria, es la lucha, por el control obrero 4) Anteriormente, a lucha cotidiana de clases giraba en forme los pro- Beer a reparticion, entre el capital y el trabajo, del nuevo valor Gieado por el trabajo. Las reivindicactones politicas, ate 20 dichas luchas creado Por Chor ejemplo, la lucha por el sufragio universal), tenia Bot Shjeo proporcionar instrumentos suplementarios de jucha encaminados oie Picks favorable. para los trabajadores esta reparticion (arrancando aa Megilacion social", et.).,S6lo en lot periodos de or ‘agudas, s¢ Planteaba el problema ‘de la “socializacién’, de tomes industriales (por Pimp, al finalizar la primera guerra mundial), Tero eso £7 mas bien games que resultaban de la experiencia de les trabajadores en lo 20 gue concieme al funcionamiento 0 no funcionamiento de dichas ram: En cl curso de las ultimas décadas, el eje de la lucha de clases se ha desplazado progresivamente en otra direccién, no debide a la, agitacién G conspiraciin maligna de los marxistas, sino debido a la evolucién del propio. modo de produccin capitalista. Por una. parte, la tercera revolu; Gen industrial implica un acarionamicnto del ciclo de, reproduecién del Capital fijo, una aceleracién en el ritmo de innovacién tecnolégica, lo Geer para fos trsts monopoistas,entrafa a necesidad de planificar, de Thanera precisa, la amortizacién del capital fijo y la acumulacién del ntievo Capital {ijo, es decir, efectuar una planificacién de los costes (incluidos i casos slr), tender acl une “programacién econémica” na- ional y sun internacional, Por otra, parte, el régimen capitalista a eécala sna 47 eg Fe Pie ua permet Tn debilitamiento aun mayor del que experimenté después de la. primera guerra mundial, ya no puede permitree el lujo de presenciar pasivamente hy catastrdficas crisis de sobreproduccién del tipo de la crisis que tuvo Tugar entre los afios de 1929 a 1932. En consecuencia, se ve obligado a Hauer Gntervenir todo un registro de técnicas anticrisis fundadas esen- Gialmente en la inflacién del papel moneda y del crédito, . nas dor tendencat medifcan profundamente las condiciones en las ‘cuales se desarrollan las escaramuzas tradicionales entre el capital y el trabajo dentro. del cuadto de la. democracia aa eedamentana. Loe aeade onopelistas teatan de evitar las hurlgas a toda. costa, y de inte- grar, para tal efecto, los aparatos sindicales dentro de los’ organismos a eerie Soitca “disgts™ en mate de slr) Cuando Sntoridad. de los aparatos sindicales se ve minada por la aplicacién, a largo. plzo, de estas précis, s hace indispensable sancionar las “huelgas Tees" (gréves seuvaper) para mantener Ia efcacia momentinea el ae tema" Por le dems, cuando ext un. cima econémico general de in- lacin que coincide con transformaciones tecnolbgicas acelefadas, la aten- cin de los trabajadors se derpana jnewtablemente hacia los problemas jc la organizacion del trabajo, de las formas de Temuneracion, de las cadencias del trabajo, de la seguridad del empleo, de la orientacién de Jas inversions, tanto més cuanto qu sine Ja impresién (no siempre ae manera juiead os ota parte). de que, cn es condones de em- cpt pleo 0 de cai empleo plene, las reivindicaciones salariales’ serdn "Este desplazamiento es tanto més importante, cuanto que la tercera Tevolucién industrial hace surgir una nueva Goutradiceiba suplementaria “91 Considérese el emipefio con el que el“ ” = Gomes eis 4 que el “socialista” Wilson defiende este tipo aa del capitalismo en el dominio social: tiende a reducir cada vez més al ttabaje no calificado y puramente repetitive en el proceso le la produc: Gon. En consecuencia, exige una fuerza de trabajo més calificada, mejor educada, que haya tenido un nivel de ensefianza mis elevado que antes aunque esa ensefianca rea parcelada e inferior a las posibilidades.y_ ne: cesidedes objetivas. de 1a ciencia contempordnea). Pero los trabajadores preducto de esta formacién superior se encuentran bruscamente precipi- Pigos en una empresa en la que todas las técnicas refinadas de “relacio- hes humanks”, de “delegacion de poderes” y de “formacién de ligas de Comunicacién jinformales” no pueden ocultar el hecho de que las rela- Clones capital-trabajo son telaciones jerarquizadas en extremo, relaciones entre los que mandan y los que obedecen De eat! manera, el centro de gravedad de la lucha de clases se des- plaza de los problemas de la distribucién del ingreso nacional, a los. pro Eemas de la organizacién del trabajo y de la produccién, es decir, al problema de tas relaciones de produccién capitalistas mismas. En efecto, fa sea que se trate de disputar al patrén el derecho a fijer el ritmo de P cadena, o de dicputarle el derecho a elegir el emplazamiento donde se creard una nueva fabrica; 0 se trate de discutir el tipo de productos que se fabrican en una empresa o de tratar de sustituir a los capataces “su- pervisores" 0. los “jefes” designados por los patrones, por compafieros Trectos por les trabajadores; ose trate de impedir, por parte de los tra- Eajadores, todo tipo de Keenciamiento o teda reduction del volumen, d= empleo en una regién, © de calcular, los trabajadores mismos, las fluc- Tunciones en el costo de la vida: todos estos esfuerzos desembocan, en Ghigo andlisis on una sola y dnica conclusion: el trabajo no aczpta y2 gus el capital sea el amo de las fabricas y de la economia; el traba‘o no seepia ya la légica de la economia capitalista, que es la 6gica de la ganan- Gia El trabajo trata de reorganizar la economia sobre la base de Sipios, los principios socialistas que corresponden a sus propios i ‘Lot estratre mas inteligentes de Ja burguesfa son perfectamente con: siontes del peligro que implica, para el. régimen en su conjunto, esta dia insthntiva de los trabajadores en contra de las relaciones de pro- Gucelén capitalista** También comprenden que esta rebeldia amenaza fu- ve Eq las fibrcas Pirelli (Milin), los uabajadorss modificaron unilateral: 1 ea I ee duceién. Ba las fabrics Fiat, (Tusin) se han levado a, ca das denne oe erg modifcacion de tupos de produccién por parte de los sans ree eesan de. Joo autor populares. por autor de ljo). Ademés_ a prin Fae rar ae found en consfo.oorero. La, cuestion relative al dlrecho de Ciples Sra! de Jar reducciones Gel volumen de empleo, 2¢ ha propagado am- pliaraente en Belgica, ete Fee oo ee ntcligente, como es Bloch-Lainé, comprendis, esto desde 1963 cand aetee gut ie Smatisaccién de los Gabajadores, debido 2 su enajena, renee eae gae preductores;, podia. deembocat en verdsderas_rebelione> al tn are? aoa Foycmtura {Pour une réforme de Venireprie, Bd. dv Seuil Baris 1968, 25) 22 ros prin sionarse con la propaganda, la agitacién y la accién de la vanguardia revolcionria en favor del'contrel ober, y que dicha fusién feenees con hacer saltar el régimen. Y, por eso, se esfuerzan por canalizar te aaa colaboracién y la no impugnacién de clase. Este es el sentido de toda Jn propaganda que se hace en favor de las ideas de “participacién”, de ‘Mitbestimmung”, de cogestidn que actualmente lanzan importantes sec- tores de la burguesia europea (y mafiana lanzardn japoneses y estadouni~ denses),.En general, las formulas que utilizan son ya suficientemente cla- fas como paca permit ev diincion de las tevindicaciones ransitrias 1a confusion sélo suige cuando el ala izquierda de los aparatos sindicale pea fs [eran econ ote ee us eee diferente al que le dan los marxistas revolucionarios. La diferencia fundamental entre las ideas de “participacién” y “co. por una parte, y el concepto de control obreto, por otra, puede resumirse de Ja siguiente manera: el control obrero rechava toda respon. sabilidad por parte de los sindicatos o (y) por parte de los repie-entantes de los trabajadores en la gestién de las empresas; exige, para los traba- jadores, un derecho de veto en toda una serie de dominios que se refieren ‘2 su existencia cotidiana en la empress 9 a la duracién de su empleo. El control obréro rechaza todo tipo de secretos, toda “apertura de los regis- tos contables” ante sélo un pufiado de burdcratas sindicales escogidos cuidadosamente y exige, por el contrario, Ia mayor y mas completa difu- sién posible de todos les secretos que los trabajadores puedan descubrir no solamente al examinar la contabilidad patronal y las operacionss ban- arias de las empresas, sino también, y sobre todo, al confrontarlas con Ja realidad econémica que encubren. El control obrero rechaza toda ins- titucionalizacién,™ toda idea de convertirse, aunque s6lo sea por un_pe- iodo transitorio, en una “parte integrante” de la forma en que funciona cl sistema, porque sus realizadores comprenden que su integracién implica necesariamente su degeneracgn en inrrumento de coneiiacin entre ls “No se trata de una posicién dogmética que dependa de actitudes pa- sionales ¢ irracionales, fe trata, al contrario, de una posicién légica que 18 Been este punto donde sifesimos de André Gore que, en Estrategia obrera y neocapialinn ‘dciende tina toncepein,gradualiea @st contol obrero con Feds focalnadt pais de-uaatenoy Gf ipieacpey inten ‘eaheabie que aberah una “vis pricice” hata el selina, Est concapeion betine Seeded Geta ovlascign.revluctonasa de las marae de RO SEiE'TE Mayo’ de 1960 para hacer posible Ta congulsta del control obero, Ia ssuwths icladibn entre, una, movilzaclon de cia naturalerny el problema del over policy que ineeablecente antes y Ie impos ‘de" mantener da- Eioeerte el “etulioo's como’ dike Gorm, ene ef movimiento obrero Yeh falims, que, bn. tealidag, no ef un equllono sino una situacsoa de dualidad de poderes exiemadsmente incetable 7 fri 23 « € € PPR ERR REe Pees neerZecar2eeere" J BPPOVVuvsvs se desprende del anilisis de las tendencias profundas del capitalismo con- temporineo examinadas desde un punto de vista de la lucha de class. EE capitalismo_contempordneo busca ante tedo controlar todas los ele- ‘mentes indispensables para una reproduecién ampliada ininterrumpida del capital. Este es el contenido profundo de Ia {érmula “\programacién eco- némica", “el plan o el anti-azar” y otros slogans que expresan, a su ‘manera, las nuevas exigencias que para el capital se desprenden’de la reducciga del ciclo de reproduccién del capital fijo. En consecuencia, al capital le importa poco que ciertos grupos de abreros aumenten sus “derechos” en tal o cual fase del proceso de produccién, con tal de que el control del capital sobre el proceso de reproduccién en su conjunto se mantenga, se consolide y se refuerce. Dicho de otro modo: cuando sectores determinados de la clase obrera aceptan asociarse ala gestién de “su” fbrica particular, incluso con pat dad de.votos y con el sefuelo de la “‘participacién en los. beneficios”, no hhacen sino asumir “los intereses de-la empresa” frente a sus competidores, cs decir, aceptar que la concurrencia capitalista se reintroduzca en el seio de la clase obrera, y, por tanto, aceptar también desarmarse frente a los efectos objetivos “de esta concurrencia, cuando ésta afecta a esa empresa particular. En la etapa actual del capitalismo, esto no puede sino servir a los interees de Ja cate capital, incluso si ello implica un abandon de “principios” que Ia burguesia’no estaba antes dispuesta a abandonar chando la solidex general de wo sistema y la relation global de fucras le era més favorable y no hacia necesarios ni dtiles tales “sacrificios”. La clase obrera no puede aceptar, a riesgo de una capitulacién cre- ciente que répidamente conduciria a la pardlisis total, que el principio de la competencia sea levado del mercado capitalista y de la sociedad burguesa al seno de su propia organizacién y conciencia de clase, La clase obrera trata de revertir la evolucién econémica en el sentido inverso: evar al seno de la organizacién econémica los. principios de asociacién, de cooperacién y de solidaridad que primero ha experimentado cn sus plupias organizaciones. Lejos de aveplar la wysdéu que la condena a Ta fragmentacién de sus fuerzas, la clase obrera opone el principio del “control obrero”, donde el argumento de la rentabilidad individual de las ‘empresas es negado a nombre del principio de la solidaridad colectiva, ““Independientemente de la ‘rentabilidad” de tal o cual fabrica, nosotros rechazamos los licenciamientos y el desempleo. Independiertemente de los ‘intereses de la racionalizacién’, nosotros rechazamos Ia aceleracién de las cadencias. Independientemente de la ‘necesidad de acrecentar la productividad’, nosotros rechazamos la atomizacién de Jos trabajadores en el seno dela empresa que implicaria la introduccién de nuevos sis- temas de remuneracién”’: tal es el espiritu del control obrero que es nece- sario difundir en el seno de las masas trabajadoras, Es en este sentido es preciso que debe oponerse la propaganda por el control obrero a las trams cién —eonfirmada por la teoria econémica— de que la rentabilidad global ‘rentabilidades individuales”, por poco que el sistema de planificacién Ree centralizado funcione con un minimo de eficacia, las convicciones y las acciones de las masas trabajadoras. En realidad, y no se intenta, por lo menos ocasionalmente, pasar de la propaganda a junto de.los objetivos fijados en los combates parciales que emprendan pacitacién, aus implican para el manejo-de esta orientacion enteramente esta explosiva consi ¥ torno de igna. El problema reside simplemente en que una van. Atencién el impacto de st propaganda en favor del Control ebreeor tee los sectores avanzados dela clase obrera y, a partir del omens ore Al llamado es eicuchado y que un nimero erecemte de Toreinccres tieu a actuar en ete ttde, 3 deber no el reroceder tage a Gontrario, buscar una experiencia parcial de accién y agitacion, Decouce te, todo, ia “aferenia” ent un periodo de “calma” yuna ine meee volucionaria, ¢no podria acaso superarse justamente a través del : Provocara la lucha por el conti rero en una fabri¢ med Ree ee cel Fabrica importante, ‘en £1 Durante mucho tiempo, los reformistas ereyeron sinceramente que los soe fbieros de coalicién con Ia burguesia constitulan ‘una etapa” han 25 ler los intereses de clase fun- {Bn realidad, los gobiernas de coalicién, lejos de “conquista del Estado burgués” por, parte seein se Gprera, constituian etapas hacia Ia integracién de fos “parti: de ces ohfentro del Estado burgués. V lo que es cierto respect al Fetados lo es mil veces més en relacion a la economia, La economia) capi wired. Tamente puede funcionar sobre la base de la bisqueda de Ia se tae sean, Toda participacién por parte, de los representantes de saree Tagore: en la gertign de la economia, dentro de ese contexto, (es liga a/"partcipar” en un exfuerzo continuo de racionalizacion, [9 ave Gmplica, particularmente, Ta reduccion peribdica en el volumes de em- nto, Bata participacién, lejos de consituir wna etapa hacia Is “conquista seas empresas", representaria simplemente una etapa iltima de integre. ae os Ste sindicatos dentro del Estado burgués, una etapa ultima en * cio ae ein de instrumento de defensa de los inteveses, de los traba ‘eRpver frente la burgue-a, en instrumento|de defensa de Jos interest Ae la sociedad burguesa frente a los trabajadores 12 oe de conquistar gradualmente Ta “democracia econémica” sn derizcar previamente el poder del Estado burgués y sin Ia previa exi- fiacin del gran capital es tan vieja como el propio reformers socialde- iach oe etraices ve encuentran en Bernstein, a fincs del siglo pasado Después de la primera guerra mundial, el propio Bernstein podia jactarse de que Ia préctica de la socialdemocracia internacional = inspiraba en oe ee en la de Kautsky y Bebel, quienes se opusieron a en Ia gran controversia en contra del “revisionisrno” ** Ee clorio que la transformacién de les consejos de las empresas de om: briencde peer obre.o en inctrumentos para la colaboracién de_las clases prions no Ue la empresa capitalista, constituye uno de los més importat- Ge “iggros" de la socialderocracia internacional durante Jos aves tle * se oy entonces se trataba, como sinceramente lo creia Otto, Bauer. Seeaeige primer paso hacia la forma socialista, de produccin" Sin oe eee or etande lag rslaciones da fuerza se deterioraron”, diches eo so rstueros solo podian desempeiar un papel defensive. Sale el efecto Jos obreres ‘Scongmica, de. 1929.33, su integracion en la “comunidad de eee pScer” se hizo més clara. De instrumentos para la lucha de clase, se M2 emPreron en instrumentos para la divisién de la clase obrera nvittcron ents de-pués de la segunda guerra mundial, como las rela: jones de fuerza se modifica detriniento dega burgue- sia, Ta idea de la “cogestion’ izas y acrecentar 1a régimen capitalista, no podian sino defend Gamentales del capital onstituir una etapa hacia la ron una ver mas en "podia renacer de sus ceni coneepto d= “democracia econémica”, “fer Sosialismus und die Aufgabon der Fe Eee re aes por primera ver en 1898, Novator tenor te Ie Soziale er T92L, especiamente pp, 170 y 8 DP. 180-190, et ie ee jterreichische Revolution. Viens, 1923, p. 171 ts Para lot erigenes bernsteinianos del Bernstein. Die Voraussetzungen 26 ee as infiuencia del movimiento obrero en el seno de ag eer Tal coos onan pean i prietieal de colaboracién de clase limpoesias en esta ocasio ee He nate aerate sl ei ape iste] lee eae Comunistas, actud una vez més en favor del gran_ capital See caecame pad eo Se fenaYetancia) ct eerie ae ‘La idea‘ de ejercer un “control public” sobre la economia a rave gobierno, el palamento, I: rrp fos organmor "parities ete srertino una llsion mientras el poder del Estado y el poder econdnieo rea hal on ano de nd bean. wclormbtas y neoretor real 2 halifcan so pacbeipacion gubereamental en las cosliciones, con Ta ee rena icant coanjeviena ae emcee atencién, se manifiestan atin més limitadas y miserables que las obt. beat Ja secialdemocracia alemana en los inicios de Ia Repiblica de ee sal inldemerata cuniaco de inquerds, Eduard Mare, que se con sidera marxista y continda defendiendo a Marx, representa actalmente de la la iiltima sobrevivencia de la tradici6n “cent ts ima Sobre aGicién ‘centri-ta austro-marxis cea de les anon vente y teinta, Para €l la "cogeston” no em tuna etapa hacia la gestién obrera, del mismo modo que la. pati ministerial no es més que una etapa hacia la conquista del poder..Para actener uni crientacian adecuada no e3 suficiente limitarse a una Teatlén en ia cumbre”, tino también es necesario peesionar en favor de ste ba ea’ ls bac, yom concecuenca, “eveloraar la asamblea guneral de lor sindieatos ea lor centios de trabajo” o "la asamblea neral de personal” ylevarn a ejeutar un, ndmero cxecinte def incion de contre 7 de cogestion'™ Ei ala izquierda de los sindicatos de Aiema- na‘ Sclehl ye a nalserocal a Se Soeniaay enw senile JGnilogo. los proyectos que actualmente se hallan sujetos a. discus en Ie Repca Federale lan 2 cog generaleada en la industries s ebvio que lo marasts revoucionarios no tienen ningin interés & ss Perera tee aes Gebetipat) se de exacts tao en tenide que mon dad see atest ebro, ain afadie mingen tle mento de corresponsabilidad en la gestion de empr lists en In cena capt e stunt emencts i Bscaoa'no tone ning Pero cuando se combina dicha “cogesti6n en la base” : peta de too tipo de organises Pccanimes Ge wvepresntacion™ de los obreros unidos a los representantes del gran capital, la discusi6n es lemécrata austriaca Die Zukunft. a ae Meeeeeeneerererrercrorgrcenrccrere LwwowVeVveve indispensable. La légica del régimen capitalista hace que dichos organis ‘mos inevitablemente se transformen en érganos de colaboracién de clases, fs decir en rganos de reforzamiento del capital y de debilitamiento y division de los trabajadores. Sin embargo, incluso los representantes mas avanzados de los socialdemécratas de izquierda 0 centristas, en modo al fguno excluyen semejante combinacién. Nos encontramos, pues, en pre- Sencia de una reproduccién pura y simple de las ilusiones gradualistas del pasado, no de una lucha por un “control obrero nuevo y_ diferente” Ure de ae forsias més astutas —aunque muy antigua— de Ia desna- turaligacién de la consigna de control obrero, recientemente ha sido ob- jeto de honores en el seno del Partido Socialista Unificado, particular mente por Gilles Martinet en un libro que tiene como titulo el concepto mismo de reformismo: La conquista de los poderes (La conguéte des ipouvoirs). A partir de la constatacién innegable de que todo poder de Elase dominante, y forzosamente el de Ia clase capitalista, es siempre un hecho social que se‘estiende a todos los dominios de la sociedad, los neo- rreformistas sacan la conclusién de que es necesario conquistar el poder ten. todos esos dominios. Pero se olvida que esos “poderes” estén articu- lados, de manera precisa, en toro a dos estructuras privilegiadas: el modo de produccién (es decir, el derecho del gran capital a disponer de las principales fuerzas productivas gracias a las instituciones que per- petiian Ta economia capitalista: la propiedad privada, el salario, la eco- homia de mercado generalizada, Ja ihtegracién dentro del mercado ca- pitalista internacional, etc.) y el Estado burgués, La ilusién gradualista Ge la liquidacién progresiva de los “poderes” capitalistas, es tan infun- Gade como la ilusién ‘de cambiar la naturaleza de un ejército “conquis- tando” batallén por batallén, ‘Encontramos la misma concepcién gradualista e irrealista en la elabo- racién de la CFDT, que se autre de algunas de las experiencias mas favanzadas de Ja “huelga activa” de mayo de 1968. (Nos referimos 2 Ta mayoria de la CFDT y no a la tendencia minoritaria encabezada por Krumnov, que defiende posiciones més cercanas a las nuestras.) Se trata de una “autogestion de las empresas” que presupone la desapaticién de la propiedad privada, aunque, en modo alguno, en “todas las empresas”. Se ‘presenta esta “autogestién” como “el mejor modelo de democratiza- ceién de la empresa”, como la posibilidad que tienen los trabajadores para ‘ceder “al poder de decisién econémica” Pero el problema del “poder de decisién” se separa del, problema del poder puro y simple, es decir del poder del Estado y def’ poder eco: nico, El “plan democratico” aparece (0 subsiste) como una cosa exte- Hor a la autogestion; el Parlamento subsiste, también, como una cosa 2 Gilles Martinet, Le conguéte des pouvoirs. Ed, du Seuil, Patis, 1968; “Perspec. tives et strategie de la CEDT — Inventaire des. problémes", pp. 1-14, del Socumento especial del n, 1267 del semanario Syndicalisme, 28 diferente del congreso de consejos obreros. La misma autogestién no_se ejerce a través de'un consejo obrero, sino por una “instancia de direccién elegida por los trabajadores” ‘AL parecer, no se comprende que semejante “autogesti6n”, sin el de- rrocamiento previo del poder del Estado burgués, es una utopia total. En caso de derrocamiento del poder estatal bu! las “instancias de direccién” econémica que acti press» de Jos “iigentes politics” que funcionan dentro del contexto je una democracia representativa que perpetiia la separacién de los ciue dadancs en gobernantes y gobernados, no puede sino acclerar el proceso de burocratizacién que, por lo demés, los militantes de la CFDT afirman tratan de evitar. En resumen, la confusién entre el “control obrero” que debe exigirse en el seno del régimen capitalista, la “autogestion obrera” que ha. de ponerse. en préctica después del derrocamiento del dominio del capital, y el poder obrero.que debe ser un poder tanto politico como econémico y_articularse politicamente sobre la base de los consejos (soviets) del mismo modo que lo hace en las empresas, esta confusién desemboca en tuna concepcién bastarda en la que subsiste la mayor parte de las ilusio- nes reformistas, particularmente la de Ja conquista gradual de la auto- gestién ef el seno mismo del régimen capitalista. 6] Es en el seno de In empresa donde la competencia universal de los individuos, la “guerra de todos contra todos” que es propia de la soce- dad capitalista, primero empieza a superarse entre los trabajadores. Es en el seno de la empresa dande se afirman la cooperacin y la solida- idad entre todos los compafieros de trabajo, lo que permite’ los tra- bajadoies superar su sentimiento de impotencia frente a un patrén infi- nitamente més rico y més cultivado, La empresa siempre ha sido la Célula de base de un “poder obrero".* Las onganizaciones Caeaeaal alejae de Ia empresa, haciéndose més amplias, més compleas, mence ransparentes, parecen siempre jerarquizarse, dar origen a delegaciones de poder cada ver mis amplia, para acabar por escapar al dominio de sus fundadores y duenos, e, inchiso, para volvere en contra de ellos. Asi os datos inmediatos de la existencia obrera se han visto reforzados por wee LS ama ce cov, Mable? et aes ea = 08 antemporéncos de la civilizacién gpitaliats, el automévil y la’ tele- Soe ASS Soci Giga gua arate la Heron if RAD T ES Pa nen Pi aka at Refs 29 a faciones burocratizadas de masas para “poder obrero” sélo puede ejercerse ai ionario y las concep- igen prou- la experiencia amarga de las organiz dar tacimiento a la idea de que sn “ Score la base de Ia empresa. El sindicalismo revolui sobre la base Cadenkommunisien retoman asi las ideas de 0 cones oe seue. Marx combatié con vigor y ewvo cardeter utbpico la histor fia ha confirmado muchas veces” : ; ba sontirmade mon nbian comprendido dinde estaba el flén oe are el sistema: en la tendencia inevitable de las fuerzas produc: de Aquiles del geen centralizarse, a devenir cada ver mas complejas, res sentido objetivo del término. es decir, a incluir oo ceneanie sinultdneammente masas enormes de trabajadores, produc: oo StS productivos (en el sentido de produccién de valor, no de. W- bajo sccialmente util), Y habian proyectado un aruda imeginario donde ae es Iria, por el contratio, hacia una divisién infinite de las emprs- S25 smmente pequetioburgués del anarquismo que mezcla a los objetivo mentale Pea eek 1a. defensa de las tendencias histricas del viutariado, la prosecuciSn de un ideal calcado de Jas comunidades 2° pletarinds, lp Presrgel pasado, Pero la realidad ha demoszado que In tendencia fundamental de Ia técnica (que, desde luego, ve acomht: Bde sonstantemente de una tendencia contraria que Ja niega, pero ave rete ello deja de ser dominante) se desarrola en el sentido de fo cots 7 Porsaney de la socializacién del trabajo, y no en el sentido de. wna Sree taka ver més pronunciada de las empresas ni de una mayor dispersion de los productores Fanicter utépico de la idea de bajadores a la toma de las empresas pe oaieder ‘a indltiples niveles, El aspecto mas destacado —aquel sobre el we tsa wore, bata afore, se ha certrado la critica marssta_ del sindica: Fame ef de que la negacién del Estado de ninguna manera imple perry ae le haya devrocado, Este derrocamiento no puede, espace ome’ resultado “gutomatico” de una huelga, aunque sea una huelga ge- neral con ocupacién activa de las fabricas. ‘Acorraladaahasta Jos Ultimos incones, la burguesia utiliza todos Jos recursos de su poder para defen- der Ja propiedad privada. la bunguesie Aispone de, un poderose ‘aparato er ere spolciaco y wnilitar, y de una red de comunicaciones no ae repent ery 20's alent, be Ciecto de una huelga general. Ademés, la huelga produce una dispersién tivas contempo 2 “socializarse” limitar la emancipacién de los tra- jor parte de los consejos obreros. ‘puests * clisica de Marx se encuentra en La miseria de Ia filosofia, “ 30 parcial del poder de Jos trabajadores, no solamente entre diferentes em. resas, sino aun entre aquellos que ocupant las fabricas y los que, por miltiples razones, permanecen en sus casas. Si no se opone una centra~ lizacién de las fuerzas obreras al aparato del Estado centralizado del capital, las fortalezas obreras, que se hallan dispersas, pueden ser atact das y reducidas separadamente por el poder concentrado de la burgue- sia, ‘Toda la historia confirma, plenamente esta leccién: los trabajadores no pueden conquistar su emancipacién frente al capital, sin derrocar al Estado burgués a través de una accién politica centralizada, y sin rem- plazatlo por un Estado de tipo mievo, por un Estado obrero.** La coordinacién de todas las actividades econémicas es una exi cia absoluta en el nivel actual de desarrollo de Jas fuerzas productivas En iiltimo andlisis, no existen sino dos formas posibles de c Ja coordinacién consciente y la coordinacién esponténea a través de] mer- cado. Quienes rechazan la coordinacién consciente bajo el pretexto de que desembocaria fatalmente en la ‘centralizacién administrativa” y en la burocratizacién, y se pronuncian por un “poder obrero” fraccionado y descentralizado’ por empresa, en la practica actéan en favor del rena- cimiento generalizado de la economia de mercado cuyos efectos enaje- nantes no son menos nocives que los de una burocracia centralizada.”*_ La emancipacién de los trabajadores no sélo exige la abolicién de’ la propiedad privada, de la dominacién del capital sobre el trabajo y la desaparicién de las relaciones mercantiles, fuente de reivindicacién y de enajenacién; sino también exige la desaparicién gradual de la divi- si6n social del trabajo, de la parcelizacién de las tareas, de la separacién centre las funciones administrativas y las funciones productivas. En conse- cuencia, dicha emancipacién necesita no de trabajadores apegados a “su” empresa y que defienden celosamente “su empleo” (cuando no, lo que fs atin peor, “su” participacién dentro de las “ganancias” obtenidas por “su” empresa), sino mas bien de trabajadores para los cuales, sobre la base de un nivel de consumo anual garantizado, sea familiar la realiza- cign de tareas multiples y, con ello, una enorme extensién de horizonte, de las informaciones y de Ja cultura. Todo esto es muy diferente a una actividad “emancipadora” centrada exclusivamente en la empresa, 0, peor aiin, en el “rendimiento” de ésta. = Sila idea sindicalista y proudhoniana de una apropiacién de los me- dios de produccién por parte de los trabajadores de cada fabrica ya es 38°Bn relacién al problema general de la. burocracia en el, Estado obrero, sus “otigenes y los medics de combaticia, véase Fernand Charlier, “The Roots of Bu- Feaucracy and Ways to Fight 1", pp. 253-274, en Fifty Years of World Revo- lution, Emnest Mandel editor, Metit Publishers, "Nueva York, 1968. "ral es la experiencia dolorosa de Yugoslavia sobre todo después de Ja re forma econémica de 1965. Enjel capitulo 1 de esta introduccién nos ocupate ‘mt de la “economia sacialista de mercado” y de_sus interferencias con Ia din taiea de Ia burocratisacion, 2 31 ST AASA a eeere @eeeeeeeceereretener | VEVVSEES | | oe woe e 1 eo oe IO VOOCCGUD utépioa, te idea de semejante apropiaciéa por parte de las empress couperativas™ aisladas o ‘utoadministradas’? en el seno de Ia sociedad capitalista ~segin el mocelo de las cooperatvas. de. producelén Ton Kibbutz irae lo eg mis atm, Bn a medida en que estes eupsries Cias no estan condenadas al facaso (come la mayor parte de iat eae, Se ee a Oe ee cede ee nti ee es eer 228 erg ania sp reps a cionaria, cuando Ia experiencia del control obrero comienza ya a gene- falar, que, por Janto, n0 hay peligro de que te queen sidan, las empresas ocapaas’ por lor tabajadotes puedan expesinestar ios menzos de la gestion obrera, acdetando de sste meso Te maduoachon de la crissy el momento de la lucha decsva port poder © aiel net ao Por esta rain, es ersnto remplasar actualmente en el trabajo de agit cién la consigna de "control cbero” por la de “autogesién” como consgna tentral del programa de trnscion. La foncién esescial del programa: de ttanscign et Ta de. permitirelevar el nivel de concleneia de Tes mas, 2 través de moviliztiones, basta el punto en que comiensan, ean aol ee Le signa de autogestién, es dar por resuelto el problema fundamental que hay que rescher. Creer que lay matas trabajadores de los pms ube tialistas estin listes para tomar de inmediato en sus manos la. gestin ee obrero, es engaliarse y propalar ilusiones perniciesas para la elevacion del nivel de conciencia teal de las masa 1a funcién de la agitaciin en favor del control obrero es justamente hacer que las masts, a tavés de su propia expereneiny pardeade de sus prescupaciones inmnedata, comprenden Is necesied Ue cevale oh captalista de la fSbrica ya la clae caphalite Gel poder, Chore. susttuye exta agitacion pedagdgica por la'de la "aurogeation”, or hepicn aque lat mise asimilen esta experiencia, estimuléndolae tn la gedeieer a ths reivindicaciones inmediatay'y se cotee el Tiesgo Ge provece, cigenae experiencas aiadns de “autogestén ce las amprca cle Coneenede oe Genadas a degenerar dentro del cerco capitate (Oo resultado pemicioso de. un initio de aplicacin_prdctica de la autogestién obrera en el seno del modo de produccién capitalista, al mar- gen de una situacién revaluconasia-sesde en sp tendencia a teagioncer la energia de la vanguardia obrera, disponible para fines de agitacién, en nctgia prodctiva. En lugar ce organizers dento de la Fabres scopada con vistas a extender Ja lucha a otras fabricas i Ja misma ciudad, is regién, Ia rama industial y aon del pais, os obreros que reinican [a preduceign por su cuenta deben conceloar todos sus eifeesz ee of aniracén de una produccion tants més amevarada cuanto mas ailace 32 se encuentra. En lugar de situarse en el terreno donde son més fvertes el de la lucha de clases que se generaliza— se colocan en el terreno derek, su inferioridad es manifiesta: el terreno de la competencia del inereads capitalista, 7] Los consejos obreros surgidos de una huelga o de un gran combate revolucionario, creados dentro def cuadro de la lucha por el control obs. xo oe un enfrentamiento de los trabajadores con el poder represive del Estado, constituyen 10s. érganos naturales para el ejercicio del poder por parte del proletariado. Desde los “‘comités obreros”'a que se reflere Mice en 1850 basado en la experiencia de la revolucién de 1848, los comin de la Comuna de Paris y el soviet de Petrogrado de 1905, haste los soviets que tomaron el poder en la revolucign de octubre y ios consejos obreros ereados en el curso de las revoluciones alemana, austviaea, hdngs: 3, espafils, la segunda revolucién hiingara y otras, esta forma de orcas nizacién del’ poder proletario se ha impuesto siempre en Ia. practice “o. volucionaria por razones obvias, Esta forma de organizacién es de una gran flexibilidad; hace posible asticulaciones alternatives tanto en el plano territorial como fared (soviets de obreros, de soldados, de campesinos pobres, de estudiantes, de marineros, etc.). Asimismo, permite incorporar al maximo a la mace de combatientés en el ejercicio del poder, y superar en gran medida la sepa, acién que existe entre las funciones legislativas y las funciones eftna. fivas, Facilta el control de las masas, la transparencia de lat operaciones Ja elegibilidad y la revocabilidad de los: elegidos, crea, sobre rede ‘marco ideal para la democracia proletaria y socialitta, porque constinye qm {eatto donde las diversas tendencias y partidos obreros ‘pueden coon patirse ideoligica y politicamente, a la vez que un limite racional a eon {icha: el pacto de unidad de accién, ef minimo de disciplina aceptade {Gut al enemigo comiin, que consttuye la condicién minima pare par” ficipar dentro de la vida de los consejos (jno se puede participar en an Comité ‘de huelga sin ser huelguistal), pacto cuyo respeto las propies Basis vigiln con tanto celo como vigilan el respeto ala demberecs Es poco probable que en las revoluciones futuras se inventen formas de organtacion del Y ; ae 33 Guda alguna, la mayor parte de las veces. La experiencia particular de la deformacién, a partir de la degenera- cién burocrética del Estado obrero en la URSS, y sobre todo la expe- Fiencia de la dictadura stalinista, ha creado una inmensa confusién en relacién a las potencialidades democriticas de un Estado fundado sobre el poder de los consejos obreros. Experiencias ulteriores, tales como el sofocamiento, por medio de la violencia, de los consejos obreros de Hun- gria en 1956, y el sofocamiento, menos violento pero no menos perni- Cioso, de los comienzos de la democracia socialista en la Repiiblica So- cialista de (Checoslovaquia después de agosto de 1968, han confirmado, al menos a los ojos de los observadores més objetivos, Ia contradiccién que existe entre la dictadura stalitista y el Estado fundado sobre los consejos obreros, ms que confirmar su pretendida identidad, Sin embargo. ‘ain subsiste mucha confusién acerca de esto, y los mitos defendidos en- camizadamente por los. dirigentes soviéticos y sus satélites, respecto a la doctrina leninista del Estado, no sirven sino para levar agua al molino de quienes niegan que, al margen del cuadro de la democracia parla mentaria burguesa, sea posible una forma superior y real de democracia. Recordemos pues, a este proptsito, algunas verdades elementales. Marx y Lenin nunca sostuvieron el principio absurdo segin el cual, dentro del marco de Ia dictadura del proletariado, sélo habria lugar para un solo partido, o segiin el cual la propia clase obrera sélo estaria representada por un solo partido. Por el contrario, toda la experiencia del movimiento obrero demuestra. que la multiplicidad de las tendencias y de los partidos que, se reclaman de la clase obrera corresponde tanto a una diferencia cién’ social, como a las diferencias ideolégicas inevitables en el seno del proletariado.” El derecho de tendencia y Ia libertad de formar nuevos partidos —respetando la legalidad socialista— no sélo responden a esta realidad, sino también a exigencias de eficacia manifiestas. Numerosos problemas que enfrenta el poder obrero son problemas nuevos, sobre los cuales sélo Ia practica (y una practica a largo plazo) permitird, en defi- nitiva, separar a los partidarios de las diferentes soluciones. Al suprimirse el derecho de formar nuevos partidos, el partido en el poder acaba, ine- vitablemente, con la democracia dentro de su propio seno. En efecto, esta democracia exige el derecho de tendencia, y ¢cémo no acusar a'una 2 A este respecto, véate el interesante estudio de Oisip K, Flechtheim sobre la sociologia dela divisién del movimiento obrero alemin entre el partido social- deméerats'y el partido comunita “(1820-1938)” Ene extadio revels claansente ‘que en el momento en que alcanz la més fuerte implantacién obrera el pe- Flodo 1921-1826, el partido comunista conquista la preponderancia de Tae ra as industriales donde lot salarios son més clevados y la concentracién indus- tral ex mayor, en tanto que el partido socialdemécrata conserva. la hegemonia, sobre las capas obreras con retibuciones més bajas y mayor dispenién (Die KPD. in der Weimarer Republik. Buropiische Verlagsanstalt, Francfort, 1969, pp. 311-821) 34 gar = tendencia que leva a cabo una lucha encarnizada, sobre cuestiones de principio, de ser un nuevo partido en potencia? Pero, al terminar con la democracia interna, todo partido reduce automaticamente la oportunidad de evitar los erores poles, y prolonga el plazo necesario pars core girlos. . ‘La democracia de los consejos implica el libre acceso a los medios ma- sivos de difusién (prensa, radio,~televisidn), a los materiales de propa. ganda, a las salas de reunién, etc., para todos los grupos de trabajadores que respetan la legalidad socialist. Toda la argumentacién que Lenin hhace acerca de la superioridad de la democracia soviética sobre la demo. cracia burguesa, desde el punto de vista del ejercicio efectivo de las liber- tades democraticas por parte de las masas de trabajadores, esta fundada en tales prerrogativas. La idea de que sdlo el partido en el poder puede disponer de la prensa y de los medios de difusién masiva, de que slo dicho partido tiene el derecho de designar a los directores de todos los petiédicos y de establecer la censura sobre las informaciones, idea que Brézhnev y sus acélitos en diversos paises —incluso en Checoslovaquia— defienden encarnizadamente desde la “(primavera de Praga”, se halla en contradiccién flagrante con los principios leninistas de la democracia so- viktica, tal como estin formulados en El Estado y la revolucién. Debe recordarse que Lenin sefialé en miiltiples ocasioniés que aun el problema de saber si los derechos democraticos debian concederse o no a los bur- gueses no constituye en modo alguno un problema de principio, sino simplemente un problema de relacién de fuerzas y de eficacia*” La idea de excluir del beneficio de este derecho a la mayor parte de los traba- jadores debido a que no aprueban Ja linea momenténea del partido co- ‘munista, jamds se le habria ocurrido, Evidentemente, la aplicacién prictica y fiel de los principios de la de- mocracia socialista esté en funcién de la lucha de ‘clases real y no en funcién de deseos abstractos y buenas intenciones. Cuando su régimen se halla amenazado, la burguesia, aun la més liberal, en numerosas oca- siones suspende las libertades ‘democréticas que avaramente ha conce- dido al pueblo, establece dictaduras y crea un clima de terror sangriento em contra de los oprimidos. Animados por la voluntad de conservar st nad recientemente adquirida, los trabajadores se defenderén con en- samizamiento ante las tentativas del capital por restablecer su poder. Entre menos violenta sea esta lucha, el Estado obrero seré més estable, fas relaciones sociales menos tensas, y las restricciones impuestas al. ejer- eegee libertades democraticas para todos los adversarios del nuevo i serin menores. El Estado obrero, Estado al servicio de la gran ia y que reprime solamente a un pufiado de explotadores, deberé,

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