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Panorama general de la ciencia moderna Peter J. Bowler e Iwan Rhys Morus Traduceién eastelana d= Joan Soler CRITICA Barcelona i Introduccién: Ciencia, sociedad e historia S i le decimos a alguien que estamos Jeyendo sobre hiscoria de la ciencia, su primera reaccién seguramente sera: «;¥ esc-qu Por instinto, asociemos 1a ciensie al mundo moderno, no al ps2: tal modo 2 Panorama general de la ciencia moderaa que ahora ineiuyen nuestra capacidad para interferir en los aspectos esenziales de muestra naturaleze biolégica y psicoldgica e incluso en la propia biosfera del planeta. De hecho, seria una sorpresa que la his- toria de estas dceas de Ie ciemcia no fuera controvertida, Los propics cientificos se sienten relativamenre satisfechos con el heche de que algunos de los grandes descubrimientos tuvieran conse~ uencias que cbligaran a todo e! mundo a replantearse sus valores re- ligiosos, morales ¢ filoscficos. Las libros de texte ciemtificas a menu- do cuentan historiss sabre los grendes descubsimientas en las que tos aparecen como p2sos de un proceso acumulativo en virtud del cual s¢ ha desarrotlade muestzo conocimiento del munco natural, Si los nuevos conocimientos supontan ta desafio para las creencies exis- tentes, la gente simplemente tenfa que aprender & aceptarto, Indada~ Iblemente, la fristoria de la ciencia cansigue parte de $1 ptislico el ex~ pPlorar el irapasto ce la ciencia en el -nundo en su sentido.mas apo. Fero también le gusta evelear les histories tradicionales que los cien- iicos cuentan sole el pasado, y en algzanos casos suoed> que éstos seciben las resultados con poco entusiasmo. Con mucha frecuencia, sesulta que las narracionzs convencionalzs se simpliticen demssiaéo: ‘hay mites. que , en las que los cientificos han respondico de modo implscable cuarde los sociélogos han puesta en tela de juicic la objetivided de la oropia ciencia, evi- dencian que hey en juego algo.mas que-un siayple-condlicto ent cho cientifico v valores subjetives, Aquellos a quienes ro les gustan las coasecaencias Ce la cienzia estén cada vez mis inclinados a soste- nner que un proceso que genera técnicas potencialmente peligrosas no paede considerarse una mera adquisicida de conocimientos objetives. Lahistoria de la ciencia se ha visto arrastrada de menera inevitable a les guerras cienticas habida cuenta de que Ta municicn usada gor los, atacantes procede ée la reconsideracién de éreas c’ave en las qu> en el pasads la ciencia dio lugar a cortroversias. Los crfticos sostienen que Jas mismos fardamentos del «conocimiento» cientifico son los que es ‘én contaminados for las valores. La ciencia crea sna visi6n de! mun- do qu observa a través de gafas oscuras. por lo que dificiimente de- bariamos sorpendemos si resulta que lo que se nos presenta como ceanccimiento ticnds a reforzar el sistema de valores del complejo mi liar-induscrial que lo financia. Los eientificos reaceionan con furia ndo se ven frente a este tipo de arguments. Si la ciencia es slo otto sistema de valores sin ms privilegios que ningin otto, ;por qué funcioaa tan bien cuando la aplicamos para manipular el mundo me- diance Ie tecnologia o la medicina? Los gue pagan al menos Io hacen 4 Penorana general de is ciencia moderna por la obtencia de restltados, no por un cuento de hades. Aqut exis- te una verdacera tensi6n, y la historia de Ia ciencia se ve envvelta por i cette como una de les principales fuentes de informaciéa sobre céme-funcicna realmente la ciencia Por tanto, todo aquel que en esta visién general de la historia de la ciencia madema espere encontrer una lista de grandes descubrimien- tos incontmvertibles va a llevarse una soxpresa. Précticamente todos 15s temas y cvestiones cue analizamas son objeto de un interso deba- te, a menudo mantenido por perspectivas dispares derivadas de actitu- ‘des de los historiadares hacia La ciencia modema en sa conjunte.o ha- cia teortas concretas y sus aplicaciones. Como dams clases en Irlanda de] Norte, estamos acostumbrados a la idea de que la histaria puede egar a se- el campo ce batalla en el que personas con opiniones en- contradas pretenden validar sus creencias. La historia irlandesa puede contarse desde dos Spticas muy diferentes, en funcién de si se con- templa partiendo de una perspectiva nacionaliste. 0 unionista, {Fue Oliver Cromwell el hérce que dio seguridad a la eivilizaci6n britdnica en Ilanda, o el villeno que masacré a los habitantes de Drogheds? De- pende del punto de vista: cada band ha construido sus mitos del pa- sad, y tarfo uno como otro pue:ien quedarse desconcertacos cuando el historiador scadéiico investiga estos mitos en busca de pruzbas ‘concluyentes. Sin duda la historia de la ciencia pone en 2ntredicho muchos de los mitos creades par los que presentan la ciencia como waa bilsqueda incorp6rea de la verdad, pero grespelda forzasamentee a Js que sostienen que fio es més que la expresién de en determinado sistema de valores? Ta. vez sea posible ua camino intermedio, que Preseate una visién de Ia ciencia como ura actividad humana, bien es osibilidad de que el cientifico descu- bbricea fenémenos que clo pudieran explicarce por In intervencidn di~ vvina, Mas adelante, se negé 2 que emtrara un gjemplar de El origen de tas especies de Darwin 2n Ie biblioteca del Trinity College de Cam- bridge porque sustitufa el milagro divino por la evoluciéa aztural. Sin embecgo, para une generacién nueva de pensadores redicales de fina- les del siglo xtx, el dacwinisme confirmé que la ciencia proseguia su Sey Ietroducei§n: Ciencia, sociedad e historia 7 atacne contra las antiguas supersticiones, zeanudando la campaiia in:- ciaca por Gelilzo, Surgié una nueva generacién de historiadores que hacian hincapié en to inevitable de uaz «guerra» entre eiencia y rel:- gin, una guerra que la ciencia gemaria ineludiblemente, La History af the Canjiict beoween Science and Religion (Historia del contlicto er tre cieacia y zeligion] de J. W. Draper suzuso un esfuerzo innovador er esta reactivecién del programa de Ie Tlustracién. La metéfora del conflicto sigue domiaan:o Is discusién popular sobre la relacién entre ciencia y religiéa, anngue dicha metafora ha sido ampliamente puesta enentredicho por histor-adores posteriores. Para los que (como Wheivelli corservaban la esperanza de que lt ciencia y la religién pudieran funciorar ea armonfa, el programa mé- tesialista d> Ta Mlustracién era un verdadero peligzo para Ja ciencia alentaba a los cientificcs a abandonar su objetividiad en favor de 1a arrogante sfirmaciée: de que las leyes de la naturaleza pocien expli- catlo todo. Science and the Modern World (Ciencia y mundo moder- no] (1926), de Alfied North, exhortaba a la comunidad cientitica a volver la espalda a este programa materialista y regresar a una vision anterior en Ta que la natoraleza se estuciaba suponiendo que revelaria pruebas de propésits divino. Este modelo de historia de ia ciencia re- ckaza episodios come el juicio a Galileo tachinso\os de sberraciones y describe la revolucién cientfiies: como algo fundado en la esperanza {de que la natursleze pueda considerarse ls obra artesanal de un Creé- dar racional y benevolen:e, Para Wailehead y otros de su genercién, lamisria evolucién podria considerarse camo el despliegue ce un pro- pésitodivino. Este debate entre dos opiniones enfrentadas con respec- toa lacienzia —y, por tanto, sa historia— sigue vivo ex Ia actualidad. En el sigio xx, el legado del programa racionalista se transforms excel trabajo de marxistas como J. D. Bernal. Bernal, eminente criste- I6erafo, reprendis 2 Ia comunidad cientifica por venderse a Ia indus- tris, Ea su Social Function of Science (Funcisn social de la eieacis] (1839) exigié un campromiso renavado para el uso de la siencia er bien de todos. Su Science in History (Ciencia en la historia, de 1954 fue un intento monumental zor describir Ie ciencia como tna fuerza Potencial para el bien (como ex el programa dz la Iustracisn} que bi- bia sico distorsionada por su as.milacién en el complejo militsr-in- & Pancroma general de la cienzin moderna dustrial, Asi, en un aspecto importante, los marxistas pusieron en tela dde jaicio el supuesto de que el avence de la ciencia representabs.e zrogreso de le racionatidad humana. Para ellos, la ciencia habia surgi- do camo un producto secundario er. la brisqueda del ominio téenico sobre la naturaleza, no en Ie bissqueda desinteresada del conocimien- to, y la informacién que acurulaba tend a reflejar los intereses de ka sociedad en cuyo sene actcaba el cientifico. La timalidad de Ios mar- sistas no era crear uma ciencia estrictamente objetiva, sina reestractu- rar la sociedad para que la ciencia beneficiara a tados, no s6lo alos ea- pitalists. Rechazaban el programa defendido por Whitehead tildandslo de cartina de humo para oculcar Ia implicacion de la siencia en el censo del capitalismo, Asinismo, muchos historiadares intelectuales reaccionzron furiosos ante Lo que consideraban la denigracién de la ciencia, que aparecfa implicita en abras como «The Social and E20- nomic Roots of Newton’s “Principia”» [Raices sociales y econémizas de Ios Principia ée Newton], éel h'storiador soviético Boris Hessen, de 1931, Bl estallido de la segunda guerre mundial puso de relieve dos visiones opuestas de la historia de Ia ciencia, ambas relacionadtas con. Jigros revelados en la Alemania nazi. La visién optimisia de la Iustracién y a idea del progreso ilimitado se habfan esfuriada en les calamidades que sufrin ahora el mondo occidental. La ciencia posia volver la espalda al materalismo y renpvar sus vinculos con la reli- én, 0 valver la espela al capitalismo y ponerse a techar por el bien de todos. Fue en ese momento cuando la historia de la ciencia empex6 a ab- tener reconocimiento como especializacién académica diferenciada, ‘Con anterioridad, se habian realizado tertativas en ese sentido, que sin embargo no fructificaron, EI erudito belga George Sarton fundé en 1912 la revista {sis —que hoy todavia existe como érgano de la So- sciedad de Historie ce la Ciencia—, pero al trastadarse a América le re- sultd imposible corvencer a 1a Universitas tle Harvard d> cue cresra ‘un departamento de historia de Ia ciencia. Los primetos departamen- tos de especialistas erapezaron a flarecer slo después de la segunda guerra mondial, lo que reflsjaba una prescupacise porel Lecho de que las repercusiones tecnolégizas de la cieacia causzban aora tanto im- pacte que era esencial un andlisis més ampl.o para comprender eémo Iniroducciém: Ciencia, soctedad ¢ historia 9 tabia Liegado a desempefiar ese >epel predominante en In sociedad. Ne cbstante, con el comienzo de Ia guerra frfa contra la Rusia sovisti- ca, fue inevitable que la perszectiva marxista de Bernal acabara mar gitada. Pese Ins evidentes conexiones con la tzenologéa, Ia imagen Ge le ciencia como un subpreducto de fuerzas econdmicas y sociales cra inaceptable. La elternativa era volver a la idea de que, em la cultu- 0 cecidental, la ciencia constitufa ura importante Fuerza intelectual que allaciaba el camino del progreso no sélo pot su subcrdinacién a la industria sino también por su independencia y su émovacién, Io cual ros ha procurads un mejor conocimiento de la nacuraleze en un nivel teético. El subproducto eran les aplicaciones prictices de este revo conocimiznto —los marxistas lo decfan erréneamente al revés—. Estas aplicaciones padieron estudiarse totalmente al margen del de- sarrollo de la actividad cientifica en su cempet definen no s6lo técnicas aceptables para aborder problemas sinc tam- bién qué problemas guardan relacién con la investigacién. No sor prende que las circurstancias favorezcan Ia tearfa, pues las positilic des de falsificacién son minimes si trabajemos en éreas «seg:rass. La Ciencia. Mevada cabo bajo la influencia de un parzdigma dominante es lo que Kuhn llama oneeptual nuevo, incompatible can ningin otro, Pero también considera la cizncia como una actividad social: Ios cien- tificos desarrollan Iealtades profesionales al paradigma en el que han sido instruidos, las zuales también limitan su capacidad para poner en 14 Panorama general de le ciencia moderna entzedicho el stats quo. Si esta interpretacion es vélida, hay momentos en los gue Ta ciercia 20 es nada okjetiva. Por el contrario, los ciemtifi- 005 se valdrén de cualquier traco permitido para defenderla teoria en la que se kan fundado tantas carreras, Puede parecer que cuando se pro- uce una revolucién se rescablece la objetividad, pero éta pronto se pierde, ¥ aunque por lo visto el nuevo paradigms amplfa noestra esie- rade conocimienros al ocuperse de hechos que no era posible incluiren Ja vieja tzoria, Kuhn seftala casos en que se abandoraron lineas satis- factorias de investigacién que seguian el paradigma viejo para adoptar el aucvo. Bs i6gico que los cientificos se mostraren profundamente descontentos cor. el andlisis de Kuan, pero ‘0s historiadores —aunque criticos on su medelo real de revolnciones—entendieron que su enlo- ‘que era una alternativa alentadoca, que parecfa cfrecer ur. modelo mas realista de cOmo se lleva a cabo realmente Is actividad cientifica Sccidlogos de la ciencia camo Rotert K. Merton y sus discipalos también empezaron a fijarse en las circunstancias sociolégicas que ppasibilitar Ia ciencia Aungne Merton deba por supuesto que el corio- ‘cimienta cientifico era ef sencilla resultado de aplicar metedologia cientifica, atirmaba que hace falta estzbleoer determinadas cond:cio- nes sociales, 0 «normas». para que la comunidad cientiica sea capaz de prosperar y aplicar el método cientifico coms es debido (Merton, 1973), Sin estas normas —o reglas de conducta comprendidas por la mayorta— la cieacic se verta distorsionada de diversas manera debi de a la contaminacién iéeolégica. Merton idertificé cuatro normas: uriversalismo (las decleraciones cientificas se evaliian de forma im- paccial, sin eferencia & les cientificos que las tacen); comunistno (co- nocimiznto cien-ifice que perteneze a la comunidad cieatifica y ro a los ciemtificos en cuamo indivicues); cardcter desinteresado (los cien- tificos no desarrollaa nipgiin vinculo emccional ni de ninguna otra clase con su trabajo); y escepticismo metSilico (los cientificas some- sistoréticamente sus afirmacioncs cientifieas a veriticaci6n rign- rose). Las nonmes de Merton preterdian praporcioner un moco de dis~ tinguir Ja ciencia de ctra clase de actividades amén de definic las circunstancias sociales en las cuales puede prosperat. A diferencia de Kuhn, Mertan no crefa que las citcunstancias sociales pudieran atec~ tar a Gesantallo del conocimiento cientifico mientras las nommas esti ' | Introducein. Ciencia, sociedad ¢ historia 15 \vieran en vigor. Séloen las soziedades donde las normas eran inedica- ‘ces —como en la Alemania nazi—Iegaba la ciencia a estar conta:ni- rads por factores ideal6zicos. Posteriomment se-han Llevado a cabo trabajos sobre las ideas con- tenidas explicita o implicitamente en la obra d= Kuhn, a veces coa orientaciones que él no aabria aprobado, En la acualidad, algunos cconsideran su liteo uaa aportasi6n innovadara al medo de andlisis de- nominado posmoderaismo, si biea Ia princizal fucate de este movi- miento procede de filésofos franceses como Michel Foscauit (1970; véase Guiting, 1989) 0 Jecques Derrida. Pera algunos, al menos en el seno de la comunidad cientifica pesmederra, la ciencia no disfrata de ninguna posicién de privilegio como fuente de conceimienta, puzs Ia literatura cientifice constituye s6lo uno entre muchas conjantos de textos en. competencia que se proponen hiacerse 2on e] coatrol de nares ‘wos pensamientos y actividaces. El éxito ée la ciencia se besa no en ‘ningiin valor de verosimilitud en sus propesicicnes sino en In capaci- dad de sus defensores paca imponet a los dems sus propias intexpre- taciones y «lecturas». Segiin el modelo de la historia del pensamiento apertado por Foucault, Kuhn estuvo may acertado al afirmar que pa- radigmas socesivos representan diferentes eriterios de andlisis que ne pueden compararse abjetivamente entre si. Es como un cambio gestalt Jo que parece evidente desde una perspectiva simple posible verlo ni entensierlo desde la otra. As pues, se vie re abajo Ia idea global de ciencia que oftece un conocimiento objeti- vo acumulativo del mundo, lo que provoca la indignacién entre los cientificos que ven come una importante smenaza para su posiciOn la wizqvietds académice» que respalde Ia visi6n relativista del conogi mianto (Gross y Levitt, 1994; Brown, 2001). En las cortroversias re- sultantes, que Hegaron a conocerse como .as «guetras de la ciencia», huso cientificos que defendfan su papel de expertes que of formacién objetiva sobre e1 mundo frente a los sociGlogos que insis- tfan an que no habia que conceder estatus de privilegio 2 ninguns ver- sién del conocimiento. Unos cuzntos historiacores fueron san lejos como elguries posmodemos en su deseripcién de Ia ciencia como us coajun:o de textos independientes sin relacién alguna con =I mundo material. De cualquier mods, tas ideas de Kuhn y Foveauk nos han 15 Panorama gereral deta ciencia moderna obligado a penser con mucho mas eaidade en los estudios de periodes anteriates, recalcado la necesidad de evitar la ‘ectura de ideas moser- nas en libras antiguos y alertedo sobre la posibilidad de que conceptes y distinciones que hoy damas per sentados pudierzn sar literalmente impensables para generaciones anteriores de cientificos. Les protestas contra la izquierda scadémica tambiéa se han meni- estado cortra otro avancs inr>ortante que ha influido en La histocia de 1a ciencia: la intensificacién del interés en c6ra0 fenciena la comuni- dad cientifica. Kut Hamé Ia atenci6a sobre el poder que tienen des- tacados cieatifizos para determinar el modo en que sus alurnnos y co- Jegas ceaccionan ante hipstesis nuevas. Sélo los ms excéntricos estarian ispuesios & «causar perturbaciones> sugirindo un enfoque totalmente nueve, tdctica cue tnicamente zendria éxizo cuando casi todo el mrun- do hubiera empezado a admitir de mele gana que el paradigma actual estaba atravesando dificultades, A continuacién, los historiadares Jos secidlogos ce Ie ciencia comprerdieron que, 20n frecuencia, no astuba tener buenas ideas o pruebas sélidas que les respaldarar —el clentifico ée éxito ha de convencer a sus colegas de que tomen en se- rio las ideas nuevas, a menudo enfrentadas a mucafsimas propuostas rivales—. Aunque puede ser bonito imaginar que siermpre ganard el one de las mejores pruckas, les coses casi munca sca tan sen lls, En efecta, es rara que las pruebas y Jos datos nuevas sean tan inequfvooas que susciten conformidad inmedieta, Ei éxito 0 el fraca- so muchas veces depende también de factores «no cientificas», como el acceso a una buena ‘inarciaciGn de las inzestivaciones, a ciertes puestas de trabajo © a los consejas editoriales de revistas importances. ‘Asif pues, la aparicisn de la forma maderaa de comunidad cientifics con sus sociedades, reuriones y publizaciones, ha scabado coavirtién: ase en un elemento crucial en la creacién de ciencia come la enten-_ Li accualidad- ¥ estudiar una cevolucia> conileva revelar ‘edmo la nueva teoria se abriéi camino entre las maniobras politicas que termtinaron qaién ten(a inflvencie en la comuridad, al tiempo que su- pone analizar cambios e innovaciones conceptuales en la préctica (Go- Tinski, 1993). No odstante, en le actualidad a investigacin sobre estes factores ba tascendido el modelo Kuhniano, ues est clare que a medida que IniroducciOn: Ciencia, sociedad v historia i7 Ja corsunidad cientifica ha ido aumeatendo de tamafo, se ha ido expe- izando y fragmentando cada vez més. Sucede con frecuencia que ciertas teorfas llegan a ser dominantes en el seno de una tn.ca y pe- ‘quetia comuaidad de especialistas, de modo que los trabajos. mas in- novadores requerirdn la creacién de ur: afirman que los =ientifices oliticos profun- damemte arraigacics, ne dete sorprender que ninguno de los bandos pa- rezca capaz de logrer una victoria permanent: en el debate, por muco que tno ¥ otro aseguren estar haciecdo ciencia buena. Las eacamizadas contraversias que se hen preducido ly se produ- zen todavia) ea algunas éreas de la biologfa indican que ao podemos pasa: por alto el cuestionamiento de los sociSlogos respecto ala obje~ lividad de ta ciencia. Los fisices pueden sostener que su conocimien- toes «ands imefutable» porque 2s mis fécil cue lo continmen Iss prue- bes experimentalss, pero los sociélogos 10 establecen distinciSn alguna entre ciencias ducas y blanéas, ¥ desde luego la historia fro- porciona ejemplos en los que la bisqueda de ccnoeimiento en fisica he reflejado Jos valores y creercias gensrales de los cicatificos. embargo, al final no queremos presentar la historia de la ciencia de tal ‘moda que nos veamos obligades a tomar partido por uno v otro tando on les guerras cientifices, Tanto 1a historia como la socivlogta de la ziencia procuran mumerosas pruebas de que Is cienciaes una actividad humana, no un proceso automatizado que podria ser llevado a cabo { 20n ¢1 minimo éxito por ur ordenador g-gante. Las campromisos filo- | s6ficos, les creencias religiosas, los valores politicos y los intereses Frofesiorales han ayudzdo a determinar la meane-a en cue los cienttfi- | 20s kan construido y promovico sus modelos del mundo. Como mu- 22 Panorasna generat deta ciencic: moderna cho, s6lo wnos cuantos radisales posmodemas han afirmado que 1a jencia es simplemente algo imaginario, Ciertas socislogos del cone- cimiesto cientifico, como los miembros de la Escuela de Edimurge. J los historindores Ce la ziencia que han adoptado sus iéeas saben que, para que un programa de investigac:én sea efectivo, sus defensores hhan de generar resu'tades mensurables, en cuyo caso se ampli el —en el sentido de la capscidad para describir » controlar Ia naturaleza—. A este respecto, lgunos de los portavaces de la cien: cia en las guerras citadas pacecen estar apuntando a un objetivo eqi vocado, La cuestién no es realmente si este vincule cor la préctica sa- tisface el sriterio de objetividad de los fildsofos: si los sientfficos estaban encantados con Ia adivertencia de Popper dle que padian pro- porcionar informaciGn vAlida s6io de forma provisional, deberian se= ccapaces de aceptar el modela cientifico mis realis:a surninistraco por histociadores de inclinacién socialégica. Al fizel también los cientifi os tiznen alge que ganar cen un motelo de desarcollo cientifico que acepla que, efectivamente, proporcicna un conocimiento mache mis sofisticada sobre cémo funciona el mundo pera se niega a consicerar que aquél confécciona un modelo de naturaleza totalmente itnparcial y verdadero de forrae inmutable. Vivimos en una époce en cue la gen- te ¢ menudo descubre que Jes cient{ficos oman pa-tido en asuntes po- lémicas relacionados con 1a salud pablica 0 el medio ambiente, Es preciso saber que la investigacién cientifica es un proceso complejo en el cual no es imposible que dos proyectos totalmeat: legitimos sugic~ ran pesturas er frenadas cor. respecte-a determinaco asanco controve:- ‘ido, Todo aquello que ayudare a la gente & en:eader par que Jas inves- tigaciones nuevas no pueden ofrecer respuestes inmediatas a todos los problemas complejos serfa una ventaia, y no un peligro, para los qve cestin tratando de defender la integridzd y la antoridad Ge la ciencia. ¢Por qaé ciencia moderna? Este Libro plantea nna historia de la ciencia modema, pera ahara ex- plicaremos en pocas palabras par qué nos certramos tanto en les tt ‘mos siglos. Una generaci6n amarict de estudiosos habrie dado por Ineroduccién: Cienci ia, sociedad e historia 23 sentido que una visién general de la historia de Ia ciencia debta co- menzer cor Ia ilosofia natural de los aatiguos griegos, reconocer las ‘importantes aportaciones dal islam y a continuacién ocuparse del re- racer cel aprendizaje en el Occidente medieval, antes de pasar a abor- sdat la revoluci6n cientifica de los siglos xv1_y xvi. Al tcmar esta e- volucién como funte: de partida, no pretendemos sugerir que Ios vances anteriores fueran insignificantns, y a quienes ceseen saber mas acerca de los fundamectos sobre les que se ha erigido la ciencia modema les instamos a que consultan el estudio de David Lindberg t- tulado Los inicios de ia ciencia occidental: ia tradicién cientfica eu- Fopea en el contecta filascfica, retigioso e institucional (desde 660 8. haste 1450) (1992). Bs especialmente importante que reconczea- mos la douda que la cienc'a moderas tiene no sélo can la antigliedad elésica sino también con ln civilizacién del islam, que alimentaron y

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