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EL CONTRATO SOCIAL O PRINCIPIOS DE DERECHO POLITICO JEAN-JACQUES ROUSSEAU ‘Traduccién: Leticia Halperin Donghi 5 Introduceién: Horacio Crespo Silctece Geral ~ Onan Fanes S306 | 0 94 [eodhsenu © 2008; Eton La Pagina S.A = es rier te [= eo ga oar ee eae Fa ‘Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723 nS INTRODUCCION 1 La fuerza y vitalidad de la presencia del pensamiento de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) en nuestra época se debe en bbuena medida a la radical novedad spiritual, algunas veces ex- presada en clave profética, con la que abordé muchos de los pro- blemas centrales que han preocupado al siglo XX: la compleji- dad del ser del hombre y a necesidad de penetrar en sus pliegues ‘mds ecdnditos para comprender sus contradicciones existencia- les; la urgencia de recuperar las fuentes naturales dela vida las dificulades y paradojas de la politica la libertad y la democra- cia; las injusticias profundas de un sistema de relaciones econé- micas y sociales agresivamente usilitariasy competitivas. ‘Uno de los rasgos de mayor impacto de la obra roussoniana radica en su penetrance andlisis dela personalidad humana, ¢j cida sin concesiones, comenzando por la suya propia. de lo cual «s testimonio privilegiado su autobiografia, las célebres Confsio- ne, Rousseau nunca acepeé separar pensamiento ¢ individual ‘dad, escindir sus teorias de la aventura personal. Sofiador y va- gabundo, filésofo y antiflésofo, escritor, misico, perseguido, neurético, lindando muchas veces con el deltio paranoico, lat rmiltples facets de su trayectoria y temperamento componen, tun mosaico fascinante que de todos modos revela, a veces, aris- tas reprobables o abiertamente miserables Rousseau -hombrey sctitor~ se constituye en torno a un mo- tivo decisivo: una insatisfacién absoluta con la sociedad que le resulta intolerable, y frente ala cual la experiencia intima es, ala ‘vee, refugio, via de conocimicnto y laboratorio de las més radica- les recusciones, “Es por el conflicto con una sociedad inacepea- 5 ble por lo que la experiencia intima adquiere su funcién privile- giada", nos dice Starobinski en su fundamental crabajo sobre el pensador ginebrino (p. 10). Es esta operacién de indagacién en l propio ser como fuente de una teorizacién més objeciva, la que permite que la aparente dispersién extrema de su obra recobre su tunidad al nivel de proyecto, de intencionalidad. ‘Un lugar comdn de la reérica dieciochesca, la oposicién en- ‘reser y patecer, puede ser un buen punto de partida para el and- lisis de su obra. Desde el inicial escandalo de la mentira,revela- do en una temprana experiencia recobrada autobiogrificamen- ‘e-con perepicacia ¢ intensidad, se tensa el arco de toda su escri- tura posterior. Escindalo que revela al joven Jean-Jacques ~bru- talmente~ la falta de trangparencia en las relaciones sociales. A propésito, no deja de inquietar que en otro gran indagador de Ia inceraccién humana, Georg Simmel, la mentira adquiere—con un sentido especularmente opuesto— una dimensién positiva, aunque rudimentaria, en cuanto actora de la necesidad de ocul- tamiento sobre la cual pueda constituirse dich interaccién. Advierte Rousseau, y algunos episodios de su infancia reco- gidos en sus Confevione lo registran con profusién de detalles v vidos alarde de reflexién introspectiva, que las conciencias es- tn separadas y que la evidencia inmediaea resulta incomunics- ble pese a ser expetimentada por nosotros mismos de manera ireeusable: “Rousseau desea la comunicacién y la ranuparencia ddelos corszones; pero su espera seve frustrada,y, eligiendo el ca- ‘ino contrario, acepta ~y suscita- el obrtdculo, que le permite roplegarse en la resignacign pasiva y en Ia certeza de su inocen- cia" (Searobinski, op. cit). A partir de este inicial descubrimien- to el paraiso se ha perdido, pues el reino edénico supone prec samente la transparencia de'las conciencias que se reconacen in- ‘mediatamente entre si. La condena de la inocencia perdida es la casi insoporeable necesidad de vivir en la opacidad. Un exist a ‘6 siemtas respecto de los otros, que levanta una muralla insupera- ble en téeminos del buen vivie, Bl drama de la caida no es en Rousseau un episodio ajeno a la cexistencia terrenak: el filésofo cransiere el mio religioso a la his- ‘oria humana, que se divide irreparablemente en dos edades. La primera, el momento dela inocencia, que no es otro que el reino apacible de la pura naturaleza. La otra edad, la ertible, es el deve- nr hist6rico, que se consticuye sobre la negacién de la nacuraleza original del hombre. La cafda, entonces, no pertenece al orden de lo divino y porlo tanto ineluctable, sino que es un accidente dela propia historia humana, radica en Ia contingencia del aconteci- ‘miento y no en la necesidad ontolégica. El hombre no esté nece- sariamence condenado a vivir en la desconfianza mutua, en la opa- dad del no-teconocimiento inmediato, en el vicio. Puede reha- ‘ero aun deshacer su historia, con el propésito de recobrar la trans- parencia perdida. ¥ sila recuperacién ya no es posible, de todos modos nos asst la posibilidad de enfrentar al mal en la prc ‘eal de la historia humana. La incervencién en contra del mal su- pone una libre decisién del sujeto y puede manifestarse diversa- ‘mente: reforma moral através de la autodisciplina personal, edu- cacién del individuo en una nueva sociedad tal como lo postula en el Emilio, Formacién politica dela colectividad, Esta dltima opcién, efectuada a través de nuevas instcuciones politias ideale, supone la elaboracién fuera del tiempo hist6ri- co de los conceptos que posibiliten la animacién de la eiudad vit- ‘wos: é5te es, ami juicio, el lugar en el que se inscribe El contna- 1 social. Establecer los fundamentos de a legiimidad de toda so- ciedad, s6lo posibles si se limita la violencia contra los elementos bisicos de la condicin del hombre: la libertad y la igualdad. Ci- ‘o algunas clara proposiciones de Rousseau en su libro: “Me pro- pongo investgar si dentro del radio del orden civil, y consideran- do los hombres tal cual ellos son y las leyes tal cual pueden ser, z ‘existe alguna formula de administraciéa legitima y permanente", firma respecto al objetivo central de su tratado. En cuanto a la ‘conservacidn de las calidades esenciales del hombre sefala, como Jos presupuestos del contrato social legitimo: "La enajenacién to- tal de cada asociado con todas sus derechos a la comunidad en- tera, porque, primeramente, dandose por completo cada uno de losasociados, la condicién es igual para todos; ysiendo igual, nin- sguno tiene interés en hacetla onerosa para los demi, y por otra parte: “El hombre pierde su libertad natural y sus derechos iimi- tados a todo cuanto desea y puede alcanzar, ganando en cambio lallibercad civil y la propiedad de lo que posee”. [La naturaleza es la gran inspiradora del sistema politico de Rousseau. Si la sociedad civil no es natural, debemos remontar- nos a un momento anterior a tt constitucion para indagar acer- cca de la indole del hombre en estado de naturaleza, y en esto nuestro autor se mueve en el cerreno del presupuesto antropolé- ico de la flosofia politica moderna planteado inicialmente en ‘lsiglo XVII por Hobbes. Por cierto que no hay que incusrir en clettor frecuente de pensar que Rousseau csté haciendo historia ‘ancropologia con base en conocimientos empiticos cuando it ddaga acerca del estado natural del hombre; al respecto resulta ine- ‘quivoco un pasrafo del Discurso sobre el origeny fundamento de la desigualdad entre los hombres: “[..] no es empresa sencilla la de discinguir lo que hay de original y lo que hay de artificial en la nnaturaleza actual del hombre, ni de conocer perfectamente un e- ado que ya no existe, que tal vex no ha exstide, que probablemen- eno exstird jams y del cual es necesario sin embargo, tener no- ciones justas para poder juzgar bien de nuestro estado presente” (las cursivas son mias, H.C.) Flestablecimiento de la condicion natural de la especie humana es un presupuesto logico que sirve de fundamento al andlisis de la real historia del hombre y de su condicién actual, por mas que Ia fuerza de la escritura de Rous- seau pueda sugerir por momentos, de la poderosa creacién mi- fica del buen salvaje, una evocacién sugerente de un pasado que cefectivamente pudiese haber existido, reconocible en algiin tin- ‘con arcidico del mundo contemporineo y paradigma de las en- sofiaciones roménticas que Chateaubriand en su Atala y Gau- {guin en el mundo tahitiano consagrarian posteriormente, 'A partic del establecimiento del saber acerca de la naturaleza ‘original del hombre —tema central del Discurso acerca del origen dela desigualdad, cuya comprension es indispensable para siuar fl verdadero lugar desde el que se escribe El contrato social un derecho natural prepolitico tal como lo predican ls teorias jus- rnaturalstas es, para Rousseau, un contrasentido, s6lo explicable por una falta de radicalidad en la busqueda de esa condicién por parte de los investigadores que lo precedieron en el ratamiento del asunto. El reconocimiento del estado natural humano exige tun esfuerzo extraordinario de la mente, ya que no tenemos aho- ‘ra ningdn posible coneacto con él. El hombre natural se ha ocul- tado decrés del velo supuesto por la transformacién sufrida al en- «rar en sociedad, por el paulatino borramiento que supuso la ero- sin del eranscurrir de la asociacién civil, Esto explica un segun- do error de los pensadores politicos (destinatarios principales de cexte dardo son Hobbes y Locke): adjudicar al hombre en estado cde naturaleza caracteristicas que son, en realidad, resultados ne- gativos adquiridas en la vida en comiin: la envidia, la descon- fianza, el deseo insaciable de posesién que engendra la propic dad privada, la agresividad, y ~sobre todo~ la raz6n. Asi, Rous- seat: no sdlo se aleja de los fildsofos contractualistas del XVI, si ro también de la gran tradicién aristoxélica que consideraba al hombre un ser naturalmente politico, lo que daba fundamento ala concepcién del derecho natural preexistente ala instiucion del Estado y la normativizacién de la sociedad. Hay un camino que conduce del hombre nacural al hombre 9 civil, no inscripco necesariamente en cl orden ontoldgico de los Jhumanos. El paso, como ya afirmamos, carece de legalidad tras- cendental. Es slo contingence, resultado de un decerminado aca- cer, se inscribe en el puro nivel de los acontecimientos. Es la historia, entendida con este carderer no telealégico y sujeraa una indagacién de indole conceptual no empitica, antropolégica, la que produce la sociedad civil, y de esta manera se introduce en |a teorfa politica roussoniana. La otra senda para el reconoci- ‘miento del hombre natural y, de esta manera, para poder fundar cl conocimiento dela transformacién efectuada por el orden :0- cial ~tambign transitada por Rousseau es la indagacin intima, Ja inerospeccién, via para acceder alos latidos més sencillos del alma humana, al donde todavia pueden reconocerse los vesti- _gios més auténticos del hombre natural no corroido atin por la accién de la historia. Para investigar al hombre en su estado natural, hay que des pojarlo de todas las cualidades propias dela vida socal y pol cca Ia primera es la raz6n. La razén depende del habla, y el ha- bla es ya vida social. El hombre natural no es, entonces, animal racional. Es s6lo animal. No teme a la muerte porque no puede concebirla. Sélo se aparta del dolor. No necesita luchar con sus ‘congéneres, salvo en condiciones de extrema penutia de los més clementales bienes de subsistencia. Es ocioso, ya que el hombre industrioso de Locke es resultado de una sociedad més desarro- Mada. Alienta sélo dos pasiones bdsicas: el deseo de autoconser- varse y una cierta piedad hacia los suftimientos de otros miem- bros de su especie. Esta iltima condicién le impide ser brutal con sus congéneres, salvo cuando exté en juego su conservacin. La bestia de presa el hombre natural de Hobbes, también es pro- dducto del desarrollo histérico. No tiene moral: lo que hace, lo hhace por placer. Tiene el atriburo de una cierta bondad, slo de- finida en sentido negativo: carece de maldad. 10 Considerado as, slo existen diferencias fisicas; todos los hom: bres son esencialmente iguales por naruraleza. Del estado natural no puede extraerse ningin derecho para que alguien gobierne a Jos demas. El derecho del més fuerte, que podria aducitse por la diferencia fsica como condicién natural, no es tal. Primero, por- que en todo caso el esclavo puede rebelarse, y si doblegara al amo, dejarta de serlo. Ninguia moral lo obliga a obedecer. Segundo, porque ningiin hombre, en la condicién natural, necesita excla- vo. La familia tampoco es fuente del derecho politico, porquc en cl estado de naturaleza no existe. Las relaciones entre hombre y ‘mujer son casuales y a madre sélo cuida asus hijos por inscinto: no interviene aquf ninguna auroridad o deber. Deeste cuadro extrac Rousseau dos caracteristicas fundamen rales que ocupan el lugar de la raz6n en la distincién del hor bre respecto de los otros animales y son las cualidades espec cas del estado primordial dela humanidad. La libre voluntad, ya que el hombre, aunque en buena medida aetia por los instintos, wceptar y rechazar, Puede desafiar a la naturaleza. puede el hombre mejorarsusfacultades y trans- _mitir sus mensajes a toda la especie. Es perfectible. De esto sedes- prende que el hombre natural es sélo pura potencialidad, sélo posbilidades. Es una bestia ociosa que se solaza en la sensacién gozosa de su propia existencia, 1 Lateoria del buen salje significa para Rousseau recuperae el sentimiento, las fuereas instintvas y la bondad primordial del hombre natural frente a la degradacién progresiva del hombre aplicado a a raz6n yal progres cientifico. En st Dizcuro sobre las cencasy ls artes de 1750, Rousseau subrayé el nulo aporte n ‘moral de las artes y del desarrollo racionalista del conocimicnto, hasta legar a afiemar que por el contrario favorecen la corrup- cidn, con lo que se distingue de las grandes gues de la Hustea- Cin, creyentes de la naciente religién del progreso. El distancia- into roussoniano de la razén se fundamenta en que és ero- siona la fe religiosa, las emociones, ardores y entusiasmos y el lamor patsidtico,sefialado este ilkimo como “la més heroica de todas las pasiones".Alienean aqut ls primeras llamas del roman- ticismo, ala vex que el espiicu militate a favor dela patria que stark en el corazén de ls eétctos dela Francia revolucionaria ¥ napolednica y que seria registrado como signo de una nueva época por el sorprendido testimonio de Goethe en Valiny. ‘Dectamos antes que no podemos separar El comeraa social de las laboraciones teérieas de los dscursos precedentes. La con- cepeién de Rousseau se inscribe en el marco de la conceptual zacién del contractualismo elaborada por la filosofa poitia de 1a época clisica. Rousseau establece un gran didlogo en clave po- lémica con Hobbes y Locke. La distincién bisia entre los dos grandes pensadores inglesesy el ilésofo ginebrino radica en una diferencia sustantiva en la antropologia que funda sus distintos desarrollos tcSricos acerca de la naturaleza del contrato y de ba ‘misma sociedad que en él se origina. Para el aistocritico tebrico del poder absoluto y también pa- sacl fundador de la tradicién liberal, el paso del estado de natu raleza al de sociedad se realiza mediante un acuerdo entre indi- viduos egofstas que, para salvaguardar su vida y sus intereses,re- ‘nunciaban al uso privado de la fuerza, delegdndola en el poder soberano. De esta manera la sociedad emerge como resultado de Jos puros intereses individuales, sin consolidar intereses propios ¥ auténomos como conjunto. En este modelo el concepto de bien comin earece de sentido ya que la sociedad es séo la surma- toria de las expectativas de los particulates y resulta el espacio de 12 realizacién y armonizacién del cAlculo interesado de cada uno de fos agentes egoistas que la integran. Esto permite, en particular desde la concepcién de Locke, la derivacién hacia ls ideas au- torregularorias de la sociedad, expresadas en la obra de Adam ‘Smith, en las que el mecanismo de enfientamiento entre sujetos aurénomes en el mercado y la correccién de los sucesivos desa- jistes particulares que se producen como resultado de esa ding ‘mica en una armonizacién general no subjetiva, realizada a tra- vésde la accién de la mano invisible, conduce a que la estructu- ra ccores sociales particulaes y ausénomos / automatism compen satorio como corrective general objetivo active como Fundamento de toda la operatoria social Laancropologia del ginebrino le permite proponer una supe- racién de la teorfa de Hobbes, Locke y los ilustrados, Reconoce cl instinco natural que empuja al hombre a inclinarse alo part- cular y a beneficiar sus intereses egofsts, pero en el hombre so cial y por supuesto en el ciudadano encuentra una fuerce ten- dencia hacia lo colectivo que contrartesta la primera inclinaci6n y otorga la posibilidad de la dimensién moral que faltaba en la sola conveniencia de los partculares respecto del orden social ‘que fundamentaba las teorlas anteriores. La eorfa de Rousseau rompe con la tradicién del pensamien- topolitico quelo precedi6. Considera.ala sociedad correctamen- tefundada como una comunidad que vale por s{ misma, al com- partir un proyecto moral con existencia independiente de los in- tereses particulares de cada uno de sus integrantes. Por esto, la sociedad no es un agregado andrquico de voluntades individua- les lo unidas por el temor y el egoismo, sino una asociacién si ‘uada por encima de sus componentes. De allf Rousseau extrae la fuerza de su concepcién cendiente a la igualdad, fundada en los sentimientos del hombre comiin y sencillo, que desarrollaré ampliamente en el Emilio o de a educacién. La igualdad estars 13, nel cento dela justifeacién de un orden civil no pervero, pre- sente en El contro social. Bl extado nacido del pact inicil en- ‘clos hombres tiene la obligacién de garantzar la liberad at ‘és de las leyes, promover la equidad distibutiva de la iqueza y lenta un sistema educativo basado en inculear en los ios un acre sentimiento de amor por la colectvidad. Sobte estos be- nefcios se basa el dificil equilibrio propuesto por Rousseau en El cone socal, en donde intent justificar una sociedad que cncadena asus integrants pero ala que, sin embargo, resulta be- ‘eficioso percenecer. Cada hombre decide entregarse totalmente Ia comunidad en dl acto de acuerdo generalizado, el mismo “contrao social”, por el que se funda la sociedad. Como este hecho es ejercido si ‘multéncamente por todos, ningin sujto se entrega a oto en particular, nadie queda por encima o por debajo desu semejan- tes, y todos ganan ya que lo que se pierde individualmente en el acto de entrega es compensado favorablemente por lo que x cibe de los demés. En la eélebre férmul roussoniana se expresa asf: “Encontrar una forma de asociacién que defiends y proteja con laferza comiin la persona y los bienes de cada asociado, y por el cual eada uno, uniéndose a todos, no obederca sino asi ‘mismo y permanezca tan libre como antes" ‘Asi conecbido, el “contrat socal” genera una nueva entidad ‘moral colectivaa la que pertenecen todos los ahora ya “ciudada- nos”. En lateoria politica de Rousseau es necesari distinguir n- techombrey ciudadano. El primero remite Gnicamentea si con- dicién natural, mientras que el segundo es el que efecivamente aleanza derechos tales como los de libertad, igualdad y propic- ded. Esta distincién separa a Rousseau de la tadicién jusnatu- ralista que aseguraba los derechos al hombre como tal, previo a Is conformacin del acto contractual y al nacimiento de la so- ciedad civil. De esta forma Rousseau puede resolver lt contra- 14 dicei6n instalada en la base misma de su obra, entre atacar y al mismo tiempo aceptar feverencialmente a la sociedad. La im- pugna en tanto que el progreso y el racionalisme de los ilusera- dos, a través del edleulo individual y egotsta, conduce a grandes privlegios y desigualdades; la celebra en cuanto se convierte en fl medio a través del cual los hombres obtienen la libertad civil ‘como proyecto solidario capaz inclusive de mejorar la condicién de liberead natural del hombre animal Lacomunidad, como persona moral independiente, tiene una voluntad propia, la célebre voluntad general, diferenciada tanto dela voluntad particular, que es la que aplica cada individuo en relacién asus propios asuntos, como de a voluntad de todos, en- tendida como sumatoria de voluntades particulares, que podria cexpresarse por ejemplo a través del sufragio universal. La volun- tad general debe descubrirse, no puede crearse, y por definicién se refiere a las cuestiones generales y nunca se aplica a resolver intereses particulaes. Es s6lo una, y su carderer de generalidad ‘extriba en que express el interés comin. Dice Rousseau: "Cada tuno pone en comin su persona y codo su poder bajo la supre- ma direccién de la voluntad general, y cada miembro es co derado como parte indivisible del todo”. La cuestién mds compleja del concepto de voluntad general ceté Vinculada al problema de la disidencia. Rousseau no ads teel disenso, en la medida en que al expresarel bien comiin cual- aquiera que discrepe con ella lo hace consigo mismo. Esto plan- ‘ea un punto contradictorio enere la responsabilidad del hom- 2 bre-ciudadano y Ia libertad individual como condicién y bien sustantivo de los sujetos. Rousseau resuelve este problema, al me- nos en El contrato social, a teavés de la distincién ya anotada an- tes entre hombre y ciudadano, La libertad absoluta de la condi- cidn de hombre se transforma en una libertad desnaturalizada en cl ciudadano, definida por la tendencia que tiene cada uno de 15, los actores sociales en hacer predominar la voluntad general s0- bre la voluntad particular. La libertad del estado social, la liber- tad de ciudadano, consiste enconces en elacatamicnto de ls 6 denes del soberano, es decir del pueblo como ente moral inca Es depender de la voluntad de todos los ciudadanos y no de la dealgunos. La garancia de esta nueva libertad desnacuralizada se sitda en ‘que la dependencia respecto de la voluntad general debe ser fia, invariable, inflexible e igual para todos porque, de lo contrario, las instivacioness6lo servirlan para reproducir la arbitrariedad y los prvilegios. La forma en que debe plancearse esta dependen- cia cra eavés dela frialdad y generalidad de a ley. La sujecidn ddetodos antela ley, entendida como expresion dela voluntad ge- neral, permite aleanear una dimensién de legitimidad en cuan- to a la igualdad de todos los ciudadanos, supetior a la esponté~ ‘nea que surgia en el estado de la naturalera. Este papel central de la ley reinserea la contradiccién en el pensamiento roussoniano. Es cierto que la ley en tanto registro de nuestra voluntad y, a la ver, dela voluncad colectiva, garan- tiza la libertad individual y, simuleineamence, la de todos. Pero 1a pregunta se desplaza, situndose entonces en relacién a quién redacta la ly. Sorpresivamente, después de haber negado con én- fasis la posiblidad de la delegacién del poder legislaivo a los ‘cuerpos de dipurados, Rousseau afirma la necesidad del legsla- dor como escriba de la volunted general, resueta en una figura imiticaen la que se evoca a Moisés, Solén y Licurgo. Nucvamen- te aparece el Rousseau desconfiado y eseéptico, dudoso de a ca- pacidad de los hombres asociados, y en este nivel de su discurso dl pueblo s6lo es capaz de vorar las leyes que un inspirado legis- lador le proponga. La voluntad general recrea un consenso permanente de los ciu-

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