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Josephine y Anderson Un amor danzante nderson y Josephine nacieron y crecieron en mundos distintos que dificilmente terminarian por cruzarse, si no fuera porque el amor y el azar a veces parecen or- questados desde un espacio paralelo que hace posible lo imposible. Anderson crecié y vivid su infancia y adolescencia en la vio~ Jenta Comuna 13 de Medellin, el imperio de Pablo Fscobar; Jo- sephine, entre palacios reales de la monarquia sueca jacional EI padre de Anderson fae patrullero de la Policia de los afios noventa, cuando Pablo Escobar, el matioso mis san guinario, registrado en los expedientes de la cocaina y ol exceso, instauré lo que la historia de la infamia del paiy recuerda como el “Plan Pistola”, una macabra estrateyia para asesinar policias. Solo en enero de 1990), bajo esta tétrica modalidad, cuatrocientos uni formados perdicron la vida en Colombia. Escobar pagaba un mi llén de pesos en esa época, unos cuatrocientos ddlares, por cada agente muerto. Fue tal la violencia que deyplegé durante esos afios que, segtin cifras oficiales, en Medellin, su citidad natal y la de Anderson, entre 1990) y 1994 acabé con la vida de 27 000 per- sonas. Entre ellas, el padre del hoy esposo de Josephine. Anderson crecié en un mundo de malandros, bombas y ame- nazas hasta que conocié a Josephine, el amor de su vida: una cuasi princesa nérdica que lleg6 a Colombia a comienzos de la década del 2000 y con la que hoy tiene un hijo y una historia que parece sacada de un cuento de hadas. 208 VANESSA DE LA TORRE La madre de Josephine, Agneta, y la reina Silvia de Suecia, tejieron desde la juventud una amistad a prueba incluso de la muerte. Fueron como hermanas porque sus esposos, el hoy rey y el padre de Agneta, se conocieron desde la infancia y se convir- tieron en mejores amigos. Las mujeres heredaron esa cercania y compartieron los embarazos, los primeros aiios de crianza de los hijos, las vacaciones de invierno y los planes futuros de la vida, hasta que Agneta fallecié tras una desgastante batalla contra un cancer atroz, dejando sin madre a su pequefia hija Josephine, que entonces tenia ocho afios. La reina Silvia, profundamente con- movida por la partida de su mejor amiga y por el dolor de la nia, quien se enferm6 de diabetes tras el golpe emocional de la pér- dida de su madre, abraz6 a Josephine como si fuera una mas de sus hijas. Se volvié crucial en su educacién y en las decisiones que marcarian su destino, La ha acompaiiado desde entonces con cariiio y firmeza en sus planes, sus aventuras apasionantes y sus aciertos y desaciertos por el mundo entero, incluido su viaje a Colombia y su locura de amor. Anderson y Josephine encajaron en la vida porque los dos practican capoeira, un exético arte marcial que combina ritmos y que se extendié en los sec- movimientos africanos y brasilefios, tores populares de Medellin, Bucaramanga y Bogota desde finales del siglo XX. Anderson es un reconocido capocirista y coincidio con Josephine en la capital antioquefia cuando ella hizo una pausa de su viaje de trabajo a Colombia para adentrarse en el maravillo~ so mundo de esta manifestacion artistica. La recogié en taxi y la Hevé a pasear por los parques de Me- dellin, Ella, dubitativa, sin entender muy bien de dénde venia ni quién era Anderson, se dejé seducir por su talento, sus atenciones y su innegable guapura. Lo que comenz6 siendo la aventura de lana atraccién gobernada por los movimientos del cuerpo y la exoticidad de un pais tropical, terminé convertido en una historia 206 net JOSEPHINE Y ANDERSON de vida. Anderson aprendié a hablar sueco e inglés para estar jun- to aella y Josephine le abrié las puertas de los palacios en los que crecié y se adentré en el corazén de una Colombia herida para comprender las angustias, los dolores y las fortalezas del hombre que amaba. Es una mujer atractiva, de piel dorada. Poseedora de una voz suave casi melancélica que oculta el ventarrén que Heva por den- tro. Llegé a la capital colombiana a los veinticuatro afios impul- sada por conocer los cambios sociales y econémicos que estaba viviendo este pais suramericano que albergaba la guerrilla mi antigua del mundo y se perfilaba para un proceso de paz que pa- recia prometedor. —Yo trabajo en cine y television, asi que me interesa el dra- ma —explica—.A mi cualquier cosa que pueda ser una fuente de historias nuevas, me encanta. Vivia en Nueva York y trabajaba como productora de cine, teatro y television, cuando escuché hablar a un periodista de Na- tional Geographic sobre un programa para la resocializacion de ni- fios y nifias que habian pertenecido a grupos armados ilegales en Colombia —Era un periodista muy interesante que nos conté la historia de un sacerdote que lideraba una iniciativa para la reintegracién de menores de edad victimas de la guerrilla y de los paramilitares. Me impacté mucho —explica. Mientras lo escuchaba hablar, se le fue armando en la mente un proyecto cinematogrifico que terminaria siendo la pelicula de su propia vida. —Me parecié que Colombia podia ser una experiencia dife- rente, Buscaba hacer una investigacién para, tal vez, convertirla en una mega produccién de Hollywood —cuenta. La reina Silvia, su madrina, habia creado en 1999 la Funda- cién Mundial de la Infancia, una organizacién de apoyo a menores 207 VANESSA DE LA TORRE afectados por abuso y explotacién sexual en diecisiete paises del mundo, por lo tanto, tenia alianzas con el gobierno de Colombia Y conocia relativamente bien la situacién a la que terminaron so- metidos tantos nifios en medio de un conflicto de cinco décadas. A Josephine le parecié interesante conocer el pais, su gente y sus menores heredados de la guerra. Con el apoyo de su madrina, la reina Silvia, se contacté con Diana Cerén, directora de la Fundacién Mentor Colombia, filial de la Corona sueca, que desarrollaba proyectos de prevencién de drogadicci6n y alcoholismo entre nifios y jévenes en las principa- les ciudades colombianas. Le conté a Diana lo que tenia en mente y desde la primera Hamada telefonica se formé entre ellas una amistad que las llev6 a sumergirse en las historias de la guerra y la paz pero, también, a compartir los secretos de la historia de amor de Josephine y Anderson. —Yo sencillamente queria conocer Colombia como una persona normal, en jeans y camiseta —dice Jovephine. Diana se sumé a sus intenciones y le ayudé a organizar el viaje que queria. —Si vienes, te puedo mostrar el pais —Ie dijo Para entonces Josephine habia caminado por la alfombra roja de los premios Oscar y los C ines, y aunque se movia en un mundo poderoso y glamuroso en el que los sueios no parecian tener limites, no estaba satisfecha con su vida. En el fondo de su corazén y su cabeza germinaba una semilla de inquietud frente a las carencias sociales de los paises menos desarrollados, alimentada por el pasado de la reina de Suecia, que es europea pero también latinoamericana. La hoy monarca del pais nérdico nacié en 1943 en Heidel- berg, Alemania, en el hogar de un padre alemin, Walther Som- merlath, y una madre brasilera descendiente de espafioles, Alice de Toledo. Se conocieron en Brasil y se casaron en 1925. Tuvieron 208 eee re rs Eee eee | JOSEPHINE Y ANDERSON cuatro hijos y se trasladaron a vivir a Europa, pero durante la Se- gunda Guerra Mundial, cuando Silvia, la hija menor de la pareja, tenia dos aiios, la familia regresé a Brasil. All Ja futura reina de Suecia crecié y estudié gran parte del colegio, entre los sabores gustosos y el aire selvatico intenso y exético de uno de los paises mis fabulosos del planeta. Durante esa década viviendo en América Latina, Silvia co- nocié la samba, el sabor del mango y el olor de los arbustos que rodeaban su casa. Se sumergié en playas magnificas de mares al- borotados y fue formando desde la infancia, en esa sincronia de dos culturas tan distantes y tan poderosas, una personalidad fuerte y un espiritu libre a prueba de temores. De su padre alemdn le quedaron los rigores y las determinaciones, los modales impeca- bles y una conviccién férrea que la ha Ievado a hacer de su vida lo que ha sofiado. De su madre brasilera heredé la candidez que ha sabido transmitir a sus hijos y a quienes ha amado en Ia vida, incluida, por supuesto, su ahijada Josephine Cuando se terminé la Segunda Guerra Mundial, la familia de la reina regresé a Europa. Silvia, que hablaba espafiol perfecto, luego en otros lu- cos de Manich comenz6 a trabajar en el consulado argentino y gares como traductora, Durante los Juegos Olimpi en 1972, conocid a Carlos Gustavo de Suecia, entonces anfitrion del evento. Pasaron de venias protocolarias a ser los protagonis~ tas de un romance profundo, que concluyé en boda cuatro aios después de los Olimpicos y de un amorio térrido, inicialmente secreto, entre una plebeya preciosa y un principe que pas6 a ser rey en 1973. Silvia renuncié a su nacionalidad alemana y se volvi6 ciudadana sueca para poderse casar y convertirse en monarca el 12 de marzo de 1976. Le dicen “la princesa bailadora” desde la noche previa a su boda, cuando la legendaria agrupacién sueca ‘Abba le canté Dancing Queen, un icono musical de la década de 1970. Después explicaron que no se la habian compuesto a ella, 209 | VANESSA DE LA TORRE pero que les parecié apropiado como un generoso homenaje car- gado de buena vibra para la nueva monarca, que desde entonces ha enfrentado con dignidad las duras y las maduras de su reinado, Silvia de Suecia es madre de tres hijos: Victoria, la princesa heredera al trono, siete meses menor que Josephine y su mejor amiga; Carlos Felipe y Madeleine. A finales del 2010, enfrenté uno de los momentos mas com- plicados de su vida cuando la prensa de su pais le conté al mundo que su padre, Walter Sommerlath, habia estado vinculado con el nazismo. En TV4, el principal canal de television sueca, emitieron ese afio dos reportajes en los que documentaron cémo se enri- quecié gracias a la confiscacién de la empresa de un potentado judio aleman en 1939, cuando entraron en vigor las leyes racistas que permitieron a los poderosos y pudientes, vinculados con el nazismo, arrebatarle arbitrariamente las propiedades a los judios El pais se aterr6 y la reina opt6 por pedir pablicamente a los servicios de inteligencia de la monarquia que investigaran y le entregaran todas las verdades, por més dolorosas que fueran, en un intento por callar los rumores y defender su dignidad y la de su familia. La reina de Suecia es guapa, ambiciosa y exquisita. Desde que crecié en Brasil, cuando los tanques de la Segunda Guerra hacian. temblar a Europa, ha mantenido intactas esas pasiones por otros mundos y otras lenguas que ha transmitido a sus hijos y a su ahi- jada Josephine Por su parte Josephine ha sido siempre una nifia inquieta y curiosa que lleva en la sangre la pasion por el cine y el recuerdo de su madre, pero también las inquietudes de quienes habitan en las favelas de Brasil, que se han reproducido por tantos paises del mundo. Fue esa pasi6n, fomentada por la reina Silvia desde la in- fancia, lo que la llev6 a Colombia, donde conocié al amor de st vida haciendo capoeira. 210 EE eee eee eee oe eee eee JOSEPHINE Y ANDERSON | osla inspiracién que le dejé su conversacién con el perio- | 7 de National Geographic, se embarcé en un avin desde Nueva | yok ¥ aterrizO en Bogota en un dia de sol resplandeciente. Se isl un pequeiio apartamento del norte de la capital y co- vena de DANO de su amiga Diana a sumergirse en una ciudad | gotica pero fascinante, en la que se movia tras bambalinas un undo que necesitaba descubrir. __Diana me recogia cada mafiana. fbamos a visitar proyectos, patios. Me mostraba cémo era Bogoté y haciamos planes sobre jpges nuevos para conocer —cuenta Josep gus vinculos tan cercanos con la monarquia sueca pasaron des- xercibidos ante la gente en general, pero le sirvieron para abrirse tas entre las autoridades. Era, finalmente y por més jeans y stiera, la ahijada de una reina europea con un gran sca de inspiracién en un pais donde Ga- poert camiseta que Vis epirity aventurero en bus briel Garcia Marquez se habia inventado el realismo magico. —Ese fire el viaje més alocado de mi vida —cuenta—. Pasa- litares, a conocer unos querer adoptarlos a de ira y con la ente, siempre ron tantas cosas: de la guerrilla a los parami nifios increfbles con historias que me hicieron ‘odos;me impresionaron mucho esos chicos leno: cabeza revuelta por haber tenido que matar a tanta g tatando de sobrevivir, Era un mundo diferente ~e™ oa experiencias sin prece plica. en Un mundo que la condyj lentes Su vida, i —Recuerdo especialmente qu inter | tetior del momento, miembros de la li 7 Politicos, en siete helicpteros Blackha e fuimos con el ministro del policia, la DEA y algunos fk, a conocer unos cur dos nos explicab: ncreible conoce i an por 4 5 de coca en La Macarena. Los solda a ue sane fumigaban con glifosato, y par mi er” &o —cue nta, de las oe ida una Sn Josephine no olvida como en ese episodio, mei vd "88 mas complicadas del pais en mater"? de orden P Co VANESSA DE LA TORRE helicéptero en el que viajaba tuvo que despegar de afin cuando legaron a la zona presuntos guerrilleros que pusieron en riesgo la vida de quienes estaban en la misién. —Habia como veinte soldados distribuidos alli para prote- gernos —cuenta—. Nos advirtieron que la guerrilla en ocasiones disparaba a los helicépteros y por eso todas las ventanas tenian rayones. Pero yo tenia veinticuatro 0 veinticinco anos, asi que para mi era emocionante ver todas estas cosas que solo vemos en las peliculas —dice. En algtin momento, mientras estaba sumergida en el paisaje tomando fotos y conociendo sembrados de coca, escuché gritos y ordenes. —jVuelvan al helicéptero! —exclamé uno de los militares Corrié con su cdmara fotografica en la mano tratando de que no se le soltara, pero no pudo contenerla —Desafortunadamente, una parte de esa grabacion se perdié —dice—. Esto fue hace como trece anos. Yo corria y me reia, porque estaba muy nerviosa. El ministro y los oficiales de la DEA que iban con nosotros estaban despegando y solo quedaba un helicéptero en tierra, en el que ibamos Diana y yo. De repente senti que un soldado me agarré de la cintura y literalmente me levanté para subirme al helic6ptero. Me tiré al helicéptero —na- rra. El aparato despegé a toda velocidad con los pies de Josephine colgando en el aire. —Todo eso sucedié muy ripido —explica—. Justo en el mo- mento en el que despegamos, entraron los guerrilleros en camio- nes a la plantaci6n. Estaban apenas veinte metros por debajo de nosotros. El nuestro fue el tltimo helicéptero en salir de alli, Nada sucedié al final y, para ser honesta, los soldados ni siquiera sabian si esas personas eran de la guerrilla o si simplemente vigilaban ese terreno. Tal vez ni siquiera eran guerrilleros. No lo sé. Fue diver- 22 ere JOSEPHINE Y ANDERSON do y miedoso al mismo tiempo —dice con su voz tan calmada con la que va hilando recuerdos y nostalgias. Asi fue su aterrizaje en Colombia. El preimbulo de varios episodios mas que la enrutaron hacia un camino inesperado. —No queria regresar a Los Angeles, ni a Nueva York, nia los Oscar. Todo eso ya me parecia ridiculo. Realmente lo que vi me impresiond mucho —dice. Pero para poder regresar tantas veces como queria, necesitaba el apoyo de la reina.Y como ella también es dueiia de una historia de novela que la ha Hevado a apoyar con fortaleza y libertad a sus hijos y, por supuesto a su ahijada, puso a su disposicién todas las facilidades de la Corona sueca para que Josephine pudiera sumer- girse cuanto quisiera en este pais tropical. Desde su primer viaje a Colombia, la esposa de Anderson, se concentré en conocer los pormenores del trabajo de la Fun- dacion Mentor. Pero ademis estaba especialmente interesada en ¢] movimiento capoeirista, que comenzaba a ebullir en este pais. —Yo habia empezado a entrenar en Londres con un profesor que era bogotano —cuenta En Colombia, desde hace tres décadas, con Ia Iegada de ciu- dadanos brasileros migrantes, se fue articulando una interesante cultura de capoeiristas a la que Josephine tuvo acceso por los vin- culos de su tutor colombiano en Europa. Este la guio para que se vinculara con escuelas de Colombia. Asi llegé al Parque El Tunal, donde ha florecido este riquisimo arte, que nacié en el siglo XV en Brasil como una destreza de los esclavos de origen atricano para hacer mis levadera su vida en cautiverio. La capoeira en Co- sun trascendental mensaje de resocializacion, lombia tiene, aden: fortalecimiento y dignidad que, en esa busqueda de historias y con esa sensibilidad que la caracteriza, fascin6 a Josephine —Conoci toda la capital de Colombia —dice—. Entrené con unos chicos increibles, exdrogadictos y recicladores. Algunos 213 PACER eee nee See a VANESSA DE LA TORRE habian logrado ir a la universidad, otros todavia estaban en el co legio. Vivian para el deporte y por el deporte. Era su manera de seguir adelante con la vida. Josephine iba al entrenamiento todos los dias en las maiia- nas, y en las tardes y noches asistia a cocteles y eventos sociales. Quienes sabfan de su presencia se desvivian por atenderla y ella aprovechaba esos acercamientos para construir su propio criterio sobre este convulsionado pais mientras se sentia viva, plena y libre. —Estaba fascinada con todo lo que vefa en Colombia —cuen- ta. Los fines de semana viajaba con sus amigos de élite a Carta~ gena y otros lugares turisticos. Pasaba su tiempo entre los contras~ tes de un mundo de privilegios y otro lleno de carencias que le oprimia el pecho. Tras una primera stadia en Bogota, llegé el momento de marcharse. Regres6 a su vida glamurosa de Nueva York sin tener muy claro qué haria con toda a nueva informacion que tenia, Intenté seguir con su vida de siempre, pero no pudo aislarse de lo vivido y lo conocido. A los pocos meses se embarcé en un segun- do viaje del que jamas regres6. Esta vez se hospedé en el apartamento de su amiga Diana, y como ya conocia la capital, era mas independiente y se movia con mis confianza por la ciudad. Tomaba a diario el transporte piiblico en las mafianas, iba hasta El Tunal a practicar capoeira, visitaba los proyectos sociales apoyados por la Corona sueca, se desplazaba los fines de semana a casas coloniales espectaculares del Caribe colombiano, regresaba a Bogoté, volvia a entrenar y asi, entre bailes, misica, diversin, deporte, conversaciones, tra- bajo y goce, fue dejando su corazén en Colombia, sin saber que enamorarse le resultaria irremediable. Acepté una invitacion a un viaje de capoeiristas, una congregacién nacional, y fue alli donde conocié a Anderson Zapata. ala JOSEPHINE Y ANDERSON Lo de ellos fue una atraccién explosiva y casi que inmediata. El magnetismo fabuloso e inexplicable que nos Ieva a desbor- darnos con delirio y sin mesura. Dos personalidades fuertes co- nectadas por una pasion: Ja capoeira. Anderson ha practicado este deporte desde joven, y lo hace de manera tan magistral, que llamé la atencién de Josephine desde la primera vez que se cruzaron. El es la personificacién del galan latinoamericano. Alto, apuesto, de cuerpo firme. Hecho para ser abrazado. Ademis, un magnifico entrenador de capoeira, un conversador exquisito y el protago- nista de una historia de supervivencia de la que poco hablaba y que Josephine fue descubriendo entre conversaciones cotidianas mientras paseaban en taxi por la capital antioquenia Anderson vivia lejos del lugar en el que ella se estaba hos- pedando, pero se esmeraba en Hevarla y traerla todos los dias. Jo- sephine estaba fascinada. Era innegable que sus mundos e intere- ses eran distintos, pero el magnetismo de una conversacién que ninguno de los dos queria terminar fue rompiendo las barreras sociales que los separaban . —Yo no podia parar de reirme y de hablar con él —dice ella. El encuentro de capoeiristas terminé y comenzaron la vida juntos. Anderson viajé a Bogota para verla y se fueron a la isla de San Andrés. All, frente a un fabuloso mar aguamarina, entre besos salados y despelucados por el viento, se amaron sin prisa. Josephi- ne sofi6, entonces, por primera vez, con una vida para siempre sumergida en el cuerpo de su galin colombiano. Con esa idea en mente regres6 a Suecia. Le conté a su ma- drina, la reina Silvia, las anécdotas de un amor consumado entre los sudores del baile, La reina, que habia crecido entre samba y mojitos brasileros y que es la monarca de una nacién donde las iones morales son inconcebibles, diferencias sociales y las prohibii Ja abrazé con la comprensin de siempre ¢ hizo lo que ha hecho desde el dia en que se prometié que trataria de llenar el enorme 216 Meee vacio que dejé la muerte de la madre de Josephine: la acompan también en esa locura llamada amor. De regreso a su vida de antes, entre Los Angeles y NuevaYork, la Corona sueca, los libretos y los suefios de mega producciones evadas a la gran pantalla, Josephine no podia sacarse a Anderson de la cabeza. Se escribian, se llamaban, se buscaban a pesar de las diferencias horarias y de los mundos en los que vivian. Pasaban horas contandose las simplezas del dia y adelantindose los secretos que se iban a compartir la préxima vez que estuvieran juntos. Anderson Zapata, el hijo de un policia asesinado por Pablo Escobar, y Josephine, la ahijada de la reina de Suecia, estaban ena- morados. Decidieron entonces que la pasién frente al mar duraria toda la vida. Josephine escribié el libreto de su propia pelicula, le ayud6 a Anderson a conseguir un curso en el prestigioso Lon- don School of Economics, y un par de meses después del iltimo encuentro en Bogoti, el antioquetio Ilegé a Europa con la vida ito que lo acompaia del pasado en una maleta y un convencin desde entonces: el amor de su vida es ella, Llevan mas de una década juntos. Tienen un hijo y una es- Suecia donde la danza no es la principal cuela de capoeira en lecci6n. Son ellos dos, el idioma que inventaron para amarse, la manera como entrelazaron sus historias y el amor que supo borrar fronteras, la verdadera enseftanza detris de todo lo que hacen. Vi- sitan a la madre de Anderson en Medellin con cierta regularidad. Josephine sigue siendo de las entrafias de los reyes de Suecia, ami- ga intima de las princesas Victoria y Madeleine, y una productora genial de cine y televisién que encontré al amor de su vida al otro lado del mundo y de su propia vida.

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