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COMO SE RECUERDAN LAS VIDAS PASADAS f “ e Ads JINARA AVADASA EDICIONES OBELISCO JINARAJADASA COMO SE RECUERDAN LAS VIDAS PASADAS A EDICIGNES OBELISCO ‘Si este Ebro fe he inleresado y deste qué le mantengamas informade de nuesiras publicaciones, cscribanos indicdndonos qué temas gon de sy inte- rés (Astrologia, Auloayuda, Ciencias Ocultas, Artes. Marciales, Naturismo, Espiritwalidad, Tradicién) y gustosamente le complacereaios. Puede consular nucsiro catélogu ce www.edicioncsobelisco.com ‘Colecekin Ciésicos de la Autoayuda Camo se recuerdan Las vidas pasadas Jinarajadasa Ire febrero de L995 2" edigign: abril de 2002 © 1995 by Ediciones Obelisca (Reservados tados los derechos para la presente edicién) Edita; Ediciones Obelisec, 3.L- Pere IW, 78 (Edit. Pedro 1) 4" planta 5* puerta 2! Fase ‘Tel. 93 3H 85 25 - Fax 93 309 BS 29 03005 Barcelona - Espaira Castillo, $40 - Tel. y Fax, 541-14 771 43 82 1414 Buenos Aires (Augentina} E-mail: obelisco@ainel net ISBN.: 34-7720-411-K Depésiio Legal: B. 13.991 - 2002 Printed in Spajr Ienpreso er: log tallares grafieos de Romanya/Walls 5.4, de Capellades (Barcelona) Minguna parte de esta publicacién, incluso ¢l disefio de la cubierta, pucde ser reproducida, almacenada, transmitida o otilizada cn manera alguna ni por oingin medio, ya sea electrénicu, quimico, mecdnico, Oplico, de prabacidn o eleciroprifica, sin cl previo consentimientn per escrile del editor, |, Cémo se recuerdan las vidas pasadas Entre Jas numerosas doctrinas que han aliviado la car- ga de los hombres, no cabe la menor duda de que fa de Ja reencamacién es la mas cficaz. Eso no solo se expli- ca por el hecho de que uno nazca rodeado por el lujo y otro en medio de la pobreza, porque el unc sea un genio y 2] otro un deficiente, sino también porque nos aporta la certidumbre de que fos hombres se encuentran preci- samenic con aquella que han sembrado en e! pasado; asi pues, el pobre y el rico de hoy encontraran en la vida fulura aquello que desean, con tal de que empiecen a ac- tuar en ese mismo sentido a partir de ahora mismo; y de ese modo, hasta el deficiente, al actuar en una vida tas otra, $¢ formard una mente que, en un futuro lejano, sera similar a la de un genio. Cuande se oye hablar por primera vez de la reencar- acion, se supene, casi de modo natural, que se trata de una doctrina procedente de la India, ya que, como suele saberse, esta doctrina constituye ¢1 fundamento tanto del hinduismo como del budisme. No obsiante, la doctrina de la reencarnacién ha sido aceplada por numerosas creencias, ¥ no hay que buscar 7 sus origenes exclusivamente en las fuentes indias, Se oye hablar de Ja reencarnacién entre los aborigenes de la lejana Australia, y se cuenta de un indigena australiano que, al ser Ilevada al patibulo, se mostrs muy contento, ¥ que en respuesla a su actitud desenfadada, dijo: «Cag ef hombre negra y nace ef hombre bianco, que dispane de un monton de dinero para pastary. Esta doctrina ya era ensefiada por los druidas de la antigua Galia, y Julio César narra cOmo se impartia la doctrina de la reencarnacion a los javenes galos, y como consecuencia de la cual éstos no tenian miedo alguno de enfrentarse a la muerte. Les filésofos griegos también conocieron esta docri- na. Pitagoras, por ejemplo, afirno ante sus discipulos que en su vida pasada habia sido un guerrero en él ase- dig de Troya, y que después se encamé en el fildsofo Armetime de Glazomene. La doctrina tampoce fue ignorada por el cristianis- mo, si es que aceplamos las afirmaciones exactlas de Je- sis cuando se le pregunte si Juan el Bautista era el pro- fela Elias renacide: «Si queréis, poddéis creer que este es Elias que ha regresadon, a lo que se afiaden las siguien- tes palabras sipnificativas: «Quden tenga oidos para oir, que Giga», En ia tradicién hebraica posterior vuelve a aparecer la misma idea y el Talmud cita diversos casos de reen- camacion. La doctrina de Ja recncamacién ejerce una gran fas- cinacion para muchas personas, y Schopenhauer no exa- gera mucho cuando dice: «fe comprobudo gue esta docirina parece evidente a todos aquellos que han oido hablar de ella por primera vem». Algunos creen en ella repentinamente, y la reciben come un rayo de luz procedente de las tinieblas, y en- tonces comprenden con claridad el problema de la vida, al acepiar que la reencamacion es la solucién. Para otros, en cambiv, la creencia se forma gradual- mente, a medida que las dudas se van transformandg en claridad y que las preguntas encuentran una respuesta. Existe, sin embargo, una abjecién que se puede con- traponer légicamente a la creencia en la reencamacion entendida correctamente, tal como ensefia ta teasofia. La vbjecién consiste en plantear la siguiente pregunta: «Si es come dice, si he vivide en ia tiernt en otros cuer- Pos, Zpor qué no recuerdo ef pasado?», $i la reencarnacion es un hecho natural, deben exis- tit, ciertamente, otras muchos factores concomilantes que indiquen su existencia. Ningim hecho naturai permanece aislado y, por con- siguiente, deberia ser posible descubrir el hecho pot vias diversas, Lo mismo puede decirse de la reenearnacién; en efec- to, hay moultitud de hechos de orden psicolégico que de- Thusstran al investipador que la reencarnacién debe ser an heche de Ja naturaleza, y no una simple teoria. Al contestar a la pregunta de por qué no recordamos nuesiras vidas pasadas, lo primero que tenemos que di- lucidar es qué entendemos exactamente por «memoria. Una vez que tengames las ideas claras sobre el meca- tusme de la memoria, no tardaremos en comprender por qué recordamos o no recordames nuestras vidas pasa- das, En resumen, podemos decir que aquello que entende- Mos por memoria no ¢s una recopilacién de los aconte- cimientos que se han experimentado. Al recordar aquei incidente que me ocurrié ayer, cuando me corté un dedo, hay dos elementos que aparecen en mi memoria: en pri- mer lugar, la serie de acontecimientos que produjeron el dolor, como el manejo erréneo del cuchillo, el corte, la aparicion de la sangre, la reaccién sensible dei cerebro, 2] gesto de la mano, etc. Fn segundo lugar, la sensacién causada por ¢] dolor. A medida que transcurren los dias, las causas del do- lor retroceden hacia la periferia de la conciencia, micn- tras que los efectos, es decir, el dolor mismo, permane- cen en el centro. A continuacién, el recuerdo mismo del dolor retrocede hacia el fondo, por lo que ya no guarda- mes un recuerdo directo del acontecimiento, sino un Te- cuerdy indirecto, como una especie de tendencia, que se expresa en el mayor cuidado que llevamos al manejar instrumentos corlantes. Este proceso se desarrolla continuamente: la causa se olvida poco a poco por cuanto se la puede evocar en la mente subconsciente, bajo la influencia de Ja hipnosis, Mientras que el efecto permanece, cransformandose en una tendencia adquirida. En este proceso encontramos la ayuda de nuestro ce- tebro. Podemos considerar el cerebro como una registra- dora de los recuerdos, pero su funcion mas eficaz con- siste precisamente en eliminar los registros mnemdnicos que ya han sucedide; asi pues, el cerebro tiene una do- ble funcion, la de registrar y la de olvidar, Nuestra vida seria imposible si no tuviéramos la ca- pacidad para olvidar. Si cada vez que tratamos de mover 10 una extremidad tuviérames que recordar todos los es- fuerzos que hicimos de nifics para realizar ese mismo movimiento, junto con la excitacion y las dudas, y tam- bién con el sufrimiento que cso implicé cn aquellos mo- Tnentos, nuestra conciencia se encontraria tan sobrecar- gada de recuerdos, que el necesario movimiento de esa extremidad se verfa considerablemente retrasado e in- cluso impedido. Lo misme podriamos decir con respecte a cualquier otra funcién que ahora realizamos de forma automiatica, pero que en su momento fue algo que adquirimos cons- cientemente, Elio se debe, precisamente, al hecho de que olvida- mos el proceso de Ja adquisicién, a pesar de lo cual uti- lizamos la facullad que hemos adquirido. Ese proceso se produce continuamente en la concien- cia de todos y cada uno de nosotros. Se produce, én otros términos, un proces de trans- Mmutacién, cemo cuando se cambian las monedas de co- bre por las de plata, del mismo valor pero de menor peso; éslas se pueden cambiar a su vez per billetes de bance que representan precigamente su valor, o bien por un trozo de papel en forma de pagaré, cuyo valor incrin- seco cs nulo. En tal caso, basta firmar el pagaré para que se ponga en funcionamiente todo el mecanismo del cambio. Pues bien, con nuestros recuerdos de {as sensaciones, {os sentimientos y los pensamientos se produce un pro- ceso similar. Estos se guardan en categorias y se trans- forman en placeres y desagrados (en inclinaciones y aversiones), y Finalmente en talentos o facullades. Ahora sabemos que cuando manifestamos un placer i (inclinacién) o un desagrado (aversidn), para cada una de esas cosas con las que expresamos cualquier actitud especial, no hacemos otra cosa que recordar nuestro pa- sado, @ pesar de que no recordamos las detalles de la ex- pericncia que generd, en un principio, la emucion o la facultad. Micniras escribo estas palabras sobre la pagina, debo recordar algunos otros tiempos en las que me encontré por primera vez con cada una de las palabras en los Jibros de Jectura, y descubri su significado en algiin dic- cionario, cuando aprendi las ieccioney escolasticas, Aho- Ta, ch cambio, utilize esos recuerdos transfermados. En efecto, recordamos continuamente, y si no fuera por esos recuerdos acumulados en alguna parle de mi eonciencia {ya sea en las células cerebrales o en cual- quier otro Jugar, esc no viene ahora al caso), ni siquiera estaria en disposicién de conocer la palabra apropiada para expresar mi pensamiento o incluso para escnbirla de mode que el tipdgrafo pudiera reconocer las letras para componer la misma palabra. Por otro lado, se ha observado el hecho de que elvidamos efectivamente las causas uma 4 Lina; seria una verdadera locura si, cuando escnibo una palabra, tuviera que recordar cuando la vi por pimera vez. El cerebro es un instrumento de regis- tro de tal calibre que no obedece a la conciencia cuando deseamos remontarnos al ongen de los acontecimientos, excepto en algunos casos particulares. El deseo de recordar no va necesariamente seguido por recuerdos relativos, y eso es un hecho que debemos aceptar tal cual es. Bergson ha demostrado bastante apropiadamente que «pensamos inicamente con una pe- quefia pare del pasado, mientras que deseamos, quere- 2 mos y actuamos con todo nuestro pasado y con el im- pulse original de nuestra alma». Esta clato, que seria inutil tatar de recordar nuestras vidas pasadas con el simple ejercicia de la mente; a pe- sar de que el pensamiento puede recordar cualquier cosa del pasado, eso no es mds que una fraccién del todo. Por otro lado, basta sentir y a¢tuar para descubrir que nuestros sentimientos o acciones no son mds que el re- sultado del pasado que convergen en nuestra individuali- dad actual. Por esla razon, si queremos localizar los recuerdos de Tuestras vidas pasadas y ‘levarios a nuestra couciencia actual, en estado normal, debemos observar céma senti- Ings y como actuames, ya que bien poco podremos re- cordar simplemente con ej esfuerzo mental. Asi pues, cada uno de nuestros sentimientos o accio- nes pueden ayudarnos a encontrar la pista de sus compo nentes que forman las expresioues exteriores y las reac- ciones interiores. Eso mismo puede decirse de cada uno de nosotros y por ello podemes reconstruir lambien el pasado de los otros cbservando cémo sienten y acruan, siempre y cuando lo hagamos de forma comin. Pero 5i &) otro manifiesta un modo de sentir o de pen- gar uo comin, ese modo se hace incomprensible para nosotros ¥ por ello necesilamnos de las explicaciones, para comprenderlo. Los sentimientos y pensamientos co- Tunes se pueden explicar con facilidad cuando son el Tesyliady de cxpericncias comunes, mientras que los sen- timientos y acciones no comunes exigen de las explica- siones, ya que Henen causas completamente insdlitas para nosotros. 13 Si el autor de estas lineas, siendo de origen indio, pro- Tunciara wna conferencia en inglés, hallandose en la In- dia, donde son muchos Jos que hablan inglés, el publico asistente podria eslar seguro de que habia asistido a una escuela y a la universidad, sin necesidad de averiguar posteriormente cudndo 9 donde ocurris esa. Si, en cambio, esta persona hablara espafiol, los asis- tentes a la conferencia tendrian curicsidad por saber cémo y cuando adquird la capacidad para hablar en es- paiiol, Por otro lado, si entre el piblico asistente a la confe- rencia hubiera un espafiol, comprenderia, a partir del modo de hablar y del tono, que el conferenciante habria tenido que vivir en Espaiia, o haber pasado algun tiem- po entre espafioles, Asi pues, podemos concluir diciendo que cada vez que se produce Ja manifestaciGn de sentimientos o de acciones, asi como de ciertas expresiones del pensa- miento, que revelen la cualidad de una especializacion, debeunos Jlegar a ta conclusion de que tal facultad se ha adquirido gradualmente por medio de la experiencia, y que es el resultado de experimentes o intentos realiza- dos en una direccién en particuiar. Ahora bien, cada uno de nosotros posee muchas cua- lidades comunes y algunas cualidades especiaiizadas. Las primeras, naturalmente, se deben a las experiencias que sen comunes a todos, Examinemos, por ejemplo, algunas de las facultades especializadas y tratemos de ver si podemos atnbuirlas a una hipotesis distinta a la de la reencamacién. 14 Aquelle que caracteriza principalmente a los setes humanos son las cosas que les agradan (inclinacicnes) o desagradan (aversiones). A veces, estas pueden ser razo- nables, es decir, propiag de un tipo de individuo, que las posee normalmente en e! grado de evolucion en que 3¢ encuentra. Consideramos como normales las cosas que nos agradan y desagradan cuando podemos experimen- tarlas como lales dentro de Jas mismas condiciones. Examinemos, por ejemplo, un caso excepcional, como 1 que suele definirse como «enamorarse a primera vis- la», Dos personas sé encuentcan en circunstancias apa- rentemente fortuitas, a veces procedentes de dos partes extremas del munde. Ninguma de las dos conoce ta exis- lencia de Ja otra; entonces se manifiesla el extrafio fend- meno por medio del cual se reconocen reciprocamente. La vida seria verdaderamente feliz si pudi¢ramos sentir un afecto profundo por todas aqueilas personas con las que nog encontramos; sabemos, sin embargo, que eso no es pasible si no existe previamente ese mis- mo sentimiento en nuestra naturaleza. Entonces, ;por qué pertenece a nuestra natumleza el «enamoramos» de una persona detenninada? {Pot qué estames dispuestos a sacrificarla todo por esa persona a la que hemos encontrado pocas veces, al menos en la vida actual? i Cémo se produce esa situacién en la que parecemos conocer e] funcionamiento intima de su corazén y de su cercbro, a pesar de los pocos indicios que revelan Tues- tras primeras telaciones convencionales? El hecho de «enamorarse» constituye, en efecto, un fenémeno psicolégico misterioso, pero el proceso po- 15 dria describirse mucho mejor como un impulsa de amor, debido al cuai el individuo casi se ve obligado a obedecerlo, sin poderse resistir. Existen por lo menos dos oxplicaciones légicas posi- bles: una seria aquella segin Ja cual se trataria de fiber- tinaje, es decit, de una forma de histena y de demencia incipiente, debida tal vez a complejos psiquicos; la otra, en cambio, indicaria que este profundo sentimiento de un individuo por el otro no represenlaria mds que un huevo encuenn, el ultimo de otros muchos, ya que pre- cisamente esos otros muchos se habrian producido en las vidas pasadas. Dénde y cuando tuvieron lugar esos encuentros, es algo que tiene muy poca importancia para los amantes. Rudyard Kipling, en su libro La historia mas Rermo- sa del mundo, dice que tos dioses nos hicicron beber en el rio def ofvido, antes de dejarmos regresar a la Tierra, Pprecisamente para procurarnos la divina sensacion de enamoramos de Ja persona amada. E] punto principai que debemos observar en este egla- do emocional, el de estar enamorado, es que Ja amislad no surge, por asi decirlo, sinu que es continua, porque en el comportamiento psicolégice de los dos amantes se ex- presa ei recuerdo que ha permanecido de las existencias pasadas, en las que se encontraron, amaron y se sacrifi- caron el uno por el otro. Un ejemplo no muy distinto del apego comin, que fiene su expresién mas intensa en el enamorarse, es el de la aversién reciproca comun, algo que no resulta tan rare encontrar en la experiencia de los seres humanos. Hay algunas aversiones normales que pueden ser expli- 16 cadas con facilidad, pero tomemos, por ejemplo, a dos individuos que se encuentran por primera vez, que nun- ca se han conocido, ni tan siquiers de vista, pero que, al encontrarse, expenimentan un fenémenc de aversion re- ciproca, no debida a ninguna clase de gesto exterior, sino al sentimiento interior y a la intuicién. Lo més extraiio de todos los casos de aversion es que no se trala de ningun sentimiento personal, ¢s decir, que ne sé experimenta una violenta sensacion de «no te amo», sino que se traia mds bien de un estado de con- ciencia mental impersonal, en ¢l que no se manifiesta casi ningun sentimiente y que podria expresarse con las palabras: «Es mejor no tener nada que ver con esta per- sonan. En ocasiones, queremos seguir de inmediato esta in- tuicién, pero en seguida Ja consideramos como una des- cortesia, y luego tratamos de comprender con ia mente a esla nueva persona a la que hemos conocido, Ofras ve- ces, sucede que la persona comienza a gustarnos, y has- ta empezamos a amarla. En tal caso hemos olvidado huesita primera impresion, o bien Ja hemos rechazado por considerarla come un impulse irracional. Hay que considerar, efectivamente, que muchas aver- siones se deben puramente a impulsos irracionales, pero que también hay casos en que los acontecimientos que ocurren con postenoridad demuestran que en un princi- pio no se Irataba tanto de un impulso, sino de uma infui- clon Muy exacta, Puede suceder que, a pesar de nouchos anos de rela- ciones amistosas, nuestro amigo nos propine un golpe morial por la espalda, de una forma imprevista y sin ninguna razén; enlonces, suntidos en el dolor de la hu- 17 millacién padecida, recordames aquella primera impre- sién que tuvimos de esa persona, y habriamos querido hacerle caso. ¢De donde surge, pues, esa primera impresion? La reencarnacion ofrece una solucién; eso podemas explicaclo con el hecho de que, en las vidas pasadas, la misma persona, nos ha producido un gran disgusta, y el tecuerdo de ese hecho relampaguea en la mente como una intuicién en cuanto se produce el primer contacto con esa misma persona. Mas caracteristicos sen aquellos casos en los que se producen al mismo tiempo apego y aversién, amor y re- sentimiento. Recuerte a una sefiora que describié muy bien su actitud en los enfrentamienta con el amiga al que se sentia profundamente apegada: «Le amo, pero al mismo tiempo lo desprecion. Cuantas mujeres actuales repiten laa mismas palabras con respecto a sus maridos, y cuantos maridos dicen lo mismo de sus mujeres. {Por qué surge esta confusién incomprensible de sen- timientos contradictorios? La pista que nos permite dilucidar esta confusion fue expresada eficazmente por W. E. Henley en su poema. En él narra cémo el protagonista ve a una hermosa jo- ven en los templos de Babilonia, y la toma y la abando- na sucesivamente. A pesar de todo, ella seguia aman- dole, aunque, después del rratamiento de que era objeto, tan desgarrador para el corazén, terminé por suicidarse. Es natural, pues, que Ja joven muriera con un senti- miento de amor y de resentimiento hacia la misma per- soa ¥, Como quiera que aquello que sembramos es lo 18 que cosechamos, ambos personajes se encontraron al re- nacer con el resultado de las causas pasadas, bajo la for- ma de apego emocional, En esia nueva ocasién, cl hombre ama ova vez a la deseada; ella, a su vez, corresponde a su amor, pero ahora no quiere ceder a los deseos del hombre, a causa del oscuro y iriste recuerdo de su vida pagada. Por eso, el amante exclama: Tu orgulic, que yo desderé, ahora me quebranta y hasta me desdefia... El! antiguo resentimiento es tenaz, como Ja muerte. Me amas, pero te contienes; el corazin se me rompe por {a aspera perfidia, yen vano fate en mi pecho... Henley, en su visién poética, vislumbra que esa clase de sityaciones no pueden mantenerse para siempre, por fo que debe ilegar el dia en que haya enwe los dos ver- dadero amor y comprensién. E] poema acaba narrando como el antiguo orgullo se transforma en la resignacién del presente, en el recuerdo del bien pasado, que no debe ser despreciado. En el mas alld de fa tumba, ef hecho cometida, no hublera gueride consumarto, cuando fui un rey de Babilonia yi una virgen esclava. Sélo puede Ilegarse a una conclusion, la que encon- tramos en la narracion de los hechos; pero ésta exige un universo en el que esté el uno al que se ama, donde: 13 Los senderos terminan alli donde se encuentran los amantes, alli donde esta ef hija de toda sabio. Hasta aqui hemos considerado las manifestaciones de Ja taturaleza emotiva del individno y por ello es eviden- te que, a partir de Jas propias experiencias se pueden juzgar ¥ comprender las emociones de los demas, natu- Talmente en la medida en que tales emoctones sean, en general, similares a las que hemos conocido nosotros. Pero zqué podemos decir de aquellas personas que comprenden perfectamente tales experiencias sin haber- las llegado a vivir nunca? Shakespeare, por ejemplo, comprende profundamen- te cl desgaste del corazén y de ia mente de Ja mujer, asi como el complicade proceso mental del waidor; Dic- kens, a su vez, comprende perfectamente io que siente un homicida después de haber cometido su delito. Hay, por otra parte, personas /uminadas que, cuando expenmentan emociones, las generalizan, considerando- las también como extensibies a los demas, mienwas que hay ous, no tan iluminados, que a pesar de haber sido polpeados ya una vez, no evitan por segunda vez el peli- gro ni Ilegan a ser apreciablemente mas sabtos por el hecho de haber pasado varias veces por la misma expe- Tiencia. E] ifvminado wata de descubtir la cualidad universal en toda experiencia singular y, de ese modo, puede anti- cipar el resuliado de experiencias de naturaleza afin, tanto para si mismo como para los dem4s; es capaz de catalogar sus experiencias reduciéndolas a férmulas al- 20 gebraicas, en cada una de las cugles comprende, me- diante una definicién general, todos los casos particula- res. Sus pensamienlos y sentimientos son como los de los aforismos, que transforman todas las experiencias en una inica y gran experiencia. La facuhad de generalizar las definiciones extraidas de las emociones individuales, constituye una cualidad fara, tanto come la de formular una filosofia a partir de los pensamientos particulares que nos hayamos formado sobre las cosas. La generalizacion de las emociones particulares es ti- Pica del pocla, y cuanlo mas universales sean sus gene- talizaciones, tanto mas grande puede ser considerado el poew. {Por qué, entonces, surge aqui y alla un individuo que posce la maravillosa capacidad de ver a los hombres como representantes de tipos, y las emociones particula- Tes como expresiones de emociones universales? De un hombre asi sclemos deciz que es un gemo, pero la pala- bra genio describe el hecho, no Lo explica. Hay genios en todos los sectores de la vida, en la re- ligién, en la poesia, en ef arte, en Ja musica, en la politi- ca, en el teatro, ef la estrategia, en el cometcio y en otros aspectos de la vida. Esos genios se caracterizan por poseer numerosas cualidades anormates, son hombres del futuro, y no de su tiempo; cada gemo <8 un legislador para las genera- ciones Futuras en su ambito concreto de actividad pero, sobretodo, el genio vive emocional y menialmenie a base de amplias generalizaciones. éDe dénde proviene esta maravillosa capacidad? Se trata de explicarlo acudiendo a las leyes de la he- 21 rencia. Pero, ciertamente, no sabemos hasta qué punto queda el genio explicado por la herencia. Segun la teoria comvinmente acepzada de la herencia, cada gencracion afade alguna cosa a ia calidad alcanza- da por las generaciones precedentes, y ésta transmite a las sucesivas todo aquelio que ha acumulado en el pasa- do; las generaciones sucesivas Lransmiten a su vez a la siguiente generacién todo aquelio que han recibide, ade- mas de su propia contribucién, y de ese modo se pasa de una generacién a otra, hasta que Ilegamos a una ge- neracién en particular, y a un individuo concrete de la misma, en el que Ja cvalidad especial se concentra de un made misterioso y el individuo se manifiesta come an Benio. Seguin esta teoria popular, cualquier antepasado de Shakespeare posceria un rasgo de su genic, que transmi- ié a sus descendientes pot medio de la herencia; estos descendientes, habiendo mantenido inlacto lo que les habian transmitido sus progenitores, afiadieron su propia experiencia y luego transmitieron una y otra a sus des- cendientes, y asi sucesivamente a las generaciones si- guientes, cada una de Jas cuales atesoraria las experien- cias de las generaciones pasadas y amiadiria algo propio antes de transmitirlo a Jas generaciones posteriores. Entendido de ese modo, fa individualidad de Shakes- peare seria como un torrente contenido por un dique, que se va hinchande gradualmente hasta que se romper los diques cuando la presidn de las aguas supera el limi- te de resistencia. Este concepto de la herencia se basa en la hipkitesis de que todo aquellg que el individuo adquiere en el uso 22 de sus facullades, como resultado de la adaptacién al ambiente, acaba siendo transmitido a los descendientes. Esta es la conclusién a la que ha llegado la escuela danyinisla de biclogia, al analizar aquello que sucede en la naturaleza. En el transcurse de jos ditimos afos, la investigacién biologica se ha dingido en buena medida a trauar de de- mostrar la validez de la teoria de la transmision de tas caracteristicas adquiridas; pero no sdlo no se ha descu- bierto ni uN solo caso cierto sino que, antes al contrario, todos los experimentos realizados a base de cruces y crias han acumulado jas pruebas necesarias para demos- trar exactamente lo contrario. La escuela bialggica de Mendel ha legado por su parle a conclusiones sobre la herencia que no solo son Tuevas, sino asombrosas. Segun esta escuela, fas caracteristicas estructunales, de las que dependen tas capacidades mentales py mora- ies del individuo, existen plenamente en todos fos ante- pasados; asi, todas las caracteristicas estructurales tuvie- ron que haber eslado presentes en el polvillo primordial de la matena viva. Ninguna de ellas ba sido afiadida per la evolucion a este polvillo original y a sus potencialida- des protoplasmaticas. Tede genio existia ya potencialmente, tanto los que ha conocido el mundo, como los que conocer en cl fu- turo, por cuznto que deben esperarse millones de atios antes de que surjan los hechos genéticos apropiados, a fin de que pueda aparecer ¢s¢ genio sobre el escenario de Ja evolucion. La naturaleza no ha desarrollado la compleja estruc- 23 tura del cerebro de Shakespeare a partir de los cerebros rudimentarios de fos mamiferos, puesto que esa comple- jidad ya existia en cada célula protoptasmatica. La naturaleza no ha evolucionado para dar lugar al genio, sino que mas bien le ha liberado de las cepas on- vueltas del protoplasma primordial, eliminando, una ge- neracién tras otra, jos factores penélicos que impedian ja expresion de su manifestacién tipica. Bateson resume esta teoria moderna al decir. «Opino que la cualidad artistica de ia kumanidad se demostrara como debida na ya en cualquier cosa que se afiada a da formacion de un hombre comiin, sino mas bien en ta eliminacién de aquellos factores que inhiben, en ia persona normal, ef desarrofio de esas mismas cuatidades, »ES casi seguro que podemos considerarlas came li- beraciones de poderes que normaimente son inhibidas. a&f insirumenio existe, pero se ve impedide de ac- mary (Discurso presidenciat pronunciado ante la Asociacién Brilénica de la Ciencia, 1914.) Solo el tiempo demostrara hasta qué punto se tendran que modificar las cuncepciones de Mendel a medida que se realicen nuevos descubrimientos, pero lo ¢ierto es que la concepcidn darwinista de la herencia cs insos- tenible, cuando se llega a la conclusidn de que ef genio debe bien poco a los lopres iniclectuales y emocienales de sus antepasades. A pesar de todo, ¥ aun admitiendo, con los mendetia- nos, que el genio es liberado de las obstacules que re- 24 presentan los factores inhibidores y que no es, por Lanto, el resultado de una lenta acumulacidn, seguimos sin re- solver e] misterio, és decir, la explicacién de la capaci- dad sintética del genio. No ubstante, nos encontramos mas cerca de la com- prensién de la naturaleza del genio a partir de Mendel que de Darwin, Las teorias cientificas sc refieren sobre toda a cuales son las condiciones en las que se manifiesta el genio en un caso, o no se manifiesta cn el otra. La Unica leoria racional que explica al genio y que admite los hechos cientificos sobre la herencia del genia es precisamente la de la reencarnacion. Si admitimos que el individuo ¢s un aima, y que ésla 8 un ente en evolucidn ¢ immertal que sc manifiesla por Medio de un cuerpo apropiado a la fase de desarrollo en que s¢ encuenima, y a la tarea que debe desarrollar en ese cuerpo, resulta evidente que los atnibulos emotives y men- lales no son mas que los resultados de experiencias mo- dificadoras vividas en las existencias pasadas. Pero dade el hecho de que éstas deben expresarse 8o- bre tode por medio de un cuerpo ¥ de un cerebro adap- lado, éste debe posecr las caracteristicas que la propia naturaleza ha seleccionade paralelamente con la herencia para alcanzar asi cl fin preestablecido. Asi pues, la manifeslacién de toda capacidad supe- nior depende de dos factores indispensables: por un lado, la existencia de un ente o conciencia que haya desarre- Wado aquella capacidad por medio de experiencias repe- tiday en el pasado, y por el otro de la existencia de un instromenio adaptado, es decir, de un cuerpo fisico cuya 25 nafuraleza estructural haga posible la expresién de la misma capacidad. Pero si considerarnos la cualidad del genio que posee un cuerpo modelado por tales factores genéticos que in- hiben su genialidad, ésta se mantendra en estado peten- cial, por decirlo al modo de Bateson, y se vera impedida la expresion de su gemalidad. Por otro lada, si la natura- leza produjera miles de cuerpes adaptados, no tendria- mos por ello miles de genias. Por eso, tienen que con- vergee en un sclo punto dos corrientes evolutivas antes de que pueda mantfestarse cualquier cualidad que no sea puramente funcional. La primera exige Ja evolucién de una conciencia in- destructible, que expermenta la vida continuamente y que se especializa lentamente; Ja segunda, a su vez, exi- ge la evolucion de la estructura fisica, seleccionada per la herencia, para responder a los estimulos interiores panliculares. Si armados con esta premisa, derivada de Io que su- cede en Ja naturaleza, examinamos a los diversus genios que ha producido el mundo, descubriremos que éstos no hacen otra cosa que recordar su existencia pasada al mismo tiempo que manifiestan su genialidad. Examinemos, por ejemplo, un genio como el del jo- ven vighinista Mischa Eiman, que comenzé hace varios afios su carrera musical, en aquel entonces no era mas que un nifio, aunque ya manifestaba una técnica maravi- llosa. De acuerdo con la teoria de Mendel! podriames atri- buir Jegitimamente su capacidad técnica a una rara con- vergencia de factores genéticos, a pesar de que ninguna teoria de la herencia fisica puede explicar aquello que 26 mas sorprende a los mas grandes criticos de la masica, es decir, su interpretacién particular de la musica que suena. Es propio de esta interpretacién que el amante de la Musica pueda vislumbrar el alma del ejecutante, es de- cir, si se trala dé un alma grande o pequefia, si ef ejecu- tante percibe la vida superficialmente o en profundidad. La interpretacién de Mischa Elman era absolulamente espontanea, y no una imitacién de ningtn maestro, es decir, la propia de un hombre, y no la de un muchacho, No es, pues, sorprendente, que muchos criticos se sin- ticran azorados, come per ejemplo el del Dailp Tele- graph, de Londres, que dijo: «La itevia caia rumorosamente sobre ef tejado v et fone perturbaba ef aria, pero Mischa Elman, con caina, seguia interpretando fas partituras de Paganini, Bach p Hieniawsky. Su palabra era tranquila, no altiva. ¥a he- mos visio en ofras acasiones a nittos prodigic en nues- tros escenarios, pero los ofros eran “altivos”. Mischa Elman, en cambio, no es ni lo uno ni fo otro. Mientras mueve ef arco, una gran paz se extiende a todo su aire- dedor y, de vez en cuando, apaya un poco mas ef men— fon sobre el instrumente, coma para acogerse al impul- so de sus vibraciones a como para comurticarle ef ritmo de su propia alman. Aceplando Ja teoria de Ja reencarnacion, y suponien- do que Mischa Elman es un alma que en vidas pasadas ascendia al vérlice supremo y por eso conectd con la profundidad de la vida humana, encentraremos una ex- plicacion razonabdle de su genialidad. En cada una de 27 suS interprelacionés 3¢ refleja la suma de todas sus ex- periencias pasadas y, por eso, las alegrias y doiores de los hombres que él mismo experimenté en sus existen- cias pasadas y de las que conserva recuerdos celativos en las generalizaciones emetivas ¢ intelectuales. Esta explicacién viene confirmada por la ciencia, puesto que la teoria de la reencarnacién del genio impli- ca, para el alma musical, la necesidad de que exista un cuerpo pariicularmente adaptado y convergente con la herencia musical, seleccionado por la evalucién y for- mado por faciores genéticos apropiados. Sélo la reencammacion explica la existencia de otro genio, algo que para cualquier otra teoria sigue siendo um enigma. Keals destaca en la poesia inglesa como ¢} pocta mas prego de los ingleses, Poscia, come un don natural, ese sentimiento tinico de la vida que constituye el tesoro del temperamento helenistico. Si él hubiera sido un estudiosa del griego y versado en Jas tradiciones de ja cultura gricga, podriamos consi- derar que esa anima naturaliter Groeca de Keats no era griega. Pero si tenemos en cuenta que Keats sabia poco de latin y mucho menos de gnego, ¥ que inicio su carrera come cirujano, no podemos dejar de sorprendernos al comprobar que no canta como un poela cristiano, sino come un pastor gnego, tacido en las laderas del Ema. El estuper desaparece si admitimos que Keats fue la Teencamacion de un poeta griego y que no hizo otra cosa sino recordar su existencia pasada, cuando pensaba y sentia a la manera de los gri¢gos. Siguiendo e] camino de la reencarnacién, resulta in- 28 teresante conslalar camo, en un anélisis general, esta- mos en disposicién de decir dénde vivid un individua en el pasado. En la cultura de Europa y de América encontramos tres corfientés principales de retorno, la de Roma, la de Grecia y la de la India. Cualquiera que haya estudiado las instituciones romanas y ej conceplo romano de Ja vida no tendrd dificultad en constatar hasta qué punto es el 1emperamente inglés afin al de la antigua Roma, aun- que bajo el aspecto de la modemidad. Los escritos his- téricos de Gibbon, Macaulay y Hume son practicamente idénticos a los escritos de los historiadores romanos Sa- lustio, Tacito y Livio, respectivamente. Por otro lado, si examinamos a los historiadores fran- Ceses, NO encontraremos e] temperamento romano, sino algo bastante més afin al griego. La ecuacién Tennyson igual a Virgilio no es inexacta por aquello que conoce- Mos de ambos poetas. El regreso al espintu de Grecia podemos detectarlo claramente en escritores como Goethe, Schiller y Les- sing, Por qué otra razon habrian proclanrade estos es- critores en Alemania el «regreso a Grecia», con un entu- siasmo indescrptible, si no hubieran visto en sus existen- cias pasadas aquella que la cultura helenistica guardaba au para los hombres? éQué puede ser el entusiasmo sino el impulso del alma hacia la experiencia, y la alegria que ya se experi- Mmenté en otra tiempo y de la que ahora se reconoce su llamada? Los hombres entusiastas, pioneros del futuro, no son del todo burlas de Ja naturaleza, sino que debemnos con- siderarlos como almas reencarnadas que recuerdan en su 23 entusiasmo las existencias pasadas; y tampoco son ex- cepciones, sino los primeros frutos de una glomosa hu- manidad que debe surgir. Todo aquei que haya estudiado a Jos filosofos indius reconoce a los antiguos vedanti en ios nombres de Kant, Fichte y Hegel, ¥ a un fildsofo budista en Schopenhauer. Tedos regresaron a sus filosofias de Ja existencia pasa- da, aunque expresando sus convicciones de una forma siempre mas brillante. Cada vez que fos aspectos mds profundos del ser hu- mano se manifiestan en el mundo en cualquier crea~ cion, ya sea de ta filusofia, de fa literatura, de} arte o de fa clencia, podemos observar ta tendencia que encuen- dra su origen en fas existencias del pasado. E] despliegue de Ja vida del hombre no se proyecla y se desarrolla en unos pocos y breves aiios que se inician con su nacimiento, y quien conoce la ley de la reencar- hacién puede descubrir con relativa facilidad dénde se compusjeron lag diversas partes del desfile de aconteci- Mientos que constituyen ia vida humana. La reencamacion, puesto que afecla a una gran masa de individuos, constituiria un estudio fascinante para quienes tuvieran la agudeza historica para Ilevarle a cabo. He dicho anteriormente que la raza inglesa es, en gran parte, una mencamacion de ia de la antigua Roma; pero aqui y ailé vemos rastros putos de los gricgos, como en Byron, Ruskin, Matthew, Amold y aquellos hombres y mujeres ingleses que tuvieron ei sentido he- lénico de Ja vila y que se sinticron opmmides por las 30 tradiciones inglesas, como si fueran extranjeros en un pais extranjero. Un griego renavido, al margen de donde kaya nacido, trasladado a {a Italia meridional o a Grecia, empieza en seguida a recordar su existencia pasada, con la familiari- dad instintiva con la que percibir4 el espirity nacido en el arbol, en el lago o en Ja colina. Sentiré como ningin ciro, excepto el griego, una gran alegria a la visla del sol, de 193 naranjos, de los vitiedos y las cascadas de agua que en Grecia Gansmiten e] men- saje de la naturaleza como en ningun otro pais del mundo. ‘Otros, que vivieron su Gltima existencia en épocas medievales, en cualquier parte de Europa, ya fuera cn flalia, en Espafa o en Alemania, ai visilar estos paises sentiran una extrafia familiaridad con lay cosas que ob- servarén en: ellos. Comprenderin, de un modo extrafio, la vida de aquellas gentes y Jas razanes de las cosas. Para unos pocos, este sentido misterioso det recuerdo puede manifestarse con mucha mayor fuerza en Egipto, en la India o en Sapén; pero podemos afirmar que cada vez que tenemos una comptension intuitiva de un pueblo exfranjerp, vistumbramos une de {es modos de recordar nuestras existencias pasadas. En la actitud intelectual tipica de los franceses vis- Jumbramos Ja reencarnacién de aquello que se desarro- Né en la Grecia antigua. La claridad intelectual de Jos franceses, y su agudeza sin prejuicios para ver las cosas como gon (ya sea en el aspecto material o en cualquier otro), son tipicamente helénicos. Acaso podriames conocer la vida de los fem- 31 cios mucho mejor que de cualquier otro modo si estu- diaramos a los fenicios renacidos en la Alemania actual. La rivalidad comercial entre [nglaterra y Alemania por el dominio de los mercados occidentales no consti- tuye mas que el regreso de la antigua rivalidad entre Roma ¥ Carlago por el dominio de los mercados medi- terrincos. La irmupeién de su ego helenistice resulta evi- dente incluso en Estados Unidos, En la costa del Pacifi- co, ¢n particular, se observa a numerosos hombres y mujeres que tienen un Lemperamento griego, del periodo anterior a Pericles, como también demuestran a menudo sus antepasados, los purilanos de Nueva [nelaterra. En Estados Unidos descubrimos a los sofistas grie- gos en toda la plenitud de «pensamiento nuevo» que en ese pais hace brotar a escritores nuevos casi cada mes que pasa, En ellos detectames las mismas caractcristicas que les sofistas helenisticos, a los que tanto acusaba Platén; peseian muy buen sentido, ideas utiles, sentido de la independencia con respecto a las tradiciones, con- fianza sin limites en la propia panacea y en la difusion de su mensaje espiritual. La ausencia de distincién mental enwe ei sofismo y la cordura, como sucedia en Grecia, regresa ahora, en el siglo veinte, como una confusidn entre el nuevo pensa- miento y Ja vida divina con respecto a la verdadera vida del espiritu. No obstante, cabe esperar que del mismo modo que los sofistas antiguos aportaron la Edad de Oro en Ja an- tigua Grecia, el «nuevo pensamiento» sea ahora el pre- cursor del pensamiento verdadero que alberga y que no €s ni antiguo ni modermo. En ia India actual encontramos a muchos que no son 3z en realidad hindies, aunque es cierto que la mayoria de los hindies modemos no parece que hayan eslada en otra tierra en su existencia precedente; a pesar de todo, descubrimos aqui y all4 a hombres y mujeres para quie- hes ne tienen sentido las sacrosantas instituciones orto- doxas, y que asimilan con avidez. las ideas occidentales de progreso. Muchas de esas personas son ingleses que han vuelto a reencamarse y por eso ¢s explicable la mentalidad que muestran ahora. Pero también encontramos a personas que munca han abandonado 1a India, que fueron educadas en la ortodo- xia mds severa y que incluso combaten con entusiasmo en favor def modo extranjero de pensar, Jo que indica, cierlamente, que debe de tatarse de europeos reencar- nados que proceden de Grecia o de Roma, o de cual- quier otro pais de occidente. No debemos olvidar llamar la atencién sobre el ego de Grecia, que regresd a Europa para inaugurar el siglo del arte. A quienes conozcan la escultura y la arquitectura griegas no les seri dificil descubrir artistas griegos reen- camados en los grandes maestros italianos de la pintura y de Ja arquitectura. El culto no es e} de Palladio y el de los dioses, sino él culto de la Virgen Maria y de los santos, que corona- ren cen aureolas celestes. &De dénde obrivieron los macstros ilalianos la segu- tidad de] trazo sinc en la pasada existencia en Grecia? Es realmente asombrose cl hecho de que los romanes, que fueron excelentes retratistas, s¢ hayan reencamnado en los pintores retratistas ingleses: Gainsborough, Rey- nolds, Lawrence y otros. 33 Podemos recordar incluso a aquellos griegos que inundaron Inglaterra, en los templos de la teina Isabel: Marlowe, Beaumont, Flechter, Peele, Johnson y otros, qué eran paganos habilmente camouflados entre Ja forma inglesa de su tiempe. Ellos sentian la vida de una forma que no era inglesa; ellos fueron los primeros en percibir y¥ luego en expresar en pengamientos sus propios seriti- Tientos. Un eriego sigue siendo un griego, al margen de Ia lengua que hable, y no puede dejar de reconocerse su Sello en la literatura ¥ en ef arte. Una fuerte impresion causada sobre la conciencia de Ja existencia pasada aparece 2 menudo en la actual con un extrafic modo de sentir. A ceces, s¢ manifiesla con el terror de los animales arrastrados por ¢] fuego o por las heridas; estas fabias pueden explicarse de este modo, del mismo modo que pueden explicarse algunas degradaciones subconscientes de la vida actual. En los casos en que existan tales hechos en el sub- consciente de la vida presente, oo cabe la menor duda que se deben a una muerte viclenla experimentada en fa existencia pasaca. Los efectos péstumos aparecen bajo la forme de uo terror incontrolable o incluso de una incomodidad en presencia de los mismos objetos que causaron la con- mocidn. Mas extrafio todavia es el comportamiente de un in- dividuo en el respeto que tiene por otro, y que viene de- terminado por la vida anterior. 34 Se observa con frecuencia el extrafio caso de una fifia de diez o doce anos que cuida de su propia madre con una actitud maternal, como si las posiciones estu- vieran invertidas, y como si la nifia tuviera el respeto de la madre. Un hecho de naturaleza psicolégica mas profunda se da cuando una mujer se casa con un hombre que !a hace sufrir, mientras que ella demuestra una gran piedad por él, no como si sc tratase del mando, sino de su propio hijo. En este caso descubrimos una reminiscencia de la vida en la que 41 era efectivamente su hijo ¥ se manifes- {6 su mejor naturaleza cuando ella mantuve con é! esa clase de relaciones materne-filiales. Encontramos también una reminiscencia de la exis- tencia pasada cuando se produce un cambio del sexo del cuerpo. En occidente, sobre todo, se observa una distin- cidn mas marcada en el temperamento entre los dos se- X05 que en Oriente; se produce asi el caso de la nifia que ho quiere jugar con mufiecas, sina que prefiere jugar con los nifies; se trata, en efecto, de un ege que ha asu- mido un cucrpo del sexo opuesto al que habia estado habituado en las vidas pasadas. A muchas jovenes les dispustan los vestidos, y trans- carfen muchos anos antes de que se decidan a llevarlos, Hay mujeres cuyo mismo rostro y su modo de compar- tarse parecen revelar de un modo bastante visible su ul- tima encarnacidn masculina. Algo similar puede obser- varse tambiéo en clertos hombres, que recuerdan en su exislencia actual los restos de su costumbres habituales de pensamiento y de sentimiento, cuando vivieron en cuerpas femeninos. Teniendo en cuenta los numerosos enigmas psicolé- 35 gicos que he enumerado, se demuestra con suficiente claridad que la gemte recuerda bastante sus propias exis- fencias pasadas. Naturalmente, su recuerdo cs indirecta y se manifiesta como habito, actitud o modo de com- portarse; en cualquier caso, cllo se debe ai recuerdo subconsciente de la existencia pasada. Es bastante natural que una gran parte de las perso- nas que tienden a aceptar la teoria de Ja reencarnacioén como un hecho real, se pregunten: «Pero gpor qué no recordamos por completo los hechos?», Ante esta pregunta se puede responder que es mucho mejor no recordar directa o completamente, al menos hasta el momento en que esos recuerdos puedan ser so- pesados. Asi, ng mostramos tendencia a recordar hasta que ne estamos en disposicién de ser influidos por los recuerdos del pasado. Alli donde, por ejemplo, se tiene el recuerdo de un acontecimiento dolorpsa, el pasado ejerce no sdlo in- fluencia sobre nuestro presente, sino también, y hasta cierto punto, sobre nuestro futuro, Ambos pueden pro- ducirse de una forma nociva y, por esa razén, nuestros caracteres se verian debilitados, y no reforzados, por los recuerdos del pasado, a menos qué nos encontremos ya mas alld de ia esfera de influencia del pasado. Examinemos un ejemplo tipico: supongamos que un hombre se suicidé en la vida pasada como el medio mas facil para desprenderse de laa dificultades. Al mont de lal modo conservara en su mente woa sensacién de gran suffimiento y, particularmente, ie fal- tara por completo Ja confianza en su capacidad para do- minar las tempestades de la vida. 36 En cualquier caso, el suicidio no pone fin a las sufti- Tnientos ya que, después de la muerte, tendra que con- tinuar durante algun tiempo sufmendo, incluso mas agu- damente, hasta que e] dolor se vaya agolando gradual- mente. Asi pues, experimentara una purificacién por medic de su gran sufrimiento y, al final, vendra una visién mu- cho mas aguda y demostrara una reaccién mucho mas gil a los estimulos de gu naturaleza mas elevada. Luego, al renacer, poseerd una concicncia mas robus- ta como resultado de los sufrimientos padecides, pero siempre conservara la falta de confianza en su capaci- dad, puesto que fue nula y sdlo la ha alcanzado después de la muerte para terminar por modificar aquella idea, Por lo tante, la confianza en si mismo se consigue do- Minande jas circunstancias, y precisamente por esa ra- zOn $¢ Teencama. - Antes o después debeni afrontar una situacidn total- Mente similar a aquella en Ja que fallo la ocasién anterior. Puesto que las dificullades empezaran a asediarle de huevo, se repeticd la antigua lucha El hecho de haberse suicidado en la vida anterior, en circunslancias simila- res, hard que vuelva a experimentar lo mismo, bajo la forma de una tendencia a repetirlo, es decir, a superar Ja dificultad de la forma nds facil. Por otra parte, lambién regresani el recuerdo sub- consciente del suftimiento después del ultimo suicidio, Jo que estimulara con fuerza la conciencia de que en esla ocasién debe encontrar una selucién diferente, En esa situacién de tensién mental, cuando el hom- bre se encuentra en vilo entre su pasado y su future, si supiera con toda claridad cémo cometié ei suicidio en 2) 37 pasado, a consecuencia de las mismas circunstancias, es muy probable que se viera fueremente influide por sus acciones del pasado, y que se viera también reforzada su falta de confianza, lo que le empujaria a cometer nuevamente el suicidio. El olvide de aquellos detalles del pasado que lo encr- varjan, le perrfuten ser mas apto para combatir ahora con mayor vigor. No Hegamos a comprender hasta qué punta nos ve- mos dominados por muestro pasado, ¥ coustituye una verdadera bendicion para la mayoria de nosotros ¢] he- cho de que los dioses benignos hayan corrido un tupido velo sobre el pasado, ya que eso no podria ser sino noci- vo en nuestro grado actual de evolucisn, y ello por nu- merosas razones. Incluso cuando nos identificamos con nuestra pasa- do, éste permanece escondido, salva en la forma de un recuerdo indirecto y, por lo tanto, con la mamifeslacion de las facullades y disposiciones. La memoria directa se produce cuando hemos apren- dido a disociar nuesiro presente de nuestro pasado. Somos siempre nuestro propio futuro, no nuestra pa- sado, » cuanda podamos contemplar de una forma im- personal nuestra pasado, coma hace uh juez que no se identifica con los hechos que examina, entonces podre- mos empezar a recordar directamente lus detalles de las existencias del pasado. La segunda razon por ia que no recordames directa- mente nuestras existencias pasadas se encuenua én el 38 hecho de que cl eyo» que pregunia: «;Por qué no re- cuerdo?», no es el que vive en él pasado, sino que ahi vive cl alma, y no este «yor, con Ladas sus limitaciones. Pero jacaso el «yor ne es el «alman? Para la mayoria de las personas no Jo es, y eso que- dara claro para cualquiera que reflexione sobre ¢l pro- blema. El hombre y Ja mujer medios son con frecuencia no ante un alma como un conjunte de atributos, de sexo, de creencias, de nacionalidad, etc., mientras que debe- mos recordar que el afma es inmortal y que, par fo tan- fo, no pierde nada con la muerte del cuerpo. £1 alma no vive en el tiempo, ¥ por eso no puede decirse que sea joven, que sz corrompa y envejezca, como fampoco es masculina o femenina, ponque contiene en si misma Jas mejores cualidades de ambos sexos; ef aima no es ni hinds ni budista, Ai cristiana ni Husulyana, sing que vive fa vida unica, y asimila esa vida unica Seguin su propio temperamento. El altia no es nti inglesa ni americana, Alo pertenece @ ninguna raza en particular. nO pertenece a ninguna casta ¢ clase, ya que toda forma parte de la vida \inica y, ante Dios, no se es brakmdn, jm shudra, ni kebreo ni gentil, ni aristécrata ni plebeya. 39 Con una parte de si misma, esta alma forma la perso- nalidad durante un periodo de la vida, como sujeto de experimenta y de experiencia. A través de la persona, ya sea un nific, wn muchacho o una muchacha, un hombre 0 una mujer, un anciano o una anciana, el alma contem- pla la vida y, mientras observa, elimina tas distorsiones debidas a los caparaxones exteriors. Sus personalidades pasadas pucden ser las de un ha- bitante de Lemuria o de Ja Atlantida, un hinda, un grie- gO © un comand, ¥ ella escoge a los mejores y se desin- teresa por las otras. Toda Ja literatura, la ciencia y jas artes, las religiones y las civilizaciones censtituyen su escuela, su palestra ¥ su laboratorio. Su pairiotismo sirve a una humanidad indivisible, y su credo es la cooperacién con el plano de Dios y con la Evelucién. Es el alma que ha vivido todas las existencias pasa- das. {Cuantos se han identificado con esle alma de entre aquelles que, hombres 0 mujeres, preguntan por qué no recuerdan las vidas pasadas? En realidad, la preguntan se la plantean a la persona- lidad. El cuerpo de esta personalidad tiene un cerebro en cuyas células no han quedado impresos los recuerdos de la vida pasada. La memoria la conserva ei hombre divino, que esta fuera del tiempo y que no tiene limitaciones de erede o de patria, Para recordar las vidas pasadas de nuestra alma, el cerebro de la personalidad actual debe conver- 40 lirse en un espejo, sobre el que puedan reflcjarse tos re- euerdos del alma. Pero antes de que tales recuerdos puedan llegar al ce- tebro hay que eliminar varies irmpedimemos: el sentido de la mortalidad, dei tiempo, del sexo, del color, de la casla. Mientras permahezcamos envueltos por pensamien- tos mezquinos de un nacionalismo exclusivista y en la creencia restringida de Ja religién, mientras mantenga- mos las barreras que existen entre nuestro Ser Superior y el inferier, no podremos alcanzar esa Clase de ilumina- cion. Es necesario alcanzar amplitud intelectual y una am- Phia simpatia, sin

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