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3 Biografia, cuerpo, espacio Tat ver ta investigaci ca no ha tenido en cue suficientemente, la dimensién del espacio en tanto componente de la exper de los procesos de biogra una especie de inclinaci ta todavia, encia y elemento constitutive cuando nos ocupamos de la pensamos en té lidades: ap Jas existencias y las representaciones biogré el tiempo. Y ¢s, primero, bajo un Angulo temporal que abordamos minos de tempora chendemos el curso de “4s como construcciones en Jos relatos de la vida: los analizamos como tna organizacién, una sintaxis temporal segéin la cual el o la que relaciona su vida enreda la sucesi6n de sus experiencias, las ordena, las vincula de nuevo entre sf segain una llogica que se despliega en el tiempo. Ain mas, a términos como trayecto, trayectoria, como podemos recut carrera —que tomamos prestados del vocabulario del espacio—, los utilizamos de forma metaforica para designar el tiempo, Si esta dimensién de la tempo- ralidad es, con certeza, esencial e! la constitucién de la experiencia y impli importante reconocer c6mo el espa: el trabajo biografico qu ses Gio —comenzando por el que nos es mis personal y mas intimo, a sabe nuestro propio cuerpo— es tambié constitutivo de la experiencia, como se presenta a la ver como el soporte y el objetivo de representaciones de siy de los demas. Nuestro propésito sera, entonces, el de restituir a la es- pacialidad el lugar que le es propio fen la manera como co} biografiamos nuestras experiencias. Sin duda nos di ces, de que no hace falta considerar el espacio y el tiempo como estando lo uno al lado de lo otro, como cons- tituyentes de las dimensiones aut6 nomas y separadas de la experiencia, pero esta consideraci6n solo podra truimos y mos cuenta, enton- 28 La condlicin bigrifica intervenir posteriormente, una vez hayamos precisado Ia dimension espacial de nuestras exp reconocido el lugar del espacio en nuestras construcciones biogrsficas. La dimensién espa de la experiencia Muy a menudo, cuando hacen men- cidn del espacio, cuando evocan los lugares, los sitios, los “entornos” que constituyen las circ espaciales de la experiencia, los especialistas de la investigacién bio- grifica —y con ellos, muchos de los investigadores en ciencias sociales— consideran estos espacios como una especie de decoracién, de segundo plano del fondo sobre el cual se desa- rrollan las existencias: estos pueden. dar a los eventos y a las situaciones de Ia vida un color (un color local), darles una atmésfera particul no producen una fuerte sens. hacen experiencia en ellos mismos nstancias aun fondo 0. un soporte de escena no da cuenta de la complejidad de la dimensi6n espacial de nuestras experiencias: desconoce el hecho de 0s en 0 sobre que no solamente v el espacio, sino que vivimos también de y con el espacio, Esta dimensién compleja del espacio en nuestras cexistencias aparece como un manojo de determinaciones y de posibilida- des que tienen efectos y que generan. lesafios tanto en el plano material como en el ideal. La formulacién €s un poco arida, pero trataré de volverla mas concreta Es casi un truismo decir que v vimos en el espacio, que cada una de nuestras acciones se efectia en el espacio, que cada uno de nuestros cestados tiene lugar en el espacio, pero es realmente necesario tomar toda la medida de eses EL espacio no es solamente un contene- cuar en el pac dor, un receptéculo de nuestros est dos y nuestras acciones: él hace parte integrante de nuestra experiencia, es \ constitutivo de nuestra experiencia. En primer lugar, el espacio es constitutive de nuestra experi en lo que somos nosotros mismos del ¢spacio: nuestro ser corporal perten cea la extension y a la materialidad del espacio, somos entonces del espa- Go, en el espacio, El fondo original de nuestras experiencias esta constituido, por esta relacién sensible y dinamica de nuestro cuerpo-espacio en el espacio que nos engloba y donde encontramos otros cuerpos-espacios. El ejercicio que consiste en abstrat esa pura geografia ‘ms, nada simple; el espacio esta tan saturado de signos, de funciones, de valores, que ellos hacen de é! evidentemente, una cosa completa mente diferente a un simple entorno fisico. Si hiciésemos, sin embargo, el esfuerzo de mantenernos un instante en un puro posicionamiento topo- fisica no es, ade- grafico, cc que cada propio pi vision del engloba, « configurae propia. Y1 cada uno del espaci su propio de su pre topos. Esta es, adem los térmir vista, visi es tactil, 5 potencialr aun cuand les tienen la dimen. represent mentales 5 nes de lo s En seg constitutiy medida er orientacios de ordena hay espaci que seria 1 mente abie para nuest acciones, espacio no guna mane espacio est siempre cv Esta const grafico, constataremos rapidamente que cada uno de nosotros tiene st. propio punto de vista, su propia vision del espacio comin que nos engloba, que cada uno percibe una configuracién del espacio que le es propia. Y la raz6n de esto es que para cada uno de nosotros la percepcién del espacio se organiza a partir de su propio cuerpo-espacio, a partir de su propio lugar, de su propio opos. Esta percepciin del espacio no es, ademas, solamente visual (como los términos configuracién, punto de a, vision podrian hacerlo creer); es tactil, sonora, dindmica, recubre potencialme aun cuando nuestros habitus cultura- todos los sentidos, Jes tienen la tendencia a privilegiar la dimensién visual en nuestras representaciones y construcciones ‘mentales y a ocultar otras dimensio- nes de lo sensible. En segundo luge constitutivo de la experiencia en la lida en que daa la experiencia el espacio es orientaciones y contenidos, que son de orden a la vez materiale ideal, No hay espacio neutro, espacio virgen ie pura total mente abierta, totalmente disponible que seria una super Pe {10s movimientos, nuestras acciones, nuestros pensamientos. El espacio no nace con nosotros, de al- guna espacio esta siempre ahiy se presenta siempre como algo ya construido Esta construido, ante todo, en Janera “bajo nuestros pies”: el [Biografin cuerpo, espacio | 29 sentido més material: edilicios, dis- posiciones y equipamiento de todo orden, viag de comunicacién, objetos En este sentido, condiciona, orienta, iniza uestros desplazami nuestros movimientos, las posiciones de nuestro cuerpo, sus posturas con relacién a los demas (a los cuerpos de los otros), Esos otros, en tanto cuerpos-espacios, hacen ellos mismos parte del espacio y determinan, en parte, hace, ademas, nuestro propio cuerpo Es, sin duda, imitil insistir mucho 1 orden y su uso, asi como lo, sobre este punto, dada st evidencia, pero seria un ejercicio bastante in- teresante —y mis dificil de lo que parece— censar todos los datos y variables de un lugar desde el punto de vista de la organizacién del espa- cio que promueve; ‘manera, su cartogral den y los usos fisicos del espacio que instala, Veriamos entonces de formal mas conereta como, en tétminos de configuracién topogratica colectiva, posiciones e interposiciones indi- ar, de alguna segiin el or- viduales, circulacién, movimientos, este espacio organiza ese manojo de determinaciones y de recursos que evocaba anteriormente. Este orden material del espacio es, evi dentemente, la concrecién, la ma- nifestacion de las construccions orden id al. Por ideal entiendo, desde ‘¢ Godelier (1982): todo lo que al de la naturaleza social 30 / La condicin biogrifca de las ideas y de las creencias y que constituye también la realidad social, Segiin este segundo nivel de senti- do, el espacio es construido por todas las funciones, por todas las represen- taciones, por todos los valores que le asigna el tejido cultural, el sistema de organizacién social en el cual esta inserto, Para retomar un término he- geliano, el espacio es por excelencia la manifestaci6n de “el espiritu objetivo” y,através de él, participamos concreta- mente en la comunidad humana, que ces la nuestra en sus diversos estratos (sociedad, colectividad, grupo social, categoria socioprofesional, empresa, familia, ete.), en las representaciones que ella se hace de la manera en que los hombres pueden vivir juntos, en las instituciones que organizan ese vivir juntos y en las practicas sociales que les cor Decir que el espacio —en tanto es €1 el que construye materialmente, socialmente, culturalmente—con- diciona nuestras practicas y nuestras representaciones no significa, sin embargo, que no tengamos una la- titud de aceién y de pensamiento en nuestras formas de vivir y de actuar el espacio. Ese sera el tercer punto: cl espacio es constitutive de nuestra experiencia en la medida en que nos ofrece recursos, en que esté abierto a nuestra accién y a nuestro pen- samiento, en que nosotros actuamos sobre él y con él por la accién y el pensamiento, Somos, seguramente, individuos de sociedad, los individuos de alguna sociedad y de los espacios que esta sociedad ha construido, pero nosotros mismos participamos en la construccién de la realidad social y de los espacios materiales e ideales de la sociedad a la cual perte- necemos (Berger y Luckmann, 2006). Y esos espacios, somos capaces co- lectivamente de transformarlos, de hacerlos evolucionar; somos capaces también de fabricar nuevos expacios. Esto es, por supuesto, lo que expli que los espacios, como la sociedad misma, estén en la historia, tengan una historicidad,, que haya, enton- tal de los a ces, una evoluci6n soc espacios, Desde este punto de vista, muchos movimientos societales, de “colectivos de ciudadanos’, tienen por objeto “el espacio” 0 “espacios trdtese de la reivindicaci6n ecolbgica de la proteccién del ambiente y del desarrollo sostenible, del ordena- miento de esta o aquella parte del territorio, de la construccién de una autopista 0 de un incinerador, del emplazamiento de un vertedero, del plan de circulacién de una ciudad, ete En la capacidad colectiva e indiv lual que tenemos para actuar en y con el espacio, de ser operadores del espacio, Ja dimensin material no es separa- ble, nunca, de la dimensiGn ideal; 1a ‘cién_no €s disociable del sentido jue le entregamos. Este sentido, lo hemos dicho, es cultural y socialmen- te construido y participamos de esta construc sociales. 1 agentes u o atin, el act separable jeto que tic que se con res, que de que lees pr nuestras p actuamos . el espacio valores qu: persona, a ‘emociones mos, enton vyalectiva di ainvertire hacer de él de nuestra La constr del espac EI punto —en relac de la biog: representa: existencia~ se inscribe —enunacr se inscribe enunageog de la mane constituye mos biogr espacio, es la manera construecién por nuestras préeticas sociales. Pero no somos solamente agentes w operadores sociales. O. mejor atin, el actor social en nosotros no es separable de una persona o de un su- jeto que tiene una historia parti que se construye segiin vias singula res, que desarrolla una imagen de sf que le es propia. En el seno mismo de nuestras pricticas mas socializadas, actuamos en el espacio y actuamos el espacio dindole significaciones, valores que est persona, a nuestra historia, a emociones y sentim ‘mos, entonces, una prietica reflexiva ligados a nuestra entos, € y alectiva del espacio que nos conduce a invertir en el espacio biogratico y a hacer de él uno de los componentes de nuestra construccién personal, La construcci6n biografica del espacio El punto de vista que defender —en relacién con mi definicién de la biografia como conjunto de representaciones construidas por la existencia—es el siguiente: asi como a escritura del tiempo —en una cronografia—, toda biografia se inscribe en una escritura del espacio, en .una geografia, Interrogarse acerca de la mane en que el expacio nos constituye y en cémo nos construi mos biograficamente en y con el espacio, es interrogarse acerca de la manera en que practicamos y en Biografia, cuerpo, espacio | 31 que experimentamos el espacio. Los gedgrafos contemporineos, cuyos abajos tratan, desde hace mas de treinta afios, del estudio del espacio de las sociedades,’ desarrollaron una nocién para dar cuenta de I construcciones y de las practicas co- lectivas e individuales del espacio, y ‘el habitar”. Esta noci6n, que desborda con mucho el esta nocién es la de simple espacio privado de la mora- da, designa la relaci6n. particular que vincula a los hombres y a las manas con el conjunto que iento, prdcticas y representaciones, reali- dad e imaginario. Los hombres habi- tan el espacio y el espacio los habita, construyen el espacio y el espacio los construye, hacen significar el espacio de sus espacios de vida, relaci6 esti hecha de aceién y pensa y el espacio confiere sentido a su ser y asuaccién. Heidegger veia en la condicién misma Jo” humano:* | habitar de “el ser en el mun LCE. Lévy y Lussault (20038), Dictionnaire de la géographie et de Uespace des scités, Paris, Belin, quienes ofrecen una desta ide estos trab cable sinte 2 “Habitar es Ia manera en que los mortales estin en la terra”. En su conferencia de Darmstadt (5 de agosto, de 1951), Heidegger aproxima buen (buan), tomado en su sentido original de habitar alas formas de la primera y de la segunda persona del verbo ser: Ich bin (yo soy), du bist (teres): "2Qué ‘quiere decir entoncesich bin? L palabra bawen, a la cual se liga bin, esponde: ‘yo soy’, ‘ti eres"; quieren 32 La condicion biogrdfca tuna relacién intima y constitutiva, a material e ideal, hombres con su espacio 0 sus espacios de vida. Yel gedgrafo Michel Lussault uno de los representantes franceses de esta nueva geografia que yo evocaba anteriormente—, define “el habitar” como “la espacialidad tipica de los actores individuales” (Lussault, 2007, p-45). Esen este marco antropol6gi- co —marco al cual fas culturas y las sociedades dan contenidos variables especificos— que hace falta situar la experiencia individual del espacio y las construcciones biograficas que ella propicia. Las preguntas que guiarén aho- ra nuestra reflexién podrian ser formuladas asf: éDe qué manera el espacio es el objeto, el factor de repreventaciones, de apropiaciones, de claboraciones personales que participan de las construcciones biograficas individuales? ¢Cémo, ‘en sus practicas de “el habit individuos biograffan los espacios en los cuales 0 con los cuales viven? —o para decirlo de una forma que precise el sentido que doy a biografiarse— £Cémo los individuos trabajan para claborar formas y representaciones hhabitas. La forma en decir: yo habit [que ti eres y en que yo soy, la manera ‘en que nosotros, otros, hombres, somos sobre la tierra es el buan, la habitacion, Ser hombre quiere decir ‘estar sobre la tierra como mortal’ es deci: “habitar”. (Heidegger, 1980, p. 173), de ellos mismos en el espacio y con el espacio? El cuerpo-espacio, el cuerpo en el espacio La experiencia primera del espacio es la del cuerpo. Del cuerpo como espa- Gio y del cuerpo en el espacio. Entre todos los espacios, el cuerpo tiene de particular que es el espacio que std siempre alli: no un lugar entre otros, sino el lugar a partir del cual se originan todas las experiencias del espacio y todas las experiencias de st zen el espacio y al cual ellas vuelven, El cuerpo €s, asf, el lugar primero, el lugar-fundamento de “el habitar”. Es casi una banalidad sefalarlo, el cuerpo como espacio es el objeto de todo un conjunto de conductas y de précticas los cuidados que le son concedidos, las vestimentas y los adornos con las que es revestido, las posturas que se le dan, las formas de mostrarlo o de no mostrarlo— que hacen de él un lugar privilegiado para la inversi6n biografica. Cada uno de nosotros, de forma a la vez consciente € inconsciente, desarrolla maneras de ser en y con su cuerpo, maneras de “habitarlo”, de moverlo, de ponerlo en escena para si y para los demés, que com- prometen a la vez equipamientos y técnicas de orden material, re- presentaciones y valores de orden social y cultural, imagenes de sf y de la relacién de sf con los demas, y que co compleja, un estilo dificilmente de- finible (sobre todo para si mismo), una reserva tinica mas © menos cul- ponen una alquimia muy tivada, mas 0 menos asumida, una relacién del ser consigo mismo que es constitutiva de lo que es sentido y de la imagen de si. Que pudiese haber desfase, discordancia entre la percepcién construida que yo tengo de mi cuerpo y de mi-mismo-en-mi cuerpo y mi cuerpo tal como es per- cibido por los den yo puedo descubrirlo en el momento de un reflejo imprevisto de mi ima —o tal como gen —aboga, ademas, por esta tesis, de una construceién biografica del cuerpo. Incluso, entre otras, aqui juega la dimensién del tiempo, la dimensién de un cuerpo-espacio que cambia a través del tiempo, sin que evolucionen necesariamente, al mismo ritmo, los se las representaciones que yo pueda tener de él. ¥ es ese cuerpo-espacio, asi, “habitado”, el que entra en n lacién con otros cuerpos-espacios, igualmente “habitados”, en un mientos y juego extremadamente complejo de interacciones, de odelaciones reciprocas, de construcciones en el espejo, de relaciones de lo mismo y de lo diferente —que tienen lugar antes que todo lenguaje, antes que todo discurso, que dependen de un manojo de sensaciones indet nadas y de impres (la famosa “primera impresién”, Biografi, cuerpo, epacio | 33 mpresion que es aqui tomada en su sentido pi Una de las dimensiones de la ex periencia del cuerpo y de los procesos de biografizacién asociados, es la del ero de huella). cuerpo sextiado y de las construcciones de género que requiere. El gi como se sabe, es una construct y social que define las catego riasde lo masculino y de lo femenino cultur y que distribuye entre ellas atrl roles, espacios (en el sentido propio y figurado). Estas categorias de género son invertidas biograficamente por los individuos en social, simbélica, imaginaria que ellos tienen de su propio cuerpo sexuado y del cuerpo sextado de los dems, Una parte de mis intereses y de mis trabajos actuales trata, precisamente, sobre la biografizacién del género, tema que abordo, en particular, por medio de la transexualidad y de la intersexualidad. Las personas transexuales o intersexuales realizan un incesante y extenuante trabajo biografico, las prim y vivir un género que no es el que les asignaria su sexo biolégico, las segundas por afirmar la eleccién de tun género o algunas veces, ademés, afirmar una elecci6n “masculina” en un “espacio” de su vida y una eleccién femenina’” en otro “espacio Este cuerpo-espacio es también, € inmediatamente, el cuerpo en el espacio —el espacio tal como es percibido y ‘experimentado por cada uno a partir ras por afirmar 34 / La condicion biogrdfca del lugar propio del cuerpo—. Ya nos hemos encontrado con esta idea evo- cando el punto de vista que organiza nuestra representacién del espacio, pero nos hace falta ahora extender y complejizar esta aproximacién que no ¢s, evidentemente, solamente topo- _grifica. Observemos que esta cuestién del punto de vista o de la focalizacién es esencial en las construcciones de la cién, donde representa una de las \cipales técnicas y recursos de la narraci6n (Genette, 1972). Pero si el novelista puede jugar con la plura- lidad y ta diversidad de los puntos de vista, hacer alternar puntos de vista internos de personajes, puntos de vista externos de observadores- testigos y punto de vista omnisciente de escritor-demiurgo, si puede ade- mds pluralizar las perspectivas, hacer variar los puntos focales y jugar con una percepcin miltiple del espacio y de la accién del relato, estamos lejos de disponer de la misma latitud enlos espacios de la vida real, donde nuestra visién y nuestro sentir estén 108 por el campo interno de nuestra percepcién y de nuestra experi fenemos, sin embargo, la posibilidad, por la imaginacién o la empatia —y es también lo que nos permite la lectura de ficcién— de abandonar el punto de vista «nico de nuestro espacio perceptivo, de adoptar otras “maneras de ver” y de descubrir, asi, universes de miradas que nos son ajenos. circuns En la relaci6n que tenemos con el espacio exterior, se impone una observacién del orden de la casi evidencia: sobre Ia totalidad de los espacios que nos estén potencial- mente abiertos —del lugar restrin- gido de nuestro espacio privado al espacio del mundo terrestre—, las circunstancias y las condiciones de nuestras vidas recortan y delimitan, una topografia individual, que se puede definir par si localizacién (tal regién o tal pais del mundo, tal ciudad, tal barnio, etc.) y por la caracterizacién fisica y social de los espacios que la componen (espacios domésticos y familiares, espacios piiblicos de cualquier indole, espa- Cios institucionales, eypacios profe- sionales, espacios de éonvivialidad, etc.). Una de las caracteristicas de la modernidad es haber ampliado considerablemente esta topografia individual (Stock, 2005) y haber introducido alll. por medio de las tecnologias de la informacién y de la comuniaciém, fenémenos como el de la coespacialidad, e8 decir, la capacidad de encontrarse al mismo tiempo en relacién con varios espa- cios no contiiguos (lo que permiten, por ejemplo, el teléfono, la television 0 la red de-imternet) Solo queda de esto que esa topo- ‘grafia individual circunscribe para cada uno de mosotros un espacio especifico. Cada uno de nosotros construye y despliega una cartogra- fia que términ tervitor de tray sible de hacen | por eje en relay ( demos. con cer indlivie segmen dual, su el punt nami: de nose absolut: de esta hrace fal Hamar cir, ele a muest signitfic nosotre Elespa interio Para to, perienc biograt duda, 1 mapa c mentes via, de plana y cuenta de nue fia que le es propia, descriptible © términos de lugares, de sitios, de territorios, de redes, de conexiones, de trayectos, € sible de ser reconstruida: es lo que estudiar, surbanas {que no es impo- hacen los sociélogos pa por ejemplo, las trayector en relacién con una u 0 social (Grimaudi, 1998). Pero si po: demos cc a practic tir, de forma efectiva, con centenares 0 millares de otros individuos ciertos pr segmentos de nuestro mapa indivi- dual, su configuracién de conjunto y el punto de vista que lo actualiza y lo din a constituyen para cada uno personal abyoluta ica. Es en el marco de esta geograti 1 hace falta tener en cuenta lo que yo Hamaria el espacio significado, es de- de nosotros una geogr vente ti ir, el espacio tal y como es, abi a nuestras representaciones, a las significaciones y a los valores qu to nosotros le pre El espacio significado: el “mundo interior” del espacio exterior Para tocar més de cerca nuestra ex- pe biogriticas del espaci duda, reconocer que la imagen del mapa que nos viene facilmente a la mente es insuficiente, El mapa re via, de hecho, a una representacion plana y estética que no llega a dar cuenta del espesor y de la dindmica de nuestra experiencia del espacio. ia y nuestras construcciones hace fall Biografia, cuerpo, espacio Laanalogia cartografica figura un espacio extendido, desplegado, en el cual los elementos y solo mantienen entre ellos rel ciones de contigitidad fisiea, Ahon no se recubren, tal no es nuestra exper n espacio en el sentido del espacio: vivimos plegado, estratificado, de que, entre los lugares dem geografia personal, laciones de contigiiidad fisica, sino estra 10 solo hay re- también relaciones fi nntales de copres proyeccién, de resonaneia, de cor n reciprocas, Bajo el riesgo de hacer proliferar una enormidad topogral de las situaciones de coespacialidad cia, de recubrimiento, de truce ca, yo dirfa que, aun fuera ncionadas anteriormente, no estamos nunca en un solo lugar a la ver, no “habitamos” nunca un lugar ico: en el lugar donde estamos, Hev: nos otros con nosotros, vivimos pluratidad de lugares, Para de- cirlo de otro modo, en Ja economia de nues 4 personal dispo- 1 geogral nemos de una forma de ubicuidad: relacionando los unos con los otros, haciéndolos interactuar entre ellos, vivimos los lugares sobre el modo de una espacialidad plural, multidi- mensional Aesta sincrénica de los espacios persona- les hay que agregar su profundidad temporal: el “espacio vivido" tal como puede ser co momento de nuestra lectura ya esta consiste rendido en un, se cruza 36 / La condicin biggrfica ¢ interactia con las configuraciones espaciales méviles y evolutivas d sarrolladas en el curso de nuestra histor confluencia de los espacios de nues- tra infancia y de nuestra juventud con aquellos de los periods sucesivos de nuestra existencia hasta aquellos de nuestro presente inmediato dan a nuestra espacialidad el espesor de alguna manera geol6gico del tiempo yde sus estratificaciones, Ya no pod mos entonces agarrarnos desde alli a una estricta cartografia de superficie, 1a simple espacialidad exterior, nia personal. La resonancia y la an la tinica descripcién fenomenologica © sociolégica de nuestros trayectos del espacio. Estas observaciones conducen evidentemente a interrogarnos por la forma en que el espacio significa para nosotros y en que nosotros h: ‘cemos significar el espacio. E invitan a restituir nuestra experiencia del “espacio en una biogengrafia, que va a permitir cruzar el enfoque sineronico yelenfoque diacrénico, espacialidad y temporalidad. Nuestras experien- ias y nuestras précticas del espacio toman efecto y toman sentido en las representaciones construidas de nues- tra historia personal; dicho de otro manera, en nuestra biografia. Estas construcciones biograficas del espa- cio nos llevan a elaborar un mundo de significaciones y de valores que constituye para nosotros, de alguna manera, el “mundo interior” del } mobiliario, espacio exterior. Es en el prisma de ese “mundo interior” que el espacio exterior se va a encontrar dotado para cada uno de nosotros de una biograficidad singular, es decir, de una capacidad para dejar huella, P a, para darle sentido en nuestra existenc Los primeros ejemplos de esta biograficidad del espacio que vie- nen a la mente son los lugares y os objetos familiares que forman nuestro espacio doméstico, nuestro “interior”, Tenemos con como lo decimos preci- same sos lugares y esos objetos (casa, apartamento, pequefios objetos”, li- bros, juguetes, fotografias, etc.) una relacién de construccién biograti osotros los constitu reciproca y ellos nos constituyen. Nosotros los arreglamos, los traemos, los fabrica- mos como formas, manifestaciones de nosotros mismos en el espacio. Y ellos constituyen el espacio en el cual nos reconocemos a nosotros mismos, en ef cual nos hacemos reconocer por los demas. Muy a menudo, mismos lugares y objetos de nuestro espacio doméstico tienen una parte de nuestra historia personal: son la huella, el recuerdo conereto de tal periodo de nuestra vida, de tal en- ‘cuentro, de tal persona, de tal evento de nuestra existencia, No todos los espacios que fre- ‘cuentamos presentan la misma biogeo- graficidad, es decir, la misma capaci- dad para: Ja misma a por nosou de nosotr pero todo espacios p instituci tados y ay significaci la globalic cia y den de su cap: y para rep norales, 2 estin vine presentaci ydenuestr obras liter: estética a « personales Iusea del te basqueda tiempo y (una eser precisa cc oposicione de Swann, que reenv! nario del afectivas, + determina de su pers Elespacit por la ext en la acei El espacio nosotros a dad para escribirnos en el espacio, Ja misma aptitud para ser investidos por nosotros pa de nosotros n a constituir for simios en el espacio, pero todos —espacios “naturales”, espacios ptiblicos, espacios sociales ¢ institucionales— son exp: men- tados y apropiados a partir de la significacién que les acordamoy en. la globalidad de nuestra exper cia y de nuestro trayecto, a par de su capacidad p: y para representar valores sociales, morales, afectivos y estéticos que estan v presentaciones de nosotros mismos yde nuestra e Las grandes obras literarias dan una elaboracién est rsos espaciales personales: la obra de Proust, En busca del tiempo perdido, es tanto una btisqueda del espacio como del tiempo y desarrolla una geografia (una escritura del espacio) muy precisa construida sobre polos y oposiciones espaciales (For el camino de Swann, El camino de Guermantes), que reenvian en la vida y el ima nario del narrador a polaridades afectivas, sociales, determinantes para la construccién de su personalidad. mat culados con nuestras re- st icas y estéticas Elespacio aprendido por la experiencia y fabricado en la accién El espacio es, asi, para cada uno de nosotros a la vez una reserva de for- Biograia, ener, espacio ( 37 mas y de sentidos y una fabricacién, yal mismo tiempo un recurso y u produccién. Como todo aprendizaje, nuestro aprendizaje del espacio es de naturaleza socioindividual. “Toda actividad, escribe Michel Lussa (2007, p. 81), compromete u cién del operador con la dimens' espacial (ideal y/o material) de la sociedad”. En el curso de nuest pricticas, constr ia del espacio, nos capital espacial, mater y simbélico, que forma va de experiencias espaciales y que nos permite aprehender y hacernos sensibles ¢ inteligibles a los espacios nuevos, integrarlos a nuestra expe- 1 adquirida. Este aprendizaje del eypacio, que comienza desde el nacimiento y atin mas desde el periodo intrauterino, que tiene una primera etapa portante en el joven lact diferenciacién del cuerpo de la ma- dre y el reconocimiento exploratorio del cuerpo propio, con cenriquece a lo largo de la vida. Y asi como el joven nino produce verdade- ramente su cuerpo descubriéndolo como un espacio separado, y luego, durante el “estado del espejo”, como un espacio propio, no cesamos, a lo largo de nuestra existencia, de fabricar el espacio. No solamente en el sentido en el que ganarfamos, sin cesar, nuevos espacios, en el que extenderiamos nuestra experiencia ps una experien- nstituimos un Le ideal uestra reser- |, real pte con la 38 J La concn biogaica a nuevos territories que s rian en nuestros (la tercera edad se caracteriza, muy a menudo, por un nto fisico del espacio), sino también en el sentido en el que cada una de nuestras acciones es, en ella misma, creadora de espacio, en el que cada una produce una disposi- Gién espacial singular De hecho, équé hacemos nosotros cuando actuamos en y con el espa- Creamos en un momento x de estrecha nuestra existencia una figura espacial {inica, en la cual estamos fisicamente ineluidos en tanto cuerpo-espacio y que responde, para nosotros, a una significacién orientada en el tiempo, una intencionalidad, a un proyecto que toma sentido y efecto en la singu- laridad de nuestr ‘Tomemos la situacién mas des- favorable para nuestro propésito: una partida de tren regional en una estacién pari na hora de gran trafico. Centenares de personas tomando el mismo medio de trans- porte, efectuando los mismos gestos, haciendo el mismo trayecto. Aparen- temente y debido a cierta mirada —a de la cimara de un observador exterior, por ejemplo—, centenares de individuos an6nimos sujetosa una misma acci6n y a un espacio comin que los vuelve intercambiables. Y, sin embargo, en esta situacién de multitud en el seno de un espacio de trinsito —los “no lugares” de Mare Augé (1993)—, cada uno de existencia. estos viajeros fabrrica individualmente su espacio. Para cada uno de ellos, de hecho, el espacio comin que los contiene no esta investido de las mismas significaciones, intenciones, polaridades afectivas; para cada uno een de ellos, este espacio se inseril una geografia personal que superponible a ninguna otra; para cada uno de ellos, este espacio toma sentido en una secuencia temporal y existencial particular, en la relacién ‘con un pasado y con la anticipacién de un futuro irreductiblemente per- sonales; y para cualquiera de ellos este espacio no sera el mismo que fue lavispera o el que sera el dia después. Lo que quiere mostrar este ejem- plo es que el espacio es siempre tomado en una existencia, que es el espacio de alguien en un tiempo de su existencia. El espacio tal como lo vivimos es indisociable de las for- mas temporales de la experienci de la temporalidad orientada a la accion. El espacio de los cartégrafos es una abstraccién: para el actor, el espacio es, a la vez, el soporte, el instrumento y la mira de la accién; es en la acciém que toma su forma y su sentido. Pero hasta entonces, el espacio vivido, empezando por el del cuerpo, es tomado en Ia sintaxis temporal que caracteriza la accién. Actuar es indisociablemente actuar el espacio y en el tiempo; es, a la vez, dar cuerpo al desarrollo temporal de la existencia y poner en intriga los espacios reubicado experien: cual no ce espacios en los cuales vivimos. Asi reubicado en la dinamica de nuestra experienc el proceso por el cual no cesamos de producir formas Biografia, euerpo, espacio | 39 de nosotros mismos y de nuestra existencia, el espacio aparece como ayor de nuestras construcciones biog! La condicién biografica Ensayos sobre el relato de si en la modernidad avanzada Christine Delory-Momberger ‘Traduccién de Miguel Orlando Betancourt Cardona Educacin Editorial Universidad de Antiog) Coleccion Baducacin © Christine Delor-Momberger © De la uaduccidn: Miguel Orlando Betancourt Cardona, © Teraédre (© Facultad de Educacion Universidad de Antogui © Editorial Universidad de Antiogia® ISBN: 978:958-714-658-7 “Tilo orginal: La condition bigraphiue Eas srl rit de si dans la moder anete Primera edicion en francés: Trade, 2009 Primera edicin en espadiol: abril de 2015 “Traduccin: Miguel Orlando Betancourt Cardona, profesor Universidad de ‘Antioguia Revision de la traduecin: Gabriel Jaime Murillo Arango, profesor Universidad de Antigua Diagramacion yelseio de cubirta: Carolina Velasquer Valencia, Imprenta ‘Universidad de Antioguia Goordinaciin editorial: Sika Garcia Sierra Impresin y terminacion: Imprenta Universidad de Antioquia eso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia Prohibit la repreduccin tal 0 parcial, por cualquier medio con cualqy propésito, sin la autorizaciinescrita de la Editorial Universidad de Antioquia Editorial Universidad de Anionuia® Telefon: (974) 219 30 10, Telefax: (574) 219 50 12 Correo electnico: editorial@udeaedu.co tio web: hup:/editorialudea.ed.co wtado 1226, Medellin, Colombia Imprenta Universidad de Antioguia Teléfono: (374) 219 33 30. 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