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Este libro es un trabajo de ficción.

Los nombres, personajes, lugares e incidentes


son producto de la imaginación del autor o se usan de manera ficticia. Cualquier
parecido con eventos reales o locales o personas, vivas o muertas, es una
coincidencia.
Espera por mí
Copyright © TLM Productions LLC, 2019
Impreso en los Estados Unidos de América.
Diseño de portada: Lori Jackson Design.
Fotografía: Wander Aguiar.
Traducción: Daisy Services for Authors
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede
reproducirse, almacenarse en un sistema de recuperación o transmitirse de ninguna
forma o por ningún medio (electrónico, fotocopiado, físico o de otro tipo) sin el
permiso previo del autor.
Tabla de contenido

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Réplicas
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Epílogo
Cerca de mí
Entrégate a mí
Sobre la autora
Espera por mí

Querido Taron
Debería haberte dicho esto hace mucho tiempo…
Querido Taron
¿Hay un tiempo para el perdón?
Si lo hay, no creo que haya llegado a ese punto…
Querido Taron
Todavía te amo…
Una carta que nunca envié.
Rayos, ni siquiera terminé de escribirla.
Taron Rhodes era el mejor amigo de mi hermano.
Y el hombre más atractivo que había visto en mi vida.
Pero él era más que eso.
Él jalaba mi cola de caballo, me mojaba la camiseta y me
tiraba al lago mientras yo me reía a carcajadas.
Fuertes brazos bronceados y ojos aguamarina. Esa sonrisa
traviesa y deslumbrante.
¿He mencionado que tenía un trasero como para morderlo?
Él fue mi primer beso, mi primera vez, mi primer amor.
Le dije que lo esperaría…
Todavía estoy esperando, porque Taron Rhodes sigue
siendo el hombre de mis sueños.
Y guardo un secreto que tiene sus mismos ojos aguamarina.
Noel LaGrange me robó el corazón cuando tenía
dieciocho años, empujándome y llamándome fantoche.
Sawyer, su hermano, me molería a golpes si supiera
cuántas veces nos besamos ese verano, eso sin contar todas las
otras cosas que hicimos.
Todo cambió cuando Sawyer y yo nos enlistamos en la
marina.
Nos retiramos con honores, pero no pude volver y cumplir
mi promesa.
En cambio, me fui a vivir a la ciudad, donde ni las drogas o
el dinero, pudieron sanar la herida que me estaba matando.
Sólo sus ojos color whisky y su cabello oscuro, sus brazos
delgados y su dulce perfume pueden devolverme la esperanza.
Rompí su corazón y también el mío, pero voy a
recuperarla.
Si es que ella todavía está esperando por mí.
Para los amantes de las canciones tristes y las dulces sorpresas…
Para mi esposo, que quería una historia sobre el huerto de duraznos donde creció y
para Ilona, mi amiga.
Prólogo
Noel

Mi madre era demasiado hermosa para morir tan joven.


Al menos, eso es lo que todos siempre me han dicho.
Penélope Jean Harris, la hija de una de las familias más
prestigiosas y la niña más bonita de nuestro pueblo. Fue la
mejor estudiante, la reina del baile de graduación, del baile de
primavera y de cualquier otro baile que se organizara durante
el año escolar. Además de eso ganó todos los concursos de
belleza del condado. Se habría convertido en la señorita
Luisiana si mi papá no la hubiera convertido en su esposa.
Yo tenía once años, una edad extraña, esa que está entre
muy grande para bañarme en el arroyo sólo con mis bragas y
muy pequeña para dormir con la luz del armario apagada. Me
encantaba Dolly Parton, las mariposas y recoger duraznos
directamente de los árboles de mi papá y comérmelos, saltar al
lago y correr persiguiendo animalillos con mi hermano menor,
Leon.
En el verano, los árboles eran de un verde intenso y el
dulce aroma de los duraznos llenaba el aire. En el invierno,
eran como manos huesudas, que levantaban sus palmas hasta
el cielo. Ramas como dedos extendidos, aferrándose a la
esperanza.
Los ojos color avellana de mi mamá se arrugaban en las
esquinas cada vez que me miraba, a mis hermanos o a mi
papá. Su dulce sonrisa era como la cálida luz del sol cuando yo
tenía frío.
Ella me envolvía entre sus brazos y cantaba una vieja
canción cuando yo tenía sueño o estaba de mal humor. Me
agarraría a su sedoso cabello castaño como una capa y cerraría
los ojos y respiraría…
Entonces ella se fue.
Salió a caminar una fresca noche de invierno a lo largo de
la carretera que pasa por nuestro huerto hasta la vieja casa en
la colina. La escarcha flotaba en el aire; las hogueras ardían. El
hombre que conducía el camión dijo que salió de la nada.
Él nunca la vio.
Ella nunca lo vio.
Seis semanas más tarde, en ese mismo huerto con flores de
durazno adornando los árboles y el rocío inclinando la hierba,
en el mismo lugar en que ella murió, mi papá se quitó la vida
con su pistola.
Supongo que a veces el amor te hace olvidar que las cosas
pueden mejorar.
Supongo que no vio una curva más adelante en la carretera.
Supongo que sólo vio una línea recta que conducía hacia el
abismo.
Mi papá era la estrella de su equipo de fútbol americano…
pero cuando mi madre falleció, la vida le lanzó un pase que no
pudo atrapar.
Nuestro mundo cambió para siempre ese invierno.
Dolly dice que el amor es como una mariposa, suave y
gentil como un suspiro, pero por lo que he visto del amor, creo
que es más como un tornado, impactante, violento y tan
poderoso que puede arrancarte el alma del pecho.
Es tan rápido que no puedes huir de él, vuela una casa y
deja a la otra como si nada.
No sabía hacia dónde me llevaría el amor, en silencio o con
el rugido de un tren de carga. Debería haberlo sabido. Debería
haberme dado cuenta en el momento en que lo vi.
Él era ambas cosas. Era silencioso como el roce de la
pelusa de durazno, pero dejó mis entrañas en ruinas. Me
retorció los pulmones y me elevó tan alto que cuando me tiró
al suelo con una fuerza que sonó en mis oídos e inundó mis
ojos.
Todo comenzó el verano antes de que se fueran, un mes
antes de que enviaran a mi hermano a pelear en una guerra que
todos decían que había terminado.
Todo comenzó en la cocina de la casa de mi mamá…
Hace Siete Años
Capítulo 1
Taron

—Levántate y camina, Lázaro. —Sawyer me da una palmada


en el pie, tirando mis piernas del sofá y me despierto listo para
pelear.
—¿Qué mierda? —Defenderme es mi primer instinto, todo
porque desde la infancia tuve que arreglármelas solo.
—Te veo en la camioneta en siete minutos.
Me froto los ojos con la mano en lugar de tumbarle los
dientes.
—¿Siete? Todavía está oscuro.
—Estamos en el horario de trabajo, no se te olvide. —Su
voz imita la de nuestro sargento de ejercicios y cierra la puerta
del baño sin mirar atrás.
Horario de trabajo, horario militar. No es de extrañar que
se adaptara tan fácilmente a lo básico. Levantando mi teléfono,
veo que apenas dan las cinco. Mierda. Mirando a mi alrededor,
trato de orientarme en el espacio oscuro, pero una nube de
sueño todavía nubla mi mente.
Piel suave, cabello suave. Un perfume tan familiar, pero no
puedo ubicarlo, dulce pero terrenal. Quiero cerrar los ojos y
enterrar la cara en su cuello y respirar.
Sólo fue un sueño.
Un sueño que me gustaría terminar por una vez.
Con un gruñido bajo, me paro, empujando hacia abajo la
erección en mis bóxer y buscando en el piso los jeans y la
camiseta que llevaba puestos anoche.
Llegamos a la casa de Sawyer después de la medianoche, y
me tumbé en el sofá de la sala, pensando que dormiría más de
cinco horas. Terminamos el entrenamiento básico la semana
pasada y recibimos nuestras órdenes. Ahora somos unos
infantes de marina hechos y derechos, con sólo unas pocas
semanas antes de que salgamos con destino a Sudamérica para
una asignación de dieciocho meses.
Dieciocho meses, si tenemos suerte.
Encuentro mi camiseta al mismo tiempo que algo cálido y
húmedo me cubre la cara.
—¿Qué mie…? —grito, cayendo de espaldas sobre mi
trasero.
El corazón se me atora en la garganta cuando la puerta del
baño se abre de nuevo, proyectando una columna de luz sobre
el piso. Un perro grande, negro y gris con un ojo azul y un ojo
marrón se para frente a mí. Parece que está sonriendo. Estoy
bastante seguro de que sabe que me asustó muchísimo.
—Akela, ven. —La voz de Sawyer corta el silencio—.
Puedes usar el baño ahora.
No se detiene cuando pasa y la perra lo sigue a la cocina.
Sacudiendo mi cabeza, me encamino hacia la luz.
Cinco minutos después, estamos en la camioneta, no soy
una persona madrugadora, pero tengo que decir que la luz
dorada del amanecer sobre las colinas cubiertas de árboles
llenos de hojas verdes y duraznos maduros es especial. Una
neblina de rocío lo hace brillar.
Sawyer tiene su gorra baja mientras conduce y no parece
darse cuenta. Ha estado bastante concentrado desde que
salimos de Nashville ayer por la noche. Supongo que volver a
casa puede ser estresante, sobre todo siendo el dueño, incluso
si cuentas con la ayuda de tu mejor amigo para terminar de
arreglarlo.
—Ese es una perrita especial. —Mi codo está apoyado en
la ventana abierta y la cálida brisa nos envuelve en la cabina.
—Es de Noel. —Conduce despacio por una carretera
estrecha.
Me ha contado un poco sobre su hermana menor, una
chiquilla que siempre tiene las rodillas raspadas, coletas y pasa
el tiempo persiguiendo liebres.
—¿A dónde nos dirigimos?
—Harristown. —Esboza una sonrisa y me alegro de ver
que no está melancólico.
—¿Dónde está eso?
—Ya lo verás.
Continuamos a veinte millas por hora hasta llegar a una
carretera de dos carriles. Gira a la derecha, se dirige al
pequeño pueblo, cuando pienso que va a volver a acelerar, no
lo hace.
Mirando hacia mi teléfono, veo que tengo cero señal de
celular.
—¿No hay señal aquí?
Mi amigo me mira de reojo.
—¿A quién estás tratando de llamar?
—Iba a decirle a Patton y Marley que llegamos bien.
—Tengo un teléfono fijo en la casa.
Presionando mis labios, asiento. Así es la cosa. Estupendo.
Cinco minutos más y entramos a otra carreterilla, hasta una
parada para camioneros con un restaurante Denny’s al lado.
Varios camiones están estacionados cerca de la entrada y los
hombres con jeans y gorras salen lentamente, ajustando la
parte superior de sus pantalones y estirándose.
—¿Denny’s? —Le lanzo una mirada escéptica.
Él solo se encoge de hombros.
—Así es como se ha hecho desde que tengo memoria.
—¿Hecho qué?
—Resolver el horario de los trabajadores para la cosecha.
—¿No tienes tus propios trabajadores para la cosecha?
—Estoy a punto de.
Para la camioneta, se ajusta la gorra y sale. Lo sigo adentro
al mismo ritmo lento que el resto de los veteranos que se
filtran por las puertas. En mi mente está nuestra conversación
de hace unas semanas, cuando recibimos nuestras ordenes de
dejar el país.
Me había contado todo acerca del huerto de cien hectáreas
que heredó de su padre en el norte de Luisiana, así que le dije
que me gustaría ir con él en algún momento.
No me queda mucha familia en Nashville, además de mis
amigos, Patton Fletcher y Martin “Marley” Randall. Nos
enlistamos juntos con la esperanza de obtener la misma
asignación, que afortunadamente así fue.
Sawyer se encontró con nosotros en nuestro primer día y
desde entonces hemos sido inseparables. Cuando me pidió que
fuera a casa con él, para ayudarlo a poner todo en orden antes
de irnos, pensé por qué no. Simplemente estaría perdiendo el
tiempo, festejando demasiado si pasaba un mes en Nashville
esperando.
—Bienvenido, ahora eres el héroe del pueblo —nos llama
una voz desde el otro lado de la habitación.
—Aún no. —Sawyer se da la mano con un hombre que
parece al menos veinte años mayor que nosotros—. ¿Cómo
está la cuadrilla este año?
—Casi igual que el año pasado. —La voz del hombre es
firme y clara, como la de mi amigo. Él asiente con la cabeza
hacia un hombre robusto y de cabello oscuro sentado en una
cabina al otro lado del camino—. Jay Hidalgo tiene un grupo
de buenos trabajadores. Nada más tenemos que arreglar la
paga.
Luego me mira y asiente—: ¿Qué tal?
—Taron Rhodes. —Estiro mi mano rápidamente para
saludarle.
Él me responde el saludo con un firme apretón.
—Dutch Hayes. Soy dueño de los cultivos de algodón al
este del pueblo y hasta el Delta.
—Muy bien. —No tengo idea de cómo responder, pero
Sawyer interviene.
—Taron es un amigo mío de Nashville. Terminamos el
entrenamiento básico juntos.
—¿Otro marino, con esa cara?
Mi mandíbula se tensa. Ser lo que la gente considera guapo
tiene ventajas y desventajas. La ventaja es fácil conseguir con
quien acostarte, aunque nunca he sido un mujeriego. No es mi
estilo.
Lo negativo, ocasionalmente me encuentro con gilipollas
que piensan que no puedo enfrentarlos.
Aun así, me enseñaron a respetar a mis mayores.
—Otro marino —le digo con una sonrisa tensa.
—No dejes que te engañe. —Sawyer me agarra del hombro
—. Confiaría en Taron con mi vida.
—Hermanos de armas. —Dutch asiente.
—Algo hay de eso. —Sawyer redirige—. ¿Puede venir
Digger esta tarde? Tengo que alinear todo con Noel y Leon
antes de irme.
Una luz codiciosa destella en los ojos del hombre cuando
Sawyer le da la espalda. Rápidamente lo oculta, algo en él no
me inspira confianza.
—Tu arregla el horario y nos dices. —Ellos van a donde
Hidalgo se sienta esperando con los brazos cruzados, así que
decido esperar a un lado.
Deslizándome en un cubículo de vinilo rojo, noto que la
conexión inalámbrica funciona en este lugar. Rápidamente
tecleo un texto grupal a los muchachos diciéndoles que
llegamos bien. Marley inmediatamente envía de vuelta un
emoji de signo de la paz. Probablemente ya esté drogado, el
señor líneas blancas.
El padre de Patton probablemente le esté dando más lata
que nunca. Me lo imagino maldiciendo mi nombre por salir
pitando, pero no podía quedarme. Estoy disfrutándolo de una
manera extraña, de vuelta a lo esencial.
Acabo de recoger un menú cubierto de plástico cuando una
mujer con el pelo rubio rojizo recogido sobre su cabeza y un
delantal marrón camina hacia mí. Ella se ve más o menos de la
misma edad que mi madre.
—Hola, guapo. ¿Puedo traerte un café? —Me guiña un ojo
y veo que su etiqueta de plástico dice Florence.
—Hola Florence. —Le devuelvo su sonrisa—. Muchas
gracias.
Ella agarra una jarra de plástico de su lado y llena la
pequeña taza sobre la mesa frente a mí.
—Puedes llamarme Flo. Eres nuevo en el pueblo.
—Solo estoy visitando el huerto de los LaGrange. Soy
amigo de Sawyer.
—¿No me digas? —Ella mira con curiosidad dónde está él
parado con los dos hombres—. Los milagros nunca terminan.
No estoy seguro de lo que se supone que significa eso, pero
me alegro por el café. Ha sido una larga mañana y ni siquiera
son las siete.
—¿Te vas a quedar un tiempo?
Tomo un sorbo del débil brebaje marrón y asiento.
—Estamos aquí unas semanas y luego nos envían a
Sudamérica.
—Vaya. —Ella desliza una nota de su libreta a través de la
mesa hacia mí—. Si necesitas a alguien que te enseñe los
alrededores, házmelo saber.
Levanto el recibo y veo un número de teléfono escrito en
él.
—Hola, Flo. —Sawyer está al final de la mesa, hurgando
en su bolsillo delantero—. ¿Estás listo?
Termino mi bebida como una bala, recogiendo el trozo de
papel.
—¿Cuánto te debo?
—No es nada, cariño. Solo avísame si necesitas algo. —
Ella me guiña el ojo otra vez.
—Espera un momento. Si no pago, tienes que pagarlo con
tus propinas, ¿verdad?
—No te preocupes por eso. —Ella arruga la nariz y sacude
la cabeza.
Colocando un diez en su mano, le acaricio el hombro—:
Quédate con el cambio.
—Y pensé que los caballeros del sur habían pasado de
moda. —Sus ojos se vuelven cálidos.
—Hago lo que debo hacer.
No quiero entrar en la historia de mi familia, pero sé cuán
ajustado puede ser el presupuesto de una mesera.
Sawyer me golpea el brazo.
—Vamos, Casanova. Hasta luego, Flo.
Ella asiente.
—Me alegra ver que finalmente estás haciendo amigos y de
los buenos.
Estamos en la camioneta que se dirige al huerto y, como
siempre, él no dice mucho. Sin embargo, es el estilo de
Sawyer. Es el miembro callado del equipo. Patton es todo
ambición, Marley siempre busca una fiesta, un escape. Yo
todavía estoy buscando las respuestas.
El sol está más alto en el cielo y el brillante resplandor del
amanecer que se abre sobre el huerto de duraznos se ha ido.
Ahora todo es este calor pegajoso y humedad.
Se inclina hacia adelante.
—Va a ser un día caluroso.
—¿Conseguiste tu equipo?
—Creo que sí. Creo que Digger será una buena elección
para hacerse cargo mientras estoy fuera. Todo debería
funcionar sin problemas por un tiempo.
—¿No dejarás a tu hermana a cargo?
—¿Noel? —Su frente se arruga—. Ella es muy joven para
eso. De todos modos, ella comenzará la universidad, necesita
concentrarse en sus estudios.
Sé que dejar el huerto y sus hermanos le cuesta mucho.
También sé que realmente quiere hacer algo por sí mismo.
Ahora podría ser su última oportunidad, al menos eso es lo que
me dijo.
Salimos de la estrecha carretera para llegar a una casa
bastante grande. Es la primera vez que la veo a la luz del día y
estoy impresionado por el tamaño. Es una estructura de dos
pisos con revestimiento de madera blanca y un gran porche
alrededor con columpio y toda la cosa. Es la imagen clásica
americana.
Cerramos nuestras puertas de golpe, lo sigo por el camino
de entrada, pasando la pequeña cerca blanca y atravesando la
puerta principal. Mi estómago inmediatamente comienza a
gruñir cuando el aroma del pan tostado, tocino y huevos fritos
golpea mi nariz.
—Maldición, eso huele bien. —Froto mis manos sobre mi
estómago.
El teléfono de Sawyer comienza a sonar y él levanta una
mano.
—Ahora te alcanzo. Entra y preséntate con Noel.
No voy a discutir. Sigo el aroma de la comida, y cuanto
más me acerco, escucho una voz dulce y clara, cantando una
vieja canción de Dolly Parton. Es la que solía salir en ese
programa de televisión. Suena bien.
Empujo la puerta para abrirla y casi me caigo de culo por
segunda vez hoy.
De pie de espaldas a mí, alcanzando por encima de su
cabeza en un gabinete abierto no encuentro a una niña, de
ninguna manera. Noel es bajita y delgada, con curvas en todos
los lugares correctos. Lleva una camiseta sin mangas de color
verde y pantalones cortos muy cortos y su brillante cabello
castaño apilado sobre la cabeza con delgados mechones
sueltos.
Observo mientras ella se estira más para buscar los platos y
mis ojos se deslizan por la piel suave de su brazo desde su
estrecha cintura sobre la curva de su trasero y sus piernas
sedosas hasta sus pies descalzos.
Sus uñas de los pies están pintadas de rojo cereza.
Justo cuando estoy a punto de ofrecerle ayuda, ella salta
con un pie al borde del mostrador y agarra un plato grande y
un tazón, pero deben ser demasiado pesados para ella. Todo
parece pasar a cámara lenta.
Ella se tambalea y su canción se convierte en un fuerte
grito cuando cae hacia atrás.
—¡Oh no, no!
—¡Noel! —Me lanzo hacia delante y, por algún milagro,
ella cae en mis brazos mientras yo acabo de rodillas en el piso.
Me inclino hacia adelante, abrazándola. Ambos respiramos
rápido, nuestras narices casi se tocan. Sus ojos se abren
cuando se encuentran con los míos, dorados como el whisky,
creo que algo más está pasando aquí.
Inhalo profundamente, me siento rodeado por la primavera
y flores. Ella es suave como la seda, sus senos contra mi pecho
y sus labios carnosos y brillantes se abren a pocos centímetros
de los míos.
Podría besarla…
—Dios, has caído como del cielo. —Es un susurro
entrecortado, un poco áspero y muy sensual.
—Hola, soy Taron.
Ambos platos todavía están en sus manos. Ella parpadea un
par de veces antes de mirar a su alrededor.
—Oh, diablos.
Se aleja, y yo me muevo a un lado, ayudándola a
equilibrarse. Cuando se pone de pie, sus piernas lisas y
musculosas están frente a mi cara, resisto el impulso de
extender la mano y deslizar mi palma contra su piel. Mierda,
contrólate, Taron.
—¿Estás bien? —Me paro rápidamente, tocando
ligeramente su brazo.
—Creo que sí. —Me mira y sonríe tímidamente, juro que la
tierra se mueve—. Quiero decir, sí. Gracias. Eso podría haber
sido peor.
Su mirada me captura y sus mejillas bronceadas se
sonrojan.
—¡Noel, Dios! —Ambos saltamos cuando Sawyer entra a
la habitación gritando—. ¿Puedes usar la maldita escalera?
Me alejo de ella rápidamente, apoyándome contra el
mostrador y ella va hasta donde él está parado, en la puerta.
—¡Sawyer, casi me matas del susto!
—Me vas a dar un ataque al corazón si sigues haciendo
maromas como esa. Estoy a punto de irme fuera del país y
estás escalando por la cocina como una trapecista sin red de
seguridad.
—Cállate y dame un abrazo. —Ella se estira para
abrazarlo.
—Gracias por salvar a la idiota de mi hermana. —Él me
mira.
—Imbécil. —Ella empuja su hombro—. Gracias, Taron.
Ella sonríe, pero sus ojos no se encuentran con los míos.
No puedo decir si está avergonzada o algo más. De cualquier
manera, ella se da vuelta y su culito respingón me saluda otra
vez. Me llevo la mano al estómago y me froto el repentino
dolor.
—Espero que tengan hambre. Hice media docena de
huevos y un montón de panecillos.
—Estoy hambriento. —Sawyer va a la mesa.
Me obligo a dejar de mirarla como nunca antes había visto
a una chica.
—¿Te puedo ayudar en algo?
—Lávate las manos. La mesa ya está puesta. —Se mueve
rápidamente por el pequeño espacio con los pies descalzos
mientras yo voy al fregadero y hago lo que me ha dicho.
Ella salta hacia donde estoy parado y me da una toalla, su
perfume me envuelve nuevamente, fresco y cálido, haciendo
que mi sueño vuelva a relampaguear en mi cabeza.
—Comamos. —Sawyer, como el jefe de la casa ha dado
una orden.
No estoy aquí para un romance de verano. Estoy aquí para
ayudar con la cosecha. En unas pocas semanas, me habré ido,
no puedo pasar eso por alto, no importa cuán buena esté la
hermanita de Sawyer.
—Alabado sea el Señor y pasen los bisquets. —Ella se
sienta frente a mí, y esta vez cuando nuestros ojos se
encuentran, una pizca de sonrisa se dibuja en sus labios.
Nuestras miradas se entrelazan como si compartiéramos un
secreto y todas mis buenas intenciones se escapan por la
ventana.
Capítulo 2
Noel

Mierda, Taron Rhodes es el hombre más atractivo que he visto


y acaba de salvarme la vida. O el cuello.
Y con eso también mi dignidad.
Ahora está sentado al otro lado de la mesa, y cada vez que
levanta la vista, es como si me lanzara en caída libre. Mis
pulmones se quedan sin aire y por mi garganta nada pasa.
—No puedo venir volando desde la quinta China para
visitarte en el hospital. —Sawyer sigue renegando como una
vieja—. Necesito saber que estás tomando buenas decisiones,
cuidando a Leon.
Tomo un sorbo de jugo de naranja, tratando de que mi
estómago se afloje para poder comer.
—No necesitaré una escalera cuando te hayas ido. Nada
más cocinaré para dos.
Taron me mira de nuevo y mi estómago se revuelve.
Adiós a mi desayuno.
Tiene los ojos más asombrosos. No puedo decir si son
verdes o azules. Son esa pálida mezcla de ambos colores y se
destacan bajo sus cejas y cabello oscuro.
Un rastrojo de barba le cubre las mejillas. Estoy segura de
que tendrá que afeitarse antes de que se presente al servicio, al
menos eso es lo que siempre he escuchado, aun así, me
gustaría pasar mis uñas en ella mientras beso sus labios
carnosos.
—Pásame los huevos —gruñe mi hermano.
Taron y yo alcanzamos el plato al mismo tiempo, y cuando
nuestros dedos se rozan, juro que la energía cruje entre
nosotros.
—Yo se los paso. —Su sonrisa es juguetona, traviesa,
tengo que hacer un esfuerzo por evitar que un jadeo se escape
de mi boca al ver las líneas de sus bíceps.
—Jay Hidalgo y su gente estarán aquí a primera hora de la
mañana. —Sawyer coloca más huevos en su plato antes de
dejar caer la cuchara de madera.
—¿Debo cocinar también para ellos? —Eso me hace bajar
de mi nube.
Mierda, voy a necesitar surtir la despensa.
—Le dije que no teníamos tiempo para eso. Ellos traerán
sus comidas. Te necesito con los chicos encargados de la
selección, no aquí encargándote de la cocina.
Esa vieja tristeza hace que me duela el pecho. Sawyer ha
sido bastante bueno manteniéndome al tanto de su despliegue,
pero creo que mi cerebro no quiere aferrarse a la información.
Sigo olvidando los detalles.
—¿Cuánto tiempo antes de que te vayas?
—Estaré aquí durante la cosecha, también para el festival
del durazno. Nos tenemos que reportar el cinco de julio.
Justo después del día festivo. Asiento, mirando hacia abajo
y empujando mi comida alrededor de mi plato. La decisión de
Sawyer de unirse a la marina me asustó al principio. Ya hemos
perdido mucho y luego fue a elegir a los marinos. Esa es la
rama más difícil del servicio. Sirven por más tiempo y están en
los lugares más peligrosos.
—¡Diablos, Noel! —Mi hermanito Leon entra a la cocina
con sus botas de vaquero como un hombre recién salido del set
de una película—. ¿Por qué no me llamaste para el desayuno?
Sabes que me muero de hambre.
—Tu hermana estaba demasiado ocupada tratando de
suicidarse. —Sawyer extiende la mano despeinando el cabello
oscuro y enmarañado de Leon—. Toma un plato, chico.
—Nunca tengo que preocuparme de que te vayas —bromeo
cuando él se deja caer en una silla—. La comida te traerá de
regreso a casa.
—Como si cocinaras tan rico. —Agarra un bisquet y se
sienta a horcajadas sobre la silla—. A ver cuando haces
pastelillos de maíz.
—Cállate y come —le digo suavemente, señalando la
fuente—. Toma dos.
Por mucho que coma, sigue siendo flaco como una vara.
Sus jeans sin cinturón caen de sus caderas y su camisa a
cuadros roja está suelta sobre una desmangada blanca. Lleva el
cabello un poco largo y me recuerda a un potrillo, travieso y
salvaje.
—Yo conozco a alguien que hace los mejores pastelillos de
maíz. —La rica voz de Taron se une a la conversación.
—¿Ah sí? —Sawyer se ríe y me pregunto desde cuando mi
hermano ha asumido el papel de padre. Tiene la misma edad
que Taron, pero ellos están en mundos separados—. Repórtate
en la cocina a las cero seiscientas, mañana.
Un hoyuelo perfora la desaliñada mejilla de Taron y esos
ojos vuelven a mirarme. Es como un líquido con gas en mis
venas.
—No me importa ayudarte con el desayuno.
Miro mi plato, tratando de detener a todas las mariposas.
¿En serio, Noel? Uno pensaría que nunca antes había visto a
un hombre guapo.
—Por supuesto, gracias. —Mi voz es tranquila
—¿Eres amigo de Sawyer? —Leon lo mira de reojo.
—Soy Taron —le contesta.
Empujo el pie de Leon de la silla.
—Siéntate en la mesa y compórtate como un chico
educado.
—¡Déjame en paz, mujer! —Leon mete otro bocado de
bisquet en su boca y yo le echo una mirada a Sawyer.
—Ella no es una mujer, ella es tu hermana. —Mi hermano
mayor dice sin aspavientos.
Los tres muchachos se ríen y mis ojos se entrecierran.
—Gracias. —El sarcasmo es pesado en mi tono, eso hace
que Leon se ría con más ganas, golpeando su pecho contra la
mesa.
Sawyer se aclara la garganta, y supongo que, porque ahora
es un marino o tal vez porque se va, tiene la decencia de tratar
de salvar la situación.
—Leon. —Su voz es firme—. Necesito que ayudes a Noel
mientras estoy fuera. Trátala con respeto.
Leon gime como el chico de quince años que es. Sawyer lo
fulmina con la mirada, haciendo que su comportamiento
cambie.
—Está bien.
—¿Tus amigos vendrán hoy? —Sawyer cambiando el tema
de conversación al trabajo—. Los necesitamos listos para la
selección mañana por la mañana. Jay viene con su gente.
—Dijeron que estarían aquí. —Mi hermanito se encoge de
hombros.
—¿Por qué no les envías un mensaje de texto y te
aseguras?
Él deja escapar un gemido y se levanta de su asiento.
—Buen desayuno, hermana.
—Toma otro bisquet. —Pongo uno en su mano mientras él
se escapa por la puerta.
Sawyer se levanta y saca el teléfono del bolsillo.
—Comprobaré la situación de los contenedores. Gracias
Noel.
Él va para afuera, dejándome en una mesa llena de platos
sucios.
Taron se sienta y los mira irse antes de volverse hacia mí.
Está tan bueno.
—¿Siempre son así?
Mi ceño se frunce mientras finjo pensar y luego asiento.
—Siempre.
—¿Entonces preparas el desayuno, se lo comen, te hacen
pasar un mal rato y luego te dejan que lo limpies todo?
—Bueno, quiero decir, así funcionamos. Yo me encargo de
la casa. —Alejándome de la mesa, empiezo a recoger los
platos y a llevarlos al fregadero. Detrás de mí, lo escucho
hacer lo mismo, me doy la vuelta—. No tienes que…
—Vine aquí para ayudar. —Me sonríe otra vez y muerdo
mi labio inferior, mirándolo llevar platos sucios, sus anchos
hombros estirando su camiseta de algodón. Él debe medir al
menos uno ochenta.
—Creo que Sawyer espera que ayudes con el trabajo de
hombres.
—¿El trabajo de hombres? —Su voz cambia—. No
esperaba escucharte decir eso.
—¿Por qué no? —Mis ojos se entrecierran—. No me
conoces, esta es la primera vez que nos vemos.
—Cierto. —Asiente—. Pero conozco a tu hermano, él me
contó que te graduaste con honores y planeas ir a la escuela de
negocios en el otoño.
—Así es. —Volviendo a la mesa, recojo el último de los
platos sucios—. Y no espero tener que levantar y cargar un
canasto de duraznos en una sala de juntas.
—Un canasto. —Él sostiene una toalla y yo lavo el primer
plato y se lo paso para que se seque.
—Veinticinco kilos. —Le entrego otro plato limpio, él lo
seca y lo guarda en el gabinete donde van de una vez.
Cuando lo hace, su camisa se levanta y vislumbro las líneas
musculares en su estómago.
—Ya veo. —Me mira de nuevo y mis ojos se fijan en el
agua jabonosa—. En el huerto, el trabajo se divide entre quién
puede cargar más peso.
—No sé nada sobre huertos. —Le paso otro plato, mirando
disimuladamente a sus abdominales—. Pero en el huerto
LaGrange, colocamos a todos donde pueden ser más útiles.
Como eres bastante bueno secando platos y afirmas que
puedes hacer pastelillos de maíz.
—Los mejores que hayas probado. Ya lo verás.
Al acercarme, percibo su olor, masculino y limpio.
—Aun así, no desperdiciaría tu espalda en la cocina cuando
te necesiten en el área de carga.
Aprieto el interruptor del triturador de basura y ayudo a que
la comida caiga por el desagüe. Akela entra corriendo a la
cocina como si fuera una señal, así que le tiro el último trozo
de tocino, luego me pongo en cuclillas para frotar su esponjoso
cuello blanco mientras mastica.
Taron se cruza de brazos mirándonos.
—Ella se me fue encima esta mañana.
—¡Akela! —La risa me hace cosquillas en el estómago y
sacudo la cara. Ella me lame la nariz—. ¿Derribaste a Taron?
—¿Husky? —Se pone en cuclillas a mi lado para acariciar
su cabeza.
—Sí. —Le sigo rascando el cuello y me pongo de pie—.
Alguien la dejó en el campo cuando era una cachorra. Sawyer
dijo que no podía quedármela, pero esta también es mi casa.
Sus ojos sobrios ante mis palabras.
—Sawyer me contó lo que les pasó a tus padres. Eso debe
haber sido duro.
—Fue hace mucho tiempo. —No sé por qué siempre digo
eso. No importa cuántos años pasen, perder a nuestros padres
es un dolor que nunca se va.
Ahora mi hermano se va de casa, poniéndose en peligro.
Con un suspiro, alejo esos sentimientos como siempre lo
hago. Sentirse mal no cambia nada.
—Debo disculparme porque las chicas de esta casa se te
tiran encima.
—Me alegro de haber estado aquí para agarrarte.
—Yo también. —Parpadeo e intento sonreír.
Compartimos un momento hasta que se abre la puerta
trasera y Sawyer asoma la cabeza.
—¿Planeas quedarte en la casa todo el día o vienes a
ayudar?
—Me estaba ayudando con los platos.
—Pasteles de maíz, platos. Ven que te necesito.
—Te retractarás de eso por la mañana. —Taron baja
corriendo las escaleras detrás de mi hermano.
Salgo al porche mirando su trasero apretado mientras se
aleja. Exhalando un pequeño suspiro, me pongo mis botas
vaqueras. Los adolescentes están dando vueltas en la bodega
de selección, y si Sawyer se está preparando para la cuadrilla
de trabajadores que vendrán a ayudar, yo necesito enseñarles a
estos chicos cómo seleccionar los duraznos.
Vendrán rápido mañana y no tendremos tiempo para que se
retrasen. Las próximas dos semanas serán una locura por aquí.
Capítulo 3
Taron

La cabaña del capataz está a unos treinta metros colina


arriba de la casa. La puerta se pega un poco, pero Sawyer la
abre y cruza para abrir una pequeña ventana.
—Está un poco mal ventilado, pero se le pasara pronto. —
Abre una puerta estrecha en la esquina trasera—. Baño
completo por aquí. Armario por allá.
Dejo caer mi maleta, mirando alrededor del pequeño
espacio.
—No está mal.
—Puedes venir a la casa cuantas veces quieras y comerás
con nosotros. —Camina hacia la puerta, sus botas golpeando
el piso de pino—. Pero aquí tendrás algo de privacidad, sí
conoces a alguien o lo que sea.
Mi mente trata de desviarse hacia Noel, pero lo entiendo.
Relacionarme con alguien, especialmente con la hermana
menor de mi mejor amigo, complicaría todo y no vine aquí
buscando eso.
—Nadie debería meterse con tus cosas, pero por si las
dudas. —Él me arroja un juego de llaves—. Ven al área de
carga cuando hayas terminado, te mostraré cómo usar el
montacargas.
Después de eso, se va, y le doy un vistazo rápido al lugar.
Es pequeño, pero hay una cama doble en la esquina con una
mesita de noche y una lámpara al lado. Hay algunos libros en
el estante, ambos parecen novelas de vaqueros. Al otro lado de
la habitación, hay un mini refrigerador en un mostrador con
una cafetera.
Las persianas cubren las ventanas, la silla donde dejé mi
maleta está colocada frente a un pequeño televisor de pantalla
plana. Miro mi teléfono, sigue sin señal.
—No es que importe mucho. —Me he reportado con las
únicas personas que se preocupan por mí en Nashville.
Me lleva cinco minutos desempacar, colgar mis pocas
pertenencias en el armario y colocar mis artículos de aseo
personal en el baño antes de salir nuevamente, dejando las
llaves en la pequeña mesa junto a la puerta.
Noel tiene un grupo de adolescentes en la enorme bodega,
observo mientras usa una canasta de pelotas de tenis para
mostrarles cómo se hace el proceso de selección. Es una buena
combinación de chicos y chicas, ella los anima pero también
es estricta mientras los guía a través del proceso de encontrar
las bolas amarillas con líneas negras a los lados y ponerlas en
canastas mientras apila las bolas amarillas en cajas.
—Necesitan moverse rápido, pero no tan rápido como para
no darse cuenta de la fruta que está mala. —Ella ayuda a una
chica rubia a voltear una de las bolas antes de clasificarla en
una caja que espera ser llenada—. Esa está buena.
La siguiente pelota rebota en los girasoles y rueda hacia
donde estoy parado. La chica que está al lado de Noel se
lamenta—: ¡Se ha echado a perder!
Noel sólo se ríe.
—No pasa nada, los duraznos reales no se te resbalan de las
manos tan fácilmente. Lo estás haciendo bien.
Nuestros ojos se encuentran y ella sonríe mientras camina
hacia donde estoy parado sosteniendo el durazno falso que se
escapó. Mi estómago se contrae, pero aparto esos
sentimientos, recordándome por qué estoy aquí.
Aun así, mis ojos la observan mientras ella se acerca. Los
shorts que lleva puestos hacen que sus piernas se vean largas y
esas botas vaqueras le sientan de maravilla, su cabello oscuro
todavía está recogido en un moño desordenado en la parte
superior de su cabeza. Ella sonríe, labios carnosos y naturales
que se separan sobre dientes blancos rectos y, maldita sea, es
hermosa.
—Betsy perdió su durazno.
—Vaya, lástima. —No puedo resistirme.
Ella me mira parpadeando.
Por un momento, no dice una palabra, y me imagino un
avión que se estrella y se incendia…
Hasta que veo el brillo en sus ojos.
Tuerce la boca y extiende su mano.
—Está un poco confundida con los detalles.
Mis labios se tensan y extiendo la pelota de tenis.
—Parecía haberse quedado muda.
—Necesita practicar.
—Me ganaste. —No puedo contener una risita y sacudo la
cabeza.
Arquea las cejas y toma la pelota de tenis, para alejarse
victoriosa.
—Lástima.
Eso me hace reír a carcajadas, y ella se da la vuelta, riendo.
Un pequeño hoyuelo aparece justo en la esquina de su labio
inferior y sacudo la cabeza. Esta chica.
—¡Oye! —La voz de Sawyer llama nuestra atención—.
Necesitamos llevar estas tarimas al área de carga ahora.
Lo sigo por la entrada trasera, pasamos el resto de la
mañana levantando y cargando cajas de madera a través de un
lote de concreto. Después de un tiempo, se siente que pesan
quinientas libras cada una, ahora entiendo por qué Sawyer
pudo hacer fácilmente el entrenamiento básico.
El sudor me baja por los costados, mi camiseta está
empapada y pegada a mí cuando Leon aparece con una hielera
en la mano.
—Gracias. —Alcanzo una botella de agua, mientras él saca
unos sándwiches y algunas botellas de Coca-Cola.
—Noel dijo que hay suficientes por si quieres.
Estoy desenvolviendo lo que parece uno de ensalada de
pollo.
Sawyer ya terminó su primer sándwich y está arrancando la
envoltura un segundo mientras saca las llaves de su camioneta.
—Me dirijo a la ciudad para recoger las últimas cajas.
Volveré en una hora.
—Voy a ir contigo. —Leon sale detrás de él.
Su hermano pone una mano sobre su hombro.
—Te necesito aquí en caso de que Digger aparezca antes de
que yo regrese.
—¿Digger, a qué viene ese gilipollas?
—Él sabe sobre la gestión de un huerto.
—Más bien sobre mandarlo directo a la ruina. —Leon se
cruza de brazos y veo un parecido entre los hermanos.
—Digger era un niño cuando todo eso sucedió.
—Aun así, heredó los genes. Pensé que ahora trabajaban
con algodón.
—Hará lo que yo le diga que haga. —Sawyer se vuelve
hacia la camioneta—. Te portarás bien.
Leon se acerca y se sienta en la parte posterior de la
plataforma, observando a su hermano subir a su camioneta y
salir del área de carga donde hemos estado trabajando.
Mi hambre ha disminuido un poco, así que me dedico a
tomar de la botella de agua.
—¿Quién es Digger?
—Un imbécil que tiene la vista puesta en este lugar.
Sawyer ni siquiera lo ve. O tal vez lo hace y no le importa. Se
va, después de todo.
Salta del remolque y comienza a caminar hacia las hileras
de árboles que se extienden sobre la colina. Echo un vistazo en
la dirección en que mi amigo acaba de irse y decido irme tras
su hermano menor.
Subimos la colina un poco en silencio. Observo cómo Leon
se detiene ocasionalmente, empujando las hojas de la fruta
moteada e inspeccionando cada una. Finalmente elige una que
tiene una división por el costado y continúa hasta el siguiente
árbol.
—Oye. —Me detengo mientras él repite el proceso,
encuentra otra fruta demasiado madura y la deja caer en la
hielera que trajo consigo.
—¿Qué? —Él me dirige una mirada seca.
—¿Cuantos necesitas? —Su tono seco no me molesta.
—Noel dijo que le trajera diez. Ella está haciendo helado.
—Encuentra otro durazno partido y lo deja caer en la hielera.
—¿Hay algo en particular que estés buscando?
—Los que no se pueden vender. —Elige otro, mientras yo
busco en la rama frente a mí.
Me sorprende cuánto tiempo lleva encontrar un durazno
manchado.
—Creo que pensé que habría más dañados.
—Estos son los duraznos de Freestone. Seguirán
madurando hasta finales de julio. —Elige otro y me lo da—.
Puedes comerte uno.
Girándolo en la mano, busco signos de insectos.
—¿No tengo que lavarlo primero?
—No, utilizamos un insecticida natural para controlar las
orugas y las polillas.
—Genial. —Tomo un bocado de la fruta, el jugo es
refrescante después del largo día acarreando tarimas en el
calor—. No es tan dulce como pensé que sería.
Sigue adelante, recogiendo varias frutas más.
Lo sigo, terminando el que me dio.
—¿Dónde pongo esto?
—Tíralo al suelo, no es basura. —Él se encoge de
hombros.
Dejo caer la semilla y me limpio las manos en mis jeans.
Se detiene y mira hacia adelante antes de cerrar la parte
superior de la hielera. Es justo después del mediodía y hace
muchísimo calor aquí afuera. Mis tenis están a punto de
romperse, definitivamente debí haber empacado calzado más
resistente.
Leon mira hacia abajo.
—Podemos pasar por la tienda de botas si quieres
conseguir unas botas mientras estás aquí.
—No es una mala idea. Puedes ir conmigo.
—Cuando el gilipollas ese de Digger finalmente se digne a
venir.
Mis labios se tensan, me parece que está enojado por la
partida de Sawyer.
—Realmente odias a ese tipo.
—Odiar es un pecado. —Patea un durazno caído y un
enjambre de moscas se arremolinan a su alrededor y luego se
reubica donde aterriza. Lo miro y él se encoge de hombros—.
Ya verás cuando venga.
Caminamos un poco más arriba de la fila y me arriesgo.
—Eres bastante inteligente. ¿En qué año estas, primero de
bachillerato?
—Tendré dieciséis la próxima semana. —Me mira como si
fuera un logro—. ¿Sabes que fui un accidente?
—¿Quién te dijo eso?
—Es el chiste familiar. —Se encoge de hombros—. Mi
nombre es Noel al revés. Dijeron que era porque mis padres se
habían quedado sin nombres. Mi cumpleaños es exactamente
seis meses después del de ella.
—Espera, pero Noel…
—Va a cumplir diecinueve años en Navidad. Lo que quiero
decir es que su fecha de nacimiento es el veinticinco de
diciembre, así que le pusieron Noel. El mío es el 25 de junio,
exactamente lo contrario.
—Entonces pusieron Leon. —Me rio, preguntándome
cómo debían haber sido sus padres. Es difícil cuadrar esa
información con lo que sé de ellos.
Se da vuelta y comenzamos a bajar la colina de nuevo,
hacia la casa.
—Realmente no los recuerdo mucho. Solo recuerdo a
Sawyer trabajando duro todo el tiempo.
—Dijo que tuvo que salirse de la escuela por un año.
—Pensó que era más importante mantener las cosas
funcionando aquí que terminar el décimo. Fue justo en la
mitad de la temporada de siembra. Todo el pueblo se acercó
para ayudarnos. Las señoras de la iglesia nos trajeron comida y
ropa.
Pienso en mi madre, luchando con un trabajo de mesera,
haciendo todo lo posible para cuidarme sola en Nashville.
—No todos tienen ese tipo de apoyo.
—Supongo. —Él se encoge de hombros.
—Tu hermano realmente se preocupa por ti, habla de ti
todo el tiempo.
—¿Entonces, por qué se va? —Me mira a los ojos y veo
dolor hirviendo allí.
Estamos de vuelta en la casa y elijo mis palabras con
cuidado.
—Dijiste que ha estado trabajando duro desde que tenía tu
edad. Tal vez él quiere hacer algo por sí mismo ahora.
Mientras todavía puede.
—Sí, bueno, lo necesitamos aquí. No en un país extranjero
donde quién sabe qué podría pasarle.
—Oye. —Agarro el brazo de Leon—. No dejaré que le
pase nada a tu hermano. Lo prometo.
La ira en sus ojos se alivia un poco. Sacude la cabeza y
comienza a subir los escalones, dejando que la puerta
mosquitera se cierre de golpe detrás de él. Escucho la voz de
Noel adentro y camino hacia la bodega. Necesito una ducha,
pero no sé qué más me ha preparado mi amigo esta tarde. Me
siento como un muerto viviente después de trabajar todo el día
con cinco horas de sueño.
Una brisa cálida sopla sin parar a través de la bodega vacía,
me siento en la plataforma, pensando en la promesa que le
acabo de hacer a Leon. No sé qué nos espera cuando salgamos
al servicio activo, pero planeo hacer lo que sea necesario para
cumplir esa promesa. Es lo que todos acordamos cuando nos
separamos. Porque más que compañeros somos una familia.
Capítulo 4
Noel

Lavo la mitad de los duraznos que Leon trajo, los corto en


cubitos y los meto al congelador. Los cinco restantes van al
procesador de alimentos con miel, ralladura de limón y crema
para un sorbete que voy a servir después de la cena.
Pongo la mezcla en la máquina de helados y miro colina
arriba al gran cobertizo donde pasé la mañana enseñando a
veinte chicos el arte de seleccionar los duraznos. Mañana, el
equipo de personas del señor Hidalgo llegará al huerto y
limpiará los árboles rápidamente, vaciando su arrastre en las
cintas mecánicas donde los adolescentes seleccionarán los
magullados o los dañados en canastas para hacer mermeladas,
conservas, jarabe o helado de durazno.
Las frutas intactas se apilarán en cajas, que los chicos más
grandes levantarán y transportarán a los camiones que esperan
en la plataforma.
Taron tendrá que tragarse sus palabras. Brenda Stein, una
de las chicas más grandes, quería ayudar a los chicos a
transportar cajas a los camiones y le dije que podía. Ella
prometió no excederse.
Mi mente vuelve a las conversaciones que tuvimos hoy. Es
tan fácil hablar con él, tan juguetón y relajado. Resoplo
recordando nuestra guerra de palabras.
Limpiándome las manos con una toalla, salgo por la puerta
y subo la colina hacia la bodega. Cuando me acerco, veo que
Taron está acostado de espaldas en uno de los remolques de
plataforma con la gorra sobre la cara. Él todavía lleva esos
tenis converse, espero que sepa que se arruinarán si los usa
para trabajar en el campo.
Sin pensarlo realmente, voy a donde está reposando y
juguetonamente empujo sus pies.
—Mejor consigue unas botas, citadino.
Los pies de Taron caen hacia un lado, pero no se detienen
allí. Sus piernas se salen de la parte trasera del remolque, y el
resto lo sigue, cayendo al suelo con un ruido sordo.
—¡Mierda! —Su voz baja, pero fuerte.
—¡Taron! —Corro alrededor del remolque hacia donde está
tirado de lado, sacudiendo la cabeza.
—¿Qué demonios?
Caigo de rodillas, poniendo mi mano sobre su hombro.
—¡Lo siento mucho!
—¿Me acabas de empujar de la plataforma? —La ira
destella en sus ojos de lobo y me siento como una mierda.
—No, la verdad es que quería…
—Lo hiciste a propósito. —Se levanta hasta sentarse,
sacudiendo la cabeza.
Su rostro está cubierto de tierra y quiero morir.
—Toma. —Extiendo la toalla que tengo en mis manos—.
Déjame limpiarte la cara. ¿Estás bien?
Sostiene mi brazo y se para lentamente, estirándose hacia
un lado y haciendo una mueca.
—Mierda, creo que me rompí una costilla.
Me llevo una mano a la boca.
—Taron, lo siento mucho.
Me mira de reojo y creo que podría llorar. Mientras me
estudia, la ira parece derretirse. Algo diferente toma su lugar,
algo tortuoso.
—Ahora me debes una.
—Ni creas que… —digo alzando las cejas.
—Vaya que sí —Levanta el hombro y rodea su brazo,
haciendo una mueca.
Mi corazón late más rápido. Estoy un poco nerviosa.
—Fue un accidente…
—Tú no empujaste por accidente mis pies fuera de la
plataforma.
Dando un paso adelante, le agarro los brazos.
—Realmente no sabía que te caerías…
Nuestras caras están cerca otra vez, siento su aliento contra
mi mejilla. Levanto la mirada mientras él baja la suya, siento
calor recorriendo mi cuerpo, directamente hasta mis bragas.
Es como cuando me agarró en la cocina. El aire a nuestro
alrededor parece crujir. Sus manos cruzan mi cintura y sus
brazos son como bandas de hierro. Me siento como un sorbete
de durazno derritiéndose al sol. Mis labios se calientan y se
sienten pesados y Oh, Dios, quiero que me bese…
—¿Oye, qué está pasando aquí? —Reconozco la voz de
inmediato y retrocedo, intentando alejarme de Taron Rhodes
que me sostiene en sus brazos.
—¿Digger? —Me sacudo, empujando un mechón de
cabello perdido detrás de la oreja—. ¿Estás buscando a
Sawyer?
Camino alrededor de la plataforma y siento que Taron me
observa mientras avanzo. Lo he sentido observándome todo el
día, eso hace que de nuevo esas mariposas revoloteen en mi
estómago.
—Hola, Noel. —Digger Hayes da un paso adelante para
darme un breve abrazo. Él siempre quiere besar mi mejilla,
pero lo esquivo justo a tiempo.
La voz profunda de Taron interrumpe su saludo.
—Sawyer tuvo que ir al pueblo para recoger algunas cajas.
Los ojos de Digger se entrecierran mientras inspecciona a
Taron.
—No nos han presentado.
—Eso es cierto. —Taron da un paso adelante y extiende
una mano—. Taron Rhodes. Estoy aquí para la cosecha.
—Ah. —Digger levanta las cejas, mientras se relaja—.
Debes ser el amigo militar de Sawyer.
—Marino. Soy su amigo marino.
—Correcto. —Digger da una pequeña risa que me da
escalofríos. Es un idiota tan condescendiente—. ¿Qué tal te ha
parecido nuestro pueblo hasta ahora? Me imagino que está
muy lejos de parecerse a Nashville.
—Solo llevo aquí un día, pero me gusta lo que veo. —Sus
ojos oceánicos se encuentran con los míos, es como un rayo
directo a través de mi núcleo.
—Muy bien. —Digger me pasa el brazo por los hombros y
mi cabeza se gira para mirarlo. ¿Se ha vuelto loco o qué?
Salgo de su abrazo inoportuno.
—Voy a tomar un poco de café ¿Quieren?
Los ojos de Taron se estrechan.
—Estoy bien. Gracias, Noel.
—Suena genial. —Digger sonríe, moviéndose para
seguirme—. Te acompañaré a la casa.
¿Qué le pasa?
—No hay necesidad, te voy a traer una taza. Sawyer deberá
estar aquí en cualquier momento.
—No me importa ir contigo. —Digger me mira de manera
muy rara, dejo escapar un suspiro.
—Como quieras.
Taron se cruza de brazos, con los ojos aún entrecerrados
mientras observa a Digger seguirme hasta la puerta de atrás.
Echo un vistazo atrás algunas veces. Quiero hacerle saber de
alguna manera que no tengo nada que ver con este repentino
interés de mi amigo. Mi amigo fastidioso.
Empujando la puerta, me dirijo directamente a la cafetera y
saco la jarra para llenarla de agua. Nada lujoso por aquí.
—Parece un buen tipo. —Digger mira por la ventana hacia
la bodega—. Ha sido un gesto muy amable de su parte eso de
venir a ayudar con la cosecha.
—Sawyer es diferente. Creo que está emocionado. —
Pongo el café molido en la canastita, lo empujo en su lugar y
presiono el botón de encendido—. Ha estado tan concentrado
en este lugar durante tanto tiempo.
—¿Y qué hay de ti? —Digger se vuelve hacia mí, con una
sonrisa extraña en su rostro—. ¿Estás emocionada de
comenzar la universidad?
La forma en que dice que se siente como si él creyera que
tiene algún derecho sobre mí.
—Estoy emocionada de probar cosas nuevas, sí.
—¿Has descubierto cómo lo vas a pagar?
—¿Eso es de tu incumbencia? —Cruzando los brazos,
arqueo una ceja.
—Sé que el huerto apenas cubre los gastos en este
momento.
Ni siquiera le preguntaré cómo sabe esa información. Bien
dicen que pueblo chico, infierno grande.
—Tengo mis propios planes. —Y no son su problema.
—Cierto, la tienda. —Esa condescendencia está en su tono
nuevamente.
—Recibimos muchos turistas por aquí. A mucha gente le
gusta comer productos orgánicos y los artículos de belleza son
una industria en crecimiento…
—Estaba pensando. —Coloca una mano en mi brazo,
interrumpiendo—. Tal vez te gustaría salir alguna vez
conmigo.
Exhalando una risa, sacudo la cabeza.
—Lo siento. Ya hicimos el intento y no salió bien —Salir
con Digger Hayes es lo último que quiero hacer de nuevo.
—Ir al baile del festival no es una cita. Eres una chica
bonita, Noel. Me encantaría verte ocupando tu lugar en la
sociedad. Conmigo.
—Contigo. —Esa no es una pregunta
—Vamos a cenar a La Fonda.
—Sólo los políticos van a La Fonda.
—Eres tan linda. —Sacude la cabeza, lo juro, quiero darle
un rodillazo en la ingle.
—Los cachorros son lindos. —Mi voz es una molestia
apenas velada.
—La Fonda es el mejor restaurante de carnes en
Harristown. Es un lugar al que tu madre le gustaría ir.
Eso me detiene.
—Mis padres nunca tuvieron dinero para ir a un lugar
como ese.
—Estoy hablando de la familia de tu madre, de que tú eres
de la realeza de Harristown. Tú no eres como las otras chicas.
—No soy de la realeza de Harristown. No fuimos criados
así.
Se inclina lo suficientemente cerca que su aliento patina
sobre mis cejas.
—Tal vez es hora de un cambio. Me gustaría traerte de
vuelta a lo que eres. Me gustaría traer todo este huerto al redil
de los Hayes y llevarlo de vuelta a su vieja gloria.
Doy un paso atrás con el ceño fruncido.
—¿Has estado bebiendo hoy, Digger?
—Noel. —Él se ríe—. Eres tan adorable. Todo lo que
quiero es que lo pienses, abre tu mente y deja volar tu
imaginación. Podríamos ser los reyes del pueblo.
—Oh, mira. —Señalo hacia el mostrador—. El café está
listo, déjame servirte una taza.
Se cruza de brazos y me mira de una manera que no me
gusta. Rápidamente le sirvo una taza y tomo la crema del
refrigerador. Quiero salir de la cocina tan rápido como me sea
posible
—Toma, hice unas magdalenas de durazno. —Metiendo la
mano en el microondas, saco el plato de pasteles de oro rosado
—. Agarra los que quieras. Yo estaré en la bodega.
Estoy a punto de irme cuando la parte superior de mi brazo
queda atrapada en un agarre incómodo.
—No olvides quién eres, Noel. Te conozco de toda la vida,
compartimos la misma historia.
Alejando mi brazo, sonrío, pero hay acero detrás de mis
ojos.
—Es cierto que te conozco desde que era una niña, Digger
Hayes, pero eso no significa que tengamos historia.
—Sólo ten en cuenta quién estará aquí cuando todos los
demás se hayan ido.
Mi interior se siente como si un huracán me estuviera
pasando por encima. Estoy nerviosa e inquieta, ¿quién
demonios es Digger Hayes para hacerme sentir así?
Me dirijo por las escaleras traseras, pero en lugar de ir a la
bodega, doy una vuelta y me dirijo colina arriba. Cada vez que
la vida se vuelve pesada hago lo mismo, salgo a dar una vuelta
entre los árboles. Nos pertenecen a nosotros. Son parte de
nuestra familia y nos mantienen vivos. Un fuerte aliento y un
ligero ladrido, Akela está conmigo.
—Hey chica. —Le froto la cabeza. Ella tiene cinco años,
que en años de perros significa que es mayor que yo.
Al igual que estos árboles, me levanta cuando me siento
deprimida. Pongo mi mano sobre su cabeza y camino hasta
que la tensión disminuye en mi pecho. He trabajado mucho
para evitar complicaciones, para simplificar mi vida. Tal vez
Digger tiene razón, no debería dejar que un tipo que sólo va a
estar aquí unas semanas me distraiga. Pero la razón es muy
distinta a lo que él piensa, no quiero ser la reina de nada.
Girándome, me dirijo hacia la casa. Pase lo que pase,
pronto será la hora de cenar y tengo hombres que alimentar. Si
he aprendido algo sobre el destino, es que hace lo que quiere y
lo mejor que podemos hacer es abrocharnos el cinturón de
seguridad, algunas veces el camino es bastante movidito.
Capítulo 5
Taron

—La leyenda dice los granjeros freían los pastelillos en los


platillos de sus arados. —Tengo las manos llenas de harina de
maíz, harina, huevos, azúcar, mantequilla, lo estoy mezclando
todo en un tazón.
—No vamos a traer un arado a la casa. —Noel está a mi
lado partiendo una docena de huevos en un gran tazón blanco
—. ¿No vas a batir eso con una cuchara?
Hoy lleva otro par de esos shorts y una camiseta sin
mangas color beige. Lleva el cabello recogido en una coleta y
las puntas bailan en grandes rizos alrededor de sus hombros.
Quiero envolver uno alrededor de mi dedo y juguetear con él.
—Las cucharas son para principiantes.
Ella sostiene un tenedor.
—Ni creas que voy a batir los huevos con la mano.
—De todos modos, como te estaba diciendo. —La miro
fijamente a los ojos, ella rueda los suyos, quiero abrazarla—.
Los vamos a freír en una sartén de hierro.
Dejando la mezcla en el tazón, me lavo las manos y las
seco, lanzando una gota de agua sobre la sartén negra para ver
si rebota. Cuando lo hace, empiezo a abrir cajones.
—¿Que necesitas? —Noel sostiene un bloque de queso y
un cuchillo sobre el cuenco de huevos.
—Cucharón.
—Cajón de arriba y a tu izquierda.
—No cortes hacia tu mano.
Ella se mira las manos y luego sacude la cabeza.
—Ocúpate de tus asuntos. —Noto que ella cambia de
dirección con el cuchillo—. ¿Cómo está tu costilla?
—Mejor. Creo que no está quebrada, sólo fisurada.
—Gracias a Dios, estuve rezando para que no fuera nada
grave. Sawyer me mataría si te hubiera pasado algo. —Ella
habla rápido y eso me hace sonreír. Entonces me mira de reojo
—. Así que no hay razón para que te desquites conmigo.
—Me debes una, me empujaste de una plataforma.
—¡Fue un accidente!
—Sí, claro.
—Veo que ya te conseguiste otros zapatos.
—Ni creas que vas a cambiar el tema.
Cuando Sawyer regresó y llevó al gilipollas ese de Digger a
su oficina para hablar, Leon y yo fuimos a la tienda a comprar
unas botas, donde conseguí un par bastante básico. Leon me
recuerda cómo me sentí tantas veces a su edad, después de que
mi madre se fue de Nashville, mi tío siempre me trató como a
un intruso.
Eso fue antes de conocer a Patton y Marley.
Eso fue antes de enlistarnos en la marina.
Ahora siento que tengo una familia. Siento que puedo
marcar la diferencia y dejar mi huella en el mundo. Pero esta
sensación no se me quita, es como si lo que pasara en esta
cocina fuera realmente trascendental.
Sosteniendo el tazón sobre la sartén, vierto masa suficiente
para asar cuatro pastelillos.
—Pero mira, si usas una cuchara. —Se burla de mí, así que
tiro de su cola de caballo.
—Estrictamente para fines de medición.
—¡Ay! —Ella golpea mi mano.
—No tiré tan fuerte.
Con un suspiro exagerado, echa los huevos revueltos en
otra sartén y observa cómo burbujea, revolviéndolos con el
tenedor.
—¿Quién te enseñó a cocinar? —Su cabeza se inclina hacia
un lado y, por un minuto, me atrapan sus ojos brillantes,
curiosos y dulces.
—Paula Deen —le contesto y ella se ríe—. Es la verdad. A
diferencia de ti, esto es lo único que sé hacer.
Anoche preparó chuletas de cerdo, judías verdes y puré de
papas para la cena, como si fuera poco magdalenas y sorbete
de durazno para el postre. Fue la mejor comida que he probado
en mi vida o tal vez fue porque me estaba muriendo de hambre
por lo duro que trabajamos todo el día. Quería ser una mejor
compañía, pero después de una cerveza, apenas si podía tener
los ojos abiertos.
La única razón por la que no me tiré en la cama después de
darme una ducha fue porque quería verla. Ella es la mujer
perfecta y no puedo sacármela de la cabeza.
Me encanta pasar tiempo con ella, bromeando mientras
preparáramos el desayuno, completamente relajados, hablando
de nada y de todo al mismo tiempo.
—Ese se está quemando. —Señala con el tenedor, y yo
salto, agarrando una espátula y volteando los pastelillos
rápidamente.
—Gracias.
Sawyer y Leon entran rápido en la cocina poniendo fin a
nuestras bromas. Comienzan a agarrar platos, mientras veo por
la ventana una camioneta llena de hombres entrando al huerto.
Algunos adolescentes han comenzado a llegar, estacionándose
detrás de la bodega.
—Hora de ponerse a trabajar. —La voz de Sawyer me
indica que está listo para ponerse manos a la obra, sé que no
me dejará quedarme aquí para ayudar con los platos.
No parece importar ya que todo el lugar cambia al modo de
trabajo. Sawyer se lleva a un grupo, Digger otro, y yo dirijo el
tercero. Estamos en los campos recogiendo la fruta o en el área
de carga ayudando a cargar cajas en la parte trasera de los
remolques.
Levantamos las cajas pesadas, una por una, en la parte
trasera de los camiones que las llevarán al centro de
distribución. Me quito la camisa, pero a diferencia de ayer, no
me siento como un zombi.
Cuando llegamos a las ocho horas, Sawyer da por
terminado el día. Noel todavía está con los adolescentes en la
selección, terminando lo que acabamos de cosechar. La he
estado observando, incapaz de apartar mis ojos de su cuerpo,
mis ojos deleitándose en ese culito mientras se inclina, levanta
y carga canastas de frutas dañadas.
Sus mejillas sonrosadas y los mechones de cabello que
caen de su coleta alta y se pegan a su cuello hacen que algo se
me ocurra.
Tomando un vaso de agua helada, camino detrás de ella en
una de las grandes plataformas y más rápido de lo que ella
puede moverse, dejo caer un gran trozo de hielo en la parte
posterior de su camisa.
—¡Taron! —grita más fuerte que la maquinaria y la pobre
Betsy deja caer un durazno.
Salgo corriendo, pero ella está justo detrás de mí, tomando
un vaso de agua helada de la repisa. Akela comienza a ladrar y
a perseguirnos, no nos detenemos hasta que estamos bajando
la colina, respirando con dificultad y riendo. Me arroja el agua,
pero ni siquiera me importa.
La perra está atenta, esperando con entusiasmo qué
demonios vamos a hacer a continuación.
—¿Qué hacen ustedes para refrescarse por aquí?
—Bueno. —Sus ojos viajan por mi pecho desnudo de una
manera que eleva la temperatura otros treinta grados, luego
mira hacia la bodega—. Ya están a punto de terminar. Ven.
La sigo hasta donde está estacionado un vehículo de tres
ruedas, observando cómo arroja una pierna desnuda sobre el
asiento y empuja el motor de arranque. Vuelve a la vida y ella
me da una sonrisa.
—¿Te vas a subir?
Me subo detrás de ella, apoyando los pies en las clavijas y
sujetándola de la cintura mientras corre por las colinas lo más
rápido que puede. Akela nos sigue todo el camino, ladrando
con entusiasmo.
El peso corporal de Noel en comparación con el mío no es
suficiente para mantenerme en este asiento, y con cada golpe,
siento que podría salir volando de espaldas.
Aun así, su cabello nos azota y llama a su mascota. Su
cuerpo delgado choca con el mío con cada brinco, joder, para
distraerme intento pensar en cosas muy desagradables.
Finalmente se detiene. Mis manos se deslizan desde su
cintura hasta sus caderas y ella rápidamente se hace a un lado.
Akela está esperando.
—¿Divertido, verdad? —Sus ojos brillan y su cola de
caballo es salvaje.
—Me sorprende que no me hayas dejado en el camino allá
atrás —le tomo el pelo—. ¿Dónde estamos?
—¡Ven!
Sale corriendo por una pequeña colina, Akela siguiendo sus
pasos y yo me bajo del tres ruedas para seguirlas. Cuando
llego a la cima de la pequeña colina, estamos mirando hacia
abajo sobre un lago a la sombra de altos pinos. En un extremo
hay un remolino de pequeñas corrientes, y más abajo, más
profundo en las sombras oscuras, veo otro remolino.
—¿Qué es esto?
—Es el lago Bates. —Observo mientras se quita las botas,
mi estómago se tensa y zumba—. Aunque haga mucho calor,
el agua siempre está helada.
Ella trota hacia la sombra de los árboles y sumerge sus pies
en las aguas poco profundas, dejando escapar un chillido.
—¡Heladísima!
—¿Qué tan profundo es? —Sigo su ejemplo, me quito las
botas y sonrío como un idiota mirándola.
—Más o menos metro y medio.
Todavía está bailando alrededor de la orilla con su perra,
apenas mojándose los pies, cuando sin pensar, corro hacia
donde está parada y la echo sobre mi hombro.
—¡Taron! —Ella grita a todo pulmón—. ¡No te atrevas!
—¡Dicen que la venganza es un plato que se come frío!
—¡Nooo! —Ella me golpea en la espalda baja mientras me
lanzo al agua, Akela con nosotros ladrando. Mierda, no es
mentira, el agua está helada.
No dejo que eso me detenga. Continúo hasta que me llega a
la cintura.
—¡No te atrevas!
La lanzo como un saco de papas al agua. Un chillido corto
rompe el silencio antes de que atraviese la superficie y se
hunda.
Ella se levanta igual de rápido, jadeando y gritando.
—¿Estás tratando de matarme?
—Ahora estamos a mano. —Dándole la espalda, salgo del
agua helada.
El calor del sol se siente bastante bien después del baño de
agua fría, me siento relajado por la risa y la adrenalina, pero
cuando la veo caminar hacia mí, el agua corriendo por su
hermoso cuerpo, el cabello pegado a sus mejillas y cuello,
empiezo a sentir un tipo diferente de adrenalina.
La camiseta sin tirantes color beige que lleva puesta es
transparente, puedo ver su delgado sujetador de encaje debajo
y los círculos oscuros de sus areolas coronadas por sus
pezones erectos.
El calor corre debajo de mi cinturón, tengo que girar hacia
los pinos mientras empujo hacia abajo la erección en mis
pantalones.
—¿Qué, ahora vas a actuar como si nada hubiera pasado?
—La voz de Noel suena enojada, pero juguetona.
Ella corre detrás de mí y envuelve sus brazos con fuerza
alrededor de los míos, empapando mi trasero con su cuerpo
frío y mojado.
—¿Cómo se siente eso, señor costilla fisurada? —Se burla
de mí, como si fuera a pelear conmigo.
Ya no puedo soportarlo más. Dándome la vuelta, la levanto
por la cintura, poniendo su cara directamente al nivel de la
mía. Ella jadea cuando nuestros ojos se encuentran. Sus manos
están sobre mis hombros y todo el calor acumulado, la
química, sus pezones duros presionando contra mi pecho, todo
se arremolina en una fusión de lujuria y necesidad.
—Quiero besarte. —Mi voz se quiebra. Apenas la
reconozco como mía.
Ella asiente y mientras bajo la cabeza, ella me encuentra a
medio camino. Nuestros labios se rozan y son como dos
planetas impactando. Las chispas se arremolinan entre
nosotros.
La bajo para poder acunar su rostro en mis manos, nuestras
lenguas bailan juntas. Sabe a agua fría y fresca, ella se siente
como si me hubiera lanzado de clavado desde la cima de un
acantilado hacia un océano infinito.
Su pequeño cuerpo encaja perfectamente en mis brazos, la
atraigo más cerca de mí, envolviéndola con mis brazos. Ella
jadea, mis labios se mueven hacia la parte superior de su
mejilla, a su sien, a su frente. No quiero dejar de besarla, de
abrazarla. Nunca me he sentido así: desesperado, hambriento
y, al mismo tiempo, tan satisfecho.
Desliza sus manos hasta mi cuello y deja caer su frente
sobre mi pecho desnudo. Bajo la nariz hasta la parte superior
de su cabeza y respiro.
—Taron. —Su voz suave suena tan desconcertada como yo
me siento.
¿Cómo nos está pasando esto?
¿Le ha pasado esto a alguien antes?
¿Es posible? Se siente tan bien, tan especial.
—¿Qué estás haciendo? —Levanta la cabeza y sus ojos
dorados son cálidos.
La pregunta me hace sonreír.
—Algo que he querido hacer durante dos días.
Ella parpadea mientras sus mejillas se sonrojan.
—Me preguntaba por qué no lo hice cuando me pillaste en
la cocina. —Se le arrugan la nariz y me mira de reojo—. ¿No
es eso lo que hacen las damas cuando son salvadas por
príncipes guapos?
—No soy un príncipe.
—Pero eres guapo. —Un brillo travieso destella en sus
ojos.
Deslizando mi pulgar por la parte superior de su mejilla,
me inclino para besar sus labios una vez más.
—Si alguna vez necesitas que te rescaten, quiero ser tu
héroe.
De alguna manera, estoy seguro de que Noel LaGrange
puede cuidarse sola pase lo que pase. Aun así, todos a veces se
caen del mostrador de la cocina.
—Y luego yo voy a hacer lo mismo por ti.
La atraigo hacia mi pecho, queriendo besarla de nuevo.
—Trato hecho.
Capítulo 6
Noel

Los labios carnosos de Taron cubren los míos haciendo que


todo dentro de mí se derrita. Sabe a menta y agua fresca y se
siente como una pared de granito.
Quiero sentir su piel caliente debajo de mis manos, quiero
abrazarlo y tocarlo por todas partes, sentir cada línea de sus
músculos.
Quiero trazar su clavícula con mi lengua y pellizcar sus
anchos hombros.
Todo el día de hoy le he robado miradas mientras trabajaba
con los demás. Él anduvo alrededor de la bodega con esas
botas y sus jeans deslavados abrazando su trasero como una
provocación, haciéndome suspirar y moverme en mi asiento.
De vez en cuando, sus ojos aguamarina atrapaban los míos
debajo del borde de su gorra, era como tocar un cable pelado.
Miraba hacia otro lado para no sonrojarme, pero podía sentir la
electricidad hormigueando en mi piel.
Digger también entró y salió de la bodega, sus ojos sobre
mí como un buitre. Cada vez que lo veía, inmediatamente me
entretenía trabajando con Betsy, Leon o Brenda o uno de los
otros adolescentes. En cambio, cuando Taron se quitó la
camisa en el calor del mediodía, estoy bastante segura de que
cada mujer en la bodega se tomó un momento para apreciar la
perfección de la creación de Dios.
El ceño fruncido de Digger casi me hizo resoplar. ¿Estaría
celoso?
Tuve que luchar contra un suspiro de enamoramiento,
viendo cómo los músculos de los brazos de Taron se
flexionaban y se abultaban, las líneas de sudor bajaban por su
cuello cada vez que levantaba una caja de duraznos. Los
músculos se ondularon a sus costados y bajaban por su
espalda, me pregunté cómo era posible estar tan bien.
Ahora que lo estoy tocando, todo se ha calentado,
incluyendo mis bragas.
Nuestras miradas se encuentran y se niegan a soltarse. Sus
ojos parecen más oscuros, luego desliza una mano grande
sobre mi mejilla, empujando un mechón de cabello húmedo
detrás de mí oreja. Creo que va a decir algo, querer algo y sé
que mi respuesta será que sí.
Estoy jugando un juego peligroso.
Aclarándome la garganta, me obligo a salir de sus brazos.
—Deberíamos volver. Dejé todo tirado. Sawyer
probablemente se pregunta dónde estamos…
Él sonríe como si entendiera lo que estoy pensando,
mariposas revolotean otra vez en mi estómago. No estoy
segura de que a mi hermano mayor le gustaría que me besara
con su nuevo mejor amigo, o todos los pensamientos un poco
sucios que estoy teniendo.
—Esta vez yo manejo. —Me toma de la mano y me acerca
a su lado mientras caminamos.
Suena tan inesperadamente posesivo, que me olvido de lo
que piensa Sawyer. Todo lo que se me antoja es quedarme aquí
con él. Me pongo las botas y me subo a la parte trasera del tres
ruedas.
Mis brazos se envuelven alrededor de su cintura, descanso
mi mejilla contra su cálida piel, cerrando los ojos e
imaginando a este hombre magnífico como mi novio, o algo
así.
Akela está en el paraíso, ladrando y corriendo al lado de
nosotros mientras recorremos el trayecto de regreso.
Probablemente piense que nos hemos vuelto locos por
habernos metido en ese estanque helado o por no quedarnos
allí. Ella es una raza de clima frío, después de todo.
Taron se detiene rápidamente detrás de la pequeña casa,
nos bajamos, trotando y subiendo a la bodega donde sólo
quedan algunas personas.
—¿Dónde has estado? —La voz de Sawyer es dura, miro
mi ropa empapada, dándome cuenta de que mi camiseta se ha
vuelto transparente.
Me sonrojo hasta la raíz del cabello. Agarrando la tela con
ambas manos, la alejo de mi cuerpo, yendo hacia donde está él
parado, Taron justo detrás de mí.
—Hacía tanto calor, Taron me preguntó si había un lugar
para refrescarse. Pensé que podríamos ir a Bates…
—Se supone que debes supervisar a los adolescentes, no
escaparte con Taron.
—Fue mi culpa —comienza Taron, pero lo interrumpo.
—Dijiste que habíamos terminado. Que lo demás eran
horas extra…
—Noel. —Los ojos color avellana de mi hermano brillan,
llenos de indignación.
Ni siquiera sé por qué estoy discutiendo con él. Esta no es
mi primera cosecha.
—Lo siento. Voy a hablar con los chicos y les diré a qué
hora vengan mañana.
—Ya lo hice. Entra y haznos algo de comer. Mindy te está
esperando.
Echo un último vistazo a donde Taron está quitándose la
camiseta. Él me atrapa mirándolo y me regala un guiño rápido,
lo que hace que una sonrisa se dibuje en mis labios.
Aparto la cabeza para que mi hermano no nos vea
coquetear y corro hacia la casa. A mitad de la puerta, Mindy
está encima de mí.
—¿Quién es ESE? —Su voz es demasiado alta, ella está
parada en la ventana mirando a Taron—. ¡Mierda! ¿Es el
hermano perdido de los Hemsworth o qué?
De pie junto a ella, observo mientras Taron camina hacia la
bodega con Sawyer. Su cabello húmedo está desordenado
alrededor de su rostro, pienso en cómo se mueve el músculo
de su mandíbula cuadrada cuando está pensando. Me
estremezco al recordar sus besos.
—Eres una loca. —Dirigiéndome al refrigerador, saco lo
necesario para empezar a preparar la cena.
Esta mañana había puesto cuatro cortes de carne a marinar
con salsa Worcestershire y ajo. Pongo la bolsa de plástico en el
fregadero, saco la sartén de hierro de debajo del mostrador y la
pongo en la estufa.
—Y te vi con él en el todoterreno —Los ojos verdes de
Mindy brillan aún más con el bronceado intenso en su piel
verde oliva, sé que ella lo sabe.
—Hacía tanto calor hoy. Le acabo de mostrar el lago Bates.
—Ya veo. ¿Es por eso por lo que toda tu ropa está húmeda?
—Algo así. ¿Cómo van las cosas en el ancianato? —Saco
un montón de espárragos y les doy un enjuague rápido,
cambiando de tema.
No tengo idea de lo que está pasando entre Taron y yo, así
que ahora mismo no tengo nada que contarle, así ella sea mi
mejor amiga.
Mindy mete un rizo de su cabello castaño detrás de su oreja
y se dirige hacia donde estoy cortando rápidamente los tallos
de los vegetales. Mi amiga es una chica muy bonita.
—Tu tía está bien, considerando la situación.
Me detengo a la mitad, mis ojos vuelan a los de ella y el
miedo gotea en mi pecho.
—¿Considerando qué? ¿Paso algo? Estaba planeando ir a
verla.
—¡Ella está bien! —Mindy pone su mano sobre mi brazo
—. Ella está bien, solo dije considerando la situación, ya sabes
que ella está en su propio mundo.
—Oh. —Me doy la vuelta y agarro un pequeño paquete de
champiñones, limpiándolos con una toalla de papel húmeda
antes de cortarlos en cubitos—. Me alegro de que estés
pendiente de ella.
Conozco a Mindy de toda mi vida. Su familia y la mía
siempre han sido cercanas, su madre fue una de las personas
que siempre estuvo con nosotros asegurándose de que
sobreviviéramos el peor invierno de nuestras vidas, junto con
la hermana mayor de mi padre, Doris, que ahora está en el
ancianato Pine Hills, donde Mindy trabaja como asistente
administrativa.
—No es que ella lo sepa. —Mindy desliza los extremos
feos de los espárragos en su palma y los arroja a la basura—.
¿Ya tienes el horario de clases del semestre?
—Aún no. ¿Tú sí? —Saco rápidamente los filetes uno por
uno, poniéndoles un poco de sal y pimienta antes de ponerlos
en la sartén caliente.
Después de sofreírlos por ambos lados, los saco y agrego
los espárragos y los champiñones a la sartén, salteándolos con
cuidado. Una vez que están listos, devuelvo todo a la sartén y
lo meto todo en el horno precalentado.
—Chica, lo juro, lo que necesitas es inscribirte a uno de
esos programas de televisión. Debes ser la mejor cocinera que
conozco.
La tiro a loca mientras saco un paquete de panecillos del
refrigerador. Tienen tres pequeñas líneas en la parte superior y
pongo un cuarto de mantequilla en cada una antes de meterlas
también en el horno.
—Ayuda que Sawyer y Leon tengan muy claro lo que les
gusta y lo que no les gusta.
Sus cejas se alzan.
—Rachel Ray no te hace sombra.
El rico aroma de cocción del bistec llena el aire, así que
enciendo el ventilador.
—Pronto estarán aquí. ¿Recibiste tu programa?
—No. Bea Johnson dijo que ella y a Mavis les llegó un
correo hoy. Solo quería asegurarme de que no hice algo mal
—Bueno, entonces las dos estamos jodidas.
Comenzaremos en la pequeña universidad del pueblo este
otoño, junto con varios de nuestros amigos, creo que será una
buena distracción con Sawyer lejos y Leon en la escuela, eso
sin contar que mi cabeza todavía está tratando de descubrir
qué hacer con la situación de Taron.
La puerta trasera se abre y tres hombres entran tan
delicadamente como un elefante en una cristalería. De repente,
la cocina está muy llena y los tres buscan platos y preguntan
qué hay para cenar.
Mindy los saluda como siempre, a gritos.
—Es hora de irme. Espero que me cuentes la historia
completa más tarde. —Ella señala sobre la cabeza de Taron
detrás de su espalda y yo entrecierro los ojos.
Si ella me mete en problemas con Sawyer… pero mi
hermano está más concentrado en el bistec que en lo que está
haciendo mi mejor amiga. Taron está justo detrás de él, creo
que los hombres se olvidan del romance cuando tienen
hambre.
Después de la cena, Taron recluta a Leon para que lo ayude
a limpiar la cocina mientras yo “me tomo un descanso”.
Sawyer actúa como si fuera una idea innovadora, sacudo la
cabeza internamente. Sé que Sawyer se siente mal. Leon no
tiene recuerdos claros de nuestros padres. También me siento
mal por eso, pero no tanto como para dejar que mi hermano
menor crezca y se convierta en un malcriado.
Con un suspiro, me dirijo a la ducha. Todos estamos
cansados después de este día, las próximas dos semanas van a
ser más de lo mismo. Aun así, tengo trabajo que hacer antes de
poder dormir.
Unas horas más tarde, estoy sentada en el piso de mi
habitación viendo un video de YouTube sobre cómo hacer una
loción corporal de durazno cuando un suave golpe en la
ventana casi me mata del susto.
La cabeza de Akela se levanta, pero pronto vuelve a
dormirse.
Taron está afuera de mi ventana sonriendo a su manera
traviesa, el corazón en mi pecho comienza a latir rápido.
Levantando una mano, espero para ver si alguien viene antes
de ir y levantar lentamente mi ventana.
—¿Qué estás haciendo? —Le pregunto, retrocediendo
mientras se sienta en la cornisa y entra a mi habitación.
El año pasado me mudé a la suite principal, principalmente
para poder tener mi propio baño y algo de privacidad, pero
también por el internet por cable. Sawyer se niega a configurar
la conexión inalámbrica porque “no nos quiere en nuestros
teléfonos todo el tiempo”, pero las cosas van a cambiar una
vez que se vaya.
—Quería verte de nuevo. —Taron me agarra por la cintura
y me tira entre sus piernas—. Te fuiste después de la cena.
—Me estaba preparando para ir a dormir. —Pongo mis
manos sobre sus hombros, por la forma en que me abraza, soy
muy consciente de que sólo estoy usando una camiseta
delgada y unos shorts cortitos—. No puedo creer que hayas
puesto a Leon a lavar los platos.
—No fue tan difícil. Creo que realmente quiere ayudar
más.
—Creo que le agradas, lo que dice mucho. —Trazando mis
dedos a lo largo de las puntas de su cabello, pienso en qué más
le gusta—. Estás tratando de mimarme.
—Quiero mimarte.
Estudio sus ojos están fijos en los míos, como buscando
algo. Es tan guapo que duele.
—Bueno, no me voy a acostumbrar. —Es una provocación
ligera, pero secretamente quiero llorar pensando que se irá
pronto. Parece tan injusto.
Mi computador portátil todavía está funcionando en la
cama y él levanta la barbilla.
—¿Cómo es que tienes tan buena señal?
Salgo de su abrazo y camino para presionar el botón de
pausa. Luego levanto el cable que sale corriendo de la pared.
—Cable.
—Ahora entiendo. —Asiente—. ¿Qué es lo que estás
viendo?
—Cómo hacer una loción corporal de durazno —leo el
título con orgullo.
—¿Para tu tienda?
—Sí, deja que te muestre. —Voy al baño y agarro dos
pequeños frascos. Cuando regreso a la habitación, él todavía
está sentado en la cornisa, sonriéndome—. Hice este
exfoliante con azúcar.
Abriendo el frasco, se lo tiendo.
—Huélelo. —Lo toma mientras yo le quito la parte
superior del más pequeño y deslizo mi dedo por la cara.
—¿Tú hiciste esto?
—Sí. —Extendiendo la mano, deslizo mi dedo sobre sus
labios carnosos, pensando lo bien que se sentían en los míos.
Sus ojos se entrecierran y él retrocede.
—¿Me acabas de maquillar?
—Es una mascarilla hidratante para los labios. ¿Cómo se
siente?
—Hmm… —Presiona sus labios—. Mojadito.
—¡Ponte serio! —Le doy un empujón a su brazo y se ríe,
atrayéndome hacia él nuevamente.
—Nunca te había visto con el pelo suelto. Es bonito.
Sintiéndome cohibida, lo empujo sobre mi hombro.
—Debería cortármelo, pero no puedo encontrar un estilo
que me guste.
—No lo hagas. —Su ceño se frunce—. Me gustas así con
tu cabello largo.
Otro suave tirón, estoy más cerca de él, nuestras caras se
separan de nuevo. El calor entre nosotros hace que el aire se
sienta pesado. Mis ojos van desde su barbilla a sus labios… a
sus ojos, que me miran con una mezcla de hambre y tentación.
—¿Puedo besarte de nuevo? —Me dice, el calor inunda mi
parte inferior del cuerpo.
Cerrando los ojos, levanto la barbilla y lo beso primero,
suavemente, con cuidado. Toma el control de inmediato,
separa mis labios y desliza su lengua a lo largo de la mía.
Nunca supe que un beso podría sentirse de esta manera,
como si estuviera en llamas desde adentro hacia afuera, como
si quisiera arrancarme la ropa y arrancarle la ropa y hacer todo
tipo de cosas con él.
He besado chicos antes, por supuesto. Incluso he salido con
algunos tipos más de una vez: Digger Hayes es uno de ellos,
un error garrafal.
Nunca me han tocado o besado de esta manera. Besar a
Taron me hace comprender de qué tratan las canciones, los
libros y las películas. Ahora sé por qué la gente pierde la razón
y hace locuras por otras personas.
Sus suaves labios acarician mi mejilla, su cálido aliento
está en mi cabello.
—Hueles bien.
—Tú sabes a duraznos. —Me toco los labios con la lengua.
Presiona el suyo varias veces.
—Me gusta. Tendrás que hacer algo de eso para mí.
Alejándome, voy a mi computadora portátil.
—Sawyer cree que una tienda es una pérdida de tiempo. Él
dice que tenemos suficiente que hacer por aquí sin tener un
montón de turistas metiendo la nariz por aquí.
Taron se sienta a mi lado en el suelo para que nuestras
piernas se toquen.
—¿Qué piensas?
—Creo que es una mina de oro en potencia. Todo el mundo
quiere productos orgánicos, los visitantes quieren comprar
suvenires. Creo que pagarían muy bien por estas cosas.
Con unos pocos clics, le muestro la investigación que he
realizado sobre cosméticos y productos totalmente naturales y
el crecimiento en el mercado.
Lo estudia todo con un interés que me hace enamorarme un
poco más de él.
—¿Es esto lo que quieres hacer?
—Dolly Parton dice que nunca harás mucho a menos que
seas lo suficientemente valiente como para intentar. —Me
siento cohibida citando mi ídolo—. De todos modos, me gusta
enfrentar un reto.
—Apuesto a que sí. —Me sonríe con algo parecido al
orgullo brillando en sus ojos, me siento tan emocionada y
optimista de que cree en mí.
—¿Por eso te enlistaste en la marina, por el desafío?
—No lo sé. —Quita un mechón de mi mejilla—. No tenía
nada más en mente. Todos mis amigos se enlistaron. Pensé
porque no ir a ver que no metieran la pata.
—¿Quiénes son tus amigos, además de Sawyer, quiero
decir? —Quiero saber todo sobre él, cómo puede entrar en mi
vida tan rápido y sentirse tan perfecto, tan irremplazable.
—Patton, Martin, le decimos Marley.
—¿Por qué? —Mi nariz se arruga.
—Le encanta Bob Marley —Taron parpadea, pareciendo
avergonzado—. Y fuma mucha marihuana.
Una risa burbujea en mi pecho por como demuestra su
protección. O tal vez es solo el hecho de que él está aquí,
sentado en mi habitación, hablándome de esta manera.
—También me encanta Bob Marley.
Alcanza mi computadora y escribe algo rápidamente. Unos
pocos clics, y la canción Is This Love comienza a sonar. Igual
de rápido, él está de pie, arrastrándome con él. Me envuelve en
su abrazo y nos balanceamos al ritmo de la melodía del
reggae.
Es como si la letra revelara mis pensamientos. ¿Es amor lo
que estoy sintiendo? La mano de Taron se desliza a lo largo
del dobladillo de mi camiseta, encontrando la piel de mi
espalda. Cuando me toca, mis ojos se cierran. Me disuelvo en
las palabras. Quiero saber ahora…
Levanto la barbilla, busco su boca y él me besa de nuevo.
Nuestros labios se sellan, manos sobre mi espalda,
sosteniéndome firmemente contra su cuerpo duro. Siento la
dureza debajo de su cintura y sé lo que quiero hacer.
Levanto las manos para tomarlo por las mejillas y arrastro
mis uñas por los lados de su barba. Él deja escapar un gemido
bajo. Un suave gemido surge en mi garganta como respuesta.
Nos estamos moviendo más rápido, él me levanta hasta que
mis pies no tocan el piso. Sus manos están debajo de mi
trasero y yo envuelvo mis piernas alrededor de su cintura. Mis
pezones se endurecen contra su pecho. Quiero quitarme la
camiseta y sentir su piel contra la mía. Lo quiero dentro de mí.
Mi cabeza es una niebla de deseo y necesidad e instintos
primarios cuando un fuerte golpe en mi puerta me hace aullar.
—¡Noel! —Los gritos de Sawyer me sacan de mi nube de
lujuria—. Ya es tarde, bájale el volumen a la música.
Mis pies caen al suelo y arrastro a Taron hasta la ventana
por la muñeca. Nunca he necesitado que mi hermano me diga
que me vaya a la cama, pero creo que es algo bueno que lo
haya hecho esta noche.
—Será mejor que te vayas. Mañana tenemos que
despertarnos temprano y vamos a estar tan ocupados como
hoy.
Estamos parados en la ventana, Taron desliza su pulgar a lo
largo de la línea de mi mandíbula. Los dos respiramos rápido y
estoy temblando por todas partes, solo que no es por miedo.
—Está bien. —Sonríe como si supiera algo que yo no.
Inclinándose, me besa una vez más, tirando de mis labios con
los suyos, antes de pasar por el marco de mi ventana abierta y
saltar al suelo.
Lo veo correr por el césped, deseando poder gritarle que
regrese.
Hace una pausa y mira por encima del hombro una vez
más, saludándome con la mano. Le regreso el gesto antes de
descansar mi mejilla en mi mano, sintiendo que algo brilla
dentro de mí.
Capítulo 7
Taron

Acostado en mi cama, todavía puedo sentirla en mis


brazos, aún oler su cabello, aún sentir sus suaves labios contra
los míos. Noel LaGrange… No sé su segundo nombre. Debe
ser algo tan hermoso como ella.
Algo con cabello castaño, largo y sedoso, y ojos dorados.
Su piel se sentía tan suave bajo mis caricias, sus pezones duros
contra mi pecho.
Pienso en otras chicas con las que he estado. Algunas eran
interesantes, otras divertidas, otras inteligentes. Ninguna de
ellas era ella.
Me mira como si se sintiera igual que yo, como si
hubiéramos encontrado algo especial. Como si yo fuera lo
mejor que ella haya visto. Como si el mundo hubiera
cambiado y todo fuera diferente.
Quiero que sus sueños sean mis sueños.
Quiero apretarla entre mis brazos toda la noche. Quiero
explorarla, probarla, estar dentro de ella. La quiero encima de
mí, debajo de mí.
Me pregunto qué sonidos hará cuando la haga correrse. Me
imagino mis labios contra su hombro, mi cara en su cabello
suave, inhalando el aroma de duraznos y coco en su piel.
La he encontrado.
Ella está conmigo, vagando en mi habitación en el suave
aire nocturno. Cubro sus pequeños senos con mis manos,
metiendo un pezón en mi boca. Con mi rodilla, separo sus
muslos, y cuando me sumerjo profundamente en el cielo, ella
exhala un gemido, suave y bajo.
Nuestros cuerpos se mueven juntos en una onda rítmica,
empujo profundamente, y ella se levanta para recibirme. Nos
movemos más rápido, aferrándonos y tomándonos,
esforzándonos para colocar nuestras bocas en los hombros,
clavículas, cuellos…
Estoy tan cerca, quiero escucharla correrse.
Un empuje más…
El desagradable zumbido de la alarma de mi teléfono hace
añicos mi sueño.
La luz del sol entra por la ventana y sólo dudo un momento
antes de salir de la cama, empujando mi erección mañanera
hacia abajo y tambaleándome hacia el baño. Me pongo mis
jeans y una camiseta, me lavo los dientes rápidamente y me
calzo las botas antes de salir por la puerta de la casa.
Akela se encuentra conmigo y le froto la cabeza, trotando
con ella el resto del camino hasta la puerta de atrás, donde
Noel ya está ocupada en la cocina. Dudando en el último
escalón, la veo moverse mientras nos prepara el desayuno en
esos shorts tan cortos. Esta vez lleva una camiseta sin mangas
morada y su cabello está recogido. No puedo pensar en una
mejor manera de comenzar el día.
Nuestros ojos se encuentran y camino a través de la puerta,
listo para atraerla hacia mí para un beso cuando Leon y
Sawyer irrumpen en la habitación, rompiendo el momento.
Sólo alcanzamos a tocarnos las manos, robar miradas de
nostalgia cuando nos dan la espalda.
La cuadrilla de Jay llega antes de que terminemos, y
aunque quiero quedarme atrás y ayudarla a limpiar, Sawyer
nos empuja por la puerta antes de que pueda decir algo. Estoy
en el huerto con los hombres antes de que ella salga de la casa.
El resto del día es lo mismo, demonios, toda la semana es
la misma cosa, excepto que el sol calienta más. Estamos
exhaustos a media tarde, pero por la noche, me escabullo por
el patio hasta la ventana de su habitación. Ella me muestra en
qué está trabajando y yo me contento con abrazarla. Akela
yace en el suelo mirándonos felizmente mientras Noel mezcla
los ingredientes, cosas de las que nunca he oído hablar,
manteca de karité y jojoba, y me hace elegir mis aromas
favoritos.
Ella me deja besarla, abrazarla, pero siempre me saca por la
ventana antes de que podamos hacer más.
Por la noche sueño con ella. Entierro mi cara en su cabello,
inhalando su suave aroma, hasta que me levanto en la mañana
caliente y molesto, me pongo la ropa para poder llegar a la
cocina antes que sus hermanos, Akela corre y salta a mi lado
todo el camino. Incluso si los chicos me dan algo de lata, lo
hago porque así puedo estar cerca de ella, tocarla, antes de
comenzar otro día largo y caluroso.
—Debe haber un lugar para nadar por aquí que no sea tan
frío. —Estoy sentado en la plataforma el viernes por la tarde,
Noel está parada entre mis rodillas mirándome.
Hoy lleva un delgado vestido de flores que termina en la
parte superior de sus muslos. Su pelo largo y oscuro está
recogido en una cola de caballo, paso el dedo a lo largo de la
delgada tira que pasa sobre su hombro, atrapando las puntas de
su cabello en mis dedos.
Leon lideró el equipo de bachillerato hoy, apenas la vi
mientras corría, recogiendo las canastas de duraznos
desechados y llevándolos a la casa.
Su cabeza se inclina hacia un lado.
—Mi tía solía ir a pescar al lago Hayes.
—¿Hayes, como en la familia de Digger? —No me gusta
ese chico.
Él siempre actúa cortés y respetuoso con Sawyer, pero lo
veo mirando a Noel mientras trabaja. La lujuria está pintada en
toda su cara, lo que hace que quiera tumbarle los dientes. A
Leon tampoco le gusta. Demonios, incluso Akela le gruñe
cada vez que él está cerca.
—No creo que nadie vaya a pescar allí —Noel dice, ajena a
mis pensamientos—. Está justo en el sol.
—¿A alguien le importará si nadamos en él?
Una luz traviesa brilla en sus ojos dorados.
—Sólo hay una forma de averiguarlo.
—Nos vemos en la camioneta.
Una vieja camioneta roja está estacionada detrás de la
bodega para que cualquiera la use. La tomamos, Noel se
desliza hacia el centro del banco a mi lado. Su cabeza está
sobre mi hombro y mi mano está entre sus rodillas mientras
conducimos por las vías secundarias que conectan las
propiedades.
Akela corre con nosotros todo el camino, brincando entre
los girasoles que crecen junto a la carretera. Dejamos la
camioneta en el centro del campo, ayudo a Noel a bajar y
luego me quito la camisa.
Trotamos hacia el muelle que se extiende hasta el centro
del lago, con Akela justo detrás de nosotros. Nuestros pies
hacen un ruido sordo en las tablas mientras corremos, nuestras
manos se cruzan cuando damos un salto en la plácida agua
marrón.
Es tan cálido como un baño bajo el ardiente sol. Un gran
conducto se eleva desde el centro, rociando agua en el aire
como un géiser, manteniéndola oxigenada, extiendo la mano,
tirando de Noel hacia mí, nuestra piel se desliza, resbaladiza
como una barra de jabón.
Abrazarla se siente tan bien. Reclamo su boca, separando
sus labios y encontrando su lengua. Se derrite como el helado
de durazno, la beso más profundamente antes de mover mis
labios hacia su oreja. Sus pezones están tensos contra mi
pecho, y sé que siente mi erección en su vientre. Estoy seguro
de que ella la ha sentido antes.
Cuando encuentro sus ojos, los miro profundamente.
—¿Qué estás pensando?
Ella parpadea y duda.
—Nunca te pregunté si tenías novia o algo en casa.
Esto me hace sonreír.
—No tiene mucho sentido tener novia cuando estoy a
punto de irme. —Su cara cambia inmediatamente y me
gustaría poder tragarme esas palabras—. Solo quiero decir, no,
no tengo. No sería justo pedirle a alguien que me espere.
Traza un dedo a lo largo de la línea de mi mandíbula sin
mirarme a los ojos.
—¿Y si alguien quisiera esperar por ti?
Mi interior se revuelve. No sé si se refiere a ella, como en,
que ella esperaría por mí. No sé si quiero desear que ella lo
haga.
—Nadie lo ha hecho antes.
Momentos pasan. Ella no dice nada, así que le doy un
pequeño apretón.
—¿Qué hay de ti o estás saliendo con uno de estos chicos?
Un pequeño encogimiento de hombros.
—Digger es el más persistente.
—Ese tipo. —Mi voz sale más como un gruñido de lo que
pretendía.
—¿Qué pasa con Digger? —Sus ojos brillantes se
encuentran con los míos.
—Ese tipo es una lacra.
—No es tan malo.
—Él es muy malo. —Inclinándome hacia delante, le llamo
la atención—. ¿No saldrías con ese chico, verdad?
Sus labios se tuercen, y ella me da una sonrisa tímida.
—Ya lo hice.
Aflojo mi agarre y ella se lanza hacia adelante,
apretándome por los hombros.
—¡Fue hace mucho tiempo! Un verano después de la
cosecha. Creo que el sol había derretido mis neuronas.
—¿Ustedes siempre trabajan tan duro en el verano? —Ella
se ríe y la atraigo más fuerte hacia mí.
—Solo desde que perdimos a mi papá. Antes de eso,
siempre habíamos contratado ayuda.
—No tienen algún tío o alguien más que pudiera ayudarles
con eso, ¿a manejar las cosas?
—Mi mamá era hija única. —Ella apoya sus codos sobre
mis hombros—. Su familia la repudió cuando se casó con mi
papá. Mi abuelo actuó como si no existiéramos la mayor parte
de mi vida.
La ira me aprieta la garganta. ¿Cómo podría alguien no
querer conocer a esta hermosa chica?
—Él se lo pierde.
Ella asiente distraídamente.
—Mi abuela murió hace años, y después no supimos más
de él. Todo porque mi mamá no se casó con un médico o un
abogado.
—Tu papá era dueño de este enorme huerto. ¿Qué más
quería?
—No siempre fue el dueño, su familia eran aparceros. Mi
papá era un chico pobre del lado equivocado del pueblo. Su
papá se murió de un ataque al corazón cuando solo tenía
cincuenta y cinco años.
—Mierda. —La atraigo a otro abrazo.
Ella logra una sonrisa.
—Pero mira lo que hizo. Se casó con la mujer de sus
sueños, construyó este enorme huerto, consiguió todo lo que
quería…
Su voz se apaga así que no continuamos por ese camino.
No quiero pensar en cómo lo tuvo todo y finalmente lo perdió.
Quiero pensar aquí, ahora mismo.
Quiero pensar en tenerla conmigo, en la vida y en el amor.
—Cuéntame acerca de este festival de duraznos que se
avecina.
Ella parpadea hacia mí, su sonrisa regresa.
—Es una especie de reunión anual en el pueblo. Lo
hacemos todos los años al final de la cosecha.
—¿Estás diciendo que voy a conocer a todo el pueblo?
Ella ríe.
—No sé si todo el pueblo estará allí, pero va mucha gente.
Hacen competencias de comer pasteles, exhibiciones de autos,
concursos y manualidades. La señora Jenny Ray, la madre de
Mindy, va a poner algunos de mis productos de belleza en su
mesa para que los venda.
—Eso es algo muy importante.
—¿Por qué crees que he estado trabajando tan duro todas
las noches?
—Yo qué sé. —Estaba demasiado concentrado en ella para
preguntarme qué estaba haciendo o por qué—. Pensé que
hacías eso todas las noches.
—No. —Ella niega con la cabeza, riendo.
—Bueno, estaré allí con mi dinero en la mano.
—No necesitas productos de belleza. —Sus brazos están
alrededor de mi cuello nuevamente, y besa mi nariz—. Ya eres
bastante guapo.
—Tengo que conseguir más de esas cosas de labios.
—¿Qué pasa con tus labios? —Sus ojos pesados se
deslizan hacia mi boca, es suficiente invitación para mí.
La atraigo hacia mí, separando sus labios,
mordisqueándolos y besándolos, fascinado con el aumento de
la temperatura entre nosotros mientras nuestros pechos se
mueven, separados sólo por una delgada capa de tela. Su falda
flota a nuestro alrededor, y pongo mis manos sobre sus
muslos, deslizándolos más alto, con ganas de explorar sus
lugares secretos.
Ella inhala bruscamente cuando encuentro la línea de sus
bragas. Ella tiembla en mis brazos, ahora la beso más
profundamente, moviendo mi lengua hacia la de ella mientras
deslizo mi dedo hacia adelante y hacia atrás sobre su clítoris.
—Taron. —Sus muslos se tensan alrededor de mi mano.
Estoy duro como una roca y desesperado por estar dentro
de ella, aun así, me detengo.
—Está bien. —Mi aliento le arde en la oreja y empiezo a
quitarme la mano.
—No. —Es una súplica suave, y sonrío, encontrando su
mirada con la mía mientras ella se sonroja.
Nos devuelvo al poste del muelle, sosteniéndola mientras
muevo mi mano nuevamente hacia su coño caliente,
masajeando y acariciando el dulce calor entre sus piernas. Sus
ojos se cierran y su agarre se aprieta sobre mis hombros.
Continúo, observando cómo su aliento se hace más rápido,
menos profundo.
—Justo ahí, justo ahí… —Es un silbido suave y sus
caderas se mecen.
Ella monta mi mano, mordiéndose el labio y sacudiendo su
pelvis. Doy vueltas más rápido y ella me sostiene del brazo,
concentrada en lo que le estoy haciendo. Me inclino hacia
adelante para besar su oreja, tocándola suavemente con mi
lengua mientras ella se rompe con un fuerte gemido.
—¡Oh sí! —chilla, empujando, follando mi mano como
una diosa, y con cada golpe, ella gime y se estremece—.
Taron, eso se siente tan bien…
—Quiero hacerte sentir bien. —Mi brazo está alrededor de
sus hombros y la acuno contra mi pecho.
Ella me abraza un poco más, cabalgando el residuo de su
orgasmo. Luego se estira y besa el costado de mi mandíbula,
mordiéndola ligeramente. Ella es tan bonita, si supiera lo que
provoca dentro de mí.
Mi mano está fuera de sus bragas y en su lindo y pequeño
trasero redondo, ahuecándola. Quiero que sienta mi polla.
Quiero hundirme tanto en ella ahora mismo.
Ella me abraza más fuerte.
—Nunca he hecho esto antes con un chico.
No estoy seguro de entender lo que quiere decir. Aun así,
no quiero romper este momento. Ella está aquí, como mis
sueños. Está en mis brazos y su cabello contra mi mejilla.
Besando el costado de su rostro, le susurro al oído.
—Me encanta abrazarte así.
Su cuerpo se mueve y ella se aleja un poco.
—Necesito decirte algo…
Sonrío, empujando un mechón de cabello húmedo detrás de
su oreja.
—Esto suena serio.
—Solo para que no creas que sé cómo. Quiero decir, no
tenemos mucho tiempo, así que estoy intentando…
—Oye. —Pongo mis dedos sobre sus labios suavemente—.
No tienes que sentirte presionada por el tiempo. No es lo que
quiero.
—Pero yo sí. —Sus ojos están muy abiertos, suplicantes—.
Lo quiero. Sólo necesito que me muestres cómo, no estoy
segura de qué hacer.
—¿Qué quieres decir? —Mi ceño se frunce.
—Ah, esto es tan vergonzoso. No me hagas decirlo en voz
alta.
—¿Decir qué? —Estoy cachondo y aun así ella puede
hacerme reír.
—Yo, esto, soy virgen. —lo dice rápido, bajando la
barbilla.
Capítulo 8
Noel

Todo se silencia como cuando gritas una grosería en la


iglesia.
Incluso Akela no hace ruido, no es que lo haga nunca. El
único sonido es la agitación constante del aireador en el medio
del lago y siento los ojos de Taron sobre mí, incluso si no
levanto la vista para encontrarlos.
Mis mejillas están calientes y quiero morir de vergüenza.
Naturalmente, supuse que quería tener sexo conmigo.
¿Es posible que me haya equivocado?
Hemos estado besándonos todas las noches de esta semana
hasta que lo saco por la ventana, lo que por cierto, me toma la
fuerza de Hércules. Ahora me hizo correrme aquí mismo en
medio del lago, Dios, él me hizo sentir tan bien…
Me estremezco. Puede que sea virgen, pero mi cuerpo está
listo.
—Di algo. —Mi voz suena un poco molesta.
—Está bien —dice, sacudiendo la cabeza.
—¿Eso es todo? —Mis ojos buscan los suyos.
—Sólo tienes dieciocho años, Noel. Vives en este pequeño
pueblo, me sorprendería que no fueras virgen.
Alejándose, toma mi mano y me guía a las aguas poco
profundas, luego me lleva a la camioneta. Mi estómago se
hunde a mis pies.
—¿Eso significa que no quieres?
—No. —Su voz es baja y tensa y da una emoción a mi
estómago.
Aun así, estoy confundida.
—¿A dónde vamos?
—Necesitamos regresar. —Todavía sostiene mi mano en la
suya cálida y fuerte, y cuando nos detenemos en la camioneta,
mira mi vestido mojado—. No creo que tengas una toalla por
ahí escondida.
—Puede haber una en la guantera. —Espero, mirándolo
mientras busca y luego regresa con las manos vacías.
—Toma. —Se quita la camiseta y me la pone, cubriendo mi
vestido transparente.
Sus jeans están empapados, pero él me ayuda a entrar a la
camioneta y trota hacia el otro lado. Regresamos por donde
vinimos, yo sentada en el medio con la cabeza sobre su
hombro. Él mirando hacia adelante, su mano entre mis
rodillas.
Cómo desearía que su mano se moviera más alto, me
acariciara y me hiciera correrme como lo hizo hace unos
minutos. En cambio, como temía que fuera, mi confesión
arrojó agua fría, sobre todo. Yo creo que no me volverá a tocar
el resto de la semana…
Después de eso él se va a ir.
Regresamos a la casa y él me acompaña a la puerta de
atrás.
—Te veo en un rato. —Con eso besa mi mejilla antes de
correr hacia la cabaña donde se queda.
Mezclo los ingredientes que había dejado listos para la
cena, el maíz está hirviendo, preparo y horneo el pollo con
tomates. Mi hermano, Leon y Taron se comen todo, mientras
yo los veo sin mucha hambre. Como de costumbre, Taron me
dice que me vaya a descansar mientras él y Leon lavan los
platos. Es bastante considerado y me sonríe con dulzura, pero
parece que tiene la cabeza en otro lado.
Siento que tengo una loza sobre el pecho, y por mucho que
odie admitirlo, lloro en la ducha. Odio estar así. Soy
demasiado vieja para llorar por un chico, pero todavía me
duele.
Acostada en mi cama, no estoy de humor para trabajar en
mi stock de cosméticos esta noche. De todos modos, casi he
alcanzado mi cuota para la madre de Mindy.
Agarrando mi teléfono, le envió un mensaje de texto a mi
amiga.
¿Estás por aquí?
Mirando a la pantalla, espero que ella responda. Necesito
que ella responda.
Pasan unos segundos y luego veo los puntos grises
aparecer.
¿Qué pasa?
Nada. Todo está mal. Encuentro al tipo perfecto y resulta que
no me quiere porque soy virgen.
Más puntos grises mientras espero.
¡¡¡LO SABÍA!!!
—¡Dios, Min! —Cruzo los brazos, mirando el teléfono un
segundo, luego lo levanto de nuevo.
No me grites. Estoy sufriendo.
¿El señor Hemsworth no te dará su regalo? (emoji llorando
de risa)
No, Digger. ¿Quién más? (emoji de arcada)
Ella responde con una serie de emojis, el de arcada, el de
vómito de cara verde, el de X en los ojos.
Sacudo la cabeza y retrocedo.
¿Qué debo hacer? Le dije la verdad y él me rechazó.
BUENO. No estás lista ¿Estás tomando la píldora?
Mordiéndome el labio, pienso en eso… Realmente no
había considerado eso del control de natalidad. Qué manera de
usar tu cerebro, Noel. ¿Dónde podría obtener anticonceptivos?
Todos en el pueblo hablarán si voy con el médico familiar y ni
loca me paro por allá.
Mi amiga no pierde el ritmo.
Te llevaré a la clínica en Shreveport mañana. Te veo a las
ocho.
Estoy comenzando a escribir mi respuesta cuando un
golpeteo en mi ventana me hace tirar el teléfono sobre mi
cama. Akela ni siquiera se inmuta. Mis ojos vuelan hacia el
cristal, Taron está afuera, sonriendo como siempre.
Voy hacia él y lo abro.
—Hola.
Todo se siente más tranquilo esta noche.
—Hey… —Balancea sus piernas por el marco de la
ventana y me atrae entre ellas como siempre—. ¿No estás
haciendo ninguna loción o bálsamo labial?
Mis manos están sobre sus hombros, mientras me miro las
uñas.
—No tengo ganas.
Él no dice nada y le echo un vistazo a su cara. Él está
mirando hacia otro lado, parece estar luchando con algo.
Mi tristeza se convierte en ira. ¿Esperaba él que yo fuera un
fácil acostón antes de irse a Sudamérica? ¿Está tratando de
descubrir cómo decepcionarme ahora? No dejo que nadie me
haga sentir inferior. Nunca. Dolly Parton dice que una mujer
fuerte siempre es un desafío.
—Será mejor que vuelvas a la cabaña, tenemos que
levantarnos temprano.
Mentalmente, me amarro los pantalones con fuerza y me
preparo para empujarlo por la ventana, y fuera de mi corazón,
cuando él me agarra los brazos.
—He estado pensando toda la noche en lo que dijiste. —
Sus ojos aguamarina me miran tan serios que casi me da
vergüenza pensar mal de él—. No puedo quitarte eso y
marcharme, Noel. Es lo mismo que pedirte que esperes por mí.
No es justo…
—No me pediste que te esperara. —Mi voz es tranquila y
nuestras miradas se mezclan en un remolino de anhelo, tristeza
y realidad que nos golpean en la cara.
—No significa que no quiera. —Baja más la voz. Sus
manos agarran las mías, las miro fijamente, dedos largos, uñas
cuidadosamente recortadas. Es hermoso, de la cabeza a los
pies.
Levantando la barbilla, mi actitud es atrevida, desafiante.
—Pase lo que pase entre nosotros es tanto mi decisión
como la tuya.
—Sí, pero tengo más experiencia con esto que tú.
—¿Te has acostado con muchas mujeres?
—No —responde rápidamente—. Cuando sucede, es
porque es importante. Especialmente la primera vez.
—Bueno, gracias por ser tan considerado. —Empiezo a
alejarme. Lo último que necesito es que otro tipo sabelotodo
me diga cómo me siento.
—Espera. —Taron me tira firmemente contra su pecho—.
Enfádate conmigo si quieres, te digo la verdad. No quiero
lastimarte.
Veo la determinación en sus pupilas y rompe algo en mí.
Entiendo profundamente que no me está rechazando. Después
de todo lo que hemos compartido, no sé cómo podría creer que
lo fuera.
Extendiendo la mano, enrosco mis dedos en su cabello,
mirando profundamente sus ojos aguamarina.
—He esperado tanto tiempo para que aparecieras. No
puedes lastimarme.
Fuertes manos ahuecan mis mejillas y él empuja mi boca
hacia la suya. Nuestros labios se separan y nuestras lenguas se
entrelazan. Las lágrimas calientan mis ojos cerrados, pero no
permitiré que escapen. No le daré ninguna razón para pensar
que no soy lo suficientemente fuerte para esto, incluso si la
idea de decir adiós deja mi interior en pedazos.
Él se aleja, mirándome profundamente a los ojos.
—Te veré mañana.
Con eso, sale por la ventana, cruzando el patio. Mientras lo
veo irse, no puedo evitar pensar: Sí, así será. Me verás todos
los días mientras estés aquí.
Los trabajadores no vienen los fines de semana, pero eso
no significa que el trabajo se detenga. Corro hacia abajo antes
de que los demás se despierten y preparo un lote de
panqueques. Corto unos duraznos, los pongo en el refrigerador
y pego una nota en el microondas que dice que volveré
después del almuerzo.
Sawyer se quejará, pero esta cita es demasiado importante
para omitirla. Nunca he visitado una clínica de planificación
familiar. Todos por aquí piensan que son una peste, pero sé
que muchas de las esposas de los trabajadores van ahí para que
les den anticonceptivos gratuitos. Una hora después, conduzco
a casa con Mindy y un paquete redondo de plástico de píldoras
en mi bolso.
Llegamos a una casa tranquila y Mindy me deja por la
puerta de atrás.
—No parece que estén en casa.
—Probablemente están recogiendo más cajas. —Eso puede
ser. No necesito que me reciba la policía (mis hermanos)
preguntándome dónde he estado—. Te veré mañana. Dile a tu
madre que tendré todo listo para ella el miércoles.
—Está muy emocionada de ver cómo se vende tu línea.
—Yo también. —Le doy un abrazo y subo los escalones de
la entrada, voy directo a mi habitación y escondo las pastillas
en mi mesita de noche.
Desde allí, me dirijo a la cocina, cargando canastas de
duraznos magullados y los pongo al lado del fregadero. Me
paso todo el día cocinándolos para conservas y mermeladas o
cortándolos y tirando bolsas en el congelador para helado y
sorbete.
El festival comienza el miércoles por la noche y me llevará
toda la semana preparar lo suficiente para vender en la mesa
de la señora Jenny. Es mi última oportunidad de demostrarle a
Sawyer que una tienda es una buena idea antes de que se vaya,
así que espero hacer un buen negocio.
Esa noche, después de saltear la ensalada de carne de res y
durazno, Taron recluta a mi hermano para ayudar a limpiar y
aparece como siempre en mi ventana, cariñoso como siempre
y listo para decir buenas noches antes de que las cosas se
calienten demasiado entre nosotros.
Esto es lo peor.
A la mañana siguiente, tomo la píldora obedientemente
antes de dirigirme a la iglesia. Ni siquiera voy a discutir esto
con Jesús. Él puso a este hombre hermoso en mi vida y no
pienso desperdiciar la oportunidad.
Otra noche de besos y la pronta partida de Taron de mi
habitación me tienen casi lista para escalar las paredes. Sin
embargo, no estoy preocupada. Tengo un plan, así que, a la
mañana siguiente, me levanto y tomo mi píldora.
Leon asume la supervisión del equipo de adolescentes
mientras me preparo para el festival. Por la tarde, cuando los
hombres están cansados, llevo un cubo de metal al cobertizo
con helado de durazno.
Digger está de pie en la parte de atrás, mirando por encima
de un libro de contabilidad con Jay. Taron está sentado en la
plataforma mirándome como si quisiera que yo fuera el postre.
Estoy convencida de que esta distancia entre nosotros lo está
matando tanto como a mí. Pronto…
Me acerco a él, confiada después de todo lo que hemos
dicho y hecho.
—A ver qué te parece.
Sosteniendo la cuchara, observo mientras desliza el bocado
de helado de durazno entre sus labios carnosos.
Se enroscan en una sonrisa que llega hasta sus bonitos ojos.
—Delicioso. ¿Metiste tu dedo meñique en él?
Eso me hace reír, él me atrapa por la cintura. Por primera
vez en días, me siento ligera.
—¡Taron, bájame!
Digger nos mira con el ceño fruncido.
—¿Qué es eso, Noel, helado de durazno?
—Sí. —Le doy un codazo a Taron en la barriga y camino
hacia donde está parado Digger.
Toma la cuchara y la sumerge en el cubo que llevo.
—No está mal. Lo preparaste con la vieja receta de tu
mamá. —La forma en que lo dice, usando ese tono sabelotodo,
hace que mi piel se erice.
Miro por encima del hombro y Taron también frunce el
ceño.
—¿Cómo puedes recordar eso? Éramos niños cuando mi
mamá falleció.
—Recuerdo cuando fue la princesa del festival. —Digger
me toca la nariz—. Recuerdo cuando te llevé a tu primer baile
del festival del durazno.
—Te equivocaste. Nunca fui la princesa del festival. Fue la
única vez que decepcioné a mi madre… que yo sepa.
—Nunca decepcionaste a tu mamá. —Me da un pequeño
pellizco en la mejilla, lo que me irrita más. Veo un destello de
luz en los ojos de Taron, sé que esto lo molesta mucho—. Es
agradable estar con personas que conocen su historia y
comparten sus valores.
No me gusta su implicación. No me gustan sus ideas sobre
mi lugar en la sociedad.
—El hecho de que alguien sea de tu pueblo no significa
que esa persona comparta tus valores.
—Disparates. Además de tus hermanos, nadie conoce tu
historia mejor que yo, Noel.
—Lo dudo. —¿Se sienta en casa por la noche estudiando
mi pasado o qué?
—Eres tan adorablemente terca. Ve conmigo al baile. Será
como en los viejos tiempos.
Su invitación me pilla desprevenida, pero eso no significa
que no esté preparada.
—No voy a ir al baile. Tenemos mucho que hacer con lo
del viaje de mi hermano, cosas que preparar y todo eso.
—Disparates. Tienes que ir al baile. Es tradición. Eres la
copropietaria de uno de los huertos de duraznos más grandes
del pueblo.
—Si es una tradición, es una que no conozco.
—Te lo dije. —Me toma del brazo—. Es hora de
restablecer el lugar de tu familia en la sociedad. Esta es una de
las formas de hacerlo, yendo al baile y mostrando tu interés.
Me hago hacia atrás, saco mi brazo del suyo.
—Todos nos conocen. Agradezco tu invitación, pero no
estoy de humor para un baile este año.
Taron se pone de pie y Digger me suelta.
Digger cruza los brazos sobre el pecho y estira la chaqueta
de lino. ¿Quién se pone lino para estar en una bodega?
—Hablaré con Sawyer al respecto.
Su tono implica que mi hermano mayor me dice qué hacer,
pero en lugar de mostrarle mi enojo, me giro hacia la casa. No
pienso perder el tiempo con Digger Hayes.
—Mi helado se está derritiendo —Troto por las escaleras y
corro colina arriba hacia la casa.
Nunca he estado más molesta en mi vida. ¿Digger Hayes
cree que me va a decir qué hacer? Si de verdad me conociera
tanto como dice, sabría que eso no es cierto.
Estoy en la puerta cuando me doy cuenta de que una figura
alta está justo detrás de mí. La mano grande de Taron cubre la
mía y me doy vuelta cuando entro en la cocina.
—Me asustaste.
—Lo siento. Pensé que sería mejor seguirte antes de hacer
algo de lo que me arrepienta.
—¿Qué? —Saco un recipiente apto para congelador y le
pongo el resto del helado.
—Algo que a Sawyer no le gustaría es más lo que quise
decir. —Él atrapa la parte de atrás de mi cola de caballo,
girándola alrededor de su mano—. ¿De verdad saliste con ese
chico?
—La gente pensaba que haríamos una buena pareja —le
digo, empujando el helado en el congelador, estoy enojada por
las implicaciones de las palabras de Digger.
—¿No ganaste el concurso de belleza del festival? —Miro
hacia arriba y Taron me está sonriendo. Se derrite la ira que
siento solo un poco.
—Nunca me gustaron los concursos. Mi madre los ganó
todos, así que pensó que debía participar, pero no era lo mío.
Se apoya contra la barra con una sonrisa.
—No es de extrañar que seas tan bonita.
Su cumplido es como un cosquilleo de electricidad en mis
venas y admiro cómo el sol ha puesto reflejos dorados en su
cabello oscuro. Su piel está bronceada y, si es posible, es aún
más guapo. Es hora, y estoy más que lista.
—Mejor empiezo a preparar la cena. —Levantándome de
puntillas, beso sus suaves labios.
Mis entrañas están zumbando sólo de pensar en el postre
especial que he planeado.
Si él supiera lo que le espera…
Capítulo 9
Taron

No sé cómo lo hace. Para la cena del domingo, Noel nos


sirvió pechuga estofada con glaseado de durazno y bourbon.
Esta noche, nos dio chuletas de cerdo con duraznos a la
parrilla, cuando paso por su habitación antes de decir buenas
noches, ella está de nuevo haciendo mezclas para sus
productos de belleza orgánicos.
Ella es increíble.
—Cocinar es solo práctica. He estado preparando esas
mismas comidas un par de veces al mes desde que tengo
memoria.
Son más de las diez y estamos en la cocina susurrando. Me
paro detrás de ella, observando cómo vierte cuidadosamente la
cera de las velas en pequeños tarros rotulados.
—Deberías escribirlas y vender un libro de cocina junto
con todas estas otras cosas. —Beso el costado de su
mandíbula, y ella deja escapar un pequeño ruido que viaja
directamente a mi polla.
—Me vas a hacer derramar cera en todas partes.
—¿Te estoy distrayendo?
—Sabes que lo estás haciendo. —Levanta la sartén y gira
la cara para besarme suavemente en los labios.
Lo juro, dejarla en su habitación estas últimas noches ha
sido lo más difícil que he tenido que hacer. Se han necesitado
muchas duchas frías y masturbación para aliviar la presión.
—Así que estaba pensando en lo que le dijiste a Digger en
la bodega, sobre que no quieres ir al baile y todas las
excusas…
Aprieta los labios, pero no responde. Sus ojos están
enfocados en llenar los pequeños frascos.
—¿Fue para disuadirlo o fue en serio?
Ella termina el último vertido y luego sus ojos dorados se
encuentran con los míos.
—¿Qué crees tú?
Aclarando mi garganta, miro mis zapatos, recordando todas
las razones por las que he estado haciendo todo lo posible para
mantener mi distancia. En unos días me habré ido. ¿Es justo
seguir persiguiéndola?
—Me preguntaba cómo te sentías con todas esas cosas que
dijo.
—Él sabe mucho sobre el negocio. Supongo que es por eso
por lo que mi hermano lo contrató. ¿Es eso lo que querías
decir?
—¿Estás interesada en él?
—Nunca lo he estado. —Ella lleva sus suministros de velas
a un gran cubo en el fregadero y coloca cuidadosamente cada
artículo dentro—. Aun así, no es un tipo mal parecido.
Supongo que si estuviera buscando a alguien…
—No necesitas buscar a nadie —espeto.
A la mierda con lo que es justo. Al escucharla decir esas
palabras, se agita algo dentro de mí.
Algo primitivo.
—¿Desde cuándo? —La curiosidad está en sus ojos ahora,
estoy bastante seguro de que también un poco de travesura—.
¿Cómo?
—Vas a ir al festival conmigo, al baile también. Si es lo que
quieres.
—Normalmente voy al festival con Leon. Es su
cumpleaños.
—Hablaré con él sobre eso mañana. Puede ir con nosotros.
—Está bien. —Su voz es suave y tiene un toque juguetón.
Todavía estoy irritado y enojado, pero no sé por qué. Lo
hemos resuelto. Ella va conmigo al festival y no con ese
imbécil de Hayes.
Extendiéndome, la agarro por la cintura y la atraigo hacia
mí bruscamente. Su cuerpo es flexible bajo mi agarre. Levanta
la barbilla y pasa los dedos por mi cabello cuando encuentro
su boca, abriéndola y saboreando la dulce menta en su lengua.
El deseo está en su beso y me hace sentir aún más frustrado.
Retrocediendo con un gruñido, me dirijo hacia la puerta de
atrás.
—Mejor me voy. —No sé por qué, pero no creo que me
vaya tan fácilmente si no lo hago ahora.
—Que duermas bien —me grita, con un tono cantarín.
La forma en que está siendo esta noche, juguetona y
burlona, me ha hecho callar y aunque trabajamos más duro
hoy que cualquier otro día de la semana pasada, no estoy
seguro de poderme dormir.
La frustración recorre mis extremidades mientras me
acuesto en la cama de espaldas mirando al techo en la
oscuridad. Tengo el ventilador encendido, pero este fuego está
en mis venas, está en mi sangre. Es como una fuerza que me
impulsa.
Mirando el reloj, veo que es casi medianoche. Tengo que
dormir.
Presionando mi brazo doblado sobre mis ojos, trato de
pensar en cosas relajantes. El cabello sedoso de Noel, su suave
sonrisa, la forma en que se concentra cuando lee una receta de
loción de durazno o helado de durazno o… más duraznos.
Su culo suave y redondo aparece en mi mente y mi polla se
endurece. Suave como un durazno. Un durazno que quiero
probar, lamer, chupar, comer. Quiero que grite mi nombre
como lo hizo en el lago.
Los pequeños pelos se erizan en mi piel cuando me doy
cuenta de que no estoy solo.
Dejo caer el brazo sobre la cama y entrecierro los ojos en la
oscuridad. La puerta está abierta, y en el resplandor de la luz
de la luna, veo lo único que me puede dar alivio.
—¿Noel? —Me siento, dejando que la sábana caiga hasta
mi cintura, donde estoy luciendo una muy notoria erección—.
¿Qué estás haciendo aquí?
Ella no habla, pero se apura a cruzar el espacio entre
nosotros, estirando la mano para quitarse la bata que lleva
puesta. Mi frente se derrumba y dejo escapar un gemido. Está
parada frente a mí completamente desnuda y la luz del poste
de luz al otro lado del patio proyecta un suave resplandor
alrededor de sus curvas.
—Estoy lista ahora.
—Cierra la puerta.

∞∞∞
Todos mis pensamientos de esperar y mi preocupación por
dejarla desaparecen al ver a Noel a horcajadas sobre mi
regazo, ahuecando mis mejillas en sus manos, diciendo cuánto
me desea.
—Bésame, Taron. —Su voz es ronca, exigente y mis
manos agarran su suave trasero con el que he soñado todas las
noches.
Estoy duro como una roca mientras ella arrastra sus uñas a
través de mi barba, mientras nuestros labios se encuentran.
Tira de mis labios con los suyos, los muerde y exhala un
ronroneo suave.
—¿No quieres esto?
Sus labios se mueven hacia mi mejilla y hasta mi ceja antes
de que ella se aleje para mirarme a los ojos. Sus hermosos ojos
dorados…
—No quiero lastimarte. —Es un susurro y con él se va lo
último de mi resistencia.
—Entonces no lo hagas.
Se mueve sobre mi regazo y la luz de la luna brilla en su
piel. Alejo la sábana y la agarro por la cintura, girándola para
que esté debajo de mí. Exhala algo entre una risa y un suspiro
mientras cubro su boca nuevamente con la mía.
Nuestros besos son hambrientos, exigentes, alimentados
por cada caricia negada, cada provocación desperdiciada, cada
vez que nos acercamos tanto para separarnos.
Mi boca se mueve desde sus labios hasta su barbilla, hacia
su cuello, hasta la suave curva de su pecho. Levantándome
sobre mis talones, miro sus pequeños senos subiendo y
bajando rápidamente. Su hermoso cuerpo está extendido frente
a mí en la cama como una tierra inexplorada que quiero
reclamar. Su cabello como un abanico alrededor de sus
hombros en ondas oscuras y sedosas. Se me hace agua la boca.
Me duele la polla. Nunca olvidaré esta noche.
—Eres tan hermosa. —Mi voz es de reverente asombro.
Dobla la rodilla y se frota los muslos.
—Has algo. —Su susurro está lleno de risas nerviosas.
Me hace sonreír.
Inclinándome, pongo mis labios en su vientre plano y sus
dedos se enroscan en mi cabello. Sigo una línea hasta su
cadera, rozando mis dientes sobre la piel suave allí. Soy
recompensado con un gemido.
Es virgen. Nunca he estado con una virgen, pero lo he
estado pensando desde que me lo dijo. No quiero lastimarla.
Quiero que sea lo más placentero posible para ella.
Mis labios se mueven más abajo, hasta la parte superior de
su hueso púbico, y ella tiembla.
—¿Podrías, ahh…
Su pregunta desaparece cuando mi boca se abre sobre ella,
barriendo mi lengua adentro para saborear su inocencia. Es
dulce, delicada, agua y suave almizcle. Estoy hambriento,
trazando mi lengua alrededor de su clítoris, jalando y
chupando el pequeño brote allí escondido.
—Oh, Dios… oh, eso es tan… oh… —Se sacude, girando
y tirando de las sábanas.
Levanto la barbilla, miro hacia arriba y veo su espalda
arqueada y su piel enrojecida. Su mano va a mi cara, y vuelvo
sobre ella, ansioso por su orgasmo. La quiero empapada de
deseo cuando la tome por primera vez.
Otra pasada de mi lengua y deslizo mi dedo adentro para
probarla. Ella se resiste y gime, y está muy mojada. Deslizo
otro dedo dentro de ella.
—Taron, Dios mío. —Sus rodillas se levantan y siento los
pequeños estremecimientos ondular en sus piernas.
Me inclino para besarla de nuevo, más profundo, lamiendo
una y otra vez, en el último pase ella se rompe. Su cuerpo se
levanta y sus piernas se aprietan. Gime mi nombre,
retorciéndose en las sábanas mientras agarro un condón y lo
enrollo rápidamente.
Arrodillándome sobre ella, separo sus muslos.
—Ábrete para mí, nena.
Ella trata de hacer lo que yo digo, pero sé que no
comprende hasta qué punto…
—¿Confías en mí? —Es una pregunta amable y amorosa.
Los ojos redondos están sobre los míos y ella asiente. Mis
labios trazando líneas en su suave cuello, y la beso, tirando
suavemente de la piel entre mis dientes, haciéndola temblar.
Sostengo sus muslos, separándolos más y alineando mi polla
con su núcleo mojado.
—Aférrate a mí. —Mis labios rozan su oreja y mi voz se
rompe.
Sus manos agarran mis hombros y empujo por completo,
todo el camino dentro de ella y me detengo. Jódeme, ella está
tan apretada.
—Ahh… —grita y yo espero, sintiendo su cuerpo moverse
ligeramente, muriendo por dentro mientras contengo mi
instinto de tomarla.
Ella se siente tan bien.
Ha sido tanto tiempo.
Estoy abrumado por la intensidad de mis sentimientos por
ella.
A través de la niebla de todo, mi cerebro logra formar una
oración coherente.
—¿Estás bien? —le susurro al oído.
Sus manos se mueven a la parte superior de mis hombros y
asiente.
—Sí, sí, es tan grande.
Mis caderas se mueven, lentamente al principio. El primer
empujón la hace soltar un gemido tembloroso, así que me
quedo quieto otra vez, luchando contra cada impulso en mi
cuerpo.
—¿Todavía estás bien? —Levantando mi cabeza, veo que
sus ojos están cerrados.
Ella asiente.
—Estoy bien. Muy bien. Sigue adelante. —Sus ojos
marrones dorados se abren, están llenos de lujuria, de anhelo.
—¿Estás segura? —Me inclino para besar esos labios de
capullo de rosa, su labio inferior más grande que el superior.
—Estoy segura. Quiero esto, te quiero a ti.
Es todo lo que necesito escuchar. Mis brazos la rodean,
acercándola hacia mí mientras mis caderas se mecen más
fuerte, empujando dentro y fuera, devorando mi deseo por ella.
Mis ojos se cierran, pero lo siento cuando ella se une a mí.
Siento que sus caderas comienzan a moverse, meciéndose en
el tiempo, llevándome, encontrando mis empujes con los
suyos.
Liberándola de mi abrazo, me levanto para besarla,
reclamar su boca y acariciar su lengua con la mía.
Ella agarra mis mejillas y me devuelve el beso con igual
fervor, estoy perdido en mi orgasmo. Empujándome una y otra
vez, me emociona lo bien que se siente, tan apretada, tan
mojada. Mi trasero se contrae, el placer me arrastra. El sudor
me gotea por la mejilla mientras me corro con un fuerte
gemido, duro y largo.
Sosteniendo profundamente dentro de ella, gimo otra vez
mientras mi polla late, mientras lleno el condón. Me aferro a
ella como mi ancla para este mundo. Mi mente está en blanco
y todo lo que sé es que ella y yo compartimos esta experiencia.
Es increíble.
Gradualmente, el mundo comienza a volver a enfocarse.
Estoy respirando con dificultad y abro los ojos para verla
sonriéndome. Ella se levanta para besar mi cuello y yo ahueco
la parte de atrás de su cabeza, sosteniéndola hacia mí.
Envuelvo mi otro brazo alrededor de su parte superior del
cuerpo, aplanando sus suaves senos contra mi pecho.
En este momento entiendo el concepto de dos
convirtiéndose en uno. Siento que se ha convertido en parte de
mí. Soy el primero para ella, pero ella es mi primera virgen.
Me siento protector, como si ahora me perteneciera, tan jodido
como eso pueda sonar.
Algo dentro de mí hace clic, nunca dejaré que le pase nada
malo.
Nunca quiero dejarla ir.
Comienza a moverse y aflojo mi agarre.
—Será mejor que me limpie. Podría haber llenado de
sangre todas tus sábanas.
Quiero decir que no me importa. Entonces me doy cuenta
de que estas sábanas en realidad le pertenecen, al igual que la
cama.
—Lo siento. —Me paro y la ayudo a ir al baño—. ¿Puedo
traerte algo?
—Asegúrate de que la cama no esté arruinada. Ni siquiera
pensé en traer una toalla.
Corre al baño y yo reviso las sábanas, todas limpias. La
frustración y la ira en mi pecho se han disuelto en satisfacción
y calma.
—Sal de ahí para que pueda abrazarte y llenarte de besos.
La puerta se abre y ahí está ella. Se ha cubierto con una
toalla, sonriéndome.
—¿Te estás burlando de mí?
Apoyando mi brazo en el marco de la puerta sobre su
cabeza, me inclino para besarla, tirando sus labios con los
míos.
—Nunca. Quiero abrazarte y tal vez hacerlo de nuevo.
—Vaya. —Sonríe, estirándose para besarme de nuevo—.
Eso suena más como tú. Tendrás que guardar eso para otro
momento, tenemos que dormir.
Se dirige hacia la puerta, pero la agarro por la cintura.
—Espera.
Una gran sonrisa está en sus labios cuando se da la vuelta
para encontrarse conmigo. Se desvanece en calor y ella pone
su palma contra mi mejilla.
—¿Qué?
—Quiero que te quedes conmigo. Pondré la alarma
temprano, de verdad quiero dormir contigo, abrazarte.
Parpadeando varias veces, asiente, siguiéndome a la cama
otra vez. Me arrastro primero, acostado sobre mi espalda,
después ella se acomoda, apoyando su mejilla en mi pecho.
Paso los dedos por su pelo largo y deslizo el pulgar por su
hombro suave. Así es como debe sentirse el cielo.
El cielo es encontrar aquello sin lo que no puedes vivir.
El infierno es saber que tendrás que dejarlo ir.
Capítulo 10
Noel

Taron está esperando en la cocina mientras termino de


maquillarme. Elegí un vestido de ojalillo color melocotón y
corte imperio que me llega a mitad del muslo para usar en el
festival. Con este vestido no puedo ponerme sostén, así que
también opté por no usar ropa interior. Me excito cada vez que
mis muslos se juntan. No puedo esperar a que él se dé cuenta.
Leon nos informó que llevará a Betsy al festival y que no
necesita que lo acompañemos. No tiene idea de que sería el
verdadero acompañante, pues Taron iría conmigo.
He escuchado esa vieja expresión acerca de abrir la caja de
Pandora o tal vez sea eso de sacar al genio de la botella. De
cualquier manera, se aplica cientos de veces a tener relaciones
sexuales con Taron.
Esta semana apenas si hemos podido quitarnos las manos
de encima. Sólo lo hicimos una vez el lunes por la noche, pero
para el miércoles lo habíamos hecho un millón de veces más.
Le dije que había empezado a tomar la píldora, así que él se
olvidó de los condones. Dijo que todos se hicieron las pruebas
al inicio del entrenamiento básico, y que está limpio, lo que
significa que hemos estado escabulléndonos, haciéndolo en
cualquier lugar y en todas partes.
Hemos tenido sexo en su cama todas las noches, en mi
cama dos veces, en la vieja camioneta roja, en el lago todos los
días. El momento más excitante fue cuando estábamos juntos
en la cocina y yo estaba cortando duraznos para hacer
conservas.
Levanté uno de los duraznos y le pregunté qué si a qué le
recordaba. Sí, estaba siendo traviesa, y cuando vi el fuego en
sus ojos, lo arrastré a la despensa. Me hizo girar para mirar
hacia la ventana, me agarré de la repisa mientras él levantó mi
falda.
Sentirlo detrás de mí, trabajar para bajar sus pantalones me
puso más cachonda de lo que ya estaba y mi coño estaba tan
mojado, para cuando me penetró, ya me estaba corriendo en su
polla.
Una mano se deslizó debajo de mi camiseta, ahuecando y
apretando mi pecho, rodando mi pezón entre sus dedos. La
otra fue entre mis piernas, dando vueltas y masajeando mi
clítoris, convirtiendo mis rodillas en líquido.
Dejé caer la cabeza contra su hombro, perdiéndome en las
sensaciones que zumbaban desde los arcos de mis pies hasta el
lugar donde nos juntábamos.
Él gimió y empujó tan fuerte que me puse de puntillas, a
veces dejando el suelo, y el ruido que hizo cuando se corrió
vibró en mis huesos. Pulsó profundamente dentro de mí y su
corrida mezclada con mi humedad era resbaladiza en la parte
posterior de mis muslos.
Desde allí, llevamos el vehículo de tres ruedas hasta el lago
para ir a limpiarnos. Tomados de la mano en el agua, me dijo
que no estaba seguro de cómo será el futuro ahora que nos
hemos encontrado. No podía decirle los sentimientos que se
arremolinaban en mi pecho y en mi corazón hacia él. Todavía
tenía miedo de pensar en ellos.
Él es mi primer amor. Es mi primer beso de verdad. Él es
mi primer todo.
No sé cómo lo dejaré ir en dos días. Sólo sé que tendré que
hacerlo, no sé qué pasará después de eso.
Cuando entro a la cocina esta noche, me detengo para ver
su hermosa figura, de pie frente a mí en jeans oscuros y un
polo de manga corta.
Él deja escapar un silbido y me detengo en la puerta
sintiéndome cohibida.
—Eres tan hermosa. —Su voz es baja y camina lentamente
hacia donde estoy parada.
Mi cabello está peinado en grandes rizos que caen en
cascada por mi hombro, él se inclina para besar mi mejilla,
respirando profundamente mi cabello.
—Hueles bien. ¿Ese es uno de tus productos?
—Es la loción que me ayudaste a mezclar, ¿recuerdas?
Elegiste el aroma.
Es de coco, durazno y rosas, casi huele a un día en la playa,
con duraznos frescos a un lado.
Me toma la mejilla y me besa despacio, posesivamente.
Nuestros labios se buscan y ese calor familiar y delicioso se
enciende debajo de mi piel.
Somos los únicos en la casa, quiero tomar su mano y
deslizarla debajo de mi falda. Pero sé que si hago eso nunca
llegaremos al festival, y además, tengo que ir a ver cómo va
todo con la mamá de Mindy.
—Me besas y me olvido de todo. —Mi mano está en su
mejilla y cuando nuestros ojos se encuentran, sonreímos.
—Me pasa todo lo contrario, empiezo a tener ideas. —Me
da ese guiño de chico malo y empiezo a reír.
—Vámonos. —Tirando su mano debajo de mi brazo, nos
dirijo por la parte de atrás—. No puedo esperar para ver si la
gente compra mis cosas. No puedo esperar para mostrarle a
Sawyer mi mercado sin explotar.
Su mano está alrededor de mi cintura y me lleva al viejo
Chevy rojo.
—Tengo toda la intención de aprovechar tu mercado.
—¿Ah sí?
—Bien que lo sabes. —El bajo retumbar de su voz hace
locuras en mi interior.
—Veamos el mercado real, luego te dejaré entrar en el
mercado secreto un poco más tarde.
—Mercado secreto. —Sonríe y me besa de nuevo—. Estoy
intrigado.
Sacudiendo la cabeza, me subo a la camioneta y me deslizo
hasta la mitad, así que estoy justo a su lado. Me doy cuenta de
lo seria que soy acerca de esta tienda cuando su mano
descansa entre mis rodillas y ni siquiera la deslizo más arriba.
La biblia dice que hay un momento y un lugar para todo y
es hora de ver si voy a tener éxito en este negocio de productos
orgánicos.

∞∞∞
La competencia de comer duraznos está en marcha cuando
nos detenemos frente al centro cívico de la ciudad y al
ayuntamiento. Las tiendas se alinean en el perímetro y un gran
puesto de pastelillos nos recibe en la entrada.
Taron paga los diez dólares del boleto de entrada y nos
dirigimos directamente al puesto de la señora Jenny. La madre
de Mindy es más bajita y alrededor de cuarenta libras más
pesada que yo. Su cabello oscuro está cortado cerca de sus
orejas y cuelga en rizos alrededor de sus mejillas. Esta noche,
ella lleva un vestido morado con pequeñas flores por todas
partes.
—Las velas con olor a durazno casi se han terminado. —La
voz clara de la señora Jenny se eleva por encima del ruido de
las personas que hablan y la banda en vivo tocando al final de
la fila.
—¡Agotadas! —Mi voz suena fuerte y mi corazón salta a
mi garganta—. ¡Apenas es la primera noche! No creo que me
quede suficiente para hacer más de aquí a el sábado.
—Esa loción que hiciste es un gran éxito también. —Me
entrega una bolsa de vinilo verde que contiene cheques y
dinero en efectivo—. La gente dice que les encanta el aroma.
Mirando a Taron, presiono mi codo contra su costado.
—Ese es el que tú hiciste. El que llevo esta noche.
Pero en lugar de estar emocionado por mí, su ceño se
frunce.
—¿Por qué lo vendes? Ese es sólo para ti. Es tu aroma
característico.
—¡Taron! —Mi voz se hace más fuerte—. Estoy tratando
de empezar un negocio.
—Sí, lo entiendo, pero sólo quiero ese olor en ti.
—Hay más de trescientos millones de personas en este
país. No creo que los pocos que compren mi loción te va a
quitar que me huelas.
—Te oleré. —Se inclina y le da a mi cuello una inhalación
aguda, luego un pequeño mordisco, y yo me río. La felicidad
burbujea en mi estómago. Nunca me he sentido tan optimista.
La ceja izquierda de la señora Jenny se levanta mientras
ella nos observa detenidamente.
—Noel Aveline, no me has presentado a tu novio.
—Aveline. —La voz de Taron es baja en mi oído y me
pone la piel de gallina en los brazos.
—Oh, señora Jenny Ray, este es Taron Rhodes. —Extiendo
mi mano de él a ella—. Es el amigo de Sawyer, de los
marinos.
—¿Ah sí? —Ella sonríe y asiente, me siento avergonzada
de repente, como si supiera lo que hicimos en la despensa.
—Encantado de conocerla, señora Ray. —Taron le da la
mano tan cortésmente.
—¿Estás en la marina con Sawyer? —Su voz tiene ese tono
como cuando nos sorprendió a Mindy y a mí escabulléndonos
por la ventana de la habitación de Mindy.
—Sí, señora.
—¿Entonces te vas a ir con él al final de la semana?
—Sí, señora.
Sus ojos oscuros se mueven hacia los míos, y siento ese
nudo doloroso en mi garganta. Una voz suave está en mi
cabeza. No íbamos a hablar de esto, recuerda. Sólo que eso
fue algo que Taron y yo decidimos extraoficialmente entre
nosotros dos.
Como si eso lo detuviera.
—Es una pena que no tengamos tiempo para conocerte
mejor.
Lágrimas están a punto de llenar mis ojos, pero las
parpadeo rápidamente. Esta noche es para tomarse de las
manos, disfrutar que estamos enamorados y celebrar el hecho
de que tengo un mercado para mi tienda, no para llorar.
Taron no pierde el ritmo.
—¿Autumn’s Bounty, cómo se te ocurrió el nombre?
Me concentro en la etiqueta blanca con un contorno de
durazno del sol sobre un árbol.
—Me gusta el nombre Autumn. Mindy me ayudó con el
diseño.
—Me encanta. —Me guiña un ojo y luego se vuelve hacia
la señora Jenny—. Necesito un par de esos bálsamos labiales
de allí.
La señora Jenny recoge dos pequeños frascos y los
sostiene.
—Estos también se venden como panes calientes. Será
mejor que tengas cuidado, porque se los podrían llevar sin
pagar.
Mis ojos se abren.
—¿La gente se los está robando?
—No que yo sepa. Sólo digo. —Espera mientras Taron le
pasa un veinte, trato de decidir si estoy enojada o halagada—.
También es más caro de lo que la gente está acostumbrada a
gastar en bálsamo labial.
—Tiene un precio para el mercado. —Estoy a punto de
defenderme cuando Taron me agarra del brazo.
—Quiero ver el concurso de comer pasteles si no nos lo
hemos perdido. —Su expresión me dice que no discuta.
—¿Está bien, señora Jenny, necesita que me quede?
Nos mira y su expresión se suaviza.
—No, cariño. Sigue y disfruta el festival. Te haré saber si
necesito algo.
Caminando alrededor de la mesa, le doy un fuerte abrazo.
—Gracias.
Mi mano está de vuelta en Taron mientras caminamos a
través de las filas de tiendas, pasando la banda
—Jolie Blonde. —Dudo un momento. Es mi canción
favorita. Pero Taron me da un tirón y seguimos hacia el
pabellón, donde las mesas de picnic están dispuestas en una
fila y un grupo de niños y adultos se sientan frente a pasteles
de duraznos con baberos a cuadros rojos y blancos atados
alrededor de sus cuellos.
Vemos la primera ronda, conmigo teniendo arcadas y risas.
Entonces Taron ve la exhibición de autos antiguos. Me lleva a
una hilera de autos, desde viejos carros hasta elegantes autos
de carrera. Está especialmente interesado en el brillante
Modelo T. El propietario, un hombre de Ferriday, se complace
en contarle todo al respecto. Al verlos hablar, me sorprende
saber que mi hombre es un friki de los coches antiguos.
Mi hombre… las palabras saltaron a mi mente sin querer.
¿Puedo llamarlo así?
Mi corazón dice un rotundo sí, pero nunca hemos tenido la
conversación. ¿Soy suya?
Mientras hablan del carro, examino los terrenos de la feria.
Las pancartas están celebrando el aniversario del festival. Veo
a mi hermano parado con los brazos cruzados al lado de otro
hombre mayor dentro de la tienda oficial del cultivador de
duraznos. La forma en que habla, considerando, pensativo, me
hace extrañar a mi papá.
A mi padre le encantaba el festival. Era su época favorita
del año y no sólo porque señalaba el final de nuestros días de
trabajo más duro. Era simbólico de lo que había logrado.
Había pasado de ser un don nadie a ser un líder en nuestra
pequeña comunidad.
Un dolor viejo y familiar está en mis huesos, los ojos de mi
hermano atrapan los míos. Él sonríe y yo hago un pequeño
saludo. Taron camina detrás de mí, poniendo su mano en mi
cintura y veo el cambio en la expresión de Sawyer, como si
estuviera viendo por primera vez lo que ha estado frente a sus
ojos durante dos semanas. No estoy segura de sí debería de
estar preocupada o contenta.
—¿Qué más quieres hacer? —Ignoro esa idea y me doy
vuelta para mirar a Taron.
—Oh, he hecho esto cien veces. ¿Qué te gustaría ver?
Él entrecierra los ojos como si estuviera pensando.
—El concurso de la princesa del festival. Quiero ver qué
tipo de supermodelos tienen compitiendo este año.
—Es un concurso para niñas de seis años.
—El cual no ganaste. Esas niñas tienen que usar esteroides
para haberte derrotado.
—Eso no existe.
—Todavía quiero ver qué tipo de sistema manipulado están
ejecutando aquí. Podrías ganar un concurso envuelta en un
costal de yute.
Sacudo la cabeza, riendo.
—No quería estar en el concurso.
—Deja de poner excusas y guíame por el camino indicado.
Un vendedor ambulante nos intercepta y nos guía hacia la
rueda de la fortuna, algo que preferiría hacer antes que volver
a visitar el fracaso de mi infancia.
Una mirada a mi cara y Taron compra dos boletos para que
podamos llegar hasta arriba y volver a bajar. Estamos en
nuestros asientos, me acerco a su lado, pasando su brazo sobre
mi hombro y pensando en todas las cosas buenas que están
pasando mi línea de productos es un éxito, con este hombre
maravilloso en mi brazo, escuché a Sawyer diciendo que había
sido nuestra mejor cosecha en años, gracias a las manos
adicionales.
Tantas cosas buenas.
Mi corazón está tan lleno de gratitud.
El viento sopla en ráfagas cortas mezcladas con el aroma
metálico de la lluvia a medida que nos elevamos. Se acerca
una tormenta y pienso en lo que se está construyendo entre
Taron y yo. Nuestro amor es salvaje como un tornado,
consumidor y feroz, pero al mismo tiempo, puede ser suave
como una mariposa, como la forma en que me toca la mejilla
en este momento.
Mis ojos se posan en los suyos y él sonríe.
—Noel Aveline LaGrange. —Hay tanto amor en sus ojos
que me deja sin aliento—. Eres la chica más bonita que he
visto.
Las pestañas oscuras enmarcan sus ojos pálidos y deslizo
mi pulgar sobre su labio inferior.
—Eres el chico más guapo que he visto.
Eso me gana una sonrisa sexy.
—¿Ah sí?
—Sí. —Acercándome más, pongo mi barbilla en su
hombro—. Nunca había sido tan feliz en mi vida.
—Yo también soy muy feliz. —Su brazo se aprieta a mi
alrededor—. Quisiera que…
Su voz se apaga y me duele el pecho. Sé lo que quiere. Es
lo que deseo para cada noche que me abraza mientras
dormimos. Desearía que no se fuera. Ojalá pudiéramos estar
juntos siempre. Desearía que las mejores cosas de mi vida no
siempre parecieran terminar.
Desearía que nuestro amor durara.
Levantando la barbilla, me encuentro con su mirada seria.
Las luces parpadean en sus ojos como un millón de promesas
que aún tenemos que hacer.
Él atrapa mi mejilla y atrae mi boca hacia la suya,
separando mis labios y trazando su lengua a lo largo de la mía.
Mis entrañas se incendian y siento que mi estómago se eleva
cuando la rueda se mueve, llevándonos de vuelta al suelo.
Los relámpagos iluminan las nubes, llevo su muñeca hacia
mis rodillas, debajo de mi falda, pasando sus dedos más arriba
hasta el ápice de mis muslos. Su mirada se oscurece cuando
descubre mi secreto y mi estómago se tensa. Me encanta la
mirada hambrienta en sus ojos.
—Ven conmigo. —Su voz es áspera como papel de lija y
me saca rápidamente de nuestros asientos, baja las escaleras y
cruza la corta distancia hasta el centro cívico.
El certamen se encuentra en las rondas finales, la música
suena, acompañada por la voz del señor Newman el maestro
de ceremonias anunciando los nombres de los cinco finalistas.
El rugido está en mis oídos, pero mi atención se centra en
una cosa, ya que me lleva rápidamente a una habitación
pequeña, una oficina vacía con sólo una señal de salida que
proporciona una luz verde pálida. Entramos y él me apoya
contra la puerta, se arrodilla y levanta mi falda.
Mi mano vuela para sostenerme en la pared, y no lo
detendría ni, aunque pudiera.
Empuja su nariz en mi coño desnudo y las rodillas me
fallan.
—Taron… —Es un susurro tenso mientras su cálida lengua
hace su primer paso sobre mi resbaladizo clítoris—. Oh, Dios,
sí…
Unas manos fuertes agarran mis muslos y me elevan más
alto. Me extiende más cuando su boca se profundiza,
cubriéndome, luego desliza su lengua hacia arriba
nuevamente, enfocándose en mi clítoris.
Su barba raspa mis muslos internos y mis caderas se doblan
involuntariamente. Mi cabeza cae hacia atrás contra la puerta y
una explosión de música cubre mis gemidos.
Me hace correrme tan fuerte, mis muslos se estremecen en
su agarre. Salvajes gemidos ondulan desde mi vientre. Un
millón de fuegos artificiales se disparan por mis venas con una
variación del tema de señorita América y lo que me está
haciendo es mejor que cualquier premio imaginario.
Con un último beso en la unión de mis piernas, él se
levanta, cubriendo mi boca con la suya y amortiguando mis
gemidos. Mis manos luchan con las suyas para desabrochar
sus pantalones, empujarlos hacia abajo y liberar su enorme
polla.
Mi ansiedad por él es mucha.
Mi necesidad de él es tan profunda que la siento hasta en la
médula.
No me hace esperar.
Con un fuerte empujón, él está adentro, dejando escapar un
gemido bajo. Mi brazo está alrededor de sus hombros,
sujetando su cuello mientras me empuja más alto, empujando
más profundo mientras estoy atrapada contra la puerta y es tan
bueno. Quiero abrazarlo para siempre, abrazarlo tan fuerte y
nunca dejarlo ir.
La fricción entre nosotros me lleva de nuevo al acantilado
con él.
Nuestros cuerpos agarran y jalan, gemimos al unísono
mientras salimos de la sensación. Es increíble, nuestra
respiración se agita. Puedo sentir su corazón latir contra mi
pecho. La música de afuera se apaga, sólo somos nosotros en
este espacio.
En estos últimos días, lo que está sucediendo entre nosotros
es sobre lujuria, necesidad y obsesión con nuestros cuerpos,
pero también se trata de amor juvenil, amor feroz, un amor tan
fuerte que podría sobrevivir…
Y tener esa sombra que se avecina justo al lado. El tiempo
se está acabando, como Cenicienta en el baile. El dolor de
saber que, en unas pocas horas, todo cambiará, que todo
volverá a ser como era antes y no podremos abrazarnos de esta
manera por mucho, mucho tiempo.
Capítulo 11
Taron

Estoy de pie en la parte de atrás del escenario viendo al


hombre coronar a una niña con el cabello rojo princesa del
festival y tengo que confesar…
Se ve como un durazno.
La niña camina por el escenario con un vestido con
volantes de color verde hoja y la música se eleva. Todos
aplauden. Después de todos los días que pasé con ella, volando
en el vehículo de tres ruedas, saltando en el estanque,
corriendo por los bosques con Akela, trabajando
silenciosamente detrás de escena en la cocina, en su línea de
productos, en la tienda… Me doy cuenta de que esto es algo
que Noel nunca sería feliz de hacer. No es que tenga nada de
malo.
Es que no le va.
La luz fluye a través del corredor oscuro mientras ella sale
del baño. Su cabello está sobre un hombro y una sonrisa se
dibuja en sus labios. Es tan hermosa. Es lo mejor que han visto
mis ojos, la verdad me golpea como un tren de carga.
Estoy enamorado de esta chica.
Hace una pausa para conversar con una dama que sostiene
a un niño dormido. La mujer asiente y sonríe, Noel empuja un
mechón de cabello oscuro detrás de su oreja con dedos largos
y elegantes.
Da unos pasos más en mi dirección cuando una mujer
mayor la detiene. La mujer le muestra una botella de loción
para el cuerpo de Autumn’s Bounty y puedo decir por la forma
animada que está hablando que es una crítica muy positiva.
Por mucho que odie al imbécil de Digger, él tiene razón.
Noel es realeza en este lugar. La forma en que actúa, la gracia
que muestra a todos los que se le acercan. No sólo es bella,
inteligente y muy sensual, es especial.
Estoy de pie junto a una línea de hombres a lo largo de la
pared del fondo con los brazos cruzados, mirando el concurso
y el espectáculo que lo rodea. Reconozco a algunos de ellos de
esa primera reunión en Denny’s. Algunos que he visto
hablando con Sawyer en los campos, me doy cuenta de que
son parte de la comunidad de productores.
¿Qué significaría construir una vida aquí con ellos? Está a
millas de distancia de Nashville, pero se siente más como en
casa que cualquier cosa que haya experimentado. El calor está
a mi lado y miro a mi chica sonriéndome.
—¿Has visto lo suficiente? —Ella está feliz y me encanta
ver el brillo en sus ojos cuando me mira.
—Ahora lo entiendo. Esa niña en realidad parece un
durazno.
Levanta la barbilla y asiente como si hubiera descifrado el
código.
—El año que viene puedes ser juez. —Las palabras se le
salen sin darse cuenta y una astilla de dolor me corta el pecho.
No quiero pensar en el próximo año y dónde estaré o qué
tan lejos estaré. Pongo mi brazo alrededor de su cintura y la
giro hacia la puerta.
—Vamos a salir de aquí.
Quiero pasar la noche con esta hermosa criatura entre mis
brazos.

∞∞∞
El pastel amarillo se vuelve dorado y miro sobre su
hombro.
—Solo unos segundos más. —
Noel está frente a mí, sosteniendo una espátula mientras
observa su primer lote de pastelillos en la sartén.
—Es como hacer panqueques. —Extiende la mano y
rápidamente les da la vuelta a los cuatro, perfectamente
dorados.
Beso el costado de su cuello, sosteniendo su cintura,
fascinado por la sensación de su espalda contra mi pecho. El
fin de semana se acerca y Sawyer les dijo a todos que
durmieran hasta tarde, lo que naturalmente significa que
hemos estado despiertos desde el amanecer robándole al
tiempo cada momento que podemos.
Anoche la abracé tan cerca de mí mientras dormía. Mi
rostro estaba en su cabello, e hice todo lo posible para
memorizar su aroma, sentir su cuerpo contra el mío, haciendo
todo lo que estaba en mi poder para imprimirla en mi mente.
Nunca quiero olvidar cómo se siente en mis brazos.
El baile del festival es esta noche y ella dijo que iría
conmigo. Hemos hecho todo lo posible para no pensar en el
futuro, pero ya no podemos evitar la verdad. Es mi última
noche en la ciudad. Mañana, me voy antes del amanecer y se
siente como un peso de plomo presionando sobre mi pecho.
Mi barbilla reposa sobre su hombro y tomo otra inhalación
profunda mientras ella sirve los pequeños pasteles de maíz.
Luego se da vuelta en mis brazos y pone sus manos sobre mi
pecho.
—Decidí cambiar la fragancia que voy a vender. —Su
cabeza se inclina hacia un lado y me sonríe—. La voy a seguir
haciendo, pero será solo para mí.
No sé por qué eso me hace tan feliz, pero lo hace.
—¿Me enviarás una botella?
—Te daré el que tengo. Lo pondré en tu maleta.
Paso mis dedos por el costado de su cabello, me agacho y
beso su mejilla, justo cuando la puerta se abre y Leon irrumpe
en la cocina. Nos separamos, pero estoy seguro de que me vio
abrazándola, besándola.
De cualquier manera, él no dice nada al respecto.
—¿Está listo el desayuno? —Él baja un plato sin hacer
contacto visual.
Noel está de vuelta en la estufa, colocando cuatro pasteles
más en la plancha caliente.
—Casi. A menos que quieras huevos.
—No, con esto tengo.
Pongo unas tiras de tocino a freír y camino para reiniciar la
cafetera. Mis ojos siguen cada movimiento de Noel. Estoy
grabándolos en mi mente cuando Sawyer se une a nosotros,
quejándose por el ruido en la casa y no dejar dormir.
Noel corta los últimos duraznos del refrigerador y tenemos
un desayuno tranquilo. Creo que se trata de algo más que
simplemente el final de la cosecha y el agotamiento. Creo que
es porque el hecho de lo que viene se está asentando. Me voy
por la mañana, luego, unos días después, Sawyer se irá. Y no
volveremos en mucho tiempo.
El desayuno ha terminado y todos llevamos nuestros platos
al fregadero. Leon inmediatamente comienza a cargar el
lavavajillas, pero Noel lo detiene y lo abraza brevemente.
—Es tu fin de semana de cumpleaños. Ve a buscarme
duraznos y haré helado. —Él se dirige hacia la puerta, y
cuando nuestros ojos se encuentran, ella asiente—. Ve con él.
Una dulce sonrisa está en sus labios, mientras salgo,
siguiendo a Leon cuesta arriba. Hoy lleva más tiempo buscar
en los árboles casi pelados. Principalmente queda fruta poco
madura, pero podemos encontrar algunas que han cambiado
desde que se fueron los recolectores.
Celebramos el cumpleaños real de Leon hace unos días,
pero el festival pareció captar la atención de todos. Ha estado
inusualmente callado los últimos días, me pregunto si es por
cierta adolescente.
—Entonces… —Caminamos uno al lado del otro entre los
árboles—. ¿Betsy y tú?
Él no responde de inmediato. Sigue mirando alrededor,
busca una rama, encontrando dos duraznos más.
Después de ponerlos en el cubo que estoy sosteniendo, él
dirige esos ojos color avellana hacia mí.
—¿Entonces, Noel y tú? —Su tono agudo me pilla
desprevenido.
No estoy seguro de cómo responderle o por qué
exactamente parece tan enojado. Doy unos pasos hacia otro
árbol y busco las ramas, volviendo con las manos vacías.
Aclarando mi garganta, lo miro.
—Algo como eso.
Cruzando los brazos, me mira.
—¿Desde cuándo?
Frotando mi mano sobre mi barbilla, comienzo a subir
lentamente la colina.
—Casi desde el primer día. —Sonrío, recordando que se
cayó en la cocina directamente a mis brazos.
Fue como un regalo del cielo.
—¿La amas?
Amor. Es una palabra que he pensado más de una vez, pero
nunca la he dicho en voz alta. Aquí, en esta arboleda fragante
con este chico que me recuerda mucho a mí mismo, decido
que es hora de ser honesto.
—Sí.
—¿Ella lo sabe?
Mis labios se presionan y sacudo la cabeza.
—No.
—¿Por qué no?
—No lo sé. —Exhalando una respiración profunda, me
nivelo con él—. No es justo decirle que la amo y marcharme.
No es justo pedirle a ella que me espere. No sé qué podría
pasar en los próximos dieciocho meses.
—Estabas bastante seguro de ti mismo cuando llegaste
aquí.
—¿Lo estaba? —Pienso como era antes, hace catorce días,
parece que fue hace una vida. Me siento como una persona
completamente diferente del tipo que entró aquí en medio de
la noche, recién salido del entrenamiento básico con Sawyer.
—Dijiste que cuidarías a mi hermano. Dijiste que no
dejarías que le pasara nada.
No había pensado que me estaba escuchando.
—Lo dije en serio. —Levantando la barbilla, me encuentro
con sus ojos.
—Tendrás que cuidarte si planeas cumplir esa promesa.
El lado de mi boca se levanta con una sonrisa.
—Creo que lo haré.
Se da vuelta y comienza a bajar la colina hacia la casa.
—Noel es una persona seria. Ella tiene planes y no se
enamora de cualquiera. De hecho, no creo que ella haya tenido
un novio antes de ti.
—Está bien. —No voy a decir que lamento escucharlo.
—Si le preguntas o no, ella te va a esperar. —Se acerca y
toma el cubo de duraznos—. Y para que lo sepas, te voy a
tumbar los dientes si le haces daño a mi hermana.
La emoción me golpea fuerte en el pecho. Disminuyo el
paso, lo veo alejarse de mí, trotar por los escalones de atrás y
entrar en la casa.
Noel está allí, pero no voy con ella. Necesito pensar.
Necesito decidir mis próximos movimientos y lo que voy a
decir. De cualquier manera, tengo que decirle la verdad antes
de irme.
Capítulo 12
Noel

El baile suena como un gran evento, pero en realidad es


más una recepción con música en vivo. Es el evento final del
festival y los organizadores hacen un gran esfuerzo con una
barra libre y entremeses… Aun así, no es un tipo de vestido de
noche y esmoquin.
De cualquier manera, tengo un nuevo vestido negro para
estrenar y espero que sea una noche especial. Un recuerdo que
espero nos dure un tiempo.
Taron está en la cabaña y he hecho todo lo posible para
mantenerme tranquila todo el día. Anoche durmió en mi cama,
que fue la primera vez. Por lo general, me escapo hasta su
casita tarde en la noche y luego regreso a mi habitación antes
de que salga el sol. Es más seguro.
Sawyer sabe que algo está pasando entre nosotros. Sabe
que nos escapamos al estanque y al lago, que preparamos el
desayuno juntos cada mañana y nos sentamos a hablar por la
noche. Sabe que Taron me llevará al baile esta noche, pero no
sé qué diría si supiera que estamos durmiendo juntos. No
quiero pelear con mi hermano antes de que se vaya del país.
Así que he sido cuidadosa, reservada, pero no pude detener
a Taron anoche. Se metió en mi cama y se acurrucó a mi
alrededor como un koala. Esta mañana, me enseñó su receta de
pastelillos de maíz, que dice que salió del canal de cocina.
Tomamos un helado y volvimos a montar en el todoterreno
hasta el estanque. Ahora estoy esperando que él venga a la
casa para “recogerme”.
Leon fue por Betsy hace unos treinta minutos. Como parte
de la asociación de productores, Sawyer se fue después del
almuerzo para ayudar a establecer o desmontar o, básicamente,
estar presente. Mindy me hizo videollamada porque quería
verme con mi vestido, que ella me ayudó a elegir el día que le
dije que iba al baile con Taron.
—Oh, Dios mío, si te ves preciosa.
—¿Tú crees? —Girándome de lado a lado, miro el vestido
negro corto que solo se sostiene con finas tiras que cruzan mi
espalda.
Quiero que esta noche sea perfecta. Quiero que todo salga
bien.
Necesito que todo salga bien. Es un recuerdo que
mantendré durante mucho tiempo.
Mi cabello oscuro está peinado sobre un hombro, me puse
un rímel a prueba de agua. Dios, no quiero llorar, pero me
temo que va a pasar.
—Ahora estoy deseando ir. —Mi amiga está en su cama en
pijama rojo brillante comiendo palomitas de un tazón verde.
Su cabello oscuro y rizado está recogido en un moño en la
parte alta de su cabeza, cualquier otro día, estaría allí con ella.
—¿Qué vas a hacer esta noche?
—Viendo Big Little Lies por tercera vez.
—¿Es malo que piense que Alexander Skarsgård está muy
bueno?
—Alexander Skarsgård es un actor. —Mindy adopta un
tono clínico—. Se puede apreciar que tan sexy es incluso
cuando interpreta a un personaje horrible.
—¿Noel? —La voz de Taron en la cocina me revuelve el
estómago.
—¡Tengo que apurarme!
—¡Diviértete, mañana quiero que me cuentes todo! —Ella
me lanza un beso y le doy al botón de finalizar.
Dándome una última mirada en el espejo, agarro mi loción
especial y froto un poco rápidamente en mis manos y hombros
antes de abrir la puerta.
Taron me deja sin aliento. Está parado en el pasillo con sus
botas, jeans oscuros y una camisa azul marino con un blazer
marrón claro.
—Maldición. —Él exhala la palabra en un aliento caliente.
Sus ojos aguamarina brillan de deseo. Viajan como una
caricia desde mi cabello hasta mis hombros y bajando por mis
piernas.
—¿Te gusta? —Hablo en voz baja, tranquila, él cierra el
espacio entre nosotros, tirándome a sus brazos.
Por un momento, nos abrazamos. Mis brazos están
alrededor de su cintura, y los suyos, alrededor de mis hombros.
Estoy completamente envuelta en su rico aroma a jabón y
cedro. Nuestra respiración sincronizada. No me sueltes…
Pienso en las palabras que nunca hemos dicho en voz alta.
Las palabras que nuestros cuerpos han dicho tantas veces, cada
vez que nos hemos tocado, provocado, besado o hecho el
amor. Las palabras resuenan en mi cabeza y en mi corazón
adolorido.
Las uñas de Akela hacen clic en los pisos de madera
mientras trota acercándose a nosotros y se sienta a nuestro
lado, esperando, como si supiera que esta es nuestra última
noche también.
Los brazos de Taron se relajan y se aclara la garganta.
—Será mejor que salgamos de aquí si queremos ir al baile.
Baja la barbilla y se pasa una mano por la boca. Casi
parece que quiere decir más. Yo quiero decir más. Tantas cosas
están en el aire entre nosotros.
—¡Espera un minuto! —Busco en mi bolso y saco mi
teléfono—. Mis brazos no son lo suficientemente largos.
Me lo quita y lo sostiene. Hago mi mejor esfuerzo para
ayudarlo a que salgamos de la cabeza hasta los pies uno al
lado del otro. Es una toma un poco chueca, pero estamos
sonriendo, nuestras mejillas están juntas y todos esos
sentimientos brillan en nuestros ojos. Me devuelve el teléfono
y tomo una selfie más de nuestras caras antes de volver a
meterlo en mi pequeño bolso.
—¿Ahora? —Entrelazando nuestros dedos, Taron me guía
por la cocina y sale por la puerta trasera dirigiéndome a la
vieja camioneta Chevy.
En el interior, me deslizo para sentarme a su lado, como
siempre, así puedo descansar mi cabeza sobre su hombro. El
cinturón cruza mi cintura y sostengo su mano con nuestros
dedos aún enlazados.
No hablamos. En la radio hay una vieja canción country
sobre un hombre que amaba a una mujer hasta que murió,
cierro los ojos, preguntándome si tal cosa es posible. Si Taron
pudiera amarme hasta que yo muera. Sé que yo lo amaré toda
mi vida.
Duele mucho, pero estoy decidida a no desperdiciar estos
preciosos momentos dándole importancia a la angustia que me
traerá el futuro. Él todavía está aquí conmigo. Todavía puedo
tocarlo, olerlo. Todavía es mío. Tendré mucho tiempo para
extrañarlo cuando se haya ido.
El centro cívico se transforma para la fiesta. Luces blancas
centelleantes están envueltas alrededor de árboles en macetas
por toda la plaza. Las mesas están dispuestas en la mitad del
pasillo con manteles blancos y pequeñas velas en el centro.
Una banda toca una mezcla de country, rock y música regular
en el otro extremo, la gente baila.
Veo a mi hermano hablando con Dutch Hayes, puedo
adivinar lo que está pasando allí. Sawyer se ha estado
preocupando por lo que va a pasar con el huerto mientras está
fuera. Desearía que me hablara al respecto. Soy perfectamente
capaz de mantener las cosas en funcionamiento, pero a él le
gusta seguir las viejas costumbres.
Se levanta todas las mañanas al amanecer, se sube a su
camioneta y conduce veinte millas por hora para encontrarse
con los viejos en el Denny’s y hablar sobre las predicciones de
almanaque y si los trabajadores migrantes estarán o no de
vuelta la próxima primavera.
Alerta de spoiler: siempre vuelven.
—¿Quieres ponche? —Taron me está sonriendo y dejo ir
mi molestia con mi hermano.
—Prefiero tomar una Coca-Cola, si la tienen.
Levanta mi mano y besa mis dedos antes de dejarme de pie
junto a una mesa alta en el perímetro de la pista de baile.
Miro a mi alrededor buscando a alguien que conozca
mientras espero, veo a Leon abrazado con Betsy en la pista de
baile. Frunzo el ceño, me pregunto si debería tener la charla
con él. Me pregunto si Sawyer ya lo ha hecho. Él está tan
distraído en estos días y todavía piensa en Leon como un niño
pequeño. Estoy segura de que mi hermano menor ya sabe
cómo funciona el sexo, pero espero que sea más inteligente
que yo con respecto al control de la natalidad. Dios, ¿qué
haría sin Mindy?
La voz suave y desagradable de Digger rompe mi ensueño.
—Te ves tan hermosa como me imaginaba.
—Digger. —Extiendo mi mano, esperando bloquear su
habitual abrazo y beso en la mejilla.
Y fallo.
Me abraza con fuerza y me besa, dejando atrás el fuerte
aroma de su colonia de limón.
Mirando más allá de él, veo a Rachel Bishop con los brazos
cruzados, de pie en su flanco izquierdo y mirándome.
Realmente quiero decirle que no tiene absolutamente nada de
qué preocuparse. En más mínimo.
—Hola, Rachel. —Extiendo la mano para saludarla, pero
ella se da vuelta para conversar con Andie Stevens en la mesa
de al lado.
Grosera. Pero supongo que no la culpo. El hecho de que no
pueda imaginarme salir con Digger no significa que nadie más
pueda hacerlo. Algunas chicas en realidad lo encuentran
atractivo, supongo que su padre tiene mucho dinero.
—Estás aquí con Taron. —No es una pregunta, la nariz de
Digger se curva—. Al menos se irá en veinticuatro horas.
—Que se vaya no quiere decir que lo olvide.
—Crees que él es algo, pero no lo es. Lo mandé a
investigar. Taron Rhodes no es nada en Nashville. Sin gente,
sin familia. —Mira por encima de mi hombro hacia donde
supongo que Taron me está trayendo un trago—. No le
entregues el corazón a un tipo así, Noel. Él te defraudará.
Créeme.
—Lo que tú piensas no podría importarme menos. —Le
contesto con voz tranquila.
Está a punto de decir más cuando una mano cálida me
agarra del brazo y me relajo al sentirla.
—¿Este tipo te está molestando?
Su voz es amenazante, me volteo para ver el hermoso
rostro de Taron.
—Él habla demasiado, lo que quiero es bailar contigo.
—Vamos. —Pone nuestras bebidas sobre la mesa y levanta
la barbilla hacia Digger—. ¿Qué pasó, Hayes, molestando a mi
chica otra vez?
Eso me hace reír, deslizo mi mano en el hueco de su brazo.
La expresión tonta de Digger es suficiente. Pongo mi cara
contra el pecho de Taron, nos movemos en medio de las
parejas bailando una vieja canción de Patsy Cline. Se trata de
tener una foto de la persona que amas, solo que él está con otra
chica.
Nos balanceamos de lado a lado varias veces, no puedo
resistirme.
—¿Tu chica?
—Sí. —Su voz baja y el aire a nuestro alrededor parece
cambiar—. Así es.
Se inclina hacia adelante, presionando sus labios contra mi
frente, cierro los ojos, sintiendo todas las emociones vibrando
en mi pecho. Él levanta la cabeza y me mira directo a los ojos.
—Estaba hablando con Leon hoy y él dijo algo. De alguna
manera se me quedó grabado.
—¿Leon? —No es lo que esperaba.
Él exhala una risita ante la sorpresa en mi tono. La canción
termina, él toma mi mano nuevamente, entrelazando mis
dedos y guiándome hacia la puerta.
Afuera, el aire es cálido y húmedo, un grupo de fumadores
se congrega a pocos metros de distancia. Cambia de dirección,
caminando hacia la camioneta.
Cuando llegamos allí, me gira para que mi espalda esté
contra la puerta, sus brazos me enjaulan.
—No podía decir esto antes, no pensé que fuera justo
decirlo e irme, sin saber cuánto tiempo te voy a dejar sola o lo
que podría pasar.
—No pienses en eso. —Levanto la mano, poniendo mis
dedos ligeramente contra sus labios, mi pulgar toca su mejilla.
Me agarra la muñeca y me besa la mano brevemente.
—Es tan hermoso aquí, mucho más de lo que esperaba. —
Exhalando, él mira hacia abajo—. Me enamoré de este lugar,
el trabajo, los buenos momentos, incluso el calor. Es una vida
simple, pero es rica.
Al escucharlo, no puedo contenerme más. Parpadeo y cae
una lágrima. Me la quita con el pulgar.
—Me enamoré de ti. Te amo, Noel Aveline LaGrange.
Me duele la garganta y estoy lista para decir las palabras
que me han estado quemando en el pecho.
—Te amo.
Parece tranquilizarlo, como que él decide en ese momento.
—Tengo que dejarte mañana, pero volveré por ti, si eso es
lo que tú quieres.
Giro su mano en la mía, esta vez llevándola a mis labios,
besando cada nudillo.
Promesas. Si hacemos promesas, comenzaré con la que
hice nuestra primera noche juntos.
—Esperaré por ti. —Mi voz es suave, pero determinada
como la suya. Yo también lo he decidido—. Te he esperado
toda mi vida. Te esperaré el tiempo que sea necesario.
Ahuecando mi rostro, él cubre mi boca con la suya.
Sellamos nuestras palabras con un beso. Nuestros labios se
separan, sus brazos se mueven para rodearme, acercando mi
cuerpo al suyo. Nuestro calor uniéndonos. Nuestros corazones
laten al mismo ritmo. Nuestras palabras son reales y
verdaderas.
—Te ves tan hermosa, tu cabello, este vestido. —Él mira
hacia abajo, nuestro amor brilla en sus ojos—. ¿Te importa si
nos vamos?
Sonriendo, sacudo la cabeza, no.
—Sólo quiero estar contigo.
Conducimos a casa, mi cabeza sobre su hombro todo el
camino y él me lleva a mi cama. Hacemos el amor de una
manera diferente a las otras veces. Es lento, amoroso,
subrayando las palabras que hemos hablado con una unión tan
elemental, tan real.
Imborrable.
Me abraza toda la noche y cuando me despierto a la
mañana siguiente, ya se ha ido.

∞∞∞
La presencia de Sawyer me impide desmoronarme en los
próximos días, al igual que los constantes mensajes de texto y
llamadas de Taron. Hacemos videollamada todas las noches al
mismo tiempo que solíamos sentarnos en mi habitación y
hablar, su rodilla contra la mía, viéndome trabajar en mi
sueño.
Él se ve muy bien, pero solo quiero tocar su rostro una vez
más. Quiero sentir el calor de su piel. Me da fuerza, pero, aun
así, estoy tan sola que me duele hasta en los huesos.
El día que Sawyer tiene que irse es casi más de lo que
puedo soportar.
Después de perder a nuestros padres, los tres formamos un
vínculo tan fuerte que pensé que nunca estaríamos separados.
Por supuesto, nos casaríamos y tendríamos nuestras familias,
pero siempre creí que estaríamos en el mismo lugar, cerca uno
del otro. Nos unimos a través de un trauma tan intenso, ¿cómo
podríamos estar separados?
Lanza su mochila en la parte trasera de su Silverado y le da
un abrazo a Leon. Mi hermano menor no quiere llorar delante
de nosotros. Él quiere ser un hombre fuerte. Él le dice adiós a
Sawyer y se va corriendo hacia la arboleda.
Mi hermano entiende
—Me ocuparé de él. —Parpadeo las lágrimas, sonriéndole
con valentía.
Sawyer se ve muy bien yendo a servir y proteger a nuestro
país. Es un hombre guapo. Tiene el cabello oscuro, la
mandíbula cuadrada y la complexión fuerte de nuestro padre y
los labios carnosos y los ojos color avellana de nuestra madre.
Las chicas del pueblo se desmayan por él, pero salía con
Tatum Ray, la hermana mayor de Mindy. Cuando ella se fue
para seguir su sueño de convertirse en actriz, él bajó la cabeza
y se centró en el huerto.
Ahora él se va.
Se aclara la garganta y mira por encima del hombro hacia
las arboledas.
—Le dije a Dutch que estaba dejando el huerto en tus
manos.
Su tono es uniforme, decidido, pero se siente como si
hubiera caído una bomba.
—¿Ah sí? —Mis ojos están muy abiertos.
—Le pedí que te cuidara como lo hizo por mí cuando me
hice cargo por primera vez, pero es tu lugar. Tú eres la jefa
mientras yo no estoy. —Sus ojos color avellana se encuentran
con los míos, estoy segura de que él ve la sorpresa allí—. ¿Si
eso está bien?
Solo me toma un segundo arrancar la mandíbula del suelo.
—¡Sí, eso está muy bien!
Él asiente con la cabeza de esa manera tranquila.
—Te vi este verano. Tienes lo que se necesita para estar a
cargo. Leon puede hacerse cargo del grupo de los chicos.
Tendrás que contratar a alguien para que trabaje como capataz,
Digger u otra persona.
—¡Sawyer! —Doy un paso adelante, abrazándolo con
fuerza, sintiendo las lágrimas escapando por las esquinas de
mis ojos—. Gracias.
Manos fuertes van desde mis costados hasta mi espalda, él
me abraza con firmeza.
—Creo en ti, hermana. Hazme sentir orgulloso de ti.
Mi nariz está caliente y requiere toda la fuerza de voluntad
que poseo no echarme a llorar.
—Lo haré, te lo prometo. —Me limpio la cara con la mano
—. Cuídate mucho, hazlo por nosotros.
Sus labios se curvan en una sonrisa y asiente brevemente
antes de subir a su camioneta y alejarse.
Capítulo 13
Noel
Septiembre

—¿Entonces debería formar una empresa de


responsabilidad limitada lo antes posible? —Estoy acostada en
el piso de mi habitación, apoyada en los codos sobre un libro
de texto de contabilidad y Mindy está a mi lado comiendo
palomitas de maíz.
—¿Por qué es tan complicado? —Ella cruje ruidosamente
—. Creo que tienes un bloqueo mental.
Antes de que Sawyer se fuera, conseguí que aceptara que
mi idea para una tienda tenía mérito, principalmente porque
todo se agotó en el festival y gané casi cuatro mil dólares,
suficientes para cubrir la mitad de la matrícula de mi primer
semestre.
Lancé oficialmente Autumn’s Bounty como una tienda en
línea y ya me han inundado de pedidos. Vendí las velas y el
bálsamo labial en las primeras veinticuatro horas, ya sólo me
quedan unas pocas botellas de la loción y el exfoliante, sin
mencionar la fragancia y el caramelo.
Fue bueno de dos maneras. Ni siquiera me levanté de la
cama después de que Sawyer se fue. Empecé a dormir en la
cabaña del capataz, envuelta en las sábanas de Taron y
llorando hasta quedarme dormida. Akela se quedó a mis pies
con la cabeza sobre las patas como si supiera que estaba
llorando.
Leon finalmente me trajo, principalmente porque se quedó
sin comida y dijo que se moriría de hambre si no me levantaba
de la cama y comenzaba a hacer mi parte.
Lentamente, regresé. Quité las sábanas de la cama en la
cabaña y las lavé, a excepción de la funda de almohada, que
todavía guardo debajo de la mía. Mi horario de clases llegó
por correo y llamé a Mindy, quien se acercó de inmediato para
comparar y reorganizar.
Luego me ayudó a poner en funcionamiento la tienda en
línea.
Ahora ella está sacando puros dieces en todas nuestras
clases, mientras que estoy estudiando como una loca y todavía
me siento perdida.
—Creo que pensé que sería más fácil.
Mi mejor amiga suspira ruidosamente, empujando su
cabello detrás de sus hombros.
—Con una empresa de un solo empleado, tú eres
responsable de todo, pero la responsabilidad limitada te
protege de ser demandada si alguien perjudica a tu empresa.
—Demandada. —La palabra hace que la sangre se drene de
mi cara—. ¿Como si alguien se enfermara por usar mis
productos?
—O si alguien dice que los enfermaste. ¡Las perras se
vuelven locas! —Ladea la cabeza y se sienta más recta con sus
pantalones de pijama que dice Actúa como un Jefe y una
camiseta azul marino—. Tu tienda es una gran idea. Tus
cosméticos son un éxito. Cuanto más crezcas, más vulnerable
te vuelves. ¿Cómo está organizado el huerto? Estoy segura de
que es una LLC.
—¡Diablos, no lo sé! —Caigo de espaldas, levantando las
manos. Me pongo una camisa de franela rosa y leggins, la
verdad es que me siento muy ignorante. —Sawyer nunca me
ha dicho sobre esas cosas. Simplemente dejó que Johnny se
encargara de todo.
—Bueno, Johnny puede seguir ocupándose de eso, pero
tienes que aprobar la clase de contabilidad.
—¿Por qué se me ocurrió la idea de tener una licenciatura
en negocios?
—Porque eres una mujer inteligente e independiente y
ahora tienes un negocio.
La aplicación Facetime en mi computadora portátil
comienza a sonar y todo mi cuerpo se anima.
—¡Taron!
Mi mejor amiga me mira con sus ojos verdes.
—Tenemos que estudiar.
—Lo que sea. —Me levanto y me miro rápidamente en el
espejo, pasando mis dedos por mi cabello.
Se pone de pie, me da un suspiro exagerado y toca su
teléfono mientras sale de la habitación.
—Vas a estar acosando al chico nuevo. —Satisfecha con mi
apariencia, presiono el botón verde de mi computadora.
—Se llama seguir adelante con mi vida —grita ella.
—¿Seguir con tu vida? —La mirada magnética de Taron
me golpea y mi estómago se tensa. Nunca…
—Mindy está acosando al chico nuevo en nuestra clase de
finanzas. Es de Dallas. —Frunce el ceño y sacudo la cabeza—.
No te preocupes, él no es mi tipo.
—¿Cuál es tu tipo? —Su voz se vuelve más sensual y mi
interior chisporrotea.
—Veamos… —Sonrío, apoyando mi cabeza en mi mano,
deseando poder acurrucar mi nariz contra su cuello—. Alto, de
cabello oscuro, ojos magnéticos.
Paso los ojos por la pantalla como si realmente tuviera que
pensarlo.
—Juguetón, pero fuerte. Y siempre está ahí para atraparme
cuando me caiga.
—Buena suerte encontrando a ese tipo. —Eso me hace reír
y Akela brinca por la habitación—. ¡Hola, Akela! Ahí está mi
chica.
Sus orejas retroceden, y se sienta, haciendo un ruido suave
casi como un gemido, como si todavía estuviera confundida
por qué él está en ese pequeño rectángulo y no aquí con
nosotros. Acaricio su cabeza antes de volver a la pantalla.
—¡Llegaste temprano esta noche! Interrumpiste mi sesión
de tortura contable.
—Lo siento. Terminamos temprano y te estaba extrañando.
Mira esto. —Levanta el teléfono y veo una gran copa de
árboles y montañas verdes—. ¿Te gusta?
Mandaron a los chicos a Colombia para ayudar con el
mantenimiento de la paz a lo largo de la frontera con
Venezuela. Taron dice que es bastante aburrido,
principalmente se la pasan caminando. Me preocupa que
alguien pueda intentar dispararles. La situación es muy tensa,
al menos se siente tensa desde donde estoy sentada.
—Siguen diciendo que nos dirigiremos a otro lugar pronto,
pero parece que podríamos estar atrapados aquí por un tiempo.
—Mientras habla, entra en un edificio de color beige.
—Estoy atascada en la contabilidad. Mindy es bastante
buena para explicármelo, pero hay tantas leyes fiscales.
Entra en una habitación pequeña y se recuesta en una cama,
poniéndose el brazo detrás de la cabeza. Su bíceps se flexiona,
quiero poner mi cabeza sobre su pecho.
—¿Tu hermano no tiene un contador?
—Sí, pero para ser un experto en negocios, aparentemente
también necesito saber todo esto.
—¿Cómo va tu negocio?
—¡Bien! Sin embargo, me estoy quedando sin productos.
No tengo idea de cómo la gente se entera de que existo. No he
tenido tiempo de hacer mucho marketing.
—Lo dijiste tú misma, la gente está buscando productos
limpios y orgánicos. —Levanta el frasco pequeño y redondo
de mascarilla hidratante para labios—. Ya me estoy acabando
esto.
—Te voy a mandar un paquete.
Inmediatamente comienzo una lista mental de todas las
cosas que agregaré. Impresiones de esas fotos que tomamos
antes del baile del festival, las tengo enmarcadas en mi
tocador. Un pequeño libro de juegos de palabras que encontré
en una tienda de regalos. Una pelota de tenis con una línea…
—Hablé con Sawyer anoche. —Su voz es tranquila, de
inmediato me llama la atención.
—¿Qué quieres decir?
Él cambia de posición, sentándose.
—Teníamos guardia nocturna y estábamos tratando de no
quedarnos dormidos. Me preguntó si lo nuestro es serio.
—¿Qué le dijiste? —No sé por qué siento como si algo me
estuviera apretando el pecho.
—¿Qué crees que dije? —Los bonitos ojos de Taron se
arrugan con su sonrisa—. Dije sí.
—¿Cómo lo tomó?
—Conoces a tu hermano, asintió y no dijo mucho. Creo
que está de acuerdo con eso, pero estoy cuidando mi espalda.
Bromea, pero me muerdo el labio inferior.
—¿Por qué no habló conmigo?
—Probablemente porque Leon ya amenazó con tumbarme
los dientes.
Mi mandíbula cae ante eso.
—¿Qué Leon hizo qué?
—Te dije que se preocupaba por ti.
Me siento, necesito agarrarme de algo para tener esta
conversación. Miro hacia un lado, pensando en mis dos
hermanos y lo impredecibles que son. Leon pisa fuerte
quejándose de cómo se está muriendo de hambre y es una
plaga, pero no ha dejado de ayudarme a limpiar después de las
comidas. En realidad, ha comenzado a hacer aún más desde
que los muchachos se fueron, haciendo mandados y haciendo
un mejor seguimiento de su horario.
Sawyer dejó todo el huerto en mis manos y ahora esto.
—Bueno, ya arreglaré cuentas con él.
—No le digas nada, eso fue entre nosotros.
—Está bien.
Se escuchan algunos gritos y Taron mira por encima del
hombro.
—Los muchachos están llegando. Supongo que es
demasiado tarde para que me muestres tus tetas.
—¡Taron! —Mi voz suena fuerte, pero hay un hormigueo
entre mis muslos—. Estoy segura de que Sawyer no apreciaría
eso.
—No tiene que saber todo lo que hacemos.
—Y Mindy está aquí.
Sus labios carnosos se presionan en una línea.
—Suena como un no.
—Te echo de menos.
—Yo también te extraño, princesa.
—Nunca he sido una princesa.
—Todavía no soy un príncipe.
Inclinándome hacia adelante, beso el aire frente a la
cámara.
—Pero eres el más guapo de todos.
Nos despedimos y cerramos la sesión, me siento medio
segundo antes de saltar y correr al baño. De espaldas a la
puerta, desabrocho mi camisa y tomo una foto rápida de mis
pechos desnudos y se la envío por mensaje de texto.
Tengo el estómago apretado y siento que estoy siendo
terriblemente mala. Recibo una respuesta de texto inmediata.
Preciosos. Justo lo que necesitaba.
Escribo una respuesta rápida.
Extrañan tus besos.
Eso ha sido cruel.
—¿A dónde diablos fuiste? —La voz de Mindy afuera de la
puerta me hace saltar—. ¿Estás ahí llorando?
—No, claro que no. —Termino con un emoji de corazón y
un beso.
Él responde con una berenjena y yo me rio, enviándole un
durazno.
Te amo.
También te amo.
Borro rápidamente la selfie de nuestra conversación y
apago mi teléfono. Tengo que volver al trabajo, pero tengo una
idea para acercarlo un poco más.
Capítulo 14
Taron
Diciembre

Una camioneta Chevy roja del tamaño de una caja de


fósforos se encuentra en el paquete de este mes, junto con una
foto de Akela mirando un pastel de maíz quemado. Otra foto
de Noel sosteniendo los lados de su cabello sobre un libro de
texto de contabilidad me hace reír y un recorte de periódico de
esa pequeña niña pelirroja con una vela de Autumn’s Bounty
entre las manos.
Una carta de dos páginas explica todo, cómo Noel no ha
sido capaz de hacer un pastelillo decente desde que me fui, lo
cual no creo. Cómo los exámenes finales de contabilidad son
esta semana y cómo el periódico local hizo una publicación
sobre su línea de productos, respaldada por la nueva princesa
del festival del durazno.
El Chevy rojo no necesita explicación…
Trazo mi dedo a lo largo de los remolinos de su letra,
pensando lo valiosa que es para mí esta carta. Nos enviamos
pequeños mensajes de texto todos los días, todo el día, y
Facetime todas las noches. Aun así, esto es especial. Cosas que
olvida decirme o guarda para estas misivas mensuales.
Sosteniéndolo contra mi nariz, inhalo mucho su aroma
característico y mi anhelo por ella se hace más profundo.
—Mi padre quiere saber cuánto tiempo más estaremos
aquí. —Patton Fletcher está en su litera frente a la mía
burlándose de su carta más reciente—. No está impresionado
por la falta de peligro en nuestra misión, dice que deberíamos
preguntar acerca de salir antes, ya que claramente estamos
siendo utilizados para el servicio de la guardia nacional.
—Te está rompiendo las bolas.
—Tal vez… pero no del todo.
—Le preocupa que la comunidad empresarial de Nashville
no encuentre bienes raíces decentes sin ti.
El padre de Patton es dueño de Fletcher Properties, durante
años ha estado asegurándole que se jubilará y le dará la
compañía a su hijo. Lo creeré cuando lo vea. El señor George
S. Fletcher, es la Reina de Inglaterra cuando se trata de su
empresa convertida en corporación multimillonaria. Sacarán
esas riendas de sus manos frías y muertas.
—Todavía no entiende por qué estamos aquí. —
Balanceando las piernas del costado de la litera, Patton se
acerca al escritorio y despierta su computador portátil—. Él
cree que me enlisté para poder postularme al senado.
Mi ceño se arquea. Nunca pensé en eso.
—¿Ah, sí?
Ojos negros se dirigen a los míos.
—No tengo ningún interés en la política, aparte de cómo
afecta a mi negocio. —Él cambia ese foco láser a la pantalla
de la computadora—. Vinimos aquí para marcar la diferencia.
Sus palabras se convierten en una especie de mantra entre
nosotros. Recuerdo que nos sentamos después de un día de
práctica de tiro. Patton siempre quiso hacer más. Veíamos
operaciones militares y él siempre estaba interesado. A medida
que el mundo se volvía más caótico, más obsesionado con las
apariencias y las posesiones, él hablaba sobre cómo los
militares lo mantuvieron simple, con base en servir y proteger.
Fue inesperado venir de él, el chico que creció con la
cuchara de plata en la boca, pero estuve de acuerdo con él. Mi
vida no me daba mucho de qué enorgullecerme y no tenía
muchas perspectivas. El trabajo duro y la disciplina no me
asustaron, la idea de que los tres nos enlistáramos al mismo
tiempo parecía un buen plan. Pasamos la mayor parte de
nuestro tiempo juntos de todos modos. Entonces conocimos a
Sawyer.
Entonces conocí a Noel.
Ella es tan bella. Ella tiene sueños y mucho por delante.
Quiero traer algo a la mesa también. Claro, nunca podré ser un
príncipe, pero podría ser un héroe. He entrenado para ello. Si
pudiera hacer algo, regresar con una medalla, una insignia de
honor, nadie podría decir que no debemos estar juntos. Quiero
darle eso. Quiero merecerla.
Y realmente quiero estar con ella en su cumpleaños.
Noches de hablar a través de la pantalla de la computadora
o ver su hermoso cuerpo en mi teléfono me están afectando.
Va a cumplir diecinueve en unos días y yo daría cualquier cosa
por estar allí con ella.
—Ojalá pudiéramos irnos unos días.
Patton me mira como si me hubiera vuelto loco. Estoy
frustrado porque todavía estamos en la frontera. Vamos a
donde nos dicen, pero esta misión se siente más motivada
políticamente que estratégica. Principalmente porque no
estamos viendo mucha acción.
—¿Qué demonios te interesa hacer, visitar a tu madre o a
Jerome?
Él sabe que después de que mi madre regresó a las
montañas, casi perdí el contacto con ella. Mi tío es alguien que
no tengo intención de volver a ver nunca.
—Solo me siento encerrado. Ansioso. El despliegue en mi
mente iba a ser más activo.
—¿Sabes lo que sería genial en este momento? —Marley
entra y cae al pie de mi litera—. Algo bueno para comer.
Levantando mi pierna, le doy un empujón.
—Te dije que no pasaras tu baja de fiesta. Ahora estas
sufriendo por la abstinencia.
—El cannabis no es adictivo.
—Tal vez no, pero imagino que te acostumbras a estar
drogado todo el tiempo.
—No todo el tiempo.
—Eres un marino. —Patton le corta los ojos a nuestro
amigo—. No te despiertas y horneas.
—Los marinos fuman y se emborrachan. La marihuana es
legal ahora.
—Tengo una mejor idea. —Patton se inclina hacia atrás y
se pasa los dedos por la boca—. Algo para después de esto.
Algo que utilizará todas nuestras habilidades.
—Vamos. —Marley se sienta—. Cualquier cosa es mejor
que mirar la jungla todo el día y toda la noche.
—Fletcher International.
Marley gime y Sawyer entra en la habitación.
—¿Qué me perdí? —pregunta.
—Patton todavía cree que su padre se jubilará y le dará el
negocio.
—Lo hará y cuando lo haga, nos vamos a forrar.
Marley arrebata una pelota de golf del escritorio de Patton
y la arroja al aire.
—Pensé que vinimos aquí para escapar de todo eso.
—Vinimos aquí para servir y proteger —acepta Patton—.
Y cuando nos vayamos, yo los mantengo cubiertos.
—Yo estoy cubierto. —La voz de Sawyer es tranquila.
—Sí, Sawyer tiene cien acres en casa. —Marley me
devuelve el empujón—. Tú estabas ahí.
—Sawyer se enlistó para poder descansar. —Estoy
bromeando, pero él me mira. Le dije que hablaba en serio
sobre su hermana, mis intenciones están claras.
—Eso está muy lejos. —Marley me arroja la pelota de golf
—. No vine aquí para sentarme a soñar. Voy a encontrar algo
que hacer.
Capítulo 15
Noel
Abril

Dolly Parton dice que cuando te sientas deprimida, te


pongas tus tacones favoritos yte pares un poco más derecha.
He pasado nueve meses levantándome cada mañana y
poniéndome un par de tacones.
Hice lo que tenía que hacer, cocinar, limpiar, asegurarme de
que Leon tuviera lo que necesitaba y he llegado a la escuela a
tiempo todos los días. Mindy seguía invitándome a los eventos
de la universidad, pero era difícil interesarme en actividades
extracurriculares.
Los estudiantes se entusiasman tanto con los juegos de
fútbol y los bailes y con vencer a nuestros grandes rivales,
pero no puedo reunir la energía para animarme. Me las arreglé
para lograr tener puros dieces en mis clases, con la única
excepción de la clase de contabilidad en la que me fue más o
menos.
Mi cumpleaños fue un buen día, Taron me llamó por
Facetime, me envió un regalo, que abrimos juntos: una gran
caja de chocolate maya, un anillo de plata con una turquesa, un
corazón de vidrio soplado y una pequeña calavera de madera
decorada con flores de colores brillantes. Levanté cada uno y
me entusiasmé por lo hermosos que eran sus regalos. Prometí
que nunca me quitaría el anillo del dedo.
Sawyer me llamó, una de las dos veces que hablamos desde
que se fue. Como de costumbre, fue directo, al grano. Cómo
está el huerto, cómo está Leon, cómo estoy yo. Mi respuesta
fue bien para todo. Dijo que estaba bastante tranquilo donde
estaban, dijo que él y Taron se han estado cuidando el uno al
otro.
No dijo nada sobre su conversación sobre mí.
Deseaba poder darle un abrazo. Después de diecinueve
años, aprendí que mientras mi hermano mayor no dice mucho,
sus sentimientos son profundos. A veces, la única forma en
que puede expresarse es a través de un abrazo o una palmada
en la espalda o una sonrisa. Lo extraño más de lo que pensaba.
El regalo de Leon para mí fue una tarjeta de “Hoy no haces
nada”, lo que significaba que él hizo toda la comida y la
limpieza en mi día especial. Preparó nuestro desayuno, o
McDonald’s lo hizo. Limpió y dijo que volvería con la cena,
después de que se fue a pasar el día con Betsy. La madre de
Betsy envió la cena.
Realmente no me importó.
Por la tarde, conduje hasta el ancianato de Pine Hills y dejé
una canasta de magdalenas de durazno, dulces y artículos
sobrantes de mi tienda en línea. Mi tía Doris falleció hace unas
semanas y, aunque estaba triste, me alegré de que estuviera en
paz. Era difícil verla a la deriva cada vez más lejos de nosotros
en su mente.
Mindy no estaba allí cuando llegué, pero me senté y
conversé con la señorita Jessica Priddy, una amable dama
soltera que vivía en la casa de al lado. No tiene demencia, pero
dice que su salud es demasiado pobre para que pueda vivir
sola. Es pequeña y parecida a un pájaro, lleva el pelo recogido
en un moño en la nuca. Por lo general, usa brillo de labios y
una bata elegante sobre su ropa, me pregunto cómo sería eso
de no tener familia y depender sólo del cuidado de tus amigos.
Después de una cena solitaria frente al fuego, terminé el día
en mi cama, hablando con Taron hasta que nos quedamos
dormidos. A la mañana siguiente, me desperté con una
pantalla oscura y sábanas frías, me quedé debajo de las mantas
con lágrimas en los ojos hasta mucho después del mediodía.
Pasaron los meses y comenzó a parecer que la pesadez
nunca se iría, pero como siempre, el tiempo resultó ser
sanador.
Las flores de durazno abrieron sus pétalos a lo largo de las
ramas de los árboles a lo largo de las colinas de nuestro huerto
y una luz apareció al final de mi largo túnel.
Esta mañana no llevo tacones.
Estoy con mis botas y un suéter, y me paro en la cima de la
colina, mirando cómo el sol toca las flores de color rosa con
una luz dorada.
—Es bueno ver que ya no estás llorando. —Escucho a
Leon decir y lo abrazo.
—No estoy llorando. —Exhalo lentamente—. Es hora de
ponerse a trabajar. ¿Qué tiene que pasar aquí?
Se encoge de hombros y se acerca para romper una
pequeña ramita que sobresale del tronco de un árbol. —
Sawyer manejó la poda en julio, así que todo debería salir
bien. ¿Tal vez ir a la ciudad y ver lo que dicen los veteranos
sobre las heladas?
—Sí. —Asiento, el recuerdo se filtra en mi memoria—. La
helada tardía es mala.
Tenemos molinos de viento especiales en todo el huerto
para extraer el aire caliente del suelo y proteger la cosecha
joven.
—Conduciré a la ciudad y veré lo que dicen.
—Buena suerte. —Leon se ríe, sacudiendo la cabeza—.
Tengo que ir a la escuela.
—¿Necesitas algo?
—No, yo me encargo.
Sosteniendo una rama delgada, tomo una decisión. Esta es
mi tierra y no decepcionaré a mis hermanos.
Estoy en el Denny’s al lado de la parada de camiones en
menos de una hora, pero está desierto a excepción de algunos
viajeros cansados. Echando un vistazo a mi teléfono, solo
tengo veinte minutos antes de tener que cruzar la autopista
para ir a mi clase.
—Buenos días, Cariño. ¿Café? —Flo camina hacia donde
estoy parada al lado de una cabina cubierta de vinilo.
—Estaba buscando al señor Hayes y al resto de los
hombres.
Ella me da una breve carcajada.
—Tienes que llegar mucho más temprano para ver a esos
hombres.
Mierda. Mordiendo mi labio, asiento y me apresuro hacia
la puerta.
—Gracias, Flo.

∞∞∞
Mi mejor amiga tiene un lápiz en el moño en su cabeza,
estamos susurrando en clase de administración.
—¿Escarcha?
—Sí, ¿qué has oído sobre una helada este año? —Estoy
pensando en mi falta de habilidades de gestión la primera
mitad del año y me siento culpable.
Mindy me mira como si acabara de brotar una cabeza
adicional.
—¿Hablas en serio?
—Estoy tratando de hacer un mejor trabajo haciendo un
seguimiento de las cosas mientras Sawyer está fuera.
Nuestro profesor nos asigna la tarea, nos despide y nuestras
voces se hacen más fuertes por el rugido de los estudiantes que
salen.
—Me alegro. —Se pone de pie y nos dirigimos al final de
la fila, donde veo a Deacon esperando en la puerta.
Es difícil pasarlo por alto, alto con cabello castaño oscuro y
ojos melancólicos. Como de costumbre, está vestido con jeans
y una chaqueta. No creo que él quiera exudar riqueza. Creo
que es solo su estado normal de cosas.
—¿Pensé que él había regresado a Dallas?
—Así fue. —Ella lo mira y lo saluda con la mano—. Su
familia lo hizo enojar otra vez, así que regresó.
—¿Entonces, están saliendo ahora? —La miro de reojo.
Ella nunca ha hecho nada oficial entre ellos.
—No lo sé. —Se encoge un poco de hombros—. No estoy
segura de que él sea mi tipo.
Sacudiendo mi cabeza, le doy un apretón.
—Es el tipo de alguien.
—¿Irás a ver a la señorita Jessica hoy?
—Justo después de las clases.
—Allá te veo.

∞∞∞
—Oh, me encanta el olor de esta crema para pies. —La
señorita Jessica se sienta en un sofá de vinilo en la sala de
recreación frotando mi loción en sus pies—. No puedo creer
que esto no se haya vendido.
Se pone un calcetín esponjoso y se inclina para estudiar la
botella.
Se ha convertido en una de mis mejores clientes, le traigo
sus favoritos de mi línea descontinuada junto con cosas nuevas
que estoy intentando. Por supuesto, nunca la hago pagar por
nada.
—Tal vez no le puse el nombre correcto. —Busco en la
pequeña bolsa que tengo hoy—. Como cuando no creí que este
exfoliante de azúcar iba a funcionar bien, pero lo llamé
“Pasión de durazno” y salió volando de los estantes.
—Creo que es difícil apasionarse por cosas para los pies.
—Creo que tener la palabra pie en el nombre es un
problema.
Me quita el frasco de exfoliante color caramelo y lo abre,
oliéndolo.
—Me alegra que me hayas traído más de esto. Funciona
muy bien en mis codos.
Saco otro frasco pequeño.
—Estoy probando una crema para los ojos. Pruébela y me
dice que le parece.
—Oh, me encanta la crema para los ojos. —Ella toma el
frasco pequeño y desenrosca la tapa, aplicándose un poco
mientras nos sentamos una al lado de la otra—. Huele muy
rico, ojalá supiera cómo usar internet para poder decirles a
todos lo bueno que son tus productos.
Me río y ella se estira para tomar mi mano.
—Pareces feliz hoy. ¿Es por Taron?
—No lo sé. —Frunzo el ceño al pensar en lo que puede que
haya cambiado—. Creo que tal vez sea la primavera.
Su vieja mano manchada acaricia la mía bruscamente, ella
asiente.
—Cuando mi hermano Bill estaba en el servicio, los
primeros meses siempre fueron los más difíciles. Sólo
teníamos cartas en esos días y parecía que pasaba una pequeña
eternidad entre cada una.
—No me lo puedo imaginar. —Taron y yo ya no hacemos
Facetime todos los días, pero nuestros textos son bastante
continuos—. Tal vez las flores de durazno lo hicieron. Los vi
aparecer en los árboles y decidí que era hora de volver al
juego.
Ella asiente.
—¿El juego viene siendo tu negocio?
—Y poniendo en marcha el huerto. Y enfocándome en mis
clases. —Pienso en todos los pedidos que llegan todos los días
para mis productos—. Pero sobre todo mi negocio. Tengo que
estar al tanto para seguir obteniendo ganancias, que es la única
vez que Sawyer parece interesado.
—Lo vas a conseguir. —Ella sonríe, apretando mi mano—.
Cuando tu hermano regrese y Taron regrese, tendrás tu tienda.
Hace que parezca que se han ido hace unos días. Ojalá
fuera así.
—Tal vez Sawyer no me deje construir nada en el huerto.
No quiere turistas en el camino. Tengo que demostrarle que
son clientes valiosos.
Frunzo el ceño como si en verdad estuviera considerando
esto y recojo los artículos que hice para ella. Mis movimientos
llaman su atención.
—¿Cuánto te debo por esto?
—Oh —sonrío y exhalo una carcajada—. No se preocupe
por eso.
—Me preocupo por eso, Noel Aveline. —Su voz ronca se
eleva—. Nunca vas a hacer crecer tu negocio regalando cosas
y siempre pago mis facturas.
—Le diré algo. —Le acaricio la mano—. Le pediré a
Mindy que lo deduzca de su cuenta.
Su cuenta imaginaria.
La anciana asiente.
—Bueno. Dejaremos que Mindy se encargue.
—Me ocuparé de eso ahora. Luego tengo que ir a casa a
preparar la cena para Leon.
—¿Volverás la próxima semana?
—Si puedo antes. —Le doy un apretón—. Avíseme con
Mindy si necesita algo.
Esa noche, acostada en mi cama, pienso en nuestra
conversación mientras escribo un mensaje de texto a Taron.
La señorita Jessica preguntó por ti hoy.
Le presenté a Taron usando mi aplicación Facetime hace un
tiempo y habrías pensado que estábamos viendo el primer
hombre en la luna. Los puntos grises rebotan cuando responde.
Dile que cuando estés harta de mí, comenzaré a salir con
ella.
Sus chistes me hacen sonreír.
Nunca me cansaré de ti.
Es difícil incluso imaginar tal cosa en nuestra situación
actual.
Me dijo que cuando Sawyer regrese, puedo abrir mi tienda.
No tienes que esperar.
Mordiéndome el labio, estudio mi teléfono. No quiero
molestarlo sobre sus planes, pero no había considerado que
podríamos estar separados así una y otra vez durante años y
años. ¿Puedo despedirme de él indefinidamente? La
alternativa hace que sea fácil decir que sí, pero es muy difícil
de imaginar. ¿Es posible acostumbrarse a esta vida?
Necesitaría ayuda con un huerto, una tienda y la escuela.
Observo los puntos grises mientras él responde.
¿No estás contenta con estar en línea?
—Taron —suspiro su nombre en voz alta. Tocando el icono
de la cámara, espero mientras suena. Necesito verlo para esto.
Un momento después aparece su hermoso rostro y quiero
llorar.
—Hola, princesa. ¿Estás bien?
Mis ojos escanean su entorno.
—¿Estás en un armario?
—Medio baño. Pensé que podríamos necesitar privacidad.
—Delgadas arruguitas aparecen en las esquinas de sus ojos
mientras sonríe.
No llamé por la razón por la que está pensando y ahora que
veo su rostro, estoy teniendo dudas. Tal vez deberíamos
esperar para discutir el futuro, estoy actuando como si él me
pidiera que me casara con él o algo así, lo cual no hizo.
—Necesitaba escuchar tu voz.
Se inclina hacia un lado y su rostro se acerca un poco.
—No se está haciendo más fácil.
Mis ojos se llenan de lágrimas.
—No.
La sonrisa se borra de sus labios y su expresión se vuelve
seria.
—¿Estás teniendo dudas?
—¡No! —Akela salta sobre la cama ante el repentino
aumento de mi voz. Pongo mi mano sobre su cabeza y ella me
lame la nariz—. Todavía estoy esperándote. Es que… es que
me puse a pensar si querías volver a hacer esto.
Él exhala una carcajada.
—Patton ya está haciendo planes para cuando salgamos.
No estoy segura de lo que eso significa, pero sé que Patton
vive en Nashville.
—¿Estás teniendo dudas? —Mi pecho está tan apretado
que apenas puedo respirar.
—No. —El calor en su voz pone más lágrimas en mis ojos
—. Todavía me alegro de haber hecho esto, pero tal vez habría
tomado una decisión diferente si te hubiera conocido primero.
—No me hubieras conocido si no te hubieras enlistado.
Su cabeza se inclina de lado a lado. Parpadeando,
rápidamente deslizo la lágrima de mi mejilla. No quiero llorar
cada vez que hablamos.
—Ya casi estamos de regreso, princesa. Espérame, espera
por mí un poco más.
—Sí. —Mi voz se rompe en un susurro, pero lo digo en
serio con todo mi corazón.
—Te amo, Noel.
Asintiendo, cierro los ojos.
—Te amo.

∞∞∞
Digger se encuentra conmigo en la puerta del Denny’s
cuando salgo de la camioneta a la mañana siguiente.
—¿Noel? ¿Qué estás haciendo aquí?
Todavía está oscuro afuera, estoy usando jeans desteñidos y
una camiseta gris de manga larga con una gorra de béisbol
azul. Mis botas y un abrigo completan el look.
—Es hora de que me presente en estas reuniones.
—Pero es muy temprano.
Mi ceño se frunce, mientras lo estudio.
—Tú estás aquí.
—Sí, pero no necesitas estarlo. Deberías de estar
durmiendo tranquilita en tu cama.
—Ya descansé lo suficiente. —Érase una vez, cuando
Digger no me molestaba tanto. Ahora cada palabra que sale de
su boca me hace rechinar los dientes—. Sawyer estará ausente
por un tiempo, si es que no se vuelve a enlistar.
—Él no hará eso. —Digger se ríe como si fuera un niño—.
Le dijo a mi papá que volvería cuando terminaras la
universidad.
De nuevo, quiero gruñirle a mi hermano mayor. ¿Por qué
él no me dijo eso?
—De cualquier manera, el lugar no funcionará solo durante
cuatro años.
Alcanzando la puerta, estoy lista para pasar a Digger y
entrar al restaurante. Me detiene y me pasa el brazo por los
hombros.
—Necesitas contratar a un capataz y dejar que se encargue
de todo. Estoy aquí, listo para hacerlo por ti.
—No eres mi capataz. —Me libero de su agarre—. Sawyer
me dejó a cargo. Decidiré qué debe suceder en mi huerto.
Él exhala un ruido divertido y yo continúo hasta donde está
Ed Daniels junto al cubículo donde están sentados algunos de
los hombres tomando café. Cuando camino, todos dejan de
hablar y me miran.
—¿Noel? —El señor Daniels se endereza y se ajusta la
gorra—. ¿Cómo estás?
—Bien gracias. —Mi voz suena demasiado baja, me siento
realmente insegura—. Me preguntaba si sabes si habrá algo de
una helada.
El hombre se ríe entre dientes.
—Sería un hombre rico si pudiera predecir una helada.
Digger se une a nosotros.
—Noel quiere tomar un café.
La forma en que lo dice me hace preguntarme si ya les dijo
a estos hombres que es mi capataz.
—Sawyer me dejó a cargo. Y pensé que era mejor estar
enterada de lo que viene.
—Pensé que estabas haciendo productos de belleza. —Ed
esboza una sonrisa que parece falsa, me pregunto si está de
acuerdo con mi hermano acerca de traer turistas a los huertos.
—He comenzado mi propio negocio, si eso es lo que
quieres decir.
Jeff Priddy se acerca.
—Así es. Mi tía Jessica llamó anoche. Dijo que quiere
darle a Noel el viejo cobertizo para convertirlo en una tienda.
—¿Qué? —Una mezcla de sorpresa y confianza llena mi
pecho con este anuncio.
—Probablemente esté lleno de ratas, pero ella dijo que
puedes tenerlo si quieres.
—Sí, lo quiero. Gracias. —Por desagradable que pueda ser
la posibilidad de ratas, tengo un perro y el viejo cobertizo está
a solo un cuarto de milla del huerto. Esta noche haré un
paquete de especial para mi cliente número uno.
—En cuanto a las heladas, es mejor mirar las noticias y el
cielo. —Él continúa, y me pregunto si podría estar de mi lado
después de todo—. La humedad mantiene baja la posibilidad
de formación de heladas, por lo que más lluvia significa menos
heladas. Los cielos despejados son una señal de advertencia.
—Gracias de nuevo. —Asiento y cuando Flo aparece,
levanto un dedo.
Ella me trae una taza de café ligero y yo me siento en una
de las mesas frente al cubículo donde se sientan los demás.
Escucho mientras discuten las últimas noticias. Nunca me
importó la política o lo que sucedió en la frontera, así que hago
todo lo posible para absorber todo.
Sawyer dijo que el padre de Digger me cuidaría, pero no
quiero que Digger esté demasiado cerca de mi negocio.
Mientras continúan, pienso en lo que ha hecho la señorita
Jessica, dándome su viejo cobertizo. Me pregunto cuánto
trabajo llevará convertirlo en una tienda. Tendré que esperar
hasta el verano para trabajar en ello, hasta después de la
cosecha, pero al menos puedo ir a revisarlo.
Los hombres comienzan a separarse, y me dirijo a Jeff, con
la esperanza de tener una idea de lo que hay que hacer para
transferir la propiedad. Puede que tenga que guardarlo durante
unos meses, pero no quiero dejarlo ir. Una cosa que sé con
certeza es que nunca se sabe lo que podría pasar.
Todavía mantengo esas palabras en mi mente cuando todo
mi mundo se desmorona.
Capítulo 16
Taron
Julio

—Maldición, te ves increíble. —Estoy acostado en mi


litera mirando a Noel usando nada más que una banda digna
de la ganadora de un concurso de belleza.
Sus pequeños senos apenas contenidos, sus pezones
rosados duros y apuntando hacia arriba con una gruesa banda
blanca sobre el centro.
—Eres la primera persona en la que pensé cuando lo vi en
la tienda de fiestas.
—Ojalá estuviera allí. —Ella desliza sus palmas por la caja
torácica, ahuecando sus senos—. Quiero verte mientras te
tocas.
Ella me da un guiño travieso.
—Es parte de mi malvado plan hacerte rogar por permiso.
—En realidad —me siento hacia adelante, ajustando la
erección en mis pantalones—. Por eso llamé. Finalmente nos
van a mandar a una misión y tenemos la opción de tomar uno
corto.
El teléfono se cae y, por un minuto, la pantalla apunta para
todos lados antes de que ella vuelva a aparecer. Se ha puesto la
delgada camisola blanca sobre su hermoso cuerpo.
—¿Vienes a casa? —Sus bonitos ojos color ámbar están
llorosos y me duele la garganta.
—A donde tú estés.
—Taron… —Ella parpadea, dos gotas de cristal ruedan por
sus mejillas.
Lo que más quiero es tenerla entre mis brazos y abrazarla
con fuerza.
—Te voy a amar tanto que nunca saldremos de la
habitación.
—¿Sawyer viene contigo?
—Sí, todos tenemos cuatro días.
—¿Eso es todo?
—Hey —fuerzo una sonrisa—. Centrémonos en la parte
buena.
Su cabeza oscura asiente, largas olas rebotando alrededor
de sus hombros.
—Lo siento. Es que te he extrañado mucho.
—No digas que lo sientes. Yo también te echo de menos.
—Mi voz es cálida Mis brazos la anhelan—. Tengo mucho que
contarte, tantas cosas que quiero decir.
—No puedo esperar para escucharlas todas. —Sus ojos se
ven cansados y quiero deslizar mis pulgares debajo de ellos,
secar sus lágrimas—. Lograste organizar la cosecha sin
problemas.
—Leon me estuvo ayudando, fue trabajo de equipo. —Una
gran sonrisa se apodera de su rostro—. Tenía tanto miedo que
no podríamos hacerlo sin Sawyer. Terminé contratando a
Digger para ser nuestro capataz, pero Leon y yo hicimos un
voto de que era la última vez. El año que viene, seremos él y
yo, tal vez otra persona, pero no más.
—¿Así de mal? —Eso me hace reír.
—Es tan molesto. No te lo puedes imaginar.
—Puedo imaginarlo. Pero espera…
Su ceño se frunce.
—¿En qué momento terminó mi desfile de la reina sexy?
—Oh. —Se le cae la barbilla y me mira con los ojos
nublados por el deseo. Mi polla inmediatamente cobra vida al
verla—. ¿Te refieres a la princesa del festival versión para
adultos?
Desliza un dedo por la parte delantera de su camisa,
separando los lados y dejando que sus hermosos senos se
asomen.
—Mierda, sí… —Mi voz es áspera, hambrienta, pasamos
los siguientes minutos en una llamada de Facetime tan sensual
que estoy cubierto de sudor y débil en las rodillas cuando
termina—. Nunca volveré a usar este calcetín.
Noel está acostada sobre su espalda, su cabello oscuro
pegado a su cuerpo desnudo y sudoroso.
—Me hiciste correrme tan duro.
—Y eso que ni siquiera te toqué, espera hasta que esté allí.
Se da la vuelta para mirarme, con sus hermosos senos
colgando.
—¿Cuándo llegas?
—Si todo sale bien, deberíamos poder irnos el fin de
semana. Por supuesto, los días de viaje cuentan para nuestra
licencia, así que solo tendré unos pocos días.
—Estoy tan emocionada. —Su voz es suave, somnolienta.
—Te amo, princesa, descansa. Lo vas a necesitar.
—Te amo.
Nos desconectamos y abro la puerta antes de tambalearme
hacia la ducha. Unos minutos más tarde, estoy acostado en mi
litera, desplazándome por la colección de fotos de Noel
desnuda en mi teléfono. Ella se ve muy bien. No puedo esperar
para tener mi boca en todo su cuerpo y mi polla
profundamente dentro de ella.
La puerta se abre y apago rápidamente mi teléfono.
—¡Taron! —Los ojos de Patton están muy abiertos, su
expresión entró en pánico—. ¿Has visto a Marley?
Mi ceño se frunce y me siento.
—No… se fue a buscar combustible después del almuerzo
y…
—No regresó. Connor dice que estaba en una estación de
combustible que fue incendiada a mil seiscientos. Es posible
que lo hayan tomado como rehén.
—¿Qué carajo? —Estoy de pie, tirando una gruesa camisa
color marrón sobre mi camiseta blanca—. ¿Por qué lo
tomarían como rehén?
—Armas, dinero, ambas cosas. —La voz de Patton es
feroz, sé que está preocupado. Salimos por la puerta y nos
dirigimos por el pasillo hacia la estación de comunicaciones.
Secuestrar a un marino es una mierda bastante seria.
—¿Cómo se clasifica?
—No lo sé aún. —Me lleva a una gran carpa donde Sawyer
ya está hablando con el mayor.
Él se aleja, viniendo hacia nosotros.
—Su teléfono fue recuperado en una zanja a medio camino.
Están esperando por un contacto.
—¿Entonces esperan una operación de rescate? —Me froto
la nuca pensando en lo que esto podría significar.
—Si lo iban a matar, habrían encontrado su cuerpo en la
zanja. Piensan que son unos matones locales.
Patton nos deja y va a nuestro comandante de campo.
Observo mientras hablan entre ellos, bastante agitados. Nos
pide que se nos asigne la misión de rescate y recuperación.
Tirando de la parte posterior de mi cabello, odio pensarlo, pero
las palabras vienen sin querer, demasiado bueno como para ir
a casa.
Quiero pegarle a alguien. Quiero rugir y tirar cosas, voltear
mesas y romper algo. Más que nada, quiero encontrar a estos
matones y darles una paliza. Deslizando mis manos sobre mi
cara, trato de calmarme, pero todo en lo que puedo pensar es
en Noel.
Capítulo 17
Noel
Agosto

Un año.
Un año pude hablar con él cuando quise. Podía ver su
rostro, escuchar su voz. Ahora todo se ha vuelto
completamente oscuro.
Mis entrañas tiemblan y en lugar de llorar, todo lo que hago
es temblar.
Marley fue secuestrado. Eso es todo lo que sé.
Taron me llamó y su voz era tensa. Me contó lo que sabían
y cómo cambió la posibilidad de tomar el permiso para venir a
verme.
Tener la promesa de verlo, tocarlo, abrazarlo, incluso por
un día y que me la quitaran fue como si me mostraran la puerta
al cielo para después cerrármela en la nariz.
Me dijo que Patton insistió en que se les asignara la misión
de rescate. Dijo que nadie estaría más dedicado al rescate de
Marley que ellos. Le dije que lo amo. Me dijo que no estaba
seguro de cuándo podría contactarme nuevamente.
Terminamos esa llamada y la cuenta atrás comenzó.
Dos semanas pasan en silencio hasta que mi hermano por
fin aparece.
Me enviaron un número y un código especial. Todo es muy
secreto y de alta seguridad. Mis ojos se llenan de lágrimas en
el momento en que veo su rostro, cubierto de una barba
desaliñada. Él habla y su voz es un bálsamo para mi
tembloroso interior.
—Me dejaron llamarte porque me consideran el jefe de la
casa. —La voz de Sawyer es de disculpa, como si supiera que
quiero saber de alguien más, lo cual hago, pero dame un
respiro.
—Estoy tan contenta de que me hayas llamado. —No
puedo evitar el miedo en mi tono.
—No tengo mucho que decir aparte de que todos estamos
bien.
—Eso es suficiente. —Me duele la garganta y las lágrimas
me nublan los ojos—. Gracias a Dios que están bien.
—Taron está bien, pero Marley está… —Gira la cara hacia
un lado y puedo ver por la flexión de su mandíbula que es
malo—. Vamos a profundizar para recuperarlo. Es posible que
no pueda contactarte por un tiempo.
—Por favor, ten cuidado. —La desesperación está en mi
voz—. Cuida de… todos ustedes.
—Lo haré. —Él asiente—. ¿Ustedes están bien, necesitan
algo?
Te necesitamos.
—Estamos bien. No te preocupes por nosotros. Aquí todo
sigue igual, ya sabes.
—Te quiero, hermana. —Sus ojos color avellana se
encuentran con los míos y mi corazón late más rápido. La
ansiedad me retuerce el pecho.
—Te quiero, Sawyer. —No quiero colgar—. Por favor
llama pronto o lo que sea, envíame una carta. Y por favor dile
a Taron que…
—Se lo diré.
La línea se queda en silencio y dejo caer la cara en mis
manos.
Es lo último que escucho por otro mes. Leon comienza su
último año de bachillerato. Las clases comienzan en la
universidad, hago todo lo posible para aparecer mental y
físicamente compuesta. La señorita Jessica me consuela con
historias de cuando su hermano estaba en Vietnam. Historias
como “la hora más oscura siempre es antes del amanecer”. La
quiero mucho, no quiero decirle que no ayudan en absoluto.
Debería comenzar a limpiar su antiguo cobertizo. Debería
presentar más productos a mi línea. Debería hablar con Digger
sobre la cosecha. Tantas cosas que debería hacer, sin embargo,
todo lo que hago es esperar.
El sol sale todas las mañanas, rompiendo doradas sobre las
hileras de árboles de hojas verdes. El sol se pone todas las
noches, proyectando largas sombras sin respuestas ni alivio.
Voy a la iglesia cada vez que las puertas están abiertas. Me
voy a la cama y rezo para que Dios no se lleve a otro de mis
seres queridos. Mis oraciones son siempre las mismas. Por
favor, Dios. Por favor, ya he perdido lo suficiente.
Cada día es una larga línea que conduce a la siguiente,
hasta que llega el día.
Estoy parada en la colina, mirando hacia el horizonte. Mis
ojos siguen el angosto camino de tierra que pasa por esa vieja
casa en la colina y justo donde el azul se encuentra con el
beige, veo una tenue nube de polvo elevarse.
Mi corazón salta a mi garganta y enseguida estoy corriendo
cuesta abajo. Leon está en el patio y me llama, pero no me
detengo. No siento el suelo bajo de mis pies. No noto el
paisaje al pasar. Es todo es borroso, lo único que puedo ver es
la camioneta plateada que se acerca a paso de tortuga.
Las lágrimas cubren mis mejillas y veo que el vehículo se
detiene. La puerta se abre y sale una figura oscura. Su cabello
es desordenado, largo, y un rastrojo le cubre las mejillas. No
dejo de correr hasta que nos abrazamos, abrazándonos fuerte y
por mucho tiempo.
—Sawyer… —Sólo puedo decir su nombre—. Estás vivo.
Su gran mano agarra la parte de atrás de mi cabeza y
escucho su corazón latir.
—He vuelto a casa, he vuelto para no volver a irme.
Capítulo 18
Taron

El sudor cubre mi cuerpo. Estamos en un lugar tan caluroso


que hace más calor que los días de verano en la bodega de
duraznos.
Un cobertizo. Estoy en el dosel de la oscuridad. Hojas
resbaladizas nos rodean, pequeña cabaña hecha de bloques de
ladrillo se esconde alrededor de maleza. Es mi trabajo probar
la puerta. Tengo mi rifle listo y Patton está directamente frente
a mí. Sawyer está cubriendo la parte de atrás de la casucha, me
dirijo a través del frente, agachándome bajo las ventanas sin
vidrios.
Las señales del teléfono celular, las imágenes satelitales, las
direcciones IP, todo nos llevó a este lugar. Semanas de
imágenes granuladas de tortura, de ver a Marley siendo
golpeado, atado a una silla. Estamos aquí para rescatarlo.
Mi corazón late en mis oídos. Cualquiera podría estar al
otro lado de esa puerta, es mi trabajo abrirla. Al llegar, veo a
Noel en mi mente por última vez.
Golpeo con fuerza la madera y retrocedo, permitiendo que
los bloques de ladrillo protejan mi cuerpo.
Silencio.
El ruido de las cigarras se eleva a nuestro alrededor. El
grito de un pájaro en algún lugar en la distancia. Espero,
mirando profundamente en la selva hasta que encuentro un par
de ojos negros. Patton me respalda como siempre.
Él da la señal y yo doy un paso atrás, levanto mi pierna y
pateo la puerta para abrirla antes de caer de rodillas, mi arma
está lista.
Nuevamente, el silencio es el único saludo.
Entonces lo veo.
Mi estómago se hunde. Nuestro amigo, un chico que
conozco desde que tengo memoria, con quien crecí
compartiendo mis sueños y miedos cuando a nadie más le
importaba, está atado a una silla con cuerdas que le cortan la
piel.
Lanzando el rifle sobre mi espalda, me lanzo hacia
adelante, sacando mi cuchillo y liberándolo. Le arranco la
bolsa pesada de la cabeza justo cuando Sawyer entra en el
pequeño espacio.
—Lo tenemos. —Su acento familiar suena sobre los
receptores en cada uno de nuestros oídos.
Patton se une a nosotros y atrapa a Marley cuando sus
rodillas caen al suelo.
—Te tenemos, ya estás a salvo.
La sangre gotea de su boca y no entendemos lo que
balbucea. Ha sido golpeado hasta dejarlo inconsciente, pido a
Dios que hayamos llegado a tiempo de evitar daños
permanentes. Lo estoy levantando, listo para arrastrarlo sobre
mi hombro cuando el aire cambia.
Una niña grita en mi hombro izquierdo. Sus ojos son
verdes como un gato, su cabello oscuro se abanica a su
alrededor mientras corre hacia nosotros, con un machete en
alto.
—¡Dios! —No tengo tiempo para pensar. Alcanzando mi
tobillo izquierdo, saco la pistola escondida en mi bota y
disparo.
Ella cae con un ruido sordo, un chorro de sangre
abanicándose detrás de ella, el gran machete todavía en su
mano. Es delgada y joven, labios carnosos y cabello largo y
ondulado, ojos verdes mirando vacíos al techo.
La maté.
—Dios, no… —El aire se me sale del pecho. ¿Qué he
hecho?
No puedo dejar de mirar su cuerpo sin vida.
—¡VAMONOS! —La orden de Patton me saca de mi
estupor.
Lanzando el brazo de Marley sobre mi hombro, ayudo a
Sawyer a sacarlo de la cabaña, pero mi pecho está apretado.
Mi corazón late demasiado fuerte y creo que me voy a
enfermar.
Maté a esa chica.
Dos pasos afuera y caigo al suelo con fuerza.
—¡Mierda! —Grito cuando la puñalada de un cuchillo me
golpea justo en la parte baja de la espalda.
Mis ojos se cierran y no puedo respirar mientras siento una
cálida humedad cubriendo mi piel. Estoy sangrando. Patton
está frente a mí y escucho a Sawyer gritarle que se detenga. Es
un alambre de trampa que de alguna manera se perdió en el
interior.
Lo encontré y caí con Marley encima de mí en el tronco
roto de un árbol. Sawyer tira a Marley sobre su espalda. Patton
me tira por encima del hombro y corremos cuesta abajo.
Misión cumplida.
Mi amigo y yo seguimos sangrando hasta que llegamos a
nuestro vehículo todo terreno cuando comienza la oscuridad.
El dolor en mi espalda es tan intenso que pierdo el
conocimiento. Oigo que Patton me dice que me quede con él,
pero no puedo. Es imposible. Estoy de vuelta en esa cabaña
mirando el cadáver de la chica.
Capítulo 19
Noel

No me importa si estás herido. Sólo quiero verte.


Es el mismo mensaje de texto que he enviado todos los días
desde que regresó mi hermano.
Aun así, no hay respuesta.
Mi hermano regresó y después de mantenernos cerca
durante varios minutos, durante los cuales los tres lloramos y
lloramos, fue a su habitación y se quedó allí por varios días.
Todos recibieron medallas y fueron enviados a casa, y
aunque mi hermano no tiene heridas visibles, no me dirá qué
sucedió en su misión de rescate. Me entregó una carta de
Taron y no dijo nada más al respecto, algo que espero de
Sawyer.
Ya no puedo verte…
Todo ha cambiado…
No puedo pedirte que esperes…
No te merezco…
No te merezco. Estas son palabras que no puedo aceptar.
Taron debería saber que no las aceptaré.
Si quiere terminar conmigo, va a tener que decírmelo frente
a frente. Pasa otra semana, la ira en mi pecho ha quemado
efectivamente el dolor que siento.
Cuando Sawyer viene a almorzar con nosotros, ya tengo
todo listo.
—Voy a ir a Nashville.
—¿Para qué? —Su ceño oscuro se frunce, su mirada es
fría.
—Para ver a Taron-
—No va a volver, Noel. —La voz de mi hermano es
tranquila, mi corazón se rompe en dos.
Quiero gritar. Quiero tirar cosas.
Mi mano tiembla tanto que no puedo tomar mi café. Dejé la
taza con fuerza.
—Entonces él me lo puede decir a la cara.
—No es así como funcionan las cosas. —Los ojos de
Sawyer cambian. Se vuelven suplicantes, sostienen la mía
como si me suplicara que entendiera—. Él no es el mismo. Él
ha cambiado. Todos lo hemos hecho.
Su voz se apaga en la última parte, pero no me lo negará.
—Si está herido, lo ayudaré a sanar.
—No entiendes…
—¡Tú no lo entiendes! —De pie, llevo mis platos al
fregadero. Hicimos promesas. Hice promesas… —Conozco a
Taron mejor que nadie. Tal vez incluso mejor que él mismo.
—No estoy tratando de lastimarte. —Sus palabras son las
mismas que Taron me dijo hace mucho tiempo, justo antes de
que le diera todo—. Esto es algo que no puedes arreglar,
hermanita.
—Quizás no, pero él me pertenece. Voy a ir a verlo.

∞∞∞
Está oscuro cuando llego a la dirección que Sawyer me
envió un mensaje. Pasé el vuelo de tres horas retorciéndome
las manos, preguntándome si mi hermano me iba a dar lo que
le pedí.
Dijo que debería esperar, pero es lo último que tengo la
intención de hacer. Estoy enojada con él por dejar que Taron
me diera la espalda así. Se supone que debería estar de mi
lado, como el protector hermano mayor. En cambio, no me
dijo nada más al entregarme la carta.
Estoy furiosa con ambos por actuar como si no fuera lo
suficientemente fuerte como para manejar lo que pueda pasar.
Como si no hubiera sacrificado estos últimos casi dos años.
Ahora, de pie en el vestíbulo del lujoso edificio, espero a
que se abran las puertas plateadas. Mi hermano dijo que Taron
vive con Marley. Patton los acomodó para que tomaran
trabajos en la empresa de bienes raíces comerciales de su
padre y los instaló en un apartamento.
Nada de eso tiene sentido. Taron dijo que creció sin nada,
el único hijo de una madre soltera que regresó a las montañas
cuando él estaba en el bachillerato, pero aquí vive como un
rey. Al menos, así es como se ve desde el exterior.
La puerta del ascensor se abre a un vestíbulo de color beige
con acentos de caoba marrón oscuro. Cruzo el pequeño
vestíbulo y espero, tratando de calmar mi respiración antes de
tocar.
Mi mano tiembla cuando la levanto, pero mi ojo capta el
anillo turquesa en mi dedo.
Yo hice una promesa.
Apretando los ojos, golpeo fuerte y firme.
Ninguna respuesta.
Siento que al respirar me acabo el aire del lugar. Tomo otra
inhalación temblorosa, exhalo y luego vuelvo a hacerlo, esta
vez con los ojos abiertos. Toco más fuerte, más tiempo, luego
espero.
Incluso me duelen los latidos del corazón. No he visto a
Taron en persona en mucho tiempo. Mi hermano dijo que está
herido; él me envió una carta diciéndome que no viniera. Soy
muy impulsiva.
Un hilo de miedo, frío como el hielo se filtra a través de mi
pecho.
¿Qué sucede si encuentro algo que no quiero ver?
¿Qué pasa si su cara está destrozada o está en una silla de
ruedas?
¿Qué pasa si su cerebro está dañado?
¿Qué pasa si perdió una extremidad?
En realidad, nunca consideré la posibilidad. Asumí que
sería como mi hermano: físicamente completo, sufriendo
internamente.
Estos pensamientos bombardean mi mente, pero una calma
tranquilizadora llena mi pecho. No importa: podemos
enfrentar cualquiera de estos desafíos juntos.
Amo a este hombre.
—¿Quién es? —Su voz es severa a través de la puerta.
—¿Taron? —La mía es clara, cortando el miedo.
Está en silencio al otro lado.
Mis ojos se dirigen a la mirilla en el medio de la puerta y
mi respiración se detiene.
¿Me está mirando ahora? ¿Va a abrir la puerta?
Los segundos pasan en los latidos del corazón… uno…
dos… tres…
La ansiedad aumenta, apretándome el pecho hasta que oigo
girar el pomo. La puerta se abre silenciosamente y mis ojos se
llenan de lágrimas cuando veo su hermoso rostro, sus ojos
hipnóticos.
—Taron. —Corriendo hacia adelante, estoy en sus brazos.
Su aroma me rodea y todo vuelve a inundarme. Todas las
noches que pasamos escuchando nuestras voces colgando de la
línea, alimentándonos de nuestras llamadas como si fueran
maná caído del cielo. Todas las veces que me acosté en mi
cama, memorizando su rostro a través de la pantalla
parpadeante. Todas las burlas y coqueteos, todos los deseos y
promesas.
—Estás aquí. —Su voz vibra en todo mi ser.
Sus fuertes brazos me rodean, mi cabeza está apoyada
contra su pecho. Oigo latir su corazón, su aliento gira dentro y
fuera.
—Eres real. —Las lágrimas corren por mis mejillas.
Lo abrazo con todas mis fuerzas, deseando poder sangrar
mi alma en la suya, darle lo que necesita, sanar lo que sea que
lo lastime, lo que sea que lo haga decir palabras que no quiere
decir.
Da un paso atrás, guiándome a su apartamento y cerrando
la puerta, cerrando la cerradura. Sus ojos están tan cansados.
Pequeñas líneas marcan las esquinas y su barba es más gruesa.
Ha perdido peso, es tan alto que me sigo perdiendo en él, pero
mi hermano tiene razón, ha cambiado.
—Noel… —Desliza sus dedos a lo largo de la línea de mi
cabello y más lágrimas inundan mis ojos.
Sus caricias son iguales.
Lo tomo por las mejillas, guiando su rostro hacia el mío
para que me bese. Se inclina hacia mí, presionando su mano
contra la puerta detrás de mí. Su boca se abre, su lengua se
desliza a lo largo de la mía, pero sus músculos están rígidos,
como si se estuviera conteniendo, luchando contra algo.
Envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, levanto mis
labios hacia su oreja.
—He esperado tanto para volver a sentirte en mis brazos.
Sus hombros colapsan, su resistencia se desmorona y sus
brazos rodean mi cintura, acercándome a él. Ha pasado tanto
tiempo. Sé que me necesita tanto como yo a él. Recuerdo la
noche en que pensamos que volvería a casa, el corazón se me
retorció al pensar que podría volver a verlo.
Todo está aquí ahora mismo.
No hablamos. Me besa de nuevo y el calor que siempre
hemos compartido vuelve a la vida. Sus manos se mueven por
mi espalda, deslizándose debajo de mi blusa, encontrando mi
piel. Un ruido se filtra de mi garganta, saco mi blusa sobre mi
cabeza.
Con cada beso, cada caricia, nos hemos estado moviendo,
tropezando hacia atrás, hasta ahora estamos en su habitación.
Hace una mueca mientras se quita la camisa, casi como si
hubiera estado en una pelea. Escaneo su cuerpo en busca de
cicatrices, pero no veo ninguna. Las líneas en su torso son más
profundas. Sí, ha perdido peso, pero todavía está tan
musculoso.
Mi cara está en el medio de su pecho, me levanto para
presionar mi boca contra su ancho hombro, plantando un beso
contra su piel caliente. Su sabor salado en mi lengua y siento
su palma contra mi espalda, su otra mano tambaleándose con
mi sostén. Moviendo mis manos para atrás, me lo quito
rápidamente y nuestros cuerpos desnudos se presionan.
—He soñado con esto muchas veces —gime.
Su mano está en mi cara y siento su dureza presionando
contra mi estómago.
—No podría vivir sin ti un día más. —Mi voz es un jadeo,
mis manos están en su cintura, desabrochando su cinturón tan
rápido.
El espacio entre mis muslos es cálido y pulsante. Estoy
completamente eléctrica, cada toque aviva mi necesidad.
—Noel… —Él gime una débil protesta que cubro con mi
boca mientras se sienta a un lado de la cama.
Me quito los pantalones y me subo a su regazo a
horcajadas, sintiendo su gruesa polla contra mis muslos. Estoy
palpitante y caliente. Me he tocado muchas veces, me he dado
tantos orgasmos a larga distancia en la pantalla, su voz en mi
computador portátil.
Sus dedos se deslizan ligeramente sobre la piel de mi
trasero y me levanto de rodillas, cayendo firmemente,
sentándolo completamente dentro de mí.
Su gemido es puro deseo que me encrespa los dedos de los
pies. Me pongo de rodillas otra vez y me dejo caer, sintiéndolo
profundamente dentro de mí, saboreando los sonidos de su
hambre, sus manos agarrando mi trasero. Me está moviendo
ahora, tirando de mí hacia arriba y hacia abajo por su polla,
gimiendo mientras lo monto, persiguiendo el orgasmo que se
eleva en mi estómago. Con cada ruido que hace, mi cuerpo se
calienta más.
Nuestros pechos se deslizan juntos, sudor y calor y cientos
de noches de necesidad. Mis pechos rebotan, él atrapa uno,
guiándolo hacia su boca y besando mi pezón duro.
Mi cabeza cae hacia atrás y gimo ruidosamente.
—Taron… sí… —Mis caderas se mueven hacia adelante
cuando se rompe mi orgasmo, retumbando en mis entrañas.
Me estremezco y me levanto, envolviendo mis brazos
alrededor de él, besando desde su cuello hasta su mejilla, mis
manos enredadas en su cabello. Él continúa meciéndome un
poco más, acercándome, enterrándose hasta la empuñadura,
gimiendo, llenándome profundamente.
Estamos jadeando, envueltos en los brazos del otro,
resbaladizos por el sudor y brillando en el resplandor
crepuscular. Mientras se desliza más alto en la cama, me
abraza contra él y me acurruca en sus brazos mientras nos
deslizamos entre las sábanas.
Me doy cuenta de que su cama no está hecha.
—¿Te desperté? —Mi voz es tranquila, más alta que la de
él.
Respira brevemente y sacude la cabeza.
—No estaba durmiendo.
Nuestros cuerpos están al ras, mis pechos recostados contra
su pecho duro y respiramos juntos. Deslizo mis dedos a lo
largo de su cabello y él hace lo mismo, mirándome con
asombro. Estoy seguro de que mis ojos están llenos de la
misma emoción.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Su voz es tierna,
sinceramente preguntando.
—¿Creías que no vendría?
—Te dije que no lo hicieras. —Sus ojos brillan, la idea de
verlo llorar hace que mi pecho duela—. Mi hermosa princesa,
eres tan buena.
—Mi guapo príncipe. —Sonrío, pero sus ojos se
estremecen.
—Tan lejos de ser un príncipe. —Su barbilla cae mientras
levanta mi mano, besando el anillo en mi dedo—. Tu anillo.
—Me queda perfecto, nunca me lo quito.
Una sonrisa triste enrosca sus labios y me besa de nuevo a
lo largo de la mandíbula, hasta la oreja. El deseo zumba a
través de mi piel. Podría hacerle el amor toda la noche y seguir
sin estar satisfecha, pero esta pesadez pende en el aire a
nuestro alrededor.
—¿Estás bien? —Levanto mi mano para tocar su mejilla.
—Por ahora sí.
No es suficiente, pero lo abrazo y lo atraigo contra mí.
Quiero sentir el peso de su cuerpo. Se siente tan bien. Sus
grandes manos se deslizan a lo largo de mis costados, no pasa
mucho tiempo antes de que se deslice dentro de mí
nuevamente. Nuestras bocas se unen y nos balanceamos
juntos, lentamente al principio antes de acelerar.
Se levanta sobre mí, empujando más rápido. Una gota de
sudor gotea por su frente, mis manos viajan por sus fuertes
brazos. Mis dedos siguen las líneas de sus músculos, levanto
mis caderas para encontrarme con él, superando el orgasmo,
sintiéndolo en la punta de los dedos de los pies cuando llega
un fuerte grito. Empujes duros, empujes profundos.
Nuestra respiración es pesada mientras bajamos una vez
más. Estoy segura de que apenas estamos comenzando nuestra
reunión. Me gira, con esos brazos fuertes alrededor de mi
cintura, sonrío mientras mi espalda presiona contra su pecho.
Me arrullo con una falsa sensación de seguridad en sus brazos
mientras me quedo dormida.
Algo me dice que esto no durará.

∞∞∞
Me despierto sola antes del amanecer. Al principio, estoy
desorientada, luego recuerdo que estoy en la habitación de
Taron. Saliendo de la cama, me dirijo a la pequeña maleta de
mano que traje conmigo. La rodé por la puerta, pero ahí fue
donde se quedó. Ahora estoy buscando ropa para cubrir mi
cuerpo desnudo.
Envolviéndome en su camisa, inhalo profundamente su
aroma, limpio y masculino. Me tambaleo hacia la sala de estar,
esperando encontrarlo en la cocina.
Está vacío.
—¿Taron? —Mi voz hace eco en el espacio vacío.
Sin respuesta. Nada. Se acaba de ir. Levanto mi teléfono y
rápidamente envío un mensaje.
¿Saliste por pizza a medianoche?
Sin puntos grises, sin llamadas perdidas, sin nota. El miedo
me recorre las venas, agarro una manta del respaldo del sofá,
envolviéndome en ella. Me siento durante mucho tiempo,
mirando por las puertas de cristal del balcón con vistas al
horizonte de Nashville. La autopista interestatal atraviesa los
altos edificios y los autos como luciérnagas que pasan junto a
ellos.
Mis ojos se vuelven pesados cuando el horizonte comienza
a palidecer y me quedo dormida.
Todavía estoy sola cuando vuelvo a abrir los ojos y tomo
mi teléfono, marcando el número de Taron. Va al buzón de voz
y dejo un mensaje.
“Estoy preocupada, ¿dónde diablos estás?”
Otra hora pasa. Doy una vuelta por su departamento, busco
en los cajones y busco alguna pista. Encuentro un encendedor
y papel para fumar. Estoy preocupada, pero recuerdo lo que
dijo sobre Marley y la marihuana. ¿Habría cambiado eso
después de retirarnos? No lo sé. Encuentro una tarjeta de
presentación de Fletcher Properties. ¿Podría haber ido a
trabajar?
No sé lo que hace en el sector inmobiliario, pero ¿tal vez él
está trabajando en algo que tiene una fecha límite? Él estaba
dormido cuando llegué… ¿Tal vez había planeado pasar toda
la noche trabajando?
Mis dedos se ciernen sobre el teclado de mi teléfono, listos
para marcar cuando escucho un ruido en la puerta. Con una
inhalación brusca, me giro para verlo entrar en el apartamento.
Todavía usa la ropa que llevaba la noche anterior: jeans
desteñidos y una camiseta de manga larga. No es exactamente
la vestimenta de trabajo
Se endereza cuando me ve y se aclara la garganta, girando
hacia el área de la cocina.
—Hola.
—Hola. —Lo miro, preguntándome si me está evitando—.
Traté de llamarte.
—¿Oh sí? —Levanta su teléfono y sus cejas se arquean.
—¿Estás bien? —Cerrando el espacio entre nosotros,
agarro su brazo—. ¿Qué está pasando, a dónde fuiste?
—Eso no es tu problema.
—Creo que sí lo es. —Mi voz es más aguda de lo que
pretendo. Estoy luchando con el miedo residual mezclado con
la frustración mezclada con este dolor en mi pecho.
Está agitado, repentinamente frustrado, y retira su mano.
—No te pedí que vinieras, Noel. De hecho, fue todo lo
contrario.
Estoy sorprendida por sus palabras. Se sienten como una
puñalada en el pecho después de anoche. O supongo que
después de las pocas horas que pasamos juntos. Ahora que lo
pienso, después de quedarme dormida, no sé lo que hizo.
—Estaba preocupada por ti. Sawyer dijo que estabas
herido, claramente algo está mal.
—Me hirieron. —Sus ojos brillan y me doy cuenta de que
nunca lo he visto enojado. Da miedo—. Siempre tengo dolor
ahora. ¿Sabes cómo es eso, que cada movimiento irradia
agonía a través de tu cuerpo?
Su voz es un cuchillo, mis ojos se humedecen. Parpadeo
rápidamente.
—No, no tengo idea. ¿Qué puedo hacer? Deja que te
ayude.
—No puedes ayudarme. Nadie puede. —Aprieta la
mandíbula y veo un brillo de transpiración en el labio—.
Necesitas irte a casa.
Otro destello de angustia se extiende por mi pecho. Tengo
problemas para respirar.
—¿Al menos me dirás lo que pasó? La última vez que
hablamos, ibas por Marley, entonces…
—Entonces todo cambió. —Se inclina hacia adelante y
agarra la mesa, claramente adolorido.
—Taron…
Inhalando bruscamente, sale de la habitación, va al baño y
cierra la puerta. Espero, escuchando mientras abre el botiquín.
Escucho el ruido de las pastillas que se agitan en una botella,
agua corriendo, luego silencio. Mis entrañas se revuelven,
tengo los ojos húmedos. Mi corazón está rompiéndose
lentamente.
Después de varios minutos, la puerta se abre y él está más
tranquilo. Sus músculos parecen relajados. Se parece más a lo
que fue anoche, solo que una sombra oscura lo sigue.
—No podemos estar juntos, Noel. No soy el mismo
hombre que conociste, esta es mi vida ahora.
—¿Qué? —Mi voz se quiebra—. ¿Cuál es tu vida ahora?
¡Dime!
—Dolor… —Gruñe, moviéndose lentamente a través de la
habitación hacia el sofá y bajándose con cuidado—. Dolor y
drogas.
Los ojos aguamarina miran a los míos, como si me
estuviera desafiando a juzgarlo.
Me desplomo de rodillas a sus pies, sosteniéndolo,
rogando.
—Taron, solo déjame intentar…
—¡No! —grita, interrumpiéndome. Sus ojos se cierran y el
músculo de su mandíbula se flexiona mientras inhala
lentamente, exhala y me mira directamente a los ojos, con la
mandíbula apretada—. Quiero que te vayas a casa, Noel.
Quiero que te vayas.
Todo dentro de mí se desmorona.
—No puedo hacer eso. —Mi voz se rompe en mis
lágrimas, pero él agarra mis brazos con fuerza, arrastrándome
a mis pies.
—Sí puedes y es lo que vas a hacer.
—Estas hiriéndome. —Lágrimas corren por mis mejillas y
veo dolor reflejarse en sus ojos—. ¿Por qué estás haciendo
esto?
—Cuando vuelva no quiero encontrarte aquí. —Me suelta
con un pequeño empujón. Baja las cejas, y se da vuelta, yendo
hacia la puerta—. Encuentra a alguien que te merezca. Porque
ese no soy yo.
—Sí lo eres…
—NO. —Está en mi cara, su aliento caliente en mis ojos
cerrados—. No te quiero aquí.
Cada palabra es un latigazo en mi corazón que ya sangra.
—Se acabó, Noel. Vete. A. Tu. Casa

∞∞∞
Sentada junto a la ventana del avión, contemplo las nubes
grises que oscurecen el horizonte. Mi equipaje de mano
pequeño está en el compartimiento superior, en el exterior, me
veo como cualquier otro viajero. Pero en mi corazón, un
tornado ha aterrizado y está girando y demoliendo todo. Con la
velocidad del sonido, arrasando lo que encuentra a su paso,
arrancando árboles del suelo, enredando sus tentáculos
alrededor de mi alma y tirando de las raíces…
Mi hermano me rodea con el brazo y me lleva a casa desde
el aeropuerto. Mi visión está nublada por la tormenta que azota
mi pecho. No se detendrá hasta que todo esté destruido.
La casa está a oscuras. Mi hermano habla, pero no puedo
escuchar las palabras. Voy a mi habitación y cierro la puerta.
Réplicas
Noel

Me siento en la silla frente a mi ventana. Akela pone su


cabeza en mi regazo, pero no levanto la mano. El tornado ha
pasado por dentro, pero está en silencio.
No hay sobrevivientes.
Así que se deja caer al suelo a mis pies, esperando como
una esfinge, con los ojos fijos en la ventana por donde él ha
venido, protegiéndome como si supiera que no estoy aquí.
Dentro de mi pecho, el camino de la destrucción es de
kilómetros de ancho, astillado por todas partes, escrito por su
mano, con sus palabras. No puedo sentir los latidos de mi
corazón, sólo han quedado añicos. Una estepa seca donde mis
sueños una vez se volvieron verdes y prósperos.
Vacío.
Devastado y desgarrado.
El sol todavía sale, brillando a través de mis ventanas como
si nada ocurriera, como si el mundo hubiera olvidado lo que
una vez floreció aquí. Me queda desvanecerme como una casa
cubierta de enredaderas y sombras, mejores cosas para pensar,
cosas más felices para ver.
Por dentro hay silencio.
Mi hermano viene a mí. Su cara está preocupada mientras
se sienta a mi lado y toma mi mano. Él sabe que no soy la
misma. ¿Sabe que mi corazón está perdido?
Creo que dejó de latir.
Creo que fue destruido.
Mi cuerpo y mi alma.
—Tienes que levantarte, Noel. Tienes que seguir adelante.
—La voz de Sawyer me llama desde el otro lado de la espesa
bruma.
¿Yo? ¿Por qué?
Pasa más tiempo, no sé cuánto. Pierdo la cuenta de las
veces que aparece el sol en mi ventana, el sol indiferente. El
día odioso. La noche fría.
Mi mejor amiga viene. Ella me habla. Ella me ayuda en la
ducha y espera mientras muevo mis manos y brazos,
limpiando la suciedad invisible.
Me cepilla el pelo y me habla sobre la escuela y las
vacaciones. Ella habla sobre salir e ir a los partidos de fútbol y
de la ancianita a la que solía visitar.
Me he hecho vieja. Por fuera me veo igual, pero por dentro
estoy seca. Madera gris, quebradiza al tacto y cubierta de
telarañas.
Akela se queda a mis pies mirando la ventana. Esperando.
Leon me trae comida. Me habla sobre el clima. Él dice que
cuando no haga tanto frío, me llevará afuera. El aire cálido, el
sol me ayudará a sentirme mejor. Tiene miedo.
—Necesitas levantarte. —Leon se para frente a mí, enojado
como nunca lo había visto—. Esta no eres tú.
¿No lo soy?
Mi padre vivió por amor. Viví por este amor.
Esperé a que llegara, y cuando lo hizo, lo di todo.
Ahora se ha ido.
Leon se va enojado.
Mis ojos se dirigen a la ventana y el dolor clava en mi
pecho vacío. Este caparazón vacío todavía tiene la capacidad
de sentir.
Poniéndome de pie, voy hacia el cristal y lo deslizo para
abrirlo. Akela me sigue a mi lado mientras paso por la abertura
como un portal al pasado.
Caminando por el porche con los pies descalzos, bajo al
patio y salgo a la colina con los árboles que se extienden hasta
el cielo. Manos abiertas, extendiendo los dedos para alcanzar
el cielo.
El dulce aroma se ha ido, el aire es frío y seco.
Me quedo mirando la casa de mi papá.
¿Qué queda cuando pierdes algo tan precioso?
¿Algo insustituible?
Una brisa tranquila se mueve a través de los árboles,
deslizando mi cabello fuera de mis hombros. Akela se sienta a
mis pies y espera. Estiro los ojos para encontrar la respuesta,
para ver la curva en el camino por delante.
Todo lo que veo es negro.
—¿Papi? —Entrecierro los ojos en la oscuridad.
Quiero ir a él. Quiero estar libre de este dolor que me
destroza los huesos. Nadie me advirtió que el dolor podría ser
tan profundo. Nadie me dijo que no me entregara
completamente.
Yendo más adentro de los árboles, el frío se instala contra
mi piel. Encuentro el más grande para sentarme al lado, mi
espalda contra el tronco y dejo que se acerque.
La presencia de mi papá está conmigo aquí y cierro los
ojos. Su tristeza coincide con la mía. Él entiende mi pérdida.
Quiero tomar su mano e ir con él a un lugar de paz. Quiero ser
liberada de esta miseria.
—¿Noel? —La cara de mi hermano está afectada, en
pánico.
Me levanta de mis pies como una muñeca perdida en el
bosque. Mis pies descalzos cuelgan sobre sus brazos,
rebotando con cada paso. Él va rápidamente a mi habitación y
me acuesta en mi cama, apretando las mantas alrededor de mis
costados.
Él llama a alguien y espero que mi amiga venga. En
cambio, es la señora Jenny.
Su cabeza oscura está sobre la mía, sus ojos oscuros
severos. Ella me lleva al baño y me pone en la ducha y
mientras hago los movimientos, ella busca algo en los cajones.
—¿Cuánto tiempo ha pasado?
Estoy confundida mientras ella sostiene una caja de
tampones.
¿Cómo debería saberlo? ¿El tiempo ha pasado?
Se va y yo regreso a mi silla, mi perra vuelve a ponerse de
pie observando.
Más tiempo pasa, al menos eso creo.
Yo estaba con mi papá. Me iba a decir algo. ¿Qué era?
La señora Jenny ha vuelto. Caras preocupadas. Me toma
del brazo y me lleva al baño, girándome y sosteniendo un
palito de plástico en mi cara.
—Orina en este extremo.
Hago lo que ella dice, incluso si no tiene sentido. ¿No lo
sabe ella? Todo dentro de mí ha muerto. Lo arrancó todo de
raíz y puso sal en la tierra. Nada crecerá aquí.
De vuelta en mi habitación, estoy mirando a mi papá frente
a mí. Él entiende.
Me da permiso.
—¿Noel Aveline? —La señora Jenny está de vuelta a mi
lado, su voz fuerte y dominante—. Vas a ser madre, tienes que
superar esto. ¿Me escuchas?
Mi ceño se frunce y parpadeo una vez, dos veces. Giro
lentamente la cabeza para mirarla y algo me empuja el pecho
vacío.
—Levántate y ponte de pie. Tu vida tiene un propósito
mayor ahora.
¿Mamá?
La imagen de mi papá se desvanece. Despacio, despacio, se
deja llevar por el silencio y el aroma de mi madre está aquí.
En las alas más suaves, suaves como una mariposa, el amor
se desliza hacia abajo, como un suspiro del cielo.
Donde el tornado arrasó, dejando muerte y destrucción,
donde los cuerpos yacían esparcidos por el suelo, donde no
quedaba nada en pie, ahora el más pequeño aleteo de la vida
empuja a través del suelo.
Las nubes de tormenta comienzan a romperse y parpadeo a
través de la bruma. Una pequeña paloma que lleva la paz se
asienta en mi alma y por primera vez en mucho tiempo, salgo
a la luz.
Parpadeo varias veces y encuentro los ojos preocupados de
la señora Jenny.
Espera mientras miro a mi alrededor.
—¿Qué día es?
En la actualidad
Capítulo 20
Taron

—¿Estás seguro de que era heroína? —La mujer está


sentada frente a mí en su oficina, el cabello gris como
telarañas enhebrando la parte de atrás de su corta cabellera.
Está todo en silencio, mientras ella espera mi respuesta, el
único sonido es una fuente que gotea detrás de su escritorio.
He estado viniendo aquí mucho tiempo; una vez que acepté,
que moriría si no cambiaba mi comportamiento.
Una vez que decidí que no quería morir.
—Sé lo que era.
—¿Y no tenías ganas de tomarla? —Se mueve en su
asiento, alisando con su mano la parte delantera de su
chaqueta.
Mi mandíbula se tensa y la vergüenza es un nudo en mi
garganta.
—Lo consideré. Durante un minuto, me permití recordar
cómo era no sentir, desconectarme completamente del dolor.
—¿Y? —Sus ojos oscuros se centran en mí por encima de
sus pesadas gafas de carey. La fulminante mirada de la doctora
Charlotte Curtis, retándome a mentirle.
—Salí derechito por la puerta. —Me muevo en mi silla,
con cautela permitiéndome tener un momento de orgullo—.
Ver a mi amigo en ese estado, saber que era el final, el
resultado final, creo que me ayudó o al menos lo puso en
perspectiva.
—No minimices este logro. —Su tono es clínico, pero
sabiendo lo tacaña que es con cumplidos, hago una vuelta de
victoria mental—. Has avanzado mucho, Taron. ¿Sabes lo
difícil que es dejar una adicción a los opioides?
—No estoy planeando bajar la guardia. —La vergüenza de
lo lejos que me hundí hace seis años nunca deja mi cabeza.
Si alguna vez intento liberarme, nada más tengo que
recordar la cara de Noel. Sus lágrimas, su expresión
destrozada. Las cosas que le dije, la forma en que le grité.
Nuevamente, me muevo en mi silla, tratando de escapar de lo
que nunca puedo perdonar.
—¿La acupuntura te ayuda con la espalda? —La doctora
Curtis lee desde la pantalla de su computadora, sin sonreír.
—Creo que sí.
Sus ojos parpadean a los míos.
—No quiero que te automediques con alcohol. Más de seis
tragos a la semana es un consumo excesivo de alcohol. Dale
un descanso a tu hígado.
Mis labios se aprietan y asiento.
—Estoy pensando en dejar la ciudad —confieso.
—¿Ah sí? —Se recuesta en su silla, juntando los dedos
frente a sus labios—. ¿Alguna razón en particular?
Noel…
—Hace mucho tiempo que no me siento bien aquí. He
ganado más dinero del que puedo gastar el resto de mi vida.
Patton ya no me necesita.
A pesar de lo que él piensa… Por qué piensa que me
necesita, nunca lo sabré. Le debo muchísimo, pero él tiene que
liberarse del sentimiento de culpa por lo que nos pasó, pero es
tan injustificado.
—Me preocupa que no salgas con nadie. Eres un hombre
guapo.
—¿Doctora Curtis, está coqueteando conmigo? —Le
sonrío y ella niega con la cabeza.
—Ni se te ocurra, Taron Rhodes. Soy demasiado vieja. —
Ella se mece de nuevo—. Amor, compañía, estas cosas son
partes importantes de la experiencia humana. Son importantes
para tu recuperación a largo plazo.
Inhalo lentamente, me paro, caminando hacia su ventana
que da a las montañas humeantes. Se elevan, azul brumoso en
la distancia.
—Hace mucho tiempo, pasé un verano en una granja. Lo
siento, un huerto. —Recuerdo a una joven Noel
corrigiéndome, tan desenfadada y dulce—. Nunca he sido tan
feliz como en esos días.
Ella está callada, y cuando miro hacia atrás, me sonríe.
—¿Cómo se llama?
Sacudiendo mi cabeza, estudio las líneas en la alfombra.
—Fue hace mucho tiempo. Estoy seguro de que está casada
y tiene hijos.
Sawyer y yo enviamos correos electrónicos
ocasionalmente. Charlamos sobre nuestras vidas y a propósito
no pregunto por ella. No quiero saber si ella siguió mis
órdenes, no quiero saber que otro hombre la ama.
Soy un gilipollas egoísta, lo sé.
—Creo que un cambio de escenario te haría bien. Me
siento cómoda dándote de alta. Tienes mi número si necesitas
hablar.
—Gracias, doc. Por todo.
Ella se levanta, y yo tomo su mano extendida,
estrechándola con la mía. Siento que me estoy graduando de
nuevo, como si debiera obtener un certificado o algo que
pueda poner en un marco.
Lentamente cruzamos su impecable oficina hasta la puerta.
—No hablamos sobre el sueño. ¿Aún lo tienes?
Mis hombros se tensan. No es un sueño, más bien es una
pesadilla. Una adolescente que yacía muerta en el piso de una
casucha, con los ojos verdes mirando a la nada, mi bala
atravesando su pecho.
Ninguna cantidad de drogas podría matar ese dolor. Es un
pecado por el cual nunca encontraré la absolución.
—A veces, ocasionalmente.
Sus ojos severos cambian de científicos a amables, es algo
que no se suele pasar con Charlotte Curtis.
—Tienes que perdonarte, Taron.
—Lo sé. —Estoy bastante seguro de haberle dicho esas
palabras a Patton antes. Debería tatuarlas en mi pecho.
Lo cierto es que sólo tengo un tatuaje, el recordatorio de mi
agonía, del amor que nunca he dejado de sentir por Noel. Su
nombre está entintado sobre mi corazón, donde siempre estará.
Rompí mi corazón tan seguramente como rompí el de ella.
—Puede que te resulte útil este libro. —Se acerca a su
escritorio, garabatea rápidamente en un bloc de notas y arranca
la hoja superior. Mientras me lo entrega, lo presiona contra mi
palma—. No fue tu culpa, Taron. Cosas terribles suceden en el
cumplimiento del deber.
—Cierto. —Le doy una sonrisa tensa.
Nadie que diga eso lo ha vivido jamás. Estoy bastante
seguro de que tendré el recuerdo de esa niña conmigo por el
resto de mi vida.
Mientras tanto, conduzco de regreso a la oficina. Estoy
segurísimo de que a Patton no le va a gustar lo que tengo que
decir, pero he hecho todo lo posible para ayudar a establecer
una empresa sólida. Lo llevamos al siguiente nivel. Es una
corporación multimillonaria. Él cumplió su promesa y nos
hizo a todos asquerosamente ricos. Ahora quiero ver si hay
algo más para mí además de ganar dinero.

∞∞∞
—Tengo que decir que me sorprende saber de ti. —La voz
de Sawyer es inconfundible. El suena feliz—. ¿Todo está bien
en Nashville?
—Navegamos entre ríos revueltos, pero creo que estamos
saliendo.
—Cierto. —Su tono cambia—. Patton me lo dijo, es una
pena.
—Él va a estar bien.
—¿Y tú?
Un nudo se forma en mi garganta. Vergüenza, mi
compañera constante vuelve para atormentarme.
—Estoy bien, he estado limpio por algunos años.
—Me alegra oír eso. —Su voz es grave, pero no es por eso
por lo que llamé.
—Hemos contratado algunas personas nuevas. Estoy
pensando en tomar un descanso de Fletcher International.
—Por lo que escuché, tienes el dinero para hacerlo.
—Sí —me las arreglo para reír—. Intentamos convencerte.
¿Lo recuerdas?
—Esa vida no es para mí.
Mi estómago se contrae. No sé por qué esto se siente difícil
de decir.
—En realidad es por eso por lo que llamé, tampoco creo
que sea la vida para mí. Ya no.
—Me preguntaba cuándo llamarías para decirme eso.
Supongo que tenías tus razones para esperar.
No estoy seguro de lo que quiere decir.
—Sí, bueno, he estado pensando en ese verano en
Harristown… —He estado pensando en Noel—. El tiempo
que pasé en el huerto fue…
¿El mejor verano de mi vida?
—Caliente, agotador. —Bromea y me río.
—No todo fue tan malo.
—Me espera mucho trabajo el próximo año. Es hora de
rotar los árboles.
La bienvenida en su tono aumenta mi confianza.
—¿Qué significa eso?
—Significa que necesito ayuda. Los árboles de durazno
producen un máximo de veinte años, si tienes suerte. Estamos
en el año quince. Tengo que empezar a plantar nuevos y
eliminar los viejos. Es mucho trabajo.
—No le temo al trabajo duro. —Mi estómago se contrae
por la anticipación—. ¿La cabaña del capataz todavía está
vacía?
—La tendré lista para ti. —Se ríe.
—Dame unos días para arreglar todo aquí.
Quiero preguntar sobre ella, pero no lo hago. Me despido y
terminamos la llamada. Ver a Noel nuevamente es como
imaginarme el cielo sin poder tocarlo. Trato de pensar en lo
que diré, mi corazón late más rápido. ¿Cómo se verá ella
ahora? Quiero irme hoy, pero tengo que hablar con Patton.
Rápidamente le envío un correo electrónico pidiéndole
reunirse conmigo lo antes posible, luego me dirijo a mi
apartamento para comenzar a empacar.
Capítulo 21
Noel

Siete años.
Han pasado siete años desde que la señorita Jessica me dio
este viejo cobertizo y finalmente voy a abrir la puerta
principal.
Quedé embarazada, abandoné la universidad durante un
año para tener al bebé, volví a la escuela, me gradué y además
cursé una maestría.
Ahora finalmente voy a tener una tienda como tal.
Tan pronto como me deshaga de las ratas.
Akela está justo a mi lado, con las orejas levantadas. Sus
hombros se erizan como si sintiera los roedores que acechan al
otro lado de la puerta desvencijada.
Aprieto los dientes, entrecierro los ojos y alzo la escoba
más alto. Mi corazón late en mi pecho, es ahora o nunca.
Colocando mi bota directamente en el centro de la puerta, le
doy un fuerte empujón mientras grito.
—¡Que no haya ratas!
Como si eso hiciera una diferencia.
Salto hacia atrás y la puerta apenas se mueve una pulgada.
Todo está tranquilo.
Mis hombros caen con mi exhalación, pero vuelvo a reunir
mi coraje.
—Está bien, chica. Esta vez vamos a entrar.
Akela brinca de lado a lado y le acaricio la cabeza. Doy un
paso adelante, lista para patear, y ella reanuda la postura de
ataque.
Mi bota contra la madera, empujo más fuerte, gritando una
vez más—: ¡Por favor, dios, que no haya ratas!
La puerta se abre de golpe, rebotando en la pared y yo salto
hacia atrás.
De nuevo, no pasa nada.
El interior está en silencio.
—Darcy Hayes dijo que no importa lo talentosa que seas.
Dijo que a los jueces lo único que les importa es tu vestido, tu
cabello y cómo sonríes. Y cómo caminas. —Una niña de
metro diez de estatura y con la cabeza coronada de rizos
dorados camina detrás de mí, sin siquiera detenerse para
respirar.
—Tara Dove. —Mi voz es sorprendentemente tranquila—.
Te dije que te quedaras en la casa.
—¡Tengo que conseguir patrocinios, mamá, Darcy Hayes
dijo que su tío Digger ya le ha comprado tres anuncios de
página completa!
Doy un paso adelante con cuidado, alumbrando con mi
linterna los pisos de madera del viejo cobertizo. Están
cubiertos de una capa de polvo tan espesa que parecen grises
en lugar de marrones.
—Digger Hayes siempre ha sido un presumido. —Camino
hacia una gran caja de cartón en el medio de la habitación.
Escucho jadear a mi hija.
—Ella ya me lleva mucha ventaja, y ni siquiera puede
cantar You Are My Sunshine.
—Dove. —Me detengo para enfrentarla—. Falta más de un
año para el concurso, tienes mucho tiempo para vender esas
po…patrocinios.
Me mira con esos ojos aguamarina que nunca dejarán de
parecerse a los de su papá, haciendo un puchero
—Darcy dijo que odias el concurso porque no ganaste.
—Por todos los… —Sacudiendo mi cabeza, le doy una
patada a la caja con mi bota—. No me gustan los concursos
porque son solo un montón de opiniones. No son la realidad.
O en el caso del certamen de la princesa del festival, la
cuenta bancaria de la concursante.
Le doy un empujoncito a la pesada caja, esperando ver qué
pasa después. Hasta ahora, parece que las historias sobre que
este lugar estaba infestado de ratas fueron puras
exageraciones.
—¿Por qué estás aquí, mamá? —Dove camina hacia un
viejo escritorio que se amontona contra la pared—. Mi tío
Sawyer dijo que se encargaría de limpiar.
Sintiendo alrededor de las paredes, mis dedos aterrizan en
un interruptor de luz. Lo giro hacia arriba y hacia abajo, pero
no pasa nada.
—Tu tío Sawyer ya tiene suficiente con plantar todos esos
durazneros. Soy perfectamente capaz de…
¡aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Un ratoncito blanco cruza el espacio haciéndome gritar y
saltar sobre el escritorio. Akela ataca después de eso,
deslizándose hasta detenerse en la grieta en el piso.
—¡Un ratón, mamá, un ratón! —Dove grita lo
suficientemente fuerte como para romper el vidrio, y salto y la
agarro a mi cadera, agarro la linterna nuevamente y me dirijo
hacia la puerta—. ¡Era Angelina Ballerina!
—Creo que dejaremos que Sawyer venga a poner algunas
trampas esta noche.
Mi hija se retuerce en mis brazos, mirando hacia atrás con
los ojos redondos.
—¿Si mi tío Sawyer atrapa el ratón, puedo tenerlo en mi
habitación?
—Los ratones no viven en las casas con la gente.
—Ese sí.
La cargo en mi cadera, sostengo su mano mientras
caminamos cuesta arriba hacia la casa, Akela corre junto a
nosotras. Sólo damos unos pasos antes de que Dove comience
a saltar.
Miro hacia abajo a sus brillantes rizos rubios y sonrío.
—¿Qué te hace pensar en el concurso?
—Hoy entregaron formularios de patrocinio en clase. La
señorita Jenny dijo que todos necesitamos participar. Es una
tradición.
—No estoy segura de eso. —Levantándola debajo de los
brazos, la ayudo a subir los escalones traseros a la cocina, uno
por uno.
—Dijo que mi abuela ganó todos los concursos. ¿Es eso
cierto?
—Es verdad.
—¿Me parezco a ella?
—Un poco. —No esperaba esa pregunta.
—¡Vivaaaaaaaaaaaaaaaaaa! —Ella bombea su pequeño
puño sobre su cabeza mientras sale corriendo por la puerta. Un
desvío rápido y corre directamente hacia mi hermano parado
en la barra—. ¡Leon está en casa!
Ella arroja sus brazos alrededor de sus piernas, y él la
empuja sobre su cadera.
—Hey, cabeza de chorlito. ¿Cuánto es tres por tres?
—¡No soy una cabeza de chorlito! —chilla mi hija—.
¡Nueve!
—¿Cuánto es cuatro por cinco?
—¡Veinte!
—¿Cuánto es seis por…? —Él la mira por el rabillo del ojo
y los de ella se abren de par en par—. ¿Siete?
Dove cierra los ojos y grita—: ¡Cuarenta y dos!
—Sí —se ríe—. ¿Quién dijo que las chicas no son buenas
con los números?
—¡Nadie! —Dove sostiene su cuello mientras él la hace
saltar entre sus brazos. Le doy un rápido beso en la mejilla.
Leon la pone tan hiperactiva.
—Hola, bicho raro. ¿Qué tal tu día?
—Bien. ¿Ya está la cena? Me muero de hambre.
—Siempre estás muriendo de hambre. —Voy al
refrigerador y saco una bolsa de plástico con tres filetes
marinados adentro—. Creo que tienes lombrices.
—¿Mi tío Leon tiene gusanos? —Dove arruga su nariz.
—Te los voy a pasar.
—¡Qué asco! —Chilla y corre hacia la sala. Corto
zanahorias, apio, espárragos y papas rojas y las pongo en la
sartén de hierro en uno de los fogones. Es la misma receta que
he estado haciendo durante años, pero trato de cambiarla un
poco.
—¿Dónde está Sawyer?
—Está hablando con Deacon sobre comprar árboles y esa
mierda.
—¡Leon! —Siseo, pero la música de un arpa y flautas
tocando el tema de Angelina Ballerina suena fuerte en la sala.
—Ella no nos está escuchando.
—No importa, ten cuidado con lo que dices. —Le doy un
pellizco y regreso a la estufa, moviendo todo al horno.
Deacon Dring se ha convertido en nuestro asesor financiero
desde que regresó de Dallas. Mindy es la única que conoce
toda la historia del hombre guapo que sigue regresando a
nuestra ciudad. Sólo sé que él da buenos consejos financieros,
me ha ayudado varias veces con mi negocio.
—Necesito que ponga algunas trampas en el viejo
cobertizo.
—¿Finalmente estás concentrándote en tu sueño? —Sus
ojos color avellana se suavizan, aunque trato de mantener a
Leon como un niño en mi cabeza, sé que es un hombre de
veintidós años.
—Nunca me di por vencida, pero tenía prioridades. Cuidar
los asuntos más importantes antes de que pueda volver a
resolverlos.
—Prioridades. —Él asiente, con una pizca de sonrisa en su
voz—. Menuda prioridad.
Observamos en el catálogo las variedades de durazneros y
cuánto tiempo tardarán en enviarse, ya sean de raíz pelada o
envueltos en yute.
—Podemos plantarlas casi en cualquier momento, pero
creo que quiere preparar el suelo por ahora y esperar hasta
principios de abril.
Estoy a punto de mencionar la tienda cuando mi hermano
mayor entra por la puerta.
—Huele bien aquí.
—¡Oh! —Regreso a la estufa y saco del horno la sartén
chisporroteante de carne, papas y verduras—. La cena está
lista para cuando quieran.
Nos sentamos a comer, Dove comparte su bistec conmigo.
—Mi mamá vio un ratón en el viejo cobertizo y gritó muy
fuerte. ¡Akela intentó comérselo!
Sawyer le sonríe cálidamente y luego me mira.
—Voy a poner algunas trampas antes de irme a la cama esta
noche.
Quiero decir que no tiene qué, pero decido dejarlo esta vez.
Después de haber comido, Dove ayuda a Leon a limpiar los
platos y a cargar el lavavajillas. Sawyer sale al porche y yo lo
sigo, mirando las colinas del huerto, la tierra de nuestra
familia.
Sé que este trabajo le pesa bastante. Va a requerir una gran
inversión inicial y establecer una nueva cosecha tiene su
propio conjunto de riesgos y problemas. Sin mencionar la
necesidad de manos adicionales.
—¿Deacon encontró en nuestros libros la opción de
contratar a alguien de tiempo completo?
Él me mira y pone un fuerte brazo alrededor de mis
hombros.
—Es interesante cómo las cosas parecen solucionarse con
el tiempo. A veces se siente como providencia divina.
Eso me sorprende. Mi hermano nunca ha sido
particularmente espiritual.
—¿Qué quieres decir?
—Encontré a alguien que trabajará por alojamiento y
comida.
—¿Quién? —le pregunto llena de curiosidad.
La puerta se abre y mi pequeño torbellino sale corriendo al
porche.
—¡Mamá, ya me lavé los dientes, es hora de dormir!
Ella toma la mano de mi hermano y le da un tirón. Él la
levanta y ella lo abraza con fuerza.
—Buenas noches, tío Sawyer.
—Buenas noches, mi pequeña niña. —La gran mano de
Sawyer acaricia su pequeña espalda y el calor llena mi pecho.
Sus ojos se encuentran con los míos—. Podemos hablar de eso
mañana, descansa.
Dando un paso adelante, beso su mejilla y tomo a mi niña
de sus brazos. Se menea y me lleva a la casa, donde nos
acurrucamos como siempre con un libro de Angelina Ballerina
y su ratón de peluche.
Dove se acurruca más abajo en las mantas a mi lado y
descansa la cabeza en mi brazo, pasando el dedo por un rizo
dorado. Como siempre, estoy sorprendida por ella. Ella
cambió mi vida. Ella me salvó la vida.
Cuando mi corazón se estaba desgarrando, ella vino y me
trajo la paz.
Ella calmó la tormenta y trajo la luz del sol.
Toda la felicidad y el amor que disfrutamos ese verano está
encerrada en su pequeño cuerpo. Incluso con esos ojos
aguamarina que a veces despiertan el dolor dormido en mi
pecho, me llenan de alegría.
Mis ojos se cierran y el sonido de su respiración me lleva a
las arenas del sueño.
Capítulo 22
Taron

La oficina de Patton es mi última parada antes de salir de la


ciudad.
Se sienta detrás de su enorme escritorio de caoba vestido de
pies a cabeza de Armani, cada vez más irritado con cada una
de mis palabras. De hecho, he visto a hombres mayores que yo
sudar bajo la mirada intimidante de Patton Fletcher.
Pero no soy uno de esos.
Le doy las buenas noticias primero.
—El contrato de Dubai llegó durante la noche. Sandra ya
se ha encargado de archivar todo en el sistema.
La gerente de nuestra oficina, Sandra, ya sabe lo que viene.
Predijo un terremoto, pero Patton y yo nos conocemos desde
hace demasiado tiempo.
—¿Por qué siento que me vas a salir con algo más? —Se
inclina hacia atrás, cruzando un tobillo sobre su rodilla.
—Porque eres bueno en lo que haces. —Me muevo en la
silla de cuero, tratando de mantener el ánimo ligero—. Es mi
último día, Patton. Hablé con Sawyer y renuncio a partir de…
Se levanta de su silla, claramente irritado.
—No vas a ninguna parte. No acepto tu renuncia.
De pie, exhalo lentamente.
—Ya está hecho, Patton. Ya no puedo hacer esto. Ni física,
ni mentalmente.
—¿Se trata de tu espalda? Te ofreceremos la mejor terapia
física, un escritorio de pie, lo que necesites. Cárgalo a la
empresa.
—No se trata de eso. —Al acercarme a la ventana, recojo
una foto enmarcada de los cuatro. Nos vemos tan jóvenes—.
No me necesitas, hermano. Y tengo que ver si hay alguna
posibilidad…
—¿Se trata de Noel?
Echo un vistazo por encima del hombro y no tengo que
decirle que sí. Poniendo la foto de nuevo, extiendo la mano
para estrecharle la mano.
—Lo siento, Patton.
Pasan varios segundos. Siempre hace lo mismo, frunce el
ceño para intimidar a la gente, pero supongo que ve algo en
mis ojos, la verdad. Estoy decidido a irme.
Con una exhalación profunda, me da la mano a
regañadientes, sé que va a estar bien. Raquel es energética e
inteligente, y le importa mucho más este trabajo que a mí.
Antes de irme, considero cambiar mi Tahoe por una
camioneta, pero no quiero perder más tiempo. Llevo cuatro
horas en coche, entre Memphis y Little Rock, cuando suena el
teléfono en el coche.
Remington Key aparece en el tablero y toco el botón de
respuesta en mi volante.
—¿Remi, qué pasa?
—¿Qué es eso de que te fuiste de Fletcher? —La voz
amistosa de nuestro socio inversor llena la cabina.
Remi y yo nos hicimos amigos después de que él y su
compañero Stephen Hastings pusieron el capital inicial para
llevar la compañía de Patton a todo el mundo. También es un
veterano de la marina, así que nos caímos bien desde el
principio. Ambos somos mucho más relajados que nuestros
socios.
—Me dirijo hacia el sur. A ver si hay más en la vida que la
rutina.
—Y dejándome solo con Stephen y Patton. Podrían
matarse entre ellos.
Me rio de la idea.
—Apuesto a que lo resuelven, además Raquel se quedó a
cargo, te va a caer bien. Ella mantendrá a Patton a raya.
—Ya la conocí y me cae muy bien. ¿Ahora dime qué hay
detrás de esta deserción?
Él me agarra en el acto. Sólo he pensado en esto en mi
cabeza, y decirlo en voz alta me hace sentir cohibido.
—Demasiados malos recuerdos en Nashville. —Mis ojos
viajan a lo largo del camino y mi mente se llena de imágenes
de brazos suaves, cabello sedoso, besos entre sábanas blancas,
todo lo que tuve ese verano—. Espero que todavía haya algo
mejor para mí aquí en el sur.
Es una posibilidad remota, pero voy a jugármela.
—¿En la granja?
—Es un huerto, pero sí.
Él se queda en silencio por un momento, luego vuelve a
hablar tranquilamente—: No puedo decir que te culpo. Es muy
bonito.
—No sabía que conocías el lugar.
—Patton me mostró algunas propiedades de inversión en el
lago D’Arbonne. Mientras estábamos allí, nos detuvimos para
ver al otro amigo de ustedes.
—Sawyer, es un buen hombre.
—Así es y su sobrina es un personaje, esos días estaba
extrañando mucho a mis chicas, pero ella me mantuvo
ocupado.
—¿Sobrina? —Mi estomago se tensa—. No sabía que tenía
una sobrina.
—Es la hija de su hermana Noel, debe tener seis años.
Me arde el pecho y noto que he acelerado casi hasta ciento
cuarenta. Al soltar el acelerador, me doy cuenta de que ni
siquiera estoy escuchando a mi amigo mientras mi mente
recorre todas las posibilidades. ¿Digger? El pensamiento hace
querer detenerme y vomitar.
Me sintonizo y me doy cuenta de que Remi se está
despidiendo.
—…te deseo lo mejor, compadre.
—Gracias hombre. Estaré en contacto.
Termino la llamada y mis puños se aprietan en el volante.
Las cuatro horas restantes del viaje son como moverse a través
de arena movediza. Juro que parece que he atravesado un
maldito portal y el tiempo se ha ralentizado. Me atormentan
las imágenes de Digger con sus brazos alrededor de mi chica.
Si ella está casada con él, si tienen un bebé, no sé qué voy a
hacer.
Es pasada la medianoche cuando finalmente doy vuelta en
la carretera que corre a lo largo del huerto hasta la casa. Mi
camioneta no hace ruido cuando me detengo detrás de la
cabaña del capataz.
La puerta está abierta y, como prometió, Sawyer ha dejado
el lugar listo para mí. Al entrar, el olor de los libros viejos y la
loción de durazno trae de vuelta los recuerdos. La silla está
frente al pequeño televisor de pantalla plana. Todo está igual.
La luz del poste al otro lado del patio brilla a través de la
ventana hacia la cama doble, todavía puedo ver a Noel allí,
hermosa como la puesta del sol, su cabello oscuro colgando
largo y sedoso sobre sus pequeños senos. Los ojos dorados me
mirarían llenos de tanto amor. El dolor se retuerce en mi
pecho.
Girándome, me detengo antes de cerrar la puerta y mirar
hacia la casa. La ventana de su habitación está oscura,
probablemente ya no viva aquí.
¿Realmente creía que nada cambiaría en casi siete años?
¿Qué tengo en la cabeza?
Cerrando la puerta, voy a la cama y me siento.
—¿Qué mierda estoy haciendo aquí?
Me quito las botas y me quito la ropa, me arrastro entre las
mantas y me quedo dormido por el cansancio.
∞∞∞
Mis ojos se abren con el sol que entra por la ventana y el
delicioso aroma del desayuno que flota en el aire. Cualquier
otra cosa que haya cambiado, todavía huele como ese verano.
Me siento en la cama, me duele la espalda, manejé durante
ocho horas ayer. Me pregunto si estoy a la altura del trabajo
que prometí hacer para Sawyer. Moviéndome por la pequeña
cabaña, me pongo mis jeans y una camiseta de manga larga,
me calzo las botas. Ahora tengo el pelo más largo y uso los
dedos para peinarlo hacia atrás, pegándome una gorra en la
cabeza.
En Nashville, regresar parecía un sueño. En realidad, se
siente como una tontería.
¿Por qué pensé que ella todavía estaría esperando por mí
después de lo que hice?
Una ráfaga de aire frío me golpea afuera.
—Mierda. —Me regreso para agarrar mi chaqueta.
Cuando finalmente llego a la puerta de atrás, escucho sus
voces. Me detengo, mirando dentro antes de abrirla. Noel es lo
primero que miran mis ojos.
Ella está usando unos pantalones de chándal color borgoña
que cuelgan de su pequeña cintura y sigue siendo tan hermosa.
Una vez más, está estirándose demasiado alto por encima de
su cabeza por un plato y la camiseta blanca de manga larga
que lleva puesta se levanta, dándome un vistazo de su
estómago. Mi aliento se queda quieto al ver su piel oliva.
Recuerdo haberle puesto la boca encima. Recuerdo el día que
cayó en mis brazos como un ángel del cielo.
Leon se detiene detrás de ella para bajar el tazón y un plato.
—Gracias. —Se gira hacia la estufa, su cabello en una
coleta con los extremos rozando sus hombros.
Una pequeña voz, supongo, es que la sobrina de Sawyer
rompe la escena.
—Quiero patinar sobre hielo. ¿Tío Leon, me llevarás a
patinar sobre hielo?
La voz de Leon es más profunda de lo que recuerdo.
—Me pregunto si ese viejo estanque en la propiedad de
Hayes alguna vez se congela.
—Si hace suficiente frío. —Sawyer está en la mesa
mirando su teléfono—. El estanque se congela, pero la
corriente es más fuerte en el invierno.
—Me sorprende que no esté congelado durante todo el año.
Mis nueces casi se cayeron la última vez que entré allí.
—¡Quiero nueces, pecanas por favor! —La niña levanta la
mano y yo me río.
—Estas nueces no se comen, bebé. —Noel golpea la parte
posterior de la cabeza de Leon y él se agacha para intentar
esquivar el golpe.
—No me maltrates, mujer.
—Voy a ver si planean poner una pista de patinaje sobre
hielo en el coliseo de Shreveport. —La voz de Noel es un poco
más baja, aún con esa leve raspadura que la hace sonar tan
sensual.
El recuerdo vuelve, ese día a la deriva a mi mente y mi
estómago se tensa. Mi corazón late en mi pecho cuando
alcanzo la puerta. Esta es la mejor o la peor decisión que he
tomado.
—¿Taron? —Sawyer me ve primero—. ¿Cuándo llegaste?
Se levanta de su silla y rodea la mesa para saludarme.
—Tarde, después de medianoche. Gracias por tener la
cabaña lista.
El sonido de algo rompiéndose me interrumpe.
—Oh, mierda… —Noel se pone en cuclillas al lado de la
barra limpiando huevos rotos por todo el piso. El cartón está
encima de ellos.
—Mamá, dejaste caer todos los huevos y dijiste una mala
palabra… —La niña se para en su silla y pone la cabeza al
nivel de mi pecho.
—Dove, quédate allí. —Noel no me mira, pero la niña sí.
—¡Hola! —Me sonríe.
Me vuelvo hacia ella y se me hace un nudo en la garganta.
Todo el aire parece ser sacado de la habitación mientras la
miro, ella tiene unos ojos aguamarina imposibles de no
reconocer. Están bordeados de pestañas gruesas y su cabello es
rubio dorado, al igual que el de mi madre.
Extendiendo la mano, sostengo la pared, tratando de
detener el ataque de emoción. Esta niña, las palabras de Remi
dan vueltas en mi cabeza. Debe tener seis años.
Seis años…
Mis ojos vuelven a Noel, ella está de pie, con la caja de
cartón en sus manos, sus ojos ámbar abiertos de par en par.
—¿Ella es…? —Mi voz se rompe al terminar la frase.
Sus labios carnosos se separan como si fuera a hablar. En
cambio, su barbilla se inclina ligeramente en un movimiento
de cabeza.
Doy un paso atrás, agarro la manija de la puerta y bajo los
escalones. Necesito recuperar el aliento. Necesito procesar
esto.
Las imágenes de la noche en que ella vino a mí hace tantos
años se estrellan en mi cabeza. Estaba tan roto, tan jodido y
drogado todo el tiempo. Oxy era lo único que mantenía a raya
el dolor, lo único que ahogaba los recuerdos de la chica
muerta.
Era un jodido adicto. Le escribí a Noel una carta
probablemente incoherente diciéndole que todo había
terminado entre nosotros. No podía soportar la idea de que ella
me viera de esa manera, amándome cuando me había alejado
tanto de lo que quería ser para ella.
Aun así, ella apareció en mi puerta. Debería haber sabido
que lo haría.
Un beso y todos los meses de añorarla, necesitarla, soñar
con ella volvieron rápidamente. No pude evitarlo. El dolor fue
consumido por el deseo. Hicimos el amor. ¿Una vez? ¿Dos
veces? Su cuerpo era tan hermoso. Era la luz que brillaba en
toda esa oscuridad.
Parado en un árbol, extiendo la mano para sostener el
tronco mientras las olas de emoción me golpean en el
estómago. ¿Una hija?
Trato de imaginar a Noel tan joven, tan hermosa cargando a
mi bebé. Trato de imaginar cómo debe haber sido para ella
estar sola. Trato de imaginar un mundo donde todo no se
derrumbó.
La voz de Leon corta mi espiral.
—Te dije que te iba a tumbar los dientes.
Levantando la barbilla, veo que el niño que tanto me
agradaba se ha convertido en un hombre. Un hombre con ira
ardiendo en sus ojos hacia mí por debajo de una ceja baja.
—Leon —le digo.
—Te dije que, si lastimabas a mi hermana, te tumbaría los
dientes y la lastimaste. Mucho.
Me estremezco ante sus palabras, odiando lo que
significan.
—No voy a pelear contigo, Leon.
—Sé que tienes movimientos especializados de la marina o
lo que sea, pero puedo defenderme.
Sí, pero lo que quiere no va a suceder.
—Lamento haberte decepcionado. Daría cualquier cosa por
regresar y cambiar el pasado.
—Nunca he visto a mi hermana así. No pensé que iba a
salir de eso hasta que llegó Dove. —La niña … Mi hija—. No
dejaré que la lastimes de nuevo.
—No la lastimaré de nuevo. —Mi voz es segura y mis ojos
se encuentran con los suyos.
—Tienes razón, porque no te lo voy a permitir.
Los hombros anchos estiran la sudadera que lleva puesta, y
aunque no es tan alto como yo, está claramente en buena
forma. Él se lanza, golpeando mi costado con su hombro,
brazos alrededor de mi cintura. Apenas tengo tiempo de
prepararme para el golpe, un gruñido sale de mis pulmones
mientras lo agarro.
El dolor brota de mi vieja herida, casi cegándome.
—Leon —grito, haciendo mi mejor esfuerzo.
—¡Ya basta! —La voz de Sawyer es fuerte a mi lado—.
¡Leon, suéltalo!
Agarra a su hermano por los brazos y lo aleja de mí.
—No te metas, Sawyer. Este gilipollas me las va a pagar.
—¡Dije que lo sueltes! —Sawyer se da vuelta, empujando a
Leon en la dirección opuesta a la mía—. Vuelve a la casa y
cálmate.
Todos respiramos con dificultad y Leon le grita a su
hermano—: ¿Vas a dejar que regrese aquí después de lo que
hizo?
Estoy sosteniendo mi costado, apoyando mi espalda contra
el árbol, tratando de respirar.
—No sabes toda la historia, Leon. —Sawyer se interpone
entre nosotros, bloqueando mi vista.
—Sé lo suficiente. Sé lo que le hizo a Noel.
—Hay más que eso. Mucho más. Cosas que espero que
nunca tengas que entender o experimentar. —El tono de
Sawyer es serio, pero Leon hace un ruido de disgusto antes de
girar y pisotear colina abajo.
Bajando la cara, me froto la frente con los dedos.
—Él tiene razón. No debería haber vuelto.
—Hablaré con él. —Sawyer se acerca y me toma del brazo
—. ¿Estás bien?
—Lo estaré.
—Tenías razón al venir aquí. Necesitas conocer a tu hija y
ella necesita conocer a su papá. —
—¿No quieres molerme a golpes tú también? —Sólo estoy
bromeando, en parte.
La furia que venía de Leon era poderosa, confirmando mis
peores temores. Todo lo que recuerdo de aquella noche con
Noel es verdad. Estaba tan jodido. La lastimé mucho.
—Los demonios con los que luchamos eran fuertes, casi
demasiado. —Nuestros ojos se encuentran y él me da un
apretón en el hombro—. Pero fuiste más duro que ellos. Los
venciste y estás aquí.
—Perdí lo que más importa.
—Tal vez no.
Lentamente comenzamos a bajar la colina hacia la casa, el
dolor en mi espalda comienza a disminuir, pero me ha
quedado una leve cojera.
—Daría cualquier cosa por que tengas razón.
Hace una pausa, mirando hacia el camino por delante.
—Todo el mundo merece una segunda oportunidad.

∞∞∞
Dove todavía está en la cocina cuando regreso a la casa.
Está de pie en una silla, inclinándose sobre la mesa con un
ratón de peluche marrón con un vestido verde a su lado. Por un
minuto la veo tan concentrada en lo que está haciendo.
Su ceño está fruncido y su nariz se levanta al final. Esa
cabecita llena de cabello rubio. Ella es perfecta.
Me acerco y el piso cruje, se sienta en la silla y me mira
fijamente por un momento.
—Mi mamá dice que, si ves a alguien que necesita una
sonrisa, deberías darle una tuya. —Me sonríe y un pequeño
hoyuelo aparece justo debajo de su boca, como el de su madre.
Y así de rápido, me roba el corazón.
—¿Necesito una sonrisa?
—Creo que sí. —Todavía está sonriendo, mostrando sus
dientes de leche—. ¿Cómo te llamas?
—Taron.
—Eso suena como mi nombre. —Se para en la silla y
comienza a colorear nuevamente—. ¿Te gusta colorear?
—Por supuesto. —Me siento a su lado, tomo el crayón azul
y empiezo con el abrigo de un ratón con gafas—. ¿Cómo te
llamas?
—Tara Dove Noel LaGrange. —Lo dice como si estuviera
leyendo un guion, asintiendo con la barbilla al pronunciar cada
palabra.
—Ese es un nombre bonito. Me gusta Tara.
—Es por mi papá. Mi mamá me dijo que es un príncipe
guapísimo, dijo que es por eso por lo que tengo los ojos azules
cuando los de ella son marrones.
Un destello de emoción aprieta mi pecho.
—¿Dónde está tu mamá?
—Abajo en su nueva tienda. —Hace un gesto de disgusto,
arrugando la nariz, es adorable—. No es realmente nueva. Es
muy vieja, pero mi mamá dice que será lo mejor que haya
visto cuando termine de arreglarla. Le dije que ya he visto
mucho.
—¿Ah sí? —Quiero reír. Quiero atraerla hacia mí y
abrazarla. Quiero que Noel esté aquí para poder sostenerlas a
ambas en mis brazos. Es un sueño que no merezco tener y me
duele hasta los huesos.
—¿Eres un príncipe?
—No. Nunca he sido un príncipe. —A pesar de lo que su
madre solía decir.
—Tengo muchas ganas de conocer a mi papá.
Mi estómago se contrae, no estoy seguro de qué hacer con
esto. ¿Cómo le decimos la verdad a esta hermosa niña?
La veo rellenando un tutú rosado en la página.
—¿Qué pasa si tu mamá estaba imaginándoselo y tu papá
no es un príncipe?
—Claro que lo es. —asegura levantando las cejas.
Dejo el crayón azul y agarro uno café, comenzando el
tronco de un árbol.
—¿Qué pasa si él es un hombre normal, como tú tío
Sawyer?
Ella deja de colorear y hace un puchero con su boca tan
bonita, pensando.
—¿Es un héroe? Mi mamá dice que el tío Sawyer es un
héroe.
Mi sueño de ganar el amor de Noel, de ser lo
suficientemente bueno como para merecerla, impregna mi
mente y me aprieta la garganta.
—Él quería ser un héroe, pero sucedieron cosas malas. Fue
a un lugar realmente oscuro.
—¿Como el príncipe Phillip?
—No lo conozco.
Sus ojos se ponen serios.
—Él estaba atrapado en un calabozo oscuro, pero
Merryweather, el hada, lo ayudó a escapar. Luego tuvo que
cortar grandes arbustos espinosos y luchar contra un dragón
antes de poder llegar hasta donde estaba la Bella Durmiente y
salvarla del malvado hechizo.
—Eso es bastante denso. —Considero los aspectos
metafóricos de su historia y me imagino que puedo trabajar
con esto—. Él tenía que hacer algo así, pero eso no lo
convierte en un príncipe.
Su cabeza se inclina hacia un lado.
—¿Es un buen hombre?
Dejo el crayón y acaricio su pequeña espalda mientras me
levanto. Quiero explicarle todo. Quiero decirle que a pesar de
que nos acabamos de conocer, cortaría espinos y pelearía con
un dragón por ella. Quiero decirle que soy su papá y que la
amo.
—Está trabajando en mejorar.
Ella asiente, volviendo a su dibujo—: Creo que eso es
suficiente.
Capítulo 23
Noel

Debería haber una alerta de tornado antes de que Taron


Rhodes apareciera en mi cocina.
Cualquier tipo de aviso hubiera servido.
En cambio, entró por la puerta como una versión sexy del
fantasma del pasado y mi corazón volvió a detenerse por él.
Y rompí todos los huevos.
Mi cara brilló caliente y fría, y por un momento, pensé que
podría seguir a los huevos al piso. No me desmayé. De alguna
manera, me quedé de pie.
Luego echó un vistazo a nuestra hija, no hay necesidad de
una prueba de paternidad para saber de quién es Dove. Ella es
una fotocopia de su padre desde el día en que hizo su aparición
en este mundo.
Cuando me miró de nuevo, la pregunta en sus ojos no era
realmente una pregunta. Respondí en silencio y su expresión…
Al menos los dos nos quedamos sin aliento.
Él salió tambaleándose por la puerta con mi hermano
menor pisándole los talones. Leon despegó como de una casa
en llamas, pero Sawyer dudó, mirándolos por la ventana.
—¿Sabías que él vendría? —Mis manos tiemblan, pero
mantengo mi voz firme.
—¿Quién es él? —Dove me estudia, pero logro sonreír.
—Él es un viejo amigo de tu tío Sawyer. —¿Cómo podría
hablarle de su papá, así como así?
Esa explicación la satisface, al menos temporalmente, así
que vuelve a colorear a Angelina Ballerina.
Regreso con mi hermano.
—¿No pensaste que esto era algo que deberías haberme
dicho?
—Llegó antes de lo que esperaba. —Sawyer se levanta y
va hacia la puerta—. Será mejor que vaya a calmarlos.
Pongo un panecillo en un plato y vierto sémola de maíz en
un tazón para Dove.
—Toma, nena, desayuna que tengo que ir a trabajar en mi
tienda.
—¿No vas a desayunar? —Su ceño se frunce.
—Comeré algo más tarde. Te quedas aquí en la casa.
Agarro algunos alimentos del refrigerador y me voy,
necesitando alejarme para decidir qué hacer al respecto.
Más de una hora después he barrido el suelo, las paredes, la
repisa sobre la pequeña chimenea. Hay telarañas por todas
partes, es casi simbólico.
Barro y barro y barro. Mis entrañas tiemblan y se sienten
como hechas de vidrio. Pensé que ya había superado esto, pero
las lágrimas corren por mis mejillas y me cubren la cara con
agua salada. Uso mi manga de la blusa para limpiarlas. Como
resultado, probablemente tengo suciedad en toda la cara.
Akela está aquí conmigo, sentada en la puerta y observando
cada uno de mis movimientos.
Casi esperaba que corriera tras él. Ella siempre quiso
mucho a Taron, pero no, mi fiel perra permanece a mi lado,
haciendo guardia como siempre.
—Por supuesto que él simplemente aparecería sin una
palabra o una advertencia. —Mi voz tiembla mientras hablo.
No sé si es por lo vigorosamente que estoy limpiando o por lo
fuerte que estoy temblando en mi interior… o ambas—. ¿Qué
crees que ha venido a buscar?
La cabeza de Akela se inclina hacia un lado y me pregunto
qué diría.
Mi escoba golpea algo ruidoso y metálico. Otra rata muerta
en una trampa.
Miro el cadáver marrón y flácido.
—Conozco el sentimiento, amigo.
Usando la escoba, lo saco por la puerta trasera hacia la
pequeña pila en la hierba. Akela observa, sin acercarse a la
fosa común en donde he enterrado los ratones. Debería
comprar un gato.
Con un escalofrío, regreso a donde me esperan un cubo de
madera con jabón y un trapeador, esponjas, lijadoras y
rodilleras. Planeo pasar todo el día limpiando este lugar de
arriba a abajo.
Me estoy poniendo las rodilleras cuando el golpe hueco de
las botas en los pisos de madera me llama la atención. Sawyer
entra frunciendo el ceño.
—¿Qué demonios, Noel?
Su tono me sorprende. Me enderezo, poniendo mis manos
en mis caderas.
—Eso es lo que yo te digo, ¿qué demonios?
—Pensé que él sabía sobre Dove.
Mis hombros caen.
—¿Me estás tomando el pelo, eso es lo que te preocupa?
—Dijiste que le avisaste.
—Dije que iba a hacerlo.
—¿Entonces qué pasó?
Exhalo un aliento frustrado.
—¿La vida? Actúas como si estuviera sentada
intencionalmente sin decírselo. Tuve que abandonar la escuela
por su culpa… Luego llegó Dove y tuve que cuidarla. Luego
tuve que volver a la escuela para poder mantenerla y todo el
tiempo mi tienda estuvo teniendo muchas ventas. Tenía que
preparar todos los pedidos, sabes que sigue siendo un desafío.
Él sacude su cabeza oscura.
—Si ese fuera yo…
—¡Si fuera yo, le habría dicho a mi hermana que el padre
de su hija estaba a punto de aparecer!
—Estaba a punto de decírtelo anoche. Te lo dije, llegó
antes de lo que esperaba. De todos modos, pensé que estabas
en contacto con él.
—No he hablado con él desde… —Sacudiendo mi cabeza,
lucho contra la niebla que llena mis ojos nuevamente—. Él me
sacó de su vida, Sawyer. Me dijo que me fuera y que nunca
volviera. Sus palabras exactas fueron “Encuentra a alguien
más”.
—Él estaba pasándola muy mal. Tú de todas las personas
debería haber visto eso.
—No. —No dejaré que me haga sentir culpable—. Fui a
verlo. Habría hecho cualquier cosa para ayudarlo. Le supliqué
y él me echó. Olvida eso. No me echó, me gritó en la cara que
me fuera.
La mandíbula de mi hermano se aprieta. Veo que el
músculo se mueve hacia adelante y hacia atrás y con la misma
rapidez, sus hombros caen. Sus ojos se encuentran con los
míos y cierra el espacio entre nosotros, empujándome en un
fuerte abrazo. Me toma medio segundo relajarme y envolver
mis brazos alrededor de su cintura, abrazándolo.
—Lo siento, hermana. —Escucharlo decir eso me hace
temblar—. Sé por lo que pasaste. También sé por lo que él
pasó, por lo que todos pasamos. Necesitas ser fuerte y lidiar
con tu pasado. Por Dove.
Nos abrazamos unos segundos más antes de separarnos. Se
aclara la garganta y me paso la manga sobre los ojos húmedos
otra vez.
Este hombre nunca se apartó de mi lado mientras yo
lloraba, luego dio un paso al frente para ayudarme a criar a mi
hija. Nunca me ha decepcionado.
—Entonces, sobre esas ratas… —señalo la puerta de atrás.
—¿Dónde están?

∞∞∞
Es tarde cuando finalmente decido terminar con el día.
Solo me tomé un descanso para comer el almuerzo que
había agarrado al salir por la puerta y les envié un mensaje de
texto a los muchachos.
El almuerzo corre por su cuenta.
Dove corrió la colina un par de veces con Akela para
verme en mis manos y rodillas fregando el piso “como
Cenicienta con las burbujas que cantan”, palabras textuales.
Fingió barrer mientras bailaba con la escoba con su versión
del tema de apertura de Angelina Ballerina, y cuando se
aburrió, Akela corrió con ella de regreso hacia la casa.
Sawyer había sacado todos los roedores muertos antes de
que mi pequeña princesa tuviera la oportunidad de verlos.
Luego, cuando finalmente se hizo demasiado oscuro para ver,
arrastré mi cuerpo exhausto un cuarto de milla hacia la casa,
cansada de un día completo de limpieza.
Un día completo para evitar el elefante en el huerto.
El cobertizo se ve bastante bien, lo que hace una buena
limpieza. Los pisos son de un bonito pino amarillo con líneas
oscuras. Las paredes necesitan una capa de pintura y esa
enorme caja necesita ser clasificada. Parece ser principalmente
cartas viejas y cosas familiares, necesito llevárselo a la
señorita Jessica.
Dove está acurrucada en mi cama con Alice, el ratón,
cuando salgo de la ducha. Mi cabello está húmedo y envuelto
en una toalla, estoy usando pantalones de chándal y una
camiseta que se cae de un hombro.
Yendo a donde ella duerme, paso mi dedo por su manita
enroscada en un puño en su mejilla. La acusación de Sawyer
esta mañana pesa en mi pecho.
¿Por qué no se lo dije?
¿Cómo se lo digo ahora?
Un día de trabajo nada ha hecho por aclararme la cabeza.
Todavía no tengo idea de qué hacer con esto, el hombre o el
regalo perfecto que nos han dado.
Una cosa sé con certeza, no volveré a enamorarme de
Taron Rhodes.
No dejaré que me destruya como casi lo hizo…
Estoy frotando la toalla en mi cabello cuando un golpecito
en mi ventana me hace saltar. Akela levanta la cabeza de sus
patas, donde está acostada a los pies de Dove, y cuando lo ve,
hasta parece sonreír.
Mi tonto corazón intenta latir más rápido, el mismo
corazón que él arrancó de mi pecho.
Deja de ser sádico, corazón. Casi acaba contigo la última
vez, ¿recuerdas?
Enterré esos sentimientos y pavimenté un camino encima
de ellos, pero claramente tenían raíces de árboles, tan
profundas que nunca pude deshacerme de todas. Sus ojos
aguamarina buscan los míos a través del cristal y todo dentro
de mí se calienta. Viejos sentimientos rompen mis defensas
como pequeños árboles rompiendo el concreto.
Voy lentamente a donde él espera, levantando la ventana
para que pueda mover las piernas hacia la habitación. Casi
espero que me atrape por la cintura y me atraiga hacia él,
cubra mi boca con la suya y me bese sin sentido.
—Hola. —Su voz es baja, cálida, sexy. Su cabello es más
largo, un mechón ha caído sobre un ojo, desafiándome a pasar
los dedos por él. Cruzando los brazos sobre el pecho, me
siento muy expuesta con mis pantalones de chándal, recién
salida de la ducha, con el cabello mojado.
—Perdón por molestarte. Pensé que necesitábamos hablar.
—Está bien. —Soy cautelosa, precavida. Puede que todavía
tenga el poder de sacudirme, pero dejé de ser impulsiva hace
mucho tiempo—. ¿De qué quieres hablar?
—¿Tengo que decirlo? —Su sonrisa sexy ilumina sus ojos
hipnóticos y mi estómago se tensa. Sus ojos nunca cambian,
incluso si él lo hizo.
Cuando fui a Nashville, estaba delgado, débil y herido.
Estaba atormentado y la oscuridad se cernía a su alrededor
como una nube.
Ya no es así.
Ahora es su viejo yo otra vez, pero mejorado. Sus
antebrazos están más gruesos y sus hombros estiran su camisa.
Estoy segura de que debajo de su ropa es el mismo
físicamente, y puedo decir por dentro que es más confiado,
más relajado, más seguro que nunca.
—Escuché que ganaste mucho dinero en Nashville. —¿Ser
rico es la diferencia?
Él mira hacia abajo, casi como si estuviera avergonzado.
—Patton tuvo esta idea para la compañía de su padre.
Quería convertirlo en el Airbnb de bienes raíces comerciales.
En realidad, fue bastante brillante.
—Supongo que es por eso por lo que nunca volví a tener
noticias tuyas. —Sí, un ataque directo, eso es lo que sale de mi
boca.
Se rasca el costado de la barba con el pulgar, me pregunto
si sabe lo jodidamente sexy que es, especialmente cuando me
mira de esa manera.
—No confiaba en mí mismo contigo.
Mis ojos se entrecierran. Lo que sea que eso signifique.
Se pone de pie, dando un paso en mi habitación, observo su
estatura, su cuerpo musculoso y saludable, que llena
completamente mi espacio.
—Tenemos una hija.
Esa vieja energía magnética entre nosotros está en sus ojos
cuando me mira, la siento en mi núcleo, en mis pezones
endurecidos. Incluso si trato de pelear, mi cuerpo recuerda
todo.
Su voz es tierna cuando se acerca para ver a Dove
durmiendo en mi cama.
—Ella es tan bonita.
—Ella se parece a su papá.
Se estremece y luego sus ojos buscan los míos.
—¿Por qué no me lo dijiste?
Mi corazón late más rápido, hago todo lo posible para
luchar contra mis lágrimas, para reunir la fuerza que siempre
me ha robado tan fácilmente.
—No voy a discutir contigo sobre eso.
—Tenía derecho a saberlo.
—Y te iba a decir… —Mis manos tiemblan, todas las
emociones con las que luché hace tanto tiempo están en la
superficie, como si nunca se hubieran ido—. Empecé una carta
cien veces diferentes… Supongo que no sabía qué decir
después de lo que sucedió.
Después de que me gritaste y me echaste.
—Podrías haberme llamado.
—No. —Le digo llena de rencor—. No después de la forma
en que lo dejaste.
Yendo a mi armario, me estiro para alcanzar el estante más
alto, donde hay una caja en la parte de atrás. Una caja que
contiene una carta deseándome feliz cumpleaños, una calaca
de madera, una funda de almohada con la que dormí todas las
noches y una caja con un anillo turquesa que prometí que
nunca me quitaría.
Moviendo estos recuerdos a un lado, busco las hojas de
papel arrugadas.
Ni siquiera las leo.
No tengo que hacerlo.
Saliendo del armario, regreso a donde está parado y empujo
las hojas contra su pecho.
—Ten.
Las lágrimas amenazan, pero no lloraré delante de él.
—No estaba tratando de esconderte nada, realmente no
sabía qué decir. No quería que pensaras que estaba tratando de
echarte la soga al cuello con un bebé.
Sus grandes manos se cierran sobre las mías, quitándome
los papeles.
—Eso no es lo que quise decir. —Su voz es tranquila—.
Nunca hubiera pensado eso.
—¿Ah sí?
—Mi papá nunca estuvo allí cuando yo era niño. No estoy
seguro de si él sabía que yo existía, no le haría eso a ningún
hijo mío.
Dolor como fragmentos de vidrio cortan a través de mis
entrañas. Levanto mis ojos llorosos hacia los suyos y le digo la
verdad.
—Me hiciste daño, Taron. Me lastimaste más de lo que me
han lastimado en mi vida… Me hiciste dejar de creer en el
amor, casi me haces dejar de creer en algo que es importante
para mí. —Una inhalación entrecortada me ayuda a terminar
—. Entonces ella nació. Ella me trajo de vuelta, ella me dio
esperanza. Ella me dio paz. Es por eso por lo que la llamé
Dove, porque es mi pequeña paloma.
—Noel, yo…
—¿Mamá? —La voz somnolienta de nuestra hija nos hace
dar un paso atrás.
Ella levanta su pequeña barbilla y su puño se cierra,
buscándome sobre la cama donde yo debería estar acostada a
su lado.
—¿Mamá, qué está pasando?
Taron me mira como si no estuviera seguro de qué hacer.
—Vete —le digo antes de subir a la cama y deslizarme a su
lado.
La acerco a mi pecho cuando lo escucho en silencio
escaparse de mi ventana. Metiendo su cabeza bajo mi barbilla,
la beso, protegiendo su cuerpo con el mío mientras dejo que
las lágrimas caigan silenciosamente por mis mejillas.
Me digo que no volveré a hacer esto. Me recuerdo lo lejos
que he llegado.
No lo necesito para ser feliz. Ya no le pertenezco.
Esta vez requiere más esfuerzo, pero calmo mi respiración.
Lo pongo a un lado una vez más, lo pongo de nuevo en la
caja a la que pertenece y me quedo dormida.
Capítulo 24
Taron

Sentado en el suelo, de espaldas a la cama doble, leo y


releo las palabras que ella había escrito, borrado, reescrito,
tachado.
Nunca enviado.
Cada palabra retuerce un cuchillo de dolor más profundo
en mis entrañas.
Querido Taron
Debería haberte dicho esto hace mucho tiempo…
Querido Taron
¿Hay un tiempo para el perdón?
Si lo hay, no creo que haya llegado a ese punto…
Querido Taron
Todavía te amo…
¿Cuándo las escribió?
¿Por qué nunca las envió?
Frotando mi frente con mis dedos, me pregunto si ella
podría seguir guardando algo de ese amor.
¿Cómo podría después de lo que hice?
Mis ojos se cierran. Recordar como fui en aquellos días es
como verter ácido sobre una herida abierta. Estuve tan jodido
por tanto tiempo. A veces no estaba seguro de si viviría para
ver otro día. A veces no estaba seguro de merecerlo.
Estoy seguro de que no merecía a Noel Aveline LaGrange.
Un correo electrónico de Sawyer realmente me dio el
empujón que necesitaba para salir de mi estupor y buscar
ayuda. Probablemente él ni siquiera lo recuerda. Mirando
hacia atrás, fue uno de esos mensajes aleatorios que
enviábamos ocasionalmente, simplemente haciéndonos saber
que todavía estábamos vivos, todavía colgados allí.
Otra cosecha ha terminado, estoy cansado pero feliz.
Es un trabajo duro, en el pasado antes de todo lo que ocurrió,
hubiera dado algo así por sentado.
Ahora me doy cuenta de que otro día es lo mejor que tenemos,
otra oportunidad de intentarlo de nuevo…
Había incluido una foto de las colinas cubiertas de árboles
con el sol poniéndose, me di cuenta de que él sí las había visto.
Esa mañana habíamos conducido juntos, me preguntaba si
alguna vez había mirado la belleza que lo rodeaba. Tal vez no
lo hizo entonces, pero lo hace ahora.
Entonces supe que este era el único lugar donde encontraría
lo que necesitaba. Decidí que, si podía limpiarme, volvería
aquí. Si pudiera permanecer limpio el tiempo suficiente para
saber que no la lastimaría nuevamente, intentaría una vez más
merecerla.
Rastrearla en internet se convirtió en una obsesión. Sus
productos se agotaban en su sitio web, y esperaba a que
anunciara un reabastecimiento, la imaginé trabajando,
preguntándome si estaba en su habitación o en la cocina.
Cerrando los ojos por la noche, veía a Akela a los pies de la
cama. Veía a Noel sentada en el suelo frente a la computadora
portátil mirando un video instructivo o tomando notas.
Algunas noches, si tuviera suerte, la sentiría en mis brazos.
Fue la batalla más dura que jamás haya peleado.
Físicamente, pensé que me estaba muriendo. Mentalmente, no
creía que tendría éxito.
Ahora, al ver su escritura a mano en estas hojas de papel,
me pregunto si habrían marcado la diferencia. Me pregunto si
saber que todavía me amaba, que podría perdonarme, lo habría
hecho más difícil o más fácil.
Me pregunto qué habría hecho yo si hubiera sabido sobre
Dove…
Tumbado de espaldas en la cama, sé que no puedo
reescribir el pasado. Solo puedo comenzar donde estoy e
intentar mejorar el futuro.
Estoy aquí ahora. Estoy en este lugar y tengo que
intentarlo.

∞∞∞
Antes de que suene la alarma, ya estoy fuera de la cama,
poniéndome los jeans, metiendo los pies en las botas y
deslizando la camiseta sobre mi cabeza. Le doy a mis dientes
una cepillada rápida. No es tan fresca esta mañana, pero viene
el día de acción de gracias, luego la navidad… el cumpleaños
de Noel.
Akela me saluda a mitad de camino, levantando sus patas
delanteras y dando un salto feliz. Le rasco rápido la cabeza
antes de detenerme en los escalones de atrás.
Ver a Noel por la puerta antes de que ella se dé cuenta de
que estoy aquí siempre ha sido mi parte favorita de la mañana.
Lleva pantalones de chándal color gris y una camiseta de
manga larga, su bonito cabello oscuro cuelga en ondas por la
espalda.
Nuestro pequeño duendecillo se sienta en el mostrador a su
lado.
—¿Por qué no te gustan los concursos, mamá? —Dove
frunce el ceño, pareciendo muy concentrada en revolver lo que
sea que esté en el recipiente que sostiene.
—No es que no me gusten. La cosa es que creo que son
tontos. —Mis ojos se sienten atraídos por el lindo y pequeño
trasero de Noel mientras se inclina hacia adelante en el
refrigerador, de pie con un cartón de huevos en la mano.
Espero hasta que los deje esta vez, sintiendo una sonrisa
mientras recuerdo lo que pasó la última vez que me vio.
—Es como pegar una cinta azul en uno de esos cerdos en la
feria estatal. —Ella termina, rompiendo los huevos uno tras
otro en un tazón.
—No soy un cerdo —protesta Dove arrugando la nariz.
—No, no lo eres. —Su madre le da un golpecito en la nariz
—. Eres mi palomita, ahora dame esa masa. Ya lo has revuelto
lo suficiente.
Se mueve sobre el mostrador, dándome la espalda.
—Pero quiero ser la princesa del festival del durazno.
Parece seguro, así que abro la puerta.
—Buenos días, señoritas.
Los ojos de Noel vuelan hacia los míos, ella parpadea
rápidamente, volviéndose hacia la estufa.
—Buenos días.
—¿Necesitas ayuda? —Mi voz es tranquila y entro
lentamente, como si me estuviera acercando a un animal
herido.
—¡Taron! —Dove se desliza para mirarme y veo que Noel
frunce la boca. Le dije a Dove que me llamara Taron porque
todavía no sabía qué hacer—. Mi mamá dice que los concursos
son como poner cintas a los cerdos, pero yo quiero ser la
princesa del festival del durazno. ¿Qué te parece?
Ella parpadea esos brillantes ojos hacia mí expectante,
dejándome hipnotizado.
—Ah bueno. Eres muy bonita. —Eso la hace sonreír—.
¿Qué vas a hacer para la prueba de talento?
Supongo que tienen prueba de talento. ¿No todos los
concursos la tienen?
—Bailar como Angelina Ballerina. —Ella menea su
cabecita como señalando lo obvio—. ¿Has visto el programa
de Angelina Ballerina?
—No, lo cierto es que no.
—Ven. —Levanta el ratón de peluche marrón que yace en
la barra a su lado y se desliza entre mis brazos. Sentada en mi
cadera, señala la sala—. Podemos ver dónde sale el señor
Operatski mientras mi mamá nos prepara el desayuno.
La abrazo. Realmente me gusta tenerla tan cómoda en mis
brazos, pero me pregunto en qué me he metido con este
concurso.
Noel me salva.
—Dove, Taron necesita ayudarme con los pastelillos de
maíz. Puedes ver a Angelina mientras hablamos.
Sus pequeños hombros caen, pero ella se mueve fuera de
mis brazos.
—Está bien —resopla, atravesando la puerta y entrando en
la sala.
Escucho el sonido de arpas y flautas, observo por un
segundo mientras ella balancea sus brazos de lado a lado y
gira, moviendo su pierna detrás de ella.
—¿Angelina Ballerina? —Me acerco a donde Noel coloca
la masa en la sartén caliente.
—Es una caricatura, un ratón que baila. —Me pasa el
cuenco y da un paso atrás, poniendo su mano en su cadera—.
¿Por qué te dice Taron?
—No sabía qué decirle. No la iba hacer que me dijera señor
y pensé que probablemente era demasiado pronto para que ella
me llamara…
—Es demasiado pronto. —La voz de Noel me corta, pero
parece más protectora que enojada.
Observo la masa freírse en la sartén mientras pienso en lo
que quiero decir. Pienso en lo que hablamos en la noche y en
cómo estar junto a ella en este momento, preparando el
desayuno como solíamos despierta un anhelo tan profundo,
que tengo que pelear ese instinto que me llama a tirar de ella
contra mi pecho.
Quiero a mi familia.
—Te seguí mientras yo estaba en Nashville. —La miro
sonriendo—. Tu negocio realmente despegó.
—¿Entonces eres un acosador? —Esos ojos dorados me
miran y me encojo de hombros, volteando los cuatro pasteles
rápidamente.
—¿Alguna vez me buscaste en internet?
—No —responde rápido, luego agrega en voz baja—. No
me atreví.
Otra punzada de dolor. Doy un momento más largo a los
cuatro pasteles antes de sacarlos en un plato. Poniendo el tazón
a un lado, la enfrento directamente.
—No quiero lastimarte, Noel.
—Me dijiste eso y lo hiciste.
—Yo tampoco quiero pelear contigo. Esa no es la razón por
la que regrese.
Vierte la mezcla de huevo revuelto en la sartén grande y
cuando comienza a burbujear, me mira.
—¿Por qué volviste?
Por ti… Sawyer y Leon nos interrumpen entrando en la
habitación.
—Huele bien aquí. —Sawyer se acerca para tomar mi
mano antes de ir a la mesa.
Leon ni siquiera me mira. Toma cinco platos y va a la
mesa, colocando uno en su lugar.
Ambos visten blazers y pantalones caqui.
—¿Cuál es la ocasión? —Me acerco a donde Sawyer está
sirviendo café de una jarra.
—Vamos a la iglesia. —Noel pasa junto a mí, pone el tazón
de huevos y el plato de pastelillos de maíz sobre la mesa—.
Dove, ven a desayunar.
¿Iglesia? Al leer mi rostro, Sawyer responde a mi pregunta
silenciosa.
—Hemos estado yendo más regularmente desde que nació
Dove.
—Dove, desayuno. —Noel abre un cajón y saca tenedores
y cuchillos y luego me mira—. No tienes que ir.
—No, claro que quiero ir, es que… —Miro los jeans y la
camiseta de manga larga que llevo puesta—. Necesito
cambiarme de ropa.

∞∞∞
Sé la fuente y no el desagüe está en el letrero frente al
pequeño edificio de ladrillo. No tengo idea de lo que eso
significa, pero creo que lo descubriré.
Adentro, me sorprende ver tantas caras que reconozco.
Noel lleva a Dove a otra parte donde dice que irá a la escuela
dominical. Sawyer se acerca para hablar con un hombre del
que estoy seguro es Ed Daniels y Leon nos deja para sentarse
con una chica linda que no conozco. Me pregunto qué le pasó
a Betsy.
—¿Dios mío, es este Taron? —Una voz temblorosa me
llama la atención, volteo para ver hacia abajo para ver a una
ancianita con cabello fino y gris peinado en un moño en la
nuca.
Está bien vestida con una bata que tiene flores pequeñas
por todas partes. Ha pasado mucho, mucho tiempo, pero la
reconozco de inmediato.
—¿Señorita Jessica? —Tomando su mano extendida,
abrazo cuidadosamente su frágil cuerpo y ella se ríe.
—Tienes buena memoria.
Recuerdo todo sobre esos días, incluso su cara sonriente
apareciendo en mi teléfono durante una de mis muchas
llamadas.
—No podría olvidarla.
—Sigues siendo tan encantador como siempre. —Ella
acaricia mi mano con brusquedad, noto que una mujer con una
etiqueta con su nombre está de pie al lado mirándola—.
¿Cuándo llegaste?
—Llegué tarde el viernes por la noche.
—¿Supongo que ya conociste a tu hija?
—Sí, señora.
—Es una belleza, tan dulce como su mamá. —Desliza su
mano en el hueco de mi brazo, mientras la ayudo a caminar
por el pasillo central hasta una fila donde se detiene—.
¿Cuánto tiempo piensas quedarte?
Echando un vistazo a donde Noel acaba de regresar al
pequeño santuario, bajo la voz antes de contestar—: Con
suerte, por mucho tiempo.
Eso ilumina sus ojos grises.
—Estoy tan feliz. Esta es una buena noticia.
Se sienta lentamente hacia el banco, levanto la vista para
ver un par de ojos oscuros que observan cada uno de mis
movimientos. Mindy se sienta en el banco al lado de su madre
y, por la expresión de la cara de la mujer, la señora Jenny no
cree que el que yo esté aquí sea algo bueno.
Los acordes suenan desde el órgano al frente de la iglesia, y
rápidamente me uno a Sawyer y Noel en un banco al otro lado
del pasillo. Sawyer está al final con Noel entre nosotros dos.
Un hombre delgado con gafas se para en el púlpito al frente de
la habitación y extiende sus manos para darnos la bienvenida.
Luego, al organista se le une un piano que toca un himno,
sostengo el cancionero marrón para Noel y para mí. Parece
sorprendida de que conozca la canción, pero crecí en
Nashville, no en Nepal.
Unos cuantos himnos más y nos tomamos un momento
para estrechar la mano. Mindy aparece al lado de Noel,
sonriéndome. Sus ojos verdes están muy abiertos, ha recogido
su cabello castaño en una cola de caballo.
—¿Taron Rhodes? ¡Qué sorpresa es esta! —Sus ojos van a
los de su amiga—. ¿Cuándo pasó esto?
—Ayer. —Noel la abraza y no puedo entender lo que dice
al oído de Mindy.
Mindy se hace hacia atrás ligeramente, mirándola
directamente a los ojos.
—Más te vale.
Su madre está detrás de ella, abrazando a Sawyer y luego
volviéndose hacia Noel.
—¿Te sientes bien, cariño?
—Estoy bien. —La voz de Noel se pone nerviosa y la
mujer se enfrenta a mí.
—Así que has vuelto. —No es una pregunta y ella no está
sonriendo.
—Sí, señora. —Extiendo la mano para estrechar la de ella.
Ella no sacude la mía, así que la bajo, limpiándola en mis
jeans oscuros—. Espero que eso no sea un problema.
—Yo también.
El pastor toma su lugar en el podio y todos nos sentamos.
Él comienza a hablar sobre formas en que podemos ser fuentes
refrescantes, que dan vida, en lugar de agotar la felicidad de
los que nos rodean.
Miro alrededor del lugar mientras él continúa hablando,
recordando lo que Noel me dijo acerca de las personas que
intervinieron para cuidar de ellos después de que sus padres
murieron. Los ojos severos de la señora Jenny se encuentran
con los míos, creo que merezco su desaprobación. Supongo
que para ella soy un desagüe.
Ya no más.
El pastor nos dice que bajemos la cabeza y, cuando me
estoy volviendo, veo un ceño que no había esperado. Digger
Hayes me está mirando desde el frente.
Bastardo.
Se dice el amén final y el órgano irrumpe en la doxología.
Noel se para a mi lado y Sawyer dice que él irá por Dove.
Toco su brazo ligeramente, pero ella lo quita de mi alcance.
—Nunca me dijiste por qué volviste. —Incluso enojada
conmigo, ella sigue siendo tan hermosa.
Lleva un grueso suéter naranja que hace brillar sus ojos
color ámbar y pantalones negros que abrazan sus curvas hasta
los botines negros en sus pies.
Su cabello oscuro cuelga sobre un hombro en suaves ondas
hacia su pecho. La recuerdo anoche en su habitación solo con
esa camiseta delgada y pantalones de chándal, su cabello
húmedo por la ducha. Todavía es tan hermosa y a la defensiva.
Ella es una mujer ahora, la madre de mi hija. Quiero que
sea la madre de todos mis hijos. Regresé porque mi vida nunca
estará completa sin ella, pero es demasiado pronto para decir
todo eso. Tengo que ganarlo primero.
En cambio, extiendo mi mano, escoltándola hasta el fondo
del templo.
—Tal vez deberíamos tomarlo con calma.
—Puedes tomarlo como quieras. No voy a ir a ningún lado
contigo.
Nos detenemos para que Noel abrace a la señorita Jessica
en la puerta de atrás. Ella me dice que vaya a verla y la abrazo
nuevamente antes de que la enfermera la lleve a una camioneta
que espera en la acera.
Sostengo la puerta para que Noel salga del santuario.
—¿Podemos tratar de ser amigos, por el bien de Dove?
Nuestra hija viene caminando y saltando. Sawyer sostiene
una de sus manos y en la otra tiene un puñado de papeles.
—Haría cualquier cosa por ella —contesta con seguridad.
No es exactamente lo que tenía en mente, pero puedo
trabajar con eso.
—Taron Rhodes. No esperaba verte de nuevo aquí. —La
voz de Digger hace que mi piel se erice, nos detenemos,
volviéndonos hacia él.
A su lado, una niña con el pelo castaño y rizado
perfectamente. La chiquilla mira a mi hija con el ceño
fruncido, creo que la antipatía viene de familia.
—No volví para verte. —Mi voz es serena. Estamos en la
iglesia, así que no planeo ponerme al tú por tú con él.
—Si la historia es nuestra guía, te irás tan pronto como
obtengas lo que quieres.
Dove desliza su pequeña mano en la mía y mi mandíbula se
aprieta.
—Me fui a servir a mi país como bien sabes.
—El tío Digger donó dos mil dólares para hacer un espacio
de oficina de Dixie Gem en el centro cívico. —La voz de la
niña es tan sarcástica como la de su tío.
Dove jadea y sus ojos se dirigen a los míos. Me toma por
sorpresa cuando se vuelve hacia mí, una oleada de protección
inunda mi pecho.
—¿Esta es tu sobrina, Hayes? —Asiento con la cabeza
hacia la niña que lleva un abrigo de leopardo a juego y un
gorro de punto con botas negras.
—Así es. —Él sonríe con orgullo a la niña, que
actualmente le hace una mueca mi hija.
Tengo una necesidad sádica de tirar de su gorro sobre su
rostro.
Noel habla, su voz molesta.
—Momento inusual para una donación de ese tamaño,
Digger.
—¿Darcy, qué te he dicho sobre hablar de los asuntos
familiares en público?
Ella lo mira con falso remordimiento en los ojos.
—Lo siento, tío Digger. —Luego le saca la lengua a mi
hija.
—Buenos días, hermanos, hermanas. —El pastor se acerca,
evitando que yo agarre a Digger por el cuello—. Veo que
tenemos un visitante hoy. Soy el pastor Sinclair.
—Pastor, este es Taron Rhodes. —La voz de Noel es suave,
pero no estoy listo para dejarlo pasar—. Taron estaba en la
marina con mi hermano.
—Bueno, gracias por tu servicio. —El hombre mayor me
da la mano y yo rompo mi guerra de miradas con Digger—.
Bienvenido a la iglesia metodista. Espero verte de nuevo.
—Gracias, señor. Estaré de regreso.
—¡Se queda en la cabaña! —Dove salta a mi lado
sonriendo y sosteniendo mi mano—. Está ayudando al tío
Sawyer con los nuevos árboles.
—¿Ah sí? —El hombre se inclina para sonreírle a mi hija,
sosteniendo su Biblia a su lado—. Ese es un gran trabajo. Voy
a orar para que Dios los proteja y les de buen clima.
Noel sonríe, colocando su mano sobre el hombro de Dove.
—Gracias, pastor. Creo que todos deberíamos irnos a
almorzar.
—Sermón muy interesante, Pastor. —El tono de Digger es
arrogante como siempre—. Nunca había escuchado esa
expresión antes, pero su elaboración sobre el tema me edificó.
Santo Dios.
—Le doy las gracias por ello…
Siguen hablando, pero Noel agarra la mano de Dove y nos
aleja rápidamente. Una vez que estamos en la camioneta de
Sawyer, que ahora ella conduce, deja escapar un ruido
exasperado.
—Lo mismo digo.
Dove nos mira con ojos preocupados.
—Darcy seguramente ganará el concurso de la princesa del
festival del durazno.
Los labios de Noel se tensan y ella sacude la cabeza.
—No es así como funciona, cariño. Al menos, no es así
como se supone que debe funcionar.
Una nota de preocupación está en su voz, y decido
enfrentar a Digger de frente en esta locura del concurso.
Lo que el idiota no sabe es que no es el único con una gran
cuenta bancaria.
Capítulo 25
Noel

Dove está enamorada de Taron y, a su favor debo decir que


él se está tomando el tiempo para conocerla. Todas las
mañanas, él se levanta para desayunar con nosotros, hablando
con ella y dejándola ayudarlo a hacer los pastelillos de maíz.
Él la carga y la apoya en su cadera mientras coloca la masa
en la sartén, y esperan, conversando poco sobre sus comidas
favoritas, su amiga Boo, Angelina Ballerina y, por supuesto, el
concurso del festival.
—Ese está listo. —Su cabeza está sobre el hombro de él,
ella señala un pastelillo en la esquina posterior derecha—. Ese
también está listo.
—Buen ojo. —Él los voltea, balanceándola sobre su brazo.
Sus músculos se flexionan, él besa su cabeza y no puedo
detener el suspiro que se escapa de mi boca.
Por la noche, ella se acurruca con él en el sofá mientras le
lee cualquier libro de Angelina Ballerina. Me asomo a través
de una rendija en la puerta para mirar, riéndome mientras él
hace las diferentes voces.
Él es tan grande y ella tan pequeña, pero se parecen mucho.
Me sorprende que mi pequeña niña inteligente aún no lo haya
descubierto.
—Tú puede ser el señor Operatski. —Dove señala una
imagen en el libro.
—No me cae tan bien, se la pasa de mal genio todo el
tiempo. —Taron responde haciendo una mueca.
Sus pequeños labios se presionan y piensa.
—¿El señor Mouseling?
—¿El padre de Angelina?
Ella asiente, la forma en que la mira, la ternura en su voz
derrite mi corazón.
—Está bien.
—Dirige la Gaceta de Mouseland, pero también construye
cosas, como el teatro para que Angelina tenga sus
presentaciones de baile…
Puede que él lo esté tomando con calma, pero mi corazón
está como loco. Es como un cachorro con una correa,
esforzándose y saltando por conseguir la atención que quiere.
Para lo que no es bueno.
Porque él casi acabó conmigo una vez.
Durante el día trabaja con mi hermano, preparando la tierra
para plantar, yendo a la ciudad y reuniéndose con los
productores, apilando los nuevos árboles a medida que llegan
con sus raíces envueltas en sacos de yute.
A veces, en mi camino a preparar mi tienda, disminuyo mi
ritmo para verlo trabajar, para dejar que mis ojos recorran su
fuerte cuerpo, observando la flexión de sus músculos, las
líneas en sus brazos y el tirón de la tela sobre sus hombros.
Por supuesto, siempre me pilla mientras me lo como con
los ojos, su sonrisa es tan poderosa como siempre, incluso más
ahora que lleva el cabello más largo. Lo empuja hacia atrás
con una de sus grandes manos, los recuerdos de esas manos en
mi cuerpo inundan mi cabeza.
Parpadeando, me concentro en la tienda y mi futuro,
limpiando, organizando, fabricando los productos que necesito
vender.
El tiempo pasa.
El día de acción de gracias es dentro de unos días, estoy
sentada en la mesa revisando el papeleo que Deacon me
preparó para registrar el viejo cobertizo de la señorita Jessica
como un local comercial cuando entra Taron por la puerta con
Dove parloteando a su lado, ella viene llegando de la escuela
Mi niña salta a la mesa donde estoy sentada y se sube a una
silla.
—Le dije a la Srita. Moody que vamos a hacer regalos para
los amigos de la señorita Jessica en el ancianato. Dijo que eso
se llama servicio comunitario.
Deslizo los papeles y los guardo en una carpeta antes de
apartarlos de su camino.
—¿Por qué le dijiste eso?
Los ojos de Dove están muy abiertos y ella inclina la
cabeza hacia un lado.
—Darcy dijo que ella y el señor Digger van a ser
voluntarios en el banco de alimentos de la ciudad el día de
acción de gracias.
La rivalidad entre mi hija y la sobrina de Digger me frustra.
Darcy Hayes es una pequeña mocosa, lo último que quiero es
que Dove se rebaje a su nivel. Pero, al mismo tiempo, no voy a
dejar que venga a ningunear a mi hija.
—Tengo una idea. —Olvidándome de mi trabajo, saco un
rollo de periódicos viejos—. Vamos a hacer un paquetito con
muestras para que la señorita Moody vea lo que les vamos a
dar.
—¡Podemos darle el bálsamo labial favorito de la señorita
Jessica! —La voz de mi hija suena llena de emoción.
Taron se detiene detrás de ella.
—¿Es ese el mismo bálsamo labial que hiciste para mí?
—Así es. —Caminando rápidamente hacia la despensa,
lucho contra el recuerdo de esa primera noche cuando pasé el
dedo por sus labios carnosos y me besó.
Demonios, cada vez que estoy en esta despensa, lucho con
el recuerdo de él a mis espaldas haciéndome cosas. Un
movimiento en la puerta hace que los pelitos se levanten en mi
piel.
—¿Puedo ayudar con algo? —Su voz es tranquila, me
pregunto si él recuerda lo que sucedió en esta despensa tan
bien como yo.
Alcanzando, agarro el aceite de almendras, la manteca de
karité y el aceite de coco del estante, tratando de apresurarme
de este pequeño espacio y sus grandes recuerdos. Me estoy
moviendo demasiado rápido, y cuando me giro, me golpeo
directamente con su duro pecho.
Grandes manos atrapan mis brazos.
—Ten cuidado.
Levantando la barbilla, me encuentro con sus ojos, cálidos
y oscuros.
—Lo siento, gracias. —Sus labios están tan cerca, su
aliento suena como un susurro en mi mejilla. El espacio entre
mis muslos se calienta, pero soy más fuerte que eso—. Ya
puedes soltarme.
No lo hace inmediatamente. Me abraza un minuto más y
sus ojos se mueven de los míos a mis labios. Mi corazón late
tan fuerte que me duele.
—Me quedé sin ese bálsamo labial hace mucho tiempo.
¿Harías para mí? —Sus ojos parpadean hacia los míos otra
vez, no puedo mi moverme.
Estoy como un ciervo atrapado en el hechizo de morir para
que él me bese, muriendo por la sensación de sus labios sobre
los míos, sobre mi cuerpo, áspero, hambriento, y sabiendo que,
si dejo que suceda, no podría detenerlo.
¿Estoy lista para que eso suceda?
¿Confío en que no me hará daño?
Mi corazón dice que sí, pero mi mente recuerda lo que él
me hizo.
—Por supuesto. —Las palabras se escapan en un jadeo.
Sus manos agarrando mis brazos se aprietan y luego se
relajan, me toma un respiro darme cuenta de que puedo dar un
paso atrás, alejarme del fuego que me quemó más allá de lo
que creí posible una vez.
Girando, me apresuro a la mesa, donde Dove se ha puesto
el delantal rosa especial que le conseguí para cuando
trabajamos juntas.
Ella me recibe con el ceño fruncido.
—¿Mamá, por qué tu cara está toda roja?
Dios, niños, nunca se quedan con nada.
—¿Sí? Creo que me puse de pie demasiado rápido. Toma,
extiende el periódico.
Las botas de Taron golpean en el suelo detrás de mí, pongo
todo en el mostrador, apresurándome nuevamente a la
despensa a buscar los ingredientes para hacer la loción. Me
muevo más rápido esta vez. No puedo estar sola ahí con él otra
vez.
Cuando regreso a la mesa, han extendido el periódico,
Dove salta estirando la mano para sacar el delantal de Sawyer
de la puerta.
—Puedes usar esto. —Él lo recibe pasándolo por su cabeza
—. Si te cae de este aceite en tu ropa, se va a manchar.
Presionando mis labios, sonrío ante su vocecita autoritaria.
Ella suena igual que yo.
Taron sonríe y el amor con el que la mira casi destruye las
barreras que he construido alrededor de mi corazón.
—Eres realmente buena en esto. —Se sienta en una silla
frente a donde Dove se para a mi lado.
—Lo he estado haciendo desde que tenía cinco años. —
Ella asiente con la cabeza hacia él, como si no tuviera seis
años y medio.
Pasamos las próximas horas midiendo lociones y
fragancias, colocando bálsamos en frasquitos de vidrio y
pegando etiquetas en el exterior. Cuando tenemos listo, le doy
unas palmaditas en la espalda a mi hija.
—Los pondremos en bolsas de regalo más tarde. Es hora de
que te vayas a dormir.
Se da vuelta y me abraza, luego extiende sus brazos hacia
Taron. Desliza el delantal sobre su cabeza, luego la levanta y
la lleva a mi habitación donde se bañará antes de que lean su
cuento para dormir.
Ya casi termino de limpiar cuando él regresa.
—Puede que se parezca a mí, pero actúa igual que su
mamá.
—Espero que sea un cumplido. —Le arqueo una ceja y él
me regala una de esas sonrisas que derriten las bragas.
—Lo es. —El murmullo en su voz es demasiado,
definitivamente me he quedado sin calzones.
—Estoy bastante cansada, también me voy a la cama.
Gracias por tu ayuda. —Tengo que salir de aquí antes de hacer
algo tonto como tirarle los brazos al cuello y besarlo.
—Gracias por esto. —Levanta el frasquito de bálsamo
labial.
Yo hago un pequeño movimiento con mi mano no importa.
—Considéralo tú sueldo, por ayudarnos.
—Estaba pensando… —Hace una pausa, deslizando una
mano en el bolsillo delantero de sus jeans—. ¿Quizás es hora
de decirle la verdad?
Mi estómago se contrae y no sé por qué la idea de decirle a
Dove, que Taron es su padre me pone nerviosa.
—Está bien.
Él exhala una carcajada.
—Me alegro de no ser el único que se siente aterrorizado.
—¡No! —Sacudiendo mi cabeza, trato de fingir confianza
—. Ella estará encantada de saber que eres su padre.
—Ya soy el señor Mouseling, creo.
Dando un paso adelante, pongo mi mano sobre su pecho y
lo miro a sus hermosos ojos.
—Eres tan bueno con ella, sabe que la amas. Ella te ama,
no va a pasar nada.
—Creo que la verdadera pregunta es ¿cuándo?
Mordiéndome el labio, miro el reloj.
—Cuanto antes, mejor.
Él extiende una mano para que camine delante hasta llegar
a mi habitación. La luz del baño todavía está encendida, pero
todo está en silencio.
—¿Dove? —Miro en el baño, pero ella no está en la
bañera. El agua corre, pero no la veo—. ¿Dónde está?
Girándome, empiezo a sentirme nerviosa, cuando levanto
la vista y veo una cabecita dorada en mi almohada. Taron
enciende la lámpara al lado de mi cama y luego se ríe. Dove
está profundamente dormida con Alice bien agarrada a su
lado.
Él aprieta su pequeño pie suavemente.
—Hacer cosméticos es un trabajo duro.
—Tú debes saberlo.
—Así es. Me senté en esta habitación contigo muchas
noches haciéndote compañía.
Estamos en mi puerta uno frente al otro. La luz de la
lámpara de mi mesita de noche es de un amarillo tenue. La
casa está en silencio. Sawyer se acuesta temprano y Leon aún
no ha vuelto a casa. Somos solo nosotros dos, atrapados en
este momento con nuestra hija dormida a unos metros de
distancia.
—Estoy muy orgulloso de lo que has hecho al criarla. Es
muy dulce, divertida y muy inteligente.
—Leon es en parte responsable de eso, ha estado probando
cuánto puede aprender desde que comenzó a hablar.
Su expresión cambia y mira hacia la ventana.
—Es un buen chico.
Extiendo la mano y deslizo mi mano en la suya.
—Todos hemos pasado por mucho.
Cerrando sus dedos alrededor de los míos, me mira a los
ojos.
—Desearía poder cambiar lo que sucedió, sabes que
siempre he querido lo mejor para ti.
—Te creo. —Mi pecho se contrae mientras busco su
mirada.
Levantando mi mano, él presiona sus labios contra el dorso
de mis dedos. Mis ojos están fijos en el lugar donde nos
tocamos, tantas emociones salen a la superficie, el instinto de
preservación es una de ellas.
—Será mejor me vaya a dormir, tengo que llevar esos kits a
Pine Hills mañana y Dove tiene su fiesta de acción de gracias
en la escuela.
Él asiente, con un toque de tristeza en los ojos.
—Buenas noches, Noel.

∞∞∞
La señorita Jessica lleva una bata cubierta de pavos cuando
llego al ancianato. La felicidad pura ilumina sus ojos mientras
saca cada producto de su bolsa de regalo.
—Oh, esta es mi crema para los ojos favorita. —Ella le da
vuelta en su mano, examinando la etiqueta. Le ayudo a
quitarle la tapa y ella lo olisquea—. Me encanta este aroma.
Va por la exclusiva crema para pies que hago sólo para ella
y para mí, una vela de canela y durazno, bálsamo labial y mi
loción corporal perfumada, que nuevamente, hago nada más
para nosotras.
—Dove está tan triste que no pudo estar aquí para ayudar a
repartir los regalos, pero es una de las peregrinas en la obra
escolar.
—Estoy segura de que está haciendo un papel increíble.
—En realidad, no hace mucho, se baja del barco en
Plymouth Rock y creo que ella lleva una biblia y unas ramas
de maíz. —La señorita Jessica se ríe y le paso los brazos por
los delgados hombros—. Estoy tan agradecida de haberla
conocido esa navidad.
—Estoy agradecida por ti y Dove. Me mantienen joven. —
Ella es muy feliz. Es difícil creer que ahora tiene ochenta y
seis—. ¿Y cómo van las cosas con Taron? Te digo que es un
joven muy guapo, cada vez que lo veo en la iglesia, tengo que
abanicarme.
Mis labios se aprietan. Quiero evitar este tema, pero ella lo
lee en mi cara.
—Parece que se está esforzando mucho.
—Está haciendo un gran esfuerzo. —Asiento, sosteniendo
su mano pecosa—. Tengo mucho miedo. Él fue mi primer
amor. Lo amaba sin restricciones, sin importarme nada más y
casi me mata.
Su rostro se pone serio y parpadea ante nuestras manos
juntas.
—Lo se cariño. Lo recuerdo.
—Sé que se supone que debemos perdonar a las personas.
¿Pero cómo puedo olvidar eso?
Asiente antes de responder—: Sólo el tiempo puede
responder esa pregunta. Sé qué harás lo correcto. Siempre lo
haces.
La gratitud me abruma y nuevamente, la abrazo. Por un
momento nos sentamos en un abrazo silencioso.
—La tienda está quedando muy linda. Pinté las paredes de
un tono durazno claro con ribetes verdes. Los pisos son de un
pino muy bonito y estoy instalando estantes y cajas…
—Oh, desearía poder verlo. —Su voz tiene tanto anhelo, sé
que podemos hacerlo.
—Hablaré con Mindy para que nos ayude. Si puede ir a la
iglesia, no creo que haya problema en venir a ver su antigua
propiedad.
—Mi agenda está despejada. —Ella está bromeando, pero
me hace recordar.
—Encontré una caja de papeles viejos, cartas y cosas.
Necesito traerlo para que las revise.
Ella sacude la cabeza.
—No tenía nada de valor en ese viejo cobertizo. Estoy
segura de que son recibos antiguos y libros de contabilidad.
—Aun así, probablemente los revise de todos modos para
estar segura. —Le doy un último abrazo—. Me tengo que ir a
la escuela, pero en cuanto haya organizado todo le aviso.
Quizás Taron pueda ayudarnos.
Estoy a punto de irme cuando su agarre en mi mano se
tensa.
—Recuerda que son las noches más oscuras las que
producen las estrellas más brillantes. Si te está mostrando sus
verdaderas intenciones, créele.
—¿Cómo sé cuáles son los verdaderos?
—Lo sabrás.
Capítulo 26
Taron

Estoy seguro de que todos los padres se sienten así, pero


ver a mi hija bajarse en Plymouth Rock con el resto de los
peregrinos de primero de primaria hace que me sienta
orgulloso de haber nacido en esta tierra.
Un niño pequeño dice sus líneas sobre el establecimiento
de un nuevo país donde todos los hombres pueden ser libres,
pero toda mi atención está centrada en la pequeña peregrina
rubia en la parte de atrás.
Entonan una canción y cuando todo termina, toda la sala
estalla en vítores. Silbo fuerte y Noel tira de mi brazo.
—¿Qué? —La miro y ella solo sacude su bonita cabeza.
La señorita Moody se acerca al micrófono cuando los niños
salen del escenario.
—Gracias por venir. Los niños se dirigen a sus aulas para
terminar de preparar el almuerzo que vamos a ofrecerles.
Comenzamos a movernos hacia las puertas, pero ella no ha
terminado.
—Antes de dispersarse, me gustaría agradecer
especialmente al señor Taron Rhodes, el padre de Dove, por su
generosa contribución a la campaña de mejora del patio de
recreo. Su donación de diez mil dólares no sólo excede nuestra
meta, sino que nos permitirá conseguir lo último en seguridad
e incluir las mejoras para necesidades especiales que habíamos
planeado. El señor Rhodes es realmente un activo para la
primaria Harristown y estamos muy agradecidos por su
generosidad.
La sala está en silencio una fracción de segundo y luego
estalla en aplausos. Los padres se dirigen a donde estoy parado
para estrecharme la mano y decir gracias.
Noel da un paso atrás, pero sus cejas se levantan y sus
labios se separan.
—¿Qué hiciste?
Acercándome a ella, puse mi brazo sobre sus hombros.
—Hablé con el director la semana pasada. Patton me envió
un correo electrónico con nuestras cifras anuales. Quiero que
Dove pueda jugar segura con sus amigos.
Nos dirigimos hacia la puerta cuando veo los ojos
entrecerrados de Digger. Se da vuelta rápidamente y
desaparece entre la multitud y contengo una gran carcajada.
En tu cara, Hayes.
Noel por supuesto se ha dado cuenta.
—¿La seguridad de Dove es tu principal preocupación?
—Siempre. —Mi pecho se hincha de satisfacción y pongo
la mano en su cintura, acercándome para hablarle al oído—. Y
la sobrinita de Digger puede meterse la rabia en el gorro ese
que usa y hacer lo que quiera.
—Taron, si sólo son unas niñas.
Nuestros ojos se encuentran, sus labios se presionan,
luchando contra una risa. No funciona. Intercambiamos un
pequeño “choca esos cinco” antes de ir al gimnasio a almorzar.
Mindy se encuentra con nosotros en la puerta.
—Ese es un regalo, lame botas. —Tiene un brillo en los
ojos y empuja un mechón de cabello castaño rizado detrás de
la oreja—. No sabía que te importaba tanto el área de juegos.
—Los niños juegan y no tienen cuidado, es bueno que
estén a salvo.
—Bueno, creo que es genial. Feliz navidad para todos
nosotros. —Ella me empuja con el codo—. Y si eso la ayuda a
ganar el certamen de la princesa del festival, tienes mi voto.
—No tengo ni idea de qué hablas. ¿Tiene algo que ver?
Ella sonríe y entrecierra sus ojos verdes antes de ayudar a
su sobrina que está sentada al lado de Dove. Noel se pone en
cuclillas junto a nuestra hija y Boo está haciendo que su
plátano con un sombrero de peregrino y ojos saltones hable.
Todo el mundo está muy animado, pero Dove está callada.
Su codo está apoyado sobre la mesa y empuja su pavo con
un palito de pretzel.
Mi satisfacción se convierte en preocupación, pero Noel no
parece darse cuenta. Ella está conversando con Mindy,
mientras me quedo con el resto de los padres, observando
desde el perímetro.
Digger está de pie detrás de la silla de su sobrina sin
sonreír, e incluso Darcy está sacudiendo sus cubitos de queso
en su plato con la uña y estudiando a mi hija al otro lado de la
mesa.
Cuando los niños terminan de comer, salen del salón y
corren un rato por el viejo patio de recreo. Noel ayuda a las
madres a limpiar y empacar las sobras, ella le da a la señorita
Moody un regalito.
De pie junto a la cerca, estoy viendo a Dove sentarse en la
parte superior del resbaladero cuando Digger se acerca a mi
lado.
—Bien jugado, Rhodes. Supongo que crees que me
ganaste.
—No sé de qué estás hablando. Tuve un buen año y quiero
que los niños estén seguros.
—Todos nos preocupamos. —Él sonríe sin sinceridad—.
¿Intentarás comprar a Noel mientras llenas de billetes los
bolsillos de la gente del pueblo?
Mi pecho arde de rabia, doy un paso más cerca.
—¿Todavía andas detrás de mí chica, Hayes, cuándo se te
va a meter en la cabeza que ella es mía?
—No veo un anillo y claramente puedes pagar uno. Quizás
Noel finalmente ha recuperado la cordura y te ha visto por lo
que eres. El dinero no cambiará eso.
—Deberías saberlo mejor que nadie.
—Conozco a algunas personas mejor que nadie.
Mi puño se aprieta, pero la voz de Noel corta la tensión.
—¿Todo bien por aquí?
Su mano suave cubre mi puño y la miro. El suéter rojo que
lleva puesto hace que sus mejillas brillen y se ha puesto un
labial rojo que le queda muy bien. Es tan hermosa y este
gilipollas de Digger me ha colmado la paciencia.
He estado trabajando mucho para demostrarle a ella que he
cambiado, pero ninguna cantidad de dinero puede compensar
el daño que le causé. Tendrá que decidir si alguna vez me va a
perdonar y, hasta ahora, no ha sucedido.
—Todo bien, estábamos charlando un rato. Feliz día de
acción de gracias, Noel.
Sus ojos se deslizan entre él y yo, pero acepta la
explicación de Digger.
—Feliz día de acción de gracias.
—¿Listo para regresar? —Ella me mira y no sé si es lo que
dijo Digger o son ideas mías, pero algo parece diferente.
Mindy lleva a las chicas a la camioneta y Dove sube en
silencio. Noel le da un abrazo a su amiga y ella nos invita a
todos a cenar en su casa. En el camino de regreso a la casa
vamos en silencio. Dove se queda dormida en su silla de
seguridad y la llevo arriba a la habitación que nunca usa,
metiéndola debajo de la manta rosa de bailarinas.
Noel se apoya en la barra, lee un libro grueso, sus manos
alrededor de una taza de café cuando vuelvo a entrar en la
cocina.
—¿Te parece que ella está bien?
Sus ojos parpadean por lo que veo es un libro de recetas.
—¿Por qué?
—Siempre está hablando de algo, nunca la había visto tan
callada…
—¿Tendrá fiebre? —Noel baja su taza y se dirige a la
puerta.
Estoy justo detrás de ella sintiéndome tonto. ¿Por qué no
pensé en eso?
Noel va directamente a su cama y pone su mano en la
frente de nuestra pequeña niña, bajando hasta su cuello. Luego
se inclina y pone sus labios sobre su cabeza. Dove exhala un
suspiro y se da la vuelta, aún dormida.
—Yo creo que está bien, probablemente es sólo cansancio.
—Estamos de vuelta en el pasillo, Noel deja la puerta
entreabierta—. Estuviste realmente bien hoy, lo de la donación
fue… inesperado.
Caminamos lentamente por el corto pasillo y luego
bajamos las escaleras. Cada vez que pienso en ella y Dove el
orgullo hincha mi pecho. Joder, Digger. Estas chicas son mías.
Sólo tengo que mostrarles que he vuelto para quedarme.
—Me pareció que era buen lugar para comenzar, puedo
hacer más para ayudar.
Al pie de las escaleras se detiene y me sonríe. Doy el
último paso, lo que me pone justo en frente de ella. Su bonita
cabeza está al nivel de mi pecho, quiero acercarla a mí. Quiero
enterrar mi cara en su cabello y besar su cuello. Ella todavía
usa la loción perfumada que hicimos.
—¿Cómo qué? —Su voz es suave, sus ojos fijos en los
míos.
Es lo más parecido a una invitación que he recibido desde
que regresé, me inclino acercándome más, ella no se aleja.
—Me gustaría besarte.
Esos ojos dorados miran a mi boca por un momento y su
lengua se desliza para tocar su labio inferior. El calor sube por
debajo de mi cinturón, deslizo mis manos por sus brazos, listo
para atraerla hacia mí. Mi garganta está apretada y
rápidamente me doy cuenta de que Dove está dormida, no hay
nadie más en casa, estamos solos.
Todavía puedo saborear el calor de su boca.
Quiero probarla por todas partes.
Exhala un ruido suave, un sí, un fuerte golpe en la puerta la
hace saltar.
Nos separamos por completo cuando se abre la puerta de la
cocina.
—¿Noel, estás por aquí?
—Deacon. —Sacude la cabeza—. Le pedí que viniera y le
echara un ojo a mis cuentas.
Ella se apresura a la cocina y yo me dejo caer hacia
adelante, apoyando mi frente contra la pared y deslizando mi
mano sobre el bulto por la parte delantera de mis jeans. Estuve
tan cerca…
Noel pasa la tarde discutiendo finanzas con Deacon, estoy
impresionado por sus números. Me doy cuenta de que Noel no
necesita quedarse en esta casa con sus hermanos. Ella está aquí
porque quiere estar, porque son su familia.
Mi chica es una empresaria increíblemente exitosa y el
saberlo me enorgullece. No necesita que la salve a ella ni a
Dove, pero joder si eso no hace que quiera estar a su altura con
más fuerza, quiero estar con ella y con mi hija.
Recuerdo lo que Leon dijo hace mucho tiempo acerca de
que tengo que ir en serio con ella, ese chico no me ha
perdonado, ni porque Sawyer tuvo una conversación con él,
pero lo máximo que recibo es un saludo rápido. Todavía me
mira como un halcón o me ignora por completo, como durante
toda la cena.
Mi pequeña ratoncita permanece inusualmente seria
durante la comida. Su madre dice que no está enferma, pero a
la hora del cuento, estoy listo para llegar al fondo de lo que
está sucediendo.
Ella se sienta a mi lado en el sofá en lugar de subirse a mi
regazo, sostengo el libro un segundo antes de girar para
mirarla.
—¿Está todo bien?
Ella tiene la mirada fija en sus manos, pero asiente en
respuesta.
No soy psicólogo infantil y sólo conozco a Dove hace unas
semanas. Aun así, estoy bastante seguro de que ella algo tiene.
—Creo que todo salió muy bien con tu obra de hoy. No
sabía que los peregrinos pudieran cantar tan bonito.
Una leve sonrisa levanta sus labios, pero se va igual de
rápido. Dudo un momento, pero abro el libro en la primera
página, donde el señor Mouseling está trabajando en una
historia para la Gaceta Mouseland. Empiezo a leer cuando
Dove me interrumpe.
—Angelina se parece al señor Mouseling. Excepto por sus
lentes. —Ella pone su dedo meñique en el rostro de la
caricatura y mi garganta se tensa.
—Es verdad. Se parecen, excepto que Angelina es una
niña.
Sus ojos redondos se encuentran con los míos.
—La señorita Moody dijo que eres mi papá, pero mi mamá
dijo que eres un amigo de la marina del tío Sawyer.
Cerrando el libro, me muevo en mi asiento, haciendo todo
lo posible para tragarme el nudo duro en la garganta.
—Ambas cosas son verdad.
Ella parpadea un par de veces como si esperara que yo
dijera más, no tengo ni idea qué decir. Quiero llamar a su
madre para que venga a ayudar, pero no quiero perder su
confianza.
—El tío Sawyer siempre ha estado aquí con nosotros.
Ella no lo dice, pero siento su pregunta. ¿Dónde estaba yo?
Empujo mi cabello hacia atrás y me inclino hacia adelante,
acercándome a su nivel.
—¿Recuerdas esa vez cuando estábamos hablando de
príncipes?
—¿Cómo el príncipe Phillip? —Su ceño se frunce y me
mira—. ¿Estuviste atrapado en una mazmorra?
Deslizando mi mano sobre mi boca, pienso en lo que debo
decir.
—No exactamente, estuve realmente enfermo por mucho
tiempo. Me lastimé cuando estaba con tu tío Sawyer y no me
cuidé.
—¿Es por eso por lo que cojeas a veces?
—Sí. No sabía que te habías dado cuenta. —Mis cejas se
levantan por la sorpresa.
Ella asiente, sus ojos redondos solemnes.
—¿Cuándo te vas a ir otra vez?
—¿Quién dijo que me iba a ir?
—El tío Leon le preguntó al tío Sawyer. Él quería saber qué
pasaría cuando te fueras de nuevo.
El dolor se retuerce en mi pecho, me doy cuenta de que ha
estado pensando en esto todo el día. Sentándome, inhalo
profundamente.
—¿Está bien si te abrazo?
Las comisuras de su boca se vuelven hacia abajo, pero ella
asiente. La levanto y la abrazo contra mi pecho. Su carita se
presiona contra mi cuello, la siento gimotear. Algo dentro de
mí se rompe y mis ojos se calientan.
—No sabía que estarías aquí cuando vine a ayudar a tu tío
Sawyer. —Aclarando mi garganta, deslizo mi mano arriba y
abajo por su espalda—. Ahora que te conozco, realmente me
gustaría quedarme contigo.
Ella pone una mano sobre mi hombro y se sienta. Cuando
nuestros ojos se encuentran con los míos, los de ella están
llenos de lágrimas.
—¿Te quedarás en la cabaña?
—Lo haré si eso te parece bien.
Sus labios se presionan y ella asiente rápidamente.
—¿Y podemos hacer pastelillos de maíz y leer cuentos
antes de dormir?
—Por todo el tiempo que tú quieras.
—Creo que estaría bien. —Ella me mira y las comisuras de
sus labios comienzan a levantarse lentamente.
No puedo resistirme a preguntar.
—¿No te importa que no sea un príncipe?
Ella inclina la cabeza hacia un lado y pensando su
respuesta, casi lamento haberlo preguntado.
—¿Dijiste que eres un héroe?
—Quería ser un héroe. —Un ligero respingo y confieso la
verdad.
Acomodándose a mi lado, toma el libro y lo abre de nuevo.
—Todavía estás a tiempo.
—Tengo tiempo. —Le doy un pequeño empujón en las
costillas y ella chilla.
El sonido de su risa es lo mejor que he escuchado en todo
el día. Ella se levanta y lanza sus brazos alrededor de mi
cuello, su carita en mi oído.
—Te amo, papá.
Es el susurro más dulce, me tiene comiendo en la palma de
su mano.
Capítulo 27
Noel

La mesa de Acción de Gracias de la señora Jenny es


maravillosa. En el centro hay un enorme pavo rodeado de
bandejas de puré de papas, relleno, aderezo, arándanos,
batatas, guiso de judías verdes y copas de vino tinto.
Y un plato con una gelatina de arándanos.
—Tan asqueroso —murmuro por lo bajo.
—¡Ni lo digas! —Mindy grita—. Debo tener mi Ocean’s
Spray o no es acción de gracias.
Sacudo la cabeza y miro a mi familia. La señora Jenny está
en un extremo con Sawyer en el otro. El papá de Mindy
falleció hace años, así que mi hermano mayor tomó su lugar
en la cabecera de la mesa.
A la derecha de Sawyer está Leon y al lado de Leon está
Deacon con Mindy a su lado. Taron está frente a Mindy y
Dove se sienta entre nosotros, terminando conmigo junto a
Sawyer.
Todos nos unimos mientras Sawyer hace una breve oración,
luego la mesa estalla en el alegre ruido de todos los que pasan
platos y tenedores golpeando porcelana. La señora Jenny cortó
el pavo en la cocina antes de sacarlo y este año se salta el
recuento de cómo puso a Sawyer en el lugar ese primer año al
pedirle que lo cortara.
Probablemente no quiera avergonzarlo delante de su amigo.
Ella ha aceptado a Taron ya que él está consagrado en
consentir a Dove. Verlo con su hija es suficiente para derretir a
cualquiera.
Dove se ha quedado pegada a él como pegamento desde la
gran revelación de la señorita Moody y parece que lo que más
le gusta hacer es llamarlo para todo.
—¡Papá, hay pecanas mezcladas en esas pequeñas coles!
—Son coles de Bruselas. —La voz de Taron es baja y muy
tranquila—. ¿Quieres probar una?
Su nariz se arruga.
—¡Ni loca! —Entonces ella señala de nuevo—. Hay
malvaviscos encima de las batatas. No me gustan las batatas.
¿Te gustan las batatas, papá?
Taron sonríe, no afectado por que ella lo llame papá por
enésima vez desde esta mañana. Si no me pareciera tan
adorable, la mandaría a callar. Ella es totalmente su mini-yo y
él claramente la adora.
Cuando nuestras barrigas duelen por comer tanto, Mindy y
yo nos tiramos en el sofá en la sala, con copas de vino tinto en
nuestras manos, mientras los muchachos acampan frente a la
televisión para ver el partido de fútbol. Todos excepto Taron,
que está demasiado ocupado siendo papá.
—Esos muchachos están corriendo un auto por la acera.
¿Podemos ir a ver, papá? —Dove agarra su mano grande y lo
arrastra hacia la puerta.
Mindy me mira con los ojos muy abiertos desde el otro
extremo del sofá y caigo a un lado, con la cabeza en su regazo.
—Ya para, que me vas a hacer vomitar.
—No me vomites, glotona. —Mi mejor amiga me empuja
el hombro.
—El aderezo de tu madre es demasiado delicioso. Tengo
que asegurarme de que no se desperdicie nada. —Estoy
sosteniendo mi estómago mientras ella me pasa los dedos por
el pelo.
—¿Cómo te va con todo esto de papá? —La forma en que
lo dice me hace reír un poco más.
—Es como si hubiera estado esperando llamarlo así desde
el día en que se conocieron. —Levantando la vista y los miro,
él la tiene cargada, apoyada sobre su cadera, Dove señala con
el dedo a dónde quiere que la lleve.
Verla tan feliz me llena de una alegría que nunca he
conocido. Es como un caleidoscopio de mariposas en mi
estómago y cada vez que ella lo llama y él la levanta, la abraza
y la adora, se arremolinan dentro de mí.
—Ella siempre quiso mucho a Sawyer y Leon, pero esto es
el siguiente nivel.
Mindy los mira por la ventana.
—Realmente no puedo culparla. También me gustaría un
esclavo a mi entera disposición. ¿Pero qué hay de ti, cómo te
sientes?
Tirando de mis pies debajo de mí, libero un suspiro.
—Se está esforzando mucho. Parece tan sincero…
—¿Pero?
—No lo sé. —Me río suavemente, sin embargo, un viejo
dolor aprieta mi pecho—. Me alegra que esté aquí por ella. Me
alegra que la quiera tanto, pero sabes que me lastimó mucho,
Min.
—Lo sé, lo recuerdo.
—Al mismo tiempo, estaba luchando con algunas cosas de
las grandes ligas.
—¿Has hablado de algo de esto?
—Realmente no. Nos hemos centrado en ella y en dejar
que la conozca para que no fuera tan impactante cuando ella se
enterara.
—Esa niña no está conmocionada. —Sus cejas están
levantadas y señala por la ventana—. Está feliz de la vida.
Deacon sale por la puerta hacia donde está parado Taron
con Dove, es mi turno de darle un empujón en el brazo.
—¿Y qué tipo de hechizo le has lanzado a Deacon Dring
para que vuelva por más? Justo cuando creo que ya no lo
vamos a ver más, aquí está de nuevo. No es que me queje, es
el mejor asesor financiero que conozco.
—Es el único asesor financiero que conoces. —Ella trata
de hacerse la loca, pero no la dejo.
—Suéltalo, pensé que ustedes dos habían terminado.
—No sé a qué te refieres, nunca hemos sido más que
amigos. —Sacude la cabeza y da la espalda a la ventana donde
nuestro alto y guapo ex-compañero de clase está charlando con
Taron.
—Eres una farsante.
—Nada más hemos salido unas cuantas veces. Deacon no
está aquí por mí. Está buscando algo de historia familiar o algo
así.
—¿Qué demonios? —Ahora estoy intrigada.
—Fue criado por su tía abuela. Ella es una de esas viejas de
Dallas que tienen más dinero que Dios y lo está presionando
para que siente cabeza y se case. Quiere que tenga hijos o lo
dejará fuera de su testamento.
—Tienes que estar de joda. —Me pongo de rodillas—. Eso
es una locura. ¿Por qué nunca me dijiste esto? Es como una
historia de Disney. ¿Está buscando una princesa para casarse?
—¡Diablos, no! —Su ceño se frunce—. ¡Y no repitas nada
de esto!
—¿A quién le voy a decir?
—De todos modos, está buscando algún pariente de
Harristown o algo para quitársela de encima. No lo sé, dejé de
prestarle atención.
—¿Dejaste de escuchar o empezaron a besarse?
Sus labios se curvan en una sonrisa y ambas comenzamos a
reír.
—Nunca voy a admitir nada de eso.
—Parece que tú eres la que tiene la magia para tenerlo
colgando a lo largo de todos estos años.
—No lo tengo colgando. Lo que pasa es que él está en el
pueblo y nos llevamos bien…
Su voz se apaga y me muerdo el labio inferior.
—Es hora de que encuentres a alguien, ya sabes.
Ella sacude su bonita cabeza.
—Lo estoy intentando. Es solo que…
—Lo sé. —Los primeros amores pueden ser difíciles de
olvidar.
Nos sentamos unos minutos en silencio, mirando a los
hombres hablar. La cabeza de Dove está sobre el hombro de su
papá, sus pequeños dedos suben y bajan, acariciando su
espalda.
Ni siquiera parece darse cuenta, mi corazón muere de amor.
El hielo se derrite y la niebla llena mis ojos. Son tan
perfectos…
El teléfono de Mindy suena y ella mira hacia abajo.
—Tamara dice que acaban de regresar de ver a sus suegros.
Ella dice que Boo se queja de que Dove pase está noche con
ella.
—Claro, si ella puede apartarla de su padre.
—Esa es una consideración real. Se lo haré saber.

∞∞∞
Hacer galletas y ver Navidad en Mouseland logran sacar a
mi hija de los brazos de su padre. Leon se dirige a pasar el rato
con amigos y Sawyer ha traído su camioneta, así que de
regreso a casa Taron y yo nos quedamos solos por primera vez
desde esa tarde después de la fiesta de acción de gracias en la
escuela.
—¿No sientes como que te falta un brazo? —No puedo
evitar provocarlo mientras manejo por la carretera hacia la
casa.
—Sí. —Él exhala una carcajada, moviéndose en su asiento.
Me pregunto si le duele la espalda. Nunca se queja de eso—.
El día que se enteró, no estaba seguro de cómo iba a
responder, estaba nervioso.
—Lamento no haber estado allí contigo. No tenía idea de
que había escuchado a Charlene hacer ese anuncio.
—Eso no fue como planeamos decirle. —Me mira en la
oscuridad y la luz en sus ojos calienta todo mi cuerpo. Se
ensanchan y él agarra el tablero—. ¡Mierda, cuidado!
Golpeando los frenos, giro el volante con fuerza hacia la
derecha, evitando por poco a una cierva corriendo por la
carretera. Giro el volante a la izquierda nuevamente para evitar
voltearnos, y la camioneta patina antes de detenerse con un
tirón.
—Mierda —jadeo, sosteniendo la camioneta recta con
manos temblorosas. Todo mi cuerpo se sacude del susto.
—Vaya, por poco no esquivas a ese ciervo —bromea
Taron.
La adrenalina surge en mis venas, haciéndome reír. Los dos
lo hacemos, él se acerca para apretarme el hombro cuando
giramos en el camino del huerto, estaciono la camioneta en el
camino entre la casa y la cabaña.
Salta y se acerca para ayudarme a bajar.
—¿Estás bien? —Se para frente a mí, sus manos en mi
cintura, buscando mi rostro.
Su aroma limpio y masculino me envuelve, quiero
acurrucarme más cerca para resguardarme del aire frío. Quiero
que me abrace. Quiero pasar mis dedos por su cabello y
besarlo como solía hacerlo.
—Ahora estoy bien. —Mi voz es tranquila.
—Tenemos que hacerles saber a esos muchachos de Rápido
y Furioso que se les ha escapado una de sus dobles.
—No juegues con eso.
Nos quedamos un momento más, sus manos en mi cintura,
mis manos sobre sus antebrazos. Mi respiración se ha agitado
y mirarlo a los ojos hace que esa electricidad que hace tanto
tiempo no sentía viaje por todo mi cuerpo. Ese viejo tirón
entre nosotros es más fuerte que nunca, alimentado por nuestro
pasado, nuestro presente y la pequeña niña que nos une.
—Deacon parece un buen tipo. —Sus manos se deslizan de
mí y retrocede.
—¿Sí? —Estoy confundida y frustrada por este cambio
inesperado.
—El otro día cuando llegó, ya sabes… pero los escuché
hablando. Has tenido mucho éxito. Estoy orgulloso de ti. —
Desliza una mano por el costado de su cabello, lo empuja
hacia atrás y me mira—. No me necesitas, pero quiero ser
parte de la vida de Dove. Quiero cuidar de ella y de ti.
Su voz se suaviza en la última parte, si aún no tenía la
ventaja, con esas palabras, reclama la propiedad de mi
corazón.
—Hace mucho tiempo, me atrapaste cuando me caí. —Mi
voz es un alto contraste con la suya—. Dijiste que me salvarías
si alguna vez lo necesitaba.
—Dijiste que tú también me salvarías a mí.
Acercándome, pongo mis manos en sus brazos.
—No pude salvarte antes…
—Realmente no te lo permití. —El arrepentimiento llena
su voz.
Lo he escuchado muchas veces. Lo sé muy bien. Dolly
diría que las tormentas hacen que los árboles echen raíces
más profundas…
—¿Quizás podamos intentarlo de nuevo? —Nuestros ojos
se encuentran y las palabras apenas salen de mi boca cuando
sus brazos rodean mi cintura, tirando de mí firmemente contra
su cuerpo.
Se está moviendo rápido, como si hubiera estado
esperando, cubriendo mi boca con la suya, separando mis
labios. Lo persigo para seguirle el paso y un suave gemido se
escapa de mi garganta. Su beso es ansioso, hambriento,
barriendo su lengua hacia la mía. Agarro sus hombros y su
aroma me embriaga. La firmeza de su cuerpo contra el mío es
como una droga.
Mis manos acarician el rastrojo que cubre su barbilla,
moviéndose más alto, enroscándose en su cabello suave. Sus
labios tiran de los míos, pellizcándolos. Me levanta y mis
piernas inmediatamente rodean su cintura.
Las botas raspan el porche de madera de la cabaña mientras
él intenta abrir la puerta. Sus labios se separan de los míos y
gimo, inclinándome hacia adelante, besando su cuello, más
alto hasta su oreja. Siento su erección entre mis piernas y
tengo la urgencia de que él me llene.
Bajándome a mis pies, me sostiene frente a él. Estamos
respirando rápido
—¿Es esto lo que quieres?
Asintiendo, levanto la barbilla y cierro los ojos para otro
beso, pero él me agarra la barbilla.
—Noel, quiero hacerte el amor. Quiero estar contigo toda
la noche.
—Me gustaría que dejaras de hablar, entonces.
Él sonríe y estamos de vuelta. Bocas desesperadas,
hambrientas.
Estamos en la cabaña y él me da una orden.
—Acuéstate en la cama.
Ni siquiera lo dudo.
Capítulo 28
Taron

Noel se extiende frente a mí, su espalda arqueada y sus


pezones erectos apuntando hacia el techo. La luz de la luna
fluye a través de la ventana abierta, cubriendo su cuerpo
desnudo con una luz plateada. Es una diosa, tengo mi boca
sobre ella, besándola, probándola, bebiendo los sonidos de sus
gemidos.
Sus piernas tiemblan cuando se corre, mi lengua rodeando
su clítoris hasta que agarra mi cabello, tira y ruega que esté
dentro de ella.
Rápidamente empujo mis jeans hacia abajo, girándola
sobre su estómago y agarrándola por las caderas. Se mueve a
cuatro patas y me mira por encima del hombro, sus ojos
dorados ardientes de lujuria y su cabello oscuro, ondulado
sobre sus hombros.
Mi polla es una barra de hierro. Su trasero es un corazón
inclinado hacia mí, deslizo mi polla hacia arriba y hacia abajo
por su humedad antes de penetrarla profundamente hasta las
bolas en su delicioso coño. Se deja caer sobre sus codos y deja
escapar un fuerte gemido, tengo que esperar un momento
mientras la sensación de estar completamente dentro de ella
me deja la mente en blanco.
Mis caderas se mueven, empujando hacia adentro y afuera,
persiguiendo el orgasmo que está al alcance. Ella se corrió
duro hace unos minutos y la siento apretarse a mi alrededor. Es
tan bueno, gimo bajo y fuerte cuando siento la tensión en mi
polla, tensando mi trasero y centrado en el lugar donde
estamos conectados.
Mis dedos dan vueltas sobre su clítoris y ella se rompe otra
vez, gimiendo y apretándome. Es el empujón final que
necesito para volar, pulsando y llenándola, extendiéndome
hacia adelante para apoyarme en la pared frente a nosotros,
llevándola más lejos mientras me aferro a ella, sacando las
últimas olas del orgasmo.
Me llena una profunda satisfacción porque nunca pensé que
volvería a tenerla así.
Estamos respirando con dificultad y me muevo, girándola y
atrayéndola hacia mí. Hace frío y rápidamente saco las cobijas,
deslizándome entre los suaves hilos con ella a mi lado.
Noel Aveline está en mis brazos. Su cuerpo está al ras
contra el mío, del pecho al estómago a los muslos a los dedos
de los pies. Sus manos sostienen mis omóplatos y su mejilla
está apretada contra mi corazón.
Mi corazón que solo late por ella.
Mi corazón con su nombre entintado encima.
Nuestra respiración se ralentiza y deslizo mi mano por la
longitud de su cabello. Presiono mis labios contra su sien.
—¿Cómo te sientes? —Mi voz es áspera, ronca por las
emociones que surgen en mi pecho.
—Bien. —Siento sus mejillas levantarse con su sonrisa,
amo mucho a esta mujer—. ¿Qué es esto?
Ella levanta la cara, sus ojos fijos en mi tatuaje.
—Algo que es tuyo.
Su barbilla baja y presiona su frente contra mi piel. Deslizo
mi mano por su cabello suave. Ella no habla, pero está bien. Sé
que hemos dado un gran paso.
¿Merezco esto? Una punzada de oscuridad acecha desde el
fondo de mi cabeza. Esa vieja ansiedad intenta despertar, pero
no la dejaré, al menos no esta noche.
Colocando mi mano en su mejilla, levanto su boca hacia la
mía nuevamente. Sus besos son como un sorbo de agua en el
desierto, profundo y satisfactorio. Con mi rodilla, separo sus
muslos, moviéndome sobre ella y hundiéndome en su núcleo.
Sus gemidos son la melodía con la que soñé tantas noches
cuando me acostaba solo, en ese pozo del infierno, creyendo
que, si podía sobrevivir una noche más, podría volver a ella de
nuevo. Sus dedos se enroscan en mi cabello y lentamente nos
balanceamos juntos, el fuego nos moldea, haciéndonos uno.
Cuando se corre, levanto la cabeza y la miro
profundamente a los ojos. Brillan cuando la dejo ir, llenándola
y besando sus lágrimas. Sus manos se mueven hacia mi cuello,
manteniéndonos cerca, presiono mis labios contra su hombro,
prometiendo en silencio no dejarla llorar sola.
Nunca más.
La abrazo, escuchando que su respiración se ralentiza,
mientras ella duerme en mis brazos.
Esta noche tengo mi único sueño en mente: Noel y yo, y la
hermosa niña que creamos compartiendo una vida juntos,
construyendo una familia.

∞∞∞
A la mañana siguiente, me despierto para encontrar sábanas
frías a mi lado. Esto no está nada bien.
Me pongo mis jeans, seguidos rápidamente por mis botas y
una Henley verde oscuro. Me cepillo los dientes, una gorra en
mi cabeza y cruzo el patio con Akela saltando a mi lado. Juro
que ella está sonriendo.
Me detengo en la puerta de atrás, el amor se expande en mi
pecho mientras veo a mi chica moverse por la cocina, su
cabello recogido en un moño desordenado en su cabeza.
—¿Alguien todavía tiene hambre después de la cena que
tuvimos ayer? —Cierro el espacio entre nosotros, empujándola
firmemente contra mi pecho.
—Leon siempre tiene hambre. —Ella me sonríe y la beso
suavemente.
Entonces lo pienso mejor y le doy otro beso más largo,
separando los labios y juntando nuestras lenguas. Ella sabe a
sol y jugo de naranja, sabe a lo que quiero beber toda mi vida,
cuando me retiro, la luz en sus ojos me llena de tanta gratitud.
—Suéltame, tengo que preparar el desayuno. —Ella sonríe,
ese pequeño hoyuelo aparece debajo de su boca.
Doy un paso atrás, admirando ese trasero mientras se da
vuelta para cavar en el refrigerador.
—Tal vez deberías conseguir algo de la despensa.
Ella se endereza rápidamente, rosa ruborizando sus
mejillas.
—¡Taron, quieto! —Ella mira por encima del hombro—.
Sawyer está en la sala.
Por mucho que sé que le encanta estar aquí, estoy
empezando a ver algunos inconvenientes de vivir con sus
hermanos.
—¿Cuándo llega mi bebé a casa?
—¿No estás disfrutando tu descanso? —Noel arquea una
ceja sobre su hombro mientras rompe los huevos en el tazón.
—No. —Exhalo una risita—. La extraño.
Me he acostumbrado a su dulce voz que me llama cada dos
segundos, cargándola en mi cadera y escuchando sus
pensamientos, sobre todo. Ella es una parlanchina y me
encanta.
—Pide y se te concederá. —Me sonríe y escucho
conmoción en la otra habitación.
Sawyer los saluda viniendo por la puerta y dos niñas corren
hacia la cocina, con tutús de purpurina rosa y púrpura, y
comienzan a bailar.
—¡Papá, mira lo que nos consiguió la señora Tamara! —
Ella gira, saltando y moviendo su pierna detrás de ella.
Su amiga Beverly “Boo”, una niña pequeña con el pelo
oscuro cortado a la altura de las orejas hace lo mismo. La
hermana de Mindy entra, llevando una maletita y colocándola
sobre el mostrador.
—Se quedaron despiertas después de la medianoche viendo
películas. No pude hacerlas dormir. —Ella se acerca y Noel
besa su mejilla.
—No te preocupes por eso. Tienen hasta el lunes para
ponerse al día.
—Hablaron sin parar sobre ir a patinar en hielo. Bill dijo
que averiguaría si en el coliseo van a organizar eso, te lo haré
saber.
Tamara acorrala a Beverly, las niñas se abrazan y se
despiden antes de salir por la puerta de atrás. Dove salta y
levanta los brazos. La cargo sobre mi cadera para que pueda
despedirse de su mejor amiga hasta que se pierdan de vista.
Luego se me escapa de los brazos y baila en la sala para ver su
programa favorito.
Noel me da la espalda. Las galletas calientes están en un
plato, ella corta rápidamente pequeñas porciones de
mantequilla y las pone sobre cada una.
Mis manos vuelan a su cintura y me inclino para besarle la
nuca, justo debajo de la oreja, inhalando su aroma, coco,
duraznos, un toque de rosas. Me siento feliz, como si
finalmente estuviera en casa rodeado de mi gente
Deslizo mi mano hacia adelante para ahuecar su pecho y
ella inhala bruscamente.
—Taron.
Ella deja caer el cuchillo sobre el mostrador, girando en
mis brazos.
Mirando hacia abajo, sonrío, deslizando mi pulgar por su
barbilla.
—Lo siento.
—Eso es mentira. —Sus labios se presionan en una sonrisa
y ella parpadea. Nuestros ojos se encuentran, es eléctrico.
—Tienes razón. Me gustaría llevarte a esa despensa y… —
Quiero deslizar mi mano por sus pantalones, pero ella aprieta
sus dedos alrededor de mis muñecas.
—Creo que debemos reducir la velocidad un poco.
No me importa esto.
—¿Alguna razón en particular?
Ella se encoge de hombros, levantando el cuchillo otra vez.
—No quiero que Dove piense que estamos juntos hasta
que… a menos que estemos seguros.
—Estoy seguro. —Tengo el estómago apretado, pero le
hablo con calma—. ¿Tú no lo estás?
Ella parpadea rápidamente, poniendo una porción de
mantequilla en la última galleta.
—No lo sé… supongo que quiero estar completamente
segura.
El cuchillo está en el mostrador y la detengo. Cogiendo su
barbilla, levanto su rostro para que nuestra mirada se
encuentre.
—Entiendo eso y me lo merezco. —Los ojos ambarinos se
alejan y se posan en mi pecho, justo sobre mi corazón, donde
está escrito su nombre—. Te lo probaré, Noel. No te
decepcionaré de nuevo.
—Lo estoy intentando —dice susurrando.
Levantando su mano, beso su palma. Nuestros ojos se
encuentran, espero que ella pueda ver la profundidad de mi
compromiso. Espero que pueda ver mi corazón.
—Te esperaré.
Es algo difícil de hacer. Es insoportable estar tan cerca,
haberla tenido entre mis brazos toda la noche y todavía sentir
que ella quiere mantener su distancia, pero es mi culpa.
Necesita tiempo.
Tiempo, no voy a mentir y a decir que esto me gusta, pero
ella lo es todo para mí. Dove lo es todo para mí. Por eso estoy
aquí y estoy preparado para recuperarla.

∞∞∞
Después del desayuno, quiero trabajar. Quiero estar solo y
pensar un rato. Quiero sudar.
Sawyer dice que debemos asegurarnos de que las raíces de
los nuevos árboles estén bien cubiertas. La temperatura está
bajando, se está moviendo un frente frío y han pronosticado
algo de lluvia, posiblemente nieve.
Dove se ha quedado dormida en el sofá frente al televisor
mientras salgo para comenzar. Acabo de terminar de revisar el
lienzo en la primera fila de árboles cuando me doy cuenta de
que Leon está parado con las manos en los bolsillos mirando
hacia el muelle de carga.
—Hey. —Voy a donde él está esperando.
—Hey. —Él me mira. Su ira se ha enfriado, he estado
esperando tener esta conversación—. He estado enojado
contigo por un buen tiempo.
—Lo sé.
—Sawyer dijo que habías sido herido, pero no entiendo qué
tipo de lesión te hace olvidar tus promesas.
Se me hace un nudo en la garganta y es como si me hubiera
golpeado de nuevo en el costado. Siento que estoy de vuelta en
ese lugar del que sigo tratando de escapar, intentando salir del
agujero en el que he caí.
—Comencé con analgésicos. —La vergüenza se calienta en
mi pecho. Odio esta debilidad. Odio admitir lo lejos que fallé.
Aun así, sé que cada vez que intente correr, la negación solo
conduce a la oscuridad—. La fuerza de esa adicción es algo
que nunca olvidaré.
Me estudia con el ceño fruncido. Leon es inteligente, puedo
verlo pensando en esto.
—¿Así que ya lo venciste?
—Nunca lo voy a vencer del todo… pero aprendí a
combatirlo. He aprendido cuándo alejarme. Cuando buscar
ayuda. —Miro mis botas desgastadas.
Ambos nos quedamos callados un momento. Un pájaro
canta en la esquina superior de la bodega y desearía que Akela
pusiera su cabeza debajo de mi mano.
Levantando mis ojos, me encuentro con los suyos.
—Lamento haberte decepcionado, Leon.
Se endereza y su mandíbula se flexiona. Luego asiente.
—Eres realmente dulce con Dove, esa niña te adora.
—Yo la amo, ella es algo por lo que luchar… como lo es
Noel. —Me refiero a estas palabras con todo mi corazón—.
Eres un buen tío, aprecio que la hayas cuidado cuando no
pude.
Él cambia su peso de un pie al otro, levanto la vista para
ver que su expresión se ha aliviado.
—Ellas son mi familia.
Mis labios se aprietan y asiento. Por supuesto. Si he
aprendido algo sobre Sawyer, Noel y Leon, es que la familia
es lo primero.
Después de lo que han sobrevivido, lo entiendo.
—Pensé que podrías ser mi familia una vez. —Me mira de
reojo.
—Me gustaría eso. Más que nada, es por eso por lo que
estoy aquí ahora.
—Sawyer dice que a veces a las buenas personas también
se les viene el mundo encima. Tenemos que perdonarlos
porque nunca sabemos cuándo podría ser nuestro turno de
necesitar que nos perdonen.
Tragando el nudo en mi garganta, asiento.
—Tu hermano es un tipo inteligente.
—Generalmente tiene razón sobre la gente.
Al levantar la vista, veo que Leon me extiende una mano.
Doy un paso adelante y lo tomo, estrechándole la mano y
poniendo la otra encima.
Una sonrisa se dibuja en sus labios y da un paso adelante
para abrazarme brevemente.
—También eres parte de nuestra familia.
Capítulo 29
Noel

Decirle a Taron que necesito espacio es lo más difícil que


he hecho. Estar en sus brazos fue como ir a casa. Él pudo
haber arrancado mi corazón de raíz hace siete años, pero
también plantó la semilla del perdón cuando me dio a Dove.
Volviendo, amándola, siendo tan increíble. Todo ha
recorrido un largo camino para reparar el daño hecho hace
tanto tiempo.
Aun así, es como si mi cerebro lanzara una correa
alrededor de mi pecho y la apretara. Puedo sentir las
restricciones contra mi caja torácica. Tiene mi nombre
entintado en su piel. Lágrimas llenan mis ojos, mi corazón
quiere volar, pero mi mente dice que no tan rápido.
De pie en la puerta, lo veo con Dove en la sala de estar.
Ella está masticando chicle, lo cual es nuevo y está haciendo
que él la ayude a aprender el baile de apertura de Angelina
Ballerina.
—Es mi talento para el concurso —explica como si ya
hubiéramos descubierto esa parte—. Extiende tu brazo, papá.
Taron está sobre una rodilla y ella salta, moviendo los pies
debajo de ella como el ratón de los dibujos animados. Estoy
bastante segura de que este movimiento se llama cambio, es
bastante básico. Aun así, Taron es su mayor fan.
—Eso es bueno. ¿Has bailado antes?
—Claro. —Ella sacude la cabeza y hace un sissionne, que
es básicamente el mismo movimiento, pero yendo a un lado.
El año de ballet que tomé en el bachillerato me dio mucha
información.
—¿Qué está pasando aquí? —Leon entra a la habitación y
se deja caer en el sofá—. ¿Hombre, te tiene bailando ballet?
Me siento en el brazo de la silla a su lado, observando su
progreso.
—Taron está reemplazando a Freddie —bromeo, haciendo
referencia a la pareja de baile de Angelina en los libros.
—Levántame, papá. —Él pone sus manos sobre su pequeña
cintura y cuando él la levanta, ella estira una pierna—. ¡Grand
jeté!
—¡Eso es bueno! —Es tan linda, aplaudo y me río.
Taron la gira en el aire y la apoya sobre su hombro, ambos
extienden un brazo. Incluso Leon celebra sus tontas payasadas,
me pregunto qué le pasa a mi terco cerebro. Este hombre alfa,
grande y fuerte que permite que su pequeña hija haga con él lo
que ella quiera.
Él la baja y ella camina hacia el pequeño bote de basura en
la esquina y escupe su chicle.
—Dios mío, Dove —la regaño—. ¡De la gloria a la escoria!
Usa una servilleta la próxima vez, eso es como de camionero.
—Soy el tío Leon. —Ella pone sus manos en sus caderas y
camina hacia donde Taron está ahora sentado en el sofá.
Los dos miramos a mi hermano menor, que le está
haciendo una mueca a mi hija.
—¿Qué significa eso?
—No sé de qué está hablando.
—¿Estás mascando tabaco otra vez? —Dando un paso al
frente, le golpeo el brazo—. ¿Quieres que se te caigan todos
los dientes?
—¡Mujer! —él grita—. ¡Deja de abusar de mí!
—Qué hábito más repugnante —gruño.
Aun así, estoy feliz. Nos estamos acercando mucho. Estoy
segura de que es sólo cuestión de tiempo antes de que pueda
darle a Taron todo, sin incertidumbre ni miedo.

∞∞∞
Dove está acurrucada durmiendo en mi cama mientras
guardo la ropa en mi armario cuando un golpeteo en mi
ventana me hace saltar. Miro alrededor de la puerta y veo a
Taron haciendo una mueca fuera del cristal.
Akela ya ni siquiera levanta la cabeza. Cruzando la
habitación, subo el vidrio de la ventana para abrirla y él se
sienta, balanceando sus piernas dentro y empujándome entre
ellas.
—Hace frio. —Cierro la ventana detrás de él, revisando por
encima de mi hombro para asegurarme de que Dove sigue en
el país de los sueños, con Alice agarrada a su lado.
Riéndome, me rindo en su beso. Él cubre mi boca con la
suya, separando mis labios y encontrando mi lengua,
poniéndome caliente y resbaladiza.
Mi corazón late tan fuerte que me duele el pecho. Estar en
su cama, hacer el amor con él era la satisfacción de la
necesidad de todo un año, y quiero que me abrace de nuevo,
me dé la vuelta, empuje y reclame lo que es suyo.
Levantando la barbilla, apenas puedo recuperar el aliento
cuando sus manos pasan por debajo de mi camisa, ahuecando
ligeramente mis senos.
—Taron. —Dejo caer mi frente sobre la suya, arrastrando
mis uñas por su barba—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Te echaba de menos. —Inclina la cabeza y su barba
raspa mi piel mientras su boca se cierra sobre un pezón erecto.
—Oh —jadeo mientras él lo chupa firmemente haciendo
que mis rodillas se doblen. Reprimo un gemido y él se
endereza, atrapando mis mejillas.
—Te quiero en mi cama. Ahora.
La electricidad está en mis venas, y quiero decir que sí.
—Es arriesgado, si se despierta y yo no estoy aquí, se va a
asustar mucho.
Sus ojos se dirigen a nuestra nena que duerme en la cama.
—Esa pequeña niña. —Él suspira, sus manos se mueven
hacia mi espalda, cálidas palmas presionándome contra su
pecho.
Siento los latidos de su corazón a través de su camisa, no
quiero dejarlo ir. Considero decirle que se acueste en la cama
conmigo, pero no creo que seamos lo suficientemente fuertes
para eso.
—Toma un abrigo y ven conmigo. —Sale por la ventana
otra vez, yo agarro mi abrigo grueso y esponjoso,
envolviéndolo sobre mi camiseta.
—Se está congelando aquí afuera. —Me pongo los
calcetines de lana y me acurruco más cerca de él en el
columpio del porche—. Ven.
Abro mi abrigo y me monto en su regazo mientras él me
rodea con sus brazos y nos balanceamos. Por un momento nos
quedamos en silencio, dejando que nuestros cuerpos se
calienten entre sí.
Cuando habla, su tono ha cambiado. Es tranquilo, solemne.
—Cada segundo de la misión para rescatar a Marley,
pensaba en ti. Estuve preocupado por ti. Soñé contigo. Fue el
tiempo más largo que habíamos pasado sin hablar desde que
nos conocimos.
Mi corazón late más rápido ante sus palabras, pero me
quedo quieta. Necesitamos tener esta conversación.
—Sawyer pudo llamarte porque lo consideraban cabeza de
familia y era posible que nos mataran en la misión.
Bajo mi barbilla, poniendo mis ojos húmedos contra su
hombro. Recuerdo aquellos días claros como el sonido de una
campana.
Continúa, su voz neutral, sus músculos tensos.
—Finalmente lo encontramos. Estaba en lo profundo de la
jungla, en una vieja choza abandonada, yo fui el primero en
cruzar la puerta.
Una pausa.
Un respiro.
Siento que se traga el nudo que le oprime la garganta.
—Él estaba en muy mal estado. No aseguré el interior
como debería haberlo hecho. No busqué a nadie más. Fui
directo a él y comencé a cortar las cuerdas. Estaba sangrando y
apenas consciente. Me sentí tan aliviado de haberlo
encontrado, pero también estaba pensando en ti, finalmente
podría contactarte.
Girando la cara, presiono mis labios contra su piel.
—No la vi en la esquina. No la vi hasta que fue demasiado
tarde, estaba balanceando un machete en nuestras cabezas.
Hice lo único que sabía hacer. Saqué mi arma y disparé.
Mi garganta se tensa, me siento, buscando sus ojos. Están
abatidos, no se encuentran con los míos. Pongo mi mano en su
mejilla, quiero que me diga qué le pasa, quiero entenderlo.
—¿Qué…?
—La maté, era solo una niña, probablemente una víctima
de secuestro. No lo sé. Tuvimos que dejarla atrás… nunca lo
sabré.
Me duele el corazón por el dolor en su voz.
—¿Eso era lo que te estaba comiendo por dentro?
—Me caí al salir y me lesioné. Las lesiones de espalda son
prácticamente una licencia médica automática. Me dieron un
corazón púrpura y me enviaron a casa. Pero sabía lo que había
hecho. Nunca podría, no puedo olvidarla tirada en el piso en
esa casucha en la selva.
—Oh, Taron. —Lágrimas se derraman sobre mis mejillas y
envuelvo mis brazos alrededor de sus hombros, abrazándolo
con todo mi corazón, deseando poder eliminar este dolor.
Estamos en silencio por un momento, balanceándonos
lentamente en el columpio, compartiendo este terrible
recuerdo. Mis manos se deslizan hacia arriba y hacia abajo por
sus anchos hombros, tratando de calmarnos a ambos.
Sentándome, me seco los ojos y coloco mis manos sobre su
cuello. Ha sido lo suficientemente fuerte como para decirme
esto. Soy lo suficientemente fuerte como para escucharlo.
—Lamento mucho que te haya pasado todo eso.
Sus hermosos ojos se encuentran con los míos, son como el
mar, azul verdoso y brillante.
—¿Puedes perdonarme?
—¡Por supuesto! —Me inclino hacia adelante besando sus
labios y presionando mi mejilla contra la suya.
—No fue tu culpa.
Frunce el ceño y sacude la cabeza como si no pudiera
aceptar lo que estoy diciendo.
—Nuestra hija quiere que yo sea un héroe. No sé cómo
decirle que eso es algo que nunca seré.
Me tiemblan las entrañas y no puedo dejar que él crea esto.
No sé cómo hacer que me escuche, puedo ver que esta carga es
tan pesada que casi me lo quita por completo.
—Nuestra hija te amará pase lo que pase. Porque la amas
incondicionalmente.
Él exhala un profundo suspiro antes de decir—: Nunca seré
su héroe.
—Nunca es mucho tiempo.
Capítulo 30
Taron

—Tienes que ir al cotillón. ¡Es para recaudar dinero para la


biblioteca de la parroquia! —Mindy se apoya en la barra, pero
Noel niega con la cabeza y agita una cacerola de bombones.
—Los pedidos de navidad están por las nubes. Tengo que
terminar mis compras y todos vienen a cenar aquí. No tengo
tiempo para encontrar un vestido, peinarme…
Le doy un pequeño empujón a mi hija desde el interior de
la sala, ella entra en acción.
—¡Mamá, mírame, mírame!
Dove gira hacia la cocina con ese tutú rosa y morado, sólo
que ahora lleva una diadema con orejas de ratón blancas y
lleva un palo con una cinta colgando de la punta. Ella hace los
pasos que hemos estado aprendiendo al pausar y rebobinar la
apertura de su programa favorito, ya sé que es mi hija, pero es
realmente adorable.
Yo la coronaría como ganadora del concurso ya mismo.
—¡Oh, Dios mío! —Noel pone su mano sobre su pecho y
se arrodilla—. ¡Es Angelina Ballerina!
Dove continúa brincando de lado a lado, golpeando los
talones en el aire y girando su varita con la cinta sobre su
cabeza, me río mientras aplaudo cuando entro en la cocina.
Ella corre hacia mí y yo hago el levantamiento, sosteniéndola
mientras extiende sus brazos y piernas brevemente antes de
sentarse en mi cadera.
—Así se hace. —Mindy aplaude, sacudiendo la cabeza y
riendo—. Quiero que tú también seas mi papá.
La voz de Noel es burlona.
—Ya tienes un papacito.
—¿Quién es el papacito de la señorita Mindy? —Dove
frunce el ceño y mira con curiosidad a la amiga de su madre.
Noel arquea una ceja.
—El señor Deacon.
—Tienes que parar con eso. —Mindy empuja el brazo de
su amiga.
Dove me frunce el ceño.
—¡Él no es su papá!
—Esto se está volviendo extraño. —Frunzo el ceño
también.
Noel deja escapar un pequeño yip.
—Mierda, se me fue el tiempo… —Ella mueve la olla del
fuego—. Rápido, pásame esa sartén.
Mindy toma una gran bandeja de metal para hornear
galletas y observamos cómo le pone pequeños trozos de la
mezcla de nueces y mantequilla color caramelo y marrón.
—Casi quemo los bombones.
—Eso se ve bien. —Mindy se vuelve hacia mí—. Dile que
tiene que ir al cotillón.
—¿Qué dices, nena? —Miro a mi chica vestida con unos
jeans que abrazan ese culito apretado y un suéter blanco. Se
quita la banda de su cabello oscuro y la sacude sobre su
hombro. Me dan ganas de inventar una excusa para sacarla de
aquí y tenerla para mí solo.
—Tengo que ir al ancianato. —Noel camina hacia donde
estoy parado, sosteniendo a nuestra pequeña niña, que está
girando su varita de cinta—. ¿Me vas a ayudar a traer a la
señorita Jessica a la tienda, verdad?
—Estoy listo.
Ella saca a Dove de entre mis brazos.
—Ve a cambiarte.
Mi hija sale de la cocina y atrapo la mejilla de Noel,
dándole un beso rápido.
—¿Cómo es eso de talento?
Su nariz se arruga y me sonríe.
—Creo que lo va a ganar.
Las últimas dos semanas, desde esa noche en el columpio,
nos hemos acercado cada vez más. Lo que sucedió en esa
selva fue lo último que me guardaba y sentí que, si iba a
demostrarle que estaba dispuesto a darlo todo, tenía que poder
decirle la verdad.
Esto entre nosotros ha cambiado después de esa
conversación y aunque todavía no pasamos la noche juntos,
hemos encontrado formas de evitar los hábitos de sueño de
nuestra hija, la mayoría de los cuales implican salidas
repentinas a las que debemos ir juntos.
Estoy bastante seguro de que Sawyer sabe que algo está
pasando, especialmente porque la mayoría de estas salidas
tienen lugar mientras Dove está en la escuela.
—Solo piensa… —Mindy sigue hablando sobre la
recaudación de fondos—. Vestidos de noche, esmoquin,
música elegante, baile y tu cumpleaños. Va a ser muy
romántico.
—¿Qué pasa si hago una gran donación como lo hizo
Taron?
Mindy levanta las cejas.
—¿Puedes hacer eso?
—Quizás no todos los años, pero este año sí.
—No. —Mindy niega con la cabeza—. Incluso si eres tan
rica como Beyoncé, quiero que vengas, nos vamos a divertir.
¿Taron, no puedes ayudarme?
Los ojos dorados se encuentran con los míos, Noel me da
una sonrisa que he llegado a amar. Es tranquila y serena, como
si supiera algo que está lista para decirme.
Quiero escucharlo.
—Hablaré con ella.

∞∞∞
—Esto es muy elegante. —La señorita Jessica está en el
asiento delantero de mi Tahoe y pasa la mano por el
reposabrazos de cuero—. No creo que me haya subido en un
vehículo tan grande y lujoso antes.
—Es sólo una camioneta. —Acaricio su mano delgada.
—Me siento como una reina que va a ver mi viejo
cobertizo en todo su esplendor.
—Espero que les guste —Noel llama desde la segunda fila
—. Espero que la gente venga a comprar cuando esté abierto.
Su amiga mira por el espejo retrovisor.
—Va a ser un éxito. ¡Ya lo verás!
Dove es ajena a nuestras preocupaciones.
—Boo dijo que su papá la llevó a patinar sobre hielo en
Monroe la semana pasada. ¡Quiero patinar sobre hielo, papá!
Me encuentro con sus ojos en el espejo.
—Le voy a pedir la información, mi amor.
—El tío Leon dijo que el estanque está muy frío y debería
tener hielo. Apuesto a que podría patinar sobre hielo allí. —
Mira por la ventana el sol poniente, hago una nota mental para
llevar a esta niña a una pista y rápido.
Ha estado preguntando por semanas.
—Ese estanque siempre ha estado tan frío como la
antártica. —La señorita Jessica se ríe—. No está muy lejos de
la bodega o debería decir tu nueva tienda.
—Tu papá me arrojó en nuestra primera cita. —Noel me
guiña un ojo en el espejo.
—¡Papá! —Dove me grita.
—Tu mamá me empujó de una plataforma. Casi me rompí
todas las costillas.
—¡No es cierto! —La voz de Noel se eleva y me río.
La señorita Jessica se ríe más y nos detenemos frente a la
nueva tienda.
—¡Dios mío! —Ella junta sus manos frente a su boca—.
¿Pero qué es esto? Qué cambio, es increíble.
Detengo la camioneta y Noel salta rápidamente, abriendo la
puerta del lado del pasajero. Troto para ayudarlas a ambas, la
señorita Jessica es ligera como una ramita, su emoción es
contagiosa.
—Taron pintó el exterior. —Noel toma su mano y mientras
estoy frente a ella, la señorita Jessica me da un fuerte abrazo.
Me inclino para abrazarla, agradecido por esta dulce
ancianita. Ella siempre me ha tratado con calidez y aceptación,
incluso después de que regrese.
—Qué buen hombre —dice, dándome palmaditas en la
mejilla.
—Sí, lo es. —Noel afirma enfáticamente y mi pecho se
llena con algo parecido al orgullo.
—¡Papá, ayúdame! —Dove está fuera de su silla de pie en
medio de los asientos.
Me acerco y la bajo al suelo, ella sale corriendo a la tienda
con Akela saltando justo a su lado.
—¡Esa niña tiene más energía que un conejo! —La señorita
Jessica se ríe, Noel toma su mano, caminando lentamente
sobre el terreno irregular hasta la acera que construimos.
Dove atraviesa la puerta y la deja abierta. Estamos muy
cerca, cuando la señorita Jessica ve el interior, jadea.
Las paredes están pintadas de melocotón, hemos lijado y
barnizado los pisos para que el cálido pino amarillo sea suave
y acogedor. Las manos de Noel se cruzan delante de sus labios
y ella mira a su amiga inspeccionar el lugar. Estoy bastante
seguro de que está conteniendo la respiración, queriendo que
se sienta orgullosa. Pongo mis brazos alrededor de sus
hombros. Yo estoy orgulloso.
Con la puesta de sol a través de las nuevas ventanas, el
lugar se ve absolutamente dorado.
—Tengo que conseguir un electricista aquí para que
podamos obtener algo de luz y calor. —Noel extiende sus
manos—. De otra manera…
—Me encanta. —Los ojos de la señorita Jessica están
llorosos—. Es realmente Autmn’s Bounty.
—¡El tío Leon está en casa! —Dove salta sobre los dedos
de los pies frente a la ventana al oír el paso de una camioneta.
Leon toca un poco la bocina y nosotros saludamos. Dove
sale corriendo por la puerta con el perro justo detrás de ella.
—¡Está empezando a nevar!
Noel grita tras ella.
—Ve directo a la casa. Se está haciendo de noche.
Observo su cabeza dorada mientras brinca colina abajo, un
destello de vacilación se mueve por mi pecho.
—Creo que ella está bien sola.
Pero Noel está distraída mostrándole a su amiga las vitrinas
y los estantes empotrados. Me detengo mientras discuten
dónde poner todo. Del cielo caen gruesos montones de nieve,
sé que no durará. Hace frío, pero no tenemos nevadas tan al
sur.
El sol se ha ido para cuando terminamos de dejar a la
señorita Jessica en el ancianato.
—¡Necesitamos otro lote de bombones, Noel! —La
enfermera nos saluda en la puerta y toma la mano de la
señorita Jessica.
—Está bien.
—Se fueron en cinco minutos.
La mandíbula de la señorita Jessica cae.
—¡Ni siquiera los pude probar!
Noel la abraza y le habla en voz baja al oído.
—Traeré un lote especial para usted la próxima semana.
Eso la satisface, estamos en el camino a la casa cuando
Noel se acerca y toma mi mano.
—Lo pasamos muy bien.
Mi mano se cierra sobre la de ella y quiero decirle lo que
hay en mi corazón. Quiero hacer de ella y Dove mi familia de
una vez por todas. Decido que esta noche, después de que
todos estén en la cama. Iré a su ventana y entonces podremos
hablar.
Salta de la camioneta cuando llegamos a la casa y sube
corriendo los escalones traseros.
—Estoy segura de que Leon está preocupado por su cena.
Abriendo la puerta, ella llama.
—Dove, Leon, estamos de vuelta.
Estoy a medio camino de la puerta cuando escucho que el
pánico golpea a Noel.
—¿Qué quieres decir con que ella no está aquí?
—Pensé que ella estaba con ustedes… —Leon está de pie,
Sawyer justo a su lado.
Nuestros ojos se encuentran mientras un sudor helado baja
por mi espalda.
—¿Qué está pasando?
—Dove nunca volvió a la casa. —La voz de Noel se eleva
una octava. Gira sobre sus talones y sale corriendo por la
puerta trasera, gritando—: ¡Dove, Dove!
Grita su nombre de nuevo, más fuerte, estoy justo detrás de
ella, todos lo estamos.
—¡Dove! —La voz profunda de Sawyer se proyecta a
través de la colina. Él agarra el brazo de Noel—. ¿Hace cuánto
la viste, dónde estaba ella?
El rugido está en mis oídos. Todavía puedo ver su pequeña
cabeza rubia saltando lejos de mí colina abajo, Akela justo
detrás de ella.
—¿Aproximadamente una hora, tal vez menos? —La
adrenalina corre por mis venas—. Fue justo después de que
Leon nos pasó. Ella quería volver aquí para verlo.
Leon sale corriendo cuesta arriba hacia la tienda.
—Voy a revisar en la colina.
—Está nevando… —Noel tiembla, gruesas lágrimas bajan
por sus mejillas—. Ella dijo que estaba nevando.
—¡Piensa! —Sawyer nos ordena—. ¿A dónde podría haber
ido?
Tomamos abrigos y linternas. El aire se está congelando y
las capas de nieve aún caen al suelo.
—Está muy frio. Oh, Dios, hace mucho frío. —La voz de
Noel tiembla.
Estoy en pánico internamente, pero trato de mantener la
concentración.
—Akela está con ella.
Noel sale corriendo en la dirección en que se fue su
hermano y yo estoy justo detrás de ella, con linternas
encendidas a lo largo del camino.
Mi estómago está lleno de calambres. Un millón de
imágenes horribles pasan en mi mente, pero me niego a
dejarme llevar por ellas. Si se cae, la encontraremos. Si se
distraía y quería construir un muñeco de nieve, la
encontraremos. Si ella decidiera vagar por el bosque…
¿Por qué ella haría eso?
Nos encontramos con Leon trotando en nuestra dirección.
—No vi ninguna señal de ella.
—¡Oh, Dios! —Noel se derrumba, pero estoy ahí para
abrazarla—. No crees que alguien…
—No. —Sawyer la corta bruscamente—. Hubiéramos visto
a alguien o huellas de alguien.
—¡No se pudo haber ido sola! —La voz de Noel se eleva a
un grito. Todo su cuerpo está temblando.
Ella está llorando, pero no completamente descompuesta,
estoy tratando de obligar a mi cerebro a concentrarse.
—Akela está con ella… —La voz de Sawyer es tensa. Él
está pensando, pero puedo decir que está como yo, cerca del
borde—. ¿A dónde iría?
La realización nos golpea a los dos al mismo tiempo.
—¡El estanque! —Se vuelve hacia su hermano menor—.
Consigue ayuda.
Leon corre hacia la bodega, mientras que el resto de
nosotros carga en la dirección opuesta hacia la pequeña
arboleda en la distancia. La mano de Noel está apretada en la
mía. Su hermano está delante de nosotros y nuestros pies
emiten sonidos húmedos y agitados en la nevada que cae.
—Oh, Dios, por favor… —La voz de Noel es baja, tensa.
Mis entrañas están sacudidas por el terror. Mi niña
pequeña, mi bailarina, mi ratoncita. Ella tiene que estar bien.
Invoco mi entrenamiento militar, mi pensamiento estratégico,
me concentro bajo presión a medida que nos acercamos al
estanque que se encuentra entre dos ríos. En el verano, es
relativamente tranquilo, pero como señaló el hermano de Noel,
la corriente crece más en el invierno.
El hielo está en la boca de mi estómago cuanto más nos
acercamos. Es demasiado tranquilo. Dios, escucho el primer
gemido de un perro cuando el fuerte ruido del vehículo de tres
ruedas rompe el silencio.
Leon corre por la colina, uniéndose a nosotros rápidamente,
Sawyer apunta la linterna sobre la superficie. Dos líneas que
atraviesan la cara nevada nos muestran por dónde se aventuró.
Él ilumina más arriba y aparece el reflejo amarillo de los ojos
de Akela a unos treinta metros de distancia. Está en el agua,
sus patas delanteras arañan el hielo.
—¡Dove! —Noel suelta un grito.
Leon apaga el motor y escuchamos los gemidos de Akela,
el chasquido de sus garras mientras lucha por salir del agua.
Sawyer atrapa a Noel alrededor de la cintura antes de que
pueda cargar sobre el hielo delgado. Leon tiene una cuerda
amarilla de nylon que está atando alrededor de la jaula en la
parte posterior del ATV. Parece que nos lleva demasiado
tiempo, pero nos estamos moviendo lo más rápido que
podemos.
—Es lo mejor que pude encontrar. —Su voz es agitada y la
envuelvo varias veces alrededor de mis brazos mientras me
dirijo hacia el agua.
Sawyer le pasa a su hermana a Leon.
—Espera, Noel.
—¡No! —ella grita, tratando de liberarse.
—Vámonos. —Dejo a Sawyer atrás, caminando
cuidadosamente lo más lejos que puedo antes de caer sobre mi
vientre para evitar romper el hielo.
Mis ojos parpadean rápidamente y mi corazón está
martilleando en mi pecho. Veo a la perra, pero está muy
oscuro. No puedo ver si Dove está allí.
—¡Alumbra aquí! —Mi voz está rasgada de miedo.
Miro más de cerca y veo su manita agarrando el cuello de
Akela. Su cara está presionada en la parte posterior del pelaje
de la perra, Akela lucha para aferrarse al borde del hielo. Sus
uñas se rascan, se está cansando.
—Buena chica, Akela. Buena chica. —Tengo que mantener
la calma—. ¿Dove, puedes oírme? ¡Dove!
Su cabeza no se mueve y yo me giro, deslizándome hacia
ellas. Estoy casi al borde. No puedo romper este hielo o todos
nos hundiremos, podríamos perderlas a ambas.
El agua golpea mis piernas y corta como un cuchillo, hace
tanto frío. Sé por mi entrenamiento que debo mantener la
calma en una situación como esta, pero la hipotermia es mi
mayor temor. No sé cuánto tiempo llevan aquí afuera.
Deslizándome hacia un lado, mi mano hace contacto con la
pata de Akela.
—Te tengo. Te tengo, niña. —Mi voz es pánico controlado,
calmado con un borde—. Ya casi.
—¡Ata la cuerda a su alrededor! —Sawyer grita.
Se está quedando atrás, sabiendo que demasiado peso
puede hacer que toda la superficie ceda. No hay forma de que
Leon y Noel puedan sacarnos a todos de aquí. Con la
temperatura del agua, nos moriríamos de frío en minutos, lo
que me aterroriza ahora.
Mientras miro, veo que su pequeña mano pierde el control
sobre el perro.
—¡Dove! —grito más fuerte—. ¡Aguanta a Akela, Dove,
papá está aquí!
Me lanzo en pánico y es un error crítico. El hielo se rompe.
Mi mano se cierra alrededor de la pequeña cuando todo se
vuelve negro, somos golpeados por algo que parece un tren de
carga, empujándonos hacia el agua.
Lo último que escucho es el grito de Noel.
Capítulo 31
Noel

Suena como una rama de un árbol que se rompe en dos o


un disparo a corta distancia.
Toda la superficie del estanque se abre y Sawyer golpea su
estómago, aún sujetando la cuerda. Taron desaparece en la
oscuridad junto con mi hija y mi perra. Me arrodillo gritando.
El tornado vuelve a tocar mi pecho, gira en espiral y rasga
mis entrañas. Me está arrancando el corazón y no tengo tiempo
para refugiarme.
Leon me suelta, corriendo para ayudar a su hermano.
—¿Los tienes? —Su voz es más un grito.
—¡No lo sé! —Sawyer se pone de pie y agarra la cuerda
nuevamente.
La cabeza de Akela es la primera sobre el agua. Ella rema
contra la corriente, pero está perdiendo la carrera. Es una perra
de clima frío, pero no sabemos cuánto tiempo ha estado en
esta corriente.
La cabeza de Taron se levanta luego, y agarra a Dove
contra su pecho.
—¡Apúrate! —Es un ruido fuerte como una tos o un
gruñido. Salpica detrás de él, puedo ver que está pataleando,
tratando de mantenerlos a flote a ambos.
Leon corre hacia el vehículo de tres ruedas y lo lleva hacia
abajo, luego comienza a moverlo lentamente hacia adelante.
La cuerda se tensa, Sawyer la pone debajo de su brazo,
guiándola cuidadosamente, sacándola.
La parte superior del cuerpo de Taron se eleva. Veo la
cuerda enrollada varias veces alrededor de su antebrazo, él
está sosteniendo a nuestra hija contra su pecho, haciendo todo
lo posible para mantenerla fuera del agua.
Estoy de rodillas, apretando las manos y orando. Cada
músculo de mi cuerpo está tenso mientras los veo luchar
contra las corrientes heladas.
Las bocinas suenan detrás de nosotros y el ruido de una
sirena parece muy lejano. Mi visión se canaliza mientras toda
mi vida se desarrolla ante mí.
—¡Dios, por favor! —Rezo de nuevo, mi voz un grito de
grito—. ¡Ayúdanos!
Todo pasa a cámara lenta cuando sucede. El nudo se desliza
o el agarre de Taron se desliza.
—¡León, espera! —Sawyer le grita a mi hermano menor
cuando la cuerda amarilla se afloja.
La sirena es fuerte ahora, cortando el campo mientras
paramédicos corren hacia la escena. Un enjambre de
trabajadores me rodea. Un hombre grande me agarra, envuelve
una manta alrededor de mi cuerpo y tira de mí.
—¡No! —Intento luchar y luchar contra él, pero mis brazos
están atrapados debajo de la manta.
—¡Tenemos que movernos rápido! —Una mujer grita y
llevan tablas amarillas sobre el hielo—. ¿Cuántos hay?
—¡Dos y un perro! —Sawyer grita.
Las luces parpadean, cegándome. No puedo ver lo que está
pasando. Me metieron en un coche de policía y una mujer me
puso un termo de plástico en la mano.
—Beba esto.
—Déjame ir. ¡Es mi hija! —Estoy frenética, tratando de
volver a ellos.
—Van a estar bien. Los vamos a sacar. Los llevaremos al
hospital. Por favor, mantenga la calma.
No puedo ver lo que está pasando. Las lágrimas ciegan mis
ojos y me esfuerzo, tratando de ver lo que están haciendo a
través de toda la conmoción. Mucha gente está aquí… todos
están trabajando rápido, escucho algo que suena como un
motor. Hombres gritando.
El pánico contrae mis pulmones y quiero ayudar. Quiero
saber qué está pasando. Necesito ver a mi hija, a Taron.
—Ayuda, por favor —Apenas tengo palabras cuando tres
puertas se cierran.
La ambulancia sale disparada hacia la noche y la seguimos
en una caravana de luces.

∞∞∞
—Vinimos tan pronto como nos enteramos. —La señora
Jenny y Mindy corren por el estrecho pasillo hacia donde
estoy parada afuera de las puertas de la sala de emergencias
con mis hermanos.
—¿Qué está pasando? —Mi mejor amiga toma mi mano.
—No lo sé aún. —El brazo de Sawyer me rodea, pero no
he dejado de temblar desde que salimos de la casa—. Dove
está inconsciente. Piensan que está sufriendo un choque de
agua fría. Taron estuvo con nosotros todo el tiempo hasta que
se cayó. Creo que el hielo lo golpeó.
—Señor, no. —La señora Jenny da un paso adelante y me
abraza.
Hasta ahora he estado completamente insensible, como si
hubiera caído en las aguas heladas, pero con el colapso de mi
antiguo pilar de fuerza, siento que mi interior se derrumba. El
peso de esto es más de lo que puedo soportar.
—No puedo perderlos. —se me rompe la voz.
Se aclara la garganta, agarrándome los hombros y
sosteniéndome recta.
—Ellos van a estar bien. El Señor dijo que no nos daría
más de lo que podemos soportar.
Mis ojos están muy abiertos y secos. Me he quedado sin
lágrimas, pero eso no significa que no me muera por dentro.
Se abre la puerta del hospital y sale un joven de uniforme azul.
—¿LaGrange?
—Esos somos nosotros. —Sawyer avanza rápidamente.
—¿Cuál de ustedes es la madre?
Todos me ponen las manos encima y yo doy un paso al
frente.
—Soy yo.
Nos mira a los cinco parados como un frente unido,
Sawyer, Leon, la señora Jenny, Mindy y yo.
—¿Supongo que ustedes son toda la familia?
La señora Jenny extiende una mano suplicante.
—Sí, cuéntenos qué está pasando.
—Ella está estable. Sus signos vitales son fuertes…
—Oh, gracias a Dios. —Exhalamos colectivamente de
puritito alivio.
—Pero ella está en un estado de inconsciencia
postraumática. La estamos monitoreando, pero me preocupa
que haya sufrido una falta de oxígeno en el cerebro mientras
estaba en el agua.
Mi pecho se siente vacío. Empiezo a caer hacia adelante,
pero mi hermano mayor me abraza.
—¿Qué significa eso? —La voz de Sawyer está ronca por
la preocupación.
El médico presiona sus labios antes de contestar.
—Podría significar cualquier cosa. No lo sabremos hasta
que ella recupere la conciencia.
Tengo problemas para respirar. Mi garganta esta apretada.
La señora Jenny me abraza mientras mi hermano habla con el
médico.
—¿Cuánto tiempo estará así?
—No lo sé, pero en este momento la vamos a trasladar a
una habitación. Con suerte, escuchar la voz de su madre y
hablar con ella la traerá de vuelta, es cosa de esperar. Haré que
la enfermera les muestre el camino.
—Gracias, doctor. —dice Leon.
Mi hermano ayuda a mi amiga a bajarme a una silla azul.
—Nos sentaremos con ella. Hablaremos con ella y ella se
va a despertar. —La voz de la señora Jenny es segura—. Sabes
que no le para el pico, va a querer unirse a la conversación.
Ya no sé nada. Me duelen los hombros y siento que toda
esperanza se me escapa.
—¿Y qué hay de Taron? —Sueno ronca—. ¿Nos dijeron
algo sobre él?
—Lo último que supe es que estaba siendo tratado por una
lesión en la cabeza.
—Oficialmente tengo la cabeza dura. —Su voz baja y rica
es como un bálsamo para mis doloridas entrañas.
Mi mano tiembla cuando extiendo la mano, él está
conmigo, frente a mí, sosteniéndome en su fuerte abrazo.
—Taron. —Apenas puedo hablar—. Estás bien.
Se inclina hacia atrás y atrapa mis ojos. Un pequeño
vendaje se encuentra sobre su sien izquierda y un hematoma
feo y púrpura está en su mejilla izquierda, pero está vivo.
Desliza su mano debajo de mi brazo y me ayuda a levantarme.
—La tuve conmigo todo el tiempo. No sé qué sucedió
cuando se rompió el hielo, perdí el conocimiento brevemente.
—Salvaste la vida de tu hija. —La señora Jenny se estira
para abrazarlo con fuerza—. Siempre supe que eras un buen
hombre, lo probaste esta noche.
—¿Familia LaGrange? —Nuestro círculo se abre para una
joven enfermera con uniforme de color caqui—. Puedo llevar
a dos de ustedes a ver a Dove. ¿Están sus padres aquí?
—Esos somos nosotros. —Taron toma mi mano y la
seguimos por el pasillo tranquilo, pasando puertas decoradas
con globos de papel y animales pintados.
No quiero pensar en la tortura de ser obligado a permanecer
aquí esperando indefinidamente. No puedo dejar que mi mente
vaya a lo que eso significaría en última instancia.
—Aquí estamos. —La enfermera nos lleva a una
habitación oscura donde mi bebé yace en una cama grande
rodeada de pitidos y un ventilador.
—Oh no. —Susurro, pero Taron me mantiene de pie.
Nos quedamos solos y voy a su lado. Su cabello dorado
está alrededor de su rostro en ondas húmedas, pero sus
hermosos ojos están cerrados. Un tubo transparente está en su
nariz, su pequeño pecho sube y baja.
—No necesita la ayuda del ventilador para respirar. —
Taron se para detrás de mí, hablando en voz baja—. Eso tiene
que ser una buena señal. Es como si ella estuviera durmiendo.
—¿Dove? —Mi voz es más fuerte—. Mamá está aquí. Por
favor despierta.
El silencio es mi única respuesta.
El silencio y el ruido de las máquinas.
Parpadeo ojos preocupados hacia su padre, veo su rostro
serio. Él está mirando su pequeño cuerpo, esperando tan
indefenso como yo cualquier señal de que todavía está allí.
Cualquier indicio de que va a volver.
El médico dice que las primeras veinticuatro horas son
críticas. Nos dice que, si está inconsciente más tiempo que eso,
el riesgo de daño cerebral aumenta dramáticamente.
Mi corazón no puede desatarse. Está apretado como un
puño en mi pecho, por mucho que quiera creer las palabras de
la señora Jenny, tengo que levantarme y caminar.
Taron es lo contrario. Él está a su lado, su mano grande
debajo de la suya más pequeña, observando su carita y
esperando.
—Hey niña, hora de despertar. —Puedo escuchar el dolor
en su voz y eso me rompe de nuevo.
—Oh, Taron. —Pongo mis manos sobre sus hombros
mientras las lágrimas calientan mis ojos.
Él no deja de mirarla. Él solo espera, sosteniendo su mano.
Capítulo 32
Taron

La Bella Durmiente. Nuestra primera conversación fue


sobre la historia de ese príncipe. Estaba en un calabozo y
luego tuvo que luchar a través de espinas y matar a un dragón.
Dije que cortaría espinas y mataría un dragón por ella.
—Despierta, Dove. Es papá. Necesitamos practicar tu baile
para el concurso de la princesa del festival.
Silencio…
He estado en combate.
Me he enfrentado a narcotraficantes.
Demonios, sobreviví al campo de entrenamiento de los
marinos, pero nada se puede comparar a esto.
Su carita bonita está tan quieta y tranquila. Es como si solo
estuviera durmiendo, pero no abre los ojos. Está en algún lugar
donde no podemos alcanzarla y la impotencia es abrumadora.
Después de veinticuatro horas, deberán intubarla. Es como
el punto sin retorno, tirar la toalla y esperar que llegue el final.
Me duele el pecho. Todavía puedo ver el momento en que
ella se alejó de mí en la tienda. Está muy claro en mi mente.
Mi corazón dijo que la detuviera.
¿Por qué la dejé ir?
Noel no puede quedarse quieta. Está nerviosa sus manos no
dejan de temblar. Intento abrazarla, ella me deja por un rato,
luego se suelta porque tiene que moverse.
Quiero darle mi fuerza, pero siento que se me escapa tan
rápido como a ella.
Es como estar de guardia.
Estudio sus pestañas oscuras tocando ligeramente sus
suaves mejillas. Mis oídos se esfuerzan por el sonido de su
respiración. Quiero volver a escuchar su voz.
Me ha llamado papá al menos mil veces, pero aun así no
fue suficiente. No he tenido suficiente tiempo con ella. Por
favor, Dios… No dejes que este sea mi castigo…
—Creo que iré a la capilla. —Noel me toca el brazo—. Tal
vez si le pido a Dios…
Levanto su mano y beso la parte superior.
—Suena como una buena idea.
No puedo dejarla sola. Si ella abre los ojos, tengo que estar
aquí. Cuando estaba en el agua, la tenía en mis brazos, sentí la
vida en ella. Creo que la escuché decir mi nombre y estaba
seguro de que la sacaría con vida.
El hielo se rompió y perdí el equilibrio.
Otra hora pasa.
—Angelina, es el señor Mouseling. Despierta para que
podamos construir un trineo.
Silencio…
Otra hora pasa.
Unas cálidas manos agarran mis hombros.
—¿Cómo estás?
Levanto la vista para ver a la madre de Mindy parada frente
a mí, sonriendo amablemente.
—Estaré mucho mejor cuando ella se despierte. ¿Dónde
está Noel?
—Está hablando con el pastor Sinclair. —Pone su mano
sobre la de Dove—. Vamos, niña, hora de despertar.
Ella parece tan segura. Quiero tener ese tipo de fe, pero no
lo hago.
—Noel ha pasado por mucho. —Mira a mi hija mientras
habla—. Lo que ella tuvo que sobrevivir, el señor le dio
fuerzas para sobrevivir. No le pedirá más de lo que ella puede
soportar.
La culpa es una pesada losa que llevo sobre mi espalda.
—No debería haber venido aquí.
—¿Qué estás diciendo? —Sus ojos oscuros se encuentran
con los míos.
—He hecho cosas, cosas malas. Noel no debería tener que
sufrir por mi culpa.
Sus manos están sobre mis hombros otra vez, agarrándome
segura y fuerte.
—Así no es cómo funciona esto, deja de encadenarte al
pasado, suelta tus errores y perdónate a ti mismo.
Empiezo a responder, pero ella me detiene.
—La hora más oscura es justo antes del amanecer. —Luego
se dirige a la puerta y nos deja.
Mirando hacia atrás a mi pequeña, pienso en sus palabras.
Pienso en la mazmorra en la que me he mantenido desde lo
que pasó en esa casucha.
¿Es posible que la madre de Mindy me haya dado las llaves
para liberarme?
Mi mano está en la de Dove y bajo mi frente hacia su
brazo. Es tan tranquilo, no estoy seguro si me quedo dormido.
Solo sé que el tiempo pasa, Noel regresa, se sienta a mi lado y
pone su cabeza en mi brazo. Me muevo y la jalo contra mi
pecho.
—Te amo. —Es lo único que puedo decir. Estoy al final de
mi capacidad, no puedo arreglar esto y me mata.
Levanta la cabeza y me sonríe con tristeza.
—Te amo.
Alcanzando su mejilla, acerco sus labios a los míos y la
beso, suave y gentilmente. Nuestros ojos se encuentran, haría
cualquier cosa para quitarle el dolor.
Llevo su cabeza en mi pecho otra vez, cierro los ojos y
pido en silencio. Ella está en mis brazos, segura en mi abrazo.
Tengo que creer que todo va a estar bien.
—Papá —Una pequeña voz somnolienta nos sobresalta—.
¿Estabas besando a mi mamá?
Mi cabeza da vueltas.
—¿Dove?
Sus bonitos ojos parpadean y su madre se lanza hacia
adelante.
—¡Dove, estás despierta! —Noel besa su mejilla. Besa su
otra mejilla, su cuello y el costado de su mano—. Oh, mi bebé,
mi dulce ángel.
Doy un paso atrás, dándole espacio como la felicidad,
alivio, gratitud, alegría llenan en mi pecho. Yendo hacia la
cabecera de la cama, me agacho para acariciar su suave
cabello.
—¿Cómo te sientes, mi amor?
—Me duele la cabeza. —Su voz suena cansada—. Tenía
mucho frío, me aferré a Akela. Ella estaba calientita, trató de
sacarme…
Ella me mira y sus pequeños ojos giran.
—Lamento no haber ido a casa como dijiste.
—Está bien… No estás en problemas… —No sé cómo
decir esto—. Nunca vuelvas a hacer eso, ¿de acuerdo?
—¿Akela está bien? —pregunta, esos ojitos llenos de
preocupación.
Noel no deja de besarla mientras la enfermera entra en la
habitación y comienza a moverse rápidamente, tomando notas
y revisando sus signos vitales.
Los ojos aguamarina de Dove no pierden detalle.
—¿Mi mamá es tu princesa ahora?
Sonrío, muy agradecido por una segunda oportunidad.
—Hablaremos de todo cuando lleguemos a casa.
Capítulo 33
Noel

—¿Cinco por cuatro? —Leon se apoya en la barra con


Dove encaramada justo en frente de él.
—¡Veinte! —Ella grita, dando un pequeño salto.
—¿Dos veces dos?
La cabeza ladeada a un lado.
—Demasiado fácil. Cuatro.
—Está bien, prueba esto. Siete por… —Su voz se arrastra y
sus ojos se abren—. ¡Nueve!
Sus pequeños labios se separan, ella piensa su respuesta por
un momento—. ¿Sesenta y tres?
—¡Sí! —Leon levanta sus manos y ella choca los dos con
fuerza—. ¡Sigues siendo una bebé prodigio!
Al escuchar eso Dove frunce el ceño inmediatamente.
—¡No soy una bebé!
Taron se ríe desde donde está parado, apoyado contra la
barra, mientras los mira. Se ve tan guapo en ese esmoquin, el
pelo peinado hacia atrás y los ojos del color del mar tan llenos
de amor.
Me detengo un momento dejando que la alegría del
momento llene mi espíritu. No estoy segura de que sea posible
ser más feliz de lo que soy ahora.
Como si estuviera de acuerdo con mis pensamientos, la
mejor perrita del mundo trota a mi lado y pone su cabeza
debajo de mi mano. Me pongo en cuclillas para rascarle la
cabeza a Akela y me lame en la cara.
—¡Oh! —Me río—. Cuidado con el maquillaje, chica.
Leon declaró a Akela una heroína.
Dove nombró a su papá un héroe.
Sawyer y yo decimos que ambos tienen razón. Taron, por
supuesto, dice que hizo lo que cualquier buen padre haría y
estoy segura de que Akela diría que, para un Husky siberiano,
meterse en un lago helado y ayudar a salvar la vida de una
niña es parte del trabajo.
Los amo a todos.
De pie, deslizo mis manos por la parte delantera del vestido
de noche que llevo puesto. Sin mangas, confeccionado en seda
gruesa de color azul marino con una falda completa y un
hermoso estampado floral cerca de la parte inferior. Fui de un
lado a otro sobre llevar el pelo recogido o suelto y finalmente
decidí dejarlo suelto, sobre un hombro.
Respirando nerviosamente, la emoción apretando mi
garganta, hago mi gran entrada.
—¡Mamá! —Dove jadea, sosteniendo sus mejillas—. ¡Eres
una princesa!
—Diablos, hermana —es lo mejor que recibo de Leon.
La expresión de Taron hace que mi pecho se contraiga. Se
endereza, saca la mano del bolsillo y parece aturdido, como si
estuviera viendo el amanecer por primera vez.
—Te ves muy hermosa.
El calor inunda mis mejillas. Mi corazón late más rápido,
miro hacia abajo, dejando que una de mis ondas de cabello
oscuro caiga sobre mi mejilla. Él lo desliza con los dedos y me
abraza.
Cerrando los ojos, inhalo profundamente su aroma. Siento
la fuerza en su cuerpo, las riendas que unen mi corazón
finalmente se aflojan. El miedo se ha ido, soy libre de amar a
este hombre completamente, con mi cabeza y todo mi corazón.
—Estoy muy contento de que hayas decidido ir esta noche.
—Su voz es baja, pero siento su brazo moverse.
Mirando a mi alrededor, veo a nuestra hija tirando de su
manga.
—Yo también, papá.
Él sonríe y la levanta, sosteniéndola sobre su cadera. Ella
pone su brazo alrededor de mi cuello, juntándonos a los tres en
un abrazo y beso su cabello.
Pasa un momento y mi hermano se apila a mi lado.
Comienzo a reír, levantando mi brazo y tirando de Leon en
nuestro abrazo grupal. Lo siguiente que sabemos es que Akela
mete la nariz en el medio y Dove comienza a moverse.
Taron la baja y ella abraza a Akela antes de salir corriendo
a la sala, nuestra perrita la sigue.
—Se divierten mucho. —Leon la sigue y yo me dirijo a mi
cita.
—Seguro que sí.
Me ofrece su brazo y yo deslizo mi mano en él.

∞∞∞
Estamos de vuelta en el centro cívico, es casi lo mismo que
fue la noche del baile del Festival. Mirando a mi alrededor,
veo las caras familiares de nuestros amigos sonriéndonos.
Todo el pueblo sabe lo que le sucedió a Dove… y cómo la
salvamos todos, pero principalmente a su papá.
—Me alegra que hayan podido venir. —Ed Daniels nos
detiene en la puerta, estrechando la mano de Taron y dándome
un abrazo.
Sawyer está en la parte de atrás hablando con Jeff Priddy y,
cuando nuestros ojos se encuentran, sus cejas se elevan. Me
hace una seña con el pulgar hacia arriba y sacudo la cabeza
con una sonrisa.
Mindy se arremolina con un chico que no conozco justo
detrás de ella. Ella está en un hermoso vestido amarillo y su
cita está en un traje color lavanda bien hecho a medida. Está
claro que no están juntos de una manera romántica.
—Maravilloso. —Ella da un paso adelante para besar mis
dos mejillas—. Te ves como una supermodelo.
—Gracias. —La abrazo, hablando cerca de su oído—.
Esperaba que estuvieras con Deacon. —
—Está en Dallas. —Ella hace un gesto a su escolta—.
Noel, Taron, este es William. Nos conocimos en la escuela de
arte y él está buscando un nuevo compañero de apartamento.
—Encantado de conocerte, William. —Taron le da la mano
y las cejas de William se levantan.
—¿Es este el héroe del que he estado escuchando? Tú estás
usando ese traje, señor. Bravo.
—Gracias, supongo. —Taron le palmea el hombro y Mindy
se ríe.
—Tienes que aprender a recibir un cumplido, T.
—Espera. —Mi ceño se frunce—. ¿Qué es todo este cuento
de compañeros de apartamento, te vas a mudar?
—Estoy pensando en mudarme a Dallas. Tengo una oferta
de trabajo en una empresa de diseño, y bueno, creo que es hora
de un cambio.
—Ni se te ocurra. —Sostengo su brazo, pero ella me
empuja.
—Es tu cumpleaños. Dallas no está tan lejos, puedes venir
a verme en cualquier momento. Hablaremos de eso más tarde.
—Ella pone su mano en el brazo de William y me lanza un
beso—. Feliz cumpleaños, que te diviertas.
Ellos se alejan y yo miro a mi hermoso hombre.
Me mira y sonríe, quitándome el aliento.
—¿Bailamos?
La banda toca una lenta canción navideña sobre conducir a
casa para navidad y Taron me acerca, coloca su mano contra
mi espalda baja y sostiene la otra contra su pecho.
Nos balanceamos de lado a lado, estoy perdida en un lugar
mágico con sus brazos a mi alrededor, las luces amarillas
centelleantes que brillan en sus ojos hipnóticos y el calor que
se eleva de nuestros cuerpos presionados.
—He estado tratando de decidir qué regalarte para tu
cumpleaños. —Su boca está en mi oído y el susurro de su
aliento sobre mi piel me da escalofríos.
—Salvaste a nuestra hija de ahogarse. Ese es el mejor
regalo del mundo.
—Ese no fue tu regalo. —Besa mi mejilla—. Salvar a Dove
fue para todos nosotros. Es por eso por lo que todos lo
hicimos.
Mi corazón se aprieta, es tan cierto.
—Así que tenía algunas cosas en mente, creo que he
decidido cuál será.
Levantando la barbilla, le sonrío.
—Es divertido escucharte decidir justo frente a mí.
Me besa la barbilla y me saca de la pista de baile.
—Ven conmigo.
Nuestras manos están juntas mientras él me lleva
rápidamente a la puerta. Me muerdo el labio, estoy orgullosa y
un poco cohibida después de ver su sexy arrogancia, noto que
las cabezas se vuelven cuando pasa y pienso en la primera vez
que vi a Taron Rhodes. Creí que era un dios. Ahora sé que él
es todo eso y más.
Salimos a la noche y el aire frío me golpea.
—¡Está helado aquí afuera!
Se detiene para quitarse la chaqueta y me la pone sobre los
hombros. Deslizo mis brazos en las mangas y él me lleva un
poco más lejos, donde está el quiosco en medio del parque.
Las decoraciones navideñas iluminan el paisaje en bonitos
tonos de rojo, dorado y verde. Nunca me importó haber nacido
el día de navidad. El mundo entero está bellamente decorado,
las canciones son increíbles y es realmente difícil no sentir el
amor en nuestro pequeño pueblo.
Taron me pone de frente a él y me acerca de nuevo.
—Quería hablar contigo sobre esto por un tiempo, pero
siempre pasa algo.
—¿Hablar conmigo, de qué?
—Espera un momento. —Él toca su pecho y luego se
detiene, exhalando una carcajada—. Mi culpa.
Al acercarse, siente el bolsillo de su abrigo, que es
demasiado grande.
—Hablé con Sawyer sobre esto hace un tiempo… —Da un
paso atrás y cae sobre una rodilla.
—Oh, Dios mío. ¿Taron, qué estás…?
—Noel Aveline, no te merezco. Yo nunca lo he hecho. Me
fui para tratar de demostrar que podía ser lo suficientemente
bueno para ti, pero lo jodí todo…
—Taron, no, tú no…
—Este no es realmente un regalo de cumpleaños para ti,
porque si dices sí, me darás el mejor regalo que podría pedir.
—Saca un hermoso anillo. Una delicada argolla de oro blanco
que se envuelve delicadamente alrededor de una piedra
enorme—. Es una piedra lunar. Representa nuevos comienzos,
éxito y buena fortuna. Eres la única fortuna que quiero. Eres el
amor de mi vida. Eres la madre de mis hijos. Eres la mitad de
mí sin la que no puedo vivir. ¿Te casarías conmigo?
Mi garganta está tan apretada que apenas puedo hablar. Las
lágrimas inundan mis ojos, sólo puedo asentir rápidamente
mientras sostengo una mano sobre mi nariz, no queriendo que
me vea llorar feo.
—Oh, Taron, sí. Por supuesto que sí, te amo.
Se levanta, deslizando el hermoso anillo en el tercer dedo
de mi mano izquierda.
—Sé que no es tradicional.
Alcanzando, pongo mi mano en su mejilla, sonriendo de
oreja a oreja.
—Nada de nosotros lo es.
Inclinándose, cubre mi boca con la suya, besándome
despacio, curvando su lengua contra la mía.
—Vamos a decirle a todos.
—¿Qué?
Agarrando mi mano, me lleva corriendo hacia el centro
cívico. Mantengo las solapas de su chaqueta cerradas haciendo
mi mejor esfuerzo para mantener el ritmo y cuando volvemos
al salón de baile lleno de gente, él irrumpe por las puertas y
grita—: ¡Ella dijo que sí!
Toda la sala estalla en vítores. La gente suelta serpentinas y
chorros de confeti vuelan a nuestro alrededor. Se escuchan los
corchos de champán y la banda se lanza a tocar All I Want for
Christmas is You.
—¡Síííííííííí, chica! —Mindy corre y me agarra por la
cintura—. Felicidades, a ustedes dos.
Sawyer se acerca y le da la mano a Taron y luego me
abraza.
—Estoy muy feliz por ti, hermana.
Mis ojos se calientan ante sus palabras, miro a Taron, que
me mira con tanto orgullo en sus ojos.
—¿Hiciste todo esto?
Él asiente, sonriendo de esa manera que me dan ganas de
arrancarle toda la ropa.
—Me alegra que hayas dicho que sí o me habrías
avergonzado.
—Como si fuera a decir que no. —Levanto la mano para
abrazarlo y él me levanta del suelo.
Todos aplauden nuevamente mientras gira en un lento
círculo, sosteniéndome en sus brazos. Me río y él me humilla.
Estamos rodeados de tantos amigos, nuestra familia. Nada más
falta contarles a dos personas más.
—Tenemos que decirles a Dove y Leon.
—Bueno, Leon ya lo sabe. Al menos, él sabe que estaba
planeando preguntarte.
Bailamos un poco más, sacudiendo las manos de los
amigos y abrazando el cuello, hasta que no puedo soportarlo
más. Luego nos despedimos y salimos, de vuelta a la casa.
Dove está sentada en el sofá entre Leon y Akela cuando
llegamos. Leon se levanta, le da a Taron un apretón de manos
y aprieta mi brazo.
—Bienvenido a la familia.
Sus palabras claramente significan mucho para Taron, pero
estoy concentrado en la pequeña señorita que nos mira con
tanta curiosidad. Yendo hacia ella, me siento y tomo su mano
en la mía.
—¿Está bien si hablamos por un minuto?
Ella se da vuelta, frunciendo el ceño.
—¿Estoy en problemas?
—¡No! —Taron se ríe—. En absoluto, nena. Solo
queríamos hablar contigo sobre algo, saber cómo te sientes al
respecto.
—Está bien. —Asiente, mirándonos como un pequeño
adulto.
Aclarando mi garganta, tomo la delantera.
—Dove, amas a tu papá, ¿verdad? —Ella asiente
enfáticamente y yo sigo adelante—. Yo también amo a tu
papá. Así que estábamos pensando, bueno, decidimos…
Me quedo sin saber qué decir, entonces Taron interviene.
—Tu mamá dijo que se casaría conmigo. Va a ser mi
esposa y todos vamos a vivir juntos como una familia. ¿Eso
está bien?
Ella no reacciona de inmediato, mis nervios entran en
acción.
—¿Dove, eso está bien?
Sus brillantes ojos parpadean rápidamente y su pequeña
barbilla tiembla. Taron y yo reaccionamos a la vez.
—¿Cariño, qué pasa? —Tomo su mano, poniendo la otra
en su hombro.
—¿Significa esto que mi papá nos va a llevar, nunca más
volveré a ver al tío Sawyer o al tío Leon, Boo o Akela?
—¡No! —Tengo un nudo en la garganta y casi lloro—. No,
bebé, eso no es lo que hemos querido decir.
—Dove —la voz de Taron es gentil—. Me gusta vivir aquí.
Nunca te alejaría de tu familia.
—Tu papá se va a convertir en parte de nuestra familia, de
verdad.
Mientras hablamos, su expresión cambia. Ella comienza a
sonreír y aunque escapa una pequeña lágrima, salta al sofá y
agita las manos.
—¡Vamos a tener una boda! Al igual que al final de La
Sirenita, tendremos arcoíris y música, ¿y puedo usar un
vestido elegante como el tuyo, mamá?
Quitándome las lágrimas, empiezo a reír y la abrazo.
—Por supuesto que sí.
Taron nos rodea a ambas con sus fuertes brazos, pero solo
podemos sostener a nuestra pequeña nena un segundo antes de
que ella se levante del sofá y baile por todo el lugar.
—¡Una boda y nada va a cambiar! —Salta, levanta la
pierna detrás de ella y hace sus movimientos de baile de
Angelina.
—Bueno, una cosa tendrá que cambiar. —La voz baja de
Taron nos hace hacer una pausa. Lo miramos con los ojos muy
abiertos, preguntándonos qué va a decir—. Tendrás que
empezar a dormir en tu habitación de arriba.
Mis labios se presionan, luchando contra una sonrisa y
Dove frunce el ceño.
—¿No quieres dormir conmigo?
—Solo en ocasiones especiales. También necesitamos tu
mamá y yo nuestro tiempo especial.
Me sorprende lo preocupada que estoy por su reacción. Sus
grandes ojos se mueven hacia un lado, parece pensar bien su
respuesta.
—¿Puede Akela dormir conmigo?
—¡Sí! —Su papá y yo respondemos a la vez.
—¡Yupiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! —Levanta las manos y comienza a
bailar de nuevo con Akela en el sofá mirando. Estoy bastante
segura de que está sonriendo.
Más tarde esa noche, cuando me quito la ropa de fiesta y
Dove está profundamente dormida en mi cama, me deslizo por
la ventana y corro hacia la cabaña. Taron está en la puerta
cuando llego allí.
—Iba de camino a verte. —Sonríe, mirándome.
Doy un paso adelante y lo abrazo. Igual de rápido, me
envuelve en sus fuertes brazos. Nos abrazamos por un largo
momento, escucho su respiración entrando y saliendo.
Escucho los latidos de su corazón. Siento la fuerza de su
cuerpo contra el mío.
—Gracias por regresar.
Se inclina, deslizando sus pulgares por mis mejillas.
—Gracias por esperar por mí.
—Gracias por amarme.
Aprieta los brazos y me mete la cabeza debajo de la
barbilla.
—Nunca dejaré de hacerlo.
Levantando la barbilla, busco sus labios. Él cubre mi boca
con la suya y no pasa mucho antes de estar en su cama. Está
entre mis piernas, convirtiéndonos en uno, los cuerpos
cubiertos de sudor, respirando con dificultad cuando
terminamos.
Sus brazos me rodean, estoy muy agradecida por las raíces
que eran demasiado profundas para ser destruidas. Pienso en
nuestro futuro y el camino por delante. Sé que no será sin sus
baches y valles, pero después de todo lo que hemos pasado,
estoy segura de que podemos enfrentar cualquier desafío que
pueda surgir.
Aprendí que el amor es un tornado, destructivo, feroz y
poderoso. También es una mariposa, suave, gentil, hermosa.
Pero para llegar a la mariposa, debes atravesar el tornado. El
amor tiene que transformarte. Tienes que crecer y es difícil,
cambia la vida, da miedo y es un viaje aterrador, pero al salir
del otro lado, hemos extendido nuestras alas.
Cambiamos el dolor y la pérdida por algo mucho más
hermoso, valioso y duradero. Hemos creado algo original y
nuevo.
Al cruzar el patio hacia la casa, miro a la luna y pienso en
el anillo en mi dedo. Nuevos comienzos, curación, comienzo
de buena fortuna y bendición. Haciendo una pausa, escucho la
voz de mi madre. Incluso escucho a mi papá.
La familia no deja de existir sólo porque no puedes verla.
La familia es algo irrompible, para siempre. Está en los
árboles, extendiéndose hasta los cielos. Es tradición, risas y
amor. Mi último agradecimiento es para ellos.
Estamos comenzando una nueva familia, esta familia no
tiene miedo del tornado.
Esta familia puede volar.
Epílogo
Taron

Noel y yo nos casamos en la primavera cuando los árboles


florecían y los azafranes adornaban el suelo.
Ella quería esperar hasta el otoño, planear un gran evento
que se celebraría después de la cosecha, pero yo no podía
esperar. Estuvimos separados tanto tiempo y trabajamos muy
duro para volver a estar juntos. Incluso cuatro meses me
parecían eternos.
Nos casamos en el huerto en abril, tan pronto como el
clima se volvió lo suficientemente cálido como para que Noel
usara el vestido que había elegido.
Estoy seguro de que todos los esposos piensan esto, pero
Noel fue la novia más hermosa que jamás haya visto. Llevaba
su cabello en dos trenzas justo en la parte superior de su
cabeza con flores de durazno tejidas en la corona. El resto
colgaba en ondas sobre sus hombros. Soy un gran admirador
de su cabello, pero su vestido me dejó sin aliento.
La parte superior era de encaje transparente con un tipo de
sujetador que cubría sus senos, luego era largo en un diseño de
sirena. Parecía algo fuera del mar con su cabello y su vestido.
Simplemente me paré al frente en mi esmoquin con Sawyer,
Leon, Patton y Marley, tratando de convencerme de que esto
no era todo un sueño.
Los chicos quedaron impresionados por Dove… y Noel.
Por supuesto que sí, mi pequeña compañera me preguntó si
podía cantar una canción en nuestra boda. No puedo superar
cómo le gusta actuar. Ella me dijo que bailar no era un talento
lo suficientemente bueno para el concurso, así que quería
intentar cantar. Como si fuera a decirle que no.
En nuestra boda de primavera, hizo su debut público con
Love is Like a Butterfly, aunque realmente no me gustaba esa
canción (lo sé, estoy equivocado), cuando escuché la dulce voz
de mi niña cantando para su madre y para mí mientras
estábamos parados debajo de durazneros cubiertos de flores se
convirtió en mi canción favorita de la tía Dolly.
Un viento suave llevó el aroma fresco a nuestro alrededor
mientras juramos amarnos, honrarnos y apreciarnos mientras
vivamos.
Son palabras que le prometí todas las noches desde que
regresé. Son palabras que soñé con decirle todas las noches
que estuvimos separados, sellarlas con nuestra pequeña niña
que nos cantaba era más de lo que podía haber imaginado.
Lo que no podría haber imaginado era que mi madre
vendría a la boda. Noel insistió en que la invitáramos, a pesar
de que le dije que no vendría. ¿Adivina quién perdió esa
apuesta?
Lucille Rhodes apareció en toda su gloria, vistiendo una
blusa color crema y una falda color coral, su cabello rubio
blanco peinado largo sobre un hombro, Dove se enamoró de
ella de inmediato. El sentimiento parecía ser mutuo.
—¡Te pareces a tía Dolly! —Mi hija dijo el momento en
que se conocieron.
Mi madre envolvió su chal de seda bordado con flecos
alrededor de sus delgados hombros y evaluó a la niña de seis
años.
—Te pareces a mí. ¿Cómo te llamas?
—Tara Dove Noel LaGrange Rhodes. ¿Y tú?
Eso fue suficiente para hacerlas amigas. Cualquiera con
tantos nombres, sin importar la edad que tenga ha
impresionado a mi madre. Al final de la boda estaban haciendo
planes para que Dove fuera a quedarse con ella en Tennessee y
visitar el parque de diversiones de la “tía” Dolly.

∞∞∞
Dos meses más tarde, estábamos rompiéndonos la espalda,
sudando en la cosecha. Mi lesión me detuvo un poco, pero
pude entrar y hacer todo menos acarrear las tarimas con los
duraznos empacados. Tuvimos otra temporada exitosa y los
nuevos árboles produjeron brotes y sus raíces se están
agarrando a la tierra con fuerza.
Al igual que nuestra familia.
Noel planeó la gran inauguración de su tienda para que
coincidiera con el inicio del festival del durazno. Estaba
aterrorizada, primero que nadie aparecería y luego que todos
aparecerían, vendería de todo, tendría que cerrar la tienda y
todos los que vinieran más tarde se enojarían con ella.
Creo que mi bella esposa puede ser un poco loca a veces, y
la amo por eso.
—Nena, solo tendrás que cerrar los ojos y abrir esa puerta.
—Deslicé mis dedos por su hermoso cabello mientras apoyaba
su mejilla contra mi pecho desnudo.
—He soñado con esto durante tanto tiempo… —Su voz
estaba aterrorizada, la besé y la abracé, haciendo todo lo
posible para consolarla.
No durmió toda la noche.
Me lo hizo saber, se había quedado despierta por mis
ronquidos, por la llegada de Dove alrededor de las 2 a.m.
Nuestra niña está teniendo dificultades para quedarse en su
cama, incluso con Akela allí con ella. Me levanto todas las
mañanas con el pie de una niña pequeña en la cara y nuestra
hija durmiendo boca abajo entre su madre y yo.
A veces, Akela también está a los pies de la cama. No estoy
seguro de cómo encajamos los cuatro en la cama de Noel, pero
nos las arreglamos.
Todavía tenemos nuestro “tiempo a solas” todas las noches
hasta que nos quedamos dormidos. En cuanto a la
espontaneidad, lo descubrimos antes de casarnos.
¿Tengo que decirte que la tienda de Noel fue un gran éxito?
Vendió sus artículos más populares, pero la mayoría de la
gente estaba emocionada por el nuevo negocio en la ciudad.
Estaban emocionados de inscribirse en su lista de correo e
incluso reclutó a algunos de los artesanos, cocineros,
apicultores y fabricantes de condimentos de durazno locales
para abastecer sus estantes.
—¡Es lo que siempre soñé hacer! —Sus brazos estaban
alrededor de mi cuello y obtuve el beneficio de su emoción en
abrazos, besos y sexo de celebración.
Lo que nos lleva a esta noche…
El concurso de la princesa del festival.
No le creí a mi esposa cuando me describió esta
experiencia antes. Siempre pensé en los concursos como una
tontería, mierda de mujeres.
Ahora deseo no haber alentado a Dove a seguir su sueño.
Desearía haberla alentado a centrarse en sus habilidades
matemáticas, que aparentemente no cuentan para nada en este
ámbito.
Estamos a la mitad.
Las luces brillan otra vez y es hora de que comience la
prueba de talento. Estoy parado en la parte de atrás del lugar
con los otros padres, pero mi pecho está dolorosamente
apretado mientras espero que Dove suba al escenario.
—No puedo creer que estemos haciendo esto. —Noel
camina a mi lado con las manos cruzadas delante de sus
labios.
También aprendí esto sobre mi esposa, cuando está
nerviosa, asustada o preocupada, no puede quedarse quieta.
—Lo va a hacer muy bien. —Cruzo los brazos sobre mi
pecho como los otros padres, me doy cuenta de que es un
movimiento defensivo.
Esto es una mierda.
—Y ahora tenemos a la señorita Dove LaGrange-Rhodes
cantando Over the Rainbow. —El imbécil maestro de
ceremonias de Shreveport la presenta en su voz teatral. Uno
pensaría que ella está a punto de ser la próxima concursante en
La Rueda de la Fortuna.
Dove sale con un vestido a cuadros azul y blanco, una
peluca roja brillante en la cabeza con dos coletas, una pequeña
canasta y Akela a su lado. La sala se ríe de la perrita y Dove se
lanza a su canción con una confianza que me impresiona.
Parece que ella tuviera más de dieciséis años en lugar los
seis que en realidad tiene. No lo digo porque soy su padre,
pero en realidad tiene muy buena voz, dulce y clara, ella tiene
buen ritmo. No es del calibre de Broadway, pero es buena.
Camina lentamente, canta sobre pájaros y pedirle un deseo
a una estrella, todo mientras mira melancólicamente con Akela
a su lado. Mis ojos se dirigen a los cinco “famosos” jueces
invitados, ellos no sonríen. Bajan la mirada a su escritorio,
algunos toman notas. Todo lo que sé es que es mejor que esos
imbéciles decidan qué es la mejor cantante que han escuchado.
—Ahora lo entiendo. —Me inclino para susurrarle a mi
esposa.
—¿Qué? —Noel me mira.
—Los concursos son una mierda.
Dove termina y la sala estalla en aplausos, mirando a mi
alrededor, veo a algunas mujeres secándose los ojos y aplaudo
más fuerte, haciendo un silbido de taxi con los dedos. Noel
niega con la cabeza, pero no me importa. Mi bebé lo hizo muy
bien.
Caminando hacia el área del vestidor, paso a una mujer con
un abrigo de pieles y me detengo.
—¡Frente en alto! —susurra, mirando a la chica en el
escenario ahora—. Sonríe.
Me inclino hacia un lado, mirando alrededor de las alas y
veo que Darcy está en el escenario cantando Good Morning,
Baltimore.
Mi ceño se frunce cuando miro desde la niña en el
escenario a la mujer a un lado del telón frunciendo el ceño y
moviendo los brazos como si la niña no estuviera haciendo un
buen trabajo. Quiero decir, está bien, Darcy es un poco pesada,
pero está haciendo un trabajo decente hablando, cantando la
canción.
Siento un tirón en mi cintura, veo a mi pequeña Dorothy-
Dove frente a mí. Sonriendo, la coloco sobre mi cadera y la
abrazo.
—Estuviste increíble.
Ella empuja hacia atrás, mirándome preocupada y
asintiendo con la cabeza hacia el escenario donde la mamá
pierde su mierda detrás de mí.
—¡No! —La mujer sisea—. ¡Sonríe, Darcy, con ganas!
Dove mira hacia el escenario, su ceño todavía está
fruncido. Sigo su mirada hacia donde Darcy está agitando sus
manos, actuando con su pequeña peluca y su atuendo de los
años cincuenta.
Ella termina y la sala estalla en aplausos, Digger en la
primera fila de pie y aplaudiendo. Darcy regresa tras el
escenario, la mujer tira de su cuello.
—Eso fue terrible. Es muy posible que hayas caminado
dormida durante toda tu presentación.
La barbilla de Darcy está doblada hacia abajo, estoy a
punto de decirle algo a la mujer.
—Lo siento, mamá.
Toma la mano de la niña y la arrastra más allá del
escenario, miro a Dove.
Mi hija no dice una palabra, pero sus ojos azules son
grandes y reflexivos.
Ella se inclina hacia adelante y besa mi mejilla.
—Tengo que volver allí, papá.
La bajo y ella va a esperar con las otras niñas mientras los
jueces consultan y toman su decisión. Regreso a donde Noel
camina por la parte trasera del centro cívico mordiéndose las
uñas.
—¿Cómo se ve? —Me mira, sus ojos color ámbar son tan
grandes como los de su hija.
—Bien, es muy buena con todo este jaleo.
El maestro de ceremonias dice los nombres y lleva a las
últimas cinco niñas al escenario como un verdadero concurso
de esos que salen en la televisión.
Él las nombra una a una. Boo queda como la cuarta
finalista, aplaudimos en voz alta, dándole un abrazo a Tamara.
—Al menos lo hizo bien —se ríe. A todos nos encantó Boo
tocando una canción con copas de cristal como su prueba de
talento.
—Es todo lo que Bill sabía enseñarle —explica Tamara—.
Mi talento es la costura y no puedes coser un vestido para un
concurso.
Ya anunciaron a dos, Darcy y Dove son las únicas niñas en
el escenario. Mi corazón late tan fuerte que estoy por
infartarme. Noel entierra su cabeza en mi pecho y yo la abrazo
con más fuerza. Los ojos de Dove están tan grandes y llenos
de emoción. No puedo soportar la idea de que vaya a salir
decepcionada.
Sin embargo, a un lado, veo a la madre de Darcy con el
ceño fruncido, mis ojos se dirigen a la pequeña sobrina de
Digger. Por primera vez, la veo mirando a mi hija y
poniéndose un poco más erguida, levantando la barbilla un
poco más.
Nauseas siento en la boca del estómago. El maestro de
ceremonias toma un sobre con brillo y avanza hacia el centro
del escenario sonriendo.
—Y nuestros jueces han decidido. La princesa del festival
del durazno de este año, que asumirá todos los deberes de la
princesa y recibirá una beca por un monto de cinco mil dólares
es…
Los dedos de Noel se aprietan en mi camisa y mis ojos se
clavan en los de mi hija.
Parece que el tiempo se detiene.
—La primera finalista es Dove LaGrange-Rhodes, lo que
significa que la señorita Darcy Hayes es la princesa del
festival del durazno…
Su voz se desvanece cuando mi mirada se acerca a la de
Dove. Ella parpadea y una verdadera sonrisa se pinta en su
boca. Le ponen la cinta de la primera finalista y una pequeña
tiara, pero también le da a Darcy un abrazo genuino.
Noel es todo lo contrario a mi lado.
—¿Qué? —Su voz se eleva—. Qué montón de mierda…
—Shh. —Pongo mi mano sobre su boca y la acerco a mi
pecho—. Espera un minuto. Veamos qué tiene que decir Dove.
—Ella no necesita un concurso para decirle que es una
superestrella. Por eso odio estas cosas… tontas.
Darcy brinca a lo largo del escenario con una corona casi
más grande que su cabeza y un ramo de rosas más grande que
su cuerpo. Ella se inclina y su madre se para a un lado del
telón pavoneándose.
Dove asiente con la cabeza y se mueve hacia el ala opuesta,
estamos allí para tomar sus manos y abrazarla.
—¡Lo hiciste tan bien, bebé! —Noel la abraza fuerte,
besando sus mejillas—. No podría estar más orgullosa de ti,
fue increíble.
—Lo sé, mamá. —Ella abraza a su madre, pero parece
preocupada.
—¿Qué te pasa por esa cabecita, mi amor? —Me pongo en
cuclillas a su lado, poniendo mis manos sobre su pequeña
cintura.
Ella no me responde de inmediato, se da la vuelta y
observo mientras se dirige hacia donde entra Darcy en el área
de detrás del escenario.
—¡Felicidades, Darcy! —Ella se acerca y la abraza—.
Realmente me gustó tu canción, todo fue muy divertido.
Hiciste un gran trabajo.
La mujer con el abrigo enciende un cigarrillo y frunce el
ceño a las dos niñas que se abrazan.
Darcy parece sorprendida.
—Gracias, Dove. Me gustó lo que hiciste con tu perrita.
—Quizás puedas venir a jugar conmigo y con Boo a la casa
un día de estos.
La sobrina de Digger parpadea y su rostro parece brillar.
—¡Estaría muy bien! —Parece realmente emocionada y yo
sigo sin creerlo.
Estoy muy orgulloso de mi bebé en este momento. Dove y
Darcy se toman de las manos y se abrazan una vez más antes
de que mi hija regrese a donde Noel y yo estamos parados.
Estoy seguro de que la cara de Noel luce tan sorprendida como
la mía.
—Estoy realmente cansada. —Dove atrapa nuestras manos
y nos empuja hacia la salida—. Vamos a casa ahora.
Celebramos el cumpleaños de Leon con un asado hecho
por Sawyer y todos brindamos por Dove como la primera
finalista del certamen. Y debo decir que ella realmente parece
estar contenta.
No lo ha admitido, por supuesto, pero creo que ver a la
madre de Darcy ha tenido mucho que ver con eso. Está
acurrucada en el sofá junto a Sawyer cuando decimos buenas
noches antes del baile de festival.
Han pasado ocho años desde mi último baile y no ha
cambiado mucho. Los hombres de la asociación de
productores se alinean en la parte de atrás, asintiendo y
saludándonos cuando entramos.
Noel es más una celebridad este año debido al éxito de su
tienda, algunos de sus nuevos colegas se acercan a saludarla y
establecen horarios para reunirse y discutir el espacio en los
estantes.
Estamos bailando en el suelo y le sonrío a su cara bonita.
Estoy en jeans oscuros, una camisa caqui y un blazer azul.
Noel luce hermosa con un vestido verde corto con pequeños
lunares por todas partes. Se envuelve alrededor de sus
hombros estrechos, y su cabello oscuro le recorre la espalda.
Sus labios son de color rosa brillante, se ve tan jodidamente
sexy.
—Voy a ir directo al grano, esposa. —Me inclino para
hablarle directamente al oído—. No puedo esperar para sacarte
este vestido.
Sus ojos marrones brillan cuando me mira.
—No puedo esperar a que me lo quites, esposo.
Mierda. Por cosas como esta nunca nos quedamos hasta el
final de estos bailes.
—Vámonos. —Me doy vuelta y empiezo a llevarla a la
puerta, pero ella se aleja.
Riendo, ella sacude la cabeza.
—Necesito al menos hablar con la señora Jenny y que la
gente me vea. Ahora soy dueña de un negocio.
—Hazlo rápido.
De hecho, nos quedamos otra hora en el baile antes de que
pueda robármela. Todo el viaje de regreso, mi mano está entre
sus rodillas y ella apoya la cabeza en mi hombro, besando y
mordiendo mi oreja, diciéndome las cosas sucias que quiere
que hagamos.
—Vamos a provocar un accidente. —Es importante que
ella lo sepa.
Aparco el Tahoe y salimos besándonos mientras nos
dirigimos a la puerta. Ella se ríe cuando la levanto y la llevo
dentro de la cabaña del capataz. La mantenemos lista en caso
de que la necesitemos.
Los dos estamos sudorosos y respiramos con dificultad al
terminar. He tenido mi cara entre sus muslos, me ha montado
como un poni en la feria, nos acostamos uno al lado del otro
satisfechos, entrelazando nuestros dedos y viendo la luz de la
luna colarse a través de las ventanas.
—Me sentí tan orgullosa de Dove hoy. —Mira nuestras
manos mientras nuestros dedos se cruzan y giran en medio de
los dos. La luz brilla sobre la piedra lunar de su anillo de
compromiso y su argolla de matrimonio—. Se está
convirtiendo en una señorita muy rápido.
—Es una buena niña. —Me estoy quedando dormido, pero
Noel tira de mi mano.
—He estado esperando un buen momento para decirte esto,
pero hemos estado tan ocupados…
Mi ceño se frunce y me pongo de lado.
—¿Pasa algo?
—Bueno… —Se da vuelta para que su mejilla esté sobre la
almohada, ella me mira como dudando.
Mi pecho se contrae, no puedo evitar sonreír. Todo de ella
siempre ha sido tan preciado para mí.
—Como sabes, realmente no hemos estado prestando
mucha atención al control de la natalidad…
En el momento en que las palabras salen de su boca, mi
garganta se seca.
—¿Qué estás diciendo?
—Fui a consulta con el doctor Fieldstone la semana pasada.
Parece que vamos a tener un nuevo pequeño miembro en la
familia la próxima primavera.
Ella deja escapar un chillido cuando la volteo sobre su
espalda. Alejando la sábana, extiendo mi palma sobre su
estómago plano.
—¿Aquí? —Presiono mis labios contra su piel, justo
encima de su ombligo.
Ella se ríe y asiente con la cabeza.
—Es demasiado pronto para saber si es una niña o un
niño…
Cerrando los ojos, bajo la frente a su estómago. Mete los
dedos a los lados de mi cabello.
—¿Estás feliz? —Su voz suena un poco preocupada.
—Noel, estoy muy feliz. —Mi voz se rompe y la abrazo
con más fuerza—. Muy feliz.
Ella se inclina hacia atrás, encontrando mis ojos.
—No hemos estado casados por un año. Ni siquiera hemos
podido irnos de luna de miel.
—Te llevaré a donde quieras ir, mi amor. —Inclinándome
hacia adelante, capturo sus labios con los míos—. Piensa a
dónde quieres ir y está hecho, tenemos todo el tiempo del
mundo.
—Oh, Taron. —Me abraza, enterrando su rostro en mi
cuello—. No tienes idea lo feliz que me haces.
Esas palabras son todo lo que siempre quiero escuchar.
Ella me ha dado todo lo que siempre he querido.
Ella me ama, esperó por mí…
Sólo unos días después, mi dulce hija tiene una fiesta con
su mejor amiga, Boo, y su nueva amiga, Darcy. Cuando
Digger deja a su sobrina, ni siquiera me molesta ya su
presencia.
—Supongo que tengo que aguantarte. —Su labio se curva
cuando deja a Darcy.
—Vas a tener que aprender a vivir con ello. —Extendiendo
mi mano, estoy un poco sorprendido cuando él la estrecha. Por
otra parte, estoy acostumbrado a idiotas mucho más grandes
que Digger Hayes.
De pie en la cocina, abrazo a Noel, mis manos están sobre
su estómago mientras vemos a las niñas jugar.
—Siempre dices que tu papá es un príncipe. —El tono de
Darcy no ha cambiado, pero el de mi Dove sí.
—Mi papá no es un príncipe —mi hija responde
dulcemente—. Es un héroe. Nos salvó a mi mamá y a mí.
Mi corazón se llena de tanto amor, deslizo mi palma sobre
el estómago de Noel, para susurrarle al oído—: Y me salvaste
tú a mí también.
—Dije que esperaría por ti.
—Gracias a Dios que lo hiciste.
FIN
***
¡Gracias por leer ESPERA POR MÍ!
Espero que hayas disfrutado de conocer a Taron, Noel, Dove y
toda la familia.
CERCA DE MÍ, viene en camino, es la historia de un
hermano mayor con una gran responsabilidad sobre la
espalda que se ha enamorado de la mejor amiga de su
hermana.
Es la historia de Sawyer y muy pronto estará disponible en
español.
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enemigos a amantes en la oficina
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Cerca de mí

Sawyer LaGrange.
Es el hermano mayor de mi mejor amiga.
Es callado, melancólico, pecaminosamente atractivo….
Pelo oscuro, una barbita desaliñada que crece en su
mandíbula cuadrada y dueño de una musculatura que me
encanta trazar con mis dedos y después con los labios…
Él siempre hace lo correcto.
Hasta que…
Dicen que la vida te da lo que tienes el coraje de pedirle.
Bueno, soy valiente.
Y lo quiero a él.
Secretos.
Todos los tienen.
Grande, pequeño, inocente… prohibido.
Mindy es una línea que nunca debería haber cruzado.
Pero lo hice.
Ella es hermosa, extrovertida y tentadora.
Y las reglas fueron hechas para romperlas.
Las rompimos todas.
Ahora estoy en casa, liberado del servicio con cicatrices
ocultas.
Ahora mis secretos son como demonios que crecen cada
día.
Intento dejarla, pero en cambio, me aferro a ella.
Ella es mi razón para pelear y caminaré por el infierno para
ser el hombre que ella se merece.
Para darle una razón para que se quede cerca de mí.
(CERCA DE MÍ es una historia auto-conclusiva del
hermano mayor de mi mejor amiga, segundas
oportunidades, romance militar. No contiene engaños).
Prólogo

Sawyer

El amor me rodeaba cuando era niño.


Fue el brillo en los ojos de mi madre cuando mi hermana
menor, Noel, salió al escenario en el concurso de la princesa
del festival del durazno. Incluso si ella caminaba con el
mentón bajo y no miraba a nadie, mucho menos a los jueces.
O su risa cuando mi hermanito Leon comió cacao en polvo
y comenzó a llorar porque era muy amargo. Todos nos reímos
hasta que él se enojó y no nos habló durante una hora. Dijo
que quería una nueva familia.
Caminaba con mi papá en el huerto, escuchando sus
pensamientos sobre la vida, la calidez llenaba su voz mientras
me mostraba los brotes verdes en un duraznero, llamándome
hijo.
Algún día, todo será tuyo, hijo…
Sentado junto al estanque Hayes, busco en una caja de
plástico y saco un grillo marrón. Sus piernas delgadas se
despliegan cuando paso el anzuelo por la columna antes de
tirarlo al agua. No me gusta pescar con insectos, pero son la
mejor manera de atrapar una trucha o una carpa, el pescado
favorito de mi padre.
Observo cómo se balancea a lo largo de las olas cortas,
lentamente se hunde en las profundidades. El viento se mueve
a través de los árboles fríos y la luz de la mañana es de color
gris pálido.
Está todo tan calmado.
Me gusta la tranquilidad. Ayuda a que mi mente se relaje y
puedo ordenar mis pensamientos, enderezarlos como cartas
que se caen al suelo.
Noel fue a pescar con nosotros una vez, tenía solo cinco
años y hablaba sin parar. A papá no le importaba que ella
revoloteara, saltando de un lado a otro entre nosotros, pero yo
tenía diez años. Quería que se sentara y se callara, que dejara
de asustar a los peces.
Cuando nos vio cebando nuestros anzuelos con grillos, se
echó hacia atrás y se quedó realmente callada.
Finalmente, pensé, hasta que miré a mi alrededor y vi que
había abierto la caja y que todos nuestros cebos eran libres.
Era la historia favorita de mi mamá.
Hacía que papá o yo lo contáramos cada vez que quería
reír. Sus ojos color avellana se arrugarían en las esquinas y ella
sonreiría con esa bonita sonrisa, con los labios separados sobre
dientes blancos y rectos.
La gente dice que tengo los ojos de mi mamá…
Mi padre y yo solíamos ir a pescar todos los domingos,
pero no ha salido de su habitación desde que mi mamá murió
el mes pasado. Se sienta en una silla, no habla, no come, todo
lo que hace es mirar por la ventana, como si estuviera
esperando que ella volviera por él, esperando que ella le diga
que es hora de levantarse y comer algo, comenzar a vivir de
nuevo.
Esa tarde, mi mamá había salido a caminar cuando casi iba
a anochecer. Estaba justo sobre la colina en el estrecho camino
de tierra cuando ese camión salió de la nada y la mató al
instante.
El conductor dijo que nunca la vio.
El forense dijo que probablemente ella nunca lo vio.
Espero que no lo haya hecho.
Espero que ella estuviera pensando en Noel liberando todos
nuestros cebos vivos esa mañana de verano. Espero que ella se
riera suavemente, pensando en su familia, llena de amor
mientras se escapaba al cielo.
Cuando el alguacil le contó a mi papá lo que pasó, mi papá
cayó de rodillas. El ruido que provenía de él era crudo y
salvaje, algo que nunca había escuchado antes o desde
entonces. El señor Vincent me miró como si no supiera qué
hacer, así que fui y llevé a mi papá a su habitación.
Y un peso cayó en el medio de mi espalda esa noche, justo
entre mis omóplatos.
Espero que si atrapo un pescado y los cocine como a él le
gusta, tal vez mi papá vuelva a nosotros y deje de sentarse en
silencio en esa silla.
La línea se hunde y luego un fuerte tirón casi tira de la
pértiga de mi mano. Aprieto mi agarre sobre la caña, giro la
ruleta rápidamente, tambaleándome en una trucha de buen
tamaño, un poco más grande que mi palma.
Un poco más tarde, he pescado lo suficiente para
alimentarnos a todos, pero falta que los limpie.
Estoy caminando de regreso a mi camioneta. A los
dieciséis, he estado conduciendo durante aproximadamente un
año. Está lo suficientemente cerca como para caminar a casa,
pero hoy está el clima muy frío, por eso conduje.
Lo último que espero ver es una niña sentada en el suelo a
este lado de la cerca. Es la amiga de Noel, Mindy Ray. Está
envuelta en un grueso abrigo beige que parece un oso de
peluche, tiene la cabeza apoyada en las rodillas. Ella está
llorando, puedo escuchar sus agudos sollozos cuando me
acerco.
—Oye. —Puse mi mano sobre su hombro, dándole un
pequeño temblor—. ¿Estás bien? —
Ella solo se aleja de mí, sin levantar la cabeza.
Frunciendo el ceño, miro hacia donde mi viejo Chevy rojo
espera. Estoy un poco agotado en el frente emocional en este
momento, pero no puedo dejarla así.
Desde que Mamá falleció, los adultos se han perdido en sus
propias cabezas. Es como si se hubieran olvidado de nosotros,
niños, como si hubieran olvidado que también estamos
sufriendo, y que todavía los necesitamos. Me ha hecho sentir
que necesito dar un paso adelante y cuidarnos, y no hay forma
de que la deje aquí afuera en el frío.
—Ven. —Agarro su brazo flaco y la levanto.
—¡Déjame en paz! —Ella saca su brazo de mi agarre y me
mira.
Mindy sólo tiene once años, pero tiene este aspecto que te
golpea en el intestino, ojos verdes brillantes, labios carnosos y
todo ese cabello grueso, oscuro y rizado.
Es hermosa.
Para una jovencita.
—Está bien. —Empiezo a irme. Quiero dejarla después de
ese arrebato, pero solo doy unos pasos antes de volver. Mi
mandíbula se aprieta y mi voz es más como un gruñido—.
¿Qué pasa?
—No me pasa nada —responde fuerte y rápido.
—¿Por qué estás llorando?
—No es nada que puedas entender, Sawyer LaGrange.
Nunca nadie se burló de ti. —Ella empuja un mechón de
cabello rizado detrás de su oreja—. Sigue por donde ibas y
olvídate que me viste aquí.
Pequeña reina del drama. No, eso no va a ser posible hoy.
—Tengo que volver a la casa, no hagas que te tire sobre mi
hombro.
Sus labios se presionan y ella me mira tirando fuego por
unos segundos. Pero cuando empiezo a caminar, la oigo
seguirme. Alcanzando el costado, pongo el cubo de pescado y
mi caña en la caja de la camioneta mientras ella se sube al lado
del pasajero.
El motor es un ruido sordo en el silencio, cambio a una
marcha antes de conducirnos lentamente de regreso a mi casa.
Mindy tiene los brazos cruzados, está mirando por la ventana,
pero su labio inferior tiembla. Me hace sentir incómodo.
Aun así …
—¿Quieres decirme qué pasó?
—No.
Bien por mí. Dirijo mi mirada por el parabrisas, pensando
en lo que me espera.
El sol sale lentamente sobre las hileras de duraznos que
conforman el huerto de cien hectáreas de nuestra familia. La
luz dorada inclina la escarcha sobre las hojas de color verde
oscuro. El clima tan frío no daña los árboles porque todavía no
han comenzado a salir los nuevos brotes, pero las heladas en
abril pueden aniquilar una cosecha completa, todos nuestros
ingresos del año.
Como el hijo mayor, mi padre me ha estado preparando
para que tome su lugar un día. Leon solo tiene siete años y
Noel es una chica. Tengo sentimientos encontrados sobre la
idea.
Antes de que mi madre muriera, pensé que podría viajar, tal
vez enlistarme. He estado en Harristown toda mi vida y
aunque es mi hogar, quiero hacer algo, ver el mundo antes de
sentar cabeza y asumir el control.
Descansando el codo en la ventana, me froto la frente
preguntándome qué será de todo eso ahora. Mi mente está a un
millón de millas de distancia cuando la voz de Mindy me
aleja.
—¿Por qué las chicas quieren estar en grupos?
La miro. Sus ojos verdes están enrojecidos, pero dejó de
llorar.
—¿De eso se trata?
—Elizabeth Haynes dijo que parece que metí el dedo en un
enchufe. —Ella tira del costado de su cabello—. Beth Hebert y
todos se rieron. Dijeron que yo seguramente soy adoptada.
Mis manos se aprietan en el volante. No sé por qué las
chicas hacen lo que hacen.
—¿Por qué no eres amiga de Noel?
Se le cae la barbilla y tuerce los dedos.
—Ella tiene la cabeza en otro lado. —Ella agrega
rápidamente—: ¡Lo cual es comprensible! Pero me siento sola.
Mi mente vuelve a ese pensamiento que tenía antes sobre
los adultos que salían a almorzar y nos dejaban resolverlo.
—Escucha. —Sus ojos verdes se fijan en los míos, he
llamado su atención. Tengo dieciséis. Soy el mayor de todos
nosotros, los hijos, y los demás hacen lo que yo digo—. Serás
muy bonita algún día. Algunas chicas tienen un problema con
eso.
Sus cejas delgadas se fruncen.
—¿Seré, algún día? Vaya que eres bueno para hacer sentir
mejor a la gente.
Por eso no digo mucho. Siempre sale todo jodido.
—Sólo quiero decir que la gente quiere mantenerte en tu
lugar. Tienes que olvidar esa mierda y ser tú misma. Hazte
sentir.
Mi papá siempre ha dicho que soy “viejo para mi edad”. Lo
único que hago es quedarme con la boca cerrada y veo cómo
actúa la gente. Después de un tiempo, comienzas a notar
patrones.
Mindy vuelve a mirar por la ventana como si estuviera
pensando en lo que dije. Estamos llegando a mi largo camino
de entrada, veo algunos autos que no esperaba. Uno de ellos es
el del alguacil y mi corazón late más rápido. ¿Ahora qué?
La tensión en mis hombros se mueve hacia la parte
delantera de mi cuello, como si alguien me estrangulara.
—Creo que entiendo. —Mindy sigue pensando en su
problema.
Alcanzando, le acaricio el hombro. —Si alguna vez
necesitas a alguien con quien hablar, ven a buscarme, te voy a
escuchar.
Ella me mira y sus ojos verdes se llenan de una emoción
que casi reconozco. Confianza. Lo recordaría mejor si no
estuviera haciendo todo lo posible para luchar contra el pánico
que se asienta en mi piel como la lluvia fría.
El alguacil Gautreaux se para en nuestro porche con Ed
Daniels a su lado. Ambos tienen esa mirada en sus caras, la he
visto antes, están preparándose para lo que está por suceder.
Me olvido del pescado que traigo en la parte trasera de mi
camioneta cuando salgo de la cabina. Lo que sea que los haya
traído aquí es como una fuerte tormenta. Está en el aire a mi
alrededor, metálico en mi lengua.
El sheriff es el primero en hablar.
—Sawyer, tenemos que hablar contigo, hijo.
Hijo.
Mi interior se contrae y mi respiración se tensa. Una
pequeña mano se desliza dentro de la mía y miro hacia abajo.
A mi lado, la frente de Mindy está asustada, sus ojos verdes se
encuentran con los míos.
De alguna manera tan pequeña como es, tenerla aquí a mi
lado, tomar mi mano, puedo recuperar el aliento.
—¿Sí señor?
—Es tu papá. —Su voz es la misma que la noche en que
nos dijo que mamá murió. El nudo entre mis omóplatos se
retuerce con cada palabra—. Lo encontramos en la carretera
vieja, lo siento.
Mi papá murió de una herida de bala auto-infligida. Lo
encontraron en el mismo lugar donde encontraron a mi mamá.
Supongo que se cansó de esperarla.
Supongo que decidió que no podía superar la pérdida.
Supongo que se olvidó de nosotros.
El rugido llena mis oídos como un huracán, destruyendo
todo y arrastrándolo todo. Mis padres, mi hogar.
No.
No en mi hogar.
No dejaré que eso suceda.
Lo que sea necesario, nos mantendremos juntos.
La pequeña mano de Mindy se aprieta alrededor de la mía,
ella me sostiene, un ancla en medio de la tormenta.
Dije que la cuidaría y ella está parada aquí confiando en
mí, todos lo están.
Viejo para mi edad.
Ese día cambió todo, pero ella se paró a mi lado. Una chica
que resultó ser más fuerte de lo que yo creía, una chica que me
tomaría de la mano en la hora más oscura.
Una chica que cambiaría mi vida.
Todo comenzó el día que pensé que había perdido todo…
***
Cerca de mí estará disponible en español en marzo 2021.
Ahora disponible en inglés

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Entrégate a Mí
Tia Louise
Patton Fletcher es
✔ Exigente.
✔Determinado.
✔Muy atractivo y, por si fuera poco…
✔Mi nuevo jefe.
Mi hermana me ha repetido mil veces que ni se me ocurra
enamorarme de él. Le he respondido que no se preocupe, eso
no va a pasar. Nunca.
No pienso permitir que un hombre tan arrogante me desvíe
del camino que he trazado para hacer mis sueños realidad.
O que se burle de lo que me pongo.
No me importa que tenga los ojos café más intensos que he
visto alguna vez, o la forma en que el músculo se mueve en su
mandíbula cuando está enojado.
No me enamoraré de su poder o de lo bien que sabe llevar
sus trajes.
Dije que podía resistirlo.
Y vaya que me he equivocado…
Raquel Morgan es un problema.
Es terca, independiente y peleonera.
Poseedora de una larga melena oscura, ojos azules como el
cielo y, por Dios, esas pecas…
¡Pecas!
Y un par de piernas largas y sexys.
Y un piquito que no puede cerrar.
He pasado siete años construyendo una de las empresas
más grandes en Nashville y no voy a dejar que una chica
nueva y ambiciosa que se viste como mi abuela me distraiga
de mis objetivos.
Aunque la manzana de la tentación lleve su nombre.
Aquí mando yo, y nunca pierdo el control…

¡Ahora puedes leer ENTREGÁTE A MÍ


GRATIS en Kindle Unlimited!
Prólogo

Patton
Hace siete años en una jungla suramericana
El reloj está corriendo.
Tenemos que movernos rápido o todo esto se va a ir a la
mierda.
El sudor me baja por los costados, y exhalo lentamente,
calmando mi pulso.
El aire se ha puesto pesado y húmedo, tan espeso que es
casi visible y tan caliente que es casi imposible respirar.
El bosque tropical forma una barrera densa de hojas anchas
y brillantes, estamos escondidos en la maleza alrededor de una
pequeña cabaña hecha de bloques de ladrillo.
Nuestro objetivo es un punto verde que parpadea en la
pantalla, está justo en frente de nosotros.
Está aquí.
—Moviéndome en, las once en punto. —Escucho decir a
Taron a través del auricular que llevo en el oído.
—Viniendo del sureste. —Contesta Sawyer rápido, con su
marcado acento sureño.
—Silencio, saben por qué estamos aquí. —Doy la orden,
firme y clara.
Soy el líder de esta misión de rescate, somos tres hombres,
ninguno está dispuesto a cometer errores.
Rodeamos la casucha. Está todo tranquilo y oscuro. Las
ventanas no son más que agujeros sin vidrio, cuadrados vacíos
que podrían esconder cualquier cosa: vigilantes armados,
alineándonos con la mira de sus armas.
O él podría estar solo.
No, esto nunca es tan fácil.
Él podría estar muerto.
Mi mandíbula se tensa y retrocedo en el pensamiento.
¿De qué les serviría muerto?
Arrodillándome, levanto lentamente mi arma, ajustando la
mira, enfocándome en la puerta principal. Hemos estado
rastreando señales de radio, correos electrónicos y direcciones
IP, hasta que los aislamos aquí.
Han pasado dos semanas desde que Marley fue atacado
cuando salió a cargar combustible. Por lo que hemos podido
reconstruir, lo derribaron con un gas paralizante, un químico
peligrosísimo.
Después de eso comenzaron los videos.
Dos semanas de imágenes granuladas de nuestro amigo y
compañero de la marina atado a una silla con una bolsa sobre
su cabeza. Se la arrancaron para mostrarnos sus ojos
hinchados y ensangrentados.
El siguiente paso fueron exigencias: armas y dinero. Es lo
que todos quieren. Ha llegado el momento de la verdad en
pleno corazón de una jungla sudamericana.
Estamos cansados, sedientos y centrados en recuperar a
nuestro amigo, secuestrado fuera de servicio en una parada de
rutina en nuestro camino hacia una misión de rutina en
Caracas.
Sawyer se registra desde su punto, mientras observamos
cómo Taron se arrastra por el frente de la pequeña
construcción, acercándose a la desgastada puerta de madera.
Su arma está en su pecho mientras la alcanza con cuidado y
golpea.
Tres golpes bruscos y esperamos.
Nadie respira
Ninguna respuesta.
Me mira y yo asiento. Estoy al frente y al centro, listo para
cubrirlo.
Nadie pasa por encima de mí.
Nadie se lleva a mis hombres.
Somos hermanos, nunca hemos dejado a nadie atrás.
Mi corazón late como un mazo contra mis costillas. Por
mucho que hayamos entrenado, esta escena es completamente
impredecible. Esperamos tener el elemento sorpresa.
Esperamos que sus secuestradores crean que todavía estamos
en México, pero podrían ser más inteligentes de lo que les
damos crédito. Con un gruñido bajo, sacudo la cabeza.
No es probable.
Estos narcotraficantes se atrevieron a secuestrar a un
marino. Lo único que nos impide incendiar todo este lugar es
mi creencia de que podemos extraerlo sin causar víctimas
innecesarias.
Taron tiene la mandíbula apretada, las mangas de su camisa
café que se ve debajo del chaleco antibalas están manchadas
de sudor y su cabello castaño claro está mojado. Todas
nuestras caras están restregadas con camuflaje, haciendo que
el blanco de nuestros ojos parezca brillar.
El aliento se me queda en la garganta. Mi mejilla está
presionada contra el cañón de mi arma, mientras el ruido de
las cigarras se eleva como un coro a nuestro alrededor. Crece
más fuerte, una advertencia.
Me quito ese pensamiento de la cabeza, estoy enfocado en
lo que está haciendo Taron.
La sombra de Sawyer emerge de la maleza por el extremo
opuesto de la casa. Están actuando bajo mis órdenes, pero
somos hermanos. Nos hemos apoyado mutuamente desde el
primer día. Esto es más que un rescate. Marley es parte de
nuestra familia.
Taron se aleja del muro de hormigón y mi dedo está listo en
el gatillo. Lo único que se interpone entre nosotros y lo que
está por suceder es una puerta de madera.
Levanta la pierna y le da una fuerte patada a la puerta,
haciéndola volar contra la pared el ruido resuena en la
tranquilidad de la noche. Su espalda está contra la pared otra
vez, y él espera, preparándose una lluvia de balas.
Pero no hay ni un solo disparo.
Tres latidos, tres respiraciones silenciosas. Asiento. Se da
vuelta rápidamente, arma a la altura de los ojos y camina por
el espacio, balanceando su arma de lado a lado. Sawyer está a
su lado, estoy fuera de posición avanzando para cubrirlos.
—¡Marley! —El arma de Taron baja y se precipita hacia
adelante. Estoy en la puerta para verlo sacar la bolsa de la cara
de nuestro amigo, entonces todo me golpea como una
bofetada.
Su cabeza cae hacia adelante, balanceándose como un
trompo. No entiendo sus murmullos. De sus labios hinchados
gotea una espesa corriente de sangre.
La rabia se mezcla con la adrenalina. Lo golpearon casi
hasta matarlo y las cuerdas con que lo amarraron se le han
clavado en la piel. Taron está cortando rápidamente sus
ataduras mientras Sawyer y yo hacemos revisión de la cabaña.
Parece desierta, lo que me pone en alerta, aquí debe haber un
artefacto explosivo en algún lado. La habitación vacía no tiene
luz en el interior, proyectando largas sombras en las esquinas.
Con un ruido sordo, las rodillas de Marley caen al suelo.
Taron se inclina para ayudarlo a levantarse, y ahí es cuando
la veo. Ojos verdes brillando como un gato en la oscuridad.
—¡No! —Grito mientras ella se precipita hacia adelante,
gritando, justo a tiempo para que Taron se dé la vuelta y vea el
machete levantado en su mano.
La luz destella de la cuchilla plateada, la explosión de la
pistola de Taron nos ensordece en el pequeño espacio, y ella
cae como una piedra, una salpicadura sangrienta como un
megáfono que se despliega en el suelo detrás de su pequeño
cuerpo. Largos abanicos de cabello color caramelo alrededor
de su cabeza y es apenas una jovencita.
—Dios, no. —Él deja escapar un gemido de dolor mientras
la pistola cae al suelo.
Por un momento, no podemos movernos, no podemos
apartar la mirada de la niña que yace muerta a nuestros pies.
Mis ojos se calientan, pero los aprieto brevemente, apretando
los dientes evitando que las emociones se desborden. Marley
murmura unas palabras incoherentes. Apenas es consciente,
golpeado casi sin reconocimiento. Ni siquiera puedo decir si
nos reconoce. El machete está a sus pies, junto a la niña
muerta.
Ella los habría matado a ambos si Taron no hubiera hecho
lo que hizo.
El combate no deja lugar a dudas. La vacilación es cómo
terminas muerto, reducido a la mitad por un adolescente que
de otro modo pasarías por alto. Una chica que nunca debería
haber estado aquí. Bastardos que usan niños para pelear sus
batallas.
—Sácalo de aquí. —Una orden brusca sale de mi boca.
Cuando Taron no se mueve, subo el volumen—. ¡He dicho que
se vayan de aquí!
Lucha por levantar a Marley sobre su hombro, y Sawyer se
adelanta para ayudarlo. Soy el último en salir de la cabaña,
dándole un último barrido antes de darme la vuelta, a tiempo
de ver a Taron caer al suelo y luego llorar de dolor.
—Mierda —Él rueda a su lado, la sangre empapando su
espalda baja desde donde aterrizó sobre un árbol roto.
—¡Patton, detente! —Grita Sawyer, en el mismo momento
que vemos el alambre de la trampa.
Nadie sabe cómo no lo vimos. Sawyer alza a Marley sobre
sus hombros. Es fuerte como un buey por trabajar en el huerto
de duraznos de su familia en casa. Lanzo mi rifle sobre mi
hombro y me agacho, agarrando el brazo de Taron.
—¿Puedes caminar?
Su cara está arrugada en agonía, pero se las arregla para
asentir.
—Sácanos de aquí.
Mi rostro entero está contorsionado por la preocupación,
mi determinación está forzada por el hecho de que
necesitamos para terminar esta misión. Nuestro vehículo todo
terreno está cuesta abajo, escondido en la maleza, seguimos a
Sawyer, con Taron apoyándose fuertemente en mí.
Su sangre empapa su ropa sobre la mía, goteando hasta sus
pantalones. Esta lesión podría enviarlo a casa, y Marley está
peor. Pero todos llevamos la procesión por dentro. Salvamos a
nuestro hombre, pero todos estamos marcados por lo que
dejamos atrás.
Es muy tarde para cambiarlo. Nos ocuparemos de las
cicatrices más tarde.
Cuando la batalla haya terminado.

¡Ahora puedes leer ENTREGÁTE A MÍ


GRATIS en Kindle Unlimited!
Agradecimientos
Gratitud. Esa palabra se destaca en mi mente con tanta
fuerza mientras me siento aquí tratando de encontrar las
palabras para agradecer a todas las personas increíbles que me
ayudaron a tener esta novela completa en sus manos.
Mi familia, sobre todo, les agradezco su paciencia, por
creer en mí, por decirme que puedo hacerlo y por ser la razón
por la que incluso lo intento.
Mis lectores, que aman mis libros, que me dicen que aman
mis libros, que dejan reseñas increíbles, envían tarjetas y les
dicen a sus seres queridos que lean mis historias … ¡No podría
hacer esto sin ustedes!
Muchísimas gracias a Ilona Townsel por leer mientras
escribía y mantenerme alentada … ¡fue una historia difícil,
chica! Gracias por ser mi roca.
Christine Estevez, quien entró como un jefe y puso todas
mis cosas en orden, se organizó y dirigió el barco mientras yo
escribía. Dani Sánchez por el increíble apoyo de marketing,
¡también a Kylie McDermott y a todas las chicas de Give
Me Books!
Mucho AMOR a mi increíble equipo beta … Melissa
Sagastume, Tina Snider, Renee Mccleary, Jennifer Wolfel
y KC Caron, y a mi increíble editora Kathy Bosman:
ustedes, chicas, dan notas increíbles.
A mis VEEP Mermaids, Ana Pérez, Clare Fuentes,
Sheryl Parent, Cindy Camp, Carla Van Zandt, Jaime
Long, Tammi Hart, Tina Morgan y Jacquie Martin. ¡No
tienen idea de cuánto las amo a todas!
Cada autor que ayudó a compartir y promover conmigo …
¿Qué haría sin ti? te quiero.
Un agradecimiento especial a Lori Jackson por el diseño
magistral de la portada, y a Wander por las hermosas e
inspiradoras fotos. ¡Los quiero a los dos!
A mis Mermaids y Starfishs, gracias por darme un lugar
para relajarme y ser tonta, y por mostrarme todo el amor…
GRACIAS a todos los bloggers y bookstagrammers que
han hecho un arte de amar los libros. Compartir este libro con
el mundo de la lectura sería imposible sin ustedes. Agradezco
mucho su ayuda.
Para todos los que agarren este libro, lo lean, lo amen y se
lo cuentan a una persona, me alegraron el día. Estoy muy
agradecida con todos ustedes. Sin lectores, no habría autores.
Mucho amor,
Mantente sexy

<3 Tia
Sobre la autora
Tia Louise es la autora más vendida y premiada del USA
TODAY de un romance súper sexy y caliente.
Ya sean multimillonarios, marinos, boxeadores, vaqueros,
padres solteros o grandes empresarios, todos sus héroes son
alfas con corazones de oro. Todas sus heroínas son las mujeres
fuertes y atrevidas. TODOS sus finales son felices para
siempre.
Louise, ex maestra, periodista y editora de libros, vive en el
medio oeste de los Estados Unidos con su grandioso esposo y
dos genias adolescentes.
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